Re: {Misión} Asegurando la zona {Airin & Astrid}

por **Auros** Vie Nov 20, 2015 6:58 pm

Aquel rayo de esperanza se había posado unos instantes sobre las chicas y sobre el los dos chicos que quedaban, aunque uno todavía seguía durmiendo plácidamente en aquella cueva, mientras que el joven que había recibido tantos daños, se encontraba de pie asimilando la pesada situación. El alguacil del pueblo más cercano los miro con un poco de recelo y mirando sus portes supuso que eran extranjeros y no sabían nada al respecto de lo que sucedía – Supongo que no les avisaron, y si les dijeron puedo decir que el Lord ha tenido compasión de vosotros – dijo como si el Lord fuera considerado como un mismo Dios – pero esta montaña se mueve cada determinado tiempo y según nuestros investigadores ayer era el día y para su mala suerte se les complico ya que una tormenta estaba prevista para estas épocas, debió ser difícil – al decir aquello el alguacil se bajó del caballo que montaba y con una sonrisa se dispuso ayudar el carromato volteado y a recoger junto con el ayudante algunas cosas que podían ser rescatadas para el camino – La cuesta abajo es más fácil, si nos apuramos antes de la doceava campana ya estaremos en el puerto que lleva a Ban Sing – agrego con tranquilidad.

La señorita princesa que les acompañaba, se acercó a su joven ayudante y mayordomo palmeándole el hombro, aquel muchacho enseguida se arrodillo para dedicarle reverencia y ella se inclinó, le dio un beso en la mejilla y le ordeno que regresara a descansar porque sus heridas, casi mortales todavía estaban muy frescas para poder continuar, cuando el joven reposó la señorita se olvidó de su linaje y junto al alguacil recogió las cosas. Sin embargo los problemas aun no acaban ahí, si creían que las cosas podría salir mejor desde ese entonces están totalmente equivocados, pues lo que les esperaba era algo mucho peor.

El camino se hacía más largo, el mediodía estaba cerca y no se divisaba algún puerto pasando la hora media del día, la sonrisa del alguacil se hacía cada vez más torcida y el aura sombría que destilaba mostraba claramente las intenciones que guardaba debajo de esa mascara de buen amigo. Habían pasado dos horas del mediodía, se encontraban aún en el principio del bosque, la entrada hacía un camino llano y que se perdía a lo lejos, de repente, el alguacil que iba adelante del único carromato se detuvo en seco, muchos hombres con armas y escudos salieron de entre los costados, sonriendo con malicia, sus caras perversas mostraban su verdadero color al igual de quien les había engañado y traicionado – ¿Qué tienes hoy para nosotros Joséf? – dijo un bonachón que llevaba un casco vikingo lamiando sus labios mientras miraba a la joven princesa y a las dos chicas que iban en el carromato.

Se trataban de una banda de exiliados, entre asesinos de zonas rurales y bandidos que habían sido desterrados de sus ciudades natales y que muertos de lujuria y riquezas, se dedicaban a robar a toda caravana que se cruzara temerosa por aquel desolado camino – Podéis matar a los hombres están muy heridos y hacer con las mujeres lo que queráis, dejadme a mí a la pelirroja – dijo mirándola con perversidad y ese instinto lujurioso de un hombre necesitado – ¿Airin te llamabas pequeña? No te preocupes tío Joséf cuidara de ti – soltó una sonrisa esquizofrénica y envuelto en su locura se acercó a ella para jalonearla y llevársela consigo.

por **Astrid Dagmar** Vie Ene 29, 2016 8:29 pm

Astrid no pudo evitar alegrarse ante la buena fortuna que parecía haberse presentado ante ellos. Teniendo en cuenta los eventos ocurridos el día anterior, ¡era tan difícil de creer que por fin las cosas dieran la vuelta! También era cierto que hacía tiempo que no conocía a alguien tan altruista y presto a ayudar sin interés alguno, por lo que se sentía aliviada de haberse topado con alguien así.

Sin embargo, no podría estar más equivocada. Si bien tenía un ligero mal presentimiento al principio, lo ignoró completamente debido a que no quería creer que el alguacil ocultase algo. ¿Cómo hacerlo? Había llegado a tal punto en el que parecía que necesitaba aferrarse a cualquiera que les tendiese la mano, sin importar qué. Y esta sensación hacía que su razón se nublase, y su desconfianza natural quedase aparcada a un lado.

Al parecer habían tardado más de lo previsto en llegar al principio del bosque. El alguacil se detuvo en seco, lo que confundió a Astrid. – ¿Ocurre algo, señor? – preguntó, haciendo un ademán de bajarse del carromato, sentándose en el borde. Se detuvo en cuanto vio que unos hombres salían de la espesura, rodeándoles. Automáticamente, llevó una mano a la empuñadura de su cimitarra. – Pero qué… – musitó, entre dientes. ¡El alguacil les había engañado! No era más que un criminal deseoso de aprovecharse de un pobre grupo de estúpidos ingenuos.

La morena temía por sus acompañantes. El sirviente estaba demasiado herido como para ayudarle a pelear contra toda esa banda de maleantes. Y por supuesto, tampoco podía contar con la noble. Se alarmó al oír la sentencia del tal Jósef, ante la que reaccionó rápidamente desenvainando la espada cuando agarró a Airin. Quizás fuesen demasiados hombres para ella sola, pero no podía quedarse de brazos cruzados. En un movimiento veloz, apuntó con su arma al cuello del alguacil, pinchándole con la punta. – Ya le estás soltando. No tengo ningún problema en atravesarte la garganta con esto, – le amenazó, tratando de mostrarse impávida.

No iba a ir bien. En menos de un segundo, lo más probable es que los secuaces de ese tipejo tratasen de trepar al carromato y llevarse al sirviente a la noble. Y tampoco podía permitir eso. – Si tenéis un mínimo de sensatez, ya podéis largaros. – Apretó un poco más la espada contra su adversario.

A no ser que la ira se apoderase de ella, poco podría hacer (y aun así las cosas no irían muy bien, ya que perdería el control). Pero no podía mostrar más vulnerabilidad que la que mostraba el grupo en general, en especial por los dos heridos. Es más, eso sólo lograría provocar las risas de los bandidos, pero poco le importaba. Si no se imponía, aquello se convertiría en un circo.

por **Airin Apple** Dom Ene 31, 2016 10:18 am

La pelirroja se sintió aliviada de ver que estaban salvados y pronto podrían llegar a su destino, así como aquel alguacil les decía que por lo visto ya se prevenía ese temporal, cosa que afortunadamente pudieron salir ilesos, sin nadie muerto por el camino.

Transcurrió la marcha por el bosque con tranquilidad, aunque el camino se hizo algo más largo de lo normal, Airin se quedó mirando como bajaba el alguacil del carro, sin inmutarse mucho apenas de lo que fuera a hacer, hasta que se puso en alerta al igual que Astrid que sacó su arma cuando estaban siendo rodeados por hombres que salieron de los arbustos del bosque.

La pelirroja emitió un grito, al verse atrapada por aquel alguacil y el escuchar lo que dijo aquel hombre que se hacía llamar Josef, la hizo asustarse aún más. Todo era una trampa y solo Astrid, ya que ella era incapaz de moverse en ese momento, era la única que podía acabar con ellos, debido a que el sirviente estando herido, era incapaz de hacer algo en ese momento y mucho menos la mujer noble.

Ante sus palabras, Airin solo podía temblar de miedo, incapaz de imaginarse qué cosas podría hacerle, lo que más aprovecharse de ella, debido a su estado de mujer indefensa, ya que ella pocas veces había empuñado un arma, solo servía para curar con sus hierbas.

Observaba como Astrid intentaba poner remedio, cosa que al verla así la hizo armarse de valor, no iba a ser una mujer indefensa capaz de defenderse siempre, así que le golpeó al alguacil en su entrepierna para así aprovechar ese momento para huir de él y coger el carromato, haciendo un gesto a Astrid para que se suba con ella y así poder escapar.

por **Auros** Jue Feb 04, 2016 4:49 pm

La situación se había complicado, la honorable princesa, se removía en su propio lugar, turbada, sacudida por su propia culpa, pues ella había sido la causante de todos los malos por lo que había pasado, de no ser por uno de sus ostentosos caprichos, no había tenido la necesidad de mirar como sus acompañantes eran lastimados por una bola de rufianes que osaban con violar a las chicas y matar a los hombres que viajaban con ellas, lamentablemente, la situación no favorecía ni a Astrid quien portaba una espada, ni Airin que solamente era una pequeña, lejos de saber como defenderse a si misma, las cosas marchaban tal como Jósef había planeado.

Fue entonces, cuando el alguacil, exaltado por la situación de gloria se vio acomplejado por la espada que ahora mismo, posaba sobre su cuello, la amenaza de la chica parecía ser seria, no dudaría en cortar la yugular de aquel hombre, pero ella estaba equivocada, Jósef no era más que un peón para ellos, que les había hecho un gran favor, por lo que la risa de entre los hombres no se borraba.

- Bien, adelante, matalo - dijo uno entre risas.
- ¿A quién le importa lo que le hagas?, solo acabalo - otro flaco se soltó a risas.
- ¿Eh? ¿Quién es ese hombre que van a matar? - preguntó otro sin lograr entender la situación.

Y entre más, Astrid amenazaba ellos menos tenía importancia por que uno de ellos se encontrar en problemas - Cavaste tu propia tumba Jósef - terminó uno y antes que pudieran hacer algo Airin había golpeado a los testículos aquel fracaso de alguacil, aprovechando el momento para escapar, pero justo en ese momento, uno de ellos cortó la soga de los caballos para que al tirar de ellos no se movieran ni un solo centímetro. Aquel hombre soltó una carcajada y miró a la niña - No tan rápido pequeña, no hasta que hayas saciado nuestros deseos, no te irás tan rápido - dijo subiéndose al carromato y tomando a la princesa de las manos, ella soltó un grito y cuando le iba a golpear Kirvin le introdujo una daga en el cuello de aquel hombre el cual soltó enseguida a la princesa y ella se colgó sobre sus brazos - Señorita Astrid - dijo el varón con voz tosca y rasposa - Necesitó que me preste de su ayuda para acabar con estos, juro por mi espada, que no dejaré que toquen de nuevo a la princesa - declaró el chico con una mirada refulgente, llena de determinación e impulsada por la ira e impotencia con la cual había vivido todos esos años, Kirvin por fin había, despertado su verdadero ser...

por **Astrid Dagmar** Vie Feb 12, 2016 9:46 pm

Las risotadas de los compañeros del tal Jósef eran de esperar. La gente de esa calaña seguía un mismo patrón, y era evidente que la amenaza de Astrid no iba a resultar de manera efectiva. Trató de mantenerse firme, haciendo caso omiso a las burlas de los maleantes. Airin aprovechó la situación para darle una patada en la entrepierna al alguacil y subir de nuevo al carromato, pero antes de que la morena pudiera terminar de trepar y así todos pudieran escapar, uno de los bandidos cortó las riendas de los caballos. Lo que faltaba. Al menos Jósef no podría hacer mucho en un rato.

Uno de los tipejos había logrado subir al carro, asustando a la princesa, pero por suerte, el sirviente se había deshecho de él. Preocupada por el estado del joven de cabellos rizados, Astrid vaciló durante un par de segundos ante su petición. Aún seguía herido y no debería moverse demasiado o de lo contrario sus heridas empeorarían. Miró de reojo a Airin, como si esperara alguna señal de aprobación por su parte, pero tampoco les sobraba el tiempo. No podían pararse a pensar demasiado, puesto que de lo contrario acabarían bajo tierra.

Suspiró y finalmente asintió. – Está bien, pero ten cuidado. Aún estás herido. – contestó, en un susurro. Volvió la vista a la pelirroja, con preocupación. No tenía pinta de haber utilizado un arma en su vida, pero tenía que asegurarse de que no volvían a atraparla en cuanto desviara la vista. Revisó rápidamente el cadáver del bandido al que había herido mortalmente el sirviente, buscando aunque fuese algún mísero cuchillo, pero ta vez por mala fortuna o quizás por no ser capaz de pensar correctamente, no encontró nada. Decidió pedirle a Airin que rebuscase una vez más, en cualquier caso. – Airin, échale un vistazo a este tipo. Quizás tenga algo con lo que puedas defenderte. – Bajó del carro rápidamente, asestando un golpe a uno de los maleantes cercanos al vehículo, pero sin llegar a herirlo de gravedad. Maldita sea, ¡no podía haber perdido tanta práctica!

por **Airin Apple** Dom Mar 06, 2016 1:37 pm

Lamentablemente para las chicas, el bandido acabó cortando las riendas, lo cual no pudieron escapar con el carro y estaban atrapadas, sin salida alguna. La única idea que había tenido Airin de golpear al hombre y coger el carro junto a Astrid para escapar había sido reducida a nada.

Uno de aquellos bandidos subió, asustando a la noble princesa, pero su sirviente pudo deshacerse de aquel hombre fácilmente, y esto alivió a la pelirroja. Este le hizo una petición a la morena de ayudarla a luchar y esta emitiendo un suspiro aceptó su proposición. Esta luego desvió la mirada hacia la pelirroja, notando esta lo que preveía que le iba a decir y así fue. Ya veía venir que tenía que luchar, cosa que no había hecho nunca en su vida y era muy nueva en esto, al menos en luchar cuerpo a cuerpo, ya que ella, solo tenía habilidades de curación.

Se puso a rebuscar a aquel hombre, ya muerto, hasta encontrar una daga algo afilada, miró a Astrid, indicándole el arma y se puso a su lado.

-No tengo mucha idea la verdad de como pelear, pero espero serte de ayuda, en el caso de que te hieran, me encargaré de curarte.- dijo la pelirroja, preparándose a atacar, a uno de aquellos bandidos.

por **Auros** Dom Mar 13, 2016 11:59 am

Fecha: 17 de septiembre de 2015
Hora: 11:37 AM
Temperatura: 25 grados
Día 2 del viaje a Ba Sing Se

Josef rogaba a si mismo que sus pelotas estuvieran de nuevo funcionales para castigar a las estúpidas entrometidas que se resistían, uno de los hombres más osados había caído muerto atravesado por una daga en el cuello y los demás o muy asustados o muy confiados apenas parecían apresurar las cosas, eran seis hombres los bandidos, poco más que sacos de huesos que se proponían robar y vender todo lo que pudieran sacarle a la caravana, en condiciones normales un puñado de ellos apenas podrían medirse con un soldado experimentado pero sabían disimular muy bien su debilidad. Sus cuerpos pusilánimes los cubrían con gruesas pieles y pedazos de armaduras robadas, su inexperiencia la ocultaban lanzando improperios de muy subido tono, les gustaba la fiesta y la bebida y su olor era repulsivo, como si se bañaran solo con vino y pasaran mucho tiempo bajo el sol fermentando, uno de los hombres portaba el único escudo del grupo y las espadas de todos que estaban envainadas tenían un evidente oxido, dos de ellos se abalanzaron contra la mujer de cabello negro para reducirla, cada uno por un lado y gritando como acostumbraban los bandoleros que emboscan a los inexpertos, el mejor de ellos, sin duda era el del escudo y el alguacil… era algo gordo viejo y ciertamente cobarde.

-Morirás perra y follare con tu cráneo muerto!- Grito el de la izquierda que se lanzó como si fuera inmortal con una espada en cada mano al estilo de los campeones de los coliseos, con el corazón descubierto y la cara media tapada por una piel de lobo que tenia de capucha, capa o venda, sabe dios qué diseñador de guerras fracasado le habrá recomendado vestirse de esa manera tan aparatosa.

-Agárrala hombre, ve por ella, ya quiero probar que tan ajustada le queda mi corbata…- Dijo relamiendose el de la derecha que obviamente no tenía puesto un traje y tampoco se refería a su fiesta de gala de esta noche, era muy flaco y a pesar de las pieles se notaba su desnutrición, este estaba guardando su distancia tratando de rodear a la mujer y reducirla por la espalda, tenía una daga muy larga en la diestra y la movía como apuñalando el aire para amedrentar a la chica o distraerla.

Otros dos hombres rodearon a la guerrera y se lanzaron entre alaridos de locura sobre el ya sobre exigido carromato, pateaban las puertas y rompieron las ventanas a pedradas. Un tercero se subió al techo y comenzó a gritar mientras pateaba y maldecía.

-Los quemare… quemare el puto mundo entero si no sales de ahí maldito bastardo!!- dijo agitando un tambor de líquido que roseaba -Este es un Aguafuego flamable y el fuego los convertirán en negros pisapapeles si no nos entregas a la zorra!- Grito delirante sintiéndose amo del mundo entero…

-Jamás les entregare a la princesa maldito analfabeta!!, las cosas que tienden a quemarse son llamadas Inflamables.!!- respondió Kirvin abriendo la puerta de golpe y reventándole las narices a un atacante con ella para volverla a cerrar rápidamente.

El último hombre, el que tenía el escudo se acercó rápidamente a la pelirroja y con estocadas al azar y rodeándola intentaba separarla de la guerrera, este parecía un poco más educado, que los demás, porque llevaba la barba recortada y la nariz limpia, al parecer había luchado en alguna guerra porque tenía un tatuaje en la mejilla que le marcaba como un soldado esclavo de un escuadrón de un adinerado, quizás luchaba en algún cuadrilátero clandestino, pero sin duda no parecía que hubiera ganado alguna de estas peleas.

-Es mejor que os rindáis dama si no queréis ver arder el carro con los ocupantes en el interior-Amenazo el hombre del escudo haciendo movimientos erráticos y dando pequeños brincos en su lugar lanzando algunos gruñidos y de pronto se lanzó cubierto por el escudo y adelantando su mano para tratar de asir el cuello de la pelirroja e intentar caer sobre ella para inmovilizarle.

por **Astrid Dagmar** Dom Mar 20, 2016 7:12 pm

Aunque los bandidos no parecían muy duchos en combate mirándolos a simple vista, Astrid sabía que no podía confiarse demasiado. No quería perder de vista a Airin, menos aún si era cierto que no sabía pelear, así que debía evitar que le distrajeran más de la cuenta, que era lo que parecía que pretendían dos de los atacantes que se habían acercado a ella.

Uno de ellos mantenía cierta distancia con ella, mientras que el otro no dudó en lanzarse como si nada. Con su pecho al descubierto parecía estar invitando a la morena a que le ensartase la espada a través, pero temía que el tipo de la daga aprovechase la situación mientras ella perdía el tiempo en sacar su arma del cuerpo del enemigo. Eso, contando con que acertaría a la primera.

A pesar de ello, no se lo pensó mucho más y decidió atacarle. En lugar de darle una estocada, optó finalmente por darle un tajo lateral desde el hígado, con una ligera desviación hacia arriba. No se le daba muy bien utilizar su cimitarra con las dos manos, pero si quería herirlo de gravedad (como mínimo) necesitaba empuñarla de ese modo. De este modo no tuvo muchos problemas a la hora de recuperar su arma para defenderse del tipo de la daga, que parecía estar apuñalando al aire.

Éste tampoco iba apenas protegido, pero los movimientos de su arma (así como la distancia) hacían más difícil el acercamiento de Astrid, que chocaba su espada continuamente con la daga del enemigo con meros propósitos defensivos. Ahora que no tenía a nadie por la espalda, quizás sí podría permitirse darle alguna estocada. Y eso hizo: cualquiera diría que se había quedado con las ganas de atravesar la garganta del tal Jósef, porque intentó hacer lo mismo con este bandido.

Pero falló.

Durante un segundo, sus ojos se habían posado en las de un tipo que parecía mucho más experimentado que el resto, que parecía estar amenazando a Airin. Se dio cuenta de que se había distraído demasiado, no sólo por eso, si no porque se había enfocado tanto en la pelea que también se había olvidado completamente del carromato. Esto le hizo fallar la estocada contra el bandido que tenía delante, dándole cierta vulnerabilidad.

– ¡Airin! – gritó Astrid al ver que la pelirroja estaba en peligro. Como si no se diera cuenta que tenía a un tipo encima, ya. Miró de nuevo al hombre de la daga, con un destello de rabia en los ojos. Estaba más enfadada por el fallo que había cometido que por la repulsión que sentía hacia todos esos ladrones, y apenas podía razonar con claridad a esas alturas. Con la mente totalmente en blanco, alzó su cimitarra y, en lugar de apuntar a cualquier punto vital, dejó que su arma se deslizase rápidamente hacia la muñeca derecha de su oponente, la que sujetaba el arma, con intención de cortarle la mano. Por supuesto que aquello no le mataría, pero le daría el tiempo suficiente como para que se pusiese a llorar y así ella pudiese acudir a ayudar a su compañera.

por **Airin Apple** Mar Mar 22, 2016 9:58 am

La situación comenzaba a empeorar, en ese momento los únicos capaces de poder hacer que salgan en esa situación, era su compañera Astrid y el mayordomo de la noble, Kirvin, ya que Airin, como mucho podía hacer reír a esos bandidos, ya que ella el coger un arma, solo hacía que su pequeño cuerpo temblara de miedo y solo era capaz de socorrer las heridas de los demás. Se veía inútil, incapaz de ayudar a Astrid debidamente, lo cual pensaba en apartarse y quedarse atrás, esperando a ver si ellos lograban acabar con esos seis bandoleros que los rodeaban.

En ese momento Astrid se encontraba peleando con Josef, el bandido que los había engañado, llevandoles en el carromato a lo que era ahora una trampa. Astrid se encontraba alejada del carromato, intentando acabar con los bandidos, para así poder proseguir su viaje, a lo que Airin, se mantenía cerca del mismo, con la daga que había cogido del cadáver empuñada entre sus manos para intentar defenderse de aquel bandido que se acercaba a ella. Craso error el intentar pelear contra aquel bandido. El hombre ayudado de su escudo, se lanzó encima de la pelirroja, ésta gritó asustada, sintiendo como este estaba encima de ella, como queriendo aprovecharse de ella. El miedo, la inmovilizó, al igual que era incapaz de articular palabra alguna. Solo su compañera podría salvarla de esa situación.

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Christa Hellemond AdministradoraMensaje privado	Astrid Dagmar AdministradoraMensaje privado
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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Territorio	225	240	110	80
Infraestructura	170	320	330	60
Vehiculos	150	150	195	250
Armamento	90	21	21	45
Soldados	80	70	70	110
Prestigio	80	50	120	120
Total:	1435	3747	1531	2085

MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Vehiculos	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0
Infraestructura	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
Armamento	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
Links Necesarios:	Info del sistema	Ramas de mejoras	Tierras dominadas	Contador de puntos

MEJORAS DE CHAOS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión)	21/8/2016

MEJORAS DE SPATIUM
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión )	24/8/2016

MEJORAS DE TEMPUS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Infraestructura	1	Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión)	26/5/2016
Mejora de Armamento	1	Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado)	21/8/2016

MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión)	21/8/2016


Disponible	Hikari Hiroshi	Jellal Slater