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MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Cansada, Hambrienta y Jadeante! [libre]

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Cansada, Hambrienta y Jadeante! [libre] Empty Cansada, Hambrienta y Jadeante! [libre]

Mensaje por Ankabeth Sáb Feb 20, 2016 1:19 pm

El día estaba nublado con algo de chubascos en el horizonte, estaba frio, no tanto como para temblar pero si como para lanzar bocanadas al aire que se movían ululando fuera de los seres de sangre caliente. Los caminos a veces eran custodiados por la guardia de Chaos pero aun así había ladrones que acechaban en cada curva, cada recoveco y muy especialmente las posadas ocasionales donde los ancianos no podían hacerle frente, ella había sido alguna vez una de esas personas malvadas, aun lo seguía siendo pero ahora no era de ese tipo.

Arrebujada bajo una gran capa de color café muy gastada se acurrucaba intentando descansar sus músculos agarrotados, movía la cabeza de un lado a otro intentando relajar sus cansados músculos, hace mucho que caminaba por los polvorientos caminos sin descanso, sentía que su cabeza se abombaba y los ojos perdían su centro, generalmente con sentarse un rato el cansancio disminuye, sus calambres paran y la mente se le aclara. Sin embargo sucede que algunos…. Algunos… días ocurre algo malo, realmente ma…. Lo…

-Ankiiiiiii, Ankiiii…. -Susurra el viento de una manera burlona y apenas audible, como un espectro llamando desde el mas allá, las sombras grises y espectrales comienza a moverse por doquier como pequeños escarabajos asustados por una luz que se encendió en la cocina.

Se durmió, las sombras comienzan a acercarse a la base del árbol donde se sentó un momento, el cansancio pudo más y su cansada cabeza no pudo más, el árbol en donde se apoyaba se movía de manera extraña parecía rodearla con brazos grotescos y viscosos, ella se dejaba moldear por las garras que salían de la tierra y en su cuello comenzaba a sangrar una marca, la marca del sacrificio aquella que odiaba con todas sus fuerzas con todo su ser y alma le salvaba una vez más, la punzada penetro muy hondo en su ser y abrió el ojo que aún conservaba intacto, las ramas ya la tenían asida todo alrededor, sus exuberantes pechos eran una carnada fácil para los demonios que se acechaban, casi rasgaron completamente sus ropas cuando con furia se movió destruyendo las ramas secas, gateo con pesadez lejos de ellas y lanzo una patada al pequeño arbolito que no tenía nada que ver. Estalo en astillas y la raíz podrida lanzo escarabajos al aire.

De pronto Ankabeth aquella que llamaban la Guerrera Negra cayó de espaldas, y apenas pudo incorporarse por el dolor de no dormir en varios días, sus hermosas piernas estaban desnudas salvo por las manos cadavéricas de los muertos que se levantaban y se arrastraban sobre ella para reducirla, lucho lo más que pudo para zafarse de sus garras que casi la sometían…

-Una vez más nos vemos mi dulce Ankiii-Dijo uno de los cadáveres que parecía tener sus manos muy ocupadas intentando llegar a los lugares más privados de la chica.

Las carcajadas resonaban en la mente de ella casi sometida por más de diez muertos vivientes hasta ella con una bravura y determinación envidiable mordió la nariz  putrefacta de uno que se acercó demasiado a olfatear su cuello, este en alaridos se apartó dejando libre su mano que rápidamente desenvaino un puñal que se clavó en medio de los ojos de aquel que la había saludado, los demás sintieron un temor inmediato al verla con algo de libertad y entre patadas y cortes escapo de las garras de la muerte, levanto su mano mientras los sacos de huesos se reagrupaban para embestirla pero rápida como el rayo desenvaino lo que parecía ser un muro de su espalda que cerceno a varios cadáveres por la mitad. El líder de ellos se encendió literalmente en furia y arremetió contra ella para intentar derribarla pero lo detuvo con una mano que parecía ser una garra de acero para con un giro estamparlo contra una roca, los demonios abandonaron los cuerpos y se materializaron fuera de ellos mostrando sus verdaderos aspectos, varios de ellos lucían amenazadores casi quince demonios cruentos y decididos a probar un bocado de carne suave y tierna.

-Vengan malditas alimañas-Dijo con una sonrisa apuntándoles con la Matadragones.

Esta era una espada monstruosa que media casi lo mismo que Ankabeth y casi tan ancha como ella, el primer monstruo cayo apenas se movió, dividido a la mitad por un relampagueante corte apenas recordaba el vampiro que parecía, un segundo se abalanzo muy rápido, tenía el aspecto de un lagarto con fauces tremendas como un caimán sus garras como dagas se clavaron en el costado, entre la primera y la segunda costilla, saboreo la sangre que le subió por la garganta, las fuerzas le faltaban, pero aguantando el dolor escupió la cara de su atacante con sangre, este parpadeo con repugnancia y la mujer acosada sin darle un respiro le propino un cabezazo que le tumbo de espaldas, ella con fuerza y gritando piso el cuello de la bestia que rugió desesperada para liberarse, sentía el peso de una montaña en la garganta y se hubiera desmayado si Ankabeth no le hubiera clavado la espada monstruosa en las entrañas, ella la giraba para desgarrarle aún más su demoniaco cuerpo de reptil mientras jadeaba con pocas energías restantes en su cuerpo, miro a las bestias demonios mientras se apartaba el cabello ensangrentado de manera desafiante…

Los monstruos dudan… no saben si atacar para intentar cumplir con su objetivo o huir, la decisión era difícil, casi quince demonios metamorfos contra una masa de furia estilizada. No es fácil ser malvado…
Ankabeth
Ankabeth

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Cansada, Hambrienta y Jadeante! [libre] Empty Re: Cansada, Hambrienta y Jadeante! [libre]

Mensaje por Dimitra Lun Feb 22, 2016 11:18 pm

El crujido de las hojas anunciaban cada paso que daba Dimitra, su figura apareciendo y desapareciendo de entre los árboles. Caminaba en dirección a la cueva que llamaba hogar desde hace más de veinte años, ocultándose de la guardia de Chaos en aquel bosque maldito, en el que se decía que pasar un solo día allí te llevaría al borde de la locura, o sumergido en esta. La razón era sencilla, era fácil toparse cadáveres tirados por el bosque, la mayoría de asesinatos cometidos por el hombre, o por las aterradoras bestias que allí habitaban. Esto no le asustaba a la liche, al contrario la fascinaba, el hallar el estado en el que los cuerpos se encontraban la llenaba de una sensación extraña, un cosquilleo en su corazón. Aunque, cuando le tocaba toparse con uno quemado, era más bien lo contrario, este acelerándose rápidamente mientras sale despavorida del lugar del hallazgo, atormentada por un pasado cruel y oscuro. Pero esas cosas no eran de importancia, mas bien, el que se hallaba haciendo explorándolo, cuando se suponía que nunca salía de su cueva a menos que recibiese alguna orden de parte de los altos comandos- Un cuerpo –Frunció el ceño mientras detenía su caminata, sentándose de cuclillas, colocando su bastón sobre las rodillas mientras del bolso que llevaba pues acostumbraba coleccionar diferentes ingredientes, sacando una daga mientras inspeccionaba el cadáver.

Omitiendo los detalles, luego de un rato llevaba dentro de la bolsa frascos con ingredientes para su investigación sobre la nigromancia. No se sintió repugnada en todo el proceso, mas bien le gustaba el haber hecho un hallazgo tan oportuno pues planeaba un hechizo con el cual provocar un olor tan fétido, que provocase vómitos fuese sin fuese. Algo muchísimo más potente a una magia incompetente y estúpida, como si se tratase de una broma.  Continuo con su caminata dejando el cuerpo de la joven atrás.

Pero el día no aparentaba ser otro tranquilo en la cueva, acompañada de una fogata azulada y de los gritos de los desgraciados que entrasen allí. Mientras continuaba de nuevo el transcurso de su caminata, apurando el paso al notar los últimos destellos del sol en aquella tarde, tomándole por sorpresa la lluvia que había empezado a caer de la nada. Por suerte, cómicamente aquel enorme sombrero que llevaba sobre su cabeza y su capa la cubrieron bastante bien de las veloces gotas de agua. Volviendo al primer punto, el día fue interrumpido del ciclo de la rutina al notar a una mujer durmiendo plácidamente bajo un viejo árbol, cubierta en una capa café- Sucia –Susurro disgustada al notar la suciedad que llevaba encima, probablemente se trataba de alguien tratando de escapar de su vida. Hubiera continuado su camino recordando el venir al día siguiente para comprobar el estado del cuerpo, si no hubiese sido por que empezó a notar unas extrañas manos salir del tronco de este, aferrándose a la mujer. Arqueo una ceja, la curiosidad como pocas veces lo hacía picándola, y la intriga de saber qué ocurriría con ella. Ya pensaría en la lluvia y en el peligro de quedar en la noche en aquel lugar, vulnerable a ataques- ¿Morirá? –Enterró la punta del bastón en la tierra, apoyándose en este mientras observaba. Esperaba a por su muerte, queriendo ver en segunda fila como acabaría la línea de su vida. No entendía el cómo se le ocurría a alguien cuerdo entrar allí a dormir, por lo que a su parecer era alguien suicidándose, entregando su vida a la muerte.

Hasta que noto aquella marca extraña aparecer en su cuello, frunciendo un poco su ceño al notarla despertar y darse cuenta del ataque. Estaba pensando en irse, pero una extraña sensación la mantenía fijada en aquel lugar entre las sombras, pues quería seguir observando el que sucedía al final de aquel peculiar evento. Se acercó más hacia donde se hallaba víctima y atacante, alcanzando a escuchar una voz proceder de aquellos cuerpos que conocía muy bien, y que incluso ella misma podía comandar… el problema estaba en que para que hubieran reanimado alguien lo hubiese hecho, perteneciendo a otro nigromante o liche, y definitivamente no planeaba el buscar problemas innecesarios que le causara molestias, interrumpiendo su larga y aun sin acabar investigación. Un pequeño y corto gesto de asco se mantuvo al notar hacia donde se dirigía aquella mano, y el pobre estado de la ropa de la chica al haber sido rasgada. Desconocía de si era humana o no, pero el luchar en medio de una lluvia, probablemente agotada, y con tan escasa vestimenta era una opción escasa de lógica ¿Detengo esto? No tenía sentido para ella en lo absoluto el ayudar, reconociendo que tratándose del atacante era una decisión inteligente, el aprovecharse de cuando estuviese en su momento más débil. Pero la mujer parecía fuerte y no una ilusa, sorprendiendo levemente a Dimitra por su ataque, observando fijamente los cuerpos rebanados con tan sencilla facilidad Impresionante arqueo su ceja izquierda un poco.

Había empezado a ser atacada, los demonios revelándose, mostrando la lucha compuesta por una mujer contra quince de ellos aproximadamente. Aun así, no se movió de su lugar prefiriendo admirar el combate, hasta que fue atravesada por unas filosas garras. Suspiro pesadamente mientras cerraba sus ojos, era obvio que moriría gracias a su cansancio y el número tan elevado de…

Un grito de batalla provoco que abriese de nuevo sus ojos, fijándose en el ahora pisoteado demonio que había sido atravesado por la enorme espada. Una sonrisa apareció por unos segundos, mientras tomaba su bastón con fuerza, elevándolo en dirección a los ahora abandonados cadáveres- Vamos a ayudarla… -Susurro, un destello azul empezando a aparecer en su ojo derecho mientras su rostro se quemaba de aquel lado gracias a la canalización del hechizo- Death Chant –Su voz era suave, mientras aquellos cuerpos se levantaban del suelo, siendo comandados a ir a por los demonios- Hagamos esto justo, caballeros –Salió de entre las sombras, a un paso lento, mientras ya los cadáveres empezaban a abalanzarse sobre estos, libres de las limitaciones que tenían cuando su cerebro aún estaba sano- Un gusto… Ankiii –Arqueo una ceja mientras se posicionaba a su lado, asumiendo que aquel era su nombre por la constante repetición de los demonios que clamaban por ella. No dijo mas, Dimitra era de pocas palabras, y era difícil concentrarse constantemente en ordenar que hacer a más de diez cadáveres. Esperaba que comprendiera que era su aliada temporal, y no cometiera el grave error de atacarla mientras era aquello. Había optado por ayudarla al final, notando la fuerza de la chica a pesar de su agotamiento y recompensándola con el no morir en aquel día. Y quien sabe, tal vez pudiese de una u otra manera convencerla de unirse a la revolución, aunque no tenía el don de la labia para nada progresado, a diferencia de sus superiores.
Dimitra
Dimitra

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Mensaje por Ankabeth Miér Feb 24, 2016 5:04 pm

Los demonios titubeaban más de lo normal, era temor lo que sentían? El castigo que sufrirían seria atroz si volvían de nuevo con las manos vacías y sin el sacrificio a su señor demoniaco, Ankabeth sentía dolor, mucho dolor, pero el dolor en ella no era uno que le amedrentaba era uno diferente, excitante lleno de una sensación similar a lo que los mortales llaman “Frenesi”, el marfil, los dientes y las garras avanzaron como una ola, no saldría bien parada de esto, ella levanto su… bueno llamémosla espada porque era tan grande y pesada que le quedaría mejor el nombre “Trozo de Muro” y se abalanzo junto con criaturas diferentes a las que le atacaban, freno un segundo y vio que alguien le ayudaba, una invocadora al parecer. Uno de los demonios era muy rápido como una araña pequeñísima con tenazas en sus manos y unos aguijones en las patas, cuando Ankabeth freno el salto sorteando a la gran mayoría de invocaciones de la bruja y la guerrera negra le recibió con una sonrisa distorsionada. Sus aguijones se incrustaron una en su brazo y la otra en la pierna, ella gimió escupiendo sangre y soltó su espada que cayo clavada al suelo, agarro de inmediato la cabeza de la criatura y con ambas manos la estampo contra el suelo reventándola en mil pedazos, sus varios ojos saltaron al rostro de la chica y esta hizo una mueca de asco, el grito que emergió de su garganta cuando se quitó los pinchos de las patas retumbo todo alrededor y todo se había vuelto en un segundo en una batalla campal. Los muertos eran letales, su letalidad era proporcional a su resistencia e incluso algunos podrían ser catalogados como valientes entre los muertos pues a costa de perder algún miembro causaban un daño abrumador.

Ankabeth levanto la mirada y vio como los demonios algunos huían y otros morían, los mejores y más desquiciados se mantenían a raya gracias a las fuerzas muertas de su inesperada aliada. La invocadora era una chica de unos veintitantos, sus ojos daban la impresión de que no era una persona viva, tal vez una muerta viviente también, es posible que Ankabeth se hubiera topado con la reina de los muertos?, le dio la impresión que manejaba hechizos de hielo porque era pálida y de cabello blanco como la nieve, parecía una niña, pequeña pero letal, lo más extravagante que tenía era un bastón de obsidiana, una hermosa piedra que sirve para canalizar hechizos de cualquier tipo pero especialmente sirve para la invocación y las artes paganas, no se sentía como un demonio pero parecía uno por su expresión inequívocamente serena.

Ankabeth dejo de pensar tanto y salto nuevamente a la acción, los muertos, eran fácilmente diferenciables de los demonios por su obvio aspecto podrido pero eso no le impediría a la guerrera atacar con total brutalidad, es más, eso le hacia las cosas aún más fáciles al encontrarse en medio de una lucha donde ella era la única viva.

Salto en medio de la lucha y esquivando pocos ataques, la mayoría de los demonios probó su sangre, se preparó para su ataque principal, puso su inmensa espada a su izquierda de manera horizontal y apuntando a uno de los demonios acciono un mecanismo que hizo explotar su mano… un momento su mano no estallo, era un cañón disfrazado. La gran potencia del cañonazo esparció esquirlas de piedra, huesos y dientes por todos lados, y esa misma potencia le hizo girar sobre si misma convirtiéndose en una verdadera moledora de carne humana, los demonios perdieron brazos pedazos de rostro y dedos los menos, incluso algunos muertos vivientes fueron molidos convirtiéndolos en un rompecabezas del infierno.

Cuando la polvareda se asentó los demonios aun persistían, intentaban a toda costa llevarse el alma de la muchacha.

-Tu alma está marcada por el señor de las tinieblas- Acuso un Demonio que tenía el aspecto de un gigantesco Buffalo antropomórfico armado con una gran maza hecha de una gran calavera que aun tenia restos de carne y sangre chorreando.

-Entonces ven a buscar lo que es tuyo gran pedazo de hamburguesa!- Gritó Ankabeth mientras avanzaba con paso lento hacia su próxima víctima que parecía dudar de su propia fuerza.

Los demonios más pequeños se sintieron amedrentados y rodearon a la mujer que rechazaba su naturaleza demoniaca estos como chacales se abalanzaron contra los demás muertos vivientes y la invocadora, la que les había robado su festín. Rugieron, maldijeron y alborotaron pero era todo lo que hacían incluso contra una niña, o no lo era, tal vez sentían lo que en realidad era, una poderosa hechicera capaz de robarles su inmortalidad en un suspiro.

El buffalo alzo su maza y ataco a Ankabeth que recibió el golpe con su brazo mecánico, el poder era abrumador, la cabeza casi le fue arrancada pero ella no cayo, con furia movió su espadón el cual se incrusto en el costado de la bestia que aulló de dolor mientras trataba de reunir con ambas manos sus vísceras que se escapaban de su cuerpo, entre lágrimas y sollozos cayo sentado y suplicando clemencia.

-Por qué pides piedad!? De todas formas volverás a perseguirme apenas llegues con tu amo… escoria!!!-Grito finalmente mientras hundía lentamente la espada en el corazón de la bestia que salpicaba chorros de sangre fétida y humeante.

Ankabeth con un agotamiento que le llego de golpe miro a la invocadora…

-Quien eres tu niña?
Ankabeth
Ankabeth

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Mensaje por Dimitra Mar Mar 01, 2016 12:29 am

La concentración constante de Dimitra había sido interrumpida gracias al quejido de dolor que había soltado la mujer a la cual auxiliaba en aquel combate, observándola dubitativa por unos segundos antes de volver a concentrarse en controlar cada cadáver, la llama azul en su ojo encendiéndose de nuevo con rapidez Espero que aguante, o esto solo será tiempo perdido… y no hay mucho sol restante no sentía molestia, pero si un poco de irritación por el malgastado tiempo que tanto apreciaba, pues la acercaban un poco más al único propósito en su vida actualmente. Para su suerte, no se equivocaba en su asunción pues la mujer había reventado, como si se tratase de un globo de agua, el cráneo del demonio. Esto complació a la Liche al comprobar que no perdía el tiempo de forma estúpida salvando a otro idiota débil. Porque sí, antes de transformarse en aquello que es ahora aun podía sentir empatía, lastima, y afecto por los demás, salvando a los pobres desgraciados que se perdían en aquel bosque, hasta guiarlos a la salida de este, en más de una ocasión topándose en medio de una lucha como la que se desarrollaba en aquel momento, con la excepción de que estos terminaban muriendo gracias a la escasa y prácticamente nula magia blanca que poseía la entonces jovencita, confiados de que esta los salvaría y creando grietas en su corazón. Grietas que ya se habían cerrado.

Cerró un poco los ojos tratando de concentrarse, mientras con éxito lograba que uno de los cadáveres mordiera con facilidad el cráneo de una de las criaturas asesinándolas. Pero sabía que debía de apresurarse, el controlarlos durante tanto tiempo continuo la empezaba a agotar, más aun por la gran cantidad de estos. A pesar de los años, siempre le era complicado el manejar la voluntad de los que se suponía ya estaban fallecidos, en el eterno lecho, pues debía de sobreponer su magia prohibida e oscura ante lo que ellos quisiesen. Por suerte, esta había empezado a ayudarla probablemente sin saberlo, acatando desde el primer instante en que la noto empezar a rebanar con aquella gigantesca espada a cuanto demonio se topase, a alejarse del lugar para no terminar ella misma recibiendo heridas. No moriría, pues su alma se hallaba escondida, pero el regenerar su cuerpo de un ataque de tal forma seria demasiado complicado. Y ni que hablar de una decapitación accidental… perdería su cuerpo y lo más valioso, su cerebro. Negó con su cabeza mientras volvía a concentrarse en el combate, para notar que la sospechada Ankiii sacaba lo que desde su posición creía era algún tipo de arma con un rango de explosión para nada despreciable. ¿El problema? Estaba girando. En cualquier momento podría exponerse al ataque a pesar de la distancia, y prefiriendo evitar aquello daba vueltas a la vez que esta, manteniéndose siempre al margen, notando que lastimosamente, y a la vez agradablemente, al no poder controlar algunos cadáveres a la vez que se movía en sintonía, sus entrañas salían disparadas. Frunció el ceño, pero no dijo nada. Su mente se sentía más liberada, aunque tuviese unas cuantas gotas de sangre salpicadas en su rostro.

Al detenerse el ataque camino hacia donde estaba antes, los cadáveres, los cuales ahora eran solamente cuatro pues el resto había… vuelto a sus orígenes, copiando el mismo movimiento. Una vez llego allí, escuchando la breve conversación, se limpió con el dorso de la mano cubierta por el guante negro la sangre salpicada en su mejilla, mientras rápidamente alzaba el bastón, a punto de lanzarlos en dirección a las pequeñas criaturas, creyendo que iban a por la guerrera, pero recibiendo por sorpresa un ataque hacia ella. Se quedó como siempre inmóvil antes de reír por lo bajo, cubriendo desde todos los lados su cuerpo con los cadáveres, usándolos como protección momentánea. El horrible olor fétido de estos no le incomodaba, estaba tan acostumbrada a este que ahora lo tomaba como uno más en la lista. Recibió apenas unos cuantos rasguños, mientras los miraba de uno a uno. Se había cansado como siempre con rapidez, lanzando a los cadáveres a por ellos siendo eliminados con rapidez. Ahora por razones obvias, si empezaba a recibir daño, cortes profundos que no provocaban ningún gesto de dolor en Dimitra, incluso uno había logrado casi rebanar uno de sus dedos. Pero no paso a más que eso, pues al notar los cadáveres ser derrotados gracias a obviamente, la poca defensa que les daba el estar podridos. Aprovecho esto para dejar que volvieran a la tierra, desapareciendo la llama azul en su ojo y la parte quemada de su rostro volviendo a la suave tez blanca, mientras en un movimiento de la empuñadura del bastón sacaba un florete filoso, delgado pero ágil. Lo opuesto a la arma de la pelinegra, la cual se notaba con tan solo un vistazo que era poderosa y pesada.

Solo restaban cinco demonios de la anterior masa, la cual no había enumerado antes, facilitándole las cosas. Su campo era la magia, pero no era tonta, si se volcaba totalmente en esta terminaría muerta en una batalla real, contra oponentes el doble o triple de superiores que aquellos pequeñajos. Hizo una pequeña reverencia, probablemente confundiría a los demonios, hasta que sintiesen cada uno de sus extraños cuellos ser rebanados con suma facilidad, únicamente logrando esquivarla uno. No duro mucho, pues había sido seguidamente atravesado por la arma, deslizándose hasta el final de esta. Acerco su rostro a este observando sus gestos por unos momentos, antes de lanzarlo lejos de la hoja, cortando lo que asumía era su yugular. No tenía mucha experiencia curiosamente contra demonios tan repugnantes como aquellos, que asumían su verdadera naturaleza. Se apartó de la pila de cuerpos, ajustando su sombrero y limpiando de nuevo la sangre salpicada de su rostro, sin mediar palabra alguna, notando justo a tiempo los lloriqueos del enemigo con apariencia de Búfalo, sus vísceras saliéndose con rapidez de su interior. Empezó a acercarse, complacida por notar la actitud tomada por la mujer, observando el instante en que su cuerpo quedaba atrás y su alma, si la tenía, quedaba libre.

Levanto la mirada al ser llamada, observándola fijamente a los ojos por unos cuantos segundos antes de responder- Los nombres no importan –Le asintió mientras se acercaba al cuerpo. Se lo llevaría en cuanto pudiese para hacer experimentos- Vine a ayudarte y eso es lo que necesitas saber –Arqueo una ceja, mientras observaba el anochecer- Te ofreceré refugio por hoy, un lugar donde dormir y comer, a cambio debes explicarme una duda que tengo –Asintió para sí misma, mientras le dedicaba una última mirada sin esperar a una afirmativa a aquello, girando la empuñadura del ahora florete para que volviera de nuevo a ser un ''simple'' bastón- Sígueme –Dicho esto se encamino en dirección a la cueva, empezando a escuchar a la distancia los llantos de los estúpidos que entraban allí sin poder alguno, y los fuertes gruñidos de bestias. Si se iniciaba otro combate no sabía si la mujer aguantaría gracias al evidente cansancio que mostraba, aunque era de admirar la resistencia que había mostrado.

Camino en la poca y escasa luz, con cuidado de no tropezar con ninguna rama. Se sabía el camino de memoria, luego de años viviendo allí, y se había adaptado a la oscuridad del Bosque Oscuro, al igual que las bestias y los llantos de auxilio. Trataba de no hacer mucho ruido, manteniendo la postura guiándose fuera del peligro gracias a movimientos erráticos, y pisadas veloces. Incluso, ya cuando estaban por llegar creía haber visto el rápido destello de un Wendigo, probablemente vigilándolas desde que se habían adentrado hacia la zona protegida por Dimitra. Le indico a la mujer que se apresurara con un gesto de su mano, el quedarse quietas esperando a que se fuera sería un error grave, más aun gracias a la velocidad de estos. Por suerte, luego de pequeños avisos de la horripilante bestia, había decidido dejarlas en paz gracias a otras pisadas rápidas en la cercanía- Hay mucho ruido en las noches –Le susurro hablando lo suficientemente bajo como para que la escuchase exclusivamente ella, acomodando el bolso que llevaba desde el inicio sobre su hombro, que gracias a por un milagro u otro había salido intacto del combate. Hubiera deseado iniciar con sus estudios desde el primer instante que pisara las húmedas piedras, pero con la ''invitada'' luego de años sin una le sería imposible, las almas podrían llegar a invadir su mente en medio de sueños y que ella terminase asesinada… o mejor dicho, atrapada para siempre en el onyx si acababa con su cuerpo como aquellos demonios. Prefería la muerte a eso, a menos que otro nigromante le asignara de alguna forma un cuerpo a su alma.

Pensamientos aparte, ya habían llegado a la cueva al fin, luego de una caminata de mediana duración- Hemos llegado, Ankiii –Volvió a repetir aquel nombre asumiendo que era el de aquella, algunas antorchas iluminando las paredes- Hay un lago en medio –Le advirtió para evitar que por algún motivo optara por ir en medio y que cayese dentro, rodeándolo hasta ingresar finalmente a su ''habitación''. Había restos de una fogata, una cama hecha con pieles, y librerías llenas de libros sobre nigromancia- Por favor, descansa. A menos que prefieras comer algo primero. –Se acercó a un lado de la cama, colocando el bolso mientras observaba hacia el siguiente segmento del lugar que daba fin al camino, donde había un desorden completo de papeles e hipótesis de hechizos nuevos. Había aun niveles ocultos por cosas de seguridad, donde practicaba con los cuerpos, en un ansiado proyecto de años, pero eso no lo necesitaba saber la mujer que la acompañaba por aquella noche. No era de su incumbencia, menos si era una invitada y no le afectaría en ninguna forma.

Se encamino hacia la fogata, encendiéndola rápidamente con un mechero, que descansaba sobre la pequeña mesa que tenía, mientras se ponía de pie- No sé si tienes las necesidades básicas de un humano, pero de todas formas iré a por alimento. Es improbable que ingresen criaturas aquí –Se acercó a la mesa dejando el mechero, mientras tomaba una de sus apreciadas maquinas, encendiéndolas rápidamente mientras se alejaba de allí, empezando a elevarse dos de estas- Dejare una cuidando la entrada –Dicho esto camino en dirección a la entrada de su hogar, dejando como había indicado una de ellas cuidando la entrada, luego de programarla con aquella función. La tecnología era hermosa, y si algún día se iba de Chaos iría directo a Tempus, aunque fuese muchísimo más fácil hallarla gracias a la tecnología de la nación. Desapareció de allí en búsqueda de hongos comestibles seguida de una de las Thanatos Michaní.
Dimitra
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Mensaje por Ankabeth Mar Mar 01, 2016 9:44 am

Esto le gustaba a Ankabeth, lo odiaba pero le gustaba muy en el fondo, recibía ayuda por primera vez, aunque antes le habían ofrecido ayuda a cambio de favores poco altruistas, siempre deseaban su dinero o su carne, confundiéndola con alguna clase de prostituta viajera por la poca ropa que llevaba, solo los guerreros más experimentados hacían relación de su armadura con el aumento de flexibilidad y velocidad que llevar poca carga implicaba durante el combate. Salvo por la plancha de acero que llevaba por arma.

La chica no quiso revelar su nombre, mejor para ella, no debía recordar el nombre de alguien que si llegaba a morir por su culpa le atormentara pues los demonios siempre le siguen, desde hace mucho tiempo se encontró una forma de detener a los más viles, horribles y siniestros males de la naturaleza, mortales y eternos por igual, y eso es la muerte, matar a un asesino, a un violador o inclusive a un dios era factible y pues pocos en este mundo son realmente Inmortales, es más Ankabeth se atrevía a asegurar de que todo aquel que sangraba podía matarse incluso los eternos demonios y ángeles por igual, no así los espectros demoniacos que siempre se acechaban. Si bien tenían forma de demonios y ellos mismos se hacían llamar habitantes del infierno todos ellos volvían una y otra vez detrás de ella sin descanso y sin tregua.

La señora de los muertos quería preguntarle algo así que le ofreció un refugio seguro según ella, que ilusa, no existe refugio seguro contra el fuego y la ira. Sin embargo parecía una hechicera muy capaz así que por que no probar o al menos ver a lo que se refiere? Que duda podría resolver ella, Ankabeth solo sabía de matar y aguantar dolor.

*Tal vez es una trampa*Pensó de improviso y mientras caminaba con ella guardo silencio tratando de leerle la mente, seguir sus movimientos y no perder detalle de sus gestos, analizo el camino hacia donde se dirigían, se percató que caminaban en dirección hacia el viento así que podía suponer que no era una trampa pues habría sentido la esencia de los demonios que podrían emboscarle más adelante. Otros espectros demoniacos habían intentado este truco antes pero al no ser diestros en el arte del disfraz eran rápidamente desmembrados por razones desconocidas… bueno era Ankabeth misma, pero que conste que ellos son los culpables al intentar una pantomima tan obvia. Sin embargo habían otros demonios que le seguían que si podían matarse, estos se hacían llamar “Apóstoles”, señores del terror con inmenso poder, mucho más fuertes que cualquier demonio que Ankabeth hubiese enfrentado, en el pasado había derrotado a algunos y había tenido la suerte de salir con vida del asedio de otros pero estos podían adoptar formas semi humanas y a veces podían hacer trato con los mortales más desesperados ofreciéndoles riqueza, curar enfermedades o salvación. Ninguna de estas obtenían como recompensa, solo muerte y Ankabeth había matado a algunos de esos mortales desesperados, si bien estaban siendo manipulados en el juego de la vida y la muerte ella no entregara su vida tan fácilmente solo porque un padre de familia que tiene cinco niños necesita comer o curar a su hija enferma por alguna discapacidad. No señor Ankabeth solo descansaría cuando brindara bebiendo del cráneo del mercenario que le traiciono.

Mientras caminaba, abiertamente y sin reparos de ser descubierta, cargo su cañón del brazo nuevamente e inspecciono el estado de su ballesta, todo en orden para actuar apenas vea un solo cuerno, diente o garra fuera de lugar.

Si el disfraz de la supuesta alma caritativa se desvelaba estaría en problemas obvios sin embargo de alguna forma saldría de esta. Siempre lo hacía y no descansaría hasta ver consumado todos sus sueños más profundos de venganza.

Se acercaban a una un bosque, parecían gritos de desgraciados y bestias salvajes, las bestias eran mucho más manejables que un demonio hambriento de entrañas frescas, pero mientras escuchara gritos de otros humanos no habría problema porque eso quería decir que las bestias comían en abundancia y no serían tan persistentes al tratar de cenársela a ella, mientras caminaba la hechicera se movía como si fuera una elfa del bosque apenas susurraban sus ropas y a veces la perdía de vista aunque estuviese frente a ella. Ankabeth se golpeo tres veces la cabeza con ramas bajas y tropezó otras tantas con raíces que parecían manos gustosas de arrancarle los tobillos. Comenzaba a sentirse algo disgustada y sus heridas a pesar de que ya no sangraban le dolían como a cualquier mortal al cual le baja la adrenalina.

Aparentemente una bestia les seguía pero se mantenía oculta, tal vez algún oso o wendigo buscando presas fáciles, Ankabeth preparo su mano para ver ella misma que era, le gustaba comprobar este tipo de cosas, será algún animal comestible, el estómago le empezaba a escocer del hambre. La hechicera le insto a avanzar y a no quedarse atrás así que mejor hizo caso y le sigo rauda… no sin antes golpearse una vez más con una rama baja y arañarse el rostro con otras al esquivar tarde el tronco.

—El ruido en la noche siempre es malo en estos bosques pero a veces los ajenos son buenos, puede alejar a los carnívoros—Respondió Ankabeth al susurro de la mujer tan bajo como pudo.

Al fin habían llegado a una cueva oculta entre el follaje, ella le llamo una vez más Anki, esto le molesto un poco así que le aclaro —Ankabeth es mi nombre, solo los demonios me llaman Anki para dañarme psicológicamente al hacer diminutivo mi nombre— dijo mientras miraba atentamente la cueva y comprobaba que nadie estaba vigilándoles, los dedos nerviosos se acercaban a la ballesta, si la emboscarían la entrada sería una de esos puntos críticos. El otro seria en el fondo de la misma, había algo en el interior, y antes de que sospechara algo la hechicera dijo que había un lago así que rodearon el agua para llegar a una especie de refugio. No era mucho pero parecía seguro agradable al menos para alguien que vivió el último mes a la orilla del camino o dentro de árboles muertos.

La cama era lo que más necesitaba, no había dormido desde… hace más de tres o cuatro días, bueno había dormido todos esos días pero cada tres cuatro horas solo unos tres o cuatro minutos, más tiempo podría suponerle la muerte o la perdida de otro de sus miembros. Era acuciada por el hambre pero dormir era lo que necesitaba…

—Soy humana, por cierto que tengo hambre—Dijo Ankabeth, sin embargo ella misma es un demonio, desde la traición de su amado mercenario, pero ella misma lo desconocía, lo negaba o no se daba cuenta.
Ella encendió el fuego que comenzó a lamer lentamente el espíritu de la guerrera negra se sentía aún más repuesta con el fuego que con cualquier otra cosa. Había sido tan delicioso el fuego antes?, no lo recordaba, siempre que estaba en medio del camino no encendía nada por temor… si temor, Ankabeth también sentía temor solo que lo ocultaba bajo gritos de guerra y escupidas de sanguinolenta insolencia. Jamás lo admitía pero tal vez el sentir temor le impulsaba a desafiarse a sí misma. Jamás lo sabrá con seguridad.

La hechicera menciono que las criaturas no entrarían ahí, o por lo menos no era probable, pero la guerrera ocultaba algo, ella tenía la marca del sacrificado, aquella marca literalmente llamaba a los espectros demoniacos a servirse en el buffet llamado Ankabeth, tal vez había sido un error involucrarla, no podía confiar mucho en ella y menos dejarla morir por su ignorancia… eso era arrepentimiento? Hace mucho tiempo cuando era aún una persona común, bueno no común como cualquier otra persona, pero no tan anormal como ahora.

La hechicera dejo todo y se fue a buscar algo de comer supuso. Una criatura quedo en la entrada a modo de guardia y desapareció en el bosque… el fuego la revitalizo y comenzó a husmear un poco, encontró maquinas extrañas y muchísimos libros de necromancia, solo entonces supo que la chica era una especie de necromancer que usaba la tecnología como base, recorrió un par de papeles con los ojos y se sentó en la cama dejado su horrible espada cerca de la cama, su mente comenzó a perderse entre nubes, pensamientos y otras banalidades, recordó como los horribles muertos recorrieron sus cuerpos y se durmió finalmente…
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Mensaje por Dimitra Dom Mar 06, 2016 6:18 pm

El ir en busca de alimentos para su inesperada invitada ya caída la noche era una tarea sumamente peligrosa, a pesar de su simplicidad. No solo debía asegurarse de que no fuese a tomar erróneamente algún hongo venenoso por la escasa luz, si no, también evadir a las bestias que moraban por el bosque, iniciando la hora de la cacería donde incontables personas perdían sus vidas en una sola noche, o salían de allí con su mente profundamente dañada al punto de la locura. Dimitra sabía bien la respuesta a por que ella no había caído en la demencia, y era porque ella misma ya estaba loca, solo que de una forma diferente al estereotipo probándose esto en los distintos secretos que guardaba, que lograrían asustar a la persona normal, al mismo tiempo que asquearla a niveles altos. No le importaba la opinión de estas, pero sabía que perdería aquella reputación que tenía la cual le ayudaba en más de una ocasión, por lo que prefería mantenerlo como un secreto sin más. Por ejemplo, ahora si se volvía a topar con Ankabeth, al saber que el nombre Akki la dañaba o enfurecía, podría usarlo en su contra si llegaba a volverse una enemiga. Aunque eso era estúpido, y no le veía sentido pues no vio que reaccionara demasiado a aquello, por lo que en si no era una debilidad importante No como mi secreto asintió para si misma, escuchando, a pesar de estar como siempre sumida en sus pensamientos, el entorno por si se ponía en peligro en algún momento al ser fijada como presa por alguna bestia.

La Thanatos Michaní la seguía de cerca, como si de una mascota leal se tratase, con un muy bajo y casi imperceptible zumbido por estar flotando constantemente. Dimitra se detuvo de nuevo en su trayecto, quedándose quieta a la espera de que lo que fuese que había provocado el sonido seco apareciese. Rápidamente, de entre los arbustos apareció una niña pequeña, lloriqueando mientras corría sin rumbo alguno, probablemente huyendo de algún monstruo. Se había chocado con uno peor por supuesto, impactando contra Dimitra y casi provocando que esta se cállese y que la máquina empezara a disparar contra su pequeño cuerpo de infante- Prohibere –Dijo apresuradamente deteniéndose justo a tiempo la arma, mientras miraba fijamente con aquellos ojos muertos a la menor por muchísimos años- No me estorbes por favor –Frunció el ceño mientras empezaba a escuchar fuertes pisadas en la lejanía, probablemente de lo que la perseguía. Intento alejarse pero un extremo de su capa había sido tomado por los dedos pequeños, los lloriqueos de la niña deteniéndose mientras con una voz temblorosa se dirigía hacia la Liche- Señorita, por favor no me abandone –Las lágrimas volvieron a caer por sus blancas mejillas, mientras se aferraba a la posibilidad de ser rescatada. Dimitra crujió sus dientes, mientras la alejaba bruscamente con el bastón, sin dirigirle palabra alguna tratando de nuevo de alejarse, pero esta vez siendo seguida de nuevo. Decidió ignorarla, esperando que pronto perdiese rastro en aquella oscuridad de ella, volviendo a concentrarse en la tarea de recolectar hongos.

Luego de unos veinte minutos, diferentes intentos fallidos de perder a la infante detrás suyo y de encontrar hongos venenosos, logro toparse con los que buscaba. Para su mala suerte y falta de atención, se le había olvidado el bolso en la cueva, por lo que haciendo un pequeño gesto de molestia decidió soltar la capa de sus hombros usándola como método de transporte por el momento. Corto los Cantharellus Cibarius, un hongo de color amarillo, mientras los depositaba dentro, tomando los extremos de la fina tela en un tipo de bolso- Molesto… -Susurro mientras se colocaba de pie, volteándose y notando aun a la niña detrás suyo. Se preguntaba por qué rayos el monstruo que la seguía no lo hizo apenas se acercó a ella, como si temiese del aura que desprendía la peliblanca. Pero eso no le importaba, por lo que hizo una sonrisa forzada, tomando a la pequeña entre brazos que abría sus ojos sorprendida por el repentino gesto de ser abrazada por la fría mujer… y luego siendo atacada, atravesada por distintas balas. Estas también habían impactado contra Dimitra, pero no hizo más que dejar orificios donde habían entrado las balas. Se apartó de la niña que moría en sus brazos observando fijamente sus verdes ojos, mientras de sus delgados y pequeños labios escapaba sangre- Tranquila, ahora disfrutaras de la verdadera vida… la muerte –Una pequeña sonrisa complacida termino la sentencia, tomando el pequeño cuerpo por el que empezaba a escapar la vida- No debiste seguirme ¿Sabes? Soy un peor monstruo que aquella bestia que te seguía –Hablaba en un tono suave, diferente al monótono que siempre llevaba, emocionada por el asesinato mientras reía suavemente, mientras escuchaba los pequeños suspiros y gimoteos de dolor que soltaba la pequeña- La muerte es mucho mejor que la vida, no sufrirás más, descansaras eternamente –Dimitra también sentía dolor, pero era placido, y no le molestaba para nada, mas bien se podía decir que le agradaba pues casi nunca sentía sensaciones, le recordaba el estar viva pero no lo admitiría cuando se suponía amaba la muerte. Finalmente la niña falleció llorando, en brazos de su asesina la cual empezaba a regenerarse lentamente con magia oscura gracias a su condición como Liche. Se levantó cargando el cadáver y colocando su capa-bolsa encima del torso que había sido impactado múltiples veces, apresurándose en alejarse de allí pues los disparos seguramente atraerían a enemigos indeseados.

Llego a la cueva al fin, comprobando un cadáver cerca de la entrada de un Jackrak, impactado también por múltiples balas gracias a la Thanatos Michaní que había dejado en la entrada cuidando. Paso sobre el cuerpo con cuidado de no pisarlo por respeto, tratando de ver en la oscuridad y asegurarse de que no la viesen cargando aquel cuerpo aun tibio. Se detuvo a pensar por unos momentos, observando unas rocas y luego el lago, tomando a la niña y depositándola detrás de las piedras donde no se pudiese verla finalmente. Tomo la bolsa con los hongos caminando en dirección a donde se hallaba Ankabeth descansando hipotéticamente, con cuidado de no hacer ruido alguno con sus pisadas soltando la ''bolsa'' sobre la mesa, abriéndola y girándose hacia la fogata, tirando otro pedazo de madera para avivar el fuego. Estiro su brazo hacia un pincho de metal, tomándolo a la vez que empezaba a insertar los hongos en este, tomando asiento al lado de las llamas cocinando la comida- Se me olvido el agua… -susurro para sí misma, pensando en recolectarla luego de cocinar los hongos.
Dimitra
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Mensaje por Ankabeth Sáb Mar 12, 2016 11:22 am

Ankabeth la guerrera negra corría por un interminable prado de consistencia blanduzca, estaba frente a lo que parecía una gran torre, una mano que se alzaba sobre las inalcanzables nubes en el cielo que tenía un color oscuro, parecía que había llovido porque cuando corría podía sentir el chapoteo del prado. Estaba cansada y desorientada, no sabía dónde estaba, tenía hecho jirones la ropa, y a cada momento sentía el peso del mundo sobre sus hombros, sus frágiles hombros… corrió y corrió y sentía que la torre se alejaba aún más, de pronto estaba agotada y cayo de rodillas, sus manos tocaron el suelo… era extraño, tenía su mano izquierda y con rapidez toco su cara, también tenía su ojo derecho, que brujería era esta?, trato de levantarse y sintió un gemido de dolor… vio mejor el suelo y vio rostros, miles y miles de rostros llenos de sanguinolentas tripas y sangre estancada, no era un prado, era un campo de batalla, no era agua era sangre, corría a mares por todo el sitio, la cabeza le empezó a doler y retrocedió con lágrimas en su ojos, frente a si estaba el Mercenario, aquel que le había vendido al infierno para obtener poder y riquezas, grito con palabras ahogadas y no se escuchó nada, su rostro furibundo se deformo en una meuca de dolor y salto sobre el mercenario que desapareció como un fantasma hecho de humo. Cuando cayó al suelo vio como los demonios se acercaban, saco su espada, una común y corriente mellada y oxidada, de donde salió eso?, no importa, corto un demonio mientras corría pero recibió un corte en la frente como recompensa, los demonios suelen tener buenas técnicas de lucha y jamás mueren sin herir al menos a sus oponentes… la chica acorralada mato a cuantos pudo, abrió cabezas y corto manos y fauces que se cerraban sobre ella, rodo y pateo, mordió y apuñalo hasta que la espada se quebró… un demonio con grandes cuernos le hirió gravemente y rodo por el suelo, entonces los demonios volvieron a aparecer pero esta vez tenían los rostros martirizados de todos sus amigos, todos aquellos a quienes había querido estaban ahí con sus caras llenas de sufrimiento y dolor. Golpeo varios antes de caer al suelo, tomaron sus piernas, agarraron sus manos y rostro arrastrándola cada vez más cerca de la inmensa torre… ella se resistía pateaba y golpeaba, usaba incluso sus dientes y los demonios no la soltaban… cuando llegaron frente a la gran mano el mercenario apareció una vez más, la lanzaron a los pies de él con la espada quebrada jadeante le fulmino con la mirada. El hombre rio con grandes carcajadas…

-Me equivoque… eres una verdadera amiga, gracias a ti he obtenido todo esto-
dijo mientras levantaba sus brazos como mostrándole un reino entero

Ankabeth con un rugido se abalanzó contra el mercenario pero un demonio con grandes garras puso un gigantesco pie sobre su espalda, ella trato de soportar el peso pero un monstruo parecido a un perro mordió su mano izquierda hasta el hueso… Ankabeth gruño de dolor y aun así intento levantarse… pero la garra del demonio se incrustaba aún más en su espalda, una de las garras era tan grande que pasaba sobre su cabeza y presionando con gran fuerza comenzó a ingresar en su ojo izquierdo… lenta y profundamente… ella aun luchaba, quería venganza, quería matar y quería… le quería, quería al mercenario con todo su corazón, tanto como puede amar una mujer a un hombre… pero le traiciono, la habían ofrecido a los demonios y el pago por ello era el poder inmortal, ilimitado y despiadado, el cielo comenzó a resquebrajarse y una grieta comenzó a iluminar todo alrededor… que era eso?, como un cristal estallo y sintió el aroma a pólvora… disparos?... despertó de inmediato y las sombras a su alrededor se disiparon. Agarrando su descomunal espada miro alrededor, jadeando pudo ver que la máquina que estaba en la entrada había matado a una bestia… de verdad era un guardián impecable.

Ankabeth ahora despierta y más repuesta se sintió con ganas de abandonar la cueva pero sintió un aroma a sangre, era la de la bestia?, un Jackrak al parecer… no, era sangre humana? Quizás? Sintió curiosidad una vez más por la cueva, ojeo otra vez los libros que encontró y paseo su mano de acero por la roca, sin duda había servido para más que un refugio temporal, era un hogar, el hogar de la hechicera tal vez?

*Se acerca alguien* pensó y apenas distinguió un movimiento en la entrada de la cueva… la maquina pareció no hacer nada así que supuso que era su anfitriona, había vuelto al fin… el fuego estaba débil y Ankabeth se recostó nuevamente en la cama dejando su espada cerca, el aroma a muerte de la mujer era intenso y parecía que había sido herida, era la sangre de ella la que había sentido?

La hechicera hecho más leña al fuego y comenzó a pinchar lo que parecían ser hongos, hongos asados? Eran deliciosos solo con sal, el agua abundante del hongo queda atrapado dentro de el mientras es cocinado en una parrilla, tal vez ensartarlos no era una buena idea, pero quien era ella para corregirla, adema comida es comida. Entonces Ankabeth escucho un susurro referente al agua y recordó que ella quería saber algo de la tuerta…

-Que es lo que quiere saber?, dijiste que tenías una duda antes de llegar a esta cueva.-
Pregunto mientras cerraba su ojo para descansar un poco más.

Los aullidos del bosque se intensificaron y los alaridos parecieron terminar, al parecer la hora del lobo ya llegaba y la mañana era próxima. El bosque era terrible pero solo porque las bestias que vivían en ella seducían a los cazadores, a los extraños y a los amorfos a vivir en él, muchos de estos eran presas especialmente fáciles para las bestias desquiciadas, sin embargo no se explicaba por qué una hechicera tan poderosa rondaba estos lugares… era ella una depredadora también?  No lo parecía, es más parecía una persona de buen corazón, amable y respetable… esos eran los peores y a los que más le tenía desconfianza Ankabeth
Ankabeth
Ankabeth

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