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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Todo tiene un límite. [James Adamska]
Spirit Soul :: Spatium :: Prodigy city
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Mantuve la mirada desviada en todo momento, pues quería evitar ver la cara de tonto que ponía, como si se burlara de mi o quizás yo comenzaba a interpretarlo de ese modo por como me había tratado pero seguía sin quitar el hecho de que a pesar de que me trataba de tal modo, yo sabía que algún lado bueno tendría en su ser. No hacía falta repetirlo, pero era algo constante que aparecía de forma repetitiva en mi cabeza cuando él hacia algo que me resultaba dañino o molesto, para luego mostrar algo que me hace dudarlo. Aunque de igual modo no solo eso me haría dudar de que fuese solo malo, sino por la misma razón que había pensado anteriormente, ya hace rato. ¿Exactamente porque debería de pensar de mala manera de una persona? Quizás las apariencias de alguien pudiera darte miedo o por la forma en que pudiera ir vestida te harían pensarlo o así es lo que había podido aprender. Por ejemplo James con las ropas que lleva y en la forma que las lleva, me hizo pensar de que era un vagabundo, pero por otro lado de mi sabía que no podía pensar esto con tal certeza, pues siempre era mejor el conocer a las personas antes de opinar realmente del como son, pues no puedes juzgar un libro por su portada o así era el dicho. ¿No? Pensaba que así era o esperaba no estar equivocándome, pues me dejo pensando si era de ese modo.
Resople pensativa, pues se me había ido la cabeza hacia otro lado, cuando se suponía que me había concentrado en el pelirojo, aun teniendo muchas preguntas en mi cabeza. Como por ejemplo, si me odiaba o le desagradaba mi forma de ser o algo, pues por algo desde un principio era como si yo fuera lo peor para él. En verdad no quería desagradar a nadie, pues temía de forma seria la soledad o el de que los amigos recientes que obtuve, me dejaron de lado. ¿Por qué? Pues les había cogido cariño y para mi lo eran todo, a pesar de que desde un principio yo avanzaba sola y haciéndome la fuerte desde muy pequeña porque no tenía a quienes apoyarme, pero tampoco me iba a quejar de ello, más bien lo soportaría como hacía ya con otras muchas cosas de mi pasado, las cuales aun seguían ahí la mayoría de las veces persiguiéndome mentalmente.
Pensé en un instante de si estarían pasando gente por ahí, quedándose viéndonos a ambos o algo así, aunque por otra parte no lo creía, pues ya habíamos dejado de formar escándalo desde hacía ya rato. De todas formas no quería volver a sentir ese miedo que sentí en un principio cuando pensé en lo que me iba a ocurrir en mi casa. Aunque a pesar de que salió todo bien con la señora, sabía que no me iba a salvar ni de broma del regaño en mi hogar, pero repetía de que era comprensible. ¿No? De igual forma no quería buscarme más problemas o mejor dicho, al pelirojo. ¿Por qué? Parecía que le había dado problemas y lo que yo menos deseaba era el darle problemas a alguien. Era cierto de que temía que es lo que podría pasarme en mi hogar, pero prefería más el hecho de que la otra persona estuviera bien, pues siempre pensaba más en los demás antes que en mi misma. Pues no veía necesario el hecho de estar pensando en mi o quizás en algún momento si habría pensado en mi, aunque realmente no me sonaba el haberlo hecho. Por culpa de pensar en ello, no pude evitar en quedarme pensando en esto, pues me resulto algo confuso no recordarlo, pero al final omití el hecho de seguir pensando en ello y centrarme en el presente.
No pude evitar mirarle de reojo, pues habían momentos en los que quería ver a que miraba o que hacía. Escuchando sus palabras, haciendo que me quedara totalmente confundida, mientras desviaba la mirada un poco. ¿Había entendido bien? Realmente pensaba que no, tardando en asimilar lo que había dicho, pues comenzaba a actuar lento mi cabeza y era como si me hubiera dicho un típico acertijo que te hacía explotar la cabeza como sino hubiera un mañana. Aunque quizás era lo más fácil de entender en el mundo. Cuando pude entender algo tarde lo que había dicho, musite. —Ah..— Soné algo tonta, teniendo la boca semi abierta, mientras había arqueado ligeramente una ceja. Pues tenía razón de que podría ser incómodo el hablar sin saber el nombre. —¡Pe-pero me estabas ha-hablando como si nada!— Contesté rápido cuando eso se me paso por la cabeza, aunque ni yo misma había pensado lo que dije, aunque en parte si, pues James hace rato que no lo sentí incómodo.
Había dejado de arquear una de mis cejas y cerré la boca, hasta que escuche lo ultimo que me dijo, casi cayéndome al suelo por ello, aunque me pude mantener. ¿¡PEQUEÑA PIOJOSA HABÍA DICHO!? ¡No era pequeña! ¡Ni tampoco tenía piojos! ¡Yo me bañaba muy bien todos los días! ¡También cuidaba mi cabello con cuidado! Baje la mirada por ello, sintiendo como la vena de mi sien se hinchaba ligeramente, dándome un pequeño tic en el ojo derecho. Me decía mentalmente de que debía de tranquilizarme pero... ¿Acaso iba a hacerme caso a mi misma? En un ataque ira y molestia, me lancé a por él, preparando mis manos para golpearle una y otra vez, habiendo cerrado las mismas para formar puños con estas. Aunque evidentemente mis golpes no le iban a surgir ningún daño o quizás si, de todas formas no sabía su fuerza, así que era evidente de que no iba a saber cuanto le iba a doler, aunque era algo que poco me importaba, solo quería golpearle como si mi vida dependiera de ello. —¡NO TENGO PIOJOS! ¡ME BAÑO BIEN!— Le gritaba algo descontrolada, entre golpes. —¡Y Y Y Y NO SOY PEQUEÑA! ¡TENGO 18! ¡FEOSO!— No paraba de golpear una y otra vez su pecho. —¡ENTONCES YO TE LLAMARE TONTO! ¡O HORROROSO! ¡O MAL EDUCADO! ¡O IRRESPETUOSO! ¡O BOBO!— Le gritaba, a modo de defensa solo por el hecho de que él me había llamado pequeña piojosa. ¿Acaso era para tanto eso? Pues yo lo sentía como si lo fuera, pues encima que le había dicho mi nombre, el muy bobo va y se inventa el decirme otro. ¿Para eso me hizo decirle? No pude entonces evitar el hecho de aumentar las ganas de seguir golpeando al contrario, a pesar de que sabía que el chico podía acabar molestándose más de lo que ya lo había visto, pero... ¿Qué podía hacer yo? A pesar de que trataba de controlarme, sus simples palabras eran algo que me hacían querer abandonar toda cordura de mi y lanzarme a darle golpes, pero... ¿Sabes? Ante esto, era como si por una parte de mi se liberara, como si estuviera liberando frustraciones personales de mi hogar, enojos o cosas tristes que trataba de oprimir dentro de mi.
En ningún momento me pare a pensar que es lo que estaba haciendo, pues nuevamente me había pasado por impulso o más bien por alterarme así de la nada con sus palabras. Ahora mismo estaba más centrada en golpearle o soltarle más insultos que se me pasaran así de la nada en la cabeza, pues la gran mayoría por no decir todos, no los había pensado, así que sin más se los solté así. Aunque ya anteriormente me había pasado y las solté sin más. No sabía como reaccionaría ahora James, aunque en el fondo imaginaba que realmente no se lo iba a tomar a bien, pues de las dos veces que le golpee, fui detenida.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Sin embargo, cuando la respuesta casi explosiva cargada de ira llegó, el soberbio pelirrojo arqueó una ceja en primera instancia al verle colocar aquella expresión sobre su rostro. No era normal, de la nada parecía haberse enojado completamente, James no se explicaba porque reaccionaba de esa forma, y se lo hacía asustarse un poco, o más bien sorprender, al ver lo impredecible que era. Sabía que quizás, casi seguro, el “pequeña piojosa” le molestaría, pero no creyó que tanto para mostrarse de ese modo. Un tanto extrañado sin notar lo que estaba a punto de pasar, pues no lograba comprender completamente porqué de pronto se ponía así. Notaba que ella parecía intentar contenerse, pues no había explotad en el mismo momento en que se lo dijo, más bien hizo una esfuerzo por quedarse callada, y por un momento el pelirrojo creyó que se calmaría al repensar que no era tan grave. Sin embargo, luego ya era demasiado tarde, la chica se lanzó a darle golpes nuevamente. Cosa que al pelirrojo no le gustó, le desagradaba que ella intentara golpearlo, y se estaba cansando, sentía las ganas de devolverle los golpes. Pues James no tenía suficiente moral como para golpear niñas, todo quien le golpeara debía asumir que él estaba dispuesto a devolver esos golpes, incluso más fuerte si lo requería, e incluso llegando al límite de generar una batalla solo por un simple y pequeño golpe, si este le molestara demasiado. El semidragón intentó retroceder un paso sorprendido por la reacción de la misma, pero estaba acorralado con una estantería de libros por la espalda, que no le permitió apartarse demasiado. Haciendo que obligadamente, tuviera que recibir todos esos golpes sobre el pecho. Cosa que le molestó más, obligándole a fruncir el ceño y gruñir un poco.
James no pudo evitar reír por lo bajo, debido a las palabras de ella, y los insultos que usaba. Le daban gracia esas actitudes, por un momento había dejado de estar molesto, y comenzaba a divertirse con lo rápido y cuanto se irritaba la contraria. De alguna forma, se estaba contradiciendo al comportarse de esa forma y afirmar que no era una niña, después de todo, tenía las actitudes de una. Eso también hacía gracia al pelirrojo, pues la que él consideraba noble, estaba mostrando cierta inmadurez que nunca había visto en gente de ese tipo. Era posible que le agradara un poco, pero solo porque la joven no había usado verdaderos insultos, tal vez, si hubiera sabido como molestar al pelirrojo, ahora mismo James estaría explotando en furia y quemando todo, pero insultos tan simples como esos poco le hacían enojar, y más le parecían chistes de los que se podía reír fácilmente. El semidragón sentía los golpes, pero un principio no le molestaba al encontrarse divertido por escuchar esas cosas. Sin embargo, mientras el tiempo pasaba, y aquellos golpes no cesaban, comenzó a molestarse, frenando su risa y frunciendo el ceño. –Ya… Detente… - Susurró el pelirrojo con el ceño fruncido. Molesto, habiéndosele olvidado toda la gracia del asunto, pues Kougyoku parecía no saber parar, lo que llevaba a irritarse, debido a que el chiste ya había pasado, y los golpes seguían ahí. La mirada de James era amenazante completamente, le estaba advirtiendo, al igual que hacía con sus palabras, o al menos eso pensaba, pues creía haber puesto una voz seria demostrando que ya no estaba bromeando. Pero aparentemente, no había sido escuchado por ella, lo que le hizo enojarse aún más. Haciendo que apretara sus dientes y gruñera, mientras comenzaba a apretar los puños enojado. Antes creía que lo que ella hacía se trataba quizás de una broma, como esos insultos gracioso que dijo, y que pararía, pero eso lo dejó en claro que no. James era un ser de sangre caliente, y como tal, su paciencia era baja, tanto que no iba a esperar mucho más. Una sola advertencia bastaba para ese semidragón, y si ella no la seguía, se veía en completo derecho de explicarle las cosas más ruda mente, sin ninguna cargo en la conciencia por golpearle.
Rápidamente, el semidragón alzo la diestra y abrió su puño estirando los dedos, con algo de fuerza comenzó a bajar la misma, para dar un no muy fuerte golpe sobre la cabeza y los cabellos fuchsias de la joven, allí cerca de donde tenía su adorno. Estaba molesto, eso le había llevado a la idea de levantar su mano contra ella, además que no había prestado atención a cuando le había advertido, y no parecía prestar atención a lo que él quisiera decir. Seguramente no era su culpa, era por estar tan enojada, pero James no se daba cuenta de eso, en su mente no entraba tal pensamiento de ninguna forma. Aun que estuviera molesto, no había golpeado tan fuerte, apenas un golpe para hacerle entrar en razón, o llamar su atención, mientras seguía gruñendo y frunciendo el ceño. Podía estar molesto, pero no los suficiente para hacerle daño de verdad, eso sería posible solo si estuviera en algo que considerar una batalla o parecido, en caso que ella usara verdaderos golpes que dolieran en su contra, o si hubiera soltado insultos más graves que de verdad le doliera, pero para esos pequeños insultos tan tontos, y esos débiles golpes, no iba a reaccionar realmente agresivo. Esta vez había optado por no tomarle de las muñecas, pues parecía que eso no le había enseñado nada a la joven, y aunque James no fuese el indicado para enseñar nada, se veía en la posición de hacerse respetar frente a la misma. Pues el orgulloso, se creía en posición y con el derecho de muchas cosas, que quizás no eran así, pero sin embargo, era eso lo que le hacía un orgulloso después de todo. La gente soberbia, acostumbra otorgarse derechos que no le corresponden, y James sabiendo, o creyendo saber, que era el mejor, no iba a ser la excepción. Y si ella no paraba frente a la advertencia, o no la escuchaba, pasaría sin dudarlo a otro nivel, quizás ahora si tomando medidas en verdad violentas, o que le pudieran hacer daño real. – ¡¿Ya vas a parar?!- Alzó la voz James cuando estuvo seguro de tener su atención tras el suave golpe con su mano abierta. Molesto, que se le notaba en la voz, en su mirada, y en sus expresiones, quizás también en todo lo que se había tensado su cuerpo para ese momento. El semidragón coloco ahora ambas manos a los costados de su cintura, mirando a la joven desde arriba, aún con mirada algo amenazante. – ¡Tus insultos no me afectan! ¡Pareciera que tuvieras ocho años! – Volvió a alzar la voz, olvidando que se encontraba en la biblioteca para este punto, buscando que ella le prestara toda atención en lo que decía. – ¡Deja de golpearme de una vez piojosa! ¡Deberías tener un poco más de calma! ¡Aprende a calmarte!– Siguió, usando ahora aquel apodo, quizás inconsciente por esta tan enojado, buscando claramente ser filoso e hiriente con sus palabras, como se acostumbraba en una discusión.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Preferí entonces dejar de pensar en ello, pues nuevamente no era momento para estar recordando cosas de mi hogar o las que tenía que tratar de hacer de forma diaria, pues este no era el momento perfecto, aunque seguramente en mi casa ya me pondría a pensar en ello, pues ahí solo tenía dos rutinas constantes y luego lo que me sobraba de tiempo casi siempre era para estar pensando en como mejorar para no defraudarles.
Había sentido como James había retrocedido un paso cuando comencé con mi ataque de golpes a puño cerrado en su pecho. Aunque parecía que no pudo retroceder más, pues este se quedo inmóvil en el lugar, aunque ni si quiera me inmute de tratar de averiguar que había pasado. Yo solo le golpeaba sin parar, una y otra vez. Quizás me estaba pasando ya, pero no podía evitarlo y no quería parar tampoco, pues ya había dicho como antes, era como si estuviera liberando toda frustración o cosas que guardaba en mi interior. En un momento, cuando pensé en ello, sentí que era injusto, pues él me había dicho tales cosas y toda la frustración que tenía guardada dentro de mi no era toda su culpa, a pesar de que realmente gran parte de la culpa era por él o así es como estaba pensando en esos instantes. Vamos... ¿Quién te va a llamar pequeña piojosa? Era la primera vez que alguien me llamaba de ese modo y por una parte, en el fondo podría ser hasta emocionante de que alguien me llamara de x forma, pero por otra parte o mejor dicho, gran de la otra parte, era muy molesto para mi. ¿Acaso pensaba que no me cuidaba la cabeza? Eso daba a pensar, pues se supone que alguien que tiene de esos bichos eran porque no se bañaban. ¿Verdad? Entonces hubo un momento en el que escuche a James decirme que me detuviera, pero estaba tan centrada en estar golpeando su pecho, que ignore tal cosa, como si me hubiera entrado por un oído y salido por el otro. —¡No quiero!— Le conteste enseguida después de escucharle obviamente. Comenzaba a sentir como mis brazos estaban comenzando a cansarse de tantos mover estos para golpear al pelirojo, pues a pesar de que pudiera cargar con una espada que pudiera ser casi más grande que yo, pero suponía que era porque ya le había golpeado ya anteriormente.
A pesar de que sentía que en cualquier momento debía de parar para tomar un pequeño descanso por el hecho de que me estuviera cansando, no pare, pues prefería seguir hasta que no pudiera más. Hasta que algo hizo que parara totalmente en seco, dejando obviamente los puños apoyados contra el pecho de la camisa del contrario. ¿Me había golpeado en la cabeza? Pues sentí como por el golpe, mi pasador se había movido ligeramente, aunque por suerte y de forma lógica, siguió ahí en su sitio. No dolió mucho, pero el mismo me hizo encoger un poco en el sitio, cerrando los ojos de forma automática y apartando mis manos ya abiertas de la camisa de él, para apoyarlas ambas donde él golpeo, a pesar de que realmente no era para tanto. Escuchaba como el supuesto ''no'' vagabundo me gritaba si ya iba a parar, dándome cuenta entonces de que había elevado la voz, aunque en estos instantes mi concentración estaba más sobre el pelirojo idiota que me había golpeado. —¡Yo paro si me da la gana!— ¿¡Cómo osaba ponerme la mano encima!? Ahí de repente me dí un golpe mental a mi misma y pensé o más bien sabía que yo había empezado con los golpes o tirando cosas, así que era comprensible el hecho de que él se hubiera cansado de no ponerme la mano encima o el estar gritándome sin devolverme algún golpe o algo, después de todo, yo era muy terca y no siempre hacía caso. De todas formas por lo que me habían enseñado, decían que los hombres no podían golpear a las chicas pero a mi me parecía algo injusto en parte ese tipo de explicación que me dijeron en mi hogar. Entonces cuando abrí los ojos, vi que el contrario había apoyado de nuevo sus manos en los costados de su cintura de sí mismo. Mis ojos se inundaron un poco y levanté mi mirada para enfrentarle visualmente, frunciendo demasiado mi ceño cuando dijo eso de mis insultos, aunque no solo por eso, sino por todo lo demás que dijo. —¡No parezco de ocho! ¡Te dije que tengo dieciocho!— No sabía en que momento había dejado de tartamudear, pero parecía que estaba más centrada en gritarle o atacarle, que ni me di cuenta de ello.
De momento aun seguía con las manos en mi cabeza, mirándole con ira a los ojos y luego baje la mirada, casi cayéndome de nuevo al escuchar como me decía piojosa. —Te dije que...— Susurre, bajando lentamente las manos. Cuando levante la mirada, aun con los ojos semi llorosos, tome sus mejillas al volver a levantar las manos y las estire demasiado, tratando de hacerle daño a su cara. —¡ME BAÑO BIEN Y NO TENGO PIOJOS! ¡SO FEO Y SORDO!— Tome algo de aire, para luego responder una ultima cosa. —¡Y si quieres que me calme! ¡Aprende tu a respetar a la gente antes!— Gritaba sin importarme nada más, sabiendo en el fondo que eso podría llamar atención de la gente que pudiera rondar por ahí. Aunque realmente toda mi atención estaba puesta completamente sobre la de él, apartando una de mis manos de sus mejillas y usando esta para volver a comenzar a golpear su pecho. —¡Además de que tu pareces salido de un vertedero y en ningún momento te falte el respeto por ello!— Decía mientras golpeaba su pecho con una de mis manos y la otra servía para jalar su mejilla, mostrando parte de su dentadura, aunque yo mantenía más bien mi mirada sobre los libros que estaban detrás de él. Cosa que cuando me fije, apenas me había dado cuenta de que estaba contra la estantería, pues anteriormente estaba tan cegada para golpearlo, que ni me di cuenta, aunque obviamente era normal que no fuera a darme cuenta de ello. ¿Acaso alguien era capaz de concentrarse en otra cosa cuando estaba molesto? Yo por lo menos en ese día parecía que no, pues no sabía aun como conseguía como el chico podía irritarme fácilmente, a pesar de que yo había aprendido modales para no parecer una loca tira libros y que ataca como si fuera una salvaje en rabia.
Aunque de nuevo mi cabeza estaba completamente en blanco y solo tenía un único objetivo y era el hecho de golpear y defenderme ante el pelirojo vagabundo. Olvidando todo a mi alrededor, como si lo demás ya no existiera realmente, pues él era el foco de mi molesta o de los golpes que le dedicaba de igual modo eran por sus palabras. Esta vez si tenía motivo alguno para golpear o quizás solo era una pequeña venganza porque me hubiera llamado de nuevo piojosa, cuando le dije que yo me bañaba bien. ¿Acaso alguien limpio podía tener piojos? ¡Claro que no! Si los tuviera, ya lo hubiera sabido y me los hubiera ido a sacar en mi casa, de seguro que no saldría ni de broma hasta estar descontaminada por tales bichos. Ademas, ahora que lo pensaba. ¿Quien era él para decirme que aprendiera a calmarme? Si era por su culpa que me cabreara de tal modo. ¿Verdad? Quizás estaba exagerando demasiado o así pensé en un instante, cosa que se me olvido enseguida, pues aun la principal concentración que seguía teniendo era el hecho de golpearle.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
No iba a dar su brazo a torcer, y menos ahora, no es como que verle con los ojos lloroso fuese a ablandar el corazón del semidragón, se necesitaba más que eso para hacerle sentir algo de verdadera pena, pues lo único que podía provocarle, era una pizca de aquello, que solo lograba empujarle más hacia la ira o el enojo. El semidragón tampoco se esperaba lo siguiente, cuando vio las manos de ella acercarse hacia su rostro lo primero que pensó fue que recibiría un golpe, o algo parecido, por lo que cerró los ojos un momento. Esperando un poco por lo peor, quizás un bofeteada, o algo así, que seguro le levaría al pelirrojo al enojo suficiente para devolverle un verdadero golpe a la joven de cabellos fucsias. Pero al sentir los dedos de ella apoyarse bruscamente sobre sus mejillas, abrió nuevamente los suyos con el ceño fruncido, casi adivinando que es lo que pasaría. Como no se lo esperaba, le tomó por sorpresa, haciendo que no pudiera estar preparado para eso, y que aquel estiramiento de mejillas le doliera e incomodara. Rápidamente su furia incrementó, caso al instante, pues no le gustaba ese tipo de cosas, el tocarle de aquella forma la cara le incomodaba de gran forma, sin mencionar que ella estaba jalando las mejillas haciendo que estas dolieran al semidragón. Ciertamente no tuvo mucho tiempo para concentrarse en sus mejillas, pues un gran grito salió de la contraria, haciendo que tomara toda su atención en esa respuesta tan infantil. Que ahora, lejos de hacerle gracia, le hacía enojar por el hecho de estar estirando sus mejillas al mismo tiempo.
James gruñía, pero seguramente no era escuchado por tanto alboroto que hacía ella. Por unos momentos, la idea de lanzar una bocanada de fuego y quemarle el rostro tentaba al semidragón, pero aún no estaba seguro de si en verdad querer dañarle de esa forma, pues aunque su paciencia se estuviera agotando, la joven frente a él se veía bastante frágil y seguro terminaría muy mal herida si el pelirrojo se disponía a hacerle verdadero daño. Seguramente ya estaban gritando demasiado, ya hacía un rato que no paraban de gritarse, y seguro no faltaba mucho para que la anciana perdiera la paciencia y viniera a darles un regaño que terminaría con aquello de una vez por todas. Sin embargo, esta idea no parecía estar presente en ninguna de las dos mentes, por lo que aquellos seguían gritando sin estar conscientes de las consecuencias que les podría traer eso.
Sobre el pecho del semidragón, nuevamente se volvían a hacer esos golpes, mientras le gritaban algunos insultos. Claramente la furia en él no dejaba de aumentar, estaba muy al límite de explotar, dar un verdadero golpe a ella, o darle un merecido empujón para quitársela de encima. Aunque su mente estuviera concentrada en lo que le decía, los golpes le obligaban a intentar retroceder un poco, aunque la biblioteca tras él le mantenía en jaque, pues no le daba posibilidad de apartarse de ninguna manera, haciendo que estuviera obligado a recibir esos golpes y sin poder soltarse también al apretón en su mejilla. Eso claramente le molestaba aún más, no encontraba forma de quitársela de encima si hacer que reciba algún daño, por lo que cada vez, la idea de empujarle o golpearle se le hacía más posible y real. El pelirrojo gruñó al terminar de oírle lo que decía, con su ceño fruncido, la molestia le invadía, y estaba dispuesto a contestar aquello, pues le había ofendido eso de salido de un vertedero. – ¡¡Cállate!! ¡¡¿¿Acaso no te enseñaron en tu casa que no todos tienen el dinero para comprarse robas nuevas??!! – Realmente no es como que le molestara el que le dijeran que vestía mal, o este tipo de cosas sobre su imagen. Después de todo, el dormir entre cajas y contenedores de basura era el estilo de vida que él había elegido desde el día en que abandono a su familia. Realmente no le molestaban ese tipo de cosas, lo que le molesto es que se lo dijera ella, alguien que desprendía las actitudes de un noble, pues en la posiblemente cara tela de su seguramente muy caro vestido, se podía notar como el dinero se le acumulaba y no tenía realmente necesidades en las que gastarlo.
James detestaba a ese tipo de personas, pues los nobles, desde que había comenzado su vida, le despreciaron a pesar de ser uno de los suyos, así que ya no podía ver bien a ninguno, o al menos, era esa la primera impresión que le daba ese tipo de gente. No es como que el dinero en verdad le faltara actualmente, pues se las arreglaba bastante bien desde que tenía el gremio, y pocas veces estaba sin dinero encima, por lo que tampoco le suponía problemas comprarse ropas nuevas. Sin embargo, le resultaba cómodo vestir cosas usadas, viejas, y desgastadas, se amoldaban a su cuerpo, y le hacía más sencillo algunos movimientos.
Ya completamente molesto, el semidragón intentó quitarse de encima de su rostro las manos de la joven, con el dorso de su mano, dio un golpe en la muñeca de la misma intentando que la misma le suelte por puro impulso al recibir ese golpe. No le molestaban tanto los golpes sobre su pecho, pero en su rostro tenía cierta sensibilidad más, y específicamente sus mejillas no acostumbraban ser estiradas de esa forma. Estaba molesto, bastante más que antes, pues claro, cuando algo así no se cortaba, solo se podía hacer más que empeorar, y los insultos y golpes de ella, solo lograban ponerle de mal humor. Terco era el pelirrojo, y no había muchas razones que le hicieran cambiar de opinión, así como era poco probable y muy difícil calmar su ira. Con la molestia claramente marcada sobre su ceño fruncido, el joven semidragón dio un empujón a la contraria en cuanto pudo sacarse su mano de encima, usando un tanto de fuerza en este, pero solo para apartarle un poco, sin la idea de hacerle caer o algo parecido. Gruñó un poco el semidragón, molesto en verdad, se pensaba por un momento las próximas palabras que dedicarle, aunque su mente no hiciera mucho trabajo, pues solo podría estar pensando en “Piojosa” o “Niña molesta” y pocos insultos más que tarde o temprano terminaría soltando. Ignoraba que la misma tuviera dieciocho años, solo un poco menor a él, sus actitudes parecían de una niña, y por eso le seguiría llamando como tal, al menos hasta que le demostrara lo contrario, aunque tampoco era probable que James se retractara de lo dicho. Aun cuando tuvo un poco de espacio con ella, no le fue suficiente, y olvidándose completamente que tenía detrás la biblioteca, intentó dar un brusco paso hacia atrás. Lo único en lo que pensaba era en estar donde ella ya no pudiera golpearle, ni nada parecido. Aquello hizo que la estantería tras él se tumbara un poco, y comenzar a tambalearse con brusquedad. Al notar esto, el pelirrojo volteó su mirada por encima de su hombro, aun con el ceño fruncido para ver el estado de esta. Intentó apartarse de la misma dando un paso hacia adelante, pero la misma no deba de tambalearse amenazante, como si pudiera caerse. El mayor problema, es que James no podía estar seguro si en verdad caería, o en realidad en cual dirección sucedería eso, por lo que no sabía muy cómo actuar en aquel momento. Había estado demasiado enojado y concentrado en ella que su mente tardó en reaccionar cuando otro tema se presentó para la misma. La estaría finalmente, de manera casi inesperada, pues no dio mucho tiempo a que ellos pensaran en algo, comenzó a caer en la dirección de ellos, James supo que caería sobre ellos si no hacían algo, pero cuando quiso pensar algo, aquella biblioteca ya se estaba tumbando en su dirección.
El pelirrojo puso su mirada sobre la pelifucsia frente a él, y sin saber porque, sintió un impulso. Haciendo caso a sus instintos, como acostumbraba aquel, se lanzó sobre ella, tirando casi todo su peso sobre la misma, empujándole y obligándole a caer al suelo, con el encima de ella. Al mismo tiempo, la biblioteca tras ellos se derrumbó, cayendo sobre la espalda del semidragón, volcando casi todos sus libros al suelo. No tenía tiempo de pensar, y tampoco podía estar molesto, pues la situación tomo toda su atención, casi olvidándose de lo molesto que estaba con la contraria. James soltó un gruñido mientras sostenía todo el peso de la misma sobre su espalda, había oído a la misma hacer un crujido cuando todo el peso le cayó encima. Seguro no era nada demasiado grave, solo algún moretón o marca le quedaría, que no tardaría mucho en irse gracias a sus dotes como semidragón. James no se preocuparía por eso, recibía golpes más duros, a pesar de que, además del golpe por la madera de la biblioteca, gran cantidad de gruesos libros cayeron sobre él, golpeándole en casi todas partes. Ahora mismo, sus brazos sostenían todo el peso que carga en su espalda, y aunque no le fuese demasiado difícil soportar aquello, sabía que era su resistencia lo que más temía, era seguro que no podría cargarle por mucho tiempo y que tempranamente terminaría con el cuerpo cansado y se dejaría aplastar por tal si no lograba quitársela de encima antes. Eso era lo que le preocupaba, aunque en realidad, no tenía suficiente tiempo por pensar, y ante tanta adrenalina su corazón se había acelerado un poco, sin poder tranquilizarse, y manteniéndose alerta. James había cerrado los ojos un momento, cuando el peso le calló en la espalda, no estaba del todo consiente de lo que había hecho, pero cuando los abrió, sus azules orbes notaron lo incómodamente cerca que estaba de ella. Ambas manos del pelirrojo estaban colocadas a los costados de la cabeza de ella, sobre el suelo, con las palmas abiertas, haciendo lo posible por resistir. Su cuerpo se había apegado bastante a ella, quizás solo rozándole en algunos lados, pero que era bastante cerca para lo que acostumbraba. Y por último, sus rostro a solo centímetros de rozar con el de ella, por eso mismo, sus azules orbes no podían hacer más que observarle el rostro, sin saber ciertamente a donde llevar sus mirada. Su ceño dejó de fruncirse en el momento en que notó como estaban, inconscientemente, pues en verdad, intentaba concentrarse en la gran estantería que tenía sobre sí. Quería decir algo, como decirle que se quitara de debajo e intentara mover la biblioteca, pero al tenerle tan cerca, no le salía nada realmente en primera instancia. Estaba un tanto confundido, como si algo extraño sucediera dentro de él, pues con aquella cercanía, podía llegar a sentir algo del agradable aroma, quizás por un perfume, que desprendía la contraria, al igual, que podía prácticamente notar cada detalle en el rostro de la misma.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Realmente no sabía como estaba conteniendo mis lagrimas, pues estás estaban al borde de ser derramadas, de igual modo mi rostro estaba ligeramente rojizo por la molestia o ira que habían llevado mis mejillas a enrojecer de tal modo, aunque ya era una cosa habitual de mi rostro que se encendiera por casi todo. También mi rostro era algo pálido y hacía que cuando se encendía mi rostro fuera totalmente notorio esto, siendo esto quizás algo malo en mi contra o quien sabe. Era algo molesto que el contrario fuera algo grande, pues su altura hacia que mi brazo que tiraba de su mejilla se cansara un poco, por suerte el otro brazo solo comenzaba a cansarse por los continuos golpes que le dedicaba a su pecho sin reparar su rostro, el cual prefería evadir realmente. ¿Quien iba a pensar de que iba a comenzar a atacarle de tal modo? Ni a mi misma se me paso completamente en la cabeza, pues solo se me ocurrió hacerlo y ya. Aunque en este día casi todo dejaba de pensarlo y actuaba por impulsos llenos de molestia o ira contenida al tratar de controlarme, aunque de igual modo no servía mucho el esfuerzo de esto, pues en poco tiempo el contrario conseguía siempre el hacer que mi paciencia llegara su límite sin explicarme el porque. Esto hizo que me repitiera mentalmente de que de momento era el único de todas aquellas personas que había conocido que realmente había logrado hacer que mi paciencia explotara en poco tiempo. También podría ser que yo era fácil de alterarme por cosas simples, aunque esto no lo sabía hasta ahora, cosa que me llevaba a preguntarme muchas cosas. ¿Cómo seria yo realmente? Quizás el tanto de portar cierta imagen hubiera hecho de que olvidara por unos momentos como era yo en verdad.
Sentí unos pequeños murmullos, cosa que me hizo imaginar que quizás hubiera gente por ahí, aunque si era así, poco me importaba, pues mi principal concentración estaba bien puesta sobre ''herir'' al pelirojo feo. Por ello ignore ese hecho y continué con mi ''tarea''. Era evidente que en el fondo sabía que estaba haciendo mal, pero es que no podía controlar realmente, más bien era la primera vez que me pasaba que me era imposible el calmarme como era debido. ¿Realmente eso como se hacía? Quizás era mejor alejarme de ese chico y pensar en otras cosas, como no fuera tan importante lo que hubiera dicho, pero... ¡¡Me había llamado piojosa!! ¿¡Cómo demonios voy a ignorar tal cosa!? Encima no solo eso, sino que tenía la cara de decir que era mi culpa de que Ocelot se metiera en mis ropas. ¿¡En serio!? No iba a olvidar como si nada tales cosas, puede que supiera perdonar a veces o fuese yo la que sintiera la culpa la gran mayoría de las veces por ponerme de alguna manera, pero él también tenía la culpa.
Escuche las palabras del pelirojo, haciéndome sentir realmente mal, lo cual hizo que me desconcentrara de lo que hacía. Había sentido como mi pecho se había oprimido o más bien, el corazón. Realmente si sabía que era eso, por algo cuando era pequeña y vivía con mi madre, ni teníamos mucho para comer, de igual modo en esa época nunca llevaba ropas como las que puedo llevar ahora. Aunque realmente el vestido actual que llevaba solo era para portar una buena imagen a la familia, pero podía admitir que me encantaba llevarlo, pues era bonito y me sentía como si fuera alguien linda, cuando sabía que esto no era así o más bien yo opinaba no ser algo bella. Aparte de eso, yo misma trataba de pagar las cosas con mi sueldo de capitana. ¿Por qué iba a depender del dinero de mi familia? A pesar de pertenecer de la nobleza, nunca me había atrevido a pedir dinero o cosas caras y de ese tipo. Quizás pudiera sentir que estaba abusando de comer de la comida que preparaban los sirvientes del hogar, aunque de todas formas estos estaban obligados a hacer la comida a toda la familia o no por algo era el trabajo de estos. —¡¡No me callare porque tu lo digas!! ¡¡Ademas!! ¡¡Tu no sabes que es lo que me enseñan o no en mi casa!! ¡¡Así que cállate tu!!— No pude evitar responder eso al pelirojo, después de todo, él no vivía donde yo o ni sabía que es lo que presenciaba ahí. Realmente casi todo lo que me decía, lo contradecía o lo trataba de responder rápidamente, como si ya no pudiera evitar tal cosa. Aunque ni si quiera me di cuenta cuando comenzó a ser así, pues estaba más concentrada en lo que hacía. Ni si quiera recordaba cuando deje de pensar exactamente sobre los modales y lo demás o si ya lo había pensado ya anteriormente, realmente no recordaba.
¿Ahora que me haría? Quizás me volvería a golpear la cabeza o quizás diría algo que me hiciera enojar aun más de lo que ya estaba, aunque fuese lo que fuese, seguía queriendo golpearle, sin parar en ningún momento los continuos ''ataques'' que le dedicaba a James. De igual modo seria comprensible de que el contrario usara la mano para contratacarme, pues quizás sus palabras eran dolorosas para mi, pero yo usaba mis manos como defensa, así que seria lógico que el usara lo mismo contra mi. De igual modo si hiciera eso, seguramente haría que yo actuara de peor modo y quisiera golpearle aun más de lo que ya lo hacía, aunque acabara cansándome de nuevo.
Cuando pensé en tirar más de su mejilla para hacerle más daño, sentí como aparto mi mano al darle en mi muñeca, haciendo que mi mano se aleje rápidamente de su mejilla. Esto me tomo de improvisto y hizo que abriera ligeramente los ojos confundida y nuevamente algo fuera de lugar. Esto hizo que parara de golpear su pecho por unos instantes, fijándome con mi mirada algo confundida hacia el pelirojo, viendo su ceño claramente muy fruncido y cuando lo mire directamente, no vi venir cuando este me empujo, cerrando los ojos de forma inconsciente y alejándome un par de pasos de él, siendo muchos realmente, casi cayéndome hacia atrás como pude, mientras agitaba las manos hacia los lados como si fueran una hélice de bien, como si eso hiciera que me mantuviera en el lugar y no me cayera de sentón. No supe como por suerte no me caí hacia atrás, quizás fue gracias a mis brazos al haber movido estos de ese modo, aunque seguramente quedaría como una tonta o algo así para los ojos de alguien. Aunque cuando sonreí de forma victoriosa al pensar de que no iba a caerme o que había conseguido mantenerme en el lugar, no sé que hice al dar un paso hacía atrás y caerme enseguida por ello, dándome un pequeño golpe en el trasero y no pudiendo evitar quejarme suavemente por ello, a la vez que cerraba los ojos por unos instantes. Al parecer había pisado sin querer mi vestido, luego me fui levantando del lugar un poco dolorida por el golpe, aunque no era para tanto, mientras abría los ojos lentamente. No sé porque, pero me sentí mal cuando recibí ese empujón, así que cuando mi rostro dejo de estar sorprendido, fruncí el ceño y dirigí mi mirada filosa hacia el pelirojo. ¿¡Acaso era para que me empujara!? Quizás si, hasta seguramente si. Entonces ni si quiera sé porque me pregunte tal cosa, pero realmente me molestaba el solo hecho de que él hubiera hecho tal cosa. No me iba a quedar con los brazos cruzados, es más, pensaba ir de vuelta a golpear al pelirojo y si hacía falta que cogiera un par de libros para poder golpearle mejor, no me importaba. Realmente mi ira había llegado a cierto límite en el que ya ni pensaba que estaba bien del todo o lo que estaba mal, solo quería darle de golpes al pelirojo, como si fuera la única cosa que me curara de la ira o me aliviara realmente. —¡No te cre-creas que parare!— Le avise, pues realmente yo era alguien bien terca como para que dejara de hacer algo, quizás debería de ser algo convincente o así para que cambiara de opinión de lo que fuese a hacer. ¿No? De todas formas no era momento para pensar en ello, solo quería atacarle de vuelta. Aunque sentí entonces un gruñido por su parte, dándome cuenta de que en algunos momentos había comenzado a hacer esto, aunque lo único que me hacía pensar de ello, es que realmente estaba muy molesto.
Deje de fruncir el ceño cuando vi que la estantería comenzaba a tambalearse o mejor dicho, este comenzaba a caerse, haciendo que mi rostro mostrara algo de confusión y sorpresa. Estaba tan absorta de querer golpear o agredir al contrario, que cuando me di cuenta de que se nos venía encima las estanterías, era demasiado tarde. Mi cuerpo se había quedado congelado y aunque no lo tuviera congelado, sabía perfectamente de que no tenía tiempo ni de broma para escapar de ello. Ni si quiera me vi venir cuando James se lanzó hacía mi, aunque cuando fue esto lo ultimo que vi, no pude evitar cerrar los ojos a modo de defensa, pensando que nos aplastaría. Sentí como algo me hacía caer al suelo y sentía un peso sobre el mío, el cual aunque tratara de mover este o lo que fuese, sentía que ni podría ni de broma, pues yo no era alguien que tuviera mucha fuerza física como para tal cosa, usaba más bien mi espada y mayormente el agua para hacer ataques fuertes. Omitiendo esto, escuche varios golpes a mi alrededor, suponiendo de que trataban de los libros. ¿Qué había pasado? Me pregunte, sintiendo que mi corazón estaba algo acelerado por el susto, pero cuando me decidí abrir los ojos para saber que sucedía, me arrepentí de ello enseguida. Mis ojos enseguida se clavaron en el rostro de James, el cual estaba no muy lejos del mío, cosa que hizo que mi corazón saltara de repente, sintiéndome algo más confundida por ello, de igual modo pude olerle, siendo este un aroma extraño que no sabría definir. Pues era la primera vez que estaba a solo cm del rostro de otro chico y no solo eso, de igual modo era la primera vez que alguien estaba encima mía. No sabía como reaccionar o que decir, mis ojos tenían un leve brillo mientras observaba los contrarios azulados del pelirojo. Quizás no era momento de esto o mejor dicho, no lo era, pero no podía apartar la mirada de él a pesar de que tenía una estantería aplastando al pobre su espalda.
Toda molestia o ira se habían ido de la nada, como si nunca hubieran existido, pero cuando pude reaccionar, mi rostro enseguida se encendió, sintiendo mis mejillas arder al sentirme avergonzada por esa cercanía. Aunque cuando recordé y me fije que era lo que se nos venía encima, como pude moví mis brazos pasando estas a cada costado de la cabeza del contrario, haciendo que mis brazos estuvieran algo visibles al ser elevadas hacia arriba, apoyando ahora mis manos sobre la madera de la estantería, por el simple hecho de que quería tratar de ayudarlo, aun sabiendo nuevamente de que yo no tenía una gran fuerza física como para algo así pero pensaba que la intención contaba. También trataba de no mirar fijamente su rostro, me sentía confundida y pensaba que volvería a quedarme en blanco como paso hace un rato, pues era una sensación extraña para mi que aun desconocía. Así que fruncí ligeramente el ceño, tratando de ver a otro lado, aunque realmente preferí no mover mi rostro, sintiendo que si lo hacía, podría pasar algo. Igual me quede pensando como habría aguantado tal peso, aunque de nuevo recordé de que él no era humano, aunque desconocía que tipo de raza.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
James comenzó a gruñir un poco frustrado, hasta que su mente comenzó a reaccionar con todo lo que pasaba. Comenzó a oír murmullos, y algunas voces que hablaban sin poder comprender del todo lo que decía, levantó su mirada, y pudo ver las piernas de bastantes personas, aparentemente atraídos por la caída de tal biblioteca… o quizás estaban allí desde antes. Le molestaba, acaso todos esos habían estado viendo como discutían, o habían visto como no había sido capaz de detener la estantería cuando caía. Cuántos de ellos se estarían burlando de él ahora mismo, la molestia le incrementaba fuerte mente, casi olvidando que allí abajo también se encontraba Kougyoku. Fue entonces, cuando reaccionó, y se dio cuenta que el felino que solía acompañarle hacía rato no daba señales de nada, y con su mirada buscaba al mismo, aun sabiendo que no sería útil en aquella situación. No había rastro del mismo, y comenzaba a preocuparse, pues no tenía idea de lo que el mismo estuviera haciendo, o donde podría estar, quizás alguien lo había tomado, o solo estaba durmiendo en algun lugar, las posibilidades eran bastantes. Eso ponía un tanto más nervioso al semidragón, quien tras terminar de buscarle, intentó concentrarse en lo que veía. Las personas allí, no parecían verdaderamente interesados en levantar la biblioteca, quizás ni notaban que esos dos estaban abajo, o lo más probable, una persona normal no podría cargar fácilmente con un mueble como tal, aunque en realidad, no era tan poca la gente que James podía ver cerca. Por otro lado, la orgullosa mente del semidragón, se negaba completamente a recibir ayuda, si iba a quitarse esa estantería de la espalda, prefería hacerlo el mismo, por sus medios, sin tener que recibir ayuda, pues eso lastimaría un poco su orgullo.
El semidragón frunció el ceño, y apretó un poco los dientes, intentando hacer fuerza para levantar aquello, pero le era imposible, al menos en ese estado. La frustración le estaba ganando, por momentos, en su mente se presentaba la idea de hacerse con fuego y quemar todo lo que había sobre él, seguro que eso terminaría mal, sin mencionar que algunas personas podrían salir lastimadas, o toda la biblioteca en llamas. No era una posibilidad, al menos por ahora, pues tampoco estaba tan desesperado, pero si no podía quitarse la biblioteca en estos momentos, seguramente terminaría por sucumbir ante esa decisión. Otras ideas se pasaban por su cabeza, desgraciadamente, el suelo del lugar no le dejaba estar en contacto con la tierra, por lo mismo no podría controlar esta para levantar la biblioteca. Otras cuantas ideas también se la pasaban en la mente, todo en un instante, hasta que finalmente dio con una que tenía algo más de posibilidad, sin destruir el lugar por completo. Entonces, James echó la mirada hacia Kougyoku, buscando que la misma le prestara atención, pues necesitaría decirle algo, para que todo salga como quería. – Quédate abajo, no puedo levantar esto así, tendré que hacer otra cosa, pero tienes que quedarte abajo – Le musitó, un tanto serio, insistente y algo firme. Esperando que ella le hiciera caso, o mínimamente le hubiera oído, que separar sus manos de la estantería, y se quedara en el suelo, pues le sería peligroso de otro modo. Pues en verdad estaba serio, sin bromas ni nada parecido, pues le parecía muy importante el no dejarse ver débil ante la gente que se había reunido allí. Le dolería mucho en su orgullo si eso pasara, detestaba el solo pensar en esa idea. Parecía que se había olvidado de la cercanía con ella, como si fuera de lo más normal, aunque en realidad, era porque su atención se fijaba sobre lo que cargaba en su espalda. Si se hubiera puesto a pensar en aquello, seguro se ponía incomodo nuevamente, pero ahora mismo si mente no se estaba fijando en aquello, y apenas si prestaba atención a que Kougoku estuviera debajo de él.
El pelirrojo cerró sus ojos, esperando que ella le hubiera hecho caso, y comenzó a concentrarse, pues para la próxima técnica que quería utilizar, necesitaba una clase de paz interior, y suma concentración, aunque no tanto como cuando aprendió a utilizarla, pues con el pasar de tiempo, había podido facilitarse un poco aquello, haciendo que no tuviera que tardar tanto. Su mente se tornó en blanco en pocos momentos, y al instante siguiente, comenzó a pensar en su esencia de dragón. Su sangre comenzó a hervir, y si no fuera porque sus ojos estaban cerrados, se vería como sus orbes se pintaban de un tono verdoso, debido a la mitad dragonea que llevaba en la sangre. Seguido a aquello, el pensamiento del joven pelirrojo comenzó a ser según las extremidades, canalizando sus energías en sus brazos, concentrándose en que el calor de su alma se dispersara a esos lugares. No solo aquello, también, una cola imaginaria aparecía en los pensamientos del joven, asumiendo que la misma estaba allí, creciendo en la parte más baja de su espalda. Era lo que necesitaba, un poco de refuerzo sobre sus manos, algo de fuerza extra, y porque no, una hábil cola de dragón que pudiera ayudarle a sostener la estantería por su espalda.
Solo hacía falta un último pensamiento por parte del semidragón, como si de fuego se tratase, comenzó a concentrar sus energías sobre estas extremidades, apretó un tanto los dientes haciendo un poco de esfuerzo, para abrir rápidamente sus ojos y mostrar ese par de orbes en un tono verdoso. No pronunció ni una palabra, sin embargo, su concentrado rostro lo estaba diciendo todo, con el ceño levemente fruncido, listo para hacer surgir aquella sangre de dragón de la que tan orgulloso estaba. De un momento para otro, sus brazos comenzaron a ser rodeados por fuego, comenzando desde sus hombros, y bajando hacía hasta sus manos, llegando cubrir estos en su totalidad. Para la suerte de la joven bajo él, estas llamas no quemaban, si eran capaces de desprender calor y elevar la temperatura, pero al entrar en contacto con cualquier objeto, este salía completamente ileso, pues esa no era la función que James le había dado a esas llamas, por esa misma razón, tampoco su rompa salía quemada, ni corría el riesgo de incendiar el mueble sobre su espalda. Al mismo tiempo, en la parte baja de la espalda del joven, unas llamas comenzaron a crearse, estas ardientes y algo alborotadas, comenzaron a tomar la forma de una cola encorvada, como en la finalizaban aquellos lagartos, pero con las dimensiones justas para el cuerpo del pelirrojo. Instantes más tarde, aquellas llamas comenzaron a consumirse entre sí, despareciendo, y dejando ver donde ellas estaban, que las extremidades del pelirrojo habían cambiado. Sobre sus brazos y manos, tenía unas escamas rojas, casi brillantes, debido al poco desgaste de las mismas. Estas tenían una terminación en garras, cinco garras afiladas donde antes estaban sus dedos, garras tan peligrosas como un cuchillo de cacería, o incluso peor. Gran parte de estas escamas no se dejaban ver por las ropas del semidragón, pero aun así era apreciable como sus manos habían cambiado. Tras su espalda, en cuanto las llama se consumieron, se dejó ver una igual de rojiza cola, cubierta completamente por escamas brillantes, aquella fuerte extremidad, comenzó a hacer lo posible para aguantar el peso de la estantería junto con su espalda.
El semidragón, puso una orgullosa sonrisa sobre sus labios, al tiempo que una completamente confiada mirada se posó sobre sus ojos. Se sintió completamente satisfecho en aquel instante, a pesar de aún llevar la biblioteca sobre su espalda, podía no hacer demasiado, pero siempre se sentía orgulloso cuando entraba en aquella forma, y hacía surgir algo de su sangre de dragón, pues se sentía fuerte, lleno de energías, y completamente invencible. No había forma de que no tuviera una sonrisa en aquel momento, lo mismo sucedía cuando luchaba, le encantaba el aire de confianza que le otorgaba aquella habilidad, la cual había sido fruto de un entrenamiento con su hermana, hace ya bastante tiempo. No le gustaba mucho pensar en ello, después de todo, tampoco estaba del todo orgulloso de haber perdonado a esa pelirroja noble, por más que hubiera aceptado su hermandad con la misma, y le hubiera tomado algo de cariño, no era algo que acostumbrara gritar a todos, pues solía mantener en secreto ese tipo de cosas en relación a su vida cuando fue noble. Casi se olvidaba de Kougyoku, no le estaba dando importancia a la misma, pues estaba demasiado concentrado en lucirse, después de todo, se sentía con la confianza para poder levantar aquel mueble sobre su espalda y eso sería una gran demostración ante todos los que estaban allí, esperando por algo de ayuda seguramente. No era difícil para él olvidarse de las cosas, solía solo poder concentrarse en pocas cosas, y si algo se mentía en su cabeza lo anterior tenía que salir.
James no se esperó ni un poco más, tampoco se le cruzó por la cabeza dar algún aviso a la joven bajo él, comenzó a afirmarse en el suelo con sus piernas, y ayudándose a todo el plus de energía que había conseguido, comenzó a levantarse, cargando aquella biblioteca con su espalda, su cola, y usando un poco de sus brazos, para quitárselo de encima. No sentía más que orgullo, una completa sonrisa soberbia estaba sobre su rostro, y parecía que iba a estarlo por bastante tiempo más. La espalda le dolía, pero eso no quitaba que fuese a esforzarse sintiendo el dolor, no estaba seguro, pero era probable que estuviera levemente cansado tras eso, en cuanto hiciera desaparecer sus partes de semidragón. Sin embargo, eso no le quitaba el orgullo que sentía al poder hacer aquella hazaña, que en realidad no costaba tanto, pues aún ni estaba en sus límites, y podía incluso ser más fuerte que eso si lo proponía. Poco a poco logró levantarla, quitándose de encima de Kougyoku lentamente, teniendo bastante cuidado para no cometer errores, usando toda su fuerza en aquello, buscando liberarse de ese peso finalmente.
Cuando por fin, el semidragón terminó, la estantería quedó casi en el mismo lugar que antes, solo un poco desgastada, casi sin recibir daños, pues solo había golpeado con la espalda del pelirrojo. Cosa que le hizo mantener aún más su sonrisa orgullosa al notar que no había roto nada en el lugar. En cambio, la cantidad innumerable de libros, se encontraban todas en el suelo, en su totalidad amontonados, por suerte, ninguno era tan frágil como para haberse roto o algo parecido, todos seguían intactos allí sobre el suelo. Eso no le borró su sonrisa, y sacudió un poco sus manos, como quien acababa de realizar un trabajo duro, aun con la sonrisa sobre su rostro. Antes que nada, al notar que había terminado, sus brazos y cola se vieron nuevamente envueltos en una gran cantidad de llamas, de esas que no quemaban, para al desaparecer, llevarse la cola consigo, y hacer que aquellas escamas y garras desaparecieran como si nunca hubieran estado allí. En un momento, algo de cansancio llegó al cuerpo del pelirrojo, pues era lo que le sucedía tras usar aquella habilidad. Sin embargo, seguía con la sonrisa sobre su rostro, y comenzó a con su mirada inspeccionar los asombrados rostros de las personas que habían estado alrededor de ellos, posiblemente intentando ayudarles. Como era de esperarse, James mostró unos aires soberbios, y guardó las manos en sus bolsillos con bastante tranquilidad, completamente satisfecho por lo hecho.
Ahora liberado, se había vuelto a olvidar del felino, no solo de él, no había estado dando importancia tampoco a la joven desde hace un rato, como si todo su mundo se resumiera a su propia persona. Pues por algo era un completo orgulloso aquel semidragón, sintiéndose grande siempre la confianza le invadía, y el orgullo le hacía sentir estupendo, como si claramente nada pudiera derrumbarle, pues era lo que él creía en esos precisos momentos.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Comencé a escuchar murmullos de la nada, haciendo que moviera ligeramente mi cabeza, para mirar de donde provenían. Desde donde estaba, pude ver unas piernas, dándome a entender de que había gente ahí. Espera. Si estaban ahí... ¿Por qué no nos ayudaban? Me resulto confuso en un principio, pero luego trate de volver a centrarme en lo principal y era en el hecho de ayudar, aunque realmente no estuviera ayudando en anda, pues la estantería seguía sin moverse ni de broma. Sentí nuevamente las ganas de llorar por ello, pues odiaba el hecho de sentirme inútil cuando alguien podía necesitar de mi o ese tipo de cosas, ni si quiera pude evitar el hecho de que las lagrimas inundaran un poco mis ojos, sintiéndome sensible. Se suponía que si era una capitana, debería de poder valerme de mi misma, pero mírame aquí, sin poder levantar una estantería. ¿Y si me hubiera pillado a mi sola la estantería? Sentí un escalofrió al imaginar tal cosa, pues seguramente mi cuerpo lo hubiera pasado peor, aunque no quitaba el hecho de que seguramente James estaba sufriendo esa clase de dolor en su espalda o algo así, a pesar de que no sabría que tipo de dolor seria, pero esto era algo que me seguía animando más el hecho de tratar de ayudarlo, aunque realmente aun siguiera sin poder hacer nada. Entonces sentí un pequeño nudo en mi garganta, sin saber que decirle y más bien mi mente estaba realmente en blanco desde que vi que nuestros rostros estaban tan cercas, por ello no sabía que decirle o al menos, no de momento se me ocurría que decirle y menos cuando estábamos en peligro de ser aplastados, cosa que me hizo pensar de que estuvo mal que me hubiera quedado como boba mirándole o pensando en eso, cuando él estaba soportando tal cosa.
Trate de aguantar que mis lagrimas no se escaparan de mis ojos, un gran esfuerzo que estaba haciendo por mi parte, pues no quería estar llorando de nuevo cuando se suponía que tenía que centrarme completamente en la estantería, pero por mucho que hiciera tanto esfuerzo, no conseguía nada. No pensaba rendirme realmente, por ello no pare de hacer fuerza en cada momento, hasta que sentí que su mirada se poso en mi, cosa que hizo que toda mi fuerza se desvaneciera sin saber porque, escuchando sus palabras. En un principio fruncí el ceño y pensé en replicarle, pero por como me lo dijo, no pude evitar bajar lentamente las manos, dejando de apoyar estas en la estantería y las deje descansar en el suelo, sintiéndome algo confundida. ¿Que haría? Es lo que me preguntaba, aunque aun seguía pensando en el hecho de que no pude hacer nada y esto hizo que sintiera un pequeño dolor en mi corazón. Odiaba ser inútil. —No cre-creas que te es-estoy obe-obedeciendo, so-solo lo hago por-porque quiero...— Dije de repente, sin saber porque, cosa que estaba siendo habitual. Tratando de no mover mi cabeza de donde estaba otra vez, pero al menos trataba de mantener mi mirada hacia otro lado. Pensando en si realmente íbamos a salir de esta, sintiéndome en parte culpable. Quizás si yo no hubiera estado en donde se iba a caer, él podría haber salido corriendo rápidamente hacia otra dirección. Esto hizo que las ganas de llorar aumentaran más, pues no quería ser una molestia y no solo por eso, también sabía que el tamaño de tal estantería le estaría haciendo mucho daño y todo por mi culpa. No pude evitar morder suavemente mi labio inferior por tales pensamientos. ¿Por qué no opto a ir hacia otro lado? Me preguntaba, aunque me di un golpe mental, pues yo si hubiera hecho tal cosa por la única razón de salvar a alguien, siendo seguramente el impulso de mantener con vida a otra persona. Seguramente si hubiera sido al re ves, yo hubiera sido la que hubiera tratado de salvar al pelirojo como me fuera posible, ya siendo el hacerle un placaje para apartar a este o el tratar de ponerme encima o cualquier cosa que se me hubiera ocurrido en ese momento.
No supe en que momento James había cerrado los ojos, haciendo que mi ceño se frunciera un poco más que antes. Tampoco supe en que momento devolví mi mirada hacia él, haciendo que mis mejillas enrojecieran un poco más por ello. Vale, estaba esperando a que hiciera lo que tuviera que hacer, aunque ni si quiera yo supiese exactamente que era. Tome algo de aire como pude, sintiendo como los nervios afloraban en mi y lo expulse lentamente. Deje de fruncir el ceño finalmente, cuando me quede pensando precisamente en algo. Ocelot. Mis ojos se abrieron de par en par y busque con mi mirada al felino, recordando que este estaba por ahí. ¿¡Estaría bien!? No pude evitar sentirme demasiado preocupada por este, a pesar de que era James el que estaba sufriendo el ''abrazo'' de la estantería, pero era inevitable que no pudiera evitar sentirme de tal modo. Pensé en decirle algo, pero al ver que estaba tan concentrado, preferí no decir nada y buscar por mi misma o al menos con mi mirada al pequeño gato. Aunque realmente no podía hacer mucho en esa posición, ni si quiera podía moverme realmente, solo podía permanecer así, debajo de él.
Bien, perfecto, esplendido. Pensaba. ¿Acaso solo me quedaba estar ahí acostada mirando el rostro de un chico? O ¿Esperando a ver como se nos caía encima la estantería? Me estaba frustrando y sintiendo más inútil a cada segundo que pasaba, aunque cuando vi el rostro del pelirojo, olvidé por unos instantes todo lo anterior. Él había abierto los ojos, mostrándome unos verdoso, ante esto no pude evitar quedarme mirando estos, recordando que antes eran azules. ¿No? Me sentí confundida por ello, sin poder apartar la mirada. Aunque cuando sentí cierto calor y como algo se encendía, dirigí mi mirada como pude a esto y es que sus brazos comenzaron a ser envueltos en fuego. Estaba por gritar del susto y usar mi pasador para lanzar agua, pero recordé que él no se había quemado cuando hizo aparecer estas llamas anteriormente en sus puños. Aunque me sorprendió cuando no sentí que estás me quemaran o algo así, pues por algo sus manos estaban apoyadas en un principio a los costados de mi cabeza, más bien solo sentí calor, más de lo normal. Aunque me pude dar cuenta que ya no tenía manos cuando el fuego desapareció, más bien tenía garras. No pude evitar estar mirándole en completo silencio. ¿Qué tipo de raza tendría las garras así? Ninguno me venía a la mente, de los que apenas recordaba que me había enseñado mi asistente, aclarándome este que tipo de razas habían en Spirit Soul, aunque no me había topado con ninguna de la mayoría que me dijo. Desde donde estaba, solo había podido ''apreciar'' el fuego en sus brazos. Mi mirada se quedo sobre sus garras, no pudiendo evitar fruncir ligeramente el ceño al seguir pensando de que tipo de raza pertenecería el chico, pero pensé que esto no era algo realmente importante. ¿No? ¿A quien le importaba que tipo de raza eras? Sentía que realmente todos podíamos ser ''uno'', pues no importaban las diferencias entre razas, pues todos podíamos sentir y eramos seres vivos por así decirlo. ¿No? Aunque realmente yo nunca había visto que hubieran conflictos entre razas y era algo que me aliviaba, pues no me agradaba que hubieran discusiones de ese tipo.
Pensaba en Ocelot cuando devolví de reojo mi mirada hacia James. ¿Donde se habría metido el gatito? Pues realmente me había dejado preocupada. Por parte del pelirojo, aun no sabía que pensaba hacer, pero con solo ver las garras, nada más me quedaba pensar de que el chico pensaba usar su poder de la raza que fuese. Esto hizo que volviera a sentir curiosidad de que es lo que seria él, pero enseguida desvié mi mirada hacia el pequeño felino, pues ya mucho había pensado en el contrario, cosa que me volvía confusa, aunque realmente sabía que tendría que agradecer a James en algún momento, cuando se pudiera realmente, pues con él era a veces difícil el hacer una cosa, pues por algo me había sacado de mis límites en un principio. No pude evitar el hecho de maldecirme, pues otra vez la mente se me había ido por la parte del pelirojo, otra vez entonces trate de centrarme en el pequeño felino. Realmente esperaba que estuviese algo alejado cuando se venía abajo la estantería, porque si pensaba que habría sido aplastado, sentía que mi corazón se oprimía por tal pensamiento. Puede que le hubiera conocido apenas hoy y en poco tiempo, pero realmente le había cogido cariño al gato. ¿Eso era algo malo? Puede ser, pero para mi ya era normal en encariñarme realmente con alguien. De todas formas se trataba de un felino y yo era alguien que adoraba a estos seres, pues para mi opiníon eran tiernos y me daban ganas de abrazarlos. Igual, nunca había tenido un gato, aunque tenía a Pokku, a pesar de ser realmente un roedor.
Sentí que James comenzó a levantarse poco a poco. Opte por no moverme, pensando que si hacía algo, metería la pata y haría que el pelirojo perdiera la concentración o cualquier otra cosa. Solo sabía que seria una molestia, cosa que hizo que mi corazón le doliera tal pensamiento. No tenía de otra, sabía que era la verdad y no podía evitar sentirme de tal modo, porque después de todo, yo no había hecho nada y ni había sido absolutamente de ayuda. ¿Qué más quería? No iba a ponerme medallas por algo que no hice y aunque hubiera podido ayudar, sinceramente tampoco iba a ponerme tales medallas, no creía merecerlas, pues solo hacía alguien porque me nacía hacerlo, no porque esperara algo a cambio. Entonces mis ojos aun seguían llorosos de hacía rato, no pudiendo evitar que algunas traidoras gotas escaparan de mis ojos y cayeran lentamente, empapando mi rostro al estar tumbada. Pues estas caían hacia atrás. Como pude, de forma disimulada, eleve una de mis manos para limpiar con la manga de mi vestido las lagrimas, sintiendo como mi labio inferior temblaba por tales pensamientos. Sinceramente no era la primera vez que opinaba de tal modo de mi, pues ya era costumbre.
Cuando por fin pareció alejarse lo suficiente de mi, aproveche para irme incorporándome en el lugar. Me mantuve sentada, viendo que James tenía una cola extraña. Espera. ¿Una cola? ¿Acaso era una especie de lagarto él? Era obvio de que no iba a poder ver esa parte de él, pues estaba tumbada y prácticamente no iba a poder ver ni de broma su espalda, a no ser que tuviera ojos con rayos x o algo así parecido. Resople entonces, mirando a mi alrededor por las demás personas. Realmente no me interesaba nada de eso. Perfecto, los dos estábamos a salvo. Igual, bien, James estaba bien, pero me preocupaba el hecho de si podría haberle hecho daño la estantería, pero ahora tenía algo más en mi mente. ¿Y Ocelot? Volví a pensar en el felino, fijándome en mi alrededor. Desde mi lugar, comencé a amontonar los libros preocupada, por un intento de averiguar si el felino se encontraba debajo de estos. Pues quien sabe, quizás si estaba en un punto preciso donde la biblioteca nos cayo, por ello comencé a amontonarlos por si acaso, unos encima de otros. Cuando veía que no estaba en alguna parte, me movía gateando hacia otro lado, haciendo lo mismo, sin importarme el arrastrarme de tal manera. Pues se suponía que los nobles siempre tenían que estar de pie y no tocar el suelo sucio o ese tipo de cosas era. ¿No? Pues por mi parte no me importaba mucho la verdad.
Estaba también preocupada por como estaría James, pero ahora mismo quería centrarme al menos en buscar a Ocelot. Al menos el pelirojo parecía estar vivo y no parecía estar dañado o algo, pero me aseguraría de eso después de que diera con el felino o al menos ese era mi pensamiento. Aunque era sorprendente de que pensara de tal modo, pues se suponía que hacía un rato estábamos molestos con el uno y el otro. De igual modo no estaba prestando atención a lo que hacía él, estaba más centrada en buscar al felino.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
James se había olvidado completamente del felino, y aunque estuviera consiente de que Kougyoku estaba ahí, no estaba prestando atención en lo que hacía, pues toda su atención estaba en su propio logro, después de todo él era un ególatra que pocas veces pensaba en algo que no fuera su persona. Era difícil, por no decir imposible, que él se preocupara por otros, o al menos conscientemente, las veces que ayudaba a alguien lo hacía sin notarlo, sin tener la verdadera intención de lo mismo, molestándose luego consigo mismo por haber hecho eso. Después de todo, James detestaba a las personas débiles, no era difícil para él, pensar que quienes eran débiles no tenían el mismo derecho a vivir que los fuertes, podía sonar cruel, pero así era vista la vida desde sus ojos. Después de todo, el no recibía ayudas, y mucho tiempo lo había pasado solo, sobreviviendo por sí mismo, y después de todo, la vida le había obligado a ser fuerte. También había visto, como quienes no eran fuerte morían en batalla, algunos frente a sus ojos, y otros tantos por sus propias manos. No sentía remordimiento alguno de ello, esas personas se suponía habían aceptado que podían morir cada vez que entraban en batalla, tal como él lo aceptaba siempre, sabía que cuando se enfrentara a alguien verdaderamente más fuerte que él, podía perder su vida, pero dudaba que existiera alguien así de fuerte, contra el que le interesara luchar, o que alguna vez se cruzara en su camino. Pues si bien era sabido que los miembros del gobierno eran fuerte, al igual que bastantes revolucionarios, el joven pelirrojo pocas veces se metía en los asuntos de estos, él era libre, y dejaba que ellos llevaran su batalla, después de todo, el no veía interés alguno en saber quien fuese a gobernar aquel mundo, o los reinos mismos.
De pronto, un maullido le sacó de sus pensamientos, pues tras a un lado de él, a unos cuantos metros, el amarillento felino se encontraba, sentado sobre el suelo, muy tranquilo viendo a esos dos. Fue entonces cuando el pelirrojo recordó que hacía tiempo no le veía, claramente estaba curioso por saber a dónde este había ido todo este tiempo, pero no tuvo tampoco demasiado momento para eso, pues tras un maullido el felino escaló hasta su hombro. La curiosidad le picó al semidragón, no tenía idea donde podría haberse metido, quizás había perseguido un ratón o algo parecido, también era posible que solo se hubiera echado una siesta algo alejado de ellos. Muchas veces el felino se había perdido de su vista por esas cosas, obligando a que el joven pelirrojo tuviera que buscarle en varios lugares, hasta verse envuelto en bastante situaciones, pues ocelo le hacía caso pocas veces cuando el semidragón ordenaba algo. Las pocas veces que eso sucedía, era porque el semidragón se encontraba en mitad de una batalla, y el felino reconocía que debía obedecerle para no salir herido, o algo parecido.
El semidragón mantenía su sonrisa, y sin querer darle demasiada importancia al asunto con el felino, pues aunque le preguntar, el pequeño gato no iba a poder responderle, o al menos no hacerse entender, además tampoco era tan importante, lo importante era que él estuviera allí. James dirigió su mirada a buscar a la joven muchacha, con un poco de interés por lo que fuera que ella estuviera haciendo. No sabía porque, pero simplemente no había pensado en alejarse de ella, después de todo, ahora el felino estaba con él, que era lo que le había estado obligando a quedarse. Quizás solo lo había olvidado en aquellos momentos, pero pareciera que hubiera algo más, a lo mejor, el semidragón comenzaba a sentirse a gusto con ella, a pesar de todas esas discusiones, le había gustado estar sobre ella, y ya no se sentía molesto con la misma. Por eso, no había pensado en irse, ni siquiera la idea se le pasaba por la cabeza, además, habían dejado bastante desastre cuando la biblioteca se calló. Sabía que pronto aquella anciana llegaría, y deberían juntar todo aquello, era muy probable, y posiblemente tras ese desastre les echarían. El pelirrojo, no buscaba echarle la culpa a ella, después de todo había sido un accidente, y realmente no tenía ganas de ponerse de mal humor por algo como eso, estaba demasiado estimulado por su orgullo y seguramente se debía de hacer un esfuerzo más grande para borrarle la sonrisa, pues no era fácil desinflar su ego, o tirar su orgullo abajo. El pelirrojo encontró con su mirar a la joven, gateando sobre el suelo entre los libros, ya habiendo amontonado un par de esos. No supo por qué, pero se sintió un poco extraño al verla, recordó rápidamente la cercanía que había tenido con la misma, y no era capaz de olvidar el bonito aroma de la misma. No sabía que le sucedía, no era normal que él tuviera esos pensamientos, o que reaccionara de esa forma, por lo mismo, se sentía confundido por todo aquello. James no entendía bien lo que hacía ¿Acaso se le había perdido algo? ¿O estaba intentando juntar los libros antes de que la bibliotecaria llegara? Esas cosas tenían bastante sentido, a pesar de que el semidragón no sabía bien qué clase de cosa se le había podido perder a ella. El pelirrojo guardó sus manos en el bolsillo, y aun sonriendo, arqueó una ceja y busco llamar la atención de ella. – ¿Que estás buscando allí en el suelo? – Preguntó calmado, aunque sonando soberbio y orgulloso, al igual que desplegaba todos esos aires confiados, pues era así como actuaba, en su mente aún se sentí invencible, casi olvidando el dolor punzante que se mantenía en su espalda por el peso de la biblioteca.
Sin embargo, antes de que el pelirrojo pudiera seguir preguntando, o a ella se le diera la posibilidad de responder, una voz resonó en el lugar. Una voz que significaba cosas tan malas, que la piel del pelirrojo se erizó, y un escalofrío recorrió su espalda mientras le escuchaba, las ideas del semidragón se hicieron realidad, y no pudo evitar ponerse con un poco de mal humor instantáneamente, solo por la presencia de la misma. – Ustedes dos, junten esos libros, y retírense de la biblioteca, no armen más escandaló aquí, veo que fue un error pensar que podrían comportarse – Pronunció aquella femenina pero añejada voz, dejando de ser temblorosa, siendo bastante firme y decidida pudiendo ser autoritario, haciendo ver completamente que eso iba en serio y que no había forma de que no le obedecieran. James volteó su mirada sobre el hombro, apretando los dientes y gruñendo un poco, dedicando una desagradable mirada a la anciana bibliotecaria. El pelirrojo chasqueó la lengua, y volvió su mirada al frente, con aires desinteresados, y algo molestos, pero volviendo a poner la sonrisa soberbia en su rostro, como si aquello no le importara bastante. – Claro, de inmediato – Musitó, el semidragón, encogiéndose de hombros, no dando mucha importancia a eso, pues si lo hacía terminaría molesto, explotando en furia y arruinado el lugar, como posiblemente hiriendo a alguien cercano.
Como era de esperarse, los murmullos y comentarios no tardaron en llegar por parte de las personas presentes, que les estaban mirando. Sin embargo, el joven pelirrojo frunció el ceño, y clavó una mirada afilada y agresiva sobre los presentes, haciendo que los mismos se callaran, y una parte de ellos comenzaran a retirarse del lugar. Sin decir nada más, el semidragón comenzó a juntar los libros del lugar, agachándose para tomar estos, y comenzar a cargarlos hacia la estantería, con el felino sobre su hombro, estaba bastante claro que esta vez les costaría bastante más hacerlo, pues toda la biblioteca había perdido sus libros.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Sentía el nudo en mi garganta por tantas cosas en mi cabeza. ¿Qué haría si encontraba a Ocelot de bajo de algunos libros? Lo primero que se me ocurría es llorar más fuerte y tomarlo entre mis brazos, como si mi vida dependiera de ello. De igual modo no podía saber si habría sobrevivido o quizás se hubiera muerto. Ante el ultimo pensamiento, no pudo evitar dejar que las lagrimas bajaran por mis mejillas, haciendo que negara mentalmente un par de veces y me detuviera en el lugar, elevando mis manos para limpiar mis lagrimas rápidamente, aunque de nuevo los ojos se inundaron ligeramente pero estaba tratando de centrarme en buscarle. Ni si quiera sabía si realmente se había quedado debajo de la biblioteca, así que no podía afirmar de que se haya quedado atrapado entre los libros, también cabía la posibilidad de que se hubiera ido a otro lado. ¿No? Realmente eso es lo que esperaba, porque mi corazón no dejaba de latir con dolor contra mi pecho. Cosa que estaba haciendo que realmente me deprimiera un poco más a cada segundo que iba pensando en más cosas.
En verdad no me importaba que la gente me estuviera mirando, pues estaba más preocupada por el hecho de tratar de buscar al felino, que preocuparme por el hecho de que pudieran verme mal o algo así. Aunque esto era una de las cosas que podría dolerme también y mucho, pues no me gustaba que la gente me viera mal por el simple hecho de no arruinar la imagen de mi apellido. Quien sabe, pues quizás mi familia podía ser reconocida a pesar de que no todos con los que me tope parecieron notar o reconocer el apellido que porto. Realmente eso en verdad un alivio en parte, pues así no tenía que estar siempre con un porte que no me pertenecía, así que casi todo el tiempo era yo misma o básicamente lo era sin miedo de pensar de que arruinare la imagen de mi familia, aunque realmente de lo que llevo saliendo de casa, el único momento en el que ''arruine'' de verdad la imagen, fue cuando perdí un combate amistoso. Al recordar esto ultimo, me hizo pensar en los sucesos que acontecieron después en mi hogar por ello. ¿Quien iba a decir de que le molestase tanto que una Ren perdiera una batalla a pesar de ser un combate amistoso? Parecía ser que siempre teníamos que estar siempre en alto, sea donde sea y sea como sea. No pude evitar el hecho de exhalar todo el oxigeno que me permitían los pulmones y luego soltar este a modo de suspiro. Al menos al hacer esto ultimo, las lagrimas en mis ojos se habían calmado un poco, haciendo que tuviera menos que antes.
Cuando entonces me moví pensando en tomar otro libro, este se cayo de mis manos al escuchar la voz de James, pues no me esperaba realmente de que este me hablara de la nada, pues lo ví tan ocupado creyéndose mucho al levantar la estantería. Que vale, era de admirar su fuerza, la cual yo no tenía pero realmente me parecía más importante buscar a Ocelot. Parpadee entonces un par de veces, como si esto ayudara a que mis ojos no estuvieran tan llorosos y mire hacia donde el estaba, sorprendiéndome al ver a Ocelot sobre su hombro. Mis ojos se habían encogido y alce demasiado las cejas por la sorpresa. Me había quedado muda, sin saber que decir realmente, pues estaba sorprendida de ver al felino ahí, aunque cuando pude reaccionar, lo único que pude hacer es dejar que un par de lagrimas cayeran por mis mejillas, sintiéndome totalmente aliviada por la parte de que este estuviera bien. Pues por algo temía el haberme encontrado su cuerpo de bajo de todos aquellos libros, sin vida. No pude evitar entonces sonreír suavemente, elevando mis manos para limpiar de nuevo mis lagrimas con las mangas de mi vestido, pues me encontraba realmente feliz solo por este hecho, como si mis problemas ya hubieran dejado de existir solo por esto.
Al calmarme y seguir mostrando con mi rostro total alivio, seguía manteniendo mi mirada sobre el felino, pensando en contestar a James, pues este me había preguntado algo pero ni si quiera me dio tiempo a hablar, porque antes de que dijera algo, escuche una voz ya familiar y que me hizo sentir un escalofrió desagradable recorrer mi cuerpo. Entonces las palabras se murieron en mi boca, escuchando atentamente lo que decía. Lo que dijo, hizo que ladeara ligeramente la cabeza, haciendo que el fleco tapara un poco mis ojos y a la vez se moviera ligeramente mi cabello hacia ese lado. Volvía a tener los ojos encogidos de sorpresa y con la boca semi abierta, formando una regular ''o'' con la boca. Genial... Es lo único que se pasaba por mi mente, quedándome en completa blancura mental. ¿Y ahora qué? No se hicieron esperar los ligeros escalofríos recorrer mi cuerpo, siendo estos desagradables. Siendo de golpe que ahora todo comenzaba a asaltarme mentalmente. Era sabido de que no iba a salvarme del regaño, pero ahora que supieran de que me habían echado de una biblioteca. ¿Cómo reaccionarían por ello? No creo que les agrade saber que a una Ren la hayan echado de un lugar, pues esto podría ser como una mancha al apellido. ¿No? Al menos yo lo estaba viendo así y seguramente no me equivocaba del todo, pues por algo se tomaron muy a pecho el que perdiera un combate que era amistoso. Mi cuerpo comenzó a temblar ligeramente por ello, sin saber exactamente que hacer. Se me habían quitado las ganas de estar recogiendo libros o al menos el hecho de moverme, pero no quedaba de otra... ¿Verdad? Comencé entonces a moverme, dejando que mis lagrimas cayeran libremente por mi rostro, amontonando de nuevo los libros mientras escuchaba los murmullos de la gente.
Había ahogado un sollozo mientras tomaba muchos libros a la vez, unos que había amontonado y me levante lentamente del lugar para aproximarme hacia la estantería y dejar como podía los libros en su lugar, aunque ni si quiera sabía el orden de cada uno y no me estaba fijando en esto, más bien trataba de ver por donde iba, pues mis ojos estaban llorosos y me dificultaban algo la vista. Trague grueso cuando termine de poner estos libros y volví al lugar de antes, volviendo a tomar más libros que estaban apilados, poniéndome de cuclillas y al levantarme volví a ir hacia la estantería, poniendo más bien estos en la parte donde yo alcanzaba, pues realmente no alcanzaba la parte de arriba ni de broma y si me pusiera de puntitas, seguramente me vería peor por tal cosa. Entonces no pude evitar detenerme, sintiendo como mi cuerpo aun seguía temblando ligeramente, a lo que enseguida alce de nuevo mis manos para limpiar las lagrimas con mis mangas, sin importarme de empapar estos ya muchas veces la verdad. Aunque tratara de verme como una noble, sabía que ya no tenía remedio este día, pues porque cuanto más trataba de arreglarlo, volvía a meter la pata de nuevo sin darme cuenta o por impulsos. Preferí no moverme por unos segundos o al menos un pequeño rato de donde estaba, ni si quiera me dignaba a responder la anterior pregunta a James, la cual si hacía memoria, recordé que este mismo me pregunto que buscaba en el suelo, aunque realmente lo que buscaba era a Ocelot y seguramente ya se le habría olvidado, así que no lo vi necesario el preguntarle o más bien no salían palabras de mi, sentía que mis hombros estaban algo decaídos.
Me quede mirando los libros que ya había puesto en la estantería, sin mirarlos realmente, pues tenía la mente en blanco en esos instantes y solo estaba ahí como si no estuviera realmente. Lo realmente tonto de mi parte es que me conocía y sabía que a pesar de que todo esto me estuviera doliendo y derramara lagrimas, me lo guardaría todo para mi y seguramente trataría de ponerme más estricta conmigo misma por cometer tales fallos. Al pensar tales cosas forcé una ligera sonrisa, evitando en todo momento mirar al pelirojo, estando semi cabizbaja mientras iba a buscar como tres libros más, los cuales cuando los tome al agacharme un poco, me dirigí hacia la estantería y me puse de puntitas, tratando de encajar estos ahí arriba del todo, sabiendo que dos de ellos se tumbaron y el que tenía actualmente en la mano se debatía si entrar o no dentro del hueco. Ni si quiera supe porque hice eso cuando dije que no trataría de hacerlo, aunque ahí se notaba completamente lo ida que estaba.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
No iba a poner pasión en lo que hacía, tampoco iba a hacer algún esfuerzo por acomodar los libros en algún orden especifico, solo los dejaba uno tras otro como los iba juntando. Estaba claro que le tomaría bastante tiempo el terminar, y por eso intentaba solo centrarse en lo que hacía, juntando los libros con suma paciencia, como si no hubiera otra cosa más importante que eso en este momento. Pues en verdad, más allá de que eso no le divierta, no tenía otra cosa en mente aún, y no había razón por la cual querer terminar pronto. No lo había notado, pero no estaba prestando atención a lo que sucedía a lo lejos, solo llevaba un libro tras otro, viendo como lentamente la cantidad amontonada en el suelo comenzaba a disminuir, aunque no demasiado rápido. Por lo mismo, se había olvidado de las personas viéndole, y completamente de Kuogyoku, pues ella no se escuchaba en lo más mínimo, y pareciera como si no estuviera allí, por lo que se había olvidado de ella por unos momentos, razón por la cual no le había dicho nada, ni se le había acercado. Concentrado en los libros, comenzaba poniendo los que le quedaban más cómodos, a la altura del pecho, para luego ir subiendo, pues no quería arquear su espalda al inclinarse para poner los de debajo. De pronto, mientras colocaba sus libros, notó como ella se esforzaba, estirándose para poder colocar uno en la parte más alta, sin poder llegar del todo. James soltó un suspiro, no le gustaba ayudar, pero por cómo estaba ahora mismo, comenzaba a querer terminar pronto, o al menos que ella no fuese quien le retrasara. Realmente no lo hacía por ayudar, solo que no le gustaba verle así, intentando algo que no podía, cuando estaba claro que le era más sencillo solo colocar los de abajo. Sin tener muy claro porqué lo hacía, se acercó calmado hacia Kougyoku, acercándosele por detrás, para estirar su brazo sin esfuerzo, y darle un pequeño empujoncito al libro con la punta de sus dedos, para que este terminara de colocarse.
El pelirrojo, miró hacia abajo, notando el rostro de ella. Sin notarlo, sus orbes azules se clavaron en los de ella, haciendo que una extraña sensación le invadiera. De pronto, se le vino a la mente todo lo que pasó hace unos momentos cuando la estantería estaba sobre ellos. Con cierta nostalgia, el aroma que había sentido de ella le llegó a modo de recuerdo, preguntándose si podría en algún momento volver a sentir aquello. Se había quedado callado, con el rostro un tanto serio mientras le miraba, pues su mente se perdía solo entre esos pensamientos, mirándole, y perdiendo su mirada en sus ojos por unos momentos. Reaccionó tardío, poniendo una orgullosa sonrisa sobre el rostro, como si eso que había hecho fuese una gran hazaña digna de admiración. Realmente, recordó haber levantado la estantería, lo que volvió a inflar su orgullo, pues solo había pasado hace unos momentos. - ¿Por qué te esfuerzas en colocarlo en la parte más alta? Mejor deja eso a los que somos capaces – Comentó y rio un poco, aun sonriendo, poniendo una mirada soberbia, mientras se apartaba un poco de ella. – Que tonta, ¿Todo por no pedirme un poco de ayuda? Pero bueno, lo entiendo, no te hubiera ayudado si me lo hubieras pedido – Agregó luego, sonando cada vez más orgulloso, fanfarrón, y presumido. – No voy salvarte cada vez que lo necesites – Comentó para finalizar, burlándose un poco, de cómo le había salvado con la estantería y se apartó de ella, guardando las manos en los bolsillos, para encaminarse hacia donde aún quedaban libros, buscando levantar estos y llevarlos nuevamente hacia la estantería, de esa forma calmada y sin apuro alguno.
Mientras seguía levantando libros que quedaban, estaba pensando en ella sin saber completamente el porqué, por alguna razón, la pelifucsia no se le salía de la mente, lo que le hacía recordar los momentos anteriores donde habían estado tan juntos, y el por encima de ella. Sentía unas extrañas sensaciones de solo recordarlo, perdiéndose un tanto en lo que hacía, pues ahora lo hacía robóticamente, sin concentrarse, solo pensando en eso, y perdiéndose entre lo que su mente le mostraba. Al igual, si ego seguía inflado, y mantenía su sonrisa orgullosa. Posiblemente no se desanimara en el tiempo que quedaba, y mantuviera esos aires tan confiados y superiores. Para el no suponía ningún problema aquello, a diferencia de ella, él no debía rendir cuentas a nadie, y nadie podía castigarle por hacer las cosas mal. Era una de las ventajas que otorgaba haber huido de su familia, además de haber perdido toda responsabilidad en su vida, permitiéndole ser tan libre como pudiera.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Cuando sentí que el se apartaba algo de mi, no me voltee, más bien seguí mirando hacia el frente, donde estaban la estantería con un par de libros. Baje lentamente la mano y deje de ponerme de puntitas, pues ya no era realmente necesario que siguiera de ese modo cuando ya el libro había entrado en su hueco. Resople por lo bajo al escuchar lo siguiente que dijo, llamándome la atención de que me hubiera dicho tonta, cosa que hizo que mis lagrimas desaparecieran del todo, frunciendo el ceño demasiado. —¡Qué no te pida a-ayuda no quiere decir que sea tonta!— Le recalque enseguida, sin girarme si quiera porque no tenía ganas de verlo, aunque por otro lado sentía la necesidad de volverme a perder en su ojos. Al pensar esto ultimo, no pude evitar ir hacia en frente, dándome un golpe en la frente con la madera de la estantería y acto seguido me sobe la frente por de bajo de mi fleco con una de mis manos, para luego bajarla lentamente. —¡Ja! ¡No se quien le va a pe-pedir ayuda a un idiota como tu!— Contesté rápidamente, tratando de defenderme de sus palabras. —De todas formas, yo nu-nunca pido a-ayuda a nadie. Mu-mucho menos ne-necesito la tu-tuya.— Después de decir esto ultimo, apreté ligeramente mis manos hasta formar estas puños, clavando las uñas en las palmas de mis manos. Realmente yo siempre trataba de hacer las cosas por mi misma, sentía que molestaba si pedía a alguien, a pesar de que sabía que el hecho de que te ayudara alguien era algo genial personalmente. Por eso yo siempre trataba de ofrecer mi mano a cualquier ser que lo necesitara, sin esperar a cambio lo mismo. El solo hecho de poder hacerlo yo, era ya suficiente. Por eso nunca me vería pidiendo ayuda a alguien aunque lo necesitase de forma extrema.
Sentía de nuevo ese impulso de coger los libros y lanzar estos contra él, aunque Ocelot estaba en su hombro como había visto anteriormente o suponía que seguía ahí, pues ni si quiera me había dignado a girarme para verle o más bien realmente no quería verlo ni de broma. No solo porque estuviera molesta sino porque desde que él había quedado de aquella forma sobre de mi, me sentía confundida. Igual no olvidaba su aroma que nunca había olido en ningún otro lugar, así que fue un olor extrañamente único. Mi cabeza estaba algo ida, pensando en ese acontecimiento, como si fuera lo único que podía abarcar mi mente, pensando que también debía de darle las gracias, pues nunca lo había hecho, pero es que él mismo me lo estaba complicando mucho.
Pensé en agradecerle después de haberme calmado por pensar en tales cosas pero deseche esta idea cuando escuche lo ultimo que me dijo, haciendo que mi ceño se frunciera aun más, no pudiendo evitar voltearme ahora ya si, buscando con la mirada donde estaba ese estúpido y cuando lo divise, dije. —¡No lo ne-necesito! ¡No ne-necesito que alguien como tu me salve!— Seguía apretando las manos con fuerza, las cuales había aflojado, pero al escuchar eso la fuerza en estas aumentaron algo más, haciéndome daño a mi misma. —¡Yo mis-misma puedo salvarme!— Después de decirle eso ultimo, trate de evitar mirarle o tener algún contacto visual, sintiéndome con mucha ira y tratando de aguantar los impulsos de arrojarme contra él y golpearle o lo que fuese con tal de callar su estúpida voz. Me acerque a unos libros que estaban algo lejanos de donde él y los tome de golpe cuando me agache, cayendo la mayoría al suelo y cuando volví para ponerlos en la estantería, lo hice de golpe, aunque cuando hice esto, me arrepentí acercándome bien y poniendo los libros con cuidado para que no se cayeran, como si fueran algo muy frágil. No pude evitar soltar un suave suspiro y volví a voltearme, fijándome a ver cuantos libros quedaban. Había dejado de fruncir el ceño de forma inconsciente, al igual que mis manos dejaron de formar puños, mientras miraba los libros que quedaban y no eran muchos la verdad, supuse que era porque los dos estábamos cogiendo muchos libros a la vez o quizás yo me había retrasado y él había puesto más que yo. De nuevo ese sentimiento de ser alguien inútil apareció dentro de mi, sintiendo como mis hombros se bajaban algo decaídos. No iba a poder olvidar de momento ese sentimiento y era algo que me desagradaba realmente. Mi cabeza acabo por bajar lentamente, mirando el suelo cabizbaja, doliéndome nuevamente mi corazón que se oprimía por tales pensamientos. El fleco había ocultado lentamente mis ojos, sintiendo la necesidad de llorar nuevamente mientras seguía pensando de que había sido inútil. Tenía que haberle ayudado cuando la estantería le estaba aplastando de tal manera. De repente abrí los ojos y levante la mirada, buscando al pelirojo con urgencia. Había recordado de que seguramente se había hecho daño en su espalda y tenía ganas de ir a preguntar haber como estaba, pero seguramente él no me respondería de buena manera, aunque no estaba de más el hecho de preguntar. ¿Verdad? Realmente temía que se lo tomara a mal, pues ya no sabía como reaccionaba él, más bien parecía alguien creído que siempre falta el respeto pero que a veces parece tener cierta bondad o amabilidad.
Me quede embobada por un momento, hasta que reaccione y seguí con la tarea de poner libros, hasta que me fije que en la parte de abajo no se podía más. Tuve la genial idea de acercar todos los libros amontonados cerca de la estantería, ahí en el suelo, yendo de un lado y hacia otro, sin pensar realmente si James estuviera mirándome o algo, luego fui a coger una silla. Cogí esta y la eleve, caminando lentamente de una forma extraña mientras me acercaba a la estantería, luego deje ahí la silla lentamente y suspire. Tome los libros del suelo y luego apoye nerviosa mi pie sobre la silla y luego la otra lentamente, poniendo ahora los libros tranquilamente en ese lugar, sin olvidar que tenía que preguntarle algo. —Oye...— Hice una pequeña pausa, sin saber como plantear mi pregunta. —¿Te hi-hiciste pupa?...— Pregunte y al darme cuenta de ello o más bien por como dije ''pupa'', me altere y me moví con algo de brusquedad en la silla y respondí rápidamente antes de que dijera algo. —¡No e-es que me im-importe! ¡So-solo es por pre-preguntar!— Nuevamente no supe porque actué así, pero cuando me di cuenta, la silla se había tambaleado algo por el movimiento brusco que hice, haciendo que perdiera yo ligeramente el equilibrio y moviera lentamente las manos en el aire, sintiendo que me caía hacia atrás. Pensé en agarrarme en la estantería, pero al recordar lo anterior, opte por solo tapar mis ojos sabiendo que recibiría el impacto en mi espalda.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
El pelirrojo seguía juntando libros, con una sonrisa orgullosa en el rostro y la mente distraída. Sus pensamientos vagaban, entre pensar en ella y lo que había pasado bajo la estantería, y regocijarse en su orgullo por la gloria de haber levantado tal mueble. Muchos podrían confiar que tal pequeño acto se le había inflado y subido a la cabeza, eso no se podía negar, pues para James era muy fácil que pasaran esas cosas. Su ego se inflaba rápido, haciéndole creer el mejor casi al instante, no logrando que borrara tal soberbia sonrisa sin importar lo pequeño de la acción o logro que realizara, pues adoraba poder presumir de lo que fuera, burlarse de otros, y sentirse bien consigo mismo por haberlo logrado. Quizás por lo tan inflado de su ego, que las respuestas e insultos de ella poco le provocaban, solo haciendo que se le inflara más el ego por la forma en que ella parecía molestarse. El joven pelirrojo no tenía algún punto medio, él siempre estaba en los extremos del orgullo y la soberbia, realmente, siquiera notaba eso, muchas veces, no era capaz de notar como se comportara, haciendo que se molestara aún más cuando a alguien le molestara sus actitudes, pues no podía admitir estar equivocado, o haberse comportado de mala manera. Poca atención le daba a la joven, a pesar de que su mente por momentos solo pensara en ella, y se recordara por encima de la misma, tan apegado, sintiendo esas sensaciones extrañas que no sabía si le agradaban o todo lo contrario. Para intentar sacarse eso de la mente, siempre intentaba volver a ponerse en modo orgulloso por lo de la estantería, así evitaría pensarlo tanto, y podía seguir sonriendo orgullosamente.
Sin darse cuenta, ya gran cantidad de libros habían sido acomodados en la estantería, en el suelo ya eran menos los que quedaban, y el semidragón seguía juntándolos sin problemas, notando como las estanterías comenzaban a llenarse, indicando que ante no tener mucho lugar, tampoco mucho trabajo por hacer quedaba. Le gustaba eso, aunque no tuviera apuro, era bueno notar el progreso, o saber que no quedaba demasiado trabajo. No era como que le alegrara el día, pero si le hacía poner un poco más de animo a lo que hacía. A diferencia de hace unos momentos, tras haberse burlado de la joven, parecía que James tuviera mejor humor y disposición para esta tarea. Quizás, porque había descubierto una forma de entretenerse, y que no todo fuera tan aburrido, silencioso, y sin sentido. Por eso, en su mente la idea de molestar, o volver hacer enojar a Koygyoku no distanciaba tanto, después de todo, las respuestas y actitudes de ella le divertían, haciéndole más fácil aquel trabajo, ayudándole a mantener su sonrisa al igual que sus aires orgulloso y confiados.
De pronto, la voz de Kougyoku llamó la atención del semidragón, quien fue expulsado de sus pensamientos, obligándole a detenerse y poner su atención sobre ella. Fue rápida la forma en que en su mente se hizo el pensamiento de cuando estaban ambos bajo la estantería, parecía ser que su cabeza fuera de control solo quería pensar en eso, como si no estuviera decidido a olvidarlo, dándole bastante más importancia de lo necesario. Le desagradaba un poco que su mente le hiciera recordar eso, después de todo, prefería centrarse en otras cosas. Aunque en verdad, se sentía ciertamente alegre al recordar eso, cuando esa sensación extraña le invadía por cortos momentos. Cuando le miró, le pareció un poco extraño el haberle visto sobre la silla, arqueó una ceja suavemente por lo mismo, borrando la sonrisa de su rostro rápidamente para poner una extrañada expresión mientras le miraba de arriba abajo. ¿Qué hacía sobre la misma? Al parecer, nuevamente buscaba colocar libros donde ella no llegaba, quizás para demostrarle que si podía sola y que no necesitaba de su ayuda. Eso hizo sonreír nuevamente a James, un tanto divertido por eso, pues seguía siendo una terca, buscando hacer algo de lo que el pelirrojo podía encargarse fácilmente. Al oír lo que dijo, no pudo evitar arquear aún más la ceja, poniendo riendo un poco por lo bajo, haciéndole gracia instantáneamente por la palabra que había usado.
Normalmente, una pregunta como esa habría sido considerada por el pelirrojo como un insulto. Preguntar si estaba dañado era suponer que era débil, algo completamente denigrante para alguien de sus condiciones, decir algo así a un orgulloso era desatar su furia. Pero por la forma en que la noble lo hizo, James no pudo hacer más que reír, prácticamente burlándose de ella. Realmente, se había olvidado del dolor en su espalda, no se había herido, pero sentía algo de molestia, como si aún llevara la estantería sobre él. No era un gran dolor, a penas algo que se notaba, y que seguro se pasaría con un poco de tiempo, no sabía si tenía algún que otro moretón o marca, aunque lo suponía. Aunque no le interesaba, como el dolor, las mismas se irían con el cuerpo, como todo, pues ni siquiera las cicatrices duraban sobre el cuerpo del semidragón, debido a sus habilidades de curación, y la capacidad que tenía para recuperarse debido a su raza. Descendía de una de las familias de semidragones nobles más fuertes, si no es la que más, eso le hacía fuerte y resistente naturalmente, aunque él nunca había recibidos entrenamientos desde pequeño como el resto de sus hermanos. Sus habilidades podían no estar tan desarrolladas como las de ellos, pero seguía siendo un semidragón Freecss Sinclair, y como tantos, estaba hecho para la batalla, no era normal en el que una dolor como ese durara demasiado.
Aun cuando le vio tambalearse sobre la silla, el pelirrojo no dejó de encontrar la situación divertida, riendo un poco en burla hacia la contraria. No tardó mucho la misma en caer hacia el suelo, por la mente del joven semidragón, no cruzó en ninguno momento la idea de atraparle o ayudarle, simplemente le dejó caer allí donde algunos pocos libros aún se amontonaban. Sin dejar de reír aun, se acercó a ella, a un paso lento y calmado, pues no muy preocupado estaba, más bien aprovechaba el momento para seguir divertido y con su sonrisa. Ocelot, por su parte, saltó preocupado de su hombro en cuanto ella calló, y con ágiles saltos pasó por encima de cada libro para llegar a donde la joven. En el momento en que le vio en el suelo, rápidamente recordó todo lo que ella dijo, y no le fue difícil tomar aquello para convertirlo en burlas. – ¿Y dices que no necesitas que te salve? – Musitó el pelirrojo, concluyendo ya sus risas, para mantener la sonrisa soberbia mientras le miraba desde encima. – ¿Tampoco necesitas ayuda? Bueno, tampoco conozco muchas formas de cómo ayudar a quien no sabe ni estar parado – Agregó luego, poniendo la mirada sobre ella, con un mirar soberbio de superioridad, pues le mirada desde encima, haciendo notar para sí mismo la diferencia entre ambos. – No veo que te hayas ayudado sola – Agregó luego para concluir, replicando todo lo que ella había dicho antes, cosa que le había hecho gracia en un principio, pero que ahora tenía la oportunidad para burlarse de eso. Eso podría sonar cruel, no sabía si ella estaba herida o dolida, y ya estaba burlándose descaradamente, ciertamente James no era del tipo que se preocupara de esa forma, al menos no por alguien como ella que acababa de encontrar en una biblioteca, y con la cual había pasado más tiempo discutiendo que otra cosa. De alguna forma, se estaba cobrando con esas palabras todos los suaves golpes que ella le había dado, y otras cosas que le pudieran haber molestado, aunque ahora, en verdad no estaba molesto o enojado con ella.
Para concluir se inclinó un poco hacia abajo, para estirar la mano derecha hacia ella, ofreciendo la mismo para que se levantar del suelo. Su mirada estaba puesta sobre ella, y el verle desde arriba le volvió a recordar lo que había pasado antes, haciendo que sonriera un tanto más, sin saber verdaderamente porque, pues aún no se decidía de si eso le había gustado o no. – Vamos, levántate, no me hagas juntar el resto de libros yo solo – Comentó con manteniendo la sonrisa sobre su rostro, esperando a que ella aceptara, y se levantar. Recordó lo que había preguntado, no tenía problemas en responderle, pues en verdad como lo dolía, podía presumir de aquello, para seguir inflando su ego como siempre. – A penas si me duele la espalda, solo fue un golpecito, los semidragónes de mi clase no nos rendimos ante pequeñeces como esas, y tu pesas menos de un kilo, asique no me será problema levantarte del suelo – Agregó, aun sonriente y burlón. Inconscientemente dando el dato de su raza, pues no era cuidadoso por ninguna razón ante lo mismo. Aunque no le gustara dar datos personales, no se cuidaba de no hacerlo, pues muchas veces los daba de forma distraída sin darse cuenta, o lo hacía por erro sin notarlo. – No te estoy ayudando, asique acepta, solo no quiero que hagas trampa y te hagas la vaga mientras yo sigo juntando libros que quedan– Afirmó el semidragón, para que ella no pudiera negarse, diciendo que no quería ayuda o algo parecido, sin quitarle la mirada de encima.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Mi corazón latió con fuerza contra mi pecho en el instante que tape mis ojos con la palma de mis manos. Sabía que me iba a caer y quizás era algo tonto el taparme los ojos cuando me iba caer. Quizás lo más lógico en ese momento era el hecho de tratar de abrazarse o algo así para evitar hacerse daño o algo así. ¿No? De todas formas no me dio tiempo de pensar en nada cuando sentí que mi espalda chocaba con un par de libros que se amontonaban en el lugar. Me dolió claramente, pues algunos se clavaron de mala manera en mi espalda y yo lo único que pude hacer es ahogar un quejido de dolor por ello. Seguía tapando mis ojos con las manos a pesar de haber recibido ya el impacto. Realmente no me dolió demasiado, no como el combate que tuve contra el Duramboros, no se comparaba ni de broma tal dolor. Apretaba entonces mis ojos con fuerza, pues no quitaba el hecho de que me haya dolido. No quería moverme del lugar, pues aparte de que me dolía, más bien era por lo avergonzada que me sentí de repente. ¿Lo habría visto? La respuesta era evidente, por algo lo escuche reírse, cosa que hizo que mi molestia y la vergüenza crecieran mucho más, sobre todo la segunda.
Sentí unas inmensas ganas de llorar recordando todo lo que había dicho y pensado anteriormente. Ahora mismo seguramente me vería más que ridícula, aunque no seria la primera vez y no creía ser la ultima, pues siempre sentía eso la gran mayoría de las veces. Mientras mis manos seguían tapando mis ojos, entre abrí los dedos para ver. Mis ojos estaban algo llorosos y lo primero que vi al girar la cabeza, fue a Ocelot, el cual por impulso, no pude evitar apartar las manos de mi cara, la cual estaba roja y estire mis manos hacia el felino, tomando a este en brazos y lo abrace lentamente, a pesar de que seguía ahí tumbada, como si no quisiera levantarme ya. Aunque realmente ni yo misma sabía porque seguía ahí tirada y con ganas de llorar. Era como si fuera una niña pequeña que se había caído al suelo y esperaba a que la recogieran y mimaran, preguntando si se había hecho pupa y luego le harían una ''sana sana''. Al pensar tal cosa, me sentí aun más pequeña de lo que ya me sentía. ¿Acaso era normal pensar de tal forma? No lo sabía, solo sabía que no quería moverme del lugar, aferrada al felino, al cual a veces le daba suaves caricias con una de mis manos, esperando que no le importara al pobre que le haya tomado de esa forma, pues tuve la necesidad de aferrarme a algo bonito y abrazarlo como si mi vida dependiera de ello. Al menos gracias al hecho de abrazarle, me sentí algo más calmada y así me ahorre el hecho de sentí impulsos de una persona violenta que quiere tirar libros contra la cara de alguien, igual así no lloraba.
Escuche la pregunta que me hizo el pelirojo, sabiendo que lo estaba diciendo como burla, pues por algo yo había dicho que no necesitaba ser salvada. Esto era un golpe muy grande hacia mi persona y era normal que me tomara en burla justo cuando minutos después le había dicho eso y luego me caigo como si nada al suelo. Bueno, como si nada no era, pues había perdido el equilibrio y hasta moví las manos para tratar de mantenerme en el lugar, aunque ya era evidente que eso no me sirvió para nada. Omití el hecho de responder a lo que dijo, solo desvié mi mirada hacia otro lado, mientras seguía abrazando a Ocelot. Mis labios temblaban cuando sentí que las ganas de llorar volvían a mi y el nudo en mi garganta se hacía notorio. Al menos había parado de reírse, pero realmente yo no iba a parar de estar avergonzada, no por el momento. Pues por algo había sido reciente. —¡E-es porque per-perdí el equilibrio!— Me defendí con la voz ahogada. Era cierto que perdí el equilibrio, pero la razón de eso fue porque me había movido con algo de brusquedad. Ahora mismo estaba más concentrada en la vergüenza que estaba sintiendo en esos instantes. No sabría cuanto había humillado al apellido de mi familia por haber actuado de tal modo en este día y yo que había pensado en algún momento de que ya no podría ir a peor, pero que por lo visto si que podía ir a más. Para mi mala suerte, él había sabido desde un principio de que yo era de la nobleza, cosa que era aun más peor. Si por un casual él no hubiera sabido eso, quizás podría estar un poco relajada en tales pensamientos, pero como lo sabía, pensé que era algo que podría arruinar mucho la imagen de mi familia. Esto ultimo me hizo pensar en todo lo que estaría por venir cuando llegara a mi casa.
Aun seguía tirada en el suelo, abrazando al felino en todo momento mientras seguía dando caricias a este, aunque enseguida lo deje libre, porque no quería que este se acabara molestando o asqueando de tanto abrazo o caricias. Escuchar que me dijera que no me había ayudado yo sola, hizo que sintiera un escalofrió desagradable recorrer mi cuerpo, sintiendo igual una leve punzada en mi corazón. Fruncí ligeramente el ceño, haciéndome sentir mal conmigo misma. Realmente no tenía porque ayudarme yo misma. ¿No? Solo era agradable el hecho de ayudar a los demás, nunca había visto que tuviera sentido el ayudarme a mi misma. ¿Por qué debería de hacerlo? Sinceramente no lo sabía pero de igual modo era cierto que hacía rato que no me había levantado de ahí. ¿Acaso me iba a quedar a dormir ahí o que? Era obvio que no, pero no entendía aun porque no me levantaba. Aunque ahora al pensar en eso, me di cuenta de algo. Del porque había dicho de que no necesitaba la ayuda de nadie. Aparte de lo anterior de no molestar a nadie o el hecho de que no esperase lo mismo, también era porque no creía que me la mereciera. ¿Por qué iba a merecerme alguna ayuda? Era cierto que recibir ayuda era muy hermoso y te hacía sentir que eres importante o que era muy de agradecer tal gesto. Por eso yo siempre trataba de ayudar y por el simple hecho de ver felices a otros, sentir que era útil era agradable.
Cuando pensé lo ultimo de la utilidad, de repente recordé la parte de la estantería y quería dejarme de sentir inútil por no haber podido ayudar a levantar aquella estantería, quería llorar. Estaba por hacer esto ultimo, hasta que vi que el irrespetuoso me extendía su mano. Mire la mano con duda y luego al subir mi mirada y al encontrarme con sus ojos, me sentí extraña, brillando ligeramente mis ojos al estar más llorosos que antes. De igual modo, había sentido un leve escalofrió extraño cuando mis ojos chocaron con los de él. Mi mente se había quedado en blanco, aunque en mi mente volvió a aparecer aquella escena, en la cual estábamos de bajo de la estantería y la cercanía entre ambos se había acortado por aquel mueble. Me quede en absoluto silencio, sin saber que decir, sintiendo como mis mejillas ardían ligeramente mientras observaba su sonrisa y sus ojos. Aunque nada más escuchar lo que decía, no pude evitar inflar las mejillas y fruncir el ceño. —¡A ver si me que-quedo aquí tum-tumbada!— Contesté enseguida, rechazando el hecho de tomar su mano, aunque realmente por mi parte seria algo feo o al menos yo veía de mala manera el hecho de no aceptar la ayuda de alguien, a pesar de que había dicho anteriormente de que no necesitaba precisamente su ayuda. Por ello pensé en el hecho de aceptar su ayuda, pero a regañadientes y inventándome alguna razón, aunque al final no me moví cuando escuche lo siguiente que dijo, haciéndome recordar de que le había preguntar si se había hecho pupa. Aunque lo que más me llamo la atención fue que dijo ''los semidragónes de mi clase''. Deje de fruncir el ceño o inflar las mejillas. ¿Esa era su raza? No pude evitar parpadear un par de veces por ello, pues era la primera vez que me topaba con este tipo de raza. —Entonces eres un lagarto...— Se me escapo de forma inconsciente, imaginando como se convertía en una lagartija enana y naranja, a lo que no pude evitar sonreír divertida por eso. Después de todo, repetía que nunca me había topado con este tipo de raza, aunque mi asistente me explico que tipo de razas habían en Spirit Soul. Ni si quiera yo misma supe porque lo compare con una lagartija cuando había dicho precisamente ''semidragón''.
Omitiendo todo lo anterior, me sentí aliviada por el hecho de saber de que estaba bien, pues eso quería decir que no se había roto un hueso o algo. Pues por algo me había dejado preocupada anteriormente, pues no sabía en ese entonces como estaba, pero a pesar de saber eso, yo opinaba siempre que era normal preocuparse al máximo, sea de la raza que sea o ese tipo de cosas. ¿No? De igual modo ahí se notaba la resistencia que tenía él. Volviendo a omitir tales pensamientos, ahora escuchaba lo ultimo que me decía, a lo que lógicamente salte enseguida. —¡O-oye! ¡Yo no ha-haría tal cosa!— Le replique con las mejillas de nuevo infladas. —Se-seguramente e-eso lo harías tu.— Trate de defenderme. —¡A-además! ¡Yo no soy qui-quien va a las bi-bibliotecas a dormir!— Le recalque eso, para hacerle recordar quien podría ser el vago y lo demás. Luego de eso, levante lentamente mi mano a regañadientes, dudando al principio, hasta que finalmente apoye tímidamente mi mano en la de el, desviando rápidamente la mirada para no verlo. —No te cre-creas que a-acepto porque tu di-digas. So-solo lo hago porque qui-quiero.— Le recalque sin pensar exactamente lo que decía. Aunque cuando pensé en que había apoyado mi mano en la de el, me sentí extraña. Su mano era demasiado cálida, haciendo que pensara por un instante no querer separarla. Ni si quiera yo supe porque había pensado esto ultimo, aunque había dejado mi mente en blanco de repente.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Las actitudes de ella eran quizás lo que le permitía mostrarse de ese modo, aun con todas las cosas que decía, encontraba a aquella joven algo débil. Quizás frágil, obviamente alguien de quien no debía preocuparse, y alguien contra el cual no tenía intención alguna de combatir. Una ternura que nunca reconocería se le plantaba cuando le veía de esa forma. Tirada en el suelo, con los ojos algo llorosos, avergonzada, y esquivando la mirada del semidragón en todo momento. A diferencia de antes, había dejado de sentir cierta lastima por ver a la joven con los ojos llorosos, o esas actitudes que demostraban un poco las ganas de llorar de ella. Quizás era porque ahora mismo parecía de lo más normal que ella hiciera cosas como esas todo el rato. De alguna forma, James se había “acostumbrado” a verle así, por lo que ya no era tan especial, o no era tan catastrófico para él verle de esa forma. Antes tenía cierto temor de que ella rompiera en llanto, que le culparan, y demás cosas, pues en verdad no sabía cómo consolar a una persona así, o que debía hacer en caso de eso. Ahora mismo, no temía soltar comentarios burlones e hirientes, siquiera cuando a ella le lloraban los ojos, o cosas parecidas. Creía estar convencido de que ella no se tomaría las palabras del semidragón hasta el punto de romper en llanto, pues no las decía con intención de aquello. No buscaba hacer sentir mal a las personas, eso no le interesaba, en realidad, solo buscaba hacerse sentir mejor a él mismo. Y parecía que ella se aguantaba bastante bien esos comentarios, lo que le daba una sensación de bastante libertad al semidragón. Una liberta que le agradaba, pues sentía que con ella no le era difícil mantenerse orgullos. Al menos, así era desde que había levantado la estantería ¿Tendría algo que ver con lo que comenzó a sentir tras haber estado sobre ella? James ni pensaba en que eso pudiera relacionarse, pues no era tan avispado, pero seguro que si tenía algo de relación que las actitudes del pelirrojo cambiaran de esa forma. Después de todo, él era bastante susceptible, y cambiante, según la situación. Era muy posible que hoy optara por negro, y por razón externas, en 3 horas optara por blanco.
No pudo James evitar reír unos momentos tras verle inflar las mejillas y fruncir el ceño, de aquella manera tan infantil, que provoco cierta diversión en el pelirrojo, mientras esperaba porque ella tomara su mano. Sin embargo, su ceño se frunció, y gruñó un poco al oír que ella le decía “lagarto”. Realmente eso no era digno de él ¡Era un semi-dragon! Bueno, los dos son reptiles, y muy parecidos, al igual que él tampoco había mostrado las alas que diferenciaban a los dragones de los lagartos, ni se había puesto a escupir fuego, o cosas parecidas a esas. ¡Pero vamos! ¡Los lagartos son pequeños! ¡Los dragones son inmensos y poderosos! ¡No se puede hacer comparación entre ellos de esa forma! Aquello le hizo enojar un tanto, y claramente lo hizo saber, a base de gruñidos, borrando un poco su sonrisa, para apretar los dientes. Realmente le molestó, hasta que al ver la sonrisa divertida de ella, fue como si algo le sucediera en el pecho, obligándole a calmarse un poco, haciendo que aún ofreciera su mano para ayudar a levantarla.
Cuando Kougyoku volvió a inflar las mejillas de esa forma y se volvió a mostrar un tanto agresiva, o mejor dicho, a la defensiva, no pudo evitar volver a poner la sonrisa como antes. Haciendo pensar que verle hacer eso le había gustado, aunque James ni notara que estaba sonriendo de esa forma amistosa. Simplemente, sentía un poco de gusto, y alguna sensación relajante que no podía identificar. A pesar de lo que ella ahora le decía, no se molestaba, más bien eso solo le hacía sonreír un tanto más e incluso soltar unas pequeñas risas por lo bajo, algo divertido. A pesar de eso, nunca, para nada, le molestaría que le llamen vago. Era una de sus tantas cosas que otros podían considerar como un defecto, pero que para él, no eran más que virtudes, o cosas especiales que le hacían único, y de las cuales estaba completamente orgulloso. Él era un vago, no le molestaba serlo, lo había sido prácticamente toda su vida. Hacía ya tiempo que había aprendido a aceptarse, y de ahí su orgullo había nacido tan elevado. El no ignoraba sus defectos, se los sabía bien, pero no los despreciaba, los consideraba una virtud, y detalles que le habían traído a donde estaba ahora, y que en un futuro lo podrían en un lugar mejor. Lo mismo le sucedía claramente con su soberbia, muchos podían creer que era demasiado orgulloso, o cosas parecidas, y él lo sabía, sabía bien que su autoestima estaba por las nubes, y que se creía completamente el mejor de todos, pero creía estar en lo correcto, después de todo, él nunca se equivocaba.
Cuando ella por fin tomó su mano, le fue un tanto extraño, el tacto con la piel de ella se le hizo bastante más agradable de lo que pensaba. La tierna, pequeña, y suave mano de ella llamó su atención completamente por un momento, haciendo su mirada se desviara completamente hacia eso, mientras apretaba con seguridad la mano de ella para comenzar a ayudarle a levantarse. En verdad le gustó aún más cuando apretó de esa forma, sintiendo la suavidad de ella, lo que le hacía mantener una sonrisa, y la mirada en verdad un tanto perdida por aquello. James había quedado callado, pues su menté se había tornado ida, no en blanco, pues no dejaba de pensar en eso que estaba pasando, como si todo se detuviera extrañamente en unos momentos. Era completamente extraño, o mejor dicho, especial, normalmente, hubiera jugado la broma de soltarle la mano y tomársela nuevamente, pero por alguna razón, aquel primer tacto con ella le había gustado tanto que no quería soltarle, o nada parecido.
Finalmente ella se había parado, y tuvo que soltarle la mano, haciendo que todo nuevamente volviera a ir con la velocidad normal, al menos así lo percibía el semidragón. Fue como si todo se rompiera bruscamente, casi por instinto el pelirrojo subió su mirada hacia el rostro de ella, buscando sus ojos. Se sintió extraño, como si de pronto un vacío le invadiera. No quería soltar su mano, y sentía como si se lamentara de haberlo hecho. Rápidamente se estaba confundiendo con estas sensaciones que le embarcaron, haciendo que borrara su sonrisa. No sabía bien que hacer, esos pensamientos le dieron vuelta le mente en menos de un segundo, y rápidamente perdió la tranquilidad de antes. En cuanto lo hizo, frunció un poco el ceño, gruñendo por lo bajo, apretando un poco los dientes. No estaba realmente molesto, solo no sabía bien cómo reaccionar ante todo lo que sintió por esos momentos. Se apartó un tanto de ella, retrocediendo un paso. Le miró con una sonrisa soberbia, como si presumieran estos momentos, comenzando a desviar su mirada, para ver los libros en el suelo. – ¡Vamos vaga! ¡Ponte a hacer algo! No hagas tonterías, yo coloco los de encima – Exclamó bromeando, intentando sacarse esas cosas de la cabeza. Precipitadamente fue a buscar los libros en el suelo, para cargarlos, y buscar ponerlos en las partes más altas, de donde ella la última vez se había caído.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
No supe porque soltó varios gruñidos cuando le había dicho lo de que entonces era un lagarto. ¿Le habría ofendido? Realmente no lo sabía, pero para mi me pareció algo cómico imaginarlo en su momento. Aunque este pensamiento se vio interrumpido cuando sentí que apretó mi mano con seguridad, haciendo que mi rostro se volteara un poco para mirar de reojo esto, sintiendo otro extraño sentimiento invadirme por dentro. Mi rostro había quedado completamente neutro, dejando de inflar las mejillas, fruncir el ceño o estar molesta, entre abriendo ligeramente la boca, formando una perfecta ''o'' al hacerlo. Los ojos me brillaban y ese sentimiento extraño no paraba de invadirme solo por ese hecho. ¿Tanto me había afectado lo que paso? Quizás solo era por el hecho de que aun debía de agradecerle, pues aun no lo hice, pero... ¿Podría? Ni si quiera yo lo sabía. Ahora mismo me encontraba ida, observando su mano, aunque mi mirada se desvió hacia su rostro, arrepintiéndome por ello. Me perdí en su sonrisa y sus ojos nada más verlo.
Gracias a su ayuda, logre a reincorporarme del sitio, evitando pisar los libros, porque no quería que se vieran afectados aun más por mis pisadas. Aunque cuando me levante, sentí mi espalda algo adolorida, cosa que supe disimular bien pues no era para tanto y no creía que realmente fuera a afectarme a peor, pues repetía que esto no era nada si lo comparaba con los golpes del Duramboros o lo que este consiguió hacerme cuando nos enfrentamos mi primo y yo contra este. Omitiendo tal cosa, aun sentía el hecho de estar perdida en el rostro de él, sin saber porque no podía desviar la mirada, como si todo a nuestro alrededor se hubiera detenido una milésima de segundo. Hasta que sentí que mi mano estaba fría o mejor dicho, que el calor que antes la envolvía había desaparecido, cosa que hizo que desviara la mirada y viera que esta ya no estaba con la de él. Sentí un escalofrió desagradable recorrer mi cuerpo sin saber porque y trate de no tomarlo en cuenta, apartando rápidamente la mano nerviosa y ocultando esta bajo la manga extra exageradamente larga de mi vestido. Preferí no mirarlo más a su rostro, no quería seguir sintiéndome de ese modo, era totalmente confuso para mi, pero desgraciadamente antes de que desviara la mirada, nuestros ojos chocaron porque él subió la mirada y otro sentimiento me invadió, sin saber porque realmente. Opte por desviar la mirada completamente nerviosa. ¿Qué me estaba sucediendo? Sentí hasta que mis mejillas ardían ligeramente, ante ello no pude evitar elevar mis manos ocultas por mis mangas y cubrí la mitad de mi rostro mientras seguía mirando a otro lado.
De repente me di cuenta de que me corazón estaba latiendo rápidamente contra mi pecho. ¿Desde cuando habría pasado? Me preguntaba, pues apenas me había dado cuenta. Igual, al fijarme de reojo, pude ver como el se alejaba un paso de mi. Suspire profundamente de forma inconsciente sin saber porque. Realmente si lo pensaba, quería irme ya a casa, me estaba sintiendo totalmente confusa y prefería mantener mi cabeza en otro lado, diría que este día fue algo totalmente confuso y diferente de los normales. ¿Por qué? Era la primera vez que gritaba de esa manera a alguien nada más ''conocerlo'', también era por el hecho de que era la primera vez que conocía a alguien así que pudiera conseguir que mi límite de paciencia estallara en poco tiempo. ¿Acaso estaba diseñado perfectamente para hacerme estallar a mi? Me sentí mal al pensar tales cosas, pues cada uno tenía su propia personalidad y él a pesar de ser alguien que parecía un creído o un mal educado, también había podido notar de que tenía bondad en su corazón. Después de todo, no sabía cuantas veces lo habría repetido, pero todos siempre tienen una pizca de bondad en su interior, pero cada uno lo demostraba a su manera. ¿No? De igual modo también era la primera vez que había visto un gato o al menos podido tener uno en brazos. Cosa que al pensar en esto ultimo, no pude evitar desviar la mirada para ver donde estaba Ocelot, pues recordaba que este lo había dejado por ahí. Aunque enseguida devolví mi mirada hacia otro punto, a los libros, pues aun quería evitar la mirada del pelirojo.
Todo pensamiento que pudiera estar pensando en ese instante, se verían interrumpidos nada más escuchar las palabras de James el baka. Esto hizo que devolviera mi mirada hacia donde él, sintiendo que mi vena se hinchaba ligeramente de la molestia. —¡Qué no soy vaga! ¡Lagarto feoso!— Le dije rápidamente, frunciendo el ceño y olvidando todo lo anterior por unos segundos y centrándome más bien en lo que me dijo. —¡Y y y y y! ¡Yo no hago tonterías!— Le recalque, con las mejillas ligeramente infladas y destapando la mitad de mi rostro mientras comenzaba a moverme. Pisaba con algo de fuerza el suelo a donde iba, como si con eso pudiera descargar toda mi ira, y me agache a tomar los libros del suelo, murmurando varios insultos contra el pelirojo, como si eso también me ayudaran. Básicamente estaba repitiendo los mismos insultos que ya le había dicho anteriormente, además de añadirle ahora el ''lagarto'' como un posible insulto o mote, a modo de defensa. De igual forma, no me parecía algo feo decirle de ese modo, totalmente lo contrario, parecía algo lindo el mote, pero si a él le molestaba, lo usaría contra él todo el tiempo que me fuera posible o así es como lo tenía planeado yo. Al menos quería tener con algo con lo cual defenderme, no solo él podía ser quien consiguiera en mi molestarme, yo también debía de devolverle todo lo que me hacía. ¿No? O al menos así lo estaba pensando, aunque por una parte me sentí cruel cuando pensé de tal modo. —¡D-de todas formas! ¡Tú no eres quien para decirme que puedo hacer o no!— Le avise nada más coger unos libros, que eran como unos seis y al levantarme los fui a poner donde hubieran algún hueco libre en la estantería. Haciendo inconscientemente lo que él me había dicho, aunque cuando reaccione, gruñí por lo bajo y tome los libros que estaban cerca de donde me había caído, tomando muchos sin pensarlo y me volví a subir en la silla, sintiendo en todo momento como me dolía algo la espalda, mientras estaba dejando los libros en el hueco alto. Busque de reojo con mi mirada al pelirojo, buscando burlarme al mirarle. Luego me giraría y saltaría de la silla, aunque cuando hice esto caía de rodillas al suelo, llevándome la silla conmigo porque se había enganchado mi vestido ahí.
Ahora eran mis rodillas las adoloridas, por suerte la silla solo se había tumbado en el suelo y no había hecho nada más. Tenía los ojos llorosos y las manos apoyadas en el suelo. Solloce hasta un poco, pero al recordar que no estaba sola, enseguida trate de levantarme del suelo y con ello arrastre la silla, a lo que me voltee y trate de patear la silla nerviosa, pero me enrede con mi propio vestido y tuve que apoyarme a algo porque casi me caigo. Tenía ahora las manos apoyadas contra la estantería, teniendo el vestido envolviéndome. Volví a sollozar. ¿Acaso esto me pasaba por tratar de pasarme de lista? No lo sabía, pero lo que si sabía es que se habría ido todo a la basura nada más cometer tal fallo. Parpadee un par de veces, mirando los libros de en frente, pero luego baje mi mirada para ver la silla, la cual aun tenía enganchado mi vestido. Seguramente aquel se reiría de mi o mejor dicho. De seguro que la gente que nos estuviera viendo, se estarían partiendo de risa. ¿Cuánto más iba a conseguir dañar mi apellido? Es lo ultimo que se paso por mi cabeza, tratando de aguantar los sollozos o el hecho de querer llorar. Al menos el ceño había dejado de fruncirse y no sentía molestia, más bien ahora me sentía totalmente avergonzada por cometer tales fallos en tan solo unos segundos, aun cuando antes me había caído de la silla o cuando me caía al suelo por tratar de tomar muchos libros a la vez. ¿Podía meter más a fondo la pata? O ¿Cuántos fallos más iba a cometer de lo que me quedaba de día?
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