Médico y soldado de servicio [Wyrd]

No sabía porqué justo los días que tenía más tiempo para dormir y descansar, se levantaba antes de lo normal. No era por el calor, no era por ningún evento importante, pero su propio cuerpo le jugaba muy malas pasadas. Despierto dos horas antes del horario normal y tres del de ese día en especial... Y no podía dormir de ninguna manera. Dio un suspiro al salir de la cama y poniéndose las gafas, decidió sentarse frente al escritorio, a la luz de un par de velas para leer un rato, a ver si se le cansaban los ojos y le entraba el sueño. A estas horas, todo el mundo estaba durmiendo: Eran las tres de la mañana, el cielo totalmente negro, lleno de estrellas y un silencio sepulcral por todo el castillo.

El tiempo pasaba y él seguía despierto, así que, decidió tomar medidas para no decaer a lo largo del día. Tomarse un café era la idea perfecta, su bebida favorita, el único problema se encontraba en el hecho de tener que pasearse por el castillo. Siempre había recibido órdenes de no alterar las actividades cotidianas del ejército y en esto se incluía el no perturbar sus sueños. Tampoco interrumpirlos durante trabajos o entrenamientos. De igual manera que los guerreros tenían prohibido molestarle si no era para urgencias o necesidades médicas. Dejó las zapatillas dentro del cuarto y abrió la puerta muy lentamente, sacando primero la cabeza. Recorrió el pasillo de la última planta de puntillas, con el máximo sigilo posible.

Iba totalmente a oscuras, pero afortunadamente, consiguió ver por dónde iba gracias a los ventanales del fondo, que hacían esquina con las escaleras descendentes al siguiente piso. Y siguió bajando... Escalón a escalón, palpando la pared hasta llegar a lo más bajo. Desde allí, atravesó varios corredores más hasta la gran cocina, una enorme donde trabajaban bastantes personas para abastecer a todo el ejército. Ahí dentro, invocó a su pequeño Dweller para que le iluminara ligeramente y poder encontrar el paquete de café de Tempus. Tuvo que utilizar agua caliente en vez de leche porque con el calor que hacía en todo Chaos, no era conveniente usarla, siempre se estropeaba.

Aún así, habían muchos alimentos importados que sobrevivían a las condiciones de este reino y una de ellas, era el azúcar. Para compensar la amargura, aparte de echar mucha más agua que café, casi un tercio de la taza tuvo que ser de puro dulce. Tenía que comentar seriamente la idea de traer leche en polvo, porque se notaba demasiado la diferencia, pero mientras le funcionara para mantenerse despierto, entonces bienvenido fuera. Al asomarse por la ventana, bebiendo con calma su "desayuno", advirtió que el cielo empezaba a esclarecer, pero siempre manteniendo esa capa de humo medio espeso. Aún a pesar del tiempo que llevaba trabajando aquí, a veces seguía visualizándose en un lugar más avanzado y algo más fresquito.

Amaba su trabajo por encima de todas las cosas, pero ese día no tenía ganas de nada. Cuando terminó, hizo desaparecer a su ayudante y regresó por donde había venido, esta vez, deteniéndose en la segunda planta. Aunque aún le quedaba un buen rato, prefería empezar a trabajar ya. No habían muchos soldados heridos y además, la mayoría ya estaban recuperándose. Solo tenía que pasarse a revisar cómo estaban, actualizar sus fichas médicas y de decirle a los pocos enfermeros que tenía al cargo, la medicación a administrar a cada uno. Esta vez no tenía que hacer inventario, ni tampoco cálculos. Terminó relativamente rápido, haciendo las cosas bien, con calma, incluso escuchando cómo los militares empezaban a hacer de las suyas.

No, no, ellos no tenían consideración, se gritaban unos a otros, se desafiaban a peleas y contaban chistes sin gracia. Al menos estaban llenos de vida, eso le gustaba. Se le ocurrió que podía bajar a verles entrenar, ahora que había terminado con todo. Primero tenía que ordenar su habitación y alimentar a sus mascotas, cosa que le llevó un rato bien largo. Lo suficiente como para tener que ir al patio él solito. Este constaba de una gran explanada accidentada de tierra y rocas. Un gran muro de piedra delineaba todo el territorio que ocupaba la base y al fondo, unas enormes puertas de hierro, vigiladas por varios soldados a ambos lados. Ese trabajo sí que debía ser aburrido.

Se apoyó contra la pared más lejana, observando tranquilamente a todos los soldados y caballeros. Muchos tenían magias poderosas que no dudaban en usar para hacerle morder el polvo a sus adversarios. Había de todo, guerreros acróbatas, algunos que llevaban armadura pesada y no le derribaban ni entre tres o cuatro compañeros. Disfrutó de ver a alguno utilizar el elemento de la tierra, aprovechándose del propio patio.

Aquel travieso rayo de sol logró atravesar la capa de humo que se cernía ominosamente sobre el el castillo del Primer Ministro, cubriendo la zona bajo sí en un estado penumbroso. El destino o quizás unicamente la casualidad quiso que aquel haz de luz se colara por una pequeña ventana tallada en la fría piedra de aquella esplendorosa construcción fruto del ingenio de Chaos. Lástima que su largo viaje fuese interrumpido al chocar contra un rostro ajeno, perturbando así las ensoñaciones de quien descansaba en aquella humilde habitación. Un ojo se abrió de pronto, revelando una vivaz mirada carmesí que impacientemente se deslizó por los confines del cuarto mientras buscaba aclimatarse ante la luminosidad proveniente desde el exterior. Un bufido molesto surgió de entre las sábanas a medida que se veían revueltas, desvelando a la joven que se desperezaba entre ellas mientras espantaba los últimos restos de somnoliencia con un amplio bostezo. salió de su colchón despacio, apoyando los pies descalzos sobre la fría piedra, de forma que un pequeño escalofrío recorrió su espalda ante el frío contacto de la piedra por pisar fuera de la pequeña alfombra que tenía frente a su cama. Una vez en pie y activa, tomó rápidamente su ropa de trabajo, que descansaba a los pies de su lecho y se vistió sin perder mas tiempo para poder acudir cuanto antes para el entrenamiento del día. Una vez ya dispuesta y preparada, salió a la carrera no sin tomar su arma antes de abandonar su cuarto rumbo al patio. Únicamente se desvió del camino más directo para acercarse un momento al comedor común y tomar allí un desayuno ligero basado en un pedazo de pan y un poco de queso para mantener a raya el habre a lo largo de la mañana. Ni tan siquiera tomó asiento para comer, simplemente se llevó lo que necesitaba y prosiguió su camino para salir al exterior dando algunos bocados sin aminorar el paso por ello.

En cuanto empujó de forma energica, la última puerta que se interponía con su objetivo cedió para dejar a la vista la explanada donde ya empezaban a congregarse algunos de sus compañeros y conocidos. Allí, de pie y aprovechando sus últimos instantes de soledad, cerró los ojos por un momento y dejar así que sus otros sentidos transmitiesen sus percepciones de los alrededores mientras dejaba que el aire cáliente de Chaos inundase sus pulmones, para dejarlo escapar nuevamente en una profunda exhalación. Una sonrisa se dibujó en su rostro a la par que desvelaba nuevamente sus mirada, cargada de determinación a cada paso que daba para dar su mejor esfuerzo en las tareas que la aguardaban a lo largo del día. Con aquello en mente, cruzó cerca de un grupo de soldados reunidos junto al muro que marcaba el límite de aquel pedazo de terreno. Varios de ellos, se entretuvieron observandola y haciendo comentarios que simplemente decidió ignorar por considerarlos estúpidos. Sin embargo uno de ellos se hizo escuchar.- Vaya, vaya... Si está aqui nuestra belleza particular. ¿Has venido buscando un hombre que te dé lo que mereces, preciosa?- No era la primera vez y probablemente no sería la última que aquel idiota de Damon la provocaba a base de comentarios similares. Wyrd apretó con fuerza los puños con la sangre ardiendo en sus venas por la intensidad de su enfado, mientras se daba la vuelta para enfrentarse con aquel prepotente. -Buenos días Damon. Tú y yo, ahora...- Enterró el dedo indice de la diestra en el pecho ajeno con energía contenida mientras hacia una promesa a su contrincante.- Vas a morder el polvo, imbecil.- Sin darle tiempo a una respuesta, dió unos pasos atrás para tener distancia entre ambos y preparse, con las piernas separadas para conseguir estabilidad, ofreciendole a su oponente el costado izquierdo y la lanza sujeta en la derecha, el asta perpendicular al suelo y la hoja casi tocando el suelo.

Quien pudiese observar aquella escena probablemente, probablemente creyese injusto el combate entre una joven muchacha armada unicamente con una lanza enfrentada a un gigante de 2 metros de alto y complexión musculosa equipado con una armadura pesada y una espada larga. Sin embargo no había miedo en los ojos de Wyrd, confiaba en su propia habilidad y en que el hablador de Damon la subestimaría. Aguardó inmovil unos segundospara despejar su mente de la rabia que la asaltaba con solo mirar a su oponente, aquella impusividad descontrolada era lo que menos necesitaba en un momento como aquel. Buscaba calma y claridad de pensamiento para poder combatir correctamente sin dejar aperturas claras que pudiese explotar para perjudicarla, ya que iba a necesitar sus capacidades al máximo si quería vencer. Fue Damon quien hizo el primer movimiento, cargando contra ella con la espada en alto para ahcerla descender en un poderoso golpe contra la cabeza de Wyrd. Aquel golpe tenía mucha fuerza, más de lo que ella iba a ser capaz de bloquear directamente con su lanza, por lo que la hizo chocar contra el filo de la espada de forma oblicua para que se deslizase a lo largo del mango, acompañandola también de un movimiento lateral hacia el exterior y que la trayectoria de la hoja unicamente golpease el aire. Aprovechando la inercia de aquella defensa y a medida que con la punta de su arma descendía empleó el final del asta para golpearlo en el pómulo. Él por su parte liberó la zurda de su espada para golpearla con un revés de su guantelete blindado, que si bién no la golpeó en la cara la impactó en el antebrazo que pudo alzar en el último instante para intentar defenderse.

Tuvo que retroceder para ganar espacio y evitar el combate cerrado, donde no podría maniobrar bien y la envergadura y fuerza de su adversario le daría ventaja. Había conseguido salvarse en su mayor parte pero no sin consecuencias, ya que tenía el brazo dolorido por el blocaje desesperado. Tuvo que morderse la lengua porque lo único que podía hacer al respecto era aguantarse hasta que hubiese terminado allí, después tendría que visitar al doctor para bien o para mal. Meditaba que hacer mientras que por su parte, Damon le dedicó una sonrisa carmesí antes de terminar escupiendo sangre.- Parece que la gatita ha sacado las uñas. Como me voy a divertir.- Únicamente recibió un bufido como respuesta a aquella provocación. Quería terminar ya, deseaba humillarlo y que se tragara todas sus palabras y brabuconerías y así fue que decidió recortar la distancia entre ambos.

Se entretuvo durante un rato, viendo un enfrentamiento entre dos magos del mismo elemento. Era realmente curioso como la mayoría de técnicas que utilizaban, se anulaban entre sí y parecían quedar siempre en un punto muerto, como si no tuviera ningún sentido gastar la preciada energía en algo que no tendrá final. Dejaba el peso sobre una sola pierna, teniendo la otra totalmente relajada. Los brazos tras la espalda, con las manos juntas sobre la pared, junto a la cabeza. No vendría mal tener algo en lo que sentarse, pero es que tampoco debería estar ahí. Quizá si el Ministro le viera, le regañaría severamente, pero Derek no creía estar rompiendo ninguna norma. Con el trabajo terminado, por el momento, podía relajarse. Debería irse a dormir como haría alguien inteligente que no ha pasado buena noche... Pero era muy atrayente y divertido ver los entrenamientos que, no tenía sueño.

Al final, esa batalla mágica se resolvió mediante el ingenio de ambos contrincantes. De saber qué ataque utilizar en qué preciso instante. La victoria se la llevó una chiquilla con una capa negra, que luego no dudó en ayudar a su compañero de armas, un hombre mucho más alto, pero joven, con el mismo traje. Parecieron hablar de algo que era imposible de escuchar desde su distancia y luego empezaron a reírse. Vaya, había buen rollo después de todo... Aunque a Derek siempre le confundía eso, como ninguna otra cosa ¿Te golpeo y luego somos los mejores amigos? ¿Por qué un amigo iba a tener necesidad de golpear a otro? Quizá el hecho de no tener amistades sólidas fuera la razón de la incapacidad de comprenderlo. En realidad, aunque hubiera tenido amigos, él al no pelear, nunca hubiera experimentado esa rivalidad amistosa. Y hablando de esto, al parecer otras dos personas se retaron, llamando la atención de muchos otros soldados que se centraron en ellos.

Se trataba de una mujer con el pelo largo y liso de un tono granate mezclado con un suave violeta. La verdad es que no sabría catalogar aquel color que estaba entre ambos. Su figura esbelta se preparaba para una increíble y emocionante batalla. Portaba una lanza roja contra un arma bastante contundente. Se enfrentaba contra un hombre bastante más grande que ella, mucho más musculoso y con armadura pesada. Llevaba un espadón que incluso podía blandir con una mano, aunque utilizó las dos con la intención de destrozarle la cabeza a la chica. Suponía que en una batalla normal, daba igual si era hombre o mujer... Eran enemigos al fin y al cabo. Derek tomó nota de los movimientos y maniobras, teniendo claro que a él le tocaría algún día hacerlas. No necesitó ni un segundo para saber que si él estuviera en la posición de esa chica, seguramente se habría tragado el espadón y habría muerto de manera penosa en un entrenamiento.

Se cubrió los labios con una mano, pensativo. Lo analizaba todo: Lo fríos que se mostraban ambos. Quizá nadie les viera así, pero él no sería capaz de quedarse igual que ellos después de haber recibido un golpe. Sin duda, tenía que fortalecerse de alguna manera, dejar de ser tan quejica, aunque él no se dedicara a la batalla. Debía ser el menos hombre de todo el ejército... Eso sí, nadie se burlaba de él, nunca. La gente le respetaba por salvarles la vida, por curarles sin hacerles daño y cuidarles, en general. No hablaba casi nunca con ellos, pero alguna vez lo habían saludado con un "¡Hola doc!". La gente observaba la batalla, casi apostando por la victoria del gran hombre. Derek, después de haber visto que una chica bajita y que parecía niña, derrotaba a alguien más grande, pues ya no confiaba en que el tamaño fuera más importante. Estaba seguro de que ella le partiría la cara en cuatro. Optó por acercarse un poco, despacio, como si no quisiera que supieran de su presencia.

Mantuvo bastante distancia. Por suerte, no estaban haciendo un círculo alrededor, así que ni entorpecían a los luchadores, ni tapaban la vista a los espectadores. Cada paso ajeno levantaba la tierra, había furia en esa mujer, verdadero esfuerzo. En cambio, ese hombre parecía muy confiado... Debía verla de cristal, débil, pero si algo sabía él, es que a las mujeres no se las debía enfadar. Nunca. Eso era como buscar el suicidio de la manera más dolorosa y cruel. Quería ver qué más hacía... Con esa lanza seguro que lo podía desarmar ¡Él sabía hacer eso!

Recortó la distancia que los separaba a ambos rauda como una centella, dedicando a su oponente nada más que una fría mirada de desprecio. Tal vez si las miradas fuesen realmente armas que emplear en un combate de verdad hubiese sido suficiente para terminar el encuentro, pero no era el caso así que tendría que decidirse por la fuerza. Su oponente, todavía mantenía aquella orgullosa actitud de supremacía aunque en realidad no tuviese motivos para ello. En el fondo sabía que no debía bajar la guardia y debía tratar con ella de forma cuidadosa si quería superar aquella prueba. Pero no podía demostrar que la tomaba en serio de contrincante o todas sus fanfarronadas perderían sentido y su reputación se hundiría una piedra lanzada al lago.

Nuevamente aquel descomunal mandoble se puso en movimiento para recibir a Wyrd, trazando un peligroso arco lateral dispuesto a besar de forma cruenta su endeble piel con la afilada hoja que poseía. Estaba preparada para un golpe así y hubiese podido echarse atrás para alejarse de aquel filo, pero de hecho siguió adelante. Quizás fuese la adrenalina liberada en el momento o simplemente la rabia al hacer frente a aquel matón con ínfulas, pero algo en cabeza gritaba que debía arriesgarse para ganar y que la precaución no podría ayudarla aquella vez. A medida que el acero se acercaba se lanzó al suelo, rodando por el suelo ayudada por el impulso que había conseguido por la carrera. Enrollada en el mástil de su arma como si de una serpiente se tratase, sobrepasó a Damon por la derecha de este. La tierra y las piedras del suelo no fueron excesivamente amables, a medida que se clavaban en su cuerpo a lo largo de su accidentado viaje. Conteniendo su malestar por aquellos golpes que terminarían dejando no pocas magulladuras, recuperó con cierta torpeza la orientación después de aquellas vueltas. Mientras trataba de ponerse en pie, no tuvo tiempo de pensar cuando un dolor agudo se extendió a lo largo de su costado. Damon había sido más rápido en cambiar la posición una vez se hubo repuesto de la sorpresa de aquella esquiva, de forma que se giró rápidamente y golpeó las costillas de Wyrd con el mango de su espada mientras buscaba sacar cierta ventaja.

Jadeaba encogida en el suelo mientras luchaba por conseguir cada bocanada de aire, cada inspiración provocaba que le ardiese el pecho como si una llama le consumiese lsa entrañas. Se obligó a levantarse por pura testarudez y negativa a aceptar la derrota, empleando su arma como bastón improvisado para mantenerse en pie. Frente a ella se alzaba la imponente figura de su adversario, sonriente al estar seguro de tener ya a la joven contra las cuerdas.- Diría que esto ya se ha terminado, preciosa.- Se inclinó ligeramente sobre ella, de forma que sus rostros pudiesen estar a la misma altura.- Di que te rindes y todo terminará aquí y ahora... siempre que hayas aprendido cual es tu lugar.- Desprendía tanta arrogancia que Wyrd casi estuvo a punto de vomitar por la forma en que la desagradaba aquel hombre. El sentido común le susurraba al oído que ya era suficiente, que lo había intentado con todas sus fuerzas pero no había sido suficiente. Avanzó torpemente, ayudada de su apoyo improvisado y la mirada baja en un gesto que fue interpretado como la aceptación de su derrota. pero la verdad quedó a la luz cuando empleó su lanza para trabar los pies del hombre, empleando todo su cuerpo para hacer palanca. Hubiese sido una acción inútil e infantil si quien se encontraba en frente se mantuviese en guardia, pero Damon en la supuesta creencia de su superioridad únicamente se estaba regodeando y no estaba preparado.

Perdiendo el equilibrio, cayó al suelo de espaldas. Presa del pánico momentáneo y aturdido por el devenir de los acontecimientos, luchó como una tortuga panza arriba siendo incapaz de ponerse en pie. Se debatió con la armadura que se había convertido en un estorbo , al menos hasta que sintió el frío contacto de lacero en su cuello. Aquello lo dejó congelado, asemejándolo a una ballena varada en la playa incapaz de reaccionar. Sobre él, la muchacha de la que había estado riéndose hasta hacía unos instantes.- Debería sacrificarte como el perro que eres...- Su voz se encontraba a punto de quebrarse por el esfuerzo que suponía hablar simplemente.- Pero no es mi estilo. No quisiera parecerme a ti lo más mínimo.- Allí había terminado todo. Manchada, golpeada y sin fuerzas dejó a aquel estúpido a su espalda sin importarle realmente si este volvía a ponerse en pie. Ya estaba satisfecha y sus fuerzas flaqueaban mientras ponía rumbo nuevamente al interior. Quizás tuviese que hacer una visita al doctor porque ciertamente su aspecto en aquellos momentos distaba mucho de ser bueno, eso siendo generosa en la evaluación. Trastabilló con la irregularidad del terreno de forma que terminó de rodillas, dejando escapar un suspiro resignado.-Mierda Wyrd, después de todo esto no puedes quedarte en el suelo. Si tu no te levantas nadie lo va a hacer por ti.- Así lo intentó, forzándose a ponerse nuevamente en pie, pero una punzada de dolor en el costado maltratado la puso nuevamente de rodillas. Vista la inutilidad de dus esfuerzos, decidió quedarse allí, cambiando exclusivamente la postura para quedarse sentada mientras intentaba recuperar momentáneamente el aliento.

Aquellos dos soldados, parecía que se veían más como auténticos enemigos. Juraría que aquel hombre realmente hubiera matado a la chica si ella no hubiera intentado tomar medidas para evitarlo y que Derek supiera, matar a un aliado, se consideraba traición. Notó que, no había compañerismo, sino puro odio y rabia. Empezó a tomarse la situación demasiado en serio, pensando incluso en pedirles a los demás que detuvieran el combate. Lo cierto es que su cobardía no tenía límites, a diferencia de aquella muchacha que aún casi sin poder tenerse en pie, había terminado derrumbando a su compañero. Los movimientos ajenos habían resultado muy contundentes, pero frente a la destreza y velocidad, parecía no tener un auténtico rival. Esas maniobras tan acertadas, le habían dejado bastante alucinado, ni de broma podía llegar a igualar su habilidad.

Los demás no parecían sorprendidos, en absoluto, como si las peleas entre ellos dos fueran diarias. Increíble, así de simple, no tenía palabras para lo que estaba viendo. Cuando todo pareció terminar, algunos de los soldados ayudaron a levantarse al guerrero que, humillado, refunfuñaba y maldecía haber sido tan descuidado. Derek salió de su asombro y frunció el ceño al advertir sobre el estado de la chica, de la debilidad que la impedía ponerse de pie. Tenía algo de trabajo con ella, así que se acercó directamente hacia ella y se agachó flexionando las rodillas para pasar un brazo por las piernas y otro por la cadera. Bueno, lo intentó, con la intención de levantarla en brazos lentamente, para no hacerle demasiado daño. En Tempus las cosas se harían de otra manera, pero aquí no iba así y tenía que actuar con los medios de los que disponía. Ninguno básicamente.

-Apártense.- Les ordenó al resto.

La hechicera que había estado observando antes, se ofreció para ayudar, pero él rechazó la petición amablemente. No hacía absolutamente nada más que curar a los soldados del reino, el resto del tiempo, lo pasaba leyendo, dando un paseo o simplemente observando el exterior por la ventana. Ni de broma iba a permitir que le "quitaran" el poco trabajo que tenía. El Caduceus fue llevando poco a poco a la soldado hacia el edificio, para empezar a subir las escaleras con cierta calma. Recorrió los pasillos hasta la puerta entreabierta donde descansaban algunos guerreros. Sabía que quizá le resultara algo difícil tratar con ella, pero estaba acostumbrado a que todo el ejército de destrucción intentara hacerse el invencible. No sería la primera vez que alguien se le escapaba por la ventana cuando Derek no estaba allí. Esperaba que ella no fuera como los demás, que obviamente terminaban mucho peor después de hacer semejante estupidez.

-Ha sido una buena batalla. Es usted muy habilidosa.

Llevó a la joven hasta una de las camillas del gran cuarto. Todas estaban tapadas para darle intimidad a cada uno. Mejor eso que nada. Ayudó a la joven a que se recostara, siendo él quien intentara subirla tranquilamente. Fuerza no le faltaba y no le costaba nada alzar el cuerpo ajeno. Allí dentro, todo estaba silencioso, salvo por las pocas palabras que pronunciaba el médico, quien ahora había ido a ponerse unos guantes largos. No tenía demasiadas heridas, pero sí un fuerte golpe que esperaba no hubiera terminado en fractura. Luego regresó con ella y palpó las prendas que cubrían las zonas afectadas, como si buscara la aprobación ajena para poder apartarla. Seguía siendo la norma de tratar algo diferente a las mujeres, aunque se lo saltaba cuando era situación extrema.

-Primero necesito unos datos: Nombre, edad y raza, por favor.

Allí, sentada como se encontraba mientras luchaba con uñas y dientes para hacer frente al dolor, no se percató de que había alguien que se acercaba hasta que lo tuvo encima. En un primer momento sus instintos se dispararon al percatarse de la presencia ajena, instándola a ponerse en movimiento y defenderse al creer que se trataba de Damon en busca de más pelea. Sin embargo el ataque que sospechaba nunca la alcanzó, de hecho los acontecimientos tomaron un camino distinto e inesperado. La persona que se inclinó sobre ella no se encontraba allí para ocasionar mal alguno y para cuando pudo darse cuenta de ello, estaba siendo transportada en brazos con cuidado. No pudo evitar que la sorpresa se reflejase en su rostro, a través de contusiones y manchas de tierra mientras alzaba la mirada con cierta incredulidad para conocer a quien se tomaba aquellas molestias. Se encontró con un joven de rostro serio y firme, no aparentando una edad mucho mayor a la suya, acompañado de una penetrante mirada de color crema fija al frente.

Conocía aquella cara a pesar de no haber cruzado nunca una palabra con él muchacho en el tiempo que llevaba en el castillo, a causa de su notoriedad entre los soldados de Chaos. Parecía que se encontraba en las manos del médico del reino, nunca mejor dicho. A pesar de las buenas intenciones, Wyrd no se encontraba dispuesta verse cargada como una princesa en apuros, sin embargo no estaba en condiciones de resistirse a ser transportada, por lo que únicamente pudo resoplar con indignación y desviar la  mirada con el ceño fruncido. De mala gana, recorrió pasillos y escaleras sin poner un pie en el suelo hasta que finalmente llegaron a lo que supuso se trataba la enfermería donde tratar a los pacientes. Por lo que pudo observar no se trataba de la única visitante de aquella habitación. Aunque sí creía que iba a ser la que tendría una estancia más corta en aquel sitio porque tenía la intención de salir cuanto antes y a diferencia de su llegada, lo haría por su propio pie. Tenía férrea convicción sobre ello.

Le dedicó una mirada fiera ante aquel comentario acerca del combate y su habilidad. En sus oídos no se presentaba un halago a pesar de que en el fondo sabía que se tratada de ello, más bien sentía que se trataba de una afilada hoja que se hundía profundamente en su orgullo. En un primer momento tuvo que morderse la lengua para evitar palabras fuera de tono, fruto de su sangre hirviente por su carácter impetuoso. Finalmente bajó la mirada directa al suelo mientras dibujaba una amarga sonrisa en sus labios, siendo consciente de que había sido todo por culpa propia.- Buen combate, sí claro...- Aquella irónica aceptación dejaba un amargo sabor en su boca del que no sería fácil desprenderse.-Ojalá hubiese combatido como dices.- Se recostó en la cama, con los ojos cerrados mientras reflexionaba a cerca de lo sucedido. No sentía que hubiese hecho las cosas correctamente y se castigaba por haber permitido que sus emociones hubiesen enturbiado tan negativamente sus capacidades.- Todo lo que he hecho ha ido ponerme en ridículo...- Dejando que aquellas palabras hiciesen eco en su propio corazón, abrió los ojos e inmediatamente después se incorporó de su lecho prestado, para sentarse en aquel colchón.- Mi nombre es Wyrd, Wyrd Holsten. Tengo 25 años y soy una humana corriente. Además estoy bien, hace falta mucho más que un par de golpes para suponerme un problema.

Comenzó a desabrocharse lentamente la parte superior de su ropa y poder quitársela para facilitar la revisión. Lo hizo despacio para evitar en la medida de lo posible el malestar que provocaba cada uno de aquellos gestos y movimientos en su cuerpo. No sentía pudor por haber quedado cubierta únicamente por su sencillo sostén, de cintura hacia arriba. Siempre obviaba el tema de su género. Ser mujer no estaba entre sus temas importantes, casi hasta el punto en que podía decirse que se olvidaba de ello.- Lo ves, no es nada más que un arañazo irrelevante. Confío en que no aproveches para propasarte ahora que estoy semidesnuda y vulnerable, Doc. - Se rió un instante antes de llevarse la mano al costado maltratado y gruñir ligeramente. Contuvo la respiración mientras se levantaba de la cama dispuesta a abandonar aquella sala y volver a su propia habitación, pero una punzada aguda de dolor la hizo replantear aquella idea inculcando un ligero toque de sentido común en su testaruda cabeza.- Bueno, quizás solo un vistazo rápido para que puedas confirmarlo y pueda marcharme...- Cerró los ojos mientras se recostaba nuevamente en la cama a la espera del chequeo del doctor, consciente de que quizás estuviese en peor condición de lo que verdaderamente quería admitir.

No parecía haberle sentado bien su elogio sobre la pelea y lo cierto es que al principio no fue capaz de entender por qué. Había ganado y además había demostrado tener sus propias salidas y recursos. Para Derek eso era admirable, pero después sí que captó que seguramente, los guerreros se exigieran más de lo que pudieran lograr. Quizá por movimientos más estilizados o maniobras impresionantes, pero frente a todo, era demostrar la valía, eso es lo que él creía. Decidió no darle demasiadas vueltas, al fin y al cabo, quien realmente sabía de pelear, debía ser Wyrd, porque se dedicaba a ello y Derek no podía dudar de las opiniones, desconociendo el tema. Lo que él sabía hacer, era una tontería en comparación. No le respondió, no tenía caso continuar con ese tema, así que se dispuso a anotar los datos de la joven. Se sintió bastante aliviado al saber que era una humana, ya que habían razas que tenían un trato más o menos específico, como los "muñecos" por ejemplo. Sirenas, tritones y ciertas criaturas que necesitaban unos cuidados más laboriosos.

-Me temo que eso lo decidiré yo, señorita Holsten.- Le dice, cuando ella comenta que se encuentra bien. -Claramente no es así.

Derek entrecerró los ojos cuando ella se estaba desvistiendo, no por un motivo real sino que hacía un segundo, parecía haber dicho que estaba bien para evitar su revisión y un segundo después, le mostraba el cuerpo magullado por la batalla. Veía un par de laceraciones no demasiado profundas (a simple vista), quizá debido a la armadura o ropa que la había estado protegiendo. Se cruzó de brazos, mirándola con seriedad, incluso después de que bromeara. No estaba para bromas y menos de ese tipo. Pero sin duda, lo peor de todo, fue que Wyrd intentó levantarse, seguro que para irse. Menos mal que él estaba ahí, sino, ya veía que se marcharía como muchos otros soldados. Se aseguró de que se quedaba tumbada justo después, presionando sobre sus hombros con delicadeza. Sí, se mosqueó, pero nunca dejaba que sus emociones influyeran en su trabajo, ya que eso siempre debía dejarlo fuera y lo tenía tan claro, que nunca había tenido problema por esas razones.

-Ya sé que a nadie le gusta estar aquí, pero es conveniente. No intente escapar ¿Entendido? O quizá deba decírselo a sus jefes.- Advirtió, en un tono muy tranquilo y suave.

Señaló a la joven durante unos instantes, como indicándole que se quedara quieta. Él por su parte, fue a buscar desinfectante, gasas y demás útiles necesarios para curarle esas heridas. Si veía que eran más peligrosas de lo que pensaba, entonces traería otras cosas. Lo dejó todo en una bandejita, al lado derecho de ambos y empezó limpiando los restos de sangre, pasando el antiséptico por los alrededores de las heridas. Una vez las hubo limpiado, se dispuso a repetir la operación, sobre las heridas. Daba suaves toquecitos, como si fuera una madre mimando a su hijito lastimado. La mano izquierda estaba posada en el vientre con los dedos extendidos al lado de las laceraciones, mientras la derecha se encargaba del trabajo más duro. Afortunadamente, ninguna necesitaba sutura, por lo que fue suficiente con unas vendas y gasas cubriéndolas. Se había concentrado tanto en ello que ni se había fijado en las reacciones ajenas, hasta que levantó la vista.

-Esas heridas no son el problema principal.- Hace una pausa, llevando la mano derecha al costado del mismo lado. -Revisaré esta contusión. Si no es nada grave, podrá irse, sino, tendrá que quedarse.

Posiblemente, el dolor fuera simplemente del impacto y al ser humana, le afectara más que a otras razas con mayor complexión física. En ese caso, si no había fractura, ni ningún tipo de lesión, la dejaría continuar con sus entrenamientos y patrullas por la ciudad. Derek palpó con tres dedos la zona, presionando de vez en cuando, para averiguar el punto concreto donde el dolor se hacía mayor. Apenas tenía que apretar, ya que captaba rápidamente los movimientos inconscientes de las personas para evitar el dolor. Luego se desplazó hacia el lado contrario, donde supuestamente no debía sentir nada molesto, para ahí sí, hacerlo con más fuerza, ascendiendo despacio casi hasta el borde del sujetador, sin llegar al mismo. Ni siquiera necesitaba estetoscopio, no esta vez.

-Mmm... Por aquí no le duele ¿Cierto?- Quiso la confirmación, mientras masajeaba la zona.

No puedo evitar un ligero suspiro de alivio al sentir que el muchacho no estaba dispuesto a continuar con sus palabras de ánimo por la pelea. Estaba más que dispuesta a olvidar lo sucedido durante aquel violento encuentro y sobre todo a cerca de sus propios errores, pero escuchar a un espectador decir que lo había hecho bien solamente hubiese provocado un mal gesto y casi con seguridad malas palabras. Teniendo en cuenta que era el doctor con quien estaba hablando, que se esforzaba por curar y ayudar a gente como ella, hubiese sido desconsiderado gruñirle por querer animarla. Sinceramente agradecía en su interior no tocar más ese escabroso tema. No pudo negar que el muchacho tenía razón al decir que lo mejor era que se quedase allí hasta que la examinara a pesar de su iniciativa por marcharse, viendo que ponerse en pie asegurando que se encontraba bien había demostrado todo lo contrario. -Tranquilo Doc, no voy a ir a ninguna parte. No hace falta avisar, seré una buena paciente. - Acomodada sobre la cama, únicamente podía observar la forma de trabajar del chico a medida que preparaba todo el material que consideraba necesario para tratarla. Lo dejó trabajar en silencio, puesto que tampoco consideraba oportuno molestarlo mientras hacia su trabajo del mismo que ella odiaba verse interrumpida durante su entrenamiento. Necesitaba concentración y odiaba perderla antes de verse satisfecha con el esfuerzo realizado, por eso respetaba a otros durante sus labores sin importar cuales fueran. Únicamente se le escapaba algún gruñido apagado al intentar reprimirse cuando el antiséptico le escocía en las heridas antes de que se las vendase. A pesar de todo lo pasado, todavía se aferraba a su orgullo guerrero intentando mostrarse fuerte.

-Espero que así sea, odiaría tener que permanecer en reposo... Además no me podría perdonar por ser tan descuidada como para haberme roto una costilla.-Al sentir el tacto de los dedos ajenos se sobresaltó e instintivamente se apartó a un lado pero rápidamente intentó recuperar la compostura rápidamente. No estaba preparada y él había conseguido hacerle cosquillas al acercarse a su costado.- Perdón. Es solo que me has hecho cosquillas, Doc.- Tomó aire profundamente, mentalizándose para evitar que se repitiese la situación. Todo parecía normal y en buen estado a medida que la revisión avanzaba sin mayor inconveniente, al menos por su parte. No sentía nada especial mientras le palpaba el costado, a parte del cansancio normal después de todo el esfuerzo y un ligero malestar a causa de las contusiones que tenía. Al menos hasta que el médico pareció activar algún resorte mágico que envió descargas de dolor, como si tuviese ratas hambrientas corriendo bajo la piel. Se retorció en la cama mientras inconscientemente intentaba golpear la mano con la que el muchacho la estaba revisando para que se apartase.-!Aaahh! ¡Mierda, como duele! ¡Aaarg!.- Al parecer estaba en peor estado de lo que imaginaba y eso que las expectativas sobre su salud ya habían disminuido considerablemente durante su intento por marcharse. Intentaba recuperar el aliento y calmarse a medida que el dolor parecía empezar a remitir. Encogida, no se atrevió a moverse por miedo a que el dolor volviese.- Supongo... que estoy hecha un asco...

Inspiró, mientras cerraba por un momento los ojos intentando recuperar la calma a pesar del dolor. Tras unos segundos de silencio, el joven caduceus cambió el costado a examinar mientras la consultaba a cerca de sus sensaciones durante la exploración en la que se encontraba. Negó firmemente ante su pregunta ya que no sentía nada especial, a parte claro estaba de la sensación del tacto de los dedos ajenos sobre la piel desnuda.- No Doc, ese lado parece estar bien. Aunque tú eres el experto.- Su voz sonaba apagada y resignada a pesar de de que intentaba no perder el buen humor. Estaba en sus manos y solo le quedaba esperar el diagnóstico del doctor y rezar porque no fuese una situación tan problemática como empezaba a imaginarse.

No le dio mayor importancia a los gestos y quejidos ajenos, puesto que estaba acostumbrado. Él solo asintió con la cabeza, para indicar que no había ningún problema si se movía involuntariamente. Le pidió perdón por haberla hecho daño, ya que técnicamente sabía dónde era, pero necesitaba comprobar la intensidad. Aunque no lo pareciera, la reacción de Wyrd le dijo casi todo lo que quería saber. No necesitaba hacer más pruebas, gracias a ella, digamos que todo estaba solucionado. Estaba seguro de que no era una fractura, porque sino, aparte de gritar, tendría muchos problemas para respirar (más de los que ya tiene) y sería incapaz de moverse. Sabiendo esto, no era grave lo que tenía, pero sí que necesitaba estar en reposo para evitar que llegara a fracturarse la costilla. Simplemente se trataba de una fisura.

-Quería compararlo.- Le dice, cruzándose de brazos, meditativo. -El golpe causó una fisura en esa costilla. Es doloroso pero no es grave, por ahora.

La parte más complicada del asunto, era impedirle a la guerrera que continuara con sus entrenamientos. Podía dejar que se marchara y demás, pero sin realizar ningún tipo de esfuerzo y en ese tema se incluye cualquier acción que requiera mover el torso. Derek le dio luz verde para volver a vestirse, ofreciéndose para ayudar por si le dolía menos. Luego le dijo que se quedara tumbada, ya que debía explicarle un poco y sobretodo, decirle cómo curaría eso que tenía. A la joven lancera no le gustaría para nada escuchar lo que iba a decir, pero bueno, en realidad ese ya no era su problema, puesto que no podía hacer nada para evitarlo. Le dio un momento la espalda tras recoger lo que había utilizado. Guardó solo lo que no había utilizado.

-Se curará sola, yo solo puedo darle analgésicos si usted lo cree conveniente.- Se vuelve hacia ella de nuevo y levanta el dedo índice derecho. -Puesto que no debe hacer movimientos con el torso, me veré obligado a prohibirle los entrenamientos durante dos semanas, aproximadamente. Así mismo, tampoco podrá hacer acciones bruscas cotidianas, como agacharse al suelo.

Continuó diciéndole que debido a eso, iba a dejarla unos cuantos días en la enfermería de la base, solo para asegurarse de que no sentía la tentación y el orgullo del guerrero por moverse. Luego le dijo que tras esos días, si bien tampoco podía entrenar, al menos permitiría que ella sola se diera algunos paseos y demás. Por el momento, le pondría hielo envuelto en el costado para que se sintiera mejor y depende de lo que le dijera la chica, sobre si era capaz o no de aguantar el dolor estando quieta, pues le daría algún fármaco, probablemente un narcótico los primeros dos días. Habiéndole explicado todo, fue a buscar la fuente fría que pretendía aplicar por el momento, para dejársela por encima de la ropa con cuidado. Le pidió que fuera ella quien apretara un poco, al menos lo mínimo para sentirlo en el costado sin hacerse daño.

-Si me hace caso, la fisura no empeorará en una fractura y podrá incorporarse de nuevo a sus tareas.- Empezó a quitarse los guantes para tirarlos y luego ir a lavarse las manos. -¿Tiene alguna pregunta, señorita Holsten?

Cuando terminara de resolverle cualquier duda, hablaría con alguno de sus ayudantes, que eran muy pocos, para que le fueran cambiando el hielo frente a sus indicaciones. También él sabía que se iba a pasar durante el día hasta que pudiera irse a descansar.