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▓ Año 102 DGG (Despues de la gran guerra.)

▓ El mundo es comandado por el Lord de spirit soul. Máxima autoridad del gobierno, un monarca que trajo la paz al planeta.

▓ El ejercito revolucionario es comandado por Novarum Inferno, quienes buscan acabar con el régimen establecido.

▓ Los tres reinos se mantienen en armonía,no hay expectativas de guerras.
The way of the gods [Tramas 10-11 parte 2]
T
ras grandes travesías para ambos bandos, la trama ha culminado en el mitico Omnia donde ambos bandos tras encontrarse con las deidades supremas del universo han recibido sus propias cruzadas.Leer más...
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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías Chaos Spatium Tempus Revolucionarios & Anti gobierno
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Mejora de Armamento 1 Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) 21/8/2016
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The way of the gods [Tramas 10 — 11; parte 2]

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The way of the gods [Tramas 10 — 11; parte 2] - Página 3 Empty Re: The way of the gods [Tramas 10 — 11; parte 2]

Mensaje por Auros Lun Oct 10, 2016 2:31 am

El miembro 'Izaak K. Arliden' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla


'Curación Mítico' : 6
Auros
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Mensaje por Isela A. Ichinose Lun Oct 10, 2016 3:34 am

Como era de esperarse, la situación se salía de control una vez más y mal augurio traía, sin embargo lo que la sacó de tantos pensamientos fue el golpecito que recibió por parte del líder revolucionario, siendo que automáticamente dio un pequeño salto pero solo terminó observándole, asintiendo en lo que dejaba escapar un suspiro. —Lo sé, imagine que algo así podrías decir pero lo entiendo a la perfección. Supongo que ese lado brioso aún no está del todo dormido en mi…después de todo, así me conociste, ¿cierto?— Cuestionó en un tono de voz realmente bajo, permaneciendo a su lado…algo la tenía realmente intranquila, quizás la energía de aquel sitio era lo que discordaba en ella pero no estaba ciento por ciento segura de sus propios sentimientos ni tampoco pensamientos acerca del sitio en sí. Inevitable fue el enfrentamiento entre algunos, siendo que fulminó con la mirada a Grommash cuando esté arremetió sin haber recibido ninguna orden en particular… —Maldición. ¡Grommash, ven aquí ahora mismo! ¡No vinimos a combatir con estos inútiles, tenemos algo más importante que hacer!— Le gritó desde su posición realmente enfurecida, sin demasiada retribución más que ver, además, como en apariencias Astrid parecía proteger a uno de los Custos Dei…quizás no podía creerlo del todo, o no quería, pero el reflejo de la decepción se instaló en sus ojos, quizás esperaba demasiado de alguien que no tenía por qué corresponder a ese afán. —¿Astrid…?, pero…¿Qué…?— Las palabras apenas salieron de su boca, sin embargo fue interrumpida por el duque del infierno, el hombre más insensible en varios aspectos que había conocido en toda su vida. —Entendido, así lo haré pero…Grommash, no, él no ha esperado ningún tipo de orden. Supongo que ya no nos queda otra opción más que enfrentarlos—

Dispuesta a luchar estaba, ya se veía en medio de otro combate sin haberlo deseado pero inminente fue la explosión de energías, la clara demostración de perfección en tan solo segundos cuando aparecieron los grandes dioses, los regentes del mismo Omnia. Astartea quedó sin palabras, sin poder razonar con propiedad acerca de todo lo que ocurría…El temblor en conjunto con choques de energía fue tan fuerte que la hizo desestabilizar y a duras penas se mantuvo en pie pero ahí no terminaba la cosa. Empezó a sentir una especie de temor profundo ante esas manifestaciones divinas tan supremas, sintiéndose nada ante la misma creación en comparación a esas potestades…Cuanto poder y cuanta grandeza, era la primera vez en su vida que la revolucionaria tomaba en serio a otro ser como para reconocerlo su superior en cuestiones astrales. —Esto no puede estar ocurriendo— Murmuró atónita, con un ligero atisbo de inminente desesperación segundos antes en los que luchase por mantenerse en pie, pero nada consiguió, con rudeza sus rodillas se incrustaron en el suelo hasta sentir dolor en las mismas y quejarse por ello…Apoyó con algo de dificultad las manos sobre el suelo, bajando un poco la cabeza, pues a fin de cuentas para ese cuerpo frágil era demasiada la sensación de “peso”, a tal punto que sus alas tampoco podían ser liberadas…vaya presión descomunal que la doblegaba a postrarse ante estos aunque fuera contra su voluntad a modo parcial, ya que seguía asustada, podía notarse en el temblor de sus manos aferradas al césped.

Una barrera los estaba conteniendo, pero desconfiada era en su mayoría y tenía demasiado que perder como para arriesgarse, entonces, cuidadosamente llevó la mano hacia el pecho donde dentro de la ropa y colgando de una pequeña cadenita de oro reposaba cierto objeto especial. Podía usarlo, si, estuvo a segundos de proceder ante cualquier eventualidad, pero algo la detuvo en ese instante…Si ella sobrevivía podía tomar el mando de la revolución, un imperio que sería  netamente suyo sin mayores contratiempos, no más órdenes y la sutil promesa que en algún momento podría vengarse del Lord. Eso pensaba cuando repasaba la advertencia de Rah sobre que uno podía condenar a todos…Si vivía, rio irónicamente para solo pensar…”¿Qué clase de vida sería esa si no estás a mi lado?”, sonrió con ligereza y de su ojo derecho se derramó una lágrima, pues era la primera vez que lloraba en frente de otras personas, pero ya nada le importaba sobre que mostrar o que no. Observó con profundo rencor a los que estaban sin más en la disputa, inclinándose apenas hacia adelante. —¡Basta! ¡Deténganse! ¡Nos condenaran a todos por sus impertinencias! ¡Piensen en sus propios compañeros, maldición!— Aquello fue dicho desde lo más profundo de su ser, con todo ese sentimiento que rompió la coraza de frialdad que durante dos años estuvo “protegiéndola”. Irónicamente no temía por su propia vida, pero si por la de sus acompañantes y era necesario ser cauta.

Bajó un poco la cabeza, notando igualmente como algunas pequeñas lágrimas encontraron refugio final en las manos de la mujer antes de que por última vez en ese momento, observase a todos y cada uno de los revolucionarios, independientemente la situación, los sentía como una partecita de sí misma. Secó los restos mortales de ese sollozó con el dorso de la izquierda, procediendo tomar el anillo al romper sin demasiado esfuerzo la cadenita en cuestión…a segundos estuvo de colocarse el anillo pero tampoco pudo hacerlo. Solo aguardó hasta que poco a poco la historia del Lord había sido revelado…un simple humano bendecido por los grandes dioses…

Se tomó otros instantes para observar al “bando enemigo”, a los neutros, a su propio bando…tantas peleas, tanta discordia y odio por el Lord. A fin de cuentas todos eran iguales, todos habían sufrido o perdido algo importante, todos tenían sentimientos en algún punto de la historia y algo los unía incondicionalmente, algo que los hacia uno. El Lord. Sin importar que algunos le protegiesen y otros buscaran destruirlo…todos eran uno.

Aquella mirada encantadora y enmarcada por alguna que otra lagrima rebelde junto con una mejillas apenas enrojecidas se posó sobre los ojos de Rah, esos mismos ojos de alguien que ya no tenía mucho más que perder, alguien resignada ante tanto poder que la hacía sentir pequeña en medio de toda la creación universal. Sus labios rosáceos se separaron solo para formular con respeto la siguiente cuestión. —Es el precio a pagar por la paz que solo algunos disfrutaron, en el planeta muchos sufrieron por su tiranía…él ha creado verdaderos monstruos. Solo mueve las piezas en su juego de poder…Dices que el Lord está deteriorándose, si nosotros aceleramos ese proceso, ¿todo acabará con su muerte?. ¿Todo el infierno que ha llevado en Tierra acabará con su muerte, verdad?. Justamente por los que fueron víctimas de su tiranía o porque lo experimentamos en carne propia somos sus legítimos opositores, aunque caiga y nuestra existencia se vuelva obsoleta, es nuestra única meta— Insistió con una última gota de esperanza, quizás, pero más decidida que nunca. Necesitaba tener por seguro que, con la muerte del monarca, los propios revolucionarios podrían seguir su camino independientemente de lo que pase con el mismo planeta…Ella era consiente que solo deseaba de poder hacerlo, acabar con todo, retirarse a vivir pacíficamente a un sitio alejado, empezar a sanar tanas heridas internas…Le daba igual quien tomase el poder porque la legión de los hombres libres de la revolución encabezada por Astaroth se diluiría cuando el monarca cayera.

Mientras tal vez los dioses prestaran atención en general, ella solo permaneció al lado del duque y cuidadosamente llamó su atención al tomar la mano derecha de este, elevándola un poquito en lo que susurraba. —No pensaba que podría usar esto tan pronto…— Afirmó tras observarle con dulzura, temblando un poco y con todo su cuerpo bastante frío a causa del miedo y los nervios. —Pero creo que no puede ser una ocasión más propicia ante cualquier eventualidad— Definió en susurros para él. —Durante más de dos años te he entregado…todo de mí. Mi inocencia, mis mejores momentos, también los malos y…fidelidad absoluta, ¿verdad?. Deseo de verdad poder estar a tu lado pero si no se puede…s-supongo que…— Se mordió el labio con nerviosismo breves momentos, empezando a colocar aquel anillo alrededor del dedo anular de este, de lado contrario donde permanecía la alianza de matrimonio. —Si hoy no puedo regresar a casa contigo, recuerda lo que me prometiste hace tiempo, ¿si, Takumi?. Lo cierto es que estoy dispuesta a enfrentarme a quien sea si tu vida corre peligro porque sin ti no tengo motivos para vivir, me lo habrán arrebatado todo ya. No te quites este anillo, si algo sale mal al menos tú tendrás otra oportunidad y ese eres tú…un hombre que puede rearmarse miles de veces— Escondió el rostro entre el cuello ajeno, solo para bajar aún más la voz. —Pase lo que pase, si es necesario, lucharé por ti hasta el final. Te amo— Dedicó solo al revolucionario estas palabras practicamente inaudibles, tan sinceras como reales.

Y recobró su posición anterior, manteniéndose ya no tan junto a él solo para adoptar un silencio sepulcral carente de cualquier inquietud, solo mantuvo baja su mirada en un punto fijo, atenta a todo pero a la vez…absorta.
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Isela A. Ichinose
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Mensaje por Meiko Kuran Lun Oct 10, 2016 7:17 am

Cuando el portal hacia Omnia se abrió Meiko sintió un escalofrió por todo su cuerpo, quizá miedo o quizá respeto por lo que les aguardaba al otro lado. La rubia siempre fiel a sus lideres no titubeo ni un instante en cruzar tras ellos y explorar aquel lugar "prohibido" en donde se encontraban los dioses.
Pero por desgracia entre sus filas si se encontraba un revolucionario que casi la saca de sus casillas, el tal cagon Beckett, revolucionario warrior temía por su vida, ¿en serio? ¿A estas alturas?.
Justo cuando Meiko iba a abrir la boca para replicarle y decirle que se quedará en el infierno los lideres revolucionarios se adelantaron e hicieron lo propio por lo que la novarum cerró el pico pues nada más había que añadir.

Una vez que cruzaron el portal Meiko quedo maravillada por el paisaje, aquella especie de cielo con sus tonalidades favoritas la enamoró, había además tres hermosas lunas que en perfecta armonía iban de mayor a menor tamaño. Los colores brillaban más que en la tierra como si algún tipo de magia inundara aquel hermoso lugar.
Tomo una bocanada de aire intentando refrescarse tras su paso en el infierno mientras observaba maravillada cada rincón del lugar.

-¿Pero que ven mis ojos? Si son las perro del lord-, dijo al percatarse de que no estaban solos, un portal relativamente cerca al de ellos había aparecido de la nada y del mismo estaban saliendo aquellas sanguijuelas que se hacían llamar los Custos Dei, los rivales más directos de los Novarum salían sin esperarse quizá que se encontrarían con sus enemigos en el Omnia, -¿pero que buscan aquí?-, se pregunto a si misma la demonio mientras esperaba algún tipo de reacción de Takumi y/o Isela, pese a no faltarle las ganas de abalanzarse sobre ellos y sacarles las entrañas no podía hacer tal cosa en un lugar sagrado como en el que estaba, si osaba perturbar la paz que habitaba en Omnia los dioses la castigarían vilmente sin opción a ayudar a los suyos por lo que les dio la espalda en un intento de calmarse.

Por desgracia no podía evitar que los demás revolucionarios actuara como ella, y aunque en el fondo le agradaba ver como el gran Grommash se abalanzaba sobre el primo Dei, una sensación de temor ante que este resultará herido invadió su cuerpo. Grom era uno de los mejores hombre que había entre las tropas revolucionarias, aparte de ser un valeroso guerrero, sabe respetar la jerarquía y jamás lo había oído replicar ninguna orden que ejecutaran sus superiores, cosa que en los días que corren se agradecía enormemente.
Pero lo que más le sorprendió es que la que un día había considerado como una de los suyos, Astrid atacará a los nuestros por defender a un Custos. -Lo que hace la gente por dinero y poder-, pensó para si misma mientras metía las manos en el bolsillo y sacaba una de sus shuriken, -¿como se vería la Quarto dei tuerta?- se pregunto formándose en su rostro una sonrisa malévola capaz de helar la sangre de cualquiera que la estuviera observando en ese instante.

No pudo ejecutar su ataque pues a parte de que Takumi no había dado orden de atacar una oscuridad repentina inundo el lugar, acto seguido caído como un meteorito apareció ante todos una de las deidades más respetadas. -Odin-, musito la demonio mientras observaba aquel Dios nórdico recién caído del cielo.
No dio tiempo a replicar ante las palabras de la deidad cuando una hermosa mujer tras un leve gesto consiguió sacudir el suelo, los dos grupos fueron separados tras una leve sacudida, en ese instante Kuran se dio cuenta de lo insignificantes que eran todos ellos ante aquellas deidades.

Otro Dios apareció de la nada, esta vez se trataba del dios egipcio del sol, Ra, el cual les obligo involuntariamente a postrarse ante el, tanto Meiko como los demás dejaron unos instantes de ser dueños de sus propios cuerpos y se arrodillaron ante el Dios.
Pero por suerte o desgracia ordeno que los lideres revolucionarios como gubernamentes se levantaran y dieran tres pasos al frente.
Miró a Saeko, Asura y Lilith para asegurarse que estaban bien y obedeció dando los tres pasos quedando ligeramente posicionada entre Cyan y Adam.

Tras un largo discurso, la demonio fue invitada a hacer una pregunta, ella siempre había creído que estaban en desventaja pues el Lord era el líder de los Custos que el Primo Dei lideraba a su vez, pero los revolucionarios eran solo ellos cinco liderados por Astaroth, pese a que veneraba a sus lideres siempre había tenido esa sensación.
Pero Takumi formuló la misma pregunta que ella tenia en mente, ¿como podría el líder revolucionario obtener más poder para enfrentarse al Lord y derrotarlo?. En realidad a Meiko no le importaba el poder para ella misma, solo quería el bienestar para la causa por lo que se limito a preguntar una sencilla cuestión.
-Con todo respeto, si ustedes dicen que no obedecen la tiranía del Lord, ¿porque contribuyeron a que siguiera ostentando los poderes que ustedes mismos le cedieron? Sinceramente no me apena en absoluto que el día de su muerte este cerca-. Dijo cortante pero respetuosa ante las deidades.

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Última edición por Meiko Kuran el Lun Oct 10, 2016 7:42 am, editado 1 vez
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The way of the gods [Tramas 10 — 11; parte 2] - Página 3 Empty Re: The way of the gods [Tramas 10 — 11; parte 2]

Mensaje por Kuro Usagi Lun Oct 10, 2016 7:29 am

Anteriormente cuando estuvimos en el Castillo Abandonado. Fingon me dedico unas palabras que realmente si no fuera porque trataba de controlar mis emociones, estaría llorando a mares. ¿Cómo no lo iba a hacer? Me había emocionado por esas palabras. Por eso asentí, sintiendo en es entonces un nudo en la garganta. Encima las palabras de Roxan y el gesto cariñoso que tuvo de acomodarme el cabello, me hizo tener los ojos llorosos. ¿En serio no iba a llorar? —Mu-mu-mu..— Aclare mi voz al notar esta tartamuda. —Muchas gracias. Tenéis razón ambos. Espero nunca fa-fallaros.— Conteste a todos en sí, mirando con cierta alegría mis compañeros. Hasta esa alegría se elevo al ver uno de los Militans Dei reaccionar, aunque aun el otro seguía sobre el Fenrir conocido como HellFrost.

Después de un rato ya en el Omnia, el mismo Quinto Dei nos curaba con sus habilidades curativas, siendo que sentía como mis energías volvían casi a su totalidad. Lo bueno de todo también es que el otro Militans Dei, conocido como Orion se había levantado también. Que omitiendo eso, lo primero que pude ver ahora actualmente es a un niño... ¿Semi desnudo? No sabía si estaba completamente desnudo y tampoco pensaba bajar la cabeza para verificar tal cosa. Obviamente pensaba en ofrecer ayuda alguna o así al pequeño hasta que vi un rostro. Este me hizo paralizar en el lugar en un instante. Se trataba de Astartea, la segunda de los Novarums. ¿Seria todo un truco de Quatro? ¿Y si estaba jugando con nuestras mentes? ¿Serian alguna especie de alucinaciones? Sinceramente no sabía que creer o si realmente era real pero... ¿Sabes? Obviamente no pensaba abalanzarme a esta, no podía actuar sin saber realmente y era mejor siempre esperar indicaciones del primero al mando. Aunque realmente el escuchar como nos decía de asesinos, no me agradaba o lo otro que decía de ir a por los débiles. Lo peor de todo es que era la única que lo escuchaba o al menos de momento sabía que era yo, por el simple hecho de que mis orejas estaban totalmente agudizadas para escuchar tales cosas. Aunque me di cuenta que el Quinto Dei también la había escuchado cuando le reclamo a esta. Después de todo, no estaban tan lejos de nosotros y lo siguiente que escuche hizo que sintiera ira, demasiada ira. Por ello apreté las manos con fuerza, formando con estas puños. No tenía que ceder de nuevo a mis impulsos, sabía perfectamente que si daba un paso en falso podía poner en riesgo a los demás o quizás no pero prefería no arriesgarme pero... ¿Sabes? Nunca olvidaría su rostro y mucho menos olvidaría el hecho de que fue ella quien le hizo a Sasha eso.

Por eso, trate de suavizar mi mirada. Ya que esta estaba cargada de ira, molestia y desagrado hacia la fémina de cabellos negros pero cuando lo dirigí hacia Sasha, trate que todo eso se fuera yendo de a poco. Acercándome a esta por unos pasos y luego de ello me pare a una distancia prudente, elevando mi mano derecha para apoyarla en su hombro. No era momento de estar dejándome influenciar por mis emociones o impulsos, aunque sabía que aun así podía volver a dejarme llevar por tal cosa pero tenía que tratar de ser correcta. Por algo era la Terzo Dei. —Me alegro de verte sana y a salvo Sashita.— Le dedique una sonrisa sincera y de alivio a pesar de que al lado nuestro había una de los Novarums pero me mantenía alerta por si esta nos decidía atacar o algo. Aun sin poder olvidar de lo que hizo a Sasha o las palabras que dijo. —También me dejo calmada que estén los demás contigo de una pieza. No sé que habréis pasado ustedes pero aun así me deja calmada que no os haya pasado nada grave.— Solté de ultima mirando esta vez a la Quarto Dei al dirigirme a ella y en si al resto por lo siguiente que dije. Haciéndome sonreír algo más al escuchar las palabras que le dedicaba a Sasha, aunque obviamente eran más bien susurro. Siendo así que en ese entonces aparte mi mano del hombro de Sasha, aun alerta al fijarme que llegaba dos personas más que estaban por el lado de la Novarum y el niño, verificando que ese crío realmente era de los de ese bando al verlos juntos pero... ¿Tan joven?

Escuchar la pregunta de Mika, me hizo voltearme de forma automática y buscar con la mirada al Primer Dei para saber que respondía este ante tal pregunta. Recalcaba el hecho de que yo seguía sus ordenes, aunque era la primera vez que estaba bajo el mando de este. Siendo que sabía a cual puesto pertenecía yo y sabía perfectamente que si él decía que ''r'', entonces nosotros teníamos que obedecer. Aunque realmente no me molestaba, sabía que si iba a mi bola, seguramente cometería muchos fallos y me dejaría llevar por impulsos como paso anteriormente en el Castillo. Cosa que seguro que me llevaría a una muerte segura o quien sabe. Aunque podía reconocer que cuando se trataba de misiones importantes o así, estaba claro que me tomaba con seriedad tal cosa pero volvía a recalcar que me dejaba llevar por mis emociones. Omitiendo eso y volviendo a lo que dijo el Primer Dei, yo seguiría sus palabras y acataría estas. Fijándome como después Mika se había acercado y me pude fijar que mostraba una sonrisa algo despreocupada. Aunque más bien me centré en las palabras que me dedico, a lo que yo ensanche un poco más mi sonrisa. —En verdad has ayudado mucho y te agradezco por ello, como a los demás. Se nota que cuando trabajamos codo con codo no hay quien pueda pasarnos por encima o al menos eso intentamos.— Conteste con cierto optimismo, el cual a pesar de todo ahí seguía.

Realmente a pesar de haber estado alerta y vigilaba como dos más aparecían del lado de donde estaban los Revos. Siendo una mujer y una especie de.... ¿Orco? No lo sabía pero algo era si o si. Obviamente no me esperaba que este ultimo atacara a uno de los nuestro y lo peor es que se trataba del Primer Dei a quien dirigían el ataque. La pupilas de mis ojos rojizos se afilaron y en un arranque de tratar de defender al primero por impulso pensé en invocar una de mis armas pero al final no hizo falta. Una de las Bellators Dei, siendo precisamente Garnet. Esta se había adelantado para protegerle pero no podía evitar estar en posición de combate o mejor dicho, alertada. Hasta también otra persona trataba de atacar a otro Custos, siendo precisamente al Quinto Dei. Nuevamente pensaba moverme para proteger a este pero una chica desconocida de cabellos castaños se puso en frente defendiendo a este. ¿Quien era? No lo sabía, solo sabía que la chica rubia de la katana podría ser también enemiga y me hacia mantener a esta vigilada también.

Me di cuenta que de repente el cielo se oscureció de forma extraña, siendo que me tomo totalmente por sorpresa lo siguiente que provino de ello. Siendo que un relámpago cayó y este había golpeado el suelo con fuerza y hasta se noto la verdad. Haciendo que me tambaleara para los lados y me cayera de rodillas en el suelo, apoyando las manos abajo. ¿Qué estaba pasando? Me preguntaba hasta que después de lo sucedido y de que la nube se dispersara se viera a alguien. ¿Quien...? Se parecía realmente a alguien o mejor dicho al mismo Lord sama omitiendo ciertas cosas que llevaba pero... ¿De quien se trataba realmente? Lo único que sabía es que cuando hablo y nos dedico esa mirada, sentí mi cuerpo temblar ligeramente por ello. Como si no pudiera evitar dejar salir mi verdadero lado. Siendo que después nos arrojo un huracán. Trataba de aferrarme como podía al suelo pero era una tarea difícil realmente. Prosiguiendo después que se abriera el suelo en dos y una especie de arbusto se convirtiera en una especie de árbol gigante. Que omitiendo eso, lo que me dejo estupefacta es ver que la mujer que salió de ahí creo una separación de cristal entre ambos grupos. Algo que agradecía, no quería volver a ver como estos atacaban de nuevo como bárbaros. Además de que también fuimos curados. Volviendo entonces a omitir y asustándome cuando todo quedo oscuro, realmente no me estaba sintiendo cómoda a pesar de que hace un rato el cielo se había mostrado hermoso pero es que... ¿Cómo iba a seguir queriendo estar en un sitio en el cual te sentías incómoda? De todas formas teníamos que darnos prisa, teníamos que seguir adelante por el Lord sama pero no iba a estar diciendo eso como si nada delante de esos seres.

Hasta que por un instante me quede semi ciega por el destello, aunque luego se pasara y diera paso a que mi cara reflejara más incredulidad y cierto temor como ya anteriormente. ¿Cómo no le iba a tener respeto? Mira lo gigante que era, ni loca me atrevía a faltar a este o así, aunque yo no era de faltar a alguien así como si nada. Fue entonces cuando me puse en pie a pesar de lo recién dicho pero enseguida sentí como de repente mi cuerpo no me obedecía, arrodillando una de mis piernas mientras que la otra la otra permanecía de pie. Perdiendo el tono de mi color rosado de pelo y volviendo este de color azul de repente. ¿Qué tanto poder tenía..? ¿Cómo podía obligarnos a hacer eso? Si me fijaba a mi alrededor, a los demás también les hizo pasar por lo mismo. Escuchar su advertencia me metió miedo, no solo miedo sino me hizo pensar que era mejor que cuidara mis palabras. Vete a saber si me calcinaba ahí viva por no hablar correctamente y ni si quiera pude evitar imaginarme siendo calcinada y yo soltando un humo negro. Que omitiendo eso, cuando nos dijo de avanzar, avance los tres pasos y luego me senté de rodillas. Escuchando atentamente todo lo que dijo, no pudiendo evitar no solo mostrar cierto disconforme con mi rostro sino tristeza por la historia que nos contaba. ¿Realmente esto no era trampa de Quatro? Ya daba por hecho de que no, parecía todo tan real. ¡No podía creerme que el Lord sama estuviera a punto de morir! ¡No¡ ¡No! Obviamente por ello no podía evitar formar puños con mis manos otra vez, estando estos sobre mi regazo, sintiendo el nudo en mi garganta. Lo que menos me agrado es que cuando nos dieron permiso para hablar, el primer Novarum dijo cosas que me hicieron mirarle de reojo de una manera fea y desagradable pero la devolví hacia los dioses enseguida, tratando de omitir lo que escuche de este o de la segunda Novarum o la cuarta de cabello rosado. El desprecio que sentía por esta segunda era demasiado por lo que le hizo a mi amiga. En cambio las palabras del Primer Dei me hacían sentir algo más calmada, después de todo, eramos del mismo bando y seguramente me sentiría de igual modo si fuera Aldara o Fin quienes hablaran.

¿Qué iba a decir? Tenía miedo de pifiarla o así, de decir una tontería o tal pero... Nos habían dado el don de la palabra y teníamos derecho a opinar. ¿No? —Co-con permiso.— Eleve mi mano para tomar la palabra y luego la devolví al regazo, sintiendo como mi cuerpo temblaba ligeramente. —Sin el orden que impuso Lord sama, todo seria un caos realmente. Por lo que si nosotros siempre creímos de forma fiel y ciega en él, es por algo. No íbamos a seguir a alguien como si nada. Debemos mucho a este o mejor dicho, la vida misma. Si dejáramos que estos bárbaros derrocaran a nuestro Lord sama, seguramente habría un gran caos otra vez. Caos que él mismo trato de controlar con ayuda de aquellos que le seguíamos fielmente.— Trague grueso, sintiendo los nervios recorrer mi ser pero por suerte no tartamudeaba aun, hablando en todo momento con respeto o tratando de hablar con tranquilidad. —Yo.. Yo confió ciegamente en las razones que habrá llegado a tomar y de que habría sido por un bien mayor para todo Spirit Soul, aunque eso significase que hiciera tal cosa. Así que...— Cerré los ojos por unos instantes para luego abrirlos después de la pausa tratando de parecer segura de mi misma y decidida, aunque realmente tenía demasiado miedo. Que a pesar de que apretara mis manos para que estas no se vieran temblar, aun así seguían igual. —Yo..— Hice una pequeña pausa. —Si es ci-cierto que le queda poca vida. ¿Podríamos por favor saber como poder salvarlo o.. o lo que sea? No queremos que todo aquello que construyo, perdió y volvió a tratar de recuperar nuestro Lord sama, se echara a perder. Que todos sus esfuerzos y todo lo que hizo por Spirit Soul y sus seres fuesen en vano.— Solté con cierta desesperación al imaginar que lo perderíamos y no era algo que quisiera ver sinceramente. Mis orejas se agacharon ligeramente. Hasta trate controlar mis lagrimas, lagrimas que querían ser derramadas desde hacía rato pero no dejaría que así fuera. Tratando de mostrar en todo el rato un rostro serio para ocultar una de temor y dolor, hasta de tristeza.


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Mensaje por Jabaku Fūenjin Lun Oct 10, 2016 8:37 am

Llegar hasta el último círculo del infierno, habiendo pasado por todos y cada uno de ellos soportando toda clase de daños, ataques y vejaciones para llegar al final.... y ver que el camino no había terminado, que sólo habían pasado por todo aquello para llegar a la puerta de lo que sería su verdadero viaje. Jabaku suspiró con pesadez, al menos ya se encontraba en perfectas condiciones para volver a luchar si fuera necesario, que era mejor que haber llegado en el estado en el que se encontró poco antes mas empezaba a cansarse de tanto andar, ¿Qué tanto faltaría aún? Por supuesto no tenía pensado decir nada de esto en voz alta, si bien la pelirrosa nunca se caracterizó por ser muy sutil a la hora de hablar, también sabía cuándo tenía que tener la boca cerrada, mejor no pararse a discutir tonterías. Al fin y al cabo tendría que continuar de cualquier modo, quejarse para hacer que el camino fuese más tedioso e incómodo haciendo que además fuese más largo no parecía un buen plan. Sea como fuere, Jabaku se limitó a seguir al resto a través del portal en cuanto comenzaron a cruzarlo todos, luego de que la cruz regresase del otro lado. Si si, muy bonito todo al otro lado, desde luego era un millón de veces mejor que lo que había visto durante todo el trayecto hasta ahí, cualquier cosa sería mil veces mejor de ver mas a la revolucionaria le daba más bien igual el aspecto que tuviese un lugar, solo se preocupaba por lo peligroso que pudiese llegar a ser.

¿Qué había al otro lado? Pues además del paisaje bonito y todo el ejército de revolucionarios que habían cruzado también el portal, también se encontraban allí los Custos Dei acompañados de lo que supuso serían otros soldados del gobierno, su presencia ahí era otra señal más de que algo no iba bien, ya le estaba dando bastante mala espina el asunto. Por un momento, llevó su única mano a la empuñadura de su katana para desenvainar en cuanto vio que algunos de los presentes comenzaron a atacarse, sin embargo se contuvo de hacer nada sin haber recibido primero alguna directriz al respecto y en vista de que los líderes acudieron a detener al soldado de gran tamaño, finalmente optó por sólo apoyar la mano sobre la mencionada empuñadura, como precaución por lo que pudiese pasar mas sin mostrar más hostilidad de la que su rostro mostraba abiertamente. A punto estuvo de abrir la boca para decir algo cuando lo que hacía las veces de cielo se oscureció por completo y aparecieron de uno en uno aquellas tres deidades irrumpiendo e interrumpiendo el combate que se había formado apenas se vieron. Con la presencia del último de los tres, todos los presentes sin excepción se vieron en la obligación de hincar la rodilla si querían mantenerse mínimamente erguidos, quizá a alguno le afectó de más y terminó en el suelo mas no se molestó en comprobarlo, sencillamente hizo lo propio arrodillándose y utilizando la katana como soporte para no caer del todo y ser capaz de alzar la cabeza. Resultaba, cuanto menos, aterrador que fuese capaz de hacer que tantos guerreros poderosos se vieran en la obligación de arrodillarse con su sola presencia, ¿Con cuanto poder contaban?

En ésta ocasión les tocó una clase de historia, una historia de la que no tenía ni la más remota idea y que realmente poco le importaba, en el sentido de que no cambiaría en nada sus objetivos o pensamientos al respecto del gobierno o el Lord, lo que sí picó su curiosidad era el por qué les estarían contando todo eso, ¿Esperaban acaso que ellos, ambos grupos, hicieran algo al respecto? ¿Cambiar al Lord quizá? Muchas opciones diferentes cruzaban en ese instante por su mente y sus pensamientos, demasiadas como para arriesgarse siquiera a señalar una cualquiera como posibilidad real, prefirió guardar silencio nuevamente con la esperanza de que revelasen sus intenciones o que comenzasen con una nueva batalla, lo que fuese que tuviera que venir vendría y Jabaku se aseguraría de estar preparada para ello.
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Mensaje por Gael Kessler Lun Oct 10, 2016 10:47 am

Empezó a recobrar la consciencia, su dolor de cabeza le estaba matando. Se sentó en el suelo y apretó sus sienes con sus dedos. Tras permanecer en esa posición durante unos breves segundos se reincorporó. Buscó en el bolsillo interior de su chaqueta uno de sus puros y se lo llevó a la boca. Mientras buscaba el encendedor por sus bolsillos, contempló el nuevo lugar en el que se encontraban. No tenía ni idea de lo ocurrido anteriormente ni de cómo habían llegado hasta ahí, afortunadamente todos consiguieron permanecer con vida, incluso él. Prendió fuego al habano y escuchó atentamente los murmullos de los demás revolucionarios. -¿El Omnia?- Un lugar que no era para nada del gusto de mago, pero el sitio en sí desprendía una sensación magnánima de calma, era extraño, pues se encontraban en una situación bastante tensa. Pegó una profunda calada y expulsó el humo con la cabeza mirando al cielo. Un cielo con tres lunas y un paisaje idílico, en cualquier momento empezarían a grabar un anuncio de compresas. Rió para si mismo y tiro el puro al suelo, aplastandolo y retorciéndolo entre su pie y la hierba.

Frente a ellos un grupo de personas que pertenecían al gobierno, y no cualquiera, los mismísimos Custo Dei, el ejército directo del Lord. Pronto la incertidumbre de aparecer en aquel lugar se convirtió en un estado de alerta. Cualquier cosa podía suceder La gente se empezaba a murmurar, los nervios invadían a los presentes creando una tensión muy evidente. Un par de revolucionarios se abalanzaron contra el bando contrario. Parecía que todo iba convertirse en una batalla campal cuando de repente el cielo se torno de un tono carmesí. Un estruendo similar a un poderoso trueno hizo que se paralizara todo el mundo.

Ante ellos apareció Odin, desatando parte de su furia, causada por el comportamientos de los recién llegados a este plano extraño. Ante ellos apareció otra figura, una mujer que descendió desde el cielo, disipando la tormenta que Odín produjo con su cólera. Una tercera deidad se manifestó ante ellos. Gael no daba crédito a lo que estaba presenciando. Sin saber cómo estaba arrodillado en el suelo, escuchando atentamente la advertencia del dios del sol. los líderes de ambos bandos se adelantaron tal como indicó el dios, atentos todos, presenciaron un testimonio único que solo ellos conocían ahora. Ante la oportunidad de preguntar, no pudo contenerse y dio un paso al frente.

- Tengo una pregunta. ¿Por qué de todas las criaturas que clamaban a los dioses poder, lo eligieron a él?  ¿Acaso no podían prever que con el tiempo se convertiría en un ser rencoroso que buscaba su venganza utilizando esa fuerza que le concedisteis gratuitamente? No lo entiendo, sinceramente… - Gael era un hombre bastante individualista, con el tiempo decidió apartarse de todo y de todos y vivir su vida según sus reglas. Pero para nada compartía la manera en la que desempeñaba el Lord sus funciones, ni aprobaba sus métodos. Y ahora, el saber que todo esto se debía a el “acto bondadoso” de tres deidades aburridas, le enfureció.


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Mensaje por Fingon Sindar Lun Oct 10, 2016 11:49 am

Los soldados Dei estaban volviendo en sí, parecían haber recuperado sus energías, Sacred había indicado algo, una advertencia, justo después de reforzar los comentarios que alababan las acciones de la Terzo Dei, Ärud, el dragón helado también le advirtió, el elfo era sensato, los dioses quizás estaban en lo correcto y se encontraban en el Omnia… sea lo que sea eso, pues al elfo le habían explicado que era, pero no comprendía bien que era, solo sabía que ahí habitaban supuestamente los máximos dioses, seres de increíble autoridad y poder según los rumores, pero Fingon tenía un solo dios, la ley del Lord, cuando vio sus energías más repuestas comprendió que era un lugar sagrado, un lugar lleno de una tranquilidad y un poder superior a cualquiera. Pero esa tranquilidad no duraría para siempre, escucho un grito de guerra, escucho palabras que en la antigüedad una especie especifica de dioses oscuros gritaba, esas palabras querían decir “En guardia, la victoria o la muerte”, o también podría traducirse como “Preparen las armas, matar o morir”, a decir verdad el elfo era un fanático de la literatura, pero analizar la fonética de una locomotora desquiciada de más de dos metros de altura armado con marfil y acero era una tarea imposible.

-Shindu fallah na!- Respondió por reflejo, una advertencia en clave, para indicar que los enemigos habían traspasado las defensas.

El gigante había violado el espacio personal de todos y se enfrascaba en la tarea de dañar al líder de los hombres del gobierno, el elfo quiso reaccionar pero el colosal ser se multiplico y ataco a todos con sus copias… el elfo rápidamente reacciono y le metió una cuchillada en las costillas mientras bloqueaba con su escudo de luz la inmensa hacha, pero esta desapareció… eran reflejos. Engaños para mantenerles ocupados, la verdadera hacha se encaminaba hasta quién?... habían varios más casi irreconocibles.

Para la suerte de Arliden, el monstruoso ser verdadero se lanzó contra él, Fingon hizo crujir sus dientes, pero tenía que ser fuerte, el primo seguro podría defenderse, por algo era la mano derecha de la ley del lord. Le dio la espalda a la bestia cuando vio una ráfaga roja se interponía entre los dos, atacante y objetivo. La siempre veloz Vermell se interponía. Perfecto, ella era hábil, podia dejarle al gigante a los dos.

-Alcen la vista soldados. Formación!!! Atención!!!, escudos arriba, artilleros atrás, Arliden y Vermell seguro podrán con la bestia, aíslenla y elimínenla, Custos, protejan a los camaradas, Bellators y Militians manténganse a la espera y sanen a los más graves, no se descuiden. No cedamos terreno, por la luz del sol y la ley del lord, venceremos!- Exclamo el elfo poniendo su escudo de luz entre sus camaradas y los enemigos que ya se lanzaban al ataque, la estrategia era buena, atacara y defender los ataques de mayor poder. Aguantando los menores, sin embargo el horror.

El horror volvía desde un pasado dejado hace mucho atrás, rubio sonriente y arrogante, esos ojos… esos malditos ojos se encontraron con los resplandecientes del Elfo. El brillo que contenían se volvió aún más intenso y como una estela de una llama funeraria salían de sus parpados, esa maldita mujer estaba ahí, su mente se volvió un manojo de emociones una jaqueca se le metió entre sus formidables cejas y sus dientes se mostraron ante una ira creciente… -Hiroshi- susurro mientras se tocó la delgada cicatriz del ojo y avanzo primero un paso y después otro, quería correr hacia ella.-En mal momento interrumpo tu orgia pagana, asesina!- respondió a la provocación mientras levantaba su espada al aire para aguantar el golpe de la súcubo y quizás usar su técnica de desarmado para lanzarla al suelo para apresarla. El Fenrir como una sombra se movió detrás del Elfo esperando a que Orejas le diera una orden, seguramente querría que atacara a la que olía a sangre y semen, ya se habían visto antes, Hellfrost no olvidaría el aroma de “Mal” (Hikari) gruño, enseño sus afilados dientes, pero le siguió el ritmo a su compañero.

Otro hombre intentaba cruzar la línea de los aliados, a Fingon le aprecio verlo en las listas de revolucionarios buscados, pero no lo sabía con certeza, menos en un momento que requería toda, absolutamente toda su atención, la katana se acercaba, Fingon esperaba, justamente esa impulsividad había llevado al fracaso a la asesina de su amigo, maestro y compañero, Alcarin Amras, el dolor era grande, una malicia incontenible en los actos de una persona pueden afectar tanto a otras? Eso lo desconocía hasta ese funesto episodio, su fe había sido probada al saborear la venganza cuando la apreso, esa fue su primera caída. También perdió la seguridad al descubrir que esta había escapado ayudada por sus propios soldados de la cárcel más segura del mundo. Su vida era una ruina espiritualmente, pero que reciba su castigo sería suficiente?, eso aliviaría la pesadez de su conciencia?, reestablecería su fe?, repararía su confianza en la ley de su señor?

La sangre mano, no era la suya, sino la de una chica de cabello largo y negro que se movió con una extraña habilidad y se interpuso en medio… por el Lord que ocurría, ella estaba con los Novarum?, con la revolución?, que pasaba?, Sindar, prefirió no lanzar especulaciones, la herida se veía fea, pero no era tan grave, ella le recrimino el acto de violencia y el elfo entendió que quizás estaban juntas en este lugar, quizás le había mentido de alguna forma a ella también, mil y unas hipótesis surcaron su mente, pero finalmente no le dio importancia. Sashenka en una increíble muestra de poder había rechazado al enemigo y el elfo al verla a su lado asintió con una mirada seria, su poder, habilidad y valentía eran en la mente del elfo, elementos desequilibrantes, le admiraba y mucho, incluso a veces soñaba con ella en distintas situaciones, cosas comunes como comiendo, paseando o entrenando, aunque la conocía de muy poco le parecía que sus estilos de vida y combate se complementaban demasiado bien. Volvemos al punto de inicio.

-Señores de la luz, no teman, estamos superados en número pero sus fuerzas están divididas y su alianza fracturada, esos son los enemigos de la paz, envuélvanlos en la mortaja que vilmente anhelan, a por los disidentes Anu belore dela'na!!! (La luz del Sol nos guía)- Grito en su melodiosa y agradable al oído secreta lengua materna.

Pero entonces el día se volvió crepúsculo y dio paso a un cielo enfurecido. De la gloria de los cielos emergió el poder de la naturaleza, o al menos la naturaleza que habitaba en estos dominios, Fingon cayó al suelo irremediablemente y girando sobre sí mismo se quedó con una rodilla en el suelo, el escudo arriba y la espada al frente. Sus ojos buscaron a su enemiga jurada, a Isela y a Izaak, su hermano.

El lord? Aquí? No podía ser, Fingon bajo la cabeza en señal de respeto al ver la gloriosa forma de su señor, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, vio el parche que tenía en el ojo, no era su señor, era alguien se parecía, apretó los dientes para retar a la parición, seria juego de Cuatro? No, ciertamente no lo era cuando una tormenta comenzó a soplar, tan rápido, tan fuerte y tan intensa que los ojos del elfo rogaron que parase mientras se cerraban irremediablemente, perdiendo visión de todo alrededor, cuando termino la ventisca vio a la mujer más hermosa que hubiera sobre la faz de la tierra, algo en su interior se movió, algo que aprecia dormido, amor?, no, ni hablar, ya lo había sentido una vez y con el rechazo que había tenido bastaba, un cristal apareció y rechazo a los dos bandos dejando claro que los dioses emergentes no querían luchas en este este lugar, pero eso no era todo, el día se volvió noche y en medio de ella nació el sol. Estallo y emergió ahora sí, el dios de los dioses, Ra, el tremendo, Fingon no tenía estudios, no sabía quién era, pero su memoria genética le dijo quién era, había que ser sin cerebro para discutir eso.

El elfo intento levantarse, pero una fuerza superior le hizo arrodillarse nuevamente, una fuerza imposible de resistir e imposible de ignorar. Respiro agitado sus heridas le dejaban sin aliento pero entonces la hermosa Artemisa extendió su mano sanadora y las energías del elfo fueron reconfortadas.

Entonces Ra el padre hablo, hablo de mucha historia, de lo que realmente paso, de orígenes y destinos, de vida y muerte, de mil vidas sacrificadas, de un mundo por salvar y de un humano que lo logro, todo bien. Hasta que de pronto la hora de su muerte, esas palabras resonaron en la mente del elfo, tan fuerte y tan profundamente que sentía como le sangraba, su pena fue tremenda, el primo Dei, transmitió sus mismas inquietudes, al igual que Usagi, pero Fingon se adelantó con seguridad para hablar.

-Claramente lo que nos han dicho es una traición a vuestro hijo, exponen sus debilidades como si fueran sus verdugos, eso es impropio de un padre, aun así, es solo una historia, y en la historia. Fingon bajo la cabeza y se inclinó un poco en señal de pena y respeto.-Hemos sido presa de las manipulaciones de los dioses, por ello quiero saber… ustedes harán algo para propiciar su muerte?...- Dijo levantando sus resplandecientes ojos esmeralda que contenían a todas luces una pena tremenda, parándose recto y llevando una pierna había atrás, en una clara posición defensiva siguió-porque si es así… deberán matarme aquí y ahora, porque hare todo lo que este a mi alcance para impedir que Takumi u otro lunático esclavista como él se alce con el poder, incluso luchar mano a mano con vosotros- Dijo mientras con violencia se arrancaba la cota de mallas rasgada que cubría su pecho y extendía sus manos.-Porque si le asesinan o conspiran contra el… entonces bajo su lógica, nuestro señor será el número uno de otro mil millones de muertos necesarios para alcanzar la paz, sinceramente no me parece que sean sabios en absoluto, pero si pueden dar algún don, solo pido el anhelo de la paz, disfrutar de la bondad y la capacidad del perdón, no para mí, no para los míos, sino para el corazón de la revolución, para calmar su locura.- Termino diciendo mientras apuntaba con sus incandescentes ojos y un dedo al líder de la misma Ichinose Takumi.

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Mensaje por Ankabeth Lun Oct 10, 2016 12:44 pm

Absolutamente todo se volvía un desmadre, todos atacaban a todos y todos hablaban contra todos, ansiosos de morir algunos, incluso los altos cargos de la revolución se habían opuesto a ir al Omnia, el resultado era el esperado, una paliza por parte del jefe, todos cruzaron como si fuera un maldito picnic, Ankabeth no era temerosa de lo que le ocurriera, pero tenían razón, atacar a los demonios primigenios en su terreno resultaría una tarea inútil. Tendría que idear el cómo sacarlos de su medio para acabar con ellos, tendría que haber una manera, agradecía aunque no lo demostraba las intenciones de Kanae y Astrid, la primera le parecía un dolor en el culo, la segunda le había demostrado ser capaz y una líder innata a la cual seguir, un poco mosqueada siguió al grupo a través del portal y espero algo peor de lo que había. Campos interminables de una belleza excepcional y una paz aparentemente duradera, aparente por que vio como Grommash en su increíble impulsividad se había abalanzado contra los enemigos. Vio a los Custos en el campo y decidió no participar, pero entonces… el elfo, el también estaba ahí. Hikari monto en ira y le ataco, Ankabeth tomo la inmensa espada y mostrando un rostro iracundo se lanzó a ayudar una vez más a la súcubo con la esperanza de detenerle auxiliarle en caso de que alguien más se entrometiera, después de todo la guerrera negra ya estaba harta de las mierdas de esos dos, pensaba que ya era hora de que uno de los dos matara al otro.

Pero para su sorpresa Astrid había resultado lastimada, eso era diferente… Ankabeth corrió hacia ella y vio la herida con horror, aparentemente había sido de consideración, sin embargo ocurrió algo terrible, Takumi declaro a su Ex jefa, un peligro y una persona más que no grata, buscada por la revolución, su cabeza ahora tenía un precio. Ankabeth se puso de espaldas a las dos mujeres a la descerebrada súcubo y a la noble Rubinus por miedo a que Takumi mismo ejecutara su propia orden. No dejaría que le hicieran lo mismo que al traidor que militaba en sus filas. Su mirada era feroz y su mano de carne y hueso estaba sobre su inmensa espada.

Esto se estaba volviendo peligroso, los Custos por un lado querían a Hikari, al menos uno de ellos, el más parlanchín para la desgracia de Ankabeth y por otro lado habían declarado un objetivo a cazar a su… amiga?... podía llamar así? Sonaba raro en su mente, aún más si lo decía en voz alta por lo cual solo mascullo unas pocas palabras.

-Esto se está volviendo intenso para los que no tienen pito que tocar en una puta corona en un puto castillo en el puto medio del mar.- Dijo mientras desenvainaba la Matadragones.

Para su pronta fortuna en un espectáculo digno de los shows pirotécnicos de Tempus, aparecieron tres dioses, que les inmovilizaron, golpearon y curaron con sus propias presencias, todo había sido un espectáculo que Ankabeth ya había presenciado, dioses bravucones. Iguales a los demonios, aunque había terminado de rodillas, y separada por una pared de cristal. Pero en qué lado estaba no quería averiguarlo, solo estuvo expectante a los movimientos de una nueva aparente amenaza... los dioses de la aburrición. Solo palabras para un lado y para el otro, Ankabeth solo quería irse ahora des ese lugar y si era posible de una pieza.

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Mensaje por Invitado Lun Oct 10, 2016 3:52 pm

Sus ojos se abrieron lentamente después de un largo sueño, producido por su reciente llegada al infierno. Se halló sorprendida al descubrir que no se encontraba en el mismo lugar donde había caída inconscientes por las altas temperaturas. En vez de calor y desolación, se encontró con uno de los lugares más bellos (por no decir el más bello) que había visto nunca. El cielo, la vegetación, las lunas sobre sus cabezas, una majestuosa visión de la que quedó prendada.

Mezclada entre los demás miembros de la revolución, oculta tras su gran abanico, caminaba en silencio contemplando sus alrededores con fascinación. La paz que inunda ese lugar se vio interrumpida con la aparición del ejército Dei. La situación pasó de serena a violenta cuando los miembros de ambos grupos comenzarona luchar. Eran enemigos naturales, pero en Omnia luchar no tenía sentido, por alguna razón ambos grupos estaban allí. Desconocía el plano donde se encontraban, pero notaba calidez en el lugar. Su madre había sido una diosa que alguna vez vivió en Omnia, quizás esa parte de su naturaleza le hacía sentir como en casa. Era una lástima que el enfrentamiento perturbara la serenidad del lugar.

Observando desde una distancia prudencial, Tsubame veía incrédula la batalla, pero de pronto el paisaje que los rodeaba cambió. El bello color del cielo se oscureció, cambiando a una tonalidad carmesí. El ensordecedor sonido el relámpago la pilló por sorpresa, como al resto de los presentes quedó aturdida y confundida. La caída del objeto desde el firmamento creó una onda expansiva que desestabilizó a los presentes, Tsubame cayó al suelo justo cuando la nube de polvo les envolvió. tosiendo a causa de este. Al asentarse el polvo la imponente figura de un anciano de cabellos blancos se presentó ante ellos. Poco después de la advertencia lanzada hicieron acto de presencia otra dos deidades, la bella mujer afrodita y el padre de los dioses Ra. La presión de las palabras de Ra provocaron que todos los presentes, indiferente de su bando, se arrodillaran ante ellos. El cuerpo de la revolucionaria cayó al suelo involuntariamente arrodillándose ante ellos. La presencia de los tres seres imponía una mezcla de respeto y temor en el corazón de híbrida, un sentimiento que le impedía incluso alzar la mirada para enfrentar la severa mirada de los dioses, en ese momento y lugar mandaban sobre la vida de los mortales quienes no podían lanzar queja alguna sin el miedo de ser eliminados con un desganado movimiento de los poderosos seres.

La hermosa diosa tuvo la piedad de curar las heridas de los luchadores, muchos de ellos con un aspecto lamentable pronto se veían curados. Entonces el dios pidió a los líderes dan un paso adelante, para luego explicarles su historia. La revelaciones sobre el lord creaba un sentimiento partido, en donde en uno era el bueno y en otro el malo… Los dioses dieron la palabra a los mortales, quien quisiera era libre de preguntar, pero Tsubame prefirió guardar silencio, no quería interrumpir.  


Última edición por Tsubame Hinasaki el Lun Oct 10, 2016 6:44 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Sasha Alexeyevna Lun Oct 10, 2016 4:06 pm

Las palabras de su superior, Aldara, le resultaron inesperadas, pero lejos de portarse como una malcriada y negarse a eso, solo asintió con suavidad, observándola igualmente a los ojos antes de suspirar casi de modo imperceptible. —Gracias por sus palabras…las tendré demasiado en cuenta de alguien a quien admiro— Determinó la muchacha de cabellos violáceos, observando sin más como desde ambos bandos empezaba a salirse todo de control…Apartó la mirada con disgusto absoluto, pues más allá de todo…no detestaba a los revolucionarios, pero si a su causa de terror que tantas vidas se había cobrado ya. Profanar la tierra de los dioses con esas disputas no traería absolutamente nada bueno, la situación era como una bomba de tiempo de la que nadie saldría totalmente ileso…

Y de repente el caos mismo abatió con fuerzas el ingreso al Omnia en un magnifico despliegue de poder, fue cuestión de tiempo para que pudiera reconocer esas energías, la que le habían dado la vida misma, sus “padres”…los padres de todos los dioses. Se sentía tan afín pero a la vez todo rasgo de serenidad desapareció de sus ojos, ella jamás había presenciado la misma ira de los dioses ya que desde un primer momento, tanto su creación como desarrollo habían sido bastante pacíficos, serenos, y aunque conocía de palabra el inmenso poder de sus “padres”, era la primera vez que lo experimentaba en carne propia. La sola presencia del dios solar Rah hizo que automáticamente se arrodillara ante el mismo, sin necesidad de esperar a que esa fuerza la doblegase…Mantuvo la mirada baja en todo momento en señal de respeto, atemorizada hasta la medula pero evitando perderse el hilo de la conversación en general.

Aguardó pacientemente hasta que elevó el rostro, en primera medida posando la mirada sobre Odín con todo el respeto que una criatura debía a su creador, así lo hizo con Rah y entonces tomó la palabra aun con el miedo de equivocarse. —Padres, madre, sé que no somos dignos de estar ante la presencia de ustedes pero por favor les pido que nos tengan a consideración en su infinita misericordia, somos mortales…propensos a ofenderlos, pero lejos estamos de comportarnos como ustedes esperan. Lamentablemente— Volvió a bajar la cabeza tan solo un tanto, su voz seguía resonando con la suavidad maternal que tanto la caracterizaba y por más que intentaba no sonar algo temerosa, le era imposible. Más allá de todo, por su cabeza nunca pasó el desobedecerles, ni a los dioses supremos ni tampoco a sus superiores, los Custos Dei. Deseaba hace tiempo retornar al Omnia pero en mejores circunstancias…sin la constante amenaza de perder la vida por acciones descabelladas que no eran las suyas.

Fue entonces cuando siempre con respeto y cariño buscó la mirada de Artemisa, una mujer cuya belleza podía obnubilar los sentidos de cualquiera. —Madre…¿Podríamos saber el paradero de las otras dos reliquias restantes que pondrían en peligro las que posee el Lord?— Más solo aguardó, volviendo a bajar la mirada en espera de una respuesta, no replicó ni tampoco solicitó nada más a pesar que tenía miles de preguntas que hacer, esa sería la única  que abandonaría sus labios pero conocía su lugar, sabia respetar las formas y quizás, en el fondo, esperaba que esa situación tensa por fin desapareciera. A sí mismo, la historia que relataron sobre los orígenes del Lord le resultaron fascinantes, deseaba saber muchísimo más de tantas cosas pero el momento no era propicio…Quizás, si algún día regresaba por sus medios, pudiese tener otra oportunidad de preguntar más cosas, por medio de tanta calma.
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Mensaje por Invitado Lun Oct 10, 2016 4:22 pm

La reina infernal empezaba a aburrirse en Omnia, a parte de no tener poder ninguno allí, el paisaje no ayudaba. Fue la aparición del ejército Dei quien animó la situación, nada más verse distintos miembros de los ejércitos comenzaron a batallar por disputas personales, motivos ridículos por los que solo los mortales peleaban. Permaneció ajena en todo momento disfrutando, verlos era todo un espectáculo. Lamentablemente los combates se detuvieron con el ensordecedor sonido del relámpago chocando contra el suelo. El brutal sonido causa estragos entre todos sin hacer diferencias, y no tardó mucho en hacer presencia la figura del dios nórdico de cabellos blancos tan similar al lord.- Y hacen acto de aparición…- La presencia del dios no le dio buena espina, en la circunstancias en las que se encontraba podía ser un objetivo fácil.

Odín había sido el primero en aparecer, no mucho más tarde el suelo se abrió emergiendo un brote, y de él salió la diosa Artemisa. Una de las mujeres las bellas que jamás vieron los presentes, sin embargo el ego de Luzbell le impedía aceptarlo, la señora infernal no aceptaba que otra mujer fuera más bella que ella. Una mueca de asco en su rostro provocado por la envidia que no aceptaba, la pura diosa no le gustaba. Por último, pero no menos importante, el padre de los dioses hizo por fin acto de aparición ante ellos. Su sola llegada emanaba ese aura de autoridad y poder, pero todos fueron sorprendidos cuando todos, sin excepciòn, se vieron obligados a hincar la rodilla para someterse. Luzbell luchó con todas sus fuerzas contra esa energía, pero en omnia no gozaba de los mismos poderes que en el infierno, cayendo finalmente de rodillas ante los dioses. La furia despertó en el interior de la criatura, obligada a postrarse ante unos seres que no consideraba más que insectos, una piedra en el camino… una humillación para aquella que controla el plano del sufrimiento eterno.

Una vez reunidos los tres dioses, Ra como padre de todos los dioses tomó la palabra pidiendo que los líderes avanzaran para distanciarse de los demás. Tras esto revelaron la razón de la existencia del hombre que atormentaba la vida de los revolucionarios, su objetivo para conseguir poder y controlar todo cuanto pudiera. Luzbell rió para sus adentros escuchando la triste historia de un huérfano de guerra que buscaba salvar el mundo, a quien los dioses le dotaron de un poder que no pudieron controlar.-El infierno está lleno de buenas intenciones.- Pensó sin articular palabra, prefería pasar desapercibida ante los dioses, de encararlos quizás su naturaleza salvaje causara una pelea innecesaria. Ahora era el turno de respuestas, todos los presentes eran libre de preguntar lo que quisiera… y lo único que interesaba a Luzbell era la muerte del lord para conseguir sus poderes.
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Mensaje por Kiss Shot Lun Oct 10, 2016 4:38 pm

Tal vez un ataque tan directo no era el mejor de los planes, pero al fin y al cabo era la segunda vez que Hikari y Fingon se encontraban después de aquella pequeña remodelación que recibió su cuerpo en arcadia, sin embargo tampoco era tan tonta como para no saber defendense ante una simple llave, tenía gran conocimiento y fuerza ante todo lo presentado, y a diferencia de antes, esta vez no era una simple mocosa arrogante que solo deseaba un poco de dinero, no, solo quería que Sindar también pagara ante su injusto castigo.  Estaba dispuesta a acabar con Fingon, arrancarle los ojos y obligarlo a que se los coma, solo para después patearlo y acuchillarlo hasta que su sangre pintara cada rincón de la Omnia, atacaría con furia, como si su vida dependiera de ello, sería un tajo tan limpio y perfecto que dejaría en vergüenza al más capacitado de los guerreros de Chaos.

Su corazón latía rápido, pues sabía perfectamente que con ese ataque no bastaría para matarlo, pero tras escuchar nuevamente su voz definitivamente le daba otro motivo para asesinarlo, respondió con un enorme grito de batalla mientras que su rostro reflejaba rencor y odio, fue entonces cuando sintió como atravesó piel, organo y carne... sintió un aroma dulce y femenino e inmediatamente notó que Astrid fue tan estúpida como para meterse en medio, al bajar la vista confirmó que a quien había apuñalado era a su pareja. -¡A-Astrid!- Exclamó con fuerza, inmediatamente retrocedió para sacar el largo y filo de su cuerpo. El sonido caracteristico del metal cortando la carne junto con la sangre cayendo al suelo... un enorme escalofrío recorrió la espalda de la rubia e inmediatamente se acercó a socorrerla. -¿¡Eres estúpida?!-  Cierto nerviosismo le invadió al ver la cara de Astrid, pues esta empezaba a soltar sangre por la boca. -¿¡Por qué?! ¿¡Por qué defendiste a este maldito elfo?!- preguntó al mismo tiempo en que le sostuvo para evitar que esta se cayera.

Ankabeth llegó justo después, por primera vez se alegró de verla, pues iba precisamente a defenderlas, fue entonces cuando la orden de Takumi se esparció rápidamente... Giró la vista hacia un lado,  ¿Ahora la revolución atacaría a Astrid también?... la defendería con su vida si algún cabrón llegara a tocarla. Apretó sus dientes, luego de ver nuevamente la herida en el costado de la Rubinus.-...- le abrazó un poco. -Solo... intentabas hacer que no me metiera en problemas... ¿Verdad?- Ignoró al elfo por el momento. -No fue su culpa, ella solo intentó parar un futuro conflicto...- Habló indirectamente con Ankabeth, realmente todo era un simple mal entendido. Justo cuando iba a dejar a Astrid en el suelo para que reposara un enorme cambio en el ambiente sucedió. La caza recompensas se quedó atonita ante tal suceso, la oscuridad apareció de la nada juntado con una explosión de colores causados por el movimiento estelar... y luego el vacio total que comenzó a ser iluminado con un pequeño sol.

-¿Qué es esto?....- Fue entonces cuando una presencia omnipotente apareció frente a ellos... reconocía ese rostro, viejo con una enorme barba, era similar al Anciano que en la gran guerra lucho junto con generaciones pasadas del Dei Squad, ¿El lord?... no, el era de cierta manera  diferente al gobernante supremo de  Spirit Soul. Afortunadamente Astrid aún estaba de pie, pues la cazarecompensas tuvo que soltarla debido al enorme peso que comenzó a caer en su espalda haciendo que poco a poco esta se agachara simulando una reverencia. -....- Guardó silencio debido a la inmediata interveción de los dioses. Fue entonces, cuando una brisa fresca hizo reponer todos los daños que en el infierno terminó lastimandola, pero lo que más le alivió fue que al parecer la Rubinus también había sido curada de la gran herida que Hikari con sus propias manos causó.

La Historia de Odin fue de gran interes para ella, pues el misterio de la enorme fuerza del Lord siempre fue algo que quería saber, pues deseaba obtener un enorme poder a toda costa... pero su sorpresa fue grande al saber que aquel viejo era tan solo un simple humano, un humano que estaba muriendo poco a poco. "¿El viejo... está muriendo?"pensó la rubia ¿Había escuchado bien? ¿El grandisimo y poderoso Lord estaba pereciendo de una vez por todas?, recordó lo fuerte que era en cuanto su mente se llenó con la sanguinaria masacre que ese ente todo poderoso causó en la gran guerra, por lo que era dificil de creer, pero si seres tan poderosos hablaron, la verdad no podía ser más obvia y cierta.   La gran charla había terminado y un silencio forzoso salió luego de que la Gran Artemisa hablara, les dio una oportunidad para solucionar sus dudas. Era su chance para preguntar algo que desde hace tiempo quería saber.

-Es lamentable saber que un ser tan poderoso esté al borde de su muerte, no creí que alguien tan fuerte como el Lord terminará con un destino tan triste... pero gracias a esto surgió un nuevo ideal en mi...   Habló en voz baja, sabía perfectamente que preguntar. ¿De qué forma puedo volverme más fuerte que todos los presentes?- Fue clara y no dio muchos rodeos. Habló con algo de respeto, cuidando bien sus palabras, pues sabía el infinito poder que tenía en frente, si descuidaba sus frases y decía algo mal, era obvio que terminaría muriendo con tan solo un movimiento de alguna de las manos divinas, cosa que de cierta manera le causaba temor. -Se que un demonio como yo es indigno de tan siquiera estar presente ante ustedes, grandes deidades, pero necesito saberlo por favor. Agachó su cabeza, manteniendo aquella reverencia al mismo tiempo en que esperó una respuesta. -Necesito saber como ganar una fortaleza superior a la de todos los demás-
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Mensaje por Takumi Kurosawa Lun Oct 10, 2016 5:04 pm

Ni tiempo había tenido desde que había hecho la pregunta a Isela que uno de los revolucionarios que entró por el portal se lanzó a atacar sin previo aviso contra uno de los custos, Veronika tan solo pudo suspirar con resignación mientras que cubría media cara con la mano derecha, habiéndose dado un suave golpe con ella a sí misma. Y por lo que pudo comprobar no fue el único, ya que la rubia neutral y un tipo que no recordaba haber visto también se lanzaron al ataque, vale que si, eran sus enemigos y en teoría debían estar matándose a palos nada más verse pero estando presentes ambos líderes revolucionarios lo más lógico era pensar que éstos debían dar instrucciones al respecto. Eso por no hablar de que seguía algo preocupada por el lugar en el que se encontraban y lo que pudiera pasar en ese sitio, si al menos fuera un sitio que conocía o lo suficientemente previsible como lo era el Infierno donde todo lo que aparece es malo siempre pues no sería tan difícil imaginarse lo que vendría a continuación. -¿¡Pero qué narices se os pasa por la cabeza!? Vaya unos soldados estáis hechos…- Gritó a ambos revolucionarios que con más músculo que cerebro se habían tirado de cabeza a atacar, sin preocuparse tanto por los neutrales que bien podrían hacer lo que les saliera de la mismísima… bueno eso, que viendo que la una detuvo a la otra pues como si se querían matar. Se había quedado a un lado de Isela por lo que no le fue demasiado difícil escuchar las palabras de Takumi referente a la tal Astrid, vaya por dios, la que le había ayudado en el Infierno ahora se convertía en una persona en busca y captura, o lo sería una vez abandonaran el lugar en el que se encontraban.

Allí en mitad de la pequeña batalla que se había formado y ante todos los presentes estuvieran pendientes o no, una especie de rayo o meteorito, no sabría decir qué exactamente, chocó violentamente contra el suelo haciendo que se levantara una gran nube de polvo que impedía ver bien. Un hombre mayor con un parche en el ojo que, sin saber del todo bien quién era ya sabía que tenía que tener el máximo cuidado con él, daba la sensación de que pudiera pulverizarle de un solo golpe, pero aún peor fue cuando aparecieron los otros dos sujetos. El mayor problema vino con el último de los llegados, no sabía a causa de qué pero al hacer apenas aparición su cuerpo empezó a pesarle demasiado como para mantenerse en pie, viéndose obligada a acabar de rodillas ante él como si se estuviera sublevando. Humillante como poco, no podía soportar la idea de verse en esa situación ante nadie, por muy dioses que se trataran no les debía absolutamente nada, más les valía saber que esa supuesta inclinación era una farsa creada por ellos mismos y que nunca se inclinaría de verdad. Aquella historia que estaba contando el dios parecía haber atrapado la atención de todos los presentes de alguna forma, en su caso lo único en que podía pensar era en la parte de perder todo y le otorgaran semejante poder, ¿Ya está? ¿Lo perdía todo un humano cualquiera y le entregaban el mayor poder conocido?

-Si hubiera que darle semejante poder a todos los que han perdido todo en la guerra, el Lord no sería más que uno más de una larga lista… qué absurdo.- Comentó lo suficientemente alto como para no parecer que hablaba sola, aunque no se dirigía a nadie en concreto, no podía evitar pensar en lo absurdo que le parecía todo en ese momento, el deseo de poder para reinar o para lo que mierdas quisieran ese poder, eso no servía para nada, el deseo de poder era una debilidad en sí misma y el resultado de ese tipo de luchas siempre terminaba mal. Para Veronika que lo había perdido todo, el poder o el control le daba absolutamente igual, si aún seguía luchando era más por no morir de una forma patética en un agujero en el suelo de hambre o sed.

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Mensaje por Mikaela Lun Oct 10, 2016 7:28 pm

Era de esperar que pasaría algo así, era muy raro que la mayor parte del ejército Dei se cruzara con gran parte del ejército revolucionario y que no hubiera el más mínimo altercado de al menos alguna de ambos bandos, precisamente por ello se había acercado a Kuro con la intención de darle apoyo en caso de que fuera necesario curar a alguien y se veía que sí iba a ser necesario. Apenas habían cruzado miradas algunos de los revolucionarios con los ahí presentes y ya se habían lanzado los unos contra los otros, estaban locos si pretendían comenzar una guerra abierta ahí y ahora, terminarían por matarse todos para nada. Por suerte o por desgracia la llegada de alguien ajeno a ambos bandos hizo aparición interrumpiendo la recién comenzada batalla, Mikaela dio un paso atrás por puro autoreflejo al verlo llegar, sabiendo que no tenía oportunidad alguna contra él si llegase a ocurrir lo peor. Si, en la presencia de los tres dioses albergaba cierto temor en su interior, temor a que pudieran tomar represalias contra ellos y a sabiendas de que no podrían contra ellos y menos aún en su propio territorio, y al igual que le había sucedido a todos los presentes, no tuvo más remedio que arrodillarse ante el poder que aquel ser ejercía sobre ellos. Pero no por ello se iba a dejar llevar por el miedo, no iba a abandonar a sus compañeros ni se iba a echar atrás, si tendría que morir en ese lugar y en ese momento pues lo haría, acarrearía con lo que viniera.

Atentar contra la vida de todos los demás… no podía permitirse que por su culpa estuvieran en peligro todos y cada uno de sus compañeros, no podría perdonarse algo así jamás y eso si que le causaba más miedo que lo que pudiera pasarle a ella, pues ya había tomado la decisión de morir por los demás si fuera necesario para su tarea. Observó con cierta preocupación a los Custos pues éstos fueron llamados al frente al igual que algunos revolucionarios, los líderes sin duda, mas su preocupación se centraba más en el bienestar de sus compañeros y en la posible metedura de pata por parte de algún revolucionario que hiciera de todos una pila de cadáveres sin nombre e imposibles de reconocer. Ra se dirigió a los líderes, y supuso que también al resto de manera indirecta o algo parecido, para comenzar a contar la historia que hasta ahora nadie o casi nadie conocía, una confesión increíble que dejó a todos boquiabiertos, y aunque habían respondido algunas preguntas que muchos llevarían tiempo haciéndose, también habían dejado paso a un nuevo cúmulo de preguntas que seguro muchos se formulaban a sí mismos. ¿Se estaba muriendo? ¿Por qué les contaba todo eso? Esas eran las más importantes preguntas que se hacía la arcángel, no les contarían todo eso si no tuviera planeado hacer o pedir algo, difícil saber el qué y las posibilidades no eran pocas precisamente, pero sería capaz de afirmar sin temor que querían algo, no habrían contado nada de no ser por ello.

Había mucha información valiosa entre el discurso que había pronunciado, información vital y preocupante si tenía en cuenta que los revolucionarios estaban ahí también y que aprovecharían de alguna manera esa información y no iba a ser para nada buena. Miró a sus compañeros de reojo, buscando con la mirada alguna señal o gesto, lo que fuera, ella no iba a decir nada porque no lo veía necesario, tampoco tenía nada que preguntar salvo lo anterior y estaba segura de que alguien más preguntaría eso mismo porque era lo más obvio, simplemente estaba preocupada porque todos estuvieran bien y por lo que pudieran tener planeado .

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Mensaje por Astrid Dagmar Lun Oct 10, 2016 7:39 pm

Apretó los dientes para contener el terrible dolor que sintió cuando la espada fue retirada de sus entrañas, pero un enorme gruñido se escapó inevitablemente de sus labios, dejando en evidencia su obvia vulnerabilidad. Era de carne y hueso, después de todo, y no podía pretender ser un muro de piedra cuando no era más que una estúpida humana que se metió donde no debía. El sangrado aumentó aún más cuando el arma se apartó de su herida, provocando que se tambaleara y necesitara apoyarse en los hombros de la cazarrecompensas… que parecía creer que había defendido al elfo. Frunció el ceño, confusa. ¿De verdad creía que sería capaz de proteger a Fingon Sindar? ¿Precisamente a él, al único Custos al que guardaba rencor? Por supuesto que deseaba ver sus sesos esparcidos por el suelo… pero eso no era asunto suyo. Si algo fallaba y él contratacaba, prefería mil veces que ese contraataque fuese dirigido a un energúmeno como el demonio que realizó la ofensiva en primer lugar, y no hacia alguien que no tenía nada que ver en todo aquel estúpido caos. —Idiota… ¿De verdad piensas eso? No pagaría ni un céntimo por la vida de ese maldito elfo…—Tosió, escupiendo más sangre tras eso. Su vista se nublaba... pero debía mantenerse en pie como pudiera y continuar curándose hasta detener la hemorragia.

Vio venir a Ankabeth, pero prosiguió con su respuesta. —Astartea jamás dio una orden de ataque… aunque no tengamos por qué obedecer sus órdenes, hemos venido con ellos. Y lo que menos nos conviene es ponernos en peligro innecesariamente, a nosotras y a todos los que estamos aquí,—consiguió decir, entre toses y algún que otro tartamudeo producido por la falta de concentración a consecuencia de su deplorable estado. No lo dijo en voz baja, no le importaba que Sindar le escuchase, y probablemente la mercenaria le habría oído (teniendo en cuenta que estaba justo al lado). Probablemente esa frase no le salvaría del destino que parecía haberse cernido sobre ella de la manera más irónica posible… ella, sin comerlo ni beberlo, se había ganado el estatus de ser perseguida por la revolución; preferiblemente muerta. —…Lo que me faltaba,—murmuró, para después soltar una pequeña risa que reflejaba más desesperanza que arrogancia.

La súbita oscuridad rojiza que cubrió la bóveda celestial fue seguida de un tremendo relámpago que provocó que la Rubinus tuviera la sensación de que sus tímpanos iban a estallar en cualquier momento. Quizás se habría caído de no ser porque la súcubo le sujetaba, pues un enorme seísmo tuvo lugar en ese preciso instante debido a aquel estruendo. Palideció al ver cómo se materializaba delante de ellos una poderosa entidad, que les reprochó aquella insensatez… esa insensatez que caracterizaba a todo ser viviente de Spirit Soul, de alguna manera u otra, sin excepción. Una deidad femenina cuyo aspecto era increíblemente bello también apareció, y el suelo se dividió en dos cuando apenas tocó el terreno con la yema de sus dedos. Pronto, la oscuridad se cernió sobre todos ellos. ¿Iba a castigarles por generar un conflicto en tierra divina? ¿Iban a morir por una simple estupidez? Contuvo el aliento, temerosa, dándose cuenta de que todo acabaría de la manera más absurda que jamás habría imaginado.

De no ser porque sus ojos se mantuvieron cerrados durante unos instantes, posiblemente habría pedido la capacidad de visión en cuanto un destello cegador cubrió todo el lugar, justo en el momento en el que un tercer dios de aspecto imponente se alzó frente a los miembros de los distintos bandos… y les obligó a arrodillarse. Cedió rápidamente ante aquella fuerza que le empujaba a hacerlo. De nada servía protestar, ni tampoco veía la necesidad de hacerlo. Ella no tenía más poder que ninguno de los dioses allí presentes, ni ella, ni ninguno de los integrantes de las distintas facciones. Agachó la cabeza, resignándose ante el juicio magnánimo de aquellos seres. Por fortuna, sus heridas fueron curadas, pero eso no hizo que dejara de sentir pavor.

No se sentía digna de estar escuchando aquellas palabras. Una verdad absoluta, una verdad que cambiaría el destino del mundo, pero que sin embargo sólo demostraba que hasta el ser más puro podía llegar a ser corrompible si obtenía un poder tan grande, incluso si éste había sido bendecido por los mismísimos dioses. Aquello no era difícil de deducir, pero sin duda, no se esperó que el Lord hubiese sido un simple humano instruido por los seres de Omnia, un humano al que se le otorgó la capacidad para cambiar Spirit Soul. Un propósito noble… pero que se había acabado retorciendo.

Poco a poco, algunos fueron aprovechando la situación para poder realizar diversas preguntas a las deidades. Algunos no terminaban de entender lo que habían querido intentar dándole aquellos poderes al Lord, otros mostraban una inmensa devoción hacia él, queriendo salvarlo, queriendo evitar su muerte… mientras que otros, incluida la propia Hikari, tan sólo querían poder. Por supuesto, la Rubinus también quería dejar de ser tan vulnerable… podría sonar como algo egoísta, pero dicho deseo nacía de un anhelo altruista que se había retorcido del mismo modo que el noble propósito que el monarca tuvo una vez. Si se volvía más poderosa,  quizás, y sólo quizás, conseguiría defender como debía a aquellos que verdaderamente no tenían nada que ver en aquel conflicto absurdo entre bandos, y sin embargo sufrían por ello. Lamentablemente… reconocía que hasta ello era demasiado idealista.

Elevó la vista. Era su turno para exponer lo que pensaba, independientemente de lo que pudiera ocurrir. Iba a morir, de todos modos. Tenía miedo, pero era necesario aclarar algunas dudas. —Ciertamente, no entiendo tampoco por qué, de entre todos aquellos que deseaban cambiar el mundo a mejor, se le eligió a él. Pero esa no es mi pregunta.—Tragó saliva. —El gobierno, los revolucionarios… Todos los aquí presentes creemos llevar razón, y es probable que ninguno, incluida yo misma, la tengamos. Pero expondré mi opinión, aunque valga menos que una piedra. Considero que el Lord, en su momento, tuvo un propósito bueno. Quiso instaurar la paz en Spirit Soul, ¿cierto? Sin embargo, los mortales llevamos la disconformidad en la sangre. Y esa disconformidad genera caos, odio… algo cuya única manera de detenerlo es mediante un lavado de cerebro, o, más fácil… acabando con los disconformes e imponiendo un régimen.—Temblaba un poco, consciente de que su cabeza sería buscada por ambos bandos si no callaba la boca. Pero eran los dioses los que iban a terminar con su vida, o eso seguía creyendo. —Eso retorció su propósito, corrompiéndolo y generando aún más caos. Y eso creó la opresión que los revolucionarios quieren erradicar del mundo. Quieren liberar Spirit Soul de lo que consideran un líder tiránico… alguien que asesinó a millones sin miramientos, según ellos, y según creí durante mucho tiempo. Pero no se dan cuenta de que en cuanto él caiga… es muy posible que el gobierno busque colocar a otro líder en su lugar, al Primo Dei, o yo qué sé. Dudo que un mortal sea tan poderoso como él, pero estoy segura de que ocurriría lo mismo si Astaroth fuese aniquilado: alguien tomaría su lugar para continuar con su propósito.—Carraspeó antes de decir lo último que quería puntualizar. —Lo que quiero decir es que ambos bandos parecen creer en una utopía. Algo imposible de llevar a cabo por nuestra naturaleza mortal, completamente fútil. La paz absoluta, como tal, así como el orden absoluto, no existen en tierra mortal. Y derrocar al Lord no traerá libertad, si no a otro más como él, o muy similar,—zanjó, con un tono de voz que debido al terror distaba de ser firme, pero que no mostraba duda alguna. —Mi pregunta es… considerando todo lo que he dicho, ¿realmente creen que Spirit Soul tiene alguna esperanza de cambiar a mejor, a estas alturas? ¿O tan sólo nos estamos aferrando a un clavo ardiendo?—Y, a pesar del mensaje pesimista que había lanzado, con esas preguntas que formuló con angustia dejó en evidencia que ella también era otra patética idealista, al igual que muchos de los que creían que cambiarían el mundo con sus creencias. No era una pregunta útil, no iba a traerle beneficio propio, ni a ella, ni al resto, pero si ni los dioses poseían esperanzas… ¿qué iba a ocurrir de ahora en adelante?
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