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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías Chaos Spatium Tempus Revolucionarios & Anti gobierno
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MEJORAS DE CHAOS
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Mejora de Armamento 1 Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) 21/8/2016
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Tipo Nivel Mejora Adquirida el día
Mejora de Armamento 1 Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) 26/5/2016
Mejora de Infraestructura 1 Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) 24/8/2016
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PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO]

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Mensaje por Atreyu Miér Sep 21, 2016 4:11 pm

PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO] PARTE1

Durante largas semanas de ver rondar no-muertos y necrófagos, además de demostrar que efectivamente, había gente que desaparecía, los habitantes de Oishi alertaron al ejército de que algo extraño sucedía en las inmediaciones del desierto de Chaos.
El Ministro, mandó una patrulla para contrastar esa información, tras pasar dos días sin su regreso, el cual debería haberse producido a las veinticuatro horas de su salida, mandó un escuadrón para investigar el incidente y la desaparición de los dos soldados. De los cinco miembros especiales que salieron del castillo, sólo uno regresó. La información que revelaba era tan preocupante como sorprendente.

Tras perseguir a uno de los necrófagos que capturó a un mercader despistado en la ruta de Rihm a Oishi, descubrieron que dentro del desierto, había un portal que ocultaba mediante magia una ciudad entera a los habitantes del reino. Se infiltraron en estos dominios desconocidos para obtener más información. Una vez pasado el umbral oscuro, descubrieron al otro lado una metrópoli completamente habitada por criaturas de ultratumba. Aterrados por el hallazgo, decidieron ser sigilosos y recaudar toda la información posible sin ser descubiertos, pues de ahí nada bueno podía salir.

Siguieron avanzando ocultándose de los habitantes de aquel lugar, gracias a sus habilidades de infiltración, consiguieron llegar al interior de un edificio. Descubrieron a un grupo de necromantes culpables de convertir a los habitantes de Chaos en el grueso del ejército de no-muertos. ¿Qué era todo esto?. Cuando por fin dieron con una información que realmente era relevante para regresar y ponerla en conocimiento del Ministro, fueron descubiertos y reducidos por aquellas criaturas. Afortunadamente, uno de los integrantes, consiguió burlar la muerte y salir de aquel infierno, llegando a duras penas al castillo y poniendo en alerta sobre la situación que estaba creciendo encubierta en el desierto. Tras escuchar la historia e investigar más a fondo, Atreyu empezó a reunir al ejército y a sus aliados.

A su llamada respondieron los Custos. El Primo Dei confirmó su asistencia, preocupado por la situación, sugirió la presencia de la Gran Sacerdotisa Éride junto con dos poderosos miembros de la Asamblea. El dios oscuro aceptó la recomendación, pues su poder sagrado sería muy útil en esta batalla. De Tempus aún no había recibido respuesta y a Spatium no envió ninguna misiva debido a la débil relación entre los reinos.

La élite del Lord fue la primera en llegar al castillo de Chaos, acompañados de la gran Sacerdotisa Éride y dos integrantes identificados como Kefka y Yuuki. Junto con ellos se encontraba Mikaela, miembro de la Triada Celestial. Recibidos por el Ministro, fueron guiados hasta su despacho en el que les detallaría debidamente la situación. - Gracias por responder tan rápido. Sentaos, por favor.- Entregó a cada uno un papel. En ellos estaba el testimonio del soldado que sobrevivió a la incursión en la necrópolis. Se explicaba cada detalle que recordaba y del camino que recorrió con sus compañeros. También describía el tipo de enemigos que les atacaron y parte del ritual que estaban haciendo. - Como podéis observar,  la magnitud de la situación es preocupante. No sabemos exactamente cuánto tiempo llevan ocultos. Hasta ahora no se habían reportado informes. - Volvió a extender otro papel. El segundo documento detallaba el número de avisos que los habitantes notificaban sobre desapariciones o presencia de alguna de las criaturas descritas en el otro escrito. - Su hostilidad solo me hace plantearme que planean un ataque. He repasado a fondo los archivos de Chaos y no aparece nada relacionado con esto. No se menciona ningun portal, ni ciudad, nada en ese lugar más que arena y tierra hostil. No voy a arriesgarme quedándome de brazos cruzados, dejándoles acabar con los habitantes de este feudo.- Sentenció. Sujetó varias figuras de madera que simulaban soldados y las dividió en dos grupos. Unas las colocó encima de la posición del Castillo de Chaos, las otras en el Desierto del mapa tallado en la mesa de madera caoba del despacho. - Viendo la magnitud del asunto, partiremos con la mitad del ejército, dejando la otra en el Castillo por si apareciese otra amenaza o se diese la casualidad que utilizaran la misma táctica. No sabemos si al descubrir a los soldados intentarán un contraataque o estarán esperándonos. Es mejor no arriesgarse. -
Tomó asiento de nuevo, colocó los codos sobre la mesa, cruzando los dedos de una mano con la otra, apoyándolas contra su mentón. Esperando paciente a que acabasen de verificar los documentos.
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Última edición por Atreyu el Miér Sep 21, 2016 8:59 pm, editado 1 vez
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PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO] Empty Re: PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO]

Mensaje por Orion Ärud Miér Sep 21, 2016 7:51 pm

El Ministro de Chaos solicitó la presencia del ejército élite del Lord, citado que Izaak no rechazó por lo que Orion junto con los demás se dirigieron hasta el país del Chaos para reunirse con Atreyu. La realidad es que no era la primera vez que se encontraba con los Custos pero si podría declarar que era una de las primeras veces que compartirán una nueva misión o en dado caso un llamado que los involucra a todos desde el ascenso que recibió Orion luego del desempeñado dado en la búsqueda de la reliquia sagrada.

El semidragón seguía los pasos de Izaak, caminando al lado de Aldara como si fuera su campo ideal al lado de la mujer; tomando un lugar que le correspondía luego de tantos años. Sin embargo, Orion se sentía orgulloso de caminar junto a los cuatro Custos aún más lucir su título de cómo élite del Lord, subiendo su ego y vanidad dentro lo más profundo de su ser dejando de lado aquellos pensamientos que una vez lo entorpecieron para rechazar el puesto.

Al otro lado iban la gran Sacerdotisa que para Orion era la primera vez que la veía así mismo como sus dos acompañantes y a excepción de Mikaela que con ella estuvo en la búsqueda de la reliquia aún cuando él era Militian.

Al momento de llegar y fueron recibidos por el albino, Atreyu a quien únicamente conocía por nombre — saludos, señor Ministro — comentó Orion a pesar que del albino no recibió ningún tipo de saludo antes de entrar al despacho y tomar asiento para recibir los documentos y escuchar las palabras del Ministro.

Cada uno de los documentos fue leído con detalle, además que escuchó cada palabra y pormenor con la que Atreyu se expresaba de lo que estaba ocurriendo en Chaos. Sin embargo, Orion se quedó callado al momento de que presto atención a Izaak como Primo Dei o al menos según el pensamiento de Orion él debía ser quien hablase primero.

Por lo que dejó los papeles en la mesa, y luego espero la opinión del pelinegro antes de dar su punto de vista.
Orion Ärud
Orion Ärud

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Mensaje por Fingon Sindar Miér Sep 21, 2016 9:25 pm

La nada se cernía sobre él. De pie sobre un acantilado tenia vista sobre todo el desértico valle, se quitó la capucha de su orden de defensores de la luz y sus relampagueantes ojos verde esmeralda rugieron con una canción de verdad. No había nada ahí. Los informes de actividad inusual enviados por el señor de las tierras de chaos era claro, oscuridad, sangre muerte y putrefacción nacían y morían tras un velo de magia pagana e impía. Él como heraldo de la luz no podía desoír la llamada de la santa orden, Fingon de la Casa Sindar se había adelantado, no podía esperar a que las formalidades terminasen, se había trasladado de inmediato con recursos propios, había llegado a la reunión de los grandes líderes, pero no se reunió con ellos, mediante argucias y utilizando sus contactos en Chaos, se había asegurado de recibir la información principal y tan veloz como la como pudo, salió disparado montando a Rochallor, el ave Chocobo, tras de su objetivo. El tiempo de las palabras seria otro, hoy era el tiempo de que la justa luz reclame su territorio.

Rochallor:

Pero no había nada. Por más que agujaba sus insuperables elficos ojos radiantes no podía penetrar el espejo que desviaba la luz y escondía a la maldad, quien sabe desde cuando operaban, era inaceptable. La luz y la oscuridad, la pagana perversión de los tiranos en nuestro reino, era perpetua, siempre por cada bien en el mundo había un mal, pero que se escondan tan cerca de los reinos de los hombres era ridículo, Sindar hacia crujir sus dientes, La furia divina cayo en su alma y solo pensó en una cosa, purgar la ciudad completamente si es que había tal cosa como aseguraban los informes escritos tan rápidamente, repaso una y otra vez la palabra Necrópolis con sus toscos dedos, muertos vivientes, cadáveres, necromancia, magia mortal y sacrificio humano, sintió repulsión, el chocobo grazno y volviendo a ponerse la capucha, bajo hasta donde las filas de los soldados comenzaban a asentarse para montar una avanzada, la Avanzadilla de Chaos era ya grande. Fogatas, tiendas de campaña, máquinas de asedio e incontables reliquias mágicas adornaban todo el lugar, camino entre los soldados sin causar revuelo, pocos lo conocían en Chaos, al menos los soldados de menor rango pues siempre actuaba sin esperar reconocimiento, saludo militarmente a uno que otro soldado y entre ellos vio a algunos que merecían estar en este sitio, más otros no eran del agrado del Elfo, después de todo era imposible caer en gracia al mundo entero. Se enteró cuando hablo con un sargento de que venía en pleno un dirigible de la orden sagrada. La iglesia, la sagrada iglesia de nuestro señor el Lord.

Según recordaba, Éride, era una sacerdotisa que estuvo en la invasión de las criaturas amorfas que intentaron sitiar de igual manera a la ciudad… estaría de casualidad todo esto conectado?, su mente no podía evitar relacionar ambos incidentes. El lobo aulló, Hellfrost el Fenrir llamo la atención del elfo y con gran atención fue con él, quería con todas sus ansias tocar la barrera, seria sensible al poder de la luz de Fingon? Si podían romper el sello quizás las bestias escaparían en estampida, crearían más caos del que se evitaría. Quizás solo una pequeña partida de soldados sería necesaria para purgar la ciudad y detener a los señores del terror.

Hellfrost:

Se adentró en el desierto, no muy alejado del campamento del ejército y se acuclillo, su lobo se sentó sobre sus ancas y espero a su amo, Fingon acariciaba el pelaje oscuro de su compañero y espero a que el resto de sus camaradas, principalmente los Custos llegasen. La capucha le daba un misterioso aire y aunque nada podía hurgar su mente por el momento, sus ideas de purga eran absolutamente visibles.

Tunica de Batalla:

Lo primero que se le vino a la cabeza era que tenían que realizar una ruptura controlada de la mágica barrera, los cuatro elementos conjugados en ella quizás podrían hacer mella, en Nihil, el padre de dichos elementos solía ser un poder que sin duda rompería el hechizo, aunque si el sitio de Chaos se llevaba de manera correcta, a base de fuerza bruta podrían romperla, la magia con la magia se destruye. Los rezos a los dioses antiguos también eran una opción, los necromancers, suelen adorar a dioses paganos señores de las traídas demoniacas para levantar barreras y muertos, si los clérigos aunaban sus poderes podrían también romper el velo mágico. Todo dependía de la estrategia del Ministro… según la opinión de Fingon, por los reportes del comportamiento del Ministro seguramente terminaría de cerrar el círculo del asedio, arqueros y magos en posiciones elevadas, trincheras de acero ungido serían los arietes para contener las hordas de muertos si es que las había, las habilidades de fuego, luz y rayo serian primordiales, el hielo funcionaba también congelando los pocos fluidos que contenían los reanimados.

Todas posibilidades, errores y contrapropuestas volaban en la mente del elfo, pero ansias de lucha gloriosa y cruda redención era lo que más llenaban sus expectativas. Los cuentos de su abuelo emergieron y la luz se volvió nuevamente poderosa en él, sus aliados sin duda tendrían mejores ideas.


Última edición por Fingon Sindar el Lun Sep 26, 2016 9:38 am, editado 1 vez
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PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO] Empty Re: PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO]

Mensaje por Kuro Usagi Miér Sep 21, 2016 10:42 pm

Estire mis manos perezosamente hacia arriba, agarrando con una la otra para seguir estirándome y al acto soltar un gran bostezo. Haciendo que me saliera una pequeña lagrima en el ojo derecho mientras lo hacia, esperando realmente no ser vista por nadie. Cuando terminé, baje lentamente las manos y mire a mi alrededor con total paciencia. Estaba esperando ya fuera a mis compañeros, ya que sabía que nos habían requerido el ministro de Chaos y el Primer Dei andaba preocupado por lo que sucedía en tal reino. Apenas me había enterado de lo que sucedía realmente, pero eso era porque se trataba de mi y eso era algo común por mi parte. Obviamente esperaba enterarme más de lo que estaba sucediendo, sea por el primero o mis compañeros o el mismo ministro. Aunque ahora mismo andaba con algo de sueño y algo ida, pues apenas me acaba de despertar de mi siesta por el aviso. Siendo que cuando viera a mis compañeros, sean los Custos Dei o la Gran Sacerdotisa y sus seguidores, además de Mika siendo invitada por el Primer Dei. Omitiendo a la Quarto Dei y al Quinto Dei, pues estos se fueron por su propios medios. Obviamente dedicaría unas palabras solo a aquellos que estuvieran actualmente ahí.¡Buenos días o tardes!¿Cómo no les iba a dedicar tales palabras? Aunque ni siquiera me había fijado a que hora del día estábamos, pero actualmente estaba tan ida por apenas levantarme que no tenía en cuenta tal cosa.

Cuando abandonamos por fin la Dominus Castle, estaría yendo a un lado del Primer Dei. Después de todo, por algo era la Secondo Dei. Rango que alcance con mucho esfuerzo y que no dejaría de mencionar la verdad. Pues este me había costado lo suyo, pero siempre con todo mi gran esfuerzo alcanzaba aquello por lo que luchaba. Obviamente solo era un puesto más, pero yo me sentía orgullosa de portar tal cargo, siendo sincera. Omitiendo ahora eso y volviendo hacia donde nos dirigíamos. El Ministro de Chaos nos había enviado unos dirigibles para recogernos, siendo demasiado puntuales estos la verdad. Yo hasta pegué un pequeño brinco emocionada, pues era la primera vez que iba a viajar en uno de estas cosas gigantes. ¿¡Quien no se iba a emocionar por tal cosa!? Sin pensarlo dos veces, fui corriendo hasta dentro siendo seguramente que la mayoría se me habría quedado mirando boquiabiertos o similar. Yendo en asiento tras asiento, mirando hasta por las pequeñas ventanas.
¡Wooh!Exclamaba cuando me asomaba cada vez a una ventana diferente. Hasta que el Primer Dei tomara asiento, siendo que ahí seria que yo parara de hacer la niña pequeña y me sentaría a su lado emocionada de que empezara a moverse el dirigible y experimentarlo por primera vez. Hasta cuando íbamos pasando por x zona, señalaba por la ventana y gritaba el nombre de dicha cosa, sea una montaña, árboles o cosas así. Sin tomar mucho en cuenta que es lo que pudiera decir el Primero, de momento.

No supe cuanto tiempo nos tardamos en llegar a Chaos pero cuando lo hícimos, el mismo ministro del reino nos recibió. En silencio seguí hacia donde nos llevaba, hasta que llegamos a su despacho o al menos eso parecía por como estaba el lugar. Nos agradeció y nos dijo que tomáramos asiento a lo que yo obviamente sin pensarlo dos veces, lo hice. Mirando primeramente a mi alrededor con curiosidad, queriendo ver como era su despacho mientras escuchaba las cosas que decía el Ministro de Chaos. Hasta que nos fue entregando unos documentos, a lo que obviamente reaccione y comencé a mirarlos tranquilamente. De ese modo pude darme cuenta al fin que era lo que estaba sucediendo y realmente parecía una misión de tal importancia al fin y al cabo. Fue ahí entonces que mi rostro se puso algo neutro, dejando ya las tonterías aparte. Ahora no era momento de estar actuando cuando estaba fuera de las misiones, era momento de tomar con seriedad el asunto. Observe en silencio el siguiente documento que nos paso y cuando termine de leer todo, deje estos acomodados con tranquilidad a un lado.

El ministro de Chaos había terminado de hablar sobre lo sucedido, pero preferí no decir nada, más bien espere a ver que decía el Primer Dei. Pues que yo sea la Secondo Dei no me da derecho de tomar decisiones, sabía la posición en la que estaba. Que omitiendo ahora eso, realmente parecía ser que el Ministro de Chaos lo tenía todo bien planeado. Cosas que yo realmente no podría hacer, era demasiado mala con la estrategia o ese tipo de cosas. Realmente la idea que tenía era demasiado buena, ahora solo lo único que hice es dirigir mi mirada hacia el Primer Dei y luego al Ministro, estando en silencio.
Kuro Usagi
Kuro Usagi

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PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO] Empty Re: PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO]

Mensaje por Aldara Sashenka Lun Sep 26, 2016 12:49 am

Los profundos y enigmáticos orbes de la dama de los tiempos lentamente fueron despertando mientras su cuerpo yacía portentosamente colocado en un esculpido e imponente trono, el cual se alzaba sobre unas interesantes tarimas finamente adornadas con púrpura y seda. Bajos sus finos pies, el corpulento cuerpo de cierto “feudal” se retorcía y daba respingos en espasmos bastante descontrolados. La presencia de la dama Custos simplemente se dibujaba imponente, magnánima y hasta aterradora en su magnífica belleza divina, completamente rodeada de aquella luz que solamente podía ser emanada desde la pulcritud y palidez de su tersa piel.

A su derredor, las burdas y estrambóticas representaciones de supuesto poderío se deshacían en su propia chabacanería tras haber sido azotadas con el filo de la espada de la mujer, mientras en el paseo central, la raída alfombra llena de manchas soportaba la inclinada figura de un fiel y pulcro mensajero del Castillo, quien en toda su marcialidad yacía con una rodilla y puño hincados a la base mientras mantenía la cabeza gacha en reverencia a la joven dama.

- My Lady, su presencia es reclamada en los campos del Lord…- comunicó respetuosamente el joven mensajero – Chaos se encuentra en aprietos y el Primo Dei ha accedido a la cooperación del Dei Squad… Los Señores ya se han estado reuniendo en la espera de instrucciones. – finalizó bajando un poco más la cabeza.

La seria mujer simplemente observó al mensajero y afiló la mirada sumiéndose en sus pensamientos por unos segundos hasta que sus labios de cereza apetitosa dejaron que su profunda voz vagase en el ambiente. – Corre y avisa al Primo Dei que llegaré a Chaos por mis propios medios. Aún tengo basura por reciclar..- finalizó clavando con más fuerza el taco de su bota en la regordeta espalda del feudal que tenía a los pies, el cual emulando perfectamente a un simple puerco, gimió y tembló sin más.

El mensajero tomó vuelo, mientras Aldara se ocupaba de “limpiar” cierto desorden que entre corruptos y aprovechadores habían logrado tejer en un pequeño pueblecito en las costas de Chaos, aprovechándose de gente un tanto pobre sometiéndola bajo yugos de impuestos ilegales y sacrificios completamente inhumanos. Entregó los criminales a las autoridades del reino y ordenó a una de las soldados que siempre la acompañaba en misiones de este índole a que volviese al Castillo a fin de terminar con los papeleos correspondientes al caso, mientras ella se encaminaba al palacio del regente del reino.

Tomó vuelo y valiéndose de sus propias habilidades logró hacerse con el camino en un tiempo record, posando finalmente sus pies ante la magnánima e imponente edificación que servía como centro de mandos para el Señor de aquellas tierras. Erguida en toda su presencia y orgullo, traspasó las grandes puertas e identificada ante los guardias con su propio blasón de Custos, logró acceder hasta el lugar que había sido fijado como punto de encuentro, notando que el resto de sus compañeros se encontraban ya allí.

Se inclinó ligeramente sin apartar la cósmica mirada de los ojos del albino de Chaos y finamente se disculpó imaginando que llegaba tarde para luego tomar asiento junto a los guerreros dei y los clérigos que habían sido convocados, notando que el elfo no se encontraba entre ellos. Sin embargo su mirada quedó clavada en uno de los caballeros que se encontraban apostados en el lugar, quedando completamente sobrecogida con la sorpresa y la incredulidad, pues bien recordaba que aquella persona había pasado de portar aquel título una buena cantidad de veces; más aquel día, se encontraba allí, regio y poderoso con su típica mirada calmada capaz de desnudar por completo su alma y corazón, portando de manera casi hasta orgullosa ante ella el blasón de Terzo.

Aldara apenas pudo contener en su típica expresión insoldable, la sorpresa que la presencia de Orion había causado en su interior, sin embargo forzó a su propio infantilismo a quedarse quieto en su lugar y tragar suavemente un poco de saliva mientras oía al Ministro y se informaba detalladamente.  Las palabras del mismo denotaban cierta inquietud y no era para menos, pues la situación parecía desdoblarse en un caleidoscopio de colores tan oscuros que ni siquiera el cosmos podría iluminar, además la vida de cientos de inocentes parecían rifarse ante el impoluto capricho de seres completamente descarriados.

La mujer suspiró profundamente y depositó una mano sobre uno de los documentos virando el rostro hasta el primero de todos ellos. Su faz, cargada de una profunda seguridad y suspicacia se fijó en el Primo y sus labios despejaron una suave y profunda voz. – Primo…  efectivamente sus palabras y las del Lord de estas tierras son las más importantes para cualquier movimiento, sin embargo me ofrezco seguir los pasos de Sindar. Estoy segura de que el mismo ha movido sus piezas en pro a la premura de la situación, además… él mejor que nadie conoce su ritmo de batalla. Nada en este mundo me haría dudar de el mismo tiene algo en mente que puede servir de ayuda. – solicitó seriamente.

La poderosa dama de cabellera clara apartó su pesada capa dejando a la luz su fina y pulcra armadura de viaje junto con toda su artillería puesta. – Deme sus órdenes…- solicitó nuevamente – Utilice mi espada…- finalizó extendiendo suavemente su delicada y hermosa mano hacia el Señor Primo – Sin sus palabras…. Nada soy…. – admitió de manera aterradoramente humilde, fijando sus enormes y poderosos orbes de azul celestial en los del caballero de cabellera azabache. – Fingon…. Podría peligrar… -


Última edición por Aldara Sashenka el Lun Oct 03, 2016 9:01 pm, editado 1 vez
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PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO] Empty Re: PARTE 1: Valanyr, La ciudad perdida. [SEMIPRIVADO]

Mensaje por Kefka Palazzo Lun Sep 26, 2016 2:20 pm

El clérigo se encontraba en una situación privada cuando llego el aviso de la convocatoria… había adquirido nuevos esclavos… ósea nuevos herejes de parte de una pirata que se le había vuelto objeto de una obsesión muy fugaz… Zwei mmmmm… sus pensamientos podían volver a él frescos y esa era una de sus capacidades más preciadas, su excelente memoria fotográfica… pervertida pero fotográfica. Apenas se levantó ese día… a las 2 de la tarde, muy, pero muy distinto a sus compañeros de clero, pensó en que haría para matar el tiempo, se había medio vestido ligero, con pantuflas y una bata corta de leopardo, busco algunos “insumos” del clero. Una porra de acero con pinchos, un látigo, esposas y una especie de juguete sexual con dos puntas… lo olfateo un poco y lo tiro al suelo…

-Creo que debo encargar más suministros, algunas cosas ya no sirven…- Dijo con una cara de asco. Mientras tomaba un par de toallas, condones y un par de crucifijos que tenían extrañas formas en sus laaaaargggooos extremos.

Cuando llego a la celda de sus niñas, las niñas de Kefka se abrazaron semidesnudas en la oscuridad y casi sollozaban con ojos apagados, pero Kefka como de costumbre les miro fijamente y sintió como el lazo de control se volvía nuevamente fuerte. Ambas se separaron y se levantaron, caminaron fuera de la celda apenas él les abrió la rejilla y se vistieron en menos de un minuto. Celes tomo las cosas que Kefka traía y Terra, la más pequeña le abrió la puerta a su señor. Pero para su sorpresa el mago lunático vio como uno de los sacerdotes menores estaba con el puño en el aire a punto de golpear la puerta.

Solo una horas despues estaba volando, sus planes de diversión fueron frustrados, los esclavos tendrían que esperar… bueno de todas formas no les pasaría nada….esperen… había un cadáver en el sótano que esperaba recibir su amor, había olvidado meterlo en aceite para que no se descompusiera tan rápido, que torpe!!… da igual, si está más blando para cuando el tremendo Kefka vuelva podría descubrir placeres que hasta ahora desconocía… el mundo de Kefka era interesante, cada segundo que pasaba podía descubrir nuevas cosas, aunque casi todas ellas tenían que ver con producir placer o dolor.

-Terra, mi amor, recuérdame porque estoy en este estúpida cafetera voladora rumbo a no sé dónde diablos a luchar contra no sé qué, no saben que un miembro de la orden más sagrada del reino tiene obligaciones que cumplir!!, gente a la cual confesar!!, personas a las cuales casar!!, niños que bautizar!!, vejetes a los cuales darle la extremaunción!!… que se yo…- Dijo el sacerdote mientras recostado en una gran silla con la cabeza echada hacia atras con una toalla caliente en la cara, disfrutaba de un masaje en los pies que le deba Celes, su esbirra.

-Mi señor, si me permite hablar, fue la señora Éride quien solicito su presencia, al parecer el ministro de Chaos, Lord Atreyu, solicita la presencia de la iglesia en un asunto importantísimo, también sugirió que contaría con la presencia de miembros del Dei Squad y señores de la Tríada Celestial. Al parecer tiene que ver con un descubrimiento relacionado con muertos vivientes.- Dijo la chica con una armónica voz que parecía recientemente haber llegado a la pubertad.

-Muertos… vivientes?... Jajajajaja que tonta eres chiquilla, o está muerto o vivo, pero no ambas, lo que mencionas tu podría ser algo más como Reanimados o Vivos podridos, aun así no me interesa abandonar la seguridad de las paredes del castillo- Dijo el mago mientras se levantaba la toalla de la cara y su rostro perfecto mostraba una sonrisa que difícilmente pertenecía a un hombre cruel, parecía mas la de un padre bondadoso.

La habitación de Kefka en el barco era simple, no tenía mucho que ofrecer, salvo una cama de plumas muy amplia, eso lo había pedido por adelantado dando la excusa de que él dormía con sus guardias por su propia seguridad, nada más alejado de la realidad, pocas cosas podrían hacer daño en este mundo al dios oscuro y sus esclavas, dormían encadenadas y amordazadas al suelo. Solo durante el sueño profundo del mago ellas a veces podían articular palabras propias, cosas de su propia imaginación, difícilmente atacarían al mago pero Kefka no estaba para esas mierdas, corría sobre seguro.

Durante el viaje evitó contacto con los demás integrantes de su clero, odiaba la religión extremista y estaba en el clero únicamente por qué le confería une status de poder difícil de igualar, pero mientras rezara dos veces al día y se comportara decentemente en las misas ocasionales que se erigían en la capilla de Karabor, no tendría problemas, incluso sus extrañas prácticas de tortura y sexuales eran un tabú en la ciudad y nadie se atrevía a pronunciar una palabra, algunos por temor y otros amenazados por las poderosas mujeres que le acompañaban a sol y sombra.

Cuando llego a la capital de Chaos se reunió con las altas esferas del mundo político y militar, ahí estaba Éride, la más alta sacerdotisa, era una mujer espectacular, de piel lozana, ojos dorados como el brillo tenue el sol que se escuda entre nubes aterciopeladas, su figura era similar a la de una gimnasta olímpica y varias veces el lunático sacerdote tuvo deseos de ella, de rozar con su lengua cada uno de los recovecos de su tersa piel, aunque fuera a la fuerza, pero el atacarla abiertamente podría suponer una caída prematura para él, así que había que aguantarse, primero era el deber y después el placer, una de las pocas cosas de las que se privaba.

Otra clériga les acompañaría, una niña recién llegada que tenía orejas de lobo o algo así, él no la veía mucho porque principalmente se ocupaba de sus cosas y la chica parecía estar en el clero de manera forzada o algo así, realmente él no lo sabía o lo había olvidado por voluntad propia. Cuando se sentó en la mesa, pudo ver el rostro del ministro, también era hermoso, con facciones muy varoniles, Kefka se mordió el labio inferior al verle y pensar en su torso desnudo, seria musculoso bajo esas ropas?, Seria rudo?, eso ultimo claro que sí, era ministro de Chaos nada más, esa nación no aceptada débiles y menos cuando la dirigían.

Kefka tomo asiento al lado de su señora Éride y su fresco aroma, sabroso y delicado le llego, respiro profundamente una primera bocanada y recordó como gritaban su nombre en el pasado en medio de orgias y violencia mientras se despedazaban en las antiguas arena por mera locura. Recuerdos de un pasado incorpóreo que le llegaba a veces un poco de manera confusa y en flashazos esporadicos.

Terra se materializó a su costado con una reverencia y le ofreció una copa adornada con rubíes y otras piedras preciosas, Celes tenía un pellejo con vino traído desde la capital, él jamás bebía o comía cosas que no fueran seguras, no porque fuera un paranoico, sino porque detestaba que cocineros o artesanos la cagaran, el comer para él era un placer que superaba todo, la gula a veces le dominaba por días y semanas e incluso habían habido episodios en los que comía tanto que había días posteriores que no probaba bocado. Lo cual la iglesia consideraba el ayuno de Kefka para alcanzar la iluminación… paradójico no?.

-Mi señor, muchas gracias por acudir a la santa iglesia en esta hora desesperada, esperamos ser un aporte en esta hora tan oscura y que el Lord nos guie para poder salvar tantas almas como nos sea posible- Declaro el bufón mientras se levantaba de su asiento y alzaba la copa ornamentada. -Me he tomado la libertad de traer uno de los mejores barriles de vino del Dominus Castle para su deleite, quizás cuando la necrópolis ya sea nuestra... podamos celebrar con el, por el momento bebed un poco para la buena fortuna- dijo mientras fulmino con la mirada a Celes, la rubia que le acompañaba como guardia.

La chica salto como alcanzada por un rayo y presurosa sirvió vino a todos los presentes para que brindaran con él, a medida que los graciosos pasos de la rubia avanzaban, la mirada de odio de Kefka se comenzaba a suavizar y volverse mucho más amena... una Necrópolis... podría de alguna forma entretejer sus redes y convertirse en señor de una ciudad repleta de seres reanimados con magia?... las ideas de poder comenzaron a volar en la mente de Kefka, el sacerdote estrafalario.
Kefka Palazzo
Kefka Palazzo

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Mensaje por Éride Mar Sep 27, 2016 5:10 pm

—M-mi señora Éride, le ha llegado correspondencia urgente.— La voz de un joven sacerdote se escuchó a las espaldas de la Gran Sacerdotisa, quien, arrodillada en uno de los bancos de la catedral del Dominus Castle, vio interrumpida su segunda meditación diaria. Despegó la frente de sus manos entrelazadas, a la vez que dejaba de apoyar los codos en el reclinatorio. Se incorporó lentamente y se dio la vuelta, con una expresión que sería completamente impasible de no ser porque sus ojos dorados se clavaban de manera fulminante en el clérigo principiante. Él se contuvo para no dar un paso hacia atrás, a la par que sujetaba el sobre que le traía con su temblorosa diestra. Generalmente, la diosa era condescendiente con todo el mundo, pero no era la primera vez que el muchacho interrumpía a la mujer en actos sagrados, por no decir que ya había recibido advertencias más de una vez. —M-me la dio un soldado, m-me pidió que os la entreg-gara cuanto antes…

—¿La… cuarta vez ya, joven Enoch?—A pesar de su figura autoritaria, su voz sonaba extrañamente amable. Sin dejar de mirarle a los ojos, apuntó con su zurda hacia la pierna del chico, ignorando completamente la carta que llevaba en la mano. —Cuatro han sido las veces que me habéis interrumpido la oración. La primera vez fui condescendiente con vos, pero fuisteis avisado. La segunda, no tuve más remedio que castigaros con ayuno de un mes… y en la tercera tuve que obligaros a colocaros el cilicio.—Un pequeño surco se formó en su ceño cuando lo arrugó un poco. —¿Qué tipo de disciplina debo aplicaros? Si bien no es una falta muy grave, sabéis de sobra que respetar este hecho sagrado es obligatorio para cada uno de los miembros del clero, independientemente de su estatus.—Se llevó el pulgar y el índice de la diestra al inicio del puente de la nariz, como si así pudiera detener la cefalea que poco a poco amenazaba con aumentar de intensidad. No podía entretenerse en pensar algún tipo de castigo reglamentario si se requería que actuara rápidamente. Si la misiva que le habían enviado era de carácter urgente, no tenía mucho tiempo que perder. Salvo el rato que le tomara terminar de meditar. Las prioridades eran las prioridades después de todo, aunque desafiaran toda lógica. Hizo un gesto para que el muchacho le entregase el sobre. —Lamentablemente no tengo tiempo para instruiros como debo. Vuestro ayuno aumentará tres semanas más. Y el cilicio… no parece estar haciendo lo suficiente. Apretadlo un poco más. Más adelante me aseguraré de que cumpláis con lo ordenado.—Tomó el documento y le hizo marchar. Aprovechando que no había nadie cerca, rompió el sello y sacó el pergamino de su interior.

”¿Ejército de no-muertos?”

Si bien su naturaleza oscura podría permitirle ser condescendiente con aquella peligrosa situación (incluso apoyarla), sus principios religiosos le impedían formar parte de las filas de aquel peligroso círculo de nigromantes que parecía amenazar el reino de Chaos. Éride ya había conocido personalmente al Ministro de Guerra, por lo que su petición de ayuda no le resultó en absoluto algo extraño, sobre todo teniendo en cuenta que las criaturas a las que debían enfrentarse solían tener el estereotipo de ser fácilmente vencidos con magia sagrada. Mandó a un Militans a buscar al más poderoso bohista de la Asamblea de los Seres Santos, Kefka Palazzo, para que le acompañara en la misión. Era un hombre… peculiar, sin duda, pero eficaz. Desconocía en qué gastaba el tiempo libre, pero su servicio en el clero era impecable. También pensó en que sería una buena manera de instruir a su discípula, la joven sacerdotisa Yuuki Okami, a quien había acogido tiempo atrás tras comprobar por sí misma sus poderes sacros. Su aprendizaje no debía limitarse a llevarse a cabo entre los muros del Dominus Castle: como joven doncella, debía ver mundo, aunque éste fuese cruel y despiadado. Además, consideró en solicitar la ayuda de Mikaela, perteneciente a la Tríada Celestial, que les había honrado con su presencia en el plano terrenal.

El viaje no se le hizo demasiado largo. Palazzo había decidido transportarse por otra vía distinta a la de las dos sacerdotisas y de Mikaela, que fueron junto a algunos miembros de los Custos Dei. La actitud alegre de la Secondo le perturbaba: yendo a una misión de tal calibre, ¿por qué se mostraba de ese modo? Parecía tener una curiosidad insaciable que le impedía comportarse como alguien digno de su puesto. Incluso se esperaba dicho comportamiento de Yuuki, mas ella ya sabía a qué consecuencias atenerse. Una Custos, por otro lado, podía hacer lo que le diera la gana en ese aspecto (siempre y cuando no tuviese en cuenta la imagen que debería dar a los demás).

Al ver al arcángel en el interior del dirigible que les llevaba a Chaos, no dudó en acudir a saludarle con cortesía. —Mi señora,—comenzó a decir, agachando un poco la cabeza ante su presencia. —Me honra que hayáis aceptado mi solicitud para venir con nosotros en esta misión. Vuestra ayuda será recibida de buen agrado por el Ministro.—Le dedicó una sonrisa amable, más bien por diplomacia que por sinceridad. —Oh, disculpad mis modales. ¿Os importaría que os acompañáramos en esta travesía?—preguntó, a la vez que señalaba a la pequeña sacerdotisa que tenía a su lado.

Al arribar al lugar donde se les había convocado, la diosa se dirigió a tomar asiento donde pudo, indicándole disimuladamente a su discípula que hiciera lo propio a su lado. —Señor Ministro,—hizo una pequeña reverencia antes de sentarse, mostrando una sonrisa cordial, —es un gran honor que hayáis decidido contar con los humildes servicios de los Inveteratus Illuminati para esta causa.— Agarró suavemente el papel que le era entregado, echándole un rápido vistazo. —Nos comprometemos a serviros de ayuda para purificar a las ovejas descarriadas que osan levantarse contra el Gran Lord.—En cuanto terminó de hablar, Palazzo se sentó justo a su lado, haciendo muestra de su humild… de sus ofrendas (como todo caballero educado) a los presentes. Incluso a pesar de ser un acto cortés, todo clérigo debía evitar caer en la gula — entiéndase por ello, beber o comer en horas de ayuno.

Se inclinó un poco hacia la doncella de orejas de lobo para hablarle en un susurro. —No mojéis siquiera los labios,—murmuró, de forma autoritaria. Había que ser firme con la joven, de lo contrario acabaría más descarriada que esa panda de nigromantes. Después volvió el rostro hacia el sacerdote de forma disimulada, aunque ésta vez su sonrisa cordial volvió a asomar en sus labios. —Bien es sabido por vos que en horas de ayuno debemos dejar los placeres de lado, señor Palazzo,—dijo en el mismo tono de voz, para evitar que los demás oyeran el pequeño recordatorio. —No os voy a negar que el vino es una de mis debilidades, mas la buena fortuna sólo se la encomiendo al grandioso Lord… no a un brindis.—Agradeció educadamente a la sirvienta del clérigo, indicándole con un gesto que no deseaba que le sirviera la bebida. Tras ello, miró de nuevo al ministro, atenta a las explicaciones que daba a la comitiva allí presente.
Interacción:
Éride
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Mensaje por Yuuki Okami Mar Sep 27, 2016 7:05 pm

Una de las grandes oportunidades que ha tenido al formar parte de la Orden de Gutam era, sin duda alguna ayudar a las almas necesitadas de todas las partes de la gran Spirit Soul, adoraba compartir su poder hacia los afectados de guerra aunque no se le permitía interactuar directamente con los desdichados de la revolución. Su estadía se convirtió en un cámino lleno de disciplina que realmente le costaba aprender. Yuu siempre creyó que la libertad era la escencia de un espiritu lleno de felicidad. Lastimosamente lo que sucedía con ella era algo totalmente inevitable, era un alma con espiritu libre dificil de domar, por ende, dificil de disciplinar como era debido. Ha recibido castigos como cualquier niña mala, desde regaños hasta golpes con una regla de madera en sus finas manos, hasta que poco a poco aprendió las cosas más básicas, como los modales en la cena, o evitar hacer cualquier asquerosidad en frente de otras personas.

Sin embargo la crueldad con la que vivía a diario era algo que no podía tolerar, los castigos de su superior Eride hacia los demás clerigos eran sin duda algo que ella no soportaba escuchar, era de su preferencia usual culparse a si misma para recibir el propio castigo que ver como los demás miembros de la Orden eran cruelmente regañados... pero habían cosas inevitables como el ayuno que tanto detestaba que se impusiera. Más de una vez a robado comida para darselas a los pobres miembros que solo cumplen con su labor, y varias veces ha sido castigada por cometer este acto de misericordia, era tal su disgusto que inclusive guardaba su propia comida para repartirla entre todos una vez que el castigo empezaba. En un día como cualquiera Yuuki fue llamada para ser la acompañante de la gran sacerdotiza Eride,le interrumpieron en sus clases de lectura (En la cual tenía una gran dificultad) solo para ser llevada a algún lugar que desconocía.

-Señorita Yuuki, por decima vez en la semana, debe aprender esta oración.- Un maestro, con regla en mano tenía intimidada a Yuu solo por su obvia incapacidad de leer, era una frase simple escrita en un pizarrón, y ella debía ser quien lo leyera. La frase en cuestión era un simple trabalenguas infantil. "Tres tristes Tigres tragaban Trigo". -T..tres.. T-tistres trigres... Y el sonido contundente de la regla chocar contra la mesa logró hacerla sobre saltar con temor. -¡MAL MAL MAL!- Y se acercó con la regla en la mano solo para nuevamente intimidar a la pobre chica. -Una semana completa, Señorita Yuuki, una semana completa y usted no ha sido capaz de dominar la lectura.- Dijo mientras comenzaba a rodearla. -En este lugar, solo admitimos la perfección, y usted tiene suerte que la Gran Sacerdotiza Eride le haya tomado como discipula, de lo contrario habría sido EXPULSADA- Recalcó la última palabra, fue ahí cuando golpeo la mano izquierda de la Licantropa con la regla, haciendola quejar de dolor mientras retrocedía. -L-Lo lamento... y-yo...- Retrocedió de tal manera que se topo con la pared, iban a golpearle nuevamente.

Afortunadamente fue llamada antes de que algo peor sucediera, un muchacho llegó a su salón de clase independiente, interrumpiendo el acto, este aclaró su garganta, pues no le gustaba ver ese tipo de escenas. -La señorita Okami es solicitada en este mismo instante, es de vital importancia que se dirija con nosotros ya que La Gran Sacerdotiza Eride le necesita en este momento.- Y sin decir nada, Yuuki fue corriendo como cachorra temerosa hacia el hombre, dejando al profesor solo con aquella regla en la mano. -¿Se encuentra bien, señorita Yuuki?... Preguntó el joven, mientras le llevaba hacia el transporte del lugar que desconocía. -E-estoy bien, muchas gracias por ayudarme- Esta se agachó un poco, como reverencia. -¿La gran Sacerdotiza ha parado ya con el ayuno?...- Preguntó con curiosdad. -Ha subido a otras tres semanas más...- Un silencio algo extraño se presentó. -Bueno... no importa, les ayudaré luego, lo prometo.- Dijo con una amable sonrisa en el momento de su llegada.

Tras despedirse de aquel muchacho, se encontró con su maestra, la Gran sacerdotiza Eride y dos Custos Dei, que con respeto saludó, justo como le enseñaron. Era la primera vez que se subía a un dirigible en su vida, por lo que se le notaba sutilmente emocionada, movía su cola de un lado al otro mientras que con un detalle increible veía las cosas a su alrededor, y de vez en cuando olfateaba lo que más le causaba curiosidad. Eride le indicó sutilmente que se ubicara una vez que saludó al ministro, así que ella hizo la misma reverencia una vez que Eride se presentó, sin embargo no dijo su nombre y se sentó a un lado. Llevaba consigo una mochila, que decidió traer para el viaje, pues tenía cosas que serían de ayuda. Kefka entonces se hizo junto a Eride, presentandose con sutileza mientras sacaba un poco de vino.

No sabía porque, pero instintivamente tuvo la torpeza de hacer lo impensable, como si ignorara la orden de Eride de guardar silencio.. no pudo evitarlo,sonrió en cuanto creyeron que iban a merendar con bebida y comida, ¡Ella amaba la merienda! por lo que antes de que la gran sacerdotiza regañara sutilmente a Kefka esta comenzó a revolcar su mochila justo después de abrirla. ¡Así es! ¡Que buena es la merienda! ¿Verdad?- Se dirigió con los presentes, y con un aire de ignorancia sacó de la mochila una caja de cartón con muchos decorados, y tras abrir la tapa, galletas deliciosas estaban ahí. -Las cociné yo misma para compartir con todos ustedes!- Su dos manos estaban vendadas, notandose el mal trato que recibía por parte de algunos superiores. Se acercó un poco al señor ministro, y con respeto le ofreció una. -Pruebe una por favor, señor ministro- Alzó la caja de galletas para darle una.

Y uno por uno, fue repartiendo una para cada uno. Aquí tiene, señor Custos- Habló con el varón, también ofreciendole con mucho respeto una galletita. -Pruebe una señorita Custos- Se dirigió a la mujer de cabello azulado, y luego, hizo lo mismo con Aldara -Por favor, pruebe una de mis galletas, Señorita Custos- Fue así, que con modales, le dió una galleta a cada uno, solo quedaba Kefka y Eride. Cuando se dio la vuelta... la mirada fulminante de Eride se posó en su inocentes y brillantes ojos carmesí. -¿N-no quieren un probar.. una?- Bajó un poco las orejas, con algo de temor por la misma razón que antes.
Yuuki Okami
Yuuki Okami

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Mensaje por Izaak K. Arliden Miér Sep 28, 2016 3:12 am

Aquellas puertas brillantes, pesadas y que era cuidadas por dos enormes colosos se abrieron, la luz que salía de ahí era cegadora, capaz fulminar al más maligno ser, sin embargo, su cuerpo indomable, se mantenía de pie ante esa luz, inmutable y firme, ante ella, comenzó a caminar sin temor a ser engullido por esa luz — Chiara, espera un momento aquí, volveré pronto — dijo el varón, quien miraba a la chica que se encontraba escondida a su espalda, arrodillada, incapaz de mirar aquella luz, ni de levantarse ante su poder. Cuando las puertas se cerraron, la chica que le acompañaba, logró ponerse de pie y mirar con mucha preocupación... — Siempre tan increíble Kvothe, pero por algo eres mi mano derecha —, el pelinegro inclinó su rostro y posó una rodilla en aquel pulcro e impecable suelo blanco y brillante — Mi Lord, Rey de reyes, he venido a entregar este humilde reporte, al parecer el Señor de Chaos solicita ayuda urgente — el enorme e imponente Rey, sentado en aquel inmirable trono de oro, lleno de gloria y majestad le miró dulcemente y devolvió a él aquel documento — Mi voz será tu voz, cumplela y tráeme la gloria — demandó el gran Rey, mientras que el azabache se levantó de su postrado y con la típica postura militar acató sus ordenes — Cómo usted ordene, su majestad —.

Aquella fila de soldados hicieron un movimiento unísono y a la perfección cuando él pasaba, su mirada se encontraba centrada, detrás de esos lentes, guardaba en calma, en tranquilidad su ira para quien la merecía, caminaba sin mirar más que su camino, detrás de él, le seguía Chiara, aquella rubia aún conservaba esa horquilla en el cabello y caminaba detrás de él con cierto nerviosismo y temor, pues nunca había visto esa faceta de preocupación del Custos, siempre buscaba como animarle, pero en esos momentos, ella no estaba más que preocupada y fuera de línea, algo que Izaak era muy consciente de ello, por lo cual a pesar de la seriedad, sonreía al mirarla en problemas de reojo. Miró aquel enorme reloj de pared y soltó un suspiro — Chiara, envía una orden a todos los Custos, el Dei Squad debe partir antes de la puesta de sol — habiendo dicho aquello la chica acató sus ordenes y desapareció de su regazo.

Caminó lentamente, paseándose por toda Dominus Castle hasta llegar a esa puerta la cual tocó dos veces sin dudar — Señorita Mikaela, he venido en nombre del Lord, se requiere de su presencia, un dirigible se acerca, debemos partir antes de la puesta de sol, antes de eso, la requiero a bordo — dijo el pelinegro, para luego alejarse de aquel lugar y desaparecer en aquel interminable pasillo. El sol estaba casi en su punto, saludando con sus últimos rayos naranjas en el horizonte, el ya había puesto un pie dentro del dirigible, desde hace unas horas Kuro le seguía los pasos, al igual que la diosa peliverde, momentos después se fijó claramente de quienes abordaban, había escuchado solo rumores de ella, pero a simple vista, pudo descubrir su gran porte y de su temperamento disciplinario, viera por donde lo viera, era increíblemente derecha, lo pudo notar incluso en su caminar, su postura y su manera de hablar, pero a pesar de todo había estado muy callado, el pelinegro tenía tantas cosas que pensar, pues después de lo ocurrido en aquel castillo, comenzaba a preocuparse por su toma de decisiones.

Al llegar al despacho del ministro tomó asiento casi en las primeras filas, pero su mirada, estudiaba cada uno de los presentes y desde el dirigible encontró la ausencia de Aldara y Fingon, pero al llegar supo que no tenía porque preocuparse por la cabellos de chicle, pues estaba como siempre, impenetrable ahí, pero al mismo tiempo notó la ausencia de aquel elfo, de solo pensar que no se encontraba le irritó, a veces estimaba y apreciaba su gran capacidad de dirigir, pero otras veces le sacaba de sus casillas al punto de querer hacerle entrar a hostias y amarrarlo como niño a una silla, con cinturón y chancletas. A pesar de todo, no había formulado ni una sola palabra, hasta que miró las acciones de su compatriota y el discurso del peliblanco, Señor de toda Chaos, había terminado su explicación. Se puso de pie, mirando a Aldara, con esa prepotencia que le sale sin nada de esfuerzo, destilando un aura espesa y enfurecida, sus ojos chisporroteaban, llenos de enfado, el ambiente se tornó denso y un poco incómodo, pero en seguida tomó la mano de la chica y tiró de ella — Ese maldito elfo de monte necesita que lleve una buena tunda y aprenda a no ser imprudente — demandó sin ápice de mostrar su enojo ante un violación de sus palabras — pero no cambia el hecho de que es mi hermano, mi amigo y mi compañero, a pesar de ser muy tonto, mi deber es corregir sus pasos — dijo sonriendole a la chica de cabellos rosa — así que por favor, levanta esa cabeza — acarició su mejilla y luego se puso de pie mirando a la pequeña que traía vino consigo...

Miró, apenas era un niña, que no conocía el mundo que le deparaba, su olfato no pudo evadir el olor que ella destilaba y un golpe de aire levantó una brisa que antes que ser destructora, era muestra de una diez milésima parte de su ira — ¡Ey, bufón!, ¿que significa esto? — le fulminó con la mirada — cuero, hierro, mordazas, grilletes, miedo y una tenebrosa jaula oscura — una pequeña vena saltó en su frente, el lugar comenzó a temblar un poco, más no tocó el vino, sino que tomó a la pequeña de las manos — No aceptaré nada de esto en mi castillo, Dominus Castle no debe ser profanado, si descubro tus anomalías, juro por mi santa madre, que bailaré en tus cenizas mañana al amanecer — finalizó mirando a la pequeña licantropo con las manos vendadas — Señorita sacerdotisa, su deber en la iglesia es mostrarle a la humanidad el amor del Lord, espero después de esta misión me tenga un razón justificada del maltrato implicado en esta joven o de igual manera, masticaré sus huesos en un plato de estofado — demandó, estaba irritado, le habían hecho irritar demasiado, tanto que su ira estaba por desbordarse de sus casillas y acabar matando al primero que le hiciera frente.

Soltó un pesado suspiro, como si fuera una pipa sacando el aire a presión que había acumulado su insaciable ira. Su mirada se dirigió hacía el gran ministro y se acercó a su escritorio con autoridad, para detenerse a unos centímetros y girar hacía el frente — Os he invocado por una sola razón, he venido con ordenes directas de su Majestad, su mandato nos ordena apoyar al Ministro con alma y cuerpo — dijo mostrando aquel pergamino, sellado por el mismo Lord —, todo aquel que se encuentre en contra de apoyar esta situación, esta dispuesto a retirarse, pero os consideraré como herejes y traidores a la patria misma, perderéis su rango y su posición, tampoco queremos cobardes, está misión debe terminarse, aun si tuviéramos que entregar el alma por ello, así que no os preocupéis, que bajo mi mando, no permitiré que nadie muera — declaró para concluir y esperó por si alguien decidía regresar por donde vino.
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Mensaje por Mikaela Miér Sep 28, 2016 9:05 pm

Se encontraba en su habitación ultimando los preparativos para su siguiente tarea desde que había llegado al plano terrenal, acompañar a los Custos una vez más a cumplir con una nueva tarea aunque en ésta ocasión también les acompañarían soldados del Army of Chaos y algunos sacerdotes, parecía una tarea a gran escala a comparación con la anterior. Así pues y antes del amanecer ya estaba lista para unirse al resto de sus compañeros tal y como le habían solicitado, no solo el Primo Dei sino también la Gran Sacerdotisa, a la cual aún no había conocido en persona pero a la que deseaba conocer finalmente, tenía algo de curiosidad sobre cómo sería. Una vez estuvieron todos reunidos se fijó en que podía reconocer a la mayoría, principalmente a los Custos que ya había tenido el placer de conocer pero también algunas caras nuevas que no terminaba de ponerles nombre, pero para empezar se tomó algunos segundos para saludar correctamente a cada uno de ellos de una forma conjunta, lo mínimo antes de pasar al trabajo y ponerse serios. -Buenos días, me alegra que volvamos a formar equipo.- Dijo dirigiéndose a los Custos en general, incluyendo a Orion que por lo que tenía entendido ahora también formaba parte de dicho grupo, sonriente cual inocente jovencita antes de pasar a fijarse en aquellos que no conocía. En concreto tres personas que llamaron su atención, dos de los cuales mujeres aunque una sería más convenientemente llamarla “niña”, y un hombre con un aspecto que destacaba sin duda en comparación con el resto de presentes, pero su atención se centró en la mujer que se acercó a saludarla, ella debía ser la Gran Sacerdotisa.

Además de presentarse, preguntó si podían acompañarle tanto ella como la niña que le seguía, por supuesto no le incomodaba lo más mínimo e incluso le agradaba tener algo de compañía durante su tarea, además de lo que era el grupo entero en sí mismo. -Debes de ser la Gran Sacerdotisa, ¿Me equivoco? Es un placer conocerla al fin, y desde luego que pueden acompañarme si así lo desean.- Respondió con la misma sonrisa que había mostrado anteriormente a sus compañeros y que de hecho solía mantener casi todo el tiempo, sencillamente era amable con todo el mundo y le gustaba llevarse bien con el mayor número de gente posible, no había nada de malo en ello ¿No? Además, se trataba de sus compañeros y con ellos tendría que luchar, protegerles o incluso ser protegida, lo más correcto era que se llevasen bien los unos con los otros y más si sus vidas podían depender de ello. Escuchó las palabras del ministro mientras iba revisando aquellos papeles que les iba pasando a cada uno de ellos, si que parecía un asunto grave aunque eso podía imaginarlo solo por el hecho de que hubiera reclamado la ayuda de los Custos para la misión, pero incluso con ello fue sorprendida por lo que veía y oía.

Para terminar, tras el discurso el Primo Dei y tras algunos comentarios que tenían que ver con los presentes se acercó al lugar en el que se encontraba el ministro y se giró hacia ellos para ahora ser él quien diera un pequeño, breve pero contundente discurso sobre la tarea que habían de cumplir así como una advertencia. -Siempre puede contar conmigo si lo requiere, no me echaré atrás- No pudo evitar levantarse de golpe a decir aquello, casi como si se hubiera ofendido pera más se trataba de determinación, estaba dispuesta a cumplir con su deber a cualquier coste y en cualquier momento, para eso había ido hasta ese plano, no retrocedería.

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Mikaela
Mikaela

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Mensaje por Kefka Palazzo Jue Sep 29, 2016 4:39 pm

La daga entraba una y otra vez en el abdomen de la gran sacerdotisa Éride, el mago lunático lleno de placer se revolcaba en un charco de sangre mientras se carcajeaba y sus desquiciados ojos se convertían en una frenética mueca entre excitación y gimoteos extraños, la daga cayó al suelo y revoto tres veces en el charco de sangre que se volvía tan grande como su codicia. Sus dedos se movían nerviosos a través del cuerpo delicado, blanco y perfecto de la muchacha mientras la estrangulaba con fuerza con una mano enrojecida por el color carmesí vital de su víctima, ahí estaban Terra, Celes, Zwei, Atreyu y un par más riendo a su alrededor cantando una cruel canción de gloria en favor del demente mientras depositaba el cadáver sin vida de la máxima autoridad de la iglesia de Spirit Soul, una de las personas más cercanas en este mundo a la divinidad del más fuerte ser sobre la faz de Spirit Soul

Eso sería una opción tonta, se dijo en su sueño Kefka y salió del onírico mundo en que se encontraba, un mundo que duro solo un segundo, volviendo a la realidad y alejando sus espeluznantes sueños de caos se encontró con la sacerdotisa que había terminado de reprocharle el hecho de que el ayuno debía respetarse, la austeridad era primordial en el enclave religioso, aun así Kefka era astuto. Y siempre salía con buen paso de todo lo que pudiera inculparle, levanto su copa solo un segundo antes de que sus labios rozaran el vino y volvió sus ojos los más tiernos y comprensibles del mundo, hizo una gran reverencia, tanto que casi toco el suelo con su propia frente.

-Su ilustrísima, tiene razón en todo aquello que menciona, por ello usted es la guía de nuestro clero, que haríamos los sacerdotes que nos encontramos en tinieblas sin su justa guía, por ello por casi pecar, cuando lleguemos a nuestro claustro me encargare de recibir un castigo apropiado para mi propia ofensa, solo pido que en su inmensa compasión sea usted misma quien aplique el castigo para redimir mis malas acciones- dijo el sacerdote mientras se volvía a levantar. -Esta claro que si nuestro señor está protegiéndonos nada ira mal, pues ni siquiera la fortuna se resiste a su poder y magnifica gloria, sin embargo en estos momentos, su ilustrísima, nos encontramos en presencia de señores de la guerra, y como tales sus costumbres son diferentes, las leyes antiguas dictan que compartir la mesa con los aliados es el más grande signo de confianza, aunque nuestras leyes religiosas son distintas quise que instauráramos nuevas costumbres, desde lo más profundo de mi corazón pido disculpas por haberla tentado al tratar de ser innovador para traer a la iglesia hasta los nuevos tiempos.- Indico el mago como si realmente estuviera afectado por sus malas acciones, casi parecía un perrito apaleado aunque por dentro deseaba que el sueño que tuvo primero se hiciese realidad. No tenía nada contra la suprema sacerdotisa. Kefka tiene la habilidad de desear el mal hacia quien quiera que conviva con él y lamentablemente no lo podía evitar.

Yuuki, la sacerdotisa menor mientras repartia galletitas, era sumamente tierna y el mago afortunadamente no se había fijado mucho en ella, pero según como avancen las cosas, quizás tendría la desgracia de conocer al bohista. Fue entonces que uno de los Custos que les acompañaban desde el Dominus Castle, el gran Primo Dei salió al frente con sus palabras, estaba muy iracundo, serio y lleno de una marcialidad que estaba a la par de un dios de la guerra, que le pasaba, ¿Tenía arena en la vagina?, Palazzo no entendía por que había estallado en ira al olfatear a la sacerotiza menor. Que pasaba, es que su estúpida nariz era clarividente, aunque le falto mencionar que le habían golpeado con una regla y una vez Celes, la había empujado al barro por que se cruzaría más tarde con el mago… da igual, el bohista no le importaba lo que un militar pensase o amenazase, sin embargo sus guardias a veces actuaban por su solas.

Celes, la rubia guardia de Kefka movió su mano relampagueante hasta el mango de esta y sus apagados ojos se volvieron hacia el militar de manera violenta y fulminante, de las dos guardias de Kefka, esta era la más impulsiva, el mago mismo lo desconocía, pero solía reaccionar de manera explosiva como si estuviera programada para defender de todo mal a su maestro, Terra aunque era más poderosa era más apacible y obediente y por consiguiente quien recibía menos malos tratos de parte del colorido sacerdote.

Celes:

-Que has dicho de mis maestros, perro asqueroso?, recuerda con quien hablas si no quieres volver con tu amo con el brazo metido en el culo!!- Rugió mientras caminaba hacia el Primo Dei con la clara intención de luchar con él.

Kefka se deleitó con la escena, después con la potencial escena, el caos se revolvió en su medula, cada una de sus células pedía a gritos una guerra interminable entre todos los reinos, entre el cielo, el infierno, el omnia, Spirit Soul consumido en llamas, casi vio cien millones de muertos en mil campos de batalla, caos y dolor en todo lo que el sol tocara, sin embargo, no era el momento, el Lord podía acabar con la iglesia si lo decidía y su diversión podía ser contenida con un simple estornudo de su magnífica barba, si, por alguna razón Kefka pensaba que la barba del Lord era otro ser viviente que podía hacer cosas como esas. Locuras de un desquiciado sin remedio.

-Celes.- susurro el mago, nadie escucharía esa palabra a menos de que estuviera pegado al mago, Celes estaba a más de tres metros de él, pero algo en la cabeza de la rubia guardiana hizo click e inmediatamente dejo la espada descansando en su enjoyada vaina, bajo la cabeza y puso una rodilla en el suelo -No respondo ante tu autoridad… como sea que te llames,-respondió Kefka -quizás no entiendes bien nuestra misión, y mucho menos nuestros métodos, pero si su ilustrísima señora me permite decirlo, somos una orden que no admite mandatos de militares, somos una organización de ayuda, si, ayudamos a todos aquellos seres que en tinieblas se encuentran perdidos buscando la palabra verdadera de nuestro señor el Lord de todo Spirit Soul.- Dijo mientras se levantó y mostro un rostro serio y lleno de determinación, un rostro que aunque estuviera pintado parecía serio y con autoridad. -Si no puedes comprender a que nos dedicamos, te recomiendo que no te cruces en nuestro camino o serás declarado como un hereje, un hereje en contra de nuestro altísimo señor, no te sientas especial, otros Custos ya han pasado por vuestro puesto. Y por último te recuerdo que no es tu castillo, sino la santa sede de nuestro amo y señor, nada es nuestro en este mundo, salvo el alma que con gusto entregaremos al soberano indiscutido de todo. termino diciendo para volver a sentarse, ahora tenía el aspecto de estar asqueado, pero defendería la iglesia de todo atacante, después de todo era la que le permitía actuar impunemente y satisfacer todas sus necesidades, causar dolor era el principal la principal de ellas y él sabía que con el dolor se podían ver las cosas mas claras.

-Terra, querida, retírate con Celes, cuando terminemos esta reunión les buscare.- ordeno el mago.

Terra:

-Si amo- respondieron ambas al unísono mientras se retiraban de la sala.
Kefka Palazzo
Kefka Palazzo

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Mensaje por Ragnar Azathoth Jue Sep 29, 2016 9:03 pm

El horizonte auguraba la presencia del mal, podía sentirlo en su sangre, la ciudad que había abandonado le habían aportado cien hombres, todos especialistas y los mejores en muchas áreas, entre ellos carpinteros, modistos, criados y alfareros, hermosas mujeres diestras en ceremonias del té, aprendices de caballeros y escribas entre otros, todos inútiles en materia de combate o asedios, salvo los carpinteros que podrían de alguna forma ayudar en el fortalecimiento inmediato de la avanzada de Chaos que el ministro diestramente dispuso a la mínima señal de que algo no concordaba entre el espacio y el tiempo.

Los ojos dorados de Ragnar se posaron en el campamento y le pareció todo fuera de lugar, soldados con inmensas fogatas delataban perfectamente sus posiciones, dispersos y poco organizados, esto le hastío muchísimo, él lo sabría, su padre lo sabía, y cuando fue convocado por el alto mando militar Bolbar dispuso que los criados de su hijo marchasen de inmediato y  dispusieron un sitio algo alejado de todo el ordinario bullicio, la tienda de campaña de Ragnar era la única que estaba levantada de manera apropiada con estacas de acero forjado clavadas en un asidero de roca semiblanda, se dispusieron alfombras tejidas a mano para la base y la tela estaba impermeabilizada con un polímero plástico traído desde Tempus. Su lecho de descanso tenía el tamaño suficiente como para que el Guardián descansase con su caballo si lo quisiese relleno con paja y plumas de pato. La tienda contaba con tres secciones principalmente, cocina de campaña y duchas privadas donde Ragnar podría disfrutar de agua caliente la cual sería suministrada por leña.

Más que una campaña de guerra parecía una especie de viaje de placer pero para él era común que se le dispusiesen todas las comodidades que desease, por algo era el heredero del Caos Nuclear, la semilla de Azathoth, cuando por fin llego a sus aposentos se le espero con un banquete preparado por seis Chefs traídos de varias ubicaciones del globo, sin embargo el demonio dorado solo bebió agua, algo le ponía nervioso, salió de la tienda e inmediatamente un joven escriba se le acerco, Raganar no le miro, pero el hablo de inmediato, todos sabían que tenían que hacer todo el tiempo cuando estaban cerca del alto noble.

-Mi señor, Atreyu, el ministro de Chaos, nos ha encomendado permanecer en esta ubicación resguardando un supuesto punto crítico desde donde ha habido avistamientos de seres antinaturales, algunos informes les llaman zombies y otros muertos vivientes, no saben con exactitud qué tipo de criaturas habitan tras un supuesto velo de carácter mágico, pagano o de una magia desconocida que oculta o desvía la luz para no ser vista. Esta se encuentra exactamente al Oeste de nuestra tienda de campaña y al noroeste del campamento principal del asedio.- dijo el muchacho al terminar de leer las ultimas ordenes que habían llegado en un cuervo desde la capital.

El noble salió de su zona de confort para ver el horizonte como se desplegaba el desierto completamente vacío a sus ojos y a los ojos de cualquiera que se aventurase incluso más profundo en las peligrosas arenas, también llego el jefe de los carpinteros y Ragnar tampoco le miro.

-Mi señor, los capataces me indican que están dando los detalles finales de las máquinas de asedio a utilizar, entre catapultas, ballestas de hierro, arietes y carros blindados, cuentan cerca de setenta, las escaleras y torres móviles de arqueros demoraran solo media tarde más en preparar las cubiertas anti fuego y las cadenas que es lo más difícil de encontrar en esta zona, pero todo marcha según el plan. Sin duda el ministro le dará una medalla por su apoyo logístico en este asedio tan importante para todos los ciudadanos de Chaos y su imperio.- Dijo el anciano mientras enrollaba orgulloso el pergamino donde tenía las notas generales del asedio.

Varios criados acompañaban en todo momento a Ragnar y no le dejaban a sol ni sombra, aunque eran los de confianza hace poco habían sido vapuleados por una bruja de cabello verde que el noble demonio esperaba no encontrarse jamás. Una mujer testaruda y que no conocía su posición en la sociedad, burlesca e irritante, un incordio realmente.

El hombre silencioso miraba fijamente donde se suponía estaba la ciudad escondida, la necrópolis o quizás solo una cueva donde dos o tres magos se ocultaban con trucos baratos, nadie lo sabía, quizás todo este gasto de recursos fuera en vano pero a Ragnar no le importaba, solo le interesaba tener como aliado al ministro y que no le mandase a mas mierdas como esta, solo deseaba seguir con sus negocios, negocios que tenían que ver con el ascenso del demonio nuclear Azathoth o al menos eso tenía como misión primordial.
Ragnar Azathoth
Ragnar Azathoth

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Mensaje por Kuro Usagi Jue Sep 29, 2016 9:13 pm

Había parpadeado un par de veces cuando la Quarto Dei se dirigió hacia al Primo Dei, mirando a estos con cierta duda. Realmente era así, Lord sama y el Primer Dei eran por así decirlo los más importantes en si a lo que se refería de proteger y tal. Aunque por mi parte siempre protegería a todos en sí por el mero hecho de no querer ver a nadie herido. Sinceramente no iba a tolerar de nuevo el hecho de ver a mis compañeros sufrir. Que volviendo a lo anterior, realmente era lógico que Sindar ya no estuviera con nosotros y hubiera sido el primero en partir, aunque realmente por mi parte prefería no ir alocada a la batalla. Tratando de tener planes y no lanzarnos al combate sin estos y hacer todo a lo loco. De hecho, yo no era buena haciendo planes o cosas así pero si seguía los que dijeran. No quería fallar o algo así, por eso seguía las ordenes tal y como las dictase el Primer Dei o el mismo Lord sama. Aunque era sabido que a veces actuar a lo loco podría servir pero también estaba esa probabilidad de que pudieras acabar fatal o sino eras tu, podría ser otro. Igualmente sabía que yo era dada de perder el control si veía a mis compañeros sufrir.

Omitiendo eso, cuando el... ¿Payaso? Que este era unos de los seguidores de la Gran Sacerdotisa. Nos había traído... ¿Barriles llenos de vino? La verdad es que yo no era de beber alcohol, es más nunca en mis doscientos años había bebido una misera gotas de esto por lo que no sabía como rechazar el gesto. Así que solo pude sonreír nerviosamente y agradeciendo por lo bajo. ¿Ahora que hacía con esto? Como no se me ocurría nada más, solo me quede sujetando la copa sin hacer nada más. Mirando en silencio por encima a los demás cada vez que hablaban, siendo que a mis orejas no se escapaba nada. Hasta si susurraran los escucharía, a no ser que estuviera distraída y no prestara para nada de atención en lo que dijeran o así. Por eso cuando escuche hablar a la Gran Sacerdotisa sobre el ayuno, me quede con cara de... ¿En serio? ¡No deberían de hacer tal cosa! El hecho de comer era un gran placer en Spirit Soul y realmente estaba mal el hecho de hacer eso, aunque ellos tendrían ciertas costumbres que apenas ahora me estaba dando cuenta. Después de todo, apenas estaba enterada de la religión realmente, aunque ahí lo estaban explicando algo.

Cuando mis ojos se posaron en la chica de orejas de animales por el hecho de lo que estaba diciendo, no pude evitar ladear un poco la cabeza. Esta había sacado galletas. Yo obviamente cuando se dirigió hacia a mi, no pude evitar tomar las galletas que me diera con una de las manos mientras con la otra sujetaba la copa, dedicándole a la pequeña una sonrisa agradecida. ¡Genial! ¡¡Galletas!! ¡Al menos esto podría comerlo! Siendo así que me metí todas a la vez en la boca, mientras masticaba en silencio. Escuchando atentamente lo que el Primer Dei decía no solo a la pobre chica de orejitas, la cual al ver sus manos, me dio cierto dolor. ¿Qué le habían hecho? Que volviendo al Primer Dei, sus palabras siempre me hacían admirarlo aun más de lo que ya lo hacía, no solo con él me pasaba, sino con los demás Custos Dei. El hecho de presenciar sus palabras o así, me hacia aprender de ellos y tratar de ponerme más seria cuando el momento lo requería. Pero sinceramente no esperaba que dedicara esas palabras hacia el payaso o así, cosa que me sorprendía. Que volviendo cuando finalizo lo que decía el Primer dei, a lo que yo mientras seguía masticando, conteste al Primer Dei a lo que dijo con un.
¡Hajhgalnhe cgaghho!Dije con la boca llena mientras elevaba la mano que estaba vacía, mientras que con la otra seguía sujetando la copa de vino. Después baje la mano al instante mientras tragaba las galletas.

Al percatarme que la chica extraña esa se dirigía al Primer Dei, mi rostro se puso totalmente neutro y me levante del asiento, poniéndome delante de él en un intento de proteger a este por si tenían pensado atacarle, teniendo la mirada afilada por ello. Realmente no pensaba pelear o algo así, pero si proteger a nuestro primero. Aunque realmente al final el extraño payaso paro a esa chica, al cual parecía llamarse Celes pero yo seguía manteniendo mi mirada afilada hacia esta. Dirigí mi mirada de reojo hacia el Primer Dei, siendo que se suavizo un poco la mirada y luego la dirigí hacia el Ministro de Chaos, siendo al final al payaso.
Te recuerdo que estamos aquí para hablar sobre la situación de Chaos, Paya san y no para este tipo de cosas. No es momento de estar haciendo este tipo de tonterías en una situación así.Les recordé con una tranquilidad extraña en mi. Realmente ahora que pensaba lo que había leído en los documentos, no había momento para tonterías. Teníamos que centrarnos y eso que lo estaba diciendo yo, la que tenía una personalidad totalmente relajada cuando esta fuera de misiones y incluso tonta o alocada.Se supone que todos somos compañeros, por algo vivimos juntos en la Dominus Castle. Así que dejen de actuar de tal modo y sigamos atentos para lo que hemos venido.Terminé de hablar, manteniendo mi mirada sobre el tipo. Aun estaba alertada, por eso no dejaba de estar en frente del Primer Dei. A ver si se tranquilizaban un poco con eso. Además de poder seguir comiendo más galletas tranquilamente mientras escucháramos el veredicto del Ministro de Chaos.
Kuro Usagi
Kuro Usagi

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Mensaje por Éride Vie Sep 30, 2016 4:00 am

Por alguna razón, quizás por nariz clarividente, clarioliente o como se diga,  o por orejas supersónicas, o tal vez simplemente por una fuerte corazonada, Éride tuvo la impresión de que algo iba a generar tensión en el ambiente de la manera más absurda posible y carente de lógica. Claro que pensar en ese tipo de asuntos podría tratarse de mera paranoia o una preocupación excesiva por la delicada situación de Chaos… reino famoso por ser conflictivo, pero que sin embargo contaba con el apoyo de la diosa. Sería buena idea centrarse en lo que fuera que precisase el ministro en lugar de crearse ideas erradas, prejuiciosas o completamente fuera de lugar.

No le dio importancia al hecho de que la pequeña sacerdotisa hubiese traído comida para los presentes. Aunque ellos mismos debiesen guardar ayuno entre las comidas establecidas del día, no estaba de más mostrar educación con los aliados. Ni siquiera tuvo que indicarle que fuese más o menos educada, puesto que no estaba faltando al respeto de absolutamente nadie. Quizás su mirada fue demasiado severa cuando la chiquilla le ofreció una galleta a ella, aunque más bien fue una respuesta silenciosa para que ésta supiera que, de ningún modo, iba a poder comerla en ese instante.

Palazzo, por su parte, comenzó a justificar su acción mediante referencias a leyes antiguas. No le faltaba verdad y quizás si la Asamblea volviera a reunirse podrían llegar a discutir lo que proponía. Pese a que los principios de ascetismo debían ser inquebrantables, existían una serie de excepciones y aquella podría convertirse en una de ellas, sobre todo si se requería formar lazos con aliados en los oscuros tiempos de guerra como los que estaban viviendo. —Hablaremos de eso cuando reg…—Guardó silencio en cuanto el Primo Dei se dirigió, de la nada, de forma irrespetuosa hacia el clérigo. Probablemente, si la mujer no hubiese aprendido (a base de mucha educación y esfuerzo) a controlar sus emociones, su rostro reflejaría una mezcla de indignación, sorpresa… e incluso una pizca de diversión. ¿Qué tan ignorante podría llegar a ser la mano derecha del Lord? Sin embargo, su rostro mostraba una calma impropia de cualquiera, cuyo único rasgo expresivo eran sus ojos dorados, que ahora reflejaban una seriedad aún mayor que cuando dedicó aquella severa mirada a su discípula.

Por supuesto, no buscaba generar conflicto, pero el hecho de dejar por los suelos al clérigo, a la iglesia, a ella misma y hasta cuestionar los métodos y la misión de la propia religión le hicieron hilvanar una rápida respuesta en su mente. Estuvo a punto de levantarse para contestar, Palazzo fue el encargado de responder al vanidoso Custos… que parecía haber venido a la misión con la única idea de hacer un despliegue de orgullo y poder. Si bien era cierto que tenía mucho más rango que el propio Ministro, aquel no era lugar para ese comportamiento irracional. Justo antes de eso, su irascible sirvienta (probablemente sería pariente de Arliden, pues la actitud era similar) salió en su defensa. La diosa no dijo nada: el clérigo pareció detenerla de algún modo; por no decir que sabía a qué consecuencias se enfrentaría la muchacha por tratar de tal manera a alguien cercano al Lord. Tanto si sus cinco soldados predilectos como si su amo le aplicaban algún tipo de castigo, éste sería el apropiado, por muy tortuoso que fuese. O al menos, eso se esperaba del mejor torturador de herejes. El sacerdote tuvo una manera peculiar de dirigirse al Primo Dei… mas su pensamiento no distaba en absoluto de lo que Éride pretendía decir, quizás de una manera mucho más diplomática, desde luego. Probablemente le dedicaría algún pequeño elogio después por aquello.

De nuevo, al tratar de añadir algo más al discurso del clérigo, se vio interrumpida por la intervención de la Secondo Dei. Parecía tener una idea demasiado ideal sobre el hecho de que vivieran juntos en el Dominus Castle, pero quizás no contaba con la idea de que ambos mundos eran bien distintos. Carraspeó un poco cuando ésta terminó de hablar, sin llegar a moverse del asiento, pero manteniendo aquel rostro impasible de eterna calma. —Como decís, señorita Usagi, este no es el mejor lugar para generar conflicto.  Mas debo aclarar que no toleraré ningún tipo de ultraje hacia mis adeptos, mi persona, mis métodos, ni sobre la misión de los Inveteratus Illuminati, la cual se aleja bastante del concepto completamente errado que posee vuestro superior, aunque eso no es materia a tratar aquí. De la misma manera que no cuestiono sus métodos de entrenamiento a sus subordinados, demando que se nos respete de igual modo.—Dirigió la vista al Primo Dei, sin cambiar su expresión, aunque su tono de voz se volvió más firme. —Con el debido respeto, este no es lugar para hacer muestra de su poder, señor Arliden, ni mucho menos de dirigir amenazas tan graves contra nosotros, pese a que surgen de vuestra propia ignorancia. Sin embargo, la ignorancia de las leyes religiosas no os exime de cumplir con un mínimo de consideración hacia nosotros ni hacia el resto de los presentes. Dicho esto, declaro el tema zanjado por nuestra parte.— Se estaba dejando cosas en el tintero, pero eso ya sería entrar en el mismo deleznable juego de “a ver quién es más poderoso” que había comenzado el Custos. Después de todo, la cercanía de Éride al Lord era la misma que la que él tenía, solo que el mundo por el que ella se desplazaba era diferente al del orgulloso militar. Además, tampoco iba a ponerse a dar clases de catecismo. Quizás a él le harían falta para suplir su estupidez, pero debía respetar al resto de visitantes.

Por último, esbozó una sonrisa cortés hacia el gobernante de Chaos, a la vez que se levantaba y realizaba un pequeño gesto con la cabeza en señal de disculpa. Él no era ni de lejos tan poderoso como ninguno de los Custos, pero no por ello iba a subestimarle. Aún así, a la hora de hablar, lo hizo para todas las personas de la sala. —Señoras y señores, señor Ministro, les ruego que disculpen tan vergonzosa actuación que acaban de presenciar por nuestra parte. Como bien se ha mencionado anteriormente, las tensiones entre nosotros, siendo ahora aliados, no tienen cabida en este lugar.—Paseó la mirada entre los demás, manteniendo una expresión pacífica. —Por favor, acepten las ofrendas alimenticias que el Padre Kefka y la doncella Yuuki han traído para ustedes, no sólo por cortesía por parte de la Iglesia, si no que ahora también como un modo de disculparnos por lo sucedido.—Evitó mirar al Primo Dei, a quien, si no fuera porque debía demostrar un mínimo de educación, no le daría ni agua si no recibiese una disculpa por su parte o viese una mejora en su comportamiento. Una ofensa de tal calibre era una ofensa después de todo, pese a que tuviera que tragarse el orgullo. Más adelante necesitaría castigarse por aquellas sensaciones tan impuras, pero eso no era novedad. —Señor Ministro, por favor, proceded con vuestro discurso si así lo deseáis. Lamento enormemente que esta ofensiva situación haya llegado a este punto, mas espero que no merme vuestra confianza depositada en nosotros y en el Ejército Dei.—Se sentó de nuevo, exhalando un suave suspiro de cansancio que apenas sería audible salvo por orejas supersónicas o narices clarivi…clari… lo que fuese, y le indicó con la mano a su discípula que se sentara. —Joven Yuuki, si ya habéis terminado de repartir las galletas, tomad asiento, por favor. Guardadme unas para mí, pues con gusto las tomaré cuando rompa el ayuno a la hora de la cena.—Su tono se había vuelto mucho más tranquilo y apacible, como el de una madre hablando cariñosamente a su hija. Pese a ser una chiquilla traviesa, cumplía con lo que se esperaba de ella la mayoría de las veces y eso le hacía dudar en ocasiones de lo que fuera que hiciera en clases como para recibir tales heridas en las manos… probablemente iría a supervisarlo alguna vez.
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Éride
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Mensaje por Orion Ärud Sáb Oct 01, 2016 1:37 pm

Una de las características del semidragón se podría explicar de la forma que mantenía sus gestos neutrales, su mirada cerrada a las puertas del alma o al menos una mirada fría que observaba a los demás con profundo detalle en las acciones. A su alrededor se encontraba el clérigo, sus compañeros y el ministro, primero prestó atención a los demás Custos que lo acompañaban: Kuro Usagi, Aldara Sashenka, e Izaak Arliden, ¿Dónde estaba Fingon, el elfo? No necesito preguntar debido a las palabras tanto de su Diosa y el enojo creado por el azabache. Se mantuvo en silencio, hasta que busco interferir luego de la manera no amable con la que se refirió a uno de los sacerdotes.

Orion puso su mano derecha sobre el hombro del líder de los Custos, y apretó con cierta ligereza para llamar su atención — Izaak, no es manera de referirse a los clérigos — expresó con calma sin perturbar sus gestos faciales — debes controlar tu molestia, cuando sea el momento habla con el causante — hizo una pausa — recuerda que eres la viva representación del Lord — agrego y miró a los clérigos presentes.

— Lamentamos estos inconvenientes, señores clérigos y usted también señorita Mikaela — pidió una sincera disculpa para Orion los Custos debían dejar una imagen clara, transparente, fuerte pero restable ante cualquier ser — a usted también señor Ministro — observando nuevamente a Izaak — estoy seguro que todos los presentes estamos por un mismo objetivo, para una misma meta; procuremos centrarnos en el tema que acontece, que es ciertamente importante según lo leído y expresado por el señor ministro.

Con presencia de forma educada, mirando a cada uno de los presentes y deteniendo su mirada unos segundos en la Diosa. Aldara, no había podido hablar con ella desde su ascenso… se le quedó mirando un instante hasta que su mirada se posó nuevamente en Izaak — por favor, debemos discutir una estrategia para evitar tener pérdidas innecesarias y lograr una victoria prudente ante un pronóstico bastante bélico, ¿sí? — fue la primera vez con una pequeña pregunta que mostró una sonrisa media deseando calmar los ánimos del azabache.

Tomando una de las galletas de la pequeña licántropo con la intención de envolverla uno de sus pañuelos para comerla en el camino, dedicándole un suave gracias al respecto de esa forma retomó su asiento al costado de Aldara donde su dedo índice llegó a rozar ligeramente su mano bajo la mesa para luego observar a la Diosa con tal profundidad que él mismo como su corazón latió con fuerza por aquella osadía.

Deseaba transmitirle, decirle que aquella vez no iba a permitir que lo separarán de su lado; que estaría a su lado como debió estarlo en la anterior misión pero sus palabras no salieron de su boca pero si fue a la única de los presentes que observó con tanta intensidad por lo que duró el roce de su dedo por la mano ajena y volver la vista al frente.

— He de concluir que tendremos el placer de contar con la participación de los Guerreros Gladius  — expresó al referirse al ejército élite del ejército Chaos — también puedo suponer que partiremos en varios grupos, no sería sensato ir en un solo pelotón — inquirió como idea — ¿ustedes que proponen?
Interacciones:
Orion Ärud
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