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Una patética existencia [Con Astrid]

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Privado Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Kiss Shot Dom Ago 28, 2016 2:58 pm

Los humanos son seres extraños, son mentes mortales que a pesar de su corta existencia pueden logran en 50 años lo que un demonio no puede hacer en 300 años, son seres impredecibles y con un gran potencial, sin embargo su corta existencia no les permite explotar todas sus cualidades y el miedo al descanso eterno se hace visible por la misma razón... no sabía que pensar de los humanos en realidad, ¿Tenerles miedo? ¿Respetarlos? ¿Amarlos?... criaturas creadas con la imagen y semejanza de un Dios que jamás vió, la perfección física entre el equilibrio de fuerza e inteligencia, no comprendía a esos mounstros perfectos, nunca viven lo suficiente como para entenderlos. Temas morales que son causa de guerra, ¿Qué significa el bien y el mal para ellos?, Nosotros como demonios solo somos aberraciones inferiores para aquella raza particular, mientras que la contra parte angelical son dignos de admiración y respeto.. ¿Tal vez por eso le incomodan tanto los humanos?... Jamás tuvo una relación cercana con un humano.. y el corto tiempo de la vida de uno terminó convertida en una tortura eterna que desde que recuperó sus recuerdos ronda por su cabeza. -Seishiro...-

¿Cuanto tiempo le tendrán retenida? ¿Cuanto tiempo tendría que permanecer en esta celda?... -...- El silencio le aburría, ningún rubinus realmente quería verla en ese momento, Akatsuki tiene deberes como lider de estos hippies que buscan hacer el bien, y los otros rubinus no se atrevían a acercarse a su celda, tal vez por ordenes de los superiores.. novatos a fin de cuentas, comprendía bien que era necesario tener ciertos cuidados ante su presencia, por lo que no tenía porqué causar problemas mientras estuviera encerrada en la base de los rubinus. A lo lejos escuchó multiples cerraduras sonar indicando la abertura de las puertas, ¿Tal vez le dejarían salir con una advertencia?... Obviamente no, ya ha causado suficientes lios como para que la dejen salir así porque si, tal vez un miembro simplemente vendría a hacer la guardia nocturna, en vez de encontrarse con algún desconocido, sus orbes dorados identificaron aquel rostro que poco a poco se hacía más familiar en su cabeza, en su rostro notó aquel mal humor y decepción, también notó apatía e inseguridad mientras poco a poco se acercaba a su celda. -La hermosa Astrid Dagmar.- Mencionó su nombre mientras sus ojos dorados recorrían el rostro de su nueva acompañante.

Notó que esta llevaba algo en sus manos.. mudas de ropa, algo más adecuado para el calor que en Chaos suele hacer, sobre todo estando encerrada en una celda sin algún tipo de ventilación (Via de escape) para la sucubo. -Después de dos días alguien decide venir a hacerme compañía, ¿O acaso vienes a darme de comer?.. Ya era hora- Se cruzó de piernas mientras permanecía sentada, simplemente observando a aquella humana... era natural que alguien viniera a pedirle que se cambiara de ropa, estaba practicamente sin ropa ya que el pequeño vestido estaba totalmente roto por el conflicto que tuvo con los rubinus, y bueno, un pedazo de tela no cubría su cuerpo adecuadamente. -No entiendo el porqué molestarse en encerrarme, sabes que no tengo pensado escapar por ahora Astrid, no quiero buscarme más problemas con ustedes.- Se hizo a un lado de la cama, dandole un poco de espacio. -Confia en mi, sientate conmigo, dije que necesitaba hablar contigo antes, ¿Lo recuerdas?... no escaparé, lo prometo.
Kiss Shot
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Astrid Dagmar Mar Ago 30, 2016 8:03 pm

Se tenía el prejuicio de que los Rubinus Vigilis tan sólo querían que la guerra cesara; que algún día la paz reinara entre los diferentes bandos y países que conformaban Spirit Soul. Sin embargo, aquello no era más que un pensamiento idealista erróneamente impuesto por aquellos ajenos a los que se autoproclamaban la milicia del pueblo. Astrid sabía que, para ello, debía existir una fuerza magnánima que controlase hasta el más mínimo detalle de las mentes de todo ser vivo que habitara el planeta. Algo así pareció intentar hacer el Lord tiempo atrás, en un intento de establecer una utopía ridícula que comenzaría a verse frustrada por gente que se oponía a él, personas a las que siguió creyendo que la libertad absoluta podría conseguirse si el monarca caía. Personas que, en realidad, también perseguían una utopía imposible. Por esa misma razón, la sub-líder de los Rubinus era consciente de que no podía controlar las acciones de sus aliados. Menos aún si éstos no tenían nada que ver con la pequeña organización neutral en la que trabajaba. Podía enfadarse, decepcionarse, incluso jurarles enemistad, pero a fin de cuentas, lo que hicieran escapaba completamente de sus manos.

Hikari Hiroshi había sido una aliada a la que había tenido en alta estima. El aprecio que sentía por ella le había impedido otorgarle un castigo mayor por sus acciones en Rihm, a pesar de que la impotencia y la rabia le empujaron a querer hacerlo. Le habían encerrado en una pequeña celda situada en la sede que los Rubinus tenían en Chaos Urbanis. Había pasado dos días allí, pero por el momento, Astrid nunca le había encontrado despierta. Para cuando pasaban varias horas y quizás se despertaba, la morena debía atender otras ocupaciones, de modo que la plática que se suponía que iba a tener lugar a petición de la súcubo aún no se había dado. Mientras dormía había aprovechado para curarle alguna que otra herida, pero procuraba no estar demasiado tiempo allí.

Sin embargo, la siguiente vez que fue a verla, la rubia sí estaba despierta. Suspiró al escuchar que mencionaba su nombre. —Siempre que vengo estás durmiendo,—respondió, cerrando la celda con llave aún desde dentro. Debía asegurarse de que no fuese a ninguna parte. Al oír lo de darle de comer alzó una ceja y se acercó lentamente a ella, sin soltar la ropa que tenía en la mano izquierda. —¿Quieres comer?—preguntó, en voz baja. Colocó su diestra en la mejilla izquierda de la súcubo, tirando un poco hacia arriba para obligarle a mirarle directamente, a la vez que pasaba el pulgar por sus labios con delicadeza. —¿Tienes hambre?—Entrecerró los ojos un poco, dejando entrever una leve sonrisa. Sabía que su inminente trato contrario le enfadaría más, lo cual sería bastante divertido de observar. —Podrías haber tenido lo que te hubiera dado la gana en Rihm, pero decidiste destrozarla.— Su rostro cambió de expresión, volviendo al frecuente ceño fruncido que últimamente asomaba en sus facciones. Tiró las prendas bruscamente contra ella, apartando la mano con la misma rudeza y alejándose de ella. —Vístete.

Escuchaba lo que decía mientras daba un par de zancadas hacia una silla que se encontraba en el otro extremo de la celda, sin decir nada más.  Por supuesto que no iba a escaparse: al menos, no hasta que hablasen de lo que fuese necesario. Quizás se tratara de una tontería, o tal vez no. Tampoco podía asegurarse de que no fuera a montar el apocalipsis una vez que saliera, pero probablemente los dos días de reclusión le servirían para controlarse un poco. Arrastró el asiento haciendo ruido hasta colocarlo delante de la rubia, poniendo el respaldo frente a ella para que éste formara un muro entre ambas cuando la morena se sentase a horcajadas. —Habla.—Sus ojos se clavaban en los de ella, fríos e imperturbables, buscando intimidarle de algún modo. No iba a permitir ninguna otra treta por su parte, desde luego.
Astrid Dagmar
Astrid Dagmar

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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Kiss Shot Mar Ago 30, 2016 9:22 pm

Era de esperarse que aquella humana estuviera al borde de su ira, después de todo lo que la rubia causó tras recuperar su memoria después de Arcadia no era una forma muy amena de darle las gracias , esperaba cualquier cosa de su parte, insultos, tal vez una bofetada o un golpe de las cuales ella, con un templante frío asimilaría sin mucho cuidado, pero la reacción realmente fue muy diferente a lo que esperó. Lo primero que escuchó fue aquella excusa extraña, ¿No se cruzaron simplemente porque la rubia dormía?... tiene bastante sentido, la alternativa más simple para ignorar el hambre es el sueño, por lo que era natural que durmiera más de lo habitual y con el calor de Chaos era de esperarse. -Entonces fuiste tu quien me ayudó con estas heridas, se que no le darías esa tarea a otro miembro del personal por miedo a que yo les haga algo.- Habló mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

¿Qué tanta confianza sentía la una por la otra?, después de que Hikari reprochara por su comida esta le trató de una forma muy particular.. no solo directamente le tocó los labios, también jaló de su mejilla solo para intentar regañarla de cierta manera. -...-Tal vez si se hubiera tratado de otro miembro cualquiera de los rubinus, le rompería el brazo de inmediato solo para estrellarlo luego en contra de la puerta hasta romperla con su cabeza, podía perfectamente hacer eso en ese momento, lo pensó por un instante... pero se contuvo solo para dejar que Astrid se saliera con la suya. Su inexpresiva mirada no cambió en lo absoluto, sus orbes dorados se mantuvieron sobre la vista femenina, desviandose de vez en cuando solo para observar las distintas zonas del cuerpo  ajeno, el menear de su cintura  y el movimiento de su boca que se esforzaba por mantenterse lo más seria posible.

-Sabes bien que yo no causo destrozos solo por diversión, necesitaba ese dinero, y por tu culpa tendré que esperar más para saber sobre mi condición.- Frunció el ceño, solo para tocarse levemente el vientre. Pero esa información a ti no te interesa.- Desvió la vista hacia la puerta que Astrid cerró, luego esta le lanzó con algo de enojo ropa.. ¿qué era esa cosa?... cubría más de lo que estaba acostumbrada, tal vez se la pondría después... almenos pensó hasta que escuchó la orden, quizas lo mejor era hacerle caso por ahora, si la hacía enojar más era muy poco probable que le escuchara si no le obedecía. ... guardó silencio tras escuchar el -"Vistete"- A lo que respondió con un.. -Bien.-

Comenzó a retirar esos arapos violetas que apenas y le cubrían un poco, desnudandose poco a poco mientras comenzaba a hablar, realmente no le incomodaba demasiado que Astrid le viera, ya era decisión de ella que decidía ojear. -Desde que tengo memoria he tenido cierto sentimiento particular cuando me topo con humanos. Habló la fémina, mientras que terminaba de sacarse lo que le cubría el busto. -Criaturas perfectas, que son el supuesto equilibrio entre lo bueno y lo malo, que tienen rasgos angelicales y demoniacos creando un perfecto ser espiritual y moral que yo siempre respeté cuando no los veía como una simple fuente de alimento.- Tras esto, ella se quitó el resto que le cubría dejandolo en el suelo, acomodó su corto cabello que por el momento estaba bastante peinado, mientras que procedía a colocarse las prendas inferiores, bragas y un sosten.. que dejó de lado.

Nunca supe que debía sentir por ellos... por un tiempo les temí, en una epoca me crucé con ellos e incluso abusé de muchos con el objetivo de buscar una razón verdadera para acabar con todos.. algo instintivo en mi siempre me dijo que no confiara en seres como tu, humana.- Procedió a colocarse unas medias largas de color oscuro, el material era bastante delgado así que no habría problema por el calor. -Y después de 800 años sigo sin entenderlos, jamás viven tanto como para entender cual es su punto.. algunos causan masacres, otros crean amor mutuo y respeto ajeno... pero lo cierto es que el tiempo es el mayor temor de un ser humano después de todo.- Y se colocó una falda de color negro. -¿Pero por qué te estoy contando esto?... realmente es muy simple, lo noto en tu rostro, no eres la misma chica que conocí hace tiempo atrás... por mi culpa ahora tu también sientes miedo, ¿No es así?... tu quieres volverte más fuerte... tan fuerte como un demonio como yo, pero tu proposito es más noble que el mio ya que quieres utilizar ese poder para hacer la diferencia en este frío y oscuro mundo que se sumerge cada vez en el caos.- Se colocó aquella camisa roja, le quedaba perfecta, sin mangas y bastante fresca.

-Me recuerdas a un Humano que conocí hace mucho, Ese humano  fue al único al que le dí la oportunidad de sentir algo diferente, no sentía odio.. ni miedo.. tampoco veía en el algo tan simple como una cena o un objeto de juego...  Lo cierto es que yo le di la oportunidad de... ... Dejó de hablar por un segundo, solo para desviar su vista por un segundo. -De amar...- Para entonces ya se había cambiado por completo.-Realmente fui tan estúpida como para enamorarme de un simple humano. Soltó una pequeña risa, que luego se transformó en un tono más serio -Jamás le dije que lo sometería a algo para transformarlo en algo que el mismo odiaba solo para cumplir mi egoista deseo de que permaneciera conmigo... y eso solo terminó en una horrible tragedia. Tragó saliva A lo que quiero llegar es... que tu como humana.. s-supongo que puedo llegar a sentir algo distinto.. más  que una simple cena..  o miedo.. o respeto, pero  lo cierto es que no quiero cometer el mismo error que cometí con el... no quiero que termines sufriendo eternamente por mi egoista capricho....


... por esta razón quiero darte la opción de elegir.


Volteo a verla directo a los ojos, su mirada era tan penetrante como su semblante al hablar, no importaba que tan dura sea  Astrid con su expresión, Hikari no retrocedía jamás ante nadie cuando le veían a los ojos, dando un resultado totalmente intimidante por la misma razón. -Creo poder darte la fuerza que tanto deseas, humana, así que está en tus manos elegir... Estiró su brazo derecho abriendo su mano para que ella lo tomara. Puedes morir como humana a los 60 años intentando luchar por una razón sin proposito. Extendió un poco más su palma. -...o puedes volverte más fuerte con mi ayuda y crear un cambio. Continuó viendole a los ojos. Quiero arreglar el error que cometí en el pasado... por esa razón te estoy dando la opción de elegir. El silencio se formó por un instante. Estoy esperando, Humana.- No le presionaría a nada, si Astrid estrechaba su mano, entonces tendrían un pacto.. la palabra de un caza recompensas es siempre honesta, así que ella se mantuvo con la mano en el aire, esperando la aprobación o rechazo de Astrid.
Kiss Shot
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Astrid Dagmar Jue Sep 01, 2016 6:52 pm

Frunció el ceño cuando mencionó la razón por la cual creía que Astrid le había estado curando las heridas. Dejó escapar aire por la nariz, dedicándole una mirada altiva a la súcubo. —¿Miedo? ¿Por quiénes nos tomas?—Sabía que a ella no le había metido en el ajo, pero se incluyó dentro del mismo grupo. —Mis compañeros son, probablemente, las personas más valientes que he conocido. Por algo no nos importa jugarnos el cuello a veces contra un bando u otro.— Y era cierto. En el caso de Akki, no era sólo valiente, si no que poco podría hacerle Hikari. Los demás mostraban su valentía de una manera u otra: algunos eran más impulsivos y no les importaba enfrentarse a cualquier cosa, como Li; otros eran más analíticos, pero no se echaban atrás ante un conflicto. Si ella o el líder les hubieran encargado cuidar de la rubia, ninguno habría vacilado. —Podrás ser todo lo destructiva y poderosa que quieras. No te tienen miedo.

Torció la boca en una mueca de desaprobación al escuchar su excusa barata para justificar sus destrozos, a la vez que apretaba los dientes. No supo de qué hablaba ni de a qué se refería con su condición, y un atisbo de preocupación cruzó por su mente, pero no quería dar muestras de interés en una situación como aquella. —Te equivocas. Esto no es mi culpa; tú no estás aquí por gusto. Estás aquí por haber jodido la vida en mayor o menor medida a los ciudadanos de Rihm,—le recriminó, cruzándose de brazos. —¿Tienes alguna idea de las pérdidas económicas y personales que has causado con tus métodos?—Sabía que Hikari sería incapaz de dañar a un civil directamente, pero debía ser consciente del resto de sus actos.

Se mantuvo en silencio mientras ella hablaba. Su mirada no se apartaba de su rostro, pese a que la tentación de que ésta vagara por el resto de su cuerpo se acentuaba con cada movimiento que hacía. No era el momento más oportuno para permitirse esa clase de lujos, ni para desconcentrarse con sus acciones. Prefería escuchar lo que decía: un pequeño discurso sobre lo que opinaba acerca de los humanos. El estado de tensión de Astrid fue disipándose poco a poco, dando lugar a una actitud más calmada. Para ese entonces, le había dado la vuelta a la silla y se había sentado correctamente en ella, dándole la oportunidad de poder inclinarse un poco más para observar más cerca las expresiones de Hikari. No mentía y no parecía estar haciendo ningún tipo de treta. Frunció levemente el ceño cuando se dirigió a ella. ¿Acaso era un libro abierto? ¿O ya se conocían lo suficiente como para que supiera lo que le ocurría sin apenas haberlo hablado? Si bien no había acertado en todo lo que había dicho, no iba mal encaminada. Sin embargo, no le interrumpió y continuó escuchándole.

Suspiró un poco con lo que dijo a continuación, desviando la vista y apoyando la espalda en el respaldo de la silla. A su vez, se había llevado los dedos índice y corazón de cada mano a sus sienes,  masajeándolas con cuidado. Lo más gracioso era que Hikari consideraba que había sido una estúpida al haberse enamorado de un humano en el pasado, cuando ni siquiera sabía que Astrid pensaba exactamente igual por ciertos sentimientos que habían comenzado a aflorar en ella un tiempo atrás. Elevó la mirada hacia la rubia otra vez mientras ésta exponía su propuesta, una propuesta que tan sólo traía más confusión a la Rubinus. Cruzó un brazo sobre su vientre, usándolo como apoyo para el codo contrario, a la vez que tapaba la mitad inferior de su rostro con su diestra en un gesto pensativo.

¿Elegir? ¿Qué quería que eligiera? Ni siquiera tenía claro qué pasaría si aceptaba. ¿Quería que permaneciera a su lado, o simplemente otorgarle más poder? ¿Y a costa de qué? Por supuesto, se sentía tentada de tomar en cuenta su propuesta, ya que aquella maldita obsesión enfermiza por mejorarse a sí misma le hacía ambicionar más poder, poder que podría conseguir fácilmente si lo que Hikari decía era cierto. Retiró la diestra de su rostro y, vacilante, la adelantó hasta la mano de la súcubo, pero la apartó antes de que llegaran a tocarse. —…— Se levantó de golpe, llevándose una mano a la frente a la vez que frotaba su entrecejo con un par de dedos.

Mantuvo los ojos cerrados durante unos segundos mientras trataba de procesar la información recibida, a la vez que pensaba en qué podía contestar. No podía aceptar así como así, pero no quería rechazarle sin saber realmente a lo que se podía enfrentar. —Hikari… ¿por qué haces esto?—Parpadeó, clavando sus iris en el rostro ajeno. —Lo que necesito no es tiempo. La razón por la que quiero tener más poder no es por cambiar el mundo. Ese tipo de pensamientos estúpidos se los dejo a los que aún creen que con la revolución lograrán cambiar algo.—Se sentó a su lado, dejando escapar otro suspiro. —La guerra y el caos es algo inherente en todos los seres vivos. Si alguna vez consiguiera traer la paz, ésta sería efímera.—Hizo una pausa. —Mientras viva, sean sesenta años o sean muchos más, mi propósito se reducirá a proteger a los que no pueden defenderse de los desastres de la guerra. No busco reconocimiento, ni busco hacer grandes cosas. Sólo quiero evitar que los que no están involucrados en el conflicto se pregunten por qué la vida es tan injusta al haber perdido repentinamente a un familiar, a un ser querido, o todo lo que tienen.

Acercó la diestra al mentón de la súcubo, obligándole a ladear el rostro para mirarle directamente, solo que ésta vez realizó un movimiento más delicado. —Hikari, necesito que me digas qué pasó con ese hombre, y espero que seas sincera.—Le dedicó una mirada severa. Sería ridículo que le mintiera, desde luego. —Dependiendo de tu respuesta, aceptaré tu propuesta o no.
Astrid Dagmar
Astrid Dagmar

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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Kiss Shot Vie Sep 02, 2016 8:19 pm

Claro que era consiente de muchas cosas, no iba a diestra y siniestra sin saber lo que hacía, pero en realidad, ¿A quien le importaba la gente de ese lugar? Calaña, trata de blancas, droga, sexo, muertes, la moral en Rihm no significaba nada para ella en primer lugar, y dudaba que alguien allí dentro opinara de forma diferente a la que ella. -Le hice un favor al gobierno en limpiar esa ciudad, después de todo simplemente estaba capturando a un hombre que vende y viola chicas inocentes, ¿Qué hay de malo con eso?, ahora está libre por ahí capturando tipas para venderlas a cualquier fetichista de Rihm, pero claro, ese no es tema de Rubinus después de todo, ustedes solo barren los escombros.- Mencionó aquella mujer con bastante mal humor. -Eh Rihm se sobrevive como se puede, tu no le importas a nadie en ese lugar, y si alguien casa destrozos, a los 30 minutos ya tienen sus tiendas en pie nuevamente, después de todo es la plaga del mundo la que habita en en ese lugar... y las plagas son dificiles de exterminar, ni siquiera yo con mi fuerza podría limpiar Rihm.- Que tono más sombrío el que utilizó, como si en verdad buscara asesinar a los presentes de allí, realmente estaba disgustada por eso en realidad.

Dejando ese tema de lado, la rubia procedió a explicarle el porqué de las cosas, omitiendo pequeños detalles que a ella poco o nada le interesaban, sin embargo su propuesta seguía en pie, le estaba ofreciendo la inmortalidad que ella deseaba, más fuerza, más vida, más oportunidad después de todo, pero eso significaba también que tendría que sacarla sin que los demás se enteraran, incluía por supuesto a su jefe el Incubo. Notó su estrés, era normal con tanta información en tan poco tiempo, así que le explicaría mejor las cosas para que se calmara un poco más. -El metodo que tengo planeado es realmente muy simple.. buscaremos a un vampiro, cuando lo encontremos... el se quitará la vida para darsela a ti con mordisco... te seré honesta, el cambio es doloroso y el adaptarse no es fácil.. vomito, dolor muscular, migraña, y cierta ceguera durante tal vez tres o cuatro días... pero si todo resulta bien y tu cuerpo se adapta correctamente serás una vampiresa.- dijo mientras cruzaba nuevamente sus piernas.

Luego una pregunta más fue la que expresó ¿Por qué realmente quería hacer algo como eso? Por que el quiere morir, y la única forma de hacerlo es entregandole su vida a alguien más. y tu eres la única humana en la que confio... quiero arreglar el error que cometí.. redimirme para que de una u otra forma aquel alma torturada pueda descansar en paz... no puedo tomar ese poder, Seishiro al ser un Humano transformado solo puede darle su vida a otro humano, esa es la forma menos dolorosa para el... y si no.. suspiró de forma profunda mientras se tapaba levemente la boca. -Lo mataré- dijo sin más. Tal vez solo quería darle un final digno a su pasado, no quería ser ella quien tuviera que matar a la persona que una vez amó en el pasado, que tuviera una muerte tranquila después de 800 años de sufrimiento le parecía lo mejor a tener que acabar con su pobre existencia de una forma más sanguinaria

-Realmente no me puede importar menos tu proposito... lo unico que quiero ver es que Seishiro descanse de una vez...- Apretó su puño al igual que sus dientes, tras este acto Astrid se hizo a su lado solo para tomarle del mentón y hacer que ella le volteara a ver de nuevo, se le hizo muy extraño, sujetó la muñeca ajena y con algo de fuerza comenzó a bajar de la misma para evitar que le tocara el rostro, ahora no era el momento para eso, lo dejó claro en su mirada, pues frunció el ceño cuando alejó la mano ajena de su rostro. -No tengo porque mentirte, desde el inicio te estoy siendo honesta, Astrid- Habló con una voz tan profunda que probablemente erizaría la piel de cualquiera, tenía una habla temiblemente seria, ese era uno de los cambios de personalidad al salir de Arcadia. -Bien, te diré quien es.. "el".

Su corto cabello hacía que de cierta manera se viera como una mujer más madura, y esa ropa no se le veía del todo mal, dejó los arapos que anteriormente le cubrían a un lado de su almohada solo para tocar levemente su vientre, Astrid no vio su cuerpo desnudo después de todo, probablemente ni se enteró de la aún dolorosa cicatriz que le dejó el Custos Dei... era la única herida que se negaba a sanar, aún ardía.. dolía, pero lo disimulaba bien. -Cuando dejé Chaos por primera vez fue en una tripulación de piratas... yo era la mujer que atendía a los hombres y preparaba los tragos, la dama de compañía de muchos marineros que me pagaban solo por tocarme un rato.. yo disfrutaba, comía, bebía, peleaba, quemaba, mataba e inclusive violaba a muchos invasores de nuestras aguas turbias, y yo como excentricidad demoniaca gané una reputación por ser la única mujer que no "causaba mala suerte" cuando viajaban por mucho tiempo. Realmente no se arrepiente mucho de ese pasado violento. -Tal vez mi nombre no valga nada ahora, pero en su tiempo yo fuí el temor de muchos costeros cuando predecían que mi barco llegaría pronto.. incluso me apodaron de una forma particular... "Kiss-Shot", Ese fue mi nuevo nombre al pisar tierra firme.

Cuando bajé por primera vez en casi 10 años de una reputación en Aguas turbias, era más que obvio que no me recibirían con los brazos abiertos una vez que decidiera abrirme paso en ese entonces Spatium, y como era de esperarse los primeros en darme la bienvenida fueron los seres de tu fascinante especie, los humanos al saber que yo era un demonio a diferencia de los otros tripulantes simplemente se enloquecieron... así que comenzaron a mandar tropa tras tropa... y yo me enfrenté a cada uno de ellos...


... Y como cucarachas, aplasté a cada uno de ellos por miedo a que terminaran con mi vida si me llegase a descuidar, realmente ninguno era un verdadero rival para mi.-
Parpadeo de forma lenta, solo para que Astrid prestara más atención. -Hasta que llegó el... Seishiro.- Cambió un poco su tono de voz cuando dijo su nombre.-Ese humano tenía una habilidad impresionante... tenía una enorme armadura, y su arma fue una Enorme Katana... me dió muchos problemas.. por primera vez un Humano tenía la fuerza para combatir a un demonio como yo... la adrenalina, el miedo, la ansiedad, el latir de mi corazón, cuando el metal de nuestras armas se rozaban era como si un un hueso de mi cuerpo se partiera... pero todo terminó cuando decidí parar... y desde ahí comienza la historia de como conocí al unico humano que amé.- Sonrió levemente.-El cazaba seres como yo.. cualquier excentricidad que no fuera humana terminaba siendo cortada por la espada de Seishiro, pues ese grupo de humanos siempre aborreció a seres infernales... pero conmigo fue diferente, realmente muy diferente... todo iba muy bien, hasta que el tiempo comenzó a hacer de las suyas, su gente moría al igual que el y yo no podía hacer nada para impedirlo, su vida es corta y yo no puedo detener el tiempo... Y utilicé la vida de un vampiro para darle vida eterna... jamás creí que reaccionaría de tal forma.-

-El se convirtió en uno de los seres que tanto odió... ahora el era algo que detestaba.. y al no querer esto mismo... recurrió al suicidio... insolandose en el duro sol de Chaos... creí que el estaba muerto.. hasta hace muy poco... sus cenizas aún vuelan por chaos, todas ellas permanecen juntas y con el tiempo pequeños fragmentos de el se regeneran lentamente... y cuando vuelve a una forma física... se insola de nuevo... Mordió su labio inferior. En pocas palabras... cada vez que se regenera un poco.. el sol hace de las suyas y lo remata una.. y otra.. y otra vez... ese ciclo se ha estado repitiendo por más de 800 años... Bajó su tono solo para ver la expresión de Astrid. ...Hace 200 años logré averiguar esto.. pero para esa época no había forma de que pudiera hacer algo para ayudarlo.. luego llegó la gran guerra.. y yo perdí la memoria... por eso.. quiero acabar con esto de una vez por todas.

Guardó silencio esperando una respuesta de Astrid. -Solo dime si estoy perdiendo mi tiempo contandote todo esto.. Habló mientras solo veía a Astrid ahí, ahora podría saber si realmente estaba interesada, si no lo estaba, se escaparía de inmediato de ahí. -...- No dijo nada más, realmente le faltaban ahora las palabras
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Sep 03, 2016 1:57 pm

De todas las cosas que dijo Hikari sobre Rihm, no supo qué fue lo que más le hizo estar a punto de perder los estribos. ¿Decía haberle hecho un favor al gobierno? ¿Ella, precisamente? Y para colmo, se atrevió a menospreciar a los habitantes de aquella peculiar ciudad. Si bien no era una localidad conocida por ser de excelente moralidad, sus ciudadanos no merecían ser tratados de ese modo. A la propia Astrid le disgustaba ese lugar, pero no por ello juzgaría a todos y cada uno de sus civiles tal y como estaba haciendo la súcubo. Y lo peor de todo era que no parecía estar arrepentida, en absoluto. Se agarró el brazo izquierdo con fuerza, clavándose las uñas en las vendas del mismo para reprimir el impulso de transformarlo. Deseaba golpearla, zarandearla y obligarle a aprender la maldita lección que debió haber aprendido hacía mucho tiempo. Pero, sin embargo, se había vuelto tan estúpidamente blanda que no quería hacerle más daño después de haberle agredido junto al resto de Rubinus. Sabía que, si le atacaba esta vez, probablemente podría dejarle inconsciente sin apenas esfuerzo. Se mordió también la lengua, evitando proferir improperios fuera de lugar o frases realmente hirientes. Tras apenas un par de segundos, aún apretando su zurda, decidió comentarle algo más. —Dudo que tus métodos destructivos los utilices únicamente en Rihm. Pero el caso es que ni tú ni nade es merecedor de juzgar la vida de cualquier otra persona.—Era muy evidente que no sólo estaba molesta, si no que además estaba terriblemente indignada. —Pero no he venido a darte otro sermón. Algún día aprenderás por ti misma, y será algo doloroso.

Por suerte, la charla posterior había logrado calmarle bastante. No era el momento para intercambiar opiniones sobre la importancia de proteger a los civiles, ya que era bastante obvio que ninguna iba a comprender a la otra. Le miró extrañada cuando mencionó que su poder sería otorgado a través de la mortalidad si lograba convertirse en vampiresa. No le aterrorizaban los efectos que ella había nombrado: probablemente el que peor llevaría sería el de la ceguera, pero pensó que, si llegaba a aceptar, podría soportarlo. Sin embargo, la sola idea de tomar sangre de otro ser vivo le horrorizaba. Un par de segundos después cayó en la cuenta de que el estereotipo clásico del vampiro muerde-cuellos no solía ser muy común: conocía a otros de esa misma raza sumamente pacíficos (o no tanto) que conseguían alimentarse mediante elementos sucedáneos o bolsitas de transfusión. Algo bastante triste, pero que, sin embargo, les servía para no andar asesinando a toda persona o animal que encontrasen por el camino cuando tuvieran un poco de hambre.

Si lo pensaba bien… se acabarían las enfermedades, su cuerpo no daría de sí al envejecer, y podría seguir ejerciendo su función de Rubinus durante mucho más tiempo, aunque sus propósitos nunca cambiaran el mundo. Y si, de esa manera Hikari lograba redimirse, apenas le quedaba otra alternativa, a pesar de haberle permitido elegir. Astrid se sentía cada vez más estúpida: la inmortalidad no le importaba en absoluto a pesar de todas sus ventajas; y sabía que podría conseguir más poder con cualquier otro método si investigaba lo suficiente. Pero sentía que, de algún modo, no podría evitar aceptar la oferta.

No se molestó cuando le apartó la mano: recordó ciertas palabras que habían conversado tiempo atrás, y entendió que probablemente habría malinterpretado su gesto. Tampoco se dejó intimidar, pero evitó replicarle. Se quedó en silencio, sin desviar la vista de sus ojos mientras ésta le explicaba acerca del vampiro en cuestión. En cierto momento, su mirada alcanzó a atisbar a la súcubo rozándose el vientre. Juraría que en Arcadia había visto que tenía una herida terrible en ese mismo lugar, y que incluso no había podido sanarla con éxito. A pesar de estar escuchando atentamente sus palabras, su ceño se frunció de nuevo ante la preocupación que volvía a pasar por su mente. Ahora quizás podría curarla como debía, pero se esperaría a terminar de hablar y a tranquilizarle un poco.

Siguió escuchando pacientemente cómo relataba, esta vez, quién era Seishiro, así como su pasado. En cierto momento incluso necesitó apretar los dientes para intentar reñirse a sí misma por los absurdos celos que parecían querer asomarse en su ser, que si bien eran completamente inofensivos, causaban una sensación incómoda en la Rubinus. Suspiró un poco, aunque continuó oyendo lo que Hikari narraba. A pesar de lo fría que podría haberse mostrado anteriormente con la gente de Rihm, su malestar por ese hombre dejaba ver que no se había convertido en un monstruo tras lo acontecido en Arcadia. No del todo, al menos. —No perdiste el tiempo.—Tomó su diestra y la apretó levemente, quizás un poco temerosa de que volviera a malinterpretarle. —Gracias a esto… ya sé lo que tengo que hacer.— Apartó la mano, puesto que no quería incomodarle más. Por ahora. Después tenía pensado curarle aquella herida, si es que la seguía teniendo. Podría incluso hacerlo sin que se diera cuenta, pero sin ver su estado, no podía hacer nada.

A pesar de que quizás no lograría convertirse en lo que Hikari le había propuesto (por intolerancia o por cualquier posible error), la Rubinus no sentía miedo ante lo que pudiera pasarle. Era cuestión de tener más o menos interés, y si bien vivir de manera longeva no le llamaba la atención, sí que le parecía útil poder seguir manteniendo la misma fuerza y resistencia (o incluso más) durante décadas. Desde que salió de Arcadia había procurado entrenarse aún sobreesforzándose, sin reparar en las posibles consecuencias que podría tener en su salud, de modo que estaría preparada para la posibilidad de que la conversión resultase fallida. Si además de esto la súcubo lograba quedar en paz... aceptaría sin dudarlo. —Iré contigo. Mis compañeros están acostumbrados a que viaje continuamente entre sede y sede, de forma que casi siempre estoy ausente. De todas formas, me veré obligada a acudir a su llamada si ocurriera algo realmente importante.—Suspiró de nuevo. —Eso no quiere decir que tras haber realizado el trabajo que fuese, no continuase contigo. No pienso abandonarte en esto. Si confías en mí para que Seishiro esté en paz, aceptaré tu propuesta.—Quizás no le haría gracia que en algún momento su travesía se viera interrumpida por alguna llamada de los Rubinus, pero más adelante se encargaría de explicarle por qué le daba tanta importancia.

Desvió la mirada a su vientre, para después volver a posar la vista en los ojos ajenos. —¿Sigues con esa herida?—Se acercó un poco más, consciente de que quizás la súcubo se enfadaría por su proximidad. —Voy a curarte. Confía en mi, ¿de acuerdo? Ahora tengo más conocimientos de sanación y llevo usándolos un tiempo.—Le dirigió otra mirada severa, pero no era dura como las anteriores. Más bien, quería darle a entender que debía dejarle cumplir con eso. Se aventuró a levantarle un poco la camiseta, a riesgo de recibir un golpe por su parte. Apenas vio la herida, comenzó a deshacer las vendas que cubrían su mano izquierda. —Sé que esto te incomoda, pero sé lo que hago. No voy a hacerte daño. Está mejor de lo que parece, así que tan sólo te molestará un poco cuando te quite los puntos. Después sentirás alivio. Ahora, ten sujeta la camiseta, por favor.—Dejó las vendas cerca de su regazo, sin importarle si la testarudez de la súcubo quería impedirle cumplir con su función. Con un leve gesto de su diestra, los puntos que mantenían la herida comenzaron a descoserse poco a poco. Lo hacía con sumo cuidado, consciente de que si ejercía un mal movimiento podría hacerle más daño del debido. Una vez la herida volvió a quedar abierta, la Rubinus colocó la tela que había recubierto su brazo cerca del pequeño tajo que atravesaba su vientre y comenzó a regenerar la herida sin necesidad de tocar a la rubia. No sabía si cerraría del todo o si sanaría completamente, pero al menos, dejaría de sentir dolor durante un tiempo.
Astrid Dagmar
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Kiss Shot Sáb Sep 03, 2016 9:54 pm

Realmente Astrid era bastante punzante con el tema de sus metodos ¿Qué le importaba a ella su manera de trabajar? Rihm después de todo es un basurero y su gente no era mejor que cualquiera de otro reino, ¿Realmente Astrid se siente bien al dejar libre a un criminal que vende vidas en un apestoso lugar?... no le entendía a decir verdad, pero bien, cada quien se engaña con su propia mentira después de todo, era claro que ninguna de las dos estaría de acuerdo con este tema, la moral de Hikari era la de acabar con la plaga, mientras que la de Astrid era mejorar la condición de sus vidas, ¿Quién de las dos tendría razón? ¿Hikari por hacer el trabajo facil y acabar con valiosas pero corrompidas vidas? ¿O Astrid por intentar sanar corazones tan negros como los pensamientos de aquella rubia? Era una enorme discrepancia a decir verdad. -Yo no juzgo, yo actuo, Astrid.- Dijo como respuesta a su testarudo comentario. -Tu vida no es ni siquiera un fragmento de lo que es la mía, el tiempo me ha vuelto como soy ahora, y como demonio la vida se me ha complicado en muchos aspectos, deberías saber que es natural que yo tenga ese pensamiento, llegué a este mundo para mantener el equilibrio entre lo bueno y lo malo, es mi razón de existir, así como hay angeles que cuidan de ustedes los humanos, mi trabajo es el opuesto a ello... y lo hago adaptandome a las condiciones y cambios que rigen este mundo.-

No sabía como actuar exactamente, como había dicho hace no mucho tiempo, jamás tuvo una relación realmente amena con humanos en el pasado, no tenía alguna charla sincera que darle, y como su naturaleza dictaba el sexo siempre ha sido su primera opción para romper el hielo, sobre todo como criaturas como Astrid, pero en este caso era bastante distinto a lo que solía estar acostumbrada, en primera estancia no tenía demasiadas ganas de alimentarse ultimamente, el estarse acostando con hombres y mujeres en vez de ir en la búsqueda de alguien que por su culpa ha sufrido por más de 800 años realmente no era muy bueno, o almenos ella lo creía de esa manera... realmente la culpa fue el primer sentimiento que le invadió al llegar a Arcadia, por esta razón a pesar de ser tan fuerte naturalmente, no se le notaba demasiado energica a decir verdad. Ahora el silencio decoraba el cuarto, Hikari mantenía su vista en la cara de duda de Astrid, solo para terminar escuchando la frase aprobatoria. -...- Ella había aceptado a pesar de las condiciones que le puso referente a su salud... la rubia soltó un gran suspiro de alivio, y sonrió de la forma más sincera posible para luego decir en voz baja. -Menos mal...- Realmente parte de su tensión se fue, es como si un peso se le quitara de encima.. tal vez le tranquilizaba mucho más saber que Seishiro no moriría de una forma dolorosa. No notó que Astrid le había tomado de la mano, tal vez por estar en su propio mundo dentro de su cabeza, pero almenos las palabras de la humana si que las comprendió.



Ahora que contaba con la asistencia de Astrid, podía contarle exactamente lo que tenía planeado hacer por ahora. -Mi tiempo ausente lo utilicé para pagar deudas... y además de eso buscar el paradero de Seishiro... sus cenizas han volado naturalmente por acción del viento durante todo este tiempo.. cuando tocan el agua logran acumularse y parte de su cuerpo vuelve en vida.. pero el proceso se repite cuando estas vuelven a tocar tierra, si estoy en lo correcto ahora deberían estar en alguna parte de Spatium.. más concretamente en el bosque cerca de un templo, no estoy muy familiarizada con el, pero podríamos buscar en el único templo de todo Spatium... entiendo que tengas que cumplir tus.. obligaciones de limpieza, en caso de que no encontremos tan rapido su cenizas o cuerpo, seguiré buscando por mi cuenta hasta hallarlo.. Ah.. tal vez no estés familiarizada con estas cosas, pero... Tocó sus costados... es cierto, habían confiscado todas sus cosas. -Hay un aparato de comunicación que yo usaba siempre, son de tempus, ¿Estás familiarizada con estos aparatos?, son móviles, así podría contactarte en caso de que le encuentre y tu no estés presente.-

Pero la testaruda de Astrid estaba atenta a los movimientos sutiles de la rubia, había notado su aparente molestia en la zona cercana a su vientre, después de una mirada algo confusa y preguntó de manera directa sobre su condición física. ¿Y qué si sigo con esa cosa?.. Te dije que no es asunto tuyo.- Pero le interrumpió diciendole con bastante tranquilidad que le curaría... -...- ¿Desde cuando se había vuelto tan dependiente de un estúpido humano?.. en cuanto Astrid hizo tan solo el primer contacto para retirar sus puntos la súcubo reaccionó de manera violenta, le tomó directamente de su muñecha solo para devolverle aquella mirada severa con un notorio ceño fruncido cuando esta intentó subirle la camisa. -Si que eres una mujer atrevida... Astrid, en verdad tengo bastante hambre y me encantaría desvestirme en este mismo momento solo para que juegues con mi cuerpo...- Apretó su muñeca solo para pegarsele abusivamente, que su pecho directamente rozara con el ajeno, mientras que con su mano libre apenas y tocaba la pierna derecha de Astrid con su dedo indice. -Pero no es la ocasión para pensar en esas cosas guarras que tanto te gustan... ¿Comprendes?... Susurró en su oido.

Así que lo repetiré una vez más para dejarte las cosas claras... Susurró nuevamente, mientras que apretaba con mucha más fuerza de su muñeca. No-es-Asunto-Tuyo- Le soltó, levantandose sin dejar que esta interviniera con su herida... tal vez lo hacía por simple orgullo.. o temor a que ella acabara de cerrar el daño tan severo que recibió en esa zona. Es hora de irnos, nos queda un arduo camino por recorrer si queremos alcanzarlo.-
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Astrid Dagmar Dom Sep 04, 2016 2:56 pm

Astrid evitó realizar cualquier comentario más sobre el modo de actuar de Hikari. No serviría de nada, ninguna de las dos entendería a la otra y tampoco parecía que tuvieran intención de hacerlo en ese aspecto. Tampoco tenía mucho más que decir, sabía que el diablo sabía más por viejo que por diablo y la súcubo había vivido mucho más tiempo que ella, pero no por ello iba a cambiar de parecer. Se negaba a creer que por su naturaleza su moral estuviese así de corrompida: al fin y al cabo, había conocido a otros seres cuyo origen era tan oscuro como el suyo, pero que sin embargo, no poseían una ética tan retorcida como la suya. Al revés también se daba un caso parecido: existían entidades cuyas razas eran alabadas por su nobleza, pero cuyos actos enorgullecerían al más deplorable de los villanos.

Cuando vio aquella sonrisa de alivio en el rostro de la rubia no pudo evitar reproducir el mismo gesto. Probablemente era la primera vez que le veía así desde hacía mucho tiempo. Era agradable saber que al brindarle su ayuda podría comenzar, muy poco a poco,  a dejar de lado la amargura que había inundado su alma desde que ingresó en Arcadia. —Seishiro logrará irse en paz, ya lo verás. No me importa estar tres o cuatro días pasándolo mal. Tendré una eternidad por delante, así que eso no será nada para mí. Si tengo que pasar un tiempecito así para que tanto tú como él os sintáis en paz, lo haré sin echarme atrás—le aseguró, tratando de levantarle el ánimo. Ni siquiera sabía si aquello saldría bien, pero tenía que demostrar que estaba realmente segura para seguir adelante.

Escuchó lo que le comentó después. ¿Un templo en Spatium? ¿Se refería al que estaba en el desierto? Aunque el desierto no era precisamente un bosque. —Me he recorrido Spatium de arriba abajo durante unos diez años y no sé de qué templo me hablas. Conozco el Santuario, que está en el desierto. Es probable que el templo del que hablas no exista, o, en su lugar, yo no haya explorado lo suficiente,—explicó, acariciándose el mentón mientras mantenía la mirada fija en un punto de la habitación a la vez que trataba de forzar su memoria. Había estado en cada maldito rincón de ese país, pero también era probable que hubiese algún lugar que no hubiese visto. Le habló de móviles, probablemente para que se pusieran en contacto de nuevo cada vez que estuvieran separadas. Soltó una pequeña risa, mirándole de nuevo y alzando una ceja. —Apenas funcionan en Spatium. Como mucho, podríamos utilizarlos en Tempus, pero no cuentes con ello en Spatium. Ya lo probé.—Suspiró, para después continuar hablando. —Puedes enviarme al Señor Sombrero, o puedo mandarte a Tyr.— Se refería a dos halcones que tenían cada una, siendo el suyo la cría del primero, que estaba en posesión de Hikari. Un tiempo atrás, ella misma le dio a Astrid el pequeño aguilucho.

No le importó que Hikari reaccionase de forma arisca cuando le preguntó por la herida, pero lo que hizo a continuación no sólo le molestó, si no que consiguió enfadarle de verdad. La expresión amable que había procurado mantener desde que aceptó la propuesta desapareció por completo. ¿En serio pensaba que sólo quería tocarle de ese modo? Independientemente de los sentimientos de los cuales se lamentaba y arrepentía constantemente de profesar por ella, no era un animal en época de reproducción y tanto su mente como sus hormonas sabían perfectamente cuándo no era el momento para ese tipo de cosas. Trató de echarse hacia atrás para evitar el contacto tan directo, al mismo tiempo que intentaba zafarse de su agarre.

Se levantó cuando ella lo hizo, sin ni siquiera ser capaz de pensar en sus acciones. Aprovechando la cercanía de una pared, la empujó con violencia contra la misma, para rápidamente agarrarle de los brazos e inmovilizarla lo mejor que podía. Se pegó a su cuerpo bruscamente, del mismo modo que ella lo había hecho antes, acercando sus labios a su oído. —Escúchame bien, zorra,—musitó entre dientes, apretando más el agarre, sin pararse a controlar su fuerza. —No soy ninguna maldita perra en celo, ¿de acuerdo? La única vez que quise tocar tu repugnante cuerpo de ese modo fue por pura lástima, pero, ¿sabes qué? Si no llega a ser porque soy una jodida blanda, ni siquiera lo habría hecho.—Mentía, por supuesto que mentía, pero no iba a dar su brazo a torcer. —Soy la única persona en este mundo que verdaderamente quiere ayudarte. Si no fuera por mí, aún seguirías pudriéndote en Arcadia.—Probablemente se arrepentiría más adelante de sacar ese tema. —Arriesgué mi propia vida para sacarte de ese agujero y arrastré conmigo a otras cuatro personas egoístamente.—A decir verdad, a Akki y a Cyan no se lo había pedido directamente, pero sólo con el hecho de haber aceptado que vinieran, ya les había condenado. —Decidí entrar al infierno por mi propio pie, sin saber si podría salir de él, sólo para socorrerte. Nadie más habría movido un dedo por ti.—Soltó una de sus manos, pero la cerró en forma de puño. No iba a bajar la guardia. —ES asunto mío, te guste o no. Si quieres que no me meta más, no lo haré. Jamás te he pedido algo a cambio, ni lo pediré. Pero más te vale que no vuelvas a tratarme así cuando lo único que intento es ayudarte.—Se apartó muy poco, quedándose aún bastante cerca de ella, a la vez que echaba su puño hacia atrás, a la altura de su herida. Sin embargo, éste no iba a parar a la misma, ni mucho menos: dio un golpe veloz en la pared, a apenas un par de centímetros del cuerpo de la súcubo, de forma que habría podido notar perfectamente el temblor del impacto. Se sentía tan enfadada que ni siquiera le había dolido, pero probablemente se le hincharían los nudillos más adelante. —Espero haber sido lo suficientemente clara.—

Se alejó de ella, sacando la llave de la celda. —Voy a por tus cosas. No te muevas.—Acto seguido, salió por la puerta y la cerró, para después subir al piso de arriba y entrar en el cuarto donde tenían las pertenencias de Hikari. Se aseguraría de hablar con Akki más adelante: él solía estar precisamente en Spatium por motivos de vivienda, de forma que quizás no se enteraría de la partida de la súcubo hasta dentro de un día o dos. Procuró prepararse ella también para el viaje, pero como ya estaba acostumbrada a ir de un sitio a otro, no tardó en meter lo necesario en el zurrón que se llevaría. Volvió a donde la rubia estaba recluida, abriendo la puerta y quedándose en el marco de la misma tras lanzarle la bolsa que contenía sus cosas. —Fíjate si está todo. Si es así, nos vamos. Si no, dime qué falta y voy a buscarlo, pero te quedas aquí.
Astrid Dagmar
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Kiss Shot Dom Sep 04, 2016 5:28 pm

Era cierto que su manera de persuadir era bastante agresiva, pero conocía el temperamentO de Astrid lo suficiente como para saber que con ello dejaría de insistir tanto en cuidarla, si le hacía enojar de algún modo simplemente se haría a un lado para continuar sin que le esté molestando todo el viaje. Sin embargo la reacción de Astrid fue mucho más emotiva de lo que se esperó, ¿Por qué se ofendería tanto con un tema tan peculiar?... después de Todo es Hikari de quien habla, Astrid debería saber más que nadie que un Sucubo tiene como preferencia el Sexo, después de todo su jefe Akatsuki es un fiel testigo de ello. En cuanto la rubia se levantó para que se fuera, Astrid actuó impulsivamente empujandole contra la pared, cosa que no se esperó en lo más minimo, por esta razón no fue capaz de intervenir, sus reflejos tampoco eran los mejores por aquel momento, así que terminó golpeandose la cabeza, espalda y cintura en contra de la pared y luego fue inmovilizada por Astrid sujetandole de las manos.


"-Escuchame bien, zorra"- escuchó en contra de su oido, sintió el aliento de la misma pasar por todo su cuello, cosa que le hizo suspirar placenteramente un poco, este trato tan agresivo con insultos y golpes, le recordaba bastante a las  sesiones de "compañera" en su época como marinera. El agarre en las manos ajenas era absurdamente fuerte, simplemente dejó de forsejear por gusto, y nuevamente escuchó las palabras mientras que el aliento ajeno le invadía. -E-entonces mi repugnante cuerpo no es de tu agrado... eh...- Sonrió de manera jodidamente perversa, sus pupilas simplemente se veían como una linea negra rayada en sus orbes dorados, mientras que en la comisura inferior de sus labios un pequeño colmillo se asomaba por ahí -No sabía que tenías ese gusto.. tan.. tan masculino... Agresivo.. ah...- ¿Qué estaba diciendo aquella rubia? es como si ignorara totalmente el hecho de que le salvó en arcadia, pues fue lo que respondió cuando mencionó lo de ir a rescatarle en el pasado. -No me importa que me golpees... seré una zorra si el lo que tu prefieres querida, y si te da asco mi cuerpo... siempre puedo cambiarlo para que te guste más... A-ah.. Entre cerró un ojo cuando sintió la cercanía del cuerpo de Astrid, mientras que el rubor de su cara aumentaba.

Es como si el trato brusco causara un efecto contrario al dolor que quería causar Astrid, Hikari lo sabía bien, no actuaba totalmente por instinto, si no que terminaría sacandole de quicio si continuaba, ¿Cúal sería la reacción ajena al notar el aparente gusto de la Sucubo? ¿Le golpearía hasta noquearla? Cualquiera que fuera la situación, siempre estuvo acostumbrada a un trato brusco por parte de los alfas de Spirit Soul, ¿Cómo reaccionaría una humana controlada por la ira?. Claro que tenía en cuenta las hirientes palabras de Astrid, también era cierto que nadie daría un solo Soul Link por ella, después de todo su vida en soledad fue la misma durante bastantes decadas, sabía que lo más probable era que terminaría en Arcadia por mucho tiempo si no fuera por Astrid, en cuanto a lo de su "repugnante cuerpo" simplemente se lo tomaría como un "Realmente no me gustan las mujeres", era normal que actuara sin cuidado cuando estaba ebria.-Entiendo bien que sientas asco al verme.. Humana, después de todo si es una estúpidez no sentir apatía con seres como ustedes.. cometí el error en mi pasado, y en el presente vuelvo a tener conflictos con ello..
Dejó soltar una pequeña risa. -Pero ahora me sucedio con el sexo opuesto.- Y el golpetazo en la pared solo logró que ella desviara la vista un poco. -Todo ha quedado claro.- Lo interpretó como si Astrid realmente odiara (como cualquier otro humano) a un ser como ella. Como buen demonio, fingir desinterés era algo que sabía hacer muy bien.


Luego le dejó sola por un rato, ella apenas y mencionó una palabra, se acomodó la ropa y tocó sus muñecas, pues ahora le dolían, era obvio que estando así tampoco podría ni siquiera hacerle frente a Astrid. Se colocó unas botas para terreno, nuevamente tendrían que ir hasta un lugar lejano para cumplir con el capricho de Hikari, ¿Por qué esa tonta quería continuar a pesar de la actitud negativa de la Sucubo?... Bah, a lo mejor le interesaba el poder que le estaba ofreciendo después de todo. Se aclaró un poco la garganta, le ardía un poco, luego entró aquella mujer con todas sus cosas, la bolsa hizo un gran ruido en el suelo, fue incapaz de tomarla por auto reflejo, sin embargo todo estaba ahí. Su arma de fuego, su pulsera, móvil, brujula, todo. -...Bien.- Se colocó todo correctamente. -¿Por qué te tomas tantas molestias? No tiene sentido que estés cabreada todo el viaje, ya dejame salir de este lugar. Se hizo en frente de la humana, esperando que se hiciera a un lado. Seré yo quien termine guiandote después de todo, así que tendrás que ver mi asqueroso cuerpo hasta que todo termine, después de que te de la fuerza, no tenemos porqué vernos de nuevo. Parpadeo dos veces, mientras le veía a los ojos. -No sabía que tampoco tuvieras gustos por las mujeres.- Volvió a sonreír ligeramente.
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Privado Re: Una patética existencia [Con Astrid]

Mensaje por Astrid Dagmar Dom Sep 04, 2016 8:40 pm

Astrid se sentía como una perra estúpida. Más bien como una estúpida por haber bajado la guardia en su día y haber permitido que su mente desarrollara sentimientos fuera de lugar por la perra estúpida que tenía delante, solo que ésta, más que estúpida, era una maldita perra. Ambas eran unas perras estúpidas, después de todo. Su reacción no era lo que buscaba, y aunque sabía que por su naturaleza era normal que actuase así de vez en cuando, su actitud le confundió completamente. Sin embargo, lo que realmente le sorprendió fue el hecho de que no valorara en absoluto su rescate de Arcadia. Mientras la Rubinus trataba de hacerle entender (quizás un poco por las malas y tal vez con un tono que parecía un reproche, eso sí) que le había socorrido desinteresadamente a riesgo de perder la vida, la súcubo se limitaba a centrarse en aspectos de la conversación que no venían al caso.

Deshizo su agarre con desgana, apartándose de ella sin mirarle directamente. Ahora sí le causaba lástima: parecía ser que sólo se mostraba receptiva y amable no sólo cuando la situación no lo requería, si no cuando se le trataba de la peor manera posible. Parecía haberle afectado más de la cuenta el hecho de que dijera que su cuerpo le repugnaba, puesto que lo repitió varias veces. Por supuesto, nada estaba más lejos de la realidad, pero no era el momento adecuado para hablar sobre eso. Se fue a por las cosas de Hikari sin decir nada más que lo necesario.

Se hizo a un lado cuando la rubia se colocó delante de ella, permitiéndole el paso, mientras esperaba con los brazos cruzados. —¿Molestias? Te prometí seguir adelante con esto, no voy a echarme atrás.—Seguía sin mirarle directamente. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Realmente merecería la pena que volviera a arriesgar su vida sólo para ayudarle? Se había mostrado segura a la hora de aceptar su propuesta, pero realmente, sabía que existía la posibilidad de que aquello no funcionase. Y sin embargo, era lo suficientemente estúpida como para continuar con ello, aún sabiendo que podría conseguir más poder con algún método menos peligroso.

Exhaló un suspiro que dejaba ver su molestia al volver a oír lo de su asqueroso cuerpo. —¿Tanto te afectó a tu ego un mísera palabra de una simple humana?—Enfatizó las últimas dos palabras. ¿De verdad eso era lo único que le importaba? —Lo que me guste no es asunto tuyo, ni es motivo de discusión.— No iba a confesarle la verdad, ni mucho menos. Probablemente, si la súcubo supiera la más mínima parte, la utilizaría a su favor para intentar manipularle de algún modo. Y podía hacerlo, perfectamente: podría tener a una completa idiota a su servicio si supiera cómo actuar. —Ahora sal. Aún no hay mucha gente en la sede, así que podremos irnos sin que nadie nos pare los pies.—La condujo a través de los pasillos del sótano de la sede hasta el piso a nivel de calle, llevándola hasta la entrada. Astrid se aseguró de que nadie les viera por el camino, de forma que pudieron partir sin problema alguno.
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