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Tras el caluroso atardecer [Takumi]

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Privado Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Sáb Dic 06, 2014 3:06 pm

La tarde caía en Spatium Urbanis, y entre aquellas concurridas calles se podía notar la presencia de una chica que tal vez resaltaba un poco entre la multitud por aquel largo cabello negro que llevaba suelto y ondeaba delicadamente con cada brisa cálida, propia de la primavera. Lo mismo ocurría con los pliegues de aquella falda corta de color casi negro que llevaba puesta, elevándose apenas unos milímetros por la misma causa anterior ya mencionada. A cada paso que daba podía escucharse el pequeño resonar de sus tacos, algo irónico tal vez por el ruido normal que se apreciaba en aquella ciudad donde la hibrida se había criado.

Los ojos azules de la chica, discretos y entornados se mantenían fijos en el frente, tal vez atenta de no toparse con ningún sirviente de su familia ya que claramente no había avisado que visitaría el reino para no tener que ir a saludarlos, rendir cuentas a su superior de índole sanguínea le molestaba demasiado, aunque este mismo fuese su padre. Por fin había podido librarse de él al demostrarle que a pesar de su edad podía perfectamente desarrollar una buena carrera militar, sin embargo, la opresión que ejercía el contrario de forma inconsciente en la mente de la joven…todavía tenía su peso.

Entre sus brazos llevaba un ramo de jazmines, obviamente sus flores preferidas, las mismas conseguían ponerla siempre de un humor más apacible con el simple hecho de sentir su aroma, tan delicado, tan suave. Tal vez por inercia desvió la mirada hacia una tienda de mascotas, la cual en la vidriera podía apreciarse cachorros de distintos tipos y razas, automáticamente esbozó una pequeña sonrisa y terminó arrodillada frente a la misma, aun rodeando con leve firmeza aquel ramo de flores blancas que había comprado un rato antes.

-Que lindos…- Susurró apenas en un tono bajo de voz encantador, realmente sin darse cuenta, tal vez solo pensando en voz alta que solía ocurrirle cuando quedaba absorta por algo que llamaba su atención. Los últimos rayos del sol, rojizos, se posaban sobre el cuerpo de la contraria, ofreciéndole incluso un tono más pálido de piel del que ya poseía naturalmente.
Isela A. Ichinose
Isela A. Ichinose

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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Jue Dic 11, 2014 4:47 pm

El joven revolucionario de ojos plateados iba camino a Spatium urbanis donde se encontraría con su esposa, aquella relación cumplía apenas un mes el día de hoy. Y debido a que el deseaba mantenerla a su lado continuaba junto a ella intentando mantenerla tan feliz como fuera posible. Su rostro se mantenía inmutable en lo que aquel taxi le dirigía al punto de encuentro.
Todo aquello había empezado cuando el joven la había conocido en valle chocobo, dentro de una fabrica abandonada y haciendo uso de su inmenso poder de persuasión y su facilidad para atraer a la gente hacia la oscuridad había conseguido enamorar a la joven híbrida de ojos cambiantes haciendo que esta desertara de su puesto y se uniera al bando revolucionario. Hábilmente había logrado que ella creyera en sus ideales y que pensara que el realmente era una gran persona que buscaba por sobre todas las cosas liberar a las personas de la opresión de aquel monarca elitista que había oprimido a la gente durante tantos años.
Si bien no era factible decir que el también sentía amor por la joven muchacha, era importante destacar que no la consideraba como a otra cualquiera, para el ella no era como el resto de las personas. La consideraba una mujer especial, alguien a quien debía mantener de su lado y a su lado como fuera durante el tiempo que creyera prudente. Aun que claramente, el no era estúpido y sabía que tarde o temprano la joven descubriría sus constantes amoríos por lo que fue sincero con ella quizás por primera vez desde que la conocía. Al principio la joven ex-vicealmirante no se lo había tomado muy bien, a pesar de los intentos del pelinegro por manejar la situación. Sin embargo, esta terminó por ceder aunque no sin antes imponer 3 condiciones irrevocables que el revolucionario debía cumplir. Personalmente aquellas peticiones le parecieron completamente factibles, Empezando por el echo de que debía casarse con ella, cosa que hicieron al día siguiente. Ademas, debía mantener sus amoríos lejos del hogar que compartirían. Aceptar aquello fue un poco mas difícil, pero no imposible para el muchacho de ojos plateados que termino aceptando aunque no sin antes anunciar tres condiciones propias.
Primero: La joven debía dejar su puesto y unirse a su revolución. Segundo, jamas le diría que la amaba puesto que el no era un hombre capaz de poseer aquellos sentimientos pero si admitiría que ella era alguien especial para el. Y tercero: Ella le pertenecía, por lo que no le estaría permitido tener amoríos. Asegurandole que si alguna vez se enteraba de que estaba con otro hombre los asesinaría a ambos, añadiendo también la condición de que se acostaría con el cuando así lo decidiera, como el creyera conveniente y donde el deseara. Una vez que todo estuvo pactado, el demonio acabó casándose con la joven híbrida a quien su parte demonio parecía haberle ganado partida en el momento en que se había casado con el.

Finalmente el líder de los revolucionarios notó como el coche comenzaba a detenerse, pagó al taxista la tarifa que este le indicó y bajó del mismo colocando un cigarrillo entre sus dientes. Su alrededor no parecía ser tan inmensamente transitado como solía serlo aquella ciudad,por lo que no tardó demasiado en encontrar a la joven arrodillada y abrazada a un ramo de flores mientras observaba lo que parecían ser unos cachorros de lobo alfa, ya que unos pequeños cuernitos asomaban desde sus cabecitas. Se acercó a ella lentamente hasta parase detrás de aquella personita mitad ángel, mientras la observaba cuidadosamente.

¿Quieres uno? -Preguntó el joven de ojos plateados mientras encendía aquel gitanes con su encendedor plateado y clavaba sus ojos en la contraria. -Aunque siendo sincero siempre he preferido los gatos, de preferencia negros. -Aseguró mientras dejaba escapar un poco de humo y mantenía aquel cigarrillo entre sus dedos.

-Ten... Te traje algo...-musitó con aquella voz tan propia de el que parecía estar ordenando, aunque sin embargo ocasionaba también una extraña sensación de protección en la mayoría.

Sin mas que decir metió la mano en la que llevaba su anillo en su bolsillo y de allí sacó una pequeña cajita la cual colocó sobre las manos de la joven, dentro de esta había guardada una pequeña cadenita muy delicada con un pequeño dije de apenas unos centímetros en forma de triangulo. Por uno de sus lados podía leerse la inscripción “I & T” mientras que por el otro una leyenda mostraba la fase “You're my special piece”. Finalmente el revolucionario se acercó a la joven y tomó su barbilla haciendo que esta le mirara.

-Y lo serás por siempre... -Musitó en lo que depositaba sobre los labios ajenos un profundo beso, mordiendo su labio inferior suavemente para luego separarse y comenzar a caminar junto a ella.
Ichinose Takumi
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Jue Dic 11, 2014 8:05 pm

Por unos momentos se perdió en su propio rostro reflejado en el vidrio, sumiéndose a nueva cuenta en aquella mente tan vertiginosa que la caracterizaba, recordando paso a paso todos los acontecimientos que habían cambiado su vida drásticamente, para comenzar…ella jamás esperó que pudiese terminar amando a alguien, mucho menos uniéndose a él a tal punto de abandonar su cargo militar por el que se había preparado años, sin embargo, así había pasado. No se arrepentía en lo más mínimo, no poseía dudas respecto a la toma de decisiones pasadas, ni tampoco ahora sobre ser la mujer de alguien como él, justamente no siendo el mejor partido. Un hombre complicado que siempre seguía sus deseos sin importarle absolutamente nada ni nadie más, algo de admirar tal vez si eso no le afectara en cierto punto.

La hibrida por su parte, lo aceptaba como era, y estaba completamente segura de que haría lo imposible por ese hombre, sin juzgarlo ni mediar sus acciones, fueran estas malas o no. Comprendía en todo caso que llegado el momento incluso si tenía que entregar la vida por mantenerlo a salvo y feliz lo haría sin dudarlo ni problema alguno, ya que a ella misma se le hacía difícil el verse en un futuro. Por una cosa u otra, su vida siempre estaba en riesgo, así deseaba vivir casi al límite. Cerró unos instantes los ojos, centrándose en la mínima brisa caliente que movió aquellos largos cabellos negros hacia un costado, respiró profundamente sin embargo, terminó algo sobresaltada al oír la repentina voz autoritaria del contrario, ocasionando que se pusiera de pie rápida e instintivamente.

Le dedicó una sonrisa apacible y cariñosa sin soltar aquel ramo de jazmines que tanto adoraba, asintiendo al mismo tiempo en referencia a su primera pregunta. –También me gustan los felinos, de hecho me complacería tener uno, pero aquí no he visto nada de eso…solo lobos alfas y prefiero algo más pequeño…doméstico- Aseguró la joven en lo que le observaba con total curiosidad cuando noto aquella pequeña cajita y por ende el contenido de la misma. Sus ojos violáceos con algunos reflejos azules se posaron en aquel triangulo que se mantenía apoyado sobre su mano diestra. Poco a poco aquel semblante perfecto comenzó a vislumbrar una pequeña sonrisa de gusto ante el gesto inesperado por parte del hombre que era su esposo.

Dejó sobre el borde de un saliente el ramo, tomando aquel colgante para colocárselo alrededor de su delicado cuello, previamente corriéndose el cabello a un costado al ejercer apenas un delicado movimiento con su mano izquierda. Le observó unos momentos puesto, levantando la mirada hacia el mayor para obviamente agradecerle, sin embargo fue tomada del mentón repentinamente, por lo que la pelinegra apoyó ambas manos sobre el pecho ajeno, poniéndose en puntas de pie e intentar igualar las alturas para corresponder a ese beso con la misma intensidad, mostrando un pequeño sonrojo en sus mejillas tanto por ese beso apasionado como por la frase demandante del lider de los revolucionarios.

-G-gracias, en verdad es hermoso…me encanta- Aseguró la joven, clavando la mirada en él en todo preciso momento antes de que se separara y por ende, volviese a tomar el ramo entre sus manos, notándose repentinamente un pequeño brillo en la extremidad correspondiente donde poseía el anillo que despedía algún que otro pequeño destello a causa de los últimos rayos solares. Caminó con calma a su lado, colocando incluso algunas hebras negras detrás de su oído derecho, manteniendo a la vez el paso tranquilo, delicado y seguro que tanto la caracterizaba. No muy a lo lejos divisó algunos soldados, claramente miembros del ejército que al parecer allanaban uno de los locales con persistencia o hasta podría decirse que algo de violencia. Entornó repentinamente la mirada cuando pasaron junto a ellos, dejando escapar otro pequeño suspiro antes de desviar la mirada hacia el demonio, suavizándola por instantes.

-No estarías aquí si no tuvieses algo de tiempo libre, ¿hay algo que gustes hacer en particular antes de regresar?- Cuestionó en un tono suave de voz, abrazándose al brazo diestro del mayor unos momentos para ladear el rostro y buscar su mirada escasos segundos antes de soltarlo y continuar abrazando aquel ramo sin dejar de igualar el paso de la caminata.
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Sáb Dic 27, 2014 7:20 pm

El demonio de ojos plateados entornó la mirada hacia la señorita que lo acompañaba, quien recientemente se había convertido en sus esposa. Su mirada se fijó primeramente sobre aquel cabello negro como la noche y continuó deslizándose lentamente hacia aquel colgante que se encontraba en aquel momento posado sobre la apertura de los pechos de la muchacha, aquellos que eran realmente la parte mas deseosa de su cuerpo a ojos de Astaroth. Finalmente su vista recorrió el cuerpo de la muchacha para luego volver al frente observando a aquellos soldados en lo que el demonio se detenía y les escrutaba con la mirada. Si había algo que aquel ser odiaba era a las personas débiles y a los vasallos de aquel dictador elitista que pretendía ejercer su voluntad sobre toda persona en el planeta, asco y repulsión era lo que sentía al observar a aquellos soldados. En aquel momento una leve sonrisa en los labios del mayor dejó al descubierto ambos colmillos del mismo.

-Me alegra que te guste...-Musitó el demonio mientras llevaba una de sus manos a su chaqueta y sacaba de allí uno de sus gitanes el cual colocó entre sus labios aún observando a aquellas personas siendo hostigadas por los soldados. -Si, realmente tengo bastante tiempo libre... -Musitó el demonio mientras borraba aquella sonrisa de su rostro recordando que había decidido dedicarle el día a la menor y que deshacerse de aquellos soldados no le beneficiaría en nada. -Hay cierto lugar al que quiero que me acompañes... -Musitó el pelinegro mientras comenzaba a caminar nuevamente en la dirección en que lo hacían hace tan solo unos minutos, ignorando por completo a aquellos soldados que habían dejado atrás.

Sus ojos plateados y penetrantes se clavaron sobre la muchacha una vez mas mientras continuaban avanzando por las calles de spatium urbanis tranquilamente.

-Sabes... Si vas a estar a mi lado hay algunas cosas que debes saber... Numero uno, no soy una buena persona, muchos me odian y aun mas me odiarán. Si sigues a mi lado por mucho tiempo la gente terminará odiándote a ti también. Y numero dos, jamas doy explicaciones, de nada.-Musitó el demonio doblando en aquella esquina.

Tras esta ambos se encontraron frente a una tienda de aspecto lúgubre y mal cuidada en la que las inscripciones “Discedite ab inferno, solus mortalium non sunt condignae passiones ingredieris huc” era lo único que se podía leer. Finalmente el pelinegro se detuvo y colocó una mano sobre la perilla mientras de reojo observaba a la contraria. -Tengo otro presente para ti... -Musitó mientras atravesaba aquella puerta que al instante los llevó a uno de los circulos del infierno, mas precisamente al segundo. Frente a ellos, un poderoso e imponente demonio se erguía en su trono.

-Minos...-Musitó Astaroth observándole de forma cuidadosa. -He venido a cobrar un favor, deseo al mejor de su raza, el mas poderoso...-Musitó el duque del inframundo a aquel inmortal mientras le veía a los ojos. Este, sin musitar palabra alguna le otorgó al pelinegro un pequeño felino que tenía apenas días de haber nacido, advirtiéndole que crecería para ser el mas fuerte de su raza. Complacido, el demonio de ojos plateados se volteó para observar a la contraria con calma, mientras colocaba al pequeño gato negro en sus brazos y junto a ella, regresaban por la misma puerta en que habían llegado, terminando por regresar a spatium nuevamente. -Es tuyo... Cuida de el y procura entrenarlo diario... -Musitó el joven muchacho mientras dejaba escapar una bocanada de humo. -Quieres dar un paseo? Conocer la ciudad? -Pregunto finalmente este mientras dirigía la vista hacia la menor.
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Dom Dic 28, 2014 2:07 pm

Sin problema u objeción comenzó a seguirle, caminando a su lado sin dejar de mantener un pequeño o ligero brillo de curiosidad en sus ojos cuando mencionó lo de acompañarle, realmente sin esperarse de que se podía tratar. Deslizó la mano derecha para correr aquel largo cabello tan bien cuidado hacia atrás, sin embargo, su atención se posaba en los murmullos de aquellos miembros del gobierno. Súbitamente y de manera repentina volvió a observarle, manteniendo el ceño ligeramente fruncido por unos escasos momentos.

-Tengo en claro eso, es lo que va a pasar seguramente pero…es el camino que yo elegí. No importa si comparto o no al cien por ciento tus ideales Takumi, yo…siempre te voy a apoyar en lo que se. El odio de los demás no me interesa, no vivo de los sentimientos.- Aseguró algo fría, sin embargo, por unos momentos cuando le observó de reojo su mirada se dulcifico completamente antes de volver a llevarla hacia adelante tal vez con algo de asombro al estar frente aquella tienda. Al leer esas inscripciones, las pronunció en apenas un susurro e inconscientemente retrocedió un par de pasos, sin embargo…no esbozo objeción alguna.

Al ser trasladados a segundo círculo la joven sintió que su cuerpo se estremecía completamente, era imposible para ella ocultar en parte su disgusto al pisar dichos territorios. Continuó avanzando, sin embargo siempre manteniéndose unos pasos detrás de Astaroth, precisamente a su lado derecho como en clara muestra de reconocerse como un demonio inferior a él…aunque ciertamente…ella era solo una mitad. Un pequeño suspiro abandonó su ser ante aquel poderoso rector del círculo infernal donde se encontraban, incapaz de elevar la vista para verle a los ojos simplemente dedicó una pequeña reverencia.

Se mantuvo en completo silencio, aun sosteniendo entre sus brazos el ramo de flores que abruptamente se había secado entre sus manos, consumido hasta tornarse apenas un cumulo completamente muerto, inerte, carente de cualquier belleza. Para sus adentros…ella era un rejunte de nervios, completamente enfrascada en sus pensamientos que inevitablemente le trajeron de manera pronta lo que le esperaría en algún futuro. Tembló apenas un poquito, manteniendo la mirada baja, clavada en el suelo, su pecho apenas se movía denotando una respiración completamente leve, pausada.

Su padre la había puesto estratégicamente a servir en Tempus por motivos que desconocía y ella…le había traicionado, nada más y nada menos que la propia hija había traicionado a Adramelech. Un apenas casi inaudible gemido escapó de sus labios al estar absorta en las tempestades de su mente, siendo este de completa inconformidad al razonar, al pensar una y otra vez que ella caería en el ultimo círculo infernal…precisamente el de los traidores. Aquel circulo se dividía en cuatro zonas…en las cuales ella cumplía todos los requisitos, traicionó a sus allegados, otorgándole un pase directo a la primer zona. Traicionó a su reino, por lo que descendería a la segunda zona, para la tercer zona también había conseguido otro pase…sin embargo, para su peor final terminaría en la última zona al traicionar a sus señores.

En su semblante se esbozó una pequeña sonrisa vacía, como si ciertamente estuviese resignada a que terminaría siendo castigada por el mismo Lucifer, regente de la última zona del último círculo infernal.

No fue hasta que oyó la voz del contrario que levantó apenas la cabeza, ocasionando que aquellos delicados cabellos se acomodaran por sus hombros y el resto de su cuerpo, enmarcando todavía más la delicada apariencia de la hibrida, lo que ocasionó paralelamente que soltase aquellas flores muertas para tomar al pequeño felino entre sus brazos. Volvió a retroceder tres pasos, dedicándole una reverencia final a Minos para así voltearse cuando debieron marcharse e irremediablemente apurar un poco más el paso, pasando a Takumi en el camino como si…tuviese miedo de quedarse detrás de él, de darle la espalda al mismo Minos en su propio territorio.

No fue hasta que regresaron a la ciudad y pasaron unos minutos que ella finalmente volvió a recobrar al menos su típica personalidad, aunque por dentro se sintiese algo incomoda todavía. Bajó la mirada hacia el pequeño felino mientras mantenía los ojos entornados, complacida por tener precisamente lo que había deseado, un gatito. Apoyó los labios sobre la cabecita del mismo para darle un pequeño beso.

-Me encanta…es hermoso, gracias!!. Siempre quise uno así, Takumi. ¿Te parece bien llamarlo…Hades?- Cuestionó con una pequeña sonrisa, interponiéndose en el camino del mayor sin previo aviso para apoyar una mano sobre el pecho de él, colocándose en puntas de pie y así darle un fugaz pero profundo beso en los labios. –Y si!, si quiero! Normalmente no tengo mucha chance de pasar tiempo contigo y…de verdad me gustaría antes de que vuelvas a irte. Vamos a donde te plazca- Musitó bajito, posando aquella mirada sobre los ojos del demonio mayor antes de volver a colocarse a su lado.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Sáb Feb 07, 2015 4:38 am

El sol ya había caído cuando los jóvenes regresaron de aquel abismo, ciertamente el tiempo entre el mundo mortal y el inframundo fluctuaba con distinta intensidad. Un año en el averno podía tanto significar un segundo en Spirit soul, como una hora un mes o un segundo, claramente este no corría de la misma manera en todo momento, cambiaba y volvía a cambiar una vez mas como las corrientes del río. Por ello mismo cuando ambos salieron del segundo circulo las calles estaban iluminadas por las farolas y a pesar de ser verano, tras el caluroso atardecer una pequeña brisa soplaba y hacía bailar los cabellos de la hibrida que parecía temblar. ¿Frio acaso? Imposible, ella había vivido en tempus mucho tiempo y jamas le había visto temblar por ello ni siquiera estando desnuda, era una mujer que no mostraría debilidad alguna, quizás si si estuvieran a solas pero jamas ante los transeúntes. Un orgullo felino se mostraba constantemente en ella, podía verse en su forma de mirar, en la de caminar y en la desenvolverse, por lo que el frió estaba completamente descartado. No, ella no sentía frío, estaba aterrada. En aquel momento el demonio se dio cuenta de lo nerviosa que había actuado frente a aquel rey demonio, el estaba acostumbrado a eternidades en el infierno, miles de millones de años había pasado allí. Pero ella solo había estado frente a un gran demonio en su vida, su padre, a quien había traicionado debido a sus sentimientos por el revolucionario. El señor de las tinieblas, la espada que juzga a los traidores, Adramelech... En aquel momento comprendió por que la joven temblaba, no temía al infierno ni a minos... Temía lo que le depararía el futuro por haber traicionado a todos a quien conoció. En cierta forma hacer aquello fue bastante estúpido de parte de la híbrida, después de todo no hay peor castigo que el ultimo circulo del infierno. Apenas recordaba un poco de sus pasos por allí, pero era suficiente para que incluso a el se le erizara el cabello de la nuca, solo existían en el inframundo tres demonios que podían hacer frente a Astaroth: Lucifer, el monarca supremo del infierno que había desafiado a los dioses. Belzebú, el principe del averno señor de la destrucción y finalmente Adramelech, el único de ellos que no había sido parte de la rebelión pues nació dos milenios después, era un ángel caído, vencido por Uriel y Rafael, Sin embargo, aquel demonio era diferente del resto de las criaturas que vivían allí y mediante su astucia inigualable, Adramelech se convirtió en el presidente del Senado de los demonios. És también el Canciller del Infierno y el supervisor del ultimo circulo. Para Takumi solo era un maldito egolatra que se hacía llamar a si mismo, el mayor enemigo de Dios. Algo era seguro, era más grande en ambición, astucia y malicia que Satanás. Un demonio más maldito, un hipócrita más profundo. Después de todo ¿como se le podía llamar a aquel traidor que juzgaba a los traidores? Un hipócrita definitivamente. Aún así, a pesar de que guardaba cierto recelo contra aquellos demonios, el pelinegro les respetaba pues sabía bien de su poder y  realmente no podía cuestionar las acciones de la híbrida, el peor de los destinos le esperaba en aquel reino de llamas y putrefacción. Claro, hasta que el retornara y tomara lo que le pertenece por derecho. Mientras tanto, continuarían viviendo aquella efímera vida que mantenían, en alguna ocasión le había dicho que la amaría en su próxima vida puesto que no era capaz en este y pensaba mantener su promesa. En aquel momento la pregunta de la muchacha que ya parecía haberse recuperado interrumpió sus pensmaientos.

-¿Hades? Me agrada... Es perfecto para el. Solo una cosa, recuerda que a pesar de pertenecer al averno sigue siendo un gato. Son muy caprichosos, solo estará contigo si es que así le conviene. Por lo que a pesar de que pueda aparecer lo contrario deberás mimarlo y amarlo muchísimo, es la única manera en que Hades te sea fiel. Si logras formar un vinculo con esta criatura, dará su propia vida para servirte. Aunque como el es inmortal, solo regresará al averno. -Explicó el joven dejando escapar una bocanada de humo mientras alzaba la vista hacia el cielo estrellado.

De reojo observó a su esposa, joven, pequeña y de apariencia inocente hablar nuevamente, el le escuchó atentamente. Pero sus pensamientos divagaban un poco en aquel momento, por su mente algunas fantasías se presentaban... A veces sexys, a veces crueles... Podían pasar de imaginar a la inocente muchacha debajo de si, sobre la cama mirándole con amor, a otras donde ella se encontraba atada y el hacía de aquella mujer lo que deseara. La mantenía a su merced, la torturaba, jugaba con su cuerpo y sus sentimientos y le hacía el amor de la forma mas dura posible ¿Por que? Ni siquiera el sabía eso, pero la joven tenía algo especial, no era como las demás mujeres que solía frecuentar. Algo en ella le atraía casi por inercia, le hacía sentir la necesidad de poseerla y mantenerla a su lado como su pertenencia mas preciosa, como su tesoro mas preciado, como la pieza ganadora en una partida de ajedrez, como si la joven fuese una especie de droga que despertaba en el sentidos que nadie mas despertaba... Incluso a pesar de aquello, el demonio muy lejos estaba de sentir amor, para el era imposible. Pero aquella pelinegra de piel blanca y ojos azul-violaceos era realmente especial para el muchacho y le pertenecía para toda la eternidad, nadie se la arrebataría ni siquiera el mismo Lord Adramelech...

-Donde me plazca? -Musitó el muchacho observando a la nada mientras hablaba mas para si mismo que para ella. -Hmm... Hay un lugar al que me gusta ir en esta ciudad, generalmente está cerrado a los turistas, aún mas extranjeros. Pero desde allí podrás ver toda la ciudad. -Aseguró astaroth con cierto brillo en sus ojos plateados que relucían en contraste con las luces de la calle. De pronto, comenzó a caminar hasta ponerse frente a la pelinegra y alzar su mano estirándola en dirección hacia ella. Claramente, ofreciendola para que ella la tomara.

- Ven conmigo, confía en mi... Sígueme a donde sea que vaya... -Dijo este mientras una pequeña bandada de murcielagos comenzaba a reunirse a su alrededor, terminando su cuerpo por transformarse en estos a la vez que una mínima neblina le rodeaba. Tiró de la mano de la joven y ambos terminaron por envolverse en estos seres que volaban unos cerca de otros como si de una danza algo tenebrosa se tratara. Desde allí, el demonio se dirigió al edificio principal de la ciudad y ademas, su favorito. La torre de justicia que se erguía imponente sobre la ciudad de Spatium. Cruzar la seguridad fue realmente sencillo, tan solo tuvo que avanzar en el momento exacto en que los guardias no veían. Oculto por la oscuridad de la noche, el duque del infierno logró llegar junto a la joven hasta el punto mas alto de la torre, terminando ambos sentados sobre el techo de la misma ya en sus formas originales. Desde allí un extenso, imponente y tal vez hermoso panorama de la ciudad se mostraba ante ellos. Astaroth se mantuvo en silencio en aquel lugar en que el único sonido que se podía oír era el viento, para su suerte la joven sabía cuando el necesitaba unos segundos de paz, por lo que ambos se dedicaron a observar aquel paisaje de luces y seres que vivían en la ciudad. Gracias a sus hábiles ojos de demonio, incluso a pesar de ser de noche y de estar muy lejos, el revolucionario de ojos filosos podía ver todo lo que sucedía. Peleas de borrachos en un bar cercano, mas adelante, una señora mayor era asaltada por un par de hombres; Un poco mas allá, una pareja de apasionados hacían el amor en una plaza completamente desnudos y finalmente casi en saliendo de la ciudad, una pequeña niña vagaba por la misma. Estaba descalza y parecía hambrienta, su pequeño vestido de tul de color azul estaba sucio y arrastraba de su mano un osito de peluche cuya oreja estaba algo chamuscada. Todas aquellas personas vivían en aquella ciudad ignorando lo que sucedía con las otras, eran automatas que repetían una rutina o buscaban escapar de ella, pero siempre estaban enfrascados en su propio cuerpo. En cambio, el podía verlo todo a su alrededor, nada escapaba a sus ojos.

Finalmente, se giró repentinamente sin decir nada y acercó una mano a la joven colocandola sobre la de ella mientras sus labios se unían a los ajenos llevando a la joven hacia atrás terminando por hacerla acostarse sobre el techo de la torre para finalmente separarse en el momento en que se quedó sin aire, lamió sus propios labios unos segundos y se acercó a la joven una vez mas, mas precisamente a su cuello, el cual mordió clavando apenas la punta de sus colmillos, que fue suficiente para hacer que unos pequeños hilos de sangre comenzaran a rodar hacia abajo. El demonio lamió estos suavemente, pasó su lengua varias veces por el cuello de la joven, hasta que finalmente sus capacidades curativas terminaron por cerrar las heridas. En aquel momento se detuvo y se recostó a su lado, no había ninguna razón en especial para aquellos actos. Lo hacía simplemente por que le apetecía probarla, devorarla y por que aquella mujer era completamente suya.

-Este es el lugar que mas me agrada de este reino, quería mostrártelo... Si vamos a compartir una vida juntos, podemos compartir también esto. Lo único que te pediré son tres cosas preciosa. Uno, jamas me desafíes, por que habrás puesto mi dedo en el gatillo. Dos, jamas me engañes ni me traiciones, por que lo sabré y te asesinaré. Y tres, eres mía para toda la eternidad, todas tus vidas me pertenecen a mi y solo a mi. Desde el momento en que te casaste conmigo pasé a ser tu único dueño. Ni siquiera Adramelech puede cambiar eso ¿comprendes? Ya no hay vuelta atrás. -Afirmó el pelinegro acercándose a ella para volver a besarle, esta vez de forma mas apasionada incluso introduciendo la lengua en la boca ajena.

Mientras se separaba de la joven, atrapó su labio inferior con los dientes suavemente y tiró de estos algunos milímetros con suavidad. Finalmente se alejó un poco y apoyó su codo sobre el techo bajo ellos usando su puño para sostener su cabeza, su dedo indice se deslizaba sobre el pecho de la muchacha alrededor de aquel colgante mientras veía como aquel pequeño minino se acomodaba un poco sobre el abdomen de su ama.
Ichinose Takumi
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Sáb Feb 07, 2015 7:48 pm

A pesar del momento poco agradable que había pasado recientemente en el infierno para ir a buscar al pequeño gatito negro, la pelinegra intentó restarle importancia observando con una clara sonrisa al felino entre sus brazos. Tales criaturas eran su debilidad, más todavía al verse tan chiquitos e indefensos, ya que tal vez despertaban ese sentimiento de protección que la joven poseía marcado tan a fuego cuando la situación lo requería. Internamente sabía que por más que intentase no pensar en la posibilidad de lo que le esperaba, ahí estaba, aguardándola en un futuro para hacerle pagar por sus pecados cometidos irónicamente…Esa muchachita había cometido faltas con quien no debió, había mordido la mano de quien no debió morder en un acto de lo que ella le llamaría amor. No le importa, ciertamente lo que estaba hecho ya debía permanecer así, la joven no era de las que se arrepintiesen de sus actos o llorase sobre los problemas en busca de consuelo…claro que en los momentos en que se encontraba sola, pensaba y eso le generaba un poco de temor, quizás por ser tan solo una simple chica de dieciocho años.

Parpadeó curiosa ante las palabras del mayor, asintiendo al mismo tiempo con toda la certeza del mundo sin dejar de esbozar una pequeña sonrisa en sus labios. –Lo llenaré de amor, es una promesa…además, no podría no amarlo…fue un regalo de tu parte, Takumi- Sentenció mostrando un pequeño sonrojo en sus mejillas como cada vez que se refería a él de una forma ligeramente amorosa. Al replantearse las palabras del demonio, extendió con sumo cuidado la mano derecha para así tomar un contacto más directo, manteniendo incluso la mirada puesta sobre los ojos plateados de aquel hombre que era su esposo. –Las ganas de formar un vínculo con él están puestas, hay que ver si me considera apta para permanecer a su lado-

Tras eso, habían sido trasladados a un punto diferente la ciudad, uno precisamente alto donde podía observarse absolutamente todo. Los orbes de la muchacha mitad ángel y mitad demonio se abrieron un poco más, denotando la sorpresa total que sentía por encontrarse en un lugar así. La noche parecía ser perfecta, bastante calmada ya que al menos ella no podía percibir absolutamente nada extraño. A sus sentidos…la paz reinaba en esa noche llena de estrellas relucientes en el oscuro firmamento. El viento movía suavemente los pliegues de su vestido, como así también tales hermosos cabellos que solo conseguían enmarcar más la delicada figura de la hermosa muchachita.

Caminó unos pasos hacia adelante, sosteniendo al felino con la mano izquierda mientras que la derecha la posaba sobre el barandal, observó asombrada la ciudad, las luces de la misma, podía notarse simplemente en el brillo de sus orbes o expresión del rostro lo increíblemente tranquila que se encontraba en esos segundos…Por vez primera en mucho tiempo se sintió libre, vaya ironía, tampoco supo por qué pero así de fuerte latía su corazón. Sonrió levemente en lo que intentaba guardar aquella escena por siempre en sus recuerdos e incluso la placentera sensación de libertad absoluta que invadió por completo su ser. ¿Quién necesitaba conocer el cielo cuando en ese instante se encontraba experimentándolo?.

De momento a otro quedó recostada por decisión del mayor, a quien observó curiosamente pasando después a corresponder sus besos con calma, tranquilidad y gran cariño, apoyando incluso por esos instantes la diestra sobre el hombro del contrario cuando sintió sus colmillos clavarse en su cuello o las posteriores lamidas que la hacían sonrojarse increíblemente. Obviamente, ella misma atrapó el labio superior de Astaroth en una mordida ligera pero fugaz, sin llegar a hacerle daño en el proceso de corresponderle a todos sus besos hasta que la falta de aire la obligase a tomar distancia. En aquella aparente soledad inmensa se encontraban los tres, por su parte el pequeño felino dormitaba de tanto en tanto sobre el vientre de la hibrida, quien se mantenía completamente absorta en las palabras y miradas del hombre que amaba.

-Takumi…no, Astaroth, en el momento en que decidí condenar mi propia alma al infierno fue por el único deseo de seguirte, de estar a tu lado, ¿sabes?. Entiendo que puedas llegar a sentirte algo inseguro conmigo, en primera instancia soy solo una hibrida, segundo…tengo nada más que dieciocho años, comparados con los tuyos mi existencia ha sido solo un suspiro, tercero, está en tu naturaleza desconfiar…Pero yo puedo asegurarte que si decidí consagrar mi vida a ti fue por amor, quizás es esa parte de mi hibridez que me hace estar completamente segura de lo que siento cada vez que te veo, que te oigo, que te siento cerca de mi…- Murmuró en un tono completamente tranquilo de voz, sin dejar de ofrecerle suaves caricias en uno de sus brazos a aquel revolucionario con toda la dulzura que por él podía expresar. –Tú prometiste que cuando me llegue la hora, volverías por mí. Así pasen mil años más yo seguiré esperándote. Prometiste que…en mi próxima vida me amarías como no puedes amarme en esta y a mí me sobra paciencia cuando se trata de ti. Yo prometí ser tu escudo y espada en lo único que adoras, tu revolución. Tienes mi palabra.-

Suspiró ligeramente, entornando la mirada pero aun así sonriéndole delicadamente en todo preciso segundo que se sinceraba con él. –Tú amaste una sola vez, lamentablemente yo no soy esa mujer, tampoco pretendo serlo. La respeto mucho porque ella fue capaz de despertar sentimientos en ti aunque sea por una vez…Sin embargo, no me imagino que tan dolorosa puede ser la sensación de perder a quien amas.- Aclaró, extendiendo la mano izquierda hacia arriba, como si de algún modo quisiera tocar las estrellas y se perdiera entre ellas, observándolas.

-Si te perdiera, no tendría más motivos para seguir en este mundo. No soportaría ese dolor que no se compararía ni con los peores tormentos infernales. Jamás esperaré un “te amo” de tu parte, tampoco que tengas ojos solamente para mi…Solo te pido una cosa, vayas donde vayas asegúrate de regresar a mí, sano y salvo. Yo siempre seré incondicional tuya, seguiré tus pasos cada vez que así me lo permitas, aunque el mundo esté en tu contra siempre estaré apoyándote-

Volvió a observarle, esbozando una sonrisa aun mayor quizás con cierta tristeza. –Desafiarte…no, eso jamás estaría en mis planes, pero hay una parte de mí que no conoces por el momento, una que seguramente te haría enfadar…una que reprimo constantemente aunque normalmente termine perdiendo el control. Pero de otra cosa puedes estar seguro, yo, Isela Adramelech, te pertenezco solo a ti- Finalizó, ya que a él no podía ocultarle absolutamente nada respecto a su persona.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Miér Feb 11, 2015 12:06 am

El desconfiado demonio escuchaba sus palabras atentamente, le observaba de reojo sabiendo dentro de si que las palabras de la híbrida eran totalmente ciertas. Pero aún así su oscuro y lastimado corazón se negaba rotundamente a creerlas del todo ¿como podría? Si en el pasado había sido traicionado por sus mas cercanos incluso, por aquellos a quienes confiaba con su vida, personas por las que hubiera muerto sin siquiera pensarlo dos veces. No, no confiaría en ella hasta que demostrara que realmente era digna de tal cosa, había aprendido la lección de ser muy precavido con sus enemigos y aún mas con aquellos seres cercanos. Y es que así era, el revolucionario de ojos plateados y cabello negro como la noche se mantenía en todo momento atento a quienes le rodeaban. No confiaba ni siquiera en su sombra y se encargaba en todo momento de no dejar punto ciego desde el cual puedan atacarle, por aquella misma razón eliminó de su corazón cualquier mínima capacidad de sentir afecto y lo sustituyó por completa y entera crueldad. Por eso mismo se mantenía solo y completamente aislado, no dejaba a nadie permanecer a su lado demasiado tiempo. Sin embargo, había hecho una excepción sobre la joven debido a todos los sacrificios que había hecho por el. Esa era su forma de recompensarle por todo lo que hacía por el, sin embargo, aún faltaba muchísimo para que pudiera confiar plenamente en ella. Claramente no le diría aquello a la joven, solo dejaría que el tiempo pasara y observaría con cuidado sus actos cuando los tiempos se pusieran difíciles, si sus palabras eran ciertas, si realmente era capaz de mantenerse a su lado incluso cuando viera la crueldad de la que el era capaz; Si se quedaba a su lado cuando el mundo entero se pusiera en su contra, entonces en aquel momento ganaría como recompensa su confianza y el haría todo lo que estuviera en sus manos para mantenerla feliz mientras estuvieran con vida.

-Comprendo y mantendré mi promesa, en mi próxima vida te buscaré sin importar donde estés y te amaré de la misma forma en que tu me amas ahora. -Aseguró el demonio escuchando las siguientes palabras de la joven.

Estas frases trajeron a su mente viejos recuerdos que el había escondido, podía recordar levemente a su esposa con quien había vivido hacía dos siglos atrás cuando el mundo era un caos. Un ligero atisbo de tristeza se reflejó en sus ojos por lo que el muchacho los cerró y se recostó mirando al cielo, se había dado cuenta de que ya no podía recordar su voz, ya ni siquiera tenía sentimientos por ella pero entonces ¿de donde provenía aquel sentimiento de melancolía? ¿Acaso era por que muy en el fondo se sentía culpable por no poder amar a aquella jovencita que tenía a su lado como ella lo merecía? ¿O era por que sabía que solo traería dolor y desgracia a la híbrida que le amaba tanto? No estaba realmente seguro de aquello, hacía demasiado tiempo que había dejado de comprender los sentimientos de la gente y aquellos instantes en que la melancolía le atrapaba era lo único que conservaba de la época en que podía sentir. Abrió sus ojos levemente y ladeó su rostro hacia la muchacha para tomar su mano con suavidad, llevando esta hasta sus propios labios los cuales besaron la blanca piel de ella con suma delicadeza unos segundos para luego posar ambas manos sobre la de la contraria manteniendolas allí. No, no era capaz de sentir ni siquiera cariño por aquella joven, lo que el sentía hacia ella no era mas que un afán de dominarle y hacerla suya, pero por alguna razón que el no comprendía, aquella pequeña niña de 18 años se había convertido en su pequeño tesoro. Lo único que llegaba a importarle después de su revolución, la única persona cuya muerte lamentaría un poco.
Continuó escuchando las palabras de la joven tranquilamente, era cierto que ella le pertenecía y hasta ahora aquella actitud sumisa le había llevado a acatar todas y cada una de las ordenes que el mayor le había dado, había cumplido misiones suicidas de las que nadie hubiera podido salir vivo. Y aún así, aquella joven era siempre la primera en apuntarse a las misiones mas peligrosas, con tal de acompañarle a el por lo menos unos momentos. Era seguro, si algún día llegaba a confiar en alguien sería en ella y solo en ella. Su confianza era algo que entregaba a muy pocas personas y hasta el momento, no se la había entregado a nadie en dos siglos de existencia.
Lentamente se puso de pie y caminó un poco hacia el borde de aquella torre, al mirar hacia abajo notó a los soldados haciendo guardias y un auto que pasaba por allí con las luces encendidas. La gente ya se encontraba en sus casas, era hora de cenar y nadie parecía querer pisar las oscuras calles de la capital. En aquel momento, sentía como si solo el y ella estuviesen allí. Con los pies tan cercanos al borde que parecía que caerían el joven se volteó y le miró directamente a los ojos, aún con aquella mirada que para el resto del mundo parecían los de una bestia que estaba a punto de atacar y para la joven en cambio, parecían los ojos de la persona que amaba.

-Tu eres mi mujer, desde el momento en que unimos nuestras vidas es que debes lidiar con mis problemas y los de mi revolución. Lo has hecho al pie de la letra sin importar nada, te aseguro que sin importar como sea aquella parte de ti que aún no he visto... Nada cambiará entre nosotros, seguirás a mi lado incluso hasta mi ultimo día. Solo recuerda que soy un demonio -Musitó endureciendo aquella mirada- Mi bondad es poca, casi nula y solo te la ofrezco a ti... -Aseguró el joven para volver a voltearse mirando al vacío- Podré perdonarte cualquier cosa que hagas, siempre y cuando no sea en contra de mi revolución. Exceptuando eso, incluso el mundo y los revolucionarios a los que dirijo pueden ponerse en tu contra, que yo no dudaré en hacer rodar la cabeza de cada uno de ellos.

No, no era romántico, ni siquiera eran hermosas las palabras que el pelinegro soltaba de sus labios. Pero eran palabras que solo le había dicho a ella. Jamas había puesto a nadie por sobre sus hombres a quienes consideraba la llave de su revolución. Sin embargo, la joven era una excepción, aquel día y en ese instante se prometió a si mismo que jamas dejaría que le pusieran un dedo encima. Era suya, unicamente suya y todo aquel que ignorara esto iba a lamentarlo desde el fondo de su corazón. Aquello era quizás lo mas cercano que el demonio podía sentir al afecto y unicamente sucedía con ella, para bien o para mal.

-Bien, busquemos un lugar donde podamos cenar y beber un poco... Esta noche realmente no me apetece dormir, si tu lo deseas puedes volver al hotel. -Musitó girándose a nueva cuenta para verle- O puedes cenar y beber conmigo, luego te haré el amor durante toda la noche hasta que no puedas siquiera estar en pie.

No dijo mas, el era un hombre cuyas palabras caían con gran peso por si solas. Si estas salían de su boca era por que lo haría, no necesitaba prometer ni asegurar pues el mismo sabía que así sería. En aquel momento uno de sus pies avanzó y el revolucionario se dejó caer transformándose en aquellas criaturas mientras observaba con cuidado detrás de el para ver si la muchacha le seguía.  Finalmente, su transformación duró hasta que estuvo frente a la puerta de un viejo bar en los barrios bajos de la ciudad. Entró al lugar sin mirar a nadie y se sentó sobre una de las mesas desocupadas con los brazos cruzados y los pies sobre la mesa. Desprendió su chaqueta y en cuanto el mozo se acercó preguntandole que deseaba Astaroth le miró con despreocupación.

-Cualquier cosa comestible está bien... y traiga algo de sake. Dos vasos. Uno para mi y otro para la señorita. -El hombre simplemente se le quedó mirando un tanto desorientado, quizás creyendole loco pues había entrado completamente solo. En aquel momento se oyeron las puertas abrirse y unos ligeros pasos casi felinos atravesar el lugar. -Necesitas mejorar tu velocidad, dependes demasiado de tus alas para volar. -Aseguró el muchacho observando de reojo a la entrada del lugar.
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Miér Feb 11, 2015 11:47 pm

Finalmente terminó enderezándose, manteniendo a la pequeña cría de felino en su regazo que por ese entonces estaba hecho bolita y con los ojos cerrados. Inevitablemente la hibrida no podía evitar observarle, morirse de ternura internamente al notarlo tan frágil e indefenso, por lo que buscaba siempre el momento para otorgarle pequeñas caricias con la mano izquierda. Atendía perfectamente a las palabras de su esposo, volviendo a observarle detenidamente ante tales palabras que le había dedicado, incluso bajó por unos instantes la mirada, asintiéndole. Era más que obvio que prefería pasar la noche con él antes de que nuevamente tuviera que quedarse sola por algunas noches, sola en la cama de ambos y esperándole con todas las ansias del mundo, porque en el interior de su corazón…ella siempre estaba ilusionada con verle llegar.

Le observó desaparecer en la profunda noche con ojos de admiración ante tal manifiesto de sus habilidades, no por nada era el líder de los revolucionarios, conocido como el hombre más fuerte entre ellos e incluso la cabeza de esa gran organización en contra del monarca. Por su parte, la hibrida se puso de pie con calma, asegurándose de sostener bien al pequeño felino antes de desplegar su doble par de alas y lanzarse al mismo vacío para seguirle. Le era increíblemente grato cruzar el cielo nocturno cargado de estrellas ya que le proporcionaba una estupenda sensación de paz increíble.

Así se mantuvo hasta llegar al lugar indicado, ignorando los continuos pataleos de Hades por querer bajarse de sus brazos e ir a inspeccionar por su cuenta el lugar. Se encaminó por el lugar manteniendo la mirada entornada y ese aire altivo en su personalidad propio de alguien que había sido criada con la justa disciplina, tales largos cabellos negros se mecían delicadamente hacia atrás por el simple hecho de caminar, propinándole un sutil enmarque total al cuerpo de la jovencita. Ya una vez frente a él mantuvo cruzada la pierna derecha por encima de la izquierda, siempre afirmando tal postura recta como elegante.

-¿M-mejorar la velocidad?...Bueno podría haber llegado en apenas un pestañeo pero me temo que nada se compara con la única sensación de sentir el viento entre las alas- Confesó con total seguridad, puesto que ella podía llegar a trasladarse a la mitad de la velocidad de la luz, pero como siempre solo terminaba usando dichas facultades cuando lo creía necesario. Se mantuvo observándole fijamente unos momentos antes de que en sus blancas mejillas apareciera un pequeño sonrojo al sentir la mirada dominante del mayor. Ese día se cumplía apenas un mes desde que se había casado con él, a pesar de las circunstancias o los problemas que podía eso traer no podía evitar el sentirse feliz por eso, por poder estar a su lado y acompañarlo absolutamente siempre a donde le permitiese.

Internamente dolía puesto que sabía a la perfección que jamás lo tendría para ella sola, sin embargo, las cosas eran así entre el mundo de los demonios por más triste o deprimente que pudiera llegar a ser. Intentaba como siempre ver el lado bueno de las cosas o los pequeños gestos que él poseía para con ella.

Hades por ese entonces se mantenía en su regazo, sin embargo el felino dio un pequeño salto hasta posicionarse a un costado de la mesa, muy entretenido para jugar con el borde del mantel, en parte mordisqueándolo o intentando tocarlo con sus pequeñas patitas delanteras. La joven suspiró con calma al sentir una mínima brisa mover nuevamente sus cabellos y trasladar el delicado perfume que mantenía en su cuerpo hasta las distancias más cercanas. Así volvió a observarle fijamente a los ojos con típica ternura que solo podía mostrar con aquel hombre que significaba absolutamente todo para ella.

-Sé que eres un demonio y no precisamente cualquiera…estoy ante nada más ni nada menos que el gran duque de los infiernos, Astaroth. Lamento si en algún momento te he incomodado pero prometo irme adaptando a ti poco a poco, pase lo que pase consagraré mi vida a ti y tu revolución- Comentó en un bajo tono de voz, aprovechando que no había nadie cerca que pudiese oír aquella conversación entre ambos. –Me volveré más fuerte, para poder siquiera valerme por mi misma sin tener que hacerte sentir que soy una carga. Solo dame un poco de tiempo, seré lo que deseas que sea- Aseguró, retomando cierta seriedad en la mirada en clara intención de demostrarle que hablara completamente en serio.

-Gracias, pasé un lindo aniversario a tu lado, estos recuerdos los guardaré siempre en mi corazón y es más que obvio que deseo pasar la noche a tu lado- Afirmó sonriéndole levemente sin poder desprenderse de aquel color rojizo en sus mejillas. Con cuidado tomó la mano diestra de él, acariciándole el dorso de la misma con el pulgar aunque esta pequeña unión se vio interrumpida cuando finalmente habían traído el sake. Parpadeó con curiosidad puesto que tan solo una vez había probado dicha bebida, esta era la segunda vez que la tenía en frente por lo que su mirada de sorpresa fue bastante notoria.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Vie Feb 27, 2015 10:11 am

Se mantuvo sentado de aquella manera sin observar a la muchacha hasta que esta se sentó frente a él, sin embargo, mucho antes pudo sentir aquel embriagador aroma que la joven desprendía y que él podía percibir mejor que nadie debido a sus increíbles sentidos. Escuchó atentamente las palabras ajenas mientras le veía con cuidado, observando cada mínimo detalle del rostro ajeno, aquella piel perfectamente blanca, su cabello lacio y oscuro que enmarcaba el rostro ajeno, sus labios levemente rosados y aquellos ojos violáceos que se mostraban completamente sumisos en su presencia. Nada escapaba desapercibido para aquel demonio que observaba a las personas como si pudiese incluso saber lo que pensaban, aunque claramente no era así. Pero los tres longevos siglos que llevaba en aquel mundo, le habían enseñado bastante sobre la naturaleza de los seres que habitaban aquel mundo. La única excepción a toda regla conocida era aquella joven hibrida que tenía delante de el, la pequeña mujer mitad demoniza y mitad angel con la que se había casado hacía tan solo un mes.

No sabía exactamente cual era la razón por la que lo había hecho, si bien había una razón belica para esto, lo cierto era que lo que le había llevado a contraer matrimonio con aquella joven era su excesiva curiosidad casi felina. Le interesaba demasiado desenmarañar la mente de aquella joven, saber cómo pensaba y como sentía a cada momento que pasaban juntos. Ademas, y bien estaba decirlo, incluso le costaba controlarse cuando estaba a su lado. La joven era la única mujer capaz de encenderle de aquella forma como si él fuese la misma polvora y ella aquella pequeña chispa que es capaz de hacerle explotar con solo lanzarle una mirada lasciva o incluso inocente.

Observó al pequeño gatito bajarse del regazo de su ama y comenzar a juguetear con el mantel, el simplemente clavó sobre este la mirada unos segundos y luego la devolvió a la contraria escuchando atentamente sus palabras en aquel alejado rincón del lugar. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al confirmar una vez más que el, la poseía completamente; que la dominaba y que la manejaba a su antojo. Al punto en que ella incluso moriría por el si fuera necesario, estaba tan seguro de ello como de que él era capaz de morir por lo que amaba, en este caso su revolución.

-Lo se, no espero que en un solo día cambies completamente… Tú, eres mi mujer, la persona más adecuada en el universo para permanecer a mi lado hasta mi último día.  No debes preocuparte –aseguró el mayor clavando sus profundos y dominantes ojos sobre los orbes de la contraria.

-Serás esa obra maestra que tallaré a mano. Esa devoción que sientes hacia mi será puesta a prueba muchísimas veces. Pero no deberás dudar jamás de ella, porque desde el momento en que comenzaste a llevar ese anillo en tu mano izquierda me perteneces. Eres mi pieza más especial y preciada, no dejaré que nadie te aparte de mi lado hasta nuestro último día en este mundo. –Finalizó mientras se recostaba sobre el respaldar de su silla y escuchaba las últimas palabras ajenas sintiendo su cálida mano sobre la propia.

Notó como aquel hombre dejaba el sake sobre la mesa ante la mirada del demonio que seguía cada uno de sus movimientos, alerta en todo momento ante extraños en quienes no confiaba. Una vez que este se alejó volvió a observar a la muchacha con cuidado, para luego dirigir la vista hacia su vaso no si antes notar la expresión de sorpresa de ella.

-Si no te agrada el sake podemos pedir otra cosa… -Afirmó el demonio mientras daba un sorbo a su bebida y volvía a colocar el vaso sobre la mesa.

Sabía que dentro de muy poco tiempo, seguramente al día siguiente debería volver a sus tareas habituales. Debía continuar con sus planes para llevar adelante la revolución y seguramente visitaría rihm en algún momento. Pero el hecho de estar con la muchacha tenía un sabor diferente a todo lo demás, quizás un poco más adictivo. Pero lo primero era y sería siempre su revolución por lo que estaba seguro de que terminaría regresando a la base de operaciones incluso y seguramente, antes de lo esperado.

El tiempo que pasaba junto a la joven volaba, pero seguramente con el pasar del tiempo esta terminaría por ser su mano derecha, quien le acompañara en cada uno de los golpes que dieran al gobierno. Aunque claramente, el futuro se veía gris para ambos pues las fuerzas del gobierno eran inmensamente más numerosas que las propias y en el camino habrían muchas bajas. Su misión por aquel momento era asegurarse de que ni él ni ella cayeran hasta el momento en que pudieran triunfar, aquel momento en que ambos serían realmente libres. Si bien no estaba seguro de cuanto resistiría aquella muchacha de apariencia frágil junto a él, de algo estaba seguro. Se mantendría entretenido durante muchísimo tiempo mientras se quedara a su lado. Pensaba poseer a la joven de todas las formas posibles, de toda forma imaginable. El y solo el sería el amo de su mente, su alma y su cuerpo.
Ichinose Takumi
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Isela A. Ichinose Vie Feb 27, 2015 4:52 pm

Tras probar ese poco de sake y degustar su amargo sabor apoderándose de su garganta simplemente negó ante aquellas menciones sobre beber otra cosa, no sin antes dedicarle una pequeña sonrisa realmente encantadora como bien ella podría ser, una jovencita capaz de encantar hasta a las personas más cerradas o así también reaccionar de las peores maneras cuando carecía del control debido. También podría decirse que le costaba en demasía lograr controlarse adecuadamente según las situaciones que se le presentaran, pero claro, ella luchaba con todas sus fueras en contra de sí misma, de un lado que por instantes desconocía como propio o incluso llegaba a asustarla.

-Ciertamente no creo ser la persona adecuada para ti…p-pero intentaré mejorar todo lo que pueda para que no vayas a arrepentirte en ningún momento de tenerme a tu lado- Comento en un suave todo de voz que denotaba realmente que por más fortaleza que pudiera demostrar ante las adversidades seguía siendo una joven frágil, que si se llegaba a observar con cuidado podía incluso notarse el punto frágil de su persona, eso que podría destruirla en cuestión de segundos tanto a nivel mental como emocional. Como era de esperarse, ella era por naturaleza demasiado enigmática, había paredes mentales en su psiquis que no bajaba ante cualquiera, mejor dicho ante nadie justamente por mantener ese sistema de protección.

-Calculo que mañana volverás a irte, así que…¡ah! Me olvidaba…aguarda…- Murmuró tomando a nueva cuenta su bolso, notando que de alguna manera el pequeño felino negro se había introducido en él, parpadeo realmente curiosa al respecto, sin embargo terminó por apartarlo con cuidado mientras introducía la mano izquierda dentro del mismo, tomando finalmente una pequeña cajita alargada de color rojo oscuro. Tras unos momentos termino deslizándola hasta la mitad de la mesa, colocándola en frente del duque infernal que tenía por esposo, sin dejar de esbozar una pequeña sonrisa que todavía podía notársele en su rostro.

-Espero que sea de tu agrado, era la única en su tipo. Pude obtenerla la semana pasada pero deseaba esperar hasta este día para dártela- Finalizó en referencia a la cruz de oro que había en su interior, la misma poseía una delicada cadena y varias incrustaciones de rubíes en lugares estratégicos. –Supongo que la cruz que llevas sobre los hombros es bastante…pesada- Aseguró en referencia a toda esa revolución que él había armado, más todas las antiguas dificultades por las que había pasado. Tenía en claro que él solo podía amar a su revolución, la que había iniciado por aquella mujer que en su momento había conseguido despertar emociones en el pelinegro. No le molestaba, quizás si la llenaba de un vacío extraño por momentos cuando se dedicaba a pensar en completo estado de soledad o incluso dolía un poquito en el fondo, algo que jamás pensaba decirle al líder de los revolucionarios ni siquiera en segundos antes de morir.

Esos ojos violáceos con algunos reflejos celestes se posaron unos instantes en la ventana, mostrando completa atención a las luces que podían verse como así también en su propio reflejo en el vidrio. Ni ella misma sabía que su futuro era en cierto, que estaría cargado de un gran camino de espinas las cuales debería atravesar, valor no le faltaba, pero ciertamente desconocía como sería su vida de ahora en más, generándole una rara sensación de incomodidad al no poder predecir sus próximos propios movimientos. –Feliz aniversario- Sentencio, volviendo a observarle siempre con un dejo de seriedad en su semblante pero sin borrar la ternura o gentil sonrisa que expresaba por ese hombre.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

Mensaje por Ichinose Takumi Lun Mar 23, 2015 3:06 pm

El mayor observó durante algunos segundos aquella cadena dorada de la que colgaba una delicada cruz, tomándola entre sus dedos para finalmente observar a la muchacha con cuidado.

-Muchas gracias, es muy bonita  -Aseguró el joven colocándosela alrededor del cuello para que esta cayera sobre sus hombros. Le parecía un lindo detalle de parte de la contraria, además aquello le había tomado por sorpresa pues no esperaba un regalo en lo más mínimo.  Veía como suficiente recompensa el poseerla a ella, en todos y cada uno de los sentidos posibles.

En aquel instante el revolucionario bebió un ligero trago de sake y alzó una ceja, observando uno de los viejos relojes de pared que colgaba en aquel bar. Al darse cuenta de la hora se puso de pie y dejando algunas monedas sobre la mesa observó a la menor, lo hizo con aquella mirada fría que sus ojos plateados poseían como característica.

-¿Vamos? –Preguntó el joven casi ordenando mientras le ofrecía su mano a la menor.

Hacía ya un mes de que se había casado con aquella jovencita, e incluso para él, el futuro era incierto. Muchas nubes negras se podían ver en frente, tanto para el como para ella y no estaba completamente seguro de que la joven ex-vicealmirante  fuera capaz de soportarlas. Aun así dejaba la balanza apostando a su favor, en que ella lograría convertirse en la persona que el esperaba sin perder su esencia en el proceso. Aún con todo aquello sabido, el muchacho no confiaba totalmente en ella, puesto que aquello era algo sumamente difícil para Astaroth. Aun así, el que hubiera traicionado a su propio padre para unirse a su lado hablaba muy bien de ella. Puesto que ningún ser era lo suficientemente valiente o estúpido como para traicionar al mismo Adramelech, gobernante del último círculo infernal.

Por esta vez, el demonio decidió que no regresarían a su hogar volando. No, prefería continuar caminando bajo la fría brisa de la noche, que había acontecido luego de aquel caluroso atardecer que ambos habían compartido. En su pecho colgaba aquella cruz de oro, en su mente se encontraban los futuros planes para derrocar al monarca y la incertidumbre de si funcionarían. En su corazón, un odio profundo, oscuro y frío devoraba todo sentimiento posible. A su lado, llevaba aquella pieza tan especial que había adquirido hacía solo un mes. Su reina, en aquel tablero de ajedrez. No por que tuviera que defenderla a toda costa, la cuestión era completamente distinta. Deseaba formar en ella a un poderoso sucesor en caso de que el mismo no pudiera llevar adelante su revolución. Aunque claramente, era incapaz de imaginar todas las cosas que ocurrirían adelante, los cambios que lograría en ella y los que esta lograría sobre él.

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Privado Re: Tras el caluroso atardecer [Takumi]

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