No hay usuarios |
Afiliados Hermanos
|
Afiliados Élite
|
|
|
|
|
—Monarca
|
—Príncipe
|
—Custos Dei
Fingon Sindar |
|||
Kuro Usagi |
Orion Ärud |
Aldara Sashenka |
Quintus Dei (Libre) |
—Triada Celestial
Mikaela |
(Disponible) |
(Disponible) |
—Orden de regem
Atreyu |
Arno Mireault |
Christa Hellemond |
—Gran Sacerdotisa
Éride |
—Novarums Inferno
Ichinose Takumi |
|||
Isela Adramelech |
|
Libre |
Adam Benjamín |
—Cacique Supremo
Disponible |
—Triada Infernal
Lucifer (Libre) |
Adramelek (Disponible) |
Belcebu (Disponible) |
—Neutrales
Disponible |
Hikari Hiroshi |
Jellal Slater |
—Triada Divina
(Disponible) |
(Disponible) |
(Disponible) |
Lider: Jhonatan Alexander
Miembros: 16
Lider: Ichinose Takumi
Miembros: 11
Lider: Marcus S. Blacklock
Miembros: 8
Lider: Andrew M. Hale
Miembros: 10
Lider: Astrid Dagmar
Miembros: 12
Lider: Christa Hellemond
Spirit Soul Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional, prohibida su reproducción total o parcial, la que no dudaremos en denunciar. ¿Te gustó alguna propiedad del foro y la deseas para el tuyo?, consulta sin temor a los webmasters vía MP y veremos si es factible
Ante cualquier duda contactar con los Webmasters.
El foro se visualiza mejor con Opera o Google Chrome.
SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
|
|||||
Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
|
|||||
Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
|
|||||
Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
|
|||||
Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
|
|||||
Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
|
|||||
Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
- La idea es no armar un escándalo – comentó uno de los integrantes, en voz baja. Parecía un tipo callado y parco en palabras, no acostumbrado a hablar demasiado. El plan consistía en infiltrarse en los centros que albergaban las Divisiones de Tronus, de la manera menos llamativa posible, para poder conseguir información con respecto a sus próximos movimientos y así informar al resto de revolucionarios para poder realizar una emboscada.
Debido a que los reunidos no llegaban apenas a las doce personas, a la hora de dividirse en grupos más pequeños para realizar la misión no llamarían demasiado la atención, pero al mismo tiempo lo tenían complicado en el caso de que fuesen capturados – eran muy pocos como para poder enfrentarse a todos los de una División entera de golpe.
- La División A es la que tenemos más cerca, - dijo uno de los muchachos que acompañaba a Astrid aquella noche. Eran tan sólo tres en total, pero confiaban lo suficiente en sí mismos como para saber que aquello podía salir bien.
No tardaron en llegar al lugar. Un guardia aparentemente inexperto hacía esfuerzos por no quedarse dormido en la entrada, que estaba iluminada por un par de antorchas. En el piso superior había una pequeña terraza que rodeaba todo el edificio, también vigilada por un par de centinelas que iban dando vueltas. A pesar de la pobre iluminación, los tres pudieron vislumbrar otra puerta en un lateral (también custodiada), mientras analizaban los puntos débiles a escondidas.
- Tengo entendido que el cambio de guardia es cada hora, - señaló Astrid, - lo cual nos deja las cosas un poco más fáciles si esperamos un poco más. Sería cuestión de dividirnos entre las dos puertas de abajo: nos acercaríamos durante el cambio de turno, pero aprovechando el momento en el que los soldados de la terraza estén en el lado contrario. – Aquello requería rapidez, pero sobre todo, mucho sigilo. Por no decir que el más mínimo ruido extraño podría llamar la atención de otros guardias.
El más corpulento de sus compañeros hizo un gesto con la barbilla, señalando a la puerta lateral. - Iré solo. Vosotros dos encargaros del tipo que está delante, - propuso. Tras ponerse de acuerdo, tan sólo quedaba esperar al momento adecuado.
Cuando llegó la hora, los tres se movieron lo más rápido posible a la puerta que les correspondía. El guardia novato a quien tenían que inmovilizar Astrid y su compañero parecía estar alerta tras escuchar algunos pasos, pero al mismo tiempo parecía no querer moverse hasta que llegase el compañero que le relevase el turno. Y tal era su nerviosismo que parecía ser incapaz de darse cuenta de que ambos revolucionarios estaban detrás de sus espaldas.
El hecho de que el soldado tuviese una altura media permitió a Astrid poder agarrarle desde atrás sin ningún esfuerzo, tapándole la boca para evitar que gritase. Entre ella y su compañero, lograron inmovilizarlo en el suelo en apenas unos segundos. Tenían poco tiempo antes de que viniese el sustituto, por lo que decidieron desvestir a la víctima a toda prisa y que uno de los dos entrase con su armadura de cuero puesta mientras que el otro se aseguraba de que el joven no se escapaba ni daba la voz de alarma.
Debido a la constitución física de su aliado, Astrid no tuvo más remedio que ponerse la armadura encima, a pesar de que a ella también le quedaba ligeramente ridícula. No se la había atado bien debido a las prisas – pero lo que contaba era que ya estaban más cerca de entrar en el centro. Le hizo un gesto con la mano a su camarada, para después posicionarse en la entrada hasta que llegase otro guardia para sustituirle. Al mismo tiempo, el revolucionario trataba de llevarse al soldado a otra parte.
- Woolf, es mi turno, - dijo una voz cerca de ella. Apareció un soldado veterano, con la cara curtida por el paso del tiempo. Cuando Astrid se giró, se quedó un segundo en silencio. – No pareces tan escuálido como me dijeron, novato, - bromeó, dándole una palmada en el hombro. Ella exhaló un pequeños uspiro, tratando de disimular su alivio, y se despidió de él con la mano, atravesando la puerta. “No he podido tener más suerte. Espero que esto siga así, ” pensó, mientras trataba de caminar correctamente a pesar de que la armadura le apretaba demasiado.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Me detuve de repente y negué varias veces con mi cabeza, haciendo que mi cabello fucshia se moviera al movimiento de esté. Trataba de ese modo dispersar inútilmente las cosas que estaba pensando. Al final opte por suspirar dejando caer mis hombros resignada. —Quizás seria mejor salir a tomar un poco el aire.— Era evidente que sabía que si alguien me escuchaba hablar sola, me vería como una loca o quizás se reiría de mi en silencio.
Cuando nada más salí de la habitación, cerré la puerta lentamente para encontrarme con los pasillos vacíos. Me sentía completamente sola. Recordé que anteriormente había intentado entablar una conversación con un soldado para tratar de hacer algún amigo, pero esté huyo como loco al ver mi semblante serio y frío que muchas veces me salía sin querer. Cerré los ojos por unos segundos y al abrirlos comencé a caminar sin tener algún sitio en mente, ya que solo quería caminar y despejarme al menos un poco.
Durante el paseo, por fin vi a un par de soldados vigilar en sus puestos, me plantee la idea de ir a tratar de entablar alguna conversación con ellos. Esto hizo que una sonrisa iluminara mi rostro y cuando me fui acercando a estos sobre la marcha, deseche esa idea, después de todo estaban trabajando así que eso hizo que me detuviera. No pude evitar mostrar con mi rostro un poco de tristeza, ya que igual comencé a imaginar como los soldados trataban de evadirme por cualquier excusa. ¿No se supone que había salido a pasear para distraerme? Me había preguntado a mi misma mentalmente esto.
Después de unos pequeños minutos, di la vuelta y me dirigí hacia el lado contrario al que pensaba ir. Era evidente de que prefería evadir malos pensamientos, ya sean de mi pasado o los que estaban pasando en estos instantes. De todas formas aunque fuesen cosas tontas, no tenía a quien para estar contándoselos. En ese entonces recordé ahora a mi asistente, el cual no sabía donde se encontraba en estos instantes pero no me preocupaba mucho de eso ya que sabía que estaba muy ocupado.
Mientras iba caminando, levante un poco mis manos, haciendo que las mangas dejaran estás descubiertas. —Podría tomarme un baño con melocotones para distraerme. — Dije para mi misma mientras observaba mis manos, sin prestar atención de que alguien estuviese escuchando. Igual ya era la costumbre de hablar conmigo misma desde que me habían trasladado donde mi padre. Deje caer lentamente mis manos, haciendo que mis mangas del vestido volvieran a ocultarlas de lo grandes que eran.
No pude evitar pensar en que estarían haciendo en estos instantes tanto mi padre, como mis hermanastros, que con estos últimos aun desconocía hasta sus nombres. Fruncí ligeramente el ceño y volví a negar con la cabeza, haciendo que mi cabello volviese a moverse por ello. —Kougyoku baka, tienes otras cosas importantes que pensar.— Me regañe a mi misma, para luego suspirar profundamente. ¿Acaso no tenía cosas mejores que pensar? Parecía que no.
Al final cuando cruce una esquina pensando en tomarme un baño de melocotones, me detuve. —¿Donde estaba el baño?— Me pregunte a mi misma sonando hasta tonta para mi misma. —Y... ¿Acaso habían baños?— De repente comencé a darle vueltas, recordando que era la primera vez que visitaba esto y nunca había preguntado a mi asistente si lo habían. De igual manera, no me había atrevido a preguntar a los soldados después de que uno huyera de mi.
Tomé una gran bocanada de aire y lo solté a modo de suspiro. Tendría que resignarme, porque no creía que me fuesen a ayudar y tampoco conocía demasiado bien ese lugar como para poder desplazarme yo sola todo el lugar entero. A pesar de eso, seguía queriendo un baño pero ahora solo me quedaba dar la vuelta y esperar en la habitación a mi asistente para que me dijera si habían al menos.
Ya estaba decidida el ir allí y esperarlo. Seguramente si él hubiese llegado ya, estaría preocupado si no me viese ahí dentro o eso mismo es lo que pensaba yo.
Justamente cuando volví a pasar la esquina de antes, me quede inmóvil. Miraba a cada lado, como si tratara de recordar por donde había pasado. Entonces me di cuenta que definitivamente me había perdido en tan poco tiempo. A pesar de que aun me sorprendía ser de la nobleza, pensé que seria una vergüenza que alguien de mi grado se haya perdido como si nada. Por ello los ojos se me habían nublado por las lagrimas, me estaba sintiendo como una niña pequeña.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Astrid dudaba que a esa hora hubiese gente fuera de sus respectivos aposentos. Y mucho menos hablando de alguna posible estrategia. ¡Eran las tres de la mañana, por todos los dioses! ¿Quién diantres iba a estar a esa hora debatiendo nada? Obviamente, la razón por la que ella estaba allí era porque lo que buscaba era información escrita. ¿Quién iba a brindársela verbalmente, si no? Aunque tal vez continuaba su racha de suerte, quién sabía.
Llevaba alrededor de cinco minutos caminando por los pasillos de aquél edificio, tratando de aclararse las ideas. Por supuesto, si había documentos que clarificaban las estrategias que se utilizarían próximamente, estos se encontrarían bajo la propiedad de alguien con un cargo alto. Y el rango más alto en las Divisiones de Tronus eran los capitanes. Por supuesto, lo más seguro es que dicha persona estuviese durmiendo – pero podría fingir estar custodiándole la puerta, a no ser que ya hubiese otros guardias haciéndolo. Pero si no había nadie, incluso podría inventarse cualquier argucia para hacer que el capitán saliese de sus aposentos y así Astrid podría entrar a escondidas.
“Capitana”, pensó, recordando lo que había hablado con sus compañeros. Al parecer, la División de Tronus A estaba bajo el mando de una mujer, que, según fuentes, parecía ser relativamente joven – o se conservaba muy bien, una de dos. Estas fuentes tampoco podían ser tomadas en cuenta como fiables, puesto que nadie había visto a la capitana en carne y hueso.
Mientras caminaba para cumplir con lo planeado, comenzó a imaginarse cómo sería aquella persona. Seguramente sería alguien intimidante, curtida en la batalla a pesar de su edad. También contaría con una gran confianza en sí misma, hasta el punto de poder considerarse narcisista y /o tremendamente vanidosa.
Pese a que las antorchas que se encontraban en el corredor donde estaba Astrid proporcionaban una luz que dejaba que desear, pudo ver a lo lejos a una muchacha de baja estatura. No parecía llevar ropas militares. ¿¡Acaso era un rehén!? Que se había escapado de donde fuera, claro. “Cálmate, Astrid. A lo mejor es una sirvienta, sin más”, se dijo a sí misma. Tal vez ella supiera dónde estaba la sala que estaba buscando. Aunque por su forma de caminar, parecía aún más desorientada que ella.
Decidió acercarse. La armadura de cuero le apretaba y le quedaba pequeña, pero esperaba que aun así, no sospechase demasiado. Podría inventarse cualquier excusa, pero temía que la chica fuese más avispada de lo que esperaba.
Una vez estuvo apenas a un metro de ella, pudo observarla con más detenimiento, a pesar de estar casi a oscuras. Las mangas del traje que llevaba le quedaban exageradamente grandes, pero no parecía que esas ropas estuviesen hechas con telas de mala calidad. Y era más bajita de lo que parecía al otro lado del pasillo.
Se inclinó levemente, como queriendo quitarse altura a sí misma (dentro de lo poco que le permitía moverse la armadura, claro está) y apoyó una mano en el hombro de la muchacha, para así llamar su atención y hacer que se diera la vuelta. -Oye, ¿qué haces aquí?- Se ahorró alargar la oración con un “a estas horas” para que la misma pudiera abarcar ambas opciones sobre qué era esa chica: tanto si era una rehén como una sirvienta, no se extrañaría por la pregunta ni por la familiaridad con la que fue formulada.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
-Oye, ¿qué haces aquí?- Abrí rápidamente los ojos al escuchar eso y di un pequeño bote cuando sentí algo en mi hombro. Volteé mi rostro con miedo hacia donde provino esa voz y vi a un soldado que apenas podía verle bien por culpa de mis lagrimas, además de la iluminación que apenas había. Ahogue un sollozo y desvié mi mirada rápidamente, esperando que no haya visto mis lagrimas, las cuales trate de limpiar rápido con mis mangas exageradamente grandes.
Tragué grueso tratando de parecer tranquila, pues tenía que mantener las formas. —Es-estaba buscando el baño.— Enseguida me maldije mentalmente cuando escuche como había tartamudeado sin querer. No le iba a decir que me había perdido, quizás hasta se reía de mi pero negué un par de veces mentalmente al darme cuenta de algo. Por fin un soldado se me había acercado sin que yo esté yendo detrás. De todas formas tenía miedo de que igual huyera como el otro, así que comencé a pensar muchas cosas.
Era evidente de que estaba nerviosa, pero trataba de mostrar absoluta tranquilidad ante la presencia de alguien. Me sentía en el fondo demasiado aliviada de que alguien me hubiese encontrado, ya que tenía miedo ahora el pasearme por los pasillos. Ahora la peor parte es que no sabía que más decirle. ¿Qué es lo que se hace en este tipo de situaciones? Me preguntaba. Dependiendo de si no decía algo antes que yo, trataría de decir cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. En cambio si dijera algo antes que yo, le escucharía.
—¿Y tu?— Es lo que le preguntaría si no dijese nada, aunque en ese instante estaría chocando mi cabeza contra la pared mentalmente. Lógicamente estaría patrullando por el pasillo, pero a quien si no se le ocurriría hacerle una pregunta así de tonta como yo. Es que eso es lo único que se me había ocurrido decirlo o al menos preguntarle.
Aun mantenía mi cabeza algo desviada para no mirar directamente al soldado, pero ahora le estaba mirado de reojo a este. No pude evitar mostrar algo de seriedad con mi rostro, a pesar de que realmente solo quería entablar una conversación normal y corriente como se suponía que tendrían las personas normales que pudiesen hacer amigos.
Quizás yo me estaba montando muchas películas antes de saber que va a pasar, pero de la nada había imaginado como trataría de escapar igual este soldado. Excusándose con cualquier cosa y dejándome aquí abandonada a merced de los monstruos de la oscuridad que yo misma comencé a inventar como si no hubiese un mañana. Aunque era consciente por culpa de mi asistente de que quisiera o no, podrían existir estos monstruos. Esperaba no toparme nunca con algún fantasma o cosas peores.
Volvería a negar mentalmente y suspirar profundamente, tratando de que este ultimo no se me notara. Esperaría a cualquier acción o respuesta, aun temiendo de que al final se cumpliese lo que más temía.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Pero si algo estaba claro era que la mera presencia de un soldado le intimidaba, o al menos, esa era la sensación que tenía Astrid tras ver su manera de actuar. Incluso juraría haber oído un pequeño ruido, como una especie de quejido breve, pero no le dio importancia. Lo que sí le llamó la atención fue el hecho de que quería ocultar su rostro, al tiempo que desviaba la vista, para después mirar a la morena de reojo. Al parecer, estaba buscando el baño, o eso decía. ¿De verdad podría haber algún tipo de aseo en el edificio? No parecía un lugar demasiado preparado para lujos, más allá de los camastros en donde descansarían los guardias.
Y por supuesto, la habitación de la persona que estaba al mando. Quizás, de haber algún habitáculo de uso higiénico, éste se encontraría lo más cerca posible de quien podía recibir más lujos. O al menos eso era lo que pensaba, pero era consciente de que estaría equivocada. Sin embargo, si esa muchacha sabía dónde estaba la habitación de la capitana, lo más seguro es que a Astrid le importase bastante poco si era cierto que había un aseo cerca. Lo que sí necesitaba saber, más que nada, era si quien se alojaba allí estaba en su interior o habría salido por cualquier percance.
No podía dejar que fuese demasiado obvio, por lo que trató de pensar en una respuesta que no la alertase, por si las moscas. Lo más intuitivo para responder dejaría una conversación tan burda que no llevaría a ningún lado.
- Yo… patrullo. Sí, eso.
- …Ah.
- …
- …
Se imaginó algo completamente ridículo, y el resto de opciones que se le pasaban por la cabeza podían resultar en un riesgo que no podía permitirse correr. Trató de cruzarse de brazos, pero la armadura le impedía realizar tal movimiento, por lo que intentó disimularlo poniendo una de las manos sobre la cadera y dejando caer la otra.
- Oí a un veterano comentar que el aseo es de uso exclusivo para la capitana y sus ayudantes. - Mintió, girando la cabeza hacia el pasillo siguiente que comenzaba en la esquina en la que se encontraban, pero respondiéndole con otra mirada de reojo. La verdad es que no tenía ni idea de si tenía ayudantes, si tenía alguno, o más de uno. Había procurado agravar la voz un poquito, pero tratando de que no sonase demasiado forzada. - A propósito, me dijeron que me toca custodiar la puerta de sus aposentos.
Si aquella muchacha no le creía, tal vez podría verse en un serio aprieto. Eso sin contar con el hecho de que, si estuvieran a plena luz, la chica vería el desastre que llevaba por armadura, por no decir que varios mechones de su cabello se habían escapado del casco (y lo raro es que hubiera podido recogerlo medianamente bien y esconderlo dentro del mismo).
Tras pensar en esto último, Astrid se dio cuenta de que la posición que había adoptado no era en absoluto la que podría esperarse del género masculino. Al apoyar la mano en una de sus caderas, había empujado ésta hacia un lado, de modo que dejaba todo su peso sobre una sola pierna. La postura resultante dejaba ver a una mujer tratando de disimular su incomodidad. Para remediar esto, se irguió inmediatamente, colocando su mano libre en la otra cadera. Quizás así podría parecer más intimidante y eso no facilitaría las cosas a la hora de conseguir información por parte de la chica, pero la variedad de movimientos que podía hacer con la armadura puesta era tan reducida que no se le había ocurrido otra cosa.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Con lo que apenas había de luz, no podía ver bien al soldado. Aunque esto no es que me importase tanto, después de todo no conocía a todos los soldados de aquí y apenas era una recién llegada a este lugar. Me había propuesto el tratar de entablar conversaciones antes, pero seguía con la duda y el miedo de no ser correspondida como quería. También estaban los mal entendido y el no saber expresarme, así que solo me quedaba rezar mentalmente de que el soldado no huyera de mi.
- Yo… patrullo. Sí, eso. Si al final hubiera dicho eso. Me quedaría por unos minutos en silencio en frente del soldado. La cara de tonta que pondría al escucharle seguramente seria divertido para alguien que no fuese yo. Tendría ganas de nuevo de golpear mi cabeza contra algo, porque al final habría acertado de que esa iba a ser la respuesta o algo así similar. —Ci-cierto.— Susurraría de una manera que pudiera escucharlo. Tampoco habría podido evitar tartamudear y querer que la tierra me tragase en esos instantes por la pésima conversación que estaba teniendo.
Observe como el soldado se movía y no sé que trato de hacer porque no le vi bien, pero al final vi como ponía una de sus manos sobre la cadera y dejando caer la otra. No me pareció raro en ningún momento en la posición que se puso. - Oí a un veterano comentar que el aseo es de uso exclusivo para la capitana y sus ayudantes. - Escuchar esas palabras me alegraron, ya que parecía que entonces si que había baños y de ese modo podría darme una ducha. Aunque lo que más me alegro fue el no ser abandonada o ignorada por el soldado.
Me quede un poco ida pensando en la ducha que me daría hasta que reaccione al escuchar lo siguiente que dijo. - A propósito, me dijeron que me toca custodiar la puerta de sus aposentos. - Lo que dijo me dejo totalmente fuera de lugar. ¿Realmente le ha habían dicho eso? Me sorprendió por unos instantes, pero luego me alegre pensando de que realmente por fin le importaba a mi familia al menos un poco.
Aunque no sabía que contestarle. Porque recordé de repente que me había perdido y me daba verguenza decirle a un soldado de que no sabía encontrar el camino de vuelta. ¿Entonces que le diría? Trate de pensar sobre la marcha que es lo que podría decirle al soldado. Opte por mirarle ahora algo de frente, aunque con la cabeza ligeramente ladeada. —En-entonces, tu ve adelante, yo te sigo.— Dije tratando de no sonar nerviosa. Después de todo, no iba a decirle que me había perdido por el mero echo de mantener la reputación de mi familia. Pensaba que si alguien noble dijera tal cosa, seria vergonzoso.
Esperaba que no fuese a decirme que fuese antes, después de todo no sabía el camino de vuelta ya que me había perdido. Quizás podría tratar de reconocer la zona, aunque sentía que eso no iba a ser posible. El echo de eso era porque, no sabía distinguir por cual zona del pasillo habría pasado o no. Por eso prefería guiarme por el soldado, ya que esperaba que este supiera perfectamente toda la zona. Aunque también era de esperarse que no, después de todo parecía un laberinto o eso pensaba yo.
No pensaba moverme de mi sitio hasta que el soldado se moviera, así que me quedaría estática en el lugar. Aunque seguía temiendo de que me dijera que yo fuese delante.
Aun seguía pensando el echo de que el soldado no hubiese huido de mi, aunque me golpee mentalmente al recordarme que iba a custodiar mis aposentos según había dicho. No sabía si eso era bueno, ya que entonces no podría huir de mi aunque quisiese. Negué un par de veces con mi cabeza, haciendo que el cabello se moviera por esto. Aunque recordé que estaba en presencia de alguien, así que cuando pude reaccionar, trate de guardar la compostura como si eso nunca hubiera pasado.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Estaba claro que no estaba en la división, y de ser así, sería una nueva incorporación. No tenía ropas de soldado, por lo que, como mucho, sería alguna curandera, aprendiz, o sirvienta personal de la capitana. A esta conclusión llegó tras volver a recordar el tacto de la tela, que rara vez sería vestida por alguien de los rangos inferiores. Descartó el hecho de que fuese una noble, sin más – a no ser que fuese una invitada de la persona que dirigía las tropas, poco pintaba allí. Por no decir que ese edificio no era el más apropiado para acoger a alguien de alta alcurnia.
¿Quizás era la estratega? No, imposible. No podía serlo, no con ese… carácter. Claro está que no había hablado apenas con ella, pero la impresión que le daba no era muy positiva en cuanto a lo que se refiere a idear diversas estrategias de ataque. Estaba claro que no podía juzgar la mente de alguien a simple vista, pero quizás un estratega tendría… otro aspecto. Como de alguien más experimentado.
Suspiró y asintió, volviendo a dejar caer las manos a los lados. Hizo un ademán para comunicarle que le siguiera (a pesar de que no tenía ni idea de a dónde tenían que ir) y comenzó a caminar, sin darse cuenta si ella le seguía inmediatamente o no. Estaba perdiendo el tiempo y la única manera de hacer que valiera la pena era encontrando lo que había venido a buscar. Necesitaba tener alguna idea rápida y eficaz.
Tal vez no era ajena a la información que iba buscando. Puede que la hubiera oído, aunque fuese breve, pero sería mucho más que irse con las manos vacías. Por preguntar no iba a perder nada, siempre y cuando se inventase una excusa creíble – de poco servía formular la pregunta sin más, suponiendo además que un soldado debería conocer el plan.
Recordó que el guardia al que estaba sustituyendo parecía ser bastante inexperto y que además, el compañero que iba a relevar la posición no le había reconocido: ni se habían visto en persona, según pudo deducir. También se acordó de diversas batallitas contadas por su padre a ella y a su hermano, sobre su juventud cuando ingresó por primera vez en las Brigadas Dominia. Y muchas de esas anécdotas consistían en bromas pesadas que recibía durante los primeros meses, a modo de “iniciación”. Como si así lograse ser aceptado por los compañeros.
Volvió la cabeza, buscando el rostro de la chica. Al hacer dicho gesto, sintió que el pelo que había recogido dentro del casco podía llegar a soltarse mechón a mechón si no tenía más cuidado.
- Me da… bastante vergüenza decir esto, pero… – Hizo una pausa, tratando de elegir las palabras correctamente para poder elaborar una mentira decente. – Acabo de ingresar en la Brigada, por lo que suelo encargarme de los trabajos más banales. – Hizo una mueca al darse cuenta de que eso contradecía lo que había dicho acerca de custodiar la habitación de la capitana. – E-este es probablemente el primer encargo serio que tengo desde entonces. – Sonrió un poco, fingiendo sentir orgullo por tener algo “importante” que hacer. – Sin embargo… No se me suele informar de nada. Soy consciente de que en breve avanzaremos a otro lugar, debido a lo que he podido oír en conversaciones ajenas de mis compañeros, pero desconozco datos concretos. – Se encogió de hombros. - Sé que soy nuevo, pero me gustaría probar mi valía y hacer algo por colaborar, más allá de pelar patatas y patrullar.
Probablemente era la mentira que le había salido con más naturalidad en muchos años. Seguramente metería en un buen apuro a la muchacha si ésta le contaba todo lo que sabía y alguien descubría quién era Astrid, pero mayor aún sería el problema al que se tendría que enfrentar ella misma si eso ocurría.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
En el tiempo en el que caminábamos me quede pensando sobre posibles causas del porque los soldados huían. Aunque solo me había venido una de ellas, que era por la forma de actuar con la gente. Lo cual era algo que no podía controlar siempre y me salía sin pensar. No tarde mucho en dejar de pensar en todo lo anterior. Metí mi mano en la manga contraria y hice lo mismo con la otra, haciendo que las mangas de mi vestido se juntaran. Entonces mantuve mi mirada sobre el contrario. - Me da… bastante vergüenza decir esto, pero… – Arquee una ceja confusa.
¿Le daba vergüenza? ¿El qué? Me preguntaba antes de que siguiese, ya que había echo una pausa. No sabía porque, pero sinceramente estar en este tipo de situación me parecía extraño. La sencilla de razón de eso, era porque no acostumbraba el relacionarme con alguien. – Acabo de ingresar en la Brigada, por lo que suelo encargarme de los trabajos más banales. – ¿Lo decía en serio? No parecía mentir, por como lo decía o eso pensaba yo.
Cerré los ojos. Entonces si era nuevo en ello, seria de lógica que no supiera hacia donde deberíamos de dirigirnos o eso creía yo. Aunque estaba recordando que había dicho sobre que debía de custodiar mis aposentos, pero también había la posibilidad de que podría ser de que estuviese buscándolo. – E-este es probablemente el primer encargo serio que tengo desde entonces. – No pude evitar sentir compasión hacia el soldado. De seguro que si yo estuviese en su situación, estaría demasiado nerviosa y querría tratar de hacerlo lo mejor posible.
Finalmente abrí los ojos y le volví a clavar mi mirada al contrario, observando la sonrisa que había esbozado. – Sin embargo… No se me suele informar de nada. Soy consciente de que en breve avanzaremos a otro lugar, debido a lo que he podido oír en conversaciones ajenas de mis compañeros, pero desconozco datos concretos. – ¿A otro lugar? Ahora que recordaba, era cierto que no iba a perdurar mucho tiempo por aquí.
Yo no era de salir de mi hogar y por eso era la primera vez que había visitado este sitio. Más bien era el primer sitio que pisaba nada más salir de mi hogar. Era algo inevitable, después de todo dependía mucho de mi asistente para poder ir a cualquier lugar. Por ello me sorprendía aun el echo de que hayan encargado a un soldado a custodiar mis aposentos.
- Sé que soy nuevo, pero me gustaría probar mi valía y hacer algo por colaborar, más allá de pelar patatas y patrullar. - Mis ojos se llenaron un poco de lagrimas al escuchar lo que dijo. Evidentemente al sentir eso, limpie mis lagrimas con rapidez y esperaba que no lo hubiera notado. Le había escuchado con suma atención a todo lo que me dijo, sin interrumpirle. Pensé que ahora me tocaba a mi decir algo. —Na-nada más es cuestión de tiempo pero...— Hice una pequeña pausa mientras desviaba la mirada.
Tarde lo mió en responder al soldado, ya que buscaba las palabras adecuadas que responderle. Aunque al final solo le respondí lo primero que se me ocurrió. —De seguro re-reconocerán tu valía porque...— Volví a hacer otra pausa, ya que estaba nerviosa. —Si es algo que quieres con el co-corazón, se-seguro que tratarás de hacer lo que sea para demostrarlo.— Le trate de brindar apoyo, ya que yo agradecería mucho si alguien me brindara ese tipo de palabras.
Mis mejillas estaban ligeramente rojas por los nervios y por la timidez de hablar con alguien. Aunque de una manera u de otra de repente reaccione y fruncí el ceño diciendo. —A-aunque no es al-algo que a mi me importe, cla-claro. — Actué de ese modo sin saber porque, pero lo hice sin pensar. Debía de suponer que era por los nervios pero pensé que eso le molestaría o quizás lo ignoraría por el echo de ser quien custodiara mis aposentos.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Claro que no estaba bien aprovecharse de eso. Pero tenía algo que cumplir, y una pequeña mentira tampoco tendría por qué hacer demasiado daño. Una vez consiguiese lo que quería, no volverían a verse. Astrid se olvidaría de esa joven y ella se olvidaría de ese soldado novato. O al menos eso esperaba, aunque no le dio demasiada importancia.
No se imaginaba a esa chica en el campo de batalla. Tampoco quería verla en una situación así, pues se le veía tremendamente frágil. Y a pesar de estar aprovechándose de su ingenuidad en ese preciso instante para poder ayudar a sus compañeros, el hecho de que la muchacha se prestase a “animarle”, le hizo pensar que se preocupaba por la gente que se encontraba a su alrededor.
-Gracias, - respondió, sin más. Obviamente las cosas no iban a ser tan fáciles, ni mucho menos puestas en bandeja. Se preguntó cómo les habría ido al resto de compañeros. Recordó que no había visto qué tal le había ido a Ulrich, el hombre corpulento que se había ocupado de la puerta lateral del edificio, pero confió en que habría entrado sin ningún problema. Lo que sí le preocupaba era que estuviese dando vueltas, como ella. -¿Entonces seguiremos aquí, en Mills? – preguntó, enarcando una ceja. ¿Quizás la muchacha estaba evitando irse de la lengua? Evidentemente información tan importante no podía ser comunicada a cualquier soldado, y menos aún a un novato que ponía ojos de cordero degollado. O eso, o quizás era posible que la información no hubiese llegado a todo el mundo aún, incluyéndola a ella. Por supuesto, si no tenía un cargo alto, tampoco tendría por qué estar al tanto.
Tras doblar otra esquina más y llegar a lo que parecía un pasillo sin salida, logró ver una puerta doble iluminada por la luz tenue de la antorcha colocada en medio de la pared. Y, delante de esta puerta, se encontraba un hombre de espalda bastante ancha y constitución atlética, que al oír que alguien se acercaba, se dio la vuelta rápidamente. No podía verle bien la cara, pero intuía quién podía ser. No sólo se había quedado quieto de repente y no había dicho nada, si no que además hizo un leve gesto bastante característico de su compañero. Eso sin contar que la pechera de la armadura parecía que iba a salir despedida en cualquier momento, debido a la anchura de su torso. Con semejante pinta lo raro es que no le hubiesen pillado con las manos en la masa. Estaba mucho más ridículo que Astrid, que contuvo una carcajada.
¿Se había logrado colar dentro de esa habitación? Al tener la doble puerta indicaba que lo más seguro es que fuese una sala importante. –Es mi turno, improvisó, sin más. No tenía ni idea de si aquellos eran los aposentos de la capitana, y con seguridad se estaría equivocando. Pero su intención a la hora de pronunciar dicha frase era tratar de hacer que Ulrich reconociera su voz, a pesar de que trataba de agravarla. Y si realmente no era él, seguramente le contestaría con alguna pregunta, confuso. O se metería en algún berenjenal sin comerlo ni beberlo. –¿Te importaría guiar a la señorita a los baños? Miró a la chica, encogiéndose de hombros. - Lamento haberme equivocado, señorita. Pero debo de cumplir con lo encargado.
“Ulrich” parecía no entender nada de lo que estaba pasando. Sin embargo, pareció comprender a los dos segundos, así que asintió y se apartó de la puerta, con la mala suerte de que dejó caer, sin quererlo, lo que parecían unas joyas de alto valor. Sí, definitivamente tenía que ser él – acostumbrado al hurto y al allanamiento, Ulrich siempre tenía que llevarse una “recompensa” de más. Astrid maldijo para sí, puesto que aquello lo acababa de estropear todo.
Al parecer, su racha de suerte estaba comenzando a ir en picado.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Tragué grueso. ¿Que haría si se lo tomase a mal? No me atrevería a volver a hablarle, aunque por otro lado no lo evitaría por el echo de querer hacer amigos. -Gracias, - Parpadee un par de veces fuera de lugar. ¿Me había agradecido? De repente todas las preocupaciones que estaba pensando antes las olvide y no pude evitar sonreír de forma amplia, aunque eso lo trate de disimular enseguida al mirar hacia diferentes lados.
-¿Entonces seguiremos aquí, en Mills? – Le mire confundida. ¿En Mills? Parecía que el soldado estaba más desorientado que yo, pero tampoco me iba a reír de ello. Ya que yo no era quien para reírme de ello, por algo me había perdido por los pasillos. —Es-estamos en Spatium Urbanis.— Le dije por si no sabía ni si quiera donde estábamos, esperando que no se sintiese nervioso o mal ya que por mi parte yo me sentiría así por meter la pata. Luego medite su pregunta y le conteste dubitativa. —Pero respodiendo a tu pregunta..— Hice una pequeña pausa.
—Lo más se-seguro que por mi parte es que vuelva a casa.— Forcé una leve sonrisa mientras le seguía. Apenas salía de mi hogar y solo había venido para poder orientarme bien en esta zona. Después de todo era una capitana y seguramente en un futuro estaría viniendo frecuentemente por aquí, ya fuese para defender la zona o por misiones. —Por vuestra parte, se-seguro lo dirá mi asistente.— Nunca se me había dado el dar ordenes a alguien, por eso se encargaba mi asistente por mi. Aunque sabía que en un futuro tendría que hacerlo quisiera o no.
No esperaba ninguna respuesta sobre lo que acababa de decir, pero trate de mostrar el rostro indiferente, como si no me importará lo que acababa de decir. A pesar de que era lo contrario.
Era evidente de que luego de responder lo anteriormente, me había quedado en un absoluto silencio. Nada más me había limitado a seguir al soldado. Lo peor de todo es que no estaba en silencio porque quisiera, si no porque no se me ocurría que cosa decirle. Cuando doblamos una esquina, vi un pasillo que no tenía salida. Mis ojos se iluminaron, pues habíamos encontrado mi cuarto. Lo que me pareció confuso fue el echo de que hubiera un soldado delante de la puerta. ¿Desde cuando habían mandado a otro a custodiarlo?
Cuando llegamos hasta el otro soldado, escuche lo que decía el que me había guiado hasta aquí. –Es mi turno, - Ladee un poco la cabeza, haciendo que mi cabello se moviera un poco. –¿Te importaría guiar a la señorita a los baños? - ¿Entonces me llevaría el otro soldado? Bueno, seria normal si el que me había guiado hasta aquí custodiase ahora. Después de todo era su trabajo. - Lamento haberme equivocado, señorita. Pero debo de cumplir con lo encargado.
¿Equivocado? ¿En llegar a mis aposentos? Pero si ya estábamos en frente de mis aposentos, si es que se refería a eso. De repente comencé a darle vueltas a todo, un tanto confundida. Deje de pensar en lo anterior cuando el soldado con constitución atlética se apartaba de la puerta y me fije que calló algo de él. Mi mirada se dirigió a esto y tarde en reaccionar ante lo que mis ojos estaban viendo. Eran unas preciosas joyas que me resultaban familiar. Volví a tardar otros segundos más y reaccioné.
¿¡Un soldado me estaba robando!? Lo peor de todo es que no sabía como había entrado al cuarto. Baje mi mirada llena de ira. —¿Te divierte entrar en aposentos ajenos y robar...?— Esto no iba a quedar así, ya me preguntaba porque esté estaba custodiando mis aposentos sin haberme avisado como el otro. El fleco de mi cabello tapaba un poco mis ojos pero al levantar mi mirada, trate de mostrar un porte serio y frío para abrumarle. —Haré que te destituyan de tu puesto, a no ser de que te disculpes ante mi como es debido.— Fruncí el ceño ligeramente.
No podía permitir que insultase el apellido que llevaba puesto, sería una vergüenza para mi familia. Aunque tampoco quería ser tan cruel con el soldado, quizás solo quería eso para poder comprar comida por el echo de que no le pagaban casi nada.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Antes de que Ulrich pudiera salir corriendo o lo que fuese que quisiera hacer, la muchacha cambió completamente el tono y se dirigió a él de una manera un tanto… autoritaria. ¿Cómo que destituirle del puesto? ¿Acaso esa muchacha era…?
“Ropas caras + Asistente + Actitud autoritaria ante una infracción” = ¡DING, DING, DING!
¿¡Era la capitana!? ¿De modo que Astrid había estado todo ese tiempo vagabundeando por los pasillos con alguien que consideraba fácilmente manipulable debido a su inocencia, pero que sin embargo se trataba de la mayor amenaza de ese cuartel? Todavía con la mano en el rostro, la miró de reojo a través de los dedos. ¿Cómo era posible…?
Si algo tenía claro, y ahora más que nunca, era que las apariencias no siempre tenían por qué dar una impresión correcta de la persona. Si esa muchacha estaba en ese puesto seguramente sería por algo y los prejuicios de Astrid no eran más que opiniones que la habían subestimado a simple vista.
Ulrich, por otro lado, era un sujeto impredecible. Peor no podía haber acabado la situación, pero los eventos podrían tener un giro u otro dependiendo de sus acciones. Lo más sensato sería aprovechar que la chica había dicho que podía disculparse, fingir que estaba arrepentido, devolverle dichas joyas y largarse por donde había venido. Pero lo que acababa de pasar tenía que ver con cualquier cosa menos con sensatez. ”Y yo que pensé que esto requería pasar desapercibido…” pensó Astrid.
Su compañero esbozó una sonrisa burlona y se encogió de hombros. – ¡Vamos, vamos! Llevo más de una década sirviendo fielmente a este país. No se me ocurriría echarlo todo por la borda por un par de piedras. Se carcajeó un poco. No iba por buen camino. Se agachó, forzando también la armadura, pero se levantó de golpe con las joyas en la mano antes de que se terminase de rasgar la pechera. – Pero siento el malentendido. Verá, se me encargó llevar las cosas de valor a un lugar más seguro. Usted sería el blanco no sólo de los revolucionarios, si no de los ladrones, si llevase tantas cosas de valor consigo. ¿No cree? – Podría ser un movimiento astuto si no fuera porque Astrid ya lo veía todo de color negro. La chica no tenía por qué ser tan ingenua.
– Aun así, creo que el método no ha sido el más correcto. – Astrid no sabía cómo echarle una reprimenda a su aliado sin que se notase demasiado. Se había puesto nerviosa y estaba haciendo todo lo posible por ocultarlo, pero temía que la capitana se diera cuenta. A Ulrich no parecía hacerle gracia lo que acababa de oír.
– ¿Me estás cuestionando? Te recuerdo que no estás en posición para ello, Dagmar. – Astrid apretó los dientes. Sí, eso podría haber quedado “bien” si no fuera por un pequeño detalle: ¡Ulrich había desvelado su apellido! No es que Astrid fuese muy conocida, pero aquello sólo había conseguido que se pusiese aún peor. No podía haberle tocado con un compañero tan cegado por el narcisismo porque no había nadie con tanto ego como él en el grupo con el que se había reunido. Había llegado a un punto en el que no sabía si seguía fingiendo o si se le había ido la cabeza. Él tenía mucha más experiencia que ella, y su egocentrismo más de una vez le había hecho poner casi en peligro alguna que otra misión. Sin embargo, por alguna razón, siempre lograba salir airoso.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
A pesar de eso, no me parecía bien de que hubiese entrado a mis aposentos, sin algún permiso especial. No era tan tonta como para saber eso y es que hasta mi asistente no permitía la entrada a no ser que fuese alguien que haya pedido audiencia antes. Cosa que nunca pasaba pero que me lo había hasta informado a mi, después de todo yo era de la nobleza y por eso solo mi asistente era el único que podía acceder a mis aposentos sin permiso alguno.
Por un lado sabía que nadie podía tocar mis joyas pero por otro lado, bien podía estar diciendo la verdad y solo quería protegerme de algún ladrón que quisiera robarme. Por lo que había dicho, tenía una parte que me hizo sentir como si yo fuese alguien débil, lo cual hizo que reflejara algo de molestia. No iba a dejar que me vieran de ese modo cuando estaba portando el apellido de mi familia o el mismo cargo que tenía de capitana.
A pesar de eso, la duda comenzó a rondar por mi mente y por eso ahí no sabía que decirle, por lo cual guarde silencio y me quedé pensando que es lo que le podía decir. Aunque al final no hizo falta, por el echo de que el otro soldado le había respondido antes de que yo dijese algo.
Entonces desvié un poco mi mirada hacia el soldado que me guió. No sabía si era mi imaginación, pero parecía como si estuviese avergonzado por el soldado atlético. ¿Quizás porque si que decía la verdad? De nuevo las dudas comenzaron a asaltar mi cabeza, pero aun así ya tenía claro lo que debía de decirle al soldado que tenía las joyas.
Pero antes de que pudiera decir algo, escuche como el soldado de la sonrisa burlona, se refería al otro como ''Dagmar''. No le puse mucha atención a eso, ya que este no había echo nada, porque más bien me había ayudado a llegar hasta aquí, lo cual era algo que agradecía y mucho.
Devolví mi mirada hacia el soldado que parecía robusto y tome un poco de aire para tratar de responder con algo de firmeza. —La próxima no lo pasare por alto.— Le aclare antes que nada eso, tratando de no tartamudear. —Además...— Hice una pequeña pausa ya que trataba de mantener mis nervios a ralla, porque actuar con seriedad no era uno de mis puntos fuertes. Pero trataría de hacerlo si es por mi cargo y mi apellido. —Te recuerdo que mi asistente no permite el paso a mis aposentos a nadie, a no ser que concedáis alguna audiencia.— Les avise.
Pensé que quizás no estaría enterado el soldado de eso ultimo. Por eso preferí el decirle por si acaso, esperando que devolviera las joyas donde debían de estar. Aunque yo aun seguía sin creerme que fuese de la nobleza, pero era mi deber el actuar de este modo para no mancillar el apellido. De igual manera, me parecía exagerado del que se tuviera que pedir audiencia, pero mi asistente me dijo que en la nobleza era así.
Aun trataba de mantener el porte frío y serio hacia el soldado, disculpándome por dentro. Ya que por lo que veía, era inocente.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
¿Pero realmente ese tipo de persona podría llegar a hacer daño a alguien? ¿Y si estaba colocada como capitana gracias a algún contacto? ¿Y si de nuevo estaba subestimándola y realmente era capaz de hacer temblar a un grupo entero de revolucionarios en el campo de batalla? Volvió la vista a su compañero, sin saber muy bien cómo reaccionar. Si él ya había conseguido la información que querían, ¿para qué seguir empeorando el asunto?
– No estoy cuestionando lo que haces. Pero opino que este tipo de encargos deberían ser llevados a cabo por el asistente, – murmuró, tratando de sonar lo más calmada posible. No se había dado cuenta de que se le había ido un poco el tono de la voz debido a los nervios, por lo que ahora ésta era con la que normalmente hablaba.
Ulrich parecía estar perdiendo la paciencia. Astrid temía que se le fuera la cabeza y armase un alboroto donde hubiese heridos innecesariamente, así que intentaba pararle los pies lo más tranquilamente que pudo, aunque fuese con palabras. Extendió una mano, como queriendo agarrar las joyas, pero su compañero la apartó bruscamente. – No puedo fiarme de ti, Dagmar. – Miró a la capitana, haciendo un leve gesto con la cabeza intentando ser cortés. – Si me lo permite, yo mismo le llevaré las joyas a su asistente. – Se dispuso a caminar, pero la morena le agarró suavemente del hombro.
Antes de que ella pudiera hablar, su compañero le apartó la mano. Se había empecinado en llevarse esa recompensa de más y por culpa de eso no podrían salir tan airosos como planeaban en un principio. – Venga ya. Suelta ese par de piedras, – respondió Astrid, con un deje cínico. – Ya has oído a la capitana. No empeores las cosas. – Trató de disimular lo mejor que pudo el hecho de que estuviese como un manojo de nervios.
– Como he dicho, voy a entregarlos yo mismo. – Ulrich apretaba los dientes mientras intentaba sonreír amablemente, aguantando la compostura lo mejor que podía, pero sin tener mucho éxito. Astrid, sintiéndose violenta, agarró el brazo de la capitana poniendo la palma hacia arriba y arrancó uno de los colgantes que tenía su compañero, para ponérselo a ella directamente en su mano. Él volvió a apartar el brazo.
Otro colgante se había quedado enganchado, y ella supuso que los anillos que había visto estarían dentro de su puño. Avanzó un paso y trató de quitarle al menos el segundo colgante. – Dame eso, maldita se- Se interrumpió a sí misma al ver que las cuentas del collar comenzaban a esparcirse por todo el suelo. ¡Se había roto! No sabía si existía algún ente que controlase la suerte, pero desde luego aquella noche se lo estaba pasando bomba con Astrid. La ingenuidad de la chica permitía que pudieran salir airosos, pero la estúpida conducta moral de la morena (¡en qué mala hora seguiría sus propios principios con respecto a las personas!), así como la avaricia de Ulrich, parecían tentar a la mala suerte.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Pensé que si realmente no llegaba a decir algo el soldado, entonces intervendría yo y le diría de que me devolviera las joyas. Aunque no hizo falta que hablase, ya lo hizo el soldado con apellido Dagmar. Aunque me había llamado mucho la atención el soldado Dagmar, ya que su voz había sonado diferente, así que por ello mantuve mi mirada fijamente sobre este. Ahora todo comenzaba a parecerme muy sospechoso.
Era cierto que quien se encargaba de ello seria exclusivamente solo mi asistente, como siempre. Después de todo es quien fue seleccionado para estar a mi lado.
Dagmar trato de agarrar mis joyas por lo que vi pero el otro soldado apartó bruscamente la mano. ¿Porqué le trataba de esa manera? Y sobre todo. ¿Porqué decía que no se podía fiar en Dagmar? Sinceramente ya no entendía nada, por el echo de que ya todo no tenía sentido.
¿Había dicho de qué el se lo llevaría a mi asistente? No me parecía entonces mala idea de que lo llevara él, si era inocente no tenía porque temer pero vi como Dagmar lo detuvo del hombro antes de que se dispusiera de retomar su marcha. ¿Me lo estaba imaginando o parecía que Dagmar parecía molesto con el soldado con corpulencia robusta?
Debería de decirle al soldado Dagmar que no me importaba que ese otro soldado llevase a mi asistente las joyas. Aunque antes de que pudiese de decir al menos algo, ellos actuaron antes de que yo dijese algo.
El soldado Dagmar había tomado mi brazo, haciendo que pusiera mi palma de mi mano hacia arriba. Le mire por unos segundos confusa y sorprendida, pero al ver que es lo que iba a hacer, me confundió más. Lo que había echo es el quitarle un colgante y lo puso en la palma de mi mano. Observe de nuevo como trato de coger algo más pero lo siguiente que vino me dejo en shock.
Uno de mis colgantes se habían roto. Había bajado la mirada lentamente, cerrando la mano en la que sostenía el otro colgante que había dejado ahí Dagmar. Comencé a apretar con fuerza el colgante. Ya sabía que no lo había echo adrede, pero esas joyas eran por parte de mi familia. Yo no es que fuese alguien que estuviese llevando joyas, pero tampoco iba a permitir que rompieran algo de mi familia.
Volví a bajar lentamente la mirada, como antes. Unas inmensas ganas de llorar me invadieron. —Eso era de mi familia...— Estaba molesta, pero también estaba triste. ¿Como les iba a mirar y decir que esas joyas estaban rotas? La peor parte seria decir que fue por no poder controlar a dos soldados. Pensé que quizás eso mancillaría de nuevo el apellido o el cargo que tengo.
Levante la mirada y los mire llena de ira, sin poder evitar tener los ojos llorosos. —¡Va-vais a pagar por ello!— Les grite a los dos. No iban a salirse con la suya esta vez, ellos no eran quienes tenían que enfrentar con vergüenza a temer de mancillar un apellido. Igual podía saber que no había sido adrede, pero quizás si les dejaba salir tranquilamente como si nada, les dirían eso a los demás soldados.
Trate de mostrar una mirada fría o abrumadora contra ambos, aunque Dagmar no lo hubiera echo adrede. Pero ahora que lo pensaba, si no hubiesen sacado las joyas, esto no estaría pasando.
Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]
Podía haberse solucionado de cualquier manera, podrían haberlo resuelto tranquilamente y así poder irse en paz y sin llamar la atención de nadie más. Y lo peor es que esta vez la culpa no era sólo de Ulrich por estar empecinado en llevarse las joyas sin motivo alguno – si no también de la propia Astrid por intentar arreglar las cosas por las malas.
Aquel collar que se había roto parecía tener no sólo valor comercial, sino además un valor sentimental para la chica. Dada la situación, poco se podía hacer ya: habían llegado a un punto de no retorno y para colmo hicieran lo que hicieran ya habían llamado demasiado la atención, cargándose lo que habían acordado con los otros compañeros anteriormente. Esperaba que los demás hubiesen tenido más buena suerte, al menos.
– Corre.
– Corre. – Lo habían dicho al unísono, sin pensar. Ambos sabían que no podían hacer otra cosa y que por muy frágil que pareciera la muchacha, no podían meterse en un lío peor que en el que estaban plantándole cara. Al fin y al cabo, no estaban solos: en cuanto los demás guardias oyesen alboroto, acudirían para comprobar qué está pasando. Y posiblemente era mucho mejor armarlo saliendo por patas que tratando de enfrentar a la capitana.
Astrid se olvidó completamente de cuidar de no forzar la armadura. ¿Cómo iba a importarle eso ahora? Tanto ella como Ulrich corrían como los cobardes que eran, moviéndose más de lo que la protección de cuero les permitía, tratando de recordar por donde diantres estaba una posible salida. Por la terraza sería demasiado arriesgado saltar – la altura tenía demasiados metros como para que los pies de Astrid pudieran aguantar semejante caída sin que saliera lesionada.
Incluso si lograran salir de esa situación y dar la información a su grupo, ella sentiría que iba a quedarse con mal sabor de boca, pero no sabía muy bien por qué. No era la primera vez que se valía de argucias y mentiras para poder conseguir algo, pero aquella situación había sido cuanto menos diferente. ”Tendría que tener menos escrúpulos. Así no le daría vueltas a estas cosas,” pensó. Trató de centrarse en encontrar una salida y dejar aquél dilema para más tarde, puesto que si se metía en su propio mundo, acabaría perdiéndose aún más y le pillarían con las manos en la masa.
Justo como acababa de pasar.
Astrid y Ulrich frenaron en seco ante una hilera de guardias que les habían cerrado el paso. – Estos son los impostores. – sentenció uno de ellos, apuntándolos con una antorcha que llevaba, exponiéndoles ante la luz. Al parecer, habían sido alertados por el joven que había sido inmovilizado por Astrid, que, en un despiste del compañero que debía vigilarlo, logró escapar no sin antes dejar inconsciente a su enemigo. No era tan novicio como parecía, después de todo.
Antes siquiera de poder reaccionar para defenderse, ambos fueron esposados y tenían a un par de soldados cada uno sujetándoles por los brazos para asegurarse de que no escaparían. Astrid forcejeó y no se fijó en si Ulrich estaba haciendo lo mismo, pero de ser así, no tuvo éxito, al igual que ella. Mientras se los llevaban, miró atrás, preguntándose si la capitana les habría seguido hasta allí, o si se había quedado en el sitio. Pero no pudo ver nada.
Poco después, supo que les estaban llevando a los calabozos, puesto que estaban envueltos en un olor fétido, característico del agua estancada, entre otro tipo de fluidos escatológicos de los que era mejor no hablar. No tenía iluminación ninguna, salvo por los farolillos de aceite que poseían los guardias que custodiaban la estancia.
Habían encerrado a ambos en celdas separadas, pero contiguas. No tenían ventanas y el suelo estaba húmedo, pero por suerte ambas tenían un pequeño catre (maltrecho, eso sí). El muro de piedra que estaba en medio de éstas no llegaba hasta el techo, y donde acababa, que era a unos veinte centímetros de este, había una serie de barras gruesas. Esto le hizo suponer a Astrid que podría comunicarse fácilmente con su compañero, aunque fuese a base de susurros. Después de cerrarles cada puerta con llave, uno de los guardias les dijo que la capitana o algún cargo alto se encargaría de decidir su castigo.
– Dagmar, Dagmar, Dagmar… ¿Ves lo que pasa cuando cuestionas mis métodos? – murmuró Ulrich, al otro lado. – Deberías olvidarte del tema de la moral cuando se trata de este tipo de gente, o se volverá en tu contra. ¿De qué sirve tener moral con estos bastardos si ellos mismos no la tienen?
– No pretendas echarme el muerto a mí ahora, Ulrich – contestó en voz baja, claramente molesta. – Sería hipócrita si después de intentar de manipular a alguien, después tratase de hacerte sentir culpable por robar. – Arrastró el catre cerca del muro, con cuidado de no hacer demasiado ruido y se desplomó sobre él, estirando las piernas, pero apoyando la espalda en el muro para poder hablar entre susurros con su aliado. Por suerte, el catre aguantaba más de lo que aparentaba. – Si estamos rebajándonos al nivel de este tipo de gente es porque perseguimos una causa justa, no beneficio propio. –
Ulrich se carcajeó. – ¿Rebajarnos, dices? Dagmar, creo que eres demasiado mayorcita como para tener la cabeza en las nubes. Y también creo que has visto mucho como para pensar que los que defendemos el ideal revolucionario somos unos caballeros de armadura brillante y valores principescos. – Volvió a reírse. – Sé que no piensas así. Por eso vas por libre, lo sé. Pero si crees que no estamos tan corruptos como esta escoria, vas mal, chica. Tengo mis propias razones para seguir haciendo lo que hago, pero eso ya da igual. Total, nos castigarán ya mismo y no podremos hacer mucho más.
Astrid se quedó en silencio. No quería seguir discutiendo y tampoco quería seguir escuchando a Ulrich. Se acomodó en el catre, con el cuerpo mirando hacia el exterior de la celda, cerrando los ojos. Dudaba de que el castigo impuesto fuese algo suave, incluso si éste era decidido por la capitana – posiblemente cuando se enterase de que ambos eran revolucionarios, movería cielo y tierra para que éstos tuviesen su merecido.
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
» El golpe a Aeris Arcana [Priv. Anti-gobierno]
» rol privado con mi capitana: Kougyoku Ren
» Wardogs [Kougyoku Ren & Fingon Sindar
» Mucha gente y Poca compañía [Kougyoku Ren ft. Li Wei]
Vie Nov 04, 2016 6:33 am por Auros
» (Misión Rango 2- Caza un Chameleo) En busca del bicho ♫ Privado con Morgana Deveraux y Ranmaru Murakami ♫
Vie Nov 04, 2016 6:32 am por Auros
» Trapped in the swamp - Rng.4: Pantano Infestado [Atreyu ft. Rosette - Marduk]
Jue Nov 03, 2016 11:00 am por Auros
» — TORNEO DE GREMIOS [Categoría Amateur] — BRÜDER OF FIRE vs INVICTUS [Finalizado]
Jue Nov 03, 2016 12:06 am por Auros
» Ataque a mar abierto [Priv. Klaus, Vinnie, Blasius, Ilaira]
Mar Nov 01, 2016 10:37 pm por Klaus
» Tu hogar es tu refugio, pero no acabes encerrado en él [Priv. Atreyu]
Mar Nov 01, 2016 6:18 pm por Atreyu
» —Registro de Rangos [Obligatorio]
Lun Oct 31, 2016 7:27 pm por Christa HelleMond
» —Registro de Cuentas [Obligatorio]
Lun Oct 31, 2016 7:24 pm por Christa HelleMond
» —Registro de apellidos [Opcional]
Lun Oct 31, 2016 7:16 pm por Christa HelleMond