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Categorías Chaos Spatium Tempus Revolucionarios & Anti gobierno
Territorio 225 240 110 80
Infraestructura 170 320 330 60
Vehiculos 150 150 195 250
Armamento 90 21 21 45
Soldados 80 70 70 110
Prestigio 80 50 120 120
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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías Chaos Spatium Tempus Revolucionarios & Anti gobierno
Vehiculos Lvl 0 Lvl 0 Lvl 0 Lvl 0
Infraestructura Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1
Armamento Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1
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MEJORAS DE CHAOS
Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Armamento 1 Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) 21/8/2016
MEJORAS DE SPATIUM
Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Armamento 1 Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) 24/8/2016
MEJORAS DE TEMPUS
Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Infraestructura 1 Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) 26/5/2016
Mejora de Armamento 1 Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) 21/8/2016
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
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Mejora de Infraestructura 1 Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) 21/8/2016

Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

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Privado Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por Invitado Jue Dic 17, 2015 10:08 pm

Era un día soleado, el peliazul caminaba por las calles con los brazos tras la cabeza, con esta apoyada en las manos, y mirando hacia el cielo, sin saber muy bien que hacía en esta ciudad. Lo último que recordaba era una joven que lo había convencido de comprar un billete de barco a "la mejor ciudad del mundo mundial, llena de diversión". Se sentía estafado. Estaba perdido en una ciudad enorme, todas las calles le parecían iguales, y desde luego no se estaba divirtiendo. Fue el hecho de que estuviese caminando atrapado en sus pensamientos, sin prestar atención a lo que tenía cerca lo que desencadenó todo lo que pasaría después.
Sintió como chocaba contra algo y acto seguido se escuchó el sonido de algo rompiéndose al caer al suelo. - ¿¡Qué narices haces maldito crío!? - Giró la cabeza hacia su derecha desganadamente, un hombre alto, de alrededor del metro ochenta y un poco rechoncho le había agarrado de la bufanda, reteniéndole para que no se marchase. - ¡Mira lo que has hecho! - Le gritó mientras con la otra mano señalaba al suelo. En él había una especie de jarrón de cristal con grabados, aunque estaba roto, hecho añicos a causa del impacto contra el suelo. - ¿Qué? - Le respondió simplemente Laharl, con un tono de voz soso e insípido y una mueca de hastío en el rostro que dejaban ver el nulo interés del peliazul por entablar conversación con aquel hombre. - ¿¡Como que qué!? ¡Vas a pagar! ¡Era auténtica porcelana de Spatium! ¿¡Sabes lo difícil que es conseguir algo así!? - La mejillas del hombre se habían puesto coloradas por la rabia, y había comenzado a zarandear a Laharl. Este alzó las pupilas mostrando desidia, sin embargo, cambió esta mirada por una sonrisa pícara bastante rápido, se le había ocurrido una forma de divertirse. - Venga cerdito. No es para tanto. Te compraré unas bellotas, oink oink. - Chinchó Laharl a aquel hombre, acababa de encontrar una forma de pasar el rato. - ¿¡Qué has dicho!? - Gritó el hombre, tan fuerte que al peliazul le dolieron los oídos. - Que no solo no voy a pagarte, - Laharl comenzó a pisotear los restos del jarrón. - si no que voy a llevarme todas tus bellotas, oink. - El hombre fue a propinarle un puñetazo a Laharl con la mano que tenía libre, sin embargo esta junto a la mitad de su brazo fue atrapada por su bufanda, la cual empezó a apretar más y más, lo suficiente como para que el hombre dejase escapar un grito, soltase a Laharl, y le flaqueasen las rodillas, acabando con estas clavadas en el suelo. - ¡Por favor, piedad! - Exclamó entre sollozos cuando vio como comenzaba a salir sangre y el dolor se hacía más y más agudo. - ¡Bwahahahaha! ¡Chilla para mí! ¡Hazlo como el cerdo que eres! ¡Estás a punto de entrar al matadero! ¡Bwhahahahaha! - El peliazul no pensaba matarlo, sin embargo, le gustaba ver a la gente suplicar por su vida. - ¡No, piedad, por favor! ¡Socorro, que alguien me ayude! - Exclamó con lágrimas en los ojos mientras Laharl seguía riéndose enfrente suya.
Invitado
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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por María Sforza Sáb Dic 19, 2015 5:31 am

El sol estaba muy arriba en el momento en que salió del orfanato de Empire Town, por suerte las cosas que llevaba consigo llegaron sanas y salvas hasta dicho lugar. Ese era el trabajo que realizaba cada fin de semana: alimentar a los huérfanos, y por supuesto ese día no sería la excepción. Se despidió de la mujer que cuidaba a los niños, sonriendo ampliamente a los menores que se agarraban de sus piernas. María amaba a los niños, incluso llegaba a pensar que algún día tendría unos propios, sin embargo el amor no había sido dichosa con ella, y quizás su trabajo como prostituta era la causa.

Sacudió la cabeza un par de veces mientras avanzaba, intentando olvidar aquellos pensamientos deprimentes, después de todo ella era una revolucionaria, debía mostrarse fuerte e imponente ante sus enemigos y nunca sacar a relucir lo débil que podía ser su corazón. Soltó un pesado suspiro, un par de personas la empujaron, corriendo hasta cierto punto del pueblo como si hubiese un especial en el supermercado. Pero estaba equivocada.

María siguió a la multitud, encontrándose con la escena de un hombre siendo dominado por un pequeño niño. Intentó pensar racionalmente, algo debió suceder para que el menor le tratara de aquella manera tan sádica y cruel al grado de que el hombre implorara piedad. Sabía que nadie le ayudaría.

Ya basta— dijo ella, sosteniendo la mano del más joven con suavidad, mientras que con la otra le quitaba la bufanda que lastimaba al hombre, terminando por abrazar al niño contra su pecho —perdónelo, no sabe lo que hacía— dijo al hombre, quien, atemorizado, se puso de pie con dificultad y huyó, como si el propio niño fuese la encarnación del mal.

Ella no podía entender, no estuvo presente cuando todo aconteció, pero tuvo la necesidad de protegerle, acariciando su cabello dulcemente para hacerle ver que estaba seguro entre sus brazos. La morena le miró, intentando encontrar algún atisbo de arrepentimiento, pero al parecer el chico no sentía ni un poco de pena.

¿Te han lastimado?— preguntó preocupada —Debió pasarte algo terrible para ser capaz de tratar a la gente de esa manera... pero no es el camino adecuado, lo digo por experiencia— susurró al finalizar, acomodando la bufanda del menor en su cuello —Perdona si invado tu espacio personal, solo deseaba asegurarme que no estuvieses herido— retrocedió un par de pasos, mirando al chico por completo. No parecía del todo indefenso, pero su complexión tan delgada le preocupaba demasiado.

Dudó un momento, quizás se entrometía demasiado, pero no podía dejarle en medio del pueblo como si nada, además de que era la primera vez que le miraba merodear por Empire Town, podía suponer que no petenía a dicho lugar —Si te apetece comer algo, entonces puedes seguirme— ofreció la morena —prepararé un estofado con mucha carne— dio media vuelta y empezó a caminar, esperando que el joven la siguiera.
María Sforza
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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por Invitado Mar Dic 22, 2015 12:09 am

Una multitud se había reunido alrededor del extravagante espectáculo, atraídos principalmente por el morbo de la escena, pues ver a un niño humillar a un adulto no es algo que se pueda presenciar todos los días. Alguna gente cuchicheaba, pero otra vociferaba sus opiniones a pleno pulmón. "¿¡Es qué nadie va a ayudarle!?", "¡La juventud de hoy en día no respeta nada, en mis tiempos no era así!", "¡Algo habrá hecho el hombre si el chico le ha dado esa paliza!". Las opiniones respecto a lo acaecido eran dispares, aún así, nadie se dirigió al peliazul para poner fin a la humillación de aquel pobre hombre.

Laharl aplastaba el brazo del pobre hombre cada vez con más fuerza, y reía de forma sonora cuando este le pedía piedad. Sin embargo, comenzó a aburrirse cuando el hombre dejó de hablar y comenzó a llorar con más fuerzas, pensando posiblemente que la muerte le esperaba y que nada podría salvarlo. El joven demonio dejó de aumentar la fuerza del agarre y lo miró en silencio. Le sorprendía la facilidad con la que algunos humanos se daban por vencidos, si él estuviera en la posición del hombre le habría plantado cara a quien le hubiera agredido aunque hubiese perdido el brazo por ello, ¡era su vida la que estaba en juego! Una presión en su mano lo sacó de sus pensamientos, y una nueva idea cruzó su mente, tal vez se tratase de un "héroe" dispuesto a enfrentarse a él y así el peliazul podría divertirse un rato. Se giró para observar como una hermosa mujer de cabello negro y tez morena retiraba la bufanda del brazo del hombre. Se preparó para que esta intentase atacarle, sin embargo lo que ocurrió a continuación lo dejó en shock. La mujer lo rodeó con sus brazos, abrazándolo contra su pecho. Laharl enrojeció ante tal acto, no recordaba la última vez que alguien le había dado una muestra de afecto como aquella, y es probable que nunca antes hubiera recibido una. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué lo abrazaba? Ambas preguntas pasaron por su cabeza, sin embargo en ese instante estaba demasiado sorprendido como para hacer nada y permaneció quieto, inmóvil cual estatua. Cuando la mujer comenzó a acariciarle el cabello la situación se volvió aún más incómoda para él agachando la vista para evitar mirarla a la cara.

Cuando la morena lo liberó de sus brazos aún se encontraba un poco desconcertado, por lo que solo pudo responder a su pregunta con un tembloroso - N-No... -. Las siguientes palabras de la mujer ahondaron en Laharl, haciéndole recordar su infancia, como solo veía a su padre un par de horas cada dos o tres años, y ni siquiera en esos momentos le hacía mucho caso, como sus hermanos se metían con él y le culpaban de la muerte de su madre, pues esta había fallecido debido a complicaciones en el parto de Laharl, y como los criados lo malcriaron, sin importarles realmente su educación. Cuando los sentimientos que estos recuerdos le provocaban afloraron se vio forzado a agachar la cabeza aún más, ocultando bajo su flequillo unos ojos vidriosos y nostálgicos, pues no quería la mujer de oscuros cabellos los viera cuando esta se acercó a colocarle bien la bufanda.

Frunció el ceño cuando la morena le dijo que quería asegurarse de que no estuviera herido, tras lo cual lo invitó a comer. Laharl no estaba acostumbrado muestras de amabilidad como, por lo que, confuso, sin saber muy bien cómo actuar gritó con los ojos aún vidriosos. - ¡Cállate! ¡Qué sabrás tú de cómo ha sido mi infancia! ¿¡Y qué si quiero cargarme a ese sucio gordo de antes!? ¡O a otra persona cualquiera! - Dijo señalando a otra persona cualquiera de la multitud. No sabía muy bien por qué decía aquello, tal vez porque el recordar su infancia le había hecho sentir como si algo se clavase en su corazón. Se arrepintió un poco de rechazar el estofado, lo cierto es que tenía un poco de hambre.
Invitado
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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por María Sforza Mar Dic 29, 2015 12:25 am

Detuvo su caminar, escuchando atenta las palabras amenazantes del menor. La gente de alrededor retrocedió asustada, decidiendo retirarse de la escena antes de ser víctimas del pequeño, María solo se dio la vuelta, acercándose nuevamente al peliazul y agachándose frente suyo.

Lo he visto, la gente que hace tanto daño es porque ha sufrido... yo misma lo hice— susurró, bajando la mirada —maté a muchas personas a lo largo de mi vida, estoy arrepentida por todo lo que provoqué, intento cambiarlo pero no es fácil, a veces los recuerdos me siguen atormentando— quiso acariciar sus cabellos una vez más, pero se contuvo, aún manteniendo la mirada en el suelo.

Mi madre... me obligaba hacer cosas que no quería, y cada día decía que no era una niña deseada, me maltrataba y me entregaba a sus clientes. Yo mataba por ella, mataba para tener su aceptación, pero eso no era suficiente, nunca lo fue. Pero sigo aquí, deseo ayudar a toda la gente que lo requiera... quiero ayudarte a ti también.

Se puso de pie finalmente, tomando la mano del menor con firmeza, esperando no se soltara del agarre. Dedicó una pequeña caricia en su dorso con el pulgar, esperando calmara toda esa tensión que estaba acumulando desde que amenazó a los aldeanos, y esperaba no ser un incordio para él.

Tienes hambre ¿cierto?— preguntó ella, sonriendo dulce al mas chico —Sé que te enojaste por mis palabras, pero no puedes engañar a mi oído, pude escuchar perfectamente el rugir de tu estómago, así que no te abandonaré si estás muriendo de hambre, ¿entiendes? Puedes molestarte todo lo que quieras, pero no te soltaré.

Desvió su mirada un par de veces al pasar por los callejones, varones la observaban de arriba abajo como mera mercancía, estaba acostumbrada a tal trato, era su trabajo, la profesión que le daba el dinero para comer, la vida que su madre le enseñó y obligó a llevar. Apresuró el paso, aquellos podrían armar una pelea en la que el pequeño se vería involucrado, y lo que menos quería en ese momento era que él hiciera daño a más gente.

No hagas caso a lo que esos hombres digan, ¿de acuerdo?— susurró al escuchar un par de comentarios hacia sus partes íntimas, soltando la mano del menor para cubrir sus oídos —No deseo que en tu cabeza se graben esas palabras o el trato tan humillante hacia una mujer.

Le soltó al verse lejos de los hombres, suspirando pesadamente mientras rodeaban un pequeño edificio —Hemos llegado, pero entraremos por la parte de atrás, no creo que debas ver el interior del frente, lo hago por tu seguridad— dijo apenada, sacando un par de llaves del bolsillo de su vestido, abriendo la pesada puerta de hierro —por cierto, mi nombre es María, ¿puedo conocer el tuyo?
María Sforza
María Sforza

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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por Invitado Miér Dic 30, 2015 5:34 pm

Para sorpresa de Laharl, en lugar de marcharse o reprenderle por su actitud, la mujer decidió plantarse de nuevo frente a él. El peliazul no supo como reaccionar cuando la morena comenzó a hablarle de su propio pasado, de lo que había tenido que hacer para intentar contentar a su madre, la cual al muchacho le pareció una completa escoria humana que merecía la peor de las torturas por tratar así a su propia hija. Y aún así ella quería ayudar a la gente "¿Por qué?" Se preguntó Laharl a si mismo. La morena no estaba obligada a ayudarle, no ganaría nada con ello, realmente, ni siquiera consideraba que necesitase ayuda, todo había sido más bien un simple berrinche sin importancia y un exceso de tiempo libre y creatividad.


Había algo en esa mujer que le gustaba, a simple vista parecía igual de frágil y simple que al hombre al que había estado humillando minutos atrás, sin embargo, a diferencia de él, ella seguía allí. Si hubiesen sido iguales, la muchacha se habría marchado tras el rechazo de Laharl, o jamás habría intentado hablar con él en primer lugar. Dejó que le agarrase de la mano, e incluso le resultó agradable aquel contacto, aunque nunca lo admitiese. - Supongo que algo de comer me vendrá bien. - Dijo con un tono de voz más tranquilo y relajando, e incluso esbozo una leve sonrisa cuando comenzaron a andar, aunque agachó la cabeza intentando ocultarla de la morena.


En un punto del trayecto la mujer soltó su mano y tapó sus oídos debido a que un puñado de chusma le estaban insultando, y no quería que Laharl escuchase nada. El peliazul no pudo evitar reirse en voz baja de la inocencia de la mujer, Laharl conocía insultos capaces de hacer a alguien vomitar y llorar a la vez, las palabras de un par de borrachos de pueblo no iban as pervertirle la mente, al menos, no más. De todas formas, el gesto de aquellos hombres les pareció de mal gusto por lo que inclinó el rostro levemente, de forma que la morena no pudiese ver como  abría de par en par los ojos y despegaba los labios tanto como le era posible, dedicándole a esos idiotas una siniestra sonrisa acompañada de una perturbadora mirada. Los hombres enmudecieron ante aquel rostro, impropio de un muchacho corriente y agacharon la cabeza nerviosos.

- No creo que nada de lo que pueda ver delante vaya escandalizarme. - Dijo mientras arqueaba las cejas y cruzaba los brazos tras la cabeza, apoyándose en estos mientras esperaba a que la morena, cuyo nombre reveló como María, abriese la puerta. - Laharl. Así me llamo. -
Dudó si decir las siguientes palabras, aunque acabó pronunciándolas agachando un poco la mirada. - En... Encantado de conocerte... -
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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por María Sforza Vie Ene 01, 2016 7:57 am

Empezó a reír levemente ante las palabras del menor, como si intentara parecer un adulto, pero eso ya no era tan raro en esa época, las guerras transformaban a los niños en adultos y el conflicto revolucionario-gobierno tenía a muchos de ellos en sus filas. Intentó no pensar demasiado en ello al empujar la puerta, entrando a la bodega del lugar. Hizo un ademán al pequeño para que no hiciera mucho ruido, estaba estrictamente prohibido llevar niños por esa zona a menos que desearan trabajar como sirvientes del burdel, es ahí donde ella no podía meterse en sus vidas, porque ella misma vivía de eso.

Pasaron la bodega con rapidez, encontrando un par de escaleras que llevaban a los pisos superiores, tomando una vez más la mano del menor. Estaba segura que no había nadie arriba, debían estar trabajando, pero temía ser descubierta e incluso dar malos entendidos, porque llevar a un niño a la habitación de una prostituta era algo de lo que cualquiera se asustaría. Para suerte de María el pasillo estaba despejado, corrió a la segunda puerta rapidamente, sacó sus llaves para abrir la cerradura, empujó la puerta e ingresó de un salto con todo y menor.

Perdona— dijo apenada, cerrando la puerta tras de sí —los niños no están permitidos aquí así que debía meterte de manera sigilosa.

Sonrió amable mientras giraba en su pequeña sala de colores blancos y grises hasta caer en el sofá, observando a Laharl mientras golpeaba el lado contiguo del sillon, como indicandole que deseaba platicar con él o que simplemente tomara asiento a su lado. No tenía un tema de conversación, pero seguramente algo se le ocurriría en el transcurso del día para así no incomodarlo.

Siéntate, Laharl, debes estar un poco cansado— dijo amable —en un momento iré a calentar la comida, seguramente mueres de hambre— soltó burlona, riendo ampliamente y poniendose de pie, seguro en la cocina pensaría en algo de lo cual hablar —El departamento es pequeño, pero tengo todo lo que necesito, mi habitación está aquí a lado y detrás del comedor puedes ver la puerta que va al baño. Si quieres dormir un poco puedes hacerlo en mi cama, también puedes entrar al baño con toda libertad, así que no dudes, eres libre aquí.

Un pesado suspiro escapo de sus labios mientras encendía la estufa, se sentía un poco cansada, quizás porque a pesar de su apariencia ya era una mujer vieja y sus articulaciones no iban a resisitir demasiado tiempo. También pensó que el problema era porque no se ejercita como antes, o tal vez estaba comiendo demasiado y se ponía pesada... eso ocurría por descuidar su apariencia, pero vaya, María era la clase de mujer que poco o nada le importaba su físico. Su prominente pecho era el motivo por el cual los clientes siempre la elegían.

Ya está listo, Laharl, por favor ve y lava tus manos— dijo amable, sirviendo en dos grandes platos una buena ración de estofado, bastante carne en el plato del menor —espero no tarde— susurró la morena, acercándose al plato de Laharl, y cuidadosamente empezar a soplar, sosteniendo su cabello con la mano izquierda. Solo intentaba reducir lo caliente de los alimentos.
María Sforza
María Sforza

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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por Invitado Sáb Ene 02, 2016 11:18 pm

Infló los mofletes de manera infantil, algo ofendido cuando María se rió, pues le había dado la impresión de que la mujer se estaba riendo de él, aunque no se lo tomó demasiado en serio. Avanzó tras la morena por la bodega, caminando de puntillas para evitar hacer ruido, pero a paso ligero para no perder el ritmo.

Laharl se despistó al escuchar un ruido, girando la cabeza para buscar el origen de este, pero cuando María le volvió a agarrar la mano, el muchacho abandonó su ensimismamiento y subió las escaleras, pisando con cuidado para evitar que la madera crujiese. Al llegar al pasillo de arriba su acompañante echó a correr y él la siguió hasta llegar ante la puerta de la habitación. El joven demonio esperó tras ella, observando el resto de puertas con curiosidad.

Casi se cae de espaldas cuando María tiró de él para introducirlo en su habitación, por suerte logró mantener el equilibrio echando la cabeza hacia atrás y aleteando con los brazos de manera cómica. Suspiró aliviado al recobrar la compostura e hizo un movimiento con la mano ante las disculpas de su anfitriona, quitándole importancia al asunto. - No hace falta pedir perdón, un plato de comida me parece disculpa suficiente. ¡Bwhahahaha! - Rió como solía hacer todo el tiempo.

Acompañó a María a sentarse cuando esta le invitó y desde el sillón echó un rápido vistazo a la habitación, le recordó a los cuartos de los criados que poseía en su castillo, o más o menos así los recordaba él, tampoco es que hubiera entrado mucho a estos. - ¡Siempre tengo hambre! - Exclamó de buen humor cuando le indicó que se disponía a preparar la comida, y asintió agradecido cuando esta le dijo que podía dormir o ir al baño de necesitarlo.

Olió la comida antes de que María apareciese por el marco de la puerta y se relamió. Se dispuso a sentarse en la mesa mientras se frotaba las manos, sin embargo la higiene se opuso entre él y el plato de estofado. - Vaaaale. - Dijo mientras avanzaba hacia el baño, una vez allí abrió el grifo y se lavó rápidamente las manos, secándose luego con la bufanda. Tras volver al salón se sentó rápidamente, preparado para engullir la comida. - ¡Que buena pinta que tiene! - Exclamó antes de hundir la cuchara en el plato y sacarla bien llena. - ¡Wow! No cocinas nada mal. ¿Dónde aprendiste a cocinar así? - Preguntó el peliazul antes de continuar devorando su plato.

Laharl no recordaba la última vez que alguien había cocinado para él sin que este se lo ordenase, además notó la diferencia de carne en ambos platos, desde luego María era una buena mujer, a pesar de ser alguien humilde se estaba sacrificando para que un joven al que acababa de conocer no pasase hambre. No parecía importarle pasarlo ella, o meterse en un lío si descubriesen al muchacho. Laharl sentía que debía compensarla por las molestias, aunque ese no fuera su estilo, ¿tal vez partirle algunos huesos a los hombres del callejón? - Umh... Oye, María... - Dijo tras tragar un buen pedazo de carne. - ¿Hay algo que pudiera hacer para compensarte por a que estás haciendo?
Invitado
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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

Mensaje por María Sforza Miér Ene 06, 2016 2:31 am

Sonrió ampliamente al verle engullir la comida, juntando las manos por debajo del mentón, se sentía en paz mientras le miraba comer, quizás por el tiempo que había pasado desde la última vez que cenó con alguien. Hacía tanto que no sonreía de esa manera. Observó entonces su propio plato, soplando poco a poco la primera cucharada hasta meterla en su boca, degustando el delicioso sabor que había dejado la carne en el caldo, así como la especias varias que hubo utilizado. Se sentía orgullosa de preparar tal delicia, incluso tenía ganas de llevarle un poco a su líder.

Me alegra que te guste— dijo amable, pasandole una servilleta al menor pues tenía unas manchitas en sus mejillas —en mi trabajo, uno debe depender de sí mismo, así que para sobrevivir hay que aprender muchas cosas— desvió un poco la mirada, recordando el principal motivo por el que aprendió a cocinar, enrojeciendo ligeramente —b-bueno, cuando era pequeña había alguien que me gustaba mucho— susurró, ladeando la cabeza de izquierda a derecha —él era un gran cocinero y pedí que me enseñara, le dije que... cuando creciera me casaría con él— soltó un pesado suspiro, volviendo a comer, queriendo olvidar aquel pequeño recuerdo que tuvo sobre Bailong, el único hombre que trató a su familia de manera amable.

Notó entonces cómo Laharl observaba la carne, sonriendo ampliamente para tomar su plato con cuidado y servir una nueva porción, regresándola al menor. Ya en pie, se dedicó a limpiar sus mejillas aún grasosas, así como sus manos salpicadas de jugo del estofado. Al terminar escuchó sus palabras, volviendo a tomar asiento mientras meditaba ante tal pregunta. María no era la clase de persona que expondría a un menor, mucho menos le pediría hacer algo que atentara con su vida. Se estiró, alcanzando la cabellera peliazul del niño, frotándola suavemente.

Lo único que puedes hacer por mi es comer y descansar, ¿de acuerdo?— dijo amable, comiendo un poco más —soy una mujer vieja, no importo en este momento, por ahora solo me preocupa tu seguridad y no quiero que le hagas daño a nadie ¿está bien? Conozco tu fuerza, Laharl, y estoy segura que regresarías para golpear a los hombres de antes— intentó parecer severa, pero en lugar de eso comenzó a reír, cubriendo sus labios con la mano derecha —pero si necesitas irte, solo dimelo— por un momento pensó... que estaba reteniendo a Laharl para no sentirse sola —me encargaré de prepararte una mochila con muchas cosas.
María Sforza
María Sforza

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Privado Re: Escaramuza en Empire Town [María Sforza]

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