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Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

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Privado Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Dom Nov 15, 2015 9:50 pm

Las horas pasaban tan lentamente que Aria comenzó a pensar que nunca podría irse de allí. Llevaba un tiempo con los nervios de punta y no sabía por qué, solo que de vez en cuando el vello de la nuca se le erizaba y un leve escalofrío la calaba hasta los huesos. Respiró hondo un par de veces en el trayecto que iba desde una punta a la otra del local. Se había pasado la última media hora de una esquina a otra, observando a todo el mundo y viendo beber a la gente. Había visto cómo se iba vaciando poco a poco hasta quedar apenas unas cuantas mesas ocupadas y algún que otro cliente en la barra. Se mordió el labio sin poder aguantar más y se acercó a la barra para llamar al camarero y pedirle un trago. O bebía algo o terminaría estampándole a alguien un cenicero en la cabeza.

En cuanto la copa llegó hasta sus manos y sintió el frescor del cristal tomó un enorme sorbo, casi terminándola de un trago. Soltó una enorme bocanada de aire al tiempo que bajaba el vaso de nuevo para ponerlo sobre la barra y se dispuso a volver a pasar la vista de nuevo por los clientes que llevaba un rato examinando. No parecían tener nada sospechoso, más bien todo lo contrario, aunque las apariencias engañaban y el que se encontrase tan nerviosa era una señal de que algo no iba bien. Comenzó a tamborilear con los dedos sobre el cristal mientras entornaba los ojos fijándose en la persona que tenía más cerca. Parecía algo ebrio, aunque tampoco le extrañaba después del tiempo que llevaba allí. No sabía qué había bebido ni cuanto, pero estaba claro que no había sido poco.

Se planteó si mantener una conversación con alguien sería buena idea, más siendo esa la situación, pero puede que sacase algo en claro de todo aquello si se centraba en eso: hablar con alguien. Intentó no pensarlo demasiado, así que apuró la copa hasta terminarse el dulce líquido y se sentó en el taburete que había junto a aquel tipo. No había mucho que destacar: un chaval rubio y delgado, con mirada perdida, ropa normalita… Uno de tantos. Respiró hondo intentando poner toda la amabilidad de la que hacía gala por allí cuando comenzó a hablarle, dibujando una sonrisa en su rostro.

¿Beber para olvidar o para divertirse? —. Hizo un gesto con la mano para volver a pedir algo, esta vez que fuese sin alcohol, mientras esperaba una respuesta que puede que no llegase nunca. No pretendía ser molesta de puertas afuera, pero la verdad es que con el aburrimiento que tenía lo más probable es que atosigara al chico hasta el punto de que terminase por hablarle aun no queriendo, solo para quitársela de encima. Aria apoyó uno de los brazos sobre la barra para, acto seguido, dejar descansar la cabeza sobre la palma de esa misma mano, mirando ligeramente al desconocido el cual parecía bastante entretenido en lo que hacía. Al menos esperaba que aquello no resultase una pérdida de tiempo.
Invitado
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Mar Nov 17, 2015 4:29 pm

Las noches lluviosas como aquella eran las idóneas para meterse en una taberna y beber como si no hubiera mañana. Estaba comenzando a tomar la mala costumbre de despistar a su escolta personal y escaquearse a diario para pasarse horas en bares, pubs etc. En realidad podía hacerlo, realmente podía hacer lo que le diese la gana siempre y cuando también cumpliese con su trabajo. Esa noche estaba siendo una de las más aburridas sin lugar a dudas. El antro que había elegido para nublar sus sentidos, estaba repleto de hombres, apenas había alguna mujer, y evidentemente al rubio le encantaba contar con compañía femenina mientras bebía. Sin embargo, a falta de esto, se centró únicamente en aquella botella de ron que le habían dejado sobre la barra, y ciertamente bebió más rápido que de costumbre.

Pasada apenas una hora, a la botella apenas le quedaban un par de copas, y el rubio estaba completamente borracho, observando fijamente el vaso medio lleno, girándolo en su mano. Era fácil adivinar que el estado en el que se encontraba el joven Custos no era el más apropiado, de hecho le iba a ser difícil encontrar el camino de vuelta en aquellas condiciones. En aquel lugar había escuchado que se realizaban algunas actuaciones de cantantes en directo, pero desde que él había entrado, no había visto nada fuera de lo común. Mesas repletas de gente que vociferaba mientras bebía y bebía...Por suerte el alboroto iba decreciendo gracias a que el lugar comenzaba a vaciarse poco a poco.

Justo en ese momento, ocurrió lo que él había estado echando en falta toda la noche...una hermosa joven pelirrosa se sentó a su lado. Pudo oler su perfume, como si de un soplo de aire fresco se tratara, totalmente diferente al cargadísimo ambiente de aquel antro. Trató de no ser muy descarado cuando la examinó con la mirada, y acto seguido, se llevó la copa a la boca y la vació por completo, procediendo a rellenarla una vez más. -Pues...diversión...distracción...pasatiempo...llámalo como quieras, simplemente me ayuda a distraerme-En su propia voz se notaba el estado de embriaguez en el que se encontraba.

Incluso él se dio cuenta, no estaba en las mejores condiciones para iniciar una agradable conversación con una chica, probablemente resultase incluso repulsivo para cualquiera. -Creo que voy a necesitar otra botella-Musitó mientras agarraba la que ya se encontraba vacía para comprobarlo, dejándola a continuación sobre la barra de forma un tantos brusca. -Joder...o no, mejor no, creo que ya está bien por hoy-Se acomodó un mechón de pelo que cayó por su frente y dejó escapar un suspiro centrando su mirada en la muchacha- Sírvete algo, pago yo, me vendrá bien algo de compañía mientras se me pasa la cogorza- Soltó una carcajada y levantó su mano para llamar la atención del camarero-.

Aquel anciano tras la barra era el dueño de aquel antro, un hombre que parecía rondar los 60 años, tenía una marca de quemadura en su cuello y su cabeza apenas estaba poblada con algo de pelo por los laterales de la cabeza. -Yo pagaré lo que ella tome, a mi tráeme algo para comer-El barman asintió con la cabeza y procedió a llenar una copa para su compañera, para acto seguido dirigirse a la cocina a por algo de comida para el rubio. Algo de comida ayudaría a paliar los efectos del alcohol. Alex se giró hacia la chica, apoyando su brazo en la barra y la cabeza sobre la mano mientras la observaba. -Mi nombre es Alex, como podrás comprobar no me encuentro muy...bien...-Volvió a dejar escapar una leve risotada. Se sentía realmente mareado, risueño, no podía evitar sonreír sin venir a cuento, sin duda podría resultar incluso divertido hablar con él tal y como se encontraba...al día siguiente iba a tener una resaca de mil demonios.

-Dicen que los del Gobierno llevamos una vida fácil, sin embargo necesitamos beber para desestresarnos -Mantuvo una pausa de unos segundos para luego añadir- Es una buena excusa ¿No crees?- Rió de nuevo mientras vio acercarse de nuevo al camarero con una bandeja en sus manos, la cual estaba repleta de carne y patatas cocidas, estando los cubiertos justo en el extremo derecho de la bandeja. Acaba de decirle que él era del Gobierno...un descuido por su parte, se suponía que él cuando salía solo a lugares así era para aislarse de su trabajo y hacerse pasar por un ciudadano común. Si los efectos del alcohol no iban disminuyendo con el paso del tiempo terminaría hablando más de la cuenta.
Alexander Kingsley
Alexander Kingsley

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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Mar Nov 17, 2015 5:50 pm

La manera en la que el muchacho hablaba y repetía casi las mismas cosas sin dar pie con bola hizo que Aria asintiese en uno de los momentos en los que miró hacia otro lado. Otro borracho que poner en su lista. Respiró hondo, casi resoplando, mientras escuchaba los desvaríos del rubio sobre qué hacer con una botella ya vacía, pero cuando dijo que él pagaría no pudo evitar soltar una pequeña risa justo antes de llevarse las manos a la boca para callarse. No había pagado nada de lo que se había tomado jamás allí y esta era la primera vez que alguien la invitaba, por decirlo así. Por regla general era ella la que tenía que “invitar” para poder sacar información y aquel muchacho había hecho justo lo contrario.

Cuando Barril, el dueño del local, miró al chico y después a Ia esta le dedicó una de sus sonrisas de buena empleada y el hombre se encogió de hombros antes de irse. La muchacha volvió a girarse para quedar de frente a la barra y rodear el vaso con ambas manos, echándole un vistazo a los cubitos que flotaban tranquilamente dentro del líquido. Ni siquiera tuvo que abrir la boca para que el rubio comenzase a hablar, directamente dijo todo lo que ella pensaba preguntarle sin haber siquiera insinuado que quería mantener una conversación. Sin apartar la vista del vaso la chica sonrió de lado, con cierto aire de malicia que no dejaría que aflorase del todo por precaución.

Sí. Es evidente que no te encuentras “muy bien” —. Apenas había pensado en qué poder decirle al tal Alex cuando de pronto soltó la bomba con la que consiguió atraer del todo la atención de la ninfa: era del gobierno. No tardó en poner una de sus mejores sonrisas y levantar la vista para encontrarse con la del rubio mientras ladeaba ligeramente la cabeza —. Nadie ha dicho que los trabajos sean fáciles. Menos el vuestro. Debe ser agotador tener que tratar con toda esa especie de… Revolución. Últimamente da la sensación de que os superan en número. Debe ser terrible… —. Odiaba tener que hacer lo que estaba a punto de ocurrir, pero era la forma menos brusca de conseguir lo que quería y tampoco es que le importase el medio mientras lo consiguiese.

Dio un largo trago a su copa antes de dejar el vaso sobre la mesa y levantarse para coger el taburete y tirar de él hasta ponerlo justo detrás de Alexander. Subió sobre el mismo, apoyando las rodillas, y puso sus manos sobre los hombros del chico del gobierno —Teniendo en cuenta que mi jefe está cerca y que le encanta la cordialidad, creo que a esto invita la casa —. Acto seguido se dispuso a apretar las manos alrededor de los hombros para hacer que el muchacho se relajase. Puede que pudiese llegar a incomodarle, pero desde luego no fue lo que pensó Ia cuando decidió usar aquella táctica. Además, por ahora no había hecho nada malo ni se había propasado con él, así que dudaba que aquello le fuese molestia.

La gente os subestima. No es fácil hacer la labor que vosotros desempeñáis, luchando contra todos esos criminales… Sinceramente, os envidio. Tener tanta fuerza es impresionante —. Con cada palabra que decía, Aria sentía una quemazón enorme que iba desde la lengua hasta la boca del estómago. Las náuseas le recorrían por todas partes y un ligero sabor a metal y sangre le venía directo a las papilas gustativas. Le habría encantado poder subir las manos un poco más y estrangular a esa escoria ahí mismo, sin miramientos y de forma rápida, pero debía ser paciente.

Tenía que conseguir más información acerca de su persona, de qué hacía en Tempus y de futuros movimientos del ejército. Sabía que esa información sería muy valiosa y que probablemente Adam la recompensaría por ello. Solo por eso merecía la pena contenerse un poco ahora para poder matarle después. A solas. Lentamente. Solo con pensarlo las papilas de Ia se dilataban de puro placer, pero tuvo que apartar esos pensamientos de la mente para centrarse en lo que debía y mantener aquella sonrisa inocente y tranquila. Trataba de no salirse mucho de la zona de los hombros para no causar incomodidad, aunque puede que la incomodidad fuese algo que no le importase y que dentro de poco tuviese que eliminar por completo, por lo que no le dio demasiada importancia. A pesar de ser ella la que intentaba relajarle, era precisamente la que tenía los músculos en tensión continua. Aquel doble trabajo era terriblemente agotador y estaba deseando que se terminase el horario del bar de una maldita vez.
Invitado
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Dom Nov 22, 2015 4:38 pm

Ella se había dado cuenta del estado en que se encontraba el rubio, no solo por el hecho de que él mismo se lo había dicho, sino que era fácil darse cuenta. Cada vez que hablaba, en sus palabras se notaba que tenía la lengua trapajosa, y sus ojos se habían vuelto vidriosos. No era la primera vez que bebía tanto, pero sí era la vez que más cantidad había bebido en tan poco tiempo...lo que tiene el aburrimiento. Notó como la muchacha le observaba con una expresión muy risueña, ahora pudo percatarse de los finos rasgos de su rostro, era realmente hermosa, había tenido suerte de que se le acercase aquella noche ¿Ella quería hablar de política ahora? Alex no era especialista en esas cosas pese a su puesto dentro del Gobierno, y tampoco tenía una opinión muy concreta acerca de la Revolución, al fin y al cabo el provenía de Chaos, un reino muy dispar en cuanto a opiniones políticas. Había muchas bandas revolucionarias pero a la vez muchas ciudades fieles al gobierno. De hecho su familia, los Kingsley, eran fieles servidores del Lord, sin embargo ese sentimiento patriótico nunca había sido nada intenso en él.

-Bueno querida, pero lo importante no es la cantidad, sino la calidad, supongo que estarás de acuerdo con eso-Esbozó una ladina sonrisa y procedió a tomar los cubiertos para cortar la carne y las patatas, necesitaba comer, llenar el estómago para que el alcohol fuera desapareciendo de su cuerpo poco a poco. La gente comenzaba a marcharse de aquel lugar ¿Tan tarde era? Levantó la vista hacia un reloj que había colgado en la pared, dorado y con agujas negras, marcaba las una y cuarto de la madrugada...que rápido pasaba el tiempo para un borracho. -Que poco aguanta la gente de esta ciudad-Encogió los hombros mientras se llevaba a la boca el tenedor con un trozo de carne incrustado en él. Apenas pudo saborear la comida, el sabor del ron se había adueñado por completo de su paladar, una lástima, porque aquella carne tenía una pinta excelente, y estaba en su punto.

-Lo más agotador de mi trabajo son los continuos viajes que me veo obligado a hacer, la diplomacia no es lo mío, y por desgracia es un punto fuerte de cada labor que desempeño- Estaba hablando más de la cuenta, pero no era consciente de ello. Tocar aquel tema era justo todo lo contrario que quería cuando decidía salir a distraerse, y odiaba cuando se le fastidiaban los planes. De repente la joven arrastró el taburete hasta situarse justo tras él, comenzando a masajear sus hombros. -¿Trabajas aquí? Oh...¿Eres una de esas chicas que se dedican a cantar en este lugar? Ya os echaba en falta, ni una dichosa actuación en toda la noche-Se quejó en tono de broma para luego reír levemente, relajándose ante el tacto ajeno en sus hombros. Sabía como hacerlo, no sería la primera vez que masajeaba los hombros de algún cliente, no se podía decir que fuese algo habitual en todos los bares y tabernas, nunca le habían hecho un masaje en ninguno de hecho. -Tienes unas buenas manos...-Cerró los ojos procediendo a llevarse otro trozo de carne y patata cocida a la boca.

Ella se estaba comportando con excesiva amabilidad, y al rubio no le gustaba demasiado aquel comportamiento tan ''profesional'' por así decirlo. -¿Siempre tratas así a los clientes? ¿Les haces la pelota a todos por igual? Imagino que si fuese un revolucionario me estarías diciendo exactamente lo mismo pero a la inversa-Fue directo, siempre lo era. La miró de reojo deseoso de observar cual sería su reacción ante sus palabras -Muy bien, te seré franco...Me importa una mierda el Gobierno, me importa una mierda la revolución y todo lo que ocurra en estas tierras, yo hago mi trabajo y por ello me pagan, sin embargo no estoy ni a favor ni en contra de nadie, solo soy profesional, tal y como lo estás siendo tu ahora mismo mientras me ''calientas los oídos''-Hizo énfasis en aquellas últimas palabras para a continuación llevar las manos a las ajenas y apartarlas de sus hombros, tras eso giró sobre si mismo en el taburete y quedó cara a cara con la muchacha.

-Bueno, ahora dejaré de hablarte como cliente de este local o como Cus...-Cerró la boca de inmediato, pues estuvo a punto de revelar el cargo que ostentaba en el Gobierno, y dada su relevancia, no era seguro ni apropiado pregonarlo mientras se encontraba de madrugada, solo y en un bar como aquel. Debía tener cuidado, porque aunque poco a poco la comida ayudaba a que los efectos del alcohol disminuyeran, aún se encontraba totalmente ebrio, solo que cada vez sabía disimularlo un poco mejor- miembro del Gobierno -Corrigió de inmediato, esperando no haber levantado las sospechas de su compañera- Por lo tanto, tu dejarás de tratarme como trabajadora de este lugar y empezarás a tratarme como.....-Alzó una ceja a la vez que torcía la boca, percatándose de que aunque él se había presentado, ella aún no lo había hecho- No me has dicho tu nombre, es un gesto de mala educación viniendo de una gran profesional como tu-Bromeó usando un todo sarcástico a la vez que esbozaba una pícara sonrisa en sus labios.
Alexander Kingsley
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Lun Nov 23, 2015 4:58 pm

Su comentario acerca de la cantidad y la calidad dejó a Ia pensativa durante un momento. Realmente no estaba de acuerdo: cinco revolucionarios, aun siendo malos, era mejor que uno bueno si se trataba de alguna misión fácil que no tuviera como requisito luchar, sobre todo porque el talento de ese uno bueno se vería desperdiciado. Intentó no divagar demasiado en esa idea y centrarse en lo que estaba haciendo, aunque era difícil cuando ese tipo no cerraba el pico. Al parecer el alcohol le afectaba de forma que su labia no paraba, algo que sin duda ella aprovecharía lo más que pudiese. Ni siquiera se percató de lo que dijo acerca de la gente de la ciudad hasta que el muchacho empezó a decirle que viajaba mucho.

Un soldado que viajaba mucho y no asistía a la diplomacia puede que no le sirviera demasiado después de todo, pero eso de que fuese el punto fuerte quería decir que tenía un rango alto. Si no, no tenía sentido: ¿cómo iba a estar un simple soldado aguantando diplomacias? La sonrisa de Aria cada vez era mayor y un cosquilleo tal le subió por el cuerpo que no pudo evitar morderse el labio de emoción. Si era un alto cargo puede que Adam la recompensara si se lo llevaba. ¿Y si le permitía ir a una misión mayor que estar torturando a simples soldaduchos? ¿Y si por fin la dejaba implicarse de verdad? Tan solo con pensar en ello la piel se le erizaba. En ese momento tomó la clara determinación de que tendría que hacerse con aquel tipo, con o sin fuerza. Su pregunta la distrajo por un momento de todo ello y se dispuso a contestarle como debía.

Trabajo aquí cantando. Las “chicas que se dedican a cantar en este lugar”, como tú nos acabas de llamar, también somos empleadas y nos pagan. Y ya hemos actuado esta tarde. Se supone que hace una hora que debería haber empezado una compañera, pero ha habido… Problemas de personal. Siento si te ha causado molestias eso, intentaremos que no vuelva a ocurrir —. Básicamente le soltó el discurso estándar que había tenido que estar soltando durante toda la noche a todos los que la conocían y le preguntaban. Maldita pesadez y malditos problemas de peleas innecesarias. Si esa pelandrusca se hubiese quedado con las bragas subidas el novio no habría venido a liarla y no se habrían quedado sin chica para actuar por una mala caída y un golpe en la cabeza. Había tenido que pasarse dos horas haciendo que estaba muy afectada por la muerte de su compañera cuando la verdad era que le daba exactamente lo mismo, y rememorar aquello era como volver al aburrimiento que tuvo que pasar encerrada en el camerino todo ese tiempo.

Aria sonrió satisfecha cuando le dijo que tenía buenas manos. No solía ponerse contenta cuando alguien la alababa por algo tan tonto, pero la verdad es que en cierta forma le agradó el comentario porque ella lo asoció a algo completamente diferente: su buena mano con las armas arrojadizas y las llaves. Habría aprendido muchas cosas sobre la anatomía de distintas especies cuando practicaba y aquello la hizo sentirse bien de alguna manera. Al menos era así como estaba hasta que escuchó lo que el rubio le dijo a continuación. ¿De verdad le estaba diciendo que por qué le peloteaba? Era la primera vez que le pasaba. Por regla general simplemente se dejaban hacer sin rechistar y punto, pero no se lo ponían en duda. La única reacción lógica que hizo Ia fue fruncir el ceño ligeramente. Era de las pocas veces que la pillaban así de desprevenida y se tensó en cierto modo por quedarse en blanco durante unos momentos.

Estaba a punto de decirle que no había sido su intención molestarle cuando soltó aquello de calentarle los oídos y le quitó las manos de encima. Ni siquiera se percató de que le preguntase su nombre, simplemente se quedó mirándole durante un minuto sin casi gesticular pero con el ceño fruncido —Y empezaré a tratarte como un imbécil, que es lo que eres —. No pretendía decir eso en un principio, pero las palabras le salieron una tras otra y sintió una terrible felicidad al poder hacerlo con toda la tranquilidad del mundo. En cuanto se dio cuenta intentó remediarlo, pero no cambió su expresión —. Solo intentaba ser amable porque tu cara era más bien de estar hasta las narices de trabajar y, por la cantidad que has bebido, me pareció que sería algo bueno.

En ese momento Aria no lo pudo evitar y se cruzó de brazos, resoplando ligeramente e intentando calmarse. No debía dejarse llevar y que la sacase de quicio o no podría hacer lo que tenía planeado, así que respiró hondo y miró al suelo, evitando el alzar la vista porque si lo hacía lo mismo le daba un guantazo —Aria, Ia. Ese es mi nombre. Trabajo aquí como cantante y ayudo a los camareros si lo necesitan. ¿Quieres también mi DNI? —. No era lo habitual, el actuar de forma tan borde con un cliente, pero tampoco era habitual dar con uno que la tratase de esa manera, así que supuso que no estaría mal del todo. Además, si no sacaba un poco de rabia por ese lado al final sería peor, y no quería tener que formar un espectáculo allí en medio. Antes de ello se iría y dejaría a aquel gilipollas allí comiendo.
Invitado
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Miér Nov 25, 2015 6:13 pm

Su reacción en principio fue tal y como la esperaba. En el momento en que se giró hacia ella y le soltó aquellas palabras, se encontró un rostro sorprendido y al mismo tiempo contrariado. Seguramente ella estaba acostumbrada a que le siguieran el juego. Pelotear a los clientes, hacerles un masaje en los hombros, mantener con ellos una conversación agradable en la que alababa cada detalle de los mismos, y mientras tanto, el cliente consumiría y consumiría...Sin embargo Alex era más espontáneo, no le gustaba aquello de guardar las apariencias, la falsa cortesía. El lo entendía pero al fin y al cabo, en ese momento era él el cliente, por lo tanto si prefería dejar a un lado los formalismos pues tenía todo el derecho como mínimo de decírselo.

Pero ella en cambio, no se lo tomó nada bien. De hecho se le escapó algún insulto, lo cual obligó al rubio a hacer un esfuerzo para no reír. Le gustaba mucho más de aquella forma, si iba a pasar un rato hablando con ella, quería hablar con ella como persona, y no como profesional, por así decirlo. Se mantuvo en silencio escuchando la respuesta de la joven  y una vez que terminó, hubo unos segundos en los que ninguno de los dos abrió la boca, pero estos terminaron con una carcajada del rubio. Ni habiendo estado sobrio habría podido evitarlo, seguramente aquello no haría más que enfadar aún más a la chica pero le fue imposible contenerse. -Disculpa, es que el cambio ha sido tan radical...lo cual demuestra que yo estaba en lo cierto-Inquirió mientras movía la cabeza a un lado arqueando una ceja.

-Te ves muy mona así enfadada-Volvió a soltar una leve carcajada para luego negar con la cabeza y llevar el dedo índice de su mano diestra a la frente de la rubia, empujando levemente su cabeza hacia atrás. -Está bien está bien, ya paro, perdona si he sido un poco brusco, suelo ser así pero esta vez el alcohol exageró un poco las cosas. Aún así se supone que yo soy el cliente, y para que me encuentre a gusto, prefiero que te dejes de comportarte como una profesional para poder entendernos mejor- Dicho esto se giró de nuevo hacia la barra, empujando la bandeja en la que aún quedaba algo de comida, y alzando su mano para llamar de nuevo al barman, el cual al verle, se dirigió hacia donde tenía guardado el ron. -No no, ya está bien de alcohol por hoy, cóbrate de lo mío y de lo de ella...quédate con el cambio- Sacó del bolsillo de su pantalón un puñado de monedas dejándolas sobre la barra de forma brusca. De nuevo se volvió hacia su compañera y le guiñó un ojo, para luego echar un vistazo al bar, el cual estaba totalmente vacío.

Quedó completamente estupefacto ¿Cuándo se había ido todo el mundo? Aunque era cierto que el enorme barullo inicial se había ido apagando por momentos, hasta llegar a la situación actual. Al parecer el alcohol había nublado sus sentidos durante los últimos minutos -Creo que vais a cerrar en breve, una pena, supongo que tendré que esperar a que coincidamos otra vez para poder charlar decentemente- Bajó del taburete, tambaleándose un poco por culpa del mareo que aún sentía, aunque ya se encontraba mucho mejor que antes -Tengo que irme, mañana tengo un encuentro oficial bastante importante y no quiero quedarme dormido...-Dijo las últimas palabras mientras una sonrisa de circunstancias se dibujaba en sus labios, ya que no sería la primera vez que le ocurría algo así, y no quería volver a ganarse un correctivo como el que recibió en aquel momento. Alzó los brazos estirándose un puco, y movió su cabeza hacia los lados haciendo crujir su cuello de forma sonora, para luego llevarse las manos a los bolsillos y comenzar a caminar, deteniéndose justo al lado de ella. -La próxima vez que venga espero poder oírte cantar por lo menos, vendré exclusivamente para eso-Le dedicó una sonrisa y caminó hacia la puerta, saliendo finalmente del local sufriendo un fuerte escalofrío debido a la gran diferencia de temperatura que existía entre dentro y fuera.

No había sido la mejor noche, se había quedado con las ganas de mantener una larga e interesante conversación con aquella joven, pero al menos ya tenía un lugar al que volver cuando estuviera en Tempus, o quizá incluso volvería a visitar aquel local antes de marcharse de la ciudad. El problema era que al rubio no le gustaba dejar conversaciones pendientes, y por lo tanto, le molestaba un poco marcharse con aquel mal sabor de boca.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Vie Nov 27, 2015 2:47 pm

Nunca se le habría pasado por la cabeza que alguien pudiera reírse de aquella forma al ver un pequeño trozo de su lado más rebelde, así que es normal que no supiera exactamente como reaccionara eso. Se quedó completamente inmóvil y continuó con el ceño fruncido y los brazos cruzados ante las supuestas disculpas que le estaba dando aquel niñato de pelo rubio. Si pensaba que eso era una disculpa o que ella siquiera las aceptase era bastante más tonto de lo que Aria había pensado en un principio que era. Aunque lo que realmente le molestó fue lo que pasó a continuación. No solo le había dicho esa idiotez de que estaba mona cuando se enfadaba si no que, además, había tenido la osadía de ponerle un dedo encima.

Cada vez que Ia abría la boca para intentar decir algo, el contrario la interrumpía y no podía proseguir. Además, cada vez que Alexander abría la boca era para cabrearla más, aunque lo que le dieran fuesen explicaciones mal avenidas de por qué se comportaba de aquella manera. Poner el alcohol de excusa era algo muy poco convincente, ya que la chica tenía la ligera sensación de que aquel tipo no era así solo cuando bebía. Cuando vio la oportunidad de volver a decir algo, este se giró para pedir la cuenta y ella estaba a punto de echar humo por las orejas. Ni siquiera sabía qué iba a decirle, pero las cosas no podía dejarlas así. Aquello había sido una provocación y Aria respondería, ya lo creo que respondería.

Aprovechó uno de los despistes para bajarse del taburete y poder encararle, pero apenas sus pies tocaron el suelo aquella cosa de dos patas y pelo amarillo comenzó de nuevo a hablar. Más bien se podría decir que comenzó a despedirse. Ia tardó unos momentos en pensar en algo para que no se fuera, pero tenía tantas cosas en la cabeza y tal grado de enfado que ya no sabía si intentar aplacar las ganas de hostiarle o intentar ser algo más amable para poder convencerle de que se quedara y hablar de cualquier tema hasta conseguir lo que ella pretendía conseguir, pero su mente se aturulló y tuve unos minutos de desquiciante indecisión. Cuando por fin se decidió, Alexander se le acercó para decirle aquello y algo se le revolvió por dentro. En un principio pensó que volvían a ser las náuseas y las ganas de estamparle contra la pared y hacerle sangrar, pero en el fondo sabía que era otra cosa. Algo que la enfureció más si cabía.

Durante un momento se quedó allí parada, con los brazos caídos a los lados sin saber exactamente qué hacer. De pronto apretó tanto los puños como los dientes, sin importarle que los demás se dieran cuenta de su grado de cabreo, y avanzó hasta la puerta. Cuando llegó al ropero cogió su bolsa para ponérsela alrededor y la chaqueta electrónica con capucha para hacer lo mismo, dejando descansar esta última sobre su espalda. Apenas tardó un minuto en localizar a aquel tipo. No quería armar un escándalo tan cerca del bar, así que se mantuvo alejada durante algún tiempo hasta ver que estaban prudentemente lejos. Miró a su alrededor, localizó lo que buscaba, se agachó, cogió la piedra con fuerza y la lanzó contra aquellos pelos dorados. Su intención inicial era darle en la cabeza, pero luego pensó que lo mismo era mejor tener más cuidado, así que apuntó más abajo, en la espalda.

Cuando la piedra llegó hasta su objetivo, Aria se acercó a paso rápido y se volvió a cruzar de brazos —¿En serio te piensas que puedes decirme eso y luego irte de rositas como si nada? —. Se colocó delante de él y le apuntó con el dedo índice de su diestra, sacando un poco más del enfado que le habría gustado por unos momentos y que hacía que los ojos casi le llamearan —. Vuelve a tocarme y te juro que no verás de nuevo la luz solar, pedazo de imbécil —. Bueno. No era realmente lo que tenía planeado desde un principio pero al menos se había desahogado en parte. Además, era del gobierno, tenía unas irrefrenables ganas internas de arrancarle cualquier parte del cuerpo que le fuera necesaria. Si no lo había hecho todavía era por no ser descubierta y montar un pollo allí en medio. A pesar de todo, debía seguir siendo prudente.

No solo intento ser amable y me sueltas eso, sino que encima tengo que aguantar que un impresentable se dirija así a mí y callarme solo porque sea un cliente. Anda, pues mira, resulta que ya no eres un cliente —. Puede que aquello solo fuera una forma de justificar aquella ira. Sabía que lo más probable es que se cabrease por la pedrada que acababa de propinarle, pero estaba lista para todo lo que pudiera pasar. Si quería pelear, pelearía, no iba a ser tan tonta de desaprovechar algo así solo por no ser descubierta. En otra ocasión era probable, pero con la manera de sacarla de quicio que había tenido ese tío, eso era lo que menos le importaba en aquel momento. A pesar de todo, seguía con la idea de llevárselo con ella, por las buenas o por las malas.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Lun Nov 30, 2015 9:20 pm

Ya pensaba volverse a la posada en la cual se hospedaba junto con su escolta, sin embargo, mientras caminaba por las calles de Ciudad Fedder completamente descuidad, sintió como algo impactaba con fuerza en su espalda. El rubio gruñó mientras se llevaba la mano izquierda a la zona donde había sido golpeado, sintiendo un ligero dolor a la vez que giraba su cuerpo sobre sí mismo para tratar de visualizar a su agresor o agresora. Y fue esto último, apenas le había dado tiempo de intentar enfocar su aún borrosa vista cuando ya tenía justo frente a su cara de nuevo a aquella joven cantante del bar del que acababa de salir.

Lo cierto era que no se esperaba que ella fuese tras él, y muchísimo menos que el motivo fuera echarle en cara su comportamiento de antes. Osea....¿Le había seguido para amenazarle? ¿Quizá quería pelear con él? Eso no habría sido una buena idea por parte de la joven, y muchísimo menos en plena noche, donde Alex podría hacer uso pleno de sus habilidades...pero aún así él iba borracho, y sus ganas de iniciar una pelea en plena calle no le parecía en absoluto una buena idea, además de que eso revelaría su identidad y empeoraría aún más su imagen como Quintus Dei.

-A ver a ver...espera que piense un segundo...-Alex esbozó una sonrisa ladina mientras cruzaba los brazos mirándola con cierta incredulidad- ¿Me estás diciendo que me has seguido solo para decirme eso? Y si tan poco me soportas...si tan mal te he tratado...¿Porqué vuelves a ir detrás mía?-Preguntó mientras acercaba su rostro al de ella, encarándose sin arrugarse ni un poco. Y era cierto, si tan molesto había sido con ella, no entendía el motivo por el que le había seguido, lo lógico habría sido que le hubiese dejado ir y hubiese rezado por qué no volviera a visitar el bar donde trabajaba. Pero no, allí se encontraba, frente a él recriminándole la actitud que había tenido con ella, e incluso usando un tono amenazador que obligó al rubio a aguantarse la risa muy a duras penas.

Otra opción podía ser que la joven cantante se hubiese interesado en él. No era la primera vez que le pasaba ni mucho menos. Alex era un chico guapo y de un físico notablemente atractivo, solía llamar la atención de las mujeres con suma facilidad...así que era otra posibilidad, que ella solo estuviese usando una excusa para acercarse a él. -No me parece una buena idea iniciar una discusión en plena calle, es tarde y la guardia de la ciudad puede llamarnos la atención, esta es una zona por la que suele haber muchas patrullas-Inquirió echando un vistazo a su alrededor. Las calles estaban desiertas, no había ni un alma y no se escuchaba más que a ellos y el sonido de los grillos en las aceras. -Tengo prisa por la cita oficial que tengo mañana, pero...no sé si se te ocurre algo de última hora...-Con esa frase el demonio dejó abierto un amplio abanico de posibilidades, sin mostrarse como un descarado, lo que no pensaba hacer era continuar aquella conversación en plena calle...hacía frío y era demasiado tarde como para armar alboroto.

-Eso sí, no pienso beber nada más de alcohol, sino mañana no estaré en condiciones para acudir al encuentro previsto- Le dio la espalda y la observó por el rabillo del ojo, esperando que ella tomase una decisión de una vez. Aquel estaba siendo uno de los encuentros más extraños que había tenido con una chica en los últimos meses, normalmente solían ser más directas con él, pero en aquella ocasión, Alex no tenía la más mínima idea de lo que la joven pretendía. -Hace frío, y llevas menos abrigo del que deberías para estar fuera de madrugada. Vas a enfermarte-Torció la boca aún observándola de reojo. Una la bombilla de una farola a su derecha se apagó justo en ese instante, dejando totalmente a oscuras la zona en la que ellos dos se encontraban.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Vie Dic 04, 2015 9:05 am

La chica se quedó de brazos cruzados y ceño fruncido mientras escuchaba al rubio parlotear. Había sido bastante gracioso ver su cara de incredulidad cuando se acercó y se dio cuenta de que era ella, pero lo cierto es que Aria no estaba para demasiadas risas en ese momento. No solo se atrevía a ponerse chulo sino que encima la miraba como si él fuese mil veces mejor. Ia empezaba a notar que no iba a poder controlarse y que de un momento a otro terminaría estallando, a pesar de que aguantaba apretando los dientes y los puños tanto como podía. De no ser porque respiraba hondo de vez en cuando posiblemente se habría hincado las uñas en las palmas de tanto hacer fuerza.

Estaba a punto de contestarle con algo de lo que se habría arrepentido, pero el chico volvió a saltar y encima insinuándose. Eso ya fue el colmo. Ni siquiera escuchó todo lo que dijo después. Por poco sus ojos se vuelven llamaradas cuando unas ramas sinuosas y toscas comenzaron a aparecer por el suelo, rodeándola en un pequeño círculo y rompiendo el pavimento a su paso con bastante fuerza —Ya está bien. Me parece que es inútil hacerme la buena contigo, así que tendrá que ser por las malas después de todo —. Sentenció la rubia justo antes de apretar un pequeño botón situado en la manga de la chaqueta que llevaba. Esta comenzó a oscurecerse hasta cambiar de color a un negro opaco, a la vez que una capucha del mismo color le cubrió la cabeza —y con ello el pelo— hasta los ojos. No sería precisamente correcto que la reconocieran si veían lo que estaba a punto de pasar.

La chica ni siquiera alzó la vista. No tuvo que hacerlo. Las ramas que habían aparecido bajo sus pies fueron directas hasta el insoportable rubio para rodearle por completo y apretar con fuerza el agarre. Puede que fuesen ramas parecidas a las de los arbustos de tronco fino. Por separado igual eran vulnerables, pero juntas eran muy difíciles de romper —Bienvenido al infierno, pequeño imbécil —. Apenas hubo dicho aquello se acercó a la casa más cercana y le dio una patada a la primera puerta que vio para abrirla. No le importaba en absoluto si allí había o no había gente, si eran inocentes o culpables. Lo único que buscaba era un lugar para no estar en plena calle. Una vez dentro comprobó que la casa estaba vacía, no deshabitada, pero sí vacía. Mejor, menos trabajo del que ocuparse.

Sin siquiera hacer ningún tipo de movimiento, aquellas ramas que custodiaban al muchacho lo lanzaron dentro de la casa como si de un balón se tratase. Una vez allí, Ia cerró la puerta y la atrancó con una silla mientras volvió a hacer que múltiples ramas aparecieran del suelo y la pared para dejar al chico atado a una de las paredes con ellas a su alrededor, como si se tratase de la presa de una araña —Bien. Como debe ser por las malas no me voy a ir andando con tonterías —. Comentó Aria a la vez que se palmeaba las manos como queriendo quitarse la suciedad de las mismas mientras se acercaba a su peculiar presa y se quedaba a un metro de distancia, observándole.

El rostro de la fémina había cambiado notablemente. Ya no era tan angelical y tan claro como hasta ahora. Si en algún momento hubo atisbo alguno de luz en ella, acababa de desaparecer por completo. Al no tener que fingir podía dejarse de tonterías, lo que la hacía sentir liberada y terriblemente fuerte, por lo que no se amedrentaría ante un tipejo como aquel —Sé que posiblemente tengas información valiosa para mí. Igual que sé, gracias a un marine bastante inepto, que estáis preparando puntos de ataque. Dime dónde están esos puntos. Por cierto, ¿sabes que es de mala educación no presentarse a una dama? —. Amenazó a la vez que hizo que una de esas ramas, con el filo bastante puntiagudo, se colocara justo delante de los ojos del muchacho, lista y preparada para clavarse en cualquier momento.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Lun Dic 07, 2015 6:09 pm

Numerosas finas ramas de árbol comenzaron aparecer a ambos lados de la joven ¿Estaba ella usando aquel tipo de magia? ¿Qué diablos estaba pasando? Aquellas preguntas fueron respondidas de inmediato...Aquello no se lo esperó en absoluto, de hecho, por un instante pensó que era culpa de los efectos del alcohol, pero nada más lejos de la realidad. La preciosa rubia con la que había estado aquella noche, comenzó a sufrir una metamorfosis casi total. Su rostro pasó a ser realmente aterrador, estaba totalmente encendida, rabiosa, llena de ira hacia él,  el gesto de enojo que había visto antes en ella podría llegar a considerarse angelical en comparación con el actual. Acto seguido observó como incluso sus vestimentas cambiaban, su rostro fue cubierto por una oscura capucha, probablemente para que no la reconocieran aunque tampoco es que hubiese nadie en la calle en aquel momento aparte de ellos dos.

-¿Qué diablos estás...?-No llegó a terminar la pregunta, cuando aquellas ramas que había alrededor de la joven se lanzaron a por él, enroscándose alrededor de su cuerpo y comprimiendo este. Sintió como su huesos crujían pero sin llegar a romperse, no había tenido tiempo para reaccionar, todo estaba pasando demasiado rápido, y las ramas comprimían con tal fuerza su pecho que le era imposible incluso gritar para pedir ayuda. Su cuerpo salió despedido hacia el interior oscuro de una desalojada casa, cayendo en principio al suelo. Ahora pudo recuperar el aliento del que le habían privado aquellas ramas que lo aprisionaron...su cuerpo estaba dolorido tras aquel agarre, y el alcohol tampoco le permitía moverse o reaccionar como quería. Aquellos eran los riesgos que corría cada vez que salía sin su escolta, y de los que ellos siempre le advertían. Trató de levantarse pero ella no le permitió ni eso.

Unas nuevas ramas lo levantaron del suelo estampándolo contra la pared, de la cual salieron varias más las cuales inmovilizaron absolutamente todo su cuerpo. La rubia entró en la casa y cerró la puerta, acercándose a él. Su rostro era tan distinto...había pasado de ser angelical a una maníaca, sin duda aquel era el ejemplo perfecto de que las apariencias engañan. -Vaya...está claro que es cierto eso de que las mujeres sois unas excelentes actrices...-Esbozó una sonrisa burlona tratando de deshacerse inútilmente del las ramas que lo retenían contra el muro. Al escucharla entendió perfectamente todo lo que pasaba...una revolucionaria, como no...y pensar que anteriormente había elogiado falsamente al gobierno mientras le daba un masaje en los hombros...era aterradora, traicionera pero a la vez era admirable su forma de actuar, sin duda una chica muy inteligente, que usaba un rostro angelical como cebo para hacer caes a sus presas. No tuvo reparo en hacer lo que hizo en plena calle, estaba muy acostumbrada a hacer aquello al parecer, estaba claro que él no era el único pro-gobierno que había caído en la telaraña de aquella chica.

¿Tan alarmante era la situación? Si, estaba inmovilizado, había sido atacado por sorpresa por lo que también estaba dolorido, y además se encontraba aún bajo los efectos del alcohol...pero no todo era tan malo. En la estancia no había más luz que la de la Luna que se filtraba por las ventanas. Estaba prácticamente en la total oscuridad, y aquello le permitiría liberarse de aquellas molestas ramas en cualquier momento e incluso noquear a la joven en un instante, sin embargo decidió esperar, quería conocer realmente lo que pretendía Ia, aunque a saber si ese era realmente su nombre. -Bueno, ese marine era un inepto, no lo dudo, sin embargo la persona frente a la que te encuentras en este momento, a pesar de estar borracho, no va a soltar ni una palabra sobre ese tema...¿Qué vas a hacer? ¿Vas a torturarme? ¿Vas a matarme?-Preguntó acercando su rostro a aquella rama puntiaguda que lo amenazaba. La estaba desafiando, y era bastante arriesgado hacer aquello en las condiciones en que se encontraba. Sus reflejos en esos momentos estaban por los suelos, y si la rubia estaba rápida podría matarlo sin dudarlo. Lo más gracioso de la situación era que ella no sabía quien era realmente la persona que se encontraba frente a ella, pues aunque él había cometido el error de decirle su nombre verdadero y que pertenecía al gobierno, le había mentido con el puesto que ocupaba en este. Si ella supiera que se trataba ni más ni menos que de un Custos Dei, probablemente cambiaría su forma de actuar.

Bajo su chaqueta tenía su documentación, y una insignia que le identificaba como Quintus Dei, si ella decidía registrarle conocería su verdadera identidad. En ese momento se escucharon unas voces en la puerta, y los pasos de al menos una docena de personas. De fuera a dentro de la casa era imposible ver nada por las ventanas, sin embargo desde dentro a fuera si...Una patrulla de soldados de Tempus se encontraba circulando por la calle, quizá habían escuchado los ruidos que ella había provocado y había acudido a ver lo que estaba sucediendo. -Me temo que las cosas se te empiezan a complicar querida...¿Qué te parece si me sueltas y te largas? Haré como que no ha pasado nada, te lo prometo, sería realmente difícil para mi delatar a una cara bonita como tu...-Soltó una carcajada mientras echaba la cabeza hacia atrás apoyándola en la fría pared- Es una buena oferta, yo en tu lugar la valoraría...solo te digo una cosa...-La desafió con la mirada, transformando su rostro a uno más serio, al igual que su tono de voz pasó a ser más amenazante- Aunque lo intentes no vas a poder matarme, no voy a decirte absolutamente nada sobre el tema que me has preguntado, y  si no me sueltas en diez segundos, daré la oferta por rechazada y me veré obligado a actuar....-Cerró los ojos, y con una sonrisa ladina comenzó la cuenta atrás- Diez....nueve....ocho....siete....
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Sáb Dic 12, 2015 9:28 am

Aria no entendía del todo qué narices pasaba por la cabeza del rubio como para decirle algo así. ¿De verdad era tan inútil que hasta creía poder con ella? Estaba claro que los gobernantes no sabían elegir a sus tropas, aunque lo cierto es que se habría decepcionado mucho más si el chico hubiera aceptado a la primera. Sonrió de lado, casi riendo por la ironía de la situación, mientras el rubio le comentaba lo que parecían ser sus deseos, a los cuales Ia no hizo ni puñetero caso. La fémina se dejó caer en el sofá más cercano, habiéndolo girada con ayuda de unas cuantas ramas que aparecieron tras el mismo, pudiendo así quedar de frente al chico. Respiró hondo mientras cruzaba una pierna sobre otra y apoyaba los brazos en el respaldo del sofá. Casi parecía que estaba en su propia casa.

Teniendo en cuenta tu altanería es posible que hasta disfrutases si te maltratara, soldadito. No es algo que me agrade, pero si tu intención es continuar tan terco no me va a quedar otra opción. Pero, ¿matarte? Por favor… Tú mismo me suplicarás que lo haga si no me dices lo que quiero saber —. La chica suspiró al escuchar los pasos de las tropas y la insinuación tan vulgar que le acababa de hacer el chico. Irse sin conseguir lo que quería, eso era lo que le estaba pidiendo. Antes que dejarle libre después de haber tenido que revelar su identidad prefería morir allí mismo, cosa que no ocurriría porque un grupito de soldados apareciera. La muchacha se levantó para acercarse hasta la puerta y quedarse quieta junto al dintel, escuchando las palabras de algunos de ellos que comentaban su siguiente posición.

No se fiaba en absoluto del espécimen que tenía atado en la pared, además de que la estaba poniendo nerviosa con tanto parloteo y la hacía no poder escuchar lo que estaban comentando los de fuera. Su solución fue bastante fácil: hizo que un grupo de ramas le rodeasen desde el cuello hasta la boca para hacerle callar. Ni siquiera había sido consciente de la última amenaza del chico, mucho menos de su inútil conteo. Puede que no fuera alguien tan listo después de todo si se dedicaba a hacer aquello en lugar de acceder sin más. ¿Qué importancia tenía que le contase unos cuantos ataques? Se salvarían muchas vidas. Estaba claro la clase de gente que había en el gobierno si pretendían masacrarles así. Claro está que Ia solo miraba por su parte y no por las docenas que ella misma ya había matado sin miramientos.

Decidió separarse del todo de la puerta, a pesar de escuchar aun esos susurros, y acercarse de nuevo a la figura de Alexander que parecía algún tipo de monstruo extraño que salía de aquella pared —Mira rubiales, esto es muy sencillo: tú me das unos cuantos datos y yo te suelto. ¿Tanto te vale la pena sufrir por un trabajo en el que seguro que no te pagan ni bien? Deja de amenazarme y haz lo que debes de una vez. No tengo toda la noche —. La chica empezaba a impacientarse, cosa que no le convenía en absoluto a ese tipo. Si se cabreaba no tendría piedad con él, aunque luchase en su contra. No pensaba dejarle ir eso lo tenía claro y ya podía hacer malabares sin usar las manos que no cedería ni un poquito.

Cuando se dio cuenta de que el chico no podía hablar con aquello deshizo ligeramente el agarre en esa parte, aunque lo dejó listo para volver a hacerlo si se le ocurría gritar o cualquier otra cosa. Con solo chasquear los dedos podrían romperle todos los huesos del cuerpo de golpe si quería, era tan fácil como aplastar a un indefenso bichito. Pero si hacía eso no tendría la diversión que llevaba tantas noches anhelando: ¿qué sería su vida sin las torturas y los gritos? Sin duda una muy aburrida. Esa era la única razón por la que no había terminado ya con aquel personaje tan insoportable y que había conseguido sacarla de sus casillas en tan poco tiempo, así que lo que menos le convenía era retarla más, mucho menos amenazarla. La chica esperó un poco para ver la reacción del rubio, cruzándose de brazos y con expresión seria y concentrada en lo que hacía.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Alexander Kingsley Lun Dic 21, 2015 6:19 pm

Estaba claro que el hecho de que un grupo de soldados se encontrasen patrullando por la calle en ese preciso instante, jugaba a su favor, y la rubia se había dado cuenta, Alex pudo denotar el nerviosismo tanto en sus palabras como en sus gestos, y él debía aprovecharse de aquello. Además había que añadir la cuenta atrás que había iniciado el joven demonio, y con la cual planeaba continuar...una vez que llegase a cero se vería obligado a actuar y parecía bastante evidente que la chica no iba a ceder ni un poco en sus intenciones, planeaba sacar algo de información de él usando los medios que fuesen necesarios, lo que no sabía es que la situación le superaba.

Aún así una parte de Alex le hacía sentir inseguro, sabía que cada vez que había luchado alcoholizado, esta sustancia había jugado severamente en su contra, varias de sus habilidades se volvía mucho más difíciles de manejar, y sus movimientos sin duda se hacían mucho más torpes y menos certeros. Pero pese a todo confiaba en sus posibilidades, quizá estaba infravalorando a la muchacha que tenía enfrente suyo, pero el hecho de conseguir sacarla de quicio con tanta facilidad, y de que no supiese esconder el nerviosismo cuando las cosas se le complicaban un poco, eran motivos suficientes como para que el rubio se confiase. Planeaba torturarle...Alex no pudo evitar que una carcajada se escapase por su boca, interrumpiendo aquella cuenta atrás.

-Vamos, no vas a torturarme...y entiendo tu nerviosismo, solo falta que empiecen a temblarte las manos, y no es para menos, pronto te vas a dar cuenta del grave error que has cometido esta noche...-Una siniestra sonrisa se dibujó en el rostro del rubio, el cual solo buscaba aumentar la desesperación en ella, sacarla aún más de quicio, cuanta menos frialdad poseyera, más fácil sería deshacerse de ella- Seis...cinco....cuatro...- Sin embargo sus labios fueron sellados cuando unas ramas se enroscaron alrededor de su cabeza, obstruyendo su boca impidiéndole pronunciar palabra alguna. Sus ojos se entrecerraron, ella volvía a insistir en lo mismo...¿Todos los revolucionarios eran así? Ya le había dejado lo suficientemente claro que no iba a contar ninguno de los próximos movimientos militares que tenía planeado hacer el Gobierno, la terquedad de la rubia comenzaba a resultarle bastante aburrida.

Evidentemente, si ella pretendía que hablase, teniendo los labios cubiertos por un montón de madera húmeda  le iba a ser imposible, por lo que rápidamente hizo que las ramas se apartasen de su boca, tras lo que el rubio movió su mandíbula a ambos lados, provocando que esta emitiese unos desagradables crujidos- Está bien está bien...no me queda más remedio...-Soltó un suspiro por la boca y agachó la cabeza, manteniendo el semblante serio. Por un momento pareció que iba a obedecer ante las amenazas de la chica, pero nada más lejos de la realidad. Comenzó a alzar el rostro, a la vez que aquella amenazante sonrisa volvía a dibujarse en sus labios- Tres....dos.....uno....-Apretó los puños, estaba listo para actuar, confiaba en sus posibilidades pese a que estaba bastante mareado, y era consciente de que iba a tener que esforzarse más de lo normal para poder manejar su cuerpo y sus habilidades. Pero lo más importante era aprovechar el efecto sorpresa, y teniendo en cuenta de que todos los factores le eran favorables en aquel momento, estaba claro que iba a aprovecharlo- Cero...

El cuerpo del rubio de desvaneció entre una especie de humo negro, apareciendo acto seguido justo frente a la chica, con una victoriosa sonrisa en sus labios- Has elegido un mal objetivo esta noche-Dicho esto, dio un fuerte puñetazo con el puño derecho en la boca del estómago de la joven, para justo después volver desaparecer, moviéndose a una velocidad pasmosa a través de la oscuridad que inundaba la estancia, materializándose de nuevo detrás de ella, agachándose y propinándole una patada baja en las piernas, provocando que cayese al suelo. Una vez la redujo, Alex se volvió a quedar en pie frente a ella, seguro de que dadas las circunstancias, su contrincante no tendría ninguna posibilidad para ganar aquel combate. Hizo aparecer en su mano derecha una lanza dorada de cuatro puntas, alzando esta para asestar con la parte posterior del arma el golpe definitivo con el que pretendía dejarla inconsciente. Sin embargo....-Tsk!-Un fuerte mareo sacudió el cuerpo del joven demonio, el cual por inercia dio unos pasos hacia atrás, estando a punto de caer al suelo, incluso la lanza que sostenía en su mano derecha, cayó al suelo pues las fuerzas para sostenerla le habían abandonado.

Estaba claro que usar la habilidad de moverse a través de las sombras estando ebrio, tenías más pros que contras, pues si algo caracterizaba a dicha habilidad, era que su cuerpo se movía a una velocidad prácticamente inapreciable, frenética, y eso para los mareos que producía el alcohol era sumamente arriesgado. Le estaban dando incluso ganas de vomitar, era obvio que si ella reaccionaba rápido, él no tendría capacidad de respuesta en ese momento, por lo que no le quedó otra alternativa- Mierda...-Apretó los dientes con fuerza, mientras su cuerpo comenzaba a envolverse en un extraño esplendor, comenzando a emitir pequeñas descargas eléctricas que poco a poco se volvían más y más agresivas. Si era necesario volaría por los aires aquella casa, pero estaba decidido a ser el ganador de aquel enfrentamiento.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

Mensaje por Invitado Miér Dic 30, 2015 7:31 pm

La ninfa se estaba impacientando por momentos y aquella manera suya de comportarse comenzaba a sacarla de quicio. ¿Nerviosismo? Ni siquiera sentía un leve escalofrío por ninguna parte. O aquel tipo era terriblemente tonto o pensaba que ella lo era, cosa que la ponía de peor humor aun. Por lo visto no debía tener demasiadas luces cuando seguía en su empeño de esa estúpida cuenta atrás. Aria respiró hondo para acto seguido soltar el aire resoplando. Cuando la chica se cabreaba era mucho peor que cuando estaba tranquila, su sadismo era mayor y su impiedad subía a límites insospechados, y aquel chaval estaba consiguiendo cabrearla. Por un leve momento pensó que finalmente cedería, pero no iba a ser tan fácil después de todo.

En cuanto vio el porqué de su cuenta atrás, la cual sabía que tendría algo que ver con una habilidad extraña, la rubia no pudo hacer otra cosa que sonreír de lado. Puede que después de todo la noche fuese hasta divertida. Le encantaba torturar, pero le gustaba aún más jugar primero, la tortura sin un juego era como el sexo sin preliminares: carente de sentido y sin gracia. El único problema es que apenas tuvo tiempo de reacción, así que no pudo crear el escudo ni apartarse y el puñetazo le dio de lleno, haciendo que se doblase por el impacto y tosiera un poco por el impulso. Justo cuando fue a girarse para contratacar calló al suelo casi sin saber cómo.

Se giró sobre sí misma todo lo rápido que pudo para poder frenar su nuevo golpe cuando vio aquella arma. ¿De dónde narices la había sacado? Aquello no era demasiado normal. Un soldado común no podía ser tan bueno. No supo por qué había parado, pero aprovechó esto para lanzarse a por aquella lanza tan rara y cogerla, apuntándole con ella. Todo fue aún más raro cuando el chico se envolvió en una especie de electricidad, pareciendo casi una bombilla. No es que le pareciese raro que alguien tuviera esa habilidad, cosas más extrañas había visto, pero sí se lo parecía el hecho de que tuviera esa rapidez. Apenas le había visto moverse —¿Ahora me vas a decir que eres una especie de mago o algo así? Se nota que no sabes con quién estás tratando. No voy a parar esto porque me des un par de descargas o dos golpes.

No era ocasional en ella el hablar con sus víctimas, por regla general solía actuar y punto, pero él le había sacado lo suficiente de quicio como para que quisiera restregarle su victoria. Porque pensaba ganar. Tiró aquella cosa de cuatro puntas lejos, no le gustaba tener que usar armas grandes, la incomodaban. Volvió a moverse de forma rápida y le asestó un golpe en la garganta, intentando desequilibrarlo. Se llevó una descarga en respuesta que la hizo retroceder, pero no pensaba dejar las cosas así. Intentó volver a envolverle con ramas, algo más gruesas y fuertes que las anteriores, pero apenas llegaban al chico eran calcinadas.

Su impaciencia era grande y el no poder derribarle lo era aún más. Apenas se paró a pensar y juntó las palmas de las manos para ir separándolas poco a poco, formando una esfera púrpura y azulada, igual a una pequeña galaxia. Conforme la bola iba creciendo en sus manos, una aun mayor iba creciendo alrededor de su cuerpo. Esto la protegía de los ataques físicos, por lo que, en cuanto la creó del todo, no esperó ni un segundo y se lanzó hacia Alexander con todas sus fuerzas para derribarlo y dejarlo en el suelo. Así su electricidad no le haría nada, aumentase o no en voltios —¡Me estás cansando escoria! —. No le gustaba perder el tiempo, así que apenas esperó demasiado para dar un salto hacia arriba y caer de nuevo sobre el rubio. Su intención era simple: intentar dejarlo inconsciente a golpes. No tenía muchas más opciones estando la cosa como estaba y tenía que dejarle cao si quería poder llegar a sacarle algo. Además, debía pensar cómo combatir eso de su desvanecimiento. Era un punto bastante importante a tratar.
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Privado Re: Vidas cruzadas [Alexander Kingsley]

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