[Mision de Gremio Rango 4] Fuck you Kraken! (Andrew M. Hale & James Adamska)

El semidragón descansaba en su habitación del gremio, recostado sobre u su cama echando la mirada al frente, volteó el mirar hacia la puerta cuando sintió el golpeteo sobre la misma. No pudo evitar mostrar una sonrisa al oír las palabras de su compañero cazarecompensas, no habían recibido un trabajo desde que fundaron aquel gremio, sería el primero y el semidragón estaba emocionado por saber que tan difícil podrían ser las misiones encomendadas para un gremio. James no tardó en levantarse y comenzar a prepararse para la misión que les tocaría este día.

La noche había llegado y el semidragón ya estaba en el puerto con una gran sonrías en el rostro, sobre su hombro derecho el felino descansaba bastante a gusto sintiendo las brisas nocturnas entre su pelaje. Amanecía y el barco comenzaba a zarpar, dejando el puerto tras él, al parecer se dirigirían a Tempus, o al menos eso entendía el semidragón. James se encontraba cerca de donde el capitán del barco manejaba el timón del mismo, el pelirrojo sin ni un poco de vergüenza o respeto hacia la privacidad de aquel hombre, entró en la sala de un portazo mostrando una gran sonrisa orgullosa. – ¡Vamos capitán! ¡A todo motor! ¡Directo a Tempus lo más rápido que se pueda! ¡Olvídese de los desvíos de seguridad! ¡Navegaremos recto hasta dar de frente con Tempus! ¡Si alguna de esas criaturas se interpone mi compañero y yo lo enviaremos directo a las profundidades abismales antes de que usted lo note!- Anunció enérgicamente el muchacho, y se retiró del lugar sin siquiera darle al capitán momento de replicar. James salió y vio a Andrew en la cubierta, por lo que sin borrar su sonrisa se acercó al mismo. – ¡Andrew! ¿Estás tan emocionado como yo de luchar con estas criaturas marinas?- Consultó el semidragón con su sonrisa orgullosa, apoyando la espalda en el borde al igual que lo hacia su compañero.

En la cabeza del semidragón, la misión se resumía a eso, golpear a las criaturas marinas como si se tratara de una cacería, completamente alejado de la realidad, que se trataba de cuidar a la embarcación y lo que esta transportaba. Por su parte, James solo se había embarcado para poder luchar con este tal Khalamari, las leyendas que corrían sobre ese Kraken le hacían hervir la sangre de semidragón. Tempus Company les pagaría por que las piezas de metal llegaran a Tempus, pero el semidragón solo quería una batalla con esa criatura, quizás su compañero lo sabía y por eso le había invitado a él y no a los otros dos miembros del gremio, por su parte James confiaba que Andrew, a diferencia de él, era los suficientemente responsable como para encargarse de las formalidades en la misión, para que el pudiera disfrutar de la batalla.

El semidragón oyó la respuesta de su compañero, bastante alegre de notarle de esa forma, el contrario no eran tan expresivo ni exteriorizaba tanto sus emociones como el pelirrojo era capaz de hacerlo, eso podía molestar al semidragón algunas veces, pero desde la fundación del gremio había aprendido como llevarse bastante bien con sus compañeros cazarecompensas, aunque nunca había logrado congeniar completamente al momento de luchar, por lo que continuamente las llamas del pelirrojo terminaban siendo obstáculos y estorbo para los demás. James no pudo evitar soltar una sonrisa y reír un poco mientras se giraba para apoyar los brazos sobre el borde y poner su mirada en el océano cuando su compañero decidió retirarse hacia donde la carga. – Bien, yo me quedaré por aquí arriba asegurándome de que ningún monstruo marino se coma a nuestro capitán- Musitó el semidragón sintiendo aquellas brisas marinas sobre su rostro, el felino, al contrario, bajó del hombro del semidragón y buscó una sombra cercana para recostarse y dormir plácidamente.

James comenzó a pasar el tiempo yendo y viniendo por la cubierta, inspeccionando los alrededores en busca alguna bestia de los océanos que quisiera luchar con ellos. Pasó algo de tiempo y el semidragón perdía la paciencia, nada se movía en los laterales de la embarcación, casi estaba que echaba fuego por las orejas debido a que se molestaba mucho cuando se aburría, y aquel viaje no estaba siendo la aventura que prometía ser. Pero luego el baro fue golpeado, James mostró una gran sonrisa, y comenzó a andar hacia un lateral del barco cuando oyó la advertencia de su compañero. – ¡No tienes que decirlo! ¡Voy a arrancarle cada escama con mis manos a esa cosa!- Anunció el semidragón asomándose por un borde del navío. Desde allí el pelirrojo logró observar la aleta dorsal de alguna clase de gigantesco pez y rápidamente encendió llamas sobre sus puños, con una sonrisa orgullosa y una mirada lista para la batalla el semidragón comenzó a lanzar bolas de fuego a la parte superior de aquella criatura marina. Sin embargo, estas llamas apenas lograba causar algo de daño, pues las aguas saladas del océano no tardaban en apagar aquel ardiente fuego, así como la superficie húmeda del pez también lo hacía.

El semidragón se echó hacia atrás, apartándose del borde y apretando los dientes al ver la inutilidad de sus ataques. – ¿Así quieres jugar sardina? ¡No me hagas entrar al agua y enlatarte por mí mismo!- Anunció el semidragón volviendo a rodear sus brazos de fuego, pero esta vez, aquel fuego se consumió casi al instante dejando ver unas escamas rojas brillantes y unas garras donde solían estar las manos del pelirrojo. Con aquellas extremidades de dragón, el pelirrojo se volvió a acercar al borde del navío para observar como aquella gran criatura seguía nadando a su lado. – ¡Tranquilo capitán! ¡Pondré a este pez en su estanque antes de que lo notes!- Anunció el semidragón apoyando un pie sobre el borde de la cubierta para impulsarse y saltar hacia el lomo de la criatura marina. Clavó sus garras para sostenerse en la acuosa y resbalosa superficie de aquel gigantesco pez, una vez pudo estar firme sobre el mismo comenzó dar cortes con sus garras a la criatura, causando unos pocos daños a la escamosa piel de la misma. – ¡Deja de resistirte Willy! ¡El capitán dijo que quería un sándwich de atún! ¡Así que hoy te toca ser relleno! – Exclamba el semidragón sin parar sus ataques, causando varios cortes a la criatura, pero esta parecía seguir en los suyo como si ni siquiera sintiera los golpes del semidragón. James comenzaba a desesperarse y enojarse, así que se paró sobre la criatura, y sobre su espalda unas llamas se encendieron con la forma de alas, cuando estas llama se consumieron las alas del semidragón se mostraron, comenzó a agitarla y alzó el vuelo sobre la criatura, frunciendo el ceño y apretando los dientes. – ¡A ver qué sucede si te sube un poco la temperatura!- Anunció el semidragón para luego abrir la boca y comenzar a soltar llamas por la misma, una gran llamarada directo al lomo de aquel pez, el cual, ahora si comenzaba a sentir el calor, sacudiéndose un poco y golpeando el barco.

Cuando su compañero azabache llegó James le sonrió, eso demostraba que la cosa se pondría interesante y con bastante emoción, las llamas del que el genio elemental podía expulsar por su brazo eran bastante más fuertes que las propias del semidragón, por lo que era obvio que aquellas causarían mucho más daño a la criatura ya que no solían apagarse tanto con el agua. Por un momento pareció que Andrew había dado el golpe final a la criatura marina, pero entonces esta pareció contraatacar lanzando agua hacia al azabache, unas pocas gotas de aquellas lograron salpicar a las ropas del pelirrojo cosa que no le molestó en lo más mínimo, en cambio no pudo evitar reír un poco por lo bajo sin que se le escuchara al ver como su compañero era despedido hacia cubierta. – ¡Muy bien sardina, parece que la batalla será yo contra ti!- Anunció el semidragón al notar la falta de su compañero. James comenzó a caer en picada para atacar a la bestia con sus garras sobre su lomo, castigando el cuerpo de la misma, haciendo que se agitara y golpeara el barco sin piedad. – ¡Oye estúpida! ¡Deja el barco! Si tienes algún problema deberías golpearme a mí – Musitaba el semidragón algo molesto siendo interrumpido por la voz del genio elemental sobre el navío. Al parecer había encontrado su propio entretenimiento del otro lado del barco, por lo que James podría estar a solas con su enemigo. Eso le hizo sonreír, alegre de poder librar una batalla con aquel pez que no reconocía de nada pero que por su tamaño claramente sería un enemigo entretenido de quemar. – ¡Parece que estaremos solos bestia del océano!- Exclamó el semidragón para continuar con eso golpes a la escamosa piel de la criatura.

Era poco el daño que el semidragón lograba, pero solo se estaba preparando, arreglando las cosas para apartar las escamas y que el verdadero golpe fuera directo hacia la carne e interiores no tan húmedos y acuosos de la criatura. Una vez James había removido suficientes escamas con sus garras volvió a clavar estas en la carne haciendo que la bestia se retorciera de dolor. –Se nota que el calor no te sienta bien – Musitó el semidragón, en la palma de su garra comenzó a generarse gran cantidad de llamas y todas ellas fueron expulsadas de desde su garra directo a la carne de la bestia haciendo aumentar la temperatura de las mismas, haciendo que al poco tiempo comenzar a soltar olor a pez cocinado y que comenzara a quemarse por dentro al tiempo en que las aguas de su alrededor también comenzaban a hervir por el calor de las llamas. – ¡Parece que te estas asando en tu propio jugo!- Musitaba el pelirrojo, agitando sus alas para apartarse y tomar algo distancia de la bestia marina que quería competir con él. – ¡Espero no te moleste que me lleve algunas de tus escamas de recuerdo!- Anunció el semidragón para volver a caer en picada y de un manotazo de sus zarpas arrancar las escamas de la piel de la bestia haciendo que esta se retorciera aún más. Cinco escamas aun con algo de carne sobre ellas resaltaban en la palma del semidragón, admiró su precioso color azul noche por unos momentos y guardó las mismas en el bolsillo de su pantalón para detener su vuelo en cubierta asomándose por el borde viendo como la criatura parecía querer sumergirse para retirarse de la batalla.

Con una sonrisa en el rostro el semidragón este tomó aire inflando su pecho para luego soltar una gran llamarada desde el borde del navío que hizo calentar aún más las aguas en que aquel pez navegaba, sin embargo, eso no cambio la idea que la criatura tenia de huir, incluso parecía que quería hacerlo con más prisas. El semidragón no pudo evitar molestar al ver la cobardía de aquella bestia y apretó los dientes alzando el vuelo. – ¡No huyas! ¡Tú quería combatir con esta embarcación! ¡Tenemos niños que alimentar! ¡Asique serás la cena de esta noche!- Anunció el semidragón, mientras veía como la cola de aquel pez era lo último en intentar sumergirse, no le dejaría abandonar la batalla de ese modo así que se lanzó en picada por última vez y atrapó aquella escamosa cola entre sus garras, aleteando lo fuerte que podía y tirando de él como si quisiese sacarle del agua y subirle al barco. Todo aquello provocaba que grandes salpicaduras de agua empaparan al semidragón, lo que le dejaría parcialmente sin su fuego hasta que estuviera seco. Sin embargo, aquello que se proponía el muchacho era imposible, parecía como que la bestia terminaría por hundir al semidragón con ella, pero entonces la cola se desprendió del resto de su cuerpo haciendo que el semidragón si pudiera llevarse esta consigo. Las aguas se inundaron de sangre y pronto se mostraron lo que parecían ser unas pirañas bastantes grandes, con grandes dientes que se alimentaron de toda carne cuanto pudieron mientras el semidragón dejaba la cola de su enemigo en cubierta.

James deshizo sus alas en una llamarada sobre su espalda y corrió a asomarse sobre el borde del barco, allí pudo ver como todas aquellas criaturas carnívoras volvían hacia las profundidades del océano, o eso aparentaban. James se sentía conforme con tener aquella gigantesca cola de pez sobre el barco como muestra de su victoria por lo que no tardó en correr al lado contrario del barco en busca de Andrew con la esperanza de poder ser espectador de algo más de acción. – ¡Vamos Andrew! ¡Consigue algo de comida!- Gritaba el semidragón animando a su compañero asomándose por el borde del barco.

James observó la batalla con bastante emoción, no se la pasó la idea de interferir ni por un solo momento, confiaba en su compañero y estaba seguro de que él podría arreglárselas con ese tiburón. Finalmente ambos peces estuvieron sobre la cubierta, el barco se desestabilizó por unos momentos, pero el confiable capitán volvió a poner al navío en la ruta planeada rápidamente. Al semidragón parece le tocaría encargarse de sazonar esa carne blanca, mayormente el prefería la carne roja de algún mamífero, pero tampoco andaba con delicadeces al momento de comer. Aquellos eran dos peces bastante grandes, y para suerte del semidragón la tripulación del barco podría estar a su servicio y eso incluía a los cocineros, por lo que bajó al interior del navío en busca de la cocina. – ¡Muy bien grumetes! Hemos pescado unas hermosuras aquí en altamar, así que les toca cortar la carne para el capitán, mi compañero, y yo. – Musitó el semidragón hacia los tripulantes para luego salir de la cocina mientras aquellos hombres le seguían con algunos cuchillos de cocina y se ponían a cortar la carne en varios trozos que segura serian usados para la comida de esta noche.

El semidragón dejó a los hombres haciendo su trabajo, él se retiró para buscar al felino sobre la cubierta, al encontrarlo, este aun dormía plácidamente en la sombra, como si no hubiera notado ni un poco de la batalla. Ocelot notó al pelirrojo y rápidamente subió a su hombro, el semidragón caminó un poco más por la cubierta y se asomó por uno de los bordes para observar el mar y volver a sentir esa brisa del océano. El semidragón aún estaba algo mojado, debería esperar a secarse o al menos eso quería él, la sensación de estar mojado no le gustaba, y tampoco el saber que no podía utilizar sus llamas por un tiempo. El sol aun mañanero ayudaba un poco a secar al muchacho, al igual que esas brisas, pero ahora debería andar con cierto cuidado, al menos hasta estar bien seco.

El muchacho se apartó del borde y volvió a caminar por la cubierta hacia donde los cocineros terminaban de cortar aquella carne para comenzar a cocinarla, los grumetes la llevaron bajo cubierta, seguro la cocinarían en la cocina y se las darían a los tripulantes, aunque aquel tiburón y esa cola eran comida de sobra para todos. El semidragón se interesó por unos momentos en ver cómo había resultado la carga tras tantos golpes y sacudidas que había recibido el navío por lo que se dirigió a allí, suponiéndose que su compañero también estaría ahí, o en cualquier caso estaría en su camarote.

Aquellas cargas no eran más que simples metales, el pelirrojo se preguntaba porque le harían cuidar cosas como esas, sabía que eran necesarias para algunas máquinas, pero no pareciera que se rompieran por unas pocas sacudidas, siquiera esas criaturas a las que ya se habían enfrentado eran lo suficiente grandes como para romperles o dañarles aunque insistieran, lo que le confirmaba que había una amenaza más grande allí fuera, en el océano, esperando por una batalla con el pelirrojo. James no había encontrado a Andrew, pero de todas formas salió bastante emocionado y con una gran sonrisa, una vez sobre cubierta, se dirigió a un borde del navío a observar las aguas esperando que la bestia aquella capaz de dañar la carga apareciera de una vez por todas. James se pasó casi todo el día observando el océano, cambio de vez en cuando de posición, pero siempre haciendo lo mismo, y con el mismo decepcionante resultado. El sol cayó, y uno de los marineros se acercó al semidragón, diciéndole que se uniera a la comida, que aquello que buscaba era poco probable que se mostrara ya que aún no estaban tan adentrados en el océano, y que además la noche no le permitiría ver lo que se asomara entre las aguas. El aroma de la comida terminó por convencer al semidragón, quien tomó un pedazo de carne para él y su mascota y también un poco de bebida para apartarse del resto de la tripulación y sentarse sobre la cabina del capitán a observar desde aquella altura lo que pudiera del océano.

El pelirrojo dio un bocado a su carne y se la acercó al felino para que el también diera un mordisco al manjar, tras aquello dio un trago a su bebida mientras no quitaba la mirada de las aguas en busca de más bestias marinas. Dentro de todo, había sido un buen día, había visto bastantes peces extraños mientras buscaba por esa bestia, uno de los marineros incluso le había hablado un poco de esos y sus características, como para que se usaba el aceite o distintas partes de los mismos. Además, el capitán le había dicho que mañana podría pasarse por su cabina, pues desde allí debería tener una mejor vista del océano, además que podría ver un tanto del manejo del navío. James no era curioso en ese sentido, pero todo servía para pasar el rato mientras esperaría el encuentro con esa criatura.

Entre lo que pasaba, no pudo evitar notar a Andrew llegar al lugar, y al mismo tiempo se había terminado se carne y su bebida, por lo que bajó seguido de su gato en busca de más alimento ¿Y porque no? A saludar al azabache. Con un trozo de carne se acercó a su compañero del gremio, y se sentó dejándose caer a un lado de él. – ¿Vaya viaje eh? Y lo mejor está por venir – Musitó el semidragón tras tragar lo que llevaba en la boca. – Eh hablado con algunos marineros y me han dicho que mañana llegaremos a la zona más adentrada del océano, allí es donde se dice que hay una bestia marina inmensa que hunde barcos – Agregó, para luego dar un mordisco a la carne y acércasela al felino para que este también mordiera - Los tripulantes dice que habrá suerte si no nos cruzamos con este – Agregó para luego tragar aquella carne y dar un trago a su bebida. – Pero yo creo que sería genial luchar con algo así – Finalizó el semidragón para darle un último mordisco a su carne, terminando de llenarse.

La noche para el semidragón había terminado bastante bien, tras alimentarse lo suficiente se retiró a su camarote, la ventana de aquella habitación tenia vista al océano, pero la noche no le dejaba siquiera ver un poco, sin embargo, el semidragón se durmió pegada a la mismas esperando a que aquella criatura finalmente apareciera. Por la mañana todas aquellas sacudidas y gritos en la navío despertaron al pelirrojo, James se despertó con algo de dolor de cabeza y todos aquellos sonidos le pusieron de mal humor, el felino había corrido a resguardarse bajo la cama del semidragón, por lo que este se colocó la camisa y abrió la puerta del camarote con una mueca de molestia. – Espera aquí Ocelot, iré a decirle a todos esos estúpidos marinos que bajen el volumen de su fiesta, o los volveré cenizas – Musitó el semidragón mientras se retiraba. Una vez sobre la cubierta, el pelirrojo pudo observar la presencia de aquella bestialidad de las aguas oceánicas, nada más que una sonrisa se dibujó en el rostro de semidragón olvidando en un segundo todas sus molestias. Su mirada ahora verde estaba clavada en aquel tentáculo que emergía de las aguas y golpeaba el navío intentando llevarse el mismo a las profundidades. El semidragón dio un paso al frente, y encendió llamas en sus brazos, que rápidamente se consumieron para mostrar esas garras y escamas. – ¡Oye! ¡No tan rápido!- Advirtió el semidragón mientras comenzaba a correr hacia ese gigantesco tentáculo que se agitaba sobre la proa. – ¡No puedes llevarte el barco! ¡Tengo que cuidarlo! ¡Mejor lucha conmigo!- Gritaba el semidragón, intentando convencer a la bestia de que dejara en paz al navío y se enfocara solo en el semidragón, ya que la batalla no sería tan emocionante si la bestia no usaba todo su potencial contra él.

Al notar que no había respuesta de la criatura, el semidragón apretó los dientes y frunció el ceño. – Parece que no hay caso – Musitó el semidragón apretando los dientes, mientras el ceño de mismo se fruncía. Con algo de enojo ante el claro ignoramiento de la bestia oceánica James se dirigió directo al tentáculo, para tomarle con sus garras e intentar mantenerle quieto. – ¡Te eh estado hablando y parece que no me escuchas!- Afirmaba el semidragón como si aquella extremidad acuosa con vetosas pudiera escuchar o responder a lo que él estaba diciendo. – Pero veo que solo hay una forma de llamarte la atención – Musitó el semidragón, poniéndose firme sobre el metálico acero de la cubierta. El semidragón se afirmó lo suficiente, para que con la fuerza impuesta por el tentáculo el acero se doblegara y terminara hundiéndose bajo las piernas de pelirrojo, pero eso no lo detenía, se afirmaba cuanto podía, apretando cada más aquella extremidad contra su pecho, clavando sus garras, haciéndole sacudirse cada vez más, hasta que aquel tentáculo no pudo aguantar más y con las garras el muchacho le cortó, separando la punta del mismo, haciendo que él extremo cayera sobre la cubierta, manchando el lugar con algunas viscosidades parecidas a la sangre que salieron del mismo, de igual modo, aquello llegó a las ropas del pelirrojo y casi a manchar todo su rostro.

El semidragón vio como aquellos dos pedazos se parados de tentáculo se retorcían cada uno por su lado, riendo un poco por la bajo. – ¿Eso es todo lo que tienes? ¡Te dije que te concentraras en mí! ¡Con uno solo de esos no podrás vencerme!- Anunció el pelirrojo, con un orgullo que le nacía del pecho y una confianza que nacía a partir del echo más reciente. La sonrisa orgullosa había vuelto a su rostro, se sacudió un tanto las ropas cuando observó como el tentáculo parecía volver a sumergirse sabiendo que no podía hacer mucho más al semidragón. – Bien James, la próxima vez intenta apartarte cuando le cortes, o intenta lastimarlo sin tener que ensuciarte de esta forma – Musitaba el pelirrojo para sí mismo, hasta que finalmente vio a dos tentáculos más emerger del agua y sacudirse bastante furiosos. – ¡Bien! ¡Ah eso me refería! ¡Tú eres Khalamari! ¡La leyenda de estos océanos! Luchar contra ti debe ser una delicia al alma misma – Musitó el semidragón, completamente lleno de emociones ante la batalla, el verde en sus ojos demostraba lo mismo, pues estos no mostraban la calma que sus orbes azules solían reflejar. Aquellos tentáculos arremetieron contra el semidragón al mismo tiempo, este pudo detener uno, clavándole sus garras y afirmándose al suelo igual que anteriormente, pero el otro seguía sacudiéndose buscando golpear al semidragón.

El impactó de aquel tentáculo le envió hacia un borde del navío, no había soltado el otro tentáculo en ningún momento, por lo que había logrado arrancarle algo de carne con las garras. James impactó contra el borde, para su suerte no estuvo cerca de caer al agua, por lo que se levantó recuperándose de aquello, sin borrar la sonrisa de su rostro, bastante emocionado. – Ha eso me refería – Musitó el semidragón, notando como un hilo de sangre comenzaba a caer desde sobre su ceja, debido al golpe que se había llevado contra el suelo antes de llegar al borde del navío. – Ahora hagamos lo mismo, pero esta vez seré yo quien te golpee – Musitó sobándose los nudillos con la palma contraria, preparándose para apaliar a la legendaria criatura de los océanos. – ¡Oye! ¡Intento de calamar! ¡De arrancare cada uno de esos tentáculos con mis propias manos! – Afirmó el pelirrojo, cuando una llamarada se generaba tras su espalda, haciendo aparecer esas alas escamosas.

James alzó el vuelo y comenzó a acercarse a los tentáculos por encima de ellos, sabiendo que los mismos buscaban a su enemigo por sobre el navío. – ¡Estoy un poco más arriba! ¡Pero tu sigue buscando por allí y a lo mejor encuentras una moneda!- Advirtió el semidragón, estirando sus brazos y juntándolos para generar bolas de fuego en las palmas de esas garras apuntando a las tentáculos que se sacudían golpeando el acero de la cubierta. – ¡Vemos que tan bien sabes a las llamas!- Exclamó el pelirrojo soltando dos grandes llamaras desde esas bolas de fuego que iban directo a los tentáculos, estos se retorcieron un poco el primero contacto con las llamas. James sabía que aquellas extremidades de la bestia estarían recubiertas de agua por lo que el fuego no era lo mejor opción, pero ciertamente el semidragón no tenía muchas opciones más para atacar. Cuando terminó aquello descendió su vuelo hasta los tentáculos, que un tanto calcinados seguían sacudiéndose, destruyendo o rompiendo todo lo que encontraban en su camino. – ¡Oye! Estoy aquí – Musitó el semidragón parándose entre aquellos tentáculos, hasta que uno de ellos logró darle, aplastándolo sobre la cubierta al estar tan desprevenido. Para continuar, el otro tentáculo le levantó y a le arrojó hacia donde los marineros intentaban arreglar la situación.

James se levantó entre esa bola de inútiles y sobándose la cabeza por el golpe miró a aquellas extremidades con el ceño fruncido. – Bueno, parece que no puedo subestimar tanto a una bestia de los océanos – Musitó el pelirrojo avanzando lentamente hacia esas extremidades. Pero luego, una sonrisa un tanto sádica se dibujó en su rostro. –Perfecto, una batalla digna de ser contada- Afirmó, sin detenerse en su caminar.

La batalla se ponía interesante para el semidragón, no tenía verdaderamente forma de aprovechar su fuego, pues entre tanta sacudida ya estaba empapado ante tanta agua salpicada que inundaba el navío, el muchacho se limitaba a combatir con esos tentáculos, esquivándoles y dando zarpazos cuando veía la oportunidad de eso para poder arrancarlos de un momento a otro. Sin embargo, James había cortado ya 3 de esos tentáculos, pero aun parecía haber una decena emergiendo del océano, como su cada vez que esas extremidad volvieran al agua no les costara nada recuperarse para volverá al ataque. James pudo oír el grito de su compañero mientras este volaba esquivando los golpes, había oído algo de cabeza, pero entre tanto lío no había podido oír bien, quiso desviar la vista para buscar a Andrew pero entonces recibió un golpe de aquellos tentáculos que le envió al otro extremo del barco desconcertándole demasiado, un golpe en su cabeza contra el acero del suelo logró que le costara retomar el equilibrio cuando intentó pararse, haciendo que tambaleara ante las sacudidas que el barco se estaba llevando. – Esto se nos esta yendo de las manos- Admitió el semidragón cuando finalmente pudo volver a tener control de su equilibro, caminó hacia aquellos tentáculos que le habían golpeado, mientras observaba a los marinos luchar como podían y buscaba a su compañero con la mirada, pero ni una señal del azabache, hubiera parado a preguntarle a algún hombre, pero todos estaban tan atemorizados por la leyenda a la que se enfrentaban que seguro no podrían pensar más que en sus propias vidas. – Vamos a arreglar esto de una vez, un pulpo no puede vencerme sin importar de que asqueroso pulpo se tratase- Musitó el pelirrojo extendiendo las alas para subir a una altura considerable, alejándose bastante del navío.

Solo fue cuando estuvo desde aquella altura que pudo notar la situación, aquellos tentáculos que rodeaban el buque por todos lados demostraban la inmensidad de la criatura, y una gran mancha en el océano que parecía ser el cuerpo de aquel kraken, era demasiado enorme, no podía tratarse de otra criatura, el legendario khalamari era incluso más grande de lo que las leyendas contaban. James comenzó a bajar acercándose a aquellas extremidades para atacarles con su garra, usando la fuerza de la caída en picada para rebanarles en un solo golpe de sus garras. Se había encargado de un par de esos tentáculos, pero nada cambiaba, entonces fue cuando vio al azabache asomar entre las aguas. – ¿En la cabeza? ¡La cabeza de esa bestia debe de ser enorme! Pero estando bajo el agua no hay alguna posibilidad de que pueda hacerle daño, al menos no así… - Comentó el semidragón dudando un tanto.

James sabía que necesitaría ese plus de poder para poder luchar, ahora solo que necesitaría estar unos momentos alejados de tanto disturbo y tentáculo, solo que no sabía si tendría el tiempo suficiente, pues aquella criatura parecía disminuir en profundidad acercándose más y más a dar una golpe devastador al gran navío y perder su carga. James le dio una mano al azabache y le ayudó a subir al barco, al menos así no estaría en agua. – Dame un momento – Musitó el semidragón parándose a un lado del genio elemental, con una gran sonrisa orgullosa. James guardó sus alas, haciéndolas desaparecer en una llamarada, tal como habían aparecido. Cerró los ojos y suspiró por uno momento, pare concentrar todo ese poder que el fuego en su interior le podía brindar, James sintió esa llama que corría el cuerpo de cualquier semidragón de fuego, y se concentró para rodear todo su cuerpo de esas llamas ardientes, y finalmente mostrarse en esa fase de God Dragon.

El semidragón ostentaba un par de cuernos sobre su frente, su cabello rojo bermellón había crecido llegando casi hasta sus pantorrillas, sus orbes habían tomado el un color amarillo y alrededor de los mismo se podía ver un color rojo como si le ardieran, gran parte de su cuerpo mostraba unos tatuajes rojizos, símbolos de la divinidad dragón que poseía, en si diestra la garra aún se mantenía, sus orejas ahora puntiagudas mejoraban su audición, y su boca parecía mostrar un par de colmillos más afilados que antes, junto con una mirada más centrada, seria, pero al mismo tiempo sedienta de una batalla. – No perdemos más tiempo – Musitó el pelirrojo mientras daba un paso al frente, colocando un pie sobre el borde del navío, poniendo su mirada la criatura que pronto colisionaría con el barco, el cual se les habían encomendado proteger junto con su carga.

James estiró su brazo dragoneo hacia las aguas del océano, una llamarada debería de calentar las mismas, alterando el hábitat de la criatura. Antes de aquello, James hizo nuevamente reaparecer sus alas, no quería estar cerca cuando la cabeza de la criatura emergiera, un ataque como aquel requeriría un tanto de distancia si quería atraer al kraken un tanto lejos del navío. – Tomaré algo de distancia, lo atraeré hacia la superficie lejos del barco, entonces podremos ir directo a finalizar con el sin dañar la carga – Musitó el pelirrojo para luego alzar el vuelo. En aquella forma divina, James pensaba más las cosas, y era capaz de generar planes analíticos en pocos momentos, al igual que de tener ideas provechosas en momentos como este.

Una vez sobre los cielos, el pelirrojo batía las alas, mientras apuntaba con su brazo a al agua cercana al navío, el calor en aquella zona perturbaría a la bestia, haciendo que la criatura identificara aquello como un enemigo, dirigiéndose primeramente aquello, pues el barco no escaparía de sus tentáculos tan fácilmente. El pelirrojo soltó aquella llamarada atrayendo a la bestia hacia el agua caliente, las llamas James eran potentes en el estado de God Dragon, no eran capaces de evaporar todo agua a su paso, pero sí de hacer hervir algunas cantidades. Con esa potencia, el kraken no tardó en ser atraído por aquello, levantó dos de sus tentáculos al momento en que el semidragón terminaba de echar ese fuego, aquellos eran sacudidos, pero pronto emergería la cabeza. – ¡Prepárate Andrew!- Anunció el semidragón mientras el mismo también se preparaba, buscando una posición aérea más ventajosa, no se molestaba con los tentáculos, ahora sabía que solo era inútil, y que posiblemente solo hubiera esa oportunidad para eliminar a la bestia, porque si sobrevivía a esas llamas iría directo por el barco.

El fuego pudiera no ser tan efectivo contra una criatura marina, pero si un efret y un semidragón combinan su fuego entonces tendrían grandes chances de dañar directamente a él gran khalamari sobre su blanca cabeza. Las aguas hicieron estragos, y las grandes olas sacudieron el barco, era señal de que aquella bestia se asomaría fuera del agua y eso puso una sonrisa en el rostro del ex-noble. James apuntó con su garra y tomó aire inflando el pecho y conteniendo la respiración para que el ataque fuera preciso, dio una mirada al azabache y dio todo de si cuando pudo observar al gran khalamaria asomarse fuera de las aguas.