De dragones y honor - Parte 1: Tormenta y Luna [Privado. Kanu Doragon]

Dicen que un dragón puede reconocer por el olor a su futura pareja.

Esas palabras no son algo que haya escuchado a la pasada mientras andaba por el mundo haciendo lo que podía para sanarlo de su putrefacción y sarna, que contaminaban todas las buenas acciones de las personas y las desvirtuaban hasta hacer que fueran meras bromas de mal gusto que beneficiaran solo a unos pocos hijos de puta. Son algo que ya tiene bastantes años de que lo conozco, varias veces oído de boca de mis padres cuando, en uno de sus arrebatos de sacarina ternura cuando creían que nadie los estaba viendo y que podían hacer sus arrumacos amorosos en la tranquilidad del hogar.

Asco infantil y adolescente aparte, esas fueron palabras que siempre se me han quedado grabadas en la consciencia y que siempre quise saber su verdad o, en caso contrario, desmentirlas por ser algo ilógico y sin sentido. Podría decirse que, con todo lo que he visto, yo no debería creer en nada de lo que sucede en este mundo pues es algo que funciona bajo la ilógica corrupta del poder que es una de las mayores fuerzas que existen, ademas de que soy una paradoja en si misma debido a que por mis orígenes no debería ser lo que soy. Posiblemente en mi linea familiar, sea paterna o materna, ha habido algún abuelo o algo por el estilo que podía controlar la electricidad, pero no es algo que pueda saberse porque no he investigado gran cosa sobre esos temas. Ya suficiente es saber que soy hijo de unos buenos padres que pueden usar el hielo y el fuego.

Hermosa triada elemental: Padre y madre usuarios de hielo y fuego respectivamente, con un hijo usuario del relámpago. Bastante equilibrado, y con personalidades que no son precisamente el reflejo exacto de las que corresponden a tales elementos. Bueno, cualquiera podría decir que yo era directo y bastante rápido para hacer las cosas antes, pero ahora... Ahora solo quiero un poco de paz y tranquilidad.

Eso es lo que ahora mismo me trae a un lugar de Tempus que siempre visito cuando puedo, porque es uno de los únicos lugares del Tempus continental, sino el único, que no es un maldito banco de nieve eterno con el frío que caracteriza a tales zonas. La Pradera Keish es un buen punto de entrenamiento en el que me gusta estar cuando tengo el tiempo y solicito el permiso adecuado para poder salir del Dominus Castle, casi siempre algo que es difícil de conseguir debido a que las labores de un Militans implican que su presencia sea casi permanente como un guardián mas en la tarea de proteger el hogar del Lord, su dueño y a todos los que habitan en el mismo.

En si mismo, no es tan solo un punto agradable para practicar mi esgrima por cuenta propia, debido a la presencia de animales que podrían ofrecer un reto a muchos, sino que también la tranquilidad de este lugar y su armonía lo convierten en mi zona predilecta a la hora de sentarme a meditar por un momento con el fin de pensar en las preguntas que mas rondan mi cabeza, tarea introspectiva que me ayuda a hallar las respuestas en mi interior. Cualquiera diría que, en si mismo, esta es una tarea que implica conocimientos religiosos pues con esta meditación busco alcanzar la iluminación, pero por decisión propia he tomado por valido que soy alguien netamente laico y ateo, pues no veo un gran valor en las enseñanzas espirituales que no se relacionen con lo que yo mismo logro encontrar por voluntad propia.

He ahí la razón por la que no tengo una buena visión de los organismos religiosos de este mundo, pues poseen reglas que fueron escritas por hombres con falta de propiedad y que creen que porque ellos digan algo las masas incultas creen que un dios habla. No, realmente no soy muy amigo de los dioses, pero puedo entender que algunos consideren que las respuestas se hayan en los brazos protectores de un ser que, con todo respeto, bien poco le importa lo que ocurra con unos mortales que tratan de llamar su atención con sus chillidos irritantes.

Igualmente, esta meditación a la que me someto, mientras los emisores de plasma de mis Ame-no-Murakumo descansan sobre mis piernas cruzadas con el fin de tener fácil acceso a mis armas si es que hay alguna amenaza, tiene como objetivo secundario el entendimiento mayor de todas las capacidades que mi cuerpo posee, pues siempre estoy en busca de los limites a los que puedo operar y que ocurriría si llegase a alcanzarlos. Eso, incluso, tiene que ver con mi capacidad imaginativa pues mi habilidad principal, la que consiste en crear y moldear relámpagos como dragón de las tormentas que soy, tiene un mayor rango de función mientras mas grande sea mi capacidad para pensar e imaginar nuevas posibilidades de uso.

Otra de mis habilidades, algo considerado ya como un suceso normal en dragones de mi clase, tiene que ver con mi curiosa aptitud para acelerar la percepción de las cosas que ocurren a mi alrededor por un momento, una especie de overclocking de mis sentidos para que funcionen mucho mejor de lo que normalmente lo deberían hacer cuando mi mente está completamente concentrada en la tarea de prestar atención al mundo, y ¿Que es la meditación, sino el momento en que mi mente se sumerge en la tarea de conectarse con mi interior y con todo lo que me rodea para alcanzar un estado superior?

Por eso es que habia estado oyendo pasos, mientras mis ojos estaban cerrados. En si mismo, esta aceleración en el momento de percibir las cosas funciona mucho mejor en el ámbito visual, pero de por si cuando se está callado y sin hacer movimiento alguno, es mucho mas fácil prestar atención a ruidos y sonidos ajenos a los que realiza el cuerpo de uno, y a su vez es bastante mas fácil el reconocer los orígenes de tales sonidos. En este caso, no es lo que uno normalmente acostumbra a oír cuando se está rodeado por animales, pues el sonido de pasos corresponde mas al de una persona. Supongo que, de cierta forma, es menester que corte prematuramente mi meditación para recibir a este allegado, pero no abriré mis ojos, no en este momento en que podría llegar a tener un dolor de cabeza al querer entender un mundo que va mas lento de lo normal.

-Mis disculpas si no abro los ojos o me pongo de pie, desconocido.-Comencé a decir, teniendo particular cuidado de pronunciar las palabras de la manera mas relajada posible, pues no quería forzar mi habla y dar una impresión errónea. Todo sea culpa de esta percepción acelerada que me hace pensar que las cosas van mas lento-Preferiría seguir así por un rato mas. Pero he aquí que hay una pregunta mas importante en mente: ¿Vienes en paz o con ánimos de pelea?

Las praderas Keish era uno de los sitios preferidos de la Teniente Doragon. La primera vez que piso este lugar Kanu Doragon no pertenecía a la marina de Tempus, ni a nada del gobierno en sí. Desde que sus pies tocaron este terreno hermoso, pacífico y con una brisa que podía encandilar a cualquiera con esa sinfonía de olores, supo que sería el lugar perfecto como hogar propio.
Doragon creció en un santuario en Spatium, cercana a Wutai pueblo marinero como cualquier otro pero con una alegría en sus habitantes que se contagiaba constantemente. No conoció la existencia de su familia verdadera hasta muy entrada en años pero para Kanu Doragon, aquellos niños sin hogar recogidos en el santurario, eran su familia.
Su trabajo en ese momento consistía en cuidarlos, enseñarlos y procurarles un buen hogar a todos los que podía. Este último objetivo fue el caso que la llevo a este hermoso lugar

Sirie y Saira eran dos hermanos que fueron acogidos en el santuario. Sirie de mayor edad que Saira llego apenas con 4 años al cuidado de los sacerdotes y monjes, en cambio la pequeña Saira apenas tenía 2 años. La historia de ambos fue demasiado triste. Su padre era un buen marinero, de los mejores del pueblo Wutai pero un día no regresó más de su trabajo, su esposa en cambio supimos que cayó enferma y literalmente murió de pena por la desaparición de su esposo. No había más familia que los cuidara así que Kanu los recogió en nombre del santuario.

Eran unos hermosos niños así que no tardó en encontrarles familia, pero algo lejos de donde ella estaba. Con la felicidad de encontrarles un buen hogar a ambos, viajó junto con un responsable del santuario a Tempus para entregar a los niños en la nueva familia y dicho sea de paso, supervisar que todo estaba correcto. Así fue como llegó a las praderas Keish. Aquella familia tenía una linda casa en las praderas y prácticamente tenían una especie de granja propia en donde trabajaban y cultivaban alimentos que luego vendían en las grandes ciudades.

Poco queda decir de esta historia que acabó más que bien para todos, pero Kanu sabía ella sentía que este lugar tenía guardado algo especial para ella. Llámenlo presentimiento, llámenlo sueños premonitorios o solamente una locura, un sueño fantástico que le hacía sentir ilusión por el lugar. Fuera como fuese amaba la paz rudimentaria del sitio en contraposición a la tecnología y estrés que podía a veces causar las enormes ciudades y como no, su ahora trabajo.

El viento trajo un aroma nuevo en el lugar, algo que hizo que la dragona de cabellos violetas sintiera un suave escalofrío que podía estremecer hasta su armadura interna de dragón. Se movió jugando en el aire sonriendo a quien tenía en sus brazos mientras vestía aquellas cómodas ropas que usaba en el santuario. Una camisa blanca cruzada de hombros sueltos y una hakama de color rojo intenso escarlata.

Al seguir dicho aroma parecía que alguien había llegado antes que ella, aunque conociendo la velocidad de estos hijos del viento tenían, no le extraño mucho pero si lamento por la reacción el no haber llegado mucho antes que él.
Algo diría aquel que estaba estirado sobre la pradera que se llevó tremenda patada en el muslo de parte de un jovencito de 7 años y ojos rojizos como la hakama de Kanu.
-¡De guerra por supuesto! ¡Fuera de la casa de mi hermana mayor! ¡Intruso! – Gritó enfurecido como fierecilla Sirie mientras que Kanu descendía del cielo con la pequeña Saira en brazos.  –Ya basta Sirie no está bien por tu parte hacer eso que has hecho ¿Dónde están tus modales? –Kanu dejó a la pequeña en el suelo la cual de inmediato se escondió tras aquella falda dividida mirando al extraño con sus enormes ojos azules. Kanu unió sus manos y se inclinó para disculparse con el joven que estaba echado sobre la hierba. – Disculpe al pequeño señor, a veces se toma demasiado a pecho los juegos.  –Dijo en un tono amable y algo apurada por el comportamiento de Sirie que parecía que no iba a torcer su actitud. –Pero hermana está en tu casa sin permiso. –Kanu fijo con seriedad sus ojos verdes en el pequeño y levantándose de nuevo en erguida postura posó a diestra sobre la cabeza del joven protestón. –Esta no es mi casa aún Sirie, apenas tengo permiso de la ministra para ocupar el terreno pero nada más lejos de eso que no pueda alguien disfrutar de ese buen lugar. Ve y discúlpate inmediatamente con el señor.-
Y así lo hizo Sirie aunque con la boca pequeña pronunciando algo que tanto su hermana mayor le enseñó como ahora sus padres le reitera… constantemente de hecho. Por su lado la pequeña Saira de 5 años solo miraba al joven con curiosidad, aferrada a aquella tela roja que usaba para esconderse.

Mis ojos estaban cerrados en estos momentos, mi mente enfocada en percibir mas sobre lo que me rodeaba y ver si mi shingan, mi ojo de la mente, podía obtener mas datos sobre aquellas personas que ahora me hablaban. Una sonrisa apenas visible era lo que mas podía notarse en mi rostro impasible e inmutable con respecto a lo que, francamente, podía tomar como un desafío basado en un arrebato inconsciente nacido de la mente infantil de aquel niño que estaba queriendo hablarme. No mucho mayor de diez años, tal vez, pues cualquiera que es así de joven no conoce aun los pormenores mas sutiles del respeto y la capacidad para pensar de manera analítica y actuar de forma estratégica y decorosa cuando se presentan situaciones de una índole inesperada.

Claro, es un niño pequeño. ¿Porque habría él de mostrar madurez mental cuando cree que puede llevarse el mundo por delante? Es mas fácil pensar que la voluntad que uno muestra es lo suficientemente grande como para llevar adelante todos los deseos que uno posee en esa temprana edad? Es adorablemente inútil que piense ser capaz de luchar contra un guerrero ya entrenado, alguien con practica y años de experiencia en el uso de un arma que bien podría ser mortal en las manos adecuadas y que, en caso de ser tomada por alguien sin entrenamiento lo convertiría mas bien en un peligro para si mismo y para los que le rodean.

Heh, querer luchar no es lo mismo que saber hacerlo correctamente, después de todo.

-Ara ara... Un joven guerrero buscando pleito, parece ser. Un samurai no puede dejar pasar un reto de esa clase, o sería considerado un acto de cobardía.-Susurré con lo que bien puede considerarse un tono de voz ligeramente sarcástico, abriendo mis ojos al final para ver quien era el... "valiente" que habia dicho que venia en busca de guerra-Un duelo a "muerte" puede solucionar estas cosas, ¿no lo cree usted así, Miko-sama?

Vamos, no es como si ella fuera una miko realmente, pero su ropa era la misma que usan las sacerdotisas encargadas del Santuario en Spatium, lugar que yo he ido a visitar en ocasiones. Se que también hay mikos ocupadas de templos menores en Oishi y otros lugares del mundo, uno de aquellos que conozco siendo conocido como el "Templo de los Lobos", zona en la que se aglomeran algunas familias de semidragones encargadas de tareas eclesiásticas. No puedo entender, igualmente, como es que un lugar donde viven muchos dragones se llama "Templo de los Lobos", pues son dos animales diferentes. Es... curioso en gran medida, y un misterio a resolver a futuro, pues puede que requiera que hable con aquellos encargados de mantener el lugar y que a su vez ofrecen los servicios relacionados normalmente atribuidos a sacerdotes y sacerdotisas.

Mirar a mi alrededor con mis ojos abiertos ciertamente ofrece un panorama diferente a todo. Si, sigo estando bajo mi árbol, aquel al que habia elegido para convertir en mi techo temporal mientras ejercitaba mi mente y mis demás sentidos en mi búsqueda de la iluminación, en la búsqueda del mushin, la ausencia de mente anterior a una pelea que elimina cualquier emoción y sentimiento con el fin de canalizar todo en la dirección de volverme la mas eficiente maquina de combate que pueda haber jamas. En si mismo, no se diferencia mucho del sunyata, pero presenta la diferencia en que el sunyata es la ausencia de deseos terrenales y uno de los pasos inmediatos a la iluminación, mientras que el mushin es... bueno, es una forma resumida del Meikyo Shisui que guía los movimientos de un bushi.

-¿Y tu quien eres, pequeña? ¿Eres la hermana del pequeño guerrero?-Pregunté, inclinándome un poco en dirección a la jovencita que estaba temerosamente oculta tras las faldas de la sacerdotisa, tratando de adoptar una postura mas relajada para que ella viera que no tenia intenciones malignas con ella y con quienes le acompañaban-Ah, sea como sea. Es justo que el pequeño guerrero, quien busca el duelo, sea quien elija las armas que usará.

Vamos, como si realmente fuera a pelear en serio contra un niño. Eso sería una falta de respeto para todos los presentes y para mis maestros del camino de la espada. A lo sumo iba a jugar un poco con el, sacudirlo un poco de un lado al otro, pero no iba a buscar lastimarlo o cobrar su vida por haber querido pelear conmigo. Sería muy infantil e inmaduro de mi parte si actuara de esa manera solo porque el niño quiere sacarme a patadas de lo que él considera la casa de la mujer por la que obviamente tiene un caso leve de enamoramiento.

Aquella situación no dejaba de ser un tanto absurda, quizás graciosa y un poco embarazosa. Kanu estaba algo preocupada observando las reacciones de la pequeña Saira, que estaba aferrada tirando de su falda roja, notando como la ropa se le iba hacia abajo por aquel lado, un tanto incomoda por los arrebatos de movimientos, en aquel juego de escondite. – ¿Te da miedo el señor? – Preguntó susurrante la dragona a la pequeña, mientras le acariciaba la cabeza intentando calmarla. –No te preocupes, no te hará nada, más bien es tu hermano el que es todo un peligro aquí. –Prosiguió Kanu, regresando sus verdes ojos sobre el pequeño protector familiar el cua respondió gruñendo como si fuera un pequeño dragón.

Aquel individuó por fin realizó comentario hacia los ataques infantiles de Sirie y ante ellos, no pudo evitar arquear una ceja observando al adulto. -¿Ah? … Are are no soy Miko-sama mi nombre es Kanu Doragon. –Dijo seria Kanu sintiendo como aquel joven se estaba burlando de su atuendo. Cierto era que ese clase de uniforme de sacerdotisa le decían así, pero era el uniforme que solía usar cuando vivía en Spatium en el santuario. Kanu Doragon no tomó el rumbo del oficio de sacerdotisa como tal, pero estaba criada por monjes y sacerdotes, en su vida los actos del santuario estaban muy presentes, las oraciones, la meditación y muchas cosas más, era normal verla en sus rato libres del gobierno, con atuendos de esa índole.

-No creo que eso sea la mejor solución, permítame decirle. –indicó mientras pasaba el brazo por el cuerpecito de la pequeña mientras la tomaba en brazos y la alzaba, protegiéndola al ver como se dirigía el individuo hacia ella. Pero la pequeña Saira no era la única que estaba nerviosa, por alguna razón, aquel ser ocasionaba en la dragona una especie de nerviosismo, que por suerte era interno y no dejaba aflorar abiertamente, al menos aún.

-Disculpe de nuevo la molestia, pero si van a jugar, las armas bien lejos… -Finalizó Kanu acurrucando a la pequeña en sus brazos para que se sintiera protegida y traquila. Saira por su lado, dio un gran suspiro y acto seguido, aun estando en brazos de Kanu, extendió un brazo hacia el joven, con la intención de tocarlo. –Hermana no se confraterniza con el enemigo. –Dijo el joven guerrero Sirie, logrando que Kanu lo mirase con asombro al escuchar que tal frase salía de la boca del niño. –Sirie… ya está bien, no vamos a pelear. –El joven Sirie pateo la hierba de la pradera con fuerza y de forma inútil, mientras desahogaba su frustración antes de caerse sentado de forma abrupta. –Está bien, pero si no es malo… ¿Por qué pone esa mirada amenazante? –Preguntó el pequeño obligando a Kanu que fijara sus ojos verdes en el joven para comprobar todo lo amenazante que era.