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Los secretos de la ciudad amurallada [Priv Mavra Romanova]

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Los secretos de la ciudad amurallada [Priv Mavra Romanova] - Página 2 Empty Re: Los secretos de la ciudad amurallada [Priv Mavra Romanova]

Mensaje por Mavra Romanova Jue Ago 13, 2015 2:37 am

Hubo un momento en el que pensó que aquel hombre apretaría sus pechos simplemente por tenerlos frente suyo, pero la reacción masculina le sorprendió, observando fijamente aquellos purpurinos ojos mientras rodeaba su cintura con ambas manos. Mavra no reaccionó, observar el atractivo rostro del varón le pareció mucho más interesante que pensar en la forma casi pervertida en la que sus senos se aplastaban contra el pecho de él, porque era cálido, y había pasado mucho tiempo desde la última vez que sintió el calor de un abrazo.

Admito que ser observada por ti no me parece un problema pero... comienzo a tener un poco de frío, la toalla está muy húmeda— susurró la rubia, siguiendo aquella mirada para toparse con las ropas que se encontraban sobre la mesa, dejando escapar una muy suave risa, porque las prendas estuvieron frente a ella todo ese tiempo. Ahora sabía perfectamente que el pelinegro solo deseaba observar su desnudez —la próxima vez espero verte en una también— soltó en una carcajada, sintiendo sus manos soltarle finalmente, para así tomar las ropas con una de sus manos, no sin antes ver al hombre de reojo, quien se alejaba y recargaba en una pared.

Mavra podía retirarse al baño, pero prefirió sentarse en el sofá, aquel que con el respaldo cubría su desnudo cuerpo. Se quitó la toalla y la dejó caer sobre el apoya brazos, echando una nueva mirada al varón, sonriendo ligeramente —Intentaré apresurarme, no es necesario que me esperes mientras me cambio— tomó una de las prendas con su mano derecha, alzandola para que Gaziel pudiera verla a la perfección —tus hombres son buenos eligiendo ropa interior— dijo la mujer, mostrando una corta pantaleta de encaje puro, enarcando una ceja divertida —para una cabaretera claro está.

Mavra observó curiosa todas las prendas, seguramente estaba la parte faltante de la lencería, algo que en realidad no utilizaba por el hecho de usar un corsé muy ajustado —Oh vaya, hace juego— y se dio la vuelta sobre el sofá, pegando sus senos al respaldo del sillón, mostrando burlona con ambas manos el sostén de encaje, ese que en realidad no taparía nada —no sé si pensar que soy deseada o simplemente me ven como una mera prostituta— y a pesar de toda burla, Mavra se puso las pantis, terminando por ponerse de pie para subirlos por completo. Daba la espalda al varón mientras tomaba aquel revelador sostén, pasando sus brazos por ambos tirantes.

Observó de reojo al varón, bajando las manos y dejando la prenda desabrochada —¿Puedes ayudarme?— susurró la mujer, colocando ambas manos sobre sus caderas, sonriendo picarona —Me pregunto si has estado disfrutando de la vista, incluso podrías ver un poco más, a menos claro que personalmente quieras buscarme algo que me quede, porque la blusa que trajeron para mi... me aprieta los pechos


Última edición por Mavra Romanova el Sáb Dic 12, 2015 3:12 am, editado 1 vez
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Mensaje por Greed Gaziel Dom Ago 16, 2015 2:47 pm

Para gusto del pelinegro, la mujer no parecía tener problemas de desenvolverse de la toalla allí, dejando al joven revolucionario apreciara un poco más del esplendido cuerpo que la misma poseía. Sin cuestionamiento alguno, los ojos purpuras del avaricioso recorrieron el cuerpo de la contraria, enfocándose en toda perfección de su pálida piel, en cada curva divinamente marcada, y claro, en la expresión del rostro de la muchacha. Greed no tenía interés en retirarse ahora mismo, no iba a darle más privacidad de la que la muchacha exigiera.

Cuando la rubia pidió ayuda al revolucionario para abrochar aquella prenda Greed no lo dudó, con una sonrisa algo soberbia se encaminó con calma hacia la espalda de la muchacha, evitando el sofá y siendo firme en cada paso. Greed tomó ambos extremos del sostén mientras oía a la mujer, y ciertamente le causaba algo de gracia esos comentarios, pues el ambiente entre los dos comenzaba a ponerse cómodo, sin prejuicio entre alguno. Desde aquella distancia, el pelinegro podía sentir cada aroma de la recién duchada fémina, y aquello lograba provocar un poco más de libido en el revolucionario que tras hacer un poco de esfuerzo logró abrochar aquella prenda, haciendo que los pechos de la contraria se ajustaran y se notaran ciertamente algo apretados, pues su busto era bastante generoso. Greed no se apartó de ella, ni tenía las intenciones de hacerlo, con sus manos, bajó por la espalda de la muchacha, posando su vista sobre aquel peculiar tatuaje, y finalmente terminar su recorrido sobre las caderas de la misma. Mucha confianza tenia el pelinegro, pues ponía sus manos sobre la muchacha como si aquel fuera su territorio, sin dudarlo, como si hubiera estado en ese lugar de miles de veces, pues era normal en el avaricioso reclamar como suyo todo lo que pudiera, así fuera simplemente con el tacto de sus manos.

Con cierto erotismo el pelinegro se acercó al cuelo de la mujer, acercando aún mas el cuerpo de ambos, para susurrar unas palabras hacia la misma, de una forma un tanto seductora, sin borrar la sonrisa de su rostro, que demostraba cuando disfrutaba aquel momento. - ¿Y crees que andar sin blusa sería un problema para ti? Porque no eh notado que te pongas incomoda al carecer de tantas ropas - Greed se apartó un poco, para continuar por detrás de la muchacha, acercando su cuerpo hacia la contraria, como si por detrás le generara un lento abrazo, que poco a poco, iba a apegando mas ese par de cuerpos. - Dejame adivinar, no te gustaría que todos los tipos de abajo te vean semidesnuda, pero aquí, conmigo no pareciera que te incomode demasiado - Comentó el pelinegro, para finalmente, comenzar a apartarse del cuerpo de la muchacha, rompiendo esa cercanía, dando un firme paso hacia atrás para dar algo de espacio a la contraria.

Con aquella nueva distancia, se dio un momento para deleitarse con el cuerpo de la contraria, inspeccionando en una mirada desde arriba hacia abajo, observando con atención como le encajaban las pantis y continuando para admirar las largas piernas de la rubia. Sus objetivos y preferencias para con la contraria estaban cambiando, en su cabeza ya poco le interesaba tomarla como aliada de la revolución, por unos momentos se le había cruzado la idea de llevar algunos negocios con ella, pues la figura de la misma podía atraer muchas ganancias, pero ahora mismo, el interés hacia ella era totalmente personal, el pelinegro aun se debatía en como aprovechar la presencia de esa mujer, pero era seguro que no le dejaría ir sin tomar de ella algo primero.
Greed Gaziel
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Mensaje por Mavra Romanova Miér Ago 19, 2015 12:48 am

Un escalofrío recorrió su espalda ante la caricia que terminó en sus caderas, enrojeciendo con ligereza mientras observaba de reojo al varón, sensaciones indescriptibles comenzaban a dominar su cuerpo, un calor que llenaba su alma y la dotaba de algo completamente nuevo, un sentir tan extraordinario que ni ella misma conocía.

Un suave suspiro escapó de sus carnosos labios ante la calidez de aquel susurro que golpeaba su oído, un sentimiento reconfortante y placentero crecía en su interior, no logrando comprender por qué su cuerpo reaccionaba de tal manera ante la cercanía masculina. Antes de poder decir algo, las manos del hombre se vieron apartadas de su cuerpo, quedando ella en la misma posición sin poder decir nada más, pero escuchando atenta sus palabras.

Una pequeña risa se dejó escuchar ante lo mencionado, dando la vuelta finalmente y cruzando los brazos por debajo de su pecho —Solo creí que sería adecuado darte un premio por las cosas que has hecho por mí hasta el momento, me invitaste a tu departamento, así como me prestaste el baño y además conseguiste ropas para mí... y sé que lo has disfrutado— dio un paso hacia el hombre quien parecía mantener la distancia de ella, un tanto extraño después de haberla abrazado un par de veces, pero Mavra no permitió que se alejara demasiado, pegándose a él en un leve abrazo, observando su rostro con sensualidad.

No me incomoda, en lo absoluto... porque he notado como me miras desde que salí del baño. Es una mirada totalmente distinta a la llena de lujuria que tienen los hombres de abajo, quienes solamente me observaban como si fuese un pedazo de care con el cual follar y después deshechar. totalmente inaudito para mi persona. Por eso tienes la dicha de observar mi perfecto cuerpo— se acercó a su oído, susurrando esta vez —tampoco me importaría pasearme desnuda por tu departamento—y con esa sonrisa orgullosa adornando su rostro, la rubia se separó, tomando la blusa top color negro que venía entre las ropas que le entregaron, poniéndosela con lentitud y esperando no reventarla ante la presión que ejercía sobre sus senos.

Se giró una vez más al pelinegro para mostrarle la prenda, demostrando que no mentía con respecto a lo apretado que estaba —Es verdad que tu actitud hacia conmigo ha cambiado, podría decirse que somos un poco más cercanos ante la confianza que se ha creado, pero aún no logro entender el significado de tu cambio... no creo ser la clase de persona que influiría en las decisiones de un hombre tan imponente y poderoso como tú, Gaziel, deberías decirme lo que realmente deseas de mí, después de todo no soy adivina— y sin siquiera colocarse unos pantalones, la mujer se acercó a la puerta, decidida a bajar con tal apariencia.

Si no te importa que alguien más me observe en tales prendas, solo debes decirlo— y sin más, abrió la puerta, empezando a bajar los escalones que daban a ese departamente, serena. su idea no era provocar al varón, simplemente las heridas más dolorosas se encontraban en sus piernas, pero por supuesto, no perdería la oportunidad de molestar a ese hombre por nada del mundo.
Mavra Romanova
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Mensaje por Greed Gaziel Lun Ago 24, 2015 3:48 pm

Dificilmente la mirada del revolucionario se ponía sobre los ojos de la contaría, la mayor parte del tiempo el pelinegro se dedicaba a inspeccionar, y casi tomar, con sus ojos el hermoso y detallado cuerpo de la contraria, sin embargo, lograba escuchar cada una de esas palabras, mientras mantenía las manos en sus bolsillos, de alguna forma, compitiendo contra el impulso de su persona, que deseaba saltar sobre la rubia, y hacerla suya de tantas maneras. Le gustaba el pensamiento de la contraria, en el cual el pelinegro merecía una recompensa por todo aquello, pero no consideraba que aquello fuese suficiente, después de todo era avaricioso, y pocas veces se conformaba con lo que recibía. Cuando la muchacha se le acerco de aquella forma, comentando sobre su mirar, Greed no pudo evitar soltar una sonrisa. Si su mirar era distinto al de todos aquellos hombres, era porque sus rasgados ojos purpuras estaban bañados en la más pura avaricia, y poco más que eso podía reflejar en su mirar, quizás para el ella no era solo un objeto con el que follar y luego tirar, pero eso era porque para él, ella tenía mil y un uso provechoso, y Greed no era el tipo de personas que desechaba sus objetos.

La muchacha llevaba la razón, aquellas ropas estaban ajustadas, pero a la vista del revolucionario, eso no era ningún inconveniente. Greed no sabía si estaba en el mejor momento para decirle lo que quería con ella, incluso ahora, después de esa cosas, no estaba seguro de que quera lo que quería de ella primero. No le molestó ver a la misma sin prendas bajas, pues era su elección el bajar de aquella forma, así que con una sonrisa en su rostro solo comenzó a bajar tras la mujer siguiendole de cerca, para no perderse el aroma de la misma, que desprendía cada vez que se movía.[color:5343=#MediumPurple] - Bien echo Greed, la tienes donde quieres, y yo que dudaba de tu avaricia - Comentó la segunda conciencia del joven, aquel demonio que solo causaba dolores de cabeza, y disgustos para el revolucionario. Claramente se había callado durante demasiado tiempo, Greed no podía quejarse, pero tampoco podía contestarle sin parece un completo lunático frente a la mujer.

Avanzaron por la bodega, y justo antes de cruzar la puerta que daba con el bar, el pelinegro pudo haber tomando a la rubia por la muñeca y detenerle. Pero no lo hizo, no le molestó que ingresara de aquella forma al bar, dejando ver sus largas piernas, que no estaban en el mejor estado, pero solo era cuestión de tiempo hasta que el doctor allí se encargara de eso. Ambos cruzaron hasta el otro lado, donde el bien iluminado bar destacaba, haciendo que nuevamente las miradas se pusieran en aquellos dos. - Dejame ir primero - Musitó Greed, adelantandose a la muchacha, para echar una mirada afilada a cada persona presente en el bar, logrando que aquellos hombres y mujeres volvieran sus juzgadoras miradas a su situación. De manera igual seria, el revolucionario caminó a donde sus subordinados tenían esperando al doctor, al fondo del bar, en uno de aquellos asientos, donde el mismo parecía estar disfrutando de un cerveza.

El pelinegro avanzó hacia el mismo, asegurándose de que Mavra la siguiera por detrás, hasta llegar a aquel asiento, tomando su lugar en la mesa, y dejando que la mujer se acomodar a un lado del doctor. - Este hombre suele pasar tiempo en el bar, de alguna forma ya es un viejo conocido, no tienes que preocuparte tanto, me debe un favor, y estoy seguro de que hará un buen trabajo para curar tus heridas- Comentó el pelinegro, con seguridad, mientras echaba una mirada a uno de sus soldados, que rápidamente entendió y fue a buscar unas bebidas a la barra. El doctor, vestía bata blanca, por lo que era seguro que los hombres de Greed le hubieran sacado de su consultorio durante el trabajo, junto a el, llevaba un maletín donde seguro guardaría lo necesario para ayudar. El hombre ya algo añejado, de cabellos blancos, y anteojos, temía el revolucionario, sabiendo de lo que era capaz el mismo si este se negaba a cumplir su petición, por lo que no había duda de que haría un buen trabajo con las heridas de la muchacha.
Greed Gaziel
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Mensaje por Mavra Romanova Miér Sep 02, 2015 3:25 am

Se detuvo al sentir las miradas de los clientes inspeccionando su cuerpo, ese líbido tan grotesco que comenzaba a recorrerla de pies a cabeza, deteniéndose en su prominente pecho como si fuese el más grande espectáculo. Y las féminas trabajadoras del lugar la miraban envidiosas, cuchicheando al notar el gran número de heridas en sus piernas, insultando en voz baja a la rubia por salir acompañada del pelinegro. Sin embargo, una sola mirada del mismo fue suficiente para apartar la de los entrometidos, callando de igual forma a las mujeres chismosas, demostrando su autoridad.

Sonrió ligeramente al presenciar tal poderío, incluso un vistazo o chasquido serían lo bastante severo para callar a todo aquel que no le obedeciera, y de cierto modo... se sintió protegida. Sacudió la cabeza ante tal pensamiento, seguramente era una mera atracción sexual y nada más, porque ella misma había decidido no sentir algo mucho más profundo por otra persona, porque la traición de un ser querido la había convertido en lo que actualmente era.

Observó al médico después de tanto divagar, acercándose despacio hasta la mesa donde se encontraba sentado, escuchando atenta las palabras del varón mientras tomaba asiento a lado del anciano. Podía sentir su cuerpo un tanto tembloroso, quizás asustado por la presencia del hombre. Logró notar como evitaba caer la mirada sobre su busto, manteniéndola fija en sus heridas más profundas, quizás era un hombre con familia que creía que un simple vistazo era sinónimo de infidelidad.

Se mantuvo serena durante la inspección, haciendo un par de muecas cuando preguntaba si le dolía y movía sus piernas, logrando que con un simple quejido mirara de reojo a Gaziel. Mavra suspiró, mordiéndose el labio inferior fuertemente cuando colocó un poco de alcohol en sus heridas, había olvidado que aún estaban abiertas, y es que la hospitalidad del varón y el baño fueron tan agradables, que de esa manera sintió como si sus penas fueran aliviadas... y ahora se daba cuenta que estuvo equivocada.

El calvario continuó hasta tenerlo vendando la herida de su frente, la cual sin percatarse ella corría un poco de sangre, su blusa ya estaba manchada con la misma, y ese aroma tan intenso comenzaba a marearla. En ese momento Mavra daba la imagen de una mujer indefensa ante el montón de vendas que empezaban a cubrir sus heridas, algunas más profundas que otras.

Sonrió debilmente a Gaziel cuando el médico hubo terminado, recetando un par de antibióticos para disminuir el dolor que la joven presentaba pero que tampoco exteriorizaba, quizás no deseando preocupar a otros, pero ¿a quien le importaría si se quejaba del dolor? Se puso de pie, tomó la receta y caminó cuidadosa por el lugar, sintiendo como el dolor finalmente había aparecido.

Ha sido realmente amable, doctor— dijo la mujer —aunque el miedo fuese superior a usted— se acercó una vez más a la mesa, recargándose con lentitud, posando su mirada en Gaziel —si no te importa, primor, subiré a ponerme un pantalón para retirarme, después de todo tus chicas no están contentas con mi presencia, y sabré arreglarmelas sola, aunque... seguramente te deba muchos favores.
Mavra Romanova
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Mensaje por Greed Gaziel Sáb Sep 05, 2015 3:23 am

Una vez la muchacha de platinados cabellos estuvo vendada y curada, el revolucionario se esperó a ver la reacción de la misma, estando él aún en su lugar, dando un ultimo sorbo al dulce licor que traía en esa botella. Con sus rasgados ojos purpuras, el hombre pelinegro observó sumo interés cada movimiento de la rubia, esta con lentitud se recargaba sobre la mesa, obligando al joven avaricioso mirarle con deseo. Gaziel no tenía intenciones de dejarle subir sola, tampoco quería que se fuera tan pronto, por alguna razón sentía una atracción hacia la muchacha, y dejar que aquella se fuera sin siquiera darse un poco más de gusto no era algo aceptable. Cuando la muchacha terminó de hablar, el revolucionario no esperó un poco más para levantarse de su posición, y sin poner la mirada sobre el doctor dar un anuncio al mismo. - Puedes irte viejo, tu deuda está pagada - Musitó el pelinegro, sin quitarle la vista de encima a la mujer frente a él.

Greed caminó un poco avanzando por el bar, hasta darse una brusca vuelta y con fuerza poner la mano sobre la mesa en donde se encontraba aquel doctor. El choque de la palma del revolucionario con la esplendida meza logró causar un sonido que se escuchó en cada interior del bar, haciendo que todas las miradas se volvieran hacia el dueño de aquel local. Con una mirada afilada, reflejando cierto furia, pero al mismo tiempo una total calma y control de su ser, el revolucionario amenazaba al añejado hombre de bata blanca. - Eso significa que no queremos verte por aquí sin dinero, estas forzando mis limites, ya no habrá favores de mi parte por un tiempo, consigue tu alcohol en otro lado, o consigue algo de efectivo - Las palabras del avaricioso salieron con total desprecio ante la vida de aquella persona. Aunque no fuese más que una situación de negocios lo que manejara, y personalmente no le importara para nada lo que aquel tipo hiciera con su vida. Siendo obligado a siempre sonar autoritario, el revolucionario debía recalcar esos puntos, ya que no era la primera vez que aquel hombre quedaba en deuda con los negocios del pelinegro. No tardó un solo segundo en que el viejo se mostró completamente atemorizado, casi temblando del miedo que le provocaba la autoritaria mirada del pelinegro y la combinación que esta lograba junto con sus duras palabras.

Sin dar mas importancia a los asuntos de negocios, el pelinegro volvió donde Mavra, para una vez al lado de la misma comenzar a avanzar, nuevamente hacia el piso de arriba. Con una completa confianza en sus decisiones, el avaricioso rodeó con su brazo la cadera de la mujer, para pegarla hacia su persona de manera posesiva. El pelinegro apoyaba sus manos sobre la cadera de la mujer, como si hubiera recorrido esa piel mil veces, y fuese completamente suya, quizás lo hacía de manera inconsciente, o tal vez la mente del revolucionario lo hacía con intención de poner a prueba sus limites con la mujer. De lo único que Greed podía estar seguro en esos momentos, era de que le agradaba sentir el aroma de Mavra, y desde aquella distancia podía percibir con total libertad aquella fragancia. Sin pedir permiso ni acatar queja, el revolucionario siguió su andar hacia la puerta que conectaba con la bodega, manteniendo su cuerpo pegado al de la mujer carente de ropas.

No dio mas ordenes en aquel bar, supuso que las miradas de la presentes ya no tenía sentido fueran apaciguadas por una amenaza, de igual forma, sus trabajadores seguro sabían que hacer con el doctor sin necesidad de que el ordenara llevarlo fuera del bar. El joven hombre de negocios abrió la puerta, y junto a la rubia se adentró en la bodega, cerrando la entrada tras de ellos. Aquella habitación no tan iluminada y bastante privada, provocó un poco más de libidos en el revolucionario que ya se sentía bastante atraído por las fragancias de la fémina. Como si de un impulso se tratase, el revolucionario soltó la cadera de la chica, para de manera rápida y ágil poner su brazo derecho frente a ella, impidiéndole el paso, acorralando a la misma contra la pared del lugar. Con una sonrisa en su rostro, y una posesiva mirada desde sus orbes purpuras, Greed acercaba su rostro al de la rubia, para con cierta autoridad tomar la cadera su mano sobrante, evitando algún intento de la mujer por escabullirse en esa dirección.

Tal ves no era el mejor método, pero eran sus impulsos aún humanos quienes reaccionaban frente a los aromas de la mujer, provocando algunos indicios de lujuria al avaricioso, otro pecado tenía una forma muy peculiar de combinarse con su tan grande codicia. - Preciosa, ¿Que es lo que tienes en mente hacer una vez tengas la posibilidad de irte de mi bar? - Acosó el pelinegro de manera interesada, de forma directa, sin pelos en la lengua, pues y había dando demasiadas vueltas, y tras haber ayudado a la mujer, y afianzando una extraña confianza con ella quería cumplir de su objetivo, y para ello, no debía perder contacto con la hermosa mujer. - ¿No crees que puede ser muy peligroso volver por esos lugares donde otro cazarecompensas puede estar en tu búsqueda? - Consultó el revolucionario, con la sonrisa sobre su rostro, no una sonrisa alegre, ni amigable, su sonrisa avariciosa, junto con esa mirada decidida que remarcaba en su rostro cada vez que se decidía a obtener algo. En este caso, romper sus propios limites para con la mujer, conseguir impactar en ella ya estaba logrado, ahora ese impacto debía ser conducido a un buen objetivo.
Greed Gaziel
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Mensaje por Mavra Romanova Sáb Sep 19, 2015 3:31 am

Quedó un tanto sorprendida ante el trato que Gaziel le daba al anciano, como si realmente no fuese bienvenido a ese lugar; por un momento pensó que sería un tanto más amable por haberla atendido, pero estaba totalmente equivocada, si el viejo debía dinero, entonces aquel hombre no sería para nada condescendiente. Quizás ella fue un tanto dura con el anciano, pero una parte suya deseaba mostrarle ese lado autoritario al pelinegro, darle a entender que no era una chica boba y cursi, sino alguien más ruda y sin escrúpulos.

Déjalo— susurró ella, acercándose un poco al varón y colocar su mano izquierda sobre su hombro más cercano, apretándolo con suavidad, esperando dejara de desbordar toda esa furia en el viejo.

Regresó a su posición anterior, teniendo al hombre muy cerca suyo y avanzando de tal forma hasta la puerta que les conducía a la bodega, sin embargo, una fuerte mano se encargó de pegarla al masculino cuerpo, aferrándose posesivamente de su cadera, como si esta misma le hubiese pertenecido desde hace muchísimo tiempo. Mavra no pudo evitar sonreír por tal acto, sintiendo un ligero cosquilleo recorrer su columna, oliendo su aroma, observando su soberbia sonrisa... empezaba a encantarla.

Al ingresar finalmente a la bodega, Mavra sintió un leve escalofrío recorrer su cuerpo por completo, aquel oscuro sitió era el escenario perfecto para las miles de cosas que un hombre le haría a una mujer, provocando en ella un creciente líbido, aquella sensación que su piel no había experimentado en mucho tiempo.

Su pensamiento fue cortado al ser acorralada contra la pared, manteniendo un brazo a lado de su cabeza y el otro sosteniendo nuevamente su cadera, impidiendo de tal forma que aquella hermosa mujer escapara. Estaba a su merced, algo que no vió venir, algo que no esperaba, pensando que Gaziel controlaba sus impulsos masculinos, incluso llegando a creer que estaba respetando su espacio y persona al no lanzarse sobre ella cuando se cambiaba en el departamento. Una leve sonrisa apareció en su rostro, se sentía deseada, ese mismo sentimiento que tuvo cuando los masculinos dedos recorrieron su espalda, y ahora, su rostro tan cerca del propio... con esa sonrisa que ahora le gustaba.

Iba a mencionar algo, pero aquella pregunta la dejó sin habla, no sabiendo qué decir, mirando de reojo su lado izquierdo, para después observar a la nada en el costado derecho —Yo... no lo sé— susurró la rubia, necesitaba reposo, pero creía que en cualquier momento aquel hombre podría hartarse de ella, por lo que requería retirarse pero ¿y después? Eso no era algo que aún tenía en mente.

Una segunda pregunta fue hecha, observando al más alto fijamente, porque era cierto, irse y estar al asecho de otro cazarecompensas, era una gran posibilidad contando que su fotografía empezaba a rondar por los tres reinos como una fugitiva realmente peligrosa... no tenía un lugar al cual regresar, no tenía un lugar en el cual refugiarse.

Lo es, realmente lo es... no existe un sitio para mí en este mundo, Gaziel, pero es así como he vivido todo este tiempo, huyendo— su mano derecha se acercó con lentitud a la mejilla izquierda del hombre, tocando su piel en un ligero roce —has hecho demasiado por mi, cielo, no sé qué podría hacer yo para compensar todo esto— sus labios rozaron deseosos los contrarios, intentando controlar ese fuerte impulso de besarlo, pero cediendo a medida que se iban tocando con lentitud. No fue algo tierno, no fue dulce, no era cursi, era un beso cargado de deseo y pasión, impulsos de lujuria que dominaban cada fibra de su ser, y que la poca cordura que aún poseía lograba apartarla de él —pero prefiero ser capturada yo antes de tan siquiera dejar que te toquen un pelo.
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Mensaje por Greed Gaziel Dom Sep 20, 2015 2:38 am

El revolucionario fijaba su par de orbes purpuras en el rostro de la mujer, aún cuando esta desviaba la mirada, el pelinegro era incapaz de quitarle la mirada de encima, casi hipnotizado por la majestuosa belleza que la rubia desprendía. Con una soberbia sonrisa en su rostro, Greed escuchaba las palabras de la contraria, atento a cada una que esta pronunciaba, aunque al mismo tiempo admirando completamente cada minúsculo movimiento que los labios de la fémina realizaban al modular cada letra. Sintiendo el suave tacto de la mano de la contraria sobre su mejilla, el pelinegro aprovechó aquel rose para acercar un poco más su cuerpo al de la rubia. De igual manera, sus labios se aproximaron a los contrarios, provocando un rose, que sin importar cuanto alguno de los dos quisiera contener esos deseos, no tardó en convertirse en un beso. El cuerpo del revolucionario se lleno pronto de libido, y con aquella sensación recorriéndole por completo se apegó a la contraria, haciendo que su pecho oprimiera sobre el de ella, sin darle posibilidad alguna de separarse. La mano del avaricioso que había envuelto la cintura de la mujer, algo traviesa descendió de su posición, desplazándose hasta alcanzar la parte posterior del cuerpo de la rubia, provocando un suave tacto sobre la ropa interior de la muchacha, como si de una caricia de tratase, llevando cierta delicadeza al recordar las heridas piernas de la rubia. Todo pareció pasar rápidamente, y los labios de ambos se separaron, aunque sin lograra satisfacer la necesidad del pelinegro, que aún tenía el libido recorriéndole cuando la mujer pronunció aquellas ultimas palabras.

Con una sonrisa sobre su rostro, el pelinegro no pudo evitar reír con cierta confianza al escuchar aquello. Greed deslizó su mano derecha hacia el hombre de la rubia, con un tacto algo cariñoso, aunque más bien seductivo, que con suma autoridad se desplazaba sobre aquella zona del cuerpo contrario. - Ninguno de esos cazarecompensas serían capaces de tocarme un pelo - Musitó Greed, con una sonrisa orgullosa en su rostro, completamente confiado de sus palabras, sabiendo que se encontraban en Revolution City, lugar y hogar de cada revolucionario, estaba seguro de que sus subordinados eran suficientes para detener a cada cazarecompensas que buscara problemas, y si eso no bastaba, el joven pelinegro sabía que podría hacer frente a quien se le quisiera enfrentar. - Y mientras te quedes cerca, estoy seguro de que nadie se atrevería a lastimarte - Agregó, el revolucionario, de forma firme, y con total confianza en sus propias palabras. - Aquí en Revolution City, ningún miembro del gobierno sería capas de verte, y sin importar cuantos de eso cazarecompensas vengan por ti, te aseguro que tendrías la ventaja - Finalizó el pelinegro, intentando mantener tranquila a la muchacha, exponiendo los puntos del porque sería ventajoso para ella quedarse por allí, aunque claramente, el revolucionario también sacaría provecho de tener a tal mujer siempre cerca.

Aún, los impulsos humanos del pelinegro le recorrían el cuerpo, tanto así que su mano derecha volvió a deslizarse, esta vez subiendo suavemente por el cuello de la mujer, para  de forma seductora ascender hacia el mentón de la misma, y tomarlo con firmeza para con decisión acercar sus labios hacia los de la contraria, sin una sola duda en consolidar aquel beso cargado de lujuria y pasión. La mano contraria del revolucionario, no pudo evitar afirmarse en el trasero de la mujer, casi como si de un impulso se tratase, aprovechó para apegar su cuerpo un poco más al de la mujer, aún sin acortar el beso. La mano diestra del joven soltó el mentón de la contraria, y se apoyó nuevamente en la pared, mientras el pelinegro disfrutaba de aquel beso que ahora se esmeraba en durar más que el anterior. Los labios de la mujer tenían un sabor lleno de pasión y deseo, que alimentaban el libido del joven humano, logrando que el mismo se dejara llevar, produciendo que los impulsos se transformaran en totales intenciones, pues el aroma de la contraria, junto a aquel beso, y el rose de cuerpo con el de la mujer, en el ambiente que aquella bodega obsequiaba, hacían al avaricioso olvidar por un momento de casi todas las cosas. Haciéndole pensar unicamente en el placer que le producía aquella situación.

Sin embargo, por alguna razón, quizás buscando aire, o tal vez percatándose del exceso de su acto, el revolucionario se apartó lentamente, dando distancia a la mujer, separando esos cuerpos, quitando su diestra del muro, al igual que apartando la zurda del cuerpo de la muchacha, pero sin apartar su mirada del precioso rostro de la rubia. - Eres tu quien elije preciosa, puedes subir y terminar de ponerte tus ropas, para retirarte y quizás no volvernos a ver en mucho tiempo, o puedes quedarte aquí un tiempo más, para vivir aunque sea un mínimo momento de tranquilidad, sin tener que preocuparte de huir, sabiendo que puedes estar a salvo, sin desconfiar de cada rostro con el que te cruzas, al menos solo por esta vez - Las palabras del avaricioso salieron en un cierto tono comprensivo, como si entendiera todo lo que a la muchacha le estaba sucediendo. Greed había dado espacio a la mujer, intentado darle a entender que no se opondría a su opinión, lo que ella decidiera estaría bien, no iba a ser opresivo.
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Mensaje por Mavra Romanova Jue Sep 24, 2015 8:23 pm

Las palabras del pelinegro habían logrado convencerla, solo de esa forma podría evitar el ser perseguida nuevamente por un cazarecompensas, incluso evitar ir a la prisión, ese lugar maldito donde estuvo durmiendo por un par de años. Empezaba a sentirse protegida, porque en ese lugar ninguna persona se atrevería a buscarla. Sumida en sus pensamientos, sintió entonces la mano masculina acariciar su cuello, subiendo lentamente hasta su mentón, observó al hombre y aquella seductora cercanía, empezando a cerrar sus ojos antes de tan siquiera unir sus labios.

Empezó como un roce, transformándose en ese beso cargado de deseo y que no hubieron terminado, ese beso que continuaba al anterior, sintiendo su lengua bañada en calidez mientras era dominada por el varón. Sus brazos rodearon el cuello de Gaziel, pegándose aún más a su cuerpo e invitándole a continuar con la exploración en su boca, disfrutando del sabor en sus labios, degustandolo al encontrar el sabor de la bebida que hubo tomado en el bar. Las manos del hombre se afirmaron a sus glúteos, encendiendo la lujuria que se mantuvo dormida dentro de ella, queriendo frotar su cuerpo con el masculino en frenéticos movimientos... pero debía contenerse.

Deseó ser tomada en ese lugar, acariciada, amada, pero era imposible. Mavra era nueva en ese sitio, no podía permitirse que cualquiera escuchara sus gemidos, nadie debía oírlos, solo aquel que mereciera pasar una noche con ella, y definitivamente había encontrado al hombre capaz de lograrlo... el único capaz de lograrlo. Sus labios se separaron, pero ella se impulsó una vez más para besarle, esta vez dando cortos besos, pidiendo un poco más de atención, un poco más de él. Suspiró un tanto sonrojada al verle apartarse, desviando la mirada a las escaleras que daban al departamento y él habló.

Mavra había tomado una decisión. Tomó la mano de Gaziel, empezando a subir lentamente, dejando a la vista el movimiento de sus glúteos al ir subiendo, pensando que eso era la vista que merecía por tanta ayuda, y quizás un par de trabajitos más. Ella no dejaría de estar en deuda por tanta hospitalidad, y comenzaba a pensar que quizás entregarle su cuerpo no era una mala idea.

Ese hombre empezaba a gustarle.

¿Quieres que haga algo en especial?— preguntó curiosa al abrir la puerta, soltando la mano del pelinegro y buscar los pantalones que le habían llevado —Estoy segura que me pondrás a trabajar para devolverte el pago— dijo la rubia, terminando de abotonarse la prenda y acercarse al varón —y seguramente pasarme por tu cama no será suficiente— susurró contra sus labios, posando la diestra sobre el pecho masculino para recargarse, depositando un pequeño beso en su mejilla derecha —dime, Gaziel, ¿qué es lo que quieres de mí?
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Mensaje por Greed Gaziel Sáb Sep 26, 2015 4:32 am

Sintiendo como la mujer tomaba su mano y le guiaba decidida el pelinegro sonrió, sintiendo por dentro una gran satisfacción y perdiendo un peso sobra la espalda al saber la decisión de la fémina. Ahora con su avaricia satisfecha de alguna forma, al saber que podría considerar a esa mujer como propia, quizás no de la misma forma que con sus soldados, pero sentía que ella le pertenecía, o al menos eso es lo que deseaba. Con su parte humana dejándose hipnotizar por el movimiento del cuerpo de la mujer, el revolucionario se dejó llevar por ella escaleras arriba. Despertando nuevamente su libido por aquella vista que tenía de los glúteos tan firmes de la mujer, aquello solo le daba la intención y el deseo de tomarlos con sus manos, y quizás con alguna rudeza poner a la rubia contra la pared, pues mantuvo sus deseos solo en su mente por ahora pues la pregunta de la muchacha al abrir la puerta concentró su atención.

Sintiendo como le soltaban la mano el revolucionario avanzó con calma sin quitarle la mirada de encima a la muchacha y su sensual cuerpo. Había tantas cosas que podía pasarse por su mente ante esa pregunta, que tuvo que hacerse una pausa para reacomodar sus ideas mientras la muchacha se ponía la prenda. Por un momento hubiera deseado que ella dejara aquel pantalón en la mesa y de igual forma se hubiera quitado todas las prendas que vestía, pero probablemente eso no fuera lo correcto para una mujer que acaba de conocerle.

Las siguientes palabras volvieron a captar la atención del hombre, volviendo a la realidad sintiendo como la mujer se recargaba sobre el propio pecho. El avaricioso miembro de los revolucionarios le miró con una sonrisa típica de él, y mientras aprovechaba la cercanía para volver a deleitarse con aquel aroma que la rubia desprendía oía sus palabras. – Hay muchas cosas que podría pensar para alguien como tú – Musito el revolucionario de manera seria, rodeando la cadera de la mujer con su brazo. – No solo un trabajo en el bar, a veces puede que necesite de tu ayuda para algún trabajo revolucionario – Comentó, poniendo su otra mano sobre la mejilla de la mujer, formando una suave caricia, al tiempo que con total libido su mirada se clavaba en los labios tan atrayentes de la rubia. –Y claro, puede que necesite un poco de tu atención alguna noche, o quizás una tarde, o simplemente en el momento que me urja verte – Agregó en un tono seductor, continuando aquella caricia mientras su rostro se tornaba cada vez más es una expresión de deseo hacia la muchacha.

Sin esperarse más acercó sus labios hacia los de la mujer esperando ser correspondido, mientras su mano que había realizado una caricia ahora descendía recorriendo el lateral de atractivo cuerpo de la mujer. Aquellos labios de la contraría provocando todo en el avaricioso, de alguna forma, el sabor de aquella boca era incluso mejor al aroma que desprendía la mujer en todo momento. Y la forma en que ella era capaz de usarla lograba estragos en Gaziel, haciendo que su mente solo se concentrara en eso por unos momentos, desatando todo deseo sexual hasta donde la imaginación del pelinegro podía llegar.

Cuando aquellos labios se separaron, el revolucionario miró a la mujer con una sonrisa, clavando sus rasgados orbes purpuras en los pechos de la misma por un momento, obviamente sin poder dejar escapar la oportunidad que se le daba al tener ese punto de visión. –Me gustaría que te mantengas cerca, y que estés aquí siempre que te necesite, necesitaré que estés siempre dispuesta a lo que te pida, y que me ayudes cuando necesite cumplir mis deseos- Musitó el pelinegro, respondiendo a la duda de la mujer muy claramente. Solo necesitaba un sí de respuesta, y completaría aquel deseo, aquella necesidad de posesión que le recorría el cuerpo, para que su mente se confiara de que aquella mujer le pertenecía, pues él era Greed Gaziel, el hombre dueño de todo este mundo y toda cosa que se pudiera imaginar.
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Mensaje por Mavra Romanova Mar Oct 20, 2015 9:19 pm

Definitivamente no podía separarse de aquellos labios por tanto tiempo, era como tener un par de imánes en cada extremo, uniéndoles al instante, pero ambos eran adultos, y aunque el deseo sexual fuese mayor, debían detenerse. Gaziel había despertado en ella algo totalmente nuevo; le gustaba su mirada, su forma engreída de ser y esa sonrisa prepotente que dominaba en su rostro, pero no veía del todo correcto el entregarse a él en ese momento, después de todo no llevaban ni un día de conocerse. Aún así, se dedicó a corresponder deseosa el beso que el pelinegro volvía a dominar, sintiendo esas manos descender hasta sus caderas, subiendo las propias hasta la ancha espalda del varón, aferrándose en un fuerte abrazo. Su boca misma era como saborear el más delicioso néctar o el alcohol más potente, pues con solo una probada te hacías adicto al sabor.

Se separó lentamente del hombre, sonriendo ligeramente sin notar aquel hilillo de saliva uniendo sus labios, acercando una mano para acariciar de nueva cuenta la mejilla izquierda, un movimiento leve y cariñoso, un toque totalmente sincero proveniente de aquella fría mujer para el cruel hombre que la había encandilado.

Aceptaré todo lo que me pidas, Gaziel— dijo serena, recargando entonces su cabeza sobre el pecho del hombre, cual mujer enamorada —es mi pago por la ayuda que me brindas, y sobretodo por ofrecerme un hogar— subió la mirada, acercando sus rosados labios a la barbilla del varón, depositando ahí un muy leve beso. Suspiró suavemente, permitiendo que su mente divagara entre extraños pensamientos y recuerdos que no sabía que poseía.

La figura un hombre alto y de cabellos castaños inundó su cabeza, sonriendo dulce a la mujer mientras la tomaba entre sus brazos. No, Mavra no recordaba la identidad de aquel varón, pero la opresión en su pecho solo podía indicar el daño que le provocó, un dolor tan grande que la hizo aferrarse con mayor fuerza a Gaziel.

Solamente te pido... que no me traiciones— susurró la rubia, no entendía el por qué decía tal cosa, pero lo sentía necesario, sentía que una respuesta afirmativa del revolucionario haría que su alma se calmara.
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Mensaje por Greed Gaziel Jue Oct 22, 2015 10:21 pm

Esas palabras fueron perfectas a los oídos del joven revolucionario, rápidamente, su mente se convenció de la posesión que ahora podría ejercer sobre la rubia de candente cuerpo. Los orbes purpuras del varón admiraron espléndidamente todo el ser de aquella mujer, que despertaba su libido a cada momento, y que ahora mismo, había logrado en el pelinegro una sensación más satisfactoria para su persona. La posesión, aquella satisfacción que el endemoniado cuerpo del pelinegro lograba producir, en el mundo, no había mayor placer para el avaricioso que poder adueñarse de las cosas. Y aquella hermosa mujer, que despertaba increíbles sensaciones en su persona con un acto tan simple como un beso, había aceptado las condiciones del revolucionario, aquello le generaba una inmensa felicidad y otras sensaciones indescriptibles, que mayormente se podrían resumir en una satisfacción de niveles colosales. Pues una gran sonrisa soberbia se puso en el rostro del pelinegro mientras recibía aquel beso en la barbilla por parte de la rubia.

El revolucionario no dejaba pasar la oportunidad, y sus manos se regocijaran rodeando la cintura de la muchacha para abrazar a la misma y así disfrutar de lo apegados que sus cuerpos se encontraban. Las próxima palabras de la fémina, le tomaron por sorpresa. ¿Qué significaba aquello? No es como que el pelinegro fuese un santo, la traición era algo que había manchado su historia hace tiempo, y veía la misma mancha en su futuro para cuando ya no le sirviera ser un revolucionario. ¿Acaso la muchacha se refería a la fidelidad? Greed podía prometer eso, siempre y cuando la mujer estuviera para satisfacer sus mundanos deseos. Por otro lado, el pelinegro no iba a permitirse a su propia persona, el traicionar a alguien cercano, alguien que considerara suyo. Pues después de todo, el joven avaricioso quería ser un rey, el mejor rey en todos spiritu soul, y eso aseguraba no traicionar a su gente.

Poniendo sus relucientes orbes purpuras sobre la muchacha, el joven de mirada rasgada afirmó en un tono serio y bastante seguro – Eso nunca preciosa – Con total calma, como si lograra algo como es no significara ninguna dificultad para el avaricioso hombre. Greed tampoco entendía él porque la fémina sentía la necesidad de pedir aquello, sin embargo, ignoraría ese factor por el momento, dejándole a la muchacha disfrutar del momento que se había generado con ese abrazo. El cual, entre todo, lograba ser bastante cómodo para el revolucionario, pues aun con sus labios húmedos por el beso que había logrado con la rubia, la oscuridad de la bodega, y la luminosa y correcta sala, le acondicionaba para sentirse perfectamente, mientras sus varoniles brazos le abrazaban con posesión.

Aún sin saber cómo, estaba conforme con aquel día, bastantes logros conseguidos por parte del pelinegro. Sus brazos abrazando el cuerpo de la muchacha hacía notar su posesión sobre la misma, y su sonrisa avaricioso afirmaba aquello, por último, su cuerpo apegado al de la muchacha le permitía disfrutar, y la cercanía de aquellos permitía al joven deleitarse con el plácido aroma que rodeaba la esencia de la mujer. Aún recargado de libido, aunque con la suficiente decencia para contener sus impulsos, el pelinegro sabía que no era momento para lanzarse sobre la fémina, ni para descargar sus deseos en el cuerpo de la misma. Por mucho que lo deseara, tenía que mantener su postura, aunque estuviera casi seguro de la muchacha podía sentir los mismo deseos. - ¿Quieres que bajemos ahora? Tomar unos tragos… O lo que te apetezca bonita – Musitó el pelinegro consultando, dejando ver su soberbia sonrisa. Las manos del joven se desplazaron, subiendo seductivamente por la espalda de la fémina, para llegar a la altura de sus omoplatos. Desde aquella altura, su diestra se desplazó con total sutileza, recorriendo con suavidad el cuerpo de la rubia, así finalmente llegar hasta su hombro, para luego moverse con total libertad hacia el mentón de la mujer. Así, elevar el bello rostro de la misma para poder clavar sus propios ojos directo hacia el mirar de la semidragóna. - ¿Qué dices? – Volvió a insistir el revolucionario hacia la fémina, buscando su total atención.
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Mensaje por Mavra Romanova Miér Nov 11, 2015 2:10 am

Sus palabras provocaron un gran alivio en el cuerpo de la fémina, quien aún se encontraba sumida en sus pensamientos antes de que el varón le diera aquella respuesta. Paisajes hermosamente dibujados en su memoria de un verdor esplendoroso, de aquellos que no encontrarías en las tierras de Spatium; un niño corriendo hacia ella y un hombre y una mujer sonriendo amables. Nostalgia era lo que su corazón sentía ante tales imágenes, gente que conocía a la perfección, pero la última persona la mantenía intrigada al no poder reconocerla, especialmente por ese profundo dolor que apuñalaba su corazón con violencia.

Solo la voz de Gaziel pudo sacarla de dicho mundo que empezaba a transformarse en un lugar caótico, suspirando suavemente, aferrándose a su cuerpo, sintiéndose sumamente protegida entre los brazos del avaricioso. Pero de algo estaba segura, algún día tendría que descubrir la identidad de aquella persona que tanto terror traía a su mente.

El sonido seductor de Gaziel, acompañado de un par de cariciar comenzaron a enloquecerla, como si fuese un experto tocando el cuerpo femenino, porque sus dedos, su mano se movía delicadamente seduciendo cada fibra de su piel, no sabiendo si podría frenar sus crecientes impulsos sexuales que creía haber calmado hace unos pocos minutos. Pero el hombre siempre los despertaba, solo un beso, solo una caricia, un mero toque era suficiente para que el líbido aumentara, pero él no hizo absolutamente nada.

Me parece bien— susurró ligeramente enrojecida, avergonzada por excitarse con el pasar de los masculinos dedos sobre su espalda, sonriendo para disimular un poco el color de sus mejillas —y si invitas tú, entonces no habrá problema.

Se separó finalmente del varón, caminando con un suave contoneo de caderas hasta la puerta, Mavra no podía pasar ni un minuto más en la misma habitación con ese hombre, temía que en cualquier momento el líbido ganara y se permitiera ser tomada por él, un recién conocido... y no sería diferente de una puta. Sabía que no se arrepentiría de lo que pudiera hacer con él, su propio cuerpo intentaba seducirlo con cada uno de sus movimientos, ignorando por completo sus esfuerzos por evitar tal contacto, pero sus manos y su boca la dominaban. Ella, quien empezó el beso entre ambos, fue derrotada por los labios del avaricioso.

Intentó despejar su mente a medida que bajaba los escalones, pero era la bodega a donde descendía, el lugar donde ambos se besaron por primera vez. La luz tenue que bañaba la zona creaba pequeños puntos de áreas oscuras, convirtiéndolo así en el lugar predilecto para ser tomada.

Nuevamente intentó calmarse, suspirando un par de veces mientras tomaba el pomo de la puerta, aún con esas ansias recorriendo su columna en forma de finas y placenteras descargas eléctricas. Sabía que en algún momento Gaziel la tomaría, pero estaba segura que no sería en ese día.
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Mensaje por Greed Gaziel Sáb Nov 14, 2015 12:43 am

La respuesta de la fémina logró reafirmar la soberbia sonrisa que el varón poseía mientras le abrazaba, placer para sus oídos significo aquello, mientras no dejaba de disfrutar la cercanía de sus cuerpos. Los purpuras orbes del pelinegro se habían concentrado en el rostro de la rubia al oírle decir aquello. Le pareció extraño ver tal sonrojo acompañado por una sonrisa, algo que hasta este momento no había tenido el placer de divisar. Sin embargo, no mucho tiempo pudo apreciar aquella vista, pues la fémina se separó de su cuerpo, caminando de una manera completamente sexy y seductora. Que rápidamente hizo a Greed olvidarse de lo otro. Era imposible para el avaricioso no sentirse atraído por aquel caminar de la atractiva mujer, todo movimiento de la misma parecía seductivo, y era fuertemente apreciado por el revolucionario. Quien no podía quitar su mirada de encima de las caderas y todo lo cercano a las mismas, al verles mecerse de esa forma, un movimiento que cualquier persona podía encontrar sexy, pero que debido a todo el libido acumulado por el pelinegro, le encontraba como un llamado. Como si con aquello le estuviera diciendo “ven y tómame”. A pesar de todo eso, Greed sabía controlarse, ya había ofrecido un trago a la joven mujer, y no iba a retractarse ahora, quería mostrarse fuerte y decidido con sus palabras. ¿Qué imagen daría si después de todo se dejaba llevar por sus impulsos tras tanto haberlo intentado? Seguramente, la imagen de un hombre no podía controlarse, que actuaba sin pensar, o que solo se dejaba llevar por el momento. Algo completamente contrario a lo que aspiraba ser, pues esas no debían ser las actitudes de un Rey y mucho menos del hombre dueño de Spirit Soul.

El pelinegro no se hizo esperar, plantó un rostro serio y guardó las manos en los bolsillos, para con total decisión comenzar a caminar tras la mujer, sin quitarle los ojos de encima. Avanzaba a pasos firmes, autoritarios, como era digno de alguien como él, pues aunque ninguno de sus subordinados estuviera presente, siempre quería dar una imagen de confianza en su andar. Greed comenzó a bajar los escalones, dejando a la fémina ir unos 4 escalones delante de él. No solo para que tuviera el espacio de sentirse cómoda, aquella situación le daba una perfecta área de visión sobre todo el cuerpo de la rubia. Desde sus dorados cabellos, hasta aquel cuerpo tan bien detallado, que tanto seducía al pelinegro, haciendo sus orbes purpuras se iluminaran en deseos libidinosos. ¿Y cómo no tenerlos cuando tal ejemplar de mujer parecía entregarse a él de total manera? La mente del revolucionario lograba imaginar varias situaciones perversas con aquella mujer, situaciones que le gustaría experimentar en ese mismo momento, pero debía ser paciente. Si todo salía como el esperaba, terminaría logrando satisfacer a su cuerpo con el de la muchacha, después de todo, ella ya había accedido a cumplir sus deseos, aceptar lo que le pidiera, y porque no, brindarle ayuda con algún asunto que precisara de ella. Él no buscaba la calma en sus pensamientos, sabiendo que podía controlarse, el seguro joven revolucionario dejaba a su mente disfrutar con tales ideas, después de todo, ese era su límite y debía ser disfrutado.

El pelinegro logró alcanzar a la joven rubia hasta la puerta, había dejado a ella la delantera, por lo que al llegar le encontró con la mano sobre el pomo, aun sin abrir tal puerta. Con seguridad, el joven varón se acercó por detrás, y marcando sus ojos sobre la nuca de la rubia se le apegó rodeando a la misma con sus brazos mientras esperaba porque abriera tal puerta. Un pequeño abrazo se formó entre aquellos, el pelinegro se apegaba a la parte trasera del cuerpo de la muchacha mientras le rodeaba por la cintura. La cercanía de esos cuerpos, permitió al joven de ojos purpuras deleitarse nuevamente con el embriagante aroma de la fémina que tanto le había gustado. Al notar la mano de ella firme sobre el pomo, el revolucionario dio un suave beso sobre el hombro de la muchacha, logrando que un pequeño sonido se escuchara al separar sus labios de la piel de la rubia. Aquel acto fue acompañado por el cuerpo del revolucionario, el cual llevaba a su mano por un recorrido por el lado derecho del cuerpo de la muchacha, para así subir hasta su hombro, y comenzar a recorrer el brazo de ella en un continuo y delicado rose. Hasta que finalmente, la palma de su mano se posó sobre la mano de ella, la cual estaba a su vez sobre el pomo de la puerta.

Con delicadeza y seducción, Greed se acercó al oído de la fémina, conociendo muy bien sus límites. – Debemos abrir la puerta – Susurró para ella, colocando la sonrisa soberbia sobre rostro. Para luego de aquel acto afirmar su mano sobre la contraria, y acompañando así el movimiento de esta para con el pomo abrir la puerta. Ya con aquella puerta abierta, el pelinegro lentamente se comenzó a separar de la rubia, haciendo que su mano fuera igual de seductor y delicada al abandonar el cuerpo de ella en un casi un eterno roce. El revolucionario dejó algo de espacio, para volver a su compostura, como si aquello nunca hubiera sucedido, y dejando comodidad a la rubia para que atraviese el umbral hacia fuera de la bodega. Le gustaba dejar a la rubia tomar esas decisiones, ver y apreciar cómo se debatía, pues aquello significaba abandonar aquella oscura habitación, donde sus deseos carnales podían desahogarse sin problemas, para entrar al ruidoso bar, donde serían vistos por todos, sin ninguna posibilidad de darse las mismas libertades que en la privacidad de aquella habitación.
Greed Gaziel
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Mensaje por Mavra Romanova Sáb Dic 19, 2015 4:00 am

Se estremeció por la cercanía masculina, soltando un suave y dulce gemido ante los labios del varón presionando su hombro, acompañado de varios suspiros que se fueron agolpando en su garganta. El hombre parecía divertido al ver el rostro femenino enrojeciendo por su simple tacto, la mera caricia que ascendía y descendía por su brazo. Se detuvo, logrando que la rubia girara el pomo al susurrar en su oído y moviendo su mano sobre la de ella. Mavra intentó mentalizarse, en pocos segundos se había encendido, había caído en su juego, porque eso era solo un juego, haciendo notar que la recta mujer era fácil de excitar. En cambio, Greed se mostraba como si no hubiese sucedido absolutamente nada, pero para ella no era sencillo desvanecer el sonrojo que golpeaba fieramente sus mejillas, sacudiendo la cabeza un par de veces así como golpearse las mejillas.

Salió finalmente de la bodega, caminando tras de Greed; notó entonces que los hombres reunidos parecían intentar no mirarla, y las mujeres solo se quejaban en voz baja, voces faciles de escuchar ante su oído tan desarrollado, logrando captar un par de conversaciones un tanto graciosas, y por supuesto unos cuantos insultos a su persona. Sonrió ladinamente, colocando ambas manos sobre sus caderas y seguir al pelinegro hasta la mesa elegida, quizás lo anterior sería un buen tema de conversación.

Se sentó frente a él, posando el mentón sobre el dorso de sus manos, dejando una buena vista de su prominente pecho al varón. Quizás intentaba tentarlo, quizás quería ver su reacción, solo sabía que se reiría un poco de él, porque incluso una mujer de semblante frío como ella debía reír y disfrutar de la vida.

Escuché un par de comentarios muy graciosos— dijo sonriente, jugueteando con un mechón de su cabello, observando al hombre fijamente —una de tus atractivas prostitutas dijo que fornicabas con ella cada día de la semana y que nunca salían de la cama— y rió, moviendo los hombros mientras cubría sus labios con la mano derecha —Es gracioso oír como esas chicas se adjudican el amor de su jefe, eres muy popular, Gaziel.

Sintió entonces una libidinosa mirada recorrar su columna, deteniéndose en sus caderas, como si fuese el más grande y maravilloso espectáculo que la humanidad ha dado, pues los ojos no se apartaron de sus glúteos en ningún momento. Era asqueroso, en cambio, la mirada de Greed sobre su cuerpo lograba un efecto totalmente distinto, llegando a jadear y enrojecer, sintiéndose desnuda frente a él. Era atrayente.

Golpeó la mesa al volver en sí, girándose rápidamente al cerdo que no dejaba de observarla —¿Acaso piensas mirarme el culo todo el día?— soltó fríamente, permitiendo que sus pupilas se rasgaran mientras mostraba sus afilados colmillos, Mavra no iba a permitir que cualquier ser la observara y se deleitase con su cuerpo, no, ese permiso se lo había dado exclusivamente a Greed —Sigue haciendolo, cielo— y el hombre se relajó por sus palabras —pero ten en cuenta que podría comerte ahora mismo por tal osadía.

Al ver el rostro masculino aterrado por sus palabras, o quizás por la presencia de Greed, la hermosa rubia volvió a girarse, centrando su atención en ese hombre, solamente para mirar su sádica y cruel sonrisa que tanto le encantaba. Y por supuesto, esperando su bebida.
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