[Misión Captura Especial R4] Ice Symphonia [Privado - Viktoria Van Haussen]

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Datos:

Mientras disfrutaba de su poderosa hamburguesa, Vossler vio como los dos pichones se acercaban al lugar donde estaba almorzando, su cabeza se abombo, pensó que le habían dado un soplo de su identidad, mordió rápidamente al titán de la cocina del canil de Grom, pensando que sería su ultima cena. La tensión le estaba matando pero ya estaba acostumbrado a entrar y salir de prisión cada ciertos años, generalmente no podían comprobar mucho de él, otras veces lograba salir luchando, esta vez no estaba de humor, se hacía viejo y sus poderes aunque aumentaban con los años, no crecían lo suficiente como para hacer frente a dos soldados jóvenes y con un poder sorprendente. La suerte a veces es maldita, pensaba mientras los muchachos se acercaban. Su destino estaba sellado.

Pasaron los minutos y finalmente abrió sus ojos, los muchachos estaban en otro lugar sentados conversando de trivialidades, alcanzo a escuchar que efectivamente era del gobierno y que la otra le extrañaba quien sabe de dónde, lo último no lo capto. Suspiro largamente, parte por la gran hamburguesa, parte por el susto,  entonces vio su oportunidad, el chico de la camiseta obvia, pidió una de las mismas que él estaba comiendo, un extranjero pidiendo un monstruo Gurmet? Debe ser un principiante. Quizás… su oportunidad.

-Grom, tres cuádruple Bypass, y tres pintas jumbo. Quiero el reto- Grito Vossler, el vampiro veterano al cocinero que con ojos gigantes mostro una sonrisa que no cabía en su rostro.

En el acto, todos los comensales levantaron sus cabezas y comenzaron a golpear con sus cubiertos las mesas donde comían en una especie de rítmica melodía de batalla. Grom, comenzó a hablar de cosa que una persona de otro lugar no entendería.

-Señoras y señores, asistentes del único y siempre fenomenal Canil de Grom!!!!- Dijo el gigantesco cocinero mientras balanceaba una bandeja que humeaba algo sobre ella -Es tradición en esta parte de la ciudad, no, no, no, solo en este mismo maldito lugar se rete a los nuevos comensales!!!, esta vez, el temerario, heee… Vossler, retara a…. a quien desea retar señor?, pero debo advertirte que el menú de hoy es… la gran Hamburguesa Primer escalón al cielo!!!!-Grito Mientras ponía la bandeja frente al hombre.

Frente a él, habían tres gigantescas estructuras colosales, monumentos fieles a los carbohidratos cuatro grandes lonjas de carne de casi 400 gramos cada una, separados por panes de unos diez centímetros cada una, el queso caía de cada pedazo de carne como una cascada y no eran rebanadas, eran verdaderos pedazos de más de 300 gramos cada una, el tomate, la lechuga y la cebolla parecía querer escapar de las kilocalorías, las toxicas grasas estaban a la vista y cualquiera que se atreviese a consumirla, sin duda estaría un paso más cerca de la tumba. Por suerte en las cercanías del “Canil de Grom” había un médico ilegal que le ayudaba en estos casos extremos, ya había habido gente que literalmente había muerto en las sillas de plástico del sucio y famoso restaurante.

Vossler tomo la charola y sintió el peso de las tres hamburguesas, cada una de ellas más pesada y llena de colesterol, una misión difícil de superar incluso para los más hambrientos. El vampiro se paseó por todo el local mientras los comensales aumentaban el ritmo de sus golpes en la mesa, el cocinero por su parte asomaba una sonrisa tan grande que más que una hamburguesa parecía que se sentía orgulloso de un hijo. Vossler de pronto se detuvo frente a un par de ancianos, dos vejetes que seguramente vacacionaban, pero cualquiera puede ser retado en el canil, se sentó en la mesa y el anciano nervioso no fue capaz de levantar la mirada. La viejecita que estaba al lado de ella lo miraba con una mirada condescendiente y le golpeaba con el codo mientras le susurraba que era un cobarde. La pareja de ancianos se revolvió en sus sillas y se dispusieron a salir presurosos, pero en medio de la algarabía el cocinero se interpuso.

-Es tradición en el canil que quien huye, paga por la comida del otro, a menos que el ganador quisiera obtener algo de ustedes- Dijo mientras puso una mano gigantesca sobre el pomo de la puerta.

El anciano con ojos casi amargos miro a Vossler, y suplicante su esposa se aferró a él. Conocían el lugar, su fama era legendaria, la cocinería más letal de toda la ciudad, al parecer el entrar en ella no había sido tan atractivo como había pensado el vejete.

-Y bien?- Dijo el gran cocinero con una mirada demasiado siniestra.

-Esta bien, pagare, pagare!- Dijo nervioso mientras sacaba dinero.

-Espera viejo de mierda, no quiero tu dinero, quiero tu identificación. Es más deja toda tu billetera, llévate tu dinero y lárgate de mi reino!- Dijo astutamente el hombre mientras se levantaba y con los brazos alzados como si fuera un campeón se movía por todo el local de comida rápida.

El viejo rápidamente hizo lo que le ordeno el ganador, vacío de dinero su billetera y lanzándosela al vampiro se largó tan rápido como ocurrió todo. Los hombres en el interior vociferaban, gritaban y cantaban canciones de guerras pasadas, convirtiendo el lugar en un sitio paradojamente acogedor. El cocinero tomo la billetera, y saco la identificación del anciano, Vossler se puso al costado, el cocinero saco una fotografía del vampiro con una mirada feroz y al revelarla le puso un clavo y clavo la fotografía en una pared que estaba algo oculta por la sombras de un gran refrigerador. Vossler tomo el resto y lo guardo, no era mucho lo que obtenía, mas fama que nada, pero con los documentos del anciano podía… hábilmente obtener más, vender documentos falsos, cambiar identidades, crear redes de corrupción e incluso en la billetera puede que hubiera alguna tarjeta de crédito o más información, como mapas o alguna cosa de valor que se pueda vender. En esto basaba su truco mayor. El engaño.

Vossler se sentó de nuevo y miro a todos los presentes, era hora de su jugada…

-Y tú qué? Eres valiente?- reto al muchacho de la marina que estaba sentado comiendo con una chica y su helado -Quieres probar tu poder?, ya sabes las reglas, si pierdes dejas todo lo que eres aquí!- Dijo mientras se abanicaba con la billetera del anciano. -Pero debes saber que las hamburguesas especiales son diferentes a la que comes, estas son letales y causan gran dolor al ser engullidas… te crees gran cosa porque estas en el gobierno? Ven siéntate y veras de lo que está hecho un verdadero hombre- termino diciendo mientras todos, absolutamente todos los comensales se quedaron en silencio… si el hombre aceptaba el reto, el público casual estallaría en vítores y por supuesto las apuestas comenzarían a correr.

Aclaración:

Sugerencia del Chef:

Datos de Combate:

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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'Tirada Divina' : 17

El miembro 'Kishimura Sho' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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#1 'Dado Cósmico' :

#1 Resultados : 46

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#2 'Dado Cósmico' :

#2 Resultados : 59

El muchacho no parecía muy brillante y la chica aunque tenía pinta de tener algún tipo de relación con él, no podía identificar exactamente su alineación, el que portara armas a simple vista le daba la pista de que podía ser alguna especie de criminal con pocas luces, típico de Chaos o derechamente una caza recompensas o algo así, pero no podía estar seguro, pero eso ya no importaba porque estaban en el canil de Grom, y era una especie de lugar de apuestas donde los documentos, o el dinero de los enemigos caían en manos de los más grandes estafadores del mundo, con una identificación el podía vivir literalmente la vida de una persona por casi seis meses. Se imaginaba si obtenía documentos de un marinero, serian por lo menos una buena cantidad el solo vender una chapa o alguna identificación. Su estafa y su trampa estaban puesta. Solo había que atraer a las moscas y cerrar el trato. La chica no estaba mal tampoco, pero ella seguramente no aceptaría el reto por ser una dama. Aunque su rubor indicaba que estaba acostumbrada al bullicio y parecía disfrutar de el.

Lo que había alcanzado a escuchar era algo relacionado a un gremio, si era un gremio popular, también podía vender información a los gremios rivales, cuando uno forma parte de una comunidad los secretos mejor guardados son bien vendidos, esto se ponía mejor a cada momento, y cada vez que Vossler pensaba en los documentos de los “Pichones” sumaba más y más dinero. Incluso si eran pareja, podría aprovecharse e incluso satisfacer algunos deseos más oscuros con la chica, se contaban historias del legendario Canil de Grom, donde incautos perdían casas, vehículos, costosas armaduras e incluso esposas. Si, esposas que se vendían a buen precio en el mercado negro de esclavos. Eso de que era un recuerdo su camiseta no engañaba a nadie, su marcialidad se notaba sobre sus acciones. El reto se lanzó y ahora solo había que ganarse el botin!!.

-Lo que tu ganaras será todo lo que llevo encima, incluso mi piel si así lo deseas, además…- se vio interrumpido el hombre al ver que este contestaba una llamada que por cierto debió escucharse horrible porque en Chaos los artefactos de esa clase no funcionaban muy bien, lo cual ayudaba en las estafas y ganancia de dinero ilícito al no haber interconexiones de mayor velocidad que un caballo.-No le temo a la prisión, seguramente si caigo en ella tendré comida y alojamiento gratis. Nada con lo que no hubiera luchado antes…. Realmente te crees intimidante pequeño bastardo- Dijo finalmente pensando en que realmente era un cargo que podría mandarlo a prisión… si era así, quizás era un pez gordo, ósea más dinero del que pudiera gastar, ya tenía unas ansias locas de tener entre sus dedos chapas militares y la identificación de un oficial.

El cocinero se regocijaba cuando ocurría esto pues le reportaba ganancias por las apuestas que escribía en un gran tablón. Los participantes hacían que la fama del lugar se enalteciera y muchos incluso trataban de hacer reportajes del lugar e incluso había algunos agentes que llegaban rogándole por una franquicia. Pero él y sus cocineros no estaban aquí por dinero, estaban por la emoción y el buen ambiente que se creaba en estas competencias de locura.

-Para su información mi querido amigo este reto ha sido terminado con éxito solo en 15 ocasiones- Dijo el cocinero al tiempo que dejaba las sugerencias del reto en la mesa junto con un par de reglas -Sin embargo tengo el desagrado de informarle que Vossler es una celebridad en mi comedor, es el que ha ganado ocho de ellos y no me explico cómo es que sigue vivo. Pero no te preocupes, si mueres la bolsa de cadáver viene con la cuenta!!- Grito el hombretón al tiempo que tocaba la campanilla que daba inicio oficialmente al reto bárbaro de comida del Canil de Grom.

Lo no hacia mal, no lo hacía nada pero nada de mal, Vossler al ver como el daba mordisco tras mordisco, podía ver como sus sueños se frustraban, como la hamburguesa por muy poderosa que fuera bajaba y bajaba su volumen. El hacía lo mismo con la propia. Dando mordida tras mordida. El muchacho era insaciable, pero podía verse que la hamburguesa era letal, el sudor… o grasa corría por su frente y Vossler entonces tuvo algo de miedo. Podría perder… no, claro que no, desde los diez años comía en este sitio y ya se había habituado a la toxica comida monstruosa. Un plato mas no le mataría verdad?.

Cuando comió el último trozo Vossler no lo podía creer, lo había conseguido. El cocinero al ver que el muchacho término de comer grito de alegría o locura, era difícil captar la diferencia en este punto, la gente se agolpo y empujo alrededor de la mesa y gritaba de alegría junto con el muchacho que había levantado los brazos como si hubiera conquistado una cumbre de Tempus. La salchicha bomba de tiempo era peligrosa. Era su reto, Vossler trago saliva e hizo una seña de victoria con una serenidad envidiable. Las mordidas en este reto no podían existir, si mordía una salchicha antes de que entrara a la garganta se quemaría y la quemadura por comida era lo peor del mundo, es como si un volcán decidiese abofetearte.

Vossler miro el plato y eran casi diez de ellas, el tiempo máximo para superar el reto eran dos minutos. Un tiempo ajustado sin duda, La chica reía porque quizás no daba crédito a sus ojos el completar su hazaña y Vossler quiso estrangularla con sus propias manos. Sus viejos métodos podían aflorar si la cosa no pintaba a su favor, debía tener cuidad aunque siempre un rehén puede funcionar para conseguir lo que quiera, y ella era un rehén muy sensual.

Basta de pensar, era la hora de actuar. El cocinero tomo el plato cuando el vampiro asintió y lo metió al horno, solo tomaría tres minutos el que las salchichas estuvieran listas.

-No tienes idea con las fuerzas sobrenaturales con las que juegas niñato, yo soy el tremendo campeón del canil, nada puede pararme, y todo, absolutamente todo lo que es tuyo será mío, acabaras saliendo por esa puerta descalzo, humillado y en una camilla de primeros auxilios y tu mujer será mía, mía para limpiar el apestoso cuchitril en el que…- Se interrumpió al escuchar el sonido de la puerta del horno que se abría.

El cocinero saco del horno las salchichas y llegaron raudas, humeantes frente al vampiro. El aroma era embriagador, el embutido en si era gigante y la grasa le corría por los poros, la gente que estaba alrededor se saciaba con el pesado aroma y el calor embargo entonces al vampiro que sudo una gota fría por su cien. Se quitó la chaqueta y entonces arremetió.

Como un profesional comió tres de ellas, comió es un decir por que pasaron raudas por su garganta para evitar quemarse tanto. Cuando caían en su estómago el queso explotaba en un delirante sabor que saciaría a mil reinos completos, Vossler lloro con la quinta. Y sintió que estaba satisfecho al engullir la sexta, se dio incluso el lujo de bajar la mirada para ver directamente a los ojos a su contrincante y sonreír con seguridad.  La séptima y la octava entraron al mismo tiempo, le costó, se movió de manera irregular en su asiento e incluso se levantó. El dolor de la temperatura en las mismas le hizo dar saltos rítmicos para que pasaran. Y al final lo logro. Su garganta ardía, su estómago rugía de tanto que tenía que diferir y su mente le daba una sensación de asco en un acto reflejo para no aceptar más de lo que se puede comer. Pero Vossler tenía la habilidad curtida con los años de acallar esos demonios.

La novena se demoró un poco en entrar de manera correcta directamente en su garganta y bajo lentamente, podía sentir como se quemaba en el interior y sus manos atenazadas sobre su estómago y garganta daban fe de ello. Solo quedaban diez segundos y unas salchicha, respiro un poco, dejo que se asentaran los jugos en su interior, se sentó cómodamente, miró fijamente la salchicha, volteo a mirar a la mujer al tiempo que le guiñaba un ojo, después con ferocidad miro al almirante y así esperaría a hasta el último segundo para diferirla y ganar así el reto, el cocinero había visto decenas de veces a Vossler tragarse la última en menos de un segundo dejando a sus rivales con sus sueños destrozados al ser derrotados en el último segundo.

Sus ojos vidriosos y llenos de confianza se quedaron pegados en los profundos del muchacho de la marina, la respiración de todos se detuvo. De hecho comenzaron a contar.

-Seis- Se escuchó un susurro de todos los comenzales apoyando al competidor de la casa.

-Cinco- Golpearon todos al mismo tiempo el suelo con sus pesadas botas de acero.

-Cuatro- Grito el maestro de cocina orgulloso de su obra.

-Tres- Se escucharon los suspiros contenidos de los presentes.

-Dos- corrió el sudor de la grasa por la salchicha y cayo a la mesa.

-Uno!!! Ahora Vossler!!!- Rugieron todos los presentes como si de un encuentro de futbol o una batalla entre dos naciones se tratase.

Más Vossler no volvió a moverse. El cocinero apago su sonrisa y Vossler, su gran campeón cayó al suelo al recibir un palmeo en la espalda de uno de los espectadores, de bruces en la baldosa se veía acabado, varios papeles y documentos que no le pertenecían cayeron de su chaqueta, documentos incriminatorios que le dejaban en evidencia, suerte que no estaba vivo. Minutos después llego una carreta para llevarse el cadáver del legendario comensal y un enfermero indico que la causa de muerte había sido un ataque al corazón por el exceso de grasas saturadas. Comer uno de los platos del canil no era el problema, el problema era haberlos comido todos, durante toda su vida. Un lamentable final para un hombre que no uso nunca la violencia de manera arbitraria, astuto como pocos y decidido como ninguno, Vossler murió en su propia ley y la salchicha que le falto por comer fue guardada al vacío y puesta en exhibición en el canil de Grom y estará ahí por generaciones para los valientes comensales, después de todo, eso era el restaurante, un lugar temático donde tu propia muerte, lenta, muy lentamente se desarrolla. Desde ese día, en el menú no se lee la salchicha bomba de tiempo, sino que tiene el nombre “La salchicha peleona Vossler”

Datos de batalla:

Spoiler:

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

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#1 'Tirada Divina' : 10

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#2 'Tirada Divina' : 1