Muerte Reptante [Mision de captura especial: Captura a uno de los 3 criminales de rango S][Sola]

El día estaba nublado con algo de chubascos en el horizonte, estaba frio, no tanto como para temblar pero si como para lanzar bocanadas al aire que se movían ululando fuera de los seres de sangre caliente. Los caminos a veces eran custodiados por la guardia de Chaos pero aun así había ladrones que acechaban en cada curva, cada recoveco y muy especialmente las posadas ocasionales donde los ancianos no podían hacerle frente, ella había sido alguna vez una de esas personas malvadas, aun lo seguía siendo pero ahora no era de ese tipo, era peor, mataba y disfrutaba matando, a quien se lo merecía eso sí. Lamentablemente los que se lo merecían estaban en un plano en el que pudiera alcanzarles fácilmente, esos seres eran demonios pura sangre, seres llenos de malicia y porquería. A ellos quería la guerrera negra.

Arrebujada bajo una gran capa de color café muy gastada se acurrucaba intentando descansar sus músculos agarrotados, movía la cabeza de un lado a otro intentando relajar su cansado cuello, hace mucho que caminaba por los polvorientos caminos sin descanso, sentía que su cabeza se abombaba y los ojos perdían su centro, generalmente con sentarse un rato el cansancio disminuye, sus calambres paran y la mente se le aclara. Sin embargo sucede que algunos…. Algunos… días ocurre algo malo, realmente ma…. Lo…

-Ankiiiiiii, Ankiiii…. – Susurra el viento de una manera burlona y apenas audible, como una ráfaga de viento llamando a la tormenta, las sombras grises y espectrales comienza a moverse por doquier como pequeños escarabajos asustados por una luz que se encendió en la cocina, desean carne, carne fresca.

Se durmió, las sombras comienzan a acercarse a la base del árbol donde se sentó un momento, el cansancio pudo más y su cansada cabeza no pudo más, el árbol en donde se apoyaba se movía de manera extraña parecía rodearla con brazos grotescos y viscosos, ella se dejaba moldear por las garras que salían de la tierra y en su cuello comenzaba a sangrar una marca, la marca del sacrificio aquella que odiaba con todas sus fuerzas con todo su ser y alma, le salvaba una vez más, la punzada penetro muy hondo en su carne y abrió el ojo que aún conservaba intacto, las ramas ya la tenían asida todo alrededor, sus exuberantes pechos eran una carnada fácil para los demonios que le acechaban, casi rasgaron completamente sus ropas cuando con furia se movió destruyendo las ramas secas, gateo con pesadez lejos de ellas y lanzo una patada al pequeño arbolito que no tenía nada que ver. Este estallo en astillas y la raíz podrida lanzo escarabajos y hormigas león al aire.

De pronto Ankabeth aquella que llamaban la Guerrera Negra cayó de espaldas, y apenas pudo incorporarse por el dolor de no dormir en varios días, sus hermosas piernas estaban desnudas salvo por las manos cadavéricas de los muertos que se levantaban y se arrastraban sobre ella para reducirla, lucho lo más que pudo para zafarse de sus garras que casi la sometían…

-Una vez más nos vemos mi dulce, dulce Ankiii- Dijo uno de los cadáveres que parecía tener sus manos muy ocupadas intentando llegar a los lugares más privados de la chica.

Las carcajadas resonaban en la mente de ella casi sometida por más de diez muertos vivientes hasta ella con una bravura y determinación envidiable mordió la nariz  putrefacta de uno que se acercó demasiado a olfatear su cuello, este en alaridos se apartó dejando libre su mano que rápidamente desenvaino un puñal que se clavó en medio de los ojos de aquel que la había saludado, los demás sintieron un temor inmediato al verla con algo de libertad y entre patadas y tajos lanzados con asesina violencia escapo de las garras de la muerte, levanto su mano mientras los sacos de huesos se reagrupaban para embestirla pero rápida como el rayo desenvaino lo que parecía ser un muro de su espalda que cerceno a varios cadáveres por la mitad. El líder de ellos se encendió literalmente en furia y arremetió contra ella para intentar derribarla pero lo detuvo con una mano que parecía ser una garra de acero, solo basto un giro de la mano de acero para estamparlo contra una roca, los demonios abandonaron los cuerpos y se materializaron fuera de ellos mostrando sus verdaderos aspectos, varios de ellos lucían amenazadores seis demonios cruentos y decididos a probar un bocado de carne suave y tierna.

-los extrañaba podridos sacos de pus- se rio apuntándoles con la Matadragones.

Esta era una espada monstruosa que media casi lo mismo que Ankabeth y casi tan ancha como ella, el primer monstruo cayo apenas se movió, dividido a la mitad por un relampagueante corte, apenas recordaba el vampiro que parecía, un segundo se abalanzo muy rápido, tenía el aspecto de un lagarto con fauces tremendas como un caimán sus garras como dagas se clavaron en el costado, entre la primera y la segunda costilla de la chica, ella saboreo la sangre que le subió por la garganta, su mente flaqueo, se vio tumbada y devorada por las bestias infernales, pero aguantando el dolor escupió la cara de su atacante con sangre, el que parpadeo con repugnancia y entonces la mujer acosada sin darle un respiro le propino un cabezazo que le tumbo de espaldas, ella con fuerza y gritando piso el cuello de la bestia que rugió desesperada para liberarse, sentía el peso de una montaña en la garganta y se hubiera desmayado si Ankabeth no le hubiera clavado la espada monstruosa en las entrañas, la giro para desgarrarle aún más su demoniaco cuerpo de reptil mientras jadeaba con pocas energías restantes, miro a las bestias demonios mientras se apartaba el cabello ensangrentado de manera desafiante…

Los monstruos dudan… no saben si atacar para intentar cumplir con su objetivo o huir, la decisión era difícil, restaban cinco demonios antropomórficos contra una masa de furia estilizada. No es fácil ser malvado estos días, ni ganar algo de carne fresca.

Los demonios titubeaban más de lo normal, era temor lo que sentían? El castigo que sufrirían seria atroz si volvían de nuevo con las manos vacías y sin el sacrificio a su señor demoniaco, Ankabeth sentía dolor, mucho dolor, pero el dolor en ella no era uno que le amedrentaba era uno diferente, excitante lleno de una sensación similar a lo que los mortales llaman “Frenesi”, el marfil, los dientes y las garras avanzaron como una ola, no saldría bien parada de esto, ella levanto su… bueno llamémosla espada porque era tan grande y pesada que le quedaría mejor el nombre “Plancha de acero” y se abalanzo con ferocidad, uno de los demonios era muy rápido como una araña pequeñísima con tenazas en sus manos y unos aguijones en las patas, Ankabeth freno y lanzo un golpe demoledor que sonó como si un martillo golpeara un yunque, una de las criaturas salo en pedazos pero la araña salto sorteándola, la guerrera negra le recibió con una sonrisa distorsionada. Sus aguijones se incrustaron una en su brazo y la otra en la pierna, ella gimió escupiendo sangre y soltó su espada que cayo clavada al suelo, agarro de inmediato la cabeza de la criatura y con ambas manos la estampo contra el suelo reventándola en mil pedazos, sus varios ojos saltaron al rostro de la chica y esta hizo una mueca de frenesi, el grito que emergió de su garganta cuando se quitó los pinchos de las patas retumbo todo alrededor.

Ankabeth levanto la mirada y vio como los demonios algunos huían, no lo permitiría, salto nuevamente a la acción, en medio de la lucha y esquivando pocos ataques, la mayoría de los demonios probó su sangre, se preparó para su ataque principal, puso su inmensa espada a su izquierda de manera horizontal y apuntando a uno de los demonios acciono un mecanismo que hizo explotar su mano… un momento su mano no estallo, era un cañón disfrazado. La gran potencia del cañonazo esparció esquirlas de piedra, huesos y dientes por todos lados, y esa misma potencia le hizo girar sobre si misma convirtiéndose en una verdadera moledora de carne humana, los demonios perdieron brazos pedazos de rostro y dedos los menos convirtiéndolos en un rompecabezas del infierno que ni el más aventajado e inteligente señor de Tempus Company podría resolver… Cuando la polvareda se asentó los demonios habían huido, sin embargo la tierra tembló y desde las profundidades emergió el líder de los demonios.

-Tu alma está marcada por el señor de las tinieblas- Acuso el demonio que tenía el aspecto de un gigantesco Buffalo antropomórfico armado con una gran maza hecha de una gran calavera que aun tenia restos de carne y sangre.

-Entonces ven a buscar lo que es tuyo gran pedazo de hamburguesa!- Gritó Ankabeth mientras avanzaba con paso lento hacia su próxima víctima que parecía dudar de su propia fuerza.

El buffalo alzo su maza y ataco a Ankabeth que recibió el golpe con su brazo mecánico, el poder era abrumador, la cabeza casi le fue arrancada pero ella no cayo, con furia movió su espadón el cual se incrusto en el costado de la bestia que aulló de dolor mientras trataba de reunir con ambas manos sus vísceras que se escapaban de su cuerpo, entre lágrimas y sollozos cayo sentado y suplicando clemencia.

-Por qué pides piedad!? De todas formas volverás a perseguirme apenas llegues con tu amo… escoria!!!- Grito finalmente mientras hundía lentamente la espada en el corazón de la bestia que salpicaba chorros de sangre fétida y humeante.

Ankabeth con un agotamiento que le llego de golpe miro al resto de demonios en el horizonte que huían como si les persiguiera, ya no, estaba demasiado agotada para ello. Necesitaba descansar y rápido.

-Lo único que falta es que algún inescrupuloso quisiese asaltarme... o enamorarme. termino diciendo mientras reia sin ganas al tiempo que los cuerpos de sus enemigos se difuminaban como si estuvieran conformados por cenizas dejando la tierra tan yerma como cuando llego.

Datos de Combate:

MUERTE REPTANTE [MISION DE CAPTURA ESPECIAL: CAPTURA A UNO DE LOS 3 CRIMINALES DE RANGO S]

Almas, muchas almas hermosas y preciosas que puedo arrancar de estos pobres recipientes. ¿Porque lo hago?. La respuesta es fácil y sencilla por pura diversión. Mis "compañeros" shinigamis, me acuerdo cuando se enfrentaron a mi y tuve que mostrarles mi verdadero poder, me sentía bien ademas de no sentir compacion cuando acababa con cada uno de ellos. Pero volvamos al tema y no retomemos el pasado porque esto se volverá muy aburrido y no es lo que quier. Yendo y viniendo por los tres reinos, pasando por todas las ciudades y pueblos llevando almas al infierno, termine nuevamente en Chaos y en una aldea un poco mas calmada, sino me equivoco la aldea se llama Nihil, lleno de muchas almas que aun no están listas para ir al otro mundo, que aun no habían muerto para emplear mi trabajo, pero como me gustaba sacar las almas a la fuerza empece nuevamente a elegir victimas al azar, alma tras alma fueron tomadas, gritos de desesperación recorrían por toda la aldea, pero ademas podía ver criaturas tan magnificas que sus almas eran iguales de hermosas para sacarlas de ese recipiente, los demonios.

"¿Las sombras tendrán almas?"

El día estaba nublado, perfecto para mi, hacía frió también algo que no me molestaba en lo absoluto, era divertido saber que los mortales no me podían ver, pero corrían igual ya sabiendo de aquel peligro que se les estaba presenciando ahora. Una sonrisa de satisfacción salio y se poso en mis labios, quedándose un rato y haciendo parecer esto a un juego de niños que consistía en recolectar cosas y mientras mas cosas recolectaba ganaba, pero como "jugaba" solo era mas divertido y fácil de ganar.

De pronto ver demonios que corrían, pero que no me podían ver, me hacía pensar que alguien o algo estaba acabando con ellos y que no me iba a dejar nada para mi, para luego de unos segundos escuchar un grito que molesto un poco pero el saber que quien pego ese grito tenía unos pulmones de acero para escucharse por todo el lugar. Demonios corriendo hacia mi, como si me pudieran ver, con partes que les faltaba como si estuvieran incompletos, no quise dejarlos sufrir así que acabe con ellos en menos de cinco minutos continué mi trayecto marcado por estos demonios con su sangre tan peculiar. Hasta que sentí como el suelo tembló por unos segundos, "Alguien emergió de la tierra" pensaba mientras continuaba como si nada, estaba tranquilo pero con ganas de seguir este juego.

Un espectaculo hermoso, no podía especificarlo mas sino esto sería bastante largo, un demonio antropomórfico atacando a un demonio, sabia que entre los demonios había mucho conflicto pero tampoco llegar al punto de matarse entre si, una mujer de piel morena y cabello largo y negro. Lo divertido era ver su ojo derecho y su brazo izquierdo que le faltaban, pero al verla luchar contra aquel demonio patético me pareció una contrincante digna para sacarle el alma y llevarla al infierno, así que espere a que terminara de asesinarlo para después enfrentarme con ella pero vio como otros demonios corrían huyendo de ella así que preferí matarlos de forma rápida nuevamente y divertirme. Ahora que lo pensaba, ella no me iba a poder ver por ser un shinigami, así que estaba pensando en si dejarme ver o no, pero sería muy aburrido atacarlo y que esta no viera a su asesino, así que no se como pude hacer pero permití que esta mujer me viera.

La observe detalladamente, se veía muy agotada pero la fuerza que aun tiene para pelear me llamaba mucho la atención, no me voy a mentir a mi mismo recolectar un alma así como la suya sería perfecta y fascinante para llevarla a infierno, ademas todos esos demonios la persiguen por algo así que si me enfrento a ella no se porque otros demonios aparecerán para tratar de matarla y eso me sacaría un poco de quicio ya que quiero con mis propias manos sacar su alma de ese recipiente que esta muy mal tratado. -Que fascinante- dije mientras aplaudía de forma sarcástica, pero fue divertido ver como termino con ese maldito y pobre demonio, aún que yo hubiera terminado en menos de lo que canta un gallo. -Un magnifico espectaculo- agregue mientras que lentamente hacía aparecer mi guadaña, creo que era bastante obvio que la iba a atacar así que espero que esto no sea aburrido y me divierta un rato, mientras me acercaba lentamente a ella con paso firme.

DATOS DEL CRIMINAL:

La oscuridad era lo único que conocía, siempre la había llevado como una armadura, una que jamás se mellaba o se rompía, una que era perfecta para ella, nunca estaba acompañada, porque los que le acompañaban irremediablemente morían, uno a uno por la locura que le perseguía o terminaba devorado por los monstruos. Ella a veces estaba también al borde de las fauces de la parca, debatiendo o pidiendo extensiones de tiempo y muy pocas veces, casi contadas con las de una mano era atacada por otras razas que no fueran demonios. Quizás por su aspecto o por la espada que portaba, una espada monstruosa, llena de mellas, algo oxidada y ajada. Ella misma tenía un aspecto salvaje, solo adornada con muerte y desesperación, sangraba, no era grave, al menos para ella pues siempre había vivido al límite y estaba acostumbrada al mareo que trae la pérdida de sangre, a las náuseas de estar siempre gastando energía y al estar constantemente asediada. El día de hoy no era diferente, una parvada de demonios más huyendo en el horizonte, algo de sangre regada por el suelo y una mella más en su espada.

Sin embargo las sombras se volvían a arremolinar, algo más la perseguiría. Un ser despreciable, la chica se tocó su herida, la del cuello y no parecía sangrar. Solo lo que ya había sangrado con la presencia de los anteriores demonios. Buscaba frenéticamente la venganza, venganza contra los primordiales, los padres de los demonios, los males nucleares, aquellos que se alimentaron de su ojo. Se tocó el ojo. Y de su brazo. Movió una ruidosa pieza en su extremo.

Frente a ella emergió de un plano astral, demoniaco o del culo del Lord, a ella no le importaba, solo le importaba lo que posiblemente quería con ella, un trato?, muchos demonios de poca monta, malvivientes, pordioseros del infierno habían llegado antes para ofrecerle información falsa, trampas y en el más penoso de los casos, matrimonio y tierras en el inframundo, ese pensamiento le infundio una sonrisa, algo pobre pero digna de una obra de arte de otro mundo, este nuevo enemigo potencial, quizás le estaba viendo desde quien sabe qué momento, eso le irritaba a la guerrera negra, que fueran tan cobardes de permanecer en las sombras y jamás mostrarse, habían algunos que incluso la seguían por días y semanas, pero ella no tenía mucho que ofrecer, comía, cagaba y dormía como cualquier mortal, solo había problemas cuando se dormía, lo cual era casi una vez a la semana lo que finalmente aburría a los demonios y el objetivo de ellos cambiaba. Entonces aparecían pensamientos más oscuros que espiar. Matar, sangre, lujuria y tormento, pero nadie podía doblegarla porque en el combate salvaje ella era peor que cualquier bestia de cualquier plano espectral. El constante asedio le enseño a ser una máquina de matar y sangrar. Su carne y huesos ya cansados querían terminar la tortura, morir quizás no era tan malo, después de todo solo era una vez… no, su mente no se rendiría jamás, hasta que al final pudiera vengarse, la venganza era su motivo más cruel y no detendría su respiración hasta haberla consumado.

Cansada y jadeante respiraba dificultosamente apoyada en su inmensa espada que estaba clavada en la tierra, donde en algún minuto hubo un demonio de poder colosal hambriento de entrañas y recompensa, pero la única recompensa que se había llevado, habían sido sus propias entrañas. Ankabeth sonrió mientras se echaba el cabello hacia atrás y soplo una brisa que se quería llevar lejos esa negra melena brillante que desperdigaba el aroma a jazmín que le pertenecía.

-Una burla no te servirá para acabar conmigo sucio demonio, solo alargara tu agonía- respondió ante los falsos aplausos del aparecido, ella podía saber que no era un demonio, al menos de los que buscaba, pero si la buscaba era seguro casi que tenía algún trato con alguno. Aunque fuese paranoico ese pensamiento, era el que le había mantenido con vida por mucho tiempo, y si la mantenía, era un hábito saludable del cual no se despegaría. –Para ti quizás es un espectáculo, pero para los demonios es solo un entremés, hay algunos que incluso…- Dijo mientras estiro su espalda y levanto su inmensa espada que se calzo en la funda que llevaba, pero sin apartar la mano del mango.-… Hay algunos que vienen a mí esperando un aventón más rápido al infierno. Quieres subirte?-amenazo mientras inclino el cuerpo hacia adelante.

El enemigo saco su arma, una especie de Guadaña, afilada y deseosa de carne mortal, un dios, un shinigami?, sea lo que sea necesitaran una pala para devolverlo a las fosas de donde salió, camino hacia el lentamente y le apunto con su brazo mecánico mientras le hablaba.

-No tengo idea de a que señor oscuro sirves, ni tampoco me importa, porque sé que no confesaras nada hasta morir, ya he visto esos ojos de arrogante con los que me miras, cargados de una diversión que no te corresponde, como si fuera el dueño del mundo. Solo quiero decirte que miles han venido como tú con confianza, y miles se han retirado con las tripas escapándoseles entre las manos. Así que empecemos.- Dijo para en su última palabra jalar un cordón que tenía asido con su boca y en ese mismo instante su mano mecánica se abrió para dar paso a una gigantesca explosión que devasto las cercanías.

Su cañón oculto era perfecto para sorprender a los enemigos, pero tiene pocas cargas, pero su poder es necesario para defenderse en un cruel mundo atestado de demonios.

Habilidades Utilizadas:

Datos de Combate:

El miembro 'Ankabeth' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Dado Cósmico' :

Resultados : 33

Me seguía acercando lentamente a la mujer, mientras le mostraba mis magnificas armas o guadaña en simples palabras, pero esta se sintió amenazada, lastima pensé que iba a tratar a bajar la guardia pero veo si le puedo mentir, quiero llevarme esa alma. Escuche las palabras de esa mujer mientras que el viento fresco soplaba con delicadeza, era a veces lindo sentir el viento frió que te hace sentir vivo, obviamente esta mujer parece que esta hasta el cuello de pelear contra demonios, se nota que su cuerpo esta destrozado y su mente esta agotada, pero sigue hasta no poder mas, algo fascinante y su alma sinceramente seria el premio perfecto.

Escuchaba a lo lejos el canto de los cuervos, hermosas aves por cierto, que hacia que los mortales pensaran que tenían mala suerte o algo peor, supersticiones de estos me he leído sobre lo que tiene que ver con la buena y mala suerte aparece por diversos objetos, animales o por algo que sucede, algo muy peculiar. Seguí escuchando de forma atenta a la mujer hasta que su pregunta hizo que soltara una pequeña risa. -Es que jamas he visto a nadie que estuviera peleando siempre con demonios- dije con firmeza y, obviamente, grandeza, me daba igual si no confiaba en mi (para luego tomar el momento oportuno y arrebatar su alma), de cualquier forma intentare de sacársela. -Que pregunta peculiar, pero a lo otro que dijo- hice una breve pausa para tratar de evitar el ataque que me lanzo, un perfecto ataque oculto digno de hasta un aplauso, algo sospeche pero esto fue hermoso.

-Juzgas sin conocer, pero no te culpo, los demonios te persiguen. Primero, déjame decirte que fue un magnifico ataque estoy sorprendido, segundo no trabajo para nadie y jamas trabajare para nadie. Arrogante no seria el termino que usaría, ademas al usar todos esos términos sigo diciendo que no seria los que usaría yo, pero buen análisis- respondí de forma seria con aires de grandeza, ya que este era un digno oponente le iba a dar el placer de responder a sus dudas, pero no era de muchas palabras que lastima, recibí casi todo su ataque pero sinceramente no estaba enojado algo extraño, encontrar a alguien con un alma tan fuerte merecía tener un combate como este, me divertiré un rato y si veo que las cosas se complican o no suceden como lo planee me iré.  

Pero mientras tanto comencé a atacar, trato ahora de hacer algunos ataques bastante ligeros y rápido para ver si es lo suficiente mente rápida aun que este agotada o será una gran ventaja para mi.

Datos de combate:

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Dado Mítico' :

Resultados : 8, 7

La adrenalina en ella bajaba y subía violentamente, estaba cansada y herida y aunque quería dormir, comer y relajarse en las costas de una playa secreta, sabía que ya jamás podría estar tranquila a menos que acabase con absolutamente todos los emisarios que buscaban su marca oscura. Enemigo era por cierto porque nadie se acerca a Ankabeth de manera tan repentina, aunque es bella, al acercarte cada vez más, es posible notar todas sus imperfecciones, cicatrices en su rostro, arañazos en sus brazos, sangrado en su ropa y abolladuras que no le hacían ver precisamente hermosa, sino siniestra.

-Valla Valla, así que esperaste a que los demonios atacasen para unirte a la fiesta, eso es adorable pero desconsiderado de tu parte, está mal visto no ayudar a las damiselas en apuros- Reclamó mientras se reajustaba el brazo en su posición para combatir con la inmensa espada.

El desconocido estaba hablando con la verdad, su corazón le impulsaba quizás al ver a la guerrera tan vapuleada  destruida y con pocas energías, mas Ankabeth no confía en absolutamente nadie que se presente ante ella, solo puede medianamente confiar en aquellas personas que ella busca, jamás a la inversa.

Solo torció el rostro con una mueca de asco y escupió sangre para darle a entender que no le importaba todo lo que dijera, no permitiría que nadie se le acercase, sea bondad o malicia lo que les impulsaba, el enemigo no perdió tiempo y ataco velozmente con su arma, sus ataques eran rápidos pero algo flojos, ella esquivo un par, pero otros los desvió, mas algunos se enterraron en su suave carne mortal, gruño cuando recibió cortes en el rostro, el brazo y cuando desvió con dificultad uno que le golpeo en la pierna izquierda, por suerte había levantado justo lo suficiente para que impactara en una sección de su armadura y solo le abollara, sino ya no tendría la misma movilidad que le permitía contratacar con efectividad.

Los cuervos en la lejanía seguían graznando, esperando a que la lucha terminase tal vez, esperando para comerse las entrañas del perdedor. Sus desafinados ruidos le proferían a la mujer una desesperación abrumadora, la ponía nerviosa que hubiera tanto ruido a su alrededor  siempre sospechaba que en cualquier momento uno de esos cuervos le atacase o que fuese algún demonio disfrazado, hasta que finalmente el último golpe del enemigo la desestabilizo, el largo de su ama y su extrañamente curvo filo le hacían difícil de defender, aparte que el modo de agarra de esa arma confería al portador de una fuerza espeluznante. Cayó al suelo algo aturdida pero se levantó enseguida sin apartar la vista del enemigo que finalmente le dio un respiro.

-Ciertamente tu técnica es superior a la de cualquier demonio que hubiera enfrentado, al menos en la superficie de la tierra, pero no por eso me dejare amedrentar, maldito bastardo- dijo mientras se limpió la sangre que manaba por un finísimo corte que se había producido en el rostro muy cerca del ojo que aun tenia. Retrocedió frente a los ataques del enemigo para ver si podía retomar el aliento, le mostro sus dientes con ira y profirió una maldición inaudible.

La ira le inundo y tomo la inmensa espada con ambas manos para atacar al rival, la puso a un costado y la movió violentamente contra el hombre que le atacaba, las energías oscuras persiguieron al arma y cuando el camino de la placa de acero termino una gran acometida de energía surco la tierra para impactar al enemigo que esta vez recibiría la ira descontrolada de la guerrera.

Habilidades Utilizadas:

Datos de Combate:

El miembro 'Ankabeth' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Dado Cósmico' :

Resultados : 68

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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#1 'Dado Mítico' :

#1 Resultados : 10

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#2 'Dado Mítico' :

#2 Resultados : 38

Los motivos del ser que se plasmaba frente a si, le tenían sin cuidado, no le importaba si existían vástagos, una misión por un bien mayor o si saciaba sus propias ansias de sangre lujuria o poder, la guerrera negra suele ser interrumpida constantemente, asediada por espíritus malvados, demonios y delincuentes de diferentes tipos, todos seres despreciables y sin un solo ápice de piedad, por ello tampoco la mostraba aunque su instinto le ordenara tenerlo ya no le hacía caso, solo se limitaba a pelear, pelear y pelear aún más, jamás se rendía y jamás la vencían no hasta cumplir con su venganza y encontrar al hombre que le había destruido la mente y el cuerpo.

El ataque de la brutal barbarie que impulsaba el deseo de tranquilidad de Ankabeth arraso con el enemigo y le dio una probada de mortalidad, arrasando su divina prepotencia, el golpe dio resultado, la sangre manaba de las heridas y era terrible de mirar para una persona normal, cualquier otro se habría caído, llorado y esperado a morir lentamente desangrado mientras el frio recorría sus extremidades afanosamente, atenazando finalmente el cerebro y el corazón, pero no, habían seres con increíble poder de luchar contra la adversidad, que eran capaces de con una mano aguantarse las tripas y con la otra esgrimir una espada, este shinigami era uno de ellos, era un espectáculo repugnante, pero a ella le agrado eso.

Su larga cabellera surco el viento depredador, lanzando su exquisito aroma hacia tierras más lejanas donde se confundiría con la esencia de los alrededores y seguramente sus cazadores la captarían, el tiempo era precioso para ella, los demonios y espíritus malignos venían ya, podía sentirlos, su marca sangraba junto con el corte de su rostro, sus vistas se cruzaron, su ojo se entrecerró y con decisión comprendió lo que el shinigami quería… morir, eso lo comprendía a la perfección Ankabeth, a veces uno actúa como que no pasa nada, pero los problemas golpean tan fuerte y tan duro que quieres morir, sin embargo no pronuncia palabras al respecto, solo intuye que el shinigami ya no tiene fuerzas para sostenerse en este mundo cruel y lleno de odio. Por ello ella imbuida con una bondad intensa le obligara con su inmensa Matadragones a abandonarlo.

Su mano se movió, como contando una historia de histeria, tocado la canción de la muerte o danzando con decisión el vals de la perdición, su movimiento tembló, se quebró y pareció pausarse, el dolor debía ser terrible, ella se sintió terrible al dejarlo sufrir de esta manera, casi, casi una lagrima broto en el espíritu de la oscura espadachína, des su espíritu, porque su cuerpo físico ya no emitía esa emoción.

Dos magias se convirtieron una y la muerte quiso cobrarse su última víctima, típico de un hombre con orgullo y que no sabe lo que quiere, el corte horroroso se vio mucho mejor con la luz de su poder, pero Ankabeth como estaba demostrado ya, no sintió piedad, más bien motivación.

-Llámame como quieras, después de todo puedo concederte eso al menos. Sin embargo si lo deseas puedes irte, buscar quizás una rata o algún enemigo digno de ti. Aun desde lejos puedo oler el aroma a podredumbre que despides.- respondió insultándole la muchacha mientras volvió a levantar su inmensa arma, presta para el combate.

El enemigo saco a relucir su verdadero talento para la muerte, dos espadas radiantes de elementos distintos salieron mostrando sus dientes de fría alabanza a los cadavéricos señores que rigen en los patios sombríos de la muerte. Eso no le amilanaba en ningún caso, ella era muerte también, cada vez que enfrentaba a estas criaturas que le perseguían por capricho, moría, moría muy en el fondo de su corazón, sabía que cada uno que ajusticiaba le adentraba más y más en los dominios de señores aún más poderosos que ella y llegaría un día en que enfrentaría a uno que finalmente no podría derrotar. *Ojala que ese día llegue pronto* pensó mientras las ráfagas de frio y calor se unían en una lluvia de ardiente escarcha que le atacaba, el golpe le dio de lleno. Su cabello fue atacado quemándole las puntas por el frio y por calor. Ambos extremos.

La ráfaga impacto en su pecho, su brazo y casi le hizo tirar la espada por la violencia con que actuaba su perseguidor. Sinceramente dudaba que pudiera doblarle la mano al destino fácilmente, al menos si hubiera comenzado con dichos ataques. El vapor que le golpeo finalmente fue como enfrentar un geiser furioso, las quemaduras en su piel fueron terribles y tenían sanación pero el dolor le arrancaba una agitada respiración y una mueca de desagrado, después de todo a nadie le gusta sentirlo.

Su rodilla cayó al suelo pero su mirada feroz como una pantera asechando no se desclavo de la inmortal materia del Shinigami. Amo y señor de las pozas de la muerte que rondaban los cadáveres en el infierno, señores invulnerables armados con el miedo y bendecidos con el acero. Pero esto era Spirit Soul. En Spirit Soul cualquiera puede comerse a cualquiera y acudiendo a esa mistica y antigua ley…

-UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO- Grito ella mientras se levantó y corrió una corta carrera que termino en un gran salto.

En el aire la Gladiadora de las sombras levanto su inmensa espada sobre la cabeza y con furia invoco sus negras energías, en el acto una increíblemente gigantesca masa que solo desde lejos se identificaba como una jodida espada oscura de más de diez metros de largo, la forma de la espada mágica tenia todo el aspecto de estar conformada por sombras cambiantes, fluctuantes y ansiosas por destruir. La espada bajo lenta, muy lentamente hacia el enemigo con la esperanza de borrarlo de la faz de la tierra. El golpe fue atroz, el rostro de Ankabeth se deformo por la ira desproporcionada que expulsaba y con un intenso grito destruyó completamente los alrededores. La espada se esfumo en fuegos fatuos oscuros y la guerrera negra se quedó de rodillas jadeando por l increíble esfuerzo de matar demonios, espectros y Shinigamis. Era un blanco fácil, solo deseaba dormir y su ojo al igual que el otro comenzaba a cerrarse lentamente al tiempo que sus heridas dejaban escapar algo del carmesí vital que la mantenía en su lucha eterna contra las sombras que le daban poder.

Datos de Combate:

El miembro 'Ankabeth' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Dado Cósmico' :

Resultados : 29

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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#1 'Dado Mítico' :

#1 Resultados : 23

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#2 'Dado Mítico' :

#2 Resultados : 41