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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
— Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
— Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Kvothte Arliden ft. Morte N. Bloodlust. | Bar - La Luna.
Durante todo ese tiempo que se encontraba desapercibido, se dedicó a entrenar, a conocer técnicas y explorar lugares que nunca pudo visitar cuando estuvo en el ejército, la tumba de su padre y madre necesitaba unos arreglos, así que paso un tiempo en su tierra natal antes de salir de viaje a conocer el resto del mundo incluyendo los lugares donde las cosas podrían ponerse terribles si llegaran a descubrir su verdadera identidad.
En su trayecto, recorrió varias aldeas, ayudo a los necesitados, realizo misiones simples sin recibir recompensas a cambio debido a que no pertenecía a ni un solo gremio, con tal de ayudar a quienes estaban en problemas, capturo ladrones, navego por mares y conoció a grandes piratas, pero a pesar de todo sentía que algo le faltaba, algo estaba vacío en él y no encontraba la manera de cómo llenarlo, de cómo romper esa barrera que lo encerraba en la soledad de sus propios pensamientos.
Las puertas se abrieron de par en par, tras aquella entro el azabache, con una gabardina que le cubría hasta la cara y las botas negras hacían un sonido sordo en el piso escueto de madera, se acercó en el único lugar de la barra que estaba libre, sacó las manos para asentarla sobre la misma y tomó asiento en aquel taburete. La gente solamente le miró con despreció, la mayoría de los hombres soltó un bufido al mirar tal patético atuendo que llevaba el Primo Dei. Después de unos segundos se quitó la capucha que le cubría y miró al barman – Una cerveza fría por favor y un cuenco de estofado – ordenó al anciano que atendía y en unos cuantos minutos regreso con su cerveza y un cuento de estofado humeante que destilaba un hermoso olor cautivante.
Las puertas volvieron a abrirse, de ellas entraron varios hombres que con armas comenzaron a amenazar a la gente – Tiren todas vuestras armas y poned vuestro dinero en esta punta de la barra si no quieren que os vuelva a picadillo – demandó aquel hombre bonachón, con el bigote hecho espiral y la sonrisa de un idiota en toda regla – ¡Rápido, es una orden! – Volvió a exclamar el hombre tomando a una chica de la mesa más cercana y tirándola al suelo le apuntó con la lanza que llevaba en la mano, pero el azabache levantó la voz – No me obligues a golpearte, deja a la chica y desaparece, Cerdo – su mirada asesina apuñaló aquel hombre que tuvo que retroceder unos paso al escuchar su voz – ¿Quién diablos crees que soy? No tienes derecho de llamarle así a un superior, Soy el Primo Dei, el poderoso Arli – antes de que el hombre terminara de hablar Kvothe ya se encontraba enfrente golpeándolo con un gancho en la boca del estómago que mando a volar fuera del establecimiento impactando contra una pared dejándola completamente resquebrajada, sus hombres miraron atónitos a su líder salir disparado de su posición – La próxima que intentes manchar mi nombre y mi posición haré que tus días en la prisión sean un infierno – exclamó Kvothe y todos aquellos hombres huyeron del lugar. El azabache le tendió la mano a la joven para ayudarla a levantarse, jamás esperaba tener que mostrar su identidad en aquel lugar.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Las miradas masculinas no se hicieron esperar, recorriendo su perfecto cuerpo en pocos segundos, deteniéndose en aquellas alas negras que se movían con lentitud en su espalda baja y era la principal atracción para esos ojos curiosos. No le molestó, estaba acostumbrada, prefiriendo ignorarles puesto que ponerles la mínima atención sería pasar momentos desagradables mientras intentara comer.
Pero esas miradas cambiaron de objetivo al entrar un hombre encapuchado al bar, sonriendo complacida de no tener que soportar los escalofríos que le provocaban el ser observada fijamente, e incluso ella misma le miró de reojo por tan curiosa vestimenta, pero obviamente sin ser grosera. Sus minutos de paz fueron pocos, viendose opacados ante la presencia masculina de ese que se hizo llamar "primo Dei".
No quería reveler su identidad como miembro de los custos, pero le había cabreado cuando el hombre la tocó con sus repugnantes dedos, lanzándole al suelo. Antes de permitir que su sangre hirviera en rabia, el joven encapuchado se enfrentó al recién llegado, revelándose como el verdadero primo dei y derrotando con facilidad al impostor. Ella se sorprendió un poco al ver como se deshacía de aquel hombre, ríendo despacio. No dudo en aceptar su mano, poniéndose de pie instantaneamente y sin dejar de sonreír.
—Es increíble como intentan ganar fama y fortuna— susurró la hermosa mujer, sacudiendo un poco sus ropajes blanquecinos —pero es aún más increíble que el desaparecido primo Dei se encuentre ahora frente a mí— y sin más que decir, tomó asiento en su respectivo lugar. Y al mismo tiempo, aquellas miradas hipócritas que le observaban burlones, ahora parecían desaparecer en señal de respeto.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Sus manos se escondieron detrás de la gabardina que le cubría, su estofado se había enfriado, su cerveza había pedido el sabor, así que la dejó ahí asqueado de haber sido interrumpido por una simple pulga, el enojo era demasiado obvio en su mirada, estaba fastidiado, así que se acercó a la barra, dejo unas monedas sobre la misma y volvió a acercarse a la mujer; la miro, con esa típica mirada penetrante – Que bueno que la encuentro – dijo sin tomarse el tiempo para sentarse – necesito información, imagino que has estado durante este tiempo cerca del Lord – hizo un ademán con la cabeza, apuntando hacía la puerta – ¿le importaría acompañarme? – sus palabras era fuertes, casi como un mandato, pero por la variación de su tono de voz, daba a entender que lo estaba pidiendo con cortesía y no era una orden, si no era una petición.
Sin saber si ella le seguiría o no salió de la puerta con su vehemente caminar y si imperial aura, aquella figura de trotamundos que destilaba al entrar ahora no era más que un efímero cuento, ahora incluso sin la gabardina cubriendo su rostro, se mostraba elegante a pesar de vestir muy sencillo.
Al salir lo primero que hizo fue acercarse al puesto más cercano, miro los panes calientes que salían de aquel horno pequeño y con los dedos pidió dos, se detuvo, caviló y pidió tres, la abuela que atendía soltó una cálida sonrisa y enseguida le sirvió tres panes en bolsas de cartón, una moneda rodo por la mesa, la anciana la tomo y justo cuando iba a dar el cambio el azabache levantó la mano y negó – Pero, mi señor, esta moneda… – Kvothe asintió – Un Soul Real – aseguró el pelinegro – si le diera todo el dinero de aquí no tendría cambio suficiente – contestó angustiada la pequeña anciana – podría comprarme todos los panes y seguiría debiéndole – volvió a decir afligida, pero el solo sonrió – pues véndame su puesto – dijo mordiendo el pan caliente – véndame su negocio – agregó después de tragar – he caminado mil kilómetros pero no he encontrado un pan tan delicioso como este, así que con el Real renueve este puesto y cuéntele al mundo que fue un Custos Dei quien le ayudo en la miseria – el pelinegro se fue alejando, la mujer de cabellos blancos intento detenerle pero tanta gente se acercó a comprarle que no pudo pasar a través de ellos.
Kvothe regresó a las puertas de aquel bar, esperando a la chica, con tres panes en la mano y un sonrisa infantil mientras comía, como la de un niño después de haber recibido muchos caramelos, una faceta que pocos conocían del Primo Dei, aunque para muchos en ese instante, no era más que un viajero en busca de aventuras.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Morte se puso de pie cuando el hombre se acercó a ella, preguntando por información, y sin negarse decidió tomar sus cosas y salir del bar. Seguro el custos querría información de los eventos hechos sin su presencia, intentando recordar todo lo sucedido en ese tiempo.
Se giró lentamente, encontrándo al azabache comprando un poco de pan, escena que le pareció adorable al darle dinero suficiente para renovar el puesto y aumentar sus ganancias. Una nueva risa escapó de sus finos labios al ver las mejillas masculinas infladas, llenas de comida, como si de un pequeño niño se tratase, contrastando con aquella apariencia tan dominante y fría que tenía hacía unos momentos.
—No quisiera molestar su comida, primo dei— dijo la mujer mientras se cruzaba de brazos, recargándose en la pared fuera del bar, sin quitarle ni un ojo de encima al pelinegro —sobre la información que desea recabar, debo preguntar, ¿qué quiere saber?— obviamente Morte no soltaría la lengua frente al custos, por lo que aquella pregunta era mucho más factible para llegar rápidamente al punto y sin necesidad de irse por las ramas.
—Y pensar que me encontraría con usted en mi día libre— dijo resignada, bromeando, volviendo a reír —tengo un poco de curiosidad, si se me permite preguntar— empezó, descruzándo los brazos y juntar ambas palmas, no dejando de mirarle —¿Por qué se ha dedicado a viajar?
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
El silenció los invadió, tal que, solo se escuchaba el murmullo de la gente transitar, el mullido de ellos le irritaba a cierto punto, pero era lo mejor para intercambiar palabras – Solamente quería saber si el Lord se encuentra bien, pero por tu reacción fijo que no ha habido inconvenientes, me preocupaba un poco Arthas, pero al parecer solo era una idea equivocada – dijo después de un largo silencio. La verdad es que no quería decir que la chica no le servía de nada, jamás le iba a dar información clasificada aun sabiendo que ocupan asientos casi iguales y que está por debajo de él.
Volvió a su silencio, la miró por el rabillo de sus ojos y volvió a dirigir la mirada hacía el frente; ¿tenía curiosidad? Él debía dar una explicación por haber estado viajando mucho tiempo, pero ella no quería revelar información acerca de quien sirven, en sus ojos estaba claro la irritación, ella no tenía ni un solo derecho de preguntarle donde y con quien había estado, tampoco él tenía la obligación de rendir cuentas a sus inferiores, así que buscaba las mejores palabras para no ofenderla, pero todas iban a la misma dirección – Fue orden del Lord – dejo salir – necesitaba de alguien que hable por las naciones – agregó, sus palabras no eran mentira, había recibido dicha misión, por eso había estado viajando a los pueblos, villas y regiones apartadas del país para hablar por ellas, porque solo él era lo suficiente temerario para ir solo, sin miedo a morir en medio camino.
Se peinó los cabellos, miro el firmamento y se tocó el macuto – Iré a la base, debo entregar mis reportes – habiendo dicho aquello se quitó de donde estaba y echó a andar, no necesitaba más de ella si pensaba ocultárselo todo, si no tenía ni la más mínima intención de hablar, entonces no tenía el tiempo para perder hablando de sus razones, su frialdad era algo que lo caracterizaba, sabía que nadie le buscaría, sabía que nadie le frenaría, que sus fronteras estaban más allá de los horizontes y que al único que debía rendir cuentas era al Lord, su amo y señor en ese momento. Se echó la capa encima para empezar a ocultarse entre la multitud.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
—Carece de total autoridad para decirme algo como eso, primo dei, no responderé así sin más a menos que haga una pregunta sumamente clara y evitar soltar la lengua, podríamos estar siendo espiados ahora mismo.
Calló un poco más, ella no diría nada hasta oír concretamente lo que el varón deseaba saber, si ese hombre se irritaba tan facilmente, entonces Morte era muy orgullosa, y por supuesto, tenía la suficiente dignidad para no doblegarse frente a alguien como el primo dei a pesar de su puesto, ser una mujer no ameritaba que debía responder a todo lo que un macho le preguntara como si fuese el ser dominante de la tierra, mucho menos a alguien tan prepotente como Kvothe.
Finalmente, después de tanto silencio, el varón habló, denotando un poco de preocupación en su hablar con respecto al Lord, lo que hizo sonreír ampliamente a la dama —Nuestro querido Lord se encuentra en perfecto estado, Arliden, no hay que preocuparse en absoluto. Por supuesto, los movimientos de Arthas están siendo vigilados por un escuadrón que se encuentra a mi entera disposición, cada día recibo un reporte sobre el estado de Arthas, me preocupa que pueda provocar un atentado contra nuestro amado Lord.
Una vez más prefirió callar, había dicho todo lo que debía decir y esperaba que el custos estuviese satisfecho con sus palabras. Tomó un poco del pan que llevaba consigo, dando pequeños mordiscos y masticando despacio, notando ese exquisito sabor que hubo encantado al pelinegro. Después de degustar el pan preguntó sobre su viaje, volviendo a notar esa irritación, no lograba comprender por qué se molestaba tanto si ella preguntó con suma cordialidad. Aún así quedó satisfecha, recibiendo una respuesta que no requería de mayores explicaciones
Sin embargo, el varón se fue retirando, inclusó llegó a pensar que quizás para él ella era totalmente insignificante, pero en ningún momento intentó recriminarselo, mucho menos ofenderle de la misma forma en que él lo hizo. Levantó un poco la mano, moviéndola de un lado a otro en modo de despedida, bajando después la mirada al no saber qué hacer después de todo eso... se sentía echa a un lado.
Se dedicó entonces a acariciar la cabeza de un pequeño niño de cabellos negros, quien la miraba con profunda tristeza, dándole el pan que ella le había quitado al primo dei. Si por ella fuese, definitivamente adoptaría a todos los niños huérfanos que encontrara en su camino.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Paso de ser un viejo gruñón a un joven en estado de madures luego de escuchar aquellas palabras, detuvo sus pasos y regresó hacía la chica – Excelente respuesta, excelente manera de ser – le sonrió – Lord también me mandó a evaluar a sus compatriotas, incluyendo a gente como nosotros los Custos Dei – dio una mordida a aquel pan mientras la miraba – has pasado la prueba, según los datos que he recibido tienes un carácter muy endeble a tus superiores, pero es claro que no es cierto – dijo mientras miraba el pergamino que sacaba de un corto, que se encontraba entre su capa, era una carta con las características de la chica y sus datos, todo en un pequeño pergamino.
Volvió a guardarlo entre todos sus documentos, no había nada que se guardara al Lord, nada que se ocultara, por lo tanto, él había llegado a saber mucho de sus demás compañeros, pero para cerciorar todo aquello debía comprobarlo por el mismo, incluso sabía que Kvothe le servía por el simple hecho de que no había encontrado algo más entretenido que hacer y no es porque era fiel a él, ni porque le había jurado lealtad, por eso cuando la chica mencionaba “nuestro amado Lord” el pelinegro solo podía sonreír con una mirada demasiado falsa y burlesca, Lord era Lord, no más ni menos, no le pondría el “-sama”, ni el honorifico “mi”, por en realidad le importaba poco quedar bien o mal con él.
Aun sabiendo eso, se preguntaran porque Lord le dejo dicha misión a alguien como él, ¿por qué le aceptó como si mano derecha, sabiendo sus intenciones? Todo por una simple razón, Kvothe cuando hacía algo, lo hacía bien, si iba ganar o perder le importaba poco, lo hacía bien y con la puntualidad exacta que se le pidiese, Lord había dicho que lo necesitaba un viernes por la noche y ahí estaba, sin una hora de retraso, ni siquiera un segundo. Por tal motivo sabía que alguien fiel a sus principios, no le faltaría ni engañaría tan fácilmente – ¿Qué tal si nos vemos más tarde? – Preguntó comiendo el último trozo de pan que le quedaba – No quiero pasar está noche solo, al menos un bar con más calidad que el anterior ¿qué dices? – Preguntó sacudiendo su ropa y miró su reloj… vio la hora y dio la media vuelta.
– Al menos espero verte en el “Pony Dorado”, déjame invitarte está vez por ser tan grosero – dijo antes de seguir su camino. En realidad, debía entregar un reporte. Uno que no le iba a llevar tan poco tiempo como lo había planeado, pues entre todas las cosas, había mucho de que tratar con el Lord, pero no olvidó dejar en la mano de la chica un papel diciendo la hora y la mesa donde le estaría esperando.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Se cruzó de brazos, mirándole de forma curiosa mientras una muy leve sonrisa se mostraba en su rostro —Solo espero que no se sobrepase conmigo, Arliden— dijo en broma, dando media vuelta para retirarse, debía estar lista antes de poder llegar al dichoso "Pony dorado".
Morte no tardó demasiado, podría decirse que fue muy puntual, tomando en cuenta que no es la clase de mujer que se maquilla o arregla cada que sale de paseo, solo unas cuantas cepilladas a su pelo y el primer vestido que encuentre, eso era suficiente para ella. Notó el interior del bar, por lo menos no olía mal como el anterior, y los clientes parecían ser de clase alta, esas personas que beben cerveza a sorbitos ¡Ni que fuera vino!
Camino despacio hasta la mesa 10, buscando su mata negruzca, o quizás sus ridículos lentes, hasta podría guiarse por el aroma de su cigarrillo, sin embargo, no requirió hacerlo, un amable mesero le indicó el lugar exacto de la mesa, porque vaya, el sitio era enorme. Cuando le encontró, la joven pelinegra se acercó con un poco de rapidez, haciendo una reverencia con la cabeza en modo de saludo y tomando así asiento.
—Perdona la tardanza, no lograba dar con el bar, aunque... de "Pony" no tiene mucho, sería mejor llamarlo el "Potro dorado" ¿No le parece?— sugirió en broma, acomodándose en la silla. Una hermosa mesera se acercó, preguntando a Morte si se le ofrecía algo en particular —Un té helado me vendría bien, si no es mucha molestia— dijo amable.
Observó a Kvothe, curiosa por saber si había algún motivo oculto para invitarla a beber, aunque licor no era precisamente lo que ambos tomaban en ese momento, Kvothe tenía un vaso de agua y ella justo pidió un vaso de té helado. Y de cierto modo, tenía un poco de curiosidad por saber más de aquel hombre. En ese momento llegó su bebida.
—¿Hay algún motivo en especial por el que me haya invitado?— se aventuró a preguntar, bebiendo un sorbo de su té —No creo que sea precisamente porque fue grosero conmigo, ¿será acaso que desea preguntarme algo más?
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Kvothe soltó un leve bufido, los ojos de la chica no sabían mentir y era demasiada clara la desconfianza que destilaba con aquella mirada, con aquella intriga que se rebuscaba en su interior, tratando de dejarla salir, lentamente – ¿Es necesario una razón fuera del mandato del Lord para tener que invitar a la segunda al mando a beber un poco y pasar un buen rato cerca de su hermosa compañía? – Preguntó con elocuencia, por unos cuantos segundos, a sus alrededores captaron su atención, pero luego, le tomaron por loco. Pues claro, jamás se imaginarían estar tomado justo al lado del Primo Dei, cuando podía estar en una mansión, rodeado de placeres y riquezas, más no era así, no era lo que muchos pensaban.
Cansado de intentar fingir o mostrar una máscara, dejó salir su verdadera faceta, algo que muy poca gente verá o tendrá la oportunidad de ver, ya que la única que podía hacer caso a su presencia, era la azabache – En realidad buscaba una disculpa por lo ocurrido, fui muy rudo – aclaró relajándose demasiado, dejando recargar su ancha espalda en el respaldo de la silla – llevo más de año y medio fuera de esta ciudad, en los montes, en los valles, en ciudades, en miles de pueblos, haciendas, ranchos y comisarías – agregó con un claro deje de nostalgia e ironía – cada que regreso a este lugar, no podría llamarle hogar, tan solo veo cambios, muchos lugares llenos de nuevas cosas y con el paso del tiempo todo va cambiando – calló unos segundos y volvió a recargar sus fornidos brazos sobre la madera de la mesa que hizo un leve chirrido.
La miró y aquella mirada pudo haberla fulminado si así hubiese querido, más no fue así – Al final de cuentas a las pocas personas a las que conozco en este mundo no son más que ustedes, los Custos – en su rostro estaba muy marcado el cansancio y el fastidio de siempre encontrarse perturbado al regresar de sus misiones.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
—No es que necesite alguna razón pero... esta es la primera vez que salgo, podría decirse que es la primera vez que acepto un día libre, ya que prefiero mantenerme trabajando. Aún así se me pidió salir por lo menos para tomar un poco de aire— sobre todo descansar, intentó decir la mujer, pues se le dificultaba conciliar el sueño, quizás alguien estaba preocupado por ella y pidió que le dieran un descanso a la pelinegra.
—Debo decir que casi me haces llorar— y soltó una risa, Morte quería mostrar fortaleza, pero en realidad, algunas palabras del varón la habían herido, algo que no exteriorizó y ahora utilizaba como si fuese una simple broma. No dejó de sonreír hasta que llegó un plato con frituras, tomando unas pocas.
Entonces, Morte no sabía si aventurarse a preguntar algo sobre sus viajes, dudándolo por un momento, no quería indagar demasiado, no sabía si pudo ser herido durante su travesía, y remover heridas del pasado no era lo correcto, ella lo sabía perfectamente. Aún entraba en desesperación cuando recordaba su desdichada infancia.
—Arliden— empezó, ladeando la cabeza ligeramente mientras tomaba una botana —¿Sucedió algo interesante en tu viaje?— preguntó finalmente, observando al mayor con cierta ternura e interés, la pequeña niña en su interior estaba emocionada por escuchar algo interesante —Estaría encantada si pudiese contarme algo de sus viajes.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Al escuchar aquello, le hizo cambiar la mirada, a una completamente apenada, le tomó de la mano y se la apretó despacio, – lo lamento, en serio, pero en ocasiones tengo que actuar así aunque no quiera – soltó un pesado suspiro y retiró sus manos de la chica, trató de poner una sonrisa pero con mucho trabajo, prefirió mirar hacia otro lado. Al llegar el mesero solo miro las papas, algo de cortesía de la casa, al mirar hacía la barra pudo notar al viejo gordo, dueño de Pony Dorado hacerle el pulgar de aprobación, no sabía si era porque había malinterpretado que este con una chica, o porque quería ganar algo tratándole bien.
Lo que fuese, al escuchar las palabras de la chica, caviló unos segundos – ¿Qué quieres saber? – Le dijo mirándola con una sonrisa traviesa – ¿La vez que fui a Tempus y aprendí a enamorar a una sirena? O ¿cuándo viaje a Prodigy City e hice llorar a un cyborg? La gente dice que carecen de sentimientos, porque son máquinas – Kvothe afiló la sonrisa – hay muchas cosas en la vida que uno no sé imagina – soltó una leve risotada, luego recargó el mentón sobre sus dedos entrelazados – tengo muchas historias por contarte, pero no sé por cuál de ellas debería empezar – volvió a cerrar los ojos y al abrirlos, fue como si una luz se encendiera en su mirada – al primer mes de haber salido de viaje llegue a una aldea entre la frontera que divide Chaos y Spatium, en la que la situación estaba comandada, por un demonio – tomó una de las frituras de papa y la comió de un mordisco – Se hacía llamar Belze, hijo de Belial, un demonio que había existido hace mucho, para ser sincero no le conozco mucho, pero Belze era un demonio por donde le vieras – la fuerte mirada del pelinegro ardía solo de recordarlo.
– Era muy extraño, pues desde la entrada solo miraba mujeres, había niñas, jovencitas con las pancitas afuera y lo que esperaban eran los bebes de aquel demonio – hizo una pausa para acomodarse – los únicos hombres que habían eran diez, contando hasta Belze, de la población de chicas, eran divididas entre ellos, las mujeres de Belze son las más hermosas, y cada uno de sus súbditos tenía de a diez mujeres, aunque si Belze quería, podría coger a la que quisiera y sus compañeros solo las que había sido marcadas bajo su propio símbolo. Cuando llegue por primera vez en sus ojos solo había oscuridad, al mirarme muchas se asustaron y se escondieron, nadie fue capaz de darme información hasta que encontré a uno de los hombres de Belze, aquel hombre medía dos metros y medio, solo me dijo una palabra: “Largate” – en ese momento Kvothe se hincho, intentando imitar aquel minotauro y su voz – le dije que me iría si me dijera que barco tomar para ir a Spatium y su respuesta fue un golpe con su enorme hacha que llevaba en la espalda – miró a la chica y soltó un bufido – ¿sabías que la carne de minotauro es deliciosa? – Si, ese día Kvothe despedazó a aquel minotauro ante los ojos de todas las chicas, de un solo corte, aquel demonio terminó cayendo al suelo hecho miles de trozos de carne – las noticas no tardaron en llegar a los oídos de Belze, era un pequeño chaval, no le daba más de doscientos años, o tal vez más, quien sabe, pero no cabía duda que solo era un niñato – Kvothe volvió a hacer una pausa para beber de su agua – Una de las chicas me comentó lo que sucedía, al ser una comunidad separada de Spatium, como lo era Chocobo, se encontraba lejos de ser tenida en cuenta por la guardia, Belze llegó y mató a todos los hombres después de esclavizarlos a construir su gran castillo, violó a sus mujeres frente a ellos y se apoderó del lugar, nadie había tenido la valentía de enfrentarlo, ya que todos terminaban muertos, por lo tanto mujeres como hombres habían perdido las esperanzas para vivir, las que lograron escapar aun intentaban hacer una revuelta, pero debido a su falta de fuerzas y gente no había movido ni una sola pieza – pausa – sin embargo con mi llegada, las cosas se pusieron peor, cada que Belze manda a uno de sus hombres, siempre le llegaba un mensajero con un caja, acostumbra cortar una parte del cuerpo de sus hombres y enviárselos en una caja, la primera vez fue un ojo, luego un dedo, la tercera una cola, el siguiente una oreja, el quinto una mano, el sexto un dedo del pie, el séptimo por ser especial mande la cabeza entera, el octavo por ser muy hablador le mandé la lengua y el noveno… – Kvothe le miró con picardía – ¿quieres saber que le mande?... Es mejor que no lo sepas – el azabache soltó una carcajada y volvió a continuar con la historia – Cuando Belze me miró se dio cuenta que todo estaba perdido, había aniquilado a sus mejores nueve hombres, ¿qué más le quedaba por hacer? – se rascó la cabeza – huir cual perro en busca de un nuevo hogar, lamentablemente estaba rabiando de ira, así que lo herí y lo torturé hasta la muerte, por treinta días – la cara de sadismo en el rostro de Kvothe era aterradora, que podría asustar a cualquiera que llegara a verla.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
La voz de su madre gritar de dolor, la voz de sus hermanas gritar al nacer, la voz de sus hermanos gritar antes de morir... la voz en su cabeza que no dejaba de suplicar. Morte se puso en pie rápidamente, mostrando un semblante dolido en su bello rostro, haciendo una reverencia para pedir disculpas por su retirada. Dolía profundamente, todo, los recuerdos, la discriminación, y el llanto de mamá.
Salió del local aún con la mano en su cabeza, presionando ambas sienes intentando mitigar su sufrimiento. Se golpeó un par de veces con la palma, deseando que hubiese una manera de borrar cada fragmento de su pútrida infancia, pero en ese caso ella estaría huyendo de todo. Morte misma se dijo que debía ser superada aquella etapa de su vida, más no pensó que retornar a ella sería tan doloroso.
Suspiró pesadamente, calmándose poco a poco al recordar que Kvothe mencionó haber asesinado a Belze. Si no hubo repercuciones, eso significaba que Belial tampoco existía... ya no existía. Inconscientemente se llevó una mano al vientre, sonriendo leve al pensar que ese repugnante ser ya no se encontraba sobre la tierra, y ya no atormentaba a más mujeres. Debía sentirse libre por su muerte... pero el dolor era más fuerte.
Recordó entonces la escena con el primo dei, retrocediendo en su caminar hasta entrar nuevamente al bar, mirándole ahí sentado. Avergonzada y con un ligero rubor, se sentó una vez más frente al varón, juntando sus manos. Exhaló por la nariz, no sabiendo cómo empezar ¿Debería decirle su parentezco con Belze?
—Perdone la escena anterior, Arliden— dijo la hermosa mujer, mirando fijamente al pelinegro —Su historia, además de intrigante, me hizo recordar cosas del pasado que creía extintas, removió... mi oscura infancia— susurró, bajando la mirada hasta el plato de las frituras, para después tomar su vaso y dar un pequeño sorbo de su bebida, volviendo su vista al hombre —Belze es mi hermano— soltó seriamente, dando paso a una dulce sonrisa —gracias por acabar con él.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
Si crees que él sentía lastima estas equivocado, Kvothe desde ese entonces miraba a la Custos con ojos diferentes, era una mujer a la que no solo admiraba sino también respetaba, tener que cargar con aquel peso, no era para cualquier ser vivo, cualquiera había caído ante esa devastadora vida la cual vivió, Morte se había convertido en una imagen a seguir, sufrir como ella había sufrido era algo digno de ser reconocido, alguien que había nacido en con cariño, tal vez no en una cuna de oro, pero con el amor suficiente para crecer, Kvothe no era quien para poder juzgarla y lo único que él podía hacer en ese momento era ayudarla, pero ¿cómo podía ayudar a alguien a quién así, siendo alguien que no podía conocer esa situación?
La única manera que paso por su mente era contándole la historia, pero sabía que solo podían suceder unas cuantas cosas, las cuales podían destruir su relación y recibir su odio o conseguir que ella superara esa pasado horroroso, pero después de ver aquella escena, su semblante decaído y aterrado se dio cuenta que había hecho algo que no debió hacer, abrir una herida de tal grado era demasiado fuerte y grosero para la chica, no pudo decir nada más tan solo su labios se abrieron para musitar algo mientras ella salía, sin embargo, de sus labios no salieron nada, solo unas palabras ahogadas.
– Sucedió lo peor – pronunció ligeramente.
Volvió a tomar asiento, cruzando los dedos pensativo, la gente le miraba, ni siquiera él lograba entender la situación, pero sus miradas, sin duda, no eran nada buenas hacía él, había lastimado a una dama, y su orgullo como hombre no le permitía aquello. No fue más que un momento que ni siquiera notó, cuando la vio entrar de nuevo por aquella puerta, una sonrisa se pintó en su rostro, jamás imaginó aquello, esa mujer tenía más agallas que diez mil hombres de guerra, al verla sentarse de nuevo se levantó y caminó hacia ella…
– Lo sé, lo sabía, él mismo lo dijo cuando lo torturaba.
Su voz se hizo más tenue, pero firme y potente.
– No me tiene que agradecer, yo realmente no hice gran cosa, solo fue un acto de asesinato.
Al acercarse a ella se puso sobre una de sus rodillas, llevó su mano al pecho e inclinó la cabeza, cual caballero a su reina, sonrió y levantó la mirada para observarla.
– A quien debo respetó es a ti – declaró con firmeza – también debo una disculpa y también te debo un elogio, no cualquiera mujer hubiera soportado aquello – le tomó la mano derecha con ambas manos y limpiando su muñeca la beso – Morte Naberius Bloodlust benditos sean los que te honran.
El pelinegro se levantó y regreso a su lugar con esa elegancia y vehemencia que le respalda, ante ella, se sentía una ameba, lo que ella pudo soportar, tal vez, él no podía lograrlo sin volverse un hombre tan despiadado.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
—Por favor, no haga eso— dijo la híbrida —es la primera vez que escucho tales palabras hacia mi persona, me ha conmovido primo dei, pero no creo ser merecedora de tantos elogios— soltó al hombre cuando éste estuvo en pie y tomó asiento en su mesa, esperando que las cosas en el restaurante se calmaran un poco, sobre todo porque seguían observándoles.
—Soy yo quien debería elogiarle de dicha manera, Kvothe, usted eliminó al hijo del hombre que más odiaba, siento como si mis pesares se hubiesen esfumado con rapidez... como si pudiera respirar nuevamente; por lo mismo, si usted quiere algo, lo que sea, no dude en pedirmelo— se sentía sumamente agradecida, sobre todo por las miradas bajan y regresaban a sus conversaciones anteriores.
—Pero, ¿solo deseaba hablar de esto o contó la historia de Belze apropósito?— preguntó curiosa, alzando la mano delicadamente y pidiendo un poco más de té —Es muy curioso que haya optado por dicha aventura, Kvothe— colocó las manos bajo su mentón y observó fijamente al pelinegro, esperando alguna respuesta.
Re: — Encuentros, cerveza y miel [Priv.]
El pelinegro se recargo en el respaldo de la silla, puso las manos sobre la mesa, inclinó levemente la cabeza y suspiró — Sus lágrimas no mienten mi Lady, aunque yo haya terminado con él, una herida de ese grado no puede ser curada de una manera tan sencilla si él llegara a tener hijos, los hijos de sus hijos me odiaría y así la cadena de odio seguiría creciendo a lo largo de los años. Sin embargo me encargue de acabar con la maldición de muchas chicas en ese lugar.
Kvothe fue aquel que aplicó la ley de hierro en aquel lugar, aplastando toda maldición con su abrumante poder, Belze jamás se imaginó que su final estaba cerca y mucho menos que uno de los más fuertes hombres de quien gobernaba ese planeta iría a eliminarlo, coincidencia o no, sus caminos se habían cruzado y el azabache nunca dudo en acabar con él y extinguir su maldad de la faz de la tierra. Morte era sabía y él lo sabía, no iba a sacar un tema tan delicado de la manga por simple gusto, no iba a herirla solo porque la quisiera ver llorar o porque tenía ganas de mirar su reacción al hablar de eso, el Custos tenía un claro objetivo — Después de la batalla de Revolution City perdí un brazo, consigo miré muchos cambios entre los Custos, amigos derrotados, guerreros fuertes aniquilados y muchos retirados — la nostalgia se hizo presente en su afligida mirada — no quisiera que esto se volviera a revivir, por eso prometí que me volvería fuerte y con ello ayudaría a mis colegas a ser más fuertes, es por eso que he vuelto un tiempo a estos lugares — levantó la mirada, lleno de seriedad — es por eso que para ser fuerte hay que aceptar el pasado, vivir el presente y prepararse par un excelente futuro. Nunca se sabe cuando los Novarum nuevamente atacaran, así que siempre hay que estar pendientes,— tomó un poco del agua del vaso y volvió a mirar — por ese motivo quería tenía que ayudarte a crecer, a superar tus miedos de una vez por todas, pero parece que fue innecesario, ya eras fuerte sin mi ayuda —.
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