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Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

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Privado +18 Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Kiss Shot Vie Sep 23, 2016 9:08 pm

¿Cuanto tiempo había pasado desde que se encontró por primera vez a aquella humana? Era extraño como un simple extraño de buen corazón terminara involucrandose en su vida aunque esta no estuviera obligada a ello, Astrid demostró ser un gran guerrero a pesar de su raza y debilidad humana, tanto así que desde su ayuda con Seishiro dejó de pensar en ella como "Aquel simple humano"  y durante varios meses estuvo sometida a bastante presión gracias al molesto demonio de cabello dorado que terminó interponiendose en varias ocaciones por azares del destino, era hora de tomar un descanso de todo lo malo, triste o duro que se les presentó con el pasar del tiempo, y por fin un aire de paz se presentó como la oportunidad perfecta para que su "relación" pudiera cultivarse, pues a pesar de que ambas confesaron sus sentimientos ya hace un tiempo atrás, jamás tuvieron la oportunidad de concretarla debido a los acontesimientos futuros que sucedieron después de la muerte de Seishiro.

Una propuesta por parte de la cazarecompensas salió después de un tiempo, tras ser informada sobre la herencia que sus padres le dejaron, terminó siendo la dueña de una gran mansión que por ahora estaba en la ruina total, así que necesitaba tiempo y dinero para reconstruirla nuevamente y adaptarla  a los tiempos modernos de Spatium. Así que cuando le dieron la noticia lo primero que hizo fue reunirse con Astrid para informarle sobre ello, la pregunta fue simple y concreta realmente. "-¿Quieres mudarte conmigo?-" Era obvio que Astrid no se tomaría una pregunta a la ligera, así que fue paciente para esperar una futura respuesta, y en su momento le explicó todo para evitar mal entendidos. Tenía todos los documentos legales, junto con la firma de sus padres y una carta escrita por ellos indicando que ella era la heredera de su vieja mansión. "-La mansión está a nombre mio, es la herencia de mis difuntos padres que  al parecer murieron por causas naturales un par de años después de la Gran Guerra... y en la carta dejan en claro que todo el terreno me pertenece, así que volví allí para confirmar todo y aún es de mi propiedad, empecé a reconstruirla nuevamente y con ayuda de trabajadores de Spatium estará lista en un mes... No tienes por qué responder ahora, tomate tu tiempo para decidir correctamente,sin embargo te daré indicaciones para llegar cuando lo desees, estaré esperandote.--" La sucubo le dió entrega de una carta con la dirección y un pequeño pin con las letras "HH" grabadas. "-Estaré en Ba Sing Se de ahora en adelante, allí estará la mansión, con que presentes este pequeño botón en la puerta principal te dejarán pasar sin ningún problema y te atenderán correctamente, puedes confiar en el personal, si vas con tus maletas puedes darselas y ellos se encargaran del resto-" Como despedida, un pequeño beso en su mejilla y un "Hasta luego".

Astrid no se había presentado en el tiempo dicho, había pasado un mes desde que le indicó todo y no ha tenido la oportunidad de verla de nuevo ya que cada quien tenía asuntos importantes que atender, Hikari con su hogar y trabajo, y Astrid obviamente cumpliendo con su obligación  como Rubinus, pero aquel mes le dió tiempo para organizar todo lo referente a su casa, el personal que contrató era especial para su sana convivencia dentro de su propio hogar, pues quería evitar que su mansión se convirtiera en otro vulgar burdel, por esta razón todo el personal masculino no era más que modificaciones avanzadas de varones, traidas directamente desde Tempus,  10 mayordomos Androides estaban presentes para el cuidado completo de su hogar, así como de atender cada necesidad y capricho de la Sucubo exceptuando su hambre sexual, tenían un lugar especial en donde podían descansar, cargar, asearse y continuar con su labor. Su presupuesto era alto, sin embargo el personal Androide era bastante costoso, por lo que no podía darse el lujo de conseguir personal femenino con las mismas caracteristicas.

12 mujeres fueron las contratadas por Hikari, 8 Humanas encargadas del aseo general y cumplimiento de tareas, una gorgona lider de la seguridad de su mansión, Dos elfas jefas de cocina y un Hada encargada de toda la fauna de la gran herencia, cada una con un acompañante Androide para el correcto cumplimiento de sus deberes. Cada mujer tenía una historia particular que contar, sus edades variaban entre los 18 y los 30 años siendo la Gorgona la más vieja de todas.El personal femenino completo fueron afectadas por la guerra, en su mayoría eran desplazadas de sus tierras en busca de una nueva vida, así que la Sucubo les ofreció trabajo (Algo barato, sin embargo era buen pago teniendo en cuenta que no debían pagar un hogar), y un lugar donde comer y dormir. Hikari en tan solo un mes pudo organizar de manera perfecta a su personal y completar por exitorsamente la ahora remodelada mansión, así que actualmente estaba terminando de organizar los ultimos detalles, los muebles, de los cuales se encargaba por aquel momento el personal masculino de organizar, así que por ahora estaba en una reunión con el personal femenino.

-Como sabrán, hablé con cada una de ustedes y las contraté por su actual necesidad, afectadas por la guerra entre el gobierno y la revolución, así que dejaré todo claro en este mismo momento.-  Su voz era fuerte e imponente, y todas las mujeres respondieron al mismo tiempo afirmando como todo un grupo de trabajo serio. "Entendido, señorita Hiroshi" Las reglas serían dadas enseguida. -Entiendo que en este momento se encuentran mujeres de los tres reinos, Spatium, Chaos y Tempus, y que algunas de ustedes apoyan a un bando en concreto, sea la revolución, gobierno o permaneciendo como neutral, y cada una tiene derecho a escoger a que bando pertenecer, la única condición es que deben obedecer mis ordenes, y todas saben mis tendencias personales debido a mi raza, así que ninguna está en contra de mi en cuanto al tema sexual se trata.- Mantenía siempre una expresión bastante seria en su rostro. -Pero en mi hogar ustedes solo deben obedecer MIS reglas, en este lugar no existe algo como la revolución o el gobierno, así que sus ideologías no deberían ser un impedimento para trabajar, todas son iguales aquí. Les estoy dando un lugar en donde comer, dormir, e incluso una zona para su entretenimiento cuando no se encuentren laborando, todas tienen un horario especifico y no están siendo mal pagadas o sobre explotadas, hay 6 habitaciones, en las cuales ustedes deciden con quien compartir. Aclaró un poco su garganta. -Sin embargo, si me llego a enterar de que hubo tan solo una pelea por algún motivo, ya sea por diferencia de pensamiento e ideologías, no sacaré a una, las sacaré a todas, puedo contratar un nuevo personal en ese caso.- Todas se vieron, pensando en lo conveniente que era no generar problemas. -Se que tienen familia y esas cosas, pero mi casa no es un lugar de visitas, tendrán que hablar conmigo y yo les otorgaré un permiso para que puedan visitarlas cuando lo necesiten... eso es todo, no lo repetiré más, así que espero un buen trabajo por parte de todas ustedes.- Y las mujeres respondieron con educación y confianza. "¡Si, señorita Hiroshi!"

La reunión se estaba llevando a cabo en el salón principal, todas ellas estaban paradas en fila mientras que Hikari se encontraba dandole la espalda a la puerta principal, fue entonces cuando escuchó el timbre.. cosa extraña, significaba que los mayordomos le dejaron pasar sin la necesidad de informarle primero a su superior, y solo una persona tenía el derecho a ello. ¿Astrid había tomado una decisión? -Disculpen un momento- Dijo la Sucubo, pues abriría la puerta principal en ese mismo momento.-


Última edición por Hikari Hiroshi el Sáb Oct 01, 2016 11:32 pm, editado 1 vez
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Sep 24, 2016 12:40 am

¿Quieres mudarte conmigo?

Qué.

Así como así, la súcubo le había soltado tal bomba en las narices, como si nada. Nada más escuchar la inesperada pregunta, los ojos de Astrid se abrieron como platos, pero después los cerró rápidamente al llevarse la diestra al puente de la nariz, como si aquel gesto le permitiese pensar mejor. —Espera, eh… a ver…— Hikari le explicó tranquilamente a qué se debía tal propuesta, propuesta que tenía ciertos puntos en contra pese a ser muy tentadora. Si bien conocía desde hacía un tiempo a la cazarrecompensas, sus encuentros habían estado caracterizados mayormente por el conflicto. Vivir con ella podría dar lugar a más conflicto… o a tener alguna oportunidad para compartir algún que otro momento pacífico. Aunque fuese comer lentejas mal hechas, de estas caldosas a las que es mejor echarles vinagre para tapar el mal sabor. No sabía por qué había pensado en las lentejas, pero estaba segura de que la rubia cocinaría fatal, teniendo en cuenta que ella comía otras… cosas.

Desde que se marchó de casa cuando era una adolescente, no había tenido una casa propiamente dicha. Y desde que se unió a los Rubinus y consiguió que se construyeran sedes para la organización, iba de un sitio a otro, habiéndose acostumbrado a la vida nómada desde hacía más de diez años. De este modo, apenas tenía equipaje. Pa’ qué. Cargaba con una bolsa en la espalda, la dichosa mochila llamativa que consiguió en Rihm que parecía tener vida propia porque por alguna razón siempre acababa volviendo a ella, y un par de bultos más que llevaba con una mano. En la otra, tenía un pequeño pin con un par de ‘H’ grabadas, y un papel con la dirección de la casa… papel que le costaba la misma vida leer por cierta condición que achacaba a haber tocado pocos libros en su vida, aunque ni siquiera sabía a qué se debía. No se acordaba del nombre de las calles, de forma que encontrar el lugar sería divertido, a no ser que se encontrase con alguien.

Ba Sing Se no le parecía el lugar más adecuado para vivir. El nivel de vida era bastante bueno y la gente solía ser amable. Todo bien, desde luego, pero… para su desgracia, aquella ciudad era una gran fuente de recuerdos de su infancia y parte de su adolescencia. Ella se crió allí con su familia; jugó en varias de sus calles y escapó a través de las mismas junto con su mejor amigo para comenzar a vivir en pos de lo que ellos pensaban que era la libertad, alejados de una educación pro-gubernamental. Cada maldito rincón de ese lugar tenía una anécdota o algún recuerdo irrelevante, como ese pescadero que de vez en cuando parecía tirarle los tejos a su madre, aunque ella le ignoraba completamente.

Si bien la mayoría de aquellos recuerdos eran agradables, éstos producían el efecto contrario en la Rubinus, que sentía cierto pavor al relacionar inevitablemente algunas de esas memorias con algunos eventos fatídicos que ocurrieron años después, lejos de aquella localidad. Probablemente sus padres seguirían viviendo allí, pero rechazaba completamente la idea de encontrarlos de nuevo. Lo más seguro era que su padre prefiriese que estuviese bajo tierra, teniendo en cuenta que se pasó al bando contrario siendo una niña. Y que, para colmo, fueron los de ese mismo bando los que mataron a su único hijo varón.

Debía ignorar todo aquello. Ba Sing Se no tenía la culpa de que su maldita mente relacionara recuerdos agradables con otros no tan buenos, ni mucho menos Hikari, que había decidido compartir su privacidad (algo quizás bastante extraño viniendo de una súcubo) con ella. Aquello era cuestión de respirar hondo y tratar de separar el pasado del presente, aunque sabía que le costaría horrores. A pesar de que la ciudad era grande, alguna que otra cara que se cruzó se le hizo conocida, pero en ningún momento intercambió saludos con nadie. Ni ella se acordaba de ellos, ni ellos de ella, como mucho podrían pensar que su rostro era relativamente familiar. Caminaba bastante tensa, temerosa de encontrarse de bruces con su padre o su madre, o con alguien que le reconociera en seguida por la razón que fuese. Lo dudaba: había cambiado bastante, pero la memoria de algunas personas era digna de admirar.

Tras perderse varias veces y preguntar muchas más por direcciones, la mujer arribó a una gran finca cuyo terreno era tremendamente amplio. La última persona con la que se había cruzado había señalado a esa mansión, de forma que no debía estar equivocada. Un par de androides vigilaban en la puerta, como si estuviesen custodiando a una poderosa noble. Hikari podía ser exagerada a veces… o sensata, teniendo en cuenta que cualquiera podría entrar a robarle si no estuviese bien protegida. Aquellos seres tenían la mirada vacía, pero parecían inspeccionar el rostro de Astrid en busca de algún dato conocido. Ella se limitó a enseñar el botón que la súcubo le había entregado la última vez que se vieron, e inmediatamente, los robots se echaron a un lado para permitirle el paso. Curioseó con la mirada el ambiente que rodeaba aquella gran casa, sin detenerse en su andar, hasta que llegó a la puerta principal y llamó al timbre.
Astrid Dagmar
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Kiss Shot Sáb Sep 24, 2016 2:15 am

Astrid se había tomado su tiempo para decidir sobre si realmente quería mudarse con ella, era normal al fin y al cabo, no era una decisión que se pudiera tomar a la ligera, pues muchas cosas se pondrían en juego con ello, no solo la confianza, si no también la convivencia, y el voto que Astrid le estaba dando era bastante significativo para Hikari, pues lo único que había logrado con estar con Astrid era simplemente generar conflicto tras conflicto y jamás quedaban en buenos terminos, almenos fue así hasta que terminó encerrada con los Rubinus por su agresivo comportamiento en Rihm, aún tras todo esto quizo seguir con una relación que a vista de ojos comunes no terminaría bien para nadie, aunque según las palabras sabias de un vampiro que ahora descansa en paz todo podría salir dando excelentes resultados. Por esta razón no podía dejar perder la oportunidad de ganar confianza con Astrid, lo supo en cuanto el timbre sonó, el que estuvo esperando por más de un mes a que sonara.

inhaló profundamente al darse la vuelta para tomar la perilla de la puerta, sabía que quien estaba atrás de esa puerta de madera era la única mujer en quien actualmente podía confiar, quien le ayudó a superar un momento dificil en su larga y pecaminosa vida, ¿Por qué se sentía tan nerviosa? ¿Cómo estaría Astrid? ¿Se encontraría bien? Solo esperaba que el trabajo no la haya agotado o desgastado demasiado. La perilla sonó dando indicio de que la puerta se abría, y rápidamente jaló de la misma solo para que sus orbes dorados fijaran su vista en los hermosos ojos castaños de la Rubinus, ella estaba bien. -¡Astrid!- Exclamó con un tono alto de voz mientras que una sincera sonrisa comenzaba a florecer en su rostro, dio dos pasos hacia el frente saliendo de su hogar y no se contuvo en lo más minimo al saludarla, pues le abrazó con una fuerza increible e incluso la levantó un poco del suelo. -¡Me alegra mucho verte!- Dijo mientras continuaba con aquel abrazo.


Le soltó tras unos segundos, pero inmediatamente le tomó de la mano solo para jalarla un poco para que entrara. -No tenías porqué desaparecer de esa manera, Ni siquiera el Señor sombrero se aleja tanto de sus pichones, pudiste escribirme una carta, tonta- no lo dijo de forma seria realmente, lo importante es que ya estaba ahí. Hikari iba vestida de una forma muy diferente a lo que Astrid estaba acostumbrada, por primera vez en mucho tiempo no llevaba consigo un traje revelador, o una armadura de combate, o su vestido rojo con negro que tanto le gustaba, llevaba consigo un sueter de color marrón oscuro,que milagrosamente ocultaba su cuerpo (Cosa extraña, pues solía llevar escotes bastante reveladores), un pantalón deportivo, unos zapatos casuales y su cabello, aunque ya no estaba tan corto como antes, lo mantenía recojido con una moña de color negro. -Me alegra mucho saber que tomaste esta decisión... ven, ellos te ayudarán con tu equipaje. Fue allí cuando vio esa horrible mochila de nuevo. -... Ah... también te compraré una maleta de equipaje, ¿Por qué sigues con esa horrible cosa?- Arqueo una ceja mientras que un mayordomo se encargaba de ayudarle con el equipaje.

-Estaba en mitad de una reunión de personal, llegaste en un buen momento, Astrid- Afirmó la sucubo mientras volvía con las 12 empleadas presentes. -Señoritas, les presento a Astrid Dagmar, es mi novia, así que sus caprichos, son también ordenes que deben cumplir.- Era la primera vez que se refería a Astrid como su novia a decir verdad. Volteo a ver a la rubinus para seguir dandole información al respecto. -En total, hay 22 empleados que se encargan del mantenimiento y cuidado de la mansión, 10 hombres, y 12 mujeres, las señoritas son todas afectadas por la guerra así que les ofrecí una oportunidad para que pudieran vivir en un ambiente más tranquilo, por esta razón son muy obedientes y profesionales con su trabajo. Le indicó a la rubinus. -Me encargaré personalmente de darte un recorrido completo por mi hog... nuestro hogar... aunque no se si quieras hablar conmigo antes, se que debes tener muchas dudas.-Sabía que necesitaban charlar a solas un rato.

-Damas, comiencen con su trabajo, ayuden a los mayordomos a terminar de organizar todos los muebles- dio aquella orden, la cual fue respondida de inmediato por el grupo completo de mujeres presentes. -"A la orden, señorita Hiroshi"- y todas se dispersaron para comenzar con su trabajo. No soltó la mano de Astrid, la guió hasta un sofá de color rojo que se ubicaba en el centro de lo que parecía ser el salón principal, atrás habían unas grandes escaleras que guiaban al segundo piso, así que se sentó junto con Astrid, tal vez estaría agotada por el viaje. Dime... ¿Cómo te sientes?... ¿Realmente estás segura de esto?... no tienes porque quedarte si no quieres.. Astrid.- Apretó su mano un poco. ¿Te gusta el lugar?, me ha costado mucho restaurarlo, estaba en muy mal estado ya que desde que murieron mis padres nadie se encargó de ella en un largo tiempo.-
Kiss Shot
Kiss Shot

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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Sep 24, 2016 11:47 pm

Desde que le abrieron las puertas al ver el pin, era más que obvio que aquella debía ser la mansión de Hikari, pero tenía cierto miedo de encontrarse a la loca de los gatos tras la puerta y que acabase lanzándole unos cuantos a la cara. Por fortuna, encontró a la súcubo más feliz que nunca, lo cual le agradó enormemente. Dejó el equipaje que llevaba en la mano rápidamente para corresponder al abrazo, sonriendo de forma cálida al mismo tiempo. —Yo también me alegro mucho de verte.—Hizo una mueca cuando la rubia le levantó del suelo. —¡Eh, para! ¡Te vas a hacer daño!—exclamó, riendo un poco. Agarró las bolsas que había soltado en cuanto se separaron, para después seguir a la fémina hacia el interior de la lujosa casa. Frunció el ceño cuando le reprochó que podría haber mandado la carta al menos, aunque sabía que no lo decía en serio por el tono de voz. Tenía razón, a decir verdad. Miró con curiosidad el interior del edificio, a la vez que empezaba a sentirse abrumada por recibir tanta atención de golpe. —Ah, ¿esto? No es necesario que me compres más cosas… Simplemente lo vi útil para cargar mis cosas, al igual que el resto de zurrones que traigo,—respondió, dejándose llevar hasta donde estaban las sirvientas.

Miró de reojo a Hikari ante el calificativo que le había dado. A decir verdad, nunca se habían referido entre sí como novia o pareja, al menos, no hasta ese entonces. Escuchó su explicación, haciendo un gesto afirmativo con la cabeza. Cuando los empleados se dispersaron para cumplir las órdenes de la súcubo, ambas se sentaron en un cómodo sofá en el centro de una gran habitación, probablemente uno de los muchos salones que poseería aquella mansión. Le alivió poder descansar las piernas un poco, no había caminado durante todo el trayecto pero la fatiga había comenzado a ser notoria. La rubia parecía insegura con la situación, o al menos, parecía querer que Astrid estuviese lo mejor posible. Eso le abrumaba un poco, pero era de agradecer. Le devolvió el apretón y colocó su mano libre en su mejilla, dirigiéndole una sonrisa cansada. —Deja de preocuparte, no es necesario que me consientas tanto. Estoy bien, y estoy muy segura de esto.—Suspiró un poco. —Llevo semanas estándolo. Quería darte una sorpresa… y haber venido antes, sin decir nada más, pero surgieron varias cosas y los demás Rubinus y yo tuvimos que ocuparnos de ello,—afirmó, con un deje de fastidio.

Volvió a apretar la mano de Hikari. —Lo que verdaderamente lamento es no haberte podido ayudar con la restauración. Si hubiese podido venir antes, quizás podría haberte echado una mano.—Puede que la súcubo hubiese conseguido el personal desde hacía bastante tiempo y no hubiese estado sola durante la reforma, lo cual era bastante probable, pero quizás hubiese sido agradable que hubiese tenido su apoyo de forma física. —Lo poco que he visto… me gusta. Quédate tranquila. Y si aún te quedan cosas por hacer, estaré encantada de ayudarte.—Se inclinó hacia delante y besó sus labios, incapaz de aguantar el impulso por mucho más, aunque no fue brusca ni repentina en su acción. Se separó un poco tras unos cuantos segundos, carraspeando antes de cambiar de tema.

—Me agrada que hayas contratado a personas afectadas por la guerra.—Sonrió de forma sincera, denotando que estaba orgullosa de sus actos. —Pero, ¿por qué solo mujeres? También hay muchos hombres que se han quedado sin trabajo y sin un sitio donde vivir,—preguntó, puesto que se había dado cuenta de que los mayordomos eran todos androides. Quizás habían sido afectados por la guerra también, pero no tenía manera de saberlo. Tal vez era simplemente por cuestión de comodidad, aunque no sabía cuál era el criterio exacto que Hikari había usado para contratar a sus empleados. Frunció el ceño tras percatarse de que probablemente no olería muy bien después de la travesía, separándose un poco más de la súcubo, pero sin apartar la mano de la suya. —…Eh… creo que necesito una ducha. ¿Qué tal si me enseñas la casa ahora? Después de eso, me ducharé y podremos charlar todo lo que quieras.—Sería la mejor manera de relajarse, sin duda.
Astrid Dagmar
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Kiss Shot Dom Sep 25, 2016 1:24 am

Era cierto que tal vez estaba resultando muy paranoica con la decisión de Astrid, pero si ella estaba segura desde hacía ya bastante tiempo supuso entonces que realmente se tomó lo necesario para que todo en su cabeza se organizara, además de eso se tardó bastante en decidir, así que era bastante obvio que estaba totalmente de acuerdo con quedarse con ella, le alegró mucho saberlo, era genial que depositara tanta confianza después de todo lo acontesido anteriormente... era mejor no decirle de lo que hizo aquel mes sin contar con la remodelación de la mansion Hiroshi. -Vale vale, quedate con esa horrible mochila- Dijo saliendo de aquel tema... de todas formas le compraría una mejor aunque esta no quisiera. La risa de Astrid era algo que no estaba demasiado acostumbrada a escuchar, realmente podría acostumbrarse a ella, era muy agradable también.

Una vez que todos comenzaron con su labor general, las elfas jefes de cocina decidieron hacer ciertos preparativos, tanto para las empleadas como para la nueva inquilina, quien debía estar hambrienta por el largo trayecto a Ba Sing Se, por lo que se pondrían con el almuerzo de todos exceptuando a la Sucubo, obviamente. Una vez que estaban en un lugar más comodo la rubia volvió a insistir sobre su decisión de quedarse, pero la rubinus fue clara y estaba totalmente de acuerdo con ello, tras sentir el apretón de su mano y ver su sonrisa agotada fue un gran alivio para la cazarecompensas, nuevamente sonrió muy levemente solo para escucharla hablar. -Me alegra saber que confías en mi de esa manera, Astrid.- Pegó un poco su rostro a la mano de Astrid en cuanto esta le acarició la mejilla.

Nuevamente sintió un apretón por su parte, y una frase con cierta tristeza ante la restauración de su casa. -En verdad no te has perdido de nada, así que no te preocupes, lo importante es que estás aquí sana y salva.- dijo la rubia, mientras mantenía su vista en los ojos ajenos. Realmente la había extrañado un poco, quizas porque no supo de ella en bastante tiempo con todo lo ocupada que estuvo con la reforma, además de cierto problema que se ganó con un soldado del gobierno... tal vez debía hablarle sobre la gran apuesta que realizó... pero a decir verdad quizas Astrid ya tenía suficiente estrés ultimamente, no quería que se siguiera preocupando por cosas como esas, por lo que no le contaría nada por ahora respecto a ese delicado tema. -La mansión es algo grande... pero resumiendo, hay 4 zonas, en el primer piso se encuentra el salón principal, que es donde estamos ahora, un bar, el comedor, la cocina, un baño y el gimnasio. Le explicaría correctamente todo con más detalle. -La segunda zona se compone por un Jardín muy amplio, tiene un pequeño riachuelo con varias especies de peces, diversidad de flora y fauna silvestre, además de un pequeño homenaje hacia mis padres junto con Seishiro.. y si continuas encontrarás el hogar de todos los empleados, esa sería la tercera zona, es una casa un poco más pequeña, similar a un edificio pequeño con varios apartamentos, siempre puedes pedir ayuda a ese lugar si yo no estoy presente.- Aclaró un poco su garganta para continuar. -Y la última zona es el segundo piso, allí se encuentra nuestra habitación, en este momento los mayordomos deben estar organizando todas tus cosas allí, dentro de ella hay un baño privado para dos personas, y un par de Juguetes de Tempus... ah, ¿Conoces esas cosas que reproducen música?, puedes usarla cuando quieras... y por el gran pasillo se encuentran dos habitaciones para huespedes, y una habitación especial para entrenar.-

Aún continuaba con la explicación de toda su enorme casa, pero en cuanto pausó un momento Astrid se adelantó para darle un beso... frenó en seco su explicación solo para apegarse a los suaves y dulces labios de la rubinus, cerrando los ojos mientras que se dejaba llevar un poco. Realmente el momento fue muy fugaz, en cuanto la mujer de cabello castaño se separó realmente le costó un poco a Hikari contenerse... "La razón controla al instinto", si, aunque no recuerda la última vez que realmente intimaba con alguien de esa forma. Las palabras de Astrid intentaron desviar el deseo de la Sucubo de volver a besarla, así que respondería de la misma manera.-Bueno... en mi búsqueda de personal encontre a estas mujeres en distintos reinos, me recordaron viejos tiempos de necesidad, así que decidí darles una mano... no es para tanto realmente, pero a pesar de la diferencia de ideologías todas decidieron olvidar sus diferencias para convivivir en armonía- Pero una pregunta curiosa surgió de inmediato, ¿Por qué solo el personal femenino era el contratado? -Oh... bueno, hay dos razones realmente.- Dijo de forma un poco más tranquila.

-La primera, es por que quiero evitar que los romances internos se conviertan en problemas para mi... Teniendo en cuenta de que todo el personal pasa las 24 horas aquí es natural que se generen relaciones de todos los tipos... no es que yo tenga algo en contra de eso, pueden hacer lo que quieran cuando no están trabajando... pero si alguna terminara embarazada por algún descuido estúpido, sería un gran problema para mi, y no quiero que mi casa se transforme en un burdel y menos en una guardería- Afirmó con seguridad. La segunda... realmente es porque no me controlo demasiado cuando hay muchos hombres presentes... Comenzó a reír mientras le explicaba. -Estos Androides carecen de sexo, aunque tienen una.. ah.. ¿Como le dicen?... Inteligencia Artificial muy buena, según me indica el vendedor, aunque solo funcionan a dentro de la mansión gracias a una instalación especial... así que fue un proceso tedioso y costoso... por eso no pude hacer lo mismo con el personal femenino, es demasiado caro.- Ella no entendía realmente muchas cosas sobre el tema de la tecnología de Tempus, pero cada ser independiente gozaba de una memoria y personalidad propia.

Astrid de la nada se había separado de ella, ¿Por qué razón?... bueno, tal vez simplemente quería levantarse para caminar un poco, pero la duda fue solucionada en cuanto la rubinus habló.Oh.. Claro, es normal, con el gran viaje que debiste dar con todas tus cosas.. Ven, te enseñaré nuestra habitación para que puedas ducharte y relajarte un poco, para entonces la cena estará lista para ti, debes estar hambrienta.- Se levantó aún sujetandole de la mano, la cual lentamente comenzó a entrelazar con sus dedos, realmente le gustaba hacer eso. - Realmente fue una sorpresa recibir la noticia de mis padres, hace siglos que no sabía de ellos... no creí que me dieran como herencia su mansión.- Dijo suspirando de una forma cansada. -Con todos los tramites legales y los pagos, sumandole la restauración completa y el personal me he gastado todo lo que tenía en el bolsillo- Comenzó a caminar hacia el fondo bajando los hombros con desanimo, allí estaba una enorme escalera con un tapete rojo, por el cual comenzaron a subir.

-No he podido relajarme ni un día después de que me sacaste de ese agujero... realmente estoy muy agotada.- Y tras subir por la escalera esta daba paso a un extenso pasillo que se dividía en dos para ir a las diferentes habitaciones presentes. -Buscar al personal y capacitarlos es realmente muy agobiante.. pero todo está listo, supongo que me tomaré unas pequeñas vacaciones esta semana antes de volver a trabajar.. aunque no tenga mucho dinero- Tras caminar un par de pasos, ambas quedaron frente a una puerta Doble de color dorada, con distintos decorados muy bien trabajados. Aquí estamos- Abrió la puerta y dio un paso para continuar.

El interior era muy singular, tenía un estilo moderno bastante tranquilo, una cama Grande que parecía tener una cortina de color vino tinto, un tapete de color blanco que recorría toda la habitación, un pequeño sistema de sonido junto a una gran ventana que tenía decorados con una persiana blanca de gran tamaño, mientras que en las paredes habían diferentes armarios, estantes y un par de muebles, y en la esquina de la derecha una puerta de madera más pequeña, en donde se encontraba el baño. Había una Maid ahí, una jovencita de 18 años que estaba dejando el ligero equipaje de Astrid sobre la cama. -Te dejaré sola un rato para que puedas asearte, tomate tu tiempo, yo aún debo organizar los horarios de las señoritas.- Miró a la jovencita, y la llamó por su nombre. -Sakagami, acompañame.- Dijo la sucubo, y como era de esperarse, la empleada respondió como era debido. ¡S-si señorita!- Era algo timida,pero fue tras ella dejando sola a la rubinus. -¡Oh! un mayordomo te indicará cuando la cena esté lista, así que siguelo, el te llevará al comedor.. yo te acompañaré en tu almuerzo-
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Mensaje por Astrid Dagmar Lun Sep 26, 2016 10:24 pm

Ciertamente, le asombró el hecho de que un hogar albergara tantas estancias. ¿Era realmente necesario? No lo era en absoluto, pero sí que era verdad que aquello podría facilitarles la vida en muchos aspectos. Además… era una tontería tener tantos metros cuadrados para sólo las habitaciones necesarias. Le pareció gracioso que considerase los equipos de sonido como “juguetes de Tempus”, pero sabía que probablemente se debía a que ella era natural de Chaos. Lo que sí le extrañó fue que, tras más de mil años de vivencias, aún no estuviese al tanto de las tecnologías de Spatium. Si bien no era la nación más avanzada de las tres, no era tan tradicional como el país natal de la súcubo.

Escuchó sus explicaciones con respecto a los criterios de contratación del personal. No pudo evitar arquear una ceja cuando escuchó la segunda razón por la cual había preferido darle empleo a androides en lugar de a hombres de carne y hueso. Aquello le llevó a tener numerosas dudas que ya de por sí se habían manifestado en su mente, pero que ahora volvían con más fuerza. ¿Lo había hecho por Astrid? ¿Tendrías otras razones para querer contenerse? Lo que más le preocupaba, más allá de que se fuera a comer por ahí en un arrebato, era si realmente se alimentaba lo suficiente como para estar saludable. —En realidad no tengo mucha hambre. Comí algo poco antes de venir,—respondió cuando le dijo que quizás estaría hambrienta. Le siguió cuando se levantó (tampoco es que tuviera más remedio, pues aún seguían de la mano, pero aún así lo hizo voluntariamente). Se le notaba agotada, y por lo que decía, tampoco iba muy bien económicamente después de la reforma.

Tiró un poco de su mano antes de que abriera la puerta del dormitorio. —Hikari.—Apretó el agarre para llamar su atención. —Tómate el tiempo que necesites para descansar. Ahora puedo ayudarte yo también con el dinero. No vas a pagar tú todo, ¿verdad?—Era una pregunta retórica, porque pensaba intervenir de algún modo. Después de todo, era ella quien se estaba quedando en casa de la súcubo. Entraron en la habitación, donde había una sirvienta colocando las pertenencias de la Rubinus. Quiso indicarle que quería hablar con ella en ese momento, no consideraba que lo que tuviera que decir fuese urgente, pero tal vez sería mejor hablarlo antes de cenar. Sin embargo, parecía tener prisa por continuar con sus ocupaciones, de forma que cambió de opinión rápidamente. Asintió antes de soltarle la mano. —Te veo luego.—Ya le comentaría lo que se le pasaba por la cabeza durante la cena.

No tardó mucho en ducharse. No estaba acostumbrada a darse largos baños donde derrochaba el agua como si no hubiera un mañana, por no decir que ya de por sí el proceso de secarse el pelo era bastante tedioso y lento. Esto fue lo que probablemente le llevó más tiempo, además de habituarse a cómo hacer que saliera agua caliente del grifo. Su cabello seguía un poco húmedo para cuando decidió bajar a cenar, de forma que tras recogerlo como pudo (siendo sinceros, con tanta cantidad de pelo era medio imposible) se puso un suave albornoz blanco que había colgado detrás de la puerta. No se lo ciñó mucho, tan sólo lo suficiente como para que no se le viera nada en un descuido, pero aún así no le quedaba mal. Eso último le importaba más bien poco, de todas formas. Al salir, se calzó unas zapatillas y caminó hacia la puerta, donde le esperaba uno de esos androides, que le guió hasta el comedor. Un lugar absurdamente amplio, teniendo en cuenta que la única que le daría verdadero uso sería ella sola (y puede que las sirvientas, si es que no había problema de que comieran allí). Bueno, quizás a la súcubo le hacía gracia traer gente de vez en cuando e invitarles a comer por puro despliegue de poder, vanidad, o lo que fuera que hiciese la gente con casas tan enormes y espacio sobrante.

La comida ya estaba servida y Hikari estaba esperándole, de forma que la Rubinus se giró hacia el mayordomo y le pidió que le dijera al resto del personal que no entraran en la sala hasta que ellas dos salieran. De este modo, podrían charlar tranquilamente sobre el tema que rondaba su cabeza desde hacía un rato sin interrupciones. —¿Qué tal? ¿Terminaste de organizar todo?—le preguntó a la súcubo, sentándose cerca de ella. Se quedó un momento quieta al ver el plato minimalista que tenía delante. No tenía ni idea de lo que era: parecía un pequeñísimo trozo de carne envuelto en a saber qué, con una salsa extraña y una hoja enana de perejil justo encima. Bueno, no tenía mucha hambre, de todas formas. Con la diestra, tomó un sorbo de la copa de vino que estaba al lado, antes de ir directa al grano. —Hikari… ¿cuánto hace que no comes?—Alzó una ceja, sin soltar la bebida.

—Lamentablemente, debo confesar que no me resulta agradable que tu alimentación sea tan… particular.—Suavizó su expresión, así como el tono empleado. No quería que pensara que estaba atacándole. En realidad no sabía cómo abordar el tema exactamente, así que temía estropear la situación al ir sobre la marcha. —Digamos que eso choca con ciertos estándares… humanos.—Frunció el ceño, fastidiada por la imposibilidad de comunicarse correctamente y porque en cierto modo se le dificultaba hablar de aquello. —Pero es tu salud, y eso me importa más que cualquier cosa que yo pueda pensar.—Alargó la mano izquierda y para tomar la diestra de la súcubo, a la vez que dejaba la copa en la mesa. —No sé cada cuánto tienes que alimentarte, no sé si lo estás haciendo como debes, ni sé… si sólo yo seré suficiente para eso,—admitió, a la par que una mueca de molestia se dibujó en su rostro. Por supuesto, no le hacía gracia en absoluto que necesitase buscar su comida con otras personas, pero no iba a privarle de algo necesario… si lo era. —¿Es realmente necesario que te busques a otra gente?—Respiró hondo antes de continuar hablando.—Si lo es… no me importa hacer un esfuerzo y tragarme mi ética y mis celos. Haré lo posible por acostumbrarme. Después de todo, no sería justo privarte de algo que necesitas para sobrevivir.—El problema era si no era necesario, ahí cambiaban bastante las cosas. —Sé que no vas a mentirme, así que creeré lo que me digas, me guste o no.—Como demonio sexual, probablemente no le agradarían este tipo de preguntas, ya que coartaban su libertad de algún modo.
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Mensaje por Kiss Shot Mar Sep 27, 2016 1:35 pm

Se había decidio a dejar la habitación junto con la criada más joven del lugar, que por fortuna era la única que se encontraba en cierto periodo de prueba, Hikari tuvo que ser más paciente que con las otras empleadas del lugar debido a su inexperiencia, una vez que dejaron a Astrid sola en su habitación, esta le hablo frente a la puerta. -Sakagami, tu prueba de capacitación ha terminado el día de hoy.- Fueron las no tan alegres palabras de la rubia, mientras que la joven humana permanecía en silencio. -Realmente lamento por todo lo que has tenido que pasar en estos duros tiempos de guerra, y aunque no soy la persona más indicada para consolar tu situación, lamento lo que te ha sucedido a ti y a tu familia, supongo que de cierta manera te entiendo.- Habló la cazarecompensas mientras mantenía cierto tono tranquilo

-Pero has demostrado que tienes la capacidad de estar con nosotros, así que felicitaciones, eres un miembro del personal.- Tomó el hombro de la mujercita mientras esta, con una leve sonrisa asentía. -Te has ganado una confianza superior entre todas las del personal, por esa razón te has ganado un puesto especial, serás nuestra encargada personal, tanto de Astrid, como de mi, por esa razón tendrás una habitación personal para ti sola en la zona de descanso para empleados, puedes transladar todas tus cosas ahí. Golpeo levemente su hombro dandole una pequeña palmada. -Ah, y espero que seas paciente con mis pequeños caprichos, teniendo en cuenta que clase de demonio soy, claro está.- La Joven Maid asintió sin ningún problema. -D-desde el inicio estoy al tanto de su condición como Sucubo... a-así que... no hay ningún problema, señorita Hiroshi.- Cuando esta asintió, fue como si le diera el permiso a la Sucubo de hacer lo que quiera, o almenos así lo interpreto ella. -Bien,ve a dejar tus cosas en su lugar, Sakagami.- Realmente no la acosaría siendo una nueva empleada, por ahora, claro estaba.

Dejando todo organizado y listo, al fin podía descansar un poco, así que bajó al primer piso directamente hacia la cocina, allí estaban las dos elfas preparando la cena general de las empleadas, incluyendo la de Astrid, cuando Hikari se acercó le dio indicaciones a ambas. -Astrid comió anteriormente, así que no debe tener mucha hambre, con una porción pequeña debería bastar.- Y estas obviamente siguieron ordenes. Al continuar caminando por la cocina abrió un pequeño estante que se encontraba al fondo, de allí sacó una caja con una docena de rosquillas de diferentes sabores, y sin decir nada más, salió caminando hacia el comedor principal. Cuando entró no había nadie, todo estaba perfectamente organizado y en su lugar, y la luz del día alumbraba todo el sitio ya que una enorme ventana permitía el paso a la cálida luz solar.

Al sentarse en una silla aleatoriamente dejó la caja de donas sobre la mesa, esa sensación de hambre definitivamente no era agradable... sacó una dona cubierta con chocolate y se la quedó viendo por un rato, luego, un suspiro pesado salió de sus finos labios mientras que cerraba sus ojos por agotamiento general. -...Almenos saben bien- La metió a su boca, mordiendola un poco. Su alimentación ultimamente no era saludable, pues desde que la liberaron de Arcadia no ha tenido tiempo suficiente como para darse a la caza, ha tenido tantos problemas en tan poco tiempo que con un paquete de rosquillas cada tres días bastaba para calmar el impulso de hambre que se generaba en ella, sabía que no erapara nada saludable, pero no tenía otra opción por ahora. Había acabado con media docena de rosquillas cuando Astrid llegó, y un mayordomo organizó su silla junto con su cena a un lado de la Sucubo.

Se veía muy bien con el cabello húmedo en realidad, se le quedó viendo por un rato mientras nuevamente mordisqueo una dona rellena con mermelada de mora, una de sus favoritas, pero una pregunta salió a flote una vez que Astrid agarró el vaso de vino para beber un poco.-Los mayordomos terminaron su labor de organizar los materiales, las maids se están ubicando en sus respectivas habitaciones y todo el personal tiene sus deberes... así que todo está bien ahora.... al fin.- Mencionó dando otro suspiro más al mismo tiempo en que cerraba sus ojos. Guardó silencio para concentrarse en la cena, Astrid debería comer también.. pero luego de unos segundos, una pregunta curiosa nuevamente salió de la boca de Astrid.. ¿hace cuanto que no se alimentaba correctamente?. Ubicó su mirada en Astrid, ¿por qué le importaría algo tan trivial como eso?. -¿Hace cuanto?... Preguntó de vuelta, realmente no lo recordaba muy bien, así que se detuvo para pensar un poco.

Dejó la rosquilla sin terminar sobre la caja, luego posó su codo derecho sobre la mesa y apoyó su menton sobre su mano, recostandose un poco, fue entonces cuando comenzó a pensar.-Um... fue antes de que me metieran a ese agujero de Arcadia, ¡Si! con ese atractivo Custos Dei, Arliden- Afirmó como si estuviera orgullosa de ello. Arqueo una ceja, para luego preguntar algo de regreso. -¿Por qué te importaría algo como eso?- Pero su duda fue respondida sin mucha demora. Arqueo una ceja con algo de disgusto al escuchar la siguiente frase. —No me resulta agradable que tu alimentación sea tan… particular.— Guardó silencio por un segundo, y con aquella postura despreocupada abrió la boca para responder. -Conozco la cultura de los humanos, sin embargo no comparto las mismas costumbres, Astrid.- Dejó de apoyar su mentón sobre su mano, solo para pegar su espalda a la silla mientras que se cruzaba de piernas. -Como sabrás, Una Sucubo de 1200 años no está acostumbrada a limitar sus costumbres alimenticias, que tu no estés de acuerdo por como decida alimentarme es el equivalente a prohibir que cenes, como lo estás haciendo en este momento. ¿Qué pensarías tu si yo te dijera que me incomoda saber que te alimentas?- Preguntó de vuelta, con un tono bastante autoritario de voz.

Más que una regaño por parte de Astrid, esta preguntaba cosas de manera curiosa, así que le explicaría de manera clara. -Mi cuerpo está diseñado para absorber la energía de cualquier ser vivo humanoide, cuando yo tengo sexo con otra persona, poco a poco le desgasto hasta llegar al Climax para finalmente llegar al festín principal.- Le explicó de una forma bastante explicita, supuso que estaba hablando con una persona madura, no debería incomodarle en lo más minimo a Astrid. La semilla que permite la procreación, el Semen hace que me revitalice, siendo el equivalente a tu cena. Se cruzó de hombros y le puso atención especialmente a las expresiones faciales de Astrid. -Puedo controlar mi hambre comiendo cosas dulces, pero eso no significa que en realidad me esté alimentando como deba.- Y nuevamente suspiró. -Como Sucubo joven, debería saciar mi hambre con dos hombres diarios.- Aclaró. -Pero aprendí a controlar mi instinto, y con una presa... hombre al mes es suficiente-

Negó con su cabeza cuando Astrid mencionó si con ella bastaría. -La relación nuestra va en contra de la biología, Astrid.- Dijo de una manera un poco seca. -Aunque me des energía, sería el equivalente a que solo comas un pan cada tres días, poniendo un ejemplo.... podría alimentarme correctamente contigo, pero siendo una humana, es probable que mueras de un fallo cardiaco si en realidad estuviera buscando matarte... Ah, ¿Recuerdas nuestro encuentro en Nihil? Caiste agotada un momento antes de terminar, eso en un hombre no es normal, ellos por lo general pueden soportar una segunda o tercera vez antes de caer inconsientes, y cuando están en ese punto de agotamiento, mi trabajo es sobre explotar la capacidad que tienen ellos, hasta provocar un fallo cardiaco y terminar con la última gota de energía que tienen.- Sonrió levemente. -Ese es el deber de un Sucubo- Y esa era la cruda verdad.

Sin embargo, no mataría a Astrid, obviamente... lo que realmente le disgustaba era tener que contarle tanto, ¿Celos y ética? Eso no estaba dentro del vocabulario de la Rubia presente. -Así que acostarme con mujeres es meramente un capricho, nosotras no producimos semen, que es mi fuente real de alimento, sin embargo el extasis sexual también me da fuerza, pero si sobre explotara a una mujer hasta el punto de matarla, lo cierto es que no me daría ni la mitad de lo que un hombre es capaz de hacer.- Le dejó todo bastante claro. -Pero como demonio tengo el derecho a cumplir con mis caprichos sexuales, ¿No es así, Astrid?.- Insinuando, que no estaba de acuerdo de limitar su actividad sexual. ¿Como reaccionaría la rubinus frente a la situación que se le presentaba ahora mismo? ¿Asintiría con sumisión? ¿Se negaría?, conociendola, sería lo opuesto.
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Astrid Dagmar Mar Sep 27, 2016 11:23 pm

Quizás debía haber aclarado desde el principio las cosas de otro modo. Como se temía, la conversación desagradó a la súcubo, que volvía a escudarse tras esa vanidad que tanto sacaba a relucir. Astrid pensó que debería haberse acostumbrado ya, pero su paciencia no era infinita, por fortuna o por desgracia. Terminó la copa de vino mientras le escuchaba, justo antes de comenzar a hablar. —Hikari, la identidad de la gente con la que te acuestes me importa tanto como a ti mi opinión: absolutamente nada.—Apartó su mano y se ladeó en el asiento para mirarle de frente, cruzándose tanto de brazos como de piernas. —Como si lo haces con el propio Astaroth. No es eso lo que me interesa, ¿de acuerdo? Te pregunté por cuando, no con quién. Limítate a eso.—Pese al tono autoritario que había adoptado de repente, no pudo evitar preocuparse por el hecho de que no se hubiese alimentado en tantísimo tiempo. —Los humanos también tenemos limitaciones en nuestra comida, que además pueden ser voluntarias. En ningún momento te prohibí nada, como dices. Por ponerte un ejemplo… si me dices que no quieres que coma esto,—apartó el plato, empujándolo hacia el centro de la mesa, —no voy a morirme por ello.

Apoyó un codo en la mesa, dejando reposar su mejilla en la mano, mientras seguía escuchándole. Parte de aquella teoría ya la sabía y no tenía necesidad alguna de escucharla, de forma que se limitó a arquear una ceja mientras la súcubo exponía sus costumbres alimenticias. Obviamente, no le hizo ninguna gracia el comentario que hizo acerca de la relación. Carraspeó un poco a la vez que cambiaba de postura a una más firme, mientras que su expresión se tornaba aún más severa. Probablemente, si la conversación hubiese sido de otra forma, no hubiese reaccionado de ese modo aunque le dijera lo mismo. Por primera vez en su vida se maldijo internamente por no ser un varón, puesto que probablemente las cosas serían distintas. Bastante distintas. ¿Con Seishiro le bastaba acaso? ¿O hacía lo mismo? Quiso contestar a lo que decía de Nihil, pues había más de una razón lógica que explicaba tal cansancio sin tener que ver con lo que ella decía. Habían viajado durante más de veinticuatro horas, había comido de forma incorrecta (y para cuando podía tener una cena decente apenas se alimentó como debía), hacía un calor agotador y estaba de alcohol hasta las cejas. Aquello era más que suficiente para desplomarse en el suelo sin necesidad de haberse acostado con nadie, de forma que no tomó el ejemplo como una forma de subestimarle.

Lo que dijo Hikari después comenzó a enervarle, no sólo por lo terrible de su deber, si no porque no parecía arrepentida en lo más mínimo de haber matado a personas por su propio beneficio. ¡Estaba sonriendo! —¿Deber? ¿Deber de qué? Vives por y para ti únicamente, Hikari. No me hagas reír. No conoces lo que es el deber.—No iba a darle un discurso ideológico ahí en medio, ni mucho menos. No era el momento y lo más probable era que le hiciera oídos sordos. Además, estaba demasiado concentrada tratando de imponer sus caprichos. —No, no tienes derecho. Es más, por ser un demonio, no tendrías derecho ni de estar en el plano terrenal.—Le brillaron los ojos con malicia, puesto que estuvo muy tentada de mencionar a Seishiro. Era él quien cazaba bestias y todo tipo de demonios, después de todo. Sin embargo, se contuvo antes de tocar un tema tan delicado. —Y sin embargo, aquí estás, hablando con un… ser inferior, a quien por alguna razón desconocida has admitido bajo tu techo.—Se inclinó hacia delante, sin apartar la vista de sus ojos. —Debo ser una especie de capricho con trato especial. Tu favorita, ¿no es así?—Le agarró desde el mentón con brusquedad, notablemente irritada por la situación. —No voy a ser la única que va a joderse con esto. Ya de por sí tengo que aguantarme porque al no tener algo entre las malditas piernas no te soy suficiente.—Ladeó la cabeza, fulminándole con la mirada en ese mismo instante. —Aunque estoy segura de que ni aún así lo sería. No eres de nadie y eres de todo el mundo a la vez, después de todo. Pero eso no viene al caso ahora.—Suspiró, soltando un poco el agarre y suavizando la expresión, pero sin dejar de mostrarse severa. —Me tienes a mí para tus caprichos. Ya que no soy necesaria para tu salud, mucho menos lo serán otras mujeres.—Apartó la mano por completo, aún inclinada hacia ella. —Supongo que eso incluye raciones extra, aparte de las necesarias.—Arqueó una ceja y volvió a apoyar el codo. —Por supuesto, tampoco creo que sea estrictamente necesario cumplir con tu deber. Espero que me hayas entendido bien, porque no lo repetiré más.—Se levantó y tomó el plato con una mano, y se quedó mirando a la súcubo desde esa posición, sin moverse. —No tengo hambre, así que le daré esto a las sirvientas. ¿Tienes alguna pregunta antes de que me vaya?
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Kiss Shot Miér Sep 28, 2016 2:03 am

El enorme reproche principal de Astrid se debió a varias cosas, el primero es que realmente se tomó a mal cuando le mencionó el nombre de la última persona con quien entabló una relación... ¿Por qué se enojó tanto por eso? Fue ella en primer lugar quien hizo la pregunta.. cerró sus puños y frunció el ceño mientras escuchaba sus palabras que defintivamente solo buscarían causar un conflicto. ¿Por qué generar una discución cuando lo único que quería era descansar con ella?... se mordió la lengua en un intento por no responderle de forma incorrecta, en cambió soltó un simple -Pse...- Mientras desviaba la vista hacia otro lado. Luego puso el ejemplo del platillo que con tanto esfuerzo cocinaron para ella. -¿De... de qué estás hablando?... Sabía por donde iban los tiros en primer lugar.

Tal vez Astrid no entendía muy bien como funcionaba su instinto, en cuanto se refería a deber, no era precisamente algo que Hikari pudiera controlar a voluntad, acabar con las impurezas humanas estaba grabado en su genetica, era parte de sus ser como demonio, de eso se alimentaba, de eso se volvía fuerte, ¿Por qué razón Seishiro intentó matarla en primer lugar en el pasado? Principalmente por ser una amenaza para los humanos que el tanto protegía en un principio, Humanos como Astrid que Seishiro defendía a Capa y espada... ¿Realmente era un Monstruo asesino sin corazón?... ¿Así es como es vista frente a los ojos de un simple humano... o peor, frente a la mujer que quería?... las palabras de Astrid eran hirientes, lo peor, parecía que la Sucubo fuera un chiste andante cuando una frase "No sabes lo que es deber" salió de la nada, amenazante, como si intentara atacarle directamente... no era solo eso, resulta que su existencia en este plano era algo inconcevible también para Astrid. -...- No se tomó la libertad de respoderle algo, tan solo guardó silencio.

Vio el brillo en los ojos de Astrid, como si se estuviera desquitando de alguna manera con aquellas palabras hirientes que solo le hacían ver como una mala persona.. ¿Cómo responder ante eso? ¿Enojarse y estallar en ira solo para correrla de su casa y que le dejara en paz? No podía hacer algo como eso, jamás lo haría. Y frase tras frase, el discurso de la Femina en cuestión se volvía peor  y peor, le tomó bruscamente del mentón tras hacer una pregunta, no consideraba a Astrid como un ser inferior, ¡Todo lo contrario!... ¿Por qué pensaba cosas tan horribles sobre Hikari en primer lugar?... Sintió la amargura en su corazón, junto con un nudo en su garganta, por lo que ni siquiera pudo verla a los ojos. -¿C-Crees... en verdad que mis sentimientos son tan solo cuestión de caprichos...? Su voz era sumamente fragil, simplemente no daba para más, no solo estaba físicamente debastada, también emocionalmente y Astrid sabía exactamente el porqué.-¿S-soy un monstruo para ti?... ¿Uno que ni siquiera el derecho a vivir?.. Como una puñalada en la espalda, sintió en ese momento. Fue entonces cuando La rubinus apartó las manos, mientras que la voz quebrantada de Hikari apenas y respondieron sus preguntas.

Pero en vez de concluir, las palabras filosas de Astrid siguieron fluyendo, para terminar con el rechazo de la cena que le había dado... Astrid hizo una pregunta que se salía de lugar, concluyendo el tema después de un frío y duro cierre... ¿Tan mala era?... Agachó su cabeza un poco, por suerte su no tan largo cabello cubrió parte de su rostro. -Yo solo quería... descansar contigo y... olvidarme de todos los problemas que no me dejan dormir...  S-si te doy toda esta confianza.. de vivir conmigo no es porque seas un simple tesoro... yo en verdad...me esfuerzo para amarte.. quiero amarte...  n-no sabía que tu... Quizo terminar su frase... Pero decidió guardar silencio y salir del comendor sin decir nada más. Siguió por el pasillo y dio la vuelta girando  hacia la izquierda, no podía más, era como si un castigo divino se impusiera sobre ella por todo lo malo que cometio antes.

Desaparecería de la vista de Astrid si tanto le molestaba, entonces lo mejor era no causarle más daño por ser como era... por ser un demonio. Se dirigió al jardín directamente, mientras que la noche lentamente comenzaba a anunciarse por el atardecer que a lo lejos se veía, caminó por un pequeño camino de piedras hasta llegar a una Estatua, que tenía la forma de su difunto acompañante. Se sentó a su lado, abrazando sus propias rodillas mientras miraba el color del agua mezclarse con el ocaso.-¿Es normal sentir este vacio en mi pecho?...- Le preguntó a la nada, como si alguien en realidad fuera a responderle. Realmente.. pienso que tomaste la decisión correcta...Seishiro.- Mencionó mientras abrazaba un poco más fuerte sus piernas, ¿En que tonterías estaba pensando la cazarecompensas?. -...- Cerró los ojos.. solo para descansar sobre sus rodillas. -Querías asesinarme después de todo... soy... un maldito monstruo..- Apretó sus puños mientras realmente intentaba no quebrantarse en llanto. ¿Qué podía esperar de si misma si ni siquiera podía hacer que la persona con quien compartía sentimientos le quería?... era un fracaso total... ni siquiera tenía una razón para vivir en verdad, y ni siquiera podría tener a alguien especial, como un hijo a quien cuidar... Estaba agotada, agotada de todo. -T-tal vez lo mejor... sea seguir tus pasos...-
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Astrid Dagmar Miér Sep 28, 2016 9:47 pm

Un don que tenía Astrid era su capacidad para estropear las cosas y meter el dedo en la llaga aún sin saber que podía llegar a hacerlo. Era un método increíblemente venenoso que había adoptado quién sabía cuándo, que generalmente salía a flote cuando se negaba a aceptar alguna realidad dolorosa. Era una verborrea viperina, un conjunto de palabras afiladas como dagas que salían de sus labios sin darle tiempo a su cerebro para pararse a pensar detenidamente en lo que podía decir y lo que no. O lo que realmente opinaba al respecto. El más mínimo dolor le hacía crear una barrera, ya fuese por su actitud, por sus gestos, hasta llegar a algo que realmente pudiera destrozar a alguien. Sin embargo, tan sólo se daba cuenta de lo que hacía cuando los efectos de aquella toxina ya habían hecho daño en su víctima. Todo bien, siempre y cuando fuese algún despreciable enemigo, alguien cuya miseria fuese merecida. Pero cuando dicha víctima se trataba de alguien que le importaba un mínimo, la nocividad de sus hechos se hacía presente, haciendo de aquella arma inconsciente un arma de doble filo. Y cuanto más le importara esa persona y menos mereciese aquella ofensa, más le atacarían los sentimientos de culpa al percatarse de la situación.

La reacción de Hikari a sus palabras le sirvió como un bofetón que le devolvía a la realidad, una realidad donde su orgullo había querido imponerse por encima de todo para aplastar cualquier cosa, incluyendo a la mujer que tenía delante. Comprendió entonces que, en realidad, sí que le quería, pese a las dudas que había estado teniendo durante todo el tiempo.—Hikari…—Dejó el plato en la mesa y se agachó para verla de cerca, pero antes de que pudiera tocarle, la súcubo se levantó para marcharse del lugar. Había llegado a un punto en el que había sido demasiado hiriente… sin realmente tener que serlo. En apenas un pestañeo, se le formó un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad. La Rubinus apartó rápidamente la silla que tenía por medio y caminó tras la rubia, pidiéndole que se detuviera, pero probablemente no estuviese escuchándole, o no quisiese tener nada que ver con ella en ese momento. De todas formas, Astrid se negaba a esperar a solucionar la situación… o a intentarlo, al menos.

Aunque no conocía la casa, no le fue difícil seguirle, ya que apenas había demasiada distancia entre ambas. El mayordomo que esperaba que las dos salieran del comedor no se movió; tras ver a la Rubinus pasar por la puerta, se introdujo inmediatamente en la sala para recogerlo todo. Por su parte, ella avanzó hasta llegar al jardín. El tacto rasposo y húmedo del césped en la planta de sus pies le hizo darse cuenta de que se había olvidado las zapatillas en el comedor por la prisa que se había dado, pero eso era lo de menos en ese momento. Las piedras no eran lo más agradable para pisar en ese momento, pero ni siquiera era comparable a la dolorosa sensación de culpa que pretendía ahogarle en cualquier momento.

Le vio sentada al lado de la estatua de Seishiro, murmurando algunas cosas que poco a poco fue oyendo con más claridad. Y para su horror, lo que decía demostraba el verdadero daño que le había hecho. ¿Tan hundida estaba? Corrió hacia la súcubo y se arrodilló delante de ella rápidamente pero sin ser brusca, tomándole de las manos. Probablemente la cazarrecompensas quisiera soltarse y marcharse en ese instante para así deshacer el contacto. —Hikari,—su voz sonaba quebrada, aplastada por la enorme culpa que sentía en ese momento. —Lo siento…—Le costaba hablar, pues el nudo que tenía en la garganta le dolía aún más. Se había puesto nerviosa a costa de aquello y le temblaban levemente las manos.

—No eres ningún monstruo. Los humanos… tenemos el gran defecto de querer echarle la culpa a todas las demás razas, acusándoles de ser unos seres infames… pero ha quedado más que demostrado de que no es así.—Tragó saliva con dificultad. —De las dos… yo soy el monstruo. Sin ni siquiera tocarte te he hecho sentir miserable, cuando lo que quiero para ti es todo lo contrario. Y todo… por puro despecho. Eso es lo que me hace ser un verdadero monstruo.—Quizás le sería difícil de creer, teniendo en cuenta todo lo que había dicho antes. —No es la primera vez que ocurre esto… ¿verdad?—Recordó lo muy a pecho que se había tomado cierto comentario que dijo en la cárcel. —Lo siento. Nunca quise hacerte sentir así, jamás.—Hablaba en un susurro, cada vez más débil debido a la maldita sensación de angustia.

—Llevo… llevo muchos años alejándome de las personas, tratando con ellas por pura conveniencia o posible alianza, pero evitando formar cualquier tipo de lazo afectivo. Eso cambió cuando dejé la revolución y me volví Rubinus… hace relativamente poco. Sin embargo… todavía me cuesta mucho trabajo tener verdadera empatía. Es algo que todavía no he logrado corregir. Por eso es por lo que yo no fui capaz de ver lo que verdaderamente sientes. Me esfuerzo por entenderte, de verdad que lo hago… — Tras cierto evento trágico relacionado con la muerte de un familiar, su manera de ser con respecto a las personas había variado considerablemente, pero tras descubrir su verdadera vocación como Rubinus, había vuelto a tratar de acercarse a las mismas. Se colocó a su lado, soltando una de sus manos, pero sujetando aún la otra. La que tenía libre la acercó a su rostro para acariciarlo con delicadeza. —Eres la primera persona… la única con quien he creado un lazo tan fuerte en todos estos años.—Con cierto temor a su posible reacción, acercó sus labios a su mejilla y la besó suavemente. Se quedó cerca de ella, cerrando los ojos tras dar un pequeño suspiro. —Te quiero, Hikari,—afirmó con sinceridad, en un hilo de voz. Sus párpados volvieron a abrirse en cuanto pronunció aquella frase. Probablemente era la primera vez que se lo decía así, tal cual. —Y como te dije hace tiempo… quiero estar contigo.—Quiso decir además que le aceptaba, pero eso daría lugar a más malentendidos. Probablemente, si dijera eso, la súcubo no entendería por qué le habría molestado todo lo anterior, para empezar.
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Mensaje por Kiss Shot Jue Sep 29, 2016 4:33 pm

Realmente no se sentía para nada a gusto con todo lo que estaba sucediendo, no sabía el porque ultimamente se tomaba las cosas de una forma tan seria como lo hacía ahora, no tenía el temple de hierro que solía tener antes, quizas por la rapidez en que problema tras problema fue surgiendo en su longeva vida. No pudo descansar demasiado en la Estatua de Seishiro, aunque admitía que esa zona en concreto le tranquilizaba bastante, quizas por lo natural de la misma, Astrid vino corriendo momentos después de que ella estaba reposando su espalda sobre lo que sería la pierda derecha del mismo, sin embargo ignoró inicialmente las quebrantadas palabras que Astrid le dijo como una disculpa. -Vete- Desvió la vista hacia el oriente. Se le notaba realmente arrepentida.. era cierto que no era la primera vez que sucedía, pero no podía culparse por todo, pues antes fue Hikari quien le insitó a molestarse.-...-
Realmente no sabía que decir ante su disculpa, por lo que guardó silencio mientras abrazaba un poco sus piernas.

Pero entonces las palabras comenzaron a surgir de la boca de la Rubinus, palabras dificiles de creer después de lo que había dicho anteriormente sobre ella, que al parecer se arrepentía por las palabras que antes mencionó, ¿Qué no estaba siendo honesta al igual que ella lo fue cuando se lo pidió? Podía sonar cruel con su metodo alimenticio, pero era la forma en que ella sobrevivía. -Pero es verdad lo que dije... es mi forma de sobrevivir en este mundo... Suspiró de manera profunda una vez que Astrid explicó lo de la costumbre extraña de los humanos. -Sin embargo... te he dicho antes que matar no es mi estilo... ¿O lo olvidaste?.- Entonces, Astrid dejó el orgullo de lado para confesar su problema con relacionarse con las personas, era curioso como su noción del tiempo era tan distinta a la suya, teniendo en cuenta que Astrid no superaba los 30 años, sabía que estaba intentando explicar el porque de su razonamiento... pero le interrumpió justo cuando dijo que esforzaba por entenderle. -¿Cuanto tiempo llevas con este problema?... Hizo una pregunta que no necesariamente debía responder. -¿Diez.. veinte años?- Suspiró profundamente.

-Se que los cambios son dificiles, llevo 1000 años siendo un Sucubo... si a ti te cuesta cambiar... ¿No crees que para mi no es un cambio duro?... Cerró los ojos, para luego escuchar una frase que definitivamente le pareció muy dulce. "—Eres la primera persona… la única con quien he creado un lazo tan fuerte en todos estos años.—" Vaya... nunca esperó oír eso de un humano. Volteo a verle, solo para notar la expresión de Astrid, quien con mucho pesar en su rostro intentaba corregir sus palabras y luego, un pequeño beso en su mejilla solo logró hacerla sonrojar un poco... para terminar con un "—Te quiero, Hikari—" Maldijo internamente, ¿Cómo no podía disculparla con esa actitud tan dulce?... Dejó salir una pequeña risa, muy leve para lo que estaba acostumbrada, luego solo se apoyó con cuidado sobre el hombro de Astrid.

-Se que puede ser duro para ti... pero hay cosas que no puedo evitar.- Habló con un poco más de calma.-No... no mataré a nadie... lo prometo.- Entendió el porque el comportamiento tan agresivo de Astrid en aquel momento, ¿Quizas se debe a la misma razón por la que Seishiro quería asesinarle?... el cuidar de las personas, era algo que ambos humanos compartían... cosa que le recordó muchisimo a el en su tiempo en vida. -Se que sonará que soy una maldita caprichosa... pero en verdad necesito descansar... me siento muy mal y ni siquiera he podido dormir bien desde que vimos por última vez a Seishiro.- Dijo mientras continuaba apoyando su rostro sobre el hombro ajeno. -Y las rosquillas no son demasiado saludables, pero es lo que como tres veces al día desde que me rescataste de Arcadia.- Cerró los ojos por un momento... aún estaba temprano, apenas y caía la noche en verdad, pero no podía más. -... Iré a dormir.-

Se quedó un rato más en esa pocisión, pero pasado un pequeño lapso de tiempo decidió dejar el hombro de Astrid. -Se que tal vez no quieras entrar a mi cuarto solo para verme dormir, no te pediré que me acompañes... ¿Quieres que Sakagami te enseñe la mansión?- se tocó levemente el vientre, en ese momento, aún le incomodaba un poco la cicatriz que ya estaba casi por completo curada.
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Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Oct 01, 2016 1:04 am

Definitivamente, para que una persona cambiase rápidamente ésta debía pasar por algún tipo de experiencia determinada que le causase un impacto considerable en su psique. De lo contrario, la única manera en la que la personalidad de alguien evolucionase sería un proceso lento y costoso, mucho más difícil si ciertos hábitos se habían repetido durante tantos años que habían pasado a formar parte del carácter propio del individuo. Por supuesto, tal y como habían hablado antes, la vida de Astrid no constaba ni de la más ínfima parte de la longevidad de Hikari, que durante más de mil años se había comportado del mismo modo. La Rubinus suspiró ante su respuesta. —Nunca dije que no fuese un cambio duro para ti, soy consciente de ello… más aún teniendo en cuenta que no he vivido nada en comparación contigo.

Se alivió al verla reír. No era una risa arrogante ni prepotente, si no más bien todo lo contrario. Cuando apoyó la cabeza en su hombro, le rodeó con el brazo libre y posó su mano en su cadera. Exhaló un suspiro que denotaba el alivio mencionado. Probablemente, si abordaban aquellos temas de una forma más tranquila, no tendrían necesidad de discutir otra vez. Era cuestión de mostrarse más tolerante y de tratar de entenderse mejor la una a la otra. —Lo sé, Hikari. Supongo que debo acostumbrarme.—Frunció levemente el ceño tras oír su promesa. —No me prometas eso. Dijiste que no es tu… estilo, ¿verdad? Siento haberlo ignorado antes. Pero te creo, sé que no lo harás.

Cerró los ojos y respiró hondo cuando le comentó que necesitaba descansar. Si realmente estaba mal, necesitaba comer cuanto antes, pero aquello al mismo tiempo creaba un círculo vicioso al no tener suficiente energía física. —No voy a regañarte por extralimitarte otra vez. Pero no eres ninguna caprichosa por esto, necesitas descansar y eso harás. Tómate el tiempo que necesites, una semana, dos, las que quieras. Podré cubrir los gastos sin problemas.—Acarició suavemente su costado mientras hablaba. Bueno, quizás si se tiraba un mes descansando acabaría quedándose sin un duro, pero ya se encargaría de conseguir más dinero. —Relájate, haz cosas que te apetezca hacer durante el tiempo libre que no has tenido hasta ahora. Sal a comer lo que te haga falta,—dijo, haciendo una mueca,—aunque está de más decir que puedo ayudarte con eso. No te alimentaré lo suficiente, pero así puede que te sientas algo mejor.—Aunque lo dijo más como comentario aleatorio que como indirecta, un ligero rubor se asomó en sus mejillas. Aparte de tratar el tema como algo “alimenticio” y conveniente para la salud de Hikari, a la Rubinus no le desagradaba en absoluto la idea de volver a tocarle de ese modo. Hasta le apetecía, incluso. Por supuesto, no era algo en lo que pensase continuamente ni con una frecuencia preocupante. —Pero bueno, mejor hablamos de todo eso mañana, cuando hayas dormido. Te acompañaré al dormitorio, ya me enseñarás tú o Sakagami la mansión. Al menos el camino a la habitación me lo sé,—bromeó, retirándose de su lado y levantándose. Le tomó de la mano para ayudarle a ponerse de pie y tiró suavemente de la rubia para que caminara tras ella.

Soltó su mano tras abrir la puerta de la habitación y entrar en ella. Prefería estar al lado de Hikari en ese momento, de forma que dejaría la visita turística por la casa para el día siguiente. —Ve a descansar. Yo voy a lavarme los pies, me dejé las zapatillas por ahí y están hechos un asco por el césped. No voy a meterme en la cama así,—le dijo, metiéndose en el cuarto de baño para asearse rápidamente. Tras secarse, salió para buscar algo que ponerse para dormir, ya que no iba a acostarse con el albornoz puesto. Comenzó a abrir armarios y cajones. Ella tenía algo por ahí dentro del equipaje, pero algún sirviente debió de guardar su ropa para evitar que se arrugase aún más. —Hikari, ¿dónde hay…?—Sus ojos se abrieron de par en par al ver que uno de los muebles no sólo no contenía ropa, si no que además contenía ciertos utensilios… típicos de súcubo. Lo que serían sus cubiertos, probablemente. —Eh…—No estaba precisamente incómoda, quizás un poquito por el hecho de que no iba buscando precisamente eso. El leve rubor volvió a colorear sus mejillas cuando una serie de pensamientos invadieron rápidamente su cabeza. ”No, hoy precisamente no.”Cerró el armario y se dio la vuelta, haciendo como que no había visto nada. —Bueno, me quedaré así. No encuentro donde están mis cosas y no quiero molestarte más, ya mañana las buscaré cuando hayamos descansado,—murmuró, acercándose al borde de la cama.
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Kiss Shot Sáb Oct 01, 2016 2:22 am

Por fortuna las cosas habían cambiado para bien de las dos, si bien era cierto que tanto Hikari como Astrid debían resolver diferencias por la convivencia de ambas, el verdadero problema ronda en que la sexualidad de la sucubo se limitaba muy poco, y con las costumbres humanas pueden ser algo nocivas para una relación... lastimosamente no había nada que pudieran hacer, a no ser que magicamente a Astrid le creciera algo en la entrepierna... cosa que no le gustaría demasiado, teniendo en cuenta que lo que más le atraía de ella, además del gran lazo de confianza que ganaron con todas esas experiencias, era lo femenina Astrid era, acabar con su feminidad era algo impensable, y aunque si hipoteticamente hablando hubiera forma de cambiar su sexualidad, definitivamente no la sometería a algo como eso. Negó varias veces con su cabeza, ¿en que mierda estaba pensando? Ni siquiera Hikari era tan engreida como para hacerle algo como eso a Astrid.-S-supongo que no podemos hacer nada para cambiarlo...- Su cabeza era un arma de doble filo de vez en cuando.

-Intentaré ser cautelosa, no traeré gente a la mansión, ni siquiera te enterarás de algo, ¿Vale?- También debía asegurarse de evitar alimentar los celos de Astrid, pero ni siquiera sabía como hacerlo exactamente. -No he matado personas desde que recuperé la memoria... aunque quisiera corregir los errores que cometí antes de eso... Lamentaba profundamente la perdida de sus alas, pero el daño de las mismas era irreparable. Guardó silencio tras estar un rato sobre el hombro de Astrid, quien decidió acomodarse también solo para rodear su cintura y acariciar un poco su costado.. podría dormir ahí junto con ella si quisiera... pero la jardinera debía hacer su trabajo nocturno. De cierta manera sentía como si Astrid le mimara un poco, después de soltar aquel comentario del descanso... teniendo en cuenta que los desastres que causó fueron limpiados por la rubinus y su equipo, la rubia no era la única que necesitaba un descanso. -No te preocupes por los gastos ahora Astrid, todo está cubierto este mes y el personal tendrá pago por lo menos durante 6 meses... y tu más que nadie se merece un descanso después de todos los problemas que causé... así que pasa aunque sea esta semana conmigo. le hizo esa pequeña petición. Pero entonces, Astrid fue quien se ofreció voluntariamente para "ayudarle" a recuperar energías, aunque estas no fueran suficientes.

La cazarecompensas se sorprendió bastante en realidad, no pensó en escuchar una propuesta así de Astrid tan rápido, aunque bueno, más que por salud en este momento... no estaría mal disfrutar de su primera noche juntas como pareja... negó internamente, no quería hacer sentir a Astrid como un objeto sexual o algo así, por lo que tenía pensado contenerse almenos por dos o tres días... en principio.-Y-ya iré a cazar luego, no te preocupes por eso... ahora solo quiero dormir un poco.- Habló en un tono más rápido, mientras que Astrid le ayudaba a levantarse... La estatua Seishiro tenía mucho detalle, pero tal vez no era tiempo de detenerse a ver ese tipo de cosas. Tomó de su mano para levantarse, y luego seguir nuevamente hacia el interior de la mansión. -No te perderás, no te preocupes por eso, ya me encargaré yo de enseñarte cada rincón.- Tal vez no estaba siendo totalmente honesta con esa parte.

Estuvo conteniendose todo el cámino hacia su habitación, sostenía cuidadosamente la mano de Astrid al caminar.. pero estaba empezando a sudar un poco, ¿Por qué?... mordió su labio inferior repetidas veces de camino, pero afortunadamente Astrid estaba más concentrada en ver las distintas armaduras, armas, tapetes, cuadros y demás cosas de la mansión hasta que llegaron a la puerta dorada, y por fin dejaron de tener contacto. Caminó lentamente, y lo primero que se quitó fueron sus zapatillas, solo para que sus pies descalsos tocaran la suave y cálida alfombra de su habitación, la que antes era de sus padres... siempre se preguntó por que eligieron de todas las que habían esta en en especial.-Los mayordomos traeran tus cosas siempre aquí, así que las zapatillas ya deben estar guardadas en algún armario.- Fue cuando Astrid se dirigió al baño.

No podía mantenerse quieta... debía también quitarse esa ropa que llevaba para ponerse algo más adecuado para dormir, se dirigió al armario principal.. pero desvió su atención a la chimenea que estaba en medio, antes funcionaba con leña, ahora lo hace con gas, así que solo bastó con oprimir un botón y una pequeña flama salió... y al tiempo, las luces del cuarto se apagaron, dejando solo la de la pequeña fogata puesta. Hikari entonces se sentó sobre la cama... no quería desvestirse... no, por más que intentara controlarse no podía hacerlo, quería que Astrid lo hiciera, que fuera ella quien le desvistiera en ese mismo momento. -....- Debía controlarse.. controlarse, controlarse, repetía simultaneamente esa frase en su cabeza, a la espera de que Astrid saliera del baño.

Sintió que transcurrió una eternidad, pero la rubinus salió después de un rato, la rubia se limitó a verla mientras permanecía sentada en la cama, mientras mordía su dedo pulgar al mismo tiempo en que sus orbes dorados solo observaban la figura femenina recorrer los armarios. -Tus armarios son los de la derecha...- Le indicó, ya que estaba husmeando los de Hikari.y al fin, Astrid se había acercado a la cama, sentandose en el borde. La cama era bastante grande a decir verdad, podrían dormir 4 o 5 personas sin problemas, Hikari permaneció en el otro extremo, pues supuestamente iba a dormir.


-A... Astrid- Mencionó su nombre con una voz quebrada para llamar la atención de la rubinus, decidió acercarse a ella gateando desde el extremo de a cama hasta el borde donde se encontraba moviendo ligeramente su cola en punta. Una vez que estaba cerca simplemente le robó un beso mientras suspiraba lentamente en contra de la boca ajena. -Astrid...- repitió su nombre, esta vez de una forma muy lasciva, no podía evitarlo aunque quisiera (Cosa que no quería) y su rubor facial aumentó lentamente mientras pegaba su pecho contra su hombro. -Por favor...- No dijo más después de eso.
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Privado +18 Re: Confianza Mutua [Priv. Astrid] [+18]

Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Oct 01, 2016 11:20 pm

Era de agradecer que Hikari tuviera en consideración que Astrid prefería no enterarse de cuándo salía de caza o de qué personas en concreto conformaban su círculo alimenticio. Por supuesto, al asumir que tenía que hacerlo, la Rubinus debería contener sus celos y no generar discusiones fuera de lugar. Aseguró no haber matado a nadie en estos últimos tiempos… pero parecía arrepentirse de haberlo hecho anteriormente. —No pienses más en eso. Lamentablemente, no puedes viajar al pasado para corregirlo. Sé que no lo harás de ahora en adelante. Al menos para mí, eso es suficiente.—Se preguntaba qué le habría llevado a hacer eso. ¿Defensa propia? ¿Odio? A decir verdad, no le veía capaz de asesinar a alguien que no se lo mereciera, menos aún por puro gusto. Sin embargo, prefirió no decirle nada en ese momento, pues pensaba que era mejor dejarlo para otro instante.

Le comentó que se había tomado unos días libres, en principio no volvería a trabajar en poco más de una semana, quizás unos diez días. De este modo, le acompañaría durante ese periodo para que así ambas pudieran descansar. —Deja de martirizarte por lo de Rihm.—Suspiró. Como Rubinus, no habría podido hacer mucho por retenerla. Por desgracia, lo que ocurría en aquella ciudad se quedaba allí, debido a que las autoridades de Chaos no tenían poder alguno en dicha localidad. Sin embargo, confiaba en que Hikari había aprendido la lección. Quizás no debería tomárselo tan a la ligera, pero no consideraba que fuese momento para que la súcubo siguiera torturándose con ello. Debía relajarse un poco y tratar de olvidarse de los problemas alguna vez, por lo menos.

Una vez en la habitación no tuvo éxito a la hora de encontrar su ropa para cambiarse e irse a dormir. De hecho, había comenzado a mirar donde no debía, y de milagro conseguía ver algo debido a la pobre iluminación del dormitorio. Tampoco se quejaba, pues aquello creaba un ambiente bastante agradable. Aunque Hikari le había dicho dónde estaban sus cosas, Astrid terminó por sentarse en la cama, puesto que no sabía si su mente volvería a jugarle otra mala pasada si descubría más cubiertos de la súcubo. Después de todo, la Rubinus no tenía horchata en las venas. No era como si al ver unos objetos así fuese a asustarse o a pensar ciertas cosas, pero se trataban de pertenencias de su pareja, no de algún desconocido o de alguien cualquiera.

Frunció el ceño al escuchar la voz de Hikari. No parecía estar bien, en absoluto. Al girar su cuerpo y recoger las piernas para acomodarse, vio que todavía no se había cambiado. —¿Aún no te has… hmm?—Cerró los ojos al sentir el repentino beso, permitiéndose el lujo de dejarse llevar un poco. Generalmente la súcubo no solía mostrar afecto de forma súbita, lo cual le sorprendió levemente. Al abrir los ojos, oyó de nuevo su nombre, solo que ésta vez el tono empleado por la rubia era diferente. Bastante distinto. De hecho, había que ser idiota para no darse cuenta de lo que ocurría. Suspiró otra vez, manteniéndose cerca de sus labios y llevando ambas manos al rostro ajeno antes de besarle de nuevo. No podía ignorar aquella súplica, pero a decir verdad, tampoco se resistió demasiado.


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Mensaje por Kiss Shot Dom Oct 02, 2016 1:28 am

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