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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
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Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
-”¿Qué diablos había pasado?”- No conseguía recordar nada desde que subió a su habitación y se encerró ahí con la arpía y la sucubo. -”¿Dónde estaba la otra?”-. Volteó hacia su derecha y pudo encontrarla dormida con una enorme sonrisa en su cara. Adoraba esta raza, sexualmente nunca decepcionan, cuando tenía exceso de energía, era la única especie que podía aguantar el ritmo, si no, que le pregunten a la difunta. Un fragmento de hará un par de horas surgió de repente en su mente. Pobre criatura… en una de sus embestidas, acabó produciéndole una hemorragia interna que fue la que causó su muerte.
Desentumeció su cuerpo y se levantó de la cama. Una leve molestia le punzó en el costado izquierdo obligando a llevarse la mano a el para inspeccionar la zona. Estaba un poco rojiza, parecía un hematoma, pero con tanta sangre recubriendole era difícil atinar con la evaluación. Posiblemente se lo debió de hacer la victima intentando retirarlo de entre sus piernas.
Se encaminó hacia el aseo con la intención de tomar un baño, en su recorrido por la habitación, tropezó con varias botellas de vino que rodaban vacías por el suelo - Hum… Parece que tuve una gran noche… -Murmuró sonriendo para sí mismo.
Entró en la ducha permitiendo que el agua resbalara por su cuerpo, eliminando los fluidos adheridos a él. Un escozor intenso brotó de su apaleado abdomen, ignorándolo, terminó de lavarse y regresó a su dormitorio con una toalla enroscada en la parte inferior de su cuerpo. Se detuvo ante el enorme espejo que se encontraba en la pared frente a cama, acercándose a el, inspeccionó más concienzudamente en su reflejo la zona afligida. Una leve inflamación con forma de erupción apareció, la rozó con sus dedos y pudo comprobar que por la pinta que presentaba, era una punción. - Curioso. - Sin darle mayor trascendencia al asunto, se despojo de la toalla dejándola sobre un diván que había junto a él y comenzó a vestirse. El día se presentaba con una agenda repleta de obligaciones que no podía desatender.
Su apasionada compañera seguía durmiendo en la cama. Una lástima que no le quedase tiempo para despedirla como se merecía, pero en menos de una hora debía reunirse con los Gladius. Había varios asuntos que necesitaba ver con ellos, a parte de preparar la visita a Spatium para la semana siguiente. El día prometía ser muy dinámico.
Última edición por Atreyu el Jue Jul 21, 2016 6:45 pm, editado 1 vez
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Entonces avanzaba por uno de los pasillos principales, en donde los guardias menores le dedicaban una ligera reverencia a la tempestiva mujer que dentro de esa faceta era la clara representación de la ira misma enfocada a la guerra. Jamás temía a nada y eso se notaba en la seguridad de sus pasos a medida que iba avanzando, siempre con esos propios toques de sensualidad que tanto la caracterizaban e incluso por como esa melena carmesí ondeaba a cada paso que daba…Su mirada siempre puesta en el frente denotaba la sabiduría de la experiencia de tantos combates vividos, pues después de tantas perdidas, lágrimas y alegrías…Gissel se había convertido en una bella rosa roja con todas sus espinas que traía un poco de esperanza a tal reino caótico, o al menos…eso solían decirle frecuentemente los trabajadores del castillo, los más ancianos siendo que la vieron ingresar por esas puertas la primera vez hace muchísimo tiempo atrás. —Es la tercera ascensión de un regente que presencio, a veces…parece mentira. Seguro el tiempo se encarga de acomodar todas las cosas en su lugar— Susurró para sí misma, arqueando sin más una ceja en lo que a paso firme seguía atravesando sin mucho problema cada recoveco del antiguo castillo que ya conocía como la palma de su mano.
Sus sentimientos eran encontrados, a veces sentía nostalgia por sus orígenes e inicios y entonces…añoró ver la sonrisa de Reiv una vez más pero automáticamente descartó esa posibilidad de un encuentro completamente riesgoso que podía conllevar a que su cabeza rodara por las escaleras principales al ser acusada de posible traición al ejército del reino de la guerra. Aunque para sus adentros, dedicó un pequeño deseo de que estuviese bien, a salvo de todo mal.
El día de la fémina empezó como siempre, despertando antes de que el sol bañase con su luz aquellas tierras y por ese entonces se dedicó a entrenar a los soldados que recientemente habían ingresado a las filas como buena costumbre que portaba, desayunó algo ligero para finalmente darse una ducha prolongada de algunos cuarenta minutos hasta que alguien del servicio tocó suavemente la puerta de su habitación. Claramente no le hizo pasar, pues el cuerpo de la pelirroja apenas estaba envuelto con una toalla blanca cuando se le informó que el ministro requería su presencia. ¿Sorprendida?, quizás un poco, más sabiendo que sería la primera vez en que recibiría alguna directiva por parte del nuevo al mando, así que sin más ni perder tiempo fue dirigiéndose hacia donde se le indicó.
Minutos después estuvo en la sala principal donde se erguía el trono del regente y el eco de sus pasos resonó en la inmensa habitación mientras era observada por algún que otro guardia…Automáticamente sus orbes volvieron a posarse sobre el trono y por consiguiente los recuerdos afloraban en ella que por instantes mostró un semblante más bien algo nostálgico por algunos efímeros segundos, demostrando que el pasado aun podía conmover a la Reina Roja.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Él no se encontraba en el castillo, en realidad viajaba por los caminos rodeados de volcanes luego de completar una de sus tantas misiones. Siempre era enviado en solitario ya que su manera de pelear era destructiva…especialmente por su afamada “justicia negra” donde nada estaba considerado demasiado siempre que sirviera para concretar sus órdenes. No conocía la piedad, siempre golpeaba con fuerza y violencia…llevando a que fuera el último en pie en cada una de sus peleas, lo cual afirmo el nombre que había recibido muchos atrás….él era después de todo el “Rey Negro” de Chaos. Un hombre que sin importar el combate, nunca retrocedía y jamás paraba hasta que sus fuerzas se agotaran por completo…siempre avanzando aun cuando sabía que se encontraba en total desventaja…algo no solo nacido de su propia naturaleza como una de las bestias más reverenciadas del mundo pero también por su crianza como un samurái…los guerreros más aguerridos del mundo. Voluntad de hierro junto a un corazón que aun poseía cierta nobleza….sin duda lo convertían en una persona bastante singular.
Su sombra cubrió toda la ciudad cuando atravesó los muros de piedra, dirigiéndose hacia el castillo mientras su majestuosa forma real iba desapareciendo para dar paso al azabache. Casi nunca viajaba de esa manera pero había recibido noticia que al fin el nuevo ministro se había tomado posesión y requería la presencia de los 5 guerreros. Usualmente evitaba esas reuniones pero sería bueno ver al nuevo regente y averiguar que tanto quería con ellos. Solo esperaba que no fuera alguna idiota decisión como ir a guerra o algo similar…especialmente luego de lo sucedido con los soldados de Spatium, tenía cierta sensación que terminaría perdiendo su puesto al negarse ir a combate contra ellos —Ya veremos que desea… —Murmuro pasando su mirada sobre la ciudad antes de saltar de la terraza hacia la habitación del regente.
Usando una mezcla de tierra y viento, aterrizo sobre el balcón externo del salón sin arrugar ni un poco su uniforme militar, uno recién comprado dado que su anterior quedo convertido en harapos gracias a su compañera quien al parecer ya se encontraba en ese lugar, juzgando por la energía que percibió. No parecía que hubiera nadie más así que abrió las grandes puertas de metal y entro, pasando junto al trono pero sin darle ni una mínima mirada…un rey no se interesaba por el asiento de otro. En silencio se acercó a la pelirroja, mirándola unos instantes antes de acercarse y dejar un fugaz beso en su mejilla izquierda —Como siempre primera…mi Reina —Murmuro calmado en su oído al pasar a su lado, deteniéndose finalmente en la pared tras ella donde se apoyó y cruzo sus brazos por sobre su pecho en espera que llegara el nuevo ministro.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Sus ojos estaban vendados, eso debería suponerles una ventaja. El día anterior se excedió un poco, no sería bueno acabar accidentalmente con la vida de alguno. Con su agudo sentido del oído, escuchó unos leves pasos a su espalda. Notó la presencia de un individuo, no, de dos, acercándose sigilosamente por su derecha, al menos lo intentaban.
Atacaron los tres a la vez, dos necios arremetieron de frente, se vieron derribados al suelo antes incluso de acercarse a ella. El tercero, que se aproximaba por detrás, intentó agredirla con una espada, pero fue frenado en seco viendo su brazo atrapado entre las enérgicas piernas de la diablesa, apoyada en el suelo con sus antebrazos, retorciendo el brazo de su oponente con una llave hasta tumbarlo. Se ayudó sobre una mano e impulsó su cuerpo hacia atrás para ponerse en pie, cambiando el peso de su cuerpo a la pierna trasera para ajustar su postura.
- Vamos pequeños, venid con mamá - Provocó.
Los tres hombres se levantaron y se dedicaron unas miradas dubitativas entre ellos. El de la derecha, movió ligeramente la cabeza señalándola, los otros dos asintieron y al unísono, arremetieron contra ella.
Morrigan detuvo el primer golpe con su mano izquierda, atrapando el brazo de su oponente. Su adversario intentó patearla a la altura de la rodilla para que cayese al suelo, pero hábilmente, la peliverde le dobló el brazo a la espalda obligándole a inclinarse para que no se lo rompiera. Elevó su pierna derecha sin girarse y con una patada rechazó a los dos hombres que cargaban hacia su posición en ese momento.
- Así no vamos a avanzar señores…- Regañó, apoyando una de sus manos sobre sus caderas mientras con la otra retiraba la venda.
Un soldado se aproximaba corriendo, se cuadró ante la Gladius y se acercó para le susurrarle algo.
- ¿Ahora?- Preguntó extrañada y medio sorprendida.
- Sí, señora. Sus órdenes son encontrarse con los Gladius en media hora-.
-¿¡Media hora!?- Bramó furiosa -¿¡Cómo se supone que debo estar presentable en tan poco tiempo!?-
Resopló con desgana, se impuso con un salto y recorrió planeando con sus enormes alas negras de apariencia murceguil el camino hasta su estancia. Se desnudó a toda prisa y entró en la ducha. Rápidamente limpió el sudor de su cuerpo y salió como alma que lleva el demonio maldiciendo hacia el armario. Sacó una camisa blanca y unos pantalones entallados rojos. Una vez vestida, se detuvo en el espejo para peinar su larga melena verde cobalto que llegaba un poco más arriba de su cintura. Sujetó la base de la nuca con sus manos y sacudió hacia atrás su cabello, elevándolo al aire y produciendo una extraña aura que lo secó al instante. Calzó sus pies con unos botines negros de tacón de aguja y se encaminó al piso inferior.
Se abrieron las enormes puertas de la sala del trono, allí se encontraban dos de sus compañeros. -”Menos mal, no soy la última…”- Respiró aliviada.
Con la espalda erguida y los hombros ligeramente echados hacia atrás, recorrió la estancia con paso sensual y refinado hasta situarse a la altura de los dos valerosos guerreros, saludándoles con un amistoso “Hola” mientras les guiñaba un ojo.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Vista perfecta, magnánima a sus ojos, pues a ello estaba acostumbrada; apostada siempre en medio de la miseria como una fina flor del infierno aunque albina y verdaderamente letal en su “caparazón” angelical, la Maldita Viktoria de Tempus, mascota de Chaos en la actualidad.
Un profundo suspiro escapó de sus labios y cierto sonido de succión y goteo lo secundo. En sus manos de palidez mortal, un palpitante corazón era finamente aplastado por sus delgados dedos y lo teñía sutilmente con su delicado y vibrante rojo oscuro; mientras bajo sus pies otro de los criminales más buscados se deshacía en medio de adiamantados cristales de hielo que finalmente se esfumaban como polvo estelar en el seco aire de aquel desolador paraje.
-Madame… - le susurró suavemente un mensajero del Castillo- Hoy es el día…- continuó, acercándole una suave toalla blanca para su aseo.
¿Cuánto tiempo hacía de ello?, ¿Cuántas lunas y cuántos soles habían pasado?.
Viró suavemente el rostro y el joven soldado nuevamente se acercó a ella, esta vez portando el blasón que ella había adoptado como distintivo de su puesto.
Ahora estaba claro a su memoria. Habían sido años y ahora se hallaba al tope del ejército más agresivo y temido de todo Spirit Soul.
Tomó el blasón y su fina capa, notando que finalmente sus manos ya no temblaban. Era toda una Gladius.
Expandió sus finas alas de cristal y abandonó rauda la locación, imprimiendo una velocidad casi sónica en su vuelo hasta que a sus ojos finalmente la imponente arquitectura, lecho de su regente, se hizo visible. Aminoró su velocidad con unos amañados y artísticos giros en el aire para luego golpear al mismo con la fuerza de sus extremidades emplumadas e ir en controlada picada hasta el gran balcón que daba al trono del máximo señor, despidiéndose pieza por pieza de sus grandes alas, las cuales iban desapareciendo a cada brisa, pluma por pluma en una maravillosa estela de polvo cristalino y multicolor.
Finamente y con un remolino de muy fresco viento, fue posando sus pequeños pies sobre el lustroso mármol de la residencia, el cual al mismísimo contacto con su presencia comenzó a vestirse con una delgada y brillante capa de escarcha, la cual seguía cual sombra los casi flotantes movimientos de la delicada fémina, quien con el típico aire imperial de los ángeles fue introduciéndose al gran aposento.
Con movimientos gráciles se deslizó la vibrante capa roja sobre sus traslúcidos y sedosos cabellos dejando al descubierto su rostro divinamente cincelado iluminado con sus enormes ojos cielo, los cuales se mantenían fijos al frente.
A paso firme cruzó el gran salón deteniéndose a unos metros del gran trono, lentamente se llevó la mano al pecho e inclinó cabeza y torso en unos simples 20 grados en señal de respeto. Se irguió nuevamente y finalmente enfrentó la imponente presencia de los presentes, Señores a quienes a pesar de ser sus compañeros, aún no había tenído la oportunidad de dirigirles la palabra. Se inclino nuevamente saludando humildemente con otras reverencias y prefirió mantener los labios sellados.
Se llevó nuevamente la capa sobre la cabeza y se replegó a unos metros más atrás del último guerrero en posición mientras se cubría el rostro evitando que su fría respiración contrastase con el ambiente, más no pudiendo evitar el mismo castigo para con el piso bajo sus pies.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Los guardias que custodiaban la entrada le saludaban con una reverencia mientras abrían las descomunales puertas.
Una formidable sala abovedada, revestida de mármol negro, quedaba al descubierto. Era la primera vez que entraba ahí. La parte central estaba cubierta con una alfombra roja que finalizaba bajo el trono alzado sobre tres escalones ónices.
Sus pasos lentos y firmes se vieron ensordecidos por el aterciopelado manto rojo que cubría un camino en el suelo. Una leve sonrisa se esbozó en sus labios. Aunque no lo mostrase, estaba disfrutando de este momento, pues se encontraba frente a unas extraordinarias criaturas.
- Buenos días, Gladius -
Con las manos sujetas a su espalda una contra la otra, caminó tranquilamente frente a ellos, mirándoles intensamente a los ojos. Su mirada era inquietante, pues no mostraba ningún tipo de emoción. Sus orbes azul escarchado, observaban uno a uno a los formidables individuos que a partir de ahora, iban a ser la extensión de su ser, los ejecutores de sus órdenes.
Situados en fila, uno junto al otro, se organizaron según su posición dentro de su rango.
El Primer Gladius; Marcus, apodado “Rey Negro”, mantenía su vista al frente, observando sus pausados movimientos con desconfianza. Intuía que no sería fácil tratar con él. Segunda Gladius; “La Reina Roja” Tanto su destreza como su belleza eran conocidas de sobra. Lo primero estaba ansioso comprobarlo, lo segundo resultaba evidente. Tercera Gladius; “Morrigan”, la última en incorporarse al reducido grupo, mirada lujuriosa y traviesa sonrisa. Esta mujer prometía... Cuarta Gladius; “Viktoria” Su frágil apariencia le cautivó nada más verla. - “¿Cómo este hermoso ser acabó adentrándose en este mundo tan sombrío?”- pensó.
Finalizada su primera evaluación, se acercó al trono, apoyó su mano en el respaldo y se dirigió a los cuatro presentes. - No soy un rey, soy un dios, un guerrero. Ocuparé ese asiento cuando vosotros consideréis que soy digno de el. Mi misión aquí es mantener el orden, la vuestra, velar por Chaos.
Quiero que seáis mis ojos, mis actos, mi voz. Quiero elevarnos a la máxima gloria, que nos respeten, que reconozcan nuestra fuerza, nuestro poder. Que nuestra tierra sea alzada a la gloria. Cuento con vosotros, defensores de Chaos.- Dicho esto, descendió y se acercó de nuevo a ellos. - Acompañadme, pongámonos más cómodos -
Emprendió la marcha con los cuatro Gladius siguiéndole, rumbo al despacho principal; una amplia habitación con forma rectangular aguardaba tras la puerta, toda la pared del fondo era una cristalera desde la cual se podía observar Chaos, justo delante, una la mesa presidencial, tenía tallada un mapa del mundo en la superficie, cubierta por un cristal, desperdigadas por encima, se encontraban varias figuras de madera que representaban a los diferentes ejércitos de las tres poderosas naciones y el bando rebelde. En los laterales, descansaban pilas de documentos y pergaminos. Caminó hasta el sillón que daba la espalda al ventanal, al otro lado de la mesa, habían cinco sillas cubiertas de terciopelo rojo, una para cada Gladius. - Este será nuestro punto de encuentro. Somos guerreros, los guerreros trazan estrategias. Los salones de baile con tronos son para princesas - Sonrió levemente.
Hizo un gesto con su mano invitando a los presentes a ocupar un asiento.
- Bien, me gustaría que me informaseis de los acontecimientos que han pasado antes de que ocupara el puesto. La situación actual con Spatium me inquieta.-
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Atendió a sus palabras pero creyó que prudente era callar de momento, hasta que fueron guiados hacia una zona que la pelirroja conocía más que bien. Ingresar al despacho le traía un sinfín de recuerdos que se remontaban mucho antes…Sintió un nudo en la garganta, no estaba cómoda, eso era evidente…Algunas memorias eran felices, como cuando ingresó por vez primera para presentarse como Gladius, cuando se pasó las noches enteras acompañando a alguien que posteriormente terminó jugándole una muy mala pasada en ese despacho, determinando que al no poder controlar la situación, ella terminase renunciando.
Todos esos sentimientos, todas esas memorias, fueron tragadas por el orgullo profesional que tenía, pues había aprendido a controlar sus propias emociones y mucho más cuando se trataba de algo como esto, una reunión de tal calibre que pocas veces se desarrollaba. Suspiró apenas, posando la mirada sobre el mapa pero al final sobre el hombre que los lideraba. —Creo que ninguno de nosotros llegó a conocer mucho al anterior regente de Chaos. Pero si tuviese que mencionar algo…— Hizo una pausa obligada, mordiéndose el labio inferior por simple maña hasta que prosiguió. —Hace unos meses, algunas criaturas invadieron Chaos, se los exterminó como el protocolo dicta, sin embargo, también recibimos ayuda del ejército de Spatium y algunos miembros del Dominus Castle, la presencia de los altos cargos de Tempus fue nula— Lentamente fue cruzándose de brazos, sonriendo con ese mismo encanto o magnetismo de siempre. —Pero Berith ofendió a Mireault, actual ministro de Spatium…nos dio la orden precisa de escoltarlo hasta la salida del reino por la fuerza de ser necesario. Según cuentan algunas personas que estuvieron cerca, pues mi posición no era la más apta, una de las subordinadas de Mireault ingresó a la línea de fuego sin permiso. Él aplicó un correctivo y Berith…terminó metiéndose en asuntos que no eran prácticamente suyos— Comentó tajante, arqueando una ceja de buenas a primeras. —Mireault terminó yéndose muy molesto para no exponer a sus soldados. Así que supongo yo que el buen trato con Spatium depende de un fino hilo casi inexistente; en caso de necesitar ayuda de un reino externo, es probable que no contemos con la ayuda del ministro de justicia—
Comentó con calma a este, y en parte a los nuevos para que se pusieran al tanto, antes de que finalizara con lo siguiente. —Pero lo último no lo tome en cuenta, mi señor. Son solo suposiciones, aunque el asunto estuvo muy tenso y pudo haberse generado una guerra entre los reinos…Quizás, Mireault sea un hombre flexible. Comprenderá que lo mío se limita al campo de batalla, seguir sus deseos y velar por su seguridad. No tengo idea que pase por la cabeza del otro gobernante—
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
El fénix decidió seguir a su “jefe” junto a los demás gladius, únicamente para evitar alguna escena. Ya su pensamiento sobre el nuevo regente estaba casi formado y poca cosa lograría alterarlo pero tenía un poco de curiosidad en saber que más pensaba decirles. Faltaba señalar que desde ya no sentía interés alguno por ese supuesto guerrero pero por su propio trabajo, era necesario mostrar un poco de respeto así fuera fingido —Interesante —Murmuró lo bastante bajo para que nadie más lo escuchara mientras ingresaba en esa habitación pero lejos de tomar uno de esos asientos, se acomodó en la pared contraria a la puerta donde tomo la misma postura que tenía en el salón principal.
Atento escucho las palabras de su compañera, una mujer que conocía mejor que nadie esas tierras y que se notaba había experimentado muchos acontecimientos en lo que llevaba de vida. Marcus la admiraba, no solo por las hazañas que le eran adjudicadas pero por esa personalidad que parecía adueñarse de todo lo que la rodeaba. Era difícil creer que era una mujer tan joven…esa experiencia y esa manera de abarcar todo en tan pocas palabras, era algo que muchos lograban solo conseguir luego de décadas sumergidos en guerras —Gissel si me permites… —Dijo el azabache luego de bajar sus brazos y caminar hacia el centro del salón, manteniendo siempre esa expresión parca en el rostro.
Lo que sucedió durante la invasión fue una situación que pudo fácilmente evitarse si el anterior regente hubiera sabido mantener su sitio y su ego en orden —Empezó el fénix a la vez que se cruzaba de brazos, posando su mirada desinteresada en el ministro —Sus órdenes pudieron desencadenar una guerra sin sentido alguno…una guerra provocada por querer demostrar su dominio en una situación que no le competía. Por esa razón yo en su momento no las acate…personalmente considere una estupidez atacar a otro ministro bajo una excusa tan pobre como la que entrego Berith en su momento —Sin perder la fría calma en su voz, el guerrero estiro su mano y se apoyó ligeramente en el respaldo de uno de los asientos, astillándolo apenas por su fuerza natural —Como sabrá yo soy nacido en el reino de Mireault y como tal, siento aprecio por ese lugar, asi que pienso que por respeto a nuestro nuevo ministro, debo dejar las cosas en claro —Indicó el azabache antes de separarse de la silla y dirigirse con mucha tranquilidad de nuevo a la pared.
Una vez llegado, se cruzó de brazos por tercera vez y soltó un corto suspiro antes de mostrar sus ahora ojos carmesí, aun mas filosos que antes —Como Gladius, defenderé este reino y a sus habitantes de amenazas internas o externas con mi vida pero…tiene que tener algo muy en claro ministro. Soy hijo de Spatium, no de Chaos y mi familia se encuentra en ese reino. Dudo que usted desee iniciar un conflicto, no ahora que necesitamos tener unidad entre todos los reinos pero de darse la situación…yo no enfrentare al ejercito de justicia —Sentenció el fénix mostrando una mayor seriedad en sus palabras antes de bajar sus brazos —No tome esto como una deslealtad o una insubordinación…porque no lo es pero primero está mi familia. Yo seré la espada del reino como lo he sido siempre pero no participare en un conflicto contra la tierra de mis padres mientras mi hermana se encuentre entre las filas de Mireault. Es obvio que no debería decirle esto ni a los demás Gladius pero es una muestra de respeto por mi parte hacia todos ustedes…el que sepan donde se encuentra mi postura de darse un escenario así. Ahora si mi hermana dejara la armada, yo seré el primero en saltar al campo de batalla si una guerra estallara —Finalizó el llamado rey negro, volviendo a cerrar sus ojos y a tomar una actitud de calma. Seguramente se estaba metiendo en un gran lio pero lo correcto era dejarle un aviso que si decidía iniciar un conflicto sin sentido, no participaría sin una razón clara.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
La puerta se abrió y con su apertura llegó el hombre que estaban aguardando. Los cuatro guerreros estaban colocados en fila, con la vista al frente, esperando su llegada, que por cierto, la tomaba con calma, le entraban unas ganas tremendas de girarse a ver cómo era, pues aún no se había cruzado con él desde que ascendió al poder. Pero no estaría bien visto ese comportamiento, no en una Gladius, debía demostrar que era digna de llevar ese cargo con orgullo. Al fin llegó frente a ellos. Su presencia imponía y su mirada le producía escalofríos, pudo percibir la poderosa aura que emanaba. Tras conocerlo, sus ganas por ir a una batalla bajo sus órdenes incrementaron muchísimo más. Debía de ser toda una experiencia combatir junto con ese hombre.
Tras un breve discurso, les pidió que le acompañasen, obedientemente iniciaron la marcha tras sus pasos. Cruzaron los pasillos en el más absoluto silencio hasta llegar al despacho. Era la primera vez que entraba en esa habitación. La recorrió con la mirada, curioseando cada detalle, tenía por costumbre analizar los lugares nuevos que descubría, su instinto bélico lo hacía automáticamente, nunca se sabe que puede pasar. Marcus se alejo del grupo, quedando a un lado de la habitación, como si quisiera dar a entender que la situación no iba demasiado con él.
Tomaron asiento, y cumpliendo la petición del ministro, sus compañeros más veteranos expusieron a su superior la situación actual de Chaos. La primera en hablar fue Gissel, a su opinión, la guerrera más poderosa, conocida y respetada del reino. Desde que el pequeño grupo se juntó en la sala del trono, no paraba de estudiar cada paso de daban. El concepto original que tenía de Gissel no había variado en nada, realmente era tal y como la imaginaba y al oírla hablar, pudo hacerse una idea más clara de qué tipo de persona era. Su trabajo lo afrontaba con toda la profesionalidad del mundo, al contrario que el moreno, que parecía que sus sentimientos primaban a su deber, entendía su postura, posiblemente ella haría lo mismo si se encontrase en la absurda situación de servir a un reino que no fuera el suyo.
Era su turno de informar, poco más podía aportar ya que ella en esa batalla se encontraba en la ciudad, no era ni Gladius, es más, todo eso ocurrió cuando ella pidió un permiso en el ejército para prepararse para el puesto que ocupaba actualmente. Lo único que podía aportar era su punto de vista sobre la situación actual de Chaos.
- Lamentablemente en ese suceso no estaba presente, estaba de permiso. Pero sí puedo informarle sobre el punto de vista de los ciudadanos ya que la odisea me pilló en la ciudad. Poca población hay débil en Chaos, los niños y mujeres de este reino son fuertes, los ancianos, sobre todo los veteranos de guerra, darían su último aliento por su reino. Pero sí es cierto que estos últimos años nos hemos debilitado. Curiosamente, para ser la región más bélica, hemos tenido ministros muy pacíficos al frente, al menos es mi percepción. Mireault impone muchísimo más, su ejército actualmente es más fuerte y está mejor organizado que el de Tempus y Chaos juntos. Si ahora mismo quisieran atacar, estaríamos muy jodidos. - Hizo una breve pausa mientras cruzaba sus brazos por debajo del pecho y se apoyaba sobre el respaldo de la silla.
- Sinceramente, tiene mucho trabajo por delante ministro. Ha heredado los vestigios de lo que era una gran nación. Confío en que podamos recuperar la posición que nos corresponde. - Sentenció mirando intensamente a los ojos color hielo de su superior.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
De un solo vistazo, la joven ángel pudo entender que este se había forjado como una gran guerrero, de presencia sobrecogedora, mirada penetrante y perfecto porte de autoridad. Si fuese el caso hasta podría compararlo como igual ante el anterior Ministro; sin embargo, lo importante del asunto sería develado una vez aquellos labios firmes dejasen fluir su verba y los matices de su naturaleza floreciesen en aquel fluir.
Viktoria en cierto modo logró palpar la presión que generaba aquel choque de energías, estaba rodeada de seres prácticamente olímpicos; sin embargo, por alguna razón ella se sentía en paz, completamente neutral y hasta incluida. Si fineza y fragilidad aparente obviamente marcaria la diferencia frente al portentoso y omnipotente cuadro que el Ministro y el resto de los Gladius pintarían, pero aún así la paz se movía plácida en su espíritu.
Liberó sus pasos una vez que el último guerrero ingresó a la fila liderada por el Ministro y procuró mantener una distancia prudencial del grupo hasta en el interior del gran salón. Dejó llevar su mirada sobre toda la exquisitez arquitectónica y ornamental de la cúpula para luego, bien sumida en el interior de su pesada capa roja, deslizar fantasmagóricamente su presencia hacia uno de los costados del lugar.
Cordialmente el Gran Señor les ofreció un asiento a cada uno, más ella sabía que su presencia no era muy reconfortante para nadie, por lo que prefirió mantener nuevamente la distancia del grupo y oír con atención el discurso de todos los presentes; guardándose cada una de las palabras en lo profundo de su corazón.
Una vez la exquisita Tercera finalizó el propio, Viktoria sintió un vuelvo en el estómago. Era típico, pues no acostumbraba tener la palabra, ni mucho menos era afín a que se la cediesen. Por lo que hinchó los pulmones tomando una buena cantidad de aire y soltó un suspiro que a pesar de la capa, no pudo dejar de aparecer en una voluta blanca de aire helado. Suavemente se deslizó sobre la fina película de escarcha que había generado sobre el mármol y se abrió camino hasta la silla que le correspondía.
Delicadamente, una de sus finas y muy blancas manos apareció de entre los pliegues de su capa vibrante y envuelta en una especie de destellos claros, comenzó a emanar lo que parecía un aura helado. Lentamente abrió el puño y en el centro de la palma una pequeña figura de hielo seco se había materializado. La giró entre sus dedos y la colocó sobre el pulido mueble mientras elevaba ligeramente el rostro a fin de que su esculpido rostro pudiese notarse a medias bajo la tela que la recubría. – Mi reino es Chaos…- expresó con una voz en extremo profunda, llena de matices melódicos poco conocidos, únicos de un ángel de casta pura. – Y mi espada es de Chaos…- volvió a expresar mientras alejaba la mano de la miniatura de hielo que fielmente la representaba, introduciendo su posición como guerrera.
–Desafortunadamente tampoco puedo dar un informe acerca de lo ocurrido pues no fui partícipe. – Comunicó sin desviar un solo milímetro sus azulados orbes del centro de los de su nuevo señor. – Más – se inclinó ligeramente – he de decir que mi resolución se encuentra fija en el fortalecimiento y la protección del pueblo que habita esta reino. Ya los demás le han comentado la situación del mismo y creo que todo depende de vuestra sabiduría al momento de movernos… - finalizó desviando la mirada hacia la miniatura, para luego alejarse nuevamente de la mesa y de los presentes antes que la temperatura de su cuerpo trepase en las cercanías.
Más palabras que las expresadas por todos, no existían. Ella poco o nada tenía por opinar, únicamente su posición y su predisposición.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
La primera en exponer su testimonio fue Gissel. Directa al punto que necesitaba conocer. El origen de la tensión entre los dos reinos. Parecía mentira que el anterior ministro se atreviera a cuestionar los actos del otro sin que estos le afectasen directamente. Posiblemente este incidente fuera la gota que colmó el vaso. - Comprendo… - Su mirada penetraba intensamente en la de la pelirroja, como si quisiera tratar de ir más allá de sus palabras. Quería indagar más en sus pensamientos, sabía que era una criatura muy leal, que su deber era lo primero, pero algo en ella no andaba bien, podía percibirlo.
Por el rabillo del ojo pudo observar al primer Gladius que se encontraba apartado del grupo. Cuando comenzó a exponer su punto de vista se sorprendió, pues no imaginaba que fuera alguien tan emocional, más bien al contrario, pensaba que sería más racional. Escucho con atención su opinión, comprendía sus inquietudes y sentimientos. Al menos fue sincero desde el principio, eso era digno de respeto. - ¿Qué crees que pasaría si atacase Spatium, Marcus? Te responderé; lo más lógico es que el otro reino aliado desconfiara de nosotros y ayudase a Spatium y posiblemente antes que Tempus, el ejército del Lord ya habría intervenido. No tengo intención de atacar a un aliado, menos cuando no me ha hecho nada. Soy consciente de mi posición y lo que esto conlleva y no voy a poner en peligro a Chaos por una pelea estúpida entre dos ministros por un motivo personal.- Se levantó de su asiento y se acercó al hombre que se encontraba apoyado de nuevo en la pared. Se paró a un metro de él, con las manos en los bolsillos, mostrándole una sonrisa simple y sincera. - Me caes bien, aprecio tu honestidad y comparto tu opinión. Yo sí he nacido en Chaos, aunque no tengo familia, pero sí que proteger a todos los habitantes de esta tierra. Ten por seguro que no atacaré Spatium, pero si ellos nos atacan, no vamos a quedarnos de brazos cruzados, y espero que ahí si defiendas a Chaos. Si tu familia es lo que te preocupa, plantéales que se unan a nosotros.-
Giró sobre sus pasos y se encaminó de nuevo hacia la mesa, Morrigan, la tercera Gladius le contó lo vivido desde el punto de vista de un civil. Le honraba saber que los hijos de Chaos defendían su tierra con uñas y dientes, pero le avergonzaba la situación actual en la que se encontraba, la tierra de la que surgió, la tierra que le vio crecer y lo moldeó. - Vestigios… Cierto es que Chaos está debilitada, pero dista mucho de ser una sombra de lo que siempre ha sido.- Se acercó al respaldo de la Tercera, retiró varios mechones de su larga melena que descansaban sobre sus hombros para cubrirlos de nuevo apoyando sus manos sobre ellos. - Espero que como orgullosa ciudadana y Gladius me ayudes en esta tarea - Se acercó lo suficiente a la Gladius para que ésta se tensase, pero sus palabras fueron audibles para los cuatro presentes.
Regresó a su posición inicial, sentándose de nuevo frente a los cuatro guerreros. Dirigió su atención a la misteriosa mujer que se había mantenido alejada durante toda la conversación. Lentamente se acercó a la mesa, pudo notar el frío que emanaba de su cuerpo, tan cálido y frágil a simple vista. Entre sus manos se materializó la figura de un copo de nieve, perfectamente definida, deshaciéndose segundos después de hacer contacto con el cristal de la mesa. Con una voz que se podría describir entre sensual y sobrenatural confirmó que estaba al servicio de Chaos. Su mirada era intensa, profunda, firme. Simplemente con ella comprendió que quería transmitirle. Esta mujer sólo serviría a Chaos por el bien del reino.
Su cabeza analizó rápidamente la situación. Tenía entre manos al feudo más potente pero a su vez más desestructurado de todo Spirit Soul. Ya no hablaba de los otros reinos, no podía olvidarse de los Revolucionarios. Posiblemente estaban mejor organizados que los tres gobiernos juntos. Era su deber acabar con esta situación, ahora mismo eran un objetivo fácil de derrotar.
Había un detalle que le llamaba poderosamente la atención. De los cuatro presentes, sólamente uno era nacido en Chaos, dos de ellos de Spatium y otro de Tempus. Cómo habían llegado a elegir este puesto era algo que le gustaría descubrir y sin más preámbulos lo pregunto.
- ¿Por qué elegisteis ser Gladius? ¿Qué os hizo dejar vuestra tierra? Me gustaría que aquí y ahora, en este pequeño círculo de confianza que estoy intentando crear entre la élite de guerreros, podáis abriros un poco entre vosotros, pues creo que sin ella, difícilmente podré ejercer mi tarea como corresponde. No hace falta que contéis todos los detalles, simplemente quiero saber hasta qué punto estáis implicados. Y sí, Marcus, tú ya me has dejado clara tu postura, pero quiero saber porqué te uniste a este ejército y no al de Spatium, me extraña que no te hayan reclamado ya. -
Última edición por Atreyu el Dom Ago 21, 2016 7:20 am, editado 1 vez
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Todo fue cuestión de un segundo, de un cruce de miradas con su superior para que la pelirroja saliera de aquel ensimismamiento en el que estaba al escuchar las palabras de sus compañeros, la sinceridad brutal de Marcus y las acertadas menciones de las mujeres que conformaban la reunión. Les observó atentamente, preguntándose más de una cosa a la vez, siempre fue inocentemente curiosa en algunos aspectos…La procesión iba por dentro, sin embargo, era buena queriendo ocultar lo que no deseaba que otros supieran de ella, por simple reserva por obvia naturaleza. Desvió la mirada hacia el suelo por simple gesto hasta que nuevamente el regente tomó la palabra, lo consideraba de momento el más acertado que los anteriores, de momento no tenía nada sobre que quejarse o mencionarle, parecía dentro de los valores normales una persona muy acertada en todo ámbito…pero las apariencias podían engañar, era pronto para sacar conclusiones así que esperaría, pacientemente.
La pregunta tomó por sorpresa a la Valkiria, puede que hasta parpadease rápidamente un par de veces, antes de sonreír con total naturalidad como encanto. —Una vez cuando era pequeña vi un combate en el coliseo, elegían a los Gladius y quedé fascinada con esos guerreros, desde ese entonces quise serlo aun sin saber todo lo que conllevaba. Los años pasaron, recorrí muchos caminos tratando de seguir mi sueño que fue cambiando…de querer ser una Gladius, deseaba ser una guerrera, proteger a los más débiles, proteger a la gente. No sé cómo pero cuando quise acordar estaba en ese mismo coliseo y finalmente frente a las puertas del castillo, emprendiendo el sendero— Admitió con nobleza, siendo que por vez primera en toda la jornada su mirada se iluminó al recordar el momento más feliz de toda su vida, cuando pudo cumplir su sueño. —Quizás mis compañeros buscaron de modo más consiente este puesto y por eso estén mejor preparados, sin embargo señor Ministro, yo llegué sin saber que ocurrió en medio. Amo Spatium, pero aprendí a amar Chaos de la misma manera—
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
No espero escuchar eso de parte del nuevo regente aunque sinceramente le daba bastante igual si le caía bien o no pero no le gustó nada esa sugerencia sobre su hermana como tampoco el sentir que lo comparaba con el mismo. Había muchas razones por las que Marcus se encontraba en Chaos…algunas personales y otras no tanto pero estaría loco si llegaba a considerar la idea que su hermana entrara en ese ambiente —Ministro con todo respeto…sería una locura de mi parte siquiera considerar que mi hermana se uniera a las filas de Chaos —Señaló sin perder la calma en su voz mientras abría sus ojos rojos y los posaba en el rostro del regente sin mostrar ni el mínimo rastro de emoción en ellos —En sí mismo el reino tiene demasiados factores a los que jamás expondría a mi hermana además que fue el deseo póstumo de mis padres que ella viviera en nuestro reino natal —Menciono manteniendo ese rostro estoico antes de volver a cerrar sus ojos para prestar mediana atención a lo que continuaba hablando el albino.
Lo próximo que escucho fue esa pregunta sin sentido alguno…no veía el punto de responder algo así, no sin causar un problema en ese salón pero decidió esperar ya que su compañera fue la primera en tomar la palabra. Escucharla hablar siempre era una experiencia única…era tan sencillo percibir un mar de emociones en cada palabra que la pelirroja pronunciaba…e incluso podías notar que hasta hablando, su cuerpo desbordaba elegancia. Ellos habían formado un vínculo de la manera más extraña…peleando hasta quedar exhaustos e irónicamente…había sido la mejor forma que Marcus pudo pedir para conocerla. Aun había cosas que no comprendía del todo sobre ella pero había algo que siempre iba a recordar y era la historia de cómo esa hermosa mujer inicio en ese mundo. Era una imagen que seguramente se quedaría en su mente por siempre.
Cuando Gissel termino de hablar, Marcus espero que alguno de los otros compartiera su historia pero parecía que sería su turno de hablar nuevamente. Muchas cosas lo condujeron a donde se encontraba…muchas fueron responsables del camino que recorría pero pocas eran lo bastante importantes como para mencionarlas —Mucho de lo que me trajo a este punto es personal y solo con una persona de esta sala lo compartiría —Dijo esta vez manteniendo su posición en la pared, únicamente pasando sus orbes rojos por toda la sala de nuevo, frenando unos segundos en el rostro de cada persona ahí presente— Pero algo que si contare es que…la principal razón fue Gissel —Admitió el fénix centrando su mirada en los ojos azules de su compañera— Cuando estuve en Oishi siendo entrenado nuevamente cuando aún era un caza recompensas, escuche historias de la reina roja. Una mujer poderosa y hermosa que representaba lo mejor que Chaos podía ofrecer pero no solo fue eso lo que me hizo unirme a este ejercito…fue cuando la vi combatir. Jamás había observado a una guerrera con tal elegancia…tal control en un combate. Se convirtió en mi admiración…en alguien a quien quería alcanzar y hasta este momento, mi objetivo siempre ha sido encontrarme al mismo nivel que ella, caminar a su lado —Explicó con total tranquilidad, desviando luego su mirada la regente— He sido buscado por Spatium innumerables veces. Se me ofreció el puesto de general e incluso de capitán general pero de momento no tengo motivos para irme a ese reino —Señalo encogiéndose de hombros sin darle mayor importancia —Y supongo que debería saber que en algún momento se me intento llevar a las filas revolucionarias durante un combate que estuve cerca de perder pero…no me atrae la idea de derribar un gobierno, no es lo mío. Así que tranquilo señor ministro, mi “justica negra” sirve solo al reino de la guerra, como guerrero por el tiempo que deba ser —Finalizó con una sonrisa fría y suave, ladeando su rostro antes de volver a mirar un punto aleatorio en la habitación, en espera de que tenían para decir los demás.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Eran un grupo bastante parejo en fuerza, pero con personalidades muy variadas. El misterio que envolvía a la tal Viktoria hacía que despertase su curiosidad, prácticamente no sabía nada de ella, solo que estar a su lado era como pasear por Tempus. Puede que al ser las dos las más recientes en ingresar al grupo, fuera más fácil entablar algún tipo de relación.
Tras las palabras de la Cuarta Gladius, hubo una breve pausa en la conversación, no era incomodo, al menos para ella. Enseguida se dio cuenta que el nuevo ministro hizo a propósito ese silencio, daba la impresión de que estaba analizándoles en esa pequeña entrevista. Sus sospechas fueron confirmadas con la siguiente pregunta que lanzo: “¿Por qué elegisteis ser Gladius?”.
Al escuchar a la Valkiria se sintió identificada, pues desde pequeña, siempre paso mucho tiempo cerca de soldados y guerreros, en ese instante se acordó de la primera vez que se cruzó con un Gladius. Estaba con su padre y unos compañeros en la taberna cuando entraron por la puerta dos de los aclamados guerreros. Simplemente con su presencia pudo notar la fuerza de su espíritu, cuerpos esculpidos, de constitución fuerte y miradas penetrantes. Desde ese instante deseo causar la misma impresión que ellos simplemente con entrar en cualquier parte. Sería el máximo honor para un miembro de su familia convertirse en Gladius y desde entonces su objetivo personal fue ese.
Luego escuchó atentamente la historia de Marcus, por lo relatado, parece que era un hombre de mundo, sin duda alguna un ser poderoso, de lo contrario, no estaría aquí, pero empezó a perder interés en su historia cuando comenzó a hablar de su compañera pelirroja. - “¿En serio? ¿Todo esto por una mujer?”- No podía creer lo que estaba oyendo, intentaba disfrazarlo elogiando su fuerza, pero este hombre estaba enamorado hasta las trancas de la Valkiria. Entre que dejó claro que en caso de conflicto con Spatium posiblemente se pondría del lado opositor y ahora esto, le decepcionó un poco, pero tampoco le gustaba guiarse por primeras impresiones, no parecía el tipo de persona que se dejase dominar por sus sentimientos, aunque le hizo gracia ver como los tenía tan presentes a la hora de tomar decisiones.
Era su turno de expresar el porqué eligió este camino, con una vigorosa mirada se dirigió al ministro y expuso sus motivos.
- Mi señor, todas las generaciones de mi familia han servido a Chaos fielmente, mi propio padre pereció en una batalla defendiendo este mismo castillo. Mi máxima aspiración dentro de este ejército era alcanzar el puesto de Gladius. Jure lealtad a Chaos y así será hasta el día de mi muerte. - Sus últimas palabras las enfatizo situando su mano derecha sobre su corazón e inclinando levemente su cabeza hacia el regente. Tenía claro que su vida estaba ligada al destino del reino independientemente fuera cual fuera su final.
Re: Rojo carmesí - [ PRIV. Marcus S. Blacklock, Gissel Gremory, Morrigan Sparda, Viktoria V'Haussen]
Su interior se hacía cual fina vasija de cristal, hueca de emociones o pensamientos fraternales. Solo una extraña brisa helada se arremolinaba en el centro de su corazón y susurraba en las sombras de su alma etérea, la brisa de sus resoluciones y ambiciones.
Nuevamente un ligero suspiro gélido escapó de su fina nariz y un tanto tácita se movió en su lugar, mientras las palabras de cada guerrero iban diluyéndose en su mente. Seguía guardándolas en su corazón e intentaba comprender al máximo las ideas que con cada una de ellas intentaban expresar. De tanto en tanto se pasaba la fina lengua por los labios como reflejo de aplaque ante los filos que sentía en algunas palabras, más seguía en su posición y tenue presencia.
Sus ojos de azul nacarado escrutaban con cierta pasión y curiosidad innata cada movimiento, gesticulación y hasta parpadeos dibujados en los rostros y cuerpos de sus compañeros; más por simple ganas de aprender de ellos que otra cosa en sí. Todos y cada uno de ellos desbordaban emociones y colores diversos completamente nuevos a su vista, era más que evidente lo únicos que eran… propios de su fama…
Finalmente, el turno de que sus palabras fluyesen en la sala había llegado otra vez y otro vuelco volvió a lastimarle el estómago. Finamente frunció el entrecejo aprovechando que la capucha escarlata seguía cubriéndole la mitad del rostro y dejó que el silencio siguiese “reproduciéndose” en la cinta del ambiente. Por unos cortos segundos, aspiró con gran sutileza para luego dejar florecer un fresco y notorio suspiro a la par que tiraba la cabeza para atrás con cierta parsimonia. Se llevó una de las finas y casi fantasmales manos hacia la capucha y por un instante pareció que se la iba a retirar, más decidió pasar los dedos por los bordes, acariciándola con delicadeza mientras sus labios de cereza acaramelada dejaban que su voz melodiosa vibrara:
– Mi Señor… me temo… que mis motivos no son ni tan magnánimos, ni tan pulcros como los de mis compañeros. Soy una criatura sin tierra, sin cuna… Chaos se ha vuelto mi hogar. – explicó de manera humilde y sencilla a la par que su rostro bajo las sombras de la capa buscaban nuevamente la mirada del Guerrero.
– No tengo tiempo… no tengo condiciones.. – continuó fijando sus orbes intensos en los de su nuevo regente – Mis ambiciones y deseos paulatinamente se irán cumpliendo a la sombra de mi hogar, con mi puño.. con mi arma... con mi presencia, si debe ser... Nada más hay…– finalizó inclinándose ligeramente a la par que sumía su rostro en las sombras de su fina cabellera plata asomándose bajo la capucha.
Poco importaba revelar todo su matiz, nada tenía que ver con el resto de los presentes. Su resolución como guerrera de Chaos había sido firmada y sellada con la sangre de sus víctimas el día en el que ella había posado sus pies en los terrenos de la Gran Ciudad Roja y a pesar de su fina complexión y apariencia casi quebradiza, se había asegurado en dejar su marca en todos los que habían quedado bajo ella y si hiciese falta, lo haría nuevamente. Estaba en Chaos porque quería y serviría a la causa porque así lo dictaba su propio deseo y compromiso para con aquellos a los que había derrotado. Ahora ella era uno de los cinco pilares y serviría como tal en pro de aquellos que le sirvieron de peldaño para llegar a su magnánima estancia.
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