{Misión} Asegurando la zona {Airin & Astrid}

por **Airin Apple** Miér Sep 16, 2015 4:00 pm

Fecha: 16 de septiembre de 2015
Hora: 12:16 AM
Clima: 35 grados

Una chica de pelo rojo poco peculiar había llegado a la ciudad Mills para atender a un paciente que le era imposible llegar a su consulta en Nibelheim, debido a la gravedad de su enfermedad. Por suerte no le había llevado mucho tiempo y al cabo de pocas horas, salió de la casa para volver a su pueblo.

Caminando para salir de ella, se percató de que en la plaza, un gentío se agrupaba a lo que parecía ser un carro con varias mercancías. Airin curiosa se acercó allí, a su lado estaba una joven algo más alta que ella de pelo ondulado en un color azul, que también miraba el carruaje como los demás ciudadanos.

Uno de los hombres, pedía ayuda para ayudarles a llevar su mercancía hacia la ciudad de Bang Sing Ge. La cual, por lo que sabía Airin de geografía, estaba en una isla al norte del continente y para ir desde allí, había un gran trecho. Por lo visto no conocían el camino exacto y la gente negaba su ayuda.

No sabía qué hacer, si aceptar ayudar o hacer como los demás e irse. Pero algo que no podía hacer la joven era no aceptar ayudar a alguien que necesita ayuda y más algo así. Sin dudarlo, dio un paso al frente y agachando la cabeza, la joven se ofreció a ayudar y al parecer no iría ella sola con ellos, la chica que estaba a su lado haría lo mismo.

Los hombres sonrieron agradecidos y Airin y la joven se pusieron al lado del carruaje para así escoltar a los mercaderes por lo que serían llanuras y el mar, además de pasar las montañas que rodeaban la ciudad. La mejor ruta, era pasar las montañas que bordeaban la ciudad e ir hasta el norte del continente y alquilar una barca para poder navegar sin problema hasta la isla. Sería un viaje bastante movido para Airin, pero lo emprendería sin problema alguno.

Observó a la joven que iba con ella y decidió presentarse.

—Me llamo Airin ¿y usted?, Soy herborista y curandera. Trabajo en una consulta en el pueblo Nibelheim. No soy muy habilidosa para pelear, pero puedo ser un apoyo en lo que a curar heridas se refiere.

por **Astrid Dagmar** Miér Sep 16, 2015 7:29 pm

Desde hacía un tiempo Astrid no acostumbraba a prolongar demasiado su estancia en un lugar concreto. Si bien no había salido de Spatium, se había vuelto bastante común para ella viajar de una localidad a otra varias veces al año, ya fuese por algún motivo en especial o no. Solía conocer distintos grupos de revolucionarios, pero prefería no reunirse asiduamente con ellos. Según el lugar, podrían ser más neutrales o radicales. Estos últimos no eran de su agrado, por lo que prefería mantenerse al margen lo mejor que pudiera.

La ciudad Mills, al ser tan grande, albergaba distintas facciones dentro del mismo bando. Sin embargo, pensaba que ya no tenía razón alguna para permanecer en aquél lugar por más tiempo. Esa misma mañana había decidido marcharse, aunque fuese a la localidad más próxima. Quizás podría conseguirse algún transporte, para así evitar tener que ir a pie.

De pura casualidad, tras apenas caminar un poco, dio con un carro rodeado por varios ciudadanos. Supuso que tendría que haber algún tipo de problema con el mismo, por lo que se acercó a mirar. Éste estaba repleto de mercancías y estaba bajo el cargo de un pequeño grupo de hombres. Uno de ellos pedía que alguien pudiera guiarles hasta una ciudad situada en uno de los extremos de Spatium, conocida como Ba Sing Se. Por desgracia, sus súplicas eran ignoradas por los transéutes.

Ba Sing Se estaba bastante lejos, pero al menos así tenía una excusa para salir de Mills teniendo un rumbo fijo. Además, qué diantres: últimamente apenas tenía liquidez económica, por lo que quizás podría ganarse algún dinerillo gracias a esto que le permitiera estar un poco mejor. Sin pensarlo, se ofreció voluntaria para guiarles. No sería la primera vez que realizaba un viaje tan largo, pero tenía que rememorar la ruta para no dar rodeos.

Una chica pelirroja (que parecía bastante más joven que ella) también se prestó a ayudar a los comerciantes. Quizás con más compañía no se haría aburrido del todo. La joven se presentó una vez que se estableció la ruta del viaje, que no sería rápida en absoluto. Astrid pensó que quizás era mayor de lo que aparentaba, pues le sorprendía que alguien de tan poca edad pudiera considerarse siquiera poder trabajar en una consulta, aunque fuese en un pequeño pueblo. A decir verdad, no se le daba bien catalogar a la gente según su edad – solía fallar a menudo cada vez que alguien le pedía que adivinase cuántos años tenía.

– Soy Astrid. Es un placer, - respondió, realizando un gesto inconsciente con la cabeza, como si al asentir estuviese confirmando que decía la verdad. – Soy cazarrecompensas. – Incluso ante alguien aparentemente tan indefenso como ella, prefería no desvelar su verdadera ocupación, pese a que quizás ni siquiera simpatizaba con el gobierno. Había que prevenir, en cualquier caso. – No dudo en que serás de gran ayuda. – Trató de esbozar una sonrisa amable. Había días en los que sus habilidades sociales (que tampoco eran muchas) desaparecían sin más, haciéndole sentir bastante incómoda. – Supongo que debes ser una buena curandera, ¿no es así? Es decir, trabajando en Nibelheim, ¿qué razón te trajo a Mills? ¿Fue algún encargo? – ¿Y cómo iba a serlo? Quizás simplemente estuviese visitando a algún familiar, o incluso de vacaciones.

por **Airin Apple** Vie Sep 18, 2015 8:27 am

Hora: 12:23 AM

Comenzaron a salir de la ciudad y empezaron a recorrer por las montañas al norte de la ciudad. Iba a ser algo complicado pasar esa zona montañosa con el carro, pero por suerte pudieron dar con un pequeño camino que bordeaba las montañas.
La chica se llamaba Astrid y era caza recompensas. Nunca antes había conocido ni hablado con alguien que estaba en contra del gobierno del Lord, pero ella como neutral que era a ese gobierno, no veía problema alguno en entablar una conversación con alguien como ella, siempre y cuando no la faltara al respeto o hiciera algo que no viera Airin como correcto. Pero ya a estas alturas del partido, para Airin habían cosas malas, que las solía ver como buenas y el querer asesinar por poder sobrevivir, no lo veía mal en absoluto y más si al que mataba, resultaba ser una persona que realizaba asuntos maliciosos.

Sonrió ante el comentario de la joven, Airin no tendría mucha fuerza y agilidad para una pelea, pero sabía que siempre podía ser de ayuda para cuando estuviera con alguien como esa joven que la acompañaba.

—Así es, fue por un encargo. Uno de mis pacientes habituales tenía que guardar cama debido a una fiebre muy alta y tuve que acudir yo misma a Milss, no hay problema ya que está cerca la ciudad de Nibelheim y no es la primera vez que lo he hecho. Alguna vez me ha tocado ir a la capital incluso, a veces alquilo un caballo o voy en un carruaje, dependiendo del presupuesto que tenga.

Empezaron a entrar por el camino a través de las montañas, donde parecía todo estar muy tranquilo, pero Airin iba atenta por si eran atacadas de repente por algún monstruo o algún bandido. Ya que había ido a tratar a un paciente, cargaba con ella un bolso con medicinas para tratar heridas, además que había traído con ella su arco y flechas por si alguien la asaltaba como solía pasar en alguna ocasión.

—Y bueno ¿eres de Mills o estabas también por algún asunto en particular?.—preguntó para así sacar un tema de conversación y no ir siempre calladas durante el viaje.

por **Auros** Vie Sep 18, 2015 10:23 am

– ¿Qué deberíamos hacer? – preguntó un hombre de tez clara, barba rojiza como el color de una zanahoria, el cabello castaño, como el de los elotes al final de su etapa de maduración. Llevaba un rostro afligido y preocupado.

Otra voz masculina se escuchó – Anda Darlen, seguramente alguien nos enseñará el camino, no toda la gente es mala en este mundo, volvamos al gremio y solicitemos una misión, así podrían echarnos una mano los aventureros – dijo aquel moreno, de cabellos negros y hecho risos, con una ropa algo sucia y de facciones muy humildes, llevaba encima una sonrisa impecable y unos dientes blanquecinos, totalmente perfectos y alineados.

– A mí no me interesa nada, solo necesito llegar a Ba Sing Se – dijo espetada, con el orgullo en las uñas que se limaba y una mirada prepotente, inclinada a los hombres que se encontraban debajo de esa carreta tirada por caballos – Kirvin, más vale que no se te haya olvidado con quien hablas – fulminó al moreno con la mirada.

El chico, que se hacía llamar por Kirvin, inclinó la cabeza, turbado y desconcertado, ofreció una disculpa – Mis más sinceras disculpas mi Lady – la mujer bajo de carro le pateo y pisoteó sus costillas, luego, con la misma volvió a subir.

Kirvin se levantó y se acercó a Darlen – Viejo, tenemos que buscar ayuda, la señorita Gorwen necesita llegar para hablar con la embajada de Ba Sing – Darlen le miró con desdén y seguida debió la mirada para no mal mirar a la chica que continuaba con toda la prepotencia del mundo limando sus horribles uñas acrílicas – ¡Divina pareja! – Le dijo Darlen con un susurró casi espetado y exasperado – dejas que te golpee y aun así sigues pensando por su bien, deberías dejarla a su suerte – Krivin fingió una sonrisa compungida y sollozante – Lo siento hermano, pero debo pagar así por la ayuda de mi señor – la conversación finalizó ahí y ambos hombres seguían gritando y pregonando por la ayuda de su carruaje.

Cuando sus esperanzas estuvieron a punto de desistir, aquella chica de aspecto estridente y dictador se ofreció para ayudarles, Kirvin se acercó a ella le tomo las manos y terminó arrodillado casi rompiendo en llanto por el agradecimiento que le tenía, al poco rato una pequeña de cabellos rojizos igual lo hizo, Kirvin se secó las pequeñas lágrimas que tímidamente se asomaban por el borde de sus parpados y las guío hacía el carruaje – Lamento no poder subirlas por ahora, vamos cargados de alimentos y vivires, llevo un poco de todo para un pueblo cerca del camino, una vez descargado prometo que tendrán una cama y una sábana para cubrirse del frío – dijo Darlen a las chicas.

Al poco tiempo se encontraban bordeando una gran montaña, la ciudad y el espeso bosque parecía una maqueta de plastilina hecha a la perfección, sin duda era una vista muy hermosa y perfecta para aquella tarde soleada. Pero al clima no parecía gustarle la idea, los nubarrones comenzaban aglomerarse en cúmulos, el viento soplaba irremediablemente que parecía querer mandar a volar el carruaje y la señorita Gorwen, gritaba despavorida por los feroces vientos que atacaban su caravana. De pronto la brisa se convirtió en una feroz llovizna, que antes de mojar evitaba la vista, en un lugar llano sus opciones eran cortas o morir cayendo al precipicio, o buscar una cueva para refugiarse de endemoniado clima.

por **Astrid Dagmar** Vie Sep 18, 2015 6:21 pm

Habían decidido ir por la ruta del norte. Era sin duda la más rápida, pero quizás tendrían más dificultades al principio debido al terreno pedregoso de las montañas que rodeaba la ciudad de Mills. Dentro del carro, tanto Airin como Astrid no tenían mucho sitio, pero el joven de cabellos rizados les había prometido ofrecerles un hueco en cuanto pudieran descargar la mercancía en un pueblo que se encontraba de camino a Ba Sing Se.

Por lo que dijo la chica, Astrid dedujo no sólo que podría valerse por sí misma, si no que quizás no fuese tan débil como aparentaba. Si realmente había viajado tan lejos por su cuenta, seguramente sabría defenderse de alguna manera. Tal vez no tuviese fuerza suficiente, pero si se las había arreglado para poder recorrer distancias tan grandes como la que había entre la capital y aquel pueblo, posiblemente tenía el ingenio que se necesitaba para salir airosa de situaciones complicadas.

Airin le preguntó si su estancia en Mills se debía a motivos laborales, o porque era nativa de allí. – Tengo unos conocidos en la ciudad que me necesitaban para unos favores. Así que me quedé con ellos y después simplemente me dediqué a realizar distintos encargos. – Evitó mirarla directamente, puesto que aún, a pesar de tantos años diciendo mentiras aquí y allá, algunas más elaboradas que otras, le costaba trabajo justificarse cuando tenía que inventarse algo, independientemente de que después tuviera éxito o no con el embuste.

El clima pronto empezó a ponerse en su contra. El viento parecía irritar a la mujer que iba en el interior del carro. Seguramente ella no sería la única molesta con semejante aire, pero parecía ser la única a la que no importaba expresarlo dando voces. Le había dado una malísima impresión a Astrid, que no pudo evitar compadecer a los mercaderes que llevaban la caravana y tenían seguramente que seguir aguantándola incluso después de haber llegado a su destino.

A los fuertes vientos les acompañó un buen diluvio. No sólo entorpecía la travesía, si no que además impedía ver con nitidez. Astrid resopló, frustrada, puesto que no parecía haber ningún sitio próximo donde resguardarse. No era seguro que se aproximasen a los árboles, por si el viento los derribaba, por lo que pensó que sería conveniente salir del bosque en cuanto les fuera posible. Pero lo peor no estaba ahí: habían tenido tal mala suerte que se encontraban muy próximos a un precipicio, por lo que necesitaban buscar un lugar que sirviera de refugio cuanto antes.

- Sé que va a ser un poco difícil acelerar el ritmo, pero tenemos que darnos prisa. – Estornudó un par de veces, seguidamente, sin poder controlarlo. Se llevó una mano a la nariz y la apretó, como si eso fuese a evitar que siguiese estornudando. ”Lo que faltaba”. Continuó hablando cuando se calmó un poco. – No sé si por aquí podremos encontrar algo seguro. – Se dio cuenta de que quizás lo que menos le convenía a la caravana era ir más rápido, puesto que fácilmente podría caerse por el precipicio. – ¿No os habéis fijado si habría alguna cueva más atrás? – Juraría haber visto algo en el camino, ahora que se ponía a pensar, pero no estaba muy segura. Si realmente estaba ahí, aquello implicaba volver hacia atrás, pero si eso implicaba que podían refugiarse, merecería la pena. Pero si no estaba ahí, entonces sería una pérdida de tiempo.

Exhaló un suspiro, de nuevo sintiéndose frustrada. – Airin, – dijo, tratando de llamar la atención de la joven pelirroja. – ¿Has venido más veces por aquí? ¿Tienes alguna idea de dónde podríamos refugiarnos sin volver atrás? – No era la primera vez que Astrid viajaba a Ba Sing Se, pero si algo era cierto era que habían sido pocas veces. Y su memoria parecía estar fallándole también, para rematar la faena.

por **Airin Apple** Sáb Sep 19, 2015 9:41 am

Hora: 12:36 AM

Para Airin no le era problema alguno el caminar un buen trecho a pie. Siempre velaba más por la seguridad de los demás que la suya propia y veía más importante que aquella mujer, algo desagradable parecía ser, estuviera en el carro y no ellas dos.

Parecía que el tiempo no iba a estar a su favor y el cielo se nubló de repente y comenzó a llover con intensidad al momento que Astrid le comentaba el motivo por el que estaba en Mills.

El viento hizo su aparición, soplando ráfagas fuertes, las cuales resultaba bastante incómodas. El viento soplaba con tal intensidad, que el pelo de ambas jóvenes se alzaba, al igual que partes de sus prendas de ropa que no podían ser sujetas.

Escuchó a Astrid comentar que había visto una cueva, de la cual se habían alejado. Saliendo de lo que era el bosque, dieron con una zona desierta, totalmente llana, a la cual tenían enfrente de ellos un precipicio, en el cual si pasaban allí, lo más seguro es que tuvieran una muerte segura.

Desafortunadamente, Airin nunca viajó por el norte de Spatium y no conocía ningún lugar sin volver atrás para resguardarse. Hizo que se detuvieran y se puso a meditar qué hacer. Sobre todo, los estornudos de Astrid la habían preocupado a la pelirroja. No era bueno pasar más rato bajo el frío de ese diluvio.

—Será mejor dar marcha atrás. Astrid dijiste de ver una cueva. Pues lo mejor es que miremos a ver si hay una. Si no ya pensaremos entonces que hacer.

por **Auros** Sáb Sep 26, 2015 8:11 pm

Conforme fue pasando el tiempo, el clima no ayudaba, solo se empeoraba la situación de las chicas y los viajeros, pues los vientes no era tan suaves como para perdonar a un liviano carromato de madera, si quisiera ya los hubiera mandado a volar. Los caballos relincharon y se salieron de sus estribos huyendo montaña arriba, mientras tanto los carromatos comenzaron a retroceder a gran velocidad, ya que era un declive muy inclinado por el cual iban subiendo, uno de esos fuertes vientos levantó un carromato y lo aventó hacia donde estaban la chicas acompañantes sacudiendo el carromato y atascándose contra una de las paredes, más sin embargo en donde viajaban la chica y su mayordomo se había terminado volcando.

Los gritos desesperantes se hicieron presentes, la gran e inmutable señorita de alta clase gritaba desesperada con la frente rota y un hilo de sangre en su frente, sus manos estaban manchadas con su propia sangre mientras que su mayordomo se encontraba debajo del carromato aplastado y agonizando del dolor que había recibido, del impacto y de ser aplastado. Los vientos eran cada vez más consecutivos y las rafagas se hacían más fuertes y duraderas, se escuchó un temblor, poco tiempo después del cielo comenzaron a caer rocas, que caían sobre la carretera destrozando lo que estuviese por debajo ¿qué harían ahora nuestros temerarios viajeros?

por **Astrid Dagmar** Dom Sep 27, 2015 5:55 pm

La situación estaba empeorando cada vez más. La fuerza del viento había aumentado considerablemente, hasta el punto de provocar la huida de los caballos e incluso que uno de los carros saliera volando hacia Airin y Astrid, justo después de que ambos se precipitaran cuesta abajo. Intentó agarrar a la pelirroja para ayudarla a apartarse, pero tuvo la mala suerte de apoyar el pie de mala manera y tropezarse, lo cual hizo que cayera rodando cuesta abajo. El terreno húmedo tan sólo ayudaba a acelerar la velocidad de la caída de la revolucionaria, que trató de agarrarse en cuanto tuvo la primera oportunidad para hacerlo. Finalmente dio con las raíces de un árbol, donde pudo fijar las manos para así poder detenerse.

Tenía diversas magulladuras, pero no se paró a observarlas. Más bien, intentó ponerse en pie, cosa que logró a duras penas. ”Sí que me he alejado…”, pensó, mientras se apresuraba como podía hacia donde estaba uno de los carromatos, que se había volcado completamente. El otro, al que pudo ver más alejado, se había quedado atascado. Pese al ruido que hacía la tormenta, fue capaz de escuchar el griterío provocado por la desesperación por parte de los comerciantes y de la señorita de comportamiento irritante que había estado viajando dentro de uno de los vehículos.

Haciendo caso omiso del dolor que le provocaba realizar ciertos movimientos, corrió al carro que estaba boca abajo, en cuyo interior estaban la dama y su mayordomo. No vio a Airin, lo cual le preocupó aún más, pero debido a la rapidez con la que estaban sucediendo los hechos, no le dio tiempo a pensar demasiado en ello. Vio que la mujer de clase alta estaba herida, así como su sirviente, que estaba atrapado en una postura extraña. Intentó agarrar a ambos para sacarlos de allí, pero vio que sería difícil sacarle a él por la fuerza. Había sido aplastado, y Astrid no contaba con la fuerza suficiente como para levantar el carromato. La chica, por otro lado, parecía no estar en una situación tan grave. - ¿Puedes levantarte? – le preguntó, sin dirigirle la vista, mientras pensaba en cómo ayudar al hombre. ¿Quizás los otros muchachos podrían ayudarla? ¿Airin, quizás? ¿Estaba bien, acaso?

Se dio cuenta de que no podría rescatar al sirviente. Eso le hizo ponerse aún más nerviosa, pero no tenía mucho que hacer. Puso uno de los brazos de la mujer por encima de sus hombros y la agarró por la cintura para que pudiera salir. - ¿Airin? – preguntó alzando la voz, mientras ayudaba a caminar a la joven. Seguramente, los otros se habrían quedado atrapados en el otro carromato. Cuando se dispuso a dirigirse hacia allí, notó un temblor: vio como unas rocas caían hacia ellos. - ¡Mierda! – exclamó. No podían hacer mucho más que cubrirse de algún modo, puesto que no había manera de que les diera tiempo a escaparse de allí sin que alguna de las rocas les destrozase. Indicó a la muchacha que se mantuviese junto a la pared rocosa de la montaña y se agachase, ocultando su cabeza entre las manos, sin atender a si se ponía a protestar o no.

Astrid también se había pegado a la pared, mientras se dirigía a paso apresurado hacia el otro carromato. Quizás nada de eso iba a funcionar e iba a terminar aplastada, o tal vez la que acabase bajo una roca fuese la señorita a la que había dejado un par de metros atrás, pero necesitaba asegurarse de que los que estaban en el otro carro podían salir de allí.

por **Airin Apple** Jue Oct 01, 2015 8:13 am

Hora: 12:44 AM

Parecía que el clima no estaba ayudando para nada el viaje hacia Bang Shin He. Cada vez el viento iba azotando con más fuerza y la lluvia caía de forma torrencial, empapando todo. Airin se encontraba totalmente húmeda, mostrandose su pelo totalmente apelmazado. Y ya no solo por la lluvia, era difícil caminar por ese lugar.

Los caballos que llevaban los dos vehículos, se desataron de los estribos y salieron corriendo, dejando al carromato suelto y sin control alguno para que este saliera volando, alcanzando a Airin y Astrid. Al observar aquello, la curandera se agachó rápidamente contra el suelo y salió rodando, apartándose del carro que casi la aplasta.

Se vio separada de Astrid en ese momento y caminó hacia el carro que había salido volando, el cual había quedado atrapado contra la pared de la montaña y atrapado a los dos viajeros que iban adentro y más alejado, cayó el carro donde iba la mujer y su sirviente. Airin se puso a comprobar si estaban bien ambos viajeros, pero no parecían responder, lo mas seguro acabaron inconscientes y atrapados dentro del carro.

Se sintió un temblor en el suelo y Airin miró arriba, observando como rocas enormes caían encima. Se sujetó hacia la pared de la montaña para no ser golpeada. Una vez dejaron de caer miró a su alrededor, buscando a Astrid.

—¡Astrid! ¿Dónde estás?

Escuchó que la joven la llamaba también y se fue acercando hacia su voz. La joven estaba pegada a la pared al igual que ella.

—¿Estás bien? No veo que estés herida

Airin caminó sin apartarse de la pared hacia el otro carro el cual había volcado. Cerca del mismo, la chica noble estaba agachada, con una herida en la frente. Un hilo de sangre caía de ella. Nunca en su vida había visto algo como eso y en ese punto, la pelirroja, no sabía si iban a salir bien de esta o no. Pero había que buscar una solución. O el tiempo empezaba a mejorar, o ya sería un milagro lo que les salve.

por **Auros** Vie Oct 02, 2015 4:21 pm

Antes que la pelinegra hiciera algo por él, Darlen se encontraba flácido y destrozado, por salvar a la señorita había sufrido una lesión en las caderas y una contusión en la cabeza que había provocado una hemorragia, sin embargo este se apuro más por tomar las ropas de la chica y mirarle con mucho trabajo - No te preocupes por mi, llévala a un lugar seguro, o no podré volver a ver el rostro de mi amo - dijo y mientras lo decía las lágrimas caían de sus mejillas mezclados con la lluvia y el carmesí de su propia sangre, ese hombre estaba dispuesto a dar su vida si de eso se requería.

Tiempo después las rocas comenzaron a caer y cubrieron el carromato donde se encontraba atascado aquel hombre, una fina sonrisa cubrió su rostro mientras la última roca lo sepultaba entre el montículo que se apilaba en el camino. Por otro lado, Kirvin había logrado salir igual de carromato, se encontraba con un mejor estado a pesar de solo haber recibido un suave golpe, pero se encontraba conmocionado, no podía hacer algo ante la situación desesperante en la que se encontraba y minutos después fue golpeado por una roca que provoco que cayera inconsciente justo a la orilla del camino, su suerte le había salvado de un par de rocas, pero el viento seguía siendo un fenómeno problemático, sumado a que el camino ahora se encontraba cubierto de rocas e impedía el paso, además de que, se habían quedado sin caballos.

La situación cada vez parecía empeorar en vez de mejorar, pero a lo lejos se pudo divisar una luz que iluminaba entre las nubes y después de un momento, todo comenzó a calmar, la lluvia fue cesando hasta convertirse en un rocío que mojaba la tierra el sol fue apareciendo en el horizonte, tiñendo el firmamento de un naranja pues el atardecer estaba por terminar, les esperaba una noche desierta y llena de magulladuras.

por **Astrid Dagmar** Sáb Oct 03, 2015 12:28 pm

Afortunadamente, Airin estaba sana y salva tras la avalancha. Eso le hizo sentirse aliviada, ya que por un momento llegó a pensar que podría haber pasado lo peor. – ¿Estás bien, Airin? – preguntó casi a la vez que ella le formulaba la misma cuestión. – Me resbalé y tardé en venir a ayudar. Pero estoy bien, - contestó.

Caminó tras ella hacia el carro volcado, que estaba sepultado por las rocas. Supo entonces que evidentemente sería imposible rescatar al hombre que estaba atrapado bajo el carromato. No pudo evitar sentirse culpable por ello, pero quizás, si se hubiera quedado allí tratando de ayudarle, el vehículo y ese señor no hubiesen sido los únicos en ser aplastados por la avalancha. La chica estaba bien (bueno, relativamente) y se había mantenido agachada, tal y como le había indicado Astrid anteriormente. – Airin, ¿cómo la ves? – le preguntó en voz baja, refiriéndose a la mujer. Tampoco quería que ésta se alarmara más de la cuenta.

Buscó con la vista al otro chico. No lo vio muy lejos, pero estaba tirado en el suelo. Se volvió hacia Airin. – Quédate con ella, por favor. Voy a ver como está. - Dicho esto, se acercó al muchacho, que yacía inconsciente. Al principio incluso llegó a pensar que estaba muerto, pero luego pudo ver que estaba respirando y comprobó que tuviera pulso, para así confirmar que seguía con vida. Le iba a costar más trabajo llevarlo a donde estaban las otras dos chicas, no sólo porque pesaba más que la señorita, si no porque el hecho de que fuese peso muerto debido a haber perdido el conocimiento le dificultaba el transporte a Astrid.

Metió los brazos bajo las axilas del muchacho, para así tratar de llevarlo en alto y que sólo sus talones rozasen el suelo, mientras ella caminaba de espaldas. Sabía que de otra manera se le caería, así que optó por agarrarlo de esa manera, aunque le suponía bastante esfuerzo.

La noche iba a caer en cualquier momento. Aunque el buen clima había vuelto, oscuridad no era lo que necesitaban para seguir viajando, precisamente. Pensó en la cueva que había visto anteriormente y no vio una opción más adecuada para poder refugiarse que esa, así que se la propuso a Airin y a la mujer mientras tumbaba con cuidado al chico. – Está vivo. Supongo que se despertará en cualquier momento, pero sería buena idea que le echaras un vistazo, Airin. – No se fijó si tenía alguna contusión más allá del golpe en la cabeza. – La cueva que vi antes no debe de estar muy lejos. Será mejor que marchemos antes de que vuelva a haber otro temporal. – Miró a la señorita. - ¿Puedes andar? – Volvió a agarrar al muchacho de la misma manera que antes, volviéndose a la curandera otra vez. – Quizás será mejor que observes las heridas cuando estemos allí. No nos convendría que hubiese otra avalancha ahora mismo.

por **Airin Apple** Sáb Oct 24, 2015 8:14 am

Hora: 12:48 AM

Airin asintió para hacerle bien que andaba bien, cosa que ya Astrid vio más que evidente y tanto la una como la otra se sintieron aliviadas. Por lo visto el carromato dejó sepultado a uno de los hombres y ya no había solución alguna para poder rescatarle. Airin casi emite un sollozo al sentir la impotencia por no poder haber podido salvarle.

Astrid la llevó hacia la mujer, que estaba bastante malherida. Un hilo de sangre colgaba por su frente.

—Sí, no habrá problema para que la cure. Pero este no es el mejor lugar para hacerlo.

Le pidió que se quedara con la joven, a lo que la pelirroja obedeció y la hizo apoyarse sobre su hombro, mientras veía como Astrid iba hacia el carromato donde estaba aquel hombre aplastado. Miró que le comprobaba el pulso y por los gestos que estaba haciendo parecía estar vivo, cosa que hizo a la curandera sentirse aliviada.

La joven lo agarró por las axilas y lo arrastró como ella podía para sacarle, hasta llevarlo adonde estaba Airin. Esta tocó su cuello y parecía que si tenía pulso.

Había llegado la noche y el mal tiempo se había ido, Astrid propuso ir a la cueva de antes, para así Airin pudiera atender al hombre inconsciente y a la mujer. A su vez, sería conveniente revisar a todos los presentes.

—Estoy de acuerdo. En la cueva les podré revisar mejor y tratar las heridas. Yo tampoco me quiero arriesgar a una nueva avalancha.

Airin, caminó con la mujer agarrada en su hombro, le era incomodo andar a causa de la herida que había recibido, ya que estaba semi inconsciente y algo mareada. Una vez se alejaron del risco, volvieron a la zona montañosa y Airin pudo dar con la cueva que Astrid había visto antes.

—Oh, aquí es estamos salvados.—dijo Airin aliviada y llevando con ella a la mujer.

Una vez dentro, la sentó sobre la pared y empezó a ir mirando las pupilas de sus ojos, por si mostraba algún signo de desfallecer. Luego sacó de su bolso un bálsamo hecho a partir de varias hierbas medicinales para tratar la herida de la frente, lo cual cortó la hemorragia.

—Lo mejor es que descanse, si pasamos la noche aquí, mañana mismo estará bien, lo mismo va para él.—dijo indicando al hombre inconsciente.

por **Auros** Jue Nov 05, 2015 6:23 pm

La noche había avanzado más rápido de lo normal, había oscurecido como así como se podría ir, aún quedaban secuelas del desastre causado por la misma naturaleza, rocas, lodo, madera, algunos víveres y el temor, el temor de civiles comunes, que no sabían cómo enfrenta la catástrofe por la que estaban pasando. La princesa había dejado sus lujos, su corona, su trono y lo había cambiado por una ropa sucia por el lodo, sin haberse podido dar el lujo de un baño de leche y pétalos de rosa, su piel tersa ahora estaba siendo afectada por los mosquitos que le picoteaban todo el cuerpo, se sentía irritada y con las lágrimas en los ojos, se sentía culpable, pecadora de lo que había provocado, no lograba ubicarse, no sabía que pasaría de ella en esos momentos, todo por un simple capricho suyo, que de no ser así, no tendría por qué pasar por todo eso.

Ella había escapado de casa con el único sirviente que tenía su padre y no era ninguna clase de fuga amorosa, la chica tan solo quería conocer las tierras lejanas de por ahí, pero su padre le había negado dicho permiso, encaprichada decidió escaparse, llevándose de cómplice al único hombre que podía joder en caso de que las cosas salieran mal; lamentablemente, ese hombre yacía tendido en el piso, exhausto e inconsciente, casi perdido en el limbo, entre la vida y la muerte. Los planes de la hermosa princesa se habían reducido a un par de frutas, una cueva oscura llena de insectos que podrían hacerla irritar y un ungüento en la cabeza, estaba tan dañada que ni podía reprochar, su mente se encontraba casi volando y sus ojos a punto de romper de nuevo en llanto.

Así fue como terminó esa noche para la princesa, con un dolor en el alma y en el orgullo.

Al amanecer, las cosas había cambiado, el cielo era azul y completamente despejado, había una espesa neblina, pero conforme fue saliendo el sol todo camino se libró de mal tiempo, una suave brisa, fue la que despertó a uno de los hombres que las acompañaba y a temprana hora salió para tratar de levantar su carromato a duras penas. A lo lejos se escuchó el cabalgar de unos caballos y cuando sus ojos vieron al alguacil, el hombre soltó un par de lágrimas lleno de felicidad al ver que traían de regreso a sus caballos, prometiendo que los llevaría hasta su destino cuanto antes.

La segunda en despertar fue la princesa, que se acercó con sus ropajes teñidos de lodo y la piel morena por la tierra – Señor Alguacil me encantaría hablar con el señor de Bang Sin Se lo más pronto posible – pidió con una reverencia, lo cual su querido acompañante notó reverendamente extraño y se inclinó de la misma manera a su señora. Se notaba cansada y con los ojos llorosos, era un poco difícil explicar lo que había sucedido y al parecer había quebrantado el corazón de la bella doncella que ahora mismo, estaba hecha un desastre.

por **Astrid Dagmar** Lun Nov 09, 2015 5:37 pm

Astrid estuvo de acuerdo en pasar la noche en la cueva. No parecía nada del otro mundo, pero no era muy acogedora, así que pensó que necesitarían una hoguera que les proporcionara calor. Y algo de iluminación: tenía intenciones de hacer guardia. No sabía si Airin estaría de acuerdo en irse turnando, pero no sería tampoco la primera vez que pasaba una noche en vela. Decidió dejar que descansara, o que, en cualquier caso, siguiera cuidando de los heridos.

Tras avisar acerca de sus intenciones, se dispuso a recolectar materiales para hacer el fuego, sin alejarse apenas de la cueva. Después de conseguirlos, no tardó en comenzar a preparar la hoguera.

La noche se le había hecho eterna. ¡Con lo rápido que pasaba una vez cerrabas los ojos! A veces tenía que frotarse los párpados para impedir que la cabeza le pesara más de lo normal en cuanto se relajaba un poco. No era la primera vez que hacía guardia, pero los sucesos ocurridos le habían hecho mella en su estado físico.

No tenían muchas provisiones, pero por suerte tenían algo que llevarse a la boca. Tardarían bastante en cruzar ese camino montañoso, pero si todo iba bien, a la noche siguiente podrían descansar en algún pueblucho tan pequeño que ni estaría reconocido en el mapa. Mejor eso que una cueva, desde luego.

En cuanto salieron los primeros rayos de sol, Astrid se percató de la neblina. Temía que fuera a más, pero por fortuna, terminó disipándose, y el clima pareció ser favorable. ¡Ya podía haber sido así el día anterior! Miró hacia Airin y los heridos, viendo que el sirviente se había despertado, lo cual le causó un gran alivio. Quiso ir a ver cómo estaba, pero entonces escuchó el golpeteo de unas pezuñas contra la tierra del camino que pasaba por delante de la cueva. Como el de unos caballos galopando a una velocidad muy lenta.

Más alivio sintió cuando vio acercarse a otra persona, que resultó ser un alguacil, con los caballos que habían perdido. Había sido mucha casualidad, y era extraño que no estuviesen heridos, pero no iba a quejarse por algo que en realidad les alejaba de la mala suerte que habían tenido el día anterior.

Se sorprendió al ver a la noble haciendo una reverencia al señor. No era tan raro que su sirviente lo hiciera, pero sí que no era algo normal de ver en alguien como ella. Tendría que estar muy desesperada, y más aún después de haber pasado por tan terrible experiencia. Por su carácter podría prejuzgar sobre diversas cosas, y estaba segura de que era muy probable que la mujer apenas hubiese salido de la ciudad de Mills, quizás ni siquiera de la zona más rica.

Volvió la vista al alguacil. – Señor, venimos desde Mills. Tuvimos la mala suerte de partir en el día equivocado, pues supongo que sabrá del temporal que acabó arreciando ayer. Nos hemos quedado sin apenas provisiones y unos carromatos que llevábamos con nosotros se echaron a perder. – Trató de resumirle muy brevemente la situación, pero no dudaría en dar más explicaciones si eran necesarias.

por **Airin Apple** Dom Nov 15, 2015 12:02 pm

Mientras que Airin se iba a encargar de atender a los heridos. Astrid fue a por leña para hacer una hoguera, lo cual provocó que la cueva entre en calor. Así los heridos tardarían menos en recuperarse, ya que lo que más necesitaban era ir entrando en calor. Tanto la una como la otra hicieron turnos de guardia, aunque Airin apenas durmió, cuando tiene a personas heridas a su cargo, es incapaz de dormir bien.

Pasó la noche y la niebla se fue disipando una vez salió el sol. Fue un alivio ver que al fin esa tempestad de la noche anterior, había terminado y esperaba la pelirroja, poder seguir el viaje hasta Bang Sin He, sin más percances.

La noble y su sirviente, pudieron recuperarse gracias a sus cuidados, lo cual la alegró mucho ver que estaban bien y todos empezaron a salir de la cueva, tras el galope de unos caballos que estaban llegando al lugar. Los mismos que habían salido corriendo la noche anterior, los llevaba un alguacil hacia ellos. La noble le pidió que pudieran ir a la ciudad cuanto antes, a su vez hizo una reverencia, que había dejado tanto a Astrid como Airin bastante sorprendidas.

La morena le comentó la situación en la que estaban a aquel hombre, del temporal y de la pérdida de los carruajes. Si ese hombre los acompañaba a la ciudad, sería su salvación para todos y si el tiempo se mantenía estable podrían llegar al menos en dos días, siempre que no les pille un temporal en medio del mar.

-Le agradeceríamos si nos puede llevar, como le dijo mi compañera, estamos faltos de vehículos para llevar a esta mujer hasta la ciudad de Bang Sin He. Será un viaje algo largo y siempre que el tiempo no empeore, podremos llegar pronto. Al menos me parece que antes de coger un barco, podríamos descansar en una aldea que hay cerca de la costa. Al menos antes que anochezca, debemos llegar allí.

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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Territorio	225	240	110	80
Infraestructura	170	320	330	60
Vehiculos	150	150	195	250
Armamento	90	21	21	45
Soldados	80	70	70	110
Prestigio	80	50	120	120
Total:	1435	3747	1531	2085

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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Vehiculos	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0
Infraestructura	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
Armamento	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
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MEJORAS DE CHAOS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión)	21/8/2016

MEJORAS DE SPATIUM
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión )	24/8/2016

MEJORAS DE TEMPUS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Infraestructura	1	Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión)	26/5/2016
Mejora de Armamento	1	Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado)	21/8/2016

MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión)	21/8/2016


Disponible	Hikari Hiroshi	Jellal Slater