Re: Como dos gotas de agua. [Karura]

por **Karurauatsuurei** Vie Oct 24, 2014 7:18 am

Al final el guardia les dio mucha más información de la que habían pedido. Había sido muy amable, pero Karura era demasiado tímida como para agradecérselo y lo hizo Akki en su lugar. Se despidieron del hombre y se alejaron de la torre. Cuando iban por medio camino de una de las avenidas contiguas a la gran plaza, Akatsuki propuso ir a un restaurante y sentarse a hablar. Karura aceptó.

La cafetería se localizaba en una esquina que conectaba muchas de las calles que rodeaban concéntricamente la plaza. La hostelería tenía gancho por aquel lugar, la clientela abundaba. Spatium atraía turistas, pero cada vez menos. Los había ahuyentado la cada vez más amenazante sombra de chaos. Aún así, el establecimiento no escatimaba en gastos para conseguir que sus clientes se mantuvieran cómodos. Justo al lado del establecimiento acristalado se extendía una terraza salpicada de mesas y sillas bien ordenadas. Un toldo protegía contra el sol incipiente, que iba asomando entre las nubes. Era un sitio acogedor, y los atendió una humana de pequeña estatura, apenas una jovenzuela que rondaba por los diecisiete años de edad, de mejillas pecosas, mirada redonda y viva. Recogió sus pedidos con libreta y birome y los dejó a su aire. Karura se decantó por un batido de helado de vainilla.

Desde allí podían ver como la torre se elevaba en todo su esplendor desde los jardines centrales, ascendía hasta perderse por las nubes. Karura apoyó un codo sobre la mesilla para sujetarse el mentón. Miraba atentamente hacia la torre. Después giró la cabeza hacia el general, rompiendo el silencio. Nada usual en ella.

—¿Dónde está la ciudad de Ba Sing Se?

por **Akatsuki Ousawa** Dom Oct 26, 2014 12:48 am

Cruzaron la carretera cuando dejaron de pasar los coches, para situarse en una calle circundante a la torre. El centro era una de las partes en las que se acumulaban los comercios, tanto de ropa como de comida. Esta vez se dejó guiar por ella, cualquier sitio estaba bien y la elfa había elegido uno espléndido, estuvo claro en ambos que se sentarían al aire libre bajo el toldo bicolor azul y morado. Se sentaron en una mesa que les resguardaba bien, no estaba en el borde ni tampoco cerca de la puerta donde se concentraba la mayoría del ruido proveniente de todos esos diálogos, de aquellos que no se decidían. Las mesitas eran de cristal, transparentes con una pata central que se dividía en tres. Las sillas eran de policarbonato transparentes también, con un respaldo ligeramente ondulado. Akatsuki se sentó y estiró el pie malo con mucho cuidado, para no molestar a su compañera, ni tener el riesgo de que alguien le diera una patada.

Pidió después de Karura, necesitó pensarse un poco lo que quería, había leído muy por encima la carta, que no era más que un cartón plastificado, aunque el diseño con los bordes rojos, divididos en celdas con cada uno de los productos era bastante bonito. Un batido de fresa y plátano junto a un sandwich de manteca de cacahuete fue lo que le pidió. Nunca había probado la manteca, así que se le hizo buena idea descubrir si era tan deliciosa como anunciaban constantemente en esos programas de televisión tan aburridos. Ni siquiera sabía para qué tenía un aparato de esos, casi nunca le prestaba atención, lo usaba para coger el sueño algunas noches. Al escuchar la pregunta de la elfa, le hizo una seña para que esperase, tenía que pensar, no quería confundirse o darle mal la información. Juntó las manos y entrelazó los dedos, apoyando los codos y presionando los labios sobre los nudillos flexionados.

-Está al norte, es una pequeña isla, pero es la segunda ciudad más grande de Spatium. Solo he ido una vez, es una ciudad muy curiosa.- Le respondió tras convencerse a si mismo. Afortunadamente la camarera no tardó en volver, no eran pedidos muy complicados los suyos, así que se vieron servidos con mucha eficacia. Por una vez Akatsuki no se interesó en el cuerpo de una chica que le pasaba cerca, la miraba con indiferencia y él era consciente de ello. -Si vamos a Ba Sing Se para el festival... ¿Te pondrías un kimono para mi?- Le preguntó separando las manos para coger el sandwich con la mano derecha y el gran vaso transparente del batido. Tenía una fresa clavada en una sombrilla, una curiosa, sobresalía la punta afilada por encima. La fruta era roja, muy intensa y no tenía las hojitas verdes, estaba recubierta de un glaseado de miel. Akatsuki se la tendió amablemente estirando el brazo izquierdo, quería que mordiera la mitad, quería que se le endulzaran los labios.

-¿Te gusta?- Sonrió llevándose la otra mitad. Era muy dulce de por sí, madura. Al morder, todo el jugo le inundó la boca y el sabor le produjo una agradable sensación. Finalmente acercó los labios al vaso para dar un sorbo y probar el batido. Quedó sumamente complacido, no era totalmente líquido, ni demasiado espeso, cremoso y frío, dulce como a él le gustaba. No distinguía las frutas como tal, pero sí notaba que no era fresa sola y esa combinación era perfecta, la que más le gustaba. -Delicioso.- Dio un suspiro cerrando los ojos durante menos de un minuto, para terminar por desviar la mirada hacia la Torre del Espacio, majestuosa como ella sola, símbolo de los guerreros de Spatium.

por **Karurauatsuurei** Dom Oct 26, 2014 10:04 pm

La camarera no tardó en llegar con una bandeja con los pedidos: un delicioso sandwich y dos batidos. El de Akki estaba decorado con un pequeño paraguas; no era más que un palillo de madera que atravesaba el cuerpo de una fresa endulzada con miel. Al propio, le habían desperdigado nata por encima, en la punta había una galleta partida, hundida en el blanco dulce hasta el medio. Por allí asomaba una caña azul, delgada.

—Claro, sólo llevaré el kimono encima. Eso te gustaría. ¿Verdad? —abrió la boca y se inclinó sobre la mesa para darle un mordisco a la fresa. El sabor empalagoso le inundó la garganta—. Si —Respondió. La lengua pasó fugazmente por sus labios.

Karura compartió parte de la galleta, pero se acabó ella sola la nata con una cucharilla. Luego sorbió de la caña hasta que el vaso se quedó medio lleno. Akki disfrutaba mucho de la comida tanto como del batido de fresa. Levantaba la cabeza en un gesto aprobatorio, típico de un niño que prueba por primera vez el chocolate. Cuando lo miraba de soslayo, a Karura le hacía cierta gracia; no era un comportamiento propio de un adulto, y menos de uno con las responsabilidades de la Brigada. Supuso, muy acertada, que este día es como un descanso para él. Quizá, por eso debería dejarle de llamarlo “General” al menos por hoy. En vez de eso, se atrevería a llamarlo por su nombre. Si, seguro. Eso también le gustaría.

Estuvieron en silencio un buen rato. Akki se había concentrado en la torre, tenía puesta la mirada hacia afuera, con un brillo especial en los ojos. Era como si de aquel majestuoso edificio emanara un aura robusta. Como si endureciera los corazones de los guerreros que defendían Spatium. Les hacía creer en la victoria. El día empezó a clarear, y las nubes se fueron deshilachándo como jirones de una capa vieja.

No habían sacado aún ningún tema a colación. Y de repente, a Karura se le vino a la mente la nueva mascota de Akatsuki. El dragón. Se acordaba de cómo lo hizo desaparecer delante de sus propios ojos; lo hizo mediante un brillante sello que se le había quedado tatuado en el dorso de la diestra.

—Akki —dijo—. Tengo curiosidad por ese dragón al que dejas dormir sobre el techo de tu casa.

por **Akatsuki Ousawa** Miér Oct 29, 2014 12:12 am

Ante la respuesta de la elfa, imaginó vagamente cómo sería ella con un kimono de flores. No había visto a Karura con suficientes ropas diferentes, casi siempre llevaba el uniforme de la brigada o algún pijama en casa, pero creía que sería realmente hermosa. Ya en otro momento le comentaría un par de cosas con respecto a eso, por ahora, le dio las gracias por la mitad de la galleta y la probó. Tenía trocitos de chocolate incrustados y un extremo algo de nata, era crujiente y cuando masticaba podía escucharlo. Algunas migajas cayeron sobre una servilleta de papel que tenía al lado de un platito de cerámica blanco.

-Sí, me gustaría mucho. Luego te compramos uno.- Le respondió, para luego beber un poco más y darse cuenta de que no había probado el emparedado. Sin pensárselo mordió una esquina y en pocos segundos se le quedó toda la boca pegajosa. Estaba muy espeso, le recordaba al dulce de leche, que era difícil de tragar. Se dio prisa para acabar con ello, no lo volvería a pedir más. Se limpió los dedos con la servilleta lo mejor que pudo, aunque no pudo quitarse el efecto pegajoso. Finalmente acabó con el batido y dejó el gran vaso un poco apartado, al lado del servilletero. Todavía no tenía ganas de marcharse, mejor dicho de andar, no pasaba nada por tirarse un rato largo hablando, en este caso, sobre su dragón compañero.

-¡Ah sí! Sobre Xepher. Le compré su huevo a un mercader que encontré, cuando iba a la Cueva Lucero.- Empezó a contarle, rememorando la experiencia de aquel lugar a donde había ido acompañado de una amiga que le veía como hermano, se tenían mucho respeto, por no decir que había sido ella quien le había dejado en ese estado en el que casi había rozado la muerte. -Gissel me dijo que fuera con ella para investigar unos rumores. Era un perrito del infierno que asustaba a la gente, nada más.- Apoyó los dos codos y la cabeza sobre las dos palmas de las manos abiertas. Parecía mirar risueño los ojos ambarinos de la drow.

-No hay mucho más que contar... Me gustan los dragones y era una buena oportunidad para tener uno. Podremos ir volando a Ba Sing Se, de echo.- No se le había ocurrido, pero gracias a que ella sacó el tema, vio todo eso solucionado. Él pensaba en coger varios trenes hasta la ciudad más cercana y luego un barco, pero lo cierto es que encima de un dragón tardarían menos. -Por cierto, mi casa es tuya también, puedes referirte a ella como tu hogar, me gustaría que lo hicieras.- Le pidió con amabilidad. Karura estaba inscrita como inquilina en el registro de propiedades, pertenecía al hogar oficialmente.

-¿No te cae bien Xepher? Nunca te le has acercado.- Inquirió ladeando la cabeza hacia la izquierda. Quería fijarse en sus expresiones para intentar sacar cómo se sentía hablando de algunas cosas.

por **Karurauatsuurei** Miér Oct 29, 2014 7:46 pm

Karura cerró los ojos y exhaló un suspiro. Estaba abatida. Odiaba depender de los demás, y por eso, detestaba ser el objetivo de sus buenas intenciones. Aún así, una parte suya no dejaba de insistirle que estaba mucho mejor en su casa. Cada vez que se sintiera sola, podía ir a la cama del General cuando no se encontrase con su esposa. Follar, y olvidarse de todo lo demás. De las pesadillas, de los otros Drows, de su hermana…
—Supongo que no tengo más remedio que acostumbrarme.

Le gustó la idea del kimono. Pero no tanto el tener que viajar sobre un dragón. Seguramente su padre nunca le creería. Claro, si ahora estuviese vivo para contarselo.
—No es eso —desvió la mirada hasta posarla sobre la mesilla de cristal. Oscilaban como siempre, de un lado a otro. No sabía a donde mirar—. Es que... no confío en los dragones, son bestias peligrosas.

Cuando se acabó el batido, deslizó la lengua por la punta de la caña. La dejó dentro del vaso y después, se frotó la boca con una servilleta. Akki le contó sobre Gissel, sobre un perro demoníaco que había estado dando problemas. Tenía curiosidad por su amiga, pero la conversación acabó con Xepher, el supuesto dragón que Akki había conseguido por un misterioso mercader. Ahora trataba a la bestia como si fuera su mascota. Sabía hablar, eso era lo peor de todo.

Nunca en su vida había visto a un dragón hablar. Aunque solo se haya encontrado con uno anteriormente, le parecía extraño; muy incómodo. La voz era cruenta, tronaba en cada acorde; pero Akki parecía entenderle a la perfección. Más que su mascota, para él era un compañero. Alguien de la misma familia a quien Karura se había negado a aceptar desde el primer momento.
—Los dragones son inmortales —dijo Karura—. Pueden seguir creciendo, de forma inconmensurable. Si tienen el alimento suficiente claro. Llega un punto que el dragón es tan lóngevo, tan grande, y tan poderoso; que su propio poder no les permite moverse, y tienen que invernar. Son los dragones ancianos.

“Los Drow veneramos a los dragones. Pero también les profesamos respeto. Sabemos que son criaturas peligrosas, sabemos lo que pueden llegar a hacer, y por eso les tememos. Hay una leyenda de mi pueblo que habla del más poderoso de todos los dragones ancianos: el señor Kamleet. Kamleet fue un dragón de aquella era donde muchos surcaban los cielos. Era una criatura imponente que llegó a pesar lo mismo que una montaña, y a comerse a congéneres suyos. Llegó un punto en que su poder era tan grande, tanto, que no tuvo más remedio que dormir. Dormir para toda la eternidad. Los Drow todavía pensamos que si llegase a despertar, arrasaría el mundo entero para saciar su hambre.”

—Tiene un sólo ojo —formó un rombo con los dedos. Veía a Akki claramente entre estos—. Y si lo miras fijamente cuando brilla, quedarás maldito para toda tu vida.
Soltó una risilla cuando terminó con su historia. Se había quedado patidifuso escuchándola.

por **Akatsuki Ousawa** Vie Oct 31, 2014 12:55 am

La elfa pareció resignada y él no sabía por qué, tampoco se le ocurría. A pesar de haber estado viviendo un tiempo con ella, desconocía las cosas que pensaba, Karura era impredecible en la mayoría de cosas. No le podía quitar razón en que los dragones eran bestias peligrosas, había dado de lleno, pero él pensaba que un dragón domesticado era diferente de uno salvaje, que eran menos temibles al haber creado un vínculo con su amo e invocador, aunque él de invocador tuviera poco y por eso sufría consecuencias cada vez que le llamaba o escondía. Akatsuki se acomodó en la silla para escuchar la historia de Karura, prestó toda su atención para enterarse de por qué no le gustaban o qué era lo que le impresionaba más.

-Dragones ancianos... Ajá.- A medida que ella iba hablando, se imaginaba a un dragón gigante, obeso, que casi ni se podía mover solito y se comía a otros dragones como si fueran meras lagartijas aladas. Cogerlas con una de sus inmensas garras y engullir todo de golpe. Sabía que no era tan exagerado, pero tenía la idea de que esa criatura podía significar algo así como el fin del mundo en la cultura de los Drow, así como todos los seres tenían una representación distinta de la destrucción, el caos y la muerte. Igualmente le impresionaba la historia, porque no la conocía de nada, sobretodo el final, le hizo abrir los ojos de par en par y observar a la elfa a través de la figura que formaron sus dedos. Asintió complacido, le había gustado.

-Si alguna vez despierta, me aseguraré de no mirarle.- Sonrió entrecerrando los ojos. Haría una broma, pero seguro que a Karura no le hacía ninguna gracia, así que se la guardaba para él y se reía un poco por eso. Ella también había soltado una risita, así que estaba camuflado, sin embargo, le había entrado más curiosidad sobre la sociedad de los Drow, ganas de saber más cosas de sus creencias y hábitos. -Cuéntame más, los Drows sois muy interesantes.- Le pidió apoyando los dos brazos sobre la mesita e inclinando el cuerpo hasta que el pecho se presionó ligeramente sobre el borde. -¿Cómo vivían allí? Me gustaría saber algo de la sociedad, del día a día, ya sabes.- Cuestionó de nuevo. A lo mejor estaba siendo demasiado cotilla, pero no lo podía evitar. Karura siempre podía quejarse o abstenerse de responder si se sentía mal.

por **Karurauatsuurei** Vie Oct 31, 2014 8:14 pm

—¿Quieres saber más sobre nosotros? —Karura arqueó las comisuras revelando una sonrisa traviesa, muy dulce.

Abandonó la ciudad subterránea cuando sólo era una niña; lo poco que sabía se lo había contado su hermana los cinco años que recuerda haber estado junto a ella. Los Drows vivían bajo tierra, habiendo sido expulsados por los elfos de la superficie hace milenios. Aquel exilio fue conocido como la Secesión. Pocos libros tratan sobre aquellos tiempos tan oscuros, relegados al olvido por parte de los dos pueblos. Lo cierto es que los Drows se hicieron camino entre las tres ciudades con el deseo de aislarse del mundo que los había tratado tan injustamente. Se refugiaron en el subsuelo de Chaos, y nunca más se les volvieron a ver.

Una vez fundaron enormes ciudades en extensas cavernas que se prolongaban hasta el mismo corazón del planeta, pero cayeron en desgracia cegados por su propio poder. Las ciudades les fueron arrebatadas por horribles bestias que reclamaban para sí el reino del subsuelo. Al final, sólo les quedó la capital, Uroboros. Y vivieron allí durante años más o menos pacíficos. La sociedad Drow es jerarquizada. Los puestos militares y políticos se heredaban de las familias nobles más acaudaladas; y las cuatro más importantes, se reservaban la elección de un Sabio que funcionaba como guía político y espiritual. Representaba la autoridad religiosa y ejecutiva del estado.

Lejos de representar, como Spatium, un estado de derecho. Los Drow formaron una sociedad donde prima el más fuerte. Cada mujer u hombre debe mostrar su valía para pertenecer a la sociedad. Los débiles figuraban un estorbo que entorpece a los más capacitados. Por eso, los dejaban morir en campos de trabajo. Una sociedad injusta, generó tal desigualdad que la crisis no se hizo esperar. Llegó una crisis sin precedentes que tumbó por completo la ciudad. Los horrores de la guerra civil resquebrajaron los pilares de la raza. Solo unos pocos escaparon a la superficie para contar los horrores que sucedieron allí, y la mayoría ahora reside en Chaos, hacinados y hambrientos, maltratados por la mezquindad de la ciudad estado. No mueren de hambre sólo los que son utilizados para la guerra.

Karura sabía que ella tenía suerte por ser hija de un noble Drow, pero no se lo dijo al General. Cargaba con una enorme culpa encima de los hombros. La responsabilidad de perpetuar la especie. Esa es la misión que le encomendó su padre cuando la envió a la superficie. Él siempre quizo una sociedad justa para los Drow, pero sus propios adeptos fueron los que confabularon contra él.

—En cuanto al día a día, no puedo acordarme muy bien —continuó—. Solo recuerdo a mi hermana y a mi padre. Sueño con ellos a veces. Lo despedíamos siempre desde la ventana más alta de mi casa junto a ella cuando se iba al palacio.

Cuando cerró los ojos la imagen se tornó más nítida. Una enorme torre sostenía el centro de la techumbre para que no cayera y destruyera Uroboros. Un poderoso anillo mágico evitaba que invitados indeseables atravesaran sus puertas. El fulgor rutilaba con acordes anaranjados y calientes. Era la magia pirómana la que les protegía. Fue entonces cuando un susurro interrumpió sus pensamientos. No había sido Akki, quién escuchaba atentamente. Sólo lo había percibido ella.

“El fuego, se acerca... Corre, corre todo lo que puedas. Yo te llegaré pronto”

Y entonces vio la torre desmoronándose delante de sus ojos. Una enorme piedra caía encima de ella; pero antes de que pudiera esquivarla, se desmayó ante Akki. Cayó hacia un lado y la silla restalló en el suelo. El sueño había terminado, y se había dado cuenta de que todo era irreal. Sólo Akki, quien había llegado a tiempo a alcanzarla antes de que precipitara al suelo. Era un milagro que pudiese moverse tan rápido estando tan herido.

por **Akatsuki Ousawa** Dom Nov 02, 2014 12:00 am

Asintió como un niño al que le enseñan un premio con la condición de estarse quieto, con una sonrisita curiosa, para escuchar cómo empezaba a relatar parte de su vida. A estas alturas Karura seguían siendo casi un secreto para él, pero desde ese momento, sería diferente. Él tenía una buena imagen de los elfos, algo así como que eran criaturas super buenas, por lo que saber que exiliaron a los drow, que se asemejaban tanto, por no decir que eran iguales salvo por el color de piel y a lo mejor algo más que desconocía, le sorprendió mucho. Tenía amigos y amigas elfos, ya no les podría ver igual, especialmente si descubría que ellos también despreciaban a los drow. Akki no se atrevió a interrumpir a Karura en ningún momento, quería dejarle hablar hasta que terminara. Miraba atentamente los gestos ajenos, quedando él casi con la boca abierta, solo de imaginar cómo serían aquellas ciudades que por desgracia, no podría ver nunca.

La sociedad que dictaba la drow, se parecía un poco a la de Chaos, cada uno a demostrar que servía y sino era nada, solía ser eliminado por los demás, el ministro de Chaos no se preocupaba por esto: Asesinar o ser asesinado. Ella prosiguió contándole sobre su padre y su hermana, no pudo imaginárselos, pero lo intentó, al menos con la hermana, igual que Karura pero quizá un poco más alta. Le detallaba las cosas que recordaba, hasta que la elfa empezó a actuar de manera extraña, para terminar por caer al suelo sin que él lo pudiera comprender. Se levantó lo más rápido que pudo para recoger el cuerpo de la drow entre sus brazos, a la vez que él terminaba en el suelo, tirando su propia silla que cayó con un estruendo sobre el pie que estaba en peor estado, pero se aguantó el dolor. Llamó la atención de todo el mundo. Karura estaba apoyada sobre su pecho y él le hacía caricias en las mejillas para que despertara. No tardó en volver a abrir los ojos.

-Oye, oye ¿Estás bien?- Dio un suspiro y luego le besó la frente. Lo de las pesadillas le parecía normal porque él también las tenía, pero que se desmayara ya le parecía muy extraño y pensaba, como muchas personas que estaban allí, que debía verle alguien entendido. Algunos de los que les estaban viendo, ya sacaban sus teléfonos para pedir ayuda, los empleados del local creían que se debía a lo que preparaban y temían por la clausura del establecimiento. -Nos vamos Karura...- No sabía como, porque ahora sí que no podía usar el pie izquierdo. Se las apañó como pudo para ponerse de pie, diciéndole a las personas que guardaran sus teléfonos, porque no les iba a servir de nada. Levantó las sillas manteniéndose sujeto a la mesa, en un solo pie y luego se dispuso a saltar hasta fuera del toldo que les cubría. Realmente las cosas no estaban tan mal como parecían, solo se lamentaba por el desmayo de la elfa.

-No puedo andar, así que vamos a volver en coche.- Le dijo abrazándose a ella para no caer. No le gustaba subir en esos vehículos, no le hacían sentir bien, prefería las motos o las aeronaves, pero solo tardarían diez minutos hasta llegar a casa, porque no había tráfico. Por no decir que ni siquiera había nadie que les pudiera llevar, su plan estaba bastante muerto si nadie pasaba por allí, aunque estuvieran en el centro. -No sé qué te pasó para que te desmayaras de esa manera. Estabas hablando y te desmoronaste.- Ni siquiera sabía si ella había sido consciente de algo. Como fuese, le acarició el pelo sin tener bien claro qué hacer.

por **Karurauatsuurei** Dom Nov 02, 2014 11:11 am

No supo que había ocurrido hasta que se encontró entre los brazos de él. Muchos otros, incluso la camarera, se habían acercado movidos por la preocupación. Alguien sacó el móvil con objeto de llamar a una ambulancia, pero Akki se lo impidió enseguida. Karura estaba avergonzada por su propia debilidad, cosa que no dejó de irritarla hasta que llegaron a casa. Tomaron un taxi para volver, y justo cuando atravesaban el pequeño jardincillo hasta llegar al porche, Akki viró hacia ella para acariciarla en la cabeza. No comprendía lo que le había ocurrido, pero lo había dejado consternado.

—Estoy bien. No debes preocuparte por mí —le dijo.

Cerró los ojos. Se sentía muy bien que la acicalara de aquella manera. Las manos del general siempre eran amables y condescendientes con ella, sea con el cabello o con otras partes más íntimas de su anatomía. Si pudiera elegir entre quedarse con los de su raza o vivir con Akatsuki, estaría segura de su elección. Aunque su padre la haya mandado en beneficio de los Drows, comenzaba a pensar como uno de los seres de la superficie. Los suyos no le habían traído otra cosa que no fuera sufrimiento y destrucción. Se acordaba muy poco de la amabilidad que una vez recibió por parte de ellos. En cambio, cuando escapó y se quedó sola en el mundo, recibió cariño y atenciones de mucha gente. De aquel anciano de Wutai, de la propietaria de la mansión de las Flores en Chaos, de Akatsuki y la brigada Dominia. Todos aquellos la trataron como si fuera una más de su propia familia no dudaron en despedirla como una hija querida. Seguro que Akki haría lo mismo si tuviera, nuevamente, que partir hacia otro lugar.

Ya en el porche, la joven elfa le abrió la puerta al herido y entraron en casa. Todo estaba tal y como lo habían dejado. Afuera, el cielo se volvió a cargar de nubes, y nuevamente amenazó con lluvia junto con el restallido de un trueno muy lejano. Una brisa primaveral azotada los pocos acebos que salpicaban los jardines vecinos. La mayoría de la gente en Spatium vivían sus vidas normales ajenos a la guerra que se avecinaba, y nadie podía culparlos por ello. Karura también olvidó sus preocupaciones, e instó al general que se acomodase en un sillón. Se inclinó hacia él, poco a poco, con la mirada entornada, para rodearle el cuello con los brazos y besarlo dulcemente en los labios.

—G-gra... gracias —musitó débilmente.

Le costó decirlo; pero lo consiguió. Estaba ruborizada como un tomate.

por **Akatsuki Ousawa** Lun Nov 03, 2014 1:46 am

Esperaron un rato hasta que por fin pasó un taxi y se subieron. Él tuvo especial cuidado de no hacerse más daño y menos de diez minutos llegaron enfrente de su hogar, con las luces apagadas. Dio unos saltitos hasta la puerta que amablemente abrió Karura, suspirando de alivio. Ella le ayudó a llegar al sofá para recostarse y él cogió un cojín para poner el pie encima, despacio. Esperaba que la tormenta que se aproximaba, no fuera eléctrica, porque en ese caso tendrían que tener cuidado con los aparatos eléctricos, porque podían fundirse, aún teniendo pararrayos, si las descargas eran demasiado fuertes. Se acomodó tranquilamente, sobretodo la cabeza, recibiendo encantado el beso de la elfa, tanto así que rodeó el cuerpo ajeno y lo atrajo haciendo que se sentara encima de su cintura y se tumbara sobre su pecho. Se quedó abrazándola, volviendo a besar con sutilidad sus labios justo después de separarse, sin dejarle tiempo a reaccionar.

-No hay de qué.- Se acurrucó junto a ella, relajado. Echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos, estaba cansado, pero no quería dormir, solo permanecer tranquilo con ella encima, con el calor que le brindaba en todo momento. Por una vez se había quedado sin palabras y cada vez que abría los ojos para asegurarse de que no se dormía, sentía que debía bajar la mirada. -Creo que voy a darme un baño, quiero estar limpio.- Esbozó una sonrisa y le dio otro beso, pero esta vez introdujo hábilmente la lengua en la cavidad ajena, rozándose de manera juguetona y bailando dulcemente, hasta que se quedó sin aire. -Para ti.- Finalizó muy cariñoso. Sin que ella se apartara de su cuerpo bruscamente, trató de ponerse en pie, dejándole acostada en el sofá. -Si tardo mucho, puedes venir a buscarme.- Se le escapó una risa lasciva, para ponerse en marcha a las escaleras. Maldijo con toda su alma que tuviera que pasar por ahí, pero no tenía otra opción.

El General se aferró con ambas manos a las barandillas y poco a poco llegó a la planta superior, donde se ubicaban las habitaciones y el baño. Primero fue a su habitación a coger ropa limpia y de estar en casa, incluso él se sorprendía de cómo se las arreglaba tan bien para moverse a la pata coja sin perder el equilibrio, salvo en escasas y contadas veces. Después se dirigió al baño, sin cerrar la puerta del todo, por si acaso necesitaba ayuda y empezó a quitarse la ropa, de tal manera que parecía que siempre habían sido un estorbo para él, pero lo cierto es que como más le gustaba estar, era desnudo. Abrió el grifo de la bañera y mientras se llenaba, dejó todo lo sucio en un cesto y lo limpio cerca para vestirse allí. El agua no llegó al tope, no quería eso, así que no tuvo que esperar mucho para encontrarse con el problema de que no podía meterse sin apoyar el pie fracturado como mínimo una vez. Esta vez su maldición se hizo audible en toda la casa.

por **Karurauatsuurei** Lun Nov 03, 2014 8:58 pm

Con aquel beso, Akki casi logra robarle el alma. En cierto modo, lo consiguió. La dejó en el salón, sola y perturbada, mientras que él fue a darse un baño. Karura lo vio marcharse y subir las escaleras de una en una, tratando de no apoyar el pie fracturado. No entendía porque no usaba las muletas para apoyarse, estaban apoyadas en los cajones, por debajo de la escalera, aprovechando el hueco libre que dejaba estos. Siempre los dejaba solos y se iba él sin ellas, saltando a la pata coja, encorvado, como si fuera un animal malherido sin ningún tipo de ayuda.

Lo despidió con las mejillas sonrosadas, volviendo a sus propios pensamientos. Estuvo un rato indagando sobre los motivos que le llevaron a Akki a dejar que se quedase en su casa. Al fin y al cabo, si la consideraba su amante, lo mejor era que estuviera alejado de su esposa. Pero aún así, Catherine la aceptaba. No sabía qué pensaría ella; ni siquiera se molestaba en averiguarlo, ni en preguntarlo. La respuesta sería obvia; desenterrarla solo traería problemas.

“—¿Qué estoy haciendo? No me estoy comportando como una Drow —pensó para sí misma.” Pronto, tras terminar de sopesarlo con la suficiente cabeza, la casa vibró con un grito agónico y ensordecedor que venía de arriba. Luego, una terrible maldición mascullada con odio. Debía de ser él, quejumbroso como siempre era. Lo mejor que podía hacer en esas situaciones era comprenderle, y cuidarlo mucho. Se supone que para eso la habían aceptado en la brigada.

Apareció en el baño tal y como había planeado, tocando en la puerta, cortésmente, antes de entrar. Estaba desnuda, salvo por la toalla con la que enfundaba el torso. Había acudido a él como le sugirió antes. Él solo hubiera soltado una orden para tenerla de cuatro patas, dispuesta a él. Es lo que harían muchos; a excepción de Akki.
—¿Necesitas ayuda?
Tenía la pierna vendada fuera del borde de la bañera, colgando como un peso inerte y estorboso. Karura se acercó a él, encontrándolo recostado sobre la cuba, con la espalda apoyada en uno de los ángulos. La tina estaba a rebosar; cuando Karura metió una mano dentro, una pequeña oleada rebotó en el suelo. Sonrió.

Fue hasta una repisa gruesa que colgaba del techo y preparó los jabones. Lo ayudaría a acicalarse cuando estuviera lo suficientemente caliente.

por **Akatsuki Ousawa** Mar Nov 04, 2014 1:30 am

Después de haberse alterado, respiró profundamente y se calmó. No pudo evitarlo, sentía que cuando estaba herido o enfermo, era mucho más irascible, se molestaba por nada. Todo el mundo tenía momentos así y le venían bien para desahogarse un poco. Cuando lo vio todo de otra manera, se sentó cuidadosamente sobre el borde de la bañera y se dejó caer despacio, sujetándose con las dos manos, hasta que tocó el fondo y luego metió el pie bueno, dejando el otro fuera. Ni se había acordado de que tenía las vendas puestas, hasta que sintió cómo se despegaban, fue entonces cuando las quitó y las dejó caer. Mantuvo el aire para mojarse la cabeza, sumergiéndola por completo, pero para asegurarse de que todo el pelo se mojaba, también se echó hacia atrás, para terminar relajado con el agua por debajo de la nariz.

-Hm...- Tenía los ojos cerrados, se sentía tan calentita el agua, tan reconfortante, que no le importaría quedarse ahí hasta que se enfriara. Cuando la puerta se abrió, alzó la cabeza y sonrió a la drow, que estaba ataviada solo con una toalla blanca. Desde los pies ascendió con la mirada por las curvas que conformaban su perfecta y esbelta figura, una muy femenina, que le hipnotizaba con cada paso al aproximarse. -Tu ayuda siempre me viene bien.- Extendió una mano para que le diera uno de los botes para enjabonarse el pelo. A pesar de que podía hacerlo solo, la compañía de Karura era extraordinaria, aunque hablase poco, eso era suficiente para hacerle sonreír. -¿Vas a entrar también?- Le preguntó curioso. Tenía que hacerle espacio y arreglárselas para no escurrirse, porque no había adhesivos y se deslizaba aunque estuviera sentado.

-Yo te lavaré el pelo y te frotaré la espalda.- Pareció sonrojarse después de decir eso, pero la excusa del calor estaba a su favor. Quería andarse con cuidado y pensar antes de hacer o decir algo, pero la idea de que Karura le cuidase como una madre le gustaba mucho. La drow demostraba su cariño de una manera muy especial, no como cualquier otra persona y pensaba que a veces a ella le costaba pedirle "cariño". -Yo te sujeto para que no te escurras.- Las dos palmas de las manos estaban a su disposición, además de que ya había encogido la pierna para que se pudiera sentar tranquila, entre sus brazos y la cabeza ajena apoyada en uno de sus hombros. Restalló un fuerte trueno, seguido de un relámpago visible a través de la pequeña ventanita encima de la ducha. Se había levantado un vendaval y lo mejor de todo es que él estaba fuera de sus efectos.

-¿Luego me pondrás las vendas otra vez? Se siente bien cuando las cambias.- Sonrió antes de volver a mojarse la cabeza, despeinándose con las manos. En otras condiciones se le habría tirado encima, pero ahora consideraba que no podía hacerlo, que estaba demasiado agotado, aunque nadie lo notara en el exterior. Solo él se daba cuenta de que su energía se desvanecía poco a poco y no tenía el hambre que debería.

por **Karurauatsuurei** Mar Nov 04, 2014 7:51 pm

Karura sintió el agua tibia cuando acarició la superficie con los dedos. Se quitó la toalla. Un pie, luego el otro, y tuvo el agua hasta el cuello. Una vez dentro,Akki se mostró deseoso de limpiarla a ella también, pero la elfa sonrió con marcada suficiencia. Al final, acabó accediendo a su petición.

El calor del agua reconfortó sus sentidos. El vapor que flotaba por el aire la atontaba, pero de verdad, se sentía tan tranquila… podría disfrutar del baño toda la noche hasta quedarse dormida, mojada como una pasa arrugada. Apoyó los brazos en el borde, y sostuvo con el dorso de una mano el mentón. La cabeza, un poco ladeada hacia la izquierda. Afuera, un rayo partió el cielo negro. El viento embravecido discurría por las tejas y golpeaba los póstigos de la casa, que restallaban como presurosos látigos. Lejos de intimidarla, todo aquel amalgama de sonidos, completamente entendibles en una tormenta como aquella, conseguía tranquilizarla. Sabía que el rayo nunca los alcanzará allí dentro, refugiados en una bañera.

—Si lo necesitas, volveré a vendarte —le respondió simplemente.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que la elfa decidiera levantarse y salir de la tina, ducha en mano. Desde el cuerpo desnudo discurrió el agua hasta el suelo, cubierto de azulejos asalmonados. Por alguna razón, se cubría los dos pechos, del tamaño de dos manzanas pequeñas, ante la vista pervertida del íncubo. Cuando se sentó en el taburete, de espaldas a él, accionó el cabezal, y el tubo flexible se sacudió al colmarse de agua fría. Un caudaloso río empapó su cabeza, le alisó la cabellera albina. Los flequillos se le adherían a las mejillas y a la nuca. Cuando terminó, se abrazó a sí misma y viró la cabeza hacia Akki.

—Ven. Frótame con la esponja —le pidió con un hilo tímido de voz.

por **Akatsuki Ousawa** Miér Nov 05, 2014 1:48 am

En poco tiempo tuvo el cuerpo de la elfa totalmente al descubierto, se limitó a observar constantemente, como si tuviera la mirada atrapada. Permanecieron un rato en remojo, a la escucha exclusivamente del temporal exterior, de la lluvia, el viento azotando los árboles y por supuesto los rugidos de la tormenta. Atento al comportamiento de Karura, se propuso a si mismo, probar a ser tan silencioso y callado como ella. Empezó justo después de la respuesta ajena, a la que nada más continuó sonriente, asintiendo. De nuevo el agua le cubría casi toda la cara, hasta que el nivel descendió porque la drow se salió para pedirle lo que él quería escuchar, lo que quería hacer. Hizo fuerza con los dos brazos para sentarse sobre el borde de la bañera, apoyando muy despacio y suavemente el pie malo en el suelo. La esponja amarilla estaba justo a su lado, la metió bajo el agua y luego le echó jabón para el cuerpo.

Le gustaba lo que veía: Las manos de la elfa tapaban parte del torso, como si fuera la primera vez que él le estuviera mirando y se muriese de vergüenza. Posó la esponja sobre el hombro derecho y empezó a cubrir la parte con la espuma blanca que deslizaba por la piel, a medida que él se desplazaba hacia el lado contrario, frotando continuamente. A veces empujaba demasiado el cuerpo de la drow, se le iba la mano sin darse cuenta, cuando eso pasaba, la atraía con el otro brazo. Se coló por los costados antes de llegar directamente a sus apretadas nalgas oscuras. Karura quedó con restos de espuma por toda la espalda, la mayoría se acumulaba en el taburete y en el suelo, que estaba todo salpicado, sobretodo la toalla que estaba arrugada en el suelo. Olía muy bien, a flores, pero no identificó cuál era hasta que leyó el cartelito del envase: Lilas. Suspiró de gusto, era delicioso, suave.

-Quita las manos.- Le pidió esponja en mano, pretendiendo claramente limpiarle por delante. Frunció los labios, intentando parecer estar serio, solo estaba lavando a su hermosa drow, nada más. Trató de convencerse de eso una y otra vez, se lo repetía constantemente, para evitar que se le fuera la mano más de lo necesario. Frotar lo suficiente para que sus pechos, los brazos y el vientre quedaran impecables. La piel de ella aparte de quedar bien olorosa, quedaba muy suave. Las piernas fueron lo último, le pidió que las alzara porque no podía agacharse en esa posición sin caerse o perder el equilibrio. Era un éxito para él estar portándose así, se felicitó en la mente, se ponía a prueba a menudo y cuando progresaba, se sentía bien.

por **Karurauatsuurei** Miér Nov 05, 2014 7:53 pm

Akatsuki obedeció a sus ruegos y salió de la bañera. No lo vió desnudo porque, en el momento en que él tomaba un pie en el suelo, Karura ya había apartado la mirada. No entendía porque se avergonzaba ahora, cuando, en otra ocasión, habían tenido la oportunidad de follar en su cama. El peliazul se sentó sobre el borde de la tina, vertió el champú en una esponja suave y ovalada, y empezó a frotarla contra la espalda de Karura. Ella suspiró al hacerlo. Cerró los ojos, y nada más que se concentró en los olores y en la agradable sensación de masaje.

Poco después lo encontró delante, con clara intención de enjabonarla también por ahí. Apartó lentamente los brazos y los dejó caer a los lados. Karura tenía dos manzanas pequeñas como pechos, coronados por dos diminutos pezones enrojecidos. El vientre era estilizado y suave, plano, y amortajado por una depresión dulce en el centro. Debía ser el ombligo. Más abajo, la vulva se escondía encerrada entre sus dos labios mayores, entre una pequeña mata de pelillos blancos y ondulados habían dos montecitos alargados, coloreados del mismo chocolate con leche que toda su piel morena.

La limpió mecánicamente. Frotando la esponja como si estuviera acicalando a una muñeca. “Todo un hombre, pensó ella; aguantándose a la tentación a pesar de ser un incubo”. Supuso que sería la maldición del hombre casado. Cuando le pidió que levantara las piernas, ella las elevó sobre el suelo, primorosas y esbeltas. Akki las frotó con el mismo frío automatismo. Estaba rígido; como alguien que realiza un trabajo que requiere un experto cuidado.

—No está mal; mucho mejor que bañarme yo sola —aclaró sin estar muy segura.

Se levantó del taburete. Ahora le tocaba a él. Lo hizo sentarse de espaldas a ella, para encaramarse a su espalda, esponja en mano. A pesar de no haberla acariciado, consiguió endurecer sus pezones. Estaban sensibles; pero no se atrevería a tocarlos por ahora. Imprimió con fuerza la esponja sobre el centro de la musculosa espalda de Akki. El agua espumosa brotó como una catarata en el surco que horadaba la columna sobre aquel cuerpo escultural. Sentía deseos de prensarse contra él, pero se lo pensó mejor y le enjabonó la espalda como estaba previsto. De vez en cuando, los dedos amables se paseaban por la piel, extendiendo aún más la loción. Recorría los costados con las uñas, y trazaba los angulosos huesos que sobresalían con las yemas desnudas.

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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Territorio	225	240	110	80
Infraestructura	170	320	330	60
Vehiculos	150	150	195	250
Armamento	90	21	21	45
Soldados	80	70	70	110
Prestigio	80	50	120	120
Total:	1435	3747	1531	2085

MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
Categorías	Chaos	Spatium	Tempus	Revolucionarios & Anti gobierno
Vehiculos	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0	Lvl 0
Infraestructura	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
Armamento	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1	Lvl 1
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MEJORAS DE CHAOS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión)	21/8/2016

MEJORAS DE SPATIUM
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión )	24/8/2016

MEJORAS DE TEMPUS
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Infraestructura	1	Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión)	26/5/2016
Mejora de Armamento	1	Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado)	21/8/2016

MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
Tipo	Nivel	Mejora	Adquirida el día
Mejora de Armamento	1	Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado)	26/5/2016
Mejora de Infraestructura	1	Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión)	21/8/2016


Disponible	Hikari Hiroshi	Jellal Slater