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I Know You [Priv. Rosette Lestrange]

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Mensaje por Atreyu Dom Sep 25, 2016 6:19 pm

Una semana de permiso… al final se extendió y acabaron siendo dos. Recibió el aviso por un cuervo que la misma Rosette le envió. ¿Para qué necesitaba tanto tiempo? En un principio simplemente le comento que era por un asunto personal, que no se preocupara y que confiara en ella. Claro que confiaba, de no ser así, no la hubiera ascendido prácticamente sin conocerla. Desde que se encontraron en el bosque, algo en su interior se removió. Sin duda alguna muy cuerda no estaba, cualquier humano en su sano juicio no cometería ni la décima parte de imprudencias en las que la osada Lestrange participaba. Y sin embargo, era una de las cosas que más le atraían, esa locura, esa manera de vivir sin miedo, sin importar qué pueda pasar.

Esas dos semanas fueron duras para Atreyu, se había acostumbrado a que Rosette se encargara de revisar las órdenes de captura e ingresos en prisión, dejándole más horas libres para poder entrenar con el Army of Chaos. Maldita mujer, ¿por qué era tan eficaz? No se dio cuenta hasta este momento en el que no estaba, lo mucho que podía llegar a ayudarle. Se tomaba su trabajo muy en serio. Las bromas y disparates que la caracterizaban, no tenían cabida en el instante en el que empezaba a tratar con sus labores como paladina. Se ganó el respeto del ejército en poco tiempo. Más de uno le temía, pues su método de entrenamiento te dejaba muerto casi literalmente o acababa sacando lo mejor de cada uno.

Dos largas semanas que finalmente llegaban a su fin. En su mensaje no indicaba el motivo del retraso. Sólo se disculpaba por tener que ausentarse más tiempo y poder causarle algún inconveniente con ello. Esta misma noche llegaría, lo más posible es que no se cruzaran pues tenía que salir de la ciudad y regresaría tarde. Al día siguiente quería ir al Santuario Olvidado, esa zona llevaba mucho tiempo sin habitar y empezaban a llegar rumores extraños sobre criaturas que moraban por allí y bajaban a las aldeas cercanas para acabar con el ganado. Le escribió una nota en una hoja de papel, dándole la bienvenida y avisándole que descansara, ya que al alba, partirían hacia el Santuario Olvidado.

Terminó de ponerse al día con las capturas de los asesinos y delincuentes que había que encerrar en Carceris Arcadia y salió del despacho. Entró en la habitación de Rosette y dejó sobre la cama la nota. Miro curioso la habitación. No había cambiado en absoluto desde que entró a vivir en ella. ¿A caso no tenía ninguna pertenencia que traer? No era el más indicado para suponer eso, pues desde que entró como Ministro, lo único que trajo además de su ropa y sus armas, muchas armas, era el fonógrafo de su habitación. Una sonrisa se dibujó en sus labios al darse cuenta de que eran más parecidos de lo que pensaba, y si como pensaba… Se acercó a la cabecera de la cama y metió la mano debajo de la almohada, tocó algo de acero, saco el objeto para descubrir que se trataba de una daga dentro de su funda, ligera y pequeña, suficiente para clavarsela a alguien en la base de la cabeza o atravesar de lado a lado su cuello. - Elegante y práctica. - La colocó en su sitio y salió de la habitación por la puerta lateral que comunicaba con la suya.


Última edición por Atreyu el Lun Oct 03, 2016 1:51 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Rosette Lestrange Dom Sep 25, 2016 7:27 pm

El plan era faltar una semana, siete días personales para entrenar y hacerse más fuerte, ser una guerrera más poderosa para Chaos. No contó con los problemas que podían surgir durante el viaje, una tontería la retrasaría… y eso pasó. Una semana más de lo previsto, casi le dio rabia tener que informar al ministro sobre el retraso, detestaba estar alejada del castillo y Atreyu. Le prometió fidelidad y obediencia el día en que se conocieron, el mismo día en que fue ascendida a paladín. No esperaba en absoluto encontrarse con un ministro en mitad de la nada, le creyó un cualquiera aburrido buscando aventuras con enemigos fuerte… y allí estaba, el albino, el misterioso hombre que no mucho después la sorprendería. Pretender probar tu fuerza y salir de allí siendo paladina fue increíble, la oportunidad que le ofreció… quizás por eso, a partir de ese día y tras el juramento, se transformó en la personas más eficiente de todo chaos. Por esa mismas razón estar alejada le enfurecia, ella debía estar allí ayudando al ministro, arreglando papeles, entrenando a los nuevos soldados ¿Cómo le iría a Atreyu? Muy diestro en la batalla, inteligente pero desde que llegó le facilitó la vida, haciendo que se acostumbrara y probablemente lo pasaría fatal… ¿La echaría de menos? Esa pregunta se pasaba de vez en cuando por su mente.-Después de dos semanas de ocuparse del papeleo, seguro que nos echa muuuucho de menos- Comentó burlandose.-El ministro nos aprecia tanto como nosotras a el.- Aseguró la otra sin duda en sus palabras. En cualquiera de ambos casos, pronto regresaría a Chaos… finalmente había terminado con sus asuntos y el honor le esperaba.

La dicha que sintió cuando divisó el castillo no se pudo expresar de ninguna forma, simplemente golpeó los costados del caballo para que acelerara. Los guardias se pusieron firmes nada más  verla, todo los soldados la conocían y respetaban… por su bien. Dejó el caballo a uno de los hombres y sin pensarlo entró en el castillo. No pensó que echaría tanto de menos estar encerrada entre cuatro paredes pero ahí estaba, observando su alrededor como si fuera la primera vez que la veía. Era tarde, la mayor parte del castillo estaría dormida, entre ellos quizás el ministro. Sin pensarlo dos veces se dirigió directamente a su habitación. Lo primero que hizo nada más llegar fue quitarse la pesada armadura, se quitó las prendas que quedaban y se introdujo en la ducha. Después de dos semanas fuera, lo necesitaba, una ducha de agua caliente. Cerró los ojos y pudo sentir que el cuerpo le dolía completamente, después de catorce días el cuerpo mostraba los efectos de un entrenamiento excesivo. Calculó la ducha duró alrededor de quince minutos, tomó la toalla y cubrió el cuerpo con ella, saliendo del baño. Se sentó en el borde de la cama, cansada, el cuerpo le pedía a gritos descar, así que se dejó caer. Giró el rostro y entonces vio un nota sobre la cama, la cogió cuidadosamente y la leyó. Era del ministro, nada más llegar de entrenar dos semanas mañana saldrían en otra misión… bonita bienvenida. Lo único bueno es que las misiones con Atreyu siempre resultan divertidas, cuando se juntaban una masacre pasaba a ser algo cómico ¿Por qué? En realidad los cuerdos que los veían desde el exterior pensarían que eran un puñetero par de tarados pero para ellos dos… bueno, había nacido para ser demente y cometer los crímenes que los débiles nunca serían capaces de hacer. Dejó la nota sobre la mesilla de noche, se puso el camisón de seda azulado y se acostó en la cama a dormir. Mañana sería otro día, mañana tendría tiempo para reencontrarse como era debido con el ministro, disculparse e iniciar una nueva misión…
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Mensaje por Atreyu Dom Sep 25, 2016 8:16 pm

El regreso al castillo se retrasó más de lo esperado. En Oishi se lo tomaban todo con mucha calma, demasiado discurso y protocolo, paciencia no le faltaba, pero tanta ceremonia era innecesaria para temas políticos. Al menos tuvieron el detalle de regalarle una katana hecha por el mejor artesano de la ciudad, con una saya tallada a mano, decorada con filigranas cubiertas con oro y la tsuba incluía caracteres que simbolizaban fuerza y protección. No pudo contener el ansia por probarla y tras pedir permiso para utilizar la zona de entrenamiento, se dirigieron todos hacia allí para presenciar los hábiles movimientos del dios oscuro manejando un arma de tan exquisita técnica. En ese momento extraoficial ya empezó a escaparse el tiempo, empatizó con el shogun de Oishi cuando éste vio su técnica y empezaron una conversación sobre los distintos artes de la guerra que se alargó hasta la cena. Se hubiera quedado a dormir de no ser porque al día siguiente tenía el día ocupado. No podía demorar más el entrenamiento de la guardia. Necesitaban pasar por el entrenamiento de Rosette. Tras la despedida, montó de nuevo en el carruaje con los guardias que le acompañaron y regresaron al castillo, se había hecho muy tarde. A estas horas la paladina ya debería de haber llegado y estar durmiendo, cogiendo fuerzas para el estimulante día que tenía preparado.

Se despertó como todas las mañanas, con los primeros rayos de Sol apuntando directamente a la cara. Un suspiro desganado salió de sus labios, había que hacer algo con ese deslumbrante resplandor, le ponía de muy mal humor despertarse con una luz cegadora apuntándole a los ojos. Retiró la sábana que cubría su cuerpo de cintura para abajo, se levantó de la cama y directamente entro al baño para darse una ducha de agua fría, la mejor manera para activar su cuerpo mortal de buena mañana. Tras terminar se vistió y bajó al comedor. Se sentó a desayunar y mientras le servían el café, ojeaba los partes de patrulla de la noche pasada. ¿Por qué no estaba Lestrange ahí, estaría durmiendo aún o ya habría llegado a la base? Tomó una segunda taza de esa estimulante bebida y tras terminarla, se dirigió hacia la Base Militar.

Allí se encontró con los soldados, preparando sus monturas con las armas y provisiones necesarias para aguantar un par de días fuera del castillo. No tenían ni idea de a dónde iban, ni cuánto tiempo tardarían en regresar, pero esa era la idea que pasaba por la cabeza del albino. Que salieran como si se tratara de una misión patrulla real, a excepción de que en las misiones reales sí se conocía al menos el lugar al que debían acudir y su objetivo. Pero de saber que se trataba de un entrenamiento dirigido por Rosette, más de uno se lo hubiera pensado dos veces antes de plantarse esa mañana ahí. Tenía ganas de ver la reacción de los soldados al verla entrar por la puerta.
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Mensaje por Rosette Lestrange Dom Sep 25, 2016 8:52 pm

Casi le dieron ganas de tirar la lanza al sol cuando sus tormentosos rayos entraron por la ventana de la habitación. Normalmente estaría despierta antes de que saliera el sol pero dos semanas de constante entrenamiento agotaban a cualquiera. Cuando comprendió que el sol estaba más alto de lo acostumbrado, saltó de la cama como una bala, preparándose para salir de viaje. Se colocó la pesada armadura, tan acostumbrada a ella que no notaba casi la diferencia entre tenerla y no tenerla, de probarsela otra persona quedaría sorprendida por el peso de esta. Rosette siempre fue una persona extrema, llegando al limite solo para superarlo o morir en el intento. Justo esa idea buscaba reflejar en los soldados, llevarlos hasta el límite, forzarlos, ver de lo que eran capaces de hacer por sobrevivir. Se ganaba el respeto, miedo y odio de muchos soldados pero le encantaba ver sus caras cuando llegaba, con un nuevo y feroz entrenamiento entre manos. Ver sus caras de absoluta tranquilidad tornarse de preocupación y terror… ¿Moriría alguien? ¿Volverían todos a casa? Hasta la fecha ningún soldado había muerto en sus manos, todos regresaban con vida, medio destrozados pero aún respirando. Matar a los soldados de chaos sería malo para el reino en sí, más le valía dejarlos con vida y ya intentarlo de nuevo más tarde. Para ganar guerras se necesitaban hombres y poder, dos cosas que iban cogidas de la mano. Con esa idea en la cabeza, abandonó la habitación preparada del todo, dispuesta a recuperar la rutina de sus labores.

Bajó al comedor cruzándose con la asustada mirada de los soldados, en ese momento se dieron cuenta del regreso de la paladina. Ignorando las miradas de todos los presentes, tomó asiento y como acostumbraba tomó un desayuno lleno de azúcar. Pastel de queso, tortitas con arándanos y miel y gofres con chocolate caliente, un desayuno más de una niña enferma que de una adulta pero Rosette no tuvo problema para devorar aquella exagerada ingesta de azúcar. Los soldados la miraban entre sorprendidos y asqueados, verla comer esas cantidad de dulce enfermaba a más de uno. Como colofón al desayuno, bebió una taza de café con caramelo, una de sus mezclas favoritas. Dejó la taza de café y llena de energía por el azúcar que acababa de consumir, fue casi volando hasta la base militar. La gente se apartaba a su paso, como una locomotora en marcha, no paró hasta llegar, respiró hondo y entró. Allí estaban los soldados, preparando los caballos y las provisiones que necesitan durante el viaje. Los ojos de los hombres se dilataron al verla, otra vez asustados con la presencia de Rosette, muchos ya se temían lo peor, lo único que Rosette hizo fue sonreír y hablar.-¿Me habéis echado de menos chicos? Espero disfruaráis de vuestras vacaciones sin mi.- Tragaron saliva, sabían perfectamente que la rubia regresaba con brutales intenciones. Sin embargo, en ese preciso momento, Rosette les resto importancia, con casi ganas de saltar encima del ministro para saludarle después de dos semanas, se contuvo y guardó la compostura. Se acercó al albino en silencio, parando a unos pocos metros de él, en una postura recta pero su habitual sonrisa burlona.-¡Ministro Atreyu!- Exclamó llena de emoción.-Han pasado dos semanas desde que le deje solo, espero no hubiera problema en mi ausencia.- Paseó la mirada por los soldados.- Lamento de corazón haber desaparecido así, perdonadme.- Como acostumbraba en las situaciones oficiales, se arrodilló ante el ministro a modo de sumisión.-La paladín Lestrange se presenta de nuevo ante vuestras órdenes, mi señor.- Adoraba su trabajo, en breve saldrían de viaje junto con los soldados.
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Mensaje por Atreyu Lun Sep 26, 2016 11:47 am

El grupo compuesto por siete hombres y una mujer charlaban animadamente entre ellos, ajenos a lo que les esperaba. Los últimos guerreros que entrenó Rosette, quedaron postrados una semana en la enfermería. Todos, sin excepción. Tras la partida de la paladina, la última prueba de acceso se convirtió en una especie de ritual de iniciación, el mismo ministro participaba en un combate contra los aspirantes, asegurándose así que los que ingresaban en sus filas tenían un mínimo de fortaleza para poder soportar el entrenamiento de Lestrange y no acabar una semana en camilla.

Mientras la esperaban, verificaba la ruta de acceso al Santuario a través de la cordillera montañosa. Había que cruzar un pequeño desfiladero, pero era el camino más rápido para llegar a aquel recóndito lugar. Lo peor que podía pasar es que el paso estuviera deteriorado y tuvieran que seguir a pie o dar la vuelta y buscar una ruta alternativa. Hace mucho tiempo ese Santuario estaba habitado por unos monjes que veneraban a un dios, pero los cambios climáticos y la invasión de criaturas en la zona, los obligó a dejar aquel lugar, quedando en el olvido por todos. Una lástima, pues el recuerdo que guardaba de aquel templo, era el de una magnífica edificación. Ahora acabó siendo un foco de amenazas para sus ciudadanos y posiblemente una zona para adiestramiento si la rutina prevista resultaba exitosa.

No pasó mucho tiempo hasta que se empezó a escuchar el ruido de unos tacones y el tintineo de una armadura acercarse hacia donde estaban. No hacía falta que se girase para ver de quien se trataba, pues sólo había una persona en el ejército que tuviera un paso firme y presuroso con eso puesto. Las animadas voces de los soldados cesaron en el momento en el que los pasos se detuvieron. La enérgica voz de la paladina se manifestó, con un saludo dirigido al grupo de soldados que serían el objetivo de su tortura.

Dobló en mapa, con el en la mano y paso calmado, se acercó lentamente a la recién llegada, dándole tiempo para que acabara de presentarse. Al percatarse de su presencia, la mujer le prestó toda su atención. Sus miradas se encontraron y con ese tono burlón tan característico de ella, le lanzó una pregunta abierta que ocasionó una amplia sonrisa en sus labios.

-¿Si te he echado de menos?. Espero que la próxima vez que decidas tomarte vacaciones, no coincida con la de los presos fugados. Una montaña de papeles te aguardaba sobre la mesa, perfectamente clasificada por mí, por cierto, pero tras tu aviso, no tuve más remedio que solventarlo yo mismo.- Protestó a la mujer que se levantaba frente a él tras una respetuosa reverencia. ¿Qué habría hecho durante esas dos semanas? La notaba diferente, su armadura era distinta, la parte superior había sufrido unas modificaciones, pero la parte inferior era totalmente nueva. De su cintura colgaba una tela azul que cubría la parte inferior de la armadura a juego con su coraza, las protecciones que cubrían sus piernas, terminaban a mitad de sus muslos, dejando ver la parte superior de uno de ellos por la abertura lateral de la falda que completaba el conjunto. Sin duda el cambio fue a mejor, su nuevo conjunto de combate resultaba más seguro para la integridad de un cuerpo humano, aunque seguía sin comprender cómo podía soportar tantas horas cubierta por esas placas con el clima que hacía en Chaos.

Extendió su mano con el mapa a Lestrange - He trazado la ruta que seguiremos para llegar al Santuario. Accederemos por el desfiladero de las montañas. Ese paso no ha sido utilizado durante bastante tiempo, así que desconocemos su estado actual. Al ser el camino más rápido merece la pena averiguar su estado. En caso de no poder utilizarlo como acceso nos tocaría dar un rodeo.- Informó a la paladina mientras observaba la ruta. - En marcha. - Espoleó a su montura y se puso en camino junto con Rosette que cabalgaba a su derecha, seguidos del grupo de guerreros. Fuera de la base militar aumentó el ritmo. La cordillera montañosa estaba relativamente cerca del castillo. Lo difícil sería llegar hasta el desfiladero con los caballos. Dependería del terreno si continuarían con ellos o a pie, o bien, buscarían una ruta alternativa, lo que llevaría a dar un rodeo de más de medio día.
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Mensaje por Rosette Lestrange Lun Sep 26, 2016 2:38 pm

Nada más llegar una pequeña queja del ministro, nada serio por supuesto, sabía perfectamente cuando este estaba furioso de verdad… incluso ella le temía en esas circunstancia, sobretodo si se veía implicada de algún modo. Se carcajeo ante la “desdicha” de Atreyu, como imaginaba tuvo que hacerse cargo del papeleo en su ausencia y justo en una fuga de presos.-Lo lamento mi señor, le recompensaré trabajando el doble de ser necesario.- Esas palabras sacados de su boca no parecían dignas de Rosette, una persona que se aburría fácil del trabajo pero esa vez era distinto, su sentido de la responsabilidad estaba por encima de todo.-Sí gusta la próxima vez que se fuguen presos podemos ir en su cacería y apostar quien atrapa más.- El juego sonaba cruel pero divertido, perseguir a hombres y mujeres fugados en busca de la libertad y negarsela finalmente.

El ministro extendió la mano para entregarle el mapa y Rosette al instante lo tomó, abriendo este para examinar la ruta marcada. La memorizó tras tres vistazos, enrrolló el mapa de nuevo y lo guardó en la bolsa del caballo.-Ya habéis escuchado al ministro, moved el culo y montad en los caballos, nos vamos.- Ordenó con voz autoritaria, provocando que los soldados se apresuraron en montar los caballos para iniciar el viaje. Rosette sonrió de nuevo, los soldados parecían gallinas asustadas por un zorro. Sin esperar tampoco, preparó el caballo para marcharse, montó en él e inició el camino. Iba junto al ministro, como de costumbre, eso de que era su sombra iba casi literalmente, desde su ascenso a paladina no se separó de Atreyu. Allí donde iba el impresionante albina, iba ella tras el, muy rara vez se separaban, incluso sus cuartos estaban comunicados por un pasadizo secreto, de ocurrir cualquier cosa ella se enteraría y estaría allí antes de que nadie tuviera la oportunidad de matarle ¿Moriría por el ministro? Siempre se dijo así misma que arriesgar la vida por otra persona era… innecesario ¿Por qué morir si otros lo hacen por ti? Sin embargo tras mucho meditarlo, estuvo segura que sería capaz de morir por el hombre que cabalgaba a su izquierda.

Miraba de reojo al ministro, luego giraba ligeramente la cabeza para ver a los soldados que los seguían desde atrás. Recordó el lugar donde se dirigían, el santuario olvidado, unos de los lugares más desconocidos de chaos, por no decir peligroso. Conociendo al ministro, había escogido el lugar por algo en particular, lo importante es que la excursión valdría la pena.-Señor.- Llamó al albino sin apartar la vista del camino.-En el santuario no hay gran cosa, quizás un par de monstruos de fuerza considerable pero lo más peligroso es la zona en sí, no hay nada que de paso a la vida, todo allí está prácticamente muerto.- El lugar sería uno de los campos de entrenamientos más jodidos para los soldados, esperaba que sobrevivieran lo suficiente.-¿Cree que serán capaces de sobrevivir allí? Ese ambiente con mi método de entrenamiento puede desencadenar en una muerte… y no me hago responsable de ello.- Se limpiaba las manos, Atreyu estaba ahí para vigilar que no pasará nada con los soldados pero para conseguir la excelencia había que sufrir lo suyo.-Una vez lleguemos quizás podríamos entrenar un poco y le demuestro mi mejoría.- Quería demostrar al ministro que el tiempo de espera fue necesario, esos días en entrenamiento solitario… ¡Se moría de ganas de demostrarlo!- Dentro de poco llegaremos al desfiladero, esperemos siga en buenas condiciones.- Se relajó y disfrutó del trote de los caballos, una sensación relajante.
Rosette Lestrange
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Mensaje por Atreyu Lun Sep 26, 2016 4:50 pm

Comenzaron a avanzar sin mayor problema por la cadena montañosa, la primera parte del camino era bastante transitada puesto que se trataba de parte de la ruta comercial que unía la capital de Chaos con la Aldea de Nihil. El paso era bastante amplio, podían pasar de dos en dos incluso cuando se cruzaban con carretas de mercaderes sin problema. A esa hora tan temprana, era habitual el tráfico de mercancía, aprovechaban las pocas horas en las que no hacía calor del día para apresurarse en transportar los alimentos más sensibles al calor.

Tras abandonar el tramo más transitado, el ancho del camino se redujo, igualmente seguían pudiendo atravesar el camino por parejas. De vez en cuando miraba de reojo a Lestrange, que a su vez echaba la vista atrás para ver al grupo de soldados que no pronunciaron palabra desde que salieron. ¿Era posible que la mujer impusiera más temor que él? Por la manera en la que se comportaban desde su llegada, diría que sí. Una pequeña sonrisa cruzó sus labios, clavó ligeramente el talón en el caballo y aumentó ligeramente el ritmo del grupo.

El silencio fue interrumpido por Lestrange exponiendo su desconcierto ante la decisión de tal desolada zona, incluso le insinuó que si algo acabara con la vida de alguno de los hombres, ella no quería saber nada del asunto. Tal cosa no iba a pasar, por muy severa que fuera, no le cabía duda que no permitiría que un soldado bajo su mando pereciera y más por un entrenamiento y encima estando él presente. Era sanguinaria, sin duda no titubeaba a la hora de empalar un enemigo, pero al tratarse de un aliado, de una vida bajo su mando ¿podría abandonarla?. Ciertamente esta prueba en parte también era para ella. Quería ver si la responsabilidad que había adquirido, había hecho ya mella en su ser. Necesitaba saber que poseía la suficiente inteligencia militar para escoger qué piezas eran prescindibles y cuáles no en una batalla. Al fin y al cabo, llegaría el día en el que entrasen en batalla y ella sola dirigiría parte del ejército. Cuanto antes empezara a corregir sus puntos débiles, antes estaría lista y podría hacerla más mortífera. La idea de poder pasar sus conocimientos a alguien dispuesto a darlo todo por aprenderlos hacía que su corazón se acelerase, pues hacía muchísimo tiempo que no encontró a nadie con la suficiente predisposición para aprenderlos sin llevarle la contraria. Todos aquellos que acudieron en el pasado a él en busca de conocimiento en el arte de la guerra, eran seres demasiado orgullosos para aplicar sus órdenes tal y como indicaba, llegando incluso en algunos casos en acabar con la vida de los que se consideraban sus pupilos.

Miró de soslayo a la mujer que en ese mismo instante le lanzaba la proposición de un combate. No pudo evitar mostrar una amplia sonrisa ante tal propuesta. - ¿Quieres un combate conmigo? - El tono de su voz era sugerente y divertido, no se imaginaba que Rosette se animara a combatir contra él. Pero la oferta le agradó demasiado como para negarse. - En el momento que quieras dímelo. Dejaremos lo que estemos haciendo para llevar a cabo ese pequeño encuentro. - Le miró con picardía y le guiñó un ojo. - Aceleremos el paso, en unos minutos llegaremos al desfiladero y sabremos si podremos atravesarlo o nos tocará dar la vuelta. Rose, alienta al grupo.- El grupo comenzó a galopar, levantando a su paso una nube de polvo blanco que dificultaba la visibilidad. A este ritmo tardarían menos de media hora en llegar al primer posible obstáculo de su camino.
Atreyu
Atreyu

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Mensaje por Rosette Lestrange Lun Sep 26, 2016 5:54 pm

La advertencia no recibió respuesta, ni falta hacía, el ministro conocía demasiado bien a la paladina, en poco tiempo ambas habían descubierto más similitudes entre ellos. La mujer de melena dorada no estaba muy cuerda, todo chaos lo sabía y quizás su nombre fue escuchado por alguien fuera de este. La fama no le importaba mucho (aunque a veces una gran fama era suficiente para atemorizar a tus enemigos y desistieran de batallar) pero eso era aburrido, sin una ensangrentada batalla la vida carecía de sentido. Ser parte del ejército de chaos le llenaba, estar allí le daba una razón para vivir y hacer lo que más le gustaba libremente… nada de rendir cuentas a la justicia, porque ella era la justicia. Perseguir, cazar y asesinar criminales o revolucionarios, todos ellos cayendo bajo el filo de la lanza. Esa idea no hizo más que emocionarla más, deseaba llegar al templo para entrenar a los hombres y llevarles al límite.

La proposición para un combate fue escuchada, y Atreyu estaba completamente de acuerdo con la idea de una pelea de entrenamiento. Rosette sabía perfectamente que no tenía oportunidad contra él, por supuesto que no, y de ganar no sabía si sentir vergüenza u orgullo. Nunca ganaría (o eso pensaba ella) por mucho que entrenara, o eso se esforzaba por creer ¿Por qué? Cuando admiras a alguien como Rosette admiraba a Atreyu, verlo ser derrotado era fatal ¿pero caer por la mano de su sombra? Eso destrozaría el espíritu de Rosette. Esperaba no llegar a esos extremos nunca, de todas formas aún quedaba lejos ese posible tiempo, de momento todo transcurría con normalidad. Le bastaba con demostrar el aumento de su fuerza, fardar de ella ante los soldados, y de paso enseñarles algo.-Podemos combatir una vez formemos el campamento, de paso los hombres pueden observar y aprender de nosotros dos, somos su líderes… ¡Seguro que vernos combatir les anima!- Ella empezó como esos pobre soldados a sus espaldas, uno más en un mar de cuerpos, nada le hacía destacar… casi, tuvo suerte, Atreyu la descubrió y esperaba que eso inspirara a los soldado. Entrenar sus habilidades, mejorar y demostrar su fidelidad a Chaos ¿Había algo más importante? ¡En absoluto! Un soldado de chaos vive para servir al lord y al ministro, no hay nada más importante que eso, debían aprenderlo.

Rosette asintió suavemente con la cabeza ante la orden de Atreyu, los soldados le temían más que al propio ministro. El albino tenía fama de despiadado y cruel, un perfecto guerrero en batalla pero con los soldados era más suave. Contundente pero cuidadoso, los hombres salían heridos de los entrenamiento pero ninguna herida grave o severa, simples moretones o cortes, la marcada diferencia entre el ministro y la paladina. Esos hombres acostumbrados a los entrenamiento de Atreyu eran las principales víctimas de Rosette, adoraba mostrarles el dolor… y sonaba pero las personas que “intimaban” más de la cuenta con él también recibían los más brutales entrenamientos. No sabía exactamente el razón pero disfrutaba más haciendo sufrir a esos idiotas, para ella no tenían derecho alguno a mostrar esas confianzas hacia el ministro.-¡Bien soldados, quiero ver como vuestros caballos van cagando leches! ¡El que se quede rezagado se quedará sin comer y esta noche se la pasará en la guardia.- Dos golpes en el costado del caballo y este aumentó la velocidad siguiendo el ritmo del ministro. Los soldados se miraron entre sí, sin duda sus caras gritaban “¿Quién la joderá?” Como si de una carrera se tratase aumentaron la velocidad buscando la delantera de los demás sin sobrepasar a los dos líderes.-¿Así es suficiente, señor?- Respondió guiñando el ojo al albino con una sonrisa divertida en los labios, disfrutando de la desesperación de los soldados que corrían frenéticamente.

¿A quién le tocaría el castigo?
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Mensaje por Atreyu Lun Sep 26, 2016 8:33 pm

El momento elegido por Lestrange no pudo ser más perfecto. Tras montar el campamento, mientras se echaban un bocado al estómago, los soldados podrían entretenerse con un duelo entre los dos. Serían afortunados de presenciar este acontecimiento sin precedentes. Las ganas de que llegase ese momento eran tremendas. Demasiadas, la sangre de su cuerpo hervía con tan solo imaginar su espada chocando contra la lanza de la mujer que velaba por su vida. La había visto luchar, entrenar, pero nunca tuvo la oportunidad de enfrentarse a ella. Posiblemente si se lo hubiera pedido ella hubiera accedido sin problemas, pero por alguna extraña razón que lo alcanzaba a comprender, no lo hizo. Y esa extraña sensación volvió a moverse dentro de él cuando accedió a pelear con ella.

Al galope llegaron al desfiladero, aminorando el paso conforme se acercaban al inicio del paso para asegurar que el terreno era firme y seguro. El camino se estrechaba al punto de tener que pasar uno a uno y mejor desmontados de los caballos. El primero en bajar de la montura fue Atreyu. Agarró las riendas del caballo para que le siguiese y comenzó a caminar por el estrecho paso. No parecía que hubiera riesgo de desprendimiento, todo parecía seguro. Comenzó a caminar hacia adelante, seguido por Rosette y el grupo de soldados que avanzaban guardando una distancia de seguridad entre ellos. Fueron momentos tensos, pues en la mente de cada uno pasaba la posibilidad de un resbalón, un derrumbamiento inesperado o algo peor, para alivio de todos, no sucedió nada en absoluto, ni los caballos se revolvieron.

Una vez fuera del paso, descansaron unos minutos. Algunos bebieron algo de agua, pues el sofocante calor típico de Chaos ya estaba presente. Otros se alejaron un poco para hacer sus necesidades, oyendo de fondo la voz de la paladina metiéndoles prisa. Reunidos de nuevo, montaron en los caballos y emprendieron la marcha, esta vez pendiente abajo, por el camino que les llevaría hacia la zona que conducía al Santuario.

Una sofocante sensación de humedad reinaba en el ambiente. Sin embargo todo lo que había en esa zona estaba muerto y seco. El ruido de enjambres de insectos se oía a lo lejos, el nauseabundo hedor que llegaba a sus fosas nasales procedía de un animal en descomposición. Curioso por el descubrimiento, el albino cambió el rumbo del grupo en dirección a la masa de carne putrefacta, descubriendo que se trataba de alguna especie de criatura que no sabrían cómo identificar, pues su avanzado estado de descomposición la hacía irreconocible.

Un rugido los puso en alerta. Los soldados bajaron de sus monturas y desenfundaron las armas. Lestrange, sin bajar del caballo, elevó su lanza y se acercó más al dios oscuro, observando desconfiadamente el perímetro en busca del origen del rugido. - Parece que quieren darnos la bienvenida.- Todos miraron confusos al ministro. En un momento como este, tan tenso y desconcertante, se permitía el lujo de bromear con la situación. Unas poderosas pisadas comenzaron a retumbar en el suelo. A lo lejos, se divisaba la figura de una criatura de unos dos metros y medio de alta, bípeda y con cuernos, que se acercaba a toda velocida.

Rosette agarró las riendas del caballo del regente de la Nación de Fuego y se posiciono con él tras la línea de soldados. Su primera orden fue que se deshicieran del animal. Trazó la estrategia y los lanzó a combatir a la bestia. La criatura sin duda poseía una fuerza y resistencia poco común. Dos soldados intentaron cortar ambas piernas con sus espadas, encontrándose con una coraza tan dura como la roca. Prácticamente todo su cuerpo estaba cubierto por esta armadura que le había concedido la madre naturaleza. Si querían hacerle algo más que cosquillas, deberían encontrar el punto débil en el que atacar. Paralizados un momento por el suceso, quedaron indefensos ante el golpe con los brazos que cada uno recibió por parte de la criatura, mandandolos a volar varios metros hacia atrás, dejándolos mareados en el suelo durante un par de segundos. La segunda pareja de soldados, intentó acercarse por detrás, pero la poderosa criatura se giró en el instante oportuno para detener las espadas con sus manos desnudas antes de que pudieran alcanzarla. Otros dos guerreros empezaron a lanzar ataques combinados por los flancos, intentando cortar alguna parte del cuerpo del animal sin ningún éxito. Mientras, el guerrero más corpulento, llamaba la atención de la criatura para ser el foco del ataque. Portaba una espada del mismo tamaño que la de Ateryu, perfecta para detener los golpes que intentaba propinarle la criatura. Mientras, la mujer del grupo, una maga, comenzaba a recitar un hechizo que esperaban atrudiese algo a su enemigo.

La pareja montada a caballo observaba cómo transcurría la lucha, preparados para intervenir en cualquier momento si lo veían necesario y atentos a los alrededores por si aparecia algun compañero del monstruoso ser. No iban a dejar que ninguno pereciera. Al menos esa era la idea que Atreyu tenía en la cabeza y esperaba que Lestrange también. - Vaya, esto no me lo esperaba. Sabía que habían criaturas rondando por la zona, pero no con estas características.- Estaba emocionado con el descubrimiento. Al parecer la aventura iba a resultar más apasionante de lo previsto. - Su entrenamiento ha comenzado nada más poner el pie en este valle. Es como si tu espíritu se expandiera por el valle - Miró divertido a la paladina con los brazos cruzados por encima de sus muñecas sobre la montura. - El grandote y la mujer parecen más confiados en sus habilidades, pero los otros seis están bastante verdes. Espero que no seas tan dura con ellos, cebate con los otros dos. Sólo es mi opinion, pero tuya es la última palabra.-

Siguieron observando el combate, bastante desequilibrados a pesar de que eran ocho contra uno. El guerrero de apariencia tosca se defendía bastante bien con la espada, propinaba certeros golpes en el pecho de la criatura que desestabilizaban su equilibrio, impidiendo a la criatura ir a por la mujer que  era la única que conseguía hacerle algún tipo de daño con tus ataques eléctricos.Los otros compañeros seguir atacando lateralmente, buscando con cada salto y cada golpe encontrar el punto débil de aquel descomunal ser.

La mano de la criatura agarró la hoja de doble filo del guerrero que servía de cebo, al tirar este de ella para liberarla provocó un profundo corte en la palma de la mano del temible ser, liberando un ácido que le salpicó en el brazo derecho, corroyendo la protección que llevaba y traspasando a su piel causándole una dolorosa quemadura que le obligó a soltar la espada y arrodillarse de dolor.

Hacía rato que Rosette y Atreyu ya habían descubierto el punto débil de la criatura. Pero ninguno se movió. Él porque esperaba la reacción de ella. ¿Ella? ¿Quién sabe? Sus motivos tendría. Pero viendo que la cosa pasaba a mayores, un simple gesto de la cabeza de la mujer fue suficiente para ponerse en marcha.
Atreyu
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Mensaje por Rosette Lestrange Lun Sep 26, 2016 10:48 pm

Los caballos corrían a una velocidad que llegado el momento la paladina creyó que alzaran el vuelo pero pronto se encontraron con el desfiladero y el trote paró de golpe. Siguiendo al ministro, Rosette bajó del caballo y tomó las riendas de este para pasar por el angosto lugar. Los soldados temblaban de miedo, un resbalón y caerían a la nada, una muerte desagradable, muchos comentaban que mueres antes de tocar el suelo incluso. Los caballos también avanzaban con tranquilidad conscientes de la situación, un error y todos se irían al mismo infierno. Ajena al miedo de morir, pasar ese lugar no era más que otra piedra en el camino, un obstáculo que superar para alcanzar el objetivo. La única en ese grupo de personas que sonreía feliz.

Una vez fuera del paso se tomaron la libertad de descansar unos minutos para tomar agua y hacer sus “necesidades”. La paladina aprovechó para refrescarse un poco también, el lugar era nuevo para ella también y el cuerpo no se había acostumbrado al ambiente. Pudo haber aprovechado para quitarse la armadura unos minutitos pero se autoimpuso soportar el calor, una vez el cuerpo se acostumbrara con la armadura puesta, sería capaz de soportar otras altas temperaturas. Nada más terminar de beber el agua dio la orden de seguir adelante para no perder más tiempo, aún quedaba mucho trecho por recorrer y perder el tiempo no era aceptable. En breve llegarán al santuario, allí por fin podría descansar e iniciar el combate que habían planeado.

El ambiente cambió ligeramente, Rosette de inmediato notó que algo marchaba mal, la experiencia hablaba por ella. Nada con vida a la vista, todo allí estaba muerto pero escuchó el sonido de los insectos zumbar cerca de ellos. Avanzando un poco más el característico hedor de un cuerpo en plena putrefacción inundó las fosas nasales de la paladina. El olor asqueo de inmediato a los soldados, no estaban acostumbrados pero Rosette estaba ya demasiado acostumbrada después de años soportandolo. Como era de esperarse, la curiosidad de Atreyu les condujo directamente hasta el dueño del repelente olor. Por mucho que mirara esa masa de carne llena de insectos y con aspecto de haber sido cagado, no hubiera podido identificar al animal.

Un tremendo rugido hizo que los soldados bajaron de las monturas casi al instantes preparadas para iniciar. Como dictaban las normas, la fiel paladina de chaos buscó primero la seguridad del ministro, acercándose a él mientras buscaba al responsable de aquella brutal advertencia. Atreyu se permitió lanzar una broma que pareció pillar por sorpresa a los soldados, sin embargo Rose no se aguantó y se carcajeó suavemente para no llamar la atención, no era un momento para estar riendo… o eso era lo normal. Las carcajadas cesaron con la aparición de la gloriosa criatura, no pudo más que relamerse pensando en la guerra que traería al grupo. Sin pensarlo dos veces, tomó las riendas del caballo del ministro para ponerse tras los soldados así procurando la seguridad de ambos. Esa batalla no la lucharían ellos de momento.

Allí parados sobre las monturas, la pareja observaba a los soldados luchar contra la enorme criatura, una pelea casi ridículo, era ver un gigante pelear contra moscas. Y como esperaba no paso demasiado tiempo para que los soldados demostraran sus habilidades.- Chaos es grande y con muchos lugares donde esconder, a veces sales de paseo y te encuentras criaturas así de interesantes, sin duda.- Contestó con suma tranquilidad sin apartar la mirada de la feroz pareja que se había formado en un segundo, el resto de soldados hacia lo que podían.- Quizás sea eso o puede que mi espíritu sea parte de chaos, amo cada palmo de tierra… sea seco o la cuna de la muerte.- La pura verdad, Chaos era parte de ella.- Esto es a lo que me refería, mire… ellos dos trabajan de una sincronizada perfecta.- Estaba impresionada.-Tienen buen potencial, me centraré en ellos, los demás aún necesitan demasiado entrenamiento.- Descubrir el potencial de los soldados le fascinaba, marcaba la diferencia entre ser alguien y un don nadie. Un golpe de suerte hizo que la criatura agarrá con furia la espada del soldado, cuando la hoja cortó la carne del monstruo de esta emergió una marea verde. El líquido cayó sobre el brazo contrario provocando en esta una tremenda criatura que le obligó a soltar la espada y arrodillarse para recuperarse. La sangre del monstruo era ácida, incluso para sí misma… una deliciosa ironía. Los soldados no conseguían vencer al monstruo, ya tocaba actuar. Una simple mirada al albino daba inicio al ataque de ellos dos. Bajó el caballo y corrió hacia la criatura, apartando a los soldados para que retrocedieran. Cerró la palma de la mano y al abrirla allí estaba una de sus esferas explosivas de fuego, aprovechando la ventana lanzó esta contra la mano herida provocando que se incrustara en la brecha. No le dio tiempo al ácido actuar, la esfera explotó provocando que el brazo de la criatura se esparciera en mil pedazos dejando escapar chorros de aquella sangre correosa, que caía sobre la propia criatura a borbotones. El monstruo comenzó a chillar frenéticamente, el dolor que le estaba causando su propia sangre era horrible, casi daba pena escucharla. Con rostro serio, monto de nuevo en el caballo, dando la orden a los demás para que la imitaran.-Acabad con la vida de esa miserable criatura, mi señor.- Pidió la paladina, quería dejarle el honor al albino, después de todo el era el líder allí, nada más que el merecía cobrar la recompensa.
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Mensaje por Atreyu Mar Sep 27, 2016 1:22 pm

Era su turno. Antes de que la cosa llegará a ser mortal, lo mejor era intervenir y poner fin a la vida de la criatura, de lo contrario, acabaría haciendo papilla a los soldados. Rosette les ordenó que se aportarán inmediatamente, siendo ella misma quien sacó a uno del camino. Redujo la distancia que le separaba del furibundo ser que se le encaró cuando la vió avanzar para lanzar su primer ataque, una bola explosiva que desintegró el brazo herido provocando una lluvia de ácido. Era el turno del dios oscuro, a la señal de su compañera, se abalanzó contra la criatura que se retorcida de dolor. De un salto se situó en su retaguardia y con un corte horizontal, rápido y preciso de su espada, seccionó al monstruo por el cuello, la única zona donde la piel no era una coraza. Del cuerpo salió un chorro de líquido verde que le chorreaba corroyéndola, la sangre que salía hacia arriba, lo hacía a borbotones, deshaciendo todo lo que tocaba. A los poco segundos el colosal engendro sin cabeza cayó desplomado al suelo, levantando una pequeña polvareda.

Todos estaban en silencio contemplando la dantesca escena, sonrientes al ver que la pareja de veteranos era tan mortífera trabajando juntos o por separado. Cargo la espada al hombro y caminó alejándose de la criatura. Se acercó al soldado herido y echó un vistazo a su brazo. - Esa herida no pinta bien. Habrá que cauterizarla o se infectará.- Se puso en pie de nuevo comprobando que nadie más estuviera herido. La calma regresó y con ella, Atreyu empezó a dudar si no se había pasado con el entrenamiento, cierto es que no esperaba un adversario así, pero de encontrarse con criaturas como esta o más poderosas el grupo estaría muerto pronto casi seguro. En su rostro no se reflejaban sus pensamientos, más bien al contrario, lucía sereno y divertido. Como individuo, la pequeña intervención le sabio a poco, por una parte deseaba encontrarse con más criaturas de este estilo, a sabiendas que si ocurriese eso, posiblemente sólo dos regresarían al castillo. Transportádose de nuevo a la realidad, al desolado valle perdido en medio de la nada, miró a Lestrange y asintió con la cabeza, tenían que moverse. Era ya media tarde, todavía quedaba camino por recorrer antes de llegar al lugar exacto donde se encontraba el Santuario. Debían partir ya si querían montar el campamento antes del anochecer.

Vendado el soldado emprendieron la marcha, la humedad de la atmósfera se iba intensificando conforme avanzaban, el angosto lugar iba tomando una forma más sombría, envuelto por una tétrica capa de árboles, podían divisar la silueta de la edificación, rodeada de una vegetación típica de un pantano. Pasaron sobre una pequeña zona cubierta por un palmo de agua estancada, cubría ampliamente la zona que rodeaba el templo. El calor y la humedad se hacían bastante insoportables, llegando a incomodar hasta al dios oscuro. Unas escaleras ascendentes conducían al templo, avanzaron sin problema por ellas sobre los caballos. Todo ese silencio sepulcral que reinaba era entre hipnótico e inquietante. Parecía que podía ser roto por cualquier ser que morase por allí, como les pasó antes con aquella cosa enorme.

A la entrada del Santuario había más escaleras, pero esta vez eran hacia abajo, hacia el interior del mismo. Bajaron de la montura y enseguida se dividieron para inspeccionar la zona. Atreyu descendió los primeros escalones y creó una esfera de luz que dejó flotar escalera abajo para seguirla de cerca. Tras llegar al primer nivel observó que había un monolito en el centro de un rellano cuadrado, a los laterales, había dos arcos que comunicaban con la parte interior del Santuario. No avanzó más, prefirió ayudar al grupo a montar el campamento antes de que se hiciera más tarde. Además había que cauterizar la herida del soldado antes de que se desangrara.

Rosette ya había distribuido las tareas a los guerreros dejando al herido reposar junto a ella, inspeccionó con más calma la herida, limpiando la zona afectada. El albino se apoyó sobre una de sus rodillas frente al hombre y la paladina, una de sus manos descansaba en el suelo, la otra golpeó el gemelo del guerrero para reanimarlo un poco. - No te preocupes, estás en buenas manos.- afirmó sonriente señalando con un movimiento de cabeza a la paladina. - Préstame tu daga un momento. - El soldado obedeció y sacó la daga atada a su tobillo haciéndole entrega de ella al regente. Este la tomó en sus manos y comenzó a calentarla con el poder del fuego hasta que la hoja quedó incandescente. Bien podía haber usado su habilidad curativa para acabar con el sufrimiento del pobre mortal. Pero estaban en un entrenamiento para fortalecerlos. La herida no ponía en peligro su vida, simplemente le incomodaría a la hora de pelear con su brazo diestro, que viéndolo de otra forma un poco más cínica, era una buena oportunidad para que trabajara con su siniestra y así consiguiera mejorar su habilidad con las armas. - Sujétale fuerte, esto va a escocer un poco.- Anuncio a Rosette mientras agarraba la muñeca del hombre y acercaba la hoja ardiente a la zona afectada. Un grito hizo eco en la inmensidad. El olor a carne quemada perduró brevemente en el ambiente, el soldado respiraba jadeante, recuperándose poco a poco del tremendo dolor que supuso soportar la quemadura de su propia carne.

El resto del grupo se juntó de nuevo, prepararon leña para encender una fogata al caer la noche, juntaron las provisiones y prepararon a los caballos juntos en una zona con agua y comida. Todo estaba listo para cuando cayera la noche, el cielo rojizo de Chaos empezaba a tornarse más oscuro, quedaban un par de horas de sol, lo mejor sería descansar y trazar la manera en la que abordarían el templo. Se acercó a Lestrange y se sentó a su lado, apoyado sobre una mano, se dejó caer hacia atrás quedando semi tumbado en el suelo. - Antes eché una ojeada a las escaleras. Parece que la entrada se divide en dos, lo más sensato es que investiguemos el interior juntos, a no ser que quieras ir con cuatro de ellos por un lado y que yo vaya por el otro con los otros cuatro. Lo que decidas, estará bien.-
Atreyu
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Mensaje por Rosette Lestrange Mar Sep 27, 2016 6:36 pm

Con una maestra única en Atreyu, la criatura fue decapitada sin oportunidad de reaccionar ante el ataque. La sangre ácida escapó de la parte cercenada como si de un géiser de agua se tratase, cayendo sobre el propio cuerpo de la criatura provocando que esta se fuera deshaciendo lentamente. Una escena perturbadora para los soldados, sin embargo estaba segura que Atreyu pensaba lo mismo que ella en esos momentos…-¡Bello!-¡Único!-¡Asqueroso!-¿Por qué buscas cortarnos el rollo?- Se quejó.-No lo hago a posta… ¡Rose, atenta, no tenemos tiempo para discusiones!- Cierto, estaban en mitad de un viaje, pararse allí en medio embobada escuchandose así misma era un pérdida de tiempo. Se sorprendió al ver que los soldados en vez de asustados se veían sonrientes ¿Por qué? Quizás les impresionó la destroza del ministro y la paladina.

Como acostumbraba, vio como el ministro se acercó al soldado herido para examinar la herida provocada por el ácido. La preocupación que mostraba por los hombre casi le molestaba, ambos tenían su propio estilo de entrenamiento, distaban mucho pero se respetaban. Optó por quedarse en silencio con los brazos cruzados observando la escena a la espera de una nueva orden. El hombre se veía descontento, o eso pensó, el encuentro fue apasionante pero breve, tal vez eso le decepcionó, lo mismo sentía Rosette pero el deber iba por delante de la diversión. Por lo menos la repentina aparición del monstruo sirvió para ponerlos a prueba y así comprobar la valía de cada uno. Por el momento le echó el ojo a la mujer y al robusto hombre, juntos luchaban bien, con un buen entrenamiento tendrían un gran futuro. Una vez vendado el brazo del malherido soldado, el grupo se puso de nuevo en marcha. Quedaba poco tiempo para alcanzar el santuario y montar el campamento en la noche sería tarea complicada.

A medida que avanzaban la atmósfera del lugar fue cambiando, incomodando a todo el grupo sin excepción. En esos momento la armadura empezaba a molestar, nunca antes le había pasado, sin embargo en ese momento hubiera deseado quitarsela y refrescarse. Las gotas de sudor recorrían su frente y cuello, luchaba contra la necesidad de parar, aquello era una prueba de resistencia y la iba a superar aún le costara parte de la salud. Ignoró por un momento el sofocante calor al encontrarse con una escaleras que ascendían, llevaban al templo finalmente. Montados en los caballos, la situación era tan tensa que nadie articulaba palabra, solo se escuchaba los pasos de los caballos avanzando. Esperaba escuchar quizás la advertencia de otro morador del templo, otra bestia con ganas de luchar y morir en sus manos… pero nada ocurrió.

De nuevo más escaleras, esta vez bajaban.-¿Quién construye los templos? ¿Amantes de las escaleras? Seguro se ponen cachondos viendo como la gente sube y baja, y si les da un infarto mejor.-Serás bestia, mujer… las escaleras son buenas, sirven de ejercicio.-Eso es verdad… ponen el culo en su sitio pero el nuestro es perfecto, no hay razón de forzar.-¿Por qué tengo que compartir cuerpo y mente contigo? Por favor...- Rosette se mordió el labio inferior, casi se le escapó una carcajada. En completo silencio, bajaron de los caballos para seguir a pie, primero inspeccionarían la zona antes de levantar el campamento. Pararon en el primer nivel, lo más notable eran dos entradas con forma de arco que se adentraba en el santuario. No continuó hacia el interior, el ministro había decidido levantar el campamento antes de la llegada del anochecer. Con voz autoritaria, la paladina repartió las tareas a los soldados, dejando al herido descansar por el momento. Ella misma le acompañaba, vigilando al hombre con una mirada entre preocupación y dureza. Sonrió por las palabras del ministro.- Exagera, soy de lejos la última persona que este hombre desea tener cerca ¿Verdad?- Por primera vez bromeaba con el soldado, no pretendía intimidar más de la cuenta. Comprendiendo las intenciones del ministro, se posicionó tras el soldado herido, sujetando el cuerpo de este por detrás evitando que se moviera para facilitar las cosas. El desgarrador grito del hombre resonó por las ruinosas paredes, finalizado el proceso, Rosette le liberó y dio unas pequeñas palmadas en el hombre.-Aprende a contener el dolor,  reflejalo en la batalla… cuando te cruces con un enemigo, esa cicatriz te recordará lo que sentiste y en ese momento, hazle sentir lo mismo, que sufra.- El soldado tragó saliva, estaba fatal y discutir con la paladina no sería bueno.

Pronto todos los miembros del grupo se reunieron para dar la bienvenida a la noche, el atardecer no se hizo esperar y Rosette lo admiraba. Una buena fogata para no pasar frío en la noche y los caballos ya descansando. El ministro tomó asiento junto a ella, haciendo que esta levantara la cabeza para encontrarse con el rostro del contrario. Regresó la mirada al fuego pensando en sus palabras, seguidamente buscó con la mirada a la pareja de antes.-Los quiero a ellos dos.- Informó en voz baja para que solo él la escuchara.-Los demás están muy verdes y dios sabe que tipo de ser nos cruzaremos, no puedo estar pendiendo de cuidar de niños pequeños- Sonaba cruel pero era por el propio bien de los soldados.-Nos dividiremos, la chica viene conmigo.- Decidió casi instintivamente.-Bueno… si no le importa, mi señor.- Aclaró para evitar una posible discusión. Suspiró y contempló el fuego, casi había olvidado lo que hablaron antes. Instintivamente se inclinó sobre el ministro ya que este medio recostado con una de sus sonrisas dementes le dijo.-¡Aún me debe un combate, mi señor o tiene miedo!- Busco picar al albino con un tono burlesco. Los soldados se sorprendieron ante la osadía de la paladina, actuar y hablar así con el ministro ¿Tanta confianza tenían? Rosette se incorporó de nuevo con aire digno, esperando las respuestas.
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Mensaje por Atreyu Miér Sep 28, 2016 1:24 pm

Imaginaba que respondería eso. De todo el grupo eran los únicos con la templanza suficiente para enfrentarse a esa criatura. El dominio sobre la electroquinesis que poseía la mujer era bastante avanzado, si aprendiera a dominar un segundo elemento y a combinarlos entre sí, la devastación de sus ataques sería terrible. El guerrero herido poseía fuerza, y blandiendo la espada a dos manos era muy hábil, lento, pero hábil. El entrenamiento de Lestrange era perfecto para un hombre de sus características, pues su fortaleza física haría posible que lo soportara, tenía que comentarle a Rosette que le forzara a usar la mano izquierda, si se convertía en ambidextro con la espada y su agilidad de movimientos aumentaba, sería un guerrero muy valioso para Chaos. Por el contrario, la poca destreza mostrada contra la criatura por parte del resto de guerreros, hizo que Lestrange no quisiera saber absolutamente nada de las seis señoritas que les acompañaban. Antes de elegir a los ocho candidatos, estuvo investigando un poco acerca de sus habilidades y tras preguntar a los Caballeros de élite, parecían los adecuados para este entrenamiento. Parece que el seguimiento en ausencia de la paladina no se hizo como era debido, ya pondría solución a ello cuando regresaran al castillo.

No pudo evitar una leve sonrisa al escuchar esa respuesta salir de sus labios, se conocían hace relativamente poco, pero parecía que podían adivinar qué pensaba el otro. Como si llevaran juntos años y hubieran combatido en mil batallas, luchaban en perfecta sincronía, su combinación de ataques era mortal para cualquiera que fuera el foco de ella. Pocas veces se había topado con alguien con tanta afinidad en el combate, era muy gratificante. - Esta bien.- Comento con un tono de voz suave y grave. - Quédatelos, yo iré con los otros seis.- Se quedaron en silencio observando el crepitar de las llamas.

Los soldados estaban sentados frente a ellos, alejados de la pareja, algunos comían, otros comenzaron a dormir. Noto un mechón de pelo rubio cerca de su rostro, al girarse observó a la mujer a escasos centímetros de él,  con esa sonrisa vesánica, característica de ella recordándole el combate. Por un tiempo se olvidó, ciertamente estaba preocupado por los soldados que había elegido para el entrenamiento, ahora mismo tampoco podía hacer mucho más por ellos. Ya era tarde para dar la vuelta. Si no podían soportar esta prueba, no eran dignos de permanecer en su ejército. Ya había tomado una decisión, interferiría si lo veía estrictamente necesario. Dependerían de su supervivencia. Aparco esos pensamientos a un lado y centró toda su atención en la propuesta. Se puso en pie, inclinándose levemente hacia adelante y como si fuera a empezar una reverencia, tendió su mano a la paladina para ayudarla a que se levantará. - Diría que este es el momento perfecto.- sonrió a la mujer sentada frente a él.

El campamento estaba situado en la entrada del Santuario, una superficie de empedrado lisa con algo vegetación, un espacio perfecto para pasar la noche, pero muy reducido para un combate y menos para un combate del estilo de lucha que utilizaban. Atreyu se acercó a las escaleras que subieron para acceder a la planicie, todavía no era noche cerrada, la tenue iluminación de los últimos rayos de sol permitía al dios oscuro buscar algún lugar en el que pudieran pelear sin ser molestados ni destrozar demasiado el entorno. Cuando se sumergían en un enfrentamiento, su percepción de la situación quedaba anulada por completo, ambos, igual de destructores que cualquier colosal criatura salida del mismo infierno, portadores de un ansia de sangre que no podía ser saciada con una simple batalla, se perdían entre golpes y cortes disfrutando tanto del dolor ajeno como del propio.

El único lugar que parecía que no sufriría alteraciones era la enorme superficie cubierta por el agua estancada que rodeaba el Santuario. Con un pequeño paso, se dejó caer por la parte elevada de las escaleras. Caminó por el agua, no era profunda, llegaba un poco más arriba de los tobillos y una vez te acostumbras, el olor que desprendía no era tan desagradable. Se giró para dirigirse al grupo de curiosos que seguía sus pasos desde arriba de la escalera, entre ellos su adversaria. - Esta zona es perfecta para nuestro combate. - Empuñó a Rebellion, la gran espada que siempre portaba con él y con ella en mano, apuntó a la mujer, esperando su respuesta.
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Mensaje por Rosette Lestrange Miér Sep 28, 2016 2:04 pm

Finalmente los dos soldados que merecían la pena la acompañarán durante la travesía para poder darles un entrenamiento más libre. Los otros seis irían con el ministro, así ella se centraría en los suyos sin prestar atención a los demás. Le daba un poco de pena que el regente tuviera que cargar con seis inútiles a sus espaldas pero con él estarían más seguros, para Atreyu no eran más que moscas que revoloteaban de un lado a otro sin hacer daño. Esperaba encontrarse con criaturas muy peligrosas en el interior del templo, un reto para los dos subordinados ¿Qué método utilizaría?  Quizás “desaparecer” durante la travesía para ver cómo se las arreglaban sin un superior al mando o forzarlos a alcanzar sus límites… todo dependería de lo que se encontraran allí.- Que así sea ministro.- Así concluyó la charla sobre lo que harían después.

Lo prometido es deuda, y sin poner queja ni excusa a la batalla, Rosette comprobó que su señor estaba más que dispuesto para pelea. Tomó la mano contraria para ponerse de pie, siguiendo al ministro según caminaba, se detuvo cuando este encontró el lugar indicado para la batalla. Lestrange observó con una sonrisa el campo de batalla, aquella zona de agua estancada le recordó ligeramente al pantano en el que pasó la mayor parte del tiempo. En silencio imitó al contrario, dejándose caer al agua estancada. Caminar por esa zona no le costaba nada, y el olor no le desagrada en absoluto, peores cosas se había cruzado en el pantano.- ¿Sabe que parte de mi vida la pasé en el pantano maldito? Allí fue donde me transforme en lo que soy.- Aclaró acercándose al ministro con la lanza apoyada en el hombro.- Esto es un patio de recreo para mi… y seguro que para usted.- Su sonrisa se amplió.- Le demostraré aquí y ahora lo que he mejorado… voy a vencerle.- Desde fuera parecía segura de sus propias palabras pero en el fondo dudaba sobre eso… ¿Y si ganaba de verdad? Por supuesto daría todo en la batalla, en un principio teniendo claro que no iba a ganar, sin embargo había mejorado mucho y esa idea no resultaba tan descabellada tampoco.

Los soldados estaban más tensos que los propios combatientes, verían por primera vez a dos veteranos luchar entre sí. El ministro y su paladina, un combate único, esta vez no era un entrenamiento, se trataba de un combate real, no implicaba la muerte pero ambos acabarían malheridos, era un hecho… ¡Y eso la emocionaba más! Quería sentir el filo de la rebellion romper la coraza de acero, el filo cortando su piel, las gotas de sangre revelando por esta. Por otra parte la lanza casi le hablaba, también deseaba clavarse en el cuerpo del ministro, demostrar su supremacía ¿Quien era para negarle eso?-Esto va en serio, nuestro primer combate real contra  Atreyu- La habitual despreocupada voz sonaba seria, nada normal en ella.-Esto marca la diferencia, después de este combate puede que nos admire más, podemos decepcionarle o que nos odie de por vida...- La serena voz esta vez hablaba como una histérica.-[i]¿Queréis relajaros? Es otro combate más… ¡Hay que ganar y destrozar al enemigo!-Espero no se ensucie la ropa cuando caiga, señor.- Así lanzó su primer ataque. Corrió hacia el ministro rápidamente con la aparente intención de atacarle con la lanza, sin embargo en el último momento se detuvo e invocó a su bandada de cuervos. Las aves aparecieron de pronto como una tormenta, lanzándose sobre el ministro, picoteando, arrancando y arañando todo lo que podían al dios oscuro. Una bandada de aves no sería suficiente para hacerle mucho daño pero servirían para empezar, la cosa iría mejorando… cada movimiento, cada ataque, más brutal que el anterior…

Pronto llegaría la respuesta del contrario, estaba preparada para confrontarlo, estaba eufórica… ¡La sonrisa no se apagaba!


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Última edición por Rosette Lestrange el Miér Sep 28, 2016 2:45 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Auros Miér Sep 28, 2016 2:04 pm

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