La hora del crepúsculo [Priv. Kanae]

-¿Cómo que no queda presupuesto? Déjame ver eso.- Extendió el brazo para alcanzar los documentos que sostenía el anciano, con un rápido vistazo comprobó la información, entregó de nuevo los papeles acompañados de una mirada irritada al viejo. - Se supone que ya estaba ajustado. No es posible que en menos de un mes, con el aumento destinado ya esté agotado. Volveremos a revisarlo, asegúrate de traer los datos contrastados correctamente, no podemos estar cada dos por tres revisando costes.- Dormah, el anciano que llevaba las cuentas del reino, inclinó la cabeza ante el ministro en señal de disculpa - Perdone mi insolencia Ministro. No es que los datos estuvieran mal, mas bien, este aumento es debido a que en estos últimos meses, el número de tropas se ha visto considerablemente aumentado, es por ello que el gasto en suministros se ha disparado.- Extendió la mano de nuevo con otro documento hacia el albino que estaba apoyado sobre la mesa de su despacho con un semblante serio. Aceptó el documento de mala gana y lo examinó exhaustivamente mientras paseaba de un lado al otro de la habitación. - Volveremos a repasar las cuentas más tarde. Ahora tengo otro asunto pendiente. ¿En qué estado se encuentran las despensas de las cocinas?.- Dejó caer el dossier sobre la mesa y puso dos dedos encima, golpeando nerviosamente con ellos la carpeta. - Bajo mínimos Ministro. Por eso venía, el cocinero jefe me hizo llamar para ponerme al corriente de la situación.- Golpeó con la palma de la mano en la mesa, su expresión era seria, irritada más bien. Ahogando una risa por la nariz dirigió de nuevo su molesta expresión al anciano - En serio, ¿bajo mínimos? Osea, que el cocinero jefe ha esperado a quedarse sin alimentos para avisarte… -

Salió del despacho y bajó las escaleras a un ritmo acelerado, una vez abajo, se dirigió a las cocinas, el anciano intentaba seguirle el paso, pero su capacidad física no le permitía ir todo lo rápido que hacía falta para llegar junto a él. Cuando Atreyu entró en la cocina, el personal que había dentro, dejó todo lo que estaba haciendo para organizarse en fila y saludar cortésmente al ministro de Chaos.
- ¿Quién de vosotros está al cargo? - Inquirió deteniéndose frente a los hombres con los brazos cruzados. Uno de ellos, dio un paso al frente , temeroso, pues era la primera vez que se cruzaba con el gobernante y no parecía que la visita fuera por cortesía. Las manos le sudaban por los nervios, las secaba frotándolas retorciendo el delantal a la vez que tomaba aire y valor para dirigirse al regente. - Yo estoy al cargo, Señor Ministro - Levantó la vista del suelo para encontrarse con una mirada estricta, unos ojos azul claro, fríos como la misma llama helada del averno se clavaron en los suyos, penetrando hasta su médula. Sabía porqué estaba ahí, si, había esperado demasiado en avisar de que se quedaban sin provisiones, pero jamás hubiese imaginado que el mismo ministro entrase en la cocina para pedirle explicaciones. Su cuerpo empezó a templar y para salvar el pellejo se le ocurrió implorar clemencia. Juntó sus manos en acto de súplica y se arrodilló frente al dios oscuro. - Perdone mi dejadez, mi Señor. No volverá a suceder, estos últimos días no hemos parado, tenemos mucho trabajo y andamos escasos de personal. Confié demasiado en mi habilidad de gestión y fallé estrepitosamente…- Una mano se aferró a su cuello y un nudo se puso en su garganta. Levantó lentamente la cabeza para encontrarse al albino acuclillado frente a el, mirándole juiciosamente, sabía que estaba eligiendo un castigo para él y la barbilla comenzó a temblarle. - Harás lo siguiente… Te las vas a ingeniar para preparar la comida hoy de todo el ejército y personal de este castillo con lo que quede en esta cocina. Si no consigues que todos queden saciados, no te preocupes, que tú serás el segundo plato. Ese cuerpo rollizo tuyo tiene que dar para algunas raciones más. - Tras darle una palmada en el hombro le obligó a levantarse, aprovechando la diferencia de altura a su favor, se acercó más al chef que sudaba a borbotones al escuchar la sentencia. - Ahora, si lo que prepares es lo suficiente exquisito para mi paladar, podrás seguir cocinando y a lo mejor hasta me planteo aumentar el personal a tu cargo.- Empujó al hombre haciendo que tropezara y cayera al suelo preso del pánico.
- Por cierto. Me traerás tú en persona la comida.- Una retorcida sonrisa se esbozo en la comisura de sus labios y sin más palabras se alejó de la sala.

Tras la conversación con el chef, retomó su rutina diaria. De ahí camino hacia la base militar, el viejo tenía razón, en los últimos meses el tamaño de las tropas habían aumentado considerablemente, cosa que le alegraba, ya que el anterior ministro parece que no inspiraba la fuerza necesaria para empujar a la Nación del Fuego. Su presencia ante los soldados reforzaba su espíritu de lucha, era conocido como el Dios de la Guerra, más de uno se unió al ejército con la esperanza de pasar día tras día de batalla en batalla. Nada más lejos que la realidad, pero al menos su fiereza se veía aplacada por la ferocidad de los entrenamientos. Tras disfrutar un poco del arte de la guerra, se reunió con sus Caballeros de Élite, habían reestructuraciones que hacer y puesto que su Paladín se hallaba ocupado, él mismo establecería los cambios.

Tras una provechosa mañana, regresó a su despacho para finalizar el papeleo que tenía pendiente. Sumergido entre documentos y órdenes se le olvidó por completo del asunto que le entretuvo a primera hora. Llamaron a la puerta, seguidamente se abrió dejando paso al chef que portaba tremendamente acobardado la comida para su señor. Cruzó lentamente la habitación hasta situarse a la altura de la mesa, esperando en silencio algún movimiento u orden del dios oscuro.

Con toda la calma y tranquilidad del mundo, terminó de enroscar el pergamino que sostenía entre sus manos, abrió un cajón y sacó el lacre de Chaos. Dejó caer cera sobre el pliegue del papiro y lo remató con el sello del reino. Lanzó descuidadamente el rollo de papel sobre la mesa que fue a parar a un lateral, frenado por una figura de madera representante de un revolucionario sobre el mapa tallado bajo el cristal de la tabla. - Ya era hora, empezaba a tener hambre.- Desvió su atención del tembloroso cocinero hacia el plato que portaba entre sus manos. - ¿Con qué me vas a deleitar?.- El jefe de cocina reposó el plato sobre la mesa, su contenido era desconocido para el albino, curioso, se acercó y aspiró el aroma a especias que emanaba, cubierto por una masa con varios ingredientes, envueltos por una capa de lo que parecía queso fundido. - Su Eminencia, este plato está elaborado con las más tiernas carnes y especias de Chaos. Se trata de una masa de harina cubierta de una capa de tomate, se le ha agregado carne de vulkan aderezada con especias y acompañada de cebolla, champiñones y aceitunas verdes y negras, todo ello cubierto con tres variedades de queso y orégano. Ha sido cocinada a fuego lento al horno de piedra como indica la receta original.- Mientras escuchaba la explicación del cocinero, sostenía un pedazo de la masa en sus manos. El aroma que desprendía aquella porción de comida anularon el resto de sus sentidos, concentrándose solamente en ese olor a carne braseada combinada con diferentes especias, exóticas a su olfato todas ellas. Separó paulatinamente sus labios mientras acercaba la porción a ellos, arrancando con sus perfectos y nacarados dientes un pedazo, dejando un filo hilo de queso fundido entre la ración y su bocado. Masticó lentamente el alimento, degustando cada nota de sabor que se deshacía en su boca, crujiente y sabrosa. Nada más terminar el pedazo agarró otro, y otro, y otro, hasta que dio fin con todo el contenido. Se relamió los labios y chupo los dedos, dejando escapar un débil suspiro de saciedad. Contempló complancido al rechoncho hombre parado a su lado. Una sonrisa se esbozaba en los labios del rollizo hombrecillo, satisfecho por la reacción del ministro, pues al verlo tan saciado pensó que su vida ya no corría peligro.

La puerta se abrió de golpe dando paso a un soldado de Tempus con una misiva importante. Tras su presentación ante el dios oscuro, le entregó una orden de busca y captura. Hizo entrega de un avanzado aparato táctil al ministro, pero el soldado no reparó en que esta tecnología en Chaos no funcionaba, por lo que tras varios minutos de golpes y maldiciones por parte del albino, el cruiser optó por hacerle entrega de un papiro en el cual se reflejaba la misma información acompañada de un retrato para la identificación de la criminal que figuraba en el aparato.

datos del criminal:

Tras leer el informe, decidió él mismo incorporarse a la búsqueda que tenía la más alta prioridad, pues encontraba esta una magnífica oportunidad para dar el apoyo de Chaos a Tempus y de paso, encontrar algo de acción que hiciese más entretenido su día a día. Tras dar aviso a sus mandos directos, partiría en un dirigible junto con cuatro soldados más hacia Nier, la ciudad que quedaba más cerca de su posición para desembarcar y comenzar la búsqueda.

Antes de salir de la habitación pasó su brazo por el cuello del cocinero, mientras lo adulaba por el magnífico manjar que le había proporcionado salieron juntos al pasillo. El chef se disponía alegre a regresar a la cocina cuando escuchó la voz de su superior que le hacía una pregunta, girándose para atender su respuesta, se encontró al albino blandiendo la espada de uno de los guardias que custodiaban la puerta del despacho. Asustado por la cercanía de la hoja a su cabeza, interpuso su brazos en la trayectoria quedando estos seccionados por debajo de sus codos. Presa del pánico cayo de rodillas al suelo, gritando de horror y dolor al contemplar sus amputados brazos.- Considérate afortunado, pues ese plato tan delicioso te ha salvado la vida. Ahora vas a tener tiempo de vigilar los niveles de alimentos y espero que transmitas esa receta tan deliciosa a los nuevos miembros que enviare a tu cocina. Como ves, soy hombre de palabra- Dejó caer la espada al suelo y acompañado del cruiser bajó hasta reunirse con los los cuatro guardianes que le acompañarían en su viaje a Tempus.

Empezaba a caer el sol. Desde la cubierta del dirigible, contempló a lo lejos la masa de tierra que pertenecía a Tempus, apoyado sobre la borda de la aeronave, dejaba que la suave brisa del atardecer desordenase su cabello, levemente dorado por los últimos rayos de sol. Alzó los brazos por encima de su cabeza para desperezarse, los viajes tan largos le daban sueño y más cuando no había nadie con quien mantener una conversación interesante. Decidió echarse una pequeña cabezada hasta la llegada, aún quedaba una hora o un poco más quizás de viaje, el tiempo pasaría más rápido de esta manera y su cuerpo mortal estaría más descansado, nada más pisar tierra empezaría la búsqueda de la mujer.

Buscó una silla que parecía más o menos cómoda en la sala de mandos, se sentó en ella, estiró las piernas, apoyando los pies sobre la repisa de la ventana y la cabeza contra la pared, se cruzó de brazos, cerró los ojos y se perdió en sus pensamientos. Un humano modificado, ¿tan loca podía estar esta raza que experimentaba con uno de sus iguales para lograr un mayor poder?, eso tenía que verlo con sus propios ojos. Ver hasta dónde podía llegar la estupidez de unos por querer jugar a ser un dios de la creación. Modificar un organismo vivo, a un igual, esa idea no le agradaba en absoluto, pues cada raza está hecha de una manera por algo, si cada individuo quiere o no un mayor poder, debe ser ese individuo quien luche por obtenerlo, pero recurrir a este tipo pruebas, lo consideraba una aberración y vejación para el sujeto. ¿Qué grandeza podía tener ese medio?.

Parecía escuchar una voz que le llamaba, sin poner mayor atención continuó durmiendo. De nuevo, escuchó la voz, esta vez más cerca. Abrió los ojos lentamente y vio a uno de los soldados que había elegido para la misión a su lado, firme, informando de la inminente llegada a Tempus. Se levantó de la silla y miró por la ventana. El cielo estaba cubierto de tonos morados y azules, ya era casi de noche, sin duda alguna el mejor momento para empezar a buscar era este, pues la mujer aprovecharía el manto nocturno para llamar menos la atención y moverse más rápidamente. Desembarcaron de la aeronave en lo alto de un edificio.

Desde aquella altura pudo admirar la belleza de la ciudad. Nier fue diseñada por arquitectos de Chaos, pero lucía bien distinta a las ciudades de sus tierras. Sin duda gracias a las mejoras tecnológicas de Tempus, se veía con un aspecto más renovado. Sin lugar a dudas, habían cosas que debido a los avances tecnológicos del continente norteño, no iba a poder reproducir, pero pudo sacar varias ideas que si se podían aplicar a Chaos. Uno de los Guardianes se encargó de conseguir un vehículo a motor para poder desplazarse por la ciudad, lo primero que harían sería parar en algún lugar para comer y de paso trazarían un itinerario para comenzar la búsqueda. Deseaba encontrarla pronto, no estaba preocupado por los estragos que pudiese ocasionar la mujer buscada, tenía ganas de poder determinar si realmente esas modificaciones merecían la pena.

Realmente la oscuridad es algo con que terminó llevandose bien, tantos años sin ver u escuchar nada hicieron que se sintiera familiarizada con la noche, así que el conocer todo lo del exterior terminó siendo ciertamente un alivio para ella, ¿Por qué razón estaba caminando el la calle libremente?... esa pregunta se cruzó un instante por su cabeza, ¿Por qué le habían negado tal libertad desde que salió del cuerpo muerto de su madre? conocía tan poco de esta nueva libertad que simplemente era muy detallista con todo lo que sucedía a su alrededor, las luciernagas alumbraban un poco las calles, algunos grillos que también cantaban, y en cuanto los guardas cobardes la veían estos simplemente salían corriendo por los rumores que rápidamente se expandieron. Un coche de policía terminó con las puertas abiertas, pues los "protectores de la ciudad" salieron espantados en cuanto ella cruzó la vista hacia ellos, así que decidió entrar para husmear un poco que podía encontrar. Al entrar en el coche vizualizó un mecanismo que no entendía, tocó el volante, la caja de cambios e incluso la radio... pero un olor dulce invadió sus fosas nasales, al desviar su vista directamente hacia la fuente del aroma se dió cuenta que sobre el portavasos había una bebida caliente, como si estuviese recien comprada, lo supo porque ni siquiera había abierto la pequeña abertura para poder beber.. y a un lado de la guantera una caja llena de deliciosas rosquillas.

Así que sació su hambre comiendo todo lo de ahí, el café y las rosquillas creaban un sabor particular muy delicioso, tanto así que no se tardó en acabar con todo... era tan diferente a recibir una masa sin sabor desde un tubo... se sentía genial,como si nunca en su vida hubiera probado nada. Al husmear un poco más no pudo encontrar nada más, pero una radio comenzó a hacer un sonido, ¿Una voz quiza?. -"¡Estoy seguro que era ella! ¡D-dejamos el auto y nos dirigimos a la central! ¡Se encuentra en el sector residencial Oeste!- Ella no era para nada estúpida, sabía que le estaban localizando para su captura... si no hacía nada al respecto era muy probable que le volvieran a encarcerlar de la misma manera durante el resto de su vida... ¿Acaso no había un lugar seguro en donde pueda descansar?... "-¿L-los refuerzos de Chaos llegaron?-" ... ¿Refuerzos?. "-D-deben informarle al Ministro en este mismo instante!... ¿Comiendo?... ¿C-como que está comiendo? ¡Es una situación critica que pone en riesgo la vida de muchos civiles! ¡Hablen con el lider de la operación en este mismo momento!-" Se cortó la comunicación en ese momento.

¿Qué haría ahora?... tenía armas, energía y libertad, pero huir para siempre no era una opción viable para ella, era probable que el ejercito de Chaos ahora estuviera bloqueando todas las salidas de Nier para la captura de la misma, así que no le quedaría otra opción más que luchar, esperaría sentada en el vehiculo hasta entonces. -Lider...- dijo en voz baja, ¿Y si acababa con el lider?... era muy probable que entonces le dejaran ir, sin una cabeza era bastante posible que se tuvieran que retirar. -...- Debía planear algo o le emboscarían sin lugar a dudas.


Fue entonces cuando hablarían directamente con la persona ligada con la operación, ¿En donde se encontraban exactamente? Obviamente en lo mejor de lo mejor, un restaurante para los más prestigiosos de la ciudad de Nier, ya que se trataba de una figura pública tan importante como lo era Atreyu Tempus obviamente debía dejar una buena huella para no generar un inconformismo o una mala impresión. Apartaron una mesa especial con vista a toda la colorida ciudad, y un mesero que se encargaría de cumplir exactamente la más absurda petición de su invitado, no importaba que tan caprichosa o absurda fuera, siempre le atendería con amabilidad. No sabían exactamente que parte de la cena sería interrumpida al violento de Atreyu, por esta razón los informantes estaban bastante nerviosos, pero era necesario que el se enterara.

Así que el mesero que le atendió se acercó por un momento, y con el mayor respeto del mundo interrumpió su comida. -D-disculpe, señor Ministro, hay un informante en la puerta que dice que debe darle una información de vital importancia... ¿Desea que lo haga esperar?- Obviamente estaba bastante nerviosos con todo el asunto, ya que probablemente el es el que recibiría la ira del mismo.

El vehículo estaba conducido por un miembro del ejército de Tempus. Tras una breve presentación, montaron en el auto y pusieron rumbo a un restaurante. Por el camino, el militar narró el escape de la mujer, detallando el número de bajas que causó y la información que habían recopilado por parte de varios agentes de policía que la habían visto pero que temerosos por sus vidas, confesaron que se vieron incapaces de hacerle frente sin temer por ellas. Las comparaciones son odiosas, pero no podía evitar comparar los habitantes de este reino con el de Chaos, sería impensable que cualquier nativo de la Nación del Fuego, dejase a esa mujer caminar tranquilamente por las calles sin ni siquiera intentar pararla, aunque su vida estuviera en juego. Antes morir que vivir con la vergüenza de no enfrentarse en combate. Evitó cualquier tipo de comentario, prefería guardarlo para él, pues no iba a entender su forma de pensar, tampoco pretendía que lo hiciera, pues le era irrelevante la respuesta que pudiera darle, además ya la imaginaba, por lo que mejor ahorrarse una charla barata que no conduciría a ninguna parte.

El resto del camino se produjo en silencio, a través de la ventana blindada del vehículo admiraba la fantástica ciudad. Hacía tanto tiempo que no la visitaba que parecía otra. Un sitio nuevo en el que nunca había estado. Pronto entraron en la zona comercial, a pesar de que la ciudad estaba alertada de la fuga de una peligrosa mujer, este distrito estaba lleno de vida. Era obvio que no se adentraría en medio de una multitud, se habían distribuido fotografías de ellas en varios medios de comunicación, la población estaba al tanto de sus apariencia y ella, posiblemente ya sabría a estas alturas que las ciudades de Tempus estaban sobre aviso. Por muy fuerte que fuera, no sería tan idiota como para quedar expuesta. El coche se detuvo en la entrada de un lujoso restaurante. El conductor bajó del vehículo y le abrió la puerta. Salió con desgana, sólo quería empezar la caza, tanto protocolo lo único que estaba consiguiendo era dar más ventaja a la fugitiva, cada hora podía transformarse en varios kilómetros de distancia que los separase, pero no podía ser descortés. Representaba a un país, por muy bárbaro que fuera, su naturaleza no era tan grosera como la de sus habitantes. Pacientemente y con una sonrisa siguió el juego de los miembros del gobierno que le acompañaban.

En el interior del local les guiaron a una mesa reservada especialmente para ellos. Las vistas de la ciudad eran perfectas. Durante unos segundos quedó sumido en sus pensamientos con las manos metidas en los bolsillos, parado delante de la cristalera. A través del reflejo observó que todos le esperaban en pie distribuidos en la mesa. Se dirigió a su silla y se sentó presidiéndola, el resto de comensales lo hicieron después. Varios camareros se apresuraron a atender la mesa, llenándo sus copas y tomando nota de la cena. - Buenas noches Señor Ministro. Es un gran honor para nosotros tenerlo en nuestro restaurante. Si hay algún plato en especial que desee que le cocinemos háganoslo saber. - Extendió la carta con las especialidades del restaurante al dios oscuro - Si me permite, le recomiendo el estofado de leviatán rojo, lo capturaron esta misma mañana. - Atreyu le miró directamente a los ojos, con una indiferencia e intensidad inexpresiva que hizo que un sudor frío recorriera el cuerpo del camarero. - Hace poco me prepararon un plato delicioso. Tenía como base una masa de harina cubierta de tomate, combinaba a la perfección carne y verduras cubiertas de especias y queso. ¿Tenéis algo parecido aquí? - El camarero quedó completamente desconcertado. ¿Se estaba refiriendo a lo que estaba pensando? - Me parece que el Ministro de Chaos quiere cenar pizza - Dijo uno de los altos mandos de Tempus que le acompañaban a la mesa con una pequeña sonrisa. El mesero asintió con la cabeza y siguió anotando lo que iban pidiendo, retirándose velozmente a entregar la orden a la cocina. Cogió la copa de vino y dio un pequeño trago, saboreando el líquido color burdeos. Su refinado paladar no terminó de aceptar del todo los sabores mezclados en ese caldo. Los prefería más dulces, con más matices afrutados, pero tras varios pequeños tragos, empezó a tolerar las diferentes notas amaderadas.

La cena transcurrió sin mayor trascendencia, los miembros de la armada se disculparon por la ausencia de la ministra Christa. Tenía unos asuntos que atender fuera de Tempus que no podía retrasar. Ya en el postre, el camarero se acercó de nuevo para avisar al ministro de que un informador tenía noticias importantes. El dios oscuro pidió al mesero que hiciese pasar al hombre para ver de qué se trataba el asunto, el camarero se retiró a por el visitante inesperado, deseando que no arruinase la velada.

Sólo esperaba que trajese noticias sobre la fugitiva para darle una excusa, levantarse de la mesa y emprender la misión. El hombre que apareció era un agente de policía, de un distrito no muy lejano a donde se encontraban ahora mismo. En coche, no tardarían más de quince minutos. Sin terminar de escuchar el resto del informe se levantó de la mesa ordenando a sus soldados que le siguieran. - Disculpen caballeros, pero hemos venido por un asunto de suma importancia. Tras esta información debemos comenzar nuestro trabajo o perderemos la pista. Den a la Ministra mis más cordiales saludos y díganle que espero ansioso el momento de que podamos conocernos en persona. Buenas noches. - Levantó dos dedos de su mano derecha y se despidió de los cargos de la armada con un saludo un tanto informal. Le daba igual lo que esa gente pudiera pensar de él. Ya había guardado demasiado las formas. Su sangre hervía por dentro, necesitaba empezar con sus caza. Su presa estaba más cerca de lo que podía imaginar.

Tomarse las cosas con tanta calma era realmente extraño para la gente de Tempus, conocían a la criminal y aún así nadie llegaba... ¿Por qué razón? había algo que realmente le disgustaba de todo esto, no era posible que simplemente se olvidaran de ella y que le dejaran matar a quien quisiera mientras siguiera pupulando por la zona, ¿Entonces cual era el motivo de la tardanza de las tropas en cuestión?... literalmente les estaba esperando en un punto de referencia clave, que hasta el más estúpido de los soldados podría conseguir llegar sin problemas. ¿Tal vez estaban planeando una mejor estrategia? la tecnología de Tempus sin duda alguna era excepcional y ella estaba deseosa de aprender todo lo que pudiera sobre ella, así que supuso que tenía algo de tiempo hasta entonces. Tras terminar su dulce cena dejó el auto, solo para comenzar a analizar el exterior del mismo.

Lo rodeo un par de veces para ver de que se componía, de alguna manera debía tener una fuente de energía para hacer que se mueva, y tras investigar a fondo pudo notar que al quitar el capó por las malas, utilizando la fuerza que tenía en sus brasos para arrancarlo directamente. ¿Un motor?... conocía sobre ellos. -...- Tan solo se detallaba en ver el mecanismo de funcionamiento para deducir distintas cosas, ¿Cual era la fuente de energía de aquel vehiculo?. Al notar una batería enorme junto al sistema de transformación electrica supo como era que funcionaba exactamente. Un motor electrico, todo un avance tecnologico para Tempus y una fuente confiable, segura y sostenible de energía para poner a andar esa cosa de metal. Entonces se ingeniaría algo con lo que tenía a la mano. ¿Cómo podría emboscar correctamente a un grupo armado con un auto?.


¿Cómo usaría un auto electrico para crear una emboscada?... el terreno no estaba a su favor, si eran demasiados probablemente terminaría perdiendo por esta razón, en este mismo momento tenía en su poder un artefacto con energía... energía electrica, ¿Podría generar una explosión con eso? Era más que posible y tan solo necesitaba un poco de agua. ¿Pero en donde conseguiría tanta agua como para ocasionar un corto circuito?.. no, definitivamente era una idea estúpida que terminó descartando. Así que siguió analizando el vehiculo... ¿Qué tal una trampa más obvia? estaba perdiendo el tiempo divagando en como atacar rápidamente a su proxima compañía, realmente había varios hidrantes para incendios.. pero ella no los identificaba por ahora ya que desconocía su utilidad, ¿Qué tenía hasta el momento? solo podría lanzarles el auto como una fugaz distracción y matar a los que pudiera.

Así que eso haría, aprovecharía la situación para ocultarse en esa misma calle y esperar a que los refuerzos que escuchó llegaran pronto... aún así tenía un arma de fuego con la cual atacar, nunca antes había disparado un arma, pero con tan solo ver como se utilizaba sería suficiente para ella, apuntar, disparar y recargar, al verla supo que los cargadores se retiraban por la parte de abajo, y tenía bastante munición para gastar.. si, definitivamente era lo mejor para continuar -¿Esto es luchar por libertad?...- A decir verdad, no se imaginaría que al ser libre tendría que enfrentarse a tantos problemas, quizas era su destino al fin y al cabo, ni siquiera ella conocía el porque todo a su alrededor se tornaba tan violento cuando ella aparecía, ¿Por qué sentía una total apatía por cualquier ser presente? No era algo que le debiera preocupar ahora, lo prioritario es sobre vivir, ser libre, y si debía matar a personas para conseguir ese derecho, daría guerra por ello.

Salieron del restaurante y montaron en el vehículo. El policía que le informó, no les hubiera acompañado de no ser quien era. Pues podía ver en sus ojos el pánico y el terror que sentía con solo pensar que tenía que regresar a la escena. Era curiosa la imagen que tenían en Tempus de él. Hacían bien en temerle, pues no era un ser benevolente, aunque tampoco iba matando sin motivo, por lo menos ahora, cierto es que hace milenios era más sanguinario, condición que con el tiempo fue quedando en segundo plano, el mundo cambiaba, las guerras y batallas no eran tan frecuentes y aprendió a adaptarse a los nuevos tiempos sin descuidar su ansia de sangre. En un país que no era el suyo, no podía ir intimidando gratuitamente a personas que trabajaban para el gobierno, sería considerado un acto de guerra, además la vida es sabia, la selección natural actúa sola y ella es justa en sus decisiones. Se pusieron en marcha, el agente iba en la parte delantera del vehículo, guiando al conductor hacia su destino. Demasiados civiles débiles habitaban en esta ciudad. Si no conseguían dar con ella rápido, la mujer armaría una buena masacre.

En poco más de quince minutos llegaron a su destino. El vehículo oficial se detuvo junto a un coche patrulla de policía que tenía el capó arrancado. Sin pensarlo dos veces salió del vehículo, seguido de sus cuatro soldados que no se separaban del dios oscuro ni un solo instante. Se sentó dentro del estropeado vehículo, en el asiento del conductor, inspeccionó la guantera y cada rincón del interior a ver si encontraba algo de utilidad, una pista que pudiera guiarle hacia la mujer. No hubo suerte. Nada de nada.

Se levantó del asiento y caminó calle arriba. Estaba todo en silencio, no había nadie. No debería de andar muy lejos pues no tardaron mucho en llegar, ¿que podría sacarles, media hora o tres cuartos de ventaja?. Ordenó que trajeran el coche mientras seguía caminando, mirando cuidadosamente cada intersección, cada callejón, cada rincón en penumbra en busca de la fugitiva. Un gato se cruzó en su camino, corriendo hacia el otro lado de la calle. Los soldados llevaron sus manos a sus armas cuando fueron sobresaltados por el felino. En cambio, el albino se acercó al callejón del cual salió el animal, con sus soldados detrás.

Todo parecía normal. Dos de los soldados se adelantaron para reconocer el perímetro - Despejado, Señor.- Informó uno de ellos. Eso creía el soldado, pero él pudo percibirla. Estaba oculta, muy bien oculta para cualquiera. Pero sus finos sentidos pudieron detectar su aroma, un dulce olor combinado con café. ¿Cuántos de sus hombres caerían? Pues ahora mismo se encontraban en la parte más profunda, quedando de espaldas a la amenaza. Posiblemente les atacaría, lo poco que pudo averiguar de ella, indicaba que no era una mujer de las que saldría corriendo aún con desventaja numérica, pues todos los enfrentamientos que ha tenido le superaban en número y nunca le supusieron una dificultad.

La patrulla en cuestión fue bastante ruidosa al entrar, aquella humanoinde simplemente estaba caminando por la cercanía para ver por que camino podrían arrinconarla, ¿Realmente vendría un grupo grande de personas para encerrarla nuevamente?... no sabía a quienes se enfrentaba en verdad, solo que un grupo vendría, así que estaba preparandose especialmente para recibir a un grupo grande y de paso ver que vías de escape tenía consigo para huir en caso de que algo malo sucediera. Habían muchos rincones por donde ocultarse, muchas calles y callejones por donde escapar, así que ya tenía una ruta planeada para su huida en  caso de que fueran demasiados. Escuchó a lo lejos el sonido de un auto moverse, junto con el ruido de varios zapatos chocar contra el suelo, definitivamente un grupo había llegado. Ella se ocultó detrás en una esquina de un edificio residencial... y tras sacar levemente la cabeza notó como los hombres estaban a unos 15 metros de distancia de ella... ¿Cuantos habían presentes?... Un albino entró al auto que ella antes registró y cuatro hombres más que le rodeaban, todos con armas de fuego... ¿Era todo? podría perfectamente enfrentarlos a todos, o eso creyó ella. Atacarlos por sorpresa quizas sería lo mejor para sacarse almenos a uno de encima. Se adentró por el callejón, allí habían varios botes de basura en los cuales podría ocultarse por un segundo mientras que los soldados se acercaban con rapidez peinando el sitio. Cuando iba a  ponerse tras un bote de basura, un gato que estaba presente simplemente salió asustado del callejon en cuanto ella interrumpio su probable cena, así que se ocultó tras la basura guardando el mayor silencio posible.

Logró quitarselos de encima por ahora, siguieron avanzando calle arriba. Sus pasos eran totalmente silenciosos, tantos como la de un profesional entrenado anteriormente, ya que una vez que estos avanzaron ella lentamente salió de ese rincón cubierto de basura, tenía un cuidado supremo con sus pasos para que estos no fueran audibles por el momento. Al mirar abajo notó que en el piso había varias cosas desagradables... latas de bebida, revistas mojadas, pañales sucios, cajas de cartón, vidrios rotos... ¿Vidrios rotos? serían suficientes para acabar con uno de ellos. Entonces, avanzó saliendo del callejón, mientras que varios pedazos de vidrios rotos "levitaban" alrededor de ella. Su cabello cubría parte de su rostro, sin embargo sus dos pequeños cuernos eran perfectamente visibles e inmediatamente uno de los soldados (uno de los dos que decidieron quedarse con Atreyu) se percataron inmediatamente. -¡Es ella!- Y  un fragmento de vidrio salió disparado hacia el soldado que gritó, atinando directamente en su cuello, este cayó agonizando al suelo.

Comenzó a caminar lentamente hacia al frente, lanzó con una enorme potencia dos pedazos de vidrio, directamente al cuello de los otros dos restantes, el albino, y el otro soldado que estaba junto a el... el segundo ue inteligente, y al dar un salto hacia un costado se cubrió directamente sobre un muro. -¡S-señor! ¡Es ella!- Dijo aquel soldado mientras que se cubría de los filosos fragmentos de vidrio que salían disparados a más de 8 metros de distancia.  -¡E-es la mujer con el arma desconocida! Habló con temor mientras que los dos hombres que seguían adelante terminaron bajando solo para apuntar directamente hacia la fémina mientras que esta, se mantenía totalmente parada sobre la calle. ¡E-esperamos ordenes, señor!-

Los soldados comenzaron a registrar el callejón. Mirando en cada rincón oscuro, ventana rota, contenedor de basura o cualquier lugar en el que pudiera estar la mujer oculta. Todo parecía despejado, pero el dios oscuro sabía que no era así. Percibía su aura, sabía que estaba esperando una oportunidad en la que les pillase desprevenidos para aparecer en escena y seguramente no sería con amistosas intenciones. Llegados a este punto, optó por dejarse llevar por lo que pudiera pasar. Sentía curiosidad por ver su patrón de comportamiento una vez liberada al fin de aquella prisión. No quería hacerse a la idea de lo que es estar privado de libertad, encerrado en un lugar en el cual no tienes libre albedrío. Eso era algo impensable, mejor era la muerte. Era la mayor de las torturas para cualquier ser, la privación de elegir. Por una parte sentía lástima por la mujer, casi se veía tentado a echarle un cable para que escapara y pudiera vivir la vida como le pareciera, eso en otro momento de su vida en el que no representaba un cargo político de peso como el de Ministro de Chaos hubiera sido factible, pero en su situación actual, a parte de poner en peligro su vida, cosa que no le preocupaba en absoluto, se jugaba la inmunidad de Chaos en la alianza con el Lord y los reinos vecinos. No había ser vivo que mereciera el sacrificio de la Nación del Fuego por su supervivencia.

Un ruido alertó a los guardianes y al mismo regente. Tras la voz de alerta de un soldado, todos se dieron la vuelta, encontrando a la mujer parada en medio del callejón, rodeada de trozos de cristales que levitaban en el aire. Uno de ellos, de tamaño considerable, salió disparado hacia el cuello de uno de los soldados seccionándole la carótida, provocando que cayera al suelo envuelto en un charco de sangre. Contempló imperturbable como el soldado se desplomaba al suelo. Su expresión carente de cualquier tipo de emoción miró fijamente a la mujer. Analizando cada detalle, cada movimiento que hacía.

Se acercaba a su posición, amenazante, con los trozos de cristal flotando a su alrededor, como si se trataran de una barrera. En una milésima de segundo salieron disparados hacia ellos, calculaba que estaba a una distancia mayor a cinco metros, pero aun así, la fuerza con las que los proyecto era mortal. Uno de sus soldados rodó por el suelo y se ocultó tras una pared. Los otros dos soldados que se pusieron ante él y la trayectoria de los vidrios. Perecieron al instante por frenar el ataque sin que le dañara. Solo quedaban un guardián y él  contra la fugitiva.

No se movió ni un milímetro de su posición. Permanencia en el centro del callejón, en pie frente a ella, con las manos en los bolsillos del pantalón. Su postura corporal era relajada, su mirada fría y distante, analíca. Sus ojos azules se clavaban en los orbes rojos de la contraria que al igual que él, permanecía quieta, observando con desconfianza. Su primer enfrentamiento cara a cara. Era tal y como imaginaba, no muy alta, no muy corpulenta, rostro carente de emociones y posiblemente mentalmente desequilibrada. No porque tuviera alguna enfermedad, suponía que quedando confinada en el interior de un edificio como una rata de laboratorio, no tuvo ocasión de experimentar emociones o trato con otros seres afines o no a su naturaleza. - Kanae Himura. Se te acusa de múltiple asesinato y fuga entre otros delitos menores. ¿Algo que decir?.-

¿Te diviertes? Realmente eso es lo que venía buscando. Diversión, un desafío, algo que le moviera por dentro. Estaba harto de quedarse quieto, encerrado en un castillo la mayor parte del tiempo. Si, podía entrenar a un ejército, crear peleas si así lo deseara, incluso podría ordenarlo, pero no era el tipo de diversión que buscaba. Quería sentir la emoción de la caza, hacía mucho que no tenía un objetivo al que perseguir, se fijó en ella porque a parte de sentir su potencial, su triste existencia le provocó curiosidad. Quería saber cómo era el día a día de una criatura que durante toda su vida había estado en cautividad y ahora descubría lo que era el vasto mundo. Y por lo visto, no le iba tan mal.

El Guardian que quedaba con vida, tuvo la  mala idea de atacar de frente. Al dios oscuro le vino perfecta su maniobra kamikaze, pues pudo comprobar de primera mano el poder terrorífico del que hablaban los archivos. Desde su posición pudo observar todo el ataque, una especie brazos o tentáculos salían de la espalda de la mujer, los manejaba a su voluntad, con una violencia digna de cualquier hijo de Chaos. Sin duda un ataque peligroso que era mejor evitar desde la distancia. Se quedó quieto, sin parpadear ni mostrar ningún tipo de emoción al ver morir a su soldado. No hizo nada, en el momento en el que se lanzó sobre su enemiga sentenció su muerte.

La mujer pidió su nombre. Su tono de voz era suave, delicado, con una entonación melancólica, como si estuviera cansada de pelear y rodearse de caos y muerte. Por lo que estaba presenciando, prometía ser una digna adversaria. Todo aquel que demuestra habilidad en batalla, merece conocer el nombre de su oponente, no iba a negárselo a esta mujer. Echó una última mirada a los cadáveres y centró toda su atención en ella. - Mi nombre es Atreyu, vengo desde el reino de Chaos para capturarte y devolverte de donde escapaste. Espero que no te lo tomes como algo personal. Sólo cumplo con mi deber. - Quedarse en esa parte del callejón era peligroso, tras de sí estaba la pared, no había donde escapar si se lanzaba directo contra ella, y tras presenciar su ataque, lo mejor era mantener la distancia y así evitarlo.

Saltó por encima de la contraria y se dirigió andando tranquilamente a la calle principal, dándole la espalda. Se detuvo en medio de la carretera. Tras descubrir que se encontraba en la zona, toda esa parte de la ciudad estaba completamente desierta. Sólo esperaba que si la lucha se diera lugar ahí los destrozos no fueran a parar por cuenta de Chaos. - Imagino que no querrás ser detenida pacíficamente. ¿Qué tal si lo negociamos a golpes?. - Elevó sus manos lentamente y las sombras de los edificios a su espalda que se proyectaban en el suelo, se adelantaron hasta que empezaron a cobrar forma de tres enormes huargos. Las criaturas permanecían entre su objetivo y él, esperando una orden de ataque. Una retorcida sonrisa se dibujó en sus labios y las tres criaturas corrieron por la calle directas a su objetivo.

CRIATURA DE LAS SOMBRAS:

Sabía perfectamente que el dialogo no era una verdadera opción para dejar el conflicto de lado y que simplemente la dejaran en paz, tampoco tenía a donde ir, pues no tenía a ningún familiar, conocido, amigo o cosa similar que le ayudara a escapar, lo cierto es que estaba sola en este cruel y frío mundo que desafortunadamente le dio un visto malo a su simple existencia. Si su libertad dependía del conflicto, entonces bien, lucharía para poder sentir nuevamente el viento recorrer sus delicadas mejillas, ver las hojas de arbol caer lentamente mientras que el sonido de los grillos hacían una pequeña serenata nocturna, batallaría hasta morir solo por ver el amanecer desde lo alto de las montañas aprovechando el otoño creando así una serie de tonos naranjas en el ambiente, hojas que pronto se quedarían secas por la llegada del invierno. Realmente no es que estuviera en su naturaleza ser violenta, simplemente toda su vida se vio metida entre conflicto, dolor y monotonía, creando en ella un deseo de acabar con todos los malditos seres en esta tierra que le encerraron solo por ser como es, solo por haber sido un fallo.

-Atreyu...- Repitió su nombre en voz baja, era un lindo nombre, le agradaba escucharlo y pronunciarlo, aún con esto el hombre llamado Atreyu se negó a dejarla libre tan facilmente... ¿No tomarselo personal? eso era imposible teniendo en cuenta que el era quien le encerraría nuevamente en caso de que perdiera una futura pelea. El peliblanco simplemente saltó sobre ella, así que Kanae decidió voltear a ver a su rival simplemente para evitar un golpe inesperado. Sus ojos rojizos siempre miraban el cabello plata del sujeto de raza desconocida para la revolucionaria, no atacaría hasta que el hiciera lo mismo. El le dio la espalda, ella perfectamente podría huír en ese momento... pero sería inutil, sabía que le volverían a encontrar y esta vez llegarían más preparados. Nuevamente escuchó las palabras ajenas indicando que efectivamente no le dejaría ir tan fácilmente, ella no respondió, dio un par de pasos hacia el mientras que su rostro inexpresivo cambiaba lentamente a uno más serio, frunció muy levemente el ceño, su cabello rojo tapaba la mayoría de su rostro cubriendo principalmente su ojo izquiero hasta el mentón, mientras que sobre su cabeza un par de pequeños cuernos permanecían visibles a simple ojo. En su diestra sostenía aquel rifle que decidió quitar a lo que probablemente eran pandilleros locales.

Notó como las sombras comenzaban a salir del suelo formando una especie de animal cuyo nombre no recordaba, criaturas de las sombras de ojos que alumbraban de forma intimidante que al mismo tiempo gruñían como una amenaza directa para ella.-...- retrocedió un par de pasos y esas cosas negras se dispararon en contra de su persona. Kanae dio un salto hacia atrás, apuntó con su diestra a la criatura que tenía en frente y tras apretar el gatillo un par de disparos dieron en el objetivo, desafortunadamente no pudo ser tán rápida como para atacar a las otras dos. Se tiraron contra ella y una de las sombras le tomó del antebrazo derecho impidiendo que utilice su arma de fuego... mientras que la otra estaba dispuesta a morder su vientre (Probablemente para destriparla), cayo al suelo inmediatamente, pateó con fuerza para quitarse a una de encima, al mismo tiempo en que sus extremidades parcialmente visibles comenzaban a trabajar. Un bote de basura cercano se levantó "por si solo" y directamente fue disparado con una enorme fuerza hacia el peliblanco... no podía hacer más que lanzarle cosas hasta quitarse a esas sombras de encima.

Sin dar un paso quedó expectante, estudiando a la contraria. Una de sus criaturas se esfumó cuando le alcanzó el disparo, como si se tratase de una nube negra. Las otras dos, se desviaron por sendos laterales del objetivo hasta dar en el blanco. La contraria, utilizó esa habilidad especial para tirarle un contenedor que había a un lado de la calle, lanzandolo por los aires a una elevada altura, como si no le supusiera ningún tipo de esfuerzo. El objeto iba directo hacia él, derecho a su cabeza, frenó el impactó con su antebrazo, el objeto cayó al suelo causando un estrepitoso ruido y esparciendo la basura por el suelo. Atreyu sacudió sus pies, pues los restos le alcanzaron, provocando en el dios oscuro una mueca de molestia. Dejó escapar un bufido y rodeó el contenedor acercándose con prudencia a su adversaria, no quería estar lo suficientemente cerca para que utilizara esa portentosa capacidad contra él. Ya había visto lo que hacía y era peligrosa, mejor mantener la distancia de seguridad y no infringirla si no era necesario.

Caminaba despacio, sin apartar su mirada de los ojos de Kanae, una mirada inexpresiva a primera vista, solo si prestabas la suficiente atención en ella, podías apreciar esa melancolía en el brillo de sus ojos. A lo mejor por eso intentaba ocultarlos tras sus cabellos color fuego. Intentaba descifrar qué pasaba por la mente de la contraria. Estando él en su lugar, lo más probable es que la ira le consumiera por dentro, encerrado sin poder hacer lo que le plazca, pero partimos de la base que se trata de una criatura que nunca conoció la libertad, posiblemente no sabría que es esa emoción, no distinguía el bien del mal. Un animal acorralado guiándose por el simple instinto de supervivencia. No emanaba ninguna emoción significativa que pudiera apreciar, una mujer emocionalmente vacía… Y una idea pasó por su mente, manifestándose físicamente con una macabra sonrisa en sus labios. Si no podía expresar emociones es porque nadie se las había mostrado. ¿Y si se las enseñaba él? Odio, ira, venganza, rencor. Podía sembrar la semilla de la discordia y hacer que se aferrara a ella como un segundo corazón. No le importaba mucho si se ganaba una enemiga de por vida, para el dios oscuro ganarse un adversario era como si le tocase el premio gordo, pues siempre que su nombre fuera recordado por ella, su odio hacia él aumentaría y en caso de volver a enfrentarse, solo con percibir su aura y su rencor, ya estaría disfrutando. Todos piensan que es un monstruo, pero la mayoría no saben de lo que hablan. Esta mujer es una simple víctima de un sistema, nació por una causa, su vida esta ligada a ella, él no es nadie para intervenir. Si querían un engendro, se lo proporcionaría.

- Muy bien señorita, comencemos el baile…- Sus ojos adquirieron un brillo dorado, juntó las manos sobre su pecho, entrelazando los dedos entre sí, menos los índice, que permanecían elevados uno frente al otro, una aura oscura comenzó a emanar de su cuerpo, prolongándose hacia arriba, adoptando una forma forma humanoide, claramente se podía apreciar una cabeza y dos brazos, uno de ellos armado con una espada, la figura terminó de definirse, unos ojos rubí rubí brillaban en sus rostro coronado por unos imponentes cuernos, de sus brazos salían una especie de espinas que le dotaban de una apariencia más amenazadora. Atreyu comenzó a moverse, realizando una serie de katas que la sombra imitaba, adoptó una posición de ataque, manteniéndola durante unos segundos antes de ejecutar el movimiento. Él no se movió del sitio, simplemente estiró el brazo derecho al frente como si tratara de hundir la espada en su adversaria, pero quien se precipitó a toda velocidad contra ella, fue la sombra, atacando a Kanae de frente con un movimiento kamikaze.