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Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk]

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Mensaje por Sasha Alexeyevna Sáb Mar 26, 2016 6:35 pm

Through Your Eyes


Como era de esperarse, Sasha se pasaba las horas viajando entre cada recoveco de Spatium porque obviamente conocía a la perfección aquel reino que tanto amaba. La brisa de la tarde mecía con delicadeza esos cabellos lilas hacia un costado, despejando parte de la espalda al descubierto que revelaba una piel tan tersa como nívea, propensa a marcarse con facilidad si no tenía el debido cuidado…Aquel rostro de porcelana expresaba una ligera sonrisa que tomaba posesión de sus labios, ella era de fácil sonrisa cuando el momento dictaba como propicio. A pesar de que unas cuantas nubes se organizaban en el cielo, amenazando con una posible lluvia posterior, ella no tenía ninguna intención en retornar a Spatium Urbanis todavía…No, se sentía libre en cada paso que daba, en compañía del canto de las aves, el sonido del viento meciendo las copas de los árboles en una sinfonía que a su corazón se traducía como la melodía más bella, una que trascendía tiempo o espacio sin demasiadas complicaciones.

Cabía mencionar que a cada paso que daba, de haber alguna flor marchita, esta comenzaba por inercia a absorber la energía de la fémina, alzándose para recobrar toda gracia como un regalo hacia la vida misma. Sasha, por ende, se iba aproximando con la elegancia digna de una Ninfa aunque así no lo fuera, en un paso lento pero no por eso menos encantador andar entre cada meneo de cadera sutil que naturalmente afloraba en ella aunque así no lo premeditase. Llevaba puesto un vestido blanco, ceñido al cuerpo en la parte superior pero que a partir de la cintura poseía una caída natural…Nada llamativo, nada ostentoso aunque pudiera hacerlo…Algunos detalles proferían cierto encanto único, como dos broches pequeños a los costados de su rostro, precisamente para el cabello, siendo adornos delicados que normalmente usaba. Ella no era una mujer que recurriese al maquillaje, no, su belleza natural resplandecía únicamente por la naturalidad que habitaba en todo su ser.

Suspiró repentinamente a medida que iba atravesando el bosque del cosmos, pérdida entre sus pensamientos y un poco en esa soledad que a fin de cuentas se había vuelto una rutina, tal vez no la más deseada, pero rutina a fin de cuentas. Esos orbes magentas se posaban tanto en el frente como a los costados, observando curiosamente las creaciones de la naturaleza hasta que finalmente detuvo su andar…Se encontraba un poco cansada, así que tomó asiento sobre una roca que era parte de un cumulo no demasiado grande. Mantuvo como siempre esa postura bien cuidada como elegante, manteniendo las piernas juntas y las manos a cada lado de su propio cuerpo…Esos labios rosáceos se separaron ínfimamente cuando elevó la vista al cielo, siendo que seguramente no era el mejor clima, pensó en regresar pero…no. Definitivamente no. En casos extremos siempre podía refugiarse bajo algún árbol, tal vez en alguna cueva cercana, era todo un mundo de posibilidades que ya vería cual sería lo más recomendable si se largaba una lluvia torrencial.

-Siento el aroma del agua- Susurró con una delicadeza envolvente capaz de doblegar a cualquiera, para finalmente entrecerrar la mirada, apartándola al final del imponente cielo para luego observar hacia su derecha, llamándole la atención otro camino o sendero que seguramente conectaba hacia una parte mucho más profunda del mismo bosque, una que no conocía y que no sabía a ciencia cierta si atreverse a explorar. No era una farsa, siempre se percataba del aroma a la lluvia mucho antes de que se avecinase y le agradaba, le agradaba cualquier tipo de contacto que la hiciera sentir viva o más humana.
SAVAGE THEMES © CODE BY CRISSY~


Sasha Alexeyevna
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Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk] Empty Re: Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk]

Mensaje por Owen Hawk Lun Abr 04, 2016 7:24 pm

Se trataba de uno de esos días en los que se prefería relajarse… descansar en los regazos de una naturaleza tan hermosa y elegante como la que nos deleitaba Spatium, lugar de residencia durante demasiados años de aquel altivo Ángel de cuya presencia podía incluso enriquecer de vitalidad al más menesteroso del reino. Un universo tan glauco y lleno de espiritualidad capaz de apaciguar a la bestia más temible, donde incluso la vida alumbraba con un suave resplandor las cavernas más oscuras… Aquel lugar fue bautizado como “El Bosque del Cosmos”. No existía un solo lugar en su interior que no estuviese ocupado por aquella divina presencia de tonalidad verde tan pura. No era de extrañar que alguien estuviera enamorado de dicho lugar… tampoco se le consideraría lunático la persona que afirmase el haber escuchado una leve y seráfica voz proveniente de su interior. Era un mundo para hallar la paz, para encontrarse a sí mismo... un área en el que cualquier Ángel era más que bienvenido, al igual que cualquier otro ser que no estuviera corrompido por la vileza… pues aquellos no eran bienvenidos.

El agua carente de impurezas acariciaba con ligereza las rocas que se oponían con desigual resistencia para dejar caer el agua que una vez formaba un cauce no muy estrecho y así deleitarnos con una pequeña cascada de igual belleza que todo lo que la rodeaba. Aquel líquido cristalino que descendía delineaba cada músculo del cuerpo del joven quien, sumido en sus pensamientos, quizás meditando, quizás incluso descansando, permanecía en una roca situada bajo la cascada, sentado con las piernas en cruz y sus largos brazos extendidos al frente apoyando sus muñecas en los hinojos. Posiblemente, aquel clima no era el adecuado para decidir por distenderse bajo el agua, pero las bajas temperaturas eran bien soportadas por el Ángel, pues tiempo atrás había sobrellevado su vida en un ambiente donde el frio ahuyentaba incluso a los lobos. Aquello se podía considerar una ventaja para derivadas cosas. Segundos más tarde, sus orbes comenzaron a descubrirse lentamente.

El guerrero no había emprendido su larga caminata hacia el bosque únicamente para relajarse… dicha zona la consideraba una amplia zona de entrenamiento para su espada, siempre respetando el medio en el que se encontraba, pues trataba la naturaleza como a su propia vida. El ejercicio mencionado había acabado horas más tarde, por tanto, le había tocado el momento de paz, pues el agua chocando en su voluptuoso cuerpo relajaba los músculos de este. Se sumergió en el agua para así llegar a la ribera – Está bien por hoy… - Suspiró. Su melena cobraba vida en el momento en el que el Ángel movía sucesivamente su cabeza para “secar” su cabello. Comenzó a arreglarse una vez salía del agua, vistiendo únicamente una camisa blanca algo ajustada, tejida específicamente para que sus grandes alas pudieran ser contempladas, y unos vaqueros a juego. Una vez amarrada su espada a la cintura, comenzó el andar por el camino de vuelta.

No había recorrido siquiera veinte metros cuando, a su derecha, un rebaño de venado deambulaba a cierta distancia, perdiéndose lentamente entre la vegetación. Pero algo le resultaba curioso al joven rubio, pues un ciervo decidió por alejarse del numeroso grupo para dirigir su mirada a la “eminencia” que estaba observándolo con admiración, pero este apartó sus ojos para comenzar a trotar en dirección contraria a la de sus compañeros. Owen, por instinto, se atrevió a salir del camino que dirigía a la salida para seguir al gran animal. Entre determinados puntos, notaba como detenía su paso para comprobar que dicho Ángel le estuviera acompañando – Creo que fue acertado el seguirle… - Su paso se aceleraba, al igual que las pisadas del ciervo. – ¿Hacia dónde me llevará? – Su existencia desapareció pocos minutos más tarde… al igual que la orientación del ser alado, pues no conseguía ubicarse en qué zona del bosque se hallaba.

"Y allí la encontró"

Siquiera había notado su presencia. Con el ángulo externo del ojo, de pura y casual ojeada, su mirada se dirigió hacia la presencia de aquella fémina tan… no, podía incluso atreverme a decir, aún más celestial que la naturaleza misma. Owen lo notaba. Notaba algo mayor, algo divino y puro proveniente de ella. Un aura rebosante de luz, armonía y serenidad era expulsada por aquel “delicado” cuerpo. El ángel, por un segundo, sentía una opresión en el pecho, pero aquel pequeño sentimiento fue desecho por una gota de agua – La lluvia no creo que moleste… Los árboles nos refugiarán – “¿Nos?” Owen ya pensaba que iba a permanecer al lado de aquella dama, pero, a pesar de su pícaro historial, solo sentía curiosidad por conocerla, de saber de quién se trataba y… de afirmar con certeza de lo que realmente era.

No estaba apenas alejado de la chica. Dos o tres metros era la distancia en la que se encontraba de ella con vegetación interponiéndose entre ellos. – Discúlpeme, Mademoiselle -  Se acercó para llamar su atención, ya que se encontraba de espaldas a él. – Es curioso encontrar a alguien en estas profundidades del bosque – Dejó salir un insignificante suspiro - Aun notando que comenzará a llover dentro de poco, me gustaría permanecer en el interior del bosque por un tiempo más – Debía pensar con eficacia lo que decía, pues las primeras palabras son las más importantes para entablar una conversación con algún desconocido. – Ya que es raro ver a alguien por aquí… ¿Le importaría si le hago compañía durante un tiempo? A decir verdad… creo que ando perdido gracias a un ciervo… - Sentenció junto una ligera risa. El primer paso estaba completado, lo demás surgiría sobre la marcha… Eso pensaba.
Owen Hawk
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Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk] Empty Re: Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk]

Mensaje por Sasha Alexeyevna Lun Abr 04, 2016 9:39 pm

“Hay presencias que logran entrecortar tu respiración”

El sonido muy lejano de los truenos no consiguió alterarla en lo más mínimo, puesto que ella amaba por sobre todas las cosas tales expresiones de la naturaleza, fueran cuales fueran, no podía evitar sentirse atraída por estas y eso también se aplicaba a las personas en cuestión. ¿Por qué?, porque nuestra fémina era amante de las personas briosas o valientes, siempre y cuando las convicciones de estas no se torcieran por egoísmos propios…¿Qué conocía ella del egoísmo?, siempre intentó mantenerse pura en relación a esos sentimientos que a la larga enfermaban el corazón de las personas, pero si debía sincerarse o buscar en lo más recóndito y secreto de su ser…Había experimentado egoísmo. Egoísmo encausado a proteger su nación a como dé lugar, sí, pero egoísmo a fin de cuentas…Conoció el sabor de la desesperación y el interés, pero tras unos cuantos años de propia reflexión, concluyó en que por más origen divino que poseyera…era imposible no recaer en banalidades, demostrando que incluso los dioses más antiguos tenían margen de error. Sasha no pretendía ser adorada, ni tampoco volver a viejas épocas donde fue considerada casi una reina ante toda una nación…No. Deseaba ser la dueña de los sentimientos de un solo hombre, de conocer a alguien que la hiciera sentir viva otra vez, ser correspondida, pero parecía que el amor escapaba de entre sus manos efímeramente como si se tratase de arena. Entonces, la fémina se rindió ante la idea.

Ah sí…el viento parecía que invadía sus pensamientos últimos respecto a ello, porque entre correntadas suaves, volvió a mecer esos cabellos hacia atrás, despejándole completamente el rostro y parte del pecho, revelando el cuello tan delicado…tan propenso a marcarse ante pequeños accidentes como tantas veces le había ocurrido ya. Tal vez una de las tantas cosas que de ella no le agradaban, una piel demasiado propensa a mostrar los descuidos que su portadora pudiese llegar a tener. ¡Claro que lo sabía!, durante su regencia se ganó varios cortes o moretones entre tantos entrenamientos que tuvo que soportar a manos de su tutor de batalla…y aunque a fin de cuentas, no era bien considerado que una señorita se expusiese a eso, ella hacia caso omiso al querer demostrar su valía o que podía asestar un buen golpe como cualquier hombre…Mh…no, error, no podía hacerlo como los hombres, pero al menos procuraba que dicha destreza física fuera decente.

¡Ajá!, algo logró sacarla de sus pensamientos repentinamente logrando que el reflejo de la sorpresa misma se aferrara a ese rostro sutil, al menos, eso pareció ocurrir en cuestión de segundos. Una voz desconocida resonó en su mente, envolvente…demasiado melodiosa, atrayente como la de un propio dios, pero lo suficientemente intensa como para hacer que la ex ministra se estremeciera ligeramente sin dejar en evidencia dicha intimidad.  En primera instancia con esa elegancia tan característica fue colocándose de pie, para luego girarse como correspondía y así quedar frente a frente ante el desconocido. —Mi señor— Fue lo primero que respondió con ese tono de voz adictivo de escuchar según algunos, sin embargo, ella permaneció observándole detenidamente. ¿Cómo no notar esos ojos ambarinos ajenos?, estos parecían relucir como el sol del amanecer…Claro, Sasha había quedado parcialmente obnubilada por la belleza de aquel caballero que se presentaba espontáneamente, pero también pudo notar otra cosa que no podía serle simplemente un dato que pasara desapercibido. ¿Qué era…?, algo la alteraba de buen modo a un nivel interno, era esa energía de supremacía misma que el joven de dorados cabellos emanaba, una fuerza imponente como invisible pero que lograba confundir a la diosa, sentirse contrariada pero…tranquila a la vez. A salvo.

—¿Un ciervo ha logrado extraviarlo?, vaya…eso es toda una novedad para mí. Lo tendré en cuenta si no quiero acabar en la misma situación— Respondió con soltura y naturalidad pero sin perder ese toque chispeante de madurez o elegancia, permitiéndose dejar escapar alguna que otra risilla leve. —Por supuesto que puede. Debo confesar que la soledad no me agrada y sería placentero disfrutar de toda esta belleza en compañía de un caballero como usted— Le mantuvo la mirada en todo instante, y aunque no demostrara, por dentro estaba demasiado impaciente por saciar sus dudas…¿Quién era él? O mejor dicho…¿Qué era?, ¿Qué clase de ser majestuoso era portador de tal energía penetrante como avasallante, digna y atractiva?.

—Su presencia me ha hecho olvidar de los modales por unos momentos. Soy Sasha Alexeyevna, para servirle— Tras esa pequeña presentación hizo una ligera reverencia cortés, aunque cuando elevó el rostro a nueva cuenta, esas mejillas estaban ligeramente adornadas con un tono carmesí demasiado sutil que compaginaba con el brillo en sus ojos. No dudó finalmente en acortar distancias, siendo que por unos instantes el silencio reinó soberanamente entre ambos seres…Una nueva brisa anunció la caída de algunas gotas extras que seguramente se harían más consistentes en cuestión de minutos. Tal vez era un clima poco propicio para pasear, pero significativo para un encuentro poco particular…No podía evitar sentirse algo nerviosa, intimidada en el buen sentido, más no incómoda. Por el contrario, requería saciar esas dudas y eso podía ocurrir únicamente mediante un tiempo juntos.

Apenas entornó la mirada, analizándolo cuidadosamente pero mostrando una sonrisa sutil hasta que otro interrogante surgió en ella, logrando que poco a poco sus labios rosáceos se separaran para retomar la palabra, sin la vergüenza de una chiquilla pero tampoco con el descaro de la vulgaridad. —Si nos mojamos más, ¿me acusará de causarle un resfriado?— Bromeó por ese entonces, ignorando las pequeñas gotas frías que caían, siendo que algunas pocas se posaron momentáneamente sobre la tersa piel de sus hombros para trazar un recorrido descendente, muriendo sin más…en la misma nada.
Sasha Alexeyevna
Sasha Alexeyevna

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Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk] Empty Re: Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk]

Mensaje por Owen Hawk Lun Abr 11, 2016 3:30 pm

Existen solo cinco cosas en Spirit Soul que pueden arrebatar la afilada atención de aquel galante ser alado proveniente de los cielos. Una de ellas la conocemos… siendo nada más y nada menos que la espléndida figura y belleza de una dulce mujer requiriendo con su serena mirada ser abrazada por aquellos suaves y atléticos brazos entregados por a saber qué perfecta y célica pareja. La misma existencia del joven rubio seguía siendo un mayúsculo misterio a pesar de su vasto conocimiento sobre el mundo. Podría afirmar sin siquiera parpadear lo más mínimo el hecho de saber más sobre todo lo que le rodea continuamente que sobre él mismo, aunque… sí tenía algo claro de él, pues su larga vida no tendría final hasta llegar a ser alguien “completo”. Con la otra que nos encontraríamos sería la voz… ya sea por haber permanecido dentro de él, dentro de su pura e inocente alma, sentimientos de pasión, de añorar algo más allá de su comprensión, de recuerdos aparentemente inexistentes en su mente… Solo la verdaderamente leve resonancia divina de una sola palabra podría hacer bombardear el latir del corazón de nuestro hombre, capaz de ser oído fácilmente si alguna persona se encontrara cerca del mismo.

No solo era aquella tierna melodía que se desvanecía despaciosamente por la arboleda, originaria de sus delicados y rosados labios que se mostraban ante el mundo con gentileza… Tanto la estructura de su fisonomía, su refinada y cautivadora mirada acompañada de aquellos orbes reflejando en ellos un suave oleaje de tonalidad violeta capaces de embelesar al más rezongón del pueblo, su tersa y “pálida” piel, como su armoniosa presencia llena de saludable vitalidad al igual que la propia naturaleza que nos abrazaba sin descaro… absolutamente todo lo que veía era suficiente para que el Ángel de cabellos rubios admirara con decencia la gran figura de la fémina. – Mi nombre es Owen Hawk… Capitán General del Gobierno – Ante aquellas palabras, el muchacho optó por inclinar su cuerpo a la misma vez que, con sutileza, sostenía la palma de la dama para besarla caballerosamente, pues su complaciente actitud hacia las mujeres no había cambiado apenas un poco desde que tenía uso de razón. – El gusto es mío… Señorita Alexeyevna… - Podría sonar algo fatuo, pero solo una sonrisa como la que se dibujaba en el rostro del joven en aquel instante podía ser capaz de sonrojar a la más blanca flor.

De nuevo, una leve risa salía inconscientemente de los labios de joven al escuchar las palabras de la chica. Por un momento, sus ojos fijos en los de la contraria fueron apartados a causa de un sutil movimiento del que el Ángel consiguió percatarse en la lejanía, a espaldas de la bella mujer que tenía justo en frente. Sonrió de lado al descifrar la apariencia del animal… Y sus ojos fueron aprisionados de nuevo bajo el hechizo que desprendía la mirada de la fémina. – Creo que… Le daría las gracias a cierto ciervo por mojarme bajo la lluvia junto a una encantadora mujer. – Aquello era realmente algo que le atrapaba… Demasiadas preguntas surcaban bajo el inmenso cielo dentro de su mente. Una y otra… ¿Por cuál empezaría? Apenas recordaba el último día que pasó junto a una mujer gracias al continuo y dedicado trabajo que realizaba bajo su cargo en el Gobierno. ¿Habría disminuido su arte para conquistar a las chicas? Si fuese así, Owen no sería él mismo. Es su carisma, su carácter y esencia el que lo han llevado a ser como hoy lo conocemos… Un semental orgulloso de sus dotes para enamorar, un narcisista sin vergüenza alguna de admitirlo. A veces se pregunta si fueron sus padres los que le llenaron de ese “don” … o fue el camino que él mismo había trazado para poder relatar su vida como él quisiera. Sin lugar a dudas… Owen esperaba lo último.

Volteaba la vista al firmamento. Aquella azulada cúpula con la que nos deleitaba el día había sido engullida por enormes nubes grisáceas inexpugnables tan moldeables como un algodón de azúcar, amenazando a los ciudadanos con una lluvia indudable con la que pronto nos envolvería. – Quizás no le importe mojarse, pero… - Delicadamente, notaba como el aleteo de una mariposa digna de ser presenciada como una obra de arte por sus vivos colores se acercaba, posándose en el dedo índice del muchacho, quien la contemplaba con una dulce mirada. – Sería descortés el ver como se empapa el cuerpo mientras yo no hago nada para impedirlo, Señorita - Dos pasos fueron suficientes para marcar cierta distancia entre ellos. Sin embargo, aquello tenía una razón, pues lo que mostraría solo era conocido en el gobierno…

Dicen que las alas son parte del “creador”, pues, con su inimaginable poder dio a luz a ciertos seres creando pequeños Homúnculos de él mismo, más conocidos como "Ángeles". Complicado de reconocer, ¿verdad? Siquiera Owen es capaz de afirmar dicha teoría aun siendo él mismo un Ángel. No conoció a sus padres y tampoco conoció al ser omnipotente al que le mantiene tanto respeto como temor por sentir un poder que no le pertenece dentro de su propia alma… El leve, mas no cegador destello que provocó el chico fue el detonante para poder exhibir ante todas las miradas del bosque, lo que le distinguía de entre todas las especies existentes en el planeta: Sus alas. Aquellas blancas extremidades se extendieron, sintiéndose ambas como dos artistas encima de un escenario, esmerándose con el gran trabajo que siempre realizaban, fascinar al público con su celestial magnificencia. Varias plumas fueron soltadas durante la exposición, flotando en el verde escenario en el que se encontraban. Lentamente, se acercaba hacia la chica para, a continuación, envolverla suavemente con sus grandes alas. – Podría impedirlo si la cubro con mis alas... – Susurró, mientras sus ojos se encontraban con los de ella junto a esa natural y eternamente mirada seductora que poseía.

Segundos más tarde, retiraba lentamente sus extremidades de la fémina, sin ocultarlas, para dirigirse a la roca que se encontraba cerca de su posición – Dígame, Sasha… No se si hago lo correcto al llamarla de forma tan natural aun habiéndonos conocidos hace minutos…- Se despojó de su katana para apoyarla en la misma y recomponerse luego de ello. Varias gotas de lluvia comenzaron a golpear con uniformidad el cuerpo del joven alado - Para matar el tiempo… ¿Me hablaría de usted para conocerla mejor? – Sentía una grata curiosidad hacia la chica… Su estancia en Spatium ha sido de incontables años y jamás se había percatado de algo tan divino como lo que ese día estaban presenciando sus dorados orbes. Por un momento, notó con claridad como la temperatura bajaba lentamente.
Owen Hawk
Owen Hawk

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Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk] Empty Re: Through Your Eyes [Privado: Owen Hawk]

Mensaje por Sasha Alexeyevna Mar Abr 26, 2016 6:17 pm

Ella le observó en una complicidad absoluta, puede que hasta sonriera a nueva cuenta ante las acciones del hombre que ante sus ojos le causaba tanta admiración…Espera, ¿admiración?, vaya que se sorprendió enormemente ante ese sentir tan repentino como seguramente inesperado, pues si…él tenía algo, una especie de encanto único que no pasaba desapercibido, al menos ante los ojos de la diosa, quién podríamos asegurar, era una mujer bastante detallista, que se tomaba el tiempo en analizar absolutamente todo. Era una maña que poseía desde siempre…algunos la tomaban como una mujercita realmente curiosa, pero sus verdaderas facetas eran un completo misterio para más de uno, porque así de hermética o misteriosa era por propia naturaleza.

La expresión de sorpresa fue total cuando notó las alas inmaculadas de este, eran magnificas, imponían una clara sensación de respeto, de supremacía o hasta infundían temor dependiendo quien las observase, o quien se tomase el valioso tiempo de admirar esa escena, propiamente digna del paraíso más excelso habido y por haber. Contuvo la respiración breves segundos, obligada, antes de que sonriese todavía más…siempre tan encantadora como atrapante, esa sonrisa que en sus lejanos tiempos había sido capaz de colocar a más de un caballero a sus pies. Intentó pronunciar palabra alguna, pero no, solo extendió la diestra delicadamente para atrapar una de esas plumas que se desprendieron, una que seguramente se guardaría como si fuese el tesoro más valioso. —Un ángel, usted tenía que ser un ángel…Hawk— Calló abruptamente, parpadeando con curiosidad un par de veces de modo rápido, para finalmente suspirar, aun con ese ligero sonrojo adornando sus mejillas.

—Me sorprende aunque supuse que su procedencia era netamente divina, su energía se percibe fácilmente…es embriagadora, por decirlo de manera entendible— Mencionó bajo, antes de que negara suavemente, desviando ligeros momentos la mirada hacia la izquierda, con algún que otro atisbo de propia vergüenza. —Me disculpo, no suelo relacionarme mucho con las personas ya y…P-pero no se confunda, su presencia me es completamente grata, en todo sentido— Se apuró a decir, observándole a nueva cuenta en lo que solo acortaba un poco de distancias cuando este se aproximó a la roca, las gotas de agua continuaron cayendo por sobre el cuerpo de la diosa, pero intentaba, de algún modo, restarle la importancia que seguramente tenía. Optó por sentarse otra vez allí, manteniendo siempre esa postura tan bien cuidada y altiva, la espalda recta y ambas manos sobre su propio regazo…Ah sí, las costumbres no eran olvidadas para ella, quien había “nacido” en un tiempo donde la cortesía era un proceso más hasta en el arte de la seducción, por más irónico que sonase esto.

—Por supuesto, Hawk, puede llamarme así. Yo me encuentro dubitativa, pero sin lugar a dudas…creo que para empezar, Hawk está más que bien— Susurró, a sabiendas que podía llegar a sucumbir ante esa mirada, él poseía unos ojos dorados que tampoco pasaban desapercibidos y a pesar de los siglos transcurridos, jamás olvidaba una mirada, ni tampoco una voz o alguna acción para con ella…fuera buena o mala. También se tomó el tiempo de observar la espada de aquel caballero…le trajo recuerdos, ¿sería él de alguna rama militar?, ¿Opositor, quizás?...No, no lo sabía y esperaba no estarse metiendo en problemas, pues para ello Sasha tenía un imán.

—Bien, usted es Owen Hawk, un ángel que atrae de múltiples maneras y es lo que sé de usted hasta ahora. Tutearnos tampoco me llegaría a incordiar, es algo que tiene que saber y…De mí, ¿qué podría yo decirle de mí?. Oh…— Hizo una pausa repentina, mordiéndose el labio inferior en un gesto casi imperceptible, por simple maña que también, antes de que posara tales orbes magentas sobre el rostro del rubio. —No soy un ángel ni mucho menos, sería lo que muchos llaman una deidad, pero convengamos que no es el título que me guste llevar, mientras más desapercibida pase…yo creo que mejor. Actualmente pertenezco a la Golden Alliance de Spatium…Spatium es el reino que más amo, mi corazón es Spatium, hipotéticamente hablando, pues…hace mucho tiempo, demasiado quizás, fui su regente como ministra. Actualmente Mireault ocupa dicho puesto…pero de todas formas, independientemente de quien sea que gobierne, me alegra que Spatium siga siendo el orgullo de sus residentes— Confesó en un tono de tanto solemne como dulce, expresando a ciencia cierta todo ese amor que sentía por el reino que una vez dirigió, que una vez intentó mantener a salvo de todo mal.

—Pero eran tiempos difíciles, tal vez no tanto como ahora…o puede que más. Ahora mismo estoy frente a un ángel que seguramente roba mirada, suspiros y buenos pensamientos de manera indiscutible— Mencionó, riendo por lo bajo, siendo consiente de esas gotas frías que se estrellaban contra sus hombros al descubierto y rodaban por su tersa piel, perdiéndose por diferentes rumbos. —Ahora, deleite mis oídos con lo que decida contarme, por favor—
Sasha Alexeyevna
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Mensaje por Owen Hawk Miér Mayo 11, 2016 6:51 pm

Solo era necesario cerrar los ojos y percibir la pura y más deleitante eufonía proveniente de los labios rosados de la chica para imaginarse a uno mismo tumbado sobre las nubes, flotando en un infinito cielo azul… Sí, por primera vez podía sentir estar en el mismo reino que el Gran Poderoso mientras permanecía en tierra. Incluso las gotas que caían del mismo llegaban a ser tranquilizadoras para el joven de apariencia divina. Aquellas largas pestañas que se mostraban ante los ojos del joven, jugaban con delicadeza junto a la sutil mirada proveniente de la fémina; su tersa piel, simplemente irresistible, más posiblemente llena de vitalidad, envuelta en un aura celestial incolora capaz de mostrarse ante los ojos de los espectadores con tan solo un leve roce, provocando irremediablemente una suprema admiración ante tal figura y delicadeza en sus movimientos, pues su elegancia podría hacer levantar a cualquier flor sin vida. El permanecer junto a tal bella dama podría considerarse no solo un honor, sino más bien un dulce milagro del destino o, quizás, la pura e inocente magia de la naturaleza tanto nos enamoraba todos los días de nuestras vidas, siendo lo único y verdaderamente hermoso que el mundo nos dejaba apreciar.

La lluvia continuaba su curso. Momentáneamente se podía notar sin dificultad el hecho de que aumentaba la fuerza con la que caían las gotas de lluvia; a su vez, los animales aprovechaban la oportunidad para resguardarse en sus cuevas, o bien, para intentar cazar a sus presas más sencillas… más y más vida se alejaba de ambas divinidades que mantenían una correcta apariencia ante el bosque, sentados sobre una humilde roca que nos brindaba el mismo. Su mirada recorrió por segundos los tiernos labios de la chica, para, instantes más tarde, fijar sus orbes en sus pupilas al notar que los suyos le observaban con gentileza. El Ángel, con su pura y excepcional extremidad emplumada, cubrió el cuerpo de la fémina ante las gotas, a modo de paraguas. – Me culparía más adelante si la lluvia le causase un resfriado, Sasha… - Las nubes se acumulaban concentrándose lentamente justo encima de nuestra localización, mostrándonos un cielo grisáceo, advirtiéndonos de que, quizás, podría avecinarse una tormenta eléctrica tarde o temprano. El cabello rubio y mojado del joven se ajustaba en la cabeza del mismo por la acumulación de agua en él. Las gotas circulaban sobre la blanca tez facial del Ángel, dejándose caer al llegar al mentón una vez atravesado los suaves labios del chico. – No se preocupe por mi… la lluvia aún es insignificante. He pasado por momento mucho más gélidos que el actual. – Aquella encantadora sonrisa que dejó mostrar, dejo marcado por siempre al corazón del mismo bosque…

Una Deidad… No lo hubiese imaginado, pero tampoco había descartado ese hecho. Ahora sus ideas permanecían en orden, mientras que su corazón no paraba de bombardear con fuerza lentamente. Estaba sentado junto a una Diosa, y eso… le maravillaba en miles de maneras. – Es un honor mantener una conversación con una Superiora de los cielos… Sin embargo, aunque suene descortés, seguiré siendo yo mismo, si no le importa. Mantendré su secreto guardado con doble candado si es necesario. – Su tenue voz envolvía a cada gota que se cruzaba por su rostro, estallándolas con delicadeza. El rostro de la hermosa chica impedía que los ojos dorados se distrajeran con la escasa fauna presente… memorizando cada detalle de su fisonomía, su armoniosa voz y elegancia en los gestos. Aunque, lo más sorprendente que escuchó, aparte de conocer su verdadera identidad, fue el saber que poseyó el cargo de Ministra tiempo atrás, justo el cargo que actualmente estaba tomado por Arno Mireault, su superior; hombre al que mantenía respeto no solo por su poder, sino por su carisma, experiencia e inteligencia. Ahora le tocaba hablar sobre sí mismo. Podría fácilmente tomarle horas, pero el momento no era el indicado para permanecer allí durante tanto tiempo, de igual forma, tampoco deseaba aburrir a la dama que tenía frente a él.

- Ya que me lo pidió tan amablemente, no tengo ningún motivo para negar su pequeña petición… Sería demasiado ruin de mi parte. – Agitó levemente el ala que utilizaba para cubrir a la fémina de la lluvia con tal de deshacerse del agua que se acumulaba encima de él… con delicadeza, por supuesto, pues no quería estropear el momento. Prosiguió seguidamente. – Tal y como pudo contemplar, soy un Ángel abandonado, se podría decir, pues desconozco la identidad de mis padres… si los tuve, claro… - Por un leve momento, utilizó su pulgar para secar sus labios, los cuales se encontraban humedecidos a más no poder. - Nací en Tempus, o eso es lo que podría afirmar, pues recuerdo mis años de niñez en dicho reino. Allí pude hacerme guerrero por mi cuenta, sin embargo, tuve que trasladarme a Spatium con cierta edad, reino en el que vivo actualmente. En este grandioso reino pude entrar en la milicia y formar parte del grupo de Generales… Hasta ahora, pues hace poco me ascendieron a Capitán General, continuando bajo las órdenes del Ministro que la sustituyó, Arno Mireault. – Su mirada quedó absorta en un punto cualquiera del suelo a la vez que, en su rostro, se dibujaba una pequeña y agradable sonrisa, pues notó que hizo bien en pausar su historia, se conocía demasiado, sabiendo que podía entusiasmarse con la consecuencia de no haber un final si no resumía. – He conocido a muchas personas que me han cambiado, sobre todo para bien, y aun no estando actualmente les seguiré dando las gracias por la ayuda que brindaron siempre. – Sus palabras emitían una sinceridad indudable.

La lluvia comenzó a golpear con más fuerza el bosque, la tormenta se acercaba y el lugar donde se encontraba ya no podía considerarse apaciguador. Debía resguardarse o bien, encontrar una zona donde la lluvia no irrumpiera con demasiada fuerza el ambiente. – Me encantaría seguir conversando, pero… Creo que deberíamos movernos, o nuestros pies quedarán enterrados en el barro. – Junto a una sonrisa, el joven rubio se levantaba con relativa lentitud, controlando el hecho de seguir manteniendo a la dama aislada de la lluvia. El cuerpo del hombre se encontraba totalmente empapado; su camisa blanca, transparentaba, dejándose ver cada músculo del torso de este; su cabello, se mostraba totalmente calado, sin embargo, aquella apariencia le daba un toque atractivo como extra. Extendió su mano hacia la chica para ayudarla a levantarse del pedrusco. – Vamos, acompáñeme para buscar otro lugar, Sasha.. – Y sus últimas palabras se esfumaron… junto a cada gota de lluvia que caía sin esmero.
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Mensaje por Sasha Alexeyevna Vie Mayo 27, 2016 11:21 pm

Aquel hombre emanaba algo único, algo secreto como misterioso que ante los sentidos de la diosa eran tomados como una epifanía, una propia manifestación de lo divino y…¿Para qué negarlo?, lo afín trae lo igual. Eso sin lugar a dudas era una de las cosas que más habían capturado la atención de la muchacha, él le recordaba la esencia misma de la divinidad, de la que una vez fue parte pero irónicamente, parecía el mismo deleite de la tentación. ¿Acaso un ángel podía poseer tales cualidades y despertarlas en los demás?, era probable…Pero lo más curioso o chistoso es que Sasha en ningún momento se replanteó la idea de regresar sobre sus propios pasos. Gran verdad es que no le gustaba demasiado la compañía, pero de momento estaba completamente encantada con las envolventes palabras del rubio, tan envolventes como el magnánimo oleaje del océano…Aunque la mirada de este, surtía un notorio efecto y por primera vez en siglos, la fémina desvió el rostro unos segundos entre alguna que otra sonrisa cómplice.

No pudo evitar observar hacia arriba, sin perder la magia en tal sonrisa o suspiro corto cuando se vio cubiertas por aquellas alas tan esplendidas, que si bien se veían increíblemente fuertes, también parecían suaves, protectoras y hasta cálidas. Aunque no lo dijera de momento, así lo sentía, siendo que el sutil tono durazno en sus mejillas la delataba enfáticamente, sin posibilidad de negar esto. —Si no está de más, también dejaré un poco las formalidades, pero solo si es que me lo permite— Susurró cuando la cercanía entre ambos fue estrecha, cómoda sin llegar a molestar al mismo tiempo en que apretaba sus labios en un gesto casi imperceptible, después de todo algunas mañas adquiridas no estaban nunca de más para “humanizarla”. —Un cargo alto, lo normal para alguien de su presencia, no podía esperarse menos. Aunque…lo que te hace imponente no es precisamente un cargo, si no la pasión con la que afrontas el día a día…Y algo me dice, que es usted una de esas personas. Corríjame si me equivoco—

Los truenos eran cada vez más próximos y puede que alguno que otro haya sido capaz de sobresaltarla ínfimamente. Por más que adorase las expresiones de la naturaleza, los sonidos demasiado fuertes eran de su desagrado, aunque claro, ¿por qué preocuparse si se encontraba con un propio enviado del cielo?. Ella suspiró nuevamente en ese silencio entre ambos, observando atentamente cada gesto, cada mirada, el modo de los labios ajenos al curvarse entre cada palabra…—Dicen que la belleza de Tempus es embaucadora, no tengo la fortuna de conocer esos páramos, de hecho, jamás salí de Spatium— Confesó con un tono de voz solemne, envolvente como de una mujer que sabía conseguir lo que quería, pero a su vez…con ese toque inexperto de una jovencita. Si, Sasha era un extraño rejunte que la convertían en algo o alguien difícil de explicar.

Este fue incorporándose lentamente tras ofertar el moverse, así que, como si se tratara de una melodía hipnótica, la mujer le sostuvo la mirada todo el tiempo, conteniendo la respiración unos ínfimos instantes en los que no pensó en aquello. ¿Por qué?, ¿Por qué su mirada descendió del rostro al torso del rubio al notar tal particularidad por culpa indiscutible de la lluvia?. Que tonta se sentía, tonta por no saber qué hacer…al menos en ese breve lapso en que empezaba a sentirse aún más propensa a errar como cualquier “mortal”. —Vamos. Creo que se ha empapado lo suficiente y tampoco debe ser demasiado seguro quedarnos a la intemperie cuando la tormenta se fortalezca. Es más…¡hasta es injusto que esté mojado por mi causa!. Seamos dos los pasados por agua, y no acepto un no como respuesta— Tras decir eso dulcemente, entorno la mirada, la cual por instinto se volvió más afilada, magnética, expresando o reclamando inconscientemente por más tiempo para permanecer al lado de este hombre. Tendió la diestra hacia él, una mano realmente delicada que se unió a la ajena, tomándole con delicadeza pero clara seguridad de lo que estaba haciendo, sin vacilar en lo absoluto al mismo tiempo en que se incorporaba siempre con elegancia…Ocultaba muy bien, si, ocultaba demasiado bien el estremecer que invadió su cuerpo ante el roce con este, más solo volvió a sonreír, dedicándole una mirada infinitamente posible hasta que la desvió hacia el frente con seguridad, alzando el mentón.

—Mencionó que recuerda su infancia en Tempus. Yo no he pasado por ese tipo de experiencia…en primera instancia me recuerdo en el plano inmaterial simplemente como energía, un cumulo de ella que en cierto punto del juego empezó a sentir deseo por ser, por existir en algo más y…— Hizo una pausa obligada, parpadeando ligeramente con curiosidad hasta que sin más volvió a retomar la palabra —Lo próximo que recuerdo es materializarme en este mundo, más bien lo percibo como una especie de sueño confuso, borroso y lejano. Pero me agrada, realmente me agrada estar aquí, poder sentir la lluvia fría en mi piel, el césped bajo mis pies o la luz del sol, todo se percibe diferente, incluso la calidez de estar entre los brazos de alguien más. Aunque en eso último hablo por hablar, no sabría que se siente, sin embargo…por experiencia reciente deduzco que debe ser muy grato, es al menos lo que sentí hace un momento— Dejó caer aquello con sinceridad en clara referencia a las alas del guerrero, a sabiendas que seguramente entendería sin que tuviese que ser más explícita.

—Podría ser un árbol viejo la opción, quizás, pero no veo que tipo de seguridad pudiese este brindarnos en caso de que la tormenta eléctrica sea fuerte. De todos modos, en sus manos estoy y me dejo guiar por usted— Admitió divertida pero sin perder la elegancia, manteniendo los labios apenas separados en lo que avanzaban el tramo inicial. Nuevamente esas corrientes de aire estaban meciendo con gracia los cabellos de la chica, despejando parte de la espalda y hombros al descubierto. Lo sintió frio, ya que por segundos su piel se erizó, sin embargo eso no quitaba que estaba disfrutando en compañía del ángel, más de lo esperado para su propia sorpresa.
Sasha Alexeyevna
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Mensaje por Owen Hawk Mar Jun 07, 2016 1:43 pm

La sonrisa provocada por aquellas palabras fue algo verdaderamente irremediable para el chico, aquella voz le hacía olvidar el sentido del tiempo, le obligaba a apartarse de lo que alguna vez fue, de sus deberes como militar o simplemente desatender al lugar en el que ambos permanecían. Por esa elegancia en sus palabras y cortesía en sus gestos, el ángel desarrollaba cierto sentimiento casi olvidado con cada vistazo a su persona. ¿Quizás esto se tratará de una oportunidad que la vida le regalaba con tal de limpiar sus impurezas? Cierto o no, el ser alado no pretendía desaprovechar el tiempo, aún si el mismo se tornaba a niveles de peligrosidad preocupantes. Ocultó sus blancas extremidades, ya que parecía que no las necesitaría más para protegerla de la lluvia; de igual forma, el camino que la misma naturaleza les brindaría podría considerarse dificultoso a la hora de andar, más si atravesaría el bosque hasta arriba de vegetación, una vida esmeralda tristemente devorada por las fauces de la lluvia. – De acuerdo. – Un gesto gentil decoraba en su mayor esplendor la faz del joven, mientras que con su mano humedecida por el agua del cielo sujetaba firmemente la fresca mano de la chica. – No se aleje de mi pues... Señorita Sasha. – Sin más dilación, nuevamente el destino los llevaría hacia otro posible lugar de ensueño, costara lo que costase.

El clima no paraba de empeorar; las nubes que momentos antes continuaban grises se tornaban a un color más oscuro, unificándose entre ellas hasta conseguir la forma de una colosal barrera casi azabache justo encima de sus cabezas, como si les estuviesen obligando o advirtiendo de abandonar el lugar lo antes posible. Era algo dingo de impresión. Lo que parecía que el día fuese a terminar lleno de belleza, acabó por inclinarse a deteriorar el cielo que una vez, lleno de vida, sonreía a los ciudadanos de Spatium sin recelo alguno, otorgándoles una existencia merecedora de ser disfrutada lo máximo posible. Entre múltiples ideas, no era extraño el pensar que algo místico deseara por sobre todo el que ambos jamás se encontrasen ¿Se trataría de un castigo reservado para el Ángel a causa de sus pecados? De hecho, era más que posible. Un Ángel lleno de lujuria, por muy delicado, respetuoso y caballeroso sea, se trataba de una infracción hacia el código angélico… más sorprendente era el tiempo que aún se mantenía como dicha raza. Owen lograba crear varias ideas que le llevaban a la respuesta correcta. Iba a seguir manteniendo sus alas, daba igual si debía luchar solo, pues nada ni nadie iba a arrebatarle lo que le caracterizaba entre todas las cosas.

Con cada paso que daba para alejarse del lugar del encuentro, la lluvia arrasaba con más fuerza, ahogando con su propia arma a la propia flora, más no podría distinguirse si aquellas gotas que se deslizaban por la verde vida se trataban realmente de lágrimas. Era algo triste. La lluvia en sí no molestaba, es más, era miles de veces más relajadora que cualquier otra cosa creada por la naturaleza, sin embargo, aquello no podría adularse como algo semejante. Siquiera podría hallarse visible la fauna que tiempo atrás dormía plácidamente sobre el césped, cada uno de ellos se mantenían resguardados en cuevas, árboles o rocas… sin duda alguna, ellos no iban a ser los únicos. Era en insignificantes momentos los que la mente del Ángel se mostraba propensa a pensar sobre ese curioso y tan excéntrico animal; deseaba que al menos estuviese a salvo junto con su rebaño. Era cierto que los animales tenían aquel sentido tan desarrollado que los alertaba cuando algo verdaderamente peligroso los acechaba, Owen se daría cuenta de esto al tiempo de escuchar a los lejos lo que no deseaba que ocurriese, pues se encontraban en un bosque el cual lentamente iba siendo anegado por la crueldad del agua…  truenos. Por un instante, el Ángel paraba en seco su andar – Si en algún momento necesitas descansar los pies, por favor, házmelo saber. No va a suponer ningún problema el cargarla hasta encontrar un lugar adecuado. – Miraba preocupado a la fémina, pero por sobre todo quería hacerla entender que mantenía un acompañamiento con alguien acreedor de confiar, pues a la vez que se adentraban más y más en la arboleda, el nivel de atención debía aumentar.

Era totalmente cuidadoso con cada paso que daba, manteniéndose siempre un poco por delante de la fémina con tal de que supiese donde pisar. Fango, raíces, piedras sueltas… Su mirada no hacía más que fijarse en lo que tenía de frente bajo sus pies, pues no quería que ninguno de los dos se tropezara y acabase herido y/o sucio. El hecho de que no parasen de mojarse era suficiente. De vez en cuanto desviaba la mirada hacia la chica que se mantenía cerca de él, pues era imposible olvidarse de su grata compañía; si no fuese por aquel peculiar ciervo que lo trajo hacía las manos de tan armoniosa y sosegada alma, Owen, para su desgracia, ya habría abandonado el lugar hace mucho. Lamentaría por todo el camino el hecho de que posiblemente hubiese dejado a tal dama acompañada de una tormenta amenazadora. – Sasha, es cierto que permanecer deba-… – Sus palabras fueron interrumpidas al momento de voltear la mirada hacia la contraria, pues un pequeño anfibio se había dispuesto a hacer de la nariz del rubio como parte de su propiedad. Supuestamente, había saltado desde una de las ramificaciones particulares de los bajos árboles. Inesperado y confortador. – Lo que iba diciendo – Luchaba por dentro para poder reprimir la risa que con esfuerzo le hacía frente. Dejó al animal justo en una de las hojas que permanecía debajo de ambos. – Nuestro objetivo debería ser una cueva bastante grande. Por suerte conozco una. – No había tiempo que perder.

“A veces, la peligrosidad de los hechos puede guiarte a tu destino”

Truenos y más truenos. Cada uno de ellos iba volviéndose más impotente a lo largo del “nefasto” día, puesto que lo único y más agradable que podría satisfacer al Ángel era la compañía que le brindaba la divina figura de cabellos violáceos, confiando en que, posiblemente, un hermoso arcoíris nos seduciría con sus colores dándonos un poco de relajación luego de unos momentos algo fuera de lo esperado. – Empapados hasta las suelas. – Mencionaba con algo de desenvoltura, sin olvidar añadir aquella pizca de gracia en sus palabras mientras se palpaba el torso, produciendo en él, una sincera sonrisa al volver a dirigir su mirada hacia la joven. Su pasó llegó a alcanzar a un saliente rocoso en el que podían permitirse resguardarse por unos segundos, sin embargo, aquella vaga idea fue automáticamente eliminada de su mente al momento de escuchar a la cercanía el sonido desgarrador de un trueno. – Muy cerca… Necesito saber con seguridad a cuantos metros de distancias están. – Para conocer el trayecto de dicho fenómeno, Owen solo necesitaba su propio oído el cual tenía tan desarrollado, pero la fuerte lluvia dejaba fuera de combate a este. De nuevo, el continuo son relampagueante de la zona amenazaba a los sujetos sin descaro alguno.

Era demasiado tarde para actuar. Un tronco de no más de tres metros de longitud comenzó a rodar por encima del saliente a gran velocidad en dirección a la posición del joven; no podía correr, pues el hacerlo llevaría a la más posible adversidad, tampoco debía apartar a la chica, pues el final sería muy semejante. Solo pudo confiar en sus instintos de caballero –¡!– Posicionando a lo alto su propio brazo izquierdo en un ángulo de noventa grados, se protegió tanto a él como a la chica del tremendo golpe que podría haber causado en ambos, aguantando el impacto de la madera mojada en su antebrazo, apartando dicho objeto al momento. El dolor era tremebundo. Esa velocidad de caída y su gran peso podría haberlo llevado al otro mundo con mera facilidad, en el caso de que no se diera cuenta del problema que le estaba por caer. A pesar del malestar de su brazo con el que batallaba, no exageró ningún gesto; su mirada permanecía neutra, tan sosegada y apaciguadora como de costumbre, fijando sus orbes dorados en la contraria – ¿Sufriste daño alguno? – Susurró. El cabello húmedo casi tapaba por completo sus ojazos, mientras que las gotas de lluvia delineaban cada zona de su rostro, acariciando con deferencia los suaves y mullidos labios del Ángel. La herida que más tarde se mostraría con notoriedad, palpitaba con violencia. – Observa… ya queda nada.

A lo relativamente lejos, justo después de pasar un corto puente situado frente al joven, se hallaba la tan y esperada cueva que estaba buscando. Una vez allí, se encontrarían con un interior de igual belleza que el propio bosque, uno de los mejores lugares, sin duda alguna, para preservar durante la tan inmejorable tempestad.


Última edición por Owen Hawk el Miér Jun 22, 2016 7:09 am, editado 1 vez
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Mensaje por Sasha Alexeyevna Lun Jun 20, 2016 9:09 pm

Agradecía la compañía de tal singular caballero que estaba haciéndole pasar un rato sin igual, vaya a saber que trasfondo tenía todo, que final podía estar en la existencia del propio destino empeñado en juntar a esos dos desconocidos que se relacionaban en el ojo de la tormenta. No era fácil de comprender pero la muchacha no se quejó de eso ni por un segundo, algo magnético poseía ese hombre que le recordó a antiguas divinidades que con su sola presencia eran capaces de imponer respeto supremo sin lugar a duda…Un ángel que era capaz de hacerla sonrojar con una simple mirada, ¿un ángel podía despertar esas emociones o sentimientos en otros?, quizás no de forma directa o forzada, pero si había algo en él que la confundía, que rompía sus esquemas y eso…le atraía, le era curioso. Cada tanto, entre la caminata que iba transformándose en algo más dificultoso, le observaba de reojo…analizaba sus gestos, sus movimientos, sus palabras que eran como la misma sinfonía de Asmodeo, pues parecía que esa voz imponía poderío sobre la presencia de la diosa solar.

Normalmente ante un clima así de tempestivo hubiese preferido no estar afuera, pero debido a las circunstancias y que ese caballero estaba en la misma situación que ella, no se sentía con la moral como para quejarse, no era ninguna caprichosa ni tampoco malagradecida cuando bien él podía marcharse, a fin de cuentas eso eran…extraños que coincidieron en un punto vaya a saber por cual fuerza superior que solo intercedió por eso, dejándoles el resto a los presentes como asunto suyo y totalmente personal. Ah pero era obvio, el ofrecimiento del rubio le arrancó alguna risita casual en lo que posaba la mirada en el frente otra vez, tropezarse frente a él sería técnicamente algo vergonzoso por tratarse de un descuido en toda la regla. —Se lo haré saber, pero sería abusar de sus buenos gestos. No olvido que está mojándose por mi culpa e incluso tener que cargar conmigo sería un abuso extra, estaría en deuda con usted irremediablemente y creo que sería difícil devolver el favor. Aunque lo tomo en cuenta, si noto que me falta el aliento para continuar, se lo haré saber— Prometió con un tono de voz encantador, recayendo en el acto de morderse el labio inferior por mera costumbre en lo que intentaba buscar con extrema necesidad un sitio acorde para que ambos pudiesen descansar. Era complicado…predominaban los árboles o salientes rocosos inestables que seguramente no eran indicados para ello, así que solo restaba una cosa, continuar siempre hacia adelante aun tomados de la mano, gesto que extrañamente le era familiar…que a gusto la mantenía calma.

El estruendo fue lo suficientemente fuerte como para hacerla sobresaltar pero sin emitir palabra alguna, solo giró automáticamente el rostro hacia dónde provenía el sonido para notar semejante amenaza que se cernía sobre los dos. Se culpó en sus adentros por no ser lo suficientemente rápida…¡¿Qué pasaba con ella?!, se lo preguntó repetidas veces en el instante en que alguien marcó la diferencia, ese alguien que acaba de conocer no dudó en reaccionar valientemente por la seguridad de ambos y mientras tomaba todo el impacto, la fémina le observó completamente sorprendida, sin esperarse eso bajo ningún punto de vista. Su admiración por ese hombre iba en aumento, pues no podía esperarse menos de uno de los cargos más altos del ejército de Spatium. —¡Owen…!— Mencionó sin pensarlo demasiado cuando las esquirlas de roca se esparcían por doquier, pero claro, lo sorprendente era que la diosa había perdido toda esa calma por al menos unos momentos…El mundo desapareció de su mente, solo le importaba el bienestar de ese chico. Olvidó los modales, la forma de referirse a este con respeto, olvidó todo pero no apartó la mirada de la herida ajena, pues esta viajaba desde la zona afectada a los orbes dorados del ángel. —Imprudente…¿Estás bien?. Debe dolerte tanto…es que ese impacto fue brutal y solo lo recibiste por instinto y…— Sí. Estaba un poco alterada en ese momento, un poco bastante, se notaba en su tono de voz ligeramente alterado como mirada confusa pero tampoco pudo terminar la frase, ya que la tormenta eléctrica iba acrecentándose en el firmamento con descargas potentes, las cuales iban incrementando ese estado de obvio nerviosismo en ella.

La entrada a la cueva estaba ya próxima, así que solo le tomó de la mano con un poquito más de firmeza que antes, tomando la iniciativa de avanzar más a prisa pero sin notar demasiado que en el proceso la tela del vestido terminó rasgándose un tanto a la altura del muslo derecho, revelando atisbos de esa piel tan suave como blanquecina que poseía una línea rojiza a modo de corte que aseguraba amoratarse con el paso de los días venideros. El avance pareció una eternidad o así lo sintió, pero cuando menos lo esperaron ya estaban ambos bajo el resguardo de la cueva, fuera del alcance de la lluvia que parecía ir tomando fuerza segundo a segundo…Contuvo un suspiro, algo temblorosa únicamente para echarle alguna mirada preventiva al lugar…Parecía estable a simple vista, en algunas salientes junto a las rocas se podían notar minerales de distintas especies y en el fondo la oscuridad extrema, incluso escapando de la propia mirada sobrenatural de la diosa. Dicho “refugio” temporal no era tan frio como lo esperaba, al menos ella lo experimentó como un remoto alivio pero claro…seguía pendiente de los sonidos a su alrededor, decodificando todos y cada uno de ellos, pues no solo se percibía el de la propia tormenta, también el del goteo natural más en el interior que indicaba la presencia de agua, algo que entonces le era irrelevante.

Al final, retomó atención a lo único que le importa, él, su estado. Otra vez cruzaron miradas pero en esta ocasión se pudo notar aún más el toque de sumisión natural, pues volvía a perderse en la mirada contraria con algo de facilidad aunque se resistiese por capricho u orgullo. —Gracias por protegerme…Que susto me has dado, lo siento. No quise decirte imprudente pero me da un poco de rabia propia que salieses así de herido por no poder yo reaccionar a tiempo— Explicó con calma precisa, continuando con soltarse del agarre para tomar el brazo herido del ángel, admirando la herida de lado a lado con resignación para así, de modo repentino o inesperado, acortar distancias depositando un suave beso justamente en la mitad de la zona tan golpeada. Cerró los ojos en ese lapso pequeño hasta que fue entreabriéndolos y retomando la posición anterior solo para soltar la extremidad del rubio con propia delicadeza, tratándolo como si este fuera de cristal o algo similar a ello. —…— Quiso decirle algo más, si…pero las palabras no cruzaron esos labios rosáceos tan dubitativos, así que al elevar la diestra, otorgó una caricia cálida sobre la mejilla del hombre que de buenas a primeras le había salvado la vida ese día. —Realmente no tengo palabras para agradecerte. Curioso…creo que estoy dejando un poquito de lado esa cortesía que nos compete por ser desconocidos pero…me agrada. Me agrada tu nombre y me gusta llamarte por el, si me lo permites claro— Acarició allí con las yemas de los dedos, enternecida por un lado e increíblemente vergonzosa por otro. —Al menos llegamos a donde queríamos y supongo que vamos a estar bien en lo que la tormenta siga su curso—

Se notaba en ella esa respiración algo entrecortada, delatándola de dos cosas que no pasaban desapercibidas, primero y lo menos importante era el frio, no extremo ni tampoco significativo o peligroso, pero frio a fin de cuentas que conseguía hacer erizar su piel. El segundo era todo un asunto…obviamente el más peligroso por tratarse de la presencia de ese hombre que posiblemente tenía cierto don para despertar o evocar acciones y/o sentimientos que al menos ella creía erradicadas o dormidas…¿Negarlo quizás?, era encantador, con su forma de ser, esa mirada orgullosa y notable atractivo físico, Sasha no tenía mucho por hacer al respecto, más que solo pensar o centrarse en una sola cosa, el ahora. Se tomó unos instantes para darle otra mirada final a la cueva pero otra vez recayó en el sublime “pecado” de mirarle a los ojos, ver sus labios y otra vez esos llamativos ojos…¡Demonios!, parecía una chiquilla tonta a la que le rompieron por completo sus formas o parámetros de conducta pero…valía la pena, él prometía un sendero extraño, inexplorado y seguramente peligroso que mantenía en jaque a la muchacha. —¿Sigue doliéndote mucho, no?. Vaya mal momento para accidentarse, fuera de esto…¿estás bien?. Porque al menos yo estoy en una sola pieza gracias a ti y…Eres demasiado veloz, resistente…no cualquiera podría soportar un golpe así sin quedar algo atontado o en el suelo pero tú sigues en pie como si nada— Sentenció en un susurro final, tan próxima a él que casi podía sentir la cálida respiración de este, el palpitar de su corazón y el perfume del guerrero que seguramente ya no olvidaría bajo ninguna circunstancia.
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Mensaje por Owen Hawk Vie Jul 01, 2016 2:44 pm

Dejó que su cuerpo quedara totalmente a merced de la contraria… dócil, obediente a sus movimientos, dejándose llevar por los mismos mientras sus orbes, hipnotizados por su figura, visualizaban la delicada espalda de la chica, tan albúmina y atrayente como un dulce algodón de azúcar, durante aquel camino aparentemente corto que no paraba de extenderse con cada ansía de poder llegar al destino. El agua no parecía tener intenciones de cesar, cada gota de esta aparentaba tener un sentimiento de odio hacia el Ángel, impidiendo y aplastando con violencia cada gesto de ternura realizado por el chico, arrancando continuamente algún que otro suspiro insonoro demasiado transparente como para que alguien se percatase del mismo. Al igual que el tronco, cada uno de los árboles, arbustos, piedras, ramas… parecía que quisieran abalanzarse contra ambos, violentos, enfurecidos y angustiados por culpa de la madre naturaleza quien, en aquel día, no se encontraba a favor de dichas eminencias. Por si fuera poco, una de las extremidades de las grandes ramificaciones emplumadas con aquellas húmedas y ahogadas hojas que nos acechaban durante el camino, optó por querer dañar uno de los miembros inferiores de la joven Diosa, y así lo hizo. Owen volteó la mirada a la chica mientras caminaba lo más deprisa que podía tras de ella, fascinado por su puro temperamento. Continuamente, aquella persona iba acicalando más y más aquel corazón impuro.

La llegada a la cueva llegó a convertirse en el acontecimiento más reconfortante del día, después del encuentro. Un par de vistazos a su interior fue suficiente como para llegar a verificar la seguridad que nos daba la misma, notando a su vez la relación que mantenía con sus memorias pasadas, afirmando completamente que se trataba de la cueva en la cual debían preservarse. Era bastante ancha, lo suficiente como para que no sucumbiera a producir alguna catástrofe interior por culpa de la amenaza que nos perseguía. Tan aterradora como la misma desdicha. La herida no paraba de bombardear la zona afectada del brazo, pero Owen se mantenía reservado ante la situación, observando cada gesto de la chica de cabellos violáceos, cada movimiento de labios, cada pestañeo, cada temblor… siempre con aquella relajada expresión que poseía, una mirada que para muchos podría estar envuelta en tristeza, otros, en un mundo de armonía total, de dulzura y sentimiento. La cabeza del Ángel giraba hacia el interior del mismo antro, observando la belleza de los cristales y su luminiscencia azulada, produciendo una total visibilidad a las curiosas flores albinas que habían sido absorbidas por la oscuridad. ¿Quizás nuestra presencia las hizo nacer de nuevo? Se trataban de dos seres celestiales, cabía cualquier posibilidad verídica ante esa teoría.

Ciertos imprevistos en la cueva fueron los responsables de producir un intenso revolcón de sensaciones en el alma del rubio gracias a la contraria. Fue un instante, pero la magnitud con la que fue recibido aquel tierno beso hizo que se le erizara cada vello de la piel, recorriendo cada extremidad del cuerpo al notar aquellos rosáceos y suaves labios de un ser tan bello como magnífico. Mudo, plácido y con tierna mirada, no paraba de observar a la mujer, pues era imposible el apartar la mirada de ella; tal y como un combate televisivo; tal como una película intrigante; tal como un libro lleno de misterio… aquella eminencia no paraba de provocar en el joven una atracción tan infinita como placentera. Sus orbes volvieron a localizarse en el momento en el que su mano rozó a mejilla del chico. Era inverosímil… todo estaba ocurriendo tan natural que no era de extrañar que asustase; contemplando los primeros pasos que ambos daban, rompiendo aquella separación que les atosigaba, atrayéndose más y más, tanto de una manera como de otra. Normalmente era el hombre, en este caso, un Ángel honestamente acostumbrado, quien comenzaría con el primer paso para desquebrajar la barrera que les impedía un contacto verdadero, pero aquel día Owen se sentía atrapado, extraño y totalmente derrotado… pero no se quejaba, dejaba que el mismo viento lo arrastrase junto a ella para contemplar con curiosidad hacia donde los llevarían.

Sasha… – Mencionó en un susurro dulce y apacible – No tienes por qué agradecerme... es, honestamente, lo que todo hombre haría para proteger a una dama. – Acercó las yemas de sus dedos hacia alguna de las hebras que reposaban sobre el blanquecino hombro de la fémina, acariciándolos, notando su indudable humedad y esclareciendo su alma con el bello color que este poseía. Owen estaba totalmente perdido bajo la melódica voz de la joven, tanto que olvidó por completo lo tan cercano que se encontraban ambos… y esto llegó a ser un error que posiblemente podría haberlo delatado en caso de no reaccionar a tiempo; su corazón comenzaba a palpitar con velocidad, y de seguro, cualquier persona que se acercara extremadamente al cuerpo de Ángel podría notarlo con facilidad. Ante ello, el joven movió su cuerpo hacia detrás para alejarse levemente de la mujer, posicionándose de lado a ella. ¿Qué hacía? Tiempo atrás era él el único que enamoraba, el único que tomaba la verdadera iniciativa, el único que no le importaba plantar un beso en los prohibidos labios de una noble. Algo le detenía, una entidad totalmente superior a él, una maravilla de la naturaleza. – Y… No te preocupes por la herida, he sufrido peores daños, puedes estar segura. – A pesar del extravagante ambiente que rodeaba su cuerpo al completo, aun podía sonreír con esa clara naturalidad posiblemente heredada de “alguien”. Llevó sus dos manos a la parte superior de su cabeza, peinando sus cabellos hacia atrás y mostrando la frente totalmente mojada, al igual que todo su cuerpo. – Aun así, debo cubrirla para que no se infecte… al igual que la herida de tu pierna. – Indicó a la vez que señalaba con su dedo dicha zona dañada.

Dirigió su mirada hacia la cueva. A pesar de los cristales, aún podía verse la oscuridad total en su máximo interior; se olvidó de esta a los pocos segundos. En un rápido movimiento se arrancó la camisa de su torso, dejando mostrar al completo cada músculo tonificado del mismo, salpicando una insignificante agua hacia su alrededor por el gesto. Acto seguido, extrajo un gran trozo de tela de la ropa para poder utilizarla en forma de venda y así poder tapar la herida de su brazo con algo de maña. – Con tu permiso, taparé tu herida también. – De nuevo hizo el mismo movimiento para extirpar un trozo de tela de la prenda, la escurrió para que la humedad fuera lo más escasa posible y se dirigió al mismo muslo posicionándose de cuclillas a este. La cercanía podía permitirle apreciar los poros de la zona; una pierna tan blanca, lisa y perfecta como la misma seda. – Tienes una hermosa piel, Sasha – Sus palabras podían tener un significado oculto o no, tan atrevidas y honestas como siempre… al menos eso no se le había olvidado por completo. Una vez terminado se levantó sin moverse del sitio, casi rozando su nariz por todo el cuerpo de la chica, estaba obligando a sí mismo a comportarse como él verdaderamente era: audaz, delicado y seguro de sí mismo. Sus orbes, tan brillantes como la esencia de la mismísima llama, no se apartaron de los de la ajena por siquiera un instante… no miraba hacia otra cosa, no se centraba en nada más que en sus perfectas pupilas. – Ahora, si me lo permites, voy a recogerte el cabello… Que tu piel esté en contacto con el pelo mojado no es recomendable.

Utilizó sus dientes para, por tercera vez, arrancar un pequeño trozo del tejido blanco de su prenda. Sus dedos rozaron la sien de ambos lados de su cabeza, recogiendo con delicadeza cada hebra violácea de la misma – Será un segundo solo. – Owen sabía utilizar bien los dedos, llevaba mucha practica en los mismos y no solo por cosas que se pueden malinterpretar con facilidad. Seguía sin apartar la vista de la chica la cual se encontraba totalmente empapada al igual que él. Fácil… era muy fácil mirar hacia abajo y poder visualizar la maravilla del cuerpo humano, pero se abstendría de hacerlo, más que nada porque no se encontraba en el mejor momento para hacerlo, no debía distraerse en lo absoluto si quería permanecer inmóvil totalmente. – De acuerdo, está terminado… Creo que una coleta es lo mejor que puedo hacer por ahora. – Bromeó con soltura – De hecho, te queda bien… es más ¿Hay algo que no te embellezca aún más en este mundo? – Mientras se apartaba nuevamente de la chica para poder visualizarla mejor, dejaba escapar otra vez aquella sutil pero apreciable sonrisa. – Por cierto, Sasha. Llevar ropa mojada en un ambiente frío no es para nada recomendable… No estoy intentando aprovechar nada a causa del tiempo, pero podrías coger un serio resfriado o una grave pulmonía. Si nos dirigimos al interior de la cueva podremos aumentar un poco el calor corporal. – Dejó mostrar sus alas para poder continuar su explicación, lo más detallada y honestamente posible – Puedo secar la ropa con una espada, así que no te preocupes.

Era curioso, pero comenzaba a hablar de tal manera que la persona que tenía delante no malinterpretara nada, no aún. Una vez dejó lo que quedaba de camisa en uno de los laterales del interior, se propuso a sentarse en el suelo con las piernas cruzadas y mirando en dirección a la entrada de la cueva, para luego, extender sus alas de tal manera que cubrieran a la chica que tenía detrás de cualquier innecesaria mirada, de cualquier imposible ser vivo que pudiera aparecer en el frente, y sobre todo para evitar la presencia de más viento. – Puedes utilizar mis alas para secarte el cuerpo, Sasha… También existe otra forma de entrar en calor, pero es más… indecente que digamos. No miraré hacia atrás, puedes confiar en mí. – Observaba como la lluvia no paraba de caer, afuera corríamos peligro, más aún daba gracias de poder detectar con velocidad aquel tronco… pues, sinceramente, ambos podrían haber quedado destrozados físicamente… y solo por un simple tronco.
Owen Hawk
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Mensaje por Sasha Alexeyevna Sáb Jul 02, 2016 7:25 pm

Atrapada y sin salida…atrapada y sin querer siquiera escapar por obvia culpa del ángel. Toda una variedad de sensaciones iban tomando forma en la mente de la diosa, que no podía siquiera pensar en ese instante con propiedad o…si, quizás estaba más lucida y centrada que nunca en esos orbes dorados como el mismo sol, el cabello de este completamente mojado e incluso en como las osadas pero rebeldes gotas iban contorneando su cuerpo en una clara muestra que hasta ellas mismas se rendían ante el obvio atractivo del Capitán General. No había mucho margen para no reconocer lo siguiente; era un hombre de gran atractivo físico, posible reencarnación de Adonis…vaya locura…vaya placentera sensación de necesidad que experimentaba la fémina por permanecer un poco más a su lado, por desear internamente que el tiempo se detuviese por completo para ellos dos. Dulce adicción que iba llenando a Sasha, doblegándola inconscientemente a la voluntad del ángel que de buenas a primeras solo conseguía despertar más y más gusto…Lo supo entonces, cuando en su corazón no hubo incomodidad alguna.

Asintió muy apenas, analizando por obvia curiosidad las acciones de este y en primera instancia jamás estuvo del todo atenta al simple rasguño que ahora su piel mostraba con rojiza evidencia, por lo que solo bajó la mirada mientras él ya se encontraba vendando la zona, siempre de modo tan improvisado pero no por eso, menos encantador. —No es nada en comparación al golpe en tu brazo, solo molesta un poco e-…— Sus labios volvieron a sellarse, ya que entre cada roce aparentemente intencional, lograba estremecerse…Su piel se erizaba nuevamente, por lo que secretamente desvió la mirada entre alguna que otra ínfima sonrisa cómplice formada en esos labios que sin expresarlo, por segundos…por ínfimos momentos, desearon probar los ajenos. —Gracias, de nuevo, realmente estás en todos los detalles. Me pregunto si hay algo en lo que no te veas perfecto, en lo que falles…porque pareces tan…Es decir, te ves sin error alguno, cada gesto, cada proceder, cada palabra— Mencionó con tranquilidad, cerrando los ojos lentamente ni bien el joven procedió a sujetarle el cabello, apenas bajando el mentón para facilitarle un poco más la tarea y…Ah, los dedos del contrario se deslizaban con demasiada facilidad en aquella melena violácea sin ocasionar el más ínfimo tirón de manera accidental. Le gustaba, le gustaba demasiado el modo en que él tenía entre cada roce o “caricia”, ¿qué sentía?, la misma sensación cuando mueres de sed y pasas horas sin hidratarte…esa misma apacible “desesperación” osada por obtener un poco más de aquel hombre. Maldita tentación, maldita pero hermosa tentación…

Así su rostro quedo bastante despejado, con alguna que otra hebra rebelde esparciéndose pero ofreciendo un enmarque bastante cautivador al rostro de la mujer, que si bien podía reflejar todavía ese cálido rubor en sus mejillas…en sus ojos no había duda ni tampoco miedo, solo decisión, tranquilidad y ternura. —Creo que exageras un poco, no es por modestia…lo aseguro. Pero no veo en mí esa belleza que tú clamas con sinceridad. Si alguien peca de belleza o atractivo, eres tú. De todos modos, no me sorprende, después de todo eres un ángel…Cometeré el atrevimiento de asegurar que eres el más excelso de todos— Determinó con tal seguridad inquebrantable que próximamente, solo quedó lugar a observar el resto de la cueva, sin prestar atención debida al ofrecimiento del caballero.

En efecto parecía una cueva profunda, misteriosa pero de momento…segura y eso era lo que estas “deidades” necesitaban para recobrar el aliento o pasar algunas horas de forma amena, pues la tormenta recrudecía, haciendo sentir con verdadero ímpetu la magnífica caída de agua de los cielos, acompañando estos con rayos…relámpagos que conseguían iluminar parcialmente el interior de la cueva e incluso, hacer sobresaltar mínimamente a la mujer de violáceos cabellos quien de modo atento posó toda su atención en el perfecto rostro del rubio. Atendió con tranquilidad esas palabras, siendo que por unos segundos cerró los ojos, sonriendo seguramente con algo de gracia, interrumpiendo el silencio propio que adoptó desde hacía ya unos momentos.

—Si te soy sincera, no he notado ningún tipo de doble sentido en tus palabras o acciones. Es cierto que desconozco muchos modos de proceder en este mundo, pero los años me han llevado a saber diferenciar palabras sinceras de otras disfrazadas y…desconfiar de ti sería un insulto que no podría perdonarme— Suspiró, observando sin más como procedía de modo tan irresistible a cubrirla de cualquier mirada que estuviese de más…Hacia tanto tiempo que no se sentía así de protegida por alguien, así de insegura sobre cómo proceder pero del buen modo, de uno que comenzaba a tomarle gusto. Seguidamente le dio la espalda en un movimiento lento, cauteloso y moderado, llevando al mismo tiempo esas manos tan delicadas detrás de su propio cuerpo, alcanzando momentos después los cordeles blancos del vestido.

Estos proferían un trazado bastante simple pero grato a la vista, revelando zonas de aquella piel tan suave al tacto, aunque la mitad superior de la espalda estuviese al descubierto por el propio modelo de la prenda en cuestión. Sus dedos finos fueron desentramando la sección inferior con cuidado al mismo tiempo en que ya no podía sentir el vestido “ciñéndose” a su cuerpo, procediendo sin más a llevar la diestra sobre el pecho para retirarlo con más facilidad en una fase inicial…Cabía destacar que continuó con lo suyo pero antes observó la posición de este por encima del hombro izquierdo, siendo que sin más, se dedicó a deslizar el mismo hacia abajo, flexionando primero una pierna para así hacerlo con la otra…ya que para ese entonces, esa pieza de seda había terminado en el suelo.

En primera instancia, era bueno destacar que de momento permanecía únicamente con aquella prenda interior e inferior puesta de un color blanquecino o crema con sutiles detalles de encaje,  ya que con una figura bien formada como la de ella y por el tipo de vestido que portaba no se necesitaba la presencia de la prenda interior superior que naturalmente cubriría el busto. Revelador era el hecho que tras la “desaparición” del vestido, se mostrase de buenas a primeras el cuerpo de la diosa en todo su esplendor…Cada curva, cada centímetro parecía haber sido creado por una entidad “sagrada”, expresando la misma belleza sublime de la palabra divinidad…¿Cómo explicarlo?, esa piel perlada, nacarada pero tan suave no presentaba imperfección alguna o marca pero vayamos un poco más allá. Ese par de piernas bien formadas eran una clara tentación que no podía obviarse, su cintura pequeña pero cadera un poco más ancha y que decir del resto…



Finalmente al voltearse completamente, volvió a observarle…acortando distancias para extender la diestra con algo de cuidado, empezando a pasar sus dedos por entre las plumas de tal glorioso ser. —Son hermosas, Owen…Tan suaves, es como estar tocando las mismas nubes…metafóricamente hablando. Me recuerdan a tus manos…causan el mismo efecto en mi— Sucumbió a expresar lo que pensaba, deleitándose entre el tacto de las mismas, único, especial pero por sobre todas las cosas atrayente e inigualable.

Permaneció así unos momentos, acariciando aquella ala que tenía más próxima en un lento recorrido ascendente, sin rumbo preciso alguno solo para terminar posando la mano sobre el hombro ajeno, obviamente del mismo lado. Quería decirlo, pero las palabras no salían de su boca aunque así lo quisiese…pues entre esa leve respiración nerviosa, entrecortada y un rubor facial bastante presente, retomó la palabra en lo que se arrodillaba justamente detrás de este, abrazándolo de ese modo con todo el cariño de la palabra…apoyando con calma gran parte de la delantera de su cuerpo contra la espalda bien tonificada del rubio. —Tú estás en las mismas condiciones que yo— Comentó en un susurro tenue, apoyando ambas manos a la altura del pecho del ajeno. —Owen…La indecencia es un concepto en el muchos recaen, sí, pero no es nuestro caso. No lo veo de ese modo, la cercanía de ambos cuerpos no es algo que considere indecente, pues hasta algo como el placer es algo que ángeles y dioses somos capaces de llevar de un modo impecable— Rememoró con calma, sintiendo la humedad de este por mantenerse así de próxima. —Sería lo justo que también te deshagas de tus prendas ya que podría afectarte en igual o mayor medida que a mí, pero solo quería pedirte algo, una pequeña cosa. Decidas hacerlo o no, abrázame, rodéame con tus brazos. Las circunstancias no están dadas para que logre algo más que solo darnos un poco de calor…Emanar un poco de calor inicial para motivar nuestra propia naturaleza hasta que podamos conservar la temperatura por nosotros mismos sin necesidad de ninguna intervención mágica más que la de nuestra cercanía— Finalizó cerca del oído derecho, sincera pero sin vacilar siquiera en su tono de voz, “liberándolo” del abrazo en lo que colocaba de pie con la misma elegancia en movimientos, solo para retroceder un par de pasos.
Sasha Alexeyevna
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Mensaje por Owen Hawk Dom Jul 10, 2016 12:37 pm

La continua resonancia de las gotas de lluvia siendo estampadas contra el terreno del bosque era embriagadoramente relajante. Ahora permanecían protegidos ante ella, y por supuesto, desde ese lugar, aquel exterior, aquella tempestad húmeda y totalmente peligrosa se podía observar de manera diferente mediante otra perspectiva. La suavidad con la que el vaho de la lluvia acariciaba la piel del rubio allá sentado en el interior de la cueva era sumamente reconfortante. Cada roce del mismo, cada mirada hacia el frente, cada sonido percibido… todo podía tornarse a una relajación absoluta allí mismo, pero las circunstancias en las que se encontraba le tacharían de irrespetuoso y de insensible. Algo pudo lograr arruinar la serenidad con la que se encontraba el ser alado, sí; algo con lo que llegaba dándole vueltas durante todo el recorrido, durante todo lo ocurrido. Hasta donde pudo llegar la vista de aquel hombre, allí, en la lejanía de todo, “oculto” sobre la fauna verde se encontraba aquel ciervo quien lo observaba desde la sorpresiva distancia en la que se encontraba. Su expresión era imperturbable; sus ojos, envueltos en una oscuridad irreconocible, hermosos y relativamente brillantes no se apartaban del rostro del Ángel. Aquello sucedió posiblemente durante varios segundos, no sin llegar al minuto. Cuando el mismo animal apartaba la mirada con intenciones de seguir su camino, este se extinguió en la nada, desapareciendo, volatilizándose su vaga presencia del bosque, como si hubiese acabado a la perfección el trabajo que le encomendaron. Increíblemente perturbador, intrigante y hermoso.

Aquello le desconcertó un poco, pero de nuevo pudo volver en sí, centrándose en la presencia de la chica que se encontraba en su punto ciego, lo cual era más importante que cualquier otra cosa. Cerraba los ojos para atender a su alrededor con mayor precisión, olvidándose de todo lo innecesario, solo centrándose en ella y simplemente ella; Podía percibir el sonido de cada desliz de su ropaje, cada rozadura de sus dedos con la piel, cada prenda impactando suavemente en el suelo de la cueva, cada suspiro entrecortado de la misma. Todo sus movimientos, todas las sensaciones que aquella chica experimentaba por si misma formaban un cumulo de energía negativa, exageradamente embriagadora, procedente de su misma figura, rellenando todo el antro en el cual permanecían, envolviendo el cuerpo del ángel como si de una víbora se tratase, captando todos y cada uno de los efectos secundarios que demostraba tener aquella “poción maldita”; rememorando la representación de la misma lujuria, tan manipuladora y corrosiva como siempre. El Ángel demostraba una cautela y elegante firmeza a pesar de la situación en la que se hallaba; era realmente complicado mantener la calma en ese instante conociendo lo que se estaba realizando de espaldas a él, lo que veía pero a su vez no… a pesar de ser alguien avezado a sus meras costumbres con las chicas en el pasado, era un hombre y su ganas de comerse la vida misma eran altamente… inimaginables.

Sus alas son parte de su cuerpo, por tanto, cada mínimo roce, cada suspiro, cada ráfaga de viento lo sentirá con total precisión y realidad como si de su misma piel se tratase, por tanto, cada ente que llegara a experimentar la suavidad de sus alas, el Ángel podría notarlo sin alguna dificultad. De pronto, su mente recordó por un breve instante aquella curiosa y grata compañía mediante el tacto de una piel tan joven y seráfica como la que sus propias manos conocieron hace varios minutos. Esa suave “brisa” que recorría cada extremo de su ala, acariciando las plumas del portador como si de un recién nacido se tratase era simplemente cautivador. Por aquella deleitable y suave sacudida, el joven comenzó a apreciar algunas contracciones musculares en sus dorsales, reacciones semejantes al notar como a alguien se le eriza el vello de la piel, semejante al calor que desarrollan dos personas al estar en contacto físico… Sus palabras aún no habían abandonado la misma esencia con la que se mostraron la primera vez que se encontraron; un continuo son de distintas tonalidades armónicas que no se detenían hasta inmovilizar por completo aquel celestial corazón ocupado por el deseo.

En aquel nuevo instante que se mostró ante la situación, Owen experimentó por primera vez una sensación igual a la de una persona sin alimentarse durante más de una semana. Su cuerpo explotó en llamas; para una mejor comprensión, hablando en sentido figurado, un inmenso calor interior se manifestó en el aire traspasando el cuerpo del joven en forma de vapor, pues aquel clandestino contacto entre ambos cuerpos fue el detonante de todo lo que ocurriría a partir de ese momento. Percibía a la perfección cada caricia con sus manos, cada susurro, cada aliento… el propio busto de la contraria. Si antes de que todo esto ocurriese, si antes de que ambos se hubieran encontrado, si antes de que, tanto Ángel como Diosa decidieran partir hacia aquel inmenso bosque, sería bastante cómico el hecho de que alguien le comentará sobre lo que sucedería más adelante en su camino. Seguramente Owen se lo tomaría con algo de arrogancia, o quizás se sorprendería de lo inesperado que llegara a ser; posiblemente, una vez sabido eso, nada de lo que actualmente estaba sucediendo se haría realidad. Mejor no pensar en algo así, ¿cierto?... La chica que una vez sostenía con sus manos el cuerpo del rubio se alejó del mismo, dejando escapar algunas tentadoras y totalmente ciertas palabras. – Sería algo desconsiderado de mi parte, por supuesto. – Indicó mediante un tono de voz suave, con mera efusividad. Se mantuvo en silencio por varios segundos, pensativo, completamente calmado; no deseaba hacer esperar a la mujer, pero necesitaba indagar entre sus decisiones antes de realizar cualquier acción que no se tornara necesaria. – De acuerdo.



Abrió sus alas en cuanto se conocía la corta distancia en las que ambos se encontraban, envolviendo levemente el cuerpo de la chica, quedando ambos “ocultos” entre el plumaje del ser alado. – Sasha… – Murmuró. Sus manos, extrañamente libres de humedad, comenzaron a deslizarse por su cintura a la misma vez que su complexión se acercaba más y más a ella. Resbalando suavemente hasta que sus palmas se encontraron, situando sus brazos alrededor de la joven acercándola lo más próximo que podía hacia él. – Sasha – Mencionó nuevamente, ahora posicionando su frente junto a la de la mujer, sin siquiera haber apartado la vista de su mirada durante todo el transcurro de sus acciones. – Es curioso ¿no? Por nada del mundo habría pensado que nos encontraríamos en tales circunstancias. – Al fin pudo realizar una sonrisa en su rostro después de tanto… tenue, pero agradable a fin de cuentas. – Dudo que pueda dejar de pensar en ti luego de que acabe este día. – Sucedieron varios hechos a lo largo de la jornada… Aquella mañana llena de espíritu, llena de energías para poder entrenar como de costumbre; aquel ciervo tan llamativo e interesante; aquella mujer endemoniadamente preciosa y serena; ese tiempo tan altivo y aparentemente inoportuno… todo eso para, al fin, poder conseguir lo que desde un principio durante el primer vistazo a la fémina quería hacer. Dirigió su boca hacia la de la contraria, fundiendo sus carnosos y sabrosos labios húmedos con los de ella para poder saborear uno de los momentos más dulces que dos personas podrían experimentar. Ante el movimiento, sus brazos empujaron con facilidad la espalda de la chica, notando su propio busto en el atlético torso del muchacho. Pero algo detuvo su avance.

Me siento realmente excéntrico a causa de ti… Es decir, normalmente ya habría actuado con más “violencia” que de costumbre al tener una presencia tan cautivadora como la tuya. Algo hace que me detenga… ¿Inseguridad, quizás? No lo sé – Volteó la mirada por un segundo al interior de la cueva – El Ángel que hace poco conociste… tan reservado y delicado… es posible que desaparezca de tus ojos por ahora. – Sus palabras sinceras provocaron una seria mirada en la faz del rubio, intensificando el fuego interior que ardía con extrema coacción. Cada segundo que pasaba cerca de ella aumentaba el calor corporal del Ángel, un calor no agobiante... pues la temperatura que mostraba era bastante normal. La observaba con aquella típica mirada de párpados entrecerrados, alejados de un sentimiento de desgana, sensuales y altamente hambrientos.

"Y así... volvió a extender sus alas con furor, esparciendo sus plumas alrededor de ambos"
Owen Hawk
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Mensaje por Sasha Alexeyevna Miér Jul 27, 2016 6:43 pm

Y entonces…lo que aconteció fue capaz de dejarla totalmente fuera de eje. En esos instantes venideros su respiración fue entrecortándose tan solo un poco, lo suficiente como para que se pudiese notar muy a simple vista el propio nerviosismo de una mujer que jamás había estado en esa situación nunca antes en su existencia. Que tonta se sentía por no saber cómo reaccionar apropiadamente o bien, por arruinar el momento, ambas variantes tan complicadas en su haber. ¿Qué hacer?, ¿Qué decirle?, no tenía respuestas a sus interrogantes y por si fuera poco ahí lo tenía…Un primer vistazo general bastante lento fue lo suficientemente capaz de darle a entender que ese hombre contaba con un alto atractivo en cada centímetro de su cuerpo, siendo que era la fiel representación de lo que un hombre debería ser, así de atractivo y viril o al menos es lo que seguramente más de uno coincidiría en opinión. Demonios…solo fue cuestión de verlo para un ligero cosquilleo se apoderase de su frágil cuerpo y experimentase una sensación bastante peculiar jamás antes vivida, vaya la redundancia.

Por otra parte, mantuvo esos rosáceos labios apenas separados, tal brillo en su mirar y un profundo sonrojo en las mejillas nacaradas ni bien tomo conciencia de lo que estaba viendo, una verdadera obra de arte a la creación, sin embargo, la vergüenza pudo más con ella, siendo que automáticamente desvió hacia otro punto la mirada sin poder pronunciar palabra alguna aunque así lo quisiera. Sin ir más lejos, volvió a verle fijamente cuando sintió tal aproximación en lo que por instinto, sus manos se apoyaban con suavidad sobre los hombros del rubio, cerrándose lentamente entorno a estos…Era irresistible, pues experimentar como aquella piel cálida rozaba constantemente contra la suya, incrementaba enormemente las ansias de continuar así, igual o potenciarlo, quizás, tal osadía no podía ser pasada por alto…En ese momento, deseaba continuar a su lado, o mejor dicho entre sus brazos. Tan fuertes y protectores, la prisión más cálida que jamás había experimentado…Peligroso era también, ya que cada incitación funcionaba como una especie de toxina que iba carcomiendo la voluntad de Sasha, ¿Cómo negarse?, ¿cómo hacerlo cuando semejante hombre estaba incitándola a más con tan solo observarla?.

—Ejerces más en mi de lo que crees— Confesó en un tono de voz sutil tras atender a sus palabras aunque sin esperarse realmente aquel beso que logró arrancarle una mirada de total sorpresa. Sus ojos se entrecerraron mientras permitía aquello, la unión de sus labios con los ajenos que resultaban tan potencialmente adictivos como venenosos, siendo esto último en un alto sentido figurado…Eran suaves, cálidos y algo húmedos naturalmente, condiciones que generaron una breve alteración en la respiración de la diosa, ya que en su mente se instauró una sola idea o cuestión; ¿Qué se sentiría experimentar esos labios en cada centímetro de su cuerpo?. Una tortura tan deliciosa como bien deseada, si, de eso cabía duda alguna. Él fue capaz de congelar su pensamiento, sus dudas o incertidumbres en un solo instante en que, tras ese beso, los instintos tomaban las riendas de la situación. En lo que duró, la fémina apretó cuidadosamente los hombros de este a modo de reacción, sin pensarlo ni tampoco planearlo. —Owen…— Susurró con la misma forma melodiosa de hacerlo ni bien pudo hacerlo, recobrando el aliento. Sonrió con ligereza pero atisbos de picardía tras la “advertencia”, siendo que entonces se decidió a tomar la palabra sin demasiado preámbulo.

—No sé porque terminamos aquí y así, mucho menos en estas circunstancias, pero…quiero más de ti. Permíteme la osadía de poder detener el tiempo para ti, al menos el tiempo en que estemos aquí dentro— Susurró, amenazando con besarlo pero solo acortando las distancias con el rostro significativamente ante aquel velo o manto de bellas plumas que solo potenciaban la belleza de esos seres. —Cambies como cambies a partir de ahora, no hará que tengas una negativa de mi parte, no a este punto en el que llegamos— Prometió de manera seductora, con leves atisbos de timidez aun, pero dejando en claro que hasta en momentos así, ese lado propiamente de mujer emergía naturalmente, después de todo…no era ninguna niña. Aquellas manos que se mantuvieron sobre los hombros del inmaculado ángel, fueron deslizándose en perfecta sincronía por los brazos de este, recorriéndole con las yemas de los dedos de manera realmente lenta pero sin pausa, siempre respetando el camino descendente que ofrecía la posición en la que ambos se encontraban, al menos hasta donde podía llegar que no era demasiado.

—Owen, ahora solo quiero que puedas pensar únicamente en mi— Solicitó como buena caprichosa, algo egoísta quizás pero demandante a fin de cuentas, lo que no la privó de llevar la diestra hacia la mejilla ajena y sin más, volver a besarle siendo que ahora era ella la que tomaba la iniciativa sin ningún tipo de problema. Probar esos labios, otra vez, era como tocar el cielo con las manos, pudo sentirlo en todo su cuerpo…ese calor “devastador” que se apoderaba de sus sentidos para dejar toda limitación a un costado. En primera instancia, con la punta de la lengua lamió el labio superior del rubio, para finalmente dedicarle un beso más intenso, devorando esos labios como si fuesen la fruta más deliciosa pero a la vez prohibida de la creación…Ladeó el rostro hacia el lado contrario, solo para profundizar un poco más la acción en sí. No podía dejar de pensar en él bajo ningún punto de vista, no ahora.

La mano que rozaba la mejilla ajena fue desplazándose hacia la nuca del mismo, sitio que tomó como blanco para otorgar lentas caricias en lo que por consiguiente, enredaba sus delicados dedos entre los dorados cabellos de su acompañante. Cabía destacar que los besos aunque profundos, eran tranquilos, lentos, pues realmente estaba tomándose el tiempo necesario para saborearlos como si no tuviese otra oportunidad de hacerlo. Solo cortó aquel beso cuando necesitó algunas “gotas de aire”, sin embargo, continuó otorgándole besos fugaces en los labios, diminutos pero no por eso menos dedicados a su persona. —¿Por qué me haces esto?, vas a volverme loca y en buenos términos— Susurró a nueva cuenta, empezando a trazar un pequeño recorrido desde sus labios hacia el lado derecho, también con besos suaves que partieron desde la comisura hacia la mandíbula, para ir descendiendo en sincronía a la mano que abandonaba la nuca para delinear la espina dorsal con un par de dedos, siendo que así, la boca de la diosa terminó hallando un punto de descanso en el cuello del guerrero.

—Una delicia— Musitó como mención final en clara referencia a él, besándole el cuello de momento suavemente, aunque en otros instantes ponía un poco más de intensidad variable, solo para retornar a la misma calma anterior y así proseguir aleatoriamente. Por ese entonces, las manos de ella no se cansaban de acariciar tal espalda tonificada, para sin más depositar un último beso a la altura del corazón, procediendo a abrir lentamente los ojos. Si, absorta se encontraba en cada roce que la hacía estremecer, quería o deseaba devorarlo a besos, recorrerlo con caricias una y otra vez hasta perder la razón entre sus brazos. —Es lo que quiero, nunca estuve en esta situación con nadie— por si había lugar a alguna duda por la otra parte, dejando en claro que estaba decidida a continuar, a poder presenciar entonces esa otra faceta del ángel…una que la llenaba de curiosidad, de intriga.

Ya no le importaba demasiado la tormenta que estaba desatándose afuera, ni tampoco el sitio poco convencional o el hecho más impactante que era conocerlo recientemente…No, ese ángel tenía aparentemente un don para tentar, para llevar a otros seres a cometer o recaer en ciertos “pecados” y era una locura, una verdadera locura o dulce ironía, dependiendo la perspectiva por donde se lo viese. Finalmente, elevó el mentón para encontrarse una vez más con esa mirada tan seductora, impía pero divina a la vez, rompiendo con cualquier parámetro de lo establecido ya. Sonrió, sí, pero no sin antes morderse el labio inferior en un gesto bastante sutil e inesperado, casi sin pensarlo por obvio nerviosismo normal…¿Cómo no sentir nervios?, ese hombre intimidaba con su sola presencia, con cada palabra o caricia, él era adictivo…para su desgracia era totalmente adictivo.
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Mensaje por Owen Hawk Vie Ago 05, 2016 9:21 pm

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Mensaje por Sasha Alexeyevna Dom Ago 14, 2016 12:17 am

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