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Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

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Privado Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Alexander S. Svyatoslav Miér Feb 24, 2016 9:04 pm

El joven muchacho de ojos azules, se encontraba por aquellos momentos recostado en una de las celdas comunes de la ostentosa y renombrada prisión helada, Carceris Arcadia. Las leyendas contadas sobre aquel páramo asolado por la crueldad, donde se encerraba a quienes el gobierno consideraba como insurrectos o criminales. Para su suerte, lejos estaba de ser considerado un atacante de alto rango, quizás de haber visto su expediente le hubieran enviado a una prisión de máxima seguridad, pues de aquel nivel en el que estaba sería fácil escapar y por un momento, observó la ventana de su derecha, donde fácilmente podría caber y escapar si hacía explotar los barrotes.

-Quien sabe Alex, tal vez te venga bien la vida de criminal. Tu sabes, atracando ancianitas desprevenidas para robarle su bolso, asaltando algún banco de Tempus o huyendo de las brigadas a toda velocidad en la aeropista… Quizás tendría alguna suerte con la mujeres… Un apuesto convicto, rebelde y díscolo que enamora a las doncellas con una sonrisa perversa… -Musitó en voz alta pensando luego en aquello mientras encendía su ultimo Malboro y se lo colocaba entre los labios. –Nah… No va conmigo, me deberán soltar en unos meses, quizás un año. –murmuró el pelinegro dando un último vistazo a la ventana mientras dejaba escapar una extensa bocanada de humo, que terminó por desaparecer en la habitación, dejando únicamente una pequeña línea espesa del mismo que escapaba de la punta de aquel cigarrillo rubio.

Era interesante pensar en el curioso motivo que inició aquella situación tan desfavorable, su trabajo. Que para aquellos desprevenidos que desconozcan no lo sepan, Alexander no era ni más ni menos que un habilidoso caza-recompensas. Particularmente no tenía nada contra los criminales que robaban por hambre o necesidad, siempre y cuando estos no hubieran asesinado a nadie (sin razones justas o en defensa propia) solía dejarlos ir con libertad. Él no era el gobierno y si le parecía que la vida de alguien dejaba algún provecho para el mundo, mayor al valor de su recompensa entonces no tenía por qué aprenderlos. Dejado en claro este punto, Svyatoslav se dedicaba a cobrar la recompensa de los criminales o bestias que pudieran llegar a ser un reto, para subsistir o para hacerse más recio en la batalla. Cualesquiera fueran sus razones, era lo que hacía para vivir hasta hacía treinta días atrás.

-¿Ya son 30 días? – Dijo para si mismo el joven de ojos añil, mientras de costado posaba su mirar en las marcas de la pared. –Si, hoy se cumplen 30, quizás debería tener una fiesta o algo.

De cualquier manera… Treinta días atrás, quizás treinta y uno, Alexander se había aventurado en la búsqueda de un peligroso revolucionario de Fedder. No porque fuera revolucionario, que eso a él no le importaba demasiado, sino por la recompensa que le habían pagado los padres de una muchachita adinerada. Al parecer, aquel robusto hombre se creía dueño de todo ser en aquel lugar, pero fue suficiente con un par de explosiones para ponerlo en su lugar. Lo complicado vino después, cuando al llegar a la estación de la marina se negaron a pagarle la suma correspondiente por aquel tipo. Alegando que seguramente había sido muy sencillo y que no valía la pena pagar tanto por él. Alex estaba acostumbrado a esos tratos, los inútiles marinos con el ego inflado siempre se negaban a pagar por hombres de bajo precio, por lo que el decidió salir en busca de otro puesto de la marina. En algún lado le pagarían y el podría estar toda la noche llevando a aquel tipo de lado a lado, se había asegurado de no hacerle demasiado daño. No pudo marcharse del lugar, no sin dejar a aquel tipo allí según el hombre a cargo. Malditas escorias, ese tipo de gente manchaba el uniforme que Roy había hecho brillar… No pudo contenerse, tras un gestoi de asco dejó caer el saco donde se encontraba su hombre buscado y con sus dos manos limpias comenzó a darle una paliza a aquella basura, sin parar hasta dejarlo inconsciente. Fue recién entonces cuando a base de varios alquimistas de trueno pudo ser knockeado. Lo siguiente que recordaba fue despertar en aquel lugar, no fue difícil saber dónde estaba, ya había visitado el lugar en alguna ocasión. Cuando su meta aún era convertirse en Almirante, tal vez ministro. De cualquier forma, solo la luna le hacía compañía ahora y el eco de unos pasos en la lejanía que comenzaban a acercase lentamente.
Alexander S. Svyatoslav
Alexander S. Svyatoslav

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Privado Re: Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Christa HelleMond Miér Feb 24, 2016 10:33 pm

6:30 de la mañana Aposentos de Christa Hellemond




El teléfono personal de la ministra de Tempus sonó con aquella melodía poco común para un móvil, dejando que tras un suspiró abriera los ojos alargando la mano para responder silenciando así el tema de I wish han an angel (Nightwish) que tenía puesto como tono de llamada. -¿Si? –Dijo despreocupada y algo dormida aún. – Buenos días señora ministra. –Indicó la teniente Kanu Doragon al otro lado de la línea.  –  Hmm buenos días… Kanu ¿Qué es lo que ocurre? –Pregunto la rubia aun echada sobre la cama. – Hemos encontrado al señor Svyatoslav.
Aquello hizo que Hellemond abriera sus azules ojos y se incorporara sentada apartando con la mano libre las sabanas de seda plateadas, resbalando el cuerpo hasta tomar sus zapatillas y ponerse en pie. - ¿Dónde está?  -Preguntó mientras avanzaba al cuarto de baño. –Está en Arcadia ministra. -¡En Arcadia! ¿Qué hace él en un sitio así? – Dijo algo extrañada mientras encendía la ducha entre algunas cosas más. –Le he mandado a su correo personal, por supuesto con privacidad como usted siempre pide la información para no dar muchos más detalles por teléfono.  – Esta bien Kanu avisen en Arcadia que en una hora estaré allí, que preparen el portal interno por favor.

7:40 de la mañana Carceris Arcadia



Y así se hizo, tras inspeccionar la documentación del incidente,  interesarse por el estado de salud de uno de sus hombres el cual acabó bastante maltrecho, la ministra tomó aquel portal hacia Arcadia. En poco más de una hora ya se encontraba en la zona de control principal de Carceris revisando las cámaras de seguridad y en especial la de aquel hombre. Le causaba bastante curiosidad, puesto que lo que sabía de él eran poco más que comentarios e historias de gente conocida cuando ella aun no era ni si quiera ministra del reino de Tempus.
El capuccino que disfrutaba en su mano estaba a punto de terminarse pero aun lo mantenía en ella porque en ese momento reía por aquellos comentarios consigo mismo que realizaba el azabache. Había ya solicitado explicaciones de por qué se había llevado a Carceris a alguien que no tenía nada para ello y tras recibir respuesta indicando que casi mata a uno de los suyos la ministra solo tomó aire y con tranquilidad respondió ante los alterados guardianes. – Casi, no es que lo haya matado y segundo, sin un juicio  digno este hombre no debería estar aquí, menos llevar 30 días… hay otras cárceles para esos procedimientos antes de meterlo en este lugar.  – “Nota mental: Revisar los procedimientos judiciales y encargarme personalmente que no haya gente aquí encerrada por causas estúpidas”. Los ojos de la rubia mirando de reojo con una inexpresiva seriedad no fueron muy agradables para aquel agente que simplemente agachó la cabeza y la espalda incluso.

Bajó a la zona primera de Arcadia en donde estaban los criminales menos peligrosos y los que llevaban un tiempo con muy buen comportamiento. Los comentarios soeces y bastos de camionero que se escuchaban a cerca de su persona no hacían que modificara sus pasos, sus gestos ni su aura en un ápice, simplemente los ignoraba más aún de hombres salidos que solo tenían de compañía las cucarachas que se escapaban de vez en cuando.
Al llegar a la celda de Alexander lo miró un segundo a través de los barrotes antes de hablar nada. Al menos quien fuera sabía que la había cagado metiéndolo ahí y quiso medio curar lo hecho metiendo en una celda individual y simple ya que solo tenía la seguridad básica.
-Felices 30 días Sr. Svyatoslav ha llegado su regalo de aniversario. –Dijo de forma sarcástica mientras uno de los carceleros abría la celda del moreno, pasando ella dentro seguida de los dos hombres que la acompañaban. -Siento el retraso y el lamentable malentendido que lo llevó a este lugar, aunque los 30 días que se llevó aquí no del todo puesto que lastimo seriamente a uno de los mios. -Dijo como buena mediadora que era y justa para cualquiera de las partes. - Por cierto, referente a sus pensamientos a las mujeres nos encantan los hombres de uniforme. -Dijo sobre la conversación leve que escuchó en las cámaras anteriormente, dejando escapar una sonrisa ladina antes de avanzar y extender la mano hacia el azabache. - Christa Hellemond, por si no sabe quien soy yo en cambio si se algunas cosas de usted Sr. Svyatoslav.
Christa HelleMond
Christa HelleMond

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Privado Re: Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Alexander S. Svyatoslav Jue Feb 25, 2016 10:33 pm

Aquellos pasos que a lo lejos resonaban pronto dejaron de hacer eco a través del pasillo, siendo devorado por la inmensa cantidad de hombres que soltaban barbaridades sin escrúpulo alguno.

-¿Una nueva rea quizás? ¿En el pabellón de hombres? Eso es irse al caño, pero esto es Acadia –Murmuró para si mismo mientras observaba hacia afuera y dejaba escapar una bocanada de humo más.

Los gritos se hicieron cada vez más frecuentes, hasta que finalmente estos resonaron cerca de su celda. Antes de poder darse cuenta de lo que sucedía una mujer alta y rubia se había acercado a su celda y la había abierto introduciéndose en ella. Alex dejó escapar una mirada analítica, dando un rápido vistazo le alcanzó para saber quién era aquella mujer tan “políticamente” poderosa, aquella sonrisa que llevaba para si mismo se transformó en un gesto serio. No confiaba en ella, no movió ni un musculo, simplemente le escrutó con su mirada por unos escasos segundos.

-No sabía que Arcadia poseía un servicio de visitas conyugales –Soltó sarcásticamente, sabiendo que podrían aumentarle la condena por aquello. Su mirada se dirigió luego hacia los dos hombres a su lado, simples soldados, podría escapar fácilmente. Bueno, no tan fácilmente, delante de si tenía a alguien que ocultaba gran poder, podía sentirlo en sus cabellos al erizarse.  

-Y no me arrepiento de haberlo hecho, es más, volvería a hacerlo una vez más. Cumpliré la condena que se dicte, haciéndome cargo de mis actos. Pero no esperen que me quede de brazos cruzados ante esos copos de nieve que se creen ventiscas… Debes llevar tu uniforme con honor y ser fiel a tus ideales o debes quitártelo para siempre. –Aseguró con toda firmeza en la mirada el pelinegro, sin levantarse del suelo en el que estaba recostado ni dejar de fumar.

–Yo creo que las mujeres no saben que les gusta. –Afirmó escuchando luego la respuesta ajena.

–Christa hellemond? Hmm.. Tercer ministra, Directora de la gran academia de formación, buen mandato político, llevó a cabo la reconstrucción de valle chocobo  y organizó las fuerzas de la marina volviéndolas una potencia mundial. Actualmente la mayor de los tres reinos… Mantiene abierta la prisión de arcadia, se desconoce su trato con la Tempus Company, posee alta fidelidad al Lord y al ejército. Intachable diría yo… Agradezco su visita, pero cumpliré mi condena y me largaré, no deseo volver a su ejército si eso es en lo que piensa. Tuve y tengo mis razones para mantenerme alejado de allí. –Musitó Alex en un atípicamente largo discurso para finalmente cerrar la boca y dedicarse a fumar observando el cielo detrás de aquellos barrotes.
Alexander S. Svyatoslav
Alexander S. Svyatoslav

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Privado Re: Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Christa HelleMond Jue Feb 25, 2016 11:09 pm

Tal y como la rubia suponía el moreno era un ser totalmente impredecible que pasaba del sarcasmo gracioso a la absoluta defensa como si fuera un animal que estaba siendo atacado. Pero dar por hecho muchas cosas y responder preguntas que aun no se te ha hecho ni acciones que ni en la mente se encuentran, nunca ha sido una buena idea. Más aún teniendo en cuenta que la ángel, que estaba con total normalidad observando cada movimiento, cada palabra, sintiendo cada cambio de su aura, era igual o más impredecible porque la raza a veces no hace a los seres y nunca se sabía por dónde podía salir aquella emperatriz del reino de hielo.
-Por partes si no le importa. –Indicó relajando aquella postura mientras se quitaba sus guantes de cuero blanco. –Primero, no sabíamos que tenía esposa, amante o a saber qué, si no se la hubiéramos traído, en Arcadia cada uno tiene su merecido y según veo usted siente que está teniendo su merecido estando aquí. Será mejor que tire esa colilla o se quemara los labios. –Dijo moviéndose hacia atrás tomando del bolsillo de uno de los hombres que la guardaban, un cigarro el cual no tardó en lanzar al varón.

-¿Nadie le ha dicho nunca que a veces habla demasiado Sr. Vvyatoslav? Claro que no… -Dijo sonriendo ladina jugando con sus guantes mientras caminaba por el espacio marcando los tacones a paso lento. –Dudo mucho que le digan algo así, lo más seguro es que tengan miedo de que no sepa encajar las criticas positivas. Pero olvidando todo esto y lo dicho. Ni estoy aquí para sentenciarlo más y mucho mejor para darle un empleo en la marina. –Se paró un momento y sus ojos miraron a la izquierda segundos antes de mirar a uno de sus hombres que tras recibir la mirada se volteó y salió de aquella jaula.  La de cabellos dorados dio un suspiro casi inaudible apreciable solo en el movimiento de su cuerpo al respirar de aquella manera y dio unos pasos tomando asiento en un extremo de aquella cama que para nada tenía pinta de ser cómoda, sin esperar que le cedieran un hueco o no para ello, cruzando las piernas y dejando el antebrazo derecho con comodidad sobre la pierna cruzada. –Vengo a sacarlo de aquí, a decir verdad llevaba tiempo buscándolo pero es más escurridizo que una anguila y lo que menos esperaba es encontrarme con usted en esta situación. Pero ya ve siempre hay una primera vez para todo.

Algo estaba ocurriendo que no iba bien, la comunicación con el mando de control se había cortado de forma abrupta y de buenas a primeras el silencio en la planta era absolutamente extraño, pero la rubia intentaba con su templanza que no se notara aunque si lo que había oído de aquel varón era cierto, no hacía falta decirle mucho para que el mismo supiera que algo no iba de la forma más correcta en aquella cárcel. –Me temo Sr. Svyatoslav que la salida se va a retrasar un poco de lo previsto.
Christa HelleMond
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Privado Re: Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Alexander S. Svyatoslav Miér Mar 23, 2016 11:41 pm

Svyatoslav alzó una ceja al observar a aquella mujer, él estaba claramente a la defensiva. Ya no confiaba en el corrupto gobierno que alguna vez defendió.  Por su parte no respondió ni se inmutó ante los comentarios ajenos sobre una amante o tal, no poseía y no quería poseer. Él era así, simple, solo por elección pues rara vez poseía deseos del tipo carnal. Finalmente sus ojos se clavaron sobre aquel  cigarrillo que atrapó con gracia, guardándolo en la palma de su mano a la vez que cerraba el puño sin dañarlo. No dio las gracias a su “captora”, pero apagó aquella colilla sobre el suelo de la prisión.

Para entonces la ministra había soltado una frase que le extrañó…  -¿Acaba de decirte que hablas demasiado Alex?¿En serio? Pensó el muchacho para sí mismo mientras escuchaba las palabras ajenas con cuidado, prestándoles total atención, animándose al final a soltar algún bocadillo en cuanto a lo mencionado.  –Si temen decir algo de frente, entonces sus comentarios no valen la pena… Pero continue –Afirmó en silencio, mientras su agudo oído notó el silencio total en el lugar. -¿Pusieron a todos a dormir? Hmm.. Algo anda mal Alex, atento… -Pensó el muchacho azabache para sí mismo.

Cuando esta le comentó que venía a por él para liberarlo se sorprendió un tanto, pero no lo dejó ver. Estaba tenso, cual tigre enjaulado, preparado para saltar directo a la yugular de aquella mujer si debía hacerlo. No quería, pero si debía lo haría. Aun así, al parecer la ministra tenía asuntos más preocupantes que un ex soldado rebelde. Alexander se puso por fin de pie y colocó el Malboro entre sus labios, usando su mechero para encenderlo.

-¿Y que le asegura que no saldré huyendo en la primera ocasión que tenga? Yo no soy uno de sus perritos falderos que solo saben seguir ordenes después de todo –Aseguró el alquimista. Aun sabiendo que su conciencia no le dejaría huir, después de todo, Roy no lo haría…

-En fin, deberíamos ocuparnos de ese problema no? –Musitó observando la puerta de su celda. –Por cierto… Quiero mi arma de regreso. Sin un rasguño… –El joven ex marine cuidaba muchísimo de aquel revolver.
Alexander S. Svyatoslav
Alexander S. Svyatoslav

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Privado Re: Behind the jail, you can find the hell [Privado Christa Hellemond]

Mensaje por Christa HelleMond Dom Abr 10, 2016 7:19 pm

Con tranquilidad se quitaba los guantes de sus manos mientras que esperaba un sonido de aquel al que había enviado a revisar que estaba ocurriendo en aquel lugar. No era propio de esa cárcel que ocurrieran cosas como ésta, no con toda la seguridad que siempre tenía el lugar. Sin duda alguna si algo estaba fallando era obra de alguien de dentro de la cárcel, una persona que había roto la confianza de Tempus a saber el por qué.
-Al igual que yo procuro no tener prejuicios sobre usted ni buenos ni malos haga un favor de no tenerlos conmigo. No me conoce, no sabe cómo pienso, como actúo ni mucho menos, según veo, como reino este hermoso lugar. Así que relájese… -le dijo levantando la vista de nuevo a él sonriendo suave sin hostilidad alguna. -Porque yo no tengo perros, tengo compañeros y si decido dejarlo libre es con todo el sentido de la palabra.

Sin mediar ninguna palabra el segundo hombre que quedaba junto a la rubia y al moreno, miró a la ministra esperando una aprobación con su vista y justo al obtener lo solicitado, marchó fuera de aquella jaula a un paso nada calmado. – Bien señor Svyatoslav, como puede ver algo no va como debería ir. Será mejor que salgamos de aquí. – Pronunció la ministra saliendo de aquella instancia limitada por barrotes, dado apenas unos pasos fuera, pero justo cuando volteó su cuerpo ondeando con gracia en el movimiento aquel cabello dorado que poseía, alguien pasó tan rápido delante de los barrotes por aquel patio interior, llevándose a la ministra por delante en lo que resultó un placaje de su cuerpo contra el suelo de la prisión, oyéndose en eco el golpe producido por el impacto de su cuerpo, rompiendo las losas que intentaban adornar aquel patio sombrío.

Para ese entonces el segundo de los hombres en acompañar a la ministra, había conseguido llegar con éxito al mando principal de control de esa sala, encontrándose a su compañero en el suelo y a los guardias de aquella sala aparentemente sin conciencia. No duro mucho en dar la alarma, pero cada sala de la cárcel estaba incomunicada y como se suponía que los que allí moraban no eran de un “peligro” importante, las seguridades no eran tan extremas como en otros tramos de la prisión. Tras conseguir reanimar a alguno de los guardias que controlaban los paneles de contención, consiguió desactivar aquel aparato de la Tempus Company que bloqueaba las habilidades especiales de tan prestigioso invitado a la cárcel, comprobando que habían sido desactivados varios controladores más de todos los que había en la cárcel y que desafortunadamente no eran de la planta donde se encontraban. Ahora Alexander era libre de cualquier atadura en aquella prisión para hacer lo que el mismo dictara.
Christa HelleMond
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