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Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

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Privado Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Invitado Miér Jul 06, 2016 1:04 pm

Tack.Tack.Tack.Tack

Si tenía que esperar sumida en el pozo de la auto recriminación, auto flagelación, y odio hacia si misma, al menos podía encargarse de que la banda sonora fuera la ideal, razón por la cual seguía golpeando masoquistamente su cabeza contra la viga de madera a la que estaba atada. ¿Atada? Si, atada, amordazada y sin armas. Además, en vez de estar pensando en algún plan de escape, seguía pensando en lo estúpido que era verse en esta situación y en todas las posibles maneras en que podría empeorar exponencialmente. Al menos era lo suficientemente anormal como para no sentirse incómoda con la posición, pero no podía evitar pensar que aquellos piratas que la tenían cautiva eran alguna especie de depravados sádicos, ¿es que no había alguien normal? No le importaba si era criminal o buen ciudadano, con que fuera normal bastaba. Estaba atada, espalda contra madera y manos atrás, piernas separadas y al igual que sus brazos rodeaban la viga y estaban atadas por los tobillos, dejándola en una posición arrodillada pero no erguida. ¿La única parte verdaderamente incómoda? Habían atado una soga alrededor de su cuello y esta a su vez, como no los condenados, a la viga. Sólo podía separar su cabeza unos centímetros sin sentir la falta de aliento, por eso mismo era que prefería apoyarla hacia atrás y golpear. Rítmico y tranquilizador. Sentía una especie de calma con el compás, y eso era un millón de veces mejor que el mortal aburrimiento, hasta era posible que se quedara dormida.  

¿A quien engañaba? No iba a pegar ojo hasta haberse quitado de encima el sentimiento de inutilidad y estupidez que la acompañaba desde haberse sabido secuestraba por semejantes ratas acuáticas de cerebro subdesarrollado. No. Era un insulto. Y aunque se sentía capaz de pasar alguna palabra ofensiva y sin sentido, ¿era ella la única? Por supuesto que no. Si la habían atrapado a ella, las probabilidades de que estuvieran haciendo esto con frecuencia e indiscriminadamente a cualquiera eran notablemente altas, y no podría vivir sabiendo que dejó que tal serie de actos se continuaran perpetrando siendo que ella tenía conocimiento. Ni hablar. Pero antes de irse a por su extraño sentido del deber y la justicia, primero debía pensar en una manera de salir del lugar Y acabar con las sanguijuelas esas, pero antes de eso también debía dejar de estar pensando en el sin fin de escenarios que podrían desarrollarse. Era como pedirle a un erizo que dejara de tener espinas, si dejara de hacerlo ya no sería un erizo. No había opción entonces, más que esperar a que su larga lista finalmente llegara a su final, o que alguna de esas opciones la convenciera lo suficiente como para empezar a actuar.

Un golpe sordo y el sonido repentino de pisadas sobre su cabeza la hizo detener momentáneamente su prodigioso concierto. Bien, su nube de tormentas personal podría esperar unos minutos mientras ella hacía otra de las cosas que mejor sabía hacer: escuchar. Una considerable cantidad de jaleo, gritos y berreo por parte del género masculino, que la hacían replantearse su título de ratas acuáticas y degradarlos a simples piedras del fondo marino, le indicaron que estos habían conseguido más mercancía. No era tan difícil, llevaba dos días con ellos y había sido una acción prácticamente automática el aprenderse sus rutinas, porque ni para eso tenían imaginación. Claro que ellos también habían aprendido algo, haciendo gala de una inteligencia, o tal vez mero instinto, de la que ella no los habría considerado capaces, ahora sabían de primera mano que a esa joven no se le podía dejar que abriera la boca. Nuevamente el traquetear de sus pasos sobre los escalones de madera, y ese fastidioso chirrido en el tercero - No les mataría arreglarlo, no tomaría más de diez minutos siquiera... - pensó con ese tono remilgado y perfeccionista, como si el tablón fuera más importante que la puerta que acababa de abrirse y el hombre que habían tirado a su lado... - Ni siquiera lo tiran en un ángulo recto - Pues si, era más importante. Sobretodo porque ni cinco segundos de haber estado al lado de ella y el olor de alcohol casi la emborracha al instante, si lo hubieran tirado de manera correcta habría ido a parar a la otra viga y, por ende, a una distancia más significativa de ella. ¿Es que todo el mundo solía ser así de incompetente?


Última edición por Lydia Bayle el Jue Jul 07, 2016 10:40 pm, editado 1 vez
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Sinbad Miér Jul 06, 2016 1:39 pm

Cuando a una persona la atrapan o secuestran, lo más normal es que te preocupes, tengas miedo, pienses formas de escapar y vengarte…Pero no estamos hablando de una persona normal: estamos hablando de Sinbad, aunque el término secuestrar puede que no sea válido para este caso, ya que para considerarse secuestro hay que ofrecer resistencia, cosa que no hizo el pirata. No porque no quisiera, sino porque llevaba tal borrachera encima que para él todo aquello era abstracto y casi como un juego. Se sentía tan ido que apenas se dio cuenta de que lo estaban transportando y aun así lo vio como algo divertido. La somnolencia no le permitía diferenciar cuantas personas o quienes lo llevaban, ni si quiera hacia dónde. Lo único en lo que podía pensar era en lo cómodo que se estaba cuando ibas tumbado sobre el hombro de varias personas. Era casi como una cuna, que se iba meciendo de izquierda a derecha lentamente… Esta sensación lo llevó a un estado de profundo sueño.

Un golpe contra el suelo despertó al pirata ligeramente. Lo habían lanzado desde la altura de los hombros hasta un suelo de madera y había caído directamente al suelo como si fuera un saco de patatas. Notó un leve dolor en la sien y el cálido líquido rojo corriendo por su rostro. Perfecto, se había hecho una herida al caer, aunque no le importaba. Sabía que se curaría en breves y lo único que le apetecía en ese momento era dormir. Cerró los ojos para seguir durmiendo, pero el tacto con su sangre no le resultaba muy cómodo para el sueño. Rodó buscando una posición lejos del charquito que se había formado. Rodó haciendo la croqueta y de repente su rostro chocó con algo más suave que cualquier estructura de madera o metal. Restregó un poco la mejilla contra la superficie. Parecía carne humana, pero era diferente a lo que él estaba acostumbrado. Era mucho más fría de lo normal y mucho más suave que cualquier piel que hubiese tocado jamás. Definitivamente descartó que fuese un ser vivo, decidiendo que sería algún tipo de saco de contrabando o algo. Era perfecto para dormir, así que se quedó ahí y comenzó a dejarse vencer por el fuerte sueño provocado por el alcohol.

Unos pequeños movimientos despertaron a Sinbad o más bien no lo dejaban dormir. Era como si aquella superficie fría y suave estuviera pegando saltitos… Bah, cosas de la borrachera. Trató de ignorarlo esperando que se pasasen, como todo lo que produce el alcohol. Esperó, esperó y esperó, pero aquel movimiento no cesaba, incluso se había vuelto más furioso y había comenzado a escuchar una especia de sonidos, como unos grititos ahogados. Definitivamente eso no era cosa del alcohol. Abrió los ojos con una enorme desgana. Lo que se encontró fue una pierna. Su mente embotada por el alcohol tardó un tiempo en relacionar que si había una pierna que se mueve, tenía que haber una persona que la estuviese moviendo, por lo que tardó un par de minutos en levantar la vista y que sus ojos de oro se encontrasen con otros ambarinos, pertenecientes a una chica. La primera idea que le cruzó la mente fue que era bastante bonita, aunque no podía ver parte de su rostro porque tenía algo en la boca. Su mente volvió a procesar lentamente. Tiene algo en la boca… el sonido ahogado de antes… procesando… ¡Era una mordaza! Después de minutos para llegar a esta conclusión, rodó en dirección contraria a la chica para alejarse de ella con una velocidad increíble teniendo en cuenta lo lento que le trabajaba el cerebro debido al alcohol.

La observó ahora de cuerpo completo. Y su sorpresa no fue pequeña. Estaba completamente atada a la viga y de una de las formas más incómodas que había visto jamás, sobre todo por la soga que llevaba al cuello. Sin embargo, no pudo evitar que el colorado del borracho se intensificara hasta las orejas. La posición en la que se encontraba la chica y la tela minúscula que utilizaba como ropa de la mitad inferior de su cuerpo hizo que los ojos de Sinbad frenasen ahí de forma muy descarada. Retiró los ojos de esa zona con la cara como un tomate y dirigió su rostro hacia el techo con los ojos cerrados. “No, no, no. No pienses en eso, no mires, no es el momento. Aleja tus pensamientos de eso” Fue lo que se repetía una y otra vez para calmar sus pensamientos impuros. Trató de redirigir sus pensamientos “Ayúdala, tiene que ser jodido estar en esa situación. Intenta meterse en su piel, piensa en ayudarla, en ayudarla, en ayudarla….” – ¡SOLO EN AYUDARLA!-Se le escapó por la concentración de redirigir su mente –Ahora te ayudo- dijo como si no hubiera pasado nada hace unos momentos y con una voz muy pastosa, como si le costase hablar. Trató de mover el brazo, pero no podía. Qué raro, juraría que el alcohol no tenía efectos en la movilidad articular…Bajó la mirada y sus ojos se convirtieron en dos círculos blanco y su cara se distorsionó en una cómica expresión de sorpresa.  Estaba completamente enrollado en cadenas, desde los tobillos a los hombros. Lo único que se veía de él eran su cabeza, cuello y pies. -¿Por qué demonios soy un rollito de cadenas?- se le escapó al verlo.  Y lo peor era que el efecto del alcohol no le dejaba liberarse. Maldito embotamiento. De todas formas, podía sentarse ligeramente erguido, cosa que hizo, apoyando su espalda en una viga que estaba al lado de la de la chica.-Me temo que ahora mismo no podré ayudarte lo siento. Por cierto, me llamo Sinbad, puedes llamarme Sin, encantado de… compartir celda contigo-Soltó y se rio con unas carcajadas de borracho.

El sonido de una puerta abriéndose interrumpió la risa del pirata. Entró un hombre con un plato de comida y un vaso de agua.-Esto es para ti, necesitamos que estéis nutridos para venderos por buen precio- dijo dejándolos justo dentro de la celda y mirando al chico. Sinbad miró a su compañera y después al hombre de nuevo. -¿Y ella?- preguntó Sinbad. –Preocúpate por ti- soltó bruscamente para después dar media vuelta y largarse. El pirata volvió a dirigir sus ojos a su compañera y esta vez se fijó un poco más en ella. Tenía los ojos rojos y grandes ojeras de no dormir en mucho tiempo. Las rodillas estaban dañadas de estar en la misma posición durante a saber cuanto tiempo. Ignoró por completo la comida, su cabreo por el maltrato a la chica no le permitía comer. Este cabreo, además, estaba provocando que la borrachera se estuviese pasando y que, por tanto, el férreo puño de Sinbad poco a poco fuese apretando las cadenas con más fuerza.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Invitado Vie Jul 08, 2016 12:01 am

Menos de cinco segundos de su atención fue la que le dedicó al nuevo que habían lanzado a su lado, tiempo suficiente para haberse dado cuenta de que el pobre hombre no estaba precisamente en sus mejores momentos ni precisamente con todos los sentidos funcionando de la mejor manera, el resto del tiempo lo empleó mirando sin siquiera pestañear al pirata que acababa de tirar esa carga, y que ahora salía de ahí sin dejar de mirarla a ella con recelo y hasta aversión. Apenas estuvo sola de nuevo suspiró, o al menos todo lo que se puede suspirar cuando tienes una mordaza, que en realidad es poco, y se dio cuenta por fin de que no podía mantener aquella situación por mas tiempo. ¿Cuanto más podía durar sin volverse totalmente inútil? Poco, muy poco realmente. ¿Y las probabilidades de escapar y darles su merecido a esas piedras si se volvía inútil? Menos que poco, posiblemente una cantidad en números negativos. Así que ya era hora de que usará esa energía que todavía tenía en... - ¡Pero qué! - quedó totalmente estática cuando un calor abrasivo se instaló en su muslo. ¿Qué rayos era eso? Si hubiera tenido que bajar la cabeza completamente para mirar, lo más probable es que no hubiera podido por la desgraciada soga en el cuello, pero el hombre que habían lanzado era lo suficientemente grande como para que ella no tuviera esa necesidad.

La impresión y el asombro hicieron que tardara unos segundos en reaccionar, notando tardíamente que su calor estaba haciendo que la piel le hormigueara en un claro síntoma de que estaba recuperando la sensibilidad. Mal, muy mal, si no sentía tanta incomodidad a ese punto era precisamente gracias a la insensibilidad, así que perderla ahora no era exactamente su mejor opción. Intentar que se quitara fue, como algunos viejos amigos dirían, intentar que ella no sustrajera toda la gracia de un chiste al contarlo, y si hubieran escuchado alguna vez un chiste contado por ella entenderían que la comparación, lejos de estar errada, daba justo en el clavo. Al final, quién lo diría, sus intentos de comunicar un deseo sin utilizar las palabras pareció funcionar, o al menos había logrado que se quitara. Eso si, tan pronto como estuvo lejos de ella pareció, como si realmente empezara a entrar en su cerebro embotado, darse cuenta del lugar en el que ahora estaba y las condiciones de ambos. O eso fue lo que pensó, hasta que empezó a ponerse rojo, delirar y gritar cosas sin sentido. A pesar de ello y para sorpresa de si misma, tal despliegue de idiotez y torpeza le causó la suficiente gracia como para querer reír, pero estaba borracho y no debía olvidar ese importante detalle. Es más, algo le decía que precisamente el estar borracho era lo que lo había metido en aquel lío. - Por eso siempre les digo que el alcohol no es buena compañía -

Antes de empezar a hablar el lenguaje de los mudos y mochos, este último necesario ya que tampoco tenía a su disposición las manos para utilizar el lenguaje de señas, el ya familiar chirrido de ese bendito tercer escalón que la llevaba loca se volvió a escuchar y seguido de eso entró otro de esos piratas retrasados. Traía comida y su estómago reclamó al instante, a pesar de que era una sustancia de dudosa consistencia e ingredientes desconocidos. Afortunadamente ninguno de los dos especímenes masculinos presentes pareció notarlo, aunque su inesperado compañero de celda, si que preguntó por la comida de ella. La parte racional de su cerebro le hacía preguntarse si era estúpido o en serio pensaba que ella podía comer cuando ya tenía la boca obstruida, pero la parte sensible que reaccionaba ante cualquier gesto decente no pudo evitar sentirse confundida y ciertamente conmovida de que siquiera se hubiera preocupado. Bueno, si, era más alcohol que seso en ese momento, pero aún en su estupor se había detenido en aquel detalle, valía la pena reconocérselo. Por supuesto, era inútil y ella lo sabía, justo ese pirata había sido uno de los que ella había afectado con su grito, y de paso había tenido que reparar los daños que había causado. Decir que en el mundo sólo existía bondad sería más creíble que decir que él la alimentaría, así que ni siquiera perdió tiempo en eso.

Lo importante, ahora que por fin volvían a estar solos, era lograr que ese borracho la ayudara y para ello primero debería intentar que la entendiera. El primer Hmm tuvo sentido, desde luego, porque era para llamar su atención. Prosiguió moviendo las manos que tenía atadas atrás para que el otro ahora entendiera que su atención debería ir a ese punto... pero entonces la perdió y lanzó un discurso de Hmm-mmm's que eran absoluta y totalmente ininteligibles, aunque el instinto y un mínimo de sentido común podrían guiar a uno a pensar y/o considerar la obvia idea de que quería que la ayudara a soltar esas ataduras, pero sinceramente ella no estaba segura de cuánto tiempo le llevaría hacer esa idea llegar al contrario. - Qué horrible y patético - ahora recordaba que nunca había sido buena para jugar a las charadas e irónicamente había dicho una vez que no le veía la necesidad a aprender un tonto juego. Vaya error no haber considerado la posibilidad de que algún día podría verse, literalmente, atada de manos y sin posibilidad de comunicación verbal pero con la necesidad de hacer entender una simple acción a un borracho. El agotamiento por la falta de sueño le hizo cerrar los ojos unos segundos y, tras una respiración profunda que pretendía tranquilizarla, volvió a apoyar la cabeza en la viga pero de lado para poder tener al hombre en su rango de visión. Sin embargo no emitió ningún sonido, sólo lo observaba tranquilamente como quien de repente decide aplicar la de las transmisiones de pensamientos, donde mirabas fijamente a alguien y pensabas con mucha fuerza lo que querías que hiciera, sólo esperaba que no lo malinterpretara.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Sinbad Vie Jul 08, 2016 8:36 am

El pirata se encontraba respirando profundamente. Era una forma de tranquilizarse, de concentrarse. Había llegado el momento de dejarse de tonterías y que el alcohol dejase de controlar su cuerpo. Cerró los ojos y se concentró “Concéntrate. Elimina el alcohol de tu cerebro. Elimínalo”. Cuando abrió los ojos eran serios. Si se observaba su rostro no quedaba nada del enrojecimiento ebrio ni la somnolencia en sus ojos. Notaba como su mente ya no estaba embotada y podía ejercer su fuerza con tranquilidad. Era una de las ventajas de ser un demonio, que podía eliminar toxinas con facilidad y eso incluía el alcohol, por eso debía beber continuamente para mantener el estado de borrachera. Unos sonidos ahogados despertaron su atención. Giró la cabeza hacia su compañera que estaba tratando de comunicarse con él por medio de grititos ahogados e intento de movimientos. Dio una cabezada de sueño la mujer y se le quedó mirando, encontrándose sus ojos dorados con los de ella de nuevo. Debía estar agotada. –Sí, lo sé-dijo Sinbad entendiendo lo que quería decir. Esta vez no había pastosidad en su voz ni somnolencia en sus ojos. Incluso parecía una persona noble.

No podía mover los brazos del cuerpo, pero sí girarlos y mover un poco los dedos. Por debajo de sus ataduras agarró uno de los eslabones de la cadena con su mano, girando el brazo por dentro de las ataduras. Rodeó el eslabón con los dedos y comenzó a apretarlo. Su mano y cuerpo estaban tensos, ya que era difícil ejercer tanta fuerza en aquella posición, pero iba a hacerlo. Siguió apretando y apretando y un chasquido metálico fue la señal de que el eslabón se rompió en su mano. Forcejeó un poco y las cadenas, que ahora no estaban cerradas, comenzaron a ceder, desenroscándose de su cuerpo. Al cabo de un minuto, ya se había liberado de las cadenas. Se levantó lentamente y se frotó los brazos y las piernas. Estaba realmente apretada y tenía que poner la circulación en movimiento de nuevo. Comenzó a mover los brazos un poco para desentumecerlos a la vez que se alejaba de la cadena y se dirigía a la chica –Es una sensación agradable volver a estar libre- dijo dedicándole una sonrisa de complicidad. Incluso la sonrisa había cambiado al librarse de los efectos del alcohol. Ya no era una sonrisa torcida y distorsionada, sino una sonrisa amable, cercana y cálida.

Se colocó detrás de la viga en la que estaba atada la chica y donde se encontraban la mayoría de nudos. Optó primero por desatar lo más incómodo y cruel de aquello: la soga en el cuello. –Por favor, pega la cabeza a la viga los más que puedas y gírala, no quiero hacerte daño mientras la deshago-le dijo antes de entretenerse a deshacer el nudo. Se trataba de un nudo muy burdo pero fuerte. Era muy típico en los marineros. Cuanto más tirases más se apretaba, pero Sinbad sabía cómo deshacerlo. Una vez deshecho no tiró de la cuerda para retirarla del cuello, sino que comenzó a seguir su trayectoria para desenrollarla de la viga y el cuello de la chica. Si tiraba podía hacerle daño. –Ya está- dijo retirando la cuerda y tirándola a un lado. Escuchó una respiración profunda procedente de ella. Se ve que la soga le molestaba al respirar. Se puso frente a la chica y le levantó la barbilla suavemente para verle el cuello. Tenía una fea marca en él procedente de la cuerda, pero nada de heridas.

Retirada la soga del cuello, volvió detrás de la viga e hizo lo mismo con la cuerda en sus tobillos. Una vez desatados le cogió las piernas por los tobillos y poco a poco las colocó extendidas frente al cuerpo y juntas, de forma que quedaba en una posición sentada más cómoda en vez de tan forzadamente separadas. Al mover las piernas se dio cuenta de que estaban inertes, completamente dormidas. “¿Cuánto tiempo llevará aquí?” Se preguntó a sí mismo preocupado. Decidió dejar las manos para el final porque era lo que la mantenían erguida, por lo que se puso con la mordaza. Despegó un poco la cinta que tenía pegada en la boca y comenzó a retirarla lentamente y con cuidado de no abrirle una herida. Cuando retiró la cinta, la chica abrió la boca intentando escupir algo. Era un pañuelo negro que le habían metido en la boca para amortiguar el sonido, pero era ten grande que solo con la boca no podía escupirlo. Cogió el pañuelo con los dedos y lo extrajo con cuidado –Vaya animales…-dijo referente al enorme pañuelo que no sabía ni como le había entrado en la boca de lo grande que era. Le pasó la manga por los labios, limpiando el hilo de baba que había salido de la boca de la chica al retirar el pañuelo. Cogió el vaso de agua que le habían dado y no había tocado y se lo puso en los labios, dejando caer un poco de líquido en su boca y después retirándolo. -Poco a poco- Le dijo notando el ansia que tenía por seguir bebiendo. Volvió a darle un par de pequeños tragos más. – ¿Puedes hablar bien?-Le preguntó- Vamos, comienza diciendo tu nombre- no tenía entonación de orden, más bien era para comprobar que podía habla bien. El primer sonido que salió de su boca no fue muy humano, por lo que siguió insistiéndole y dándole agua hasta que sus cuerdas vocales volvieron a funcionar con normalidad.

Tras ello, dejó el vaso de agua. Y volvió detrás de la viga para liberar sus manos, que cayeron inertes a los lados del cuerpo, al mismo tiempo que el cuerpo, sin la sujeción de la viga, se caía hacia un lado. Sinbad se movió rápidamente y evitó que cayese al suelo, rodeando su cuerpo con un brazo de forma que quedó apoyada en él. Rompió el vaso de madera, que ya no tenía agua y comenzó a darle de comer la sopa lentamente, usando uno de los trozos rotos como cuchara improvisada. –A saber cuánto llevas sin comer- comentó al ver que no dudaba en abrir la boca y aceptar la comida. Apenas duró la sopa pocos minutos antes de que se la terminase.

–Te alejaré de la viga- Avisó antes de levantar a la chica en brazos para tumbarla en el suelo boca arriba en una zona un poco más alejada de la viga. Ya había tenido demasiada viga por hoy. Comenzó a masajearle las piernas y brazos con los nudillos para que volviese a correr la sangre con normalidad y volviese la sensibilidad en las piernas. Mientras hacía esto trataba de hablarle con familiaridad, tratando de levantar el ánimo de la chica, siempre con una voz animada y su amable sonrisa en el rostro. Primero haciéndole cumplidos, como lo suave de su piel, lo bonito de su rostro, su nombre, que también le encantaba y su voz, que a pesar de que estaba un poco desgastada por el desuso y la deshidratación también era agradable. Después hablándole sobre el mar, el mundo, sus maravillas. Por último le aseguró que saldrían de allí. Cuando notó que la sangre volvía a correr con normalidad, la ayudó a levantarse, pasando la cabeza por debajo del brazo de la chica, aguantando su brazo con una mano y su cuerpo con otra, de forma que la ayudaba a mantener el equilibrio y comenzó a caminar con ella. –Vamos, ahora toca recuperar la movilidad- dijo animadamente mirándole a los ojos. –Cuando recuperes la movilidad saldremos de aquí- aseguró convencido.
Sinbad
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Invitado Mar Jul 12, 2016 6:41 pm

La sorpresa la abrumó por completo al verse receptora de tanta atención y cuidados, ¿es que de repente se había quedado dormida y esto no era más que un delirio? Hubiera tenido más sentido si así fuera, que un completo extraño la estuviera ayudando con una delicadeza tal que la hacía temblar. ¿De paso no era este mismo el que estaba más que ebrio que marinero en racha de cinco días seguidos de tabernas, hace tan solo unos segundos? Su cercanía le permitió discernir mejor su aroma y, efectivamente, aún podía captar esa traza de alcohol que realmente la alteraba. Pero al parecer ya no estaba actuando bajo los efectos del mismo, o quizás esta era simplemente otra faceta... No, ni siquiera ella podía creerse esa segunda opción, y aunque su actitud solícita fuera únicamente debido a la situación en la que se encontraban, no iba a despreciarla por eso. Así que tranquila y obedientemente hizo todo lo que le indicó mientras le pareciera que no era nada raro, porque la verdad es que también le era más conveniente mantener su perfil bajo mientras no estuviera en condiciones óptimas para salir por su propio pie. De hecho, no había reparado en lo mal que estaba hasta que la sangre comenzó a fluir nuevamente por sus extremidades y aquel hormigueo familiar se convirtió en un calambre extremadamente molesto.

Cuando le quitó la cinta y saco aquel desparpajo de su boca, estaba casi segura de que había perdido toda sensibilidad, excepto porque todavía podía sentir el ardor en sus labios. El agua fue bienvenida, aunque las limitaciones no, ¿acaso la creía un bebé? No era idiota como para tragarse el agua de una sola vez, pero gota a gota tampoco la iba a llevar muy lejos. Sin embargo, no es como si pudiera comenzar una discusión en su estado, así que se dejó hacer medio malhumorada - Lydia... es mi nombre - las palabras salieron rasposas y era como si llevara años sin usar la voz, el horror de ello la dejó pasmada. Medio pensando a futuro sobre un castigo apropiado para los que habían perpetrado tales crímenes contra su persona, en realidad pasó por alto el pequeño detalle de que estaba prácticamente siendo alimentada y tratada como una bebé mientras su cuerpo descansaba sobre aquel tipo de espalda ancha... De hecho, desde la posición en que se encontraba lo veía bastante imponente y un poco bastante más grande que ella, las típicas ventajas de aquellos de constitución gruesa que ella jamás había tenido la dicha de experimentar. Ya habiendo terminado con sus rústicos planes a futuro no muy lejano y sin tener mucho más que hacer, le pareció buena idea prestar más atención al sospechoso que la atendía.

- Pareces mamá gallina con sus pollitos - comentó con una sonrisa mientras le daba masajes. La verdad esto era demasiado extraño hasta para ella, parecía más bien como si la difunta Cecile, una doncella fantasma de su antiguo hogar, le estuviera curando las heridas de algún amargo desenlace. Claro que Cecile era partidaria de usar un lenguaje más soez y despotricar a diestra y siniestra, pero siempre tenía palabras lindas y amables para ella, justo como el sospechoso de melena oscura y gran espalda que estaba paseando sus manos libremente por su cuerpo... - Eso si que suena tranquilizador - pensó con cierta ironía cuando otra vez la levantaba a su antojo como si fuera un niño. Bien, que lindo todo pero ella tampoco estaba inválida y hasta aquí estaba muy bien, gracias. Con una palmadita en el hombro del contrario llamó su atención - De verdad te agradezco la ayuda, pero ya esto es innecesario. Tampoco soy tan inútil como para no ser capaz de caminar por mi cuenta -. Se separó de él con cuidado y sintió esos horribles calambres otra vez, pero no era algo a lo que ya no estuviera acostumbrada, en unos minutos se le pasarían. Caminó un par de pasos con los brazos extendidos, como si fuera un equilibrista en la cuerda floja, y de tanto en tanto miraba con desprecio hacia los tablones del suelo cuando su pierna perdía fuerza y el equilibrio se iba al traste. Sabía que el hombre estaba ahí, observándola, y le pareció de mala educación no hablar con él luego de tanto que la había ayudado.

- Dijiste que te llamabas Sinbad, ¿cierto? - preguntó volviéndose hacia él otra vez - Aunque no me sorprendería que hubieras estado balbuceando sin sentidos por el alcohol, realmente apestabas a esa cosa cuando caíste a mi lado - segura de que sus piernas no fallarían mientras se quedara quieta, dejó de caminar y sus ojos se estrecharon mientras lo evaluaba. Era más alto que ella y de complexión musculada, pero a pesar de registrar ese hecho no se sentía particularmente intimidada - Todavía no entiendo cómo pasaste de ese estado... a este - se cruzó de brazos pensativa sin apartar la vista de él - ¿Acaso estuviste fingiendo todo el tiempo? ¿O cómo-... - lo que fuera que iba a decir no lo terminó porque de la nada su vista se quedó fija en un punto del rostro del contrario. - Me había olvidado de eso... - murmuró y descruzó los brazos para señalar un punto justo al costado de la cabeza del chico - Tienes una herida ahí, te golpeaste cuando te lanzaron con tanta... sutileza - no pudo evitar una media sonrisa para acompañar lo que se suponía era una especie de broma, aunque se notaba que ella no esperaba que él compartiera su chiste. ¿Y qué otra cosa podía decir? Estaba intentando ser amable, como él lo había sido con ella, pero probablemente lo mejor era devolver el favor de otra manera. - ¿Quieres que te ayude? - preguntó, no muy segura de cómo exactamente iba a hacer eso, pero si clara de que si lo estaba ofreciendo se las arreglaría para buscar una manera de cumplirlo. - Pero definitivamente tendrá que agacharse - pensó y luego, como si quisiera aclarar el por qué de su actitud despreocupada, agregó - Si nos mantenemos callados, no bajarán hasta dentro de ... una hora tal vez, así que tenemos tiempo. -
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Sinbad Vie Jul 15, 2016 5:31 pm

Unas palmaditas en el hombro desviaron la atención que Sinbad estaba dirigiendo a los pies de su acompañante, para dirigirla a su rostro para escuchar que decía. –Lo siento- dijo con una sonrisa de disculpa, apartándose de ella al momento. Ciertamente se estaba pasando con los cuidados, pero no podía evitarlo. Ella debía estar completamente recuperada para salir de allí, por lo menos poder correr. No parecía que fuese a ocurrir pronto, ya que solo dio unos pasos y su pierna perdió fuerza y casi se cae al suelo, si no fuera porque el pirata la sujetó del brazo y la devolvió a una posición de equilibrio. –Te dejo caminar sola, pero por lo menos permíteme ahorrarte una visita al dentista- bromeó para quitarle importancia. Desde esa pérdida de equilibrio, no volvió a tener ninguna más, por lo que el muchacho se relajó y alejó de ella. Se dirigió a una de las vigas, apoyando la espalda en ella y cruzando los brazos. Dirigió la atención a la puerta. No tendría que romperla, ya que los captores estaban confiados en que se encontraban atados e inmovilizados, por lo que dudaba que la hubieran cerrado.

Su atención volvió a Lydia cuando ésta volvió a hablarle. –Sí, mi nombre es Sinbad, siento que no nos hayamos podido presentar debidamente, no estabas muy habladora en ese momento –dijo riéndose levemente de su propio chiste-. La verdad es que sí, estaba bastante borracho, supongo que eso es lo que me trajo aquí. Lamento oler a alcohol, aún creo que sigo oliendo un poco. La gente dice que huelo mucho a mar, así que no te preocupes, en poco los olores se habrán intercambiado–comentó como disculpándose a sí mismo, rascándose la nuca-. La chica continuó hablando. Tenía muchas preguntas, la verdad. Era normal, teniendo en cuenta que habían lanzado a un borracho a su lado y que ese borracho había resultado ser la persona que la había liberado. Tendría curiosidad. -¡Ah! –exclamó sorprendido al pasarse la mano por la sien y encontrar sangre-. No te preocupes jaja, se me curará en seguida-. Se quitó un poco la sangre de la sien con la mano y sus ojos dorados se iluminaron brevemente durante una décima de segundo. De esta forma, cuando retiró la mano para descubrir la herida, no había ninguna, ni si quiera una cicatriz.- ¿Ves? Rápido y sencillo-culminó alegremente. Se percató de la cara de sorpresa de Lydia y también recordó que no había contestado sus preguntas. Lanzó un leve suspiro y procedió a explicar. –Soy un demonio y tengo la capacidad de regenerar mi cuerpo rápidamente. De esta forma, puedo cerrar heridas en instantes o eliminar toxinas de mi cuerpo, como pasa con el alcohol –terminó de explicar.

Se retiró de la viga y se dirigió a la puerta, con intención de salir, pero Lydia comentó que vendrían en una hora. Sinbad se alejó de la puerta y volvió con la chica. “Supongo que si ella no tiene prisa por salir de aquí, yo tampoco debo” se dijo a sí mismo. Supuso que querría que se siguieran conociendo, ya que ambos debían salir y tenían que saber a quién confiaban su espalda. –Entonces, podemos aprovechar este tiempo para conocernos –propuso Sinbad, volviendo a la misma posición relajada en la viga-. Como bien sabes, mi nombre es Sinbad y soy un demonio-se quedó pensativo unos segundos, ya que no sabía que información le podría servir a la chica-. Supongo que querrás saber si sé luchar y la respuesta es que sí. También tengo un barco, pero desde que me trajeron aquí no sé dónde se lo habrán llevado-comentó riéndose-. Bueno, no sé qué más información te puede interesar a parte de si estoy soltero –bromeó alegremente-, así que ahora te toca hablar a ti, además te vendrá bien para soltar esas cuerdas vocales-la apremió animado por saber que tipo de persona sería, su raza, su profesión, si sabía luchar, como había acabado allí y muchas más cosas. Se moría de curiosidad por saber quién era ella.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Invitado Mar Jul 19, 2016 11:09 pm

- Decir que no estaba habladora sería una mentira - sonrió con cierto deje de incredulidad, sin entender por qué se reía de algo que obviamente era información incorrecta y una situación mal planteada, pero decidió no discutir sobre el sentido del humor ajeno y más bien explicar ella las cosas un poco - Después de todo, creo haber sido una muda bastante ruidosa, y en mi mente te aseguro que parlanchina - se encogió de hombros con su delicadeza nata y sus siguientes palabras, aunque suaves y aparentemente jocosas, parecieron el tipo de reprimenda que un adulto le hacía a un niño pequeño en amables tonos - ¿Supones que eso fue lo que te trajo aquí? Creo que si debes recurrir a suposiciones para descubrir cómo llegaste aquí, luego de darte cuenta de que estabas perdidamente borracho, podemos fácilmente descartar la opción de que te encontrabas sobrio a la hora de que te capturaran - no había estado mirando al joven cuando había dicho eso, así que cuando se volvió a cruzar con su mirada sintió la necesidad, por extraño que parezca, de enmedar lo que había sido una reacción involuntaria y por acto reflejo, de andar regañando a los demás aunque fuera con sutileza - Pero... no hay cuidado, no hueles tan mal - se aclaró la garganta y se dio cuenta con retraso que en realidad, muy probablemente, acababa de decir algo peor - Quiero decir, que el olor a mar es muy placentero, así que tu olor es en realidad agradable - ¿Qué, por todos los cielos, acababa de decir? Consciente de que si intentaba decir algo para corregir los sin sentidos que ya había dicho era muy probable que terminara empeorándolo, cerró la boca y evitó el contacto visual.  

Para alivio suyo, el tema de conversación que ella solita, y sin ayuda de nadie, había vuelto incómodo, porque eso de hablar sobre el olor corporal con un extraño que apenas acababa de conocer definitivamente entraba en su larga lista de temas inadecuados para comenzar cualquier tipo de interacción social, se había visto interrumpido por el nuevo rumbo que el mismo Sinbad había tomado. - Primero me libera y ahora me salva de mis propias torpezas. La deuda no hace más que aumentar - y es que a lo mejor parecería un pensamiento exagerado para muchos, sentirse en deuda con alguien por algo tan simple, pero para ella era absolutamente serio, en especial ahora que su primera opción de ayudarlo con esa pequeña herida en la cabeza había desaparecido. Su curiosidad fue evidente, por la forma en que se le quedó mirando, pero ella no se dio cuenta como para poder reprimir el intenso escrutinio al que estaba sometiendo a su acompañante. Salió de su trance cuando Sinbad mostró claros signos de querer salir de una vez - Parece que es una persona de rápido actuar -, aunque luego volvió a sentarse como si nada y ella tuvo la certeza de que lo había hecho por educación. Lejos de hacerla sentir mal, a ella le pareció una actitud loable y no pudo evitar sonreír. - ¿Quieres que nos conozcamos en una hora? - a lo mejor el uso de las palabras podría malinterpretarse, sobretodo si se le agregaba esa sonrisa que ella portaba, pero su mente estaba lejos de poseer esa capacidad - No creo que eso pueda hacerse en una hora, y tampoco pretendía decir que nos quedaríamos aquí una hora a esperarlos -

A pesar de sus palabras, había tomado asiento frente a él. Aunque era un demonio y aunque la situación no era precisamente la más idónea, ella se sentía extrañamente cómoda y confortable, como ser acobijado por algo tibio y seco luego de haber atravesado una tormenta fría y feroz. Era porque la trataba normal, eso seguro, y le sonreía con naturalidad. Además, para seguir sumando al lote, la había ayudado y cuidado con demasiada amabilidad, incluso se atrevería a decir que exagerada si ella no estuviera totalmente a favor del comportamiento ya que, por desgracia, eso no era algo con lo que se topaba todos los días. - Imaginé que sabrías luchar, y con tu físico y esos músculos en realidad no importaría mucho, no es como si estos piratas rebosaran en grandes técnicas de combate - y sólo luego de haberlo dicho, y con tanta confianza, se dio cuenta de que alguien que supiera el cargo que ostentaba se cuestionaría entonces cómo la habían atrapado. Menos mal Sinbad no lo sabía, y menos mal volvía a cambiar el rumbo de las cosas, aunque con poca elegancia. - ¿Soltero? - no veía cómo eso iba a interesarle, pero rápidamente trató de dar con una respuesta - Ah, pero no debes preocuparte, podrás volver con tu pareja pronto. Esta situación no creo que represente nada arriesgado que pueda poner tu vida en peligro, y menos con las habilidades que ya me has mostrado - le sonrió alentadoramente, cosa totalmente impropia de ella, pero no parecía correcto en ese momento mencionarle la lista de accidentes que podrían ocurrirle y evitar que regresara con vida. Pero bueno, que era un demonio, al menos tendría que ser duro de matar.

Tomando ejemplo de él entonces, ella decidió dar la misma información - En mi caso, ya sabes que me llamo Lydia... - estuvo tentada a no decir lo siguiente, pero con obvia resignación hizo gala de su indiscutible sinceridad, aunque prefirió fijar la vista en cualquier otro punto que no fuera el demonio amable - Y pues, soy una Banshee. Por supuesto que sé defenderme sola, a pesar de que me encontraste en esa situación tan poco favorable, pero es natural cuando te toman por sorpresa en uno de tus momentos no tan buenos, y en banda - suspiró, casi decepcionada de si misma - aunque a nadie le interesan un montón de excusas - murmuró para si misma, puesto que ni aunque hubiera estado borracha como su interlocutor, le parecería justificable haber sido atrapada - Por fortuna yo si estoy soltera, así que no debes preocuparte porque me espere un trágico accidente que acabe con mi vida y me impida regresar a alguna casa - Ya. Ahí estaba. Su capacidad de refrenar el pensar en trágicos escenarios había llegado a su límite cuando intentó darle ánimos al contrario, ahora volvía a ser la optimista Lydia de siempre, que de paso hablaba demás con la clara intención de distraer la atención contraria sobre su raza. Así que siguiendo con eso, se puso de pie y comprobó su estabilidad - Si quieres podemos ir avanzando, de todas formas debo buscar mis armas. Pero haz el favor de no pisar el tercer escalón - comentó de repente esto último poniendo los ojos en blanco, como si se refiriera a una terrible calamidad - Emite un chirrido espantosamente detestable que nadie se ha molestado en arreglar, y que no me tomaré las molestias de arreglar sólo porque planeo hacer volar este barco - su apariencia hablaba de delicadeza, pero sus palabras hablaban de una extraña que castigaba severamente la mediocridad. Gracioso, casi daba risa la diferencia.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Sinbad Jue Jul 21, 2016 2:55 pm

El resultado del intento de conversación fue bastante satisfactorio, de hecho, era una conversación bastante entretenida. Le gustaba el rumbo que estaba tomando. Serió un poco cuando se metió en el tema de los olores y no fue capaz de salir por ella misma, a la vez que agachó la cabeza como un niño cuando le regañó. –Eso de que tengo pareja lo dices tú –comentó riéndose-, yo estoy soltero-. Cuando dijo que era una banshee despertó su curiosidad infantil, comenzando a dar saltitos de emoción. –¡Que chulo una banshee! Sois muy raras de ver-dijo animadamente, pero de pronto se puso ligeramente pensativo-. Por eso, aunque son piratas y tu eres una mujer no han abusado de ti… las banshee sois raras, tienes que ser como una mina de oro a sus ojos y te quieren vender en las mejores condiciones posibles para obtener un gran precio…-por raro que parezca, esto lo había pensado él solo y tenía sentido. La conversación avanzó y, por como comentó como la habían secuestrado, se sentía muy avergonzada. El joven demonio no pudo hacer otra cosa que intentar animarla, por ello se acercó y se puso a su lado, en vez de frente a ella como se encontraban, mostrando un poco más de cercanía, pero tampoco sin excederse. –No son excusas y claro que me interesa –la miraba a los ojos comprensivamente, tratando de que se sintiese apoyada-. No se trata de excusas, son errores. Todo el mundo se equivoca, nadie es perfecto, por ello debemos tratar de enmendarlos. Avergonzarse por los errores u ocultarlos no sirve de nada, solo céntrate en que no vuelvan a ocurrir-la voz era tranquila, pero a la vez tenía una leve chispa de vitalidad para hacer que Lydia se animase y no se autocriticase tanto-. Además, no te ocurrirá nada, después de librarte de esa maldita viga no me perdonaría que te pasase algo, bastante has pasado estando aquí. Así que –volvió a tener esa animada voz que lo caracterizaba- vuelve a estar sonriente, te hace estar mucho más bonita que tu rostro serio –le pellizcó levemente la mejilla, sin aplicar ninguna fuerza, de forma que casi parecía una caricia.

Al ver que ella se levantaba y nombraba el escalón a Sinbad se le ocurrió una idea. Se acercó a la escalera y cuando tuvo el escalón delante, lo agarró y lo arrancó de cuajo, de forma que ya no había escalón. Tiró el trozo de madera al fondo de la especie de bodega en la que se encontraban, ya que no importaba donde cayese, no le hacía falta. Entonces miró a su compañera sonriendo por su brillante idea –Supongo que vendrán dentro de poco-. Volvió a bajar y arrancó con tremenda facilidad tres de los eslabones de la cadena. Le haría falta. –Escóndete- le dijo a Lydia, para que no la vieran nada más bajar. Sinbad se escondió al lado de la escalera. Ya solo quedaba esperar.

A los pocos minutos de estar escondidos, un crujido indicó que la puerta se había abierto y, otro, que la habían cerrado. Sinbad fue contando junto a los escalones que bajaba el pirata. Uno… Dos… el tercero no llegó a escucharse un paso, sino una estrepitosa caída por las escaleras. El pirata maldijo su suerte y se fue a levantar, pero justo Sinbad le cayó encima. No le costó mucho tiempo de forcejeo reducirlo. Estaba encima de él, de pie sobre los brazos del pirata que estaban extendidos e inmovilizados por el propio peso del demonio. Se encontraba con el cuerpo doblado hacie delante y con una de sus manos descansando en la boca del pirata, evitando que gritase y la otra sujetaba los tres eslabones de la cadena. –Ya puedes salir –dijo refiriéndose a Lydia. Tras su mano notó como el pirata se ponía más y más nervioso al entender la situación. –Relájate y no sufrirás daños –le aconsejó Sinbad a aquel desconocido que apestaba a una semana sin lavarse. Por sorprendente que parezca, el pirata hizo caso y se tranquilizó poco a poco, dejando de intentar liberarse. Era más listo de lo que aparentaba. –Y ahora –prosiguió Sinbad en un tono afilado-voy a quitar la mano de tu boca y me vas a decir lo que necesitamos, y nos dirás la verdad –Apretó los eslabones en su mano y dejó caer los minúsculos trocitos al romperse cerca del pirata para que supiese que pasaría si no colaboraba. El pirata asintió nervioso-. Solo hablarás para responder lo que te preguntemos- volvió a asentir nervioso. Sinbad retiró la mano y se incorporó un poco, pero no se levantó de encima del contrario, comenzando desde ahí el interrogatorio.
-¿Hacia donde nos dirigimos?
-A la Cueva Lucero
-¿Qué ha pasado con mi barco?
-Nos está persiguiendo
-¿Dónde están nuestras armas?
-En el camarote de la capitana
-¿Dónde está el camarote?
-Justo tres pisos encima de nosotros.
-Bien- fue lo que dijo para terminar el interrogatorio por su parte. –Por favor…- comenzó a decir el pirata- no me mat…-no llegó a terminar la frase y el puño de Sinbad impactó contra su estómago, dejándolo inconsciente al instante. –Gracias por la información –dijo a modo de disculpa al inconsciente pirata. Se quitó de encima, pues ya no era necesario sujetarle los brazos, ya que se encontraba inconsciente.

Se dirigió a Lydia esta vez –Lo siento por no dejarte preguntarle nada y por la crueldad mostrada, pero ya estaba perdiendo los nervios e iba a gritar-dijo volviendo a su sonriente ser. –Bueno, ya has escuchado, justo encima de nosotros. Hay que darse prisa o esto se llenará de piratas –apremió a Lydia, pero él no miraba hacia la puerta, sino hacia el techo. Se acercó a la banshee y, sin previo aviso, la cargó en su hombro derecho, como si fuera un saco lleno de hortalizas, aguantando a la chica por sus piernas para que no se cayese. –No armes escándalo y agárrate fuerte, no quiero que te caigas –comentó divertido. Cogió impulso y saltó con muchísima fuerza, dejando madera rota en el suelo justo donde había estado. Colocó su puño delante y, como si fuera un cohete, atravesó a una velocidad espantosa los tres pisos, rompiendo el techo con su puño y sin llegar a aterrizar en ninguno de ellos. Justo cuando rompió el tercer techo, perdió la fuerza del impulso y se agarró con una mano al filo de uno de los agujeros para no caer de nuevo al vacío, quedando suspendidos ante el vacío solo por su brazo. Miró a su hombro derecho y comprobó que Lydia aún seguía allí, fuertemente asegurada por su brazo derecho. –Bien, ¿preparada? Uno, dos… TRES –se impulsó con el brazo y salió de aquel agujero, entrando en una sala bastante bien decorada y amueblada. Era impecable, si no fuera por el enorme agujero que había en una de las esquinas. Nada más llegar a tierra firme dejó a Lydia otra vez en el suelo. –Bien, ya hemos llegado –dijo alegremente mientras buscaba con la mirada su espada. La encontró encima de un escritorio que se encontraba en medio de la sala. Había tres espadas, la suya, de tamaño medio, y dos enormes espadas unidas por una cadena. –Aquí están –comentó alegremente mientras se colgaba la suya en la cintura-. ¿Estas son las tuy…?- No llegó a terminar la frase, puesto que el escándalo que se había formado detrás de la cerrada puerta era enorme –Vaya, ¿cómo nos habrán encontrado? –Preguntó entre irónico y divertido, con total despreocupación sobre el tema. Se acercaba la hora de la fiesta.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Invitado Lun Jul 25, 2016 7:19 pm

Algo malo iba a pasar, algo muy malo. Tal vez para otro hubiera sido halagador y encantador recibir tanta atención, y claro que para ella era como encontrar un oasis en mitad de un desierto, encontrando a alguien que se emocionara sinceramente por ella o que se comprometiera a cuidarla. Aunque fueran meras palabras dichas a la ligera, y sospechaba que no lo eran, eran gestos que siempre aportaban una sensación de calidez a su interior que dificilmente se borraban, ni siquiera aunque ella estuviera helada por fuera. Pero las cosas no podían ser tan buenas, definitivamente no podían ser así de buenas sin que vinieran seguidas de algo espectacularmente terrible. Así fue como su mente se dio cuenta de manera abrupta, como quien cae de la cama y se da un golpe fuerte para despertar y darse cuenta que todo era un sueño, de que esto tendría que significar que algo terrible iba a pasar. Ya fuera a ella, ya fuera a él, ya fuera alguna jugarreta caprichosa del insólito destino, casi podría apostar su vida en ello. La idea le asustó y recelosa de lo que pudiera pasar luego de que salieran de toda aquella burbuja de cosas lindas y pláticas amenas, decidió no dejarse envolver por las palabras dulces de Sinbad y concentrarse solamente en salir de ese lugar. Eso, necesitaba un objetivo, uno más práctico y preciso, menos emocional.

La improvisación del moreno para atrapar al sapo bocón fue un poco... ruidosa, de verdad, ella hubiera preferido algo un poco más sutil, ya que siempre había sido partidaria del buen uso del elemento sorpresa. Ahora no estaba del todo perdido, pero definitivamente algún otro retrasado bajaría pronto. Suspiró con una nota de impaciencia - Eso no ha sido crueldad, no te preocupes por eso. En cambio deberías ocuparte de tus métodos, eso ha sido poco eficiente y pudimos haber mantenido el elemento sorpresa para... - se interrumpió en su sermón cuando de repente se dio cuenta de que se acercaba a ella con una intención incomprensible, al menos, hasta que simplemente se la cargó al hombro como si fuera cualquier saco de aquel depósito.

Estaba anonadada, ¿cómo podía simplemente ser tan abrumador? No tuvo más remedio que abrazarse fuerte a su espalda, notando con efecto retardado que la incomodidad que sentía era emocional y no física debido a la posición en que la llevaba - Yo no armo escándalo - murmuró evidentemente ofendida y... ¿Mencionó ya que no le estaba gustando esto? Pues, sólo para dejarlo más claro: No le gustaba. Es más, ¿por qué tenía que cargarla? Ella era perfectamente capaz de ir por su cuenta. Además, si iba a cargarla, ¿por qué tenía que ser así? ¿No podía ella ir en su espalda simplemente? Sabía que no muchos la consideraban merecedora del trato de fémina, pero eso no significaba que ella misma no tuviera cierta consciencia... ¿O no la tenía normalmente? Porque justo ahora juraría que era muy consciente de muchas cosas. Y no, no estaba lista, ¿pero a quién le importaba? De todas maneras el salto se produjo y esa familiar sensación de vacío en el estómago le siguió fielmente.

Cuando llegaron a su parada destino, no esperó ni dos minutos para alejarse del otro e intentar recomponerse. Una parte de ella quería reírse, pero la mayor de ella quería regañarlo por haber hecho algo tan... tan... - ... irresponsable, descabellado, descuidado, desastroso, desorganizado - terminó diciendo en voz alta, un obvio reproche, aunque una media sonrisa la traicionaba flagrantemente. Al parecer ese sería el día de hacer las cosas fuera de lo convencional, y aunque más tarde tuviera que pagar por el buen rato, ella no era de las que abandonaría un momento de placer por evitar alguna decepción futura. Al menos no en ese instante. Sin mediar palabra, se acercó al escritorio y tomó su par de espadas con una facilidad pasmosa que desmentía su apariencia inofensiva. Se sentía mucho mejor ahora que las tenía, como si estuviera completa.

Volvió su atención al alboroto en la puerta - Por supuesto, es un misterio cómo nos habrán encontrado. ¿Por qué no abres la puerta y los recibes? Parecen ansiosos - había usado el mismo tono que él, aunque ella no sonreía tan abiertamente porque su mente estaba en lo que le habían hecho y ahora tenían que pagarle - Sólo haz el favor de no matar a nadie, con que sigan respirando bastará - la verdad es que ella no era una asesina consumada, pero tampoco se estaba con miramientos si la situación requería medidas drásticas. Como sea, estos piratas eran demasiado idiotas como para que valiera la pena matarlos, arruinarles la vida era un mejor pago para sus crímenes que otorgarles la salida fácil de la muerte. Por supuesto, eso no significaba que iba a envolverlos con algodón - Ya no me van a tomar desprevenida dos veces - Pues si, eso había herido bastante su orgullo y la había transportado años atrás en los que era una simple presa indefensa de cualquiera que deseara ponerle las manos encima. Odiaba esa sensación, pero más odiaba saber que podría haber sido cualquiera a quien secuestraran y vendieran como simple mercancía.
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

Mensaje por Sinbad Miér Jul 27, 2016 8:32 am

La sonrisa de Sinbad se hizo aún más abierta tras la descripción de Lydia. –Gracias –dijo a la albina-. Aunque si quieres que los recibamos te sugiero que intentes quitarte ese rubor de las mejillas –Cuando vio la nerviosa reacción de su compañera volvió a reír a carcajadas tanfuertes que se le saltaron dos lágrimas-. Es… es broma jajajajajaja, pero…. ¡Ahora si que se te han subido los colores! –apenas consiguió decir esto y ya se estaba riendo otra vez.

Tras este buen rato de bromas y alegría pensó que ya había llegado el momento de ponerse manos a la obra. Le costó un par de minutos quitarse la risa tonta de encima y tuvo que limpiarse las dos lágrimas de los ojos. Aunque ya no se reía, su sonrisa no desapareció de su rostro. –Es hora de darles la bienvenida- dijo en voz alta. Se acercó a la puerta y soltó una patada de altura media, provocando que la puerta saliera volando varios metros, arrastrando a los piratas tras ella y dejándolos inconscientes. Algo positivo es que la habitación daba directamente a cubierta y no a un pasillo, por lo que podía pelear tranquilamente y menos agobiado. -¡Vamos! –exclamó tanto para Lydia como para él. Salió corriendo aprovechando el espacio que había dejado la puerta. Atravesó la marabunta de piratas a puñetazos, lanzándolos a volar fuera del barco con cada golpe. Se encontraban en el piso del timón y, por ello, aún quedaba un piso para bajar a cubierta, donde aún esperaban más piratas. Aún así el número de éstos no era tantos como esperaba. Así a ojo podía ver que quedaban unos cincuenta. Saltó desde el piso del timón hasta cubierta, cayendo sobre tres piratas que quedaron instantáneamente inconscientes. Desenvainó su espada y fue a enfrentar los piratas de cubierta -¡Los de arriba son tuyos!- gritó a su compañera.

Los piratas frente a él desenvainaron sus armas también, dispuestos a enfrentarlo. Pero Sinbad no tenía intención de ir uno a uno. Hizo un movimiento con su espada frente a él, moviéndola en un arco horizontal. El aire se distorsionó y los piratas frente a él, aunque no se encontraban a su alcance recibieron este corte por el aire, provocándoles serios daños que los incapacitaron para la pelea. Siguió haciendo este movimiento, pero aumentando la velocidad. De esta manera fue lanzando uno tras otro este aire cortante y en cuestión de dos minutos no quedaban piratas en pie en cubierta. El panorama era de un suelo lleno de sangre, todos los piratas en el suelo y varios cortes en la cubierta del barco. Sinbad volvió a envainar la espada, tranquilo, ya sólo había que esperar a que Lydia terminase. Sin embargo, se escuchó el sonido de un látigo restallar y un tremendo y punzante dolor le recorrió la espalda. Sinbad soltó un aullido de dolor. Si se sabía utilizar bien el látigo era muy doloroso. El pirata cayó de rodillas por el golpe.

-Vaya parece que unos prisioneros se han escapado y han hecho daño a mis chicos –dijo una obscena voz femenina a su espalda. El pirata reconoció la voz casi al instante y se giró de golpe hacia la mujer, que se encontraba bajando por las escaleras que unían el piso del timón con el de cubierta. Sinbad notó la sangre brotar po su espalda y manchar su ropa, pero lo ignoró completamente. Estaba sorprendido por quien tenía en frente –Rose… -fue el nombre que salió de los labios de Sinbad- ¡Rose! –dijo alegremente levantándose y girándose a ella - ¡Soy yo, el joven Sin! –dijo señalándose. Hacía cerca de 8 años que no la veía, pero la súcubo no había cambiado en nada y él se dió cuenta de que seguía odiando ese apodo. La súcubo se le quedó mirando como si no supiera de qué hablaba. -El pequeño Sin era pelirroj… ¡Es verdad, eres Sin! –dijo ella sorprendida acercándose a él corriendo. Le abrazó y acarició su cara contra la de él como si fuera una mascota perdida. –Siento lo del latigazo –dijo con su peculiar voz- creía que eras uno de mis prisioneros. ¿Cómo has llegado aquí?.

-No sé, desperté enrollado en cadenas, me liberé y aquí estoy –comentó con dificultad, ya que el roce de la cara de la mujer apenas le dejaba articular algo. La Súcubo se alejó de él de golpe. No se le veían los ojos, así que no pudo distinguir cual era el sentimiento que expresaban, pero por el tono de voz pareció arrepentimiento –Supongo que mis niños te habrán atrapado, dijeron que tenían una sorpresa para mí… y que buena sorpresa, sigues levantándome el apetito tanto como antes-. Sinbad hizo un además con la mano, como quitándole importancia  e ignoró la sutil petición que tenía por costumbre hacer. Ese "como antes" significaba cuando tenía 15 años y realmente lo molestaba. Entonces se giró hacia Lydia, que parecía haber terminado con lo suyo y observaba la conversación. –¡Hola Lydia! –comentó alegremente el pirata-. Esta es Rose, la rescatamos de un naufragio hace… - no llegó a terminar la frase y un grito detrás suya sonó por todo el barco.

-¡HAS LIBERADO A LA BANSHEE!- fue la primera vez que Sinbad veía a un súcubo gritar de esa forma tan horrenda.
-Sip, necesitaba ayuda, estaba en malas condiciones- dijo Sinbad inocentemente.
-¿Sabes cuanto vale una banshee? ¿Y lo difícil que es atraparla? –comenzó a hablar nerviosa, abrazándole por la espalda como si lo quisiera convencer de otra forma-. Si me ayudas a atraparla de nuevo te ayudaré a volver donde tu quieras.
-La respuesta es no –respondió con una repentina seriedad. La súcubo chasqueó la lengua molesta y lanzó a Sinbad rápidamente al suelo desde la posición en la que estaba. Sinbad fue a levantarse rápidamente, pero algo le hizo perder el equilibrio. El barco entero estaba moviéndose bajo sus pies. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? No le importaba, solo centró su atención en la Súcubo que había saltado hacia la banshee-. ¡Lydia, cuidado!
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Privado Re: Enredados... Pero ni muertos juntos | Priv. Sinbad

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