Deal with the Devil [Privado - Ran & Kaira]

Por lo usual, las salidas a las que estoy acostumbrado a hacer son de dos clases diferentes: En primer lugar, se encuentran las que son de clase oficial-gubernamental en calidad de Ministro de Guerra, líder y gobernante de Chaos, de esas en las que tengo que salir y mirar todo lo que hay por si la gente necesita algo en especial en todas las zonas del reino en cuestión. Claro, son de carácter político en su mayor parte, porque de esta manera es como los lideres se encargan de mantener satisfechas las necesidades del pueblo común y conseguir votos por si se busca aspirar a permanecer en el gobierno. No me gustaba en lo absoluto tener que hacerlo, pero alguien debe hacerlo en cierto sentido. Ya saben, "tomar una por el equipo" y todo eso que se dice para cuando alguien tiene que sacrificarse por el bien común.

En segundo lugar, se encuentran las clases de salidas que a mi me gustan mas: Las que son privadas y en las que juego a que no me reconozcan. De esas en las que mis ropajes no son las de gala y las que habitualmente debería utilizar el Ministro, sino mas bien algo simple, común y que desvíe la atención de mi persona. Creo que, si mal no recuerdo, mi padre decía que esto era hacer un "Al-Rashid", también conocido como "Rey Incógnito" en la jerga popular, pues era basado en las historias de un rey protagonista de historias ficticias que habitualmente salia de su palacio bajo la cobertura de un disfraz y se mezclaba con su pueblo, quienes no podían reconocerle y, por lo tanto, lo trataban como a uno mas de ellos.

Como tal, y tomando ciertos apuntes de ese personaje en cuestión, tengo guardados varios artículos de vestimenta que, por su simpleza y facilidad de movimientos me permiten aparentar que soy algo mas en este mundo, dándome un aire de mago viajero que recorre los caminos del mundo en busca de conocimientos y aventuras, siempre siguiendo el sendero mas conveniente con su cayado y su mascara que oculta las facciones de su rostro, sin mas abrigo que su confiable capa de viaje con capucha añadida. Vestido de esa manera, ademas de conocer los diferentes pasajes de entrada y salida secretos que plagan el condenado castillo donde vivo -Que estoy mas que seguro es mas grande de lo que debería-, puedo salir y caminar por la ciudad a mis anchas y sin mayor problema que el de encontrarme con gente que busque pleito con un mago caminante y, posiblemente, un forastero de tierras lejanas.

-Nada como el riesgo, como la aventura y el romance para pasar un buen rato.-Exclamé alegremente mientras acomodaba mi capa para que cubriese mi cuerpo durante la helada noche y me diese calor, porque no seria agradable en lo absoluto enfermarse de repente. Sería una catástrofe y todos se darían cuenta de que estuve escapándome de mi guarida-Pero es una lastima. El mago nunca se queda con la chica al final. Siempre van con el guerrero o con el ladrón, pero no con el come-libros.

Pero en esta noche no buscaba mujeres, ni mucho menos. No niego que sería particularmente divertido tener un encuentro con alguien que no sepa quien soy, para luego darse cuenta que estuvo con el Ministro de Chaos, pero las ramificaciones de cualquier posible relación extra-marital con alguien desconocido y que luego puede quedar embarazada y molestar con manutención... Oh, dioses, no quiero pensar en cosas como esas ahora. Creo que, para olvidar esa clase de pensamientos horribles, debería ir a buscar un trago y relacionarme un poco con la gente.

Y, la fortuna sea grande, el mejor lugar para eso siempre está cerca del palacio debido al afluente de personas acaudaladas y comerciantes viviendo cerca. El "Dragón Zumbante" es, por lejos, la mejor taberna que he conocido en este reino, debido a que el servicio es bueno, las camareras que atienden con hermosas y las bebidas son del tipo que te dan ganas de quedar tirado en el piso viendo como una persona tiene tres clones dándole vuelta, ademas de ver como una manada Duramboros rosa camina por el lugar y te hablan con acento refinado.

-Jefe, tiempo sin verle.-Dije con jocosa alegría mientras me sentaba en la barra, hablando con el dueño del bar con la confianza que solo se puede conseguir la familiaridad de visitar el lugar regularmente bajo el seudónimo de "Harun Lucifuge"-Sírvame lo usual, por favor. A todo esto, ¿ha oído algún rumor de interés?

La charla habitual, puede decirse que es eso, pero es así como uno comienza las cosas. Ademas, siempre puede conseguirse un trabajo fuera de las reglas habituales y un pequeño dinero para gastar en cosas mundanas. Mientras esperaba a que trajeran mi whisky de fuego destilado en Rihm, me puse a mirar en derredor a las personas que estaban en la taberna, muchos de los cuales son patrones habituales que conozco por nombre aunque no he hablado demasiado con ellos. De todas maneras, puede decirse que hay alguna que otra persona que no conozco, como... por ejemplo esa chica de piel tostada y pelo negro y... ¿Orejas de gato?

El alcohol de la cerveza se estaba acumulando en su cabeza, haciéndole sentir ligeramente más alegre de lo normal, pero sin llegar a hacerle perder sus sentidos o siquiera marearla. Las risas masculinas a su alrededor abundaban, cada uno más borracho que el anterior, pero aún así existían los suficientemente sobrios como para mantener una conversación decente con ellos. En la mesa redonda ubicada en uno de los rincones, se encontraba Ran en compañía perfectos desconocidos amantes del alcohol como ella, bromeando mientras bebían enormes jarras de cerveza; para nada era un panorama esperado de una dama, pero todo aquello traía a la morena sin cuidado.

¿Cómo había terminado ahí? Su principal razón difería de su posición actual. Le habían prometido la entrega de un encargo en el callejón trasero al bar. Ahí, se reuniría con las ratas que acostumbraban hacerle llegar las condiciones de su próximo trabajo, pero eso nunca se había concretado. La rata informante no apareció y Ran, un tanto molesta y aburrida a la vez, había decidido no perder el viaje ya recorrido y pasar el tiempo en la taberna, pues la frustración podía ser ahogada en licor también, ¿no?

Vestía ropajes distintos a los habituales, un tanto más femeninos y de más nivel que los trapos que utilizaba para robar y sesgar vidas. Era una remera hecha de tela firme, de un llamativo color ámbar que contrastaba con el intenso carmesí de sus ojos, un tanto ceñida a sus prominentes curvas. Pero hacia abajo, como de costumbre, llevaba unos pantalones de tela marrón claro lo suficientemente holgados para darle la movilidad que requería bajo cualquier situación, pero que no despreciaba su figura.
A esta altura, apenas y recordaba cómo había llegado, pero se estaba divirtiendo tanto que era irrelevante. En medio de risas y tragos, uno de los hombres aparentemente había sido ofendido por uno de los comentarios de la morena y le había retado a un duelo de fuerzas. El resto de los hombres le miraban con rechazo, como si estuviera dañando el honor de la dragona al pretender humillarla en público de esa forma. Pero Ran aceptó gustosa. Hicieron a un lado las jarras de cerveza para dejar el centro despejado. Ahí, la morena apoyó su codo en la madera roñosa y mantuvo el resto de su brazo perpendicular a la mesa, esperando que el hombre que le había desafiado hiciera lo mismo. Ambas palmas se cerraron en un apretón, con los codos fijos al mueble y con uno de los borrachos manteniéndolas alineadas al centro. Apenas el borracho diera la orden, tanto Ran como el otro hombre deberían ejercer fuerza de modo que el brazo contrario se golpeara a la mesa. Aquel que lograra doblegar el brazo ajeno con su fuerza, sería el ganador. A su alrededor, la gente agrupó para ver el show, riendo confiados en que la morena no podría ganar y tendría que retirarse del todo humillada. Pero Ran sonreía, como siempre.

Aquella sonrisa eterna, radiante y confiada. Mojó sus labios con saliva y escuchó la señal… El silencio se hizo presente cuando el brazo del hombre, en menos de dos segundos, chocó contra la mesa con tanta fuerza que él mismo chilló de dolor. La dragona miraba a su oponente con una expresión traviesa mientras el resto veía incrédulo la facilidad con la que Ran había ganado.
Soltó el brazo del hombre y bostezó, estirando su brazo para tomar la jarra de cerveza, cayendo en cuenta que estaba vacía. Bufó, ignorando las preguntas de los borrachos con los que anteriormente estaba riendo acerca de cómo lo había hecho para ganar y, sin mediar palabra alguna, se puso de pie con jarra en mano hacia la barra, buscando llenarla nuevamente. Tras llegar, sus ojos se fijaron en el hombre a su lado, sentado con cierta clase que escaseaba en esos lugares. Claramente ese nido de ratas no era del nivel de semejante persona. Sus largos cabellos rojizos contrastaban perfecto con aquella mirada azul penetrante, algo que en cierta forma le resultaba familiar.

Bastó un gesto para indicarle al tabernero que rellenase su vaso del licor que añoraba y, mientras se limitaba a esperar por su pedido, apoyó el codo en la mesa y luego el rostro sobre su palma abierta alzada — ¿Nos conocemos? — Pretendió entrecerrar la mirada para ver al pelirrojo desde otro ángulo, ladeando un poco su rostro y haciendo que sus cabellos alborotados rozaran sus mejillas. — Estoy segura que te he visto, en algún lado, pero... ¡Da igual! — Repentinamente se volvió más jovial y dejó atrás aquella aura de intriga, tomó asiento al lado del pelirrojo, sin quitar su mirada intensa de él, como si con la misma ejerciera una presión en el contrario. Antes de que pudiera seguir con su indiscreta actitud, la jarra de cerveza llena hasta el borde fue puesta frente a ella, generando una sonrisa de su parte — Eh, ¡vaale! Supongo que tú pagas, ¿no pelirrojo? — Con total confianza y con una falsa complicidad le guiñó el ojo, dándole un sorbo a su bebida antes de que sintiera una presencia tras ella. Giró el rostro y vio al hombre borracho que había vencido anteriormente. Tenía el ceño fruncido y una expresión de humillación el rostro, la cólera le invadía — Tú, perra… Quiero la revancha. No. Quiero… ¡hip! …Quiero golpearte hasta que tu… Argh. Vamos a pelear afuera…  — Apenas y podía mantenerse en pie, pero aquello no mermaba sus ganas de recuperar su orgullo. Ran sonrió, relamiéndose los labios mientras se cruzaba de piernas, ladeando la cabeza — Sería un placer, pero… Mi novio estaría encantando de pelear en mi lugar, ¿ne?~ — Gritó enérgicamente, como si le hubieran pedido una pieza de baile en vez de una riña de borrachos y, sin ningún tipo de aprecio por el espacio personal, se abalanzó sobre el brazo del pelirrojo, colgándose de éste con un cariño similar al de una pareja expresiva. El borracho centró su atención en el pobre pelirrojo, mirándole con la ira que ni él mismo entendería al día siguiente de dónde provenía. La morena se aferró al brazo del desconocido, jugando a hacer el papel de una damisela en aprietos. Eso le daba asco, pero si con aquello podía jugar un rato, estaba bien.
Solía aburrirse con facilidad, no lo negaba. Y tampoco negaba su afán por meter a gente inocente en problemas absurdos.

No pasó mucho tiempo desde que habia entrado que mi presencia llamó la atención de gente de variados orígenes y varios rubros laborales y todo eso. Para decirlo de cierta manera, se me acercaron algunas personas para hablar, de las cuales conocía a la gran mayoría porque ya antes los habia visto y con ellos habia hablado, tanto en mi vida diurna como Azazel Berith, ministro de Chaos, como en mi vida nocturna al usar el nombre y el aspecto de Harun Lucifuge, mago viajero y experto en las artes arcanas. Había tenido trabajos de parte de algunos cuantos, ademas, así que es fácil saber que tengo una pequeña reputación que me he labrado a base de un engaño divertido y que, de ser necesario, será capaz de no dejar rastro alguno pues es parte de la mística misteriosa del mago andante que soy ahora el que mis visitas a Chaos Urbanis sean espaciadas en su mejor tiempo y casi infrecuentes cuando hay necesidad de desaparecer y no llamar la atención.

Ademas, nadie nunca podrá relacionarme con... conmigo mismo, cielos. A menos que me conozcan muy bien, como Beatrice. Ella me conoce bien, y supongo que si me viera sabría que soy yo, mas que nada porque conoce mis artimañas y pequeñas jugarretas, sabiendo que yo mas de una vez he hecho esto cuando eramos mas jóvenes.

Al final, la ultima persona que se me ha acercado fue la joven con orejas de felino a la que habia visto y no reconocía de ningún lugar se habia sentado a mi lado y me habia hablado, preguntándome si nos conocíamos de algún lado, algo a lo que yo podría responder con un honesto y simple "No". Al final, no es como si esa linea inquisitoria hubiera llegado muy lejos, si vamos al caso, porque la chica al final terminó desistiendo rápidamente de su intento por averiguar si me conocía -Que supongo que habrá oído hablar de Azazel el ministro- pues se notaba de buenas a primeras cuanto le habia hecho efecto el alcohol que, si mis ojos no me engañaban, seguía bebiendo. Ahora, si tampoco me hacían jugarretas mis oídos, ella estaba dejando caer que yo le debía pagar su pequeño vicio. ¡Que osadía! ¡Que desfachatez! Mira que venir a pedirle a alguien que no conoce que ponga su oro en el mostrador por ella.

La cosa es que, de todas maneras, mucho no íbamos a poder seguir hablando porque un hombre de mal aspecto y peor aliento, pues parecía salido del infierno y con una peste a ajo y meado barato -mejor conocido como cerveza-, se habia acercado tambaleante a buscar pelea con la chica. Por lo visto, el perdedor de esas pulseadas que habían tenido anteriormente era de la asociación de malos perdedores y ahora quería desquitarse por su honor perdido dándole una golpíza a mi interlocutora, quien no tuvo la mejor idea de pegarse a mi brazo y mandarme al frente diciendo que yo era su novio y que iba a pelear por ella.

Hm. Al menos esto promete ser divertido. A todo esto, hice que el soltar mi brazo del agarre ajeno fuera lo mas natural del mundo y lo pasé por los hombros de la morena, dejando que mi mano descansara sobre uno de sus senos de tal manera que se viera mas real la ficción de que era su pareja y que habia cercanía entre nosotros, sin necesidad de dejar en evidencia que era todo un cuento chino. Ademas, me permitía poder agarrar de manera impune una de sus tetas, un precio irrisorio para el hecho de que debía actuar a modo de guardaespaldas.

-No sería ninguna molestia pelear por mi novia, ¿hm?-Dije jovialmente, dejando que la mentira siguiera su curso de la manera mas natural posible, pues todavía habia oportunidad para preguntar a la muchacha sobre cuales eran sus planes verdaderos si es que estos involucraban el uso de otra persona para pelear sus batallas. No es que me moleste demasiado, de todas maneras, pero es ciertamente algo curioso de notar-Espero que no lo tome a mal, amable caballero, pero voy a tener que hacer que se esfume de mi vista, ¿hm?

Sin previo aviso, levanté mi báculo como quien quiere la cosa, mas que nada para desviar la atención y las miradas hacia el artefacto en si mismo, de manera que el leve y casi imperceptible movimiento de mi pie pasara indetectado por los visitantes del bar que ahora mismo seguían con los ojos fijos en las figuras de tres personas que estaban chocando actualmente. Mi pie, dicho sea, solo dio un pequeño pisotón en el suelo al mismo tiempo que el extremo inferior de mi vara de viajes hacia contacto con el piso soltando un sonido seco que reverberaba en un eco casi melodioso, mientras las energías de mi cuerpo se encargaban de controlar la formula mágica demoníaca del Kazikli Bey, forjando de manera casi instantánea una gruesa lanza de metal que nació del suelo como un árbol tieso y que estuvo muy cerca de empalar al pobre borracho camorrero, quien poco pudo hacer para reaccionar mas que caer de culo al piso con un charco de orina escurriéndose entre sus piernas.

-Oh, lamento haberle asustado de esa manera hasta el punto de hacer que se mee encima, amable caballero, pero ya sabe que si he de defender el honor de mi dama debo de hacerlo con los métodos mas efectivos posibles, ¿hm?-Exclamé con un guiño de mi ojo, arrancando un par de carcajadas de los presentes por el método tan burdo usado para burlarme de un pobre diablo que no sabia donde ubicarse realmente, pero es lo que se merece cuando no sabe controlar su gusto por el alcohol y sus bajas pasiones si vamos al caso-Ahora, si el mensaje no ha quedado claro, quiero que te dejes de molestar. Para la próxima no va a haber aviso.

Personalmente, ahora mismo no me quedaba mas ganas para seguir prestando atención al sujeto que estaba despatarrado y manchado de orina en el suelo, porque mis ojos estaban dirigiéndose mas bien a la joven de orejas gatunas que se me habia colgado del brazo y me habia usado para eliminar el problema de turno. Honestamente, pese a que su vestimenta era lo que podía considerarse como algo "normal" en esta clase de parajes, estaba el pequeño asunto de que no dejaban absolutamente nada a la imaginación y que por un lado podía entenderse un poco que clase de "venganza" iba a cobrarse el borrachín humillado. Igualmente, tenia entre mis ideas algo mas interesante que simplemente hacer gala de mi lengua plateada y volver realidad por una noche esa mentira pronunciada por la fémina y que yo tan cortésmente habia sostenido.

Algo tan interesante como rentar un cuarto en el cual podría hablar en privado y sin interrupciones. No distaba mucho de ser curioso que precisamente me hubiera elegido a mi para ser su escudo, pero de paranoias uno poco sabe en ciertas situaciones.

-Dime, cielo mio, ¿has rentado ya una habitación para nosotros? Ya es tarde y vas a tener que agradecerme que te salve las papas del fuego una vez mas, ¿hm?-Mis dedos, una vez dejado a un lado el inservible trozo de madera que usaba para no llamar la atención con mi magia, acariciaron la barbilla de la mujer, elevándola apenas unos centímetros para que sus ojos estuvieran fijos en los míos, que se mostraban súbitamente afilados y suspicaces-Hay tantas cosas que podemos hacer, y me gustaría probar unas cuantas, si sabes a lo que me refiero...

¿Sutileza? Mucha de esa tengo, pero en esta situación es mejor mentir de la manera mas descarada haciendo uso de lo que muchos creen que va a ocurrir. Dirán que eso es algo muy de político, pero es fácil realizar esa clase de engaños que juegan con las impresiones generadas y las percepciones ajenas, pero basta de semántica y cosas así, porque es hora de investigar. Y es hora de "investigar" muy a profundidad, también.