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[Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

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Privado [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Sáb Ene 09, 2016 11:27 am

Los afilados ojos del pelinegro, acechaban con atención en aquellas figuras oscuras que la capital dejaba en aquellas zonas donde la luz era obstaculizada. Por aquel entonces, el nombre de los novarums era de conocimiento público, habiéndose adentrado en los hogares más humildes como una banal conversación y en las estelas más altas como un asunto urgente del cual encargarse. Pues ni siquiera aquella bestia inmensa había sido capaz de hundir la isla que ahora era conocida como revolution city. Claramente, el ejército revolucionario había ganado los dos últimos movimientos, pero la partida aún no había terminado. El ambiente en aquella ciudad flotante de la que provenían se había notado tenso, aquellas personas ajenas a los ideales revolucionarios habían optado por marcharse a zonas más seguras, temiendo que aquella se convirtiese nuevamente en una zona de conflicto donde pudieran perecer bajo el fuego cruzado.  Aquellas, eran las razones por las cuales el revolucionario se mantenía totalmente alerta, después de todo, el y su bellísima esposa caminaban sobre el suelo enemigo con la cara totalmente descubierta. Era claro que ambos confiaban totalmente en sus propias habilidades, si así no fuera, no se arriesgarían a perder la vida en aquel lugar.

De cualquier manera, en esta ocasión ellos no se encontraban en Spatium bajo ningún tipo de misión revolucionaria, ni siquiera buscaban hacerse de más poder ni obtener información sobre las fuerzas del lugar, las cuales eran considerables pues habían aumentado su poder recientemente. Los amantes se encontraban allí por temas muchísimo más personales, sin embargo, esto no se podría cumplir hasta escuchar el sonido de la doceava campanada. Aún faltaban tres horas para ello. Por lo que en aquel instante ambos se encontraban caminando tranquilamente hacia cierto bar que ambos ya habían conocido en otra ocasión.

-¿Nerviosa? –Inquirió el demonio con cierto brillo maléfico en su mirada, que siempre poseía tiempo para ver a la menor pasar por dificultades y aún más, por temores. –No sería extraño sabiendo a quien iremos a ver –Musitó el mayor mientras colocaba uno de sus gitanes entre sus labios y lo encendía con su mechero plateado y brillante.

Era claro que seguramente a la menor no le entusiasmaría en demasía hacer una nueva visita hacia aquel lugar, Astaroth tampoco sería bien recibido allí pero debía aclarar ciertos temas con el demonio que decía ser su padre, y además de eso, pensaba encontrar nuevos reclutas en su lucha por la revolución. Sin embargo, dirigirse al averno y navegar entre sus círculos sería algo realmente peligroso incluso para un demonio de sangre pura que ha vivido allí tantos siglos. Pues no importaba que había sido en su momento, Astaroth era por aquellos momentos únicamente un intruso en tierra ajena, uno que incumplía las condiciones de su condena por segunda vez. Nadie podría saber como reaccionaría el vengativo Lucifer a aquello. Aunque a Astaroth aquello le daba completamente igual, jamás había respetado al rey demonio y jamás lo haría. El no era la clase de ser que adorara a alguien mas que a si mismo, y eso continuaría así por toda la eternidad, sin importar cuantas veces viviera, el jamás aceptaría a alguien como superior a si mismo.

De cualquier manera, el revolucionario no estaba preocupado, caminaba tranquilamente junto a su esposa acompañado por un pequeño ser formado completamente de sombras que se veía completamente famélico. Sin embargo, había sido un regalo de su esposa, por lo que al igual que a su cruz, la llevaba con tranquilidad junto a él todo el tiempo. Claramente, a pesar de que esta criatura tenía una mentalidad de niño pequeño al ser aún muy joven, poseía una crueldad inmensa que Astaroth sabía admirar. Al igual que a todo aquello que le rodeaba, pensaba moldearlo a gusto y placer propio.

Finalmente, la pareja arribó en la novena campanada al bar ya conocido, por lo que Astaroth entró tranquilamente y tras dejar a su pequeña mascota fuera observando todo desde las sombras, se acercó a la mesa más próxima a una ventana que daba al callejón pintado de forma un tanto interesante. La pintura constaba de una mujer desnuda y encadenada, la cual mostraba signos de haber sido torturada e incluso violada, podía verse con claridad la gran calidad anatómica del dibujo en los músculos y los órganos expuestos. Debajo solo estaba escrita la frase “Nuestra libertad”, a Takumi le agradó el mural, no estaba allí la última vez.

-¿Deseas cenar algo preciosa? Aún faltan un par de horas para marcharnos. –En aquel momento el dueño del lugar se acercó vestido de bartender mientras secaba un par de vasos con un paño limpio. – Un Whisky, con dos hielos y para mi esposa… -dejó aquella frase inconclusa, para que su hermosa mujer la continuara según lo viera conveniente.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Isela A. Ichinose Dom Ene 10, 2016 12:21 am

No había como negarlo, por más que ella siempre tratara de mantenerse tranquila, era una lucha constante de nervios. Claro, con el paso del tiempo Isela se había mimetizado completamente a él, solo bastaron algunas fuertes experiencias como para terminar de moldear su carácter y era porque simplemente ella no podía vivir sin Takumi, optó por un camino de espinas con tal de seguirle, y lejos de desear que el dolor se detuviera, comenzó a disfrutarlo…a encontrar en él un gozo único. Tal vez estaba tan enferma o sin retorno como para que los demás no pudieran comprender su sentir…Pero más allá de las constantes infidelidades del duque infernal, sabía que en ciertas ocasiones lo tenía únicamente para ella, sin mencionar que cada vez que debían pelear por sus ideales, ambos poseían el mismo fuego en la mirada, ese frenesí por cumplir el único objetivo en común acorde a sus cargos, estaban unidos en mente y corazón. Takumi era un hombre que inspiraba respeto tanto en el mundo “humano” como en el mismo infierno, era ciertamente un honor poder contar siquiera con una mirada de él…al menos, así resultaba en el mundo demoniaco en el que se había desarrollado la joven. Un duque como él, codiciado por verdaderas demonizas de sangre pura o linaje excelso…había terminado uniendo su destino a una hibrida, que si bien una parte conformaba parte demoniaca, la otra era tan repudiada por esos seres en gran medida.

En el trayecto, Isela le correspondía con dulces sonrisas e incluso cómplices miradas, pero obviamente sin perder ese constante estado de alerta por si algo llegaba a ocurrir. Después de todo, su deber era protegerlo de cualquier posible amenaza, a costa de su propia vida. Primero era su subordinada, la que siempre atendía a sus órdenes, y después su esposa, la que obviamente lo amaba de manera intensa, profunda, retorcida. –Nerviosa no es la palabra correcta. Más bien sería…a punto de entrar en pánico- Afirmó en un filoso susurro, confesándole aquello con total sinceridad, convencida de que aquel hombre era el único ser que sabía los miedos de ella, si, sus miedos, sus deseos, sus sentimientos, sus locuras e incluso el modo preciso de cómo controlarla cuando todo se salía de control. –Pero claramente no es una opción quedarme en casa o no acompañarte, no me lo perdonaría- Admitió al final, aproximando cuidadosamente los labios para depositar un cuidadoso beso sobre el brazo derecho del mayor antes de que ingresaran a aquel bar tan conocido.

-Un White Russian, no tengo apetito- Murmuró siempre en ese tono de voz cortés pero asertivo, tanto para el mozo como para su esposo, aprovecho a deslizar la mano izquierda sobre la mesa para atrapar los dedos del contrario una vez que estuvieron a solas, apenas rozándolos en alguna que otra lenta caricia, siendo que en esa misma mano se lucia aquella alianza de casamiento que en su interior poseía el nombre de ambos grabado. También tenía puesto aquel dije que le fue regalado a los dos meses de haberse casado, el triángulo pequeño con las iniciales de ambos y la leyenda en su reverso; “You are my special piece”. –A más de uno no le hará gracia verme pisar aquel sitio. Puede que lo mismo ocurra contigo, pero tú eres un demonio, tanto en alto mando como poder. No puedes culparme por sentirme verdaderamente temerosa- Esbozó a nueva cuenta otra sonrisa cariñosa, comprensiva, para finalmente encogerse de hombros. –Pero…”Juntos tanto en la Tierra como en el Infierno”, ¿no?. Algo así recitaba la promesa de cuando nos casamos-

Dirigió alguna que otra mirada al cuadro que para muchos podía resultar pavoroso. Sin embargo, a la fémina nada le ocasionaba, por ende, podríamos asegurar que había disfrutado cada vez que aquel revolucionario la tomó por la fuerza o dañó su cuerpo, tanto en encuentros sexuales como no, cada vez que la sometió a cualquier capricho carnal, o cada vez que la expuso indirectamente a sufrimientos de distinta índole. Oh si, Astaroth la había hecho totalmente adicta al dolor que solo él podía causarle, ella se deleitaba cada vez que sentía su cuerpo desfallecer debajo del ajeno, cada vez en la que se sentía cada vez más suya que nada quedaba fuera del conocimiento del pelinegro. ¿Qué importaba entonces iniciar la travesía por el infierno?, podía tolerar el desprecio de otros demonios, incluso los intentos de asesinato tanto de su medio hermano mayor como padre o las torturas más originales, pero lo único que no podía soportar…era estar lejos del único ser que amaba en el mundo.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Dom Ene 10, 2016 12:40 pm

El revolucionario de cabellos negros observó al dueño del lugar alejarse hacia la barra, le siguió con los ojos por mera costumbre pues el muchacho solía estar alerta en todo momento, nada escapaba a sus ojos. Por otro lado, sus oídos eran completamente de la fémina y no perdía un segundo de la conversación, pues claramente había aprendido a disfrutar la compañía de aquella hibrida, de su esposa, su mano derecha, su espada, su escudo, su arma definitiva.

-No me extraña que pierdas el apetito… -Musitó Astaroth a la menor con tranquilidad mientras tomaba su vaso y lo llevaba hacia sus labios dando un leve sorbo a su bebida.

-Sobre todo cuando uno sabe que debe rondar por aquellos valles oscuros. Aunque claramente preferiría que te quedaras en casa en esta ocasión, debido al interés de cierto demonio sobre ti. –El demonio dejó escapar una pequeña risa, nada bueno podría llegar de aquello.

–Pero incluso si te ordenara quedarte ¿serviría de algo? Dudo que me hicieras caso, eres libre después de todo. –Afirmó el duque infernal clavando sus dominantes y dictatoriales ojos sobre los ajenos, penetrando el alma de la fémina con la mirada.

–Has crecido mucho desde la primera vez que te vi ¿Qué piensas de ello? ¿En algún momento anhelas regresar al equipo de los “buenos”? –Musitó el ser oscuro de forma quizás sarcástica como era común en él.

-Es cierto, tampoco querrán de verme a mí allí. Siendo sincero, puede que esta travesía sea incluso peor que arcadia o el castillo del viejo… No hay que confundirse, el viejo es poderoso, pero Lucifer y Adramelech a diferencia del decrepito tienen asuntos importantes con nosotros. La única razón por la que no hemos sido atacados es porque los planos materiales nos separan, pero cuando crucemos esos planos… Las cosas serán muy diferentes. –Afirmó el revolucionario observando los rasgos ajenos, buscando una muestra de miedo en el ser ajeno.

–Supongo que papá deberá entender que su pequeña ya no le pertenece… -Afirmó el revolucionario dando otro sorbo a su vaso para finalmente encender uno de sus Gitanes y dar una larga pitada al mismo. –De cualquier forma, aún faltan dos para las 12 campanadas.  

La respuesta de la fémina y su referencia al casamiento le hizo soltar una mueca casi divertida al recordar aquello, ciertamente el únicamente se había casado para adueñarse de la menor. El no creía en ningún tipo de atadura ni cadenas, cada instante que pasaba con ella lo hacía porque él así lo decidía. Nadie podría obligarle a nada jamás, porque por simple derecho propio él era el más grande demonio que hubiera existido, cada segundo de su presencia era un regalo de su parte.

-Supongo que si, aunque no estoy demasiado seguro de si te acompañaría al cielo querida. Siempre me han incomodado los coros celestiales, los lamentos del averno me resultan mas… Acogedores. –Afirmó el revolucionario alzando una ceja mientras dejaba escapar una gran bocanada de humo.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Isela A. Ichinose Dom Ene 10, 2016 9:59 pm

No pudo evitar esbozar una ínfima sonrisa ante las palabras del mayor, y él bien la conocía, detrás de esa mirada tan profunda e impasible…había temor, como seguramente aquel líder de la revolución sabia ya a la perfección. –Inútil es mentirte. Claro que tengo miedo, pero…¿sabes?.  No podía permitir bajo ningún aspecto que vayas allí solo, no te subestimo, sin embargo te cuido porque eres lo más importante para mí- Definió sin ningún tipo de problema, en lo que apoyaba aquellos delicados labios sobre el borde del vaso, bebiendo un poco e incluso disfrutando como el líquido atravesaba su garganta, invadiendo los propios sentidos de la muchacha por un corto periodo de tiempo. Le pareció curiosa la pregunta del contrario, sin embargo, no por eso dejó de observarle con la misma seriedad equivalente que requería el asunto propiamente a tratar. –Jamás he deseado retornar al otro bando, nunca sentí la vocación de proteger un reino o a sus regentes. Como Adramelech me posicionó ahí por simple placer, jamás desarrollé el mismo sentimiento que si despertó la revolución. Te seré sincera, cuando me casé contigo y deserté, simplemente lo hice por seguirte, poco me importaba tu tan afamada revolución. Pero…después te conocí bien, conocí tu historia, experimente todo tipo de sufrimiento tanto en el castillo como Arcadia y todo ese dolor se impregno en mí, avocándome por completo a lo que soy ahora. Gracias a ti. No quiero ser libre, quiero ser tuya-

Alzó apenas el mentón, manteniendo ese porte tan elegante como distinguido, seductor a su modo cual dictadora que era completamente ajena a las leyes mundanas, a las que muchos se ataban. –Te aseguro que soy tu pieza más fiel, pero jamás dejaría que te expongas solo, con gusto intercambiaría mi vida por la tuya, únicamente para poder darte una última oportunidad de que cumplas la meta de todos nosotros. Eres un gran hombre, Astaroth, el peso que llevas en tu espalda sin dudas es monstruoso, por eso te admiro y por eso comprenderás que incluso en la batalla final, no importa que tan difíciles se tornen las cosas. No me iré, no retrocederé, me quedaré hasta el mismo final a tu lado- Claramente sabia a la perfección a qué clase de peligros se exponían esa noche, donde en el mundo de los demonios no obtendrían protección alguna, no al menos como lo harían en el planeta. Había sido demasiado cautelosa, planificado todo como si esa noche…ella no fuera a regresar. Tan así de serio se tomaba el asunto, que había impedido que su fiel amado Hades la acompañara, se negaba rotundamente, prefiriendo entonces dejarlo a buen resguardo.

-Dime una cosa. Cuando cumplimos dos meses te prometí que me fortalecería para que pudieras sentir que escogiste bien al verme, al ponerme como segunda al mando…¿Realmente me he fortalecido siquiera un poco?. Lo que nos espera ahí abajo es completamente ajeno a los ojos mundanos, pero así como siempre te he sido fiel en todo sentido, quisiera que tuvieras algo en cuenta. Si algo sale mal, si hay que elegir, si todo se torna como no esperamos…tú tienes que salir de allí como sea, con o sin mí- No mentía, no vacilaba ni tampoco era un acto estúpido. Quedarse en el infierno sin dudas era la sentencia de muerte para cualquiera, incluso ante el aplastante odio que pudiera sentir Adramelech por su propia hija, quien a fin de cuentas terminó revelándose, engañándolo o traicionándolo, justamente a él. –No acepto un no como respuesta; en todo caso, me tocará esperar a tu próximo regreso- Tan segura como tranquila, confiaba en que si ella debía quedarse, en algún punto de la eternidad…él iría por ella. Siglos, eones, milenios…no importaba, Isela siempre esperaría pacientemente por ver aquellos orbes plateados una vez más, buscándola entre la multitud.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Mar Mar 22, 2016 11:18 pm

Los ojos del revolucionario recorrieron aquella habitación con cuidado mientras escuchaba a su esposa, sus palabras eran interesantes y el juego de aquellos labios moviéndose le provocaba cierta electricidad en la nucase concentraba únicamente en la voz de la menor, mientras de fondo sonaba en los parlantes del bar “Like a stone” de alguna banda desconocida de la cuidad. No cantaban nada mal, aunque la música no era algo que realmente interesara al Duque Infernal.

-Entiendo, lo importante es que sepas que eres libre de elegir, si eliges ser mía también está bien. Después de todo, pienso usarte en todos los sentidos de la palabra –musitó el descarado hombre de 300 años, que no sentía ni una pizca de pudor en su cuerpo a la hora de decir las verdades más dolorosas. Aunque claramente, su esposa estaba acostumbrada a ello.

Por su parte el revolucionario alzó la vista y se recostó sobre el respaldar de su asiento, cruzando sus piernas mientras escrutaba con la mirada a la menor de ojos violáceos.

-Hmm… Me sabe mal –Sentenció el demonio. –Ciertamente, si alguna vez necesito un escudo serás la primera (Y única) a la que acudiría. Pero no me agrada valerme de ese tipo de jugarretas para enfrentar a mis enemigos. Incluso aunque este sea un ser superior a los dioses… Un ser capaz de amedrentar a los demonios, a Lucifer, a Adramelech… Incluso a gobierna a Arcángeles y dioses de todas las religiones… -Una mueca satisfactoria se mostró en sus labios mientras hacía una seña con la mano pidiendo una nueva bebida. –Lo haré pedazos, borraré su existencia de los libros e historia y quemaré sus tierras. –Afirmó seriamente, no mentía ni bromeaba, jamás. –Pero comprendo que deberá ser un ascenso gradual. Hasta no hace mucho tiempo ambos éramos muchísimo más débiles, y el ascenso hasta el poder será tortuoso y doloroso. Pero incluso si deben arrancar cada celula de mi cuerpo con tal de obtener la espada que corte su cabeza, lo haré… -El whisky llegó y el camarero se retiró rápidamente, Astaroth no dio las gracias, jamás las daba. –En cuanto a ti, eres mi pieza mas preciada… Eres mi “Espada de damocles”, pendiendo sobre la cabeza del viejo…  Si mueres, sería realmente un desperdicio… Así que no mueras Idiota, eres mía y no e permito morir. -Aseguró severamente Astaroth, bebiendo con tranquilidad para finalmente consultar su reloj. En la amena conversación había pasado ya bastante tiempo.

-Debemos irnos –afirmó sacando tres billetes de su bolsillo y dejándolos sobre la mesa para finalmente ponerse de pie junto a la menor. Le ofreció su brazo para que esta lo tome y comenzó a caminar hacia la calle.

-Esta vez será un poco más difícil nuestra travesía –Soltó en mitad del camino. -Nuestra puerta trasera fue bloqueada, puedo imaginar por quien… Deberemos hacer la ruta normal, mediante un conjuro. –Afirmó Astaroth mirándole a los ojos fijamente –Necesitaremos tu sangre. –Aseguró luego mientras tanto el cómo su esposa caminaban bajo la luz de la luna que hacía resplandecer aquellas pálidas pieles.

-Por cierto, en el bar me hiciste una pregunta que no respondí... Debo afirmar que ahora eres muchisimo mas fuerte que cuando te conocí, no eres una carga en absoluto para mi y actuas como segunda al mando de manera excepcional. -No mentía ni la adulaba, Astaroth jamas adulaba a nadie mas que a si mismo. -Pero no es suficiente... Debes superar estos limites actuales. Aunque eso signifique romperlos... Romperte, una vez mas o dos, o cien... Es así como tu y yo nos hacemos fuertes Isela, no conocemos otra forma de renacer que la de asesinar nuestro antiguo yo. -Finalizó para quedar en silencio, mientras buscaba sus cigarrillos en sus bolsillos.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Isela A. Ichinose Jue Mar 24, 2016 1:34 am

¿Cómo podía tener apetito al saber dónde irían en breves?. Descartado. Sobre ese asunto, Isela siempre intentaba no pensar, o quizás hasta se pusiera a la defensiva porque ella no tenía poder alguno en el infierno o al menos eso creía…Su medio hermano una vez supo decirle que cuando ella alcanzara el punto más álgido de su capacidad sería capaz de hacer temblar los círculos del infierno gracias a su propia hibrides, pero lejísimos estaba de ello. Se notaba en su semblante o en el nulo brillo de su mirar que se encontraba completamente opacado, las palabras de su padre la moldearon durante años bajo el yugo de que jamás sería considerada como tal en el averno…Eso fue cambiando, en el año y medio que llevaban casados, el revolucionario fue cambiando poco a poco la mentalidad de Isela, quizás sin proponérselo, quizás viendo hasta donde podía llegar esta en medio de su obstinación…lo que ocurriese primero.

No dudó en tomarle del brazo ni bien salieron del local y lo primero que llamó poderosamente su atención fue el brillo de la luna, esta se veía perfecta, solitaria, pero no por eso menos imponente…allí tan distante en altura como posiblemente lo podía ser aquel astro que era la fuente de los deseos para más de uno. Suspiró ligeramente a medida que iban atravesando las oscuras calles, sin temor a que algún tipo de peligro pudiese acecharlos o dañarlos…Ella mantenía la mirada en el frente, ocultando cientos de pensamientos o mejor dicho, no expresándolos mientras el frio mecía con cuidado sus cabellos. Aun se notó temblorosa, no por la baja temperatura pero si por el miedo que estaba experimentando…No estaba frente a sus revolucionarios donde debía mantener cierto tipo de imagen, estaba frente a la persona que la conocía en esas cuestiones, por lo que no se sentía mal a la hora de expresar cuanto le atormentaba aquello.

-No ha sido fácil estar a tu lado, elegirte o seguirte. Y lo sé…no es necesario que lo digas, tú me diste más libertad de elegir que cualquier otra persona en el mundo. Me he dado cuenta que cada paso que he dado, acertado u errado, ha sido para seguirte, para ser ante tus ojos única- Murmuró la jovencita orgullosa con cierto recelo, después de todo e internamente deseaba con todas sus fuerzas lograr ganarse el respeto del mayor, el “cariño” que este pudiera ofrecerle. –No te confundas, no son celos. Pero tampoco es momento para decirte exactamente lo que pasa por mi mente cuando ni yo misma lo sé, Takumi- Sonrió ligeramente con ese nerviosismo a flor de piel, observándole de reojo antes de desviar a nueva cuenta la mirada. –Soy consciente de ello, todavía nos queda demasiado camino por delante pero, algo dentro de mi dice que tu perseverancia te llevará lejos…Más de lo que cualquiera pudiese siquiera imaginar, tienes la capacidad para lograr lo que te propongas-

Asintió con cuidado al recordar las últimas palabras de su líder, optando entonces por morderse el labio inferior con un poco de fuerza por simple maña o hasta capricho, replanteándose tantas cosas a la vez que hasta por segundos solo terminó agobiada…más de lo que se sentía por traspasar la única barrera que la protegía de Adramelech…Oh vaya, por primera vez estaba demostrando sincero miedo ante el mayor y aunque que quisiera parecía que no podía controlarse, por lo que repentinamente detuvo su andar, soltando por inercia el brazo del demonio…¿Qué ocurría?, estaba al borde de las lágrimas, con esas mejillas sonrojadas, apretando las piernas y pareciendo una chiquilla asustada en todo el sentido de la palabra como nunca antes se había expuesto ante nadie. –No puedo, no puedo, no puedo. Tengo miedo, una parte de mi quiere hacerlo pero siento que el cuerpo no me responde como debería- Afirmó a duras penas, observando hacia su derecha entre algún que otro gimoteo bajo al mismo tiempo que quitaba algún que otro resquicio de lágrimas con el dorso de la mano derecha.
Isela A. Ichinose
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Jue Mar 24, 2016 1:33 pm

El duque infernal alzó una ceja al encontrar la caja de cigarrillos dentro del bolsillo de su chaqueta, tomó con cuidado uno de sus Gitanes y lo colocó entre sus labios con cuidado mientras continuaba escuchando a su esposa.

-No estoy seguro de poseer tal capacidad, pero para mí las cosas son claras. La revolución… O la muerte. No hay otro camino frente a mí. Es todo… -Afirmó el demonio mientras utilizaba su mechero para encender la punta de aquel cilindro.

Finalmente el revolucionario continuó caminando con tranquilidad, en la calle solo se escuchaban los pasos de ambos resonando en los rincones más oscuros. Por aquel entonces, la menor soltó el brazo del líder revolucionario dejando escapar el inmenso miedo que sentía. Ichinose lo sabía, podía leer sus pensamientos después de todo. Aunque claramente no hizo falta, ambos se conocían de una manera que ninguna otra persona podría.  Podían leerse mutuamente como a una hoja de papel. El revolucionario de ojos plateados, profundos y filosos se volteó y se acercó a ella. Se quitó su chaqueta y la colocó sobre los hombros de la menor para finalmente abrazarla por un largo trecho, varios minutos pasaron así hasta que finalmente sintió que la menor se calmaba y se separó de ella un instante.

-Tranquila, estás conmigo, ahora eres mía y nadie puede quitarte eso ¿lo entiendes? –Musitó aquel hombre con un aire de superioridad y autoridad en su rostro inmutable. –Bien, antes de entrar al averno, me aseguraré de romper cualquier lazo que poseas con otro demonio. –Sentenció el azabache alejándose unos centímetros.  No le agradaba en demasía lo que estaba a punto de hacer, pero Astaroth era demasiado astuto como para dejar que su ego le venciera. Aquel demonio claramente jugaba las cartas según su conveniencia. Si utilizar a Lucifer y hacerle creer que era su ciervo le serviría para hacer caer a sus enemigos. Nada lo detendría en hacerlo, por que finalmente, la cabeza del rey de los demonios también debía ser cortada. En aquel momento, Astaroth sacó de su pantalón una cuchilla antigua y filosa. Abrió la palma de su mano y extendió su brazo, haciendo un corte un tanto profundo que dejó derramar un hilo de sangre hacia el suelo. Se agachó y utilizó su dedo índice pare crear un círculo infernal.  Finalmente se puso de pie y con su mano sobre el círculo comenzó a recitar en un perfecto y marcado dialecto infernal.

- Ante luciferum praepotenti veritatis venire. Sed quid ego a meipso facere et naturam daemonum. Dominus fortis excellentiam, tela retusa, spathis Dei. Protector daemonum offeram tibi protectionem. Lux hominum spem Domine libertatis. Et dicunt: Dæmonium sacro vinculo uniuntur, ut nos nunc, et semper, et uxorem meam Astaroth Takumi Ichinose Isela Astartea Adramelech.
Cum immisi spiritum meum fundatur, per omnia sæcula sæculorum. Lucifer audit verba unionis munera gratiarum.
Et verba mea vota placuisse sigillum aeternum testamentum. Adramelech Isela Ichinose, ad te remitto diis placet. Ut omittamus. Renuncio sacramentorum benedictionibus. Feodum suum mandata. Renuntiatio ecclesiarum sacerdotes ministri. Omne sanctum ac sacrum profanetur Abrenuntio. Beneficium non ex vobis omne donum Abrenuntio. Abrenuntio bona facienda sunt daemones inter deos. Huic conjunctione dabit homo commutationem pro anima nostra in aeternum. Mea causa autem complecti. Amplectere dilectionem vestram tuum, et odio.


Traducción:

Tras recitar aquellas palabras, el muchacho de ojos plateados realizó un pequeño corte en su dedo índice y dejó caer una gota de sangre sobre el círculo infernal. Para luego observar a su esposa y acercarse a ella por detrás. Tomó la mano ajena y la colocó sobre el círculo, haciendo la misma incisión en la yema de su dedo dejando caer una gota de sangre sobre el circulo que rápidamente comenzó a quemarse.

-Repite la oración, y conviértete en mi esposa frente al rey de los demonios. Renunciando a la herencia de tu padre en el infierno, para tomar mi apellido, mi tutela, mi protección. Conviértete en una mujer  de mi casta y que cualquier ofensa hecha a ti en el infierno sea una ofensa al rey de los demonios. –Musitó Astaroth en un leve y seductor susurro sobre el oído de la fémina. Esperando a que esta pronunciara aquellas palabras para finalizar el pacto. En aquel momento, ella dejaría de ser hija de Adramelech para convertirse en esposa de Astaroth. Quizás hasta desatarían una guerra en el infierno por aquello, pero poco le preocupaba esto a Takumi. Sabía bien que tras aquel pacto, si Adramelech quería el alma de su hija de vuelta, debería traicionar a Satanás. Y  aquello, era algo muy poco astuto para un demonio de su calibre. No lo detendría para siempre, pero cuanto menos, les daría tiempo suficiente para caminar por aquellos parajes “libremente”. Pues era claro que él no debía mostrar su rostro por aquel lugar.
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Mensaje por Isela A. Ichinose Jue Mar 24, 2016 5:02 pm

Estaba tan centrada en ese miedo que la invadía por dentro que solo aquel abrazo repentino la hizo salir de tal ensimismamiento…Sus ojos se abrieron un poco más a medida que se posaban sobre un punto fijo, la diferencia de alturas era un poco notoria, así que simplemente escondió el rostro contra el pecho de él a medida que correspondía ese abrazo. Vaya dulce ironía, ellos no eran precisamente la pareja que se mostraban afectuosos ante los demás, pero solo bastaba una mirada para que pudieran entenderse, incluso un simple roce físico entre ellos podía llegar a ser la demostración más sincera de “amor”. Si, compartían un amor bastante extraño ante los ojos ajenos pero…¿Qué importaban ellos?, nadie importaba ni tampoco había alguien que pudiera deshacer una unión como la de los revolucionarios que se conocieron en Valle Chocobo. Si, ellos podían estar bajo el techo de una misma sala en la mansión, sin necesidad de estar uno pegado al otro…Tardes frías pasaron de ese modo, él leyendo algo de su interés, mientras que ella le acompañaba bebiendo una taza de té, en otras ocasiones conversaban de cualquier cosa, tal vez tenían un pequeño combate o ardían juntos en las llamas de la pasión. La cuestión es que de alguna forma se entendían, se apoyaban, se ponían por encima de otras cuestiones y respetaban.

Apenas se separó cuando este lo propuso pero lo siguiente la dejó completamente sorprendida, pudiendo notarse en el reflejo de su rostro que irremediablemente develó lo que su boca callaba. Aquel sello, aquel dialecto infernal pero por sobre todas las cosas ese pacto, ese juramento que no debía ser tomado a la ligera…¿Por qué?, algo que únicamente comprendían los demonios o en su defecto, los residentes del averno. Takumi e Isela se habían casado bajo las leyes de este mundo llamado Spirit Soul, leyes que no tenían ningún peso en el mundo de los demonios y que por consiguiente dejaban en una posición vulnerable a la Hibrida. Pero no, lo que estaba ocurriendo en ese mismo instante era una unión cuya validación en el infierno era irrevocable…Ahora ella le pertenecía más que antes.

Comenzó entonces a recitar aquella plegaria a Lucifer, siempre con un marcado acento cuidado a medida que hablaba en el dialecto infernal, procurando no equivocarse en la recitación de la misma…Tantas veces la había oído pero jamás creyó estar en la posición que se encontraba en ese instante. El corte generó cierta incomodidad mínima pero la fémina estaba centrada en la voz del contrario, en su presencia, en lo que estaba ocurriendo.  Recién cuando la última palabra salió de esos labios delicados, la fémina contuvo la respiración unos instantes, apenas ladeando el rostro para observarle y con su mano libre acariciarle la mejilla, aunque la posición de por si no era la más cómoda. –Jamás entenderé porque un demonio de linaje impecable como el tuyo ha decidido tomar a una hibrida como esposa, no solo en Spirit Soul y ante los ojos terrenales, también ante los ojos de los demonios que están tan en lo alto como tú- Mencionó en un susurro dedicado al duque infernal, deleitándose en observar ese rostro tan impasible…esos ojos plateados como el brillo de la misma luna. –Aunque no hubieses hecho esto, te seguiría a donde fuese. Porque desde un primer momento soy consciente que si debo elegir, siempre serás tú, más allá de todo miedo o amenaza…siempre serás tú. Está de más decirlo, pero acepto pertenecerte ante los ojos de cual residente del infierno. Significa para mi más de lo que crees, el que siempre me hayas tratado como tu igual-

Supuso que a Adramelech no le gustaría aquello, no solo lo había traicionado al unirse a Astaroth, ahora renunciaba a la casta de su padre, a los preceptos que la vieron nacer…¿Qué recordaba de Lucifer?, muy poco, su trato era nulo con aquel demonio pero si permitía dicha unión entre ambos era por beneficio propio, o al menos eso surgía en la mente de Isela.  Lo que más la descolocaba era que…en resumidas cuentas se esperaba que un duque como Astaroth tomara como esposa a una demoniza cuyo linaje sea igual de puro…pero no, ahí estaba él, renunciando en parte a su orgullo, exponiéndose a los comentarios venenosos de más de uno…únicamente por ella, independientemente de los intereses que el demonio tuviese por detrás, no era la primera vez que daba la cara por ella, importándole un reverendo comino lo que otro pudiese opinar al respecto. –Que pase lo que tenga que pasar- Finalizó al notarse internamente “conmovida” por la decisión del mayor.
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Mensaje por Ichinose Takumi Jue Mar 24, 2016 5:39 pm

En el instante en que la fémina terminó de recitar aquel pacto demoniaco, el hombre que la había tomado como esposa se acercó y tomó la barbilla ajena. Levantó apenas el rostro de la menor y la besó de forma apasionada, utilizando su otra mano para apegarla aún más a sí mismo, sellando aquel contrato con un profundo beso. El círculo del sangre se quemó hasta desvanecerse, más dos chispas comenzaron a flotar en el aire aterrizando finalmente sobre la muñeca de cada uno de ellos. Esta pequeña estela de luz se afianzó a las pieles ajenas, quemándolas y dejando sobre esta medio pentagrama. Señal que los demonios utilizaban para marcarse a si mismos como “Tomados”. Cierto era que para los demonios la fidelidad o el amor eran cuestiones superfluas, por lo que este tatuaje en realidad no era una amenaza para otros demonios. Sino una forma de mostrarse ante el resto como un ser unido, un matrimonio de dos personas que por libre albedrío habían decidido unirse.

-Hmm… Eso es porque no busco la aprobación ni de demonios ni dioses… El mundo me pertenece por derecho, nací para ser superior al resto, a cualquiera. Créeme Astartea, no es tu linaje lo que te hace superior al resto. Quien cree que sus talentos naturales le hacen un ser digno de un pedestal están condenados a caer. Yo soy superior al resto porque sé que no hay límite ni barrera que pueda detenerme a mi o a mis deseos. Así deba romperme cien o mil veces, lo haré y seguiré haciéndome más poderoso que cualquiera. Y pude notar eso en ti al verte por primera vez, eres similar a mi persona, puedo romperte cien veces y volverás a armarte juntando tus pedazos solo para acompañarme. Así lo has decidido tu y así lo he decidido yo. Lo que los demás demonios digan de mi me tiene sin el más mínimo cuidado, todos se arrodillarán al final. –Soltó dejando escapar una bocanada de aire mientras observaba su mano que comenzaba a curarse por si misma.

-En fin, basta de charla. Faltan unas cuadras para llegar a destino así que ármate de valor y compórtate como la despiadada mujer que sé que puedes llegar a ser. Adramelech no puede tocarte, pero allí habrán demonios muy poderosos que son lo suficientemente estúpidos como para intentar capturarnos. Y no habrá pacto que nos salve cuando Lucifer se entere de que estamos allí ¿Entendido? –Dijo fríamente el duque infernal tomando la mano ajena que se encontraba dentro de la chaqueta para comenzar a caminar a paso rápido. Faltaban pocos minutos para las 12.

-Isela, comprende algo… No habrá posibilidad de falla en esto, si alguno de los dos baja la guardia será el otro quien pague el precio. Confío en ti desde hace tiempo, demuéstrame que tomé la decisión correcta al elegirte como mi esposa. –musitó con ímpetu el demonio para finalmente quedarse callado.

Recorrieron varias cuadras de aquella forma, en silencio, callados. Y finalmente llegaron a una vieja mansión que parecía caerse a pedazos, pero al entrar en la misma, se podía notar la cantidad de símbolos mágicos que habían tallados en ella. Principalmente, un pentagrama en el suelo.

-Esta es la ruta de escape de Lucifer, se supone que solo puede llevarle hacia spirit soul. Pero nosotros la invertiremos y llegaremos directo a sus aposentos. Una vez que lo asesine, seré liberado de mi sentenca. ¿Simple no? –Musitó Astaroth observando el suelo con tranquilidad.

-Tres ingredientes se necesitan, nieve del reino helado, piedra creada con magma del reino de fuego, arena manchada en la sangre de los guerreros y tres gotas de sangre de un ángel impuro que en su corazón sea puro demonio. Eso es lo necesario para el hechizo.  –Musitó Astaroth colocando los primeros tres ingredientes sobre el círculo. –Tu, eres la llave que nos brindará la victoria en esta lucha. –Afirmó Astaroth mirando a su esposa.
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Mensaje por Isela A. Ichinose Jue Mar 24, 2016 6:46 pm

Asintió con delicadeza, no era precisamente el tipo de mujer que le gustara la victimización pero en su interior estaba más que agradecida, o al menos eso plasmó cuando correspondió al beso con la misma intensidad, aprovechando la cercanía para acariciar la mejilla del Novarum, recorrerla lentamente con las yemas de los dedos para finalmente apoyar la frente contra la de él unos ligeros instantes, dándole a entender que no pensaba “replicar” más sobre aquello, que apoyaría siempre sus decisiones aunque todo se derrumbara alrededor. –Lo sé, lo sé…basta de charla y enfoquémonos en lo que importa- Replicó entre alguna que otra sonrisa cariñosa para finalmente disponerse a tomarle de la mano, entrelazando sus dedos con los del contrario.

-Concuerdo en que no debe ser nada fácil regresar a esos dominios, ¿Qué intenten capturarnos?, también es una posibilidad, pero en lo que a mí respecta no pienso permitir eso. Ellos no significan absolutamente nada para mí, sus vidas o existencias me son obsoletas- Afirmó la fémina en un tono de voz entre imperativo como frio, alzando finalmente el mentón con ese orgullo que tanto la caracterizaba…Claro, obviamente no era un asunto para tomarse a la ligera, pero si algo había aprendido al lado de él…había sido a resistir cuanta presión se impusiera, porque obviamente así demandaba siempre el estar al lado de nada más que el duque infernal Astaroth, hombre que según algunos rumores, sería el próximo rey del infierno. –Te prometo que no habrá margen de error, haré que una vez más sientas que elegiste bien al poner tus ojos sobre mí-

El resto del trayecto fue relativamente silencioso, el rostro de la segunda al mando permanecía impasible pero de todas formas, la incomodidad estaba presente. A fin de cuentas no estaban de paseo ni mucho menos, irían hacia las fauces de la bestia en cuestión de minutos pero de algo estaba segura y es que permanecía firme en sus convicciones, no dejaría que el miedo la dominase allí abajo, no de nuevo, no cuando estaba al lado de él. –Hagámoslo entonces, hagamos lo que sea necesario para demostrar allí que nuestras palabras no son simples amenazas, que tienen más peso del que pueden portar sus coronas- Comentó entonces al esbozar una sutil sonrisa ni bien ingresaron a esa antigua mansión, tan derruida y con el propio aroma del abandono en sus paredes…La madera parecía crujir bajo los pies de la hibrida, quien luego de observar todo con demasiado cuidado, elevó la mano ajena para depositar un sutil beso en sus nudillos antes de liberarla. -¿Tres gotas?, puedo darte eso, incluso ya mismo estoy considerando que si…es increíblemente sencillo lo que te propones en tu cabeza. Asesinar a Lucifer…claro, fácil, podemos hacerlo hasta con los ojos cerrados y una mano detrás del cuerpo- La ironía siempre estaba en su lengua, era tal vez una de sus maneras más fluidas de tratar como loco al contrario pero en este caso…consideraba que ambos estaban dementes como para iniciar una travesía allí.

-Puedo volverme las llaves del mismo paraíso con tal de complacerte, Astaroth. Así que…no se diga más, vamos y afrontemos otro desafío más. Si bien me has hecho ganar confianza en mí misma desde que te conocí, afirmo que tu convicción es lo que siempre te ha sacado adelante, es algo que ni el Lord, ni Lucifer, ni nadie más puede arrebatarte. La convicción de tu accionar. Andando, querido. No sería justo retrasarnos más, ya podremos platicar todo el camino de regreso si gustas- Musitó esas últimas palabras mitad en broma, mitad en serio.
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Mensaje por Ichinose Takumi Mar Mar 29, 2016 6:14 pm

Las llamas del averno comenzaron en aquel instante a tomar forma sobre el círculo mágico que había sobre el suelo, estas se reflejaban de forma admirable sobre los espejados ojos claros del duque infernal. Allí estaba pues, la entrada al Infierno. Un lugar prohibido tanto para él como para su esposa, nadie los deseaba allí. Ninguno de esos demonios o muy pocos, los deseaban con vida. Algunos temían las represalias por sus propias traiciones, otros detestaban a la pareja impura y sentían asco al ver rotas las milenarias tradiciones. Por otra parte, un gran número de demonios bajo el mando de Adramelech esperaba ser quien llevara los restos de aquel dúo ante su amo. Los hijos de Lucifer en cambio, buscaban la aprobación de su padre, y el respeto que recibirían al acabar con un demonio que había luchado en las primeras guerras contra el paraíso. Si, definitivamente la pareja estaba metiéndose de lleno en la boca del lobo ¿pero quién podría hacer algo para evitarlo? Nada podía refrenar la ambición del revolucionario, ni muchísimo menos, su venganza. Tras observar unos momentos aquel pentagrama sobre el suelo, el demonio tomó la mano de su esposa y comenzó a caminar hacia el mismo. Una vez de pie sobre el portal, recitó las palabras que lo abrían y la oscuridad inundó todo.

Cuando los ojos del duque infernal se abrieron, lo que contempló fue muy distinto a lo que esperaba. Aquella no era la habitación del rey de los demonios, muy al contrario, se encontraba en un paraje extenso y lúgubre, rápidamente Astaroth reconoció el ante Infierno, un espacio en el cual penaban las almas que habían vivido sin cometer méritos ni infamias. Los inútiles, los indecisos, aquellos que a su paso por el mundo no habían dejado huella estaban condenados a correr sin reposo, desnudos, perseguidos por insectos y avispas que los picaban en todo el cuerpo. Su sangre y sus lágrimas, al caer al suelo, alimentaban a una serie de repugnantes gusanos. Estas almas estaban condenadas a nunca cruzar el río Aqueronte, pues carecían de la voluntad para tomar tal decisión. Fácil fue reconocer en aquel lugar a varias figuras políticas que en el pasado, habían vivido su tiempo de auge en Spirit soul.

-Hmm… Parece que algo salió mal, no bajes la guardia. –Musitó el revolucionario con tranquilidad mientras sus afilados orbes se clavaban en cada ser que alrededor se encontraba. Observando ambos con temor, manteniendo la distancia y clamando por ayuda desde donde creían que estaban seguros. El azabache estaba un poco desconcertado, pues conocía los pasillos del infierno como la palma de su mano. El mismo los había utilizado en las épocas que ocupó su puesto bajo las órdenes de Satán, era demasiado extraño que por aquel entonces estuvieran en aquel lugar.

Fue en aquel instante en que la temperatura del ambiente bajó de modo abrupto, al punto en que el aliento del demonio podía verse claramente y la tierra del suelo comenzó a humedecerse. Las almas que les rodeaban huyeron despavoridas y se escondieron tan lejos como les fue posible. Casi instantáneamente el duque infernal invocó sus dos espadas demoniacas y colocó su espalda contra la de la menor.

-Ten cuidado, alguien viene… -Susurró a la menor, aunque no era necesario avisar aquello, pues pronto el ambiente se volvió espeso. Tanto así que fue difícil respirar en aquel lugar, causando que la pareja comenzara a tener que hacer cierto esfuerzo para lograrlo.

Casi en el mismo instante en que el aire se puso pesado, una densa neblina comenzó a inundar los pies de la pareja. Al parecer aquello era una trampa y habían caído directo a ella, aunque claramente el duque infernal ya contaba con ello. Se mantenía tranquilo, esperando por que los demonios aparecieran y claramente fue así. Uno a uno aquellos seres vestidos con trajes y corbatas de color negro, portando miradas serias y sanguinarias, fueron apareciendo alrededor de ambos. Rodeándoles cual si fueran una manada de lobos hambrientos que deseaban acabar con sus presas. Astaroth iba contando cada ser que aparecían, al principio eran unos dos o tres, pero rápidamente fueron mostrándose en gran cantidad, llegando a estar rodeados por unos 50 demonios. El rostro del revolucionario adoptó una seriedad nunca antes vista, y escrutó con la mirada al grupo de demonios que tenía en frente. Estos tragaron saliva y el grupo apenas retrocedió un paso, las leyendas sobre Astaroth no eran pocas en el averno. El poderoso demonio que había intentado derrocar al rey.

-Intentenlo… -Musitó el revolucionario con seriedad mientras alzaba sus espadas y una gran cantidad de energía eléctrica comenzaba a rodearle dándole una tenacidad feroz, claramente era un demonio puro aquel que se paraba frente a sus enemigos. –Pueden intentarlo, seguramente saldrán victoriosos. Pero les prometo que le quitaré la vida a los primeros treinta que lo intentenen. –Afirmó el azabache sabiéndose capaz, de reojo vigilaba a su esposa, sabía perfectamente que aquel lugar debía ponerla nerviosa. Finalmente devolvió la mirada, fue entonces cuando el revolucionario abrió sus ojos asombrado por unos segundos para finalmente alzar ambas espadas y aumentar el poder que llevaba en reserva.

-Quédate detrás de mí Isela! –Ordenó de forma estricta.

Frente a sus ojos, los tres demonios más poderosos del inframundo acababan de presentarse. Belzebú del lado izquierdo observaba al demonio maldito con cierto desagrado, estaba molesto. Exactamente del otro lado, del derecho se encontraba el demonio que menos esperaba ver en aquel lugar. Lord Adramelech se encontraba de pie, inmutable y completamente serio observando a la pareja con frialdad en su mirada. Finalmente, en medio de ambos demonios se encontraba Lucifer que aplaudía con carisma y una sonrisa complaciente en su rostro. Claramente por algo era el serafín más perfecto de todos, la belleza exterior de este no podía compararse con la de ningún otro demonio. A diferencia de la mayoría de los demonios, sus ojos eran de un azul muy puro. Su cabello era negro como la noche, su piel era blanca como la nieve y su físico no dejaba muestra de imperfección alguna. Sin embargo, se podía observar en aquella mirada una astucia y una crueldad única. A su propio modo, aquel era el ángel más hermoso de todos.

-¿Vas a ser siempre la piedra en mi zapato Astaroth? – Soltó lucifer siendo el primero en hablar. –Mi pequeño e insignificante demonio desagradecido. Parece que tu no aprendes ¿No es cierto? –musitó el rey de forma casi coqueta, para luego mover su rostro un poco mas con una mirada curiosa y clavarla sobre la hibrida. –Oh! Veo que te has hecho de una bella esposa, es una lastima que esté… Sucia. Siempre creí que como duque tomarías a una mujer mas… Apropiada. –El monarca mostró una amplia sonrisa para finalmente mostrar un tanto de asombro. –¿No es esa tu hija Adramelech? –Dijo de forma divertida, cruel. Adramelech no contestó, solo mantuvo aquella severa mirada clavada sobre la híbrida. Torturándole sin tocarle un solo cabello. –Hmm… ya veo porque te casaste con ella Astaroth. Podría romper el contrato de matrimonio pero… Creo que condenarte a perder tu linaje puro es muchísimo mejor.  A todo esto… ¿Realmente crees que podrás ganar ahora? Asesina 100 o 200 demonios… Tengo miles de soldados dispuestos a morir por mí.  –Aseguró el demonio original.

Astaroth frunció el ceño, el portal que habían utilizado para entrar ya no funcionaba. Y claramente la pareja no era ningún rival para aquel trío de demonios, especialmente en el inframundo. Fue en aquel momento cuando Adramelech se acercó al rey del inframundo y susurró en su oído, tras esto los ojos de lucifer brillaron de maldad.

-Dime Astaroth… ¿Te interesaría hacer un pacto con el diablo? –Musitó con una sonrisa maquiavélica.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Isela A. Ichinose Mar Mar 29, 2016 7:41 pm

Solo transcurrieron unos míseros segundos en aquel lugar para que de manera automática, las muñecas de Isela ardieran y en las mismas se trazaran antiguas escrituras  similares al dialecto hebreo, como si fueran un delicado tatuaje que contaban o imponían una leyenda en trazos finos que seguidamente se tornaron negros. Había olvidado el ardor de las mismas, pero ya nada importaba…no demasiado cuando se encontraron en una zona que justamente no fue la planeada. Tan lúgubre como tétrico, pero que ante el juicio no tan sano de la revolucionaria podría tornarse verdaderamente apacible en comparación a otras zonas del averno…Incluso permitió que una de las avispas se posara sobre su diestra…la admiró con una delicada sonrisa que podía perturbar cualquier raciocinio humano, ¿Cómo encontrarle belleza a una criatura así?, pues si, ella era capaz de encontrar el mismo paraíso en la cuenca infernal. Las palabras del mayor lograron alertarla lo suficientemente como para que observara a su alrededor ni bien quedó espalda a espalda con este…¿Qué era?, no le agradaba…Y eso se notaba fácilmente en la tensión de su cuerpo, en como sus ojos violáceos adoptaron el matiz impío carmesí con el que naturalmente había nacido.

Se le dio una orden precisa como directa, quedarse detrás, pero ¿Cuánto tiempo más podía ella acatar esa orden si veía que él se exponía?. Simplemente su mirada volvió a perderse en las acciones del pelinegro, pero sus sentidos estaban completamente puestos en la cantidad de demonios sangre pura que los rodearon…Eran demasiados, más de lo que cualquiera podría asimilar y lo peor es que seguramente, estaban más que en desventaja…después de todo solo eran dos contra el mismo averno. –E-espera, ¿Qué vas a hacer?- Susurró a duras penas hacia su esposo, dubitativa, siempre con ese matiz delicado hasta que algo…o más bien, tales presencias fueron capaces de cortarle el habla por completo. –Ellos…- Musitó sin pensarlo, absorbida entre sus pensamientos, sus temores o más bien…terrores…¿cómo no sentirse así?, le era imposible.

Se quedó a dos o tres pasos detrás del mayor, en lo que automáticamente bajó tan solo un poco la mirada…Pocos dignos eran los demonios capaces de observarlos a los ojos y en primera instancia, era ella solo una mitad. Dentro de su mente, en su psiquis más profunda, estaba alterada, experimentando esa horrible sensación de sentirse acorralada…Pero por si no fuera poco, una sola idea se presentó en su mente por instantes, traicionar a Astaroth. ¿Qué era aquello?, desvió la mirada entre jadeos bajos a causa del ambiente tan pesado que dificultaba la respiración, negó apenas, decidida y por ende elevando finalmente la mirada hacia su padre, a quien observo con desprecio infinito. Lo conocía, sabía que él tenía esa facultad de inducir a los demás hacia la traición porque a fin de cuentas era el demonio que representaba tal desdicha. ¿Estaba aprovechándose de la inestable mente de la hibrida?, seguramente, o al menos eso dio a entender cuando le dedicó una mirada lo suficientemente sobradora hasta que, finalmente, escuchó las palabras de Lucifer.

-¿Impura? ¿Debo recordarte que tú también fuiste un ángel?- Escrutó de mal modo en un tono de voz envolvente, altanero pero por sobre todas las cosas poco propio de sus reacciones normales. Si, cada vez que ella era dominada por el miedo, esa personalidad o segunda esencia que habitaba en su cuerpo afloraba con facilidad, ya había ocurrido con Takumi tiempo atrás pero…también jugaba a favor que aun en ese estado, le era inevitable la cantidad de veces en las que el mismo duque infernal le repitió que no le pertenecía a nadie más del infierno…a nadie más que a él. Acto seguido, observó al Novarum con inseguridad, extendiendo con cuidado ambas manos para tomarle del brazo derecho, procurando llamar su atención. –N-no…Astaroth, no. Nada puede salir beneficioso si pactas con él, te lo ruego- Mencionó bajito en un tono de voz quebradizo antes de ser interrumpida.

Como era de esperarse, la figura de lord Adramelech se deshizo frente a ella, tomando una posición justamente detrás de la espalda de la hibrida. Sin más, este la rodeó con ambos brazos fingiendo un claro gesto de cariño…Sonrió como siempre mientras se relamió los colmillos con la punta de la lengua solo una vez, en lo que con su diestra acariciaba la cabeza de la menor desde la parte superior para seguir el recorrido hacia el largo de sus cabellos. —Shhhh, deja que los mayores hablen, querida. ¿En dónde están tus modales?, daré por hecho que estar en Spirit Soul ha afectado tu comportamiento, te has vuelto…impertinente— La voz de aquel demonio era una locura, una perfecta divinidad retorcida que tenía el poder de incitar, más allá de aquella piel blanca como el marfil, los negros cabellos y unos ojos tan rojos que expresaban entera maldad y hegemonía.

Isela no musitó palabra alguna, sus mejillas enrojecidas y esos orbes estáticos en un punto fijo denotaban que por más que lo deseara, no podía moverse con brusquedad, no como hubiese actuado con cualquiera que osara tocarla de esa manera. Su corazón latía de modo estrepitoso, sí, pero más allá de esos mínimos signos, no demostró temor…No demostró pánico aunque así lo sintiera en el fondo y luchara para que no fuera demasiado evidente. —Ah, mi pequeña Isela, estaba convencido que me servirías para algo, de hecho fue lo que me hizo reconsiderar el no lanzarte a los pocos minutos de nacida ante la jauría. ¿Qué has hecho, pequeña?. ¿Por qué te envié allí?, dímelo, quiero irlo de tu propia boca.— Musitó el demonio hacia la jovencita, quien perfectamente sabía que no responderle no era una opción sensata.

—Para complacer tus deseos— Respondió sin más, entrecerrando la mirada antes de oír la risa propiamente natural del progenitor. —Oh vamos, me haces ver como un desalmado. Te envié allí porque sabía que lograrías escalar, podrías haber sido una buena regente que me facilitara las cosas, sembrar guerras y caos por doquier, pero…¿Qué ocurrió?, ¿Me refrescarías la memoria, Isela?— La joven tampoco respondió, por lo que el orgulloso demonio no dejó de acariciarle la cabeza con algo de firmeza pero sin rozar con sus uñas filosas la delicada piel de la menor. —Conociste a Astaroth y te vendiste por una buena follada. Así te volviste una Novarum también, ¿no?. Oh! Muy astuta, querida, muy astuta, sabía que tendrías facilidad para meterte en la cama de alguien como la tuvo tu madre, pero como ella…no tienes cerebro. No cuando decidiste traicionarme a mí— En ese preciso instante, la voz de Adramelech se tornó un tanto ronca y aunque sus deseos iniciaban en romper uno a uno los huesos de su hija, solo se mantuvo así, abrazándola por detrás y con el mentón apoyado sobre la cabeza de esta, jugando con algunos cabellos de la menor en lo que simplemente se dedicaba a observar la interacción entre Astaroth y Lucifer algunos momentos. Ladeó apenas el rostro, aproximándose hacia el oído derecho de la chica, sin dejar de sonreír. —Podría considerar reducir un poco tu castigo si me demuestras aquí y ahora de lo que eres capaz. Traiciónalo como él seguramente hará contigo en algún momento. Astaroth solo tiene vida para su revolución, le eres útil en el momento pero ambos sabemos que un demonio es incapaz de amar, que te descartara cuando no seas útil y…¿qué te quedara luego?. No pertenecerás allí, ni tampoco lo harás aquí. Perderás todo por alguien como él—

Esa mirada pérdida reaccionó todavía más por las últimas palabras, por lo que solo correspondió en una sonrisa sutil, tan seductora como burlona, más allá de todo temor y de la peligrosa circunstancia en la que se encontraban ambos. —Trágate tus palabras, porque para tu infinita desgracia…aun sumida en la locura, traicionar a ese hombre es lo que jamás haría. Mi devoción es ante un solo ser, te agrade o no, ese ser es Astaroth, Adramelech—
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Mar Mar 29, 2016 9:14 pm

El rey del averno alzó sus ojos hacia arriba sobrando a la menor ante tal respuesta, para finalmente sentarse sobre un trono que acababa de aparecer detrás de él. Era después de todo el Rey de aquellas tierras, y esta le obedecía como soberano.

-No te confundas pequeña, mi raza es completamente pura. He sido un demonio desde el día en que nací, jamás me doblegué ante nadie y es por eso… Que los demonios existen. –afirmó con orgullo el carismático y hermoso demonio jugando con un vaso de whisky.

Astaroth por su parte observó de reojo como Adramelech se mantenía ocupado con Isela. Sabía perfectamente que no podía dañarla, pues ya no le pertenecía, por lo que en ese aspecto estaba tranquilo. Aquello era incluso una ventaja, pues Lucifer no tendría a aquella araña susurrándole al oído. Si bien sabía de la habilidad que poseía Adramelech para incitar a la traición, el confiaba ciegamente en su esposa y segunda al mando. La única persona en el universo en la que podía confiar ciegamente, si recibía una puñalada por la espalda lo haría a sabiendas de que el error había sido únicamente suyo. Astaroth entrecerró sus ojos ante aquella propuesta y desapareció sus espadas demoniacas.

-Si quieres un trato ofrécelo como es debido, retira a esta escoria. –Afirmó el revolucionario con ímpetu, lucifer simplemente se dedicó a tronar sus dedos y todos los demonios que les rodeaban desaparecieron a excepción de Belcebú, que se mantenía callado. Y Adramelech, quien estaba ocupado con su hija.

-¿Porque crees que haría un trato contigo Luzbell? Lo que yo ansío es asesinarte, y tomar tu trono. –Afirmó sin rodeos el revolucionario, ganándose una mirada de odio por parte de belcebú.

Satanás desapareció de su trono y en un instante estuvo junto al duque, pasando su brazo sobre el hombro ajeno y hablándole como si se tratara de un viejo colega. –Eso es Astaroth querido, porque tú y yo tenemos un enemigo en común. Déjame refrescarte la memoria, TU quieres volver al infierno. Pero mi maldición te lo impedirá por más portales que hagas y solo desaparecerá cuando derrames la sangre del monarca…. Pues bien, yo soy un monarca pero siendo completamente sincero eres demasiado débil como para tocarme un pelo y aunque pudieras no serviría de nada, debes derramar la sangre del rey del universo y ese querido.... Es el viejo verde que se guarda en el Dominus Castle. –La mirada del Novarum se clavó sobre los ojos del rey del averno, quien desapareció para luego aparecer en su trono nuevamente. –¿me vas entendiendo ya? –Musitó con una sonrisa sadica el demonio. –Para poder asesinarme a mí, debes asesinarlo a él. Porque un ser maldecido solo puede ingresar al averno a través de las puertas del infierno que permanecen cerradas por mandato del Lord.  Finalmente y sin tanto rodeo, el trato es simple. Te ayudo a conseguir el poder para desafiar al viejo en un combate frente a frente, tu combates con él y lo vences… O mueres intentándolo. De cualquier manera, cuando la batalla termine el poder regresa a su respectivo lugar de origen y si quieres intentar asesinarme puedes hacerlo por tus propios medios. ¿Qué dices?

-Hablas demasiado. –La mirada de Astaroth se volvió un poco menos tenaz, recuperó por fin la calma y recobró su aspecto tranquilo mientras colocaba un cigarrillo entre sus labios. –Tres cosas. Primero ¿Por qué no tomas el poder y lo asesinas tú?, Segundo ¿Qué ganas tú de este trato?  Y tercero, si tu perro no quita las manos de mis cosas pienso arrancarle el corazón con mis propias manos. –Afirmó Astaroth observando a su esposa de reojo.

-Asesinarlo yo? Bueno… simplemente digamos que a diferencia de ti que no te importa demasiado si lo intentas y mueres, yo no soy tan estúpido como para arriesgar mis milenios gobernando el averno solo para ponerme en contra del viejo. Es decir, que es más fácil para mí que lo hagas tú. Además, tú tienes una llave y yo no, aunque si bien podría quitártela a la fuerza. No sería tan divertido. En segundo lugar, no te preocupes por mi Astaroth, yo siempre gano. Y en tercer lugar… -Lucifer observó a Adramelech con una sonrisa y le hizo un gesto para que se retirara. Finalmente, el demonio buscó en su chaqueta un pergamino, con el contrato ya redactado.

-Tendrás que hacer cierta travesía un tanto peligrosa y mortal para obtener tal poder. Espero no te moleste este pequeño detalle, ahora por favor, con una gota de sangre aquí aquí y aquí bastará. –Musitó locuazmente el demonio.

Astaroth lo pensó durante unos segundos, Isela tenía razón. Nada bueno podía salir al hacer un trato con lucifer, como el mismo había dicho el siempre salía ganando. Pero la tenacidad del duque infernal no le permitía echarse atrás. Aún más que eso, el instante en que no pudo hacer nada frente a aquel monarca en el castillo volvió a su mente. Quizás, a causa del mismo lucifer, pero fue entonces cuando Astaroth llevó su dedo a su boca y mordió la yema de este hasta hacerla sangrar con sus colmillos. Y finalmente, depositó su dedo donde se le había dicho. No desconfió del contrato, sabía bien que las letras pequeñas no eran el estilo de lucifer. El no ganaba con los escrito en el contrato, sino con lo que no estaba escrito, lo que suceda cuando aquel contrato se rompa, seguramente desataría un hecho histórico. En cuanto el revolucionario terminó de firmar el rey del inframundo le retiró el contrato y volvió a guardarlo en su chaqueta. Astaroth se retiró unos pasos hasta su esposa y se acercó a su oído. –Sin importar que pase, eres mía, mi espada y mi escudo “esposa mía”. –Aquella era la primera vez que el la llamaba así, pues hasta entonces, ellos solo estaban casados por las leyes de los hombres. Y ahora, eran un matrimonio consolidado en el averno. –Sé que esto puede ser un error y afrontaremos sus consecuencias cuando vengan. Por ahora, tomaré todo el poder que se me ofrezca para hacer caer a mis enemigos. –Aseguró el mayor en un perfecto dialecto infernal susurrado al oído de la menor.

-Pero que ternura… casi podría vomitar.-Musitó con cara de hastío y asco el rey de los demonios. Que para entonces tronó sus dedos. Transportando a los cinco directamente hacia la orilla del río Aqueronte, donde sufrían las almas que fueron al inframundo en algún momento de la historia. –Vayamos al grano, en este momento tengo para ofrecerte millones de almas. La cosa es sencilla, te sumerges en el agua y aguantas la respiración. Las almas intentarán poseerte, tus las encierras dentro de ti y te haces mas poderoso. Esta es solo la primer parte de la travesía, la mas facil de hecho.

-¿Cuál es el truco? –Preguntó el demonio precavidamente.

-Ninguno. –Respondió rápidamente Lucifer con una sonrisa maléfica. Astaroth suspiró y se quitó su chaqueta, dejando ver ahora su espléndido y marcado cuerpo de demonio. Besó a su esposa una vez mas, causando el rencor de Adramelech y se dirigió hacia aquel río. Ni bien sumergió una parte de su cuerpo las almas comenzaron a jalarlo hacia el fondo del mismo. Intentando poseer a aquel demonio.

-Oh… casi lo olvido –susurró Lucifer cuando Astaroth ya no podía oírle. –Si te poseen demasiados romperán tu voluntad y te ahogaras. Ah, y ten cuidado, las almas pueden asesinarte ahí dentro… Y... No me está escuchando. Que descortés! ¿No es cierto Adramelech? –Afirmó el amo del inframundo mientras observaba al demonio aguantando el dolor bajo las oscuras aguas de aquel lago.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Isela A. Ichinose Mar Mar 29, 2016 10:28 pm

Correspondió aquel beso como pudo, apoyando esas manos temblorosas sobre las mejillas del duque infernal, retomando a nueva cuenta esa delicadeza o cariño que solamente demostraba cuando lo tenía en frente. Tenía miedo y vaya cuanto, no por ella, pero si principalmente por los daños que pudieran causarle a él, a sabiendas que no se podía fiar de alguien así. —No, no, no por favor. No lo hagas, te lo suplico…E-encontraremos otro modo de derrocar al Lord, me volveré más fuerte, me romperé miles de veces más pero por lo que más quieras no vayas, no te expongas, no me dejes aquí por favor…— Rogó, si, por primera vez estaba rogándole con sinceridad extrema a medida que depositaba las manos sobre el pecho ajeno, maldiciendo todo el momento en cuestión. Nada pudo hacer, él empezó a alejarse, ella le siguió con la mirada atentamente, sintiendo ese nudo en la garganta que la oprimía en conjunto con una sensación que dejaba demasiado que desear.

A medida que este iba internándose en las vertiginosas aguas cargadas de almas furiosas por no obtener el descanso eterno, las ganas de llorar en Isela quedaron ene videncia total. Le costaba demasiado, parecía que su propio cuerpo dejaría de obedecerle y sin más se lanzaría tras él…pero no, intentó serenarse, hacerse a la idea que él sabía perfectamente lo que hacía y lo que acarreaba con ello pero…Dulce ironía, las palabras de Lucifer consiguieron descolocarla por completo en cuestión de segundos…Aun manteniendo esa respiración agitada a causa de la falta del aire, su palidez se acrecentó y sintió como si una daga se clavara en su estómago. ¿Qué había escuchado?, no le sorprendía que Lucifer mandara a Astaroth a una muerte casi segura.

Y ahí todo ese sentimiento se fundió completamente con su psiquis, que activada para un lado completamente decidido, la llevó a lanzarse hacia la orilla con desesperación total. Los metros que corrió se le hicieron interminables, la idea fija plasmada en su cabeza era que debía sacarlo, de alguna forma u otra debía sacarlo de las profundidades. No porque dudara de su capacidad, pero si tenía en claro que aquello era demasiado para soportar…incluso para el debilitado Duque. Para su desgracia, la fémina no llegó demasiado lejos, pues el nivel del agua no alcanzó a tocar sus rodillas cuando una cadena en tonalidades violáceas se enredó en su cuello y con  fuerza la jalaba hacia atrás.

El golpe posiblemente hubiera dolido, pero en ese estado era lo que menos le importaba. Como pudo volvió a ponerse de pie, cubriendo sus manos con su propia energía para intentar partirla, aunque en vano…No tuvo más remedio, hizo visible su doble par de alas y con bestialidad se impulsó hacia adelante. No podía rendirse, no podía ceder, de alguna forma u otra tenía que llegar hacia él a costa de lo que fuera…Dejó escapar algunos gemidos de dolor, el hierro infernal siempre había lacerado su piel como ningún otro material pero eso parecía no detenerla. —Lo estás llevando a una muerte directa!…¡Regrésalo, regrésalo, REGRESALO!— Inquirió completamente sacada de quicio antes de ser azotada contra el suelo otra vez, las cadenas fueron multiplicándose, aprisionando no solo el cuello de la revolucionaria, también su cintura, piernas, brazos y principalmente las alas…Impidiéndole remontar el vuelo.

—¡ASTAROTH!— Clamó en un tono de voz desgarrador de modo continuo, siempre con ese acento infernal que conocía a la perfección. Se notaba en ella como entre cada llamado, se lastimaba la garganta, expresando la desesperación que la invadía por sentir que de algún modo estaba perdiéndolo injustamente, viendo sin poder hacer absolutamente nada. Las cadenas presionaban, más ella nunca se detenía, seguía jalando hacia adelante con furia, consiguiendo como resultado herirse cada vez más y los pequeños hilos de sangre que comenzaban a descender por su tersa piel. —¡ASTAROTH, AGUANTA POR FAVOR! ¡NO TE RINDAS…POR LO QUE MÁS QUIERAS NO TE RINDAS!...— La impotencia era mucho mayor a la que supo experimentar con el Lord, y aunque su visión se empañaba a causa de las continuas lágrimas, más que nunca comprendió el sentimiento de Takumi, quien perdió en un pasado a la persona que más amaba, frente a sus ojos, sin que nada pudiera hacer. Las vueltas de la vida son graciosas, pues ahí estaba ella, sintiendo como la vida del contrario se diluía entre sus dedos, como arena…

Por otra parte, Adramelech la observaba complacido, regocijado al notar la propia desesperación de su hija que inultamente luchaba contra las cadenas, estas cerniéndose más contra su cuerpo a medida que se movía. —¡IMBECILES, PARASITOS! Tarde o temprano…tarde o temprano pasaran a formar parte de la misma nada…— Maldijo en un tono bajo, susurrante, con todo ese odio a flor de piel que se mezclaba perfectamente con la agonía de no poder absolutamente nada por la persona que amaba.

Entre jadeos constantes, no cesaba en movimiento hasta que a nueva cuenta fue enderezándose, retomando fuerzas con las rodillas y manos sobre el suelo…momento en el que observó su anillo y sus propias lagrimas caer en el mismo repugnante suelo. Elevó por última vez la mirada, lanzándose a nueva cuenta, jalando con toda la fuerza que poseía y procurando liberarse de aquellas cadenas que surgían de la misma tierra…Cuanto dolía, sentía como si sus alas fueran arrancadas de la espalda e incluso así ocurriría si no cesaba, pero ella estaba completamente dispuesta a sacrificar cada parte de su cuerpo por él. —Aguanta por favor…resiste, yo sé que puedes resistir eso y mucho más. Te conozco más de lo que cualquiera podría…yo sé…yo sé que vas a regresar…— La voz no le daba para más, menos haciendo tantos esfuerzos para obtener alguna gota de aire, sus pulmones batallaban por ello y se notaba en el constante movimiento de su pecho.

“Me prometiste que una vez todo terminado, podríamos tener una vida tranquila…quizás en Oishi. También prometiste que en nuestra próxima vida me amarías como nadie, pero prefiero tener esta vida contigo, así, como somos, a verte desaparecer…Me prometiste que iría a tu lado fueses donde fueses, no me dejes aquí, no te vayas sin mí. Dios…” Tras pensar aquello en un estado de confusión absoluta, sus orbes se abrieron un poco más, ¿hasta qué punto llegaba su desesperación?...Ni ella misma lo sabía, pero estaba consiente que la mano de Dios jamás llegaría a ella, mucho menos ante una petición así. Finalmente sintió esas cálidas lagrimas rodar por sus mejillas con firmeza absoluta y un dolor en el centro del pecho que jamás había experimentado antes…
Isela A. Ichinose
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

Mensaje por Ichinose Takumi Mar Mar 29, 2016 11:22 pm

El duque infernal comenzó a sumergirse paso a paso en aquel río, tranquilo, con la mente calmada. Se había aislado completamente del mundo exterior y había desviado toda su energía hacia un punto exacto, que utilizaría para absorber todas aquellas almas. Él sabía perfectamente los riesgos, ahora todo tenía sentido. Ni los más poderosos seres se atrevían a sumergirse en aquellas aguas, pues utilizar el poder de las almas estaba prohibido. Cada una de ellas poseía en si misma la misma energía que un reactor nuclear, e intentar absorberlas todas era una clara declaración de suicidio. Si, Astaroth comprendía todo aquello, pero su sed de poder era inmensa.
Aquel duque infernal estaba dispuesto a romper cada parte de su ser, cada celula, cada atomo con el único fin de hacerse más poderoso. No importaba con cuantos seres debiera hacer tratos para conseguir ese poder, no importaba si debía doblar su rodilla y llamar amo al mismo lucifer. Lo haría, lo haría por su revolución universal. Lo haría por si mismo y en cuanto tuviera aquel poder se revelaría y le cortaría la cabeza a todos aquellos seres que osaran jugar con él. Jamás volvería a sentir el dolor que sintió en el dominus castle, prefería dejar de existir de una vez a volver a sentirse inútil frente a un enemigo.

Por aquel momento, las almas ya habían jalado el cuerpo del demonio hacia lo más profundos de aquellas aguas negras y una a una iban ingresando dentro del cuerpo del demonio buscando tomar posesión del mismo. El duque en aquellos instantes podía ver sus muertes y sentirlas, una a una fue sintiendo como cada una de aquellas personas moría y fue muriendo con ellas. Algunas eran simples personas que habían muerto de ancianas, otras almas guardaban sentimientos de tristeza infinita, cuentas pendientes, dolor por dejar a sus seres amados. Un puñado de ellas resultó ser bastante autodestructivo, ellas sin saberlo habían buscado su propia muerte. Luego estaban las almas vengativas, aquellas que estaban compuestas de puro odio y que lucharon con todo para tomar al duque infernal. Sin embargo, el fue engulléndolas una a una, primero logró tomar posesión de diez, luego de cien, docientos, mil, cinco mil, diez mil, cien mil… Un millón de almas tomó el duque infernal soportando una clase de dolor incalculable. Tanto así era que incluso su piel había comenzado a tomar manchas negras y oscuras, en señal de lo dañado que estaba. Sus fuerzas comenzaban a drenarse, se sentía débil por primera vez en mucho tiempo…

Comenzaba a perder aquella batallas, las almas ya no esperaban su turno y se introducían de a millares dentro de su cuerpo. Era demasiado, para cualquier ser aquello era demasiado y el duque infernal no parecía ser la excepción. Llevaba ya diez millones de almas dentro de su cuerpo, de las cien millones que había en total dentro de ese río. Pero estaba en las últimas, no lograba encontrar aire ya, eso significaba que ya no tenía fuerzas para luchar. Lo más sensato habría sido abandonar aquel río y nadar con todas sus fuerzas a la orilla, pero Astaroth no lo hizo… Se quedó allí y continuó luchando hasta que finalmente la luz de sus ojos se pagó por un instante. Lucifer hizo un gesto de desagrado, Adramelech sonrió gustoso.

Quizás unos 5 segundos pasaron de aquel momento, pero parecieron horas. La luz de los ojos del revolucionario había desaparecido hasta que finalmente volvió a retomar la conciencia y un inmenso grito de dolor retumbó en cada rincón del inframundo. No solo el cuerpo del demonio estaba hecho pedazos, por unos segundos su espíritu también se había roto. Pero fueron los gritos de su esposa los que le recordaron quien era… Astaroth el duque infernal no caería tan fácilmente… No aún, no sin cumplir sus objetivos.  Sabía que no podría con todas las almas de aquel río, lucifer también era consiente de aquello, pero estaba sorprendido por la inmensa cantidad de almas que el revolucionario había tomado ya.

-Con esa cantidad de poder sería suficiente, de hecho no creí que llegarías al millón. Quizás ya sería hora de salir Astaroth… -Musitó el rey de los demonios hacia el duque, a través de su mente.

Pero Astaroth hizo caso omiso de aquello y  continuó absorbiendo las almas de aquel río. Cincuenta millones de almas fueron absorbidas por el demonio de ojos plateados que lentamente comenzó a utilizarlas para sanarse. Alejando al resto de ellas, cambiándolas para solo quedarse con las más fuertes y expulsar a las más débiles. Cuando por fin estuvo satisfecho con la cantidad de almas que había tomado comenzó a elevarse, saliendo del agua de forma esplendorosa, envuelto en un par de inmensas alas de color negro azabache. Eran un par de alas hermosas, se veían imponentes en el demonio, haciéndole digno de ser ahora si, uno de los demonios mas poderosos del inframundo. Un aura de color violeta le rodeaba, un halo de fuego resplandeció por unos segundos sobre la cabeza del duque infernal. Un par de cuernos habían brotado de su frente, imponentes, dignos de los demonios originales.

Caminó sobre las aguas con el rostro impasible, las almas del río Aqueronte que antes lo jalaban ahora se alejaban del paso. Astaroth tocó por fin tierra y tanto las alas, como el halo y los cuernos desaparecieron. Su vista se clavó sobre lucifer, que ahora le miraba un tanto nervioso.

-Impresionante… -Llegó a decir el rey del inframundo con cierto carisma. -Completaste la primer parte. Pero incluso este poder no te alcanzará para acabar con el viejo… Nos vemos aquí en una semana, y te daré los detalles para continuar. –musitó el demonio intentando escapar de aquel lugar, pero la energía de Astaroth se lo impidió dejandolo casi pasmado, ni siquiera el rey de los demonios poseía tal poder, y aún así parecía no ser suficiente para vencer al monarca. ¿Contra que clase de mounstruo estaban luchando?

Takumi giró su vista ahora hacia su esposa, encadenada y con el simple hecho de tronar sus dedos la liberó del hierro del averno. Caminó lentamente hacia ella y tocando su frente con el dedo índice de su mano curó todas las heridas ajenas. Finalmente Astaroth observó a Adramelech desafiándole con la mirada, observándole desde arriba, como si aquel demonio fuera nada más que un simple sirviente.

-Vuelve a tocarla una vez más… Y borraré tu ser de la existencia. –Astaroth por entonces tomó la mano de su esposa y abandonó el averno, regresando ambos a aquellas casa en Spatium Urbanis. La ropa de Astaroth apareció nuevamente y este observó a Astartea girando su rostro. –Gracias.

Fue todo lo que dijo el revolucionario, después de todo, ella le había recordado en el peor momento quien era él. Por aquel entonces, el aura de poder que le rodeaba no se había desvanecido ni un poco, se veía imponente, casi celestial o más bien… Infernal. Por aquel momento, cualquiera hubiera notado que aquel hombre bien podría convertirse en el rey de los demonios. A pesar de ello, las marcas bajo su ropa quemaban como el fuego del averno, Astaroth estaba exhausto. Intentó dar un paso hacia adelante pero sus piernas le fallaron y cayó de rodillas para finalmente desmayarse. Su vida no corría peligro, pero su cuerpo y su espíritu se habían roto cincuenta millones de veces en un instante. Claramente, habrían secuelas.
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Privado Re: [Privado Isela Adramelech ♚ & Ichinose Takumi ♛] || ☦ The hell is a big place to sin ☦

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