"En una de muchas noches oscuras, la gente la veía, caminando a lo largo de la rivera y sollozando por sus hijos". [Priv. Atreyu]

Se adentró en el profundo bosque sin saber bien razón de ello, ignorando el sentido común y siguiendo las indicaciones de esas dos voces que hablaban con ella en el interior de su mente. Una de esas gritaba con violencia, mientras la otra le susurraba con voz serena que ignorara a la primera voz, ella desconocía el lugar al que se dirigían.-SIGUE ESTE CAMINO, ENCONTRAREMOS COSAS DIVERTIDAS.- Exclamaba autoritaria.-Sus indicaciones nos llevan a la perdición, hazme caso querida...- Musitó la otra con cariño. Sin embargo la guardiana estaba harta de la discusión de ambas voces.-¡Callad ya! Sois productor de mi imaginación pero joder que coñazo dais las dos, debería ir a un puto médico para deshacerme de vosotros...- Consciente de su locura, aceptaba la "existencia" de esas dos irritantes voces, sus únicas compañeras de confianza.

Contaban las leyendas que un día en ese bosque bastaba para enloquecer a alguien ¿Y si ya estás loco qué ocurrirá? Esa era la respuesta que buscaba ella, tan absurda como para arriesgar su vida ¿Hacía falta demostrar su nivel de locura? Ella atravesó sin miedo a frondosidad del bosque, sin miedo alguno, la oscuridad nunca fue problema para ella puesto que sus ojos se habían adaptado perfectamente a esta. Su sentido de la audición le ayudaba a controlar los alrededores, siendo capaz de escuchar con detalle los movimientos de las criaturas que habitaban ese lugar, no la pillaron desprevenida fácilmente. Buscaba sin descanso las razones por las que ese bosque podía trastornarte pero .nada más se cruzó con varios cadáveres que descansaban repartidos a lo largo del bosque, algunos a los pies de los árboles y otros ocultos, medio devorados o putrefactos por el tiempo. Una escena desgarradora para muchos, pero para Rosettte todo eso era genial, un paisaje de lo más agradable. Ningún sentimiento de pena despertaba en ella al ver los tristes cuerpos, nada más que desprecio y burla, imaginando cual patéticos habían sido en vida. Cruel pensamiento para una persona, no para ella que morir en ese lugar significaba una humillación enorme.

Se abría paso con la lanza, cortando la maleza, adentrándose más y más en el interior de ese monstruoso bosque, ignorando los peligros que allí le acechaban.-Este bosque es bastante aburrido ¿Dónde están las criaturas que me arrancaran la piel mientras aún respiro? ¿Quién devorará mis huesos y me convertirá en polvo? ¡Quiero verlo, quiero verlo! - Callarse no era una virtud suya sinceramente, le costaba tener el pico cerrado sin decir una puñetera palabra mal sonante.¡Ja! Cómo si alguien se atreviera a matarnos! Todos aquí son cobardes, es matar o morir ¿no lo creéis?- Asintió energética a las palabras de su voz.-Pero recordar que no todos los enemigos son débiles, hay adversarios admirables en el mundo.- Ella también tenía razón, y Rosette hizo lo mismo que antes pero ahora más decepcionada.

Después de varias horas andando por aquel bosque, sus piernas empezaron a dolerle y sin pensarlo demasiado se recostó en el tronco de un robusto árbol. Con la lanza apoyada en el hombro, cerró los ojos para descansar, continuando la conversación con sus voces interiores, una charla más que amena...  

Tomo impulso y embistió con su espada a los cuatro wendigos que venían de frente, hundiéndola en sus intestinos, empalándolos uno detrás de otro, como si se tratasen de trozos de carne para asar en una barbacoa.

Detectó varias presencias a su espalda, sin girarse, percibió la escena que se avecinaba a cámara lenta. Unas cuantas criaturas más se abalanzaron sobre él. Con un movimiento circular por encima de su cabeza giró la espada, cortando la cabeza del que llegó primero. Un paso a la derecha, flexionó las rodillas y estiró el brazo que empuñaba la espada por delante de su cuerpo, a la altura del pecho. Rotó sobre sí mismo y partió en dos pedazos a los enemigos que le habían rodeado.

Hordas de wendigos iban cayendo al suelo a trozos, pronto un olor metálico circulaba por el ambiente. A lo lejos, los árboles empezaron a doblarse, como si algo los empujara hacia los lados para abrirse camino. Unos pasos resonaban acercándose vertiginosamente a su posición. El suelo empezaba a temblar ligeramente, con más intensidad conforme se acercaba la marcha.
Una criatura enorme de cinco metros apareció de entre la arboleda. Su aspecto era muy parecido al de los wendigos, con algunas variantes, como el sexo, era una hembra, y su cabeza era más grande, su frente era más amplia y alargada.
Se detuvo a varios metros del dios oscuro, tomó aire y emitió un furioso bramido.

Atreyu rascó su oído, una mueca de molestia se presentó en su rostro. Apoyó la espada en horizontal por detrás de sus hombros, descansando una mano sobre ella mientras con la derecha la empuñaba.
- Vaya, si que has tenido tiempo libre… La de hijos que has tenido en un año… - Se dirigió a la criatura con tono distraído, adoptó una posición más cómoda dejando caer la mayor parte del peso de su cuerpo sobre su pierna derecha.
- ¡Atreyu, maldito seas! ¡¡No tienes derecho a matarlos!! - Se apoyó en el suelo con sus garras delanteras, adoptando una posición desafiante.
- No necesito que aumentes el índice de natalidad en Chaos, no al menos de bestias como estas…. Tan inútiles y patéticas… Voy a tener que darte un par de azotes… Has sido una chica muy desobediente… -
- No puedes matarme, lo sabes… me necesitas.
- Siempre se extinguen especies… Lo viejo debe morir para dejar paso a lo nuevo. ¿Comenzamos, querida? -

Una serie de vibraciones sacaron de su adormilamiento a la guerrera de Chaos, permaneció allí unos segundos con la mirada fija a su frente y escuchó con atención. Usando la lanza de apoyo saltó en el aire esquivando el ataque de dos wendigos que la observaban desde hace rato, sin embargo cuando se había puesto en guardia contra las dos criaturas están parecían haberse retractado y se alejaron en la espesura del bosque.-¿Por qué cojones huyen? ¿Estas son las horribles criaturas que devoraran nuestra piel? Pues vaya birria...- Se quejó enfurruñada como de costumbre.-Esos bichejos no están huyendo, han notado algo más peligroso.- Una enorme sonrisa se dibujó en sus labios.-Los seguiremos- Decidió.- ¿Seguir a dos monstruos por la espesura del bosque con probabilidades de que sea una trampa? Claro... muy lógico.- Todo en esa cabeza era ilógico, por eso mismo Rosette no tuvo reparos en seguir los pasos de los wendigos, cortando cualquier obstáculo con la lanza.

Un fuerte olor a sangre y descomposición se introdujo violentamente en las fosas nasales de la guardiana, un olor que le parecía un delicioso perfume digno del mejor de los guerreros. Ante ella una mar de restos de lo que antes eran wendigos, esparcidos a lo largo del terreno, un paisaje más que agradable.-Que maravilla de lugar, sería perfecto para hacer un picnic... ¡Quizás cuando todo comience a podrirse y así el olor será más intenso!- No pudo disfrutar mucho más del paisaje, nuevas criaturas se lanzaban al ataque contra ella. Hizo girar la lanza y las golpeó en el aire, haciendo que estas salieran volando en dirección contraria, chocando contra el suelo con violencia. Preparada para seguir luchando contra los monstruos, no tardó en reparar en la tremenda criatura que estaba cerca de ella, inconsciente de su presencia, aprovechó para atacarla por la espalda.-¿No deberías pensarlo dos veces?-[color?#c733ff]¡Ni puto caso! ¡Dale, dale![/color]- Eso hizo, tomó carrerilla y saltó con la lanza por delante, clavando esta en el cuello de la criatura. El wendigo se sacudió de dolor, zarandeando a Rosette que se agarraba con fuerza para no caer. En vez de asustarse, no paraba de carcajearse, para ella eso era como una atracción, y no la soltaría... bueno, hasta que vio a alguien más allí.-Creo le hemos robado una presa a alguien... ¡Sujetate!- Había quedado tan sorprendida al ver al hombre que aflojó el agarre haciendo que tanto ella como la lanza salieran volando contra el suelo, rodando por este hasta detenerse. Trató de levantarse, sintiendo las heridas ocasionadas por la caía, un par de huesos doloridos por la caía, rasguños y moratones... nada que mereciera la pena.

En pie de nuevo no pudo tomarse un momento de descanso, más wendigos aparecieron para proteger a quien (ella supuso) era su jefe, Rosette no entendía mucho sobre monstruos, solo que no había problema con matarlos. Alzó la lanza haciendo que uno de los wendigos cayera sobre esta, siendo empalado en el instante. La criatura aún viva comenzó a gimotear, pero no permaneció allí mucho tiempo, Rosette tomó impulsó y giró con fuerza la lanza haciendo que la criatura saliera volando contra otra que iba directa a atacarla. Retrocedió para obtener espacio, el necesario para maniobrar correctamente con la lanza. Se posicionó cerca del hombre albino, esperando no fuera un jodido enemigo.-Es guapo ~-¿En serio? ¿Ahora?- Que golfa que eres.-¿Te das cuenta de que soy tu, verdad?-Exacto- Carcajeó con sus propios pensamientos.-¡Oye! ¡Oye! ¿Te molesto? Y de ser así me la suda así que... ¡Juguemos!- Exclamó con una enorme sonrisa despreocupada y feliz.    

Una joven aterrizó cerca. Sin quitar atención a su principal objetivo, estudio los movimientos de la recién llegada, que estaba disfrutando a lo grande con la fiesta. Acabó con un par de wendigos mas y quedo quieta, más próxima a él, pero sin salir de posición defensiva.
- ¡Hey! No me importa que te unas al equipo ganador, pero esta chica de aquí, es mía! - Mientras hablaba con la joven, señalaba con su espada a la enorme criatura parada frente a él. Sus labios revelaron una brillante y macabra sonrisa cuando reclamaba al bicho gigante.
De un salto se situó a la espalda de la criatura de tamaño descomunal. Hizo un corte en el tendón de su pie izquierdo, arrancándole un intenso alarido. Torpemente se giró en un intento desesperado de atraparle, mientras que ella giraba, él trepaba por su espalda, hasta llegar a su hombro izquierdo. Cuando quiso darse cuenta de que su enemigo estaba sobre ella, ya le había provocado un profundo corte en la oreja, provocando que cayese al suelo.
De un mortal hacia atrás, se alejó de la furibunda criatura, que bramaba y maldecía retorciéndose de dolor, rodando por el suelo.
Colocó la espada a su espalda, echó a andar de nuevo, con confianza, tranquilamente, disfrutando del corto paseo que los separaba. Sacó las pistolas de sus fundas, dándoles un giro y acomodándolas en sus manos, una era de color plateado, con un intenso brillo, la otra negra y mate. Se detuvo frente a la wendigo y le propino un tremendo golpe con la empuñadura de la pistola en la mandíbula dejandosela desencajada.
Suspiró, mirándola con decepción. - Es una pena que tengamos que acabar así - Apuntó con ambas manos el estómago del bicho y empezó a descargar una lluvia de balas. Conforme la gruesa piel iba siendo atravesada por los proyectiles, su solidez se desvanecía, el robusto vientre de la criatura iba cediendo, al estar tumbada de lado, su interior se veía desplazado por la fuerza de gravedad. Llegó un punto que la capa de piel cedió, desparramando una gran cantidad de líquido transparente y gelatinoso por el suelo. Guardo sus pistolas, acarició el rostro de la criatura y le miró intensamente a los ojos, como si quisiera hipnotizarla. Se quedo quieto durante unos segundos, dubitativo. - Me has pillado de buen humor… Seré benevolente contigo y no te mataré hoy… Pero si vuelves a desobedecerme, lo que acabo de hacerte no será nada en comparación a lo que te tendré preparado. Sabes que soy muy creativo... - Sonrió, dio dos palmaditas en la mejilla de la wendigo y la beso.

Buscó con la mirada por las inmediaciones a la jovencita que apareció misteriosamente de repente. La pudo encontrar luchando salvajemente contra un grupo de wendigos que aun quedaban por ahí.  Se cruzó de brazos y se quedó parado contemplándola, en silencio, sonriente.

Las voces iniciaron un pequeño dialogo interno sobre las posibilidades de salir muy heridos del interior del bosque, mientras ellas discutían, Rosette decidió hacer caso al misterioso hombre, le jodía bastante quedarse con una buena presa pero así vería el nivel de aquel individuo. Observó maravillada cada golpe, cada grito de dolor que emanaba de la pútrida boca del wendigo y el sonido de la carne siendo penetrada por las armas ¿Había algo más delicioso que eso? No, y las dos compañeras de Rosette habían dejado de discutir para prestar atención al espectáculo, no se o iban a perder, por supuesto.
Otros wendigos habían aprovechado el despiste para atacarla en grupo, otro ataque fallido pues esquivó el ataque dando un par de vueltas hacia atrás, haciendo que las criaturas golpearan el lugar donde ella estaba antes.- ¿No veis que estoy ocupada, imbéciles?- Corrió hacia ellos con la lanza por delante, embistiendo a uno lo clavó en la lanza hundiendo esta en la tierra para que no pudiera escapar de ella. El wendigo intentaba inútilmente liberarse, arrastrando las manos por la tierra dejando marcas sobre esta. Con una sonrisa más siniestra, Rosette apretó la lanza entre sus manos, clavando con más fuerza el arma en el wendigo. Fueron unos segundos eternos para la criatura entre alaridos y dolor hasta que finalmente dejó de moverse. Una vez la criatura muerta, removió la lanza para sacarla de su prisión; otras dos criaturas se habían lanzado contra ella aprovechando la oportunidad, sin embargo su plan no fue muy bueno. Dio la vuelta justo en el momento en que la primera criatura se abalanzó contra ella, propinando un fuerte puñetazo al wendigo haciendo que saliera volando en dirección contraria. La segundo no tuvo mejor suerte, la sujetó en el aire y la estampó contra el suelo. Allí tendida y confundida por el dolor, Rosette posó su pie sobre la cabeza del monstruo, apretando con toda la fuerza que podía. Dos minutos eternos para el wedigo hasta que finalmente el cráneo cedió y fue destrozada por la fuerza del pisotón. Notó la sangre caliente brotar del cráneo, manchando parte de la armadura que portaba para la batalla; retiró la pierna y miró a su alrededor pero otras las criaturas se habían marchado. Se cruzó entonces con la mirada del hombre albino, observándola con una sonrisa divertida como si estuviera viendo un espectáculo.  

Recuperó la lanza incrustada en el suelo, la sacudió con fuerza para limpiar el exceso de suciedad y se la colocó entre los hombros como si nada. Con una sonrisa similar al desconocido se acercó a el acortando la distancia entre ambos, parando cuando estaban a un metro de distancia, preparada para reaccionar en caso del que quisiera atacarla.-Joder tío, te he estado viendo y debo decir que... ¡Joder, ha sido brutal! No veía una masacre así desde hace mucho.-Exclamó emocionada, moviendo el cuerpo ligeramente sin controlarlo.-Soy...-¿Soltera?-Rosette Lestrange, guardiana y amante de las masacres- Se presentó guiñando el ojos al albino.-Espero no trates de matarme o seas un revolucionario, me vería en la obligación de cortarte la cabeza o algo peor...- La sonrisa desapareció al escuchar las lastimeros gruñidos de la wendigo hembra, la madre de todos los anteriores.-¿Por qué la dejas viva? ¡Oh! ¡Ya se! ¡La dejarás morir lentamente! Vaya sufrimiento debe estar pasando la pobre... ¡Me encanta!- Admitió entre carcajadas.  

- Buenas noches señorita Lestrange. ¿Con qué es usted una guerrera de Chaos? ¿Y lleva mucho tiempo en el ejército? - Lanzó a la joven una mirada picaresca, guardó su mano derecha en el pantalón, con la izquierda le hizo un gesto para que le siguiera.
Permaneció en silencio por un rato, esperando ver si entraba en la conversación. Le picaba la curiosidad por saber más sobre ella. Se abrió paso entre los restos desmembrados del suelo, apartando con cuidado algún que otro cráneo que había por en medio. La chica le seguía un par de metros atrás. Estaba lo suficientemente cerca como para escucharle, la noche estaba tranquila, en silencio, solo se oía a lo lejos el graznido de algún cuervo.
- Chaos es una buena tierra, ¿no crees?. Desde que tengo memoria, casi todos los buenos recuerdos que atesoro, han sido creados en diferentes puntos de este reino. ¿Sabes qué es lo mejor de todo? Que con el tiempo, se ha vuelto más fuerte. Cada criatura que te tropiezas… - Sacó una de las pistolas y apuntó al flanco derecho, se escuchó el sonido de la hierba pisada velozmente por algo, corriendo a toda velocidad por su lado, como si huyese al verlos. Efectuó un disparo sin apartar la vista del camino. Un ruido sordo se escuchó, luego, solo había silencio. - Como te iba diciendo…- Guardó la pistola sin dejar de caminar, pasó su mano por su pelo, colocando varios mechones que enmarcaban su rostro hacia atrás y guardo la mano de nuevo en el bolsillo. -... cada criatura que habita por aquí puede ser un dolor de culo, pero eso ya depende de tu fuerza. Tu eres fuerte, y decidida.- Se detuvo un instante, giró ligeramente su cuerpo para mirarla. Iba a comenzar una frase, pero en el último segundo, las palabras no salieron de su boca. Elevó sus hombros y continuó caminando.

Salieron del bosque y andaron un par de kilómetros. Seguía hablándole a la joven de la fauna y la geografía de Chaos, parecía agotada mentalmente, tal vez se había pasado un poco con tanto detalle, no era la clase de persona que estaría interesada en estos temas.
El paisaje cambió ligeramente, comenzaron a ascender por un desfiladero que transcurría junto al bosque. Era una hermosa noche, el cielo de color violáceo, mostraba un mar de estrellas brillando con diferentes intensidades. La temperatura por la noche en Chaos descendía bastante y en una zona elevada como en la que se encontraban se notaba el cambio.
Se detuvo a los pies de un acantilado, justo en el borde, miró hacia abajo, estaba oscuro, pero se podía apreciar que era una zona muy densa del bosque, más antigua y sombría. Crujió sus dedos entre los nudillos y destenso su cuello.
- Esta noche tengo un compromiso al que no puedo faltar, está invitada a participar si lo deseas. Pero llego tarde, sólo llegaré a tiempo si salto desde aquí… ¿Vienes? - Se colocó de espalda al vacío, notando como la suave brisa nocturna le despeinaba suavemente. Mirándola traviesamente se dejó caer.

La fortuna le sonrió lo suficiente para que el albino no fuera un enemigo, si no, al parecer, un posible aliado. Eso hizo que se relajara un poco más, abandonando cualquier posición defensiva. Respondió con educación, pero en ningún momento se había presentando, provocando más curiosidad en ella.-Desde mi mayoría de edad soy guardiana ¿Qué decir? Es mi pasión.- No quería sonar desagradable, trataría de ser lo más amable posible con ese sujeto. Al ver el gesto que le indicaba le siguiera, dudó por un segundo.-No creo que debamos seguirle...-¿Por qué?-No se... ¿Podría viol...?- No pudo continuar, la otra voz se lo impidió.- ¡Siguele! ¡Me arriesgo a todo!-Madre nuestra santísima... - Ignorando la discusión entre ellas dos, siguió al peliblanco sin miedo.

Para la (¿mala suerte?) de la voz exaltada, el hombre no tenía intenciones de ningún tipo (bien para Rosette), no mucho más que una conversación sobre Chaos... iba a responderle cuando un nuevo monstruo osó atacarlo y este respondió con una velocidad que la guardiana no tuvo más remedio que aplaudir.-Vaya, impresionante...- Admitió sin parar de caminar. Agradecía los halagos del hombre, sin embargo este parecía omitir partes de la conversación, confundiendola pero tampoco le dio importancia, por lo menos se lo estaba pasando de maravilla.-En realidad no conozco mucho este bosque, es la primera vez que vengo... pero el pantano me lo se al dedillo.- Quería continuar la conversación, estaba siendo un paseo agradable y probablemente el albino la llevaría a un lugar divertido.

Le siguió hasta salir del bosque y dudó por un segundo dejar el paseo, tanto dato le estaba empezando a aburrir (una chica como ella no era de las que se preocupaba de la fauna o la flora, más bien se las cargaba). Se animó un poco más cuando llegaron a un desfiladero, al asomarse por un lado pudo ver una de las partes más profundas del bosque. Al verle prepararse supo en seguida que la cosa se iba a poner divertida, cuando sin decirlo dos veces, la invito a "su compromiso" y acto seguido se dejó caer sin dejar de dedicarle una mirada travieso. Y por un momento para ella el mundo se paralizó.-Joder... se ha dejado caer ¡Este se mata!-¡A este tío le va la marcha! ¡Lanzate!-Las tres sabemos que no estamos precisamente cuerdas... ¿Pero lanzarnos de un desfiladero? Ni de broma, no estamos tan locas, así que... demos la vuelta y... y... ¿Rosette?- Antes de que la propia voz se diera cuenta de lo que sucedía, la guardiana estaba corriendo hacia el albino. No pensó en lo que ocurriría, no pensó en las posibilidades de morir... simplemente se dejó llevar. Tomó impulso y se dejó caer sobre el albino, con una sonrisa.-Acepto pero te usaré para no hacerme daño, y espero donde me lleves seas divertido... o tendrás dos cosas de las que te preocuparte.- Advirtió, dejando que la corriente de la caída enloqueciera su cabello, dejando levemente visible el ojos oculto por el mechón.    

Su sonrisa se amplió mostrando a la joven que se abalanzaba locamente a sus brazos sus perfectos dientes blancos. La sujetó de la cintura con un brazo, estrechándola contra su cuerpo y giró en el aire. Durante un segundo parecía que levitaban, cuando su cuerpos se pusieron en vertical, con la cabeza apuntando hacia el suelo, aceleraron, precipitándose a toda velocidad hacia los árboles. Varias ramas se fueron quebrando o cediendo a su paso. A escasos metros rodó sobre sí mismo, sujetando a la guerrera en sus brazos, aterrizando de pie.

- Sana y salva - La apoyó con delicadeza en el suelo, ajustó el abrigo a su cuerpo, y ordenó su pelo alborotado ayudándose de sus manos. Señaló en silencio una ruinas próximas. Una muralla medio destruida rodeaba un modesto castillo. Miro a Rosette y le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiese. Caminaban en silencio, uno junto al otro, de vez en cuando, miraba de reojo a chica, la notaba nerviosa, no, más bien ansiosa. Ya había manifestado efusivamente que las masacres eran una de sus pasiones, sin duda lo que le esperaba ahora iba a hacer que se entusiasmara más.

Una enorme verja oxidada les separaba de la propiedad, no tenía pinta de ser muy resistente, así que probó a darle una patada, a ver que pasaba, la estructura metálica emitió una vibración y se desprendió de la pared, cayendo al suelo, levantando una nube de polvo y haciendo bastante ruido. Intentó aventar la polvareda que les rondaba y poder inspeccionar la zona.

Unas llamaradas azules se acercaban semiocultas entre la polvareda levantada. El silencio fue interrumpido por varios gruñidos de animal. Cuando el polvo se asentó, unos canes negros con las cabezas envueltas en llamas azules les había rodeado.
De los pies de Atreyu, bajo la tierra, un enjambre de escarabajos negros emergieron, extendiéndose por el suelo emitiendo un agudo sonido, treparon por los canes, aferrándose a su piel, colándose por las partes que tenían podridas, devorándolos por dentro hasta consumirlos. Los cuerpos caían al suelo, inertes, las intensas llamas azules que emanaban se apagaban conforme su energía era consumida por los insectos.

La puerta principal estaba entornada, la empujo levemente y entraron.  Con su presencia, las antorchas de las paredes comenzaron a prenderse  progresivamente, descubriendo la enorme sala de piedra con forma de ángulo ed noventa grados que se encontraba frente a ellos. La parte izquierda tenía unas escaleras que conducían al piso superior, justo en frente, al fondo, una puerta de metal custodiada por dos armaduras permanecía cerrada.

- ¿Arriba o abajo? - Miró a la joven esperando una respuesta, pero lo único que obtuvo fue de vuelta una mirada confusa. - ¿O prefieres que nos separemos? - Dijo señalando la puerta.

Saltó sin pensarlo dos veces esperando encontrarse con un futuro lleno de diversión, que aquel hombre le mostrará aquello que ella amaba… la locura. Las voces en su cabeza gritaban, una emocionada y la otra aterrorizada, mientras Rosette conservaba esa sonrisa característica en ella, con ojos abiertos como platos para no perderse un segundo de esa caída. Notó el brazo del albino estrechar su cintura haciendo que estuvieran más pegados, asegurando la integridad física de la humana, después de todo por muy loca que estuviera seguía siendo humana y una caída de ese índole significa la muerte para ella.-¡En cualquier momento nos suelta y nos matamos!-¿Y eso importa? ¡¿Acaso no puedes sentir el calor de su cuerpo, ese aroma que desprende?! ¡Joder, que bien se siente!- Nos matamos por culpa de una salida y una demente ¡¿Nadie me hace caso en serio?! ¡También soy parte de esta mente de locos pero es como si no me escucharais!- ¿Has escuchado algo?-¡Deberiais comportaros como personas maduras! ¿Quién lo hará si no? Porque lo que es yo… ¡Lo dudo!- No apartó la mirada de la bajada en picado, grabando cada detalle del paisaje que se acercaba peligrosamente ¿Moriría o se salvaría? Cerró los ojos un segundo ante la brusquedad del giro, aferrándose al cuerpo del contrario con fuerza. Abrió los ojos cuando esté liberó el cuerpo del agarre y la dejó sobre el suelo con delicadeza.-No me ha dado un ataque al corazón y ha sido el viaje más molón de mi vida… Se puede considerar que estoy sana y salva.- Respondió colocándose las coletas.
Otro gesto con la cabeza para indicarle que le siguiera, y de nuevo no dudo en hacerlo, con paso alegre le seguía, dando pequeños saltitos. Notaba la mirada del contrario sobre ella de vez en cuando, y cuando este lo hacia ella sonreía más ampliamente.

Paró en seco frente una verja oxidada con pinta de ser muy vieja y poco resistente. El misterioso hombre parecía querer llevarse toda la gloria, pues como si tratara de fardar pateó la verja haciendo que esta cayera soltando un estruendo y levantando una cortina de polvo. Tosió varias veces por culpa del polvo, sus ojos soltaban pequeñas lágrimas y no paró hasta que el polvo se posó de nuevo en el cuello. Restregó las manos contra los ojos limpiando las lágrimas y cualquier otra cosa que hubiera entrado en ellos. Escuchó un extraño sonido entre el polvo pero era incapaz de ver de que se tretaba-Puto polvo, joder, me ha dejado ciega por un minuto.- Se quejó avanzando unos pasos buscando a ciegas al albino. Cuando por fin pudo ver con claridad, se encontró rodeada de varias criaturas de aspecto de perro, de cabezas llameantes. Se puso en posición para atacar, pero antes de hacer un solo movimiento vio como de los pies del albino escapaban escarabajos negros. Asustada al principio retrocedió escapando de los insectos pero para su sorpresa estos fueron directos a los canes. Observó sorprendida como los canes se iban consumiendo a causa de los escarabajos que devoraban el interior de sus cuerpos. Relajó la postura esperando que cayeran lentamentes, cada cuerpo se desplomaba en el suelo y las llamas se apagaron. Debía admitirlo, estaba impresionada.-Impresionante… sigue así y entraras en mi lista de personas favoritas.- ¿Respetarle? Ese hombre sin duda era mucho más poderoso que ella, de querer podría matarla y eso era suficiente para que le respetara la suficiente.

Le siguió de nuevo al abrir la puerta; rompió a reír cuando las antorchas se encendieron a su paso, como si estuviera todo planeado.-Impresionante… ¿Lo tienes ensayado? Porque mola mucho.- Continuó hablando, girando sobre sí misma para ver sus alrededores. Pararon frente a dos posibles caminos, una escalera que iba al piso superior y una puerta en frente, una puerta protegida por dos estatuas. Preguntó y ella le miró extrañada, y el albino continuó.-Tengo que decir dos cosas…- Dijo cruzándose de brazos.-La primera… te he seguido sin rechistar todo este rato y he sido educada contigo… ¿Qué coño te pasa? No me has dicho tu nombre… y si sigue sin decirmelo, te llamaré precioso.- Un guiño y avanzó hacia la puerta de enfrente.-Segundo… me quedo con esa puerta casualmente protegida por dos armaduras, tiene pinta de ser divertida.- Respondió comenzando a caminar sin pensarlo.-Y la pregunta no es “¿O prefieres que nos separemos?”, la correcta sería “¿Me das permiso para seguirte?”- Descarada como ella sola, se acercó a la puerta con las dos armaduras, observando estas con detenimiento.

Rió divertidamente, cada vez le caía mejor esta chica. Le estaba plantado cara... a él. Una mujer mucho más débil y pequeña ¿humana?, le estaba regañando y exigiendo algo.  De una sutil risa pasó a una tremenda carcajada que resonó por toda la estancia. Hacía tiempo que no se divertía de esta manera, secó con su dedo índice una lágrima se le escapó y recuperó la compostura.
- Relájate… No creo que una señorita deba perder las maneras y emplear ese vocabulario… Me llamo Atreyu, imagino que perteneciendo al ejército, estarás informada de cual es mi posición. - Apoyó su mano en el hombro de Rosette, ejerciendo una ligera presión sobre el. - Veamos que hay tras la puerta número uno… - Giró levemente el cuerpo de la joven y se alejó un paso de la puerta y de la chica, sacó una de sus pistolas, apuntó a la cerradura y efectuó un disparo. La bala disparada no era un proyectil común, tenía imbuido un poder oscuro. Al impactar contra la puerta, esta comenzó a oscurecerse, al parecer una barrera mágica la protegía, pero su estabilidad se vio afectada por el impacto, debilitándose hasta que se desvaneció.

Miró a su compañera y empujo la puerta con un dedo, abriéndose lentamente, seguida de un chirrido. - Las Damas primero - Hizo una leve inclinación con la cabeza y una graciosa reverencia con la mano, indicando a la muchacha la prioridad de paso. - Ten cuidado, está muy oscuro… - Susurró en su oído. Creó una esfera de luz y la dejó flotando en el interior de la estancia recién abierta.

La puerta conducía a unas escaleras de caracol que descendían, la estancia era fría y estaba en la más profunda y absoluta oscuridad. Seguía de cerca a la joven que bajaba primero las escaleras, con paso seguro pero a la defensiva. - Si quieres voy primero - Su voz resonó sobresaltando a la chica que le dedicó una mirada iracunda sin dejar de avanzar. - Esta bien, como quieras - Unos minutos y llegaron abajo, la esfera de luz se detuvo junto a ellos.

Examinaron la estancia sin moverse de su posición, la esfera de Atreyu se desplazó revelando una especie de cripta con varios pasillos frente a ellos.
- Sigueme y quedate detras de mi, pase lo que pase no avances mas de mi posición, cubre la retaguardia si nos atacan. ¿Comprendido? -

Frente a ellos se encontraba una sala rectangular muy amplia, varios tabiques con un hueco central en el que descansaban restos de velas dividían la estancia en pasillos, dificultando su avance ya que tenían que zigzaguear a través de ellos para llegar al final. Por los pasillos habían desperdigados restos de cadáveres, cráneos y armas oxidadas. Avanzó por el pasillo sin prestar demasiada atención al atrezo. Su objetivo estaba claro, cuanto antes llegase, mejor.
A su paso, los cuerpos se alzaban, persiguiéndoles en su avance. Al final del recorrido un pasillo más amplio tenía dibujada en el suelo una runa arcana de color violáceo, Tres cráneos se encontraban en la trazada de la enorme runa, alimentando la corriente energética de esta. En el centro, un esqueleto iba cobrando vida, alimentado por el símbolo. Una vorágine de energía se arremolinaba sobre él, haciendo que se alzara.
- ¿Preparada? Esto se pone interesante… - detrás de ellos se amontonaban los cuerpos de los no muertos que los perseguían. Tenía la corazonada de que la chica podía contenerlos y acabar con ellos sobradamente. De no ser así, perecería en el intento y él acabaría con todos, incluso con el trágico final que correría su mortal alma.
El ser que acaba de despertar era un Lich, no estaba completamente formado, pero lo mejor no era atentar contra la diosa fortuna y terminar con él en ese mismo instante, antes de que provocara más caos en el reino, que ya de por sí, suficiente trabajo le estaba dando como para tener que preocuparse de un problema más.

- Hagamos esto rápido, llevo toda la noche caminando y no estoy de humor para que me toquen las pelotas - El esqueleto no había terminado de formarse, toda la energía no estaba dentro del recipiente pero eso no impidió que el dios oscuro arremetiera contra él, sujetando fuertemente su cráneo en una mano golpeándolo violentamente contra el suelo, quedando con una pierna arrodillada en el. Una brecha apareció en la calavera, a través de ella empezaba a escaparse la energía que almacenaba. Los huesos comenzaron a separarse y a levitar por la habitación hasta la pared del fondo. Atreyu se levantó y sacudió el polvo que se adhirió al pantalón, echó una mirada a su espalda, comprobando que Lestrange seguía con vida, volvió la vista al frente y observo paciente como su enemigo juntaba las partes de su cuerpo. No tenía gracia alargar el combate mucho más, pues no era un adversario al que pudiese hacer agonizar, tampoco iba a poder disfrutar de un combate equitativo, ya que todavía no había conseguido adquirir su verdadera forma, pero estaba cansado y empezaba a estar molesto por todo, lo mejor era dar fin pronto con todo y regresar al castillo.

Elevó sus manos a la altura de sus hombros, con los dedos orientados hacia el techo, una corriente eléctrica comenzó a tomar forma, una espiral de oscuridad envolvía la electricidad, creando una combinación de ambos elementos. Las descargas y rayos que emitía se tornaron de un color morado brillante que crepitaba entre sus manos, extendió los brazos hacia el frente y canalizó un rayo contra la criatura, friéndolo al instante. Los huesos cayeron al suelo sin rastro de energía. La runa que estaba bajo de Atreyu dejó de brillar.

Extendió una mano e invocó a Rebellion, su espada, apareció envuelta entre sombras, materializandose en su mano derecha. Cargó con ella por delante contra uno de los enemigos con los que se enfrentaba Rosette, pateó a uno que venía de frente, al caer, veía como se le echaban encima unos cuantos más, lanzó la espada al frente, como si se tratase de un cuchillo, ensartando en ella uno tras otro. Desenfundó sus pistolas, y girando sobre sí mismo comenzó a disparar. Cada proyectil impactó en un cráneo enemigo, dejando que se escapase por el agujero la energía que los hacía moverse. Uno a uno cayeron al suelo, solo quedaban dos o tres que estaban con Rosette.

Guardó sus pistolas y camino hacia la pared donde estaba la espada que permanecía clavada en la pared, sujetando por las costillas a los cadáveres andantes con los que tropezó por el camino. Envolvió con su diestra la empuñadura y retiró el arma de los esqueletos. Cayeron al suelo debido a la rápida maniobra, antes de que pudieran ponerse en pie, Atreyu, que empuñaba la espada con ambas manos por encima de su cabeza, la dejó caer como si de una guillotina se tratase,impactando sobre las calaveras, partiendolas por la mitad.

Apoyó la punta de Rebellion contra el suelo, miró a su alrededor, comprobando si quedaba algo con lo que dar fin, pero todo estaba quieto y en calma. Incluso la joven acabó con los enemigos que tenía entre manos. Cargó la espada al hombro y se acercó a Lestrange
- ¿Qué te parecería un ascenso en el ejército de Chaos? Creo que tu rango de guardiana es demasiado bajo para tus habilidades. Una mujer como tú debería estar en una posición más acorde. Sabes cuál es la función de un paladín? - Atrajo hacia su mano la bola de luz y la envió de vuelta por el camino por el que entraron, echó a andar detrás de ella. - Un paladín se encarga de hacer llegar a todos las órdenes del Ministro, tiene bajo sus órdenes el Army of Chaos, se encarga de su organización e instrucción. Sólo obedecerás órdenes directas del Lord o del Ministro, en este caso, las mías. Las únicas personas que no estarán bajo tu mando son los Gladius, son un eslabón que está por encima del Army of Chaos, su función es muy valiosa, son criaturas extremadamente fuertes, deberás respetarles como guerreros que son, pero no tienes por qué obedecer sus órdenes. - Salieron de la propiedad y caminaron por el bosque, todo estaba tranquilo y en silencio. Estaba amaneciendo, aunque los primeros rayos de sol no lograban iluminarles debido a la frondosidad de los centenarios árboles. - En estratégia de combate no creo que tengas mucha experiencia, pero yo puedo enseñarte. Ante todo, tu principal función es velar por mi seguridad, pasaremos mucho tiempo juntos, lo que te beneficiará en adquisición de nuevos conocimientos. No va a ser una tarea fácil, pero no creo que eso suponga para tí un impedimento a la hora de valorar mi respuesta. - Ya estaban al pie del acantilado por el que descendieron, se detuvo junto a la pared de piedra que se elevaba frente a ellos y se giró para mirar a la joven. - No tienes porque darme una respuesta ahora, pero sí agradecería que antes de que acabase el día me contestaras. Ese cargo es de vital importancia por lo que tengo que encontrar a una persona que pueda ejercerlo. Ven a verme al castillo, con que des tu nombre te conducirán ante mí. Si no vienes antes de que caiga el sol, consideraré que has declinado mi oferta - Su pelo comenzó a tornarse negro, sus ojos azules comenzaron a emitir un intenso brillo carmesí, una niebla oscura cubrió su figura haciendo que su cuerpo se esfumara, cuando Lestrange se dio cuenta, el hombre que paraba frente a ella había adoptado la apariencia de un cuervo y  salió volando.

Escuchó las risas del albino tras de sí, decidiendo ignorar estas para continuar con lo que hacía. Dio media vuelta cuando esas risas se intensificaron alarmando a la mujer, temiendo haber metido la pata, sin embargo nada más de la realidad, el hombre se mostró comprensivo y… ¿Divertido? Por lo menos consiguió que se presentara, sin embargo cuando el misterioso hombre dijo su nombre, los ojos de Rosette se dilataron de la sorpresa, su cuerpo comenzó a temblar entre emoción y temor, recordando todo el rato que llevaba con él, el poco respeto que le mostró… y aún así el hombre no estaba para nada enfadado. Respiró aliviada y de inmediato el cuerpo dejó de temblarle.-Es el ministro… ¡El puto ministro! ¿Sabéis qué significa eso? - Exclamó la voz.- ¿Qué casi la cagamos y hacemos enfurecer al ministro?- Preguntó a modo de contestación la otra voz.-Sí, eso también.- Contesto sin darle importancia antes de continuar “hablando”.-Lo que iba a decir realmente… ¡Además de guapo, es simpático y gracioso- De poder escucharla cualquiera la confundiría con una adolescente enamorada.-¿Por qué para ti todo eso es deseable? Menos mal no tienes control sobre el cuerpo.- Se alegró la otra voz, haciendo que Rosette riera por lo bajo para no llamar la atención.-Oh… no deberías preocuparte por el control… sino del descontrol.- Respondió de forma amenazante. Ambas voces se quedaron en silencio de inmediato, dejando que Rosette pudiera pensar con claridad por unos segundos.-Lamento mi comportamiento, Atreyu.- Se disculpó sin intención de cambiar su forma de hablar.-Desconocía vuestra identidad, es un honor ser acompañada por el ministro en persona… es tope guay.- Tuvo que añadir al final para quitarle la seriedad al tema.-Pero os insto no me tratéis con términos como “dama” o “señorita”, y aún menos me pidáis que deje mi exquisito lenguaje porque no tendré más remedio que mandarlos a la gran mierda.- Esta vez lo dijo a modo de broma, esperando no se enfadara.

Tembló ligeramente al notar la mano del ministro sobre el hombro de la armadura, girando el cuerpo de Rosette, la soltó y se alejó tanto de ella como de la puerta. Se quedó allí parada observando las acciones del contrario, sin deseos de molestar. En silencio vio como sacaba una de sus pistolas, disparaba contra la puerta y un espectáculo de magia dio inicio. La puerta comenzó a oscurecerse, el impacto del proyectil había desencadenado una reacción mágica, haciendo que se debilitará hasta simplemente desaparecer. Cruzó la mirada con el ministro un segundo para después ver que con un simple movimiento de dedo este hizo caer la puerta, acompañada de un chirriante ruido. Carcajeó un poco por la payasada de Atreyu, una inclinación y una reverencia, como si se tratara de una noble o por el estilo. Terminando de reír ella correspondió con otra reverencia, colocando las manos en el aire como si estuviera alzando el vestido como hacían las mujeres nobles al presentarse.-Se lo agradezco ministro, es usted todo un caballero.- Respondió siguiendo el juego, la cosa se lo pasaba genial con el hombre. Avanzó pasando por su lado, cuando esté justo susurró en su oído un pequeña advertencia. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rosette al notar el cálido aliento del albino… un sensación de terror desconocida para ella, y eso que este velaba por su seguridad. Sin saber que decir, tragó saliva y asintió, El contrario creó una esfera de luz que iluminó la oscura sala dando mejor percepción a Rosette.

Tras la puerta se encontraban unas escaleras de caracol que descendían. El frío entró por los huecos de la armadura haciendo que temblara pero no le dio importancia. Le preocupaba más el hecho de que el lugar estaba imbuido en completa oscuridad y de no ser por la pequeña esfera de luz creada por Atreyu estarían perdidos. Comenzó a bajar en silencio mirando bien por donde pisaba, cargando la lanza con cuidado para no hacer más ruido del necesario. El albino habló de pronto, alarmando a Rosette quien solo le dedicó una mirada para que entendiera. Le había pegado un pequeño susto y no le gustaban para nada las sorpresas. Unos minutos después ambos habían llegado al final de las escaleras, y la esfera de luz se detuvo junto a los dos. Examinó el lugar allí donde la vista le alcanzaba pero la oscuridad era inmensa y le costaba ver. Consciente de eso, la esfera de luz se elevó en el aire, relevando una cripta con varios pasillos frente a ellos dos.-Una cripta… ¿Qué hacemos aquí?- No es que le preocupaba pero esos lugares podían resultar muy peligrosos de no tener conocimiento sobre ello. Otra vez Atreyu le dio una orden, esta vez directa, haciendo que ella no cuestionara nada, asintiendo levemente con la cabeza.

Frente a los dos se veía una sala rectangular bastante amplía, con unos cuantos tabiques con un hueco en el centro donde descansaban los restos de velas que dividían el lugar en pasillos. Les costaba avanzar por allí, obligados a zigzaguear a través de todo hasta llegar al final. Se fijó que por los pasillos habían tirados restos de cadáveres, huesos y armas oxidadas que antaño debían de haber pertenecido a guerreros desprevenidos y débiles. Escuchó unos extraños ruidos a medida que avanzaban, como algo moviéndose entre las sombras. Notaba la presencia de algo que les perseguía ¿Qué eran? Para su sorpresa se trataban de los cuerpos que habían dejado atrás hace rato, quienes perseguían a la pareja desde hacía rato. Paró de pronto junto al ministro, contemplando ante ella una pasillo más grande, y en el suelo una especie de… ¿Runa? de un color que le resultó bastante bonito. Habían tres cráneos descansaban en la runa, como si fueran la alimentación de la misma. De un saltó su rostro se tornó de sereno a precavido, alzando la lanza al ver una esqueleto cobrando vida por la runa. Nunca había visto semejante espectáculo, nunca se había cruzado con ese tipo de criatura y estaría precavida. Otra vez le habló y ella miró a sus espaldas.-Interesante se pone… a ver si salgo viva de esta.- Contestó entre pequeñas carcajadas, preparando el arma para atacar. Sin pensarlo dos veces no esperó ninguna orden del ministro lanzándose contra los no muertos sin piedad. Mientras luchaba contra los cuerpos sin vida, escuchaba la pelea entre entre el ministro y la criatura, lanzando pequeños vistazos cuando las criaturas se lo permitían. Se lo pasaba en grande, debía admitirlo, estaba luchando contra un pequeño ejército de no muertos, cuerpos de guerreros que habían perecido antes que ella en aquella cripta. Destrozaba los cuerpos con la lanza, pisoteaba los cráneos que caían cerca de ella y arrancaba las extremidades de hueso con las manos, rompiendo a reír a cada vez que se acercaban más criaturas.-Esto es tan… divertido, ójala no se acabe- Pero todo llega a su fin y cuando quiso darse cuenta, todos los cuerpos yacían destrozados a su alrededor, y al buscar al ministro se encontró con que había vencido a la criatura, y al sobrar tiempo la había ayudado con muchas de las criaturas que quedaban. Respiraba agitadamente, apenas recordaba lo que había hecho, la emoción del momento… eso pasó.
Respiró hondo para tranquilizarse, en el momento en que el ministro se acercó a ella para dirigirse directamente a hablarle. Casi se le cae la lanza cuando Atreyu le ofreció convertirse en paladín… ¡¿Paladín ella?! ¡La guardaespaldas personal del ministro! No dijo nada, no hubiera podido aún queriendo. Continuaba en shock escuchando al contrario mientras avanzaban fuera del lugar. Se dejó guiar sin dejar de escuchar, y cuando pararon se encontraban en el acantilado por el que habían llegado. Unas últimas palabras y el ministro había adoptado la forma de un cuerpo, desapareciendo en el cielo.

Rosette tardó unos minutos en regresar a la normalidad ¿Qué había pasado? Unas horas atrás estaba aburrida esperando que ocurriera algo interesante… ¡Y de pronto se había cruzado con el ministro! Ofreciendo el puesto de paladín… ¿Pero ella paladín? ¿En serio? No estaba segura de eso.-Ser paladín es una responsabilidad enorme… ¿Qué hago?- Preguntó en voz alta esperando la ayuda de sus dos voces.-Una responsabilidad enorme… nos pasaremos todo el día junto con el ministro, protegiendole… ¡Hagámoslo!- Exclamó sin duda alguna.-Puede sorprender… sin embargo estoy de acuerdo con mi compañera.- Contestó.-¿En serio?- Preguntó sin creerlo.-Sí… pero el motivo que me mueve no es el mismo, de convertirnos en paladín… ¡Subiremos de rango! Más respeto, conocimiento y poder ¡Nuestro nombre será conocido! Además de los beneficios de tener al lord cerca nuestro todo el tiempo... -¡Todo ventajas! ¿Decidido?- Muy bien, os habéis puesto de acuerdo y eso me preocupa, peeeero… ¡vamos allá! Seguro será interesante.- Exclamó eufórica por todo aquello.- Date prisa pues ¡Recuerda que la oferta es solo hasta el anochecer y aún tenemos que al castillo!- Recalcó.-  Cierto, el castillo… ¡Movamos el culo!- Llena de energía a pesar de toda la aventura anterior, la idea de ascender a Paladín le emocionaba, una nueva experiencia… habían reconocido su valía y sin duda, se esmerará para demostrar ser digna de ello.

Se aproximó a la terraza de su dormitorio, sus alas negras empezaron a descomponerse en una fusión de plumas y una estela negra de oscuridad que se arremolinaba desde su posición hasta el suelo, regresó a su forma humana al entrar en ella. Llevaba días vagando por Chaos, yendo y viniendo de un lado a otro, verificando información que quería contrastar en persona. Tenía una gran resistencia física, pero aun así, como dios reencarnado, necesitaba descansar su cuerpo. Dejó sus armas y se desnudó de cintura para arriba, se quitó los zapatos y abrió la puerta para avisar a uno de los guardias para que alguien le preparase un baño. Aprovechando que tardarían un rato en hacerlo, entró en su despacho y terminó de firmar unos documentos que llevaban esperando en la mesa desde ayer por la mañana. Lo que odiaba de su cargo era el papeleo, si, era necesario y una tarea que venía ligada a sus obligaciones, no todo podía ser de su agrado, estaba claro. La mayoría de papeles eran órdenes de busca y captura y permisos de comercio entre reinos, no parecía que hubiese nada relevante, lo que hacía más tediosa la tarea.

Tocaron a la puerta, una sirvienta avisaba de que su baño estaba preparado, asintió con la cabeza, dando a entender a la mujer que le había oído y siguió firmando documentación sin levantar la vista. Dejó la pluma sobre la mesa y reposó la espalda contra el asiento, intentando despejar su mente. Subió los pies descalzos sobre la mesa, estirando las piernas, una sobre la otra. Ahora que su cuerpo estaba relajado, comenzó a notar el cansancio acumulado. Frotó sus ojos con las palmas de las manos y peinó su cabello hacia atrás, pues empezaba a quedarse dormido. Lo mejor era tomar un buen baño e irse a dormir. Emprendió el paso y cruzó la estancia hasta salir, rumbo a sus aposentos.

En su puerta siempre había una pareja de guardianes, además, una patrulla pasaba regularmente por el pasillo que comunicaba con su despacho, no entendía porqué había tanta seguridad dentro del castillo y la grandiosa parte externa y de cristal, como por ejemplo, su terraza, no tenía nada de vigilancia. Dato que anotó mentalmente para resolver en cuanto despertase, pues era algo bastante absurdo.

Dentro de la habitación, desabrocho sus pantalones y los dejó caer, liberó sus tobillos de la prenda y se dirigió a una mesa auxiliar que había junto a la puerta. En ella descansaba un fonógrafo, posiblemente la única pertenencia que había suya en todo el castillo que no fuese un arma. Hacía tiempo lo consiguió en una subasta en Tempus, junto con una extensa colección de vinilos, cuando le apetecía evadirse, este cacharro le ayudaba a dejar la mente en blanco, bueno, casi en blanco. Sacó un disco de la parte inferior del mueble, lo colocó en el aparato y se sirvió una copa de vino de una botella que había junto al dispositivo.
Con la copa en la mano, entró en el baño. En la parte central, se encontraba ubicada una bañera rectangular de piedra natural pulida, el borde quedaba a la altura del suelo, en la parte más estrecha, habían tres escalones para acceder a ella, se sumergió en el agua caliente portando la copa en la mano, saboreando cada pequeño trago de ese dulce liquido. Junto a las paredes que la delimitaban, se encontraba un escalón hecho del mismo material, dando más comodidad a la hora de tener una experiencia relajante. Se sentó en el reposando los brazos sobre el borde, echó la cabeza hacia atrás y  cerró los ojos, el agua estaba a una temperatura elevada, le gustaba tomar baños con el agua lo suficientemente caliente como para hacer enrojecer su piel. Pronto la estancia de vio cubierta por una capa de vapor covirtiedo el baño en una sauna. Se dejó llevar por la abrumadora calidez del ambiente. Lo único que ocupaba su mente en ese momento era la melodía del aparato.

Entrar en el puñetero bosque era una cosa, salir de él otra completamente distinta, sobretodo tras disfrutar de la protección del ministro. Lejos de desanimarse la futura paladín avanzaba corriendo entre el espeso bosque, aplacando todo lo que se cruzaba por su camino. Arbustos, ramas de los árboles, animales que pastaban en tranquilidad, cada uno de ellos fue apartado con violencia por Rosette.-Puto bosque, desde luego el título de bosque oscuro le va que ni pintado… pero eso no nos detendrá.- El tiempo transcurrido el el pantano le habían otorgado la capacidad de ver en la oscuridad, una habilidad muy apreciada, muy útil para eliminar enemigos en la negrura. El único ojo visible de Rosette brillaba ligeramente siendo visible en la oscuridad, alarmando a un par de criaturas que echaron a correr.-Nos siguen...- La azulada tomó la lanza con ambas manos cortando un par de arbustos. Paró en seco, se dio la vuelta y se encontró con un nuevo grupo de monstruos, amigos conocidos para ella.-Más wendigos… seguro estáis enfadados por lo de antes, y bueno…- Respiró hondo.-Estoy sola y vosotros muchos, además tengo prisa, así que… ¿Tregua?- Las criaturas gruñeron, una contestación fácil de entender.-Eso es un no… hay que joderse.- Suspiró agotada.

Entre muerte y muerte, los cuerpos de los wendigos caían alrededor sin descanso, sin prisa pero sin pausa iba avanzando eliminando a las criaturas. Todo el bosque parecía igual, un árbol idéntico al anterior (¿No son todos iguales?) Rosette no tenía ni puñetera idea, se dedicaba a seguir sin hacerse demasiadas preguntas. El día había sido una montaña rusa de emociones, un mar de sorpresas, nervios e inusual felicidad ¿Qué haría al convertirse en paladín? Le esperaba un futuro lejos de los imaginado, ser alguien importante en la sociedad ¿Eso estaba bien, no? Ser alguien reconocido por las gente de los reinos, la misma sombra del ministro, responder solamente ante dos personas… le daba tantas posibilidades.-Tampoco abusaremos del poder, debemos ser dignas del título de paladín.- Dijo dignamente.-Debemos ganarnos el respeto, puede que algunos crean hemos conseguido el trabajo a partir de otros “trabajillos” con el ministro… vosotras ya me entendéis.-Os digo que ese hombre nos traerá problemas, tiene cara de causar muchos… sobretodo entre las mujeres.-Eso no nos importa, que haga que le salga de las narices, nosotras vamos por el glamour del poder.-Lo importante es el trabajo, así podré demostrar mis habilidades… demostrar a la gente la clase de persona que soy.- Dijo rompiendo el cuello del último wendigo que osó atacarla por la espalda.

Corrió sin cesar otro buen rato más, hasta que finalmente pudo vislumbrar la salida del bosque en la lejanía, de donde escapaba una tenue luz.-Como le dijimos a nuestra no tan amada abuelita… sigue la luz.- Dijo burlonamente. Hizo caso y siguió la luz, atravesando la salida del bosque de un salto. Alzó la mirada satisfecha, pero la alegría le duraría poco al comprobar que la luz se iba apagando queriendo dar llegada al anochecer. Aceleró el paso lo más rápido que le permitían sus piernas, y prácticamente cayó ante las puertas del castillo. Los guardias la vieron sorprendidos, y ella se puso en pie.-Soy Rosette Lestrange, tengo una audiencia con el ministro… ¿Me lleváis hasta el o voy buscando por las habitaciones?- Dedicó a ambos guardias una sonrisa, y estos simplemente la dejaron pasar al interior del castillo, guiando a la futura paladina hacia la habitación del ministro.-[i]Ahora coge aire… y recuerda comportarte como debes…- Por una vez en mucho tiempo, Rosette sintió miedo, nervios… su cuerpo temblaba como un flan.

El sonido de alguien golpeando la puerta lo despertó. Una suave brisa entraba por la enorme terraza, provocando que su piel desnuda se estremeciera. Se puso en pie y caminó despacio por la habitación, rodeando la cama, recogiendo a su paso un kimono de seda negro con el que cubrió su cuerpo, sujetándolo holgadamente con el cinturón. Abrió la puerta para encontrarse con un soldado que anunciaba que Lestrange le esperaba en su despacho. La noticia le complacía, se imaginaba a la chica atravesando Chaos para llegar en el tiempo acordado, la idea de tener a una joven guerrera bajo su tutela, a la que podía modelar y enseñar sus conocimientos le excitaba. No quería hacer esperar a su invitada, así que bajó hasta el despacho acompañado del guardia.

Le abrieron la puerta y entró para encontrarse a Rosette curioseando el mapa tallado en la superficie de la mesa. Permaneció con los brazos cruzados por dentro de sus mangas, en silencio observando su curioso comportamiento. - Bienvenida Lestrange. Me alegra verte aquí. He de confesar que estaba seguro al noventa y cinco por ciento de que aceptarías mi oferta. Imagino que estarás cansada. - Se acercó a la chica que permanecía junto a la mesa, deteniéndose a escasos pasos de ella, no era muy alta, por lo que tuvo que encorvarse levemente para mirar el ojo semicubierto por el pelo. Pudo observar que llevaba la misma ropa bajó su coraza que cuando la encontró en el bosque y que la sangre seca y vísceras había sido limpiada con premura, quedando algunos restos por parte de su cuello. - Te mostraré tu habitación. Mañana por la mañana, al alba, comenzaremos el entrenamiento. Te encontrarás conmigo en la base militar. Puedes traer tu lanza, pero agradecería que te abstuvieras de portar la armadura.- Golpeó suavemente sobre ella a la altura de su esternón, como si quisiera comprobar de qué tipo de metal estaba hecha.

Recorrieron en silencio el camino, subieron por las escaleras que conducían al ala este, sin detenerse hizo un gesto a un guardia que inmediatamente abandonó su posición hacia el piso inferior. Señaló una puerta a su derecha sin reducir el paso. - Esta es mi habitación, la siguiente es la tuya, ambas se comunican por una puerta oculta. - Giró el picaporte y entraron en la que a partir de ahora sería la estancia de la joven paladina. Era amplia, al igual que todas las habitaciones de esa parte del castillo, destinadas al ministro y los gladius. La pared que daba al exterior, estaba compuesta por una enorme cristalera y una puerta doble del mismo material que daba a una terraza desde la que se podía contemplar Chaos. El interior contaba con pocos muebles, un escritorio con una silla se encontraba en la pared de la derecha, junto a la cama, amplia de dos cuerpos y medio. Una cómoda de cinco cajones ocupaba el hueco entre la puerta de entrada y la del baño, esta última ubicada en la pared de la izquierda.

Caminó hacia la puerta que comunicaba con el exterior, dejando a Rosette que inspeccionase libremente su habitación. Mientras tanto, disfrutaba de la apuesta de sol, nunca se cansaba de ver el cielo de Chaos. Dejó algo encima del escritorio y sin girarse, con la mirada perdida en el horizonte, le recordó el plan para el amarecer. - Ahora subirá alguien a preparar tu baño, si tienes hambre, pide lo que desees de comer. Recuerda que mañana al alba empezamos con tu entrenamiento. Aquí te dejo esto, - colocó encima del escritorio un anillo de plata - lleva el sello de Chaos, te será de utilidad si alguna vez necesitas dar una orden en mi nombre. Si la medida no es la correcta, avísame y mandaré que la modifiquen. Te veo mañana - Se despidió con la mano y salió por la terraza a su habitación, dejando sola a la joven.