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Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

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Privado Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

Mensaje por Eyden Sáb Jul 30, 2016 3:40 pm

Noche, dama tan bella como misteriosa, reinaba a través de la ventana de mi dormitorio, con la prudente compañía de sus fieles estrellas. Desde mi asiento en el tocador de mi habitación, me preparaba para un nuevo concierto, el mismo que iba a ofrecer dentro de una hora en el exclusivo club nocturno llamado “Privilege”, situado en la vigésimo sexta planta de un rascacielos de mi misma ciudad. Ya había actuado allí otras veces, y lo cierto es que aún me seguía impresionando por su opulencia y lujosidad, que, por otra parte, iban en concordancia con la elegante y selecta clientela que frecuentaba ese local. Disponían a su vez de dos imponentes androides situados a cada lado de la puerta principal, encargados de ceder el paso tan sólo a las personas que estuvieran en la lista de invitados, o las que, por el contrario, se trataran de celebridades u ostentaran un importante cargo político, pues éstas últimas no precisaban de invitación.

Llevaba un largo vestido blanco de mangas largas grácilmente adornado con rosas blancas y abalorios, puesto que la fiesta exigía un vestuario formal del estilo del reino de Chaos. Eché sobre mi cuello unas gotas de perfume con aroma a azahar, y dispuse en mi cabello un adorno floral a juego con la vestimenta. Mi maquillaje era suave, en tonos claros. El espejo reflejaba aquellos ojos carmesíes, los mismos que en un tiempo tuvieron el color del océano, ahora portaban el de la sangre. Recuerdos… aún demasiado dolorosos. Terminé de retocarme los labios con un sutil brillo, para después levantarme con cuidado de no arrugar el vestido, coger mi bolso y cerrar la puerta con dos vueltas de llave.


VESTIMENTA:


Estaba nerviosa, mi mentón temblaba y respiraba entrecortadamente y con dificultad. A pesar de haber estado ensayando concienzudamente las canciones que iba a interpretar durante semanas y sabérmelas de memoria, no podía evitar sentirme así. Pero… en el instante en que subiera al escenario, todo ello se desvanecería, pues era ese el único lugar donde el mundo parecía sencillo.

Una vez en la calle, anduve hasta llegar a uno de los canales principales, descendí las escaleras y observé que había una serie de pequeñas barcas que servían de ayuda para transportarse hasta casi cualquier rincón de la ciudad, para aquellos románticos que disfrutaran del viaje sin necesidad de preocuparse por la velocidad. El dueño del primer bote me ayudó a subir a bordo y a continuación puso rumbo hasta la calle donde se encontraba el rascacielos. Las luces de la ciudad adornaban las cristalinas aguas con brillantes luces de colores, y la luna, coqueta, se observaba en las mismas, haciendo gala de su radiante hermosura. Me despojé de uno de mis guantes blancos y deslicé mis dedos en el agua, disfrutando de una sensación tan agradable... Resultaba placentero viajar por una vez sin tener que usar trenes de alta velocidad u otros transportes urbanos… a veces estaba bien viajar así y percatarse de las vistas de esta magnífica ciudad.

Una vez en mi destino, me despedí del que había sido mi particular chófer y me dispuse a entrar al gigantesco edificio. Una vez en el interior, me dirigí a los ascensores y marqué la planta número veintiséis. Había bastante gente dentro de la cabina, pero esta tenía espacio suficiente para albergar hasta veinte personas juntas, e incluso, como dato curioso, disponía de un moderno sofá de tamaño mediano. Cuando se abrieron las puertas en mi planta, bajé y caminé por los pasillos hasta la ubicación del club. Al divisar la gran cola para entrar y los gigantescos androides en la puerta, supe que había llegado. Como era una empleada, no necesitaba guardar cola, por lo que fui ante ellos para poder acceder al interior.

- H-hola… Me llamo Eyden… soy… soy la cantante… - Mascullé vergonzosamente ante la feroz presencia de aquellos robots de apariencia humana. Uno de ellos se fijó en mí y pasó a comprobar la que sería la lista de invitados. Una vez leyó mi nombre en ella, asintió con la cabeza a su compañero y abrió el cordón de terciopelo para permitirme el paso.

Aquél lugar era inmenso y estaba minuciosamente decorado con todo lujo de detalles. Existían unos grandes ventanales que poseían unas magníficas vistas de la ciudad. Caminé deprisa hasta el escenario, pues quedaban sólo cinco minutos para el inicio de mi actuación, así que hice lo posible por abrirme paso entre la multitud y acceder al escenario, que se encontraba al final de la sala, cuidadosamente iluminado por bastantes focos de diversas tonalidades. El micrófono estaba listo y conectado a los altavoces, y los clientes esperaban con impaciencia el espectáculo desde sus confortables sofás. A algunos de ellos ya les conocía de vista, pues habían pasado a felicitarme en alguna que otra ocasión.


PRIVILEGE:


- Damas y caballeros, y ahora, en esta noche tan especial, déjennos obsequiarlos con una dulce melodía para vuestros oídos... ¡Con ustedes, la princesa de la noche, la misma música hecha carne… Eyden! ¡Recibámosla con un fuerte aplauso! - Pronunció entusiasmado el presentador con un alegre tono en su voz.

Entre una oleada de aplausos, aclaré mi garganta y subí los peldaños del escenario, la música ya había empezado a sonar. Respiré hondo y comencé a cantar.

You are my love:


Última edición por Eyden el Lun Ago 15, 2016 7:47 am, editado 10 veces
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Privado Re: Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

Mensaje por Velzat Dom Jul 31, 2016 4:47 pm

No era raro verme viajando por el mundo. De aquí allá cumpliendo con mi trabajo, y de vez en cuando dándome un respiro. Debía vigilar, ser los ojos de los Custos Dei y seguir sus órdenes, todo fuese por el gobierno y por el lord. Ese era mi punto de vista, al menos. Alguien tenía que poner orden, y el Lord era el único capaz de manejar la situación actual.

Viajé a Tempus desde Spatium, en barco, por supuesto. El viaje no me resultó desagradable, la verdad, prefería eso a estar volando un par de días. No es que me costase, pero estaba algo ausente desde mi último incidente con aquel ballestero.

El reino de Tempus es como tal lo recordaba, mis orbes sobrevolaron toda la lejanía, poco a poco, hasta llegar a mis pies. Era muy diferente de los otros dos, casi no podía creer que estuviese en el mismo planeta, pero así era. La diversidad de pensamiento permitía esto, el avance y el progreso, quizás con su contrapartida, pero ahí estaba la ley.

Crují mis nudillos y eché una bocanada de aire, pues la temperatura era placentera a pesar de haber caído la noche y me sentía cómodo. Eché a andar, poco a poco, sin prisa, ya sabía mi destino: un club en concreto.

Mi cabello blanquecino, casi plateado, resaltaba levemente entre las oscuras calles en las que había escasa iluminación. Pocas eran, claro está. La ciudad era muy activa, y había muchísima gente a mi alrededor, nunca se acababan por más que andase. Hasta que llegué.

No iba mal vestido, esta vez había optado por llevar un traje de chaqueta blanco, no demasiado formal, pero tampoco podía llevar mi gabardina negra favorita a un club de "élite".
El club estaba en la vigésimo sexta planta de un enorme rascacielos. Parpadeé mirando a las alturas, no estaba acostumbrado a aquello. Desde la entrada habían muchos bien vestidos, delicados rostros exageradamente maquillados, que me miraban con repudio y asco. No pude evitar cerrar los ojos soltar una pequeña carcajada inaudible, al parecer por mucho progreso tecnológico que tuviese un país, no lo hacía más apto de moral. -En fin... - di un paso, y continué hacia el interior.

Recorrí sus pasillos, y al llegar al ascensor, había un muchacho, joven, la verdad, que preguntaba la planta hacia dónde nos dirigíamos los demás y yo. << Podría hacerlo yo mismo, es solo un botón... >> la verdad es que me extrañaba aquello, y a la vez me parecía algo totalmente inútil.

Al llegar, no había casi cola, parecía que iba a empezar el espectáculo y ya estaban casi todos dentro. Al acercarme presenté mi placa representativa como Bellator Dei, el exageradamente grande cyborg, o lo que quiera que fuese, se quedó mirándome, sin ninguna expresión. Levanté una ceja y fruncí un poco el ceño apretando los labios como respuesta. -¿Algún problema? - le pregunté en tono autoritario. Miró mi placa y luego otra vez a mi. -No, pase, señor Bellator. - respondió en un tono frío y sin vida. << Clásico. >> pensé. Se inclinó levemente y abrió el cordón por un hueco aparte. Sin más, busqué un lugar en el sofá para contemplar la bella escena y esperé.

De repente una hermosa joven apareció al ser presentada. Y comenzó a cantar, un cántico de lo más peculiar, y seguramente contrario al mío. Quizás ella podría ayudarme... o no.

Aplaudí, pues los sentimientos puestos en su canción habían movido algo en mí, y eso era difícil.

-Póngame un trago de bourbon con hielo. - Me acerqué a la barra y pedí un trago. El barman asentió y lo preparó rápido y veloz, a pesar de la cantidad de personas que había allí. De hecho, eso me hizo darme cuenta del éxito que tenía la muchacha. Éxito que si ardía en los corazones de sus fans, podía envolverla en fama... o en desgracia. No todos los fans están muy cuerdos.
Velzat
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Privado Re: Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

Mensaje por Eyden Miér Ago 03, 2016 8:16 am

Esos dulces acordes de guitarra danzaban en el aire junto al sonido de mi voz. Nada existía mientras cantaba, los ojos de los espectadores se convertían en estrellas y de pronto mi miedo y timidez se apagaban completamente, al menos durante los escasos minutos que duraba mi canción de apertura. La letra hablaba del amor, algo tan desconocido para mí como inspirador. Nunca lo había sentido, pero en las canciones que escribía intentaba comunicar lo que significaría para mí poder llegar a conocerlo. Sí es cierto que lo había visto muchas veces en parejas felices cuyo sentimiento palpitaba a través de sus rostros, irradiando romance. Desde mi soledad me limitaba a contemplar discretamente y en silencio aquellas hermosas escenas cómo quien observa con admiración a un delicado ciervo en el bosque.  

Pronto la canción llegó a su fin y el guitarrista dejó de deleitarnos con su bella melodía. Nuevos aplausos por parte del público me devolvieron a la realidad, y junto a ellos un suave rubor comenzó a acrecentarse en mis pómulos. Sonreí dulcemente, aliviada por el hecho de que les hubiera gustado. La siguiente balada había sido escrita en un idioma extranjero, el que usualmente se usaba para crear una composición más personal, pues no todos podían entender el significado de la letra y eso le otorgaba individualidad.


KOTONOHA:


En esta ocasión se precisaban más instrumentos por parte de la orquesta que se encontraba junto a mí. El pianista pasó página en sus partituras y comenzó a tocar, acompañado de nuevo por mi frágil voz. Era una canción esperanzadora y melancólica… transmitía un sentimiento agradable que debía embargar los corazones de aquellos que me escuchaban. Un foco de luz azulada me alumbraba concediéndome el protagonismo del escenario,  mientras que el resto de los intérpretes permanecían en una débil penumbra. Al acabar la canción, ellos siguieron tocando para agasajar a los asistentes y yo me despedí por ahora, pues era el momento del descanso en esta primera parte. Bajé de nuevo las escaleras y me dirigí hasta la barra del bar, pues necesitaba algo de beber. Tomé asiento al lado de un joven de blanquecinos cabellos que estaba bebiendo lo que juzgué como bourbon o whisky. Era curioso cómo había empezado a conocer estos combinados cuando nunca había probado ninguno, sin embargo, actuar cerca de personas que solían beberlos ayudaba a familiarizarse con estas bebidas. El barman, al cual conocía desde la primera vez que actué aquí hace seis meses, me sonrió para luego dirigirse a mí.

- Ha estado fantástica, como siempre, señorita Eyden. ¿Le pongo lo de siempre? – Preguntó de forma servicial. Era un hombre de mediana edad de aspecto elegante, siempre había tratado amablemente, era la persona con la que más solía conversar entre actuación y actuación, aunque él siempre estaba ocupado sirviendo bebidas a la clientela.

- M-muchas gracias, Adam. L-lo cierto es que… hay mucha gente hoy… – Respondí sonriente. – S-sí, por favor... – Volví a contestar ante su ofrecimiento. Minutos después, tenía ante mí un refrescante cóctel San Francisco sin alcohol hecho con zumo de naranja, limón, piña, melocotón y granadina. Como siempre, Adam le había puesto una sombrilla azul especialmente para mí. Sonreí divertida ante ese detalle y bebí de la copa.

En ese momento noté que alguien me tocaba en el hombro y me giré para comprobar quien era. Se trataban de dos jóvenes de no más de veinticinco años, vestían ropajes sofisticados acordes a la fiesta y cada uno sostenía en su mano un vaso que probablemente contendría coñac u algún líquido similar. Olían bastante a alcohol, lo que me hizo sospechar que estuviesen en estado de ebriedad. Tuve un mal presentimiento.

- Hola guapa, mi amigo y yo nos preguntábamos si te gustaría venir a una fiesta particular con nosotros… Tenemos mucho dinero para pagarte. – Masculló uno de ellos, el más alto, mientras que el otro no paraba de reírse.

- ¿U-una fiesta…? L-lo siento pero no puedo… debo quedarme aquí… – Les dije de forma nerviosa mientras intentaba buscar con la mirada al barman, que en ese momento no se encontraba allí. Parece ser que aquél joven no consideró como adecuada mi respuesta, pues en un abrir y cerrar de ojos me cogió del brazo con fiereza.

- ¿¡Cómo que no te vas a venir, pero tú quien te has creído!? – Gritó con una mueca de enfado en su rostro, mirándome con severidad. – Tu irás donde se te diga, que para eso eres una empleada y nos tienes que entretener. ¡Vamos! – Aun asiéndome el brazo izquierdo, tiró de mí e hizo que bajara bruscamente de mi silla debido a su zarandeo.

- ¡N-no…! Por favor… M-me hace daño… – Rogué, aunque daba la impresión de que no les importaban demasiado mis súplicas. Un sudor frío recorrió mi espalda, sentía que estaba perdida. No podía soltarme, pues me agarraba demasiado fuerte. Mi mentón temblaba y el miedo empezaba a hacer mella en mí, sintiéndome impotente en esa situación. Buscaba insistentemente con la mirada alguien que me pudiera ayudar, pero los demás asistentes se limitaban a observar y comentar entre sí, no queriendo tomar parte. P-por favor… que alguien me ayude… Pedía para mis adentros, aunque mis agitados orbes de color rubí promulgaban también este mensaje de socorro.


Última edición por Eyden el Lun Ago 15, 2016 7:46 am, editado 2 veces
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Privado Re: Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

Mensaje por Velzat Vie Ago 05, 2016 5:05 pm

La noche transcurría, poco a poco, dulcemente. La voz de esa chica era encantadora, y mientras que mis gustos diferían por mucho de lo que ella pudiese ofrecer, de alguna forma me sentía atraído por su voz, su hermosa voz. Quizás me recordaba a la dulzura con la que me trataba mi madre... antes de que cayera en la demencia y me vendiese al ejército, o quizás porque me influía un sentimiento que no lograba discernir, y eso me gustaba. Quién sabe.

La muchacha, Eyden creo que era su nombre, real o artístico, se dispuso a cantar una segunda canción. Ah, claro, no podría solo cantar una e irse. Sería un trabajo demasiado sencillo, hasta yo lo intentaría. << Claro que si que lo intentaría... >> sonreí, ampliando dicha sonrisa hasta carcajear un poco.

Esa canción, ni siquiera la entendí, pero volví a sentir lo que sentí antes. Quizás su habilidad con el canto si que era innata, no lo sabría, dado que no la conocía de nada, pero podía asegurar que tenía un don, y la admiraba por eso. Vivía de lo que se le daba bien.

Se acercó a la barra, y pude mirarla más de cerca, pude ver que me miró de reojo, cosa que tomé como pura curiosidad, al igual que a mi me miraban por la calle, yo miraba a otros. Ella hacía lo mismo. Además, por su forma de hablar con el barman, pude averiguar, o bien que era tartamuda, cosa que dudaba, porque cantaba sin problemas, o padecía un problema al tratar con las personas. Quizás timidez. Me eché a reír de nuevo, esta vez un poco más, alzando la copa de bourbon sobre mis labios y dando otro sorbo. al descubrirme a mí mismo pensado sobre ello, no merecía darle muchas vueltas. Le di un trago al bourbon, muy bueno por cierto, y continué observando el lugar. Desde luego estaba lleno, llenísimo de personas muy adineradas, o al menos lo aparentaban, que si bien venían a escuchar las canciones de la señorita, también tendrían negocios de los que hablar, y este podía ser el lugar perfecto para ello.

Mis pensamientos se despejaron, y volví a la realidad, un par de tipos, que parecían igual de adinerados que el resto, pero bastante más entregados al alcohol, se acercaron. De repente mis sentidos se agudizaron, sus cuerpos emanaban mucho calor, y por lo que veía entre sus piernas, tenían ganas de jugar, patético.

Podría haber pasado por alto cualquier insulto o acercamiento verbal, pero jamás podría ignorar aquello, simplemente no podía. Bebí otro sorbo de bourbon, el último, y di un pequeño golpe con el vaso sobre la barra, dejando suficientes soulinks para pagarla. Sobraría seguramente, pero no me importaba.

Avancé unos pasos hasta llegar donde estaban la señorita con los dos individuos, y de un golpe en seco aparté sus sucias manos de ella. -¿Qué crees que estás... ¡hip!... haciendo, hijo de perra? - obviamente obtuve respuesta. Se tambaleaban un poco, y me miraban de forma muy, pero que muy grosera. Tampoco es que me importase. -¡Se cree alguien el chico... ! - miró de forma burlesca a su compañero. Al haber alzado la voz, varias personas miraron hacia la escena. Me mantuve en silencio, entre ellos y Eyden.

-Eh... Glast... ¿No es si acaso un sucio Nefilim? ¡Mira sus ojos! - le dijo el más alejado al que estaba frente a mi.
-Es posible... posible... Me jugaría al cuello que su madre era una zorra... - sonrió al decir esto último, debería haberme enfadado, pero solo me molesto ligeramente. Tampoco le daría importancia a las palabras de un necio borracho.
Seguidamente intentó abalanzarse, alzando el puño. En señal a esto, me moví más rápido que él, y opté por noquearle rápidamente, metamorfoseando mi mano entera en una gran garra con la que le propiné un derechazo en el mentón. No fue difícil, sus sentidos estaban bastante mermados.
-¡MOUNSTRUO! - gritó el segundo, cuando cayó su amigo al suelo.
-No soy un monstruo, solo alguien que viene a escuchar a la señorita, no a hacer el estúpido. - avancé un poco de forma dominante, y este se echó atrás, agarrando a su amigo, no parecía intención de plantarme cara.

Me giré y miré a Eyden un instante, para preguntarle si se encontraba bien, pero algo me decía que no debía relajarme. El borracho que quedaba aprovechó que me había dado la vuelta para intentar darme un botellazo, pero no sin antes gritar, el muy imbécil.

Me giré de nuevo sobre mi mismo levantando la pierna derecha flexionandola un poco y le golpeé en el pecho. Fue arrastrado unos metros por el suelo.

Suspiré y volví a poner mi atención sobre la peliazul. - ¿Estás bien? - pregunté.
Velzat
Velzat

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Privado Re: Metaxý krasí kai mousikí ~ Entre el vino y la música

Mensaje por Eyden Miér Ago 10, 2016 4:27 pm

Allí estaba, prisionera por la mano de aquél desconocido, mientras la sala parecía dar vueltas, atestada de orbes curiosos que me observaban presa en mi propia desdicha. Mis ojos, a su vez, nublados en miedo y agonía, no divisaban bien el camino, por lo que andaba despacio y tropezándome con los demás clientes, intentando por otra parte frenar las intenciones de aquél joven en estado de ebriedad. Percibía en mi pecho aquellas aceleradas palpitaciones a causa del nerviosismo, y mi mentón, tembloroso, trataba de calmar aquél sentimiento de desconsuelo que parecía invadir mi cuerpo de forma veloz.
Debían de ser poderosos, pues nadie se atrevía a enfrentarles, o al menos eso parecía…

De repente y sin previo aviso, una mano salvadora me apartó de ellos. ¿Acaso estaba soñando…? ¿Alguien había sido capaz finalmente de acudir en mi auxilio? Sentía como si un ángel protector hubiera venido a poner fin a esta injusticia, y mis timoratos iris de color rubí respondieron colmándose de aquél hermoso brillo que tan sólo una infinita gratitud podía otorgarles. Sin embargo, a estos individuos no pareció contentarles tanto la presencia de aquél ángel redentor, pues le hablaron de mala manera y faltándole al respeto. Volqué mi interrogante mirada en él, comprobando que era el mismo joven que había estado junto a mí en la barra del bar, de cabellos níveos y semblante regio. Debíamos de tener la misma edad, al menos, aparentemente...

Había interrumpido su momento de tranquilidad para rescatarme. Gracias… al cielo… Pensé para mis adentros, mientras, debido a lo tenso de la situación, decidí alejarme un paso atrás, a espaldas del que había sido mi defensor, situado ahora entre los malhechores y yo. Todos los asistentes seguían mirándonos, pues nos habíamos convertido en el centro de atención. No entendía demasiado la jerga de aquellos hombres, más comprendía que sus palabras no serían las más adecuadas para dirigirse a aquél joven. ¿Net… Netflim…? Repetí mentalmente, intentando recordar su significado. Hijo… de ángel… y de… demonio… Rememoré. Al final, mi salvador había resultado poseer parte de la condición de aquél ser celestial, y, por mucho que le observaba, no podía ver en él su lado más tenebroso… en ese momento, él era luz.

Cubrí mis ojos atemorizada cuando aquél joven de cabellos albinos se preparó para propiciarle un fuerte golpe al primer sujeto, el cual corría hacia él, encendido en furia e ira, con intención de dañarlo. Se oyó un inconfundible y desgarrador sonido, y cuando volví a mirar, pude comprobar que mi protector había vencido. Fue en ese momento cuando aquel semi-ángel centró su interés en mí, más, pude advertir que tras él, el otro individuo que quedaba había cogido una botella vacía y ahora corría también para arremeter contra el que había sido mi guardián.

- ¡Cuidado! – Grité señalándo al agresor, más mi acompañante ya se había percatado de aquello al oír sus gritos.
El nuevo asaltante fue frenado bruscamente con una patada en su pecho, la que fue sin duda tan certera como dolorosa, cayendo hacia atrás una considerable distancia a causa del fuerte impacto. Ninguno parecía sentirse con ánimos de volver a atacarle. Sentía los nervios a flor de piel, aún descompuesta por el suceso. Fue ese el instante cuando pudo preguntarme que tal me encontraba, mostrando una actitud atenta y amable. Sentía que responderle verbalmente sería complicado, más él se merecía el mejor de mis intentos por hacerlo.

- Y-yo… s-sí… - Musité, encontrándome con sus ojos directamente, siendo capaz de apreciar en ellos que eran de distinto color, lo que dejaba intuir su raza. – G-gracias… - Volví a hablar, mientras una lágrima cayó débilmente surcando uno de mis coloreados y agitados pómulos. Parecía imposible contenerla más, pues el agradecimiento había dibujado aquella expresión en mi rostro. Una cálida sonrisa bañada en lágrimas saladas, de momento, era lo único que podía ofrecerle como recompensa. Vergonzosa, intenté hacerla desaparecer de mi compungido rostro, deslizando mis dedos por mi piel para despejarla. – L-lo siento… tenía… m-miedo… – Me disculpé entrecortadamente.
Al segundo, vinieron los imponentes androides que guardaban celosamente la entrada, pues habían sido avisados del altercado. Uno de ellos cogió a los dos agresores, que permanecían inconscientes en el suelo, y el tercero agarró el brazo de aquél joven, con intención de echarle, o, lo que era más probable, dejarle al cuidado de la policía.

- ¡N-no, por favor…! Él no… no ha hecho nada… S-sólo me defendía… - Expliqué, ante lo que el robot de aspecto humano me miró con ojos desconfiados – Soy Eyden… T-trabajo aquí… como cantante… - Al pronunciarle ese detalle, parece ser que obtuve su confianza y soltó el brazo del joven de blancos cabellos. Tras ello, se fueron por la misma puerta por la que habían venido con presteza.

- ¡Muy bien, después de esto, todo el local está invitado a una copa gratis! – Oí por megafonía de parte de Adam, desde el bar, teniendo el objetivo de tranquilizar a la clientela. Dio resultado, pues en un abrir y cerrar de ojos, la barra se había llenado de personas que reclamaban ese pequeño presente compensatorio.

Quedó libre cerca de nosotros una mesa desde la que existía una vista privilegiada de la ciudad a través de los grandes ventanales. Deduje entonces que lo más indicado sería invitarle, eso como mínimo por su heroica hazaña. No sólo servían copas en aquél lugar, pues la cocina cerraba a las una de la mañana, y hacían unos postres y batidos deliciosos, los cuales había tenido el placer de probar en alguna ocasión. Quizás le apeteciera algo para comer en acompañamiento de su bebida gratuita.

- D-disculpa… ¿P-podría… invitarte a… tomar a-algo…? – Comenté vergonzosa, mientras suaves rubores recorrían mi faz, recordando la agitación que me provocaba conversar con alguien del género masculino. – P-por favor... I-insisto… - Repetí, pues lo cierto es que me sabía mal haberle robado su momento de paz.
Eyden
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