Encuentro con la diosa del fuego y la pasión. (Priv. Cerinea)

Un nuevo día, una nueva oportunidad para ampliar sus conocimientos sobre combate cuerpo a cuerpo, espada o cualquier arma con la que le hicieran practicar en el coliseo. Sus estudios habían acabado bien, había conseguido salir con matrícula y con muchas recomendaciones o lugares donde le invitaban a ir a continuar con sus estudios y estudiar para sacarse una profesión. Pero aquello no encajaba con los planes del draken sobre convertirse en un gran guerrero, famoso en todo el mundo. De modo que dejó aquello aparcado, sabiendo que siempre tendría aquella puerta abierta. Pudo concentrarse más en entrenar en el coliseo, lo cual hacía tres o cuatro veces por semana y hacía de dos a tres "actuaciones" por semana. Su aspecto draconiano y "lindo" le habían echo ganarse un pequeño club de "fans" sobre todo de mujeres. Aunque aún no era un gladiador lo suficientemente bueno para ganarse la vida con aquello, ya empezaban a llamarlo con apodos y rara vez le hacían perder un combate y si sucedía el rival quedaba bastante maltrecho o ganaba haciendo alguna trampa. Claro que todo aquello era solo simulado, usando armas trucadas, sangre falsa y todo lo demás.

Aquel día había sido uno en los que habían "combatido", el entrenamiento previo había sido solo para recordar todos los movimientos ensayados con un tipo enorme y musculado que iba con un taparrabos de piel, un escudo, una espada corta y algunas correas de cuerpo por el cuerpo para marcar sus músculos. A Toru lo habían vestido con un diminuto taparrabos dorado que siempre solía llevar, con una tela tan fina que casi se trasparentaba, algo que ruborizaba mucho al draken, pues notaba las miradas de sus admiradoras y algunos admiradores clavadas en él. Por suerte como draken que era todo lo "importante" de ver, estaba oculto bajo su piel, que era de un pelaje fino y corto que cubría todo su cuerpo. También llevaba unos brazaletes y espinilleras de cuero marrón claro con adornos dorados y una especie de fino yelmo de metal plateado que cubría solo la frente y las mejillas, dejando el rostro y la parte superior de la cabeza al descubierto, donde despuntaban sus cuernecitos blancos que habían sido debidamente limpiados y pulidos para la ocasión. El combate fue intenso y el coliseo se animó con el combate de ambos contrincantes. Las apuestas se sucedían y todos animaron a su luchador favorito. Toru fue el vencedor de aquel combate y sus animadores chillaban para conseguir un saludo del guerrero. Justo cuando se disponía a meterse por unas de las puertas que llevaban a los vestuarios de los gladiadores. la calló un trozo de tela en la cara. Pensando que sería un pañuelo lo cogió y lo miró agitándolo agradecido hasta ver que era ropa interior femenina. Se ruborizó hasta la punta de las orejas y desapareció entre las carcajadas y los consejos de muchos hombres que le indicaron como actuar con la joven a la que perteneciera aquella prenda íntima. Ahora debía darse prisa para salir del estadio, recoger sus pertenencias que había dejado en los vestuarios y coger un barco en el puerto que lo llevaría a Chaos, donde lo esperaba una misión. A veces realizaba ciertos encargos para irse ganando renombre como guerrero, ayudando a la gente. Era en otras palabras un mercenario, aunque al contrario de muchos de aquellos, Toru solo aceptaba las misiones que creía justas y con las que ayudaría a gente que estuviera realmente en apuros.

El viaje a Chaos resultó tranquilo, ya había echo aquel viaje muchas veces y conocía al capitán de aquel barco. Después de unos días, llegó al puerto de su destino, recogió sus pertenencias y fue al puerto, para comprar algunas provisiones he informarse para tomar el rumbo a su destino. Algo más de una hora después, Toru caminaba por el sendero que atravesaba el bosque, ya conocía aquel camino, lo había tomado ya algunas veces para cumplir alguna misión simular a la que debía hacer dentro de unos días. Iba con la ropa normal que solía usar siempre, un taparrabos de piel blanca, un cinturón de cuero donde llevaba su espada y un chaleco de cuero de mangas cortas. Aun sentía como se le ruborizaba el puente del hocico por lo que le había pasado días atrás en el coliseo. Le apetecía darse un baño en las aguas termales naturales que conocía y de paso estirar un poco los músculos manejando un poco la espada, pues nunca venía de más mantener pulidas las habilidades adquiridas. Se quedó desconcertado cuando se encontró con un enorme árbol caído en mitad del sendero que siempre había cogido para ir a las termas. Rodeó el árbol y atravesó por el bosque, un sitio por donde nunca había pasado pero se orientaba bien y sabía que solo debía seguir recto para llegar de nuevo al sendero y a las aguas termales, que no quedaban ya muy lejos. Entonces llegó a un pequeño claro que no conocía, el lugar estaba despejado de árboles y había rocas o mojones como se los llamaba colocados en círculos. En uno de los extremos había unas grandes rocas naturales, unos cuantos escalones llevaban a la parte superior de lo que parecía un antiguo altar. Toru subió y examinó las tallas en la pared de roca. Había una llama esculpida con cuidado y lo que parecía la figura humanoide de una mujer, aunque tan desgastada que no se veían rasgos detallados.

-Vaya, que asombroso... Esto debe ser muy muy antiguo...- Se dijo a sí mismo el draken. Al ver unas marcas negras en la base de la talla, pasó los dedos, que se le ennegrecieron un poco.- Buen sitio para hacer el fuego, y no queda muy apartado de las termas...- dijo mirando en dirección a las mismas. A unos metros, entre los árboles y matorrales se veía otra formación rocosa mayor, donde estaban las termas.- Bueno, prepararé aquí mi campamento para pasar la noche, es un terreno mejor que el de las termas.- Se dijo a si mismo, levantándose y sacudiéndose las manos, antes de ponerse a preparar el lugar.

Lo primero que hizo es preparar su tienda de campaña asegurándose de que no hubiera piedras o ramas que pudieran molestarle. Luego cogió piedras he hizo un círculo en la marca de los antiguos fuegos en el altar. Recogió leña y algunos vegetales y plantas comestibles para acompañar a sus provisiones. Dejó la madera reunida a un lado del altar y puso la suficiente para hacer el fuego, con yesca seca que había recogido. Frotó el pedernal hasta pender una chispa en la yesca y poco después empezó a arder el fuego. Sintiéndose a gusto y libre, sabiendo que aquel lugar no era muy frecuentado, se quitó toda la ropa y la dejó a un lado. Empezó una serie de estiramientos, delante del fuego, que le ayudarían a relajar los músculos mientras pensaba en como preparar el pescado con las hierbas aromáticas que había encontrado. Un poco de estiramiento, una buena comida, un baño y entrenar con la espada y otro baño. Parecían un plan estupendo antes de seguir con su viaje y cumplir con su misión.

Lo que menos esperaba el draken era encontrarse con alguien en mitad de aquel claro, ya de por sí el sendero que había tomado no era muy frecuentado, de echo pasaba tan poca gente que no había ladrones o salteadores de caminos como ocurría en caminos más importantes y frecuentados. Estaba de espaldas al fuego, flexionando el cuerpo, haciendo estiramientos que le provocaban una leve molestia, pero sabía que si no se esforzaba más allá de sus límites actuales no podría avanzar hacia su meta. Probó a abrirse de piernas, un ejercicio doloroso e incómodo pero no lo consiguió del todo, notaba los músculos y los tendones tensos, sobre todo en la zona de las ingles. Se incorporó mientras estiraba un poco las piernas y se inclinaba hacia delante, llevando las manos a los robillos y trataba de bajar la cabeza para tocarse lo pies con la frente, algo que tampoco era capaz de hacer aún.

Cuando las llamas de la hoguera que había hecho aumentaron, agitó una de sus orejas hacia atrás y miró de reojo frunciendo el ceño. Supuso que fue debido quizás a un cúmulo de resina en la madera, pues la resina era inflamable. No prestó más atención al fuego, sin fijarse en la figura que iba formándose en las llamas y siguió practicando sus ejercicios. Al estar desnudo no había nada que le molestara o incomodara para poder estirarse. Más de una vez había tenido problemas en el coliseo cuando alguna correa, el cinturón del taparrabos o la vaina de la espada lo habían puesto en peligro de recibir un mal golpe de un compañero. Estaba gruñendo un poco al esforzarse en flexionar de nuevo el cuerpo para tratar de tocarse los pies con la frente, manteniendo la cola en horizontal al suelo para mantener el equilibrio y no caerse hacia delante. Justo cuando se estaba incorporando escuchó una voz a su espalda. La voz sonó tan de repente, tranquila y suave que fue peor para el draken, que lanzó un grito sobresaltado, dando un salto de un metro en el aire mientras se giraba a toda prisa. Instintivamente, después de ser concienciado por sus compañeros gladiadores en los vestuarios, se llevó las manos a la entre pierna para taparse. Se dio cuenta de lo estúpido de aquello y retrocedió un par de pasos, con el pecho agitado por la respiración entrecortada y las manos preparadas para defenderse de un ataque. Escuchó las palabras de la mujer, pero su cerebro tardó unos segundos en procesar la información, pues estaba tan sobresaltado que aún estaba asimilando que una mujer parecía haberse materializado de la nada. Parpadeó confuso, al menos aquella mujer no parecía dispuesta a atacarle, trató de calmarse un poco, llevándose una mano al corazón, que aún saltaba en su pecho.

-Oh…ah… ¿Qué? ¿Llamado?- Preguntó totalmente confuso, con las orejas un poco gachas.- No se…-Tragó saliva sin saber que decir, por fin había llegado a su mente aquello de “diosa”.- ¿Una diosa? –Preguntó incrédulo. Entonces pensó que si en verdad era una diosa, debía mostrar cierto respeto, y se apresuró a hacer una reverencia.- M-mi nombre es Toru.- Se presentó el draken.- ¿Templo?- Preguntó el draken desconcertado, entonces sus ojos se clavaron en las rocas que había tras la diosa, viendo las llamas esculpidas en la roca.- N-no sabía que fuera un templo…- Reconoció.- Solo me pareció un buen lugar para encender un fuego, como vi que ya había sido usado con anterioridad, pensé que sería apropiado…- Dijo algo nervioso, mientras retorcía la larga y musculosa cola a su espalda.- No pretendía causarle molestias, diosa Cerinea. Siento haberle molestado y quizás profanado su lugar sagrado…- Tragó saliva.- Es-espero poder compensarla de alguna manera… sin necesidad de derramar sangre ni nada de eso.- Se apresuró a aclarar, pues sabía que muchos dioses les gustaba que sus fieles derramaran sangre, ya fuera la de otros o la suya propia para demostrar su fe.

Estaba claro que el draken solo estaba allí de paso. Parecía no importarle estar “desnudo” aunque no lo parecía pues aunque claramente era un macho por su voz y nombre, los genitales estaban ocultos de la vista, marcada la zona de la entre pierna con un ligero abultamiento. En vez de escamas su cuerpo estaba cubierto por un suave pelaje de tonos azules. Medía solo en torno al metro treinta de altura, pero por su voz se notaba también de que era como poco un adolescente. En el lugar había montado un pequeño campamento, junto a la tienda estaban las pertenencias del draken, entre ellas se podía detectar el olor a pescado fresco, parte de las provisiones que había comprado esa misma mañana.