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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías Chaos Spatium Tempus Revolucionarios & Anti gobierno
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Armamento Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1 Lvl 1
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MEJORAS DE CHAOS
Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Armamento 1 Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) 21/8/2016
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Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Armamento 1 Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) 24/8/2016
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— Tasty Blood [Priv.]

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Privado — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Izaak K. Arliden Mar Mayo 03, 2016 4:21 am

{ — Tasty Blood }
Kvothe Arliden & Noir L. R'Lyeh | Gran Ciudad Mills
Hotel "The Jackpot" | Reunión de Magistrados.

... dulce aroma, fragancia que cautiva, ¿perderás la cabeza por una sola gota?

El bullicio de las calles de Mills se regalaban la vida a esa ciudad inmensa, hundida entre tanta paz, tanta tranquilidad, esa imprudente confianza que desprendía de cada uno de sus habitantes que felices caminaban por sus calles, pequeñas brechas y pasillos escondidos que tendrías que vivir por años ya que esa ciudad era tan inmensa como las ideas que se desbordan por la cabeza de cualquier ser viviente con un pensamiento racional. Nadie se imaginaba, nadie se lo esperaba, después de todo era quien podría estar a tu lado y jamás lograrías entender, él era como con un susurro que se colaba por tus oídos, como una suave brisa que te abraza y te estremece, sus movimientos son casi perfectos que es difícil comprender si es una farsa o solo una tonta ilusión creada por falta de cansancio, hambre o estrés.

Envuelto en un disfraz de noble, aunque debajo de ese disfraz era más importante que uno, si pudiera clasificarlo como un criminal, seguramente su cabeza estaría por miles y miles de souls, cosa que era de esperarse; pero a esos detalles no les tenemos que prestar mucha atención, ya que su presencia era pasada por desapercibido en esos mismos instantes, después de todo él es como el viento, ahora lo sientes pero luego ya no más. No sé había dado cuenta de cuantos viajes había hecho, de lo contrario sabría cual era el número de la gente que pudo ayudar en sis mil leguas recorridas, incluso en esos momentos había aceptado ayudar a un desvergonzado noble, que con demasiada prepotencia, tuvo que arrodillarse ante él para que este pudiera aceptar servirle, pues le consideraba indigno de merecer una guardia especializada.

Su mirada estaba un poco ausente en la oscuridad de aquella imperial noche, las luces como miles de luciérnagas se arremolinaban a sus alrededores y la gente seguía armando el mismo bullicio de su imprudencia, que podría terminar en llanto, gemidos, sollozos y bañados de su propia desgracia ver como mueren y pierden el control. Sin embargo estaba consciente el pelinegro de aquello y por eso mismo estaba ahí, para salvarlos de su ignorancia, para conservar esas esperanzas y esa felicidad en sus rostros, lo hacía por Spatium y su gente, no por un noble, sino por sus principios. Se alejó de aquel balcón, las cosas eran demasiado tranquilas para ser reales, además que las cosas estaban siendo controladas correctamente, era demasiado perfecto, para ser real. El pelinegro agudizo la concentración, sus ojos se abrieron y un panel imaginario se desplegó en su mirada, el cual estudiaba la situación con una precisión de una máquina programada, los meseros, los accionistas, los guardaespaldas, el agente de seguridad, las señoritas que le miraban desde lejos, todo aquello comenzaba analizarlo minuciosamente, sin dejar de actuar como quien era y con esa sonrisa la cual tanto le destacaba.

El trabajo era sencillo, uno de los informantes de un gran empresario y noble de Mills había recibido la noticia de que en su reunión próxima se llevaría acabo un asesinato, acompañado de una gran perdida de bienes y capital para él, debido a ciertas sospechas que tenían sobre la empresa, Kvothe andaba de paso, descansando en una de las posadas más baratas de aquella ciudad cuando alguien desesperadamente llamó a su puerta y casi a ruegos pidió que le acompañara, al comprender la situación decidió rechazar la oferta, el nombre sin saber de quien se trataba lo arrestó enseguida, mandando a la quiebra a tal empresa, mucho antes de lo que se había previsto, toda la fortuna de aquel hombre, había caído en buenas manos, así que decidió poner toda esa capital en instituciones dedicadas al bienestar de la ciudad, sin embargo, aquella reunión jamás fue cancelada, el pelinegro quería dar con toda esa red de criminales que tenían contacto con aquel hombre y mucho más... dar con aquella persona que se iba encargar de un asesinato en un lugar tan complicado y con una alta seguridad.

Una sonrisa se escapó de sus labios, en su interior se consumía por una nueva aventura - Vamos... que me tienen para hoy - murmuró antes de darle un trago a aquella copa de vino que tenía a su lado.
Izaak K. Arliden
Izaak K. Arliden

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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Noir L. R'Lyeh Dom Mayo 08, 2016 4:11 am

Tic tac..
Las parcas en plena labor.
Tic tac..
Es tiempo de danzar.
Tic tac.. tic tac..

El ligero sonido líquido de la bañera retumbó contra las finas paredes del hotel encadenados a los suaves chasquidos de la piel mojada contra el mármol blanco, quien rendido se fundía a la presencia de aquella piel de nieve. Diosa en su fina naturaleza, un ángel o tal vez un elfo, tan fina y pálida en su delicadeza, elegante y bella como efímera. En su completa desnudez, la joven vampiresa deambulaba por toda la suite regándola de pequeñas gotas de agua lechosa y pétalos de rosa.

El juego de kimonos, la geta, los pines y accesorios. Todo estaba listo y a un costado, finamente esculpido, tan perfecto y magnífico se hallaba el koto que aquella noche destilaría la más bella de todas las melodías que en todo aquel “pútrido” Mills pudiera haberse oído. La obertura de los lirios del infierno.

Suavemente la dama pasó sus largos y finos dedos sobre las cuerdas del instrumento y dejó escapar un profundo y calmando suspiro, perdiendo la mirada cargada de precioso néctar carmesí en los claros destellos que el barniz reflejaba a la luz de los candelabros de la lujosa suite. Deslizó su piel sobre la fibra de las cuerdas arrancándole unas cuantas notas, para luego con otros ligeros chasquidos mojados, mover sus pies y con ellos toda su materialidad hasta las pesadas cortinas que evitaban el paso de la luz a la locación. Se irguió ante ellas y apartándolas apenas escrutó las calles tras el cristal.

-Una nueva misión..- sus carnosos labios de cereza dieron paso a su profunda voz cargada de cierta pesadez y nostalgia a la par que sus pobladas pestañas acompañadas de sus párpados dibujaban sobre su mirada una expresión de profunda tristeza. Esa noche tocaba ensuciarse las manos. Se las pasó por el desnudo cuerpo mojado y su expresión se volvió más desolada. Tal vez no solo serían las manos… Tembló.

Frunció el cejo y apagó con severidad su mirada para girar sobre sus talones y apartándose la larga cabellera con decisión, dispersó las últimas gotas cristalinas de agua en ellos por los aires dirigiéndose al tocador. Era hora de la magia.

Tras unas horas de ardua preparación, la diva vampiresa en su perfecto disfraz hizo su aparición en las esculpidas escaleras del hotel, descendiendo ante la vista maravillada de los presentes, empaquetada en varias capas de finos kimonos de seda, rematados con delicados pliegues de un obi de encaje y seda cubiertos a su vez por un último kimono mucho más largo y fino completamente hecho de encaje. El rostro ya de por sí fino y pálido, ahora elegantemente delineado por un fino maquillaje y su larga cabellera oscura estilizada en un tocado exquisito completamente adornado de flores, pines de cristal y peinetas de plata.

-Lady Amarashi – le saludó el chofer que los organizadores del evento habían enviado en su búsqueda. – Es toda una aparición.- intentó alagarla con la voz un tanto ronca a lo que la joven vampiresa solo respondió con un ademán para luego señalarle el alargado estuche que contenía su koto y que a duras penas era bajado por el botones del hotel.

- Es un instrumento muy delicado…- le dijo suavemente.- Y debe estar en el escenario antes que yo entre..

Hacerse pasar por una y miles de personas tan solo para llegar al objetivo se había hecho costumbre, de hecho era perfecto. Ya no tenía que recordar quién era, pues podía ser todos y a la vez nadie, finalmente lo único que importaría serían las monedas que conseguiría en la sangre de sus víctimas o tras los robos que lograse. Engaños y más engaños, buenos o malos todos traían una recompensa y solo eso era lo importante.

El escenario nuevamente estaba puesto ante ella y era hora de salir, su público la aguardaba ansioso por ver el destello de su espada, ansioso por ser robado, ansioso por ser ultrajado y engañado por sus finas facciones, su profunda voz y su bella labia.

- Vaya delicia exótica la que consiguió Hernett –
soltó al momento en que Noir pasó por las puertas del lobby del Hotel “The Jackpot” – Los jefes se la pasaran de maravilla al parecer…- continuó llevándose a la boca burlona un pábilo de cigarro. – Espero puedas bajar unos minutos a deleitarnos con tu música, belleza extraña- la molestó inclinándose sobre ella a lo que el llamado Hernnett quien salía de los ascensores reaccionó dándole un golpe en el pecho.- ¡Alto ahí, Trend! Es la joya del jefe.- le espetó con seriedad para luego conducir a Noir hasta el elevador del cual había salido anteriormente.  – Lo lamento. – Se disculpó con ella – Algunos de los muchachos por aquí no son tan educados como los que has de conocer..-

Noir elevó apenas el rostro y desplegando toda su gracia e inocencia fingida, se llevó una mano débil al pecho y remató la mirada con un gesto aceptación travesura haciendo que el estallara en sus colores.- Sobreviviré..- le susurró apenas y balanceándose magistralmente sobre sus altísimas getas abandonó el elevador ante las grandes puertas tras las cuales se llevaba a cabo la bendita reunión de los miembros elite del sector económico de Mills, el cual más que elite era solo un simple cúmulo de mafiosos, estafadores y criminales, entre los cuales se hallaba el sujeto de Noir.

-Tus instrumentos ya se encuentran en el escenario, solo debes entrar y deslumbrarlos con tus habilidades..- le dijo Hernett más ruborizado que antes. – Estoy seguro que no serán mucho problema para ti..- finalizó abriendo con un pequeño click la puerta principal.

La joven doncella le dirigió una de sus brillantes y matadoras miradas cargadas de magia propia de los vampiros, endulzándole la imagen para luego girar con suavidad e ingresar en compañía de las otras bailarinas y artistas geishas que la acompañarían en el espectáculo y la labor de “compañía” para los magnates del lugar. Se abrió paso entre la “multitud” del lugar haciendo gala de toda su ornamentación a la par que desplegaba sin reparo alguno los destellos de su magia sanguínea, floreciendo entre los demás tan hermosa, perfecta e inalcanzable, cuando un sutil y muy débil aroma acarició travieso la fina punta de su pequeña nariz despertando débilmente a su roja y cálida lengua. Un apetitoso y huidizo aroma…
Noir L. R'Lyeh
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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Izaak K. Arliden Jue Mayo 12, 2016 12:46 pm

Y entre todas las cosas se encontraba sentado en aquel trono, como el magnánimo rey de aquel hotel, dos enormes gorilas se ponían por delante de él, mientras descansaba su rostro sobre un puño, aburrido, despilfarrado en aquella silla, con un tremendo aburrimiento que su no fuera del gobierno, partiría aquel edificio con un solo pisotón para mirar como tanta gente asquerosa se podría en el infierno, mientras sonreía con mucha gracia, sin embargo ahí se reservaba a hasta que pudiera dar con aquel asesino, detrás de sus lentes miraba a la gente arremolinarse, tratando de acercarse a é pero sin poder hacerlo, todo era cada vez más gris y pesaroso, si las cosas seguían así, tarde o temprano acabaría por reventar.

Soltó un suspiro cansino cuando las geishas salieron con sus hermosos kimonos coloridos, sonrió, muy leve, ya que le encantaba mirar a esas mujeres y sus bailes pero entre ellas, una resaltaba, se fijó en sus ojos y se sacó los lentes, pudo mirar el cambio en sus ojos, ese carmesí que pudo congelar el tiempo y atraer con una sola mirada a multitud de gente en uno solo instante – “Kyuketsuki” – sus labios pronunciaron esa palabra de otro idioma y una risa llena de locura, pues él único en no ceder ante esos ojos tan poderosos e implacables, fue tan solo un instante para que la gente comenzara a seguirla con la mirada, casi de manera inevitable, más sin embargo el regresó los lentes a su posición y comenzó a divagar con la mirada por todos lados, por si entre sus kimonos saliera algún engendro y le atacase.

El momento de las negociaciones había comenzado, el pelinegro se levantó, con su completa elegancia, con esa chaqueta tipo gabardina que llevaba, cogió una copa de vino blanco y caminó solo hacía el balcón, aun los gorilas se encontraban en la puerta de aquella habitación. Una habitación solitaria, con una tapicería roja, para evitar que la sangre desparramada en aquel lugar no sea un trabajo de limpiar, un olor fresco de vainilla y chocolate dejo salir de aquel aromatizante que él compro, aroma que podría confundirla, ya que además de ser afrodisiaco, era demasiado fuerte y dulzón, después de haber investigado y recogido las cartas con las que podría trabajar, llego a la conclusión de que esa chica vampírica podría ser un peligro, ya que sus ojos no solo eran lo extraño, incluso sus movimientos refinados y sutiles.

A pesar de todo no se confiaba, en aquel lugar había incluso gente que le parecía altamente sospechosa, pero conocía el perfil de aquel hombre, alguien que era débil ante las mujeres era demasiado obvio que iba a ceder más rápido ante una y ella, era la más sospechosa hasta ese momento. Kvothe siempre había sido así, un demonio de la razón, alguien que podía deducir un paso macabro con pocas pistas y adelantarse unos cuantos pasos, muchos le llamaban “Cazador de demonios”, “Asesino de Reyes”, “El hijo del Viento”, había tantas maneras de referirse hacía él que muchos ni siquiera sabían su verdadero posición, Zadquiel… “La justicia de Dios”, la mano derecha del Lord.

La puerta se abrió, el permanecía de espaldas y no pensaba gastar su tiempo en voltear ya que el vino era delicioso y el aire era demasiado agradable – Ya es hora, empecemos la negociación – dijo sin moverse mucho de donde se encontraba.
Izaak K. Arliden
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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Noir L. R'Lyeh Dom Mayo 22, 2016 9:28 pm

La pequeña nariz de porcelana se le ensanchó varias veces de forma imperceptible al igual que las rendijas felinas de las pupilas de sus orbes de rubí se rasgaban con cierta sorpresa - ¡In nomine Patris! – exclamó internamente la vampiresa girando grácilmente sobre sus exorbitantes calzados rasgando el aire con una insoldable magia de belleza y habilidad enajenada por su sutil aroma y los de por sí engañosos y embriagantes destellos propios de su raza.

Sus enormes ojos abiertos de par en par y cual avellanas delineadas en un sutil maquillaje, vibraban bajo sus pobladas pestañas mientras curiosos escudriñaban rostro por rostro, aspecto por aspecto. Se encogió ligeramente de hombros añadiendo un toque aún más delicado y sensual a su ya de por sí extravagante y llamativa presencia, elevó una de sus largas y pálidas manos sujetando el típico abanico contra sus carnosos labios y fingió una sonrisa dulce y traviesa al momento en que se abría paso entre los invitados, dirigiendo sus pasos a la zona del escenario. Ese lugar se encontraba más elevado y podría divisar con mayor amplitud la cavidad de la estructura que los albergaba.

-Vaya.. vaya…- se dijo a sí misma cargada de una emoción a flor de ebullición que iba engullendo las paredes de su interior, sumiendo en un extraño cosquilleo su ya de por sí gélido corazón. Viró de nuevo el rostro y llamó al resto de las geishas que le seguían – Bellas mías, no seáis descorteces… Esta noche estamos aquí para dar confort y alegría al corazón de nuestros amables invitados… Id a por ellos…- indicó con una voz un tanto elevada, dulce y bastante seductora mientras abría el abanico y junto con los largos pliegues de su kimono dibujaba un gesto agraciado sobre las alas del ambiente englobando al salón en su totalidad.

Viró nuevamente el rostro, apartó con elegancia irreprochable los largos pliegues inferiores de sus prendas y arribó a los niveles superiores del escenario, donde ya se encontraba su lustrado y escultura instrumento dispuesto para el acto. Nuevamente se llevó el abanico al rostro y con un chasquido lo cerró ante él, para luego reclinar su cuerpo sobre sus rodillas, finamente inmersa en su papel. Tomó adornada caja de alabastro y la abrió dejando a la vista un sinfín de pequeñas botellitas de cristal, todas cargadas con diversos líquidos de colores sin igual. –Um….- una sonrisa de satisfacción pulcra se dibujó en su rostro y tomando una de ellas, acompaño a sus dedos con otras dos copas muy pequeñas de fina porcelana.

Un profundo suspiro escapó de sus labios al momento en que su rostro volvió a los invitados y se pregunto dónde podría estar el maestro al cual debía servir. Para ser precisos, solo había recibido una muestra de su aroma que a decir verdad en cierto modo le había ofendido, pues se sintió un tanto comparada con los mugrosos hombres lobo, más las circunstancias ameritaban la aprobación por lo que y a pesar de estar en extremo tentada por aquel sutil aroma sanguíneo que la había recibido, se puso a aspirar, buscando al Master cretino.

Más que irritante se ponía todo en ese instante, cuando cierto aroma dulzón se le clavó directo en la punta de la nariz. Se raspó la lengua contra los dientes, un tanto molesta y empalagada, por lo que decidió bajar del escenario y volver a la multitud. Se guardó los objetos tomados anteriormente en la manga del kimono y aceptó servir una copa de vino a uno de los invitados, hasta que una extraña y ceñuda dama de edad se le acercó y apremió indicándole que el hombre que había pagado por ella había abandonado el lugar.

- Pequeña zorra cara, que te quedarás sin empleo si el amo no queda satisfecho – le espetó tomándola del codo mientras lanzaba una mirada de desaprobación el magnate a quien había estado atendiendo la vampiresa. – Apura… apura…- la tironeó hacia una extraña habitación, la misma de la cual había estado filtrándose el dulzón aroma que tanto la molestaba. – El amo está en el balcón…- le chismorreó la vieja, a lo que Noir con el orgullo tragado hasta lo más profundo del averno, agradeció con una delicada inclinación.-

Observó de pies a cabeza a los guardias que custodiaban la entrada a la habitación y a la salida hasta el balcón, para luego elevar la mano con el abanico al rostro e ingresar a la habitación escarlata. Noir volvió a rasparse la lengua contra los dientes, maldiciendo internamente el gusto excesivo de los acaudalados y convencida de que el sujeto era un humano, los maldijo aún más.

Cruzó el umbral al balcón, deslizándose sobre el lustroso piso de mármol y saludó con una inclinación de cabeza al otro guardia, clavándole la mirada a los ojos al instante en que destellaba aún más su belleza en son de engatusarlo y dejarlo para más tarde. Volvió la mirada hacia el frente y dejó que sus orbes por un segundo quedasen fijos en el firmamento que se abría ante ella. Sus pies se detuvieron de golpe y el corazón pareció saltarle contra el esternón. Ante ella, la más hermosa de todas las vistas que hubiese podido ver desde la caída de la casa Trishkorf se dibujaba tan serena y colosal en un lienzo de oscuridad aguada y destellos de plata, adornada con los egocéntricos reflejos de la Dama Luna en el trono de su cúpula.

Titubeó. Pues un golpe de memoria pareció darle en el centro de la cabeza haciendo que su ya de por sí divina y hermosa fragilidad se acentuara en la palidez ancestral de su faz. Pegó la mano con el abanico contra su pecho y aspiro profundamente intentando calmarse, más lo único que logró fue dejarse engullir por el fuerte aroma a vainilla, chocolate y el dulce aroma a semidios.

Lentamente desvió la mirada de la vista general para posarla en una espigada, portentosa y elegante figura de negro, la cual en su entera materialidad se alzaba ante ella tan exorbitante y a la vez ínfima. En definitiva ese no era el hombre tras el cual la habían mandado, pero aún así todos los llamaban el “Amo”. –Trampa- se espetó Noir mentalmente y agudizó al máximo sus sentidos. -¿Quién es este nuevo amo? – se preguntó con el cerebro funcionándole a mil por hora. La situación se iba complicando, había posibilidades de que la información se hubiese filtrado y era este…. ¿Un cazador de Caza recompensas?

Hurgó en la manga opuesta y tomó la pequeña botellita junto con las dos pequeñas copitas de porcelana fina, abrió el abanico ante su rostro y derrochando la más elegante y delicada sensualidad coordinó su cuerpo y sus pies en ese tan agraciado caminar tipo de las geishas tan solo para acortar la distancia entre ambos. – El agasajo preparado para usted, no es de su agrado… Onii- sama? – dejó escapar con extrema delicadeza haciendo énfasis en un toque de dulzura, tranquilidad y sumisión completa. Acto siguiente elevó muy suavemente la botellita junto con las copitas sujetas en una sola mano, sin dejar que la otra apartase el abanico de su hermoso rostro y labios.
Noir L. R'Lyeh
Noir L. R'Lyeh

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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Izaak K. Arliden Vie Mayo 27, 2016 2:34 am

Si había algo que a los ojos del pelinegro no engañaban, era demasiada belleza, demasiada perfección en una persona, cada movimiento para él, se trataba de un plan perfecto para acabar con el botín, Kvothe tenía el don de la deducción, aunque muchas de las veces fallaban, aunque ninguna de sus corazonadas habían fallado a sus instintos desde hace mucho, solo conocía pocas personas que eran capaces de crear miles y miles de algoritmos para contrarrestar a los errores.

Pero no era el caso de este lugar, solo había visto un par de sospechosos y nada que pudieran prometer; salvo ella, ella era perfecta como le vieras, una mujer completa por donde la vieras, no había imperfección en ella, tan solo belleza pura y desbordante, belleza que cualquier hombre quisiera tener a su lado, la observo poco, pues sus ojos eran lo suficientemente fuertes para no caer en sus encantos, Kvothe la miró a ver por un solo motivo, escudriñarla, desnudar ese menudo cuerpo y encontrar la verdad que ocultaba, aunque lamentablemente no pudo encontrar en ella algo que la delatara y aquello, le hacía triplemente sospechosa.

Lentamente deslizó su mano por el barandal del balcón, una suave brisa acarició cada hebra traviesa de los cabellos de la chica y ahuyento el olor a vainilla y chocolate, haciendo que permanecía en exótico olor a semidiós. Su diestra fue rápida y letal, que su hubiese querido, le hubiera rebanado la yugular, dejando que la poca sangre de sus vasos sanguíneos tenían corriera por esa alfombra; pero no fue así, sus dedos palparon sus cabellos, sus yemas acariciaron cada fibra de ellos y acercó la nariz para sentir su olor, dejando a la merced de la chica, su cuello desnudo en tentación a su sensible olfato, tratando de jugar con la resistencia que ella tenía y fue acercándose hasta llegar al cuello de la chica y dejar un suave y delicado beso, marcando con sus labios aquel lugar, dejando al menos, la sensación de él sobre ella — Onii-sama comienza a desearte con locura — mintió, pero no cambiaba el hecho que intentaba seducirla, de tocar el punto de ruptura de la chica y romper con esa fachada que llevaba — pero entiendo, eres inalcanzable — reparó el mismo alejándose nuevamente y guardando la compostura se acomodó la ropa y caminó hasta alejarse de ella.

Después de unos pasos regresó a mirarla — No hace falta esconderlo — le dijo — puedes ser quien eres frente a mi, viniste a matarme ¿verdad? — declaró sin más — tampoco hace falta explicaciones, sabes que no soy el que esperabas, ¿cierto? — la sonrisa que se dibujaba en él se encontraba llena de exaltación, una mirada llena de locura interminable, sus palabras se volvieron en tormenta, en calamidad, su presencia solo suplicaba por destrucción, por arrasar con todo a su paso, una devastadora y abrumante presencia.

La brisa irrumpió en el lugar, la luz lunar alumbró sus ojos violetas que brillaron con intensidad, como dos faros al final de la oscuridad, unos ojos majestuosos, temibles, solemnes e irresistibles — ¿Y bien? Harás esperar a "Onii-sama", vamos, muéstrame quien eres, antes que seas envuelta en este lugar con sus escombros — en esa mirada no existía duda, The Jackpot pronto solo sería un recuerdo de la tragedia que llevaría a todos aquellos al olvido.
Izaak K. Arliden
Izaak K. Arliden

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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Noir L. R'Lyeh Dom Jun 12, 2016 8:37 pm

Inmutable. Esa era una de las características más arraigadas en la esencia de la joven vampiresa, tan fija que pareciera más bien estar hecha de ella o tal vez había aprendido a consumirse en ella ante todo a raíz de sus miedos, a raíz de su propia tristeza.

Nunca más…

Es así que la doncella de piel porcelana, simplemente siguió observándolo con aquellas orbe de rubí líquido fijos en el reflejo de aquellas gafas de fino brillar, mientras los finos dedos del sujeto contaminaban su espacio e impregnaban aquel aroma en extremo dulce sobre sus oscuras hebras. Un golpe de aire azotó sus pulmones dejando su caja torácica ensanchada al momento en que este quebró todo mínimo espacio entre ambos cuerpos y se aventuró sagaz e intruso en su intimidad, dejándola completamente envuelta en su embriagante fragancia.

Noir dejó que sus párpados cayeran en un sueño mientras sus carnosos labios de cereza se acurrucaban entre sí a la sombra del abanico que tenía sobre el rostro. Apenas movió la cabeza cual damisela sensible en respuesta al fugaz ósculo depositado en su delicado cuello e intercambió posiciones entre sus pies, dando un paso atrás observando como el sujeto se apartaba de ella y alegaba su inalcanzable posición como pretexto a la brutalidad de su intento de seducción como al en extremo poco sutil y fracasado plan.

Un ligero suspiro escapó de sus labios y apenas ladeó la cabeza sin dejar que sus orbes despertaran, mientras depositaba la pequeña botellita y las copitas de porcelana en una mesilla alta que se encontraba tras ella, para luego guarda la mano libre en los pliegues de su elegante kimono. – Habría sido un maravilloso compañero de noche… si no fuese tan arrogante… si no fuese esta situación…- pensó la vampiresa degustando con franqueza el atractivo y perfecto aura del semidios. Lo había confirmado ya, ese aroma era único, era la ambrosía de todo vampiro. Lejía para aquel impuro, néctar adictivo para el incauto y perfecto cóctel de una noche para el astuto.

Y finalmente habló.  Habló impregnando el ambiente con una indomable energía que a la imaginación de Noir recorría los pliegues de la realidad cual venas plateadas, resquebrajando todo a su paso con el insoldable aura que emergía del portentoso cuerpo del sujeto, haciendo temblar los estamentos de racionalidad frívola que encastradas formaban lo que ahora los rodeaba como material.

Lentamente las largas pestañas de la joven comenzaron a apartarse de las más cortas dejando que el brillo escarlata en sus enormes irises refulgieran hechizadas, más hermosas y cósmicas que antes, cargadas de una apacible tranquilidad; a la par que volvía a enseñar la mano izquierda, la cual suplantó de inmediato a la derecha en su función de sujetar el abanico frente a su rostro mientras esta en un movimiento tan veloz como el enseñado anteriormente por el divino, se dirigió al gorila que guardaba el umbral del balcón lanzándole unas muy finas y afiladas dagas impregnadas con un raro y potente veneno. En otro movimiento y valiéndose de sus poderes psíquicos, ordenó a las grandes y pesada puertas que daban al salón que se cerrasen y sellasen de forma inviolable, para luego simplemente devolver su delgada mano al reposo sobre su obi.

-Onii sama es en extremo impaciente…- comentó pronunciando cada palabra con una dulzura sin igual. – Solicitando a su humilde servidora tal cosa frente a ojos extraños…- Las oscuras hebras de su peinado se sacudieron lentamente a la brisa de la noche mientras una especie de aura sanguinolenta se filtraba por debajo de las caras prendas de la vampiresa – Muy impaciente…- volvió a susurrar envolviéndose más y más en aquel aura que subía desde su base en enigmáticos danzares - Sin embargo, me temo que Tsubaki chan no podrá complacer en este deseo a Onii-sama – continuó inclinándose con extrema humildad envenenada con una extraña prepotencia – pues él lo ha dicho… Tsubaki chan es…. – volvió a erguirse en toda su magnificencia y lo observó directamente a los ojos, dejando que los mismos crepitasen puros en su esencia, rebosantes en misterio y delineados en poder.- In.. al… can… za.. ble….- finalizó pausadamente virando apenas el rostro de tal forma que pudiese ser visto muy ligeramente tras su abanico.

En efecto, estaba tentada a probar una gota de la sangre del sujeto, más qué tanto “sazón” podría echarle el mismo a su sabor. Era en extremo delicada con sus alimentos y caprichosa a la vez, gustaba de jugar con ellos, sin contar con que la curiosidad acerca de qué tan bajo podría haber caído su presa, la corroía dolorosamente. Deseaba saber a qué tipo de monstruo contrató para que le salvase el trasero… ¡Bendita curiosidad la suya!
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Mensaje por Izaak K. Arliden Mar Jul 12, 2016 5:25 pm

¿Alguna vez has estado luchando con una cuchara como arma y la tapa de una olla, frente a un gran soldado de la gran milicia? El sentimiento de impotencia seguro se presentará en ti de manera instantánea y querrás morir, bueno, de igual manera, serás hombre muerto. Pero... ¿qué pasaría si... a pesar de solo poseer una cuchara y una tapa de olla, crees que aun eres capaz de derrotarlo con solo eso? Aquel sentimiento de confianza podría ser peligroso, pues la muerte estaría acechándote siempre, más alguien que siempre ha sido acompañado por la muerte, aquello no era más que juego de niños. Kvothe en esos momentos era un soldadillo con una cuchara y una tapa de olla, sin saber nada de la sorpresa que se llevaría, de que tan débil y endeble era ante la damisela que se encontraba frente a él, astuta y serena.

Sin embargo, el pelinegro lleva consigo un arma muy poderosa. Su sabiduría; Arliden era considerado casi Dios, por su manera de actuar, por sus acciones incomprensibles que le hacían buscar respuestas en donde nadie tuvo pregunta y al final, hallar el objetivo. Sus movimientos parecían los de un hombre desesperado por poseer, seducir, cautivar y atrapar; más detrás de sus movimientos, buscaba encontrar la naturaleza de la chica. En aquel acercamiento pudo notar sorpresa y un suave e invisible respigo por parte de la muñeca de porcelana, una respiración inquebrantable que ocultaba un pulso más rápido y acelerado de su corazón; al tocar con los labios su cuello pudo notar la tensión y la precaución que ella tomara, el impulso de morderle el cuello y su resistencia hacía el olor del semidiós, acompañado de una ligera capa de sudor, tan fina, que sus mofletes jamás dirían que ardían de color rojo, como el rubí de sus ojos, un paso hacía atrás, un cambio de manos. Todo aquellos detalles suficientes para que el cerebro del azabache pudiera comprender la naturaleza de la chica.

Aquella cuchara ahora es una espada de dos filos, mientras que la tapa de olla se había convertido en un ligero y poderoso escudo, capaz de repeler los ataques de sus adversarios. Había confirmado la existencia de esos ojos rubíes, de la sutileza en sus labios, todo encajaba como él quería en esos instantes. Se alejó lentamente y volvió a posar su cuerpo sobre el barandal, la miró y sonrió ligeramente; fueron movimientos precisos y sin movimientos innecesarios, acabó con aquel gorila con la facilidad de alguien que le ha quitado un dulce a un pequeña criatura, más el pelinegro espero ahí paciente, como quien espera a su amada, se limitó completamente a mirar sus acciones y con ambas manos aplaudió aquella escena de asesinato completo, por fin había encontrado la pieza final de su rompecabezas, su pecado era tan solo ser, tan bella.

La voz, era tan dulce como un canto de sirena, suaves y muy bien alineados, con el sabor a sumisión, las palabras de una mujer recatada y entregada, de una doncella que entrega el alma en cada beso, en casa letra; le gustaba, al Custos le gustaba todo de ella, para ser alguien que acaba de conocer, para ser una mujer más de entre todas las que estaban en aquel lugar, Kvothe la había elegido, había podido encontrara la diferencia entre todas ellas, entre una bola de putas y una verdadera dama. Su belleza no sé encontraba solo en su lindo rostro, ni en su perfecto cuerpo, sino, en ese carácter imponente que ocultaba, que creyendo que podía ocultar al azabache lo dejaba para lo último.

Sonrió, una sonrisa que denotaba su excitación por ella, se le puso la piel de gallina y sus manos comenzaron a temblar justo cuando ella le miró profundamente, podía sentir como el poder se desbordaba por sus venas y mientras más le sostenía la mirada más parecía doblegar a su cuerpo mortal, pero no lo logró, su voluntad forjada en el crisol jamás permitió que se doblegara ante ella — Tsubaki-chan... eh... — soltó una leve carcajada, notó en los altibajos de su voz, ese no era su nombre real — así que cuidas tu postura en un nombre artístico, muy bien jugado Tsubaki — dijo como si ya conociera a su ser oculto, pero sin saber nada y estiró la mano — ¿Te podré alcanzar? — Preguntó entrecerrando los ojos — ¿Algún día podré estar a tu altura? ¿Algún día podré tocar tu delicada piel otra vez? ¿Algún día podre acariciarte completa, dócil y entregada? — su mirada era efímera, como un poema, como una leyenda, su voz era ausente, como si no pudiera llegarle, pero sus ojos jamás la perdieron de vista y esperaba paciente el momento para que ella rompiese, la tensión con la que aquella habitación se había llenado.
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Mensaje por Noir L. R'Lyeh Dom Ago 14, 2016 10:11 pm

Abanicó apenas el fino accesorio que ocultaba parte de su rostro y soltó un suspiro caprichosamente confabulado con un gemido a la par que sus finas cejas de radiante azabache se fruncían ante un dolor teatralmente fingido. Su pronunciado pecho, delicadamente empaquetado en las caras sedas se ensanchó por unos segundos y volvió a su estado normal con gran pesadez. Noir movió apenas la cabeza, componiendo una interesante melodía con las tintineantes piezas de su elegante tocado.

Lentamente volvió parte del rostro en dirección al Gran Señor y con parsimonia casi eterna, despertó el universo en sus hermosos orbes, los cuales los dirigió a él, engulléndolo nuevamente. Consumiéndolo con un hambre cargado de una lujuria demasiado compleja, en extremo tentadora y hasta podría decirse pecadora de irresistible aura. Una verdadera vampiresa. Una verdadera hija de la muerte y la vida.

Onii-sama sigue con sus propuestas indecentes…- le dijo destilando su hechizo oscuro en cada palabra, cual copa reclinada al borde de la fuente de frutas.

Como si sus pies flotaran de manera etérea sobre el mármol, la vampiresa se desplazó apenas unos metros en dirección contraria, tintineando con accesorios y todo el montaje, dibujándose tan difusa en el propio marco de la realidad. Era más que obvio que su esencia mágica había comenzado a filtrarse por sus poros para así fundirse en un amorío prohibido con el mismo ambiente.

Detuvo sus pasos y viró nuevamente el rostro hacia él. Con un golpe seco terminó por dormir su abanico dejando a la luz de la nívea luna su aterciopelado rostro, su respingada nariz y sus maravillosos labios de cereza pura. – Entregada… dócil… - le susurró al viento suplicándole que multiplicara la potencia de su voz de manera casi omnipresente.

Lentamente bajó la diestra por toda su figura hasta el fino borde de sus prendas y con extrema delicadeza las fue apartando dando nacimiento otra vista mucho más excelsa, pues bajo los pliegos pesados, su torneada pierna se escondía, elegantemente adornada con un sinfín de dagas de plata, cuidadosamente gravadas con runas y hechizos.

Mi Lord….- su voz adoptó una profundidad en extremo sensual, potente y firme – Fue usted quien me alejó a tal punto de las puntas de sus dedos… - le dijo girando lentamente el cuerpo hacia él con la mano aún sujetando los pliegos de su atuendo hacia un costado mientras que en la misma ya se encontraba una de las pequeñas dagas.

Su rostro se cargó de una especie de tristeza inexorable y sus carnosos labios volvieron a hablar. – Si tan solo no hubieses tomado ese trono… - le dijo suavemente haciendo alusión a su representación burda en lugar del viejo al que debía matar. – Tal vez habrías tenido la oportunidad de volver a mi… - dejó escapar pasando la punta de su lengua contra la comisura de sus labios.

Sus refulgentes rubíes estallaron en una psicodélica hoguera de energía psionica, y su aura presionó al ambiente con cierta saña logrando de tal manera resquebrajar los grandes jarrones que se encontraban junto a ella, hacer temblar las mesillas y barandas e inclusive elevar suavemente los pliegos de su prenda, colgantes de su tocado y hebras de su cabellera.

Adios… mi amado Onii –sama …- le susurró imprimiendo un gran poder psionico en sus piernas y brazos de tal forma que su cuerpo se elevó en un gran salto a una velocidad superior a la vista de cualquier ser mortal corriente. Sorteó la distancia entre ambos e impregnó las cuchillas con su esencia para luego liberarlas magistralmente en contra del sujeto.

Estaba consciente de que aquello era demasiado sencillo, pero ansiaba verlo arder. El ronquido de su voz y la complejidad de su esencia le habían dado indicios de una maravillosa presencia, la cual ansiaba locamente probar.
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Privado Re: — Tasty Blood [Priv.]

Mensaje por Izaak K. Arliden Mar Oct 11, 2016 10:48 am

Las pruebas habían terminado, no le quedaban más trucos al pelinegro, ninguno bajo la manga, tan solo su vil y puro ser, una masa enorme de poder que podría compararse al dios que era, energía refulgente que permanecía dormido y pasivo en el interior del azabache, esperando ser expulsada con todo y su magnánima presencia que iba destilando poco a poco para llevar al borde de la locura a quien en ese momento se había convertido su objetivo.

La siguió con la mirada, no se perdería ni uno solo de sus delicados y misteriosos movimientos, el pelinegro podía sentir cada cambio en el aire, se encontraba atento a cada paso, al más leve cambio de respiración, lo podía sentir en esos momentos. De no ser un caballero el morbo hubiera podido contra él, al mirar aquella pierna desnuda, la cual destacaba por la colección de cuchillas que llevaba pegado, no parecían ser cuchillas normales, tenía el presentimiento de que llevaban la magia de la pelinegra consigo, magia sensual y astuta, dispuesta a hechizar al más vil.

Fue como una onda supersónica, todo rompió en ese instante, la piel se le puso de gallina, el festín apenas comenzaba, era demasiado pronto para culminar aquel vals. Sonrió, lleno de majestuosa locura y poderío, sonrió porque sabía que si no lograba esquivar aquello, acabaría con heridas las cuales jamás lograrían sanar, así que esperó paciente el ataque de la chica, cerrando los ojos con mucha tranquilidad y se mantuvo en silencio, un adiós, una despedida, un fúnebre final, una noche de no más alcohol, no más locuras desenfrenadas.

Se lo dijo el viento, abrió sus ojos aguiluchos, se despojó de su capa, abrió brazos y piernas acompañado de un pisotón y esperó aquellas cuchillas que osaron por incrustarse en su aterciopelada piel de semidiós. De un movimiento fluido y certero fue cogiendo cada una de las cuchillas evitándose la pena de salir herido siquiera, sonrió al tener todas en su mano y cambiando de posición aceleró el paso hacia la chica y todo lo que quedó detrás de él terminó en destrucción dejando un claro rastro por donde había pasado. La tomó de la garganta y de un movimiento no muy grato la azotó sobre la mesa y levantó el otro puño, osando con desfigurar su hermoso rostro, más desplegó cada uno de las cuchillas que había reunido de la chica — ¿Todavía sumercé quiere luchar? Podría estar así toda la noche — aseguró mirándola con una sonrisa, posesivo y cruel.

No quisiera golpear a una dama, pero el tiempo se acaba, como miembro supremo del gobierno, no pienso permitir, que los demonios anden sueltos por ahí — afiló la mirada, un deje de autoridad se presentó en él, frío, con una poderosa sed de sangre que a cualquiera haría sudar frío — te daré la misericordia y el arrepentimiento, así que huye de este edificio, si no quieres acabar envuelta en este complejo — se fue removiendo de ella, hasta tomar sus manos y devolverle las cuchillas — ya he asesinado a tu cliente, puedes quedarte con la recompensa — al decir eso, le puso en su mano una bolsa, que cargaba con la cabeza de aquel hombre — no acepto la corrupción en el mundo de mi señor, pero también soy compasivo, te dejaré libre, vuela, antes que seas enterrada con estos escombros — Izaak se detuvo y se cruzó de brazos, esperando que ella se marchara, para acabar con aquel edificio, no sabía nada de esa chica, pero en sus ojos podía mirar muchas cosas y una de ellas, era la tristeza que albergaba, no sabía a que se debía, tampoco pensaba preguntar, pero no pensaba destruir aquel edificio, con ella adentro.
Izaak K. Arliden
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