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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Todo tiene un límite. [James Adamska]
Spirit Soul :: Spatium :: Prodigy city
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Todo tiene un límite. [James Adamska]
Pase un rato dando vueltas, hasta sentí que había pasado varias veces por el mismo sitio, cosa que comenzaba a irritarme de cierta manera. ¿Cuántas veces me acabaría perdiendo? No era la primera ciudad donde me había perdido y no creía que fuese la ultima vez que me vaya a perder. Por lo cual al final pare y suspire profundamente, mirando a mi alrededor. ¿Donde me encontraba exactamente? Parecía que me había metido entre la muchedumbre sin haberme dado cuenta, aunque gracias a que me había quedado parada, pude escuchar algunas conversaciones sobre algunos lugares que a la par no me interesaban, otros si eran interesante, ya que hablaba sobre donde se encontraba el lugar que yo buscaba. Sin más dilación, comencé a moverme y me dirigí al lugar que escuche.
Tarde un par de minutos en llegar a dicho lugar y cuando fue así, tome el pomo de la puerta y empuje este, entrando lentamente al lugar. Cuando me encontré dentro, la puerta se cerró sin que yo lo tocase, por lo cual no pude evitar mirar hacia atrás con miedo, cosa que se vería tonto por mi parte, aunque luego me dedique a observar el lugar en el que me encontraba, el cual era inmenso. Estaba lleno de muchas estanterías, en las cuales se podía ver en el interior de estas como descansaban muchos libros. Seguramente habrían muchos tipos de libros que me pudieran ayudar como noble, hasta como capitana, cosa que me interesaba por el echo de poder mejorar.
Baje unas escaleras que se encontraban nada más entrar al lugar, pensé en dirigirme donde había una recepcionista leer un libro, pero opte que no ya que obviamente no la molestaría, así que seguí de largo, ya que ni si quiera se dio cuenta de mi presencia. Me pude fijar de que había un par de personas sentadas en algunas sillas mientras leían en silencio. Obviamente mi asistente me había informado que en una biblioteca no se podía hacer ruido, a no ser de que hablaras de una forma moderada y super bajo, o algo así me había dicho antes de que llegara a la ciudad. Era evidente de que no iba incumplir esa regla, así que no quería dar problemas y seguirlas al pie de la letra.
Me tomo mucho tiempo para decidirme. No paraba de pasear de un lado y hacia otro, viendo el pomo de los libros, de los cuales se veían el título de estos. Aunque realmente no sabía que tipo de libro me ayudaría a ser mejor noble o al menos el estudiar quizás las batallas. Ahí es cuando comencé a hacerme un lió y no pude evitar llevarme las manos a la cabeza, despeinando un poco mi cabeza. Cuando me di cuenta de lo que hacía, mire a mi alrededor, fijándome de que había gente que había parado la lectura para quedarme viendo como si estuviera loca o otros simplemente dibujaban una sonrisa en la cara. Ante esto, no pude evitar bajar rápidamente las manos y huir de la mirada de esa gente, sintiendo el rostro rojo por los nervios, más la vergüenza.
Cuando sentí que había escapado, me detuve, suspirando profundamente. Debería de dejar de actuar de ese modo, después de todo, era una noble con tal cargo. Palmee mi rostro con mis manos, las cuales había elevado y fueron descubiertas cuando se bajo un poco las mangas del vestido por haberlas elevado, luego las volví a bajar, dejando que se ocultaran por las mismas. Luego de eso, me di la vuelta y comencé de nuevo a leer los títulos de los libros, moviéndome lentamente hacia la izquierda al no ver alguno que me llamara la atención o al menos que tuviera un título que tratara de la nobleza. ¿Qué tan difícil seria escoger un libro? Realmente habían muchos libros y me conocía, sabiendo de que era lo suficientemente terca como para pasar horas ahí hasta encontrar alguno que fuese lo que buscaba. Pensaba moverme de nuevo hacia la izquierda, hasta que el título de uno, capto toda mi atención. —El valor de la amistad...— Leí el nombre del título en un susurro. Lo cogí sin duda alguna pero no me senté a leerlo, más bien trate de seguir buscando, hasta que di con otro llamado ''La noble y el Loco''. Igual lo tome, teniendo ya dos libros de bajo de mi brazo pero seguí buscando otra vez.
¿Acaso no habría libros de la nobleza o ese tipo de cosas? Yo sabía que si, después de todo, habían muchos libros y siempre hay de todo, así que no me iba a rendir y por eso seguí de pie buscando.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Cuando por fin llegó a aquella ciudad, claramente lo único que podía llamar su atención era la gran biblioteca del lugar, el pelirrojo exnoble nunca se había pasado por allí, la lectura no era de su interés, pero con el cansancio que llevaba encima recordó que las bibliotecas son un lugar tranquilo casi perfecto para dormir una siesta. Asique con ese pensar, el semidragón camino el resto del camino hacia la biblioteca con aires despreocupados. No vestía quizás de forma adecuada, llevaba bastante tierra encima, su camisa y su saco llevaban unos cuantos agujeros productos de las últimas batallas que tuvo, y claramente sus zapatos estaban tan desgastados como los de un vagabundo. No es que desprendiera un mal olor de su cuerpo, pero claramente tenía esa esencia de vago despreocupado que le seguía a todas partes.
Cuando entró a la biblioteca empujando la gran puerta y dio sus primero pasos dentro, le pareció un tanto extraño no llamar la atención de nadie, todos estaban muy concentrado en sus lecturas, incluso la muchacha de la recepción. No es que le molestara, normalmente solía llamar la atención, y miradas asqueadas se ponían sobre su persona nada más entrar a cualquier lugar. Disfruto de alguna forma que nadie le notara, y puso una sonrisa en su rostro, para comenzar a andar por el lugar con aires soberbios. Ocelo, el pequeño felino que acompañaba al semidragón a todas partes, se encontraba escondido dentro de las ropas del pelirrojo, evitando ser visto, al menos por la recepcionista.
James bajó unas escaleras, posiblemente lo más seguro es que si cambiaba de suelo Ocelot podría salir a tomar aire sin que les dijeran algo por meter un animal a la biblioteca. Una vez en aquel piso inferior, el pelirrojo se acomodó en una de las mesas, nuevamente nadie le estaba notando, o dando importancia su presencia. Ya sentado sobre su mesa, puso una sonrisa en su rostro, y colocando los pies sobre la mesa de manera mal educada comenzó a hamacar la silla para estar más cómodo. El pelirrojo ponía su mirada al techo, mientras ocelot dejaba salir su cabeza de entre las ropas para acomodarse listo para una siesta. De igual forma, el pelirrojo se dejó llevar por la calma del lugar, y al cerrar los ojos cayó dormido producto del cansancio que sentía.
Al cabo de un tiempo, James despertó, con bastante pereza, pues lentamente abría sus ojos y comenzaba a desperezarse, estirando los músculos del cuerpo. Cuando recordó que se encontraba en la biblioteca de Pordigy City, se levantó listo para retirase hacia su gremio nuevamente, Sin embargo, notó la carencia de su mascota, a lo que se despabiló de golpe y comenzó a mirar en todas dirección buscando al pequeño felino. – ¿Dónde estás pequeño come ratones?- Susurró el semidragón sin alzar mucho la vos, mientras comenzaba a caminar entre las estanterías de libro buscando al pequeño felino. Siguió buscando un poco más, hasta que pudo ver la cola danzante del felino arriba de todo de uno de esos estantes. – ¡Aja! ¡Ya te vi baja de ahí!- Alzó la vos el pelirrojo sin notar en donde se encontraba. El felino, poco caso hizo al semidragón y le miró para soltarle un maullido y posteriormente recostarse en la parte más alta, como si quisiera seguir durmiendo. – ¡Oh claro que no! ¡Baja de una vez! ¡Nos vamos!- Gritaba el pelirrojo a su mascota, siendo incapaz de alcanzarle por la altura, a lo que el felino solo le ignoraba y comenzó a moverse para alejarse de los gritos del terco pelirrojo.
James se irritaba ante lo sucedido, su felino le estaba ignorando, y más allá de eso comenzaba a malhumorarle las ganas de irse de aquel lugar. Por un momento dudó sobre la idea de encender el fuego en sus manos, y comenzar a quemar ese sin fin de libros, para que el felino sintiera miedo y bajar de una vez, pero quiso desistir antes sus ganas de irse, y no armar orto gran problema sin la necesidad del mismo. Decidió soltar un suspiro y comenzar a caminar a la par que su felino avanzaba entre las estanterías, sin quitarle la mirada de encima con un ceño fruncido, y cruzado de brazos. – ¿Entonces no quieres bajar?- Consultó el pelirrojo con un tanto de mal humor, a lo que el felino solo respondía con un maullido. James apretaba los dientes soltando un pequeño gruñido ante la molestia, hasta que quizás solo por buscar molestar al semidragón, el gato comenzó a jugar con los libros, tirándolos de sus estantes dando pequeños golpecitos con sus garras.
Estos comenzar a caer y hacer ante el silencio del lugar, los más pesados de estos, causaban un estruendo que retumbaba en todo el lugar. Aquello seguro llamaba la atención de las personas, por lo que el semidragón se enojó y comenzó a perseguir al felino, el cual comenzó a correr por encima de los estantes intentando alejarse del semidragón. Finalmente, el felino bajo al suelo de un salto y continuó corriendo del pelirrojo, como si todo eso lo divirtiera. Finalmente no muy lejos se encontraba una pelirrosa al parecer buscando algunos libros entre las estanterías, y el pequeño felino naranja aprovechó para subirse a la misma, escalando por sus ropas, para como acostumbraba esconderse de forma escurridiza dentro de las ropas de la muchacha para estar a salvo del semidragón.
Antes de que James pudiera decir algo, recibió un golpe en su nuca, irritado el pelirrojo se volteó rápidamente, estaba por encender las llamas de sus puños, pero al volearse se encontró con una viejita con lentes una larga regla en su mano. La cual con vos temblorosa debido a los años que cargaba comenzó a dar un sermón al exnoble sobre cómo debía comportarse en la biblioteca. James guardó silencio, sin saber cómo reaccionar ante aquella situación, cruzándose de brazos y desviando la mirada como si no le diera mucha importancia a los comentarios de aquella señora.
Cuando finalmente la viejita de lentes terminó de llenar los oídos del pelirrojo con sermones y se dio la vuelta indicándole que si volvía a armar tanto escándalo le sacaría, el semidragón volteó hacia la pelirrosa con el ceño fruncido y un tanto molesto. – Bien, ahora devuélveme a mi gato, enana- Dijo el semidragón de muy mala gana, como si lo exigiera, sin un poco de amabilidad o respeto. Tampoco dando mucha importancia a quien fuese aquella muchacha de menor estatura a la suya la cual el felino había elegido para esconderse.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
De repente, escuche a dos personas pasar por mi lado, las cuales obviamente hablaban de una forma moderada para no interrumpir. Esto no fue lo que me llamo la atención para que abandonara lo que hacía y me quedara viéndoles. Lo que me llamo la atención, fue el echo de que me hizo pensar de que podría haber invitado o llamado a algún amigo que había conocido durante todos estos días y decirle para que leyéramos juntos. Aunque me conocía y no me veía el estar molestando a alguno de estos solo por capricho mió, por mucho que quisiese algo así. Después de todo, parecía que hasta los amigos podían hacer este tipo de actividades juntos y por como vi a aquellas dos personas pasar, parecían tener un ambiente agradable al verles una sonrisa en sus rostros.
Trate de centrarme de nuevo en lo mió, que era el echo de buscar algún libro de mi interés. Así que cuando me voltee, suspire de forma profunda, entrecerrando los ojos. ¿Porqué no podía concentrarme ahora en los libros? Se suponía que venía para poder aprender cosas sobre la nobleza y así poder destacar un poco en mi familia, aunque lo que realmente quería era el que me miraran al menos un poco, que supieran de que existía. ¿Era mucho pedir? Quizás si que estaba pidiendo mucho, yo no me creía destacar en nada o igualmente lo que hacía no era para hacerme sentir la mejor, a pesar de estar esforzándome todos los días, ya fuese en entrenar esgrima o repasar mis modales. No solo lo hacía para que me miraran, también lo hacia por el echo de poder proteger a las personas, a aquellos que necesitaran ayuda.
Había bajado un poco mi mirada, dejando que el fleco de mi cabello fucshia ocultara un poco mis ojos. ¿Porqué siempre le daba vueltas a ese tipo de cosas? Tenía una mala manía de hacer algo así, aunque luego actuaba como si nada, como si eso nunca lo hubiera pensado, hasta que llega un momento en el que lo recuerdo de nuevo y así constantemente. Después de todo, yo era alguien que le daba muchas vueltas a las cosas. Aunque había momentos en los que podía ignorar estos y seguir como si nada. Negué varias veces con mi cabeza, haciendo que mi cabello se moviera a merced de este movimiento. Trataba de dispersar mi mente, a pesar de que no servía de nada, ya que no era la primera vez que lo intentaba hacer.
Escuche de la nada una voz alzarse cosa que me hizo enarcar una ceja y mirar hacia mi alrededor. ¿Estaría alucinando? Me pregunte mentalmente. Ya que suponía que estábamos en una biblioteca, así que supuse que me lo había imaginado. Pensé en centrarme de nuevo en buscar los libros, pero la misma voz volvió a resonar, el cual estaba vez fue un grito, por lo cual no pude evitar saltar del susto. ¿Quien estaría levantando la voz de ese modo? Ahora supe que no me lo había imaginado. Era normal que se escuchara, si todo el mundo estaba totalmente callado y eso era lo único que resonaba por todo el lugar. Me pareció algo molesto, ya que había gente que no se podría concentrar en sus libros. Hasta yo no pude evitar el fruncir ligeramente el ceño. En ese instante se me ocurrió la idea de ir a buscar el culpable que hiciera que el silencio dejara de reinar, pero opte por tratar de seguir centrándome en la búsqueda que había empezado ya hace rato.
Roce con la yema de mi dedo índice, el pomo de un libro, leyendo la inscripción que tenía ahí escrito. —Los sueños de...— Antes de que pudiera acabar de leerlo, de repente un golpe resonó por toda la biblioteca, haciendo de que mirara hacia mi alrededor, apartando la mano de ahí. ¿Seria de nuevo la persona que pego gritos antes? No sabía que estaba pasando para que sucediera eso, pero sabía que para que alguien actuara así, estaría pasando algún problema o quizás realmente no era algo de mi incumbencia, así que trataría de no meterme en problemas, no quería dar mala imagen o así. Por ello, ya no se por cuanta vez, trate de centrarme en lo mío. Realmente hoy estaba haciendo un gran esfuerzo en no distraerme, cosa que era extraño, ya que muchas veces o la mayoría de los días para mi eran tranquilos o no pasaba nada fuera de lo normal.
Suspire profundamente, tratando de buscar el libro que perdí por culpa de la persona que estaba armando tanto alboroto. Aunque antes de que siguiera, de la nada sentí algo recorrer mi espalda, por lo cual ahogue un chillido cuando ese algo se metió por el cuello de mi vestido. Por suerte, pude ver una cola, por lo que supuse de que era un animal o eso esperaba. En tal caso de que no hubiera visto eso, seguramente me hubiera puesto a ''bailar'' como si no hubiera un mañana solo para tratar de sacarme de encima lo que fuese lo que se había adentrado en mis ropajes, aunque realmente me sentía nerviosa por ello, así que pensé en mirarme, aunque antes de que pudiese hacer esto, de la nada escuche a una señora hablar, por lo cual me voltee un poco y vi a dos personas, olvidando por unos instantes que tenía un problema entre ropas.
Pude ver a una señora mayor, sujetar una regla larga y esta comenzó a regañar al pelirojo sin piedad alguna. Gracias a eso, supe de que él era el culpable del alboroto reciente, ante esto no pude evitar fruncir el ceño. ¿Acaso pensaba de que podía ignorar las reglas del lugar como si nada? Me estaría riendo de él al ver su reacción, pero trate de guardar modales. El chico se había cruzado de brazos, pareciendo así como si no le hubiera gustado el sermón de la señora o eso pensaba yo al ver como se puso. Al final esa señora se fue, dando un ultimátum al chico, el cual solo desvió la mirada o más bien, me miro a mi con el ceño fruncido. Lo cual me hizo reaccionar para que yo frunciera el mío aun más. Hasta tuve que levantar un poco la mirada, ya que era más alto que yo.
La mente de repente se me quedo en blanco. —¿Aah..?— Es lo único que pude decir ante lo que me había dicho. Por paso, había dicho gato. ¿No? Esta bien, entonces lo que se había metido entre mis ropas era su gato, pero... ¡¡Me había dicho enana!! ¿¡Quién diablos se creía él para faltar el respeto así!? ¡¡Si no lo conocía de nada!! Sentí como la vena de mi sien se hinchaba. Sonreí de una forma exageradamente forzada. —Se-sera mejor que te disculpes ante esa falta de respeto.— Dije tratando de sonar tranquila, tratando de recordar una y otra vez las clases de modales que recibí de mi asistente, aunque sentía todas las ganas de mandar todo al diablo y lanzar los dos libros que encontré en su cara. Hasta había ignorando el echo de que había dicho lo de su gato. ¿¡Cómo se atrevía a decirme enana ese idiota!? Trate de aguantar, aunque me conocía y sabía que a la próxima ya trataría de arrancarle la cabeza. Después de todo, era propensa a molestarme muy fácilmente, aunque era la primera vez que de la nada me soltaban algo así un total desconocido.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Para continuar, James le echó una pequeña mirada desinteresada desde sus orbes azules, dando muy poca atención a lo que hiciera la pelirrosa. – Vamos Ocelot, suficientes juegos para ti – Musitó el semidragón, dirigiéndose claramente al felino que tenía como mascota. Con sus brazos cruzados, James se dejaba ver orgulloso, con el ceño levemente fruncido, aún algo molesto con el anaranjado felino por sus últimas actitudes, que le habían hecho llevarse un sermón. Eso era lo que él creía, aunque la mayor parte del sermón había sido con respecto a sus gritos.
Ante el pedido del joven semidragón, el felino se movió entre las ropas de la muchacha, para salir nuevamente por el cuello de esta, y desde aquella posición dar un salto hacia el hombro del pelirrojo. James no pudo evitar sonreír, elevando un tanto su ego ante la situación, pues el felino acababa de reconocer su orden como un superior, o al menos así lo interpretaba el pelirrojo. Con la sonrisa orgullosa en su rostro, el exnoble se descruzó de brazos y guardó las manos en los bolsillos de su pantalón, para con soberbia echarle una mirada al felino sobre su hombro. – Esa es la actitud que me gusta pequeño, dejemos bien en claro quién es más fuerte – Musitó el orgullos joven, con bastante aires soberbios, haciendo notar su increíble ego, y el extraño cariño con el que expresaba para con su mascota.
Sin embargo, claramente al felino le agrado aquel comentario, y dejó ver sus afiladas y entrenadas uñas en su pequeña pata derecha, y un corto instante realizó un corte a la mejilla del semidragón como venganza. El pelirrojo no pudo evitar pegar un pequeño salto ante el daño inesperado, poniéndose la mano sobre la mejilla derecha de su rostro, para tocarse la herida y sentir el ardor, al igual que la pequeña gota de sangre que le brotó de la herida. El pelirrojo gruñó un poco con el ceño fruncido mientras el felino hacía de las suyas y se volvía a ocultar entre las ropas del semidragón para estar caliente y cómodo. Jame estaba por soltarle un grito al felino, pero entonces recordó el sermón, y aunque hubiera prestado atención a las palabras que lo soltaron, quería evitar volver a ver el detestable rostro de aquella vieja.
Gruñendo entre dientes, el semidragón soltó un suspiro, para luego bajar su mano en cuanto la herida dejó de soltar aquel pequeño hilo de sangre. Utilizó sus propias ropas para limpiarse la macha del líquido rojo que le había quedado en la mano, y de paso aprovechó a sacudirse un poco de la tierra que siempre se le acumulaba sobre las ropas.
Ya un tanto más relajado, el pelirrojo notó que la pelirrosa aún seguía frente a él, y alzando un poco la ceja se mostró extrañado y algo molesto, pero continuando irrespetuoso, con soberbia y aires desinteresados hacia aquella muchacha pelirrosa. – ¿Que? ¿Aún sigues aquí? ¿Acaso espera un premio o te divierte verme? – Comentaba con total soltura, sin importarle una pequeñez lo que la muchacha pudiera pensar. Pues así era él, arisco y poco amigable, acostumbraba mostrarse duro y soltar burlas hacia el resto cada vez que tenía la oportunidad, sin mencionar, que alguien aparentemente tan débil como aquella muchacha no le generaba interés alguno, pues la única forma en la que el pelirrojo podía interesarse por otra persona, era si quería tener una batalla con esa misma.
De pronto echo a la joven una mirada con más atención, ahora notando las ropas de esta, aquel vestido claramente bien cuidado, que seguro había costado un dineral. Para proseguir estaba aquel oro con el que la muchacha era adornada, aquel broche, claramente todo lo que la joven desprendía eran aires de formar parte de una familia adinerada. Todo aquello lograba que el pelirrojo sintiera un desprecio inmediato hacia la niña, aparentemente una rica mimada, seguramente si la misma se hubiera mostrado como alguien fuerte o digno de altas fuerzas, la siguiente reacción del semidragón hubiera sido darle un golpe para probarle, pero ante lo frágil y aniñada que se veía solo podía sentir desprecio hacia la misma.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Sentí como la ira crecía dentro de mi, bajando un poco mi mirada, al hacer esto, el cabello de mi fleco oculto mis ojos un poco. Pensaba gritarle, pero cuando escuche que llamaba a alguien, me quede en silencio. ¿Ocelot? Supuse que se refería a su gato, ya que no había nadie más a nuestro alrededor. ¿Verdad? Ante esto no pude evitar mirar a mi alrededor de forma disimulada, sin saber si estaba mirándome o no. Cuando verifique de que no había nadie más, supuse de que entonces se refería a su mascota. Quería devolver mi mirada hacia el tal James, pero no me atrevía después de lo que había sucedido. ¿Cómo le respondería ahora? Me tome unos segundos para tomar algo de valor.
Antes de que dijera algo, de repente sentí algo en mi ropa, por lo cual ahogue un chillido, fijándome de que una cabezita anaranjada se había asomado por el cuello de mi vestido. Parpadee un par de veces con las mejillas suavemente rojas, observando al felino, el cual luego dio un salto hacia el hombro del chico. James había metido sus manos en los bolsillos de su pantalón. Cuando mire hacia arriba, pude ver la sonrisa del pelirojo y cuando escuche lo siguiente, no pude evitar fruncir el ceño demasiado, haciendo que el sonrojo que antes decoraba mi rostro, desapareciera. ¿Quién se creía que era este? No sé porque sentía que era alguien con mucho ego por lo que acababa de escuchar de él, cosa que me disgustaba de la gente, porque les hacía parecer de que se creían lo mejor.
Miraba de mala manera a James, como si tratara de atravesar a este con mi mirada, la cual se había afilado un poco. Aunque de repente este rostro cambio a uno de sorpresa al ver como el chico saltaba, tuve que omitir el echo de reírme ante esto, aunque por otro lado senti dolor por tal cosa, ya que seguramente le habría dolido mucho, pero él se lo había buscado por como le hablo a su propio gato. Escuche como gruñía el pelirojo, mientras que su gato se ocultaba esta vez en la ropa del chico. Pensé en acercarme y ayudarle, no sabía porque de la nada quise esto, si hacía un rato me había dicho enana, aunque cuando recordé esto, mi ceño volvió a fruncirse demasiado. De todas formas se lo había buscado, o al menos trataba de calmar a mi mente de que él no se merecía un gesto amable después de lo que había echo. ¿Verdad? Comencé a dudar de mi misma.
No supe porque, pero me había preocupado ese arañazo, ya que había derramado un pequeño hilo de sangre. Observé como se había limpiado y como luego se sacudió para quitarse algo de tierra. Espera. ¿Qué? ¿Acaso era un vagabundo o algo así? Me pregunte yo misma, ya que no era normal que una persona fuese tan sucia, cosa que me acababa de fijar en él, viendo tanto su ropa como zapatos desgastados. Aunque eso no quitaba el echo de que siguiera molesta con él por lo que hizo.
Realmente trataba de verle algún lado bueno al chico. Quizás actuaba así por el reciente sermón de la señora. Así que trate de relajarme y trate de hablar con él, pero cuando me devolvió la mirada y me hablo de la siguiente manera. No pude aguantar más, levante mi mirada, mostrando un rostro ''alegre'', sonriendo al chico de una forma extraña y luego de esto, fruncí el ceño y le mire de mala manera, sin poder evitar el lanzar ambos libros furiosa o al menos trataría de darle con estos en su cara o donde sea, con tal de darle sentía que me quedaba a gusto y acertara o no, tomaría más libros para lanzar más de estos al pelirojo llena de ira. —¡¡E-Eres un i-idiota!!— Le grite, olvidando donde estábamos. Aunque esto no me importaba nada, solo sentía ganas de darle con algún libro, como si esto fuese a aplacar mi ira.
Apreté los dientes entre sí para luego decirle. —¡¡En ningún momento te falte el respeto!!— Le volví a gritar, mientras trataba de seguir lanzando más libros al pelirojo, cosa que ni si quiera me estaba dando cuenta de lo que hacía. Porqué realmente tenía la mente nublada o más bien solo tenía en mente en golpear al chico. —¡Borde! ¡Feo! ¡Tonto!— Le insulte, sonando como una niña, ya que eran insultos tontos, hasta tenía las mejillas rojas de la ira. Aunque era un mecanismo de defensa el tratar de insultarle con lo primero que se me venía a la mente. No estaba dándome cuenta de como había reaccionado yo misma, ni si quiera lo estaba pensando, ya que realmente si ahora mismo me parara a pensar, me sentiría totalmente avergonzada el haber actuado de tal manera, después de todo, trataba de seguir los modales que me estaban inculcando desde hace años. Claramente para mostrar una imagen de algo que yo no era.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Aquellos insultos tan tontos no hacían ni una pizca de efecto en el pelirrojo, sin embargo, las actitudes de la niña por intentar golpearle hacían enojar al semidragón, a tal punto que el orgulloso ex noble comenzaba a tener ganas de golpearle el mismo. No había podido abrir la boca para contestar algo, pues la muchacha no para de lanzar esos libros, lo que generaba que el semidragón tuviera que concentrarse en esquivarle o golpearle para evitar llevarse un segundo golpe.
Finalmente, cuando notó que la contraria no tenía intención alguna de parar, el semidragón encendió el fuego de sus manos, amenazante, como si con eso pudiera asustar a la contraria para lograr que se quedara quieta. En su rostro, puso una mirada afiliada, como si en verdad pensara en golpearle, mientras continuaba esquivando aquellos gruesos libros lanzados desde las estanterías. Ya harto de todo eso, usó sus manos para tomar uno, y debido a las llamas que le rodeaban, el grueso libro de papel fue convertido en cenizas al ser consumido por las llamas del semidragón que rápidamente se apagaron tras esa acción. – ¡Detente de una vez niña mal criada!- Gritó el pelirrojo, como si las acciones de la contraria le hubieran llevado al límite de su paciencia, la cual en verdad no era demasiado extensa.
James aprovechó aquella interrupción por su parte para dar unos pasos al frente y acercarse a la muchacha, para tomarle de las muñecas y evitar que siga lanzando libros sin control. El ceño se fruncía con bastante furia en el poco amigable rostro del exnoble, y clavó sus orbes azules en el rostro de la muchacha sin mucho problema para musitar furioso. – ¡Ese golpe me ha dolido! – Gritó estando a corta distancia de la muchacha, pues poco más de un corto paso les separaba. Era cierto que le había dolito, incluso ahora sentía algo de dolor en el rostro por cómo le habían golpeado con el libro, mayormente en la nariz, pues era una zona sensible que comenzaba a doler con facilidad.
El semidragón se mostraba molesto, en verdad había logrado enojarse con la contraria. ¿Qué manera era esa de tratar a un cazarecompensas que solo estaba de paso en esa mugrosa biblioteca? Y además de gritarle e insultarle, la contraria le había golpeado con el libro. James se contenía las ganas de darle una paliza, quizás porque le veía como solo una niña, o tal vez lo hacía por estar dentro de la biblioteca, y para nada quería llevarse otro sermón que le arruinarle el día.
El semidragón soltó las muñecas de la muchacha, y se apartó de ella al estar seguro de que no iba a continuar con aquellos gritos y lanzando libros. El pelirrojo soltó un suspiro y se cruzó de brazos mirando a la muchacha, si ceño fruncido denotaba el mal humor que le estaba invadiendo, y comenzaba a juzgar con su mirada a la pelirrosa. Para aquellos momentos, el felino comenzaba a salir por de entre las ropas del semidragón para subir hasta su hombro, con la intención de ver que tanto sucedía. – Tsk, que más se podía esperar a alguien que desprende un aire tan caprichoso – Comentó el pelirrojo, apartándole la mirada, guardando nuevamente las manos en sus bolsillos mientras comenzaba a echar un vistazo a todo el desorden que la muchacha había generado en el lugar. Ciertamente el semidragón sentía cierto desprecio hacia la pelirrosa, quizás solo por la primera impresión de niña rica que había recibido por parte de esta, pero para estos momentos, ella no había hecho más que confirmar las ideas del semidragón debido a las reacciones que había tenido.
Nuevamente el semidragón puso sus orbes inquisitivos sobre sobre la pelirosa, pero ahora una sonrisa soberbia acompañaba aquel mirar. – Ja, como me voy a divertir cuando alguien vea todo el desastre que acabas de causar – Musitó James, riendo un poco, comenzando a mostrar unos aires despreocupados ante la situación. De pronto se le habían quitado las ganas de darle una paliza, sabiendo que quizás un regaño como el que había recibido anteriormente era mejor lección parar la muchacha que uno de los insultos sin sentido que solía soltar el semidragón cuando estaba enojado.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Mi mirada estaba clavada sobre él, aunque cuando iba a coger más libros, le daba una mirada rápida hacia la estantería para ver si había más y tirarles estos, olvidándome claramente donde me encontraba y a quien le pertenecía esos libros. Aunque realmente si hubiese sido por mi, le hubiera golpeado varias veces con mis manos, pero seguramente sería fruto de burla ante esto, ya que seria la reacción de una niña pequeña, aunque era lo único que realmente haría alguien como yo.
Realmente la mayoría de los libros que le lanzaba, los esquivaba como si nada, pero aun así no pensaba parar. Pensaba en lanzar de dos en dos los libros, quizás así resultaría más eficaz pero de seguro me alentaría más de lo que ya estaba y cuando pensé en hacer esto, me sorprendió al ver como tomo un libro que le había lanzado y quemo este como si nada, dejando solo las cenizas. Haciendo que mis ojos se abrieran de par en par al no esperarme tal cosa. ¿Le acababa de salir fuego de la mano? Eso quería decir que no era un chico normal, aun así eso no haría impedimento alguno para que siguiera con mi ''guerra'' de libros. Al principio me había asustado, pero... ¿Me había dicho niña malcriada? Eso hizo que no quisiera detenerme, así que pensaba reanudar mi lanzada de libros.
Antes de que pudiese hacer algo o mejor dicho, antes de que hiciera lo que tenía pensado. James se me había acercado para mi sorpresa y para sorprenderme aun más, él había tomado mis muñecas, consiguiendo así de que me detuviera. En ese instante mi rostro expresaba total sorpresa pero cuando trate de reaccionar, fruncí el ceño y levante mi mirada para verlo directamente, de ese modo pensaba enfrentarle con clavar mis ojos color fucshia con los azulados de él, cosa de la que me arrepentí. Su rostro parecía totalmente furioso y parecía más enojado que yo. ¿¡Porqué!? ¡¡Él había empezado con la falta de respeto!! Quien debería de estar de peor humor seria soy yo y no él. —¡T-tu te lo bus-buscaste!— Le conteste de vuelta sin pensarlo dos veces.
¿¡Cómo iba a parar después de eso!? Ese chico no tenía ningún tipo de modales. Vale, me hacia sentir mal la razón de haberle hecho daño con el libro, pero lo hacía sin pensar, ya que me deje controlar por la ira y además él había empezado. Tampoco era una malcriada, siempre trataba de ser respetuosa y seguir los modales que me habían inculcado, aparte de los que trato de aprender, ya que tenía que demostrar una imagen que no me pertenecía. Todo por el echo de no difamar mi familia o el cargo en el que estaba. ¿Acaso había reaccionado mal? No lo sabía, lo que había hecho, fue sin pensar, aunque por otro lado me había sentido más como yo misma.
Sentía que mi corazón latía rápido contra mi pecho por haberme alterado hace un rato, sin poder evitar apartar la mirada, ya que después de todo el que me miraran fijamente me hacía sentir algo nerviosa y a veces incomodidad o por ello siempre trataba de evitar mirar a alguien directamente. Pensaba decirle algo más o el tratar de zafarme de su agarre cuando recordé esto, ya que me resultaba extraño que alguien agarrase de mis muñecas, pero no hizo falta porque él me soltó y se aparto. No lo estaba mirando, así que no sabía que hacía, hasta que le mire de reojo, pudiendo ver a su gato llamado Ocelot en su hombro. Sentí unas ganas terribles de ir a abrazar al gato, pero no iba a moverme después de lo sucedido y menos por lo siguiente que escuche de él. Baje lentamente la mirada como anteriormente. ¿Había dicho de que desprendía un aire tan caprichoso? Si hubiera sido así, habría llamado a la gente que había conocido sin importarme que estuviesen ocupados y que vinieran aquí conmigo, en cambio no fue así. —Y tu...— Hice una pausa. —¿Qué sabes de mi vida para poder afirmar algo así...?— Estaba apretando mis manos, formando con estos puños, haciéndome algo de daño con mis propias uñas, tratando de contener mi ira de forma inútil. Ya que a pesar de ser de una familia de nobles, aun seguía sin creerme pertenecer a este, hasta siempre oprimía mis caprichos, sintiendo que no me merecía estos.
De repente sentí unas inmensas ganas de llorar, pues habían momentos en los que me enojaba, acababa llorando también, pero al escuchar las palabras de James, esto hizo que me paralizara y abriera de par en par los ojos. Acto seguido levante la mirada y mire todos los libros tirados por ahí, dándome cuenta de lo que había hecho. Gracias a eso me di cuenta de que había ignorado mis modales y lo peor de eso seria que si se enterasen de lo que había hecho mi asistente o parte de mi familia, se me caería la cara de vergüenza por haber faltado las leyes de la biblioteca. —¡No! ¡Noo! ¡Nooo!— Hubiera mirado de mala manera a James, pero lo que hice fue poner una cara de total agobio, que seguramente se vería graciosa para los ojos de los demás, ya que hasta tenía los ojos llorosos y me temblaban las manos.
No perdí ni un segundo más y corrí nerviosa a coger los libros, pasando al lado de James como si no estuviera ahí. Comencé a amontonar estos para poder llevarlo de vuelta a las estanterías, aunque la mayoría acababan cayéndose al suelo, haciendo que yo también me cayera junto a ellos. Las lagrimas caían por mis mejillas al imaginarme que podría ser una deshonra por una tontería así, que para ojos de otros quizás era bobo, pero para mi era importante el hecho de tratar de conseguir que no me ignorarán aun más de lo que ya hacían mi propia familia. No me iba a rendir, por eso me senté en el lugar y comencé a amontonar de nuevo los libros poco a poco desde donde estaba. Olvidando el hecho de que James podría seguir ahí.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
¿De verdad estaba sintiendo pena? James no se lo creía, y un ceño fruncido se formaba en su cara. En aquellos momentos, el felino se bajó del hombro de pelirrojo, quizás sintiendo también pena por la pequeña, tanto así, que caminó orgullos con su cola en alto hacia donde la pelirrosa, y con la confianza de quien se conoce de toda la vida, comenzó a frotar su peluda mejilla contra una de las piernas de la muchacha. Buscaba llamar la atención de la misma, quizás para que olvide aquello, y pudiera notar que no era tan grave como para derramar lágrimas.
Cuando el orgulloso semidragón vio a su gato realizar aquello, entonces se dio cuenta que no sentía pena, tenía un pequeño enojo hacia su propia persona por haber causado eso, pero ese enojo rápidamente se desvió hacía el felino y hacia la contraria que lloraba por tal estupidez a los ojos de pelirrojo. James, desbordando bastante furia en sus mirar, puso su vista sobre la muchacha, y resoplando caminó hacia donde ella. Sin poder comprender completamente por que se enojaba, solo se pudo limitar a decir las primeras cosas que se la pasaban por la mente, y cuando uno tiene el orgullo tan grande, nunca se te pasa nada buen por la mente. – ¡No era para que llores así!- Alzó la voz para comenzar llamando su atención, buscando que la pelirosa pusiera su atención sobre él y lo que decía. – A penas si son unos libros viejos – Agregó cruzándose de brazos, mostrando una postura bastante protestona, al par que su ceño fruncido aumentaba. – ¿Qué clase de persona llora por estas cosas? Si como mucho hubieras recibido un pequeño sermón de la anciana – Continuó, obviamente sin esperar una respuesta, solo exponía sus puntos, esperando que la contraria escuchar y aceptara darle la razón, cosa que en su vida nunca le había pasado, pero siempre se creía que pasaría.
Cualquier otra persona podría haber sentido verdadera pena, y podría haber aceptado la misma, agachándose para recoger los libros junto a la contraria, pero James era todo lo contrario, si alguna vez lograba sentir pena, no iba a demostrarlo, y posiblemente alimentara su propio ego en un intento de olvidar que estaba sintiendo algo tan estúpido como pena o compasión.
- Ya deja de ser tan tonta y levántate – Agregó James, muy seguro de sus palabras, como quien cree que le es imposible equivocarse, pues aquel pelirrojo desbordaba de confianza siempre que lo necesitase. - ¿En serio crees que haces algo bien llorando por algo que acabas de hacer tú misma? – Seguía comentando, con la confianza de quien le cuestionara cosas a un hermano de toda la vida. Aquel semidragón, no tenía pelos en la lengua si tenía que decir algo, y mucho menos con alguien que no le generaba un mínimo de respeto. Y si había algo que le generar un nulo respeto, era ver a alguien llorar, pues el derramamiento de lágrimas no era más que una muestra de debilidad a los ojos del semidragón. Ese tipo de llanto, o expresión de las penas, no eran más que actos que debían evitarse a toda costa, pues la tristeza, le miedo, la pena, la compasión, u otros sentimientos de ese tipo, eran una total muestra de debilidad. – ¿En serio no te da nada de vergüenza mostrarte así de débil en mitad de una biblioteca?- Preguntó, quizás en una pregunta demasiado inquisidora, con poco tacto, y aunque James no buscara causar más daño a la pelirosa, tampoco era alguien que supiera comunicarse, o no equivocarse cuando lo hacía.
Aún sin esperar una respuesta, el pelirrojo cruzado de brazos, se volteó dándole la espalda a la muchacha, soltando un suspiro que se asemejaba más al bufeo de un animal enojado. – No creí que la clase alta tocara el suelo de esa forma – Afirmó, terminado por fin todas sus quejas. Y si, James podía reconocerlo, o al menos lo suponía, esa muchacha tenía el aroma de los nobles, quizás por algún caro perfume que hubiera usado esa mañana, quizás por algún costos producto para el cutis o el cabello, o simplemente porque sus ropas estaban hechas de una costosa tela, solo adquirible para verdaderos adinerados, una tela que no se degradaba como las otras y que en todo momento se veía reluciente y ostentaba un aroma perfecto. Todo aquello, hacía al joven pelirrojo asquearse, y quizás inconscientemente era eso lo que le impulsaba a dar un mal trato hacia la pelirrosa. Sin embargo, su mente no era capaz de asimilarlo de esa forma, y aunque lo hiciera, con aquel ego tan subido, iba a ser incapaz de admitirlo, o al menos exteriorizarlo. Por aquello, James terminó callado dando la espalda a la muchacha, habiendo terminado de soltar todo lo que tenía guardado.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Cuando coloque otro libro sobre otro, sentí de repente algo con pelos en una de mis piernas, por lo cual me alerte y dirigí rápidamente la mirada hacia donde sentí esto. Era Ocelot, el gato anaranjado de James. Al verle hacer eso, sentí las inmensas ganas de abrazarlo como si se tratara de un peluche, pero quizás eso podría molestarle, así que preferí levantar una de mis manos, mientras la acercaba lentamente sobre la cabeza del gatito, acariciando con mucho tacto esta, esperando que no se molestara o me arañara como le había hecho con James. Aunque realmente me había extrañado que se me hubiera acercado.
Notaba como mi labio inferior temblaba a veces. Olvide por unos segundos el hecho del porque lloraba o que hacía ahí mientras acariciaba el pelaje de Ocletot, después de todo, parecía que lograba el hecho de que no pensara, hasta que sentí que James se me acercaba y me hablaba de mala manera otra vez. ¿¡Cómo que no era para que llorara así!? Obviamente no le dirigí la mirada. Vale, él no sabía el porque de mi llanto, evidentemente no eran por los libros, sino por la que me podría caer al ser una noble y haber tratado los libros de tal manera, porque después de todo, un noble tiene mucha clase y no cometía ese tipo de fallos. ¿No? Tampoco tenía derecho de maltratar estos, después de todo, no eran míos y otra gente seguramente les interesarían alguno de los libros que estaban desparramados por el suelo. —¡Si-si no sa-sabes porque es! ¡De-dejame!— Sentí como me temblaba la voz cuando le dije eso, por lo cual desvié la mirada, tratando de limpiar mis lagrimas rápidamente con ambas manos, como si mi vida dependiera de ello. Estaba demostrando mi lado débil a alguien que desconocida totalmente, cosa que prefería solo hacerlo en la intimidad de mi cuarto, sin que nadie más pudiera verme llorar y no podía dejar verme de tal modo, después de todo, tenía que demostrar dureza. Aunque recordaba varios sucesos en los que no pude evitar llorar públicamente sin querer.
Ahogue un sollozo mientras aun seguía limpiando mis lagrimas, empapando mis manos de estas. No entendía porque seguía ahí, pero tampoco tenía ganas de preguntarle, así que solo trate de concentrarme en contener mis lagrimas, quedándome inmóvil en el lugar. ¿Me estaría viendo patética? No hacía falta ni preguntarlo, pero es que no podía evitarlo. Todos los días me esforzaba mucho, aun sabiendo que aunque avanzara al menos un poco, no iban a dignarse a mirarme al menos de soslayo.
Cerré los ojos, tratando de tranquilizarme y pensando en acariciar a Ocelot, pero escuche las palabras de James. Me taladro mentalmente el que me llamara tonta, por lo cual baje la mirada lentamente, dejando que los flecos de mi cabello fucshia ocultara mis ojos. Era cierto que era mi culpa, tenía razón, después de todo yo le lance los libros, cosa que debería de haber evitado, pero él me provoco que le empezara a lanzar estos, ni si quiera pensé lo que hacía, solo quería defenderme ante la manera en que me había hablado el pelirojo o más bien actué por puro impulso. Luego cuando escuche lo siguiente, no pude evitar apretar ligeramente mis manos hasta formar con estos puños, sintiendo como un nudo en mi garganta se formaba y al abrir los ojos vi como las lagrimas caían sobre los puños de mis manos. ¡Claro que me daba vergüenza! Por el hecho de que estaría mancillando la reputación de mi apellido o hasta el cargo que tenía. ¿Cómo no me iba a sentir de tal modo? Tenía una reputación que guardar, por algo siempre trataba de hacerme la fuerte o portar cierta forma que no me pertenecía de alguien solitaria o dura. Cosa que había tratado de hacer en muchas ocasiones por como me habían enseñado.
Estaba comenzando a hacerme daño con mis uñas, las cuales estaban clavándose con algo de fuerza en las palmas de mis manos, pero lo siguiente que escuche de él, me dejo totalmente en blanco por unos segundos, haciendo que moviera ligeramente la cabeza hacia un lado. ¿Acaso sabía que era de la nobleza? Ante esto sentí como mi pecho se oprimía. Entonces si que estaba difamando a mi propio apellido, en un arrebato no pude evitar gritar diciéndole. —¡Cállate!— Tome algo de aire para continuar sin dejarle intervenir. —¡Tu no sabes nada tonto!— Le dije molesta, levantándome de repente, sin importarme lo demás, olvidando por unos segundos los libros y clavando mi mirada de forma afilada a James, el cual me estaba dando la espalda y me acerque a él, dando varios golpes con mis puños cerrados en su espalda. Aunque seguramente ni le llegaría a doler, pues parecían golpes para dar un masaje o de una niña pequeña. —¡Yo soy alguien muy fuerte!— Exclame entre lagrimas, sin parar de darle golpes en la espalda. —¡No me conoces de nada feo!— Al cabo de un rato los golpes fueron siendo más débiles por el cansancio de tanto golpeteo. —Tu no sabes nada...— Susurre, repitiendo de nuevo lo mismo que hace un rato, sin poder parar las lagrimas.
Realmente yo no me creía alguien tan fuerte, por eso todos los días daba todo de mi en los entrenamientos de esgrima en mi casa. Por eso siempre trataba de hacer lo que podía, ya que quería ayudar a los demás y no sentirme una inútil. En verdad no sabía porque estaba actuando de esa manera, si tenía que mostrar otro tipo de porte.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
En un principio le molestaba que intentara golpearle de esa forma ¿Quién se creía? Dudaba que la misma en verdad estuviera dispuesta a golpearle sabiendo que eso significaría una batalla. Ciertamente a su orgullo no le gustaba para nada recibir los golpes de una noble, mucho menos de una que lloraba tan frágilmente. Pero el que la niña llorara entre sus enojos, le hacía pensar que solo era una niña caprichosa, y por lo mismo comenzaba a dudar si de verdad estaba bien haberle soltado las cosas que dijo. Ciertamente no estaba dando la respuesta que se esperaba, él quería que la misma cortara con el llanto y dejara de enojarse, pero cuando su orgullo iba en mitad de las cosas era difícil entender las intenciones del semidragón. Contrariamente, cuando los golpes comenzaron a ceder, los enojos y molestias de pelirrojo también, notaba como los mismos pedían fuerza, y por un se le pasó la idea de que la muchacha se desplomaría, pero al verle mejor notó como esta aun no paraba de soltar lágrimas.
James se molestó nuevamente, de un momento a otro ¿Se había molestado por la niña ya no le golpeaba? No, pero le molestaba que la misma no tuviera vergüenza en mostrarse así, derramando lágrimas, completamente enojada o sin una pizca de orgullo por su persona. El semidragón soltó un gruñido por lo bajo, y dio un paso al frente la luego voltear a verle. En aquellos momentos, Ocelot subí por la espalda de James para posarse en el hombro del pelirrojo. A diferencia de su dueño, el pequeño felino si tenía algo de compasión y no le estaba agradando ver a la pelirrosa derramar tanto llanto. – Pues no estás demostrando ser alguien fuerte – Musitó el semidragón, arqueando una ceja con la mirada clava en la pelirrosa, y los brazos cruzados. Realmente James no sabía porque le nacían esas actitudes, de momentos tenía ganas de quemar toda la biblioteca por los enojos que le daba, pero en otros instantes sentía la necesidad de solo darle un golpe a ella para que parara de llorar. Sin embargo, todo se resumía a que no le agradaban las actitudes que la contraria portaba.
James se afirmó al suelo, y con eso frunció su ceño. – ¡De donde yo vengo, los fuertes no lloran así!- Afirmó el cazarecompensas hacia la contraria. – ¿Cómo dices ser fuerte si te pones a llorar por estas cosas? ¡Tal vez no sepa nada de ti, pero en estos pocos momentos no me has demostrado para nada ser fuerte! Lo único que pude ver ha sido una niña llorona, débil, y que no se aguantaría un pequeño sermón por haber dejado caer unos libros – Agregó el pelirrojo, elevando el tono de su voz. Ya era bastante, ambos estaban soltando gritos, seguro en poco alguien les expulsaría de la biblioteca si no se calmaba. Pero aparentemente, ni al semidragón ni a la muchacha parecía importarles, o simplemente no lo tenían en mente al momento de discutir tan abiertamente.
Ocelot por su parte, se mantenía en el hombro del pelirrojo, pero para nada apoyaba sus afirmaciones, el pequeño felino miraba a la muchacha un tanto más compasivo, esperando para poder recibir más tiernas caricias de la misma, en cuanto los dos terminaran de pelea.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Comencé a cansarme de estar dando golpes al pelirojo, no porque se me hubiera pasado la ira, ni porque me hubiera aburrido, si no porque realmente me había cansado. Mis manos se habían apoyado por unos segundos en la espalda de él mientras estaban cerradas, pero luego se fueron resbalando lentamente hasta que estás quedaron colgando, siendo ocultadas mis manos gracias a las mangas de mi vestido, aun estando cerradas en forma de puño mis manos. Sentí mis brazos cansados de tanto mover estas, aunque era extraño si cuando me entrenaba era lo que más usaba por la esgrima, pero quizás había gastado ya mucha energía con haber lanzado los libros antes. No pude evitar suspirar profundamente, mientras bajaba lentamente la mirada, haciendo que de nuevo el fleco de mi cabello fucshia ocultara un poco mis ojos, sin dejar de derramar lagrimas, las cuales parecían no querer cesar. Pensé una y otra vez que me estaba comportando como una llorona, pero es que no podía evitar llorar, aunque realmente no quería que me viera ese chico que parecía un vagabundo, ya que parecía saber de que yo pertenecía de la nobleza, aunque aun no sabía como lo supo, pero le reste importancia el hecho de saber como lo supo, lo importante era es que parecía saberlo.
A veces se escapaban más sollozos que antes, los cuales trataba de acallar pero no lo podía evitar. Es como si toda la amargura o lo que trataba de oprimir a veces de hace años o cosas recientes, saliera sin control alguno, aunque como siempre iba a decir, no era nada raro en mi el hecho de estar llorando. Pensaba cerrar los ojos para tratar de dejar de llorar pero me tomo por sorpresa que James se volteara de la nada, ya que pensé que me seguiría dando la espalda, así que levante enseguida mi mirada, viendo a este. También como Ocelot se le había subido al hombro otra vez, a lo que me hizo recordar que aun quería darle abrazos y más caricias, después de todo, los gatos me volvían loca, puesto que era mi animal favorito de todo Spirit Soul. Después de escuchar hablar de nuevo al pelirojo, sus palabras hicieron que de nuevo la ira aumentara y le mirara de mala manera al contrario. —¡Lo soy! ¡Qué no lo de-demuestre no qui-quita ese hecho! ¡No pu-puedes su-subestimar a al-alguien sin saber bien de es-esta!— Realmente yo siempre trataba de ser fuerte en muchas situaciones, tanto emocionalmente para aparentar de que estaba bien, aunque muchas veces terminaba llorando, como físicamente. En esto ultimo sabía que me faltaba mucho, por ello siempre entrenaba todos los días.
Quería volver a lanzarme a darle golpes o coger los libros del suelo y lanzar estos contra su cara, obviamente teniendo cuidado de que Ocelot no sufriera las consecuencias pero al ver como fruncía de nuevo su ceño y comenzaba a hablarme. Me dejo inmóvil en mi sitio por ello, volviendo a bajar un poco la mirada otra vez. —¡Tu!...— Me calle por unos instantes rápidamente, teniendo un poco la mente en blanco. Hasta que no lo pude evitar más y moví mi cabeza ligeramente a modo de negación, haciendo que mi cabello siguiera el movimiento. —¡¡¡¡Solo no quiero que mi familia me ignore por esto!!!!— Le grite con todo mi ser, como si mi vida dependiera en decir esas palabras, hasta había cerrado los ojos en ese instante con demasiada fuerza.
Mis manos seguían cerradas, mientras apretaba los dientes entre sí. Cuando me di cuenta de lo que había dicho, abrí de par en par los ojos, sin dejar de llorar en ningún momento. En esos instantes, no quería quedarme al lado de James. Ahora era el momento en el que necesitaba huir y esconderme hasta que se me pasara las palabras que solté, ya que me quedaría pensando un buen rato sobre mi familia, cosa que ya era casi siempre o siempre habitual en mi, por ello trataría de huir. Así que pensé en apresurarme a dar pasos, pero me detuve nada más dar unos cuantos, pensando que quizás culparían al vagabundo pelirojo por todos los libros que estaban tirados en el suelo, así que me quede. La indecisión estaba ahí. ¿Ser ignorada por la familia? O ¿Dejar que le echaran la culpa a James? Evidentemente hubiera elegido la segunda sin pensarlo dos veces por lo que había pasado, pero él no había sido el que había lanzado los libros, así que por ello opte en darle la espalda a James y alejarme por completo de su lado, no queriendo que me viera más llorar.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
Comenzaba a enojarse, producto de la minúscula empatía que comenzaba a sentir, molesto con su persona debido a que más de una vez se había jurado y asegurado que la compasión no acompañaría en su ser, ni mucho menos iba a mostrarse débil frente a alguien, sin importar quien fuese. Después de todo, la razón por la que había comenzado sus viajes era para demostrar a los nobles Von Freecss Sinclair que era fuerte, y cuando la gente le reconociera como el mejor guerrero de este mundo, iba a poder volver hasta su pueblo con el mentón en alto para demostrarle a quienes no habían creído en él, todo lo que podía lograr. Sin embargo, el camino que el pelirrojo había escogido, parecía ser un camino sin fin, y aunque nunca por su mente pasara la idea de rendirse, sabía que era dura la meta que había elegido.
Las lágrima de la contraria eran ciertamente algo que le impedía tomar total seriedad al asunto, de alguna forma se sentía como si estuviera discutiendo con una niña pequeña de preescolar, aunque bien se notaba que la joven noble tenía algo más de edad que eso. Ella se volteó y se alejó un poco dando la espalda al semidragón, cosa que hizo al mismo enojar de cierta forma, le estaba ignorando, y eso nunca le había gustado. James frunció el ceño, y apretó un poco sus dientes para soltar un leve gruñido molesto, esto logró que Ocelot se oacultara entre sus ropas. Le costaba un poco dar con las palabras que quería usar, aún estaba un tanto desacomodado mentalmente, y sus ideas iban un poco tumbado, por lo que le joven muchacha había logrado lo que pocos: dejar al semidragón sin palabras.
De pronto, tras la espalda del pelirrojo se oyó aquella voz fina y temblorosa, chillona y completamente irritante. Un leve escalofrió subió por la espalda del semidragón cuando sintió un pequeño golpecito en su espalda con la punta de aquella regla, mientras las palabras eran pronunciadas. – ¿Otra vez haciendo escandalo?- Consultó la viejita bibliotecaria, aquella mujer de piel anciana arrugada y descuidada, con voz temblorosa, pero sumamente asegurando de que ella era la autoridad de la biblioteca. James se volteó sin dudarlo, mostrando una sonrisa soberbia hacia la anciana, pues después de todo, esta vez ella estaba equivocada. Con aires de superioridad, y cierta tranquilidad, pues estaba seguro de estar fuera de problemas. – Pues no, ahora ha sido la pelirrosa quien arma escandalo – Aseguró James, sin problemas en demostrar que la culpa era de la muchacha. Sin embargo, la ancianita frunció el ceño y le echó una leve mirada a la muchacha para luego volver su ceño aún más fruncido hacia el joven pelirrojo. – ¡No me mientas! Es tu horrible voz la que he escuchado – Aseguró la anciana, apretando con fuerza la regla y estirando la misma hacia el rostro del semidragón, como si con aquella amenazara intentando intimidar al pelirrojo. James comenzaba a hervir de furia, aquella anciana no le creía, cosa que obligó al pelirrojo a fruncir el ceño rompiendo con su propia tranquilidad, para mostrarse bastante enojado. - ¿Pero qué estás diciendo? ¡Yo si he gritado! Pero porque ella ha tirado todos los libros – Afirmó el pelirrojo, con bastante enojo, señalando los libros que aún estaban en el suelo. La anciana, echó una mirada a los libros, y con un poco de cuidado se sobó barbilla como si dudara un poco. Finalmente volvió su mirar hacia el pelirrojo y afirmó la regla amenazante hacia el pelirrojo. – ¡No me mientas he dicho! No me voy a creer que una señorita tan adorable como ella haría algo como esto, claramente fuiste tú pelirrojo, sin vergüenza, ahora junta los libros y deja de gritar y molestar a la joven tan bonita – Musitaba la anciana, completamente segura de sus afirmaciones, sin dar lugar a que el pelirrojo pusiera peros, o le interrumpiera, dándole una clara orden, que el semidragón no estaba dispuesto a cumplir.
El pelirrojo fruncía su ceño y con bastante enojo llevó su mirada hacia la pelirrosa, colocando las manos en los bolsillos de su pantalón bastante resignado. - ¡Oye! ¡Dile lo que pasó! ¡Cómo me lanzaste todos los libros!- Exigía el ex noble, apretando los dientes con enojo, mientras su mirada molesta amenazaba a la pelirrosa con bastante fervor.
James no se esperaba aquello, creía que sería mas fácil hacer que la anciana se enojara con la pelirrosa, pero aparentemente la muchacha tenía demasiada buena imagen para que la gente crea que hiciera aquellas cosas. Pues lo cierto era que James tampoco se había esperado que le lanzara los libros, a el le había tomado por sorpresa, y si momentos atrás alguien le asegurara que la muchacha haría una cosa así no le hubiera creído. Por lo que después de todo, no era tan descabellado que la anciana se negara a creer las palabras agresivas de un pelirrojo vestido como vagabundo, que para nada representaba alguna garantía de decir la verdad.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
¿James se habría ido? Pensé para mi misma, sin moverme ni un cm del lugar. Sinceramente la mente se me quedaba en blanco a ratos y en otros momentos me seguía preguntando si seguía ahí. ¿Por qué tanto quería saberlo? Quizás si sabía que no estaba ahí, podía recoger los libros tranquilamente, mientras lloro, en cambio si seguía ahí, no me atrevía a moverme, sentía mi cuerpo inmóvil, como si este no me hiciese caso por esos instantes, aunque debí de suponer que era por la sencilla razón de lo que le había dicho y ahora no sabía como actuar. Después de todo, yo no andaba diciendo así como si nada de como me sentía en mi familia o ese tipo de cosas sobre esta. Aunque era evidente de que habían casos diferentes y siempre dependía con quien te topabas, después de todo, nunca se sabe que hechos pueden ocurrir.
Mi vista se había posado sobre donde estaba mirando, dándome cuenta que es lo que había en frente mía y era una pared. No me había fijado ni si quiera cuando le había dado la espalda al chico, pero es que mi mente estaba completamente nublada para pensar bien que hacía y por ello ni si quiera me había fijado. Obviamente solo quería huir por un cierto tiempo de su mirada, solo por el hecho de haber dicho algo sobre mi familia o mejor dicho, no sabía como enfrentarlo directamente después de decir tales palabras. Después de todo, no pensaba que se me escaparía tal cosa. Por la sencilla razón de que en ciertas ocasiones en las que he estado en frente de algunas personas, de las cuales actualmente aprecio la mayoría de ellas. Nunca se me había escapado el decir tal cosa.
Pensé entonces en mirar de reojo para saber si James seguía ahí, pero antes de que pudiese hacer algo, escuche la voz de la señora de antes. Esto hizo que me paralizara en el lugar, sintiendo como mi corazón se aceleraba aun más contra mi pecho. Mis ojos seguían inundados y ni si quiera pude evitar el hecho de agarrar mi vestido con algo de fuerza, arrugando este un poco. ¿Cómo la iba a enfrentar ahora? Sentí hasta como mi respiración se aceleraba por el miedo. Lo peor que me hizo sentir fue como James decía tales palabras, pero tenía razón, seguramente era mi culpa, porque si yo le hubiera entregado a Ocelot sin decir nada más, quizás no hubiera pasado todo eso, aunque realmente él me altero al faltar el respeto hacia mi persona cuando yo nunca le había hecho nada. Pensé que la bibliotecaria vendría a echarme una regañina, por eso no me moví del lugar y me mantuve cabizbaja en el lugar, pero para mi sorpresa, pareció no creer a James, cosa que me hizo arquear una ceja incrédula. Por una parte sentí unas ganas de reír mientras lloraba cuando había escuchado decir ''Es tu horrible voz'', pero omití el hecho de hacerlo, aunque eso me había calmado un poco al menos, aunque esto se había ido al traste cuando James le recalcaba a la señora eso, cosa que hizo que de nuevo sintiera esa presión dentro de mi. Cerré inconscientemente los ojos, esperando de nuevo la regañina, pero para mi sorpresa de nuevo no llego, en cambio lo que escuche, debería de tomarlo bien pero esto me hizo sentir más mal que bien. ¿Por qué? Me hacía sentir como si realmente fuera a decepcionar aun más a mi familia, ya que eso no debería de esperarse de una noble como yo o al menos trataba de que no pasara algo así conmigo para no manchar más el apellido que portaba y esto hiciese que quedara más en el olvido. ¿Debía de intervenir? O ¿Quedarme callada? Realmente parecía ser que la bibliotecaria no creía finalmente a James, así que esto me hacia sentir en parte culpable porque no era toda la culpa de él, puede que en parte si fuese su culpa pero no toda, así que no me parecía correcto el hecho de que él se llevara la bronca de todo esto, yo fui quien había lanzado los libros y yo también pegue gritos, aunque igualmente recalcaba de nuevo que eso fue porque él me había faltado el respeto.
En todo el rato me había mantenido en silencio, al menos también mis sollozos se habían parado, aunque mi rostro seguía empapado, pero las lagrimas habían parado un poco su caída. Me asusto el tiempo en el que se quedaron callados pero cuando escuche que el tonto aquel me decía tal cosa, suspire de forma profunda, tragando grueso. Al menos parecía ser que había ignorado mis palabras anteriores, a lo que ya no sabía como sentirme sinceramente. Entonces abrí los ojos, me voltee lentamente teniendo el rostro seguramente feo de tantas lagrimas a la par de roja, pero no mire a ninguno de los dos, mantuve mi mirada hacia otro punto y teniendo esta levemente gacha para que no pudieran verme o ese era el intento. —Ti-tiene razón, yo le lancé los libros.— Le dije, tratando de no sonar temblorosa. Obviamente no le iba a mentir, por ello le dije la verdad. —Yo...— Sentí un nudo en mi garganta, sintiendo miedo, porque no paraba de imaginarme que pasaría al llegar a casa. —Tam-también pegue gritos...— Quería llorar de nuevo.
No había parado de agarrar con fuerza mi vestido, como si esto pudiera ser útil para calmar como mi corazón se oprimía, más el nudo que se estaba haciendo en mi garganta. —Lo siento...— Dije avergonzada, volviendo a sentir como mis lagrimas volvían a caer, aunque obviamente mire hacia otro lado antes de que esto pasara, no quería que me vieran. —Re-recogeré y pondré to-todo a su sitio y... y pagaré si se destrozo al-alguno...— Aunque no sabría como pagarlo, porque no me había traído el dinero que me ganaba como capitana. Igual no esperaba que me perdonase, pero tampoco esperé a que me dijera algo, sin más comencé a moverme cabizbaja, haciendo una pequeña reverencia a la señora sin mirarla directamente y me acerque a los libros, poniéndome de cuclillas para coger uno a uno y acumularlos, tratando de tener cuidado ahora.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
A diferencia del poco humanitario semidragón, la bibliotecaria si le miraba con algo de lástima. Una mirada manchada de cariño, como la de una abuela que observaba a su nieto arrepentido por algún error. Claramente el añejo y arrugado corazón de la anciana se sintió algo dolido al ver las reacciones de la pelirrosa. La que antes se mostraba como una estricta mujer con el semidragón, ahora parecía ablandarse. Se notaba en los ojos de la anciana, era incapaz de enojarse con la pelirrosa si se mostraba tan arrepentida, la joven no se merecía un regaño ni nada parecido. El rostro tan arrugado de la señora mostró una expresión compasiva, como si dejara de lado cierta formalidad, para sentirse una persona y actuar como tal.
Mientras James continuaba regocijado en su victoria observando con anhelo como la pelirrosa cabizbaja se dignaba a recoger los libros, la anciana hacía todo lo contrario. Tras soltar un suspiro, se acercó lentamente a la joven noble, para con cierta compasión y cariño colocar su anciana mano sobre la espalda de la pelirrosa. – Tranquila, no es para tanto, si todos los libros están bien no es necesario que llores – Musitó de manera comprensiva aquella anciana, mientras alzaba su mano para realizaba una cariñosa caricia sobre los cabellos fuchsias de la joven.
El semidragón quedó estupefacto al ver aquello, sus orbes azules se posaron enojados ante ambas féminas al ver aquello. Le molestaba como habían cambiado las actitudes de la anciana. El pelirrojo apretó los dientes y gruñó un poco, perdiendo toda sensación de gozo que había obtenido al ver a las acciones de la pelirosa. Sin embargo, antes de que James pudiera decir algo, la anciana se apartó de la noble y se encaminó hacia el semidragón. Las expresiones de la añejada mujer, nuevamente se volvieron estrictas y rectas mientras observaba con algo de enojo al cazarecompensas. Estiró la regla hacia el joven exnoble, amenazándole así con la misma. – No creas que me olvido de ti, ayuda a la señorita con los libros ¡Se un poco caballero! – Anunciaba la anciana, provocando que el semidragón arquera su ceja sin lograr comprender completamente todo lo que le decían. James apretó los dientes, y un tanto resignado apartó la mirada, para cruzarse de brazos y dar la espalda a la anciana. La mujer, algo enojada, dio unos golpecitos en la espalda del semidragón con aquella regla. - ¡Que le ayudes! Sé un poco más generoso ¡Encima de que le haces enojar no le ayudas ni un poco! – Seguí la anciana con sus quejas, alzando la voz al punto justo, aunque aquello fuera una biblioteca.
Estaba claro que no iba a aceptar peros, por lo que cuando James se negó a responder algo, se dio la espalda y se marchó, dejando en aquellos dos la tarea de recoger los libros. El pelirrojo se negaba a hacer algo como eso aun cuando la anciana se había retirado. Pero a diferencia de él, el felino era más compasivo, pues escapó de la ropas para rápidamente dirigirse donde la pelirosa y soltar algunas ronroneos con cariño. Al semidragón no le costaba deducir la situación, Ocelot no iba a querer irse, y no se marcharía sin el felino, por lo que en él quedaba la obligación de ayudar a la aparente noble. Sin embargo, en los interiores de aquel orgulloso exnoble una pregunta se formaba. ¿Cómo hacer aquello sin rebajar su orgullo? Era difícil, aparentemente no había forma, pero claro, James iba a continuar con sus actitudes de tipo duro y orgullos todo lo que fuese necesario.
- Haré esto solo para poder irme lo más rápido que pueda – Afirmó el semidragón, sin dar tiempo a otro cosa. Y tras tener eso dicho, se acercó a los libros del suelo, para comenzar a juntarlos de mala gana y con el ceño fruncido. Dejando bastante claro, que no hacía aquello por gusto. A James no le costaba juntar los libros, le era fácil acumular de a 5 sobre sus brazos y luego cargarlos hasta las repisas donde les acomodaba sin mucha dificultad. Aunque se negaba a mirar a la muchacha, pues conectar miradas con ella sería impropio de su orgullo, sobretodo porque creía que la pelirrosa podía soltar algún comentario molesto, por el cual terminaría quemando nuevos libros.
Re: Todo tiene un límite. [James Adamska]
¿La señora se habría ido? ¿Y James? No lo sabía por el hecho de que les daba la espalda o más bien porque no quería que me vieran. Después de todo, trataba de mantener mi mirada sobre los libros y no en ellos. De igual modo, no tenía mucho interés de que vieran más lagrimas de mi, como ya había pensado. ¿Por qué James me habría tratado así? Quizás le habría ofendido y por eso me ataco de tal manera nada más verme, pero trataba de recordar si había dicho algo malo pero nada venía a mi mente. Lo que si venía a mi mente es que el me había faltado el respeto nada más verme y yo trate de guardar las formas a pesar de ello. Aun así, seguía pensando de que quizás si que había sido mi culpa por una parte, porque después de todo, quizás hice un gesto que le incómodo o algo.
Cuando sentí una mano en mi espalda, casi pego un salto en el sitio, sintiendo como mi corazón latía rápido contra mi pecho. Enseguida me calme cuando escuche las palabras de la señora. Esto hizo que quisiera derramar más lagrimas aun, sintiendo como mis manos temblaban. ¿Realmente había escuchado bien? Eso me hizo sentir aliviada, porque si tuviera que pagar todo eso, tendría que avisar a mi familia y seria algo más peor, pero de igual modo me conocía y sabía que le diría todo esto a mi asistente y este seguramente informaría de mi metedura de pata, haciendo que me centrara aun más en mis modales para corregir tales actos. Aunque era comprensible, porque después de todo tenía que mantener la imagen de mi familia. Luego sentí como me daba una caricia en mi cabello, haciéndome sentir esto algo más calmada. Después de todo recibir tales gestos hacia mi persona, eran extraño para mi y a la vez preciosos.
Realmente yo creía que si fuese necesario pagarlo, lo haría por el simple hecho de que sabía que lo que hice estaba mal y porque había más gente que seguramente leería precisamente estos libros. Aunque ahora que me quedaba pensando, me hizo sentir bien al ver como la ancianita era una persona amable, a pesar de que había parecido ser una persona estricta por como había tratado a James, aunque era como había dicho al principio. Todos debían de tener bondad en su corazón, así que no descartaba la idea de que ese bobo tuviera un poco tanto de bondad en su corazón. —Mu-muchas gra-gracias y en verdad lo siento...— Es lo que apenas se me ocurrió decir a la señora con al voz llorosa. Pensaba de que se iba a ir la señora, pero cuando la escuche decir lo que le decía a James, me tomo por sorpresa. Esto hizo que arqueara una ceja y abriera los ojos un poco más de lo normal. Él no había tirado los libros, sino yo, así que esto me parecía que quien merecía recogerlos era yo y no él. Descartando el hecho de que fue porque el me molesto con sus palabras y hizo que quisiera golpearlo hasta que me quedara tranquila o eso sentía en ese instante por sus palabras que me resultaban dolorosos o molestos. Igual al escuchar como volvió a insistir de que me ayudara, me tomo aun más por sorpresa, porque parecía ser de que de verdad supo de que me hizo molestar, aunque era evidente si la señora ya le había visto actuar de antes o quizás tenía una muy mala impresión de ese chico.
Escuche como se retiraba la señora al sentir sus pisadas lejanas, aunque no escuche nada por parte del pelirojo y eso me dejo pensando. ¿Qué estaría haciendo? O ¿Qué se le estaría pasando por la mente? Aunque deje de pensar esto cuando sentí un ronroneo a mi lado. Esto hizo que mi mente se quedara en blanco y mire del lado que provino. Cuando vi a Ocelot, me quede observando este unos segundos y deje los libros lentamente en el suelo, para así girarme un poco y acariciar con una de mis manos su cabezita peluda, mientras sonreía tiernamente ante el gato. Si no se oponía, le tomaría en brazos y lo abrazaría con mucha delicadeza, mientras derramaba lagrimas. En cambio si veía que ponía resistencia, me conformaría en darle caricias por su cabeza, tras sus orejitas y por sobre su espalda. Sinceramente me hacía sentir bien Ocelot, ya que era la segunda vez que se me acercaba y sentía estar de momento algo aliviada.
Quería parar de llorar, pero por otro lado quería seguir llorando como si no hubiera un mañana. Si Ocelot se hubiera dejado abrazar, le abrazaría con más intensidad, pero sin hacerle daño obviamente. Luego me quede pensando de nuevo en James, pues no sabía de nuevo que estaría haciendo, puesto que hacía rato que no lo escuchaba y esto me estaba poniendo nerviosa, pero a la vez prefería que no dijera nada por lo de hace rato. Al final me tomo de improvisto cuando le escuche hablar, aunque lo que más me sorprendió fue lo que dijo. En el fondo me hizo sentir feliz de que me ayudara, porque esto no era problema suya. Así que le mire de reojo, esperando de que no se cruzaran nuestras miradas, aunque al mirar, me sorprendió al ver como cargaba con cinco libros en una sola mano y eso que estos libros pesaban lo suyo la gran mayoría. Dejaría entonces a Ocelot en el suelo si este se hubiera dejado abrazar y me limpiaría las lagrimas con el dorso de mi muñeca, quedando las marcas de estas en mis mejillas, pues las tenía empapadas. Después cogería los libros que había dejado anteriormente con ambas manos y me levantaría del lugar lentamente. Cuando vi a James de reojo donde ponía los libros, solo pase por su lado y dije. —Gra-gracias...— Rápidamente me aleje de él y fui a colocar los libros, aunque la mitad se me cayeron y solo pude colocar unos pocos, pero luego me agache nerviosa para recogerlos y me levante para dejarlos en su sitio.
Tome una gran bocanada de aire, sin saber que pensar o decir realmente.
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