Bloqueo mental. [Priv. Jun Wei]

Un tranquilo y agradable día libre tras haber pasado el anterior casi por completo entrenando desde temprano hasta tarde, bueno, más bien “instruyendo” a su hermana mas también se podría considerar que él había estado practicando durante ese tiempo, de hecho terminaron el entrenamiento con un combate de práctica. No estaba nada mal la idea de descansar ese día, sentía que necesitaba un día tranquilo en la mansión sin hacer nada de esfuerzo, no es que se fuese a pasar el día entero sin moverse de la cama ni nada parecido pero sí que estar más tranquilo sin hacer más de lo necesario. Lo que no esperaba para nada era que, al levantarse él que solía ser siempre el primero en hacerlo, su hermana y su sobrina no estaban en la mansión, debían de haber salido muy temprano porque ni tan siquiera se había dado cuenta de ello hasta que se levantó y vio que no estaban ni en sus habitaciones ni por ninguna parte, tan siquiera en los jardines entrenando o jugando. A saber a dónde narices se había ido, esperaba al menos que hubiese sido juntas, ya había hablado con su hermana el día anterior sobre las recientes ausencias, sin embargo tampoco se iba a detener a pensar en ello a éstas alturas, eran problemas que debían resolver ellas dos y si bien podía aconsejar no podía intervenir. De modo que ese iba a ser su día, o al menos lo que tenía planeado para ese día, calma y reposo, parecía un buen plan, de esos que no podían tener ningún fallo porque parecían perfectos y sin agujeros ante posibles imprevistos… hasta que llega el imprevisto y rompe por completo tus esquemas.

Jun se encontraba en la puerta lateral de la mansión, la que daba al jardín y a un estanque natural de tamaño medio en el que había algunos peces bonitos nadando alegremente, disfrutando del paisaje y la tranquilidad de la mañana cuando uno de los muchos sirvientes de la mansión se acercó al fénix para advertirle de la presencia de alguien en la puerta exterior. -Oh, enseguida voy. ¿Sabes de quién se trata?- Preguntó al tiempo que se ponía en pie para comenzar a andar en dirección a la puerta principal, yendo por el interior de la mansión ya que por fuera tendría que rodearla por completo y tardaría el doble, además en cuanto escuchó la descripción que le dio el empleado, no tardó en acelerar el paso. La puerta exterior no estaba cerrada, tenía una pequeña alarma para advertir a quienes estuvieran en la mansión de que había alguien fuera en caso de estarlo claro, pero ese día en concreto no estaba cerrada, seguramente la dejarían abierta su hermana y su sobrina al salir, que tampoco tenía nada de malo porque realmente pocas veces se llegaba a cerrar esa puerta con llave. Habiendo aumentado su paso para no tardar demasiado en llegar a la puerta principal, Jun abrió esta con cuidado y llevó su mirada hasta la puerta exterior donde, efectivamente, estaba la persona que le había descrito su sirviente y a la que había reconocido prácticamente al instante en que lo escuchó. Para lo calmado que solía ser el único miembro masculino de la familia Wei, para lo extremadamente pasivo que podía llegar a resultar incluso en situaciones de riesgo, bastante prisa se había dado por llegar a la puerta desde el lugar en el que se encontraba en el momento del aviso.

Ahora no podía evitar recordar lo que le había dicho su hermana el día anterior, se le había metido en la cabeza de una manera en que ya no sabía ni qué mierdas pensar al respecto, se repetía a sí mismo que había sido culpa de ella y de sus preguntas absurdas que le estaban haciendo dudar, tenía que ser eso… Se mantuvo firme y en silencio, perfectamente visible desde dónde se encontraba la contraria, desde el momento en que cruzó la puerta debería de haberle visto y dado que ella ya había cruzado la puerta exterior solo le quedaba esperar que llegase hasta donde se encontraba él. -Bienvenida, debo reconocer que no esperaba verte hoy por aquí… pero me alegra que haya sido así.- Y no había más que verlo para darse cuenta de que realmente no esperaba visita ni mucho menos, a diferencia que en la reunión de la nobleza que iba con ropa muy cara y elegante o el torneo que iba con ropa igualmente elegante pero algo más cómoda, en esta ocasión su ropa era bastante más informal. -Pasa por favor, como si estuvieras en tu casa.- Abrió la puerta de par en par mientras que él mismo se apartaba un poco para dejarle espacio a la chica y que pudiese entrar, se le ocurrían varias cosas que ofrecer o preguntar mas no quería agobiarla tan pronto, por lo pronto esperaría a que se acomodase un poco antes de decir o proponer nada.

Ya estando un poco más cerca, habiéndose acercado desde la entrada exterior hasta la principal de la mansión, pudo ver mejor el aspecto que traía la joven, que no difería mucho de lo que había visto hasta el momento, de hecho pareciera que siempre llevase el mismo estilo de ropa, lo cual no era para nada malo o negativo, de hecho pensaba que le favorecía bastante. Repitió un par de veces eso en su cabeza, sabiendo a qué se refería cuando lo decía no veía ningún problema, salvo porque era la primera vez que recordase en que se fijaba si realmente le quedaba o no cierta ropa a alguien, el problema era que estaba seguro de que si decía tal cosa en voz alta, ella encontraría la forma de tergiversarlo, capaz se pensaba que le estaba llamando gorda y que la ropa le cubría o algo peor. Desde luego que se había levantado cansado o si no, no se explicaba la tontería que tenía esa mañana en la cabeza, no tenía ni el más mínimo sentido como estaba tan calmado como siempre, sin nada más en la cabeza que descansar y disfrutar de un día agradable cuando de repente parecía haber olvidado de permanecer en calma. Apenas llegaba y ya comenzaban las incoherencias y contradicciones que le caracterizaban, no pudo evitar sonreír en cuanto la escuchó decir aquello, de alguna manera aquello le divertía y mucho, le resultaba incluso adorable… ¿Pero qué tenía ese día? ¿Le había metido algo raro en el té del desayuno? -¿Quién dice que no lo soy? Lo que pasa es que aún no controlo bien y se me escapan cosas- Bromeaba descaradamente, aunque tratándose de la pelirrosa nunca se sabía de qué manera iba a reaccionar, sin embargo eso era precisamente lo mejor y más interesante, no saber cómo iba a responder a cada cosa que decía y si bien tenía cierto miedo a cagarla visto lo mal que le había ido la vez anterior, no le quitaba emoción.

Se mantuvo observándola fijamente mientras ésta pasaba a su lado para entrar a la mansión, por un momento se quedó atontado de nuevo mientras ésta iba entrando y casi se le pasa que no podía estar en el interior de la mansión con el calzado con el que había venido desde la calle. -¡Espera! Ti… tienes que cambiarte el calzado al entrar, casi se me olvida decírtelo… ahí puedes dejar el que llevas para cuando te vayas y hay zapatillas para interior sin usar en el otro cajón.- Reaccionó a tiempo y la detuvo, señalando un pequeño mueble donde estaban los zapatos de calle de Jun, de Li, de Kisra y también los de interior de cada uno de ellos, además de unos cuantos completamente blancos que eran especialmente para invitados sin usar o perfectamente limpios. Ya se estaba imaginando la cara de asesina de Li si se le ocurre dejarla entrar con los zapatos de la calle a la mansión, con lo poco sutil que era para la mayoría de las cosas y lo tiquismiquis que era para otras a veces no le entendía. Tenía el día absurdo a más no poder, pero ni con esas olvidaba que tenía algunas cosas que aclarar puesto que la última vez que se encontraron no tuvo la oportunidad de explicarse como le hubiera gustado, con las prisas ni tan siquiera se pudo despedir de ella y le resultó bastante doloroso. -Hay… algo de lo que quisiera hablar contigo con más calma sobre… lo que pasó en el torneo.- Enhorabuena campeón, lo último que te faltaba para terminar de meter la pata era empezar a fallar al hablar, ¿A que se pensaba que se estaba burlando de ella por su forma de hablar?

-¿Quieres ver la casa? Puedo enseñártela, aunque te advierto que es muy grande, puede llevar un rato largo…- Preguntó cambiando un poco de tema, no sabía si prefería estar sentada en un lugar tranquilo tomando algo mientras hablaban o si le apetecería ver la mansión, que no era pequeña precisamente, y luego pues siempre podrían comer algo o salir al jardín, seguro que le gustaba el estanque visto que era muy afín al agua… Un momento, no habría dicho semejante estupidez en voz alta, ¿No? No, juraría que eso no lo había pronunciado. En vista de sus constantes meteduras de pata en apenas unos segundos desde que había llegado, no se arriesgaría a hacer lo mismo con lo del torneo y se pensaría bien lo que le iba a decir al respecto, sentía la necesidad de explicarse por lo que había pasado y contarle que realmente no pensaba nada de lo que le había dicho en el mismo. Se sentía mal, muy mal por haber dejado las cosas así tan inconclusas, de hecho le sorprendía mucho que hubiera optado por ir a la mansión después de aquello, llegó a pensar que no querría verle nunca más y eso le reconcomía por dentro.

Cerró los ojos y se tomó unos segundos para respirar profundamente, de alguna manera tenía que tranquilizarse bien si quería resolver el asunto del torneo, por más que intentase pensar en que todo estaba bien y que realmente no había hecho nada malo sentía una especie de agujero en el pecho que no le dejaba tranquilo. Cierto era que no le gustaba dejar las cosas inconclusas ni asuntos sin resolver, y menos aún si había una solución obvia al alcance como era simplemente hablar sobre ello de forma calmada y civilizada, sin embargo ese vacío era algo nuevo, no se trataba de una molestia por dejar un tema sin resolver, era un dolor punzante continuo que lo recordaba hasta la saciedad, incluso por las noches. -Si fuera adivino de verdad no lo iría contando por ahí tan abiertamente, aunque bueno a ti sí te lo contaría- Respondió con su naturalidad habitual, recuperando su expresión y sonrisa tan característicos en él mas la calma duró menos de lo que había tardado en recuperarla, pues sus propias palabras resonaron en su cabeza cual eco en las montañas silenciosas, una y otra vez. ¿Por qué, en qué momento y a razón de qué se le había pasado por la cabeza, siquiera un solo segundo que decir “a ti si te lo contaría” era una buena idea? Bien, era definitivo, podía decir sin miedo alguno y con absoluta seguridad que ese día estaba demasiado cansado, se había tomado algo raro, o simplemente le había tocado tener un mal día porque era absolutamente imposible que hubiera dicho tantas estupideces seguidas en tan poco tiempo en cualquier otro día.

Por si fuera poco, haber detenido de aquella manera brusca y repentina a la joven la había asustado, y no le extrañaba porque hasta él mismo se habría asustado seguramente pensando en que ya había cometido alguna estupidez sin darse cuenta o alguna metedura de pata de esas de las que no te salvas por más perdón que pidas. Se contradijo como de costumbre y eso le tranquilizó un poco, porque ya conocía su carácter habitual y sus respuestas bipolares, sabiendo perfectamente cuál era la afirmación real y cuál la falsa, lo importante en cualquiera de los casos es que sabía que era así normalmente y ello indicaba que no estaba molesta, o al menos no a niveles preocupantes. -¡Lo… lo siento! Por un momento se me olvidó… aunque créeme que más asustado estaba yo, si dejo entrar a alguien con los zapatos de calle a la mansión mi hermana es capaz de colgarme de la fachada.- No era mentira, era una de las reglas más rígidas de Li con respecto a la casa y normalmente era bastante “pasota” para todo, sin embargo el tema de los zapatos si que lo llevaba muy a rajatabla. Ahora bien, era el momento de decir lo que tenía que decir sobre los acontecimientos acaecidos durante el torneo de gremios en el que se vieron las caras como contrincantes, tenía que estar completamente seguro de lo que iba a decir, ya le hizo mucho daño durante el torneo con algo que dijo, no llegó a verla llorar pero estaba claro que le había dolido y él no podía perdonarse el haber cruzado esa línea con ella. Si le hubiese hecho llorar… entonces jamás y de ninguna de las maneras podría perdonarse tal cosa. -Yo quería… disculparme de corazón. Sí que me ganaste limpiamente, de hecho estaba seguro de que no tendría ninguna oportunidad contra ti y… por eso comencé a provocarte a propósito. Se me ocurrió que si yo no podía contra ti, podía ayudar a mis compañeras a derrotar a sus contrincantes lanzándoles mis lágrimas entre ataque y ataque que me dirigías, para que no te dieses cuenta y tu atención solo se centrase en mi pues… dije todo aquello. Pero nada de lo que dije es cierto ni lo pienso realmente, tan solo fue una estrategia que no sirvió de nada, perder es lo de menos, solo quería que supieras que jamás te diría algo así en serio.

Dijo cuanto tenía que decir del tirón, un par de veces se trabó un poco y le costó pronunciar bien a causa de los nervios, porque de verdad quería que todo volviese a como había sido antes, en la reunión en la que a pesar de que también cometió un error y la hizo algo de daño, supo corregir rápido y hacer que todo fuese bien. Sentía que le temblaban las piernas, no sabía si desde fuera se vería igual pero estaba bastante… temeroso, a la espera de la respuesta de la joven a semejante discurso que le había dedicado, porque de verdad tenía hasta miedo de que se lo tomase a mal y no quisiera perdonarle. -Bueno… tampoco es que vayamos a visitar cada una de las habitaciones, hay muchas en desuso o que utilizan los sirvientes internos además de otras en las que mi hermana no permite la entrada, como su habitación o la de mi sobrina, que están juntas.- Comentó intentando volver a mostrar su rostro de siempre, su calma que siempre le acompañaba y que parecía haberse ido de vacaciones aquella mañana junto con Li y Kisra, casi empezaba a pensar que se la habían robado mientras dormía… Desde luego estaba siendo un día de lo más raro y no parecía que tuviese la intención de mejorar, al menos por el momento, con suerte si su familia no tardaba demasiado en regresar se calmaría con sus tonterías comunes… No, espera, si volvía Li y veía que estaba a solas con Kou… El día iba de mal en peor...

Nadie podía ni tan siquiera hacerse una mínima idea de las ganas que sentía el fénix en esos momentos de acercarse a una pared cualquiera, a ser posible la muralla de oro que era más resistente, y darse de cabezazos hasta que la pared cediese o hasta que su cráneo se abriese por la mitad dejando su materia gris a la vista de cualquiera. Porque ya tenía un día malo con avaricia, malo pero bueno a la vez, ya ni sabía cómo narices lo podía catalogar porque estaba bastante contento de que la joven decidiese aceptar su invitación pese a lo sucedido y que además podía explicarse correctamente, sin embargo por otra parte estaba de los nervios y diciendo una sarta de estupideces que se podrían incluir en un libro de “Las mayores imbecilidades dichas por Jun Wei” y se ocuparía el libro entero solo con ese día. Y como se suele decir, no hay dos sin tres, una frase que se podía repetir hasta el infinito siguiendo, no hay tres sin cuatro y así sucesivamente, escuchó entonces las palabras resultantes de la estupidez maestra que había dejado escapar involuntariamente junto con el chistecito del adivino. No se esperaba ese tipo de respuesta, no se esperaba que se quedara como “sin palabras” y peor aún, no sabía qué significaba eso, porque si no lo había visto nunca antes no podía tenerlo en cuenta para saber más o menos lo que quería decir con eso, ¿Estaba diciendo lo contrario a lo que pensaba como hacía otras veces o estaba siendo sincera? Ni tan siquiera sabía cómo narices reaccionar a ello, estaba a medio camino entre triste y nervioso, lo único que podía decir con total seguridad, sin miedo a equivocarse y poniendo toda la carne en el asador… es que ya no entendía nada. -¡Lo siento! Ni… ni siquiera lo pensé, solo me salió solo y… bueno tampoco es que sea mentira.- ¿¡Pero qué estás diciendo otra vez, Jun!? Anda, corre a la muralla a darte de cabezazos contra ella hasta que se te olvide hasta tu nombre, imbécil.

Y ya no solo era por las tonterías que le iban saliendo de los labios según hablaba sino que era la primera vez que recordaba decía tantas veces seguidas “lo siento”, los más parecido que solía decir cuando estaba con su hermana era “te jodes”, vale que lo decía de forma sarcástica y con cariño implicito pero vamos, que no tenía nada que ver. Regresando al tema de los zapatos de calle y de interior, Kou se preguntó y con razón si tan terrible podía llegar a ser su hermana, ella la llamó “superior” lo que le tomó un segundo para darse cuenta de a quién se refería, casi había olvidado que Li había llegado a Capitana General sorprendentemente rápido luego de unirse al ejército de Spatium y que la joven ahí presente había mencionado ser Capitana de la División de Tronus. -Normalmente le da todo un poco igual, su habitación la mide al milímetro para que no haya nada fuera de lugar pero lo que es el resto como que no le preocupa tanto. Con el tema del calzado sin embargo si que es muy estricta, no quiere que estén trayendo “bichos” de fuera a la mansión… Creo que es porque a nuestra madre nunca le gustó que entrásemos de la calle arrastrando la porquería, ahora es Li quién sigue con la costumbre.- No estaba seguro de que ese fuese el motivo mas todo apuntaba a que era la razón principal, cuando era más pequeña era mucho menos cuidadosa y sutil de lo que lo es ahora, comenzó con esas manías al poco de su fallecimiento y si bien podían no tener relación alguna, él creía que sí.

¿Conoces esa sensación que te recorre el cuerpo cuando alguien te clava un puñal, -o espada, o cualquier otra cosa punzante- en el pecho? Se había clavado cosas en el cuerpo durante entrenamientos, accidentes o misiones, nada del otro mundo a diferencia de Li que siempre aparecía con cada herida que ni siquiera quería saber de dónde narices había salido o cómo se la había hecho, mas era la primera vez que sentía ese mismo dolor en el centro del pecho y era mucho peor. ¿Había llegado a pensar que le odiaba? Había caído a lo más bajo del pozo con aquella revelación, si ya se sentía mal de antes pensando que se había enfadado, saber que no se había molestado sino que por el contrario pensó que le odiaba había sido un golpe muy duro, ahora se sentía menos que basura. -Yo… nunca quise que pensases tal cosa o lo sintieras así… ¡Agh! Me pasé de la raya…- Dijo con cierta rabia hacia sí mismo, aun cuando le dijo que ella le perdonaba no podía dejar de sentirse como un completo miserable, no iba a olvidar fácilmente lo que había hecho, así le llevase el resto de su vida no se iba a quedar tranquilo hasta que no sintiese que había compensado de alguna manera a la joven. -Bueno… va...vamos a dejar la sala de estar para el final ya que… imagino yo que será donde nos detengamos finalmente o… el jardín no se, ¿Qué prefieres?- Preguntó un poco confundido, confundido por él mismo que ya ni sabía qué leches estaba diciendo, ni se entendía bien siendo sus propias como para que le entendiese la pobre Kou, casi mejor habría empezado con la visita sin decir nada y se hubiera ahorrado el bochorno ahora.

De verdad que estaba intentando responder con su naturalidad y calma de siempre, lo tenía todo tan bien pensado y estaba tan seguro de lo que iba a decir, y sin embargo en el momento de abrir la boca de sus labios solo salían palabras aleatorias que poco o nada tenían que ver con lo que estaba pensando o intentaba decir. No sabía qué era lo que le estaba sucediendo, empezaba a pensar que la conversación que había mantenido el día anterior con su hermana le había afectado más de lo que creyó en un primer momento mas no podía siquiera imaginar que sería tanto, que llegaría a ese nivel, lo cierto es que estaba sufriendo un gran bloqueo mental. Al parecer no había sido el único que se había quedado en blanco, porque cuando afirmó sin darse cuenta que lo que había mencionado poco antes era verdad y que no se trataba de ninguna broma o similar, Kou apenas pudo responder con un insulto que ya había escuchado demasiadas veces de sus labios, tantas que hasta empezaba a echar de menos cuando no lo escuchaba. A ojos de cualquier persona si les estuviesen viendo debían de parecer un par de idiotas en silencio, mirándose sin fijar la mirada en ningún punto en concreto siendo un manojo de nervios y hablando medio bien a veces y otras veces con balbuceos absurdos que difícilmente se podían llegar a entender o se conectaban correctamente con el resto de palabras. ¿Y qué se suponía que le iba a responder a eso? Si ella no había sido capaz de encontrar palabras, si se había quedado completamente en blanco igual que se encontraba él, ¿Qué narices se suponía que debía hacer? ¿Repetir el insulto o quedarse en silencio? Ninguna de las dos opciones le parecía apropiada, ambas le daban la sensación de estar metiendo la pata y de manera rápida -y muy absurda para no variar- buscó algo que decir. -Así es como lo siento...no creo que esté mal que lo diga… ¿O si?- Venga, de perdidos al río, en vista de los recientes acontecimientos si no se ganaba un bofetón estaría contento porque más no se podía caer en el pozo.

Estaba recordando sus propias palabras y pensó que quizá no fue muy apropiado estar mencionando a su madre así como su fallecimiento, estaba casi seguro de que Kou no sabía nada al respecto y tampoco quería hacerla sentir mal diciendo que si la había perdido a ella y a su padre y que por ello Li a veces tenía esos extraños comportamientos bipolares como si tratase de rellenar sus huecos. Quizá no lo había pillado del todo, o no entendió a qué se refería al haber dicho lo que dijo, viendo que a veces se despistaba y no se daba cuenta de ciertos detalles evidentes, esperaba que con suerte no hubiera notado ese para no hacerla sentir incómoda con el tema, seguro que tenía sus propios problemas para estar pensando en eso también. También y por si acaso trataría de no mencionar más el tema, si se le pasaba cabía la posibilidad de que no hubiera que lamentar ningún momento tenso de esos en que dices algo inapropiado y sabes que lo era pero no te terminas de dar cuenta hasta que desgraciadamente ya lo has dicho. Quizá el punto que más le llamó la atención en ese momento fue que no había tartamudeado ni una sola vez en toda la frase, a lo que no pudo evitar sonreír de una manera diferente a la que solía mostrar en su rostro, con cierta ternura y una calma un tanto diferente, lo suficiente como para que se pudiera notar. -Igual lamento haberte asustado, ya no debería haber ningún problema con la visita así que no te preocupes.- Comentó haciendo nuevamente una reverencia de disculpa a la joven que sabía que se iba a quejar por haberse disculpado por enésima vez ya.

Se dio cuenta de que en todo ese rato ni tan siquiera había cerrado la maldita puerta principal, ya tenía que estar bastante raro para no darse cuenta de algo tan obvio, sobretodo porque aún la estaba sujetando con la mano con la que la había abierto, es como cuando buscabas algo por todas partes y derepente te das cuenta de que lo llevabas en la mano todo el rato. Estaba bastante mal de por sí, sintiéndose mal por todo lo que había pasado en el torneo y la reciente revelación sobre lo que pensaba de dicho suceso, pero lo que vino a continuación no se lo podría haber esperado de ninguna de las maneras posibles ni aún queriendo imaginarse escenarios imposibles. La pelirrosa recortó distancias para tirar de su camisa hacia ella, obligándole a agacharse un poco poniéndose a su altura, inmediatamente después le puso la mano libre sobre la frente de la misma forma que él hizo en la reunión con ella, y ya sabía lo que había sucedido en esa ocasión. Hasta ahí podría haberlo dejado pasar como un momento sorprendente pero más o menos normal, el problema, el quid de la cuestión fue cuando ésta optó por comprobarlo de nuevo pero no con la mano si no con su propia frente. Abrir los ojos como platos era quedarse corto, de no ser porque los nervios ópticos mantenían los ojos dentro de las cuencas se habrían caído de su lugar en ese mismo instante. La tenía tan cerca que hasta podía escuchar los latidos de su corazón… no, no eran los latidos del corazón ajeno, eran los suyos propios, y estaban aumentando su ritmo a un nivel alarmante en ese preciso instante, si estaba midiendo bien su temperatura debería de haberse quemado -no literalmente- porque estaba empezando a elevar su temperatura a causa de ello.

Reaccionó tarde, alejándose mientras decía dios sabe qué porque el latir de su propio corazón era tan fuerte que no podía escuchar nada más que eso, estaba completamente aturdido y empezaba a tener calor por el ritmo cardíaco acelerado, suerte que al ser moreno no se notaba tanto porque en realidad estaba muy sonrojado en ese momento, se notaba, pero no tanto en él como en ella. -Va… … … … vamos a empezar por las hatiba… ¡Habitaciones! Ya luego vemos a donde paramos… - Dijo comenzando a caminar con los ojos clavados al frente casi como si no fuese capaz de ver nada, lo cierto es que en ese momento se estaba moviendo más de forma mecánica que por su visión, dado que conocía de memoria la mansión como para recorrerla con los ojos cerrados incluso. Ahora más que antes no podía dejar de pensar en lo que había dicho su hermana… no sabía si tenía razón o no, pero de ser así y tras los últimos minutos… solo podía repetirse a sí mismo una y otra vez “tierra trágame”.

No, se acabó, ya había cruzado un nivel que no podía permitir, estaba actuando como un adolescente en una prueba para la que no se había preparado nada, si bien empezaba a hacerse una idea de lo que estaba pasando, o tal vez era un pensamiento que se le había quedado grabado del día anterior y no lograba sacárselo de la cabeza, no quería dar nada por hecho. Cometer un error en general solía ser algo en parte bueno, te ayudaba a aprender de ello y evitar volver a tropezar con la misma piedra, en el momento de cometerlo pues te sentías mal o incluso avergonzado por supuesto mas eso era parte de lo necesario para no olvidar dónde y cuándo tropezaste. El problema con ciertos errores es que aun aprendiendo de ellos, el daño que causan es tan grave que te hunde en lo más profundo de una fosa séptica, de ahí puedes salir pero la peste la arrastras para siempre, antes de arriesgarse tanto a hacer un movimiento en falso prefería andar con cuidado. De nuevo le volvió a sonreír al escuchar las palabras de la contraria, al menos con la primera parte que dijo sintió una especie de fuego interno que le llenaba de alegría, es decir, le había dicho que era bonito y que no estaba mal que lo hubiera dicho. -¡Por… por supuesto que no lo voy a decir a cada momento! Fue algo repentino, me salió de repente y no me lo pensé mucho solo… dejé que saliera sin más.- Respondió ante sus palabras posteriores, como de costumbre cambiando repentinamente de decir una cosa tranquila y que pensaba sinceramente a otra que bien podría ser cierta pero que decía más como una especie de impulso defensivo. Pensándolo bien, aunque no sabía el por qué de su comportamiento a la defensiva con todo el mundo si sabía -o mejor dicho, presuponía- que se trataba de un mecanismo ante algún daño que ya recibió en su momento de alguna otra persona quizá ajena a su familia.


Estaba seguro que se trataba de una máscara o protección, de eso no le cabía la menor duda, sin embargo… ¿Significaba eso que aún no confiaba en él lo suficiente como para tratarle con naturalidad y sin estar a la defensiva? Aún sabiendo que eso era lo normal -apenas se conocían de tres días contando ese mismo día- no podía evitar sentir como una especie de punzada en el pecho que le tiró el ánimo por los suelos, le dio una patada y dejó que se ahogara en el estanque del jardín con los peces. -Si siento que hago algo mal o daño de alguna manera tengo que disculparme aun sea sin querer… no me quedaría tranquilo sabiendo que te he molestado…- Y otra vez dejó salir las palabras antes de pararse a pensarlas, estaba empezando a pensar en que sería mejor no volver a abrir la boca para nada o coserse los labios para que no pudiese pronunciar palabra ni queriendo, una solución un poco drástica quizá. Así pues, había comenzado a andar por el pasillo principal de la mansión, el cual se dividía en varios a medida que avanzaba para cubrir los diferentes lugares y secciones del edificio, ya había advertido que era bastante grande por lo que les llevaría un rato largo el cubrirlas todas. En parte eso le iba a venir bien, iba a necesitar tiempo para pensar en lo que estaba pasando, lo que acababa de suceder y aún no comprendía del todo y lo que había hablado el día anterior que al parecer no hacía sino volver una y otra vez como un eco constante que a diferencia de los corrientes no perdía fuerza con cada repetición sino que era a la inversa, ganaba fuerza.


Siguiendo el pasillo y girando a la izquierda habían dos cuartos que estaban unidos por una puerta cerrada, aunque ambos cuartos estaban perfectamente cerrados y Jun ni tan siquiera se acercó a las puertas de ninguno de los dos, apenas se detuvo un segundo para decir lo que eran y luego continuar. -Es...estos dos son los cuartos de Li y Kisra, están pegados e incluso hay una puerta dentro que los une por si acaso. No sé qué opine mi sobrina pero mi hermana no querría que entrase.- Hablando de otra cosa y no girándose para ver a la chica -si, estaba evitando mirarla directamente- parecía que le costaba un poco menos hablar, aún le quedaba un poco de la tontería de antes mas se notaba un poco la mejoría, que al menos era un comienzo. Estaba huyendo de una forma un poco absurda, hasta él se daba cuenta de ello, sin embargo aún no encontraba la forma más adecuada de enfrentar el problema sin parecer nuevamente un absoluto imbécil que ni tan siquiera sabía hablar bien. ¿Por qué narices había hecho aquello? ¿Se estaba vengando de él por lo que pasó en la reunión de nobles en la que él le tomó la temperatura? Ya se disculpó en su momento, o juraría que lo había hecho y además en ningún momento él se acercó de aquella manera a la contraria incluso tocando frente con frente, le hubiera parecido excesivo con alguien que parecía tan introvertida, de hecho no se creía que hubiese sido ella la que se acercó a él para hacer tal cosa.


Dejó escapar un profundo suspiro lentamente de forma que no fuese tan notable desde detrás, para llegar a su propia habitación primero debían cruzar la sala de la chimenea que era una de las salas de estar de la mansión, la más grande de ellas además y la más utilizada. -Ésta es la sala de estar principal, o sala de la chimenea por ser… eso, donde está la chimenea…- Obviamente, ¿No? No se iba a llamar así por ser el baño o la cocina. Otra vez se golpeó suavemente el rostro con la mano zurda debido a la estupidez que le acababa de salir de los labios, aunque no era lo peor que había dicho en todo el día, podía estar tranquilo por esa parte. No podía seguir evadiendo el tema por mucho rato, si bien la mansión era bastante grande y les llevaría su tiempo, al final terminaría por no tener nada más que enseñarle, se quedarían en un sitio fijo y entonces… ¿Qué iba a decirle? Empezaba a tener miedo de decir las palabras más inadecuadas del mundo y que para su desgracia le habían pasado ya un par de veces por su mente a modo de pregunta, se lo estaba preguntando a sí mismo mas estaba seguro en que llegaría el momento en que o bien las dejaría salir o bien se las tragaría para siempre jamás.

Intentando no pensar en los sucesos recientes lo único que conseguía era seguir pensando aún más en ello y además liarse de manera que ya no sabía ni en qué debía pensar o no, un círculo vicioso que se alimentaba a sí mismo creciendo y haciéndose más grande y fuerte. Además los pensamientos referentes al día anterior se hacían más presentes y ya no solo a causa de lo que dijo su hermana sino que empezó a recordar sus propios silencios y a preguntarse a qué se debieron, porque no era nada común en el comportarse de esa manera ni decir las respuestas absurdas que había dado como la mayor de las meteduras de pata existentes en este y cualquier mundo: “No sé de qué me hablas”. Bien pues, por más que intentaba encontrarle una respuesta o solución lógica que no tuviera como consecuencia darle la razón a Li, terminaba dando palos de ciego o en un callejón sin salida que le obligaba a retroceder hasta que finalmente llegaba al mismo sitio, no sabía de dónde provenía aquella frase o si existía tal lugar en este mundo pero ahora comprendía el significado de la frase “todos los caminos llevan a Roma” y lo peor es que a su cerebro le pareció un momento perfecto para señalar el anagrama de esa palabra, lo que se podía leer si le dabas la vuelta a “Roma”. Si es que ya no entendía absolutamente nada, no sabia que hacer o decir y cada vez que intentaba decir algo solo empeoraba todo de una forma u otra, era la primera vez en toda su vida que se sentía de esa forma y lo peor es que ni siquiera entendía qué narices era lo que estaba sintiendo o si era real o … ni idea ya, empezaba a dolerle la cabeza de tanto pensar y dar vueltas en círculos en un tema que tampoco iba a mencionar.


Y es que, ¿Cómo demonios se menciona algo así? Sin razón aparente, sin tener ni la más mínima seguridad u oportunidad, apenas si acababa de aceptar que había decidido ir a su mansión después de lo que había hecho en el torneo y bastante difícil de creer se le hacía que le hubiese perdonado después de lo que le había hecho, porque no olvidaba ni olvidaría que cometió un error y cruzó la línea en que una burla o provocación deja de ser inofensiva. -Hoy no me entiendo ni yo…- Lo dijo sin pensar en cuanto ella le habló, en realidad no quería decir eso en voz alta, era algo que pensaba y que se le pasó por la cabeza en el momento de escucharla mas al parecer su labios interpretaron eso como que quería decirlo y por alguna razón absurda su cuerpo reaccionó haciendo que lo dijese en voz alta. Era demasiado evidente que ese día no estaba nada fino con lo que decía, solo le salían palabras que muchas veces no pretendía decir o ni tan siquiera había pensado antes de decirlas y sencillamente salían de la nada, que si le salían de esa manera es porque de alguna forma estaban en su cabeza o realmente las sentía como reales. No había más que ver también la estupidez que se le había ocurrido decir cuando llegaron a la sala de la chimenea y trató de explicar por qué se llamaba así, ¿De verdad era necesario decir tal cosa? No había más que verla o ni tan siquiera pues con solo escuchar el nombre ya te ibas haciendo una idea de la razón.


Hasta ella se debió dar cuenta porque su respuesta fue muy similar a lo que él mismo pensó tras haberlo dicho, una redundancia digna de que le cortasen la lengua con la esperanza de que no dijese nada similar nunca más, por piedad. -Ya ya, semejante estupidez acabo de decir, no sé que tengo hoy que no doy una.- Respondió negando con la cabeza y con cierta molestia expresada en su rostro pero absolutamente dedicada hacia si mismo por lo absurdo de la frase en cuestión y sabiendo que aunque intentase arreglarlo con lo siguiente que dijo, contradiciendo lo anterior para no variar, lo que había dicho era para darse con más fuerza, si Kou le diera una patada en ese momento por la tontería que dijo no se lo reprocharía en absoluto. Su habitación estaba cruzando la sala de estar, a esa si podían entrar y él tampoco es que tuviese nada que ocultar, solía tenerla recogida y limpia aunque no se preocupaba tanto por las cosas como Li, mientras se viera ordenado y limpio ya era suficiente para él. Abrió la puerta de su habitación aunque por un momento dudó, ahora que lo pensaba, no sabía si la pelirrosa tenía alergia a algún tipo de animal o si le disgustaban los animales, debería haber preguntado antes por si acaso mas suerte tuvo de que no sucedió nada al abrir la puerta, no estaría ahí seguramente. -Y... ésta es mi habitación, q… que no es tanto como seguro muchos imaginan, es más bien normalita. Ehm… por cierto, no te he preguntado… ¿Te molestan o disgustan los animales? ¿Alguna alergia quizá que deba saber…?- Hasta con algo de miedo preguntaba ya, estaba seguro de que iba a decir una imbecilidad y sin embargo estuvo más o menos entero y no se trabó tanto, un poco si pero no tanto.


Ahora no sabía muy bien si continuar o si Kou iba a querer detenerse, es decir, a lo mejor quería quedarse en la habitación para no estar fuera donde había sirvientes dando vueltas o quizá quería mirar un poco antes de seguir, prefirió esperar primero a que ella dijese algo al respecto, él le había abierto la puerta por lo que si quería entrar era totalmente libre de hacerlo y de no ser así pues continuaría enseñándole el resto de la mansión. Al menos por ahora si le seguía enseñando la mansión solo sería de forma “superficial”, ya que había ciertos recovecos y secretos que preferían dejar para la familia únicamente por lo que pudiese suceder, quizás algún día sí podría enseñárselos todos...