◐ Everybody on the beach ◑ {Grupal}

Hoy estaba emocionada, pues hacía mucho tiempo que no iba a un lugar donde podías bañarte. El ultimo que recordaba eran las termas y lo que sucedió ahí preferí no pensarlo mucho realmente. Omitiendo estos pocos pensamientos, hoy había quedado con Akki a ir a la playa, zona al cual nunca había visitado y no sabría como era realmente, pero lo que me emocionaba también era el hecho de que los dos hayamos quedado a ir a un lugar. Pues hacía ya mucho que no me reencontraba con el peliazul y para mi seria un agradable día o más que eso. Ambos habíamos quedado en que él me recogía en las puertas de mi casa, aunque obviamente no tan cerca, de igual modo había pedido permiso y que por suerte había terminado todo lo que tuviera que hacer en mi rutina.

Llevaba el bikini debajo del vestido, pues exactamente suponía que al llegar al lugar, debía de quitarme la ropa y ya, de todas formas me fijaría en como lo hacía los demás antes de hacer algo. También llevaba un pequeño bolsito donde tenía crema solar ultra fuerte para mi piel, pues era muy sensible al sol, por algo era pálida y también tenía dentro la toalla, la cual tenía dibujos de gatitos. Cuando estuve pensando en esto mientras esperaba a Akki, a la lejanía pude ver al peliazul y para mi sorpresa a su lado había un gigante dragón, cosa que me hizo recordar la pequeña historia que me contó Akki la primera vez que nos encontramos. Obviamente le salude con un saludo cariñoso cuando estuvo cerca y después de eso nos montamos en Xepher, que seguramente necesitaría la ayuda de Akki para subir.

Nada más despegáramos de donde estábamos, estaría observando como se vería todo desde arriba y seguramente estaría agarrada a Akki por miedo a caerme. Tampoco sabría calcular cuanto tiempo nos tardaríamos en llegar hasta la playa, aunque mi mente y vista estaba más concentrado en el hecho de que se me grabara en la mente como se vería el paisaje desde aquí arriba, como si todos fueran simple hormigas y las casas o edificios solo fuesen simples rocas. Era agradable sentir la brisa chocar con mi rostro y que este meciera mi cabello en el aire suavemente pero no quitaba el hecho de que tuviera miedo de caerme.

Cuando llegamos y Xepher aterrizo, seguramente de nuevo necesitaría ayuda de Akki para bajar del dragón y luego de eso le agradecería ambos lógicamente. Entonces cuando les diera la espalda, me quedaría observando la playa por unos minutos, brillando mis ojos, pues era la primera vez que veía una playa. —Así que esto es una playa...— Había susurrado para mi misma, asombrada y emocionada. Luego de ello corrí al otro lado del dragón, como si sirviera para ocultar lo que hacía alguien y comencé a quitarme lentamente la ropa y luego de ello la doble lentamente, aunque me sentí algo tímida y avergonzada mientras hacía eso, pues resultaba algo extraño y porque había muchas personas en este lugar. Después de eso guardaría mi vestido dentro de la bolsa, manteniendo mi pasador aun el cabello, pues prefería siempre llevarlo conmigo realmente. Una vez terminara con esto volvería hasta el mismo sitio donde estaba y miraría a mi alrededor sin saber que ahora hacer, esperando más bien por las indicaciones de Akki.

Muchas veces había sobrevolado las costas, pero nunca había tenido tiempo para relajarse y disfrutar de los mares. Ese día había quedado con la pequeña Kou para tomarse un fin de semana de vacaciones y además, ayudar a la joven a que experimentase algo nuevo, ya que había estado bastante recluida en su casa. Con el bañador bajo la ropa y una mochila donde llevaba una toalla y una pelota hinchable, además de un flotador, por si acaso ella no sabía nadar, invocó a su fiel dragón, a las afueras de la ciudad. Xepher preguntaba sobre si también podría disfrutar de las aguas fresquitas para bañarse y solo obtenía la respuesta del "Ya veremos, según como reaccione la gente". Pareció entristecido, porque a nadie le gustaban las criaturas como él, por muy bueno y dócil que fuera.

Partieron en un corto vuelo hasta la casa de Kou, para recogerla. Le ayudó a subir detrás de la cabeza y que se agarrase a los cuernos. Xepher también colaboró agachándose todo lo posible. Luego él se sentó detrás de ella para que no se cayera y surcaron los cielos, azules, resplandecientes, con el sol de la mañana, hasta la isla paradisíaca de Tempus. El frío apenas llegaba porque se encontraba separada del continente. Dieron un par de vueltas sobre la isla hasta que Xepher encontró la posición para aterrizar, a una distancia media del agua y cerca de unos acantilados. Algunos bañistas se asustaron, pero la mayoría vieron que había gente encima y ni se movieron del sitio. Tampoco escucharon rugido ni vieron a la bestia con aires hostiles.

El íncubo bajó primero y extendió los brazos para recoger a Kou. Él se dedicó a acariciarle el hocico a su querido amigo, mientras ella se cubría detrás de sus alas cósmicas para cambiarse. Akki se quedó mirando a una mujer rubia con los pechos enormes y se llevó una mano a modo pensativo, no obstante, aunque le encantaría acercarse a ella, estaba con Kou y era de muy mal amigo irse. Debía recordar que estaba ahí acompañado y que sus instintos tenía que guardárselos. Después de mirarla un poco, se quitó la ropa para guardarla a lo bruto y desordenado en la mochila, a diferencia de su amiga que se había esmerado en doblarlo. Le puso una mano en un hombro y le miró los ojos, como si quisiera saber lo que deseaba hacer.

-¿Te gusta el sitio? Es muy bonito.- Le dijo, recorriendo la zona de manera fugaz. -Podemos ir a tomar un refresco, darnos un baño, hacer cositas en la arena, como castillos o cosas así o jugar con la pelota que me he traído. No he traído ninguna colchoneta hinchable, porque no tenía, pero no importa, seguro que Xepher nos da un paseo, si queremos.

Le ofreció varias opciones, las cuáles podían hacerlas todas a lo largo del día, no solo una. Depende de lo que más le llamara la atención a la chiquilla. Mientras se lo pensaba, le permitió a Xepher irse a jugar al agua o a las rocas, con la condición de no hacer ruido y no asustar a la gente. Se ajustó bien el bañador y se estiró levantando los brazos, dando un suspiro. No estaba muy concurrida la playa, la verdad y era mejor así, porque no tenían que pelearse por encontrar un sitio en el que dejar las cosas.

Luego de haber sobrevolado un par de kilómetros para llegar a la isla vacacional, al fin había llegado, en el camino se había encontrado algo con lo que si no mal recordaba nunca le había pasado… ¡Un dragón había pasado volando unos metros encima de ella!, nunca había visto semejante criatura de tan cerca como en esa vez y alucinó con el tamaño y la imponencia de dicho animal, era sin duda algo digno de admirar, pero ni se fijó en quién o quiénes iban montados en él, pero se imaginaba que iba con gente porque no se veía hostil, y  seguía una única dirección, que era hacia donde ella también se dirigía, sin duda esperaba por lo menos verlo de lejos en la playa.
 
Una vez pisó la blanca playa los recuerdos de su niñez llegaron de golpe a su cabeza, dejándole un sabor agridulce en la garganta, ya que hacían muchos años que no pisaba una playa… nueve para ser exactos con intenciones de sólo disfrutar del sol y ¿por qué no? Conocer nuevas personas. Se descolgó la mochila en donde llevaba unas pocas cosas, que eran nada más que una toalla grande y crema protectora, y lo infaltable… una muda de ropa en caso de cualquier cosa. Con calma estiró la toalla en la arena, y luego se quitó la ropa que llevaba encima, para quedar con el bikini que había adquirido recientemente sólo para esa ocasión. Se fijó que cerca de ella había una joven  rubia que estaba tumbada en una toalla y que no muy lejos había otra de cabello inusualmente fucsia.
 
Se sentó en la toalla y comenzó a aplicarse protector solar en las partes más importantes con especial cuidado, se tomó su tiempo para que quedara bien repartida la crema y luego de eso se tumbó un momento disfrutando de la calidez del sol tocando cada centímetro de su piel expuesta,  le encantaba esa sensación de pequeño ardor que inicialmente sentía al exponerse ante los rayos, era totalmente pacífico escuchar las olas ir y venir… el viento de vez en cuando sentirlo acariciando la piel cuando pasaba, las risas de las personas cuando jugaban entre ellas.
 
Cerró los ojos por unos cuantos minutos cuando de pronto sintió que algo había chocado en su cabeza, con un sobresalto miró para todos lados intentando encontrar el origen de aquella pelota que había golpeado su cabeza, no le había dolido así que sin más comenzó a reír internamente, pero por fuera manteniéndose seria cuando divisó a unos tres niños que le hacían señas para que devolviera la pelota, y además pidiendo disculpas que eran dudosas por la risa nerviosa que sin querer se les escapaba, provocando que el intento de colocarse “seria” no le resultara, largándose a reír junto a ellos y lanzándoles la pelota amigablemente.
 
-Sabe jugar ¿voleibol?- preguntó tímidamente uno de los niños, a lo que Alexia simplemente asintió y luego dijo


-Sí, pero creo que al parecer necesitaremos otros dos jugadores más- dijo mirando a su alrededor y contando a cuatro jugadores incluyéndola, el otro equipo estaba completo (cinco niños y un adulto-joven) pero a quienes la habían golpeado con la pelota les faltaban jugadores,  contándola a ella… dos más.


Divisó a la joven de cabello fucsia  y lo dudó unos momentos antes de acercarse a ella, pero luego de re pensarlo se dijo a sí misma (Lo peor que podía pasar es que diga que no, por que así tendré que buscar a otro que acepte) Fue con pensamiento positivo mientras alegremente se acercaba a ella, yendo directamente hacia ella



-¡Hola! Soy Alexia- dijo alegremente mientras le sonreía de forma agradable- accidentalmente conocí a aquellos niños y quería saber si te gustaría o… les gustaría, ¡lo siento!- dijo mirando al acompañante de la chica, había caído en cuenta que la chica no estaba sola al parecer, mejor aún ya que así no tendría que buscar a más personas- si les gustaría jugar al menos una partida de voleibol con nosotros, así armaríamos equipo para al menos pasar el rato… ¿qué les parece?- dijo mientras esperaba la respuesta, no sabía por qué hacía eso de sociabilizar y mucho menos jugar con los niños, luego internamente se encogió de hombros ante aquel pensamiento, a veces la efusividad se le escapaba de las manos, además… ¿hace cuánto no jugaba a alguna cosa en la playa con más personas?

Bikini :

Eran las once y pico de la mañana y el navío de guerra, el Bahamuth Imperial, estaba atracado en el gran puerto cerca de la playa a unos trescientos metros del hotel. Ciertamente era un barco grande con una gran plancha libre en cubierta, siempre estaba limpia y constantemente soldados la recorrían para asegurarse que brillase, las operaciones oficiales del navío habían cesado hace poco pero necesitaba descanso o reparaciones como decían los mortales.

Venía desde el Pueblo Wutai, y era anclar aquí o en el bosque Goblin, la decisión era obvia, Fingon había ordenado que su tripulación dispusiera una guardia especial y mientras los ingenieros de abordo reparaban y ponían a punto el funcionamiento del Bahamuth decidió darle libre a varios marinos y se tomaría un par de días mientras se abastecía la bodega. El y su Heraldo Alcarin decidieron ir a la playa, más bien Alcarin lo decidió pues el estrés de manejar un gran navío era demasiado para alguien tan involucrado en el trabajo como su señor, además le advirtió que esta era una zona más o menos neutral y que no debía armar jaleos, esto lo decía por su ya recontra conocida boca floja.

Spoiler:

Ambos se aventuraron bajo los  treinta y cuatro grados hasta donde se agrupaba algo de gente y se quitaron la ropa rápidamente, Fingon estaba algo tostado debido a su trabajo en el barco, y su apariencia distaba mucho del típico elfo rubio, pálido y estirado que tienen en mente todos cuando mencionan a su raza, era más parecido a un elfo latino. Pero aun así sus raíces le hacían sentir orgulloso.

Caminó por la playa con su bolso al hombro donde tenía un par de sandalias, una toalla que procuro no fuera militar, una pala de ingeniero y un cambio de ropa por si acaso, llevaba anteojos de sol oscuros, tanto que casi no se veían las llamas de sus resplandecientes ojos verdes. Llevaba un pantaloncillo azul marino que le llegaba hasta las rodillas y un collar cortísimo donde colgaba sus joyas, un anillo de plata y una pulsera con un diamante en forma de ovalo, Alcarin como siempre llevaba todo lo demás, dos bolsos donde  guardaba Licor, frutas, Licor, un par de sombreros, un gran filete de lomo para una barbacoa, una camiseta extra, Licor, una guitarra, zapatos cerrados en caso de que el sol estuviera muy fuerte y algo de Licor. Cuando el Teniente de Fragata decidió el lugar apunto con el dedo en el centro exacto de la playa. Su heraldo dejo las cosas en el suelo y Fingon de inmediato le envió a buscar un par de sillas de playa al local comercial cercano y una parrilla para hacer una barbacoa. De ese lugar el heraldo de Fingon Sindar, jamás regresaría.

Spoiler:

Fingon comienza a impacientarse y mientras admira el vasto océano espera a su Heraldo el cual parece no vendrá… la cabeza del Elfo comienza a calentarse y poco a poco comienza a fruncir la boca en un gran puchero mientras se sienta en la arena con los brazos cruzados y algo enfadado… comenzó a sentirse incomodo, se movía en la arena como si fuera un gusano revolcándose hasta que al fin no aguanto más y decidió hacer la playa más cómoda para un noble elfo como él. Se puso una pañoleta en la cabeza y saco su pala de ingeniero, comenzó a cavar un circulo de aproximadamente cuatro metros de diámetro, según los planos de su cabeza. Cada palada era una tortura pero él es un hombre… quiero decir un elfo determinado y persistente, cavo cavo y cavo por casi treinta minutos para por fin ver la mitad del trabajo ya realizado, había hecho un semicírculo de casi dos metros de diámetro, un gran trabajo, pero ya estaba sudando a mares, recordó una bebida de mango que había congelado antes de salir y se puso a buscar en la mochila de viaje de Alcarin.

Mientras buscaba vio a sus alrededores y pudo ver que alguien tomaba el sol. Una hermosa rubia que lucía un fantástico bikini azul y dorado con una coleta y una de esas cosas que se ponen las chicas en la cabeza para sujetarse el cabello, Fingon en realidad desconocía el nombre de esa herramienta. Sus ojos azules… o turquesa o un color parecido, también desconocía el color exacto aunque en realidad era azul cielo. De improviso apareció algo espectacular, una especie de dragón que había aterrizado en la orilla de la playa, Fingon pensó que eran turistas extravagantes o algún tipo de nobles a quienes les gustaba lo exótico en fin, bajo de esa bestia una enana de un metro y medio con el cabello y ojos color rosa fucsia o algo así, ella era escoltada por otro tipo, un muchacho con cabello azul, entrenado, tal vez un guardaespaldas… nada interesante en él al menos a los ojos del Elfo. Solo un bañista más. Después de buscar un poco más encontró lo que buscaba volvió a entrar a la especie de zanja y se sentó en la orilla con los pies colgando hacia adentro, no encontraba la exótica gaseosa, pero en su lugar vio una pequeña petaca de ron añejado en roble, sintió de inmediato su efecto, él le llamaba “efecto refrescante” mientras que los pobretones le llamaban embriaguez. Cosas del idioma si se quiere clasificar, sus mejillas se sonrojaron un poco y resoplo un poco para continuar con su labor, planeaba crear un verdadero lugar para pasar la noche a gusto, conocer a alguien y por qué no cantar una que otra canción a capela con su guitarra acústica, antes de continuar vio al acompañante de la rubia que tenía unos melones de campeonato, un tipo pelirrojo que tenía aspecto de malas pulgas, lo más seguro un delincuente, las mujeres aman los delincuentes… estaban locas, todas locas.

Poco después cavo un par de veces más y el dragón que había aparecido despego y se lanzó al mar para refrescarse…

-No sabía que a los dragones les gustara el mar, los que he conocido son bolas apestosas que si no matan con su aliento lo hacen con su hedor, supongo que no se nada del mundo.-Murmuro El Elfo

Unos niños comenzaron a reír y a hablar con una mujer que apenas distinguía a lo lejos, quizás por el alcohol o por el calor, no lo sabía pero el color rojo de su bikini era como un radiante amanecer, resaltaba su hermosa figura y que figura!! Un momento. Fingon creía conocer a la chica, o eso pensaba. Tal vez El Elfo iría a presentarse apenas termine su improvisado shangrila, ya faltaba menos y a cada brazada de arena que sacaba de la zanja más tomaba forma su increíble creación.

Un niño chillo y rápidamente los ojos Elficos de Fingon se enfocaron en él, al parecer había chocado el muy bobalicón con una sombrilla y había molestado a una chica morena... Su piel tostada era sumamente atractiva y su vestido era muy sugerente, por encima del busto podía ver lo que parecía ser un traje de baño de dos piezas aunque no podía asegurarlo y su figura era lo que sus subordinados en el navío describirían como una bomba!!, cada vez enfocaba más y más sus ojos y podía descubrir más y más cosas, por ello…

*Ya basta de mal usar tus poderes idiota*Se dijo para sí mismo el Elfo aunque no podía evitar mirar a la muchacha de larga cabellera negra y sus hermosos ojos azules que resaltaban con su tez oscura… sus labios gruesos mataron el corazón de Fingon que tuvo que sacudirse la cabeza para poder proseguir con su obra y despegar sus fulgurantes ojos esmeralda de las esbeltas piernas de la chica que tomaba sol… bajo un quitasol raro no?.

Admiración. Eso es lo que sentía al observar cada lugar de aquella hermosa playa, pues volvía a repetir que era la primera vez que visitaba una playa. Además de que parecía que era un sitio en el que abundaba muchas personas, por no decir seres, ya que sabía que a pesar de que la mayoría aparentaran ser humanos, siempre podían ser de otra raza. Obviamente eso me hizo recordar a cierto lagarto, recordando que este era un semidragón pero que yo había apodado como ''lagarto'' y este no parecía a lo otro de forma física, sino a un humano común. Aunque como había dicho una vez, de momento todos serían humanos hasta que ''mostraran'' que no lo eran, aunque obviamente no les iba a ir llamando a todos de ese modo, solo lo pensaría más mentalmente.

Me quede mirando a mi alrededor y pude observar a una chica rubia que destacaba demasiado. Se veía hermosa. Es lo que pensé mientras veía su pelo, pensando que este se lo cuidaba con sumo cuidado, aunque enseguida desvíe la mirada para ver a su acompañante de pelo castaño. Parecía casi del mismo tamaño de Akki, cosa que cuando pensé, imagine en mi propia cabeza, el como ambos en modo chibi se ponían en frente para poder medir su altura. Negué un par de veces, tratando de que esto se fuera de mi cabeza, pues había sido algo repentino. Seguí recorriendo con mi mirada el lugar, hasta que sentí algo en mi hombro y escuche lo que me decía Akki, cosa que hizo que le mirara de vuelta y observe que igual estaba listo. —¡Si que es demasiado bonito! Di-diría que es hasta hermoso.— Le conteste, volviendo a admirar el lugar, hasta que volví a escucharlo. —Todas esas ideas me encantaron, pe-pero... Primero deberíamos de ponernos la crema solar, si no, podríamos quemarnos. Luego podríamos ir a jugar un poco con la arena y y luego lo demás— Comente emocionada.

Independientemente de lo que dijera Akki, iría a por la crema solar en mi mochila y la sacaría, ya que esta era recomendada para mi piel pálida y delicada según me había dicho mi asistente Ka Koubun. Luego de eso trataría de ponerme esta yo misma, ya que me sentiría avergonzada pedir ayuda o algo así. A no ser que Akki se ofreciera a ayudar, entonces aceptaría. Cuando terminara eso, haciéndome ver más pálida de lo normal por la crema, devolvería esta en su sitio, pensando en lo que íbamos a hacer. Aunque antes de moverme, me pude fijar que una chica de cabello negro que era igual de hermosa que la rubia, se nos acercara, presentándose como Alexia y luego decía un par de cosas. Era evidente que me emociono, pues lo que yo siempre quería era el socializar y tener más amigos. Así que con los ojos brillando, dije. —Yo soy Kougyoku.— Respondí, esperando a que Akki se presentara por su parte, pensando de que seria mejor que respondiera él por si le podía molestar. —Por mi parte,  me en-encantaría.— Mire entonces a Akki cuando le dije eso a Alexia, esperando a ver que respondía él.

Pensaba que seria genial el poder socializar con más gente a la vez y no siendo uno, siendo algo nuevo para mi realmente. Ya que era muy extraño verme a mi rodeada de grupos mayores de personas o seres de otras razas. Más bien de momento solo había estado con pocas personas si no recordaba mal. Sin contar la misión que tuve del gremio o las termas, pues en esa solo me había unido más bien a dos chicas, la cual una era una conocida aun y la otra la ladrona que me encontré nada más salir de mi hogar. Aunque algo era algo.

Lástima que aquella mujer rubia tan hermosa, ya tuviera a alguien, pero por otro lado, si no iba a acercarse, le daba igual. Hizo un gesto de indiferencia y escuchó a la pequeña Kou, fascinada por el lugar. No era para menos, esto era un auténtico paraíso. De esos que salían en los libros, como paisajes idílicos que no existen, solo que esto es real. Ella le dijo que tendrían que echarse bronceador y bueno, Akki no tenía y no pensaba que a él le fuera necesario. Se quedó en silencio, viendo como Kou intentaba echarse ella sola la crema, sin llegar a darse en la espalda, como era obvio. A pesar de todo, la joven no le pedía ayuda, supuso que le daba vergüenza, sobretodo teniendo en cuenta que por un abrazo se había desmayado. Se llevó una mano al pelo, dudando, pero decidió preguntar y echarle una mano.

-¿Te ayudo? Ven, date la vuelta.- Le dijo, calmado.

El íncubo esperó a que le entregara el envase con la crema protectora y le diera la espalda para poder echársela en las manos. Le entregó de nuevo el bote para que lo sujetara y él pudiera usar las dos manos. Algo le decía que también le daría vergüenza que le extendiera el bronceador, pero Akki esperaba que no se desmayara, porque sino, menuda salida de vacaciones. Por suerte, la espalda de Kou era bastante pequeña y las manos de Akki grandes en proporción a su cuerpo, por lo que no tardó mucho en dejarla blanquita. Lo hizo desde el centro hacia los hombros, en dos o tres pasadas y luego hacia la parte lumbar. Lo que le sobró de las manos, se lo extendió a si mismo por los brazos. Se sorprendía de no ver a Kou como a una chica normal, de no sentir ningún tipo de deseo o tentación de tocar donde no debe. Algo tenía ella que evitaba todo eso.

-Pareces una muñequita de nieve.- Se echó a reír y luego le puso una mano en las mejillas. -Aquí te has dejado algo sin extender.

Como si fuera su padre, le ayudó a cubrirse la cara, a excepción de los ojos y la boca. Ella misma lo había hecho, pero al no tener nada donde mirarse, no se había dado cuenta de que tenía una mancha de crema por ahí y seguro que no le gustaría ir con eso y que la vieran los demás. Justo después, tras recogerlo todo, se presentó una jovencita que les invitaba a jugar al volleyball. En realidad había mirado solo a Kou al principio y como para no verle, con lo grande que era, pero luego rectificó y él sonrió ampliamente. No tenía ni idea de qué juego era ese, pero sonaba divertido, además, sería una actividad nueva playera, aprendería algo más. Miró a Kou y luego a la otra chica, extendiéndole una mano amablemente.

-Yo soy Akki y también será un placer unirnos al equipo.- Recogió la mochila, la toalla y se dispuso a seguir a Alexia. -Nunca he jugado al volleyball. Espero que no os importe un jugador novato.

Estaba seguro de que nadie querría estar en grupo con él por no saber jugar o al menos, entre los jóvenes era más importante ganar. No sabía si Kou había jugado anteriormente, pero él intentaría esforzarse todo lo posible. Akki solo quería pasar el rato, ganara o perdiera, le daba igual, el caso era probar algo nuevo, divertirse junto a su amiga y luego hacer otras cosas bien productivas. Llegaron a la zona donde ya habían algunas personas esperando por los jugadores restantes. Tenían una red medio rota, pero que servía para separar ambos campos. Un chaval portaba una pelota que parecía bastante ligera, pero que no era de aire como la que tenía él desinflada en la mochila. Saludó con la mano a los demás, sonriéndoles.

-¡Buenas! Soy Akki. Si me explicais bien las normas y tal, podemos empezar cuando queráis.

Realmente Akki era una buena persona y eso era algo que me había quedado en claro de él. Pues este finalmente me ayudo, además de terminar rápido. Siempre me hacia quedar agradecida con él por su amabilidad o al menos para mi seria normal hasta agradecer esa ayuda. Escuche en ese momento como me decía a que parecía, y en ese momento imagine la muñequita de nieve. ¿De verdad parecía a una? Seguramente lo decía por mi color de piel o era de lógica que era por eso. Después de eso. Me extendió en la mejilla algo, cosa que seria la crema y que se me habría pasado, además de que apenas él lo acaba de decir.  —Muchas gracias Akki. Siempre eres amable.— Dije con sinceridad. Pues era de lógica que le iba a agradecer si o si eso. Ya que realmente esta vez no me quedaría callada y aguantaría el darle las gracias a este, siendo así que siempre que pudiera, se lo diría en cada instante aunque le pueda caer pesado. Aunque tampoco quisiera molestarlo mucho de estar repitiendo cada dos por tres un gracias, aunque personalmente para mi sería algo natural o lógico de hacer.

Cuando mi amigo de cabellos azulados se presento y afirmo, además de volver a presentarse con el grupo cuando llegamos a esa zona en cuestión. Yo enseguida le seguí nerviosa, diciendo. —Yo soy Kougyoku Ren. ¡Amm!.. Yo no es que sepa mucho, así que de igual modo me gustaría aprender.— Soné avergonzada, pues no quería que me echaran de ahí. Después de todo. Quería divertirme junto a Akki y a los demás. Además de Alexia que parecía ser una chica maja. Además de que realmente era algo importante para mi el hecho de socializar con más gente. ¿Quien no iba a querer poder hablar con los demás? Para mi era divertido tener más amigos y que estos siempre se diviertan sin importar que cosas malas. A pesar de que yo aun no había vivido más de la mitad de las cosas que podría pasar con una amistad.

En todo momento. Estaba semi escondida detrás, a un costado de Akki, aunque prácticamente estaba más bien a su lado. Pues era normal ya o común estar yo algo avergonzada por cualquier cosa que saliera de la nada. Omitiendo eso. Observe por unos instantes la red, la cual estaba algo rota, aunque personalmente no le veía nada de malo si se podía jugar al juego que estuvieran planeando. El cual esperaba que nos dijera las reglas o los datos del mismo. Aunque primero estos se presentaron ante nosotros, ya que obviamente siempre antes va la presentación, luego ya suponía que iba la explicación o lo demás. Aunque esperaba no ser torpe y entenderlo a la primera, pues temía entorpecer el juego sino podía entender este a la primera lógicamente.

Entonces es cuando el grupo se nos presento. Hasta uno se ofreció tratar de enseñarnos como tirar la pelota, la cual hasta ahora, apenas había reparado en ella. Uno de los niños comenzó a mostrarnos como debíamos lanzar la pelota al otro lado. Haciendo una demostración al lanzar esta al otro lado para que otro niño del equipo contrario fuera a por esta antes de que cayera. Finalmente este consiguió darle y en vez de ir hacia donde el niño de nuevo, esta cambio de rumbo y yo quieta, solo movía la cabeza hacia donde se dirigía, llegando hasta un castillo de arena que destruyo. Luego de eso. Una chica hermosa de cabellos azabaches, se quejo ante ello, a lo que yo obviamente avergonzada baje la mirada avergonzada, a pesar de que yo no fui.  —Lo siento mucho...— Susurre nerviosa de un modo audible. Escuchando como el niño que la lanzo de igual modo lo hizo.