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Mejora de Armamento 1 Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) 26/5/2016
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El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

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Privado El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Dom Abr 10, 2016 4:16 pm

Toru se sentía mas contento que los meses anteriores, el frío que lo hacía sentir a él y a todos los draken incómodos debido a que su capa de pelo no solía ser suficiente y debían llevar varias capas de ropa, lo cual molestaba a la mayoría de ellos. Por fin Toru había podido salir con un taparrabos y un chaleco sin mangas, lo cual lo hacía sentir libre y mucho mejor que de costumbre, sobre todo porque la primavera ya había comenzado. Aunque fuera bueno por la parte en la de poder llevar menos ropa molesta, era malo en lo referente a que empezaba la época de "celo" para los draken, para lo cual tenían que beber diariamente un asqueroso té o infusión que sabía a rayos para mantenerse centrado en algo mas que hacer travesuras entre ellos.

Toru, que odiaba beber aquella infusión, prefería un método, no tan efectivo pero que al menos servía para las primeras semanas de la primavera, que no era otra cosa que el ejercicio físico, lo cual estaba mas que acostumbrado. Ya había participado en un torneo en el gran coliseo y participaba de 3 a 5 veces al mes en las distintas representaciones de lucha, pues hacía años que nadie moría realmente en la arena, como mucho a veces se rompía alguna nariz o algún hueso. Toru seguía un duro entrenamiento con la espada, que era su arma favorita. También sabía manear el arpón, pero eran pocos los que usaban dicha arma en la actualidad. El draken llegó a su zona favorita de entrenamiento, las termas cerca de su pueblo, donde pocos draken iban, en realidad, donde poca gente iba, de echo Toru solo se había encontrado una vez con otra persona en aquel lugar y no fue un encuentro del todo agradable.

Se desnudó con total tranquilidad, sintiéndose mucho más cómodo que con cualquier prenda de ropa. El draken practicó con un  bastón de madera que dejaba en el lugar, pues solo lo usaba para calentar los músculos y era fastidioso llevar peso extra u objetos voluminosos. Empezó con una serie de estiramientos, ayudándose del bastón, moviendo la cintura, flexionando las rodillas, rotando los hombros, agachando la cabeza tratando de tocarse los pies con el morro y cosas por el estilo. La cola siempre la mantenía a media altura, para mantener el equilibrio, excepto cuando se agachaba mucho, que la alzaba del todo. Luego empezó con movimientos de combate, tanto de defensas como de ataque, haciendo girar el bastón en sus manos, por detrás de sí, atacando también con los pies y la cola. Pronto la humedad de las aguas termales en torno a la que luchaban, cubrieron su pelaje, pegándolo al cuerpo, haciendo que sus formas se hicieran mas evidentes. Aun así, no se distinguía a simple vista si el draken era un macho o una hembra, pues los genitales estaban ocultos bajo la piel, como en caso de los reptiles, aunque los draken tenían pelaje y no escamas. Solo un ligero abultamiento indicaba el sexo del draken.

Tras acabar el calentamiento con el bastón, Toru cogió su espada, empezando también una serie de ejercicio mas intentos que incluso hacían gruñir al chico por el esfuerzo. Por mucho que trabajaba y se esforzaba, una y otra vez se le venía a lamente la sonrisa de una draken, el guiño de otra o el movimiento de cola de una tercera. También se le venía a la mente algún chico, pero Toru prefería las hembras, aunque todos los draken fueran bisexuales por naturaleza. Las aguas termales se encontraban rodeadas de un círculo de piedras planas por la parte superior, eran de color gris oscuro o negras y desprendían calor. La hierbe crecía verde y alta a un par de metros de la zona rocosa y los árboles estaban llenos de brotes verdes y de flores. Uno almendros y cerezos llenaban el lugar con su fragancia, soltando pétalos blancos y rosas que flotaban por el lugar, cayendo sobre las aguas y sobre el draken, que concentrado no se percataba en aquel espectáculo.


Última edición por Toru D. el Mar Jul 05, 2016 7:41 am, editado 1 vez
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Lun Jun 27, 2016 11:20 pm

El barco en el que se había metido como polizón atracó tras varias horas de viaje. Había sido todo muy movido dentro del barril, a pesar de que iban atados con cuerdas. La ginoide pasó desapercibida incluso en el momento de escapar del barril una vez en tierra y salir corriendo. Solo llegó a escuchar, en la distancia, la exclamación de un marinero por ver el cargamento vacío y abierto. Luego se reunieron, pero no encontraron nada, así que continuaron su trabajo. Myridian salió del pueblecillo para encontrarse con una extensa pradera y al fondo, una enorme cordillera que le cortaba el paso. Debía pasar por allí, no tenía más opción, aunque tampoco sabía a dónde ir. El destino era incierto, cruel, pero siempre castigaba la maldad y ella solo podía encontrar la felicidad en la preciada superficie.

Myridian utilizó su capacidad para volar encarnando su segundo cuerpo. Recorrió la pradera con facilidad hasta las montañas, donde aterrizó con pasmosa sutilidad. No podía pasarlas por encima porque no tenía el poder de alcanzar toda la altura que quisiera. Tampoco tenía energía suficiente como para atravesar toda la zona volando. El terreno era accidentado, lleno de obstáculos que molestaba evitar. Rocas que apartar y caminos que despejar de furiosas ramas vivarachas agitadas por las corrientes de aire. La joven detectó una gran fuente de calor y al activar la vista infrarroja, supo que se trataba de unas aguas termales. Quizá cerca hubiera un asentamiento en el que conseguir algo, no sabía el qué. Comida tal vez.

En las proximidades, la visión infrarroja mostró algo más, un ser vivo moviéndose. Myridian se escondió tras los árboles y se limitó a observar con curiosidad. Lo cierto es que había pensado que se trataba de un humano o un semejante, pero era... Bueno, no sabía lo que era. Una criatura de baja estatura, con el cuerpo cubierto por un extraño pelaje: Una cola muy larga se ondeaba detrás de él. Era como un reptil mamífero, algo que no estaba en su base de datos. Iba armado, ella también, podía ser una criatura hostil juzgándolo de esa forma, pero si sostenía un arma, debía ser inteligente. Quizá podía intentar hablar y en caso de que resultara peligroso, siempre podía encararle. Estaba preparada para eso. Salió del escondite, lanza en mano, acercándose a él, manteniendo una distancia segura.

-¡Suelta esa espada!- Exigió, frunciendo el ceño. -¡Y date la vuelta!

El traje negro bien ceñido al cuerpo, remarcaba las curvas de diosa, creadas por los informáticos más perturbados. Le habían construido el cuerpo ideal con el que soñaban muchos hombres: Un rostro adulto pero con facciones dulces. Una mirada luminosa y penetrante, con un brillo esmeralda atrayente. El vientre plano, sin imperfecciones, suave y delgado, junto a las piernas, torneadas. Los brazos finos y fuertes, con los dedos de las manos habilidosos. Los pechos bien exuberantes, más grandes que los de su forma normal, para fascinar a la mayoría de hombres, aunque para ser sincera, Myridian no se sentía muy bien con lo que tenía. En el fondo, temía volver a ser secuestrada. Sabía que no podía aislarse de la población en la superficie, pero no sabía cómo asegurarse de que no intentarían hacerle nada. Si el dragoncito se ponía de espaldas, desarmado, ella al menos se sentiría más segura. No le iba a hacer daño a no ser que él empezara primero.
Myridian Ninmehl
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Lun Jul 04, 2016 8:35 am

Al estar la zona de las termas medio cubiertas en partes, abiertas al exterior por un gran socavón en el techo, Toru no se percató de la llegada de nadie, principalmente porque no se esperaba que nadie entrara por el socavón en el techo. Además, por fin había conseguido librar su mente de las chicas drakens, de sus sonrisas, sus caídas de ojo o su forma de mover la cola provocativamente al caminar. Está totalmente centrado en la espada y los movimientos que hacía. Su respiración era entrecortada y su cuerpo estaba cubierto de sudor. Su cola se mantenía alzada para el equilibrio, sus pies separados y sus rodillas ligeramente flexionadas. Estaba de espaldas a ella cuando la chica decidió hacer su entrada.

Sobresaltado Toru lanzó un grito de sorpresa y la espada casi se le escapa de entre las manos, haciendo un grito peligroso que pasó peligrosamente cerca de uno de sus pies. Lanzo un grito de dolor, soltó la espada y se llevó las manos a su pie herido dando saltitos sobre el otro, por suerte solo se había hecho una herida superficial. Su cerebro tardó en procesar de que aquella voz indicaba que no estaba solo y le había ordenado darse la vuelta. Lo hizo girando sobre el pie sano mientras apoyaba el otro con cuidado, instintivamente se llevó las manos a la entre pierna, aunque no había mucho que tapar ya que todo quedaba oculto bajo la piel, pero de algún modo le ayudaba a sentirse menos indefenso. Al ver la lanza que sostenía la otra persona, miró de reojo su espada, tirada a un lado.

-¡¿Qué diablos haces?! ¿Pretendes matar a alguien del susto?
-Gritó indignado y ruborizado, pues una cosa era ir como los dioses lo habían traído al mundo estando solo y otra distinta era aquello, pues vivir entre otras especies lo habían hecho ser un poco pudoroso, al menos un poco.

Gruñó un poco al ver que la otra parecía muy dispuesta a usar aquella arma, trató de calmarse un poco e ignorar el pie herido y el hecho de que estaba desnudo. Necesitaba tener las manos preparadas por si la otra persona decidía atacarle, de modo que algo reticente y con rostro impasible apartó las manos de su entre piernas, dejándolas libres por si debía bloquear la lanza o algún otro ataque.

-Este lugar es de acceso público, de modo que si te molesta mi presencia aquí te fastidias…- Dijo mientas movía la musculosa cola a su espalda.- No sé si eres de por aquí, pero está mal amenazar a la gente con cosas afiladas… ¿De modo que por que no bajas esa cosa y hablamos de forma civilizada?- Dijo mientras calculaba si le daría tiempo de coger su espada antes de que la chica decidiera ensartarlo con aquella lanza.
Toru D.
Toru D.

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Lun Jul 04, 2016 8:58 pm

La extraña criatura se asustó, hiriéndose sin que ella tuviera que acercarse. Apenas un corte que sangraba había sido el resultado, pero gracias a eso, Myridian dudó de que intentara hacerle algo. Ni siquiera era capaz de averiguar su sexo, ya que no podía fijarse en ciertos puntos clave. Su voz sonaba bastante infantil, todavía un poco aguda como para considerarle un hombre. Podía ser una hembra perfectamente, aunque tampoco tenía pechos. Sin embargo, esto no significaba nada, porque otros animales tampoco los tenían de manera notable y podían ser hembras. Por el momento se consolaba sabiendo que herido, aunque fuera un poco, no era una amenaza y podía bajar la lanza, pero no soltarla, eso nunca.

-No intentes hacerme nada o te mato.- Amenazó, solo para avisar.

La punta del arma rozó el suelo y terminó ligeramente hundida. La mano de la ginoide seguía sosteniéndola desde arriba, liberando la otra mano para dejarla en la cadera. No se fijó en su entrepierna porque probablemente, era una de las cosas que más odiara en estos momentos. Sobre todo pensando en que ese reptil pudiese violarla, que esa era la principal razón por la que permanecía arma en mano, sin bajar la guardia. No quería volver a sufrir.

-Detecto un intento de diplomacia en tus palabras...- Cerró los ojos y ladeó la cabeza durante un momento. -Aparta esa espada de donde estás y me creeré que no eres hostil.

Tampoco pretendía decir abiertamente de qué se defendía exactamente. Prefería camuflarlo con un temor a que fuera un bandido simple o un guerrero agresivo. Poco después, dejó de estar en contacto con su arma. Se mostró dispuesta a hablar con algo más de calma, sus acciones delataban a la joven, que había suavizado la mirada, no tanto así la expresión de sus labios. Miró a todas partes, no veía nada más que las piedras que rodeaban la piscina termal. Hacía calor por la zona, lo que resultaba curioso porque en la montaña había sentido algo más de fresquito.

-Disculpa pero tenía que asegurarme.- Le dice, suspirando y sentándose en la roca más cercana. -Es peligroso andar solo por estos lugares... Hay que tener cuidado.

Cruza una pierna por encima de la otra, apoyando ambas manos sobre la roca, por los lados del cuerpo. Si algo sabía, era que primero debía esperar un poquito antes de indagar sobre el pueblo más cercano. Necesitaba consejo más bien, no un pueblo, estaba demasiado perdida.
Myridian Ninmehl
Myridian Ninmehl

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Mar Jul 05, 2016 8:42 am

Toru se mantuvo alerta, con la cola alzada tras él, con los pies separados y las rodillas flexionadas. La mujer o hembra, pues evidentemente al draken no le parecía del todo humana, no parecía alarmada ni “avergonzada” de estar viéndolo desnudo. Bueno, mejor para él pues no tenía por qué aguantar alguna pregunta odiosa como la de: “¿Eres una hembra? Por qué no se te ve nada” o algo parecido. Toru ignoraba que era justo aquellos los pensamientos de la mujer. Era cierto que los draken machos, aun de adultos seguían teniendo la voz más aguda que los machos de otras especies. Pero si a un draken le preguntabas, te podría decir diez puntos distintos de diferenciar la voz de un macho y una hembra de su especie. También otro cuantos puntos físicos que los diferenciaban a la vista, como la estatura: los machos eran más altos, lo ancho de las caderas: en las hembras eran más anchas, el movimiento de las colas: en las hembras era más flexibles y de movimientos más “elegantes” un macho diría que más provocativos, o que en los machos la zona de la entre pierna era ligeramente más abultada que en las hembras. Las hembras tenían pechos, pero estos eran pequeños y no eran notables hasta que eran casi unas adultas, lo mismo ocurría con la zona de entre las piernas de los machos, siendo niños la diferencia era nula o siendo adolescentes como en caso de Toru, la diferencia era poca. Cuando ella le amenazó, Toru se limitó a gruñir, arrugando el hocico y mostrando unos afilados colmillos.

-Yo no iría amenazando a la gente, podrías salir mal parada, mujer.
- Dijo con un gruñido de desprecio, pues no solo se sentía ofendido, sino rabioso por aquella desconocida que lo trataba como si fuera un monstruo o un criminal.- Además eres tú quien ha venido enarbolando su arma y amenazando…- Gruñó de nuevo, azotando el aire con su cola.

Cuando ella bajó el arma, Toru pudo entonces atender la herida de su pie. Se alejó cojeando un poco hacia una roca pero sin quitarle ojo de encima. Llegó hasta donde estaban sus pertenencias y sacó algo de su mochila, un bote y unos trapos blancos. De camino recogió su espada con cuidado, enseñándosela a la mujer y enfundándola en su vaina, que dejó apoyada contra la roca, haciéndole ver que no tenía intención de usarla.

-Vaya, eres toda una observadora.- Dijo con sarcasmo, mientras se echaba agua en el corte de un odre y luego se lo secaba con uno de los trapos blancos. Chasqueó la lengua con fastidio al observar el corte y empezó a aplicarse el ungüento del bote.- La espada ya está apartada.- Dijo con enfado, cogiendo de nuevo el arma envainada y dejándola aún más apartado de él.

La herida dejó de sangrar con el ungüento y la dejó al aire, pues era la mejor forma de que sanada y gracias al potingue verde pastoso que se había echado, no había problemas de que se infectara. Cuando la mujer se disculpó el draken lanzó un resoplido entre molesto y sorprendido, mientras apoyaba con cuidado el pie en el suelo y se recostaba en la piedra donde estaba sentado, manteniendo una mirada en la mujer y la otra de reojo en su arma, estaba claro que no se fiaba él tampoco. Trató de sentarse mostrando indiferencia, con las piernas separadas, las manos apoyadas tras la espalda y la cola alzada tras su espalda, moviendo la punta de forma indolente.

-Vaya, si sabes disculparte, es toda una novedad…- Gruñó.- Tus disculpas no hubieran valido de nada si en vez de un corte me hubiera amputado el pie o alguna otra parte de mi anatomía… -Dijo moviendo la cola a su espalda, pues para un draken la cola era importante para un buen equilibrio.- Bueno, no sé de dónde vienes, pero éste es territorio draken, el único peligro es el que los forasteros traigan con ellos.- Replico con mordacidad.

La observó sentarse y Toru guardó las cosas que había sacado de su mochila, se quedó unos minutos en silencio, mirando su pie herido, esperando que el ungüento hiciera su cometido, pero sin dejar de tener una oreja puesta hacia la mujer. Una vez creyó que el ungüento había actuado, se lo limpió con un trapo limpio y asintió al ver que la herida había comenzado a cicatrizar un poco.

-Te recomiendo que no vayas a amenazando con todo el que te cruces, no todos los draken son tan pacíficos o comprensibles como yo…- Le advirtió mientras caminaba hacia el agua y se inclinaba hacia delante para lavarse las manos, con la cola alzada para mantener el equilibrio.

Pese a estar de espaldas a ella, las orejas del draken “miraban” hacia atrás. Se lavó las manos y se frotó la cara con el agua caliente, antes de girarse de nuevo hacia ella, importándole un pimiento si ella se sentía a violentada o incómoda habiendo tenido una panorámica perfecta de su firme trasero, después de todo él era un draken y ella algo… no humana, pero algo y dudaba que hubiera algún tipo de atracción sexual, al menos no en principio. Toru había estado con hembras y machos de distintas especies bípedas y sabía que algunos encontraban atractivos a los draken como ellos veían atractivos otros rasgos que no abundaban en ellos.

-Estás lejos de la ciudad humana más próxima. Lo más cercano es la aldea draken y no sé si serás bienvenida si vas amenazando con tu lanza a todos con los que te cruces.- Se sentó de nuevo en la roca, moviendo el pie de la herida, gruñendo satisfecho al ver que no dolía. Se recostó un poco hacia atrás apoyando las manos a la espalda.- Si bajas ese sendero de montaña…- Señalo a la derecha. -Te llevará a un camino principal, sigue a la derecha y en tres o cuatro días llegaras a una ciudad humana, si vas a la izquierda te encontrarás a un par de horas de la aldea draken, no es que nos moleste los forasteros, pero la mayoría solo vienen a causar problemas, se piensan que por parecer “adorables” no somos buenos guerreros ni vamos a defendernos de sus abusos. –Dijo como advertencia a la mujer. –Yo esperaré una hora aquí al tener mejor el pie, luego volveré por ese camino hasta a bifurcación. De modo que si tus disculpas son sinceras, me harás el favor de ir allí y traerme uno de los frutos del suelo… melones amarillos, crecen de forma salvaje. Coge uno para ti si quieres y luego puedes largarte o esperar que te indique el camino, eso queda ya en tu decisión.- Dijo el draken mientras se mantenía sentado de forma desgarbada y despreocupada. Al parecer estaba deseando de incomodar a la mujer a modo de venganza, pues normalmente las chicas se ruborizaban o se ponían nervosas ante un draken sin ropa.
Toru D.
Toru D.

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Jue Jul 07, 2016 4:11 pm

Por un momento se preguntó qué había ocurrido con su humanidad. Apenas podía recordar a la joven vivaracha que siempre se hacía querer. La habían cambiado demasiado y quizá este era el momento de sacar a la temerosa y pacífica Myridian para que se hiciera cargo de la situación. Lo estuvo debatiendo entre las dos personas que la conformaban, viendo los pros y los contras. De esta otra forma, estaría mucho más en calma, pues ya había visto que el draken se mostraba bastante pacífico, es más, ella misma le había puesto en guardia y ya no había necesidad de permanecer en la posición hostil de la configuración. La criaturita siguió hablando, muy molesta, pero ya no le importaba, hacía tiempo que se había vuelto fría como un témpano de hielo frente a los hombres.

-¿Draken...? Es la primera vez que oigo eso.- Le dice, anotándolo en su base de datos. -Hum...

Se llevó una mano al pecho y apretó el centro de la argolla del cuello. En ese momento, un resplandor esmeralda cubre el cuerpo por completo de la ginoide, que poco a poco se va volviendo amarillento. Desde fuera, apenas se distingue la silueta disminuir de tamaño ligeramente, mientras la luz cegadora baña gran parte de las aguas termales. Se extiende por los alrededores y el reflejo del agua vuelve el brillo mucho más potente, hasta que unos segundos después, muy escasos, se apaga de manera repentina, dando lugar a una mujer completamente diferente. Las hebras doradas caían por los hombros y la espalda, los ojos zafiro se posaron sobre el draken, aún con esa curiosidad de investigación. Las ropas tapaban mucho más las curvas del cuerpo y ella se sentía mucho mejor así.

No tenía palabras que soltarle al joven, porque en parte tenía razón, pero ella no podía confiarse nunca. No quería seguir pensando en eso. Se limitó a observar como se limpiaba las manos, evitando mirar el comienzo de su larga y sinuosa cola. En realidad le parecía curioso que una criatura animal, tuviera las nalgas tan marcadas, pero no le suscitaba nada. Se suponía que los animales (aunque él no lo fuera, ella pensaba que si) siempre iban desnudos, así que no le parecía extraño. Frente a lo que decía él, ella perfectamente lo veía capaz de cualquier cosa, su aspecto no le daba esa confianza de la que él hablaba. Sí, era adorable, pero eso no quitaba que pudiera ser un loco, de la misma forma que, podía ser tan buena persona como para ayudarla a pesar de sus amenazas. Myridian bajó la mirada: Tenía las manos cubiertas por los unos guantes de tela blanca, en el regazo, con las piernas recogidas, flexionadas hacia un lado. Toru debería pasar de ella o darle falsas indicaciones que la llevaran a la muerte, pero lo que decía, parecía ser totalmente cierto.

-Esperaré a que me lleves.- Le dijo, con una inmensa dulzura en la voz. Nada que ver con la forma anterior. -Iré a por ese... E-ese... Melón amarillo.

Se levantó, con la cabeza en otro mundo, la confusión era máxima. Podía compensar su agresividad con algo de ayuda. Se apresuró en meterse en la vegetación, mirando con cautela e interés por el suelo. Estaba plagado de rocas, ramas, hierba, hojas y sobre todo tierra, tanto seca como húmeda. Estuvo buscando durante unos minutos hasta que encontró aquel fruto, sin duda, era la primera vez que lo veía, aunque esto lo podría decir absolutamente de todo. Cargó con dos y regresó con el draken. Por el camino apenas se encontró con una culebrilla, a la que ignoró y permitió seguir su camino tranquilamente. Dejó ambos melones estriados, de color amarillo sobre la roca más cercana a él, dejándole espacio para moverse. Era bastante bajito en comparación, pero jamás comentaba sobre eso.

-¿Para qué sirve?- Preguntó. Quería saber si tenía otra utilidad distinta a la de ser comido. -Cuéntame más sobre los draken, por favor.- Le pide, sentándose a su lado, dejando entremedias los melones. -¿Solo viven aquí o están extendidos por el mundo?
Myridian Ninmehl
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Sáb Jul 09, 2016 11:36 am

Pese a la aparente indiferencia del draken, este se mantenía atento a cualquier movimiento peligroso o amenazante que la mujer pudiera hacer. Se mantenía sentado con desgarbo sobre la roca plana, despatarrado, la cola medio alzada a su espalda y las manos apoyadas hacía atrás, por lo que quedaba un poco recostado, sus pies estaban apoyados con firmeza sobre el suelo.

-Bueno, no somos una raza muy prolífica, somos pocos, pero muy fuertes.- Le aseguró el joven draken, cuya voz mostraba una gran confianza. Ya quizás podría ella notar cierto tono masculino en la voz del semidragón. –Pertenecemos a los Semidragones. –Explicó, pues los Semidragones si eran quizás más conocidos.

Su puso en tensión, mirando fijamente a la mujer cuando esta alargó una mano al pecho en busca de algo, estaba a punto de levantarse un brinco cuando…Una intensa luz lo cegó de golpe, haciéndole lanzar un grito de sorpresa y dolor por sus ojos doloridos de la luz. A través de sus párpados notó la diferencia de color, pero Toru estaba en aquel momento incapacitado. Había caído de espaldas sobre la roca plana donde estaba sentado, se había llevado las manos a los ojos mientras pataleaba y gritaba cosas como “mis ojos, mis ojos” o “no veo nada”. Gimiendo con los ojos llorosos y viendo aun una mancha borrosa delante de los ojos, como las que se producían si se miraban el Sol, el draken se incorporó, frotándose los ojos con una mano y tratando de mirar de nuevo hacia la mujer, con algo de temor.

-¡¿Qué diablos ha sido eso?!-Preguntó con enfado.- ¡Por mi cola, no veo nada!- Se quejó mientras se puso en pie algo tambaleante, frotándose un ojo cerrado mientras le trataba de mirar con el otro entrecerrado.

La mujer había cambiado en su aspecto, pero al menos no había intentado atacarlo aprovechándose de su ceguera, al menos en principio. Aquello hizo que Toru no se abalanzara sobre ella para inmovilizarla, cosa bastante incómoda para ambos seguramente. Desconocía por completo que raza era aquella hembra, pero estaba seguro que humana no y de serlo tendría que ser algún tipo de hechicera.

-¿Qué eres? ¿Está claro que no eres una humana normal y corriente...?-Preguntó aun con los ojos llorosos, frotándose un poco pero se notaba que ya veía mejor y no le costaba tanto mantener los ojos abiertos.

Ahora la mujer le hacía ser más suspicaz que antes, pues ahora parecía una linda chica de rubio cabellos, pero haría un momento era una chica totalmente distinta, quizás más sensual, pero también más peligrosa. Con un gruñido de desconfianza, el draken volvió a tomar asiento, pero esta vez no se recostó, quedándose con las manos apoyadas sobre las rodillas y la cola alzada a su espalda, moviéndose tras él con suavidad y desconfianza, mirándola con ojos entrecerrados como si temiera que se pusiera de nuevo a brillar. Al verla que parecía calmada, con las manos cruzadas sobre el regazo, hizo una mueca mientras se frotaba por última vez unas lagrimillas. Cuando ella habló dio un pequeño respingo, alzando las manos para taparse los ojos, pero al ver que no sucedía nada, se sintió ridículo, se sonrojó y asintió a las palabras de la mujer, sobre que esperaría e iría a buscar la fruta que le había pedido. La vio alejarse hacia donde le había indicado, mientras el draken murmuró para sí mismo, preguntándose con qué clase de individua se había cruzado en esta ocasión. ¿Por qué siempre se metía en aquellos líos con las hembras? Fueran de la raza que fueran, siempre perdía la cabeza y hacía tonterías sin darse cuenta por una cara bonita. Lo malo es que siempre lo veían como un niño, un animal, o algún tipo de criatura que las hembras no draken no veían como un “compañero” con quien pasar un rato íntimo y agradable. Sacudió la cabeza con enfado y chasqueó la lengua, cogió una pequeña cantimplora que tenía junto a sus pertenencias y dio un trago del amargo té que allí tenía y que le hizo poner una mueca de asco y que se le estremeciera el cuerpo, poniéndosele el pelaje de punta. Era un té que los draken que no tenían una pareja fija o un amigo o amiga con “derecho a roce” tomaban para mantener los síntomas bajo control y sin que les afectara el día a día.

Cuando ella regresó, el draken había sacado una pequeña navaja y la estaba lavando y secando con un trozo de tela, ya no cojeaba al andar, de modo que el ungüento que se había echado en la pata herida ya debía haberle curado casi por completo. Tomó uno de los melones, peló a uno hasta la mitad como si fuera una manzana y luego cortó un extremo quitando uno de los “culos” del melón. Luego cortó una rodaja del melón, haciendo como un anillo cuyo centro era de un color anaranjado o amarillo y estaba lleno de pipas amarillas que retiró con el navaja y le ofreció aquella primera rodaja a la mujer.

-Sirven para comerse…- Dijo algo desconcertado sobre la pregunta, luego encogió los hombros.- Es un fruto dulce y carnoso. Algunos dicen que son frutos afrodisíacos, tonterías en mi opinión. Dicen lo mismo de otras comidas, como las fresas, el chocolate o las ostras.- Se encogió de hombros mientras él tomaba otra rodaja de melón.- Se dice que de esa creencia viene esa frase de “corazón de melón”.-Cuando le preguntó por los draken, Toru alzó una ceja sorprendido, pues no se le veía como una especie de científica o algo así. Se encogió de hombros y sacudió la cola dando cuenta de su rodaja de melón y cortando otra. –No sabría por dónde empezar… Cómo te dije antes somos semidragones, pero como ves tenemos un aspecto bastante equilibrado entre algo humano y un dragón. En vez de escamas nuestros cuerpos están cubiertos de pelaje, los hay de todos los colores. Hacemos de todo, hay artesanas, agricultores, ganaderos, pescadores, guerreros y todo lo necesario para que una sociedad prospere. La mayoría sentimos un apego hacia el mar y el agua, por eso nos encantan los lugares con aguas termales, lagos naturales y cosas así…- Explicó con un gesto vago a su alrededor con una mano, mientras iba cortando el melón y repartiéndolo según ella le pidiera más y él fuera comiendo.- Hay mucho más que contar, nuestras costumbres, fiestas, tradiciones, forma de vida… Se tardaría mucho en aprender todo sobre los drakens, mucha gente nos desconoce y no suelen vivir mucho tiempo con nosotros, ya sea por no encontrarse cómodos o porque nuestra forma de vida difiera mucho de los que ellos conocen. Si no preguntas algo más específico no podré ayudarte.-Dijo mientras terminaba con el primer melón y esperaba a ver si ella quería más para pelar el segundo.

Toru se pondría en pie y se lavaría las manos mostosas y la navaja esperando a ver si ella quería comer más, sino era así guardaría el melón en su mochila para llevárselo. Se agacharía esta vez en cuclillas al borde de las termas. Una vez limpio, se acercaría a sus pertenencias, se pondría un sencillo y pequeño taparrabos de piel blanca y un chaleco sin mangas de cuero marrón claro. Se echaría la mochila a la espalda y la espada a la cadera izquierda.

-Cuando quieras podemos partir, nos queda unas horas de camino y no quiero que se haga de noche en el camino.- Le explicó, mientras esperaba más preguntas o no por parte de la mujer.

Ahora quizás a ella le pareciera menos un animal al verlo con aquella prenda de ropa y le daría una idea de que el otro había estado "desnudo" delante de ella, aunque ya no parecía el objetivo del draken el hacerla sentir incómoda o hacerla ruborizar.
Toru D.
Toru D.

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Sáb Jul 09, 2016 4:34 pm

Con el dato de los semi-dragones, aclaró un poco más las cosas. Debía ser una sub-raza, como solían haber de muchas otras. Lo cierto es que no esperaba haberle hecho daño a los ojos al dragoncito, pues era la primera vez que se transformaba delante de alguien. A ella no le afectaba su propia luz, entonces no sabía que visto desde fuera era tan potente. Iba a disculparse cuando creyó más conveniente intentar responder. Fue gracias a él, que se dio cuenta de que no sabía realmente qué o quién era. Tragó saliva, mirando con una inmensa tristeza al draken. Cualquiera que mirase a sus ojos, podía ver un doloroso vacío, como a alguien encerrado pidiendo ayuda desesperadamente. Pero no había nada que rescatar, el alma en pena lloraba por una libertad confusa.

-¿Qué soy...? Soy...- Apretó los labios y frunció el ceño, suspirando después. -Soy el resultado de una vida apagada por el capricho de alguien.

Lamentaba no poder ser más clara con el draken, aunque tampoco pensaba que él pudiese ayudarla porque era demasiado tarde. Por supuesto él no tenía culpa de nada, ni se le pasaba por la cabeza. Lo veía asustado a su lado, pero ella no hizo nada, ningún ademán siquiera de acercarle una mano. Aquella criatura parecía muy feliz con su vida, es decir, tenía un lugar al que regresar, se conocía el lugar, no parecía tener muchas preocupaciones. Todo el mundo las tiene, pero detectaba que él se sentía bien consigo mismo, que las cosas le iban bastante bien. Por un momento sintió una gran envidia carcomerle el pecho, no podía, de ninguna manera, apartar esos pensamientos de su cabeza. Las pesadillas la perseguían cada vez que cerraba los ojos, siempre que veía al genéro masculino también. Calmaba el pánico basándose en que el draken era una criatura diferente, pero se sentía aterrorizada. Después de lo que había vivido, no se le podía pedir menos.

Aún así, esta información debía seguir siéndole ocultada al draken, porque ni siquiera sabía su nombre, no le conocía nada. Era demasiado personal y le hacía sufrir demasiado como para exponerlo abiertamente. Si notaba su forma de ser un poco extraña, él solo podía sacar conjeturas. Al regresar, se quedó observando mientras hablaba, cómo se deshacía de la cáscara y cortaba una rodaja para ella. La única información que tenía, es que los melones eran blanquecinos, con un tono verde muy ligero y solo cuanto más cerca del borde, con una gran ristra de pepitas amarillas. Este era mucho más intenso o al menos, así lo percibía. Goteaba un líquido muy dulce, fresco. Al darle el primer mordisco, la primera comida en años le supo a gloria. Para nada se parecía a la basura del laboratorio, esto era auténtica comida. El sabor le hizo abrir los ojos como platos, a quedarse quieta, inmóvil, disfrutando de la sensación, del jugo inundarle la boca y luego la garganta al tragarlo.

-Está muy rico.- Menciona, engullendo el resto de rodaja, mientras lo escucha. -Comprendo lo que dices...

Se puso a analizar su explicación. De la misma forma que los humanos tenían sus asentamientos y costumbres, ellos tenían lo propio. Quizá ellos no estaban tan majaras como los propios humanos, pero es que además, habían muchísimas otras criaturas antropomorfas con sus propias vidas, como los elfos. Ella sabía de la existencia de demonios, ángeles y múltiples bestias que poblaban la faz de Spirit ¿Quién no lo sabía? Era... Era básico, ella había convivido antes de ser secuestrada con muchos tipos de seres. Ahora no podía encontrar su lugar, ya no pertenecía a ningún sitio, no conocía a nadie y no tenía nada. La vida que ella añoraba ya no era posible, pues el tiempo había perjudicado a sus deseos, pero puede que la esperanza se mantuviera gracias a la raza draken. No era lo que realmente quería, pero no podía aspirar a nada. Ella le hace un gesto para que no siga cortando rodajas de melón, después de haberse comido uno entre los dos, ella tenía suficiente. No estaba acostumbrada a comer.

-¿Podría ver tu hogar?- Le pregunta, llevándose un dedo a los labios. -No amenazaré a nadie.

Lo vio vestirse, en silencio y luego emprendieron el camino con calma. Myridian lo siguió casi sin cruzar palabra, no era nada habladora, sino observadora (de lo que le interesaba). A veces se adelantaba en el camino o rozaba los árboles con las manos. Sentía el tacto rugoso, parecía una niña en un mundo nuevo, aprendiendolo todo.

-No tengo a donde ir ¿Cómo debería empezar? ¿Qué hace alguien para vivir?
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Dom Jul 10, 2016 6:40 pm

Mientras Toru preparaba las cosas para marcharse y se vestía, escuchó la respuesta de la extraña mujer… hembra… bueno, criatura fuese lo que fuese. Se quedó sorprendido que ni ella misma pareciera estar muy segura de su raza. Vio algo en su mirada, pudo detectar tristeza y algo más… ¿Desolación? ¿Soledad? ¿Súplica? No tenía ni idea pero el ser amenazado por una peligrosa lanza u casi amputarse un pie aún seguía fresco en su memoria.

-Esa es una respuesta muy vaga…- Gruñó el draken con desconfianza, mientras sacudía la cola a su espalda, azotando el aire con ella.

Una vez habían disfrutado del melón dulce y se habían puesto en marcha, Toru caminaba con seguridad por un estrecho sendero. Era bastante empinado en algunas partes, en las que algún draken precavido había puesto troncos de árboles o rocas planas a modo de escalones improvisados. Estaban firmemente clavados, de modo que no había peligro de perder el equilibrio por algún “escalón” suelto. El bosque estaba lleno de vida y era muy agradable caminar bajo la sombra que ofrecían sus ramas llenas de verdes hojas, que eran mecidas por el viento. Había arbustos y plantas en flor u ofreciendo ya sus frutos. Se escuchaba el sonido de pájaros, insectos y otros animales, que se silenciaban, al menos los más cercanos, cuando pasaban. El draken caminaba en cabeza, moviendo su cola alzada para mantener el equilibrio. Cuando ella le hizo aquella pregunta se paró en seco y se giró para mirarla, cruzándose de brazos ante el pecho.

-¿Ver mi hogar? No me parece lo más prudente después de que casi me ensartas con tu lanza…- Dijo chasqueando la lengua y sacudiendo la cola. Cuando ella le dijo que no amenazaría a nadie, hizo una mueca inseguro con el hocico.- Supongo que sería más sencillo que me acompañaras, pues si te dijera que no, en cuanto te perdiera de vista podrías ir por tu cuenta y empezar a amenazar a todos con tu lanza.- Sacudió la cola y volvió a darse media vuelta, poniéndose en marcha de nuevo.

Terminaron de descender la empinada cuesta por la que habían ido y llegaron a una zona más llana pero igualmente llana de árboles, Toru caminó hasta un riachuelo que pasaba por allí y se inclinó para refrescarse la cara y los brazos, pues el descenso no había sido sencillo y venía bien refrescarse un poco. Entonces ella le habló e hizo aquella preguntas, se giró de nuevo mientras se incorporaba y se secaba un poco el rostro con un trozo de tela que sacó de debajo de su chaleco de algún bolsillo interior.

-En eso no puedo ayudarte, cada cual debe ser capaz de elegir a donde ir, en cuando a lo demás…- Encogió los hombros mientras se paraba unos minutos a descansar, más que por él era por ella.- Como todos supongo, buscándote una forma de ganarte la vida, si algo se te da bien dedícate a ello… mercenaria si sabes usar las armas. Si no quieres algo tan peligroso pues camarera, cocinera, costurera, panadera o cualquier otra cosa…- Una vez descansados Toru se puso de nuevo en marcha, caminando por un sendero levemente marcado entre los árboles y el suelo cubierto de hierba y hojas.- Eso es lo que suele hacer la gente para vivir… claro que también debes dejar vivir a la gente. A no ser que amenacen tu seguridad o tu vida, tienes que procurar no ir amenazando a la gente con tu lanza y cosas parecida…- Después de salir del bosque llegaron a un claro, donde había un ancho camino de tierra, por la izquierda seguía recto y por la derecha continuaba y a un kilómetro se bifurcaba. –Puedes acompañarme a la aldea draken…- La miró y le extendió una mano.- Mi nombre es Toru, Toru D. Magic. Te explicaré algunas cosas si finalmente estás dispuesta a venir.- Le advirtió, pues seguramente hubiera algunas costumbres que ella debería conocer para no meter la pata.
Toru D.
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Mensaje por Myridian Ninmehl Mar Jul 12, 2016 6:43 pm

El camino, lejos de parecer complicado, no solo es hermoso sino que además parece adaptado para pasear por el mismo. Hacía tanto, tanto tiempo que no veía tanta vida junta que directamente ni lo recordaba. Así es como debería estar todo el mundo, encendido, lleno de vistosas flores. Jamás arrancarles los pétalos, mucho menos las hojas, nunca talar árboles, nunca hacerle daño a la maravillosa naturaleza que acoge a todos los seres, sin importar su color, tamaño, raza en su seno. Les provee de vida, alimento, calidez y todo lo que necesitan. Myridian no era mala, para nada, adoraba la vida, pero justamente por esa misma razón, tenía mucho miedo. Se mostró fascinada, los ojos le brillaban, de repente se llenó de júbilo ante aquella estampa. Casi abrazó a un árbol como si lo conociera desde siempre.

-Me encanta este lugar... Q-quizá debería vivir aquí...- Mira hacia arriba y sonríe. Las copas filtran dulces haces de luz. -Es tan... Perfecto... Tan despreocupado... Oh...

Pero debía hacerse a la idea de que alguien como ella nunca podría estar ligada a la auténtica naturaleza. Ella no estaba en sintonía con la misma porque era una creación mecánica, porque su cuerpo funcionaba distinto. Ya vería las cosas, tenía mucho que aprender ahora que no estaba cautiva y qué mejor que empezar por la sociedad de los draken, que vivían por la zona. Aprendería de ellos, aunque solo pasara unas horas, cogería ejemplo de algún empleo. Toru le había enumerado unos cuantos, pero seguro que viéndolos o probando alguno, se decidía por cuál dedicarse. Incluso quizá su vocación se tratara de pelear, como se suponía que estaba programada. Y afortunadamente, ella nunca se cansaba, pero estaba bien pararse para ver los alrededores.

El río no le llamaba la atención y menos mal que no tuvieron que atravesarlo, porque no tenía ganas. Tampoco de beber o de mojarse, estaba perfectamente así. Mientras él se lavaba, la ginoide aprovechó para inclinarse sobre algunas plantas para verlas más de cerca. Sin arrancar nada, solo ver la forma, algunas con pinchitos y otras que eran agujas en su totalidad. No recordaba el nombre, pero hacía años si lo sabía. Una vez estuvo listo, continuaron.

-Solo quiero saber cómo viven allí... Para saber cómo vivir yo.- Le responde al pequeño. -Aún debo incorporarme al mundo.

No iban muy rápido, pero tampoco demasiado lento, el paso era calmado y permitía casi memorizar el camino por el que iban. Se fijó en las opciones, uno de esos caminos debía conducir a una aldea humana o mixta, el otro seguramente iba al hogar del chico. Si se quedaba por la zona, quizá podía regresar o algo, dependía de lo que pasara más adelante. Myridian como ya había dicho, pretendía inspirarse con lo que viera para poder aplicarlo a su persona. Estaba demasiado perdida como para poder decidir por si sola, porque simplemente, no sabía qué tenía que decidir. Le miró perpleja cuando le ofreció la mano, ladeó la cabeza, sonrió y se la estrechó suavemente, sintiendo el tacto curioso de su extraña piel.

-Soy Myridian.- Asintió, para luego continuar caminando. -Por favor, cuéntame más. Necesitaría una casa, entonces ¿Tengo que dedicarme a la construcción? ¡Um...! Si alguna vez supe algo, lo he olvidado.

Acarició el pelo del dragoncito, con curiosidad, pero era totalmente normal. Igual de suave que el suyo, después de todo, seguía siendo pelo, pero ella en un principio, lo había creído mucho más aterciopelado. Quizá como el de su cuerpo, pero eso ya no quería tocarlo realmente. La brisa del bosquecillo la hacía estremecer, pero de gusto, era fantástico, fresquito.

-Cuanto más pasamos por aquí, mejor me siento... Es curioso. Siento que incluso podría dormir aquí tirada y estaría más cómoda que en cualquier otro lugar.- Se rascó la cabeza, ladeándola a su vez.
Myridian Ninmehl
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Miér Jul 13, 2016 8:13 pm

El draken no dejaba de mirar de reojo a la mujer, le parecía realmente extraña y peculiar, parecía disfrutar de cada momento, admirando y tocando todo lo que le rodeaba. Toru siempre había vivido en aquel lugar de modo que siempre había dado por hecho todo lo que le rodeaba, rara vez se paraba a admirar algo. Cuando se pararon a descansar el draken recordó las palabras que había mencionado la mujer. Toru estaba ajustándose el taparrabos, se notaba que iba incómodo con la prenda.

-No es un lugar para un forastero, por aquí hay fuertes tormentas y los cambios climáticos pueden ser muy bruscos. En esta fecha es relativamente tranquilo, pero las primaveras son un poco locas, puede ponerse a diluviar, caer granizos como huevos de gallina…-Se estiró un poco el taparrabos de la parte trasera, un poco frustrado porque se le metía por sitios incómodos.- En invierno nieva tanto que enterraría nuestra aldea si no fuera por las aguas termales subterráneas que lo recorren y que usamos para mantener calientes nuestros hogares y puntos estratégicos de la aldea. –Le explicó con seriedad.

Después de aquello Toru se puso en marcha, siguiendo el camino de la izquierda hacia la aldea draken. El camino era de tierra apisonada, con las rodadas de las carretas marcadas en el camino. El draken caminaba a un lado, pues no tenía sentido jugársela con algún viajero que fuera a toda prisa a caballo o un carro desbocado. Cuando le dijo que solo quería saber como vivían se encogió de hombros.

-Como en cualquier población, ya te dije que los draken nos dedicamos a todo lo necesario para vivir, cultivar, ganado, artesanos, comerciantes, guerreros…- Resumió mientras caminaba delante, moviendo la cola alzada y dándose algún tirón de la parte trasera del taparrabos.- Sólo en estas fechas nos volvemos un “poco locos” no en el mal sentido o agresivos, solo en lo referente al celo. Evidentemente no encontrarás a nadie en mitad de la calle haciendo… bueno, ya sabes, pero a veces hay alguna pelea por una hembra o por un macho.- Dijo sonriendo de medio lado. –Si sigues las normas normales de vivencia te irá bien, no amenaces ni ataques a nadie que no lo haga, no robes o insultes. En esta época hay una costumbre draken, aquellos que busquen un “compañero” para el sexo, van sin nada de ropa, de modo que no te quedes mirando si ves a un draken macho u hembra desnudos, es de mala educación. Lo ideal es que siguieras todas nuestras costumbres, pero al ser forastera se te perdonará…- Toru se detuvo en lo alto de una colina cuando el pueblo quedó a la vista y empezó a desnudarse de nuevo, guardando el taparrabos y el chaleco en la mochila. –Te quedarás en mi casa, esta al final del pueblo.- Dijo señalando al frente.

La aldea era un lugar pintoresco, con edificios circulares de dos plantas, con las fachadas pintadas de vivos colores. Los draken caminaban de aquí para allí, muchos de ellos vestidos y unos cuantos desnudos. No parecía que aquello afectara en nada al comportamiento de los draken, que charlaban o se dirigían a sus trabajos o a realizar tareas. Había un mercado en medio del pueblo, la plaza tenía un pozo central donde se reunían los draken a sacar agua y charlar. Las tiendas tenían toldos de vivos colores, aunque ya estaban siendo recogidos pues la noche estaba cayendo. Salía luz del interior de los hogares y unas farolas de hierro forjado estaban iluminadas, gemas de luz amarillo, verde o azul brillaban en su interior. Las casas estaban repartidas y separadas entre sí, aunque todas estaban comunicadas por caminos adoquinados y en muchos sitios los caminos estaban techados.

-Encantado Myridian. Ahora, sígueme.- Le dijo el otro echando a andar hacia el pueblo.- Esas pasarelas techadas son para la época de tormentas, para evitar los granizos y la lluvia intensa.- Explicó mientras se acercaban. –Es posible que algunos machos o incluso hembras se te insinúen, los draken no somos escrupulosos a la hora de encontrar un compañero o compañera para aliviar nuestra necesidades, pero yo me ocuparé de ellos. Trata de no ofenderte. –Le pidió mientras se acercaban a las primeras casas.

Una furr amarilla que iba con taparrabos y top para cubrirse los pechos, saludó al draken desde una ventana, donde había una tarta de manzana enfriándose en el alfeizar. Pareció sorprendida al ver a Myridian, pero no dijo nada inapropiado y le dio la bienvenida. Solo se saludaron, hablando normal, y preguntando por la joven, a lo que el draken dijo que la había encontrado perdida en el bosque. La draken amarilla alzó las cejas y continuó con la charla, aunque sus orejas y colas no dejaron de moverse, Toru lanzó una risita mientras se alejaban.

-Piensa que te he traído para pasar un “rato agradable”. –En ningún momento la draken amarilla mencionó algo al respecto, entonces Toru pensando que Myridian no lo entendería señaló sus orejas y agitó la cola.- Usamos nuestras orejas, colas, expresiones faciales, colocación del cuerpo y demás para hablar nuestro “lenguaje secreto”.- Le siguió explicando más cosas como ella le había pedido.

Otros draken se pararon a charlar con Toru, todos tenían el pelaje de distinto color, rojo, amarillo, verde, rosa, marrón, negro, naranja, etc. Unos iban solos o en pareja, con ropas o desnudos. Un par de draken macho sin ropa se acercaron a Toru. Iban cogidos de la manos y se insinuaron a Myridian, pero el draken los despachó con cortesía y finalmente tomó la mano de Myridian, mientras agitaba la cola y las orejas de una forma que hicieron ruborizar a los dos machos, que se alejaron hacia una de las casas.

-Perdona que te haya cogido de la mano. –Dijo mientras le soltaba, alejándose hacia el final del pueblo, a una casa circular pintada de azul.- Es una forma de decir que has decidido pasar la noche conmigo y no buscas compañía. Ellos dos van a pasar la noche juntos, pero están abiertos a que se les uniera alguien más.- Dijo encogiendo los hombros.

Llegaron a la casa y Toru abrió la puerta con una llave de hierro. La puerta de madera reforzada de madera se abrió sin ruido y la invitó a entrar. El interior era una gran sala circular, donde se encontraba la cocina, el salón y una pequeña biblioteca. Toda la zona de la cocina era de piedra, lisa y sin nada de madera o tela cercanas que pudiera arder. Había varios agujeros de pequeño tamaño por la zona de la cocina. La parte del salón y la biblioteca si estaba amueblado, con una mesa, unas sillas, butacas y una alfombra en la biblioteca. Había una estantería llena de libros y una apertura sin puerta aba acceso a una escalera que bajaban y al lado otra que subían al segundo piso.

-Ponte cómoda si quieres.- Dijo señalando las butacas de la biblioteca.- Abajo hay aguas termales y arriba las habitaciones. Abajo también encontrarás los baños.- Explicó mientras se quitaba la espada y la mochila, dejándolo todo en unos ganchos de las paredes. –Haré algo para cenar, lee un poco si quieres, luego te enseñaré tu habitación.- Dijo el draken mientras cogía un delantal blanco y se lo ponía, caminando hacia la cocina, moviendo la cola alzada, entrando en la despensa y sacando algunos ingredientes. Carne, patatas y algunos condimentos. -¿Bueno, supongo que tienes muchas preguntas por lo que has visto, adelante, no te cortes.- Le invitó mientras tomaba un cuchillo afilado y se ponía a cortar la carne, mientras que con la cola avivaba el fuego del hornillo de la cocina presionando un fuelle.
Toru D.
Toru D.

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Dom Jul 17, 2016 12:06 am

El joven le explica que las inclemencias del tiempo debe tenerlas en cuenta y ella asiente, comprendiendo. Debería haberse parado a pensarlo antes, ningún sitio es realmente idílico todo el año. De todas formas, si los draken se habían asentado por la zona, no tenía que ser tan complicado. Bueno, después de que le dijera lo de las aguas termales, tendría que ir viendo lo que le deparaba el futuro, después de todo, ella había vivido unos años en Tempus, lugar al que no quería volver por nada del mundo. Siguió por detrás al draken, manteniendo el silencio pero indicándole con algunos sonidos, que le estaba prestando atención. Solo no se fijaba en lo que era él, sino en los alrededores, en el camino, las marcas y los olores de la zona. Enterarse del tema del "celo" no le hizo mucha gracia.

Lo último que quería era ser acosada: Ya había pasado muchos años sufriendo debido a los oscuros deseos de una panda de ninfómanos. Por supuesto, no se dejaría tocar por ningún draken, eso lo tenía claro, por muy necesitado o amable que fuera. Iba a hacerle caso, no miraría a nadie, no atacaría, no les hablaría, no quería tener nada que ver con sus sucias costumbres obscenas. Odiaba tanto ese tema... Y parecía que el mundo buscaba reírse de ella, recordándole los malos ratos constantemente. Dejó las manos en el regazo, entrelazadas y con la cabeza ligeramente agachada. Así podría resistir fácilmente la curiosidad de mirar a los demás. Y lo que le hizo levantar la cabeza no fueron los draken, sino la estética de la aldea. Sinceramente, en el fondo, se esperaba una tribu poco desarrollada, con casas de madera y paja, pero de hecho, esto era así por el continente. Lo único que sabía es que fuera de Tempus, todo el mundo vivía lejos de la tecnología, en casas de menor nivel, más frágiles. También lo pensaba así de los humanos, pero ojo, no es que le pareciera mal. Es más, era una maravilla, la aldea draken era seguramente, una de las obras de arte arquitectónicas más hermosas. Se respiraba vida ahí dentro, alegría, felicidad, oportunidad. El olor de la salvación en un mundo cruel y desolador.

-¡Vaya...!- Los ojos recorrían las vivientas y las farolas, pero no a los habitantes. -No tengo palabras. El pueblo es precioso.

Atendió a las explicaciones cual niña en el colegio. Desde luego que eran apañados, tenían soluciones para todo. Myridian estaba fascinada, no se puede definir de otra manera, no sabe a dónde mirar, todas las casitas son atrayentes, así como las luces que iluminan los caminos. Mientras Toru los mantuviera a raya, maravilloso. La ginoide se limitó a saludar amablemente, pero evitó mirar a la draken hembra, porque él le había dicho que así fuera. Por suerte sabía disimular muy bien y no lo estaba haciendo de manera borde, en absoluto, sino super amable, con su voz dulce y melodiosa. Incluso tenía una sonrisita.

-Es interesante ese tipo de comunicación.- Dice, convencidísima de ello. -Los gestos a menudo son mejores que las palabras.

Poco después, se acercaron dos draken más. Myridian no comprendió las insinuaciones, además que en cuanto los vio cerca, desvió la mirada hacia Toru. Le apretó la mano, siguiéndole el rollo, soltándose después de que se marcharan sus amigos. Se notaba que el chico no era para nada tímido, pero ella sí. Él hablaba mucho y ella no. A la ginoide no le molestaba que hablase, de hecho ella misma se lo había pedido, quería aprender sobre el mundo, pero su forma de expresarse era distinta. Lo daba a entender con sus gestos y breves respuestas. Justo después, tras unos minutos, llegaron hasta la casa del pequeño y lo que le sorprendió nada más pasar el umbral de la puerta, es que tenía el tamaño normal para que entrara una persona. Se sienta en una de las sillas y se queda inmóvil, como una estatua, no quiere tirar ni romper nada, tampoco hacer ruido. Se nota que a pesar de todo, en realidad es muy educada.

-Se me hace raro que la puerta tenga un tamaño tan grande.- Le dice, como buscando explicación, sin preguntar. -P-por favor, no te ofendas, no lo digo por eso...- Hace una pausa y se da cuenta de que no hay manera de preguntar eso sin sonar desagradable. -¡N-no hay ningún problema! Vaya... Lo siento.- Ni siquiera sabía si a él le había molestado de verdad. -Tienes una casa muy acogedora, me gusta.- Se frota las manos, muy nerviosa, exageramente alterada. -Me cuesta entender la conducta de los draken... Y no me gustan las insinuaciones obscenas.- Comenta, levantándose y acercándose despacio hacia la cocina, donde está él. -Te lo digo a ti porque eres quien me está ayudando. No me gusta "ese" tema, pero no es culpa de tu raza, ni tuya. No os culpo, ustedes son buenos.- Suspira, triste, casi con los ojos húmedos. -¿Puedo ayudarte? ... Para compensar... Las molestias.
Myridian Ninmehl
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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Mar Jul 19, 2016 7:28 am

Toru hizo todo lo posible para evitar que los draken se fijaran en Myridian, estos se mostraron respetuoso con la mujer, al fin y al cabo los draken son seres inteligentes y tienen autocontrol, no son animales que se lanzan uno sobre otros por un pedazo de carne o por practicar sexo. Toru pareció notar la incomodidad de la joven, pero ya le había avisado sobre que los draken podrían ser directos, algunos podrían verlos como pervertidos, pero sencillamente eran sinceros a la hora de decir lo que pensaban o querían. El draken azul había aprendido a ser algo más discreto, al estar acostumbrado a estar entre humanos, por ejemplo en el coliseo donde iba a entrenar y luchar dos o tres veces a la semana. Toru sonrió al escuchar la exclamación de ella al ver la aldea draken, agitó la larga cola musculosa en el aire, contento por aquello y asintió.

-Estamos muy orgullosos de nuestra aldea. No es muy grande, pero la mantenemos limpia y cuidada.- Explicó el draken mientras caminaban por la misma.

Toru se encargaba de los curiosos draken, pues excepto por los mercaderes que iban a comerciar por los productos draken, rara vez venían forasteros al lugar. Ladeó una oreja hacia ella cuando le dijo sobre la comunicación por gesto y el draken azul asintió.

-Sí, un gesto a veces dice más que un montón de palabras. Además con los gestos no se puede mentir…- Sonrió de medio lado al pensarlo mejor.- Bueno, puede que tampoco se diga toda la verdad, pero mentir como con las palabras no se puede. Por eso si dices “me gustas”, “tengo hambre”, “peligro” o “vamos a nadar” Se sabe lo que estás diciendo con seguridad, aunque según añadas o realices los movimientos se pueden interpretar algo distintos.- El draken se paró un momento e hizo una serie de gestos con las orejas, cola y posicionando el cuerpo con rectitud.- Si dices “vamos a nadar” de este modo te refieres a nadar, surfear o algo así. Pero si lo dices así…- Cambió ligeramente el movimiento de la cola, las orejas que parecían mas insinuantes y el cuerpo lo posicionó de forma algo inclinado hacia delante.- La estas invitando a nadar con posibilidad de hacer algo más…- Se ruborizó un poco y carraspeó, pues lo había visto una hembra draken de pelaje blanco que parecía interesada, hizo un gesto de disculpa a la hembra, echando a andar de nuevo.- Si tuvieras orejas móviles y cola, podrías aprender éste idioma… aunque bueno, supongo que con el movimiento del cuerpo y las manos también podrías decir algunas cosas.- Dijo pensativo, mientras llegaban hasta su casa.

Mientras él se ponía cómodo dejando su ropa, mochila y espada a un lado, quedando desnudo, el draken se giró al escucharla y miró hacia la puerta. Era cierto que la misma tenía el tamaño para que pasara un humano, al menos uno no muy alto. Agitó una mano para quitarle importancia al escucharla disculparse.

-No te preocupes. Simplemente hacemos nuestras puertas así porque hay drakens tan alto como los humanos, pero en esta aldea ahora solo estamos nosotros. Hace muchos años que no hay draken altos.- Dijo encogiéndose de hombros.- Además nuestras colas son más altas que nosotros, una vez alzadas.- Dijo alzando la cola en alto, viéndose que aunque Toru solo medía metro treinta la cola podría llegar hasta el metro setenta o más. –Nuestras casas por dentro también son amplias, a los draken nos gustan los espacios abiertos aunque…- Miró hacia el mobiliario del lugar.- Nuestros muebles si están adaptados a nuestro tamaño.- Dijo riendo un poco, mientras se ponía el delantal blanco y empezaba a preparar toda la cocina, preparando el hornillo y la comida que iba a hacer.

Tras pelar las patatas y remojarlas, las echó en una hoya con agua que ya estaba hirviendo, echó un puñado de sal y pimienta negra molida. Sonrió divertido mientras su cola se movía alzada tras él, la cual solo bajaba de vez en cuando para accionar el fuelle del hornillo y que el fuego no perdiera fuerzas.

-Muchas gracias, era de mis padres, pero ellos se mudaron a otra aldea draken.- Explicó mientras picaba cebolletas frescas en pedacitos muy pequeños, mientras que con la cola colocaba una salten al fuego y echaba un chorro de aceite de oliva.- Bueno, no te preocupes, pudo explicarte más, es solo que has venido en un época algo complicada para nosotros.- Se disculpó al ver el nerviosismo de la joven, que parecía preocupada por las insinuaciones.- No te las tomes a mal… Es más bien como un cumplido, te den guapa y atractiva y no cambiará su opinión sobre ti si los rechazas. Si piensan que eres una chica encantadora, amable y guapa, porque les digas cortésmente un “no” no te lo tendrán en cuenta.- Trató de explicarle para calmarla con respecto a aquello.- Sabemos cómo nos ven la mayoría de las razas, como animales curiosos o exóticos. Hasta hace poco, los míos eran capturados para ser vendidos como esclavos, mascotas o simple juguetes para entretener a los ricos.- Explicó Toru mientras picaba perejil y unas zanahorias que había lavado y pelado un poco la parte exterior. –Hablaré con ellos mañana para que no hagan insinuaciones indecentes. Estoy seguro que una vez quede eso claro, te llevarás mucho mejor con ellos, solo trata de no sentirte incómoda ante nosotros. No se ofenderán, pero sentirán que te incomodan y tratarán de evitarte, conmigo no tienes problemas en mirarme aunque no lleve nada de ropa.- Dijo con una sonrisa tranquila.- No te preocupes, entiendo perfectamente.- Dijo cuando ella le dejó claro que no le gustaba “ese” tema. Movió las orejas hacia ella y luego la miró cuando le preguntó si podía ayudarle.- Claro, aunque me gusta cocinar para mis invitados.-Dijo riendo un poco, señaló la despensa con la cola.- Encontraras un mortero de madera en la estantería de la izquierda. Coge unos dientes de ajo, sal, perejil y azafrán. Machácalo todo junto con un chorrito de vino y cuando tengas echo como una masa o pasta, le echas vino llenando el mortero y lo echas a la salten.- Dijo el draken mientras echaba todo lo que había estado troceando a la salten, donde chisporroteó. Luego se puso a trocear la carne en cuadrados.- Si te apetece darte un baño, tengo algo de ropa que podrías usar si quieres lavar la tuya. –Le ofreció mientras preparaban la comida.
Toru D.
Toru D.

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Myridian Ninmehl Sáb Jul 23, 2016 11:28 pm

El pequeño draken le hizo una demostración de lo exacto que parecía esa forma de comunicarse. Ella sabía que los humanos tenían otro lenguaje de gestos, pero solía ser un poco más burdo y menos disimulado. Al tener que mover las manos o gesticular de manera extravagante, pues no era tan agradable como el de los draken. Al menos a ella le parecía que pasaba más desapercibido por las orejas, ya que la cola era normal moverla y uno no lo veía exagerado. Apenas pronunció una palabra imperceptible de asombro. Ni siquiera parecía actuar con normalidad, pero lo peor de todo es que sí lo estaba haciendo. Permanecer inmóvil, recta, caminando como si fuera un zombie o algo así, era todo normal y natural en ella. Sus pasos eran milimétricos, todos iguales. Seguro que era la mujer más rara que él había visto.

-Vaya, vaya, no dejo de sorprenderme y maravillarme.- Comenta, cruzando las piernas. -Ya estoy notando el espacio. Parece incluso más grande por el tamaño de los mueblecitos.- Pasa la yema de un dedo por una mesita. -Son como de una casa de muñecas, pero algo más grandes.

Sentía que tenía que decir algo más, pero no podía, no le salía. La curiosa extremidad trasera del chico le llamó la atención. Era la primera vez que veía una cola con la que se pudieran coger y hacer cosas de una manera tan sencilla. Era como si tuviera tres brazos, no como otros animales o criaturas que no tenían esa destreza. Toru cocinaba mejor con la cola, que ella con las manos, cómico ¿Verdad? A ella se le hacía gracioso. Saber que capturaban a los draken para venderlos y usarlos como esclavos, hizo que se tapara la boca, al mismo tiempo que cogía aire con fuerza y daba un respingo en la silla. Así que ella no era la única ¡Desgraciados! Seguro que perjudicaban a todas las criaturas... ¡Seguro que las apartaban de sus familias! Y les arruinaban la vida.

-¿Cómo puede haber gente tan... Miserable?- Dice, con desprecio, ya que realmente no busca respuesta. -Me parece una atrocidad sin igual que usen a los demás como mascota... ¡Nadie se merece eso!- Apretó los puños: Se había tocado un tema sensible para Myridian. -Algún día... ¡Los mataré! Rescataré a esas personas... No todos tienen la suerte de escapar como yo.- Suspiró, acercándose a él para empezar a ayudarle. -Pondré de mi parte para no dar una mala impresión.- Sabía que debía adaptarse a su nuevo hogar. No todo iba a ser como a ella le gustara. -Gracias por colaborar y comprenderme. Ya no recuerdo cuando me entendieron por última vez.

Le da una palmadita en la cabeza a Toru. De alguna forma también se compadece de él, porque puede que hubiera sufrido la pérdida de algún draken que ahora podría ser el bufón de personas que no deberían ni de llamarse así, personas, más bien monstruos. Rebuscó con calma todos los ingredientes, su base de datos los reconocía perfectamente. Los puso en el mortero y con movimientos suaves, circulares de la muñeca derecha, fue aplastando todos los ingredientes. El vino facilitó que todo terminara de manera casi homogénea. Presionaba con fuerza media, no necesitaba más y en escasos minutos, hubo terminado su tarea. Tras avisarle al draken, se dispuso a echar la deliciosa mezcla en la sartén, con cuidado.

-Luego si eso, ahora quiero ayudarte.- Practica el gesto de la sonrisa y luego se toma la libertad de buscar algo de beber para los dos. -Huele muy bien, tengo ganas de volver a probar algo decente.

Hizo el gesto de atraer el humo hacia su cara con la mano, disfrutando del aroma. Comida de verdad, al pensarlo y olerlo, las tripas le rugieron con violencia. Se sorprendió porque creía que eso ya no sería posible, pero al parecer, no le habían arrancado el estómago. Lo agradeció enormemente. Decidió quitarse los guantes y dejarlos en el salón, en el reposabrazos izquierdo del sofá, para luego ir a buscar un paño y limpiar la mesa. Incluso si ya estaba limpia, quería hacerlo de nuevo para que estuviera impecable cuando ellos comieran. No llevó los platos porque suponía que los serviría en la cocina, pero si trajo los cubiertos, situando en cada asiento los necesarios.

-Eres un buen cocinero, aunque no haya probado la comida aún.- Aprieta los labios y se lleva un índice a la mejilla. -Tu habilidad parece innata ¿Trabajas en restauración?- Espera a que le permita llevar los platos llenos a la mesa. -L-la verdad es que no sé qué decirte... ¿Cuántos años tienes?

Intenta indagar o simplemente sacar un tema durante la cena. Ha perdido el desparpajo que tenía de niña para hacer amigos y ahora se queda en blanco. Myridian se toma su tiempo para saborear e ir probando el plato. Come más lento que el draken, si cabe, como si no le gustara, pero por la razón contraria. Hasta algo quemado estaría más rico que lo que le daban antes. A veces lo señalaba con el tenedor para preguntarle algo que dejaba incompleto, porque se arrepentía a la mitad.

-En tu tiempo libre... ¿Siempre sales a entrenar? Debes ser muy poderoso.
Myridian Ninmehl
Myridian Ninmehl

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Privado Re: El mejor remedio es entrenar. (Priv, Myridian Ninmehl)

Mensaje por Toru D. Mar Jul 26, 2016 4:11 pm

El draken preparaba la comida mientras ella pensaba sobre el lenguaje secreto de los draken. Sonrió cuando mencionó que los muebles eran como los de una casa de muñeca. Le dejó charlar y curiosear, hasta que se acercó para ayudarle a preparar la cena, entonces le empezó a indicar lo que tenía que ir haciendo, sonrió al ver que ella obedecía al pie de la letra. Sonrió divertido para sí mismo, al ver como ella miraba como movía la cola por toda la cocina para ayudarse con ella a cocinar. Alzó la vista de lo que estaba haciendo, sorprendido de la vehemencia de la mujer cuando le contó lo de los draken esclavos.

-Bueno, hace muchos años que los draken fueron liberados y se prohibió que se nos capturara… Al menos no de forma “legal” se rumorea que esclavistas ilegales siguen capturándonos para llevarnos a reinos lejanos donde pagan grande sumas por nosotros…
- El draken había puesto un gesto lúgubre al pensar en aquello, con los ojos húmedos como si fuera a llorar mientras echaba la carne troceada a la sartén después de añadir el vino blanco con los ingredientes que ella había preparado.- Mi hermana se perdió en el mar hace unos años… iba en un barco draken. Hubo una tormenta el día del hundimiento del barco pero…- Chasqueo la lengua y azotó el aire con la cola.- Apenas se recuperaron cuerpos, muchos pensaron que el barco fue atacado, mi hermana nunca fue encontrada.- Dijo frotándose con el dorso de la mano los ojos llorosos, tratando de aguantar las lágrimas.-Bueno, mascota para exhibirnos, para realizar trabajos duros, entretener a la gente e incluso como juguetes sexuales…-Resopló furioso.- Es terrible lo que nos hacán hacer antes, pero dicen que las cosas han cambiado o eso nos quieren hacer pensar.- Gruñó. Alzó ambas cejas sorprendido, mientras se lavaba las manos y se las secaba con un paño que se echó con elegancia sobre un hombro.-No deberías rebajarte al mismo nivel que esos monstruos… O la oscuridad podría engullir tu corazón y tu espíritu se perdería.- Le dijo mientras removía con cuidado el contenido de la sartén, un delicioso olor se empezó a propagar por toda la casa. Parpadeó asombrado cuando entendió lo que ella había dicho.- ¿Co-como tú? Eras… bueno…- No se atrevía a hacer la pregunta.- No tiene importancia, nadie sabe mejor que un draken que es entirse diferente en el mundo…- Le aseguró Toru, mientras sacaba los platos, vasos y cubiertos que iban a usar.

Sacó un pan grande de corteza morena, tenía como forma de sillón y Toru lo cortó en gruesas rebanadas que puso en una cesta de mimbre. Myridian encontraría vino blanco y zumos en la despensa, en la que había una fuente de agua de un grifo que había que bombear agua, la cual salía limpia y helada. Rio un poco cuando le preguntó si trabajaba en restauración.

-No, no, estudio y “trabajo” en el coliseo como guerrero, no muere nadie, todo es espectáculo y al ser un “gladiador” poco común, viene mucha gente para ver como combate un draken. Se usar la espada, el bastón y el arpón.- Explicó mientras daba un sorbo de la bebida que ella hubiera servido.- Aprendí a cocinar de mi madre…- Sonrió con un poco de tristeza.- Estoy seguro que a ella le hubiera gustado enseñarle todas sus recetas a mi hermana, de modo que procuré aprenderlas todas yo, además el cocinar no es algo que hagan solo las hembras draken.- Explicó pues en muchas sociedades el cocinar se reservaba a las mujeres.

Una vez hecha la comida, el draken la sirvió en los platos que ella llevó a la mesa. Toru se quitó el delantal, caminando con tranquilidad hacia la mesa, done tomó ofreció asiento a la mujer y luego se sentó él.

-¿Vino?- Le preguntó alzando la jarra del mismo, que estaba helado. Esperó una respuesta para servirle vino, zumo o agua. Se ruborizó un poco cuando le preguntó por su edad, pues no quería mostrarse como un “niño” delante de ella.- Ten-tengo 16 años… ¡Ya soy un adulto para un draken!-Aseguró mientras cogía una rebanada de pan y le daba un bocado, algo avergonzado.

La carne estaba deliciosa, estaba durada e impregnada del sabor de los ingredientes que se habían usado. Tenía una salsa o caldito que daba placer mojar pan para comerlo. Toru también había preparado patatas fritas, poniendo una salsa de mayonesa y kechup.

-Bueno, en mi tiempo libre me gusta principalmente entrenar sí, pero también me gusta leer, cocinar, nadar, tener sex…- Al darse cuenta lo que iba a decir carraspeó simulando una tos.- Qui-quiero decir pasar el tiempo con amigas y amigos… ya sabes.- Dijo ruborizado, agitando una mano, mientras comía despacio de su plato.
Toru D.
Toru D.

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