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Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

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Privado Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Invitado Lun Abr 06, 2015 10:32 pm


Los muertos danzan por la noche  

Karabor |Cementerio de la catedral | 19:15 HS.

   
   
   

La impávida mirada del nigromante se posaba sobre en el umbral de una cripta abierta, allí, en el cementerio cercano a la catedral de Karabor, éste reposaba su espalda contra la corteza de un árbol atacado por el otoño. Una a una, suaves y lentas, las hojas marchitas y secas iban descendiendo, amontonándose sobre la tierra hasta que el recio soplido del viento las alejaba. El frío de la estación se hacía presente, conforme el ocaso se ocultaba en el horizonte y el cielo anaranjado se tornaba oscuro. Las nubes que surcaban sobre la colosal urbe ocultaban el ascenso de la luna acompañada por sus estrellas. Los cuervos invadían las ramas de a dos, graznando fieros y enérgicos, al tiempo que las farolas comenzaban a encenderse.  

Raeghor, guiado por el susurro del viento, avanzaba lento hacia la cripta descuidada, quebrando las hojas con cada pisada. Iba vestido de negro, habitual en él, con su típico sobretodo que lo cubría hasta las rodillas. Portaba una bufanda en el cuello, la cual ondeaba con los silbidos, y el libro escondido en un bolsillo interno del abrigo. En su cintura colgaba la espada ropera, que por momentos perdió en el castillo abandonado, y una daga escondida en su ropa. Detuvo sus pasos cuando llegó al umbral, ladeando la vista para asegurarse de estar en soledad, y tras un quedo suspiro comenzó a descender los veinte escalones.

Un túnel de piedras, iluminado por antorchas, le daba la bienvenida al azabache de orbes bermellón. Continuó caminando, levantando el eco que resonaba sobre las paredes, hasta que llegó a una puerta doble de madera tallada a mano. Giró el pomo de caoba, sin detenerse a ver los hermosos detalles tallados, y entró a la habitación tan ansiada.

Sin un ápice de asombro en su rostro, éste recorrió el interior con la mirada. La sala era circular, con un sin fin de velas prendidas, algunas en candelabros, otras en el piso, y unas cuentas dentro de las infinitas calaveras pegadas a la pared. Cinco pilares se alzaban sosteniendo el techo de la cámara sepulcral, rodeando el altar que se encontraba en el centro. Ahí mismo reposaba un cadáver polvoriento, apenas los huesos quedaban del pobre hombre que en vida fue un poderoso mago. Él se acercó a la tumba, investigando con los orbes cada parte del muerto. En su mano izquierda, más precisamente en el dedo pulgar,  yacía un anillo masónico plateando con un zafiro. Sin escrúpulo alguno, Raeghor arrancó la joya y la tomó como suya, sabiendo el poder que desencadenaba sobre su portador.
Invitado
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Isela A. Ichinose Lun Abr 06, 2015 11:28 pm

Una noche fría de otoño en el reino más helado del planeta, azotado últimamente por ciertas desgracias dando como inicio la decadencia de valle Chocobo. Un reino que para muchos representaba una clara señal de tristeza o augurio de desgracias, o hasta un compendio de malos recuerdos como era en el caso de Isela. Su vida había estado designada por la suerte de dichos territorios gobernados por una ministra, allí desempeño un papel como vicealmirante tras salir del mismo infierno comandada por su padre. Allí conoció a Takumi y terminó completamente enamorada creyendo que con él obtendría libertad o una vida ciertamente feliz, en ese mismo reino…ella se entregó a los brazos de la revolución, en ese mismo reino había sido condenada por expresa orden del monarca…en ese mismo reino experimentó el infierno en la Tierra.

Esas experiencias bien podrían haberla quebrado en más de una ocasión, pero a fin de cuentas solo hicieron que Isela descubriera una fortaleza que desconocía poseer, una capaz de tomar los tormentos psíquicos como verdaderas delicias, o como pequeñas pero refinadas joyas que llevaba con orgullo en su haber. En medio de aquel páramo desolador donde la carne de guerreros o personas comunes reposaba, una silueta delicada podía entrecortarse entre lapida y lapida, esta se movía con ligereza y un encanto ciertamente únicos, casi felinos. La capa negra cubría gran parte del cuerpo de la fémina, a excepción de la capucha que caía delicadamente tras su espalda, ocasionando que ese mismo viento frío como ningún otro meciera hacia atrás los largos cabellos oscuros de la hibrida.

Su sonrisa poco visible se dibujaba en aquel semblante mientras observaba con calma las tumbas a su alrededor, con el respeto que merecían las mismas pero con un ligero aprecio casi morboso por las mismas, por aquellos misterios que encerraba la misma muerte, tan seductora y única en cada ápice que podía poseer. Esa noche había quedado en encontrarse con un caballero a quien no conocía prácticamente, solo había tenido la oportunidad de verlo en la reunión de opositores al gobierno, sin embargo, Isela estaba increíblemente interesada a ampliar su repertorio de habilidades, justamente para satisfacer esa curiosidad única que la convertían en una muchachita aventurera. Por ese entonces no aminoraba su paso asertivo, menos cuando iba “rastreando” de algún modo la presencia del contrario para cerciorarse de que había ya llegado.

Ese mismo fino rastro de energía la llevo hasta un mausoleo en particular, bello pero bastante tétrico, la apertura enmarcó finalmente la llegada de la jovencita cuya capa negra rozaba el suelo a cada paso que daba. Sus orbes violáceos con reflejos celestes se posaron en el interior pobremente iluminado, a sus ojos encantador ya que le recordaba en parte a cierta mansión en Chaos, sin embargo, prefería no ahondar en sus propios recuerdos, no era el momento ni tampoco lugar. En su espalda podía notarse dos katanas, las que siempre o casi siempre solía llevar con ella al tratarse de un antiguo regalo, el cual no pensaba menospreciar.

Poco a poco fue descendiendo por los escalones, sus pequeños pasos resonaban en aquella recamara tenebrosa gracias al eco, intimidante para algunos más no para ella, quien ciertamente carecía una ausencia total de miedo a morir, así al menos era ella desde que tenía uso de razón. No le llevó más del tiempo prudencial en dar con la persona que estaba buscando, ella por su parte colocó la diestra sobre su propio pecho, quedándose de pie obviamente en el último escalón antes de poner un pie en el suelo frío de la cripta.

-Buenas noches- Musito en un tono de voz tranquilo, asertivo o con ligeros atisbos de una dulzura impropia de cualquier mortal, casi melodiosa, al mismo tiempo que posaba la mirada sobre la figura ajena. Ese mismo tono de voz aristocrático del cual no podía desprender por más que deseara o intentara resonó como muestra de única aparente vida en el recinto.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Invitado Mar Abr 07, 2015 12:16 pm

Deslizó con suavidad el anillo en su pulgar izquierdo, observando con sus orbes brillantes la piedra azul con dotes mágicos. Antaño había pertenecido a Estefan, el nombre en vida que recibió el cadáver, un poderoso mago de Tempus que logró dominar el bravo e inestable poder del frío. Descendía la temperatura a su voluntad y congelaba a sus enemigos sin piedad alguna, incluso logró llegar al cero absoluto. Alzó sarcófagos de hielo, apresando en un manto helado, durante toda la eternidad, a quienes osaban imponerse en su camino. Pero su corazón era puro y noble, y sólo castigaba a aquellos que juzgaba por su maldad e impuros corazones. Hoy en día su legado ya no significaba nada, siendo profanando por la impune mano del nigromante, su último tesoro le era arrebatado y el recuerdo del hechicero se perdería con el paso del tiempo.  

Raeghor vislumbraba la joya con emoción, pero tenía en claro que no llegaría a dominar el poder en cuestión de segundos. Arrancó el brazo derecho y luego el cráneo, y sin moral alguna empujó el resto de los huesos al suelo detrás del altar. El polvo se levantó en el aire, al tiempo que él alzaba la calavera a la altura de sus ojos bermellones.

No lo tomes personal —aclaró el nigromante observando las cuencas vacías—. Pero una joya así debe ser pasada a la siguiente generación, como arnacos que somos debes saber comprenderme.
Hizo una pausa sonriendo, esperando la respuesta que sólo él lograba escuchar de los muertos, o quizás creía escuchar.

¡Son sólo huesos, Estefan! —Exclamó con gracia—. Ya no sirven de nada, ¿qué importa si los tiro al suelo? Pronto no serán más que polvo. No te comportes de esa manera tan infantil.

Detuvo sus palabras escuchando el eco que se levantaba por las pisadas ajenas. Se sentó sobre el altar, con la impávida mirada y una tenue sonrisa falsa clavada en la entrada. Sostenía con la mano derecha el brazo arrancado, y junto a él, a su izquierda, colocó el cráneo mirando en la misma dirección. Una figura femenina se dibujaba ante él, cubierta con una enigmática capa negra iluminada por las velas del sepulcro. Pudo notar la empuñadura de dos katanas colgando a espaldas de la mujer, pero prestó atención a la cara de la misma. Ya se habían conocido, de una forma breve y algo extraña, en la reunión que tuvo como sede en una aldea olvidad, aunque decir que se conocían era una forma cordial de dar a entender que sólo sabía su nombre.

¡Buenas noches! —Correspondió el saludo, agitando el brazo del difunto al tiempo que acariciaba la copa del cráneo—. Isela, ¿verdad?  No tienes ningún parentesco con él, ¿cierto?  
Pausó sus palabras, esperando la respuesta de la mujer por más breve que fuera, sin borrar la inquietante y siniestra sonrisa que siempre se dibujaba en sus facciones.

Creo que lo correcto sería presentarme como es debido. —Musitó el nigromante cruzándose de piernas, mientras tiraba el brazo al suelo—. Mi nombre es Raeghor Mordtdead lan Caster. Un placer.

Interesantes armas llevas —dijo en tono de duda, refiriéndose a las katanas—. ¿Te importaría si me las muestras?

Su curiosidad se asomaba al ver el par de armas, le pareció haber leído de una en particular en los viejos escritos de la mansión que una vez perteneció a su maestro, Lucius, pero que más tarde fue arrebatada por él cuando tomó la vida del antiguo nigromante.
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Isela A. Ichinose Mar Abr 07, 2015 2:23 pm

Decidió entonces bajar el último escalón que restaba sin apartar la mirada del contrario, mentía si decía que había sentido alguna mínima molestia al ver como el pelinegro jugaba con los restos óseos, incluso le causó algo de gracia por lo que dejó escapar una risita por lo bajo. –No, no es pariente mío en lo más mínimo, y de serlo, en todo caso…si él no tiene nada que objetar, mucho menos yo- Susurró con toda la calma digna de una dama como claramente era. Optó entonces por avanzar un poco en lo que extendía la diestra para tocar uno de los pilares, podía percibir el intenso frío del mismo, algo que le agradaba en demasía.

Retomó su posición anterior, desplazándose por el resto del recinto con gracia atípica para una “mortal”, hasta quedar finalmente frente a él, a un metro y medio de distancia más o menos. –El placer es todo mío, señor Raeghor. Ha acertado, Isela Adramelech, para servirle- Aquello era mera cortesía claro está, la joven revolucionaria aún se basaba en ciertos principios aristocráticos que su padre le había inculcado desde que tenía uso de razón quizás por mero capricho. Inevitablemente no podía evitar sentirse a gusto con la poca iluminación del lugar, los candelabros le recordaban en parte a los de aquella antigua mansión en Chaos, donde fiesta tras fiesta negra se sucedia para satisfacer los deseos más bajos de sus familiares que de tanto en tanto gozaban de abandonar el infierno por al menos un rato.

Con delicadeza llevó la diestra hasta detrás de su cabeza para así tomar una de las katanas, esta tenía una funda de obsidiana, con algunos detalles en plata, eso sin mencionar la hoja que contenía dentro, de excelente calidad forjada por antiguas manos hacía ya un par de siglos. Fue entonces cuando extendió una hacia el contrario, a la espera que la tomase y examinase cuanto deseara, realmente no le importaba en lo más mínimo. –Son armas gemelas, una igual a la otra. Pasaron de generación en generación de una familia a la cual no conocí, sin embargo, por situaciones que ni yo misma se desentrañar, terminaron en mis manos como un obsequio…o algo así-

-¿Por qué este sitio? No me incomoda en lo más mínimo, pero si debo recalcar que despierta mi curiosidad- Ese susurro en tono de pregunta salió de sus labios sin censura alguna o siquiera timidez, sería justamente porque saciar su curiosidad era más importante o pesaba más que cualquier otra cosa en ese segundos, al menos eso pensaba la hibrida. –Sin ánimos de ofender, noté en la reunión cierto aire sombrío sobre su persona, y creo que acabo de confirmarlo en ese momento- Explicó sonriendo a nueva cuenta, con absoluta tranquilidad tanto en su semblante como palabras que profería al ex convicto.
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Invitado Mar Abr 07, 2015 11:50 pm

Extendió la diestra para tomar la empuñadura del arma de las manos de Isela, observando con sumo cuidado cada detalle por más pequeño que fuera. A simple vista no ostentaba nada extraño, parecía ser una katana común como tantas otras, pero su delicada forja hizo que el nigromante navegara en un mar de recuerdos. Mantuvo el sosiego al tiempo que reptaba el dedo índice de la mano tatuada sobre la hoja, como si fuese una serpiente acechando a su presa. El pentagrama plasmado en su mano parecía arderle con cada centímetro recorrido, y eso no hizo más que robarle una tenue sonrisa.

Interesante souvenir —dijo sin un ápice intencionado de devolverle el arma, por el momento—. Esas situaciones que ni usted sabe comprender, no será hurto, ¿cierto? Odiaría tener en mis manos una reliquia robada. —Concluyó entre carcajadas, ladeando la vista al cráneo del difunto hechicero.  

Guardó silencio escuchando el interrogante de la pelinegra, observándola a los ojos mientras movía la boca. El panteón de una catedral reconocida no parecía incomodarla, pero sí despertaba su curiosidad, atributo del cual Raeghor no carecía.

¿Y por qué no? —Contestó en forma de pregunta—. Una revolucionaria reconocida y un prófugo de Arcadia, dudo que ambos podamos pasar en público sin alzar unas cuantas miradas indiscretas, en cambio los muertos son más reservados. Pero si deseas estar al alcance del temple del Lord, por mí está bien. ¡La vida se torna aburrida si uno no corre riesgos, y muy corta si se vuelve adictos a ellos!

El comentario sobre su aura siniestra no hizo más que provocarle una sonrisa, sin quitarle las manos de encima a la gemela.

Nunca me ofendería, es mi naturaleza —aclaró mientras volvía al deslizar el dedo sobre la hoja, pero esta vez encima de la parte sin filo—. Al contrario, lo tomo como un cumplido. No está en mí ser alguien normal, y me encantan las personas que saben notarlo. Dígame, señora Adramelech, ¿le atrae lo sombrío?

La pregunta no iba referida a su persona, aunque bien podría darse la confusión, él hablaba sobre el arma que empuñaba con la diestra, llena de misterios que ni siquiera ella lograba descifrar. La envidia parecía surgirle desde el interior, pero sin manifestarse en su cara, él había pasado décadas buscando el Libro de los lamentos, y ella tenía consigo dos espadas de un poder similar y ni siquiera se daba cuenta de ello. Abandonó el altar donde se encontraba sentado, pisando y quebrando la mano sobre el piso, dio un par de pasos alejándose de ella, no muchos para que no creyera que intentaba huir con su pertenencia. Blandió el filo con ambas manos, cortando el aire de arriba hacia abajo, y de izquierda a derecha.

¿Qué opinas? —Cuestionó al viento sin dirigirle la mirada a la mujer—. ¿Tú crees que puedan ser ellas? Ah, ya veo, así que también piensas lo mismo que yo. Pero debo admitirlo, tengo cierto recelo porque ella porte estas armas sin saber el poder que tienen. ¿Cómo dices?... ¡Por favor, ya supéralo! ¡El anillo no te sirve para nada, estás muerto!

Desvió la mirada hacia Isela, dándose cuenta de que había levantado el tono más de lo usual, aclaró su garganta mientras desajustaba la bufanda oscura que lo protegía del frío otoñal. Recobró la compostura y se acercó hasta ella, extendiendo el mango de la katana para que le fuese más fácil recuperarla.

Al ser un regalo imagino que no estás considerando deshacerte de ellas —inquirió en tono de duda—. Pero en caso de estar interesada, me gustaría ser un posible comprador, bueno… más bien un intercambio. —Recordó su escasez de dinero, por no decir completa falta de capital.  

Por desgracia no me interesa timar a una mujer de su calibre —se sinceró encogiéndose de hombros—. No sé quién se las haya regalado, pero desearía haberlo conocido antes que usted. La marcha de la muerte; así son vulgarmente conocidas esas katanas, y el nombre no les queda nada mal. Como soy un hombre honesto y de principios, me pongo a su entera disposición para ayudarle a desenmarañar el misterio con el que están envueltas. Pero no soy tan bondadoso, me gusta intercambiar el conocimiento por más conocimiento. Si usted me enseña algo de utilidad, yo lo haré lo mismo.  
Invitado
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Isela A. Ichinose Miér Abr 08, 2015 1:21 pm

-Nunca he tenido la necesidad de tomar algo que no me pertenece- Sentencio en un tono calmo de voz mientras el contrario examinaba una de las katanas. Por ese entonces, la hibrida recorrió un poco más el recinto e inevitablemente terminaba por inclinarse para sostener entre sus delicadas manos la calavera, examinándola sin ninguna intención en particular durando unos escasos segundos para luego solo dejarla donde la había encontrado. –Ciertamente no tengo ninguna intención de volver a ponerme frente al Lord en estos momentos, su poder es devastador y pude comprobarlo en cada centímetro de mi persona. De todos modos, solo es cuestión de tiempo…- El fantasma de una sonrisa un tanto lúgubre se dibujó en ese pálido semblante por unos instantes, antes de que simplemente se volteara y acortara distancias hasta quedar frente a él por segunda vez.

-Como hija legitima del demonio Adramelech supongo que lo sombrío sería la única normalidad a la que puedo aspirar, si eso responde a su pregunta, señor Lan caster. Por el momento me temo que son necesarias, pero no tendría ningún problema en otorgárselas en su momento, puedo prometer que si algo me pasa…puede tomarlas- Desvió entonces la mirada hacia el difundo, para luego sonreír a nueva cuenta y posar una mirada algo inquisidora sobre el pelinegro. –Creo que eso no tendría que aclararlo, usted es la clase de hombre que toma lo que quiere cuando le place-

-Voy a ser directa, no quiero hacerle perder el tiempo. Necesito que usted me ayude a perfeccionar mis habilidades, sin embargo…esa vez quiero ir un peldaño más abajo. Necesito hacer un ligero “trato” con la muerte, y usted puede brindarme esa posibilidad, a cambio…yo le enseñaré la habilidad que desee, tiene mi palabra- Efectivamente, Isela consideraba la palabra como algo muy importante, con cierto peso definitorio, más aun entre personas que consideraba como posibles aliados ante diferentes situaciones. Dejó escapar un mínimo suspiro, resignada quizás por verlo hablar con quién sabe que ente, o puede que incluso el caballero estuviera un poco loco al respecto, sin embargo, ella no era quien justamente para recriminarle. Finalmente extendió la mano izquierda para así volver a tomarla, dirigiendo una mirada un tanto vacía hacia la misma.

-El mayordomo que trabajaba en la mansión donde pasábamos algunas estadías las poseía hacía ya un tiempo largo, pero él jamás pudo con ellas…O eso decía, no me dio más información, simplemente me las otorgo confiado de que lo mismo ocurriría en mi caso. Hasta ahora al menos las he usado como armas normales- Cerró los ojos unos ligeros segundos, recordando inevitablemente algunos sucesos de su pasado. –Estoy segura que en todo caso, usted podría ayudarme, favor por favor- Terminó entonces por extender la diestra hacia él, sin dejar de observarle fijamente a los ojos ni por un segundo tras ese breve descanso visual que se había tomado. Estaba claramente dispuesta a poner lo mejor de sí para el entrenamiento, como así también para enseñarle cualquier habilidad de las que estuvieran en su haber.
Isela A. Ichinose
Isela A. Ichinose

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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Invitado Mar Abr 14, 2015 3:18 pm

Prestó atención a la historia del mayordomo, rascándose la barbilla mientras escuchaba. Entrecerró los ojos con la vista gacha, enfocada en el suelo. Según contaba la mujer, el anterior dueño de las espadas no había conseguido despertar el poder que estas poseían, y no era de asombrarse. Cuando abrió de nuevo los orbes bermellón, los fue subiendo con cautela hasta centrarse en los de Isela, al tiempo que borraba la falsa sonrisa del rostro. Se mostraba pensativo, con el porte firme pero las ideas desorganizadas. Había encontrado en ella un ser interesante, todo aquel que deseara meterse por propia decisión en el arte de la nigromancia, era porque no estaba consciente de lo que se pierde en el proceso. Pero su figura, si bien parecía delicada escondida detrás de aquella capa, no temblaba a la hora de pedir las cosas.  

«Me gustaría saber desde cuándo los demonios legitiman a sus bastardos —pensó, esbozando una sonrisa de un chiste que sólo él entendía—. Pobre, pensando que puede hacer tratos con la muerte. ¿No sabe que esa maldita perra no hace tratos con nadie? Siempre termina ganando, es paciente, fría, y no le gusta que toquen sus cosas, lo sé por experiencia»

He de ser claro desde ahora —advirtió el nigromante—. Si lo que busca en ese trato es la inmortalidad, puede que yo sea el hombre indicado para intervenir. —Y no mentía, según el concepto que ella tuviera de inmortalidad. Las páginas de su libro siempre estaba abiertas para quienes buscaran la vida eterna… eternamente esclavos de los deseos de Raeghor. Pero como buen arcano que era, nunca decías las cosas claras y concisas, siempre dejaba una estela de duda en sus palabras.  

Pero si lo que busca es danzar con los muertos… —su hilo de voz se tornaba más firme, orgulloso de sí mismo—. Definitivamente soy el hombre al que acudir.

Me ha contado sobre su mayordomo, pero no me ha contado qué le ocurrió —aclaró, en tono dubitativo—. «Trabajaba en la mansión» Me queda claro sus actividades han cesado, despedido quizás, muerto tal vez, renunciar sería otro posibilidad. Puede que su padre se haya cansado del mismo rostro, y bueno… es sabido que algunos demonios gustan de matar por placer.

Por lo general, estos objetos sólo responden a un Amo, y la forma de ganarse su lealtad es matando al anterior usuario. —Explicó—. Si el mayordomo no pudo con ellas, obviamente no se manchó las manos con sangre, por lo menos no de la sangre correcta. Así que deberíamos hacer una prueba. —Sonrió de forma sádica antes de seguir hablando—. Busquemos al celador del cementerio, y mátelo a sangre fría. Quizás así las katanas la reconozcan de momento.  

Matar por matar no era una idea que le callera bien a cualquiera, pero si no podía con eso, ¿cómo podría manejar a ese par? De lograrlo, traería de vuelta al hombre, como el primero de tantos esclavos, quizás.

Pero antes de ayudarla, me gustaría saber en concreto qué ganaré —no pasó por alto ese detalle, como tampoco pasó por alto tantos otros. Ella aún no le había ofrecido una habilidad, sólo la que Raeghor deseara, pero la pregunta estaba en qué poderes poseía Isela. —. Una demostración de lo que sabe hacer sería apropiada, aquí dentro o afuera, no tengo problema. También puede mostrármela empleándola con el celador, ahorraríamos algo de tiempo, sólo hay que buscar al pobre tonto que debió quedarse en casa esta noche. Pero recuerde rematarlo con la katana, o de nada serviría.
Invitado
Anonymous

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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Isela A. Ichinose Dom Abr 26, 2015 4:15 pm

Esa delicada sonrisa se mantenía dibujada en el semblante de la chica en todo momento mientras le observaba fijamente a los ojos, claramente ella jamás dudaba de con quienes se relacionaba, ¿por qué? Porque consideraba que en la vida todo debía probarse o arriesgarse incluso a acudir a dichos secretos oscuros que escapaban del entendimiento de la gran mayoría de los mortales. Cabía destacar que la hibrida carecía del temor a la muerte, pero este sentimiento se había reforzado más en ella luego de recibir el ataque directo del Lord, donde creyó por segundos experimentar peores dolores que los que padecería en el infierno seguramente tras su retorno.

Suspiró finalmente, rodando los ojos hacia un costado para luego encogerse de hombros sin problema alguno, restándola algo de importancia al asunto en referencia al trabajador que había ejercido sus oficios para lord Adramelech tantos siglos. -¿Él?, seguramente en el infierno, hasta donde se ha estado varios siglos al lado de mi padre pero…¿Qué son para un demonio los parámetros de tiempo en los que se rige este mundo? Ciertamente nada, señor Lan Castarer- Ese tono de voz ligeramente filoso pero asertivo no la abandonaba en ningún momento, justamente porque bien propio era de la pelinegra tener esas tendencias algo aristocráticas. –Pero él no estará dispuesto a cooperar conmigo, no al menos si no recibe una orden de su señor- Enfatizó con algo de ironía respecto al mayordomo, comenzando por ese entonces a subir por esas escaleras en clara salida del mausoleo, esperando que el contrario pudiera seguirle desde atrás.

-Usted es el hombre correcto, yo no perdería tiempo aquí ahora mismo si no lo creyera capaz de adentrarme en este mundo, el precio me da igual, yo no tengo nada más que perder- Aseguró en clara referencia a que “jugar” con la muerte nunca era gratis, ella vendría tarde o temprano a tomar lo que le pertenece y un poco más, ¿pero que importaba? A Isela le esperaba un tormento casi infinito por traicionar a su padre, el resultado sería el mismo…así que pretendía vivir siempre al extremo sin importarle nada más. –Tengo dominio sobre el viento, la electricidad, luz, oscuridad, fuego y capacidades curativas bastante aceleradas…Usted verá que puede tomar de eso- Sin mirarle pronuncio tales decididas palabras en estado de serenidad total, puesto que a fin de cuentas no mentía en cuanto a lo que podía ofrecer como para retribuirle. –Será sencillo, la sangre bañará la hoja, no se preocupe-

Claramente no le temblaría la mano para arrebatar vidas, no si con eso podría alcanzar sus objetivos inmediatos, Isela había pasado poco tiempo en la Tierra, por lo que su capacidad para generar lazos con terceros sin conocerlos aún era prácticamente estéril. Era una mujer que nunca le importaba el qué dirán, o que pensaran, no…todo lo contrario, ella viviría su vida al máximo, la disfrutaría, haría lo que le viniese en gana cuando se le ocurriese…Su libertad de acción era infinita incluso al lado de Takumi, quien irónicamente había sido el único incapaz de desear ejercer control sobre ella en esos aspectos.

Ni bien cruzó el umbral de la entrada posó su atención en la cantidad de lapidas del exterior, las hojas secas siendo mecidas por el viento de la noche como así también disfrutaba de sus cabellos mecerse hacia un costado, sentir las ráfagas leves atravesar cada hebra con sumo cuidado. De forma repentina le observó por encima de su hombro derecho, con cierta preocupación sumamente escondida entre esos ojos violáceos con reflejos celestes.

-Sin embargo…No es ningún secreto para usted tampoco que mi cabeza tiene precio, mucha gente desea verme muerta. No puedo morir todavía, tengo demasiado que hacer pero…llegado el caso, señor Lan Caster…¿Usted podría revivirme?, del modo que sea, bajo las condiciones que sean y usted crea apropiadas. Claramente no tiene por qué aceptar, pero sería una misma cadena de favores a cambio de sus servicios…claro que esa no sería la palabra correcta- Jamás en toda la noche había hablado tan en serio, ella no pensaba dejar este mundo así como así sin antes ver al Lord sumido en la profunda desesperación, ciertamente se regocijaría con esa escena hasta el hartazgo pero comprendía que ante eventualidades debía tener un “seguro de vida”, aparentemente ese hombre extraño de piel pálida o sonrisa misteriosa poseía lo que ella deseaba. Confiaba plenamente en sus propias habilidades, pero siempre era bueno tener un plan “b”, o así creía la precavida jovencita. –No puedo morir hasta hacer añicos la estructura denominada Lord- Sentencio por ese entonces sujetando una katana en cada mano, dejando escapar otro suspiro de resignación segundos antes de cerrar los ojos.

Se mantuvo con ese semblante de serenidad casi total, percibiendo toda posible energía viva al menos que merodeara por los alrededores, esto le llevó un tiempo prudencial, dos o tres minutos en los que se entregaba al silencio total del cementerio, analizando una por una todas las presencias que venían hacia ella, a su mente. La mayoría de fallecidos, sin embargo, una resaltó de lo común, siendo posiblemente el hombre que estaban buscando. Finalmente comenzó a caminar en esa dirección a paso calmado pero asertivo, manteniendo la vista ligeramente entornada pero en el frente.

-Por aquí, por favor-
Isela A. Ichinose
Isela A. Ichinose

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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Invitado Jue Mayo 07, 2015 12:31 am

Con la precisa cautela siguió los pasos de la mujer rumbo a los escalones para salir de la cripta, al tiempo que le prestaba atención a sus palabras. Si bien Raeghor no conocía más que el nombre y su palpable sed de poder, no creyó que en la vida de Isela todo fuera penas y angustias. Nada que perder. Esa frase quedó resonando. Recordaba haberla visto sentada al lado del líder de los revolucionarios, pero la relación que ellos compartían le era desconocida. Pero sin dudas, lo que más le impresionó fue su pregunta. Revivirla. ¿En serio? Claro que podría traerla de vuelta al plano físico, pero si supiera que pasaría el resto de la eternidad como una esclava del nigromante, no le habría hecho esa petición.

Cada alma sellada en el Libro de los Lamentos imploraba con agonía el día en que Raeghor se aburriera de ellos y arrancara la hoja donde se alojaban sellados, la hiciera un bollo y la tirara al fuego para deshacerse de una marioneta. El fuego era un destino mejor que servirle en sus retorcidos caprichos.


—No creo que no tenga nada que perder, la vida es una caja de sorpresas, y así como quita con una mano, también da con la otra. —Mencionó en tono lento. —En el caso de que usted muera, tal vez haya una persona que la llore o como mínimo la extrañe. Pero sí, sí puedo revivirla. Puede estar tranquila, le doy mi palabra, si algo le pasa yo me encargaré de que usted vuelva. —Pero nunca prometió nada de cómo volvería, nunca prometió nada de que su personalidad quedaría intacta, nunca prometió que su fuerza de voluntad siguiera siendo tan fuerte como ahora.

El viento le golpeaba en la cara como si fuese una fría cachetada, sus hebras negras y la bufanda protegiendo su cuello danzaban de forma violenta, moviéndose sin compas. Aún no había decidido qué poder aprendería de la mujer, tenía un amplio repertorio, no lo negaba, y la idea de controlar el viento le hacía agua la boca. Un elemento libre como lo era él, práctico, que se podía usar en cualquier marco. No había un escenario en que el viento faltase.
 

—Me decanto sobre el dominio del viento. —Eligió al fin.

No tardó en comprender que ella le había mentido, o eso creyó. Entrecerró los orbes cuando le indicó el camino a seguir. Si tenía un poder que le permitía encontrar personas, lo había omitido, quizás sin querer, o tal vez no. No musitó palabra alguna sobre sus pensamientos, y simplemente la siguió dos pasos por detrás. Volvió a recordar la reunión de los revolucionarios, parte del dialogo de Isela en específico. Un castigo impuesto. No recordaba si la azabache había mencionado cuál fue dicho castigo, pero intentaría averiguarlo.

—Me cuesta creer que una dama de su calibre tenga el corazón cerrado, es una pena, no creo que pretendientes le falten. —Hizo una leve pausa sin esperar respuesta—. ¿Por qué busca con tanto afán destrozaron la figura del Lord? No me refiero a una venganza, ni menos para que el pueblo quede libre de un dictador. No me creo esos cuentos. Hay algo más, ¿cierto? Algo que le hace odiar al hombre, y no creo que sea la forma en la que gobierna.
Invitado
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Privado Re: Los muertos danzan por la noche —Priv Isela |Entrenamiento|

Mensaje por Isela A. Ichinose Jue Mayo 07, 2015 1:25 pm

-Usted me traerá entonces, muero de curiosidad por saber el precio y condiciones por acceder a tal cosa- Mencionó en lo que esa sonrisa leve volvía a dibujarse en el semblante de la jovencita, quien por ese entonces disfrutaba al máximo de sentir la brisa gélida acariciando su piel. Ella bien podría soportar fríos extremos, después de haberse criado en el mismo infierno, en cercanías al último círculo infernal donde tal temperatura podía incluso congelar al mismo sol, o eso se decía. El frío de Tempus no significaba nada para la fémina de negros cabellos que se desenvolvía siempre con tanto misterio y soltura…poseedora de un orgullo obstructivo comandado por una parte de sí misma que temía pero que a fin de cuentas la hacía sentirse increíblemente libre.

Por ese entonces ambos iban deambulando entre las frías tumbas en busca de la persona elegida para continuar con dicho escabroso entrenamiento, necesario para alimentar esas ansias de poder que guardaba de forma recelosa Isela en el interior de su corazón, si es que lo poseía a esas alturas. Su vida había cambiado drásticamente desde que Takumi la había sacado del ejército, había pasado momentos gratos pero también los dolores o tormentos más intensos desde que terminó cayendo bajo la mano de aquel repudiado monarca.

-Ah, ya veo, el viento, un elemento bastante liberal para una persona que parece poseer la misma cualidad…Elemento de aproximación o que bien puede alejar lo no deseado, se requiere constancia pero no una personalidad excesivamente dominante como conlleva controlar el fuego, por ejemplo. Y creo que al finalizar este pequeño tramite podríamos dedicarnos a eso- Musitó siempre con ese tono de voz bastante tranquilo, sereno, buscando con la mirada algún indicio de terceras presencias físicas que pudieran entorpecer el entrenamiento, aunque de tanto en tanto bien podía leer las dedicatorias de algunas lápidas.

-Verá usted, normalmente en los ámbitos donde me manejo las emociones pueden perjudicarme, por otro lado yo siempre he sido así, más racional que emocional…aunque…hay personas que son la excepción, la idea es no apegarme a ellas, ni ellas a mí, por el bien de todos- Parpadeó curiosa, observándole un poco más cálida que en veces anteriores, dejando escapar una pequeña risita en lo que al mismo tiempo llevaba la diestra hasta sus propios labios. -¿Pretendientes?, puede ser, en un pasado…La verdad si ha ocurrido no me di cuenta, suelo ser un poco distraída en esos aspectos, más aún al estar casada con Takumi- Se replanteó el hecho de ciertamente haberse casado demasiado joven, con apenas dieciocho años cumplidos, aunque no se arrepentía claro está, cada hecho en su vida había sido preciso y justo según lo que se presentaba.

Detuvo su andar abruptamente al sentir el sonido de pasos aproximándose lentamente aunque por el momento nada podía verse, simplemente se captaba la presencia además del sonido de tales pisadas un tanto pesadas por el lugar. Automáticamente giró el rostro hasta el azabache, atendiendo a su pregunta, una bastante peculiar que al menos nadie se había atrevido a formularle.

-Verá, señor Raeghor, es un poco de todo…Viví durante años bajo la opresión de mi familia y hasta hace no mucho empecé a ser libre, yo creo fervientemente en que cada uno tiene lo que merece, si debo serle sincera…no busco la libertad de un pueblo que obviamente no otorgó la mía. Pero Takumi es la persona que elegí para acompañar, debo apoyarlo cueste lo que cueste…a que pueda obtener su preciada venganza, él me dio libertad…yo le corresponderé con paz- Suspiró ligeramente, volviendo a entornar la mirada, absorta en sus propios pensamientos. –Es por eso que no puedo dejar este mundo todavía, no hasta enfrentarme por segunda vez al Lord con un resultado definitivo, ¿comprende?. Juré ser la espada y el escudo de Takumi en ese momento…yo nunca falto a mis palabras, cuando todo acabe ya veremos que ocurre…si sobrevivo me gustaría poder poseer una vida normal, tranquila. Si el destino dicta otra cosa, aceptaré mi momento sin oponerme- Esa jovencita era completamente firme en sus decisiones o dictámenes, a pesar de que muchos la veían como una chiquilla algo callada o ambiciosa, era mucho más de lo que solía mostrar, Isela también poseía sentimientos o sueños que había postergado hasta que fuera el momento oportuno.

-También es por algo personal, el Lord se ganó mi odio en aquella noche, me atacó de una forma bastante sucia y cobarde, gracias a él pase situaciones aterradoras en Arcadia, así que bien podría decirse que lo anterior también va acompañado por odio personal, señor Lancaster- En esos momentos, la voz de un hombre tanto mayor distrajo a ambos, logrando que Isela le dedicara una mirada un tanto indiferente ante tal falta de educación por parte del extraño que a toda costa exigía saber que hacían esos extraños en el cementerio que custodiaba con tanto recelo, más aun a esas horas de la noche.

-Pero vaya descortesía- Recriminó siempre en ese tono de voz altivo en lo que llevaba la mano izquierda hasta los cordeles delicados que sujetaban la capa de la fémina, desatando los mismos para terminar quitándosela y ofreciéndosela al contrario. -¿Podría usted? Será rápido- Prometió segundos antes de lanzarse contra el contrario en rápidos movimientos casi felinos…en su derecha sostenía una de las katanas, mientras que la otra permanecía sujeta todavía a su cintura para más comodidad a la hora de maniobrarlas.

El celador del cementerio no dudó entonces en intentar algunos ataques mágicos algo nervioso, o incluso crear un campo protector para impedirle a la fémina aproximarse y así salvar su vida del repentino ataque. La hibrida gruñó ligeramente ante ese escudo mágico que no dudo en romper utilizando la misma katana que sostenía con la diestra, previamente rodeándola de electricidad en el segundo de clavar con fuerza la punta del arma sobre el escudo. -¡Suficiente!-

Blandió su arma con tal destreza única, profiriendo un corte en diagonal a la altura del cuello ajeno mientras que desenfundaba la restante para clavarla directamente sobre el estómago hasta hacerla traspasar ejerciendo un poco de fuerza adicional. El tono carmín de la sangre comenzó a bañar las hojas de las armas con rapidez, la vida simplemente escapaba de los ojos de aquel hombre que serviría a sus planes, el cual iba desplomándose poco a poco en un charco de sangre mayor que impregnaba hasta la tierra misma.

Esa brisa gélida movió a nueva cuenta tanto los cabellos largos de ella como lo pliegues de ese vestido color celeste que llevaba puesto, siendo este aproximadamente de largo hasta sus rodillas o un poquito más arriba…el silencio sepulcral fue interrumpido abruptamente por el graznar de algunos cuervos que se encontraban divisando la escena cual sádicos espectadores sobre las retorcidas ramas de los secos árboles que habían perdido belleza total a causa del intenso frio.
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