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Golpe de suerte [Kougyoku Ren]

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Mensaje por Kougyoku Ren Vie Sep 04, 2015 3:37 am

¿Habría logrado el asustarlos a ambos por mi porte? No hacía ni falta que me lo preguntase. Porque cuando apenas pude reaccionar, ya me había soltado el soldado Dagmar mi brazo y salieron huyendo ambos soldados después de decirse algo. —¿¡Acaso pensáis que escaparéis de aquí!?— ¿Pensaban huir de mi después de tal humillación? Al soldado robusto le perdone, pero es que encima después de haberle perdonado, rompieron el colgante. Sabía que estaba siendo exagerada pero ya había pensado de que no quería mancillar el apellido de mi familia.

No dude ni un segundo en seguirlos a los dos, pero parecía que eran más rápidos que yo. Era normal, después de todo no me esperaba que fuesen a salir corriendo los dos. Tampoco quería hacerles daño, al menos solo me quedaría satisfecha con el echo de que no mancillasen mi cargo y mi apellido. Nada más estaba pensando que huían por lo de mi colgante.

Cuando vi que se habían detenido ambos, pensé que se iban a girar y a pedirme disculpas pero ese no fue el caso. De la nada les habían rodeado a ambos muchos otros soldados y eso hizo que redujera el paso y me quedara quieta en mi lugar. ¿Los impostores había dicho? Entonces en todo momento no estaba con un soldado, si no con un impostor. ¿Me habría entonces mentido en todo lo que me había dicho? Baje mi mirada lentamente, teniendo los ojos llorosos. Ya no sabía que pensar o más bien, no quería hacerlo.

Todos los soldados que estaban antes, desaparecieron. Estaba sola.

Tampoco quería que todo eso sucediese, aunque eso era antes de saber de que eran impostores. Aunque si me ponía a pensar, tenía más cosas en contra de esos dos. ¿Ahora que se suponía que debería de hacer? Quizás lo mejor seria el volver a mis aposentos y hacer como si no hubiera pasado nada. No me sentía de mucho humor, pero cuando me disponía a irme una voz me paro.
Capitán, debe de sentenciar el castigo de los impostores.Cuando me voltee a ver quien era, se trataba de otro soldado. Esté al ver mi mirada, huyo como si la vida le dependiera de ello.

Resople. Si no tenía más remedio, lo haré. Por suerte me había fijado hacia donde los habían llevado, aunque al principio me costo encontrar el lugar indicado y después de tardarme quien sabe cuantas horas, logré llegar a las celdas. No me gustaba que encerraran a la gente aquí, además de que olía fatal el lugar. Lógicamente antes de entrar, había cogido un farolillo porque no quería entrar ni de loca sin alguna luz. De igual manera no daba tanto miedo si iban soldados yendo de un lado y hacia otro, ya fuese para vigilar o custodiar algo.

Me había puesto en frente de ambas celdas para que se me pudiese ver al menos gracias al farolillo. Fruncí el ceño ligeramente y aclare un poco mi voz para llamar la atención.
Aun estoy esperando por la inmensa disculpa que me debéis.Les dije de repente, mostrando un rostro serio a pesar de que tenía aun ganas de llorar, por lo cual agradecí de que estuviese todo casi oscuro.Habéis roto un colgante muy valioso de la familia Ren.Trataba de sonar fría.Lo peor de todo es que os habéis burlado de mi, aunque...Hice una pausa. Era evidente de que estaba molesta.Si pedís disculpa hacia mi apellido y pagáis lo que habéis roto, quizás os perdone y os deje marchar.

¿Estaba siendo lo suficientemente dura? Pensé que no era para tanto, ya que no habían matado o echo daño a alguien. Aunque la parte de pensar de que me podría haber mentido el soldado Dagmar me dolía. Mientras lo pensaba, yo no me veía como alguien malvada aunque lo tratase, solo lo hacía para abrumar a mis oponentes o tratar de mantener una imagen ya fuese por la familia o el cargo. Esperaba que no me fuesen a responder de mala manera, ya que quería terminar de una vez por todas eso.
Kougyoku Ren
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Golpe de suerte [Kougyoku Ren] - Página 2 Empty Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]

Mensaje por Astrid Dagmar Vie Sep 04, 2015 1:13 pm

Astrid había logrado dar un par de cabezadas pese a la incomodidad del catre. Se frotó los ojos y se incorporó, sentándose, tras despertarse de la última. Le costaba parpadear y tenía la boca reseca. No podía quejarse, tampoco: tanto Ulrich como ella se habían buscado estar así. Si no hubieran apretado tanto el tornillo, no habrían forzado la situación a tener ese final. Quizás ella debería habérselas ingeniado de otra manera, pero no siempre tenía un as bajo la manga. Y esa noche no había sido el caso. Sin embargo, la muchacha había creído en lo que le decía. No sabía si había dudado en algún momento, pero los hechos demostraban que al final había elegido que las mentiras que la morena le contaba eran ciertas. No sólo las suyas, si no las del propio Ulrich – que había pecado de usar unas excusas estúpidas.

¿Tal vez no era capaz de ver maldad en las personas? ¿O prefería hacerse la sueca? Sin duda, tratar de pensar positivamente podía considerarse como una buena virtud, pero al mismo tiempo, ésta era un arma de doble filo que podía herirle. Un collar roto, una pequeña decepción provocada por parte de un par de soldados desconocidos, era posiblemente el menor daño que podría recibir en ese aspecto. La cosa podría haber acabado mucho peor, sin duda alguna.

Astrid no entendía qué hacía alguien como ella dirigiendo una brigada del gobierno. Aún le costaba asimilarlo, precisamente porque era quien menos se esperaba al frente de una sección del ejército. No sólo por su apariencia delicada, si no por la benevolencia y capacidad de perdonar que había demostrado más atrás. Esperaba equivocarse y que esa primera impresión que había recibido de la chica fuese sólo una manera de actuar frente a otros. Casi que hubiera preferido mil veces que ésta hubiese sido una persona déspota y malintencionada. Al menos así habría tenido alguna excusa para poder usar la violencia en su contra. Hasta el propio Ulrich, a quien normalmente no le hubiera importado usar sus puños, se había abstenido de ponerle un dedo encima. Puede que fuese por acatar las órdenes del plan establecido (o las pocas que podían cumplirse ya), pero también podría ser que se hubiese dado cuenta de que aquello no merecería la pena.

Se quitó el casco (según le permitieron las esposas que mantenían sus muñecas juntas) pues aún lo llevaba puesto. Seguramente el soldado al que había inmovilizado tendría alguna otra puesta, o vestiría otras ropas. Quizás incluso le habrían permitido tomarse un descanso. El cabello, que por suerte se había mantenido recogido en su sitio exceptuando algunos mechones, cayó rápidamente sobre sus hombros y espalda. Tenía la frente llena de sudor, por lo que parte del pelo se le había quedado pegado a ésta. Se retiró el flequillo como pudo, para evitar que éste le gotease sobre los ojos.

Dio un pequeño brinco en el sitio tras oír unos pasos. Ulrich, por su parte, ni se había inmutado, puesto que seguía roncando. ¿Qué hora sería? ¿Habían decidido ya qué hacer con ellos? Una pequeña luz comenzó a aparecer de algún lado. Supuso que era uno de los guardias que vendrían a comunicarles su destino.  Pero para su sorpresa, estaba equivocada: era la chica de antes. Ulrich pareció sobresaltarse con la luz, pues hizo un ruido extraño que denotaba que se había despertado.

La muchacha, cuyo apellido parecía ser “Ren”, les instó una vez más a disculparse. Esto irritó aún más a Astrid, que apretó los puños. Oyó cómo Ulrich se reía entre dientes. ¿Hablaba completamente en serio? ¿Realmente sólo le importaba el colgante y lo que éste representaba? ¿Por qué diantres alguien habría elegido a alguien así para estar al mando de una de las Divisiones de Tronus? Miró directamente al rostro de la capitana, frunciendo el ceño. La luz del farolillo le permitía ver mejor sus rasgos, pero al mismo tiempo le deslumbraba demasiado tras haberse acostumbrado a la oscuridad de las mazmorras.

– Si es una disculpa lo que quieres-

– Cállate de una vez. Cada vez que abres la boca empeoras las cosas, – interrumpió Astrid bruscamente, levantándose del catre. Aunque era bastante irónico que precisamente ella hubiese dicho ese comentario, y más teniendo en cuenta que a partir de ese momento ella no iba a controlar sus palabras. Caminó hacia los barrotes de la celda para acercarse más a Ren, entornando un poco los ojos debido a que le molestaba la luz. – ¿De verdad eso es lo único que te importa? ¿Un collar con cuatro perlas? – espetó, tajantemente. – Tendrá un valor emocional inmenso, pero no deja de ser un collar. – Arqueó una ceja, curvando una de las comisuras de sus labios para mostrar una sonrisa irónica. – De modo que dos desconocidos irrumpen en tu cuartel, descubres a uno de ellos robándote y cuando se cargan accidentalmente tu juguete, te es suficiente una pequeña disculpa y una multa que quizás nosotros no podamos pagar pero que para ti seguramente es calderilla.

Paró de hablar tras ver que un guardia al que no había visto venir se colocaba tras Ren. – Guarda respeto, escoria. – La morena apretó los dientes tras escuchar el insulto. El soldado resultó ser el mismo con el que se había cruzado Astrid cuando se infiltró en el interior del edificio. – Si me lo permite, mi capitana, debo haceros una sugerencia basándome en los hechos de estos dos delincuentes. – Miró a ambas celdas. – Los ladrones no suelen aprender pidiendo disculpas. Podéis considerar atrevido mi comentario, pero es la experiencia que llevo teniendo desde hace años. Y mucho menos cuando se trata de sujetos peligrosos. Recordad que se hicieron pasar por dos de los nuestros, previamente dejándolos fuera de combate. –
Astrid no pudo evitar reírse. El agotamiento le hacía parecer más desquiciada y no podía pensar con claridad, por no decir que se había irritado tanto que le era imposible morderse la lengua. – A esto me refería yo. Tienes suerte de haberte topado con unos cobardes como nosotros. –Volvió a cambiarle el semblante, adoptando una expresión de máxima seriedad. – Quién sabe, si hubiésemos sido más despiadados, quizás el colgante no hubiese sido lo único que hubiese acabado roto. –

Quiso haber dicho “si hubiésemos sido como vosotros”, refiriéndose a los pro-gobierno, pero quería seguir manteniendo su apoyo a la revolución como algo secreto. Era preferible que pensasen que era una ladrona de tres al cuarto a que la relacionasen con el bando contrario. – Supongo que ahí no te valdría una disculpa. Y por supuesto, en ninguno de los casos nos habríamos arrepentido, del mismo modo que mi compañero no se arrepiente de haberse llevado las joyas ni yo de haberte mentido como un cosaco. – Ulrich se mantenía callado y eso ponía a Astrid nerviosa. No era propio de él. El guardia parecía estar conteniéndose, pero al mismo tiempo tenía pinta de estar a punto de explotar. – Tenemos nuestras propias razones para hacer lo que hacemos. Pero eso no es asunto tuyo, – terminó, medio citando lo que había dicho su compañero antes.
Astrid Dagmar
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Mensaje por Kougyoku Ren Vie Sep 04, 2015 10:02 pm

Esperé paciente por alguna respuesta, ya sea del impostor robusto o el impostor Dagmar. No me importaba quien me respondiera, mientras pudiésemos acabar con todo esto. Ellos pedirían perdón y luego todo se habría resuelto. No me importaba mucho si no podían pagar el colgante, ya que sabía que eso era demasiado caro, de todas formas sabía que mi asistente encontraría a quien para arreglarlo. Aunque eso no sabría si iba a poder ser, a no ser de que fuese alguien con mucha paciencia y que el colgante pudiese ser reconstruido. Al menos me quedaría satisfecha con una disculpa sincera.

Sentía que al menos las ganas de llorar se me estaban yendo, pero la molestia seguía ahí. Nada más tenía que tener paciencia y esperar a que todo salga bien, sin ningún problema. Aunque se me estaba olvidando algo muy importante. Que era el echo de que casi todo lo que pensaba no se cumplía o al menos era todo al revés o ni si quiera eso. Cerré por unos segundos los ojos al estar pensando demasiado. Los abrí y dirigí mi mirada hacia el impostor robusto por lo que dijo.

¿Entonces se iban a disculpar? No pude evitar mostrar una leve sonrisa en mi rostro, pero esta con la sencillez que apareció, volvió a desaparecer enseguida al escuchar como el impostor Dagmar hablaba. Mi mirada se afilo al escuchar sus palabras. ¿Un collar con cuatro perlas? Vale, solo son unas joyas pero mi molestia no era por eso. Más bien era por el echo de que no sabía como iba a enfrentar directamente a mi propia familia y el decirles que unos impostores se burlaron delante de mi cara y que luego rompieron el colgante. Sabía que eso mancillaría tanto mi apellido como mi cargo.

Había bajado mi mirada, sintiendo como el fleco de mi cabello ocultaban algo mis ojos, aunque en la oscuridad no creía que se notase y ni con la poca luz del farolillo. ¿Qué para mi seria calderilla? No era tan así, porque yo seguía aun sin creerme que fuese de la nobleza. Tenía ganas de gritarle todo eso y del que me había echo creer de que al menos por unos instantes alguien me había echo caso de lo que llevaba ahí dentro, pero me trague esas palabras al escuchar que alguien hablo por mi espalda.

¿Estaba escuchando bien? ¿Qué habían dejado fuera de combate a dos soldados? Entonces eso quería decir que les habían echo daño. Estaba claro que eso no podía perdonarlo y ahora mucho menos en presencia de un soldado, porque si no, entonces no se tomarían en serio el cargo que tenía. Me estaba molestando de que me estuviesen subestimando. Vale, apenas había empezado en este lugar, pero era gracias a que día a día me esforzaba por entrenar.

Cuando entonces pensaba hablar, me tomo por sorpresa el escuchar como se reía al impostor de Dagmar. Era fácil el diferenciar las voces de esos dos impostores. Le escuche pacientemente, pero hubo algo que me hizo querer saltar demasiado molesta.
¿¡Entonces te encanta jugar con los sentimientos de los demás!?No podía evitar decir eso, quizás no lo llegaría a entender, pero es que me había echo mucho daño. —¿¡Acaso sabes que es lo que he pasado yo!?— Entonces recordé que al final mi familia ni si quiera había encargado a alguien para protegerme. Que tonta había sido, pero lo peor de todo es que no cambiaría y seguiría siendo la misma de siempre. Caerme y seguir avanzando como si nunca hubiera pasado.

Tenía mis manos cerradas, formando con estas puños, mientras seguía teniendo el farolillo agarrado. Yo pensaba que había conseguido entablar al menos una conversación aunque sea pequeña con alguien. Aparte de eso, pensé que mi familia había ordenado a proteger mis aposentos y al ver que no era así me dolió también.
Pensaba perdonaros a sabiendas de que solo fue un colgante simbólico como dices tu, pero me retracto de mis palabras.Levante mi mirada, mostrando frialdad y clavando mi vista a la celda que se suponía que estaba el tal Dagmar.Ahora solo prefiero dejaros a merced del destino. Aunque por una parte no me importaría si os acaban degollando.Lo ultimo no lo quería decir, por lo tanto había desviado la mirada nerviosa y llena de lagrimas, pero tratando de seguir portando el porte de antes. Eso era porque no olvidaba de que el soldado seguía ahí.

¿Como podía ser tan blanda? Pensé que alguien peor haría algo diferente, aunque yo ya me sentía mal al decir aquello ultimo. Esperaba que esas palabras bastasen para que dejara de saltar de mala manera o que al menos para el soldado le pareciese que hacía bien mi cargo para no mancillar nada. En cambio si veía que si seguía así, dejaría todo en manos de los soldados o de mi asistente. Que no sabría que harían ambos, pero que tampoco quería que sucediese algo malo.
Kougyoku Ren
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Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Sep 05, 2015 1:20 pm

¿Jugar con los sentimientos de los demás? Claro está que a nadie le gusta que le mientan, ¿pero por qué tenía que ponerlo todo tan dramático? Tampoco sabía por lo que había pasado anteriormente, y quizás en alguna otra situación Astrid se habría pensado dos veces lo que tenía que decir, teniendo un poco más de tacto, pero en ese preciso instante no atendía a razones. — Nunca he dicho que me guste hacer eso, pero a veces es necesario, esté bien o no.— No quería desvelar los motivos por los que se estaba justificando. Trató de hablar más calmadamente, pero seguía con los nervios de punta. — Estoy segura de que, como dirigente de una sección importante del ejército, te verás en una situación así muchas veces.— Respiró hondo. — Dudo que seas tan bondadosa como ahora.—

Ren parecía seguir tratando de mantener la compostura, al igual que el soldado, que estaba detrás. Parecía no querer decir nada para dejar hablar a su superior, que después, dictaría la sentencia que les esperaba a Ulrich y a Astrid, mientras miraba a la celda de la última con frialdad. El guardia elevó el mentón, mostrando una sonrisa triunfal, para después volver a mirar a la muchacha. — Vuestro asistente está en la sala de reuniones. Si no es molestia, iré a avisarle acerca de lo sentenciado.— Hizo un pequeño gesto con la cabeza y se alejó del lugar.

Astrid, al oír la última frase de la chica, había vuelto a poner los pies en la tierra. Poco había que hacer ya, de todos modos. Soltó un pequeño resoplido, dejando escapar el aire por la nariz, y se apartó de los barrotes de la celda, dirigiéndose al catre. Se dejó caer en él y comenzó a escuchar el tintineo de las esposas de Ulrich al otro lado del muro, por lo que supuso que o estaba gesticulando bruscamente o se había empezado a mover.

Astrid — dijo, pues él solía llamarla por el nombre de pila cuando se sentía nervioso —creía que era yo el que la cagaba cada vez que abría la boca. — Volvió a escuchar el sonido del metal. — Pero como dijo un juglar de mi pueblo, “tamaña mierda jamás mis oídos escucharon”. —  Se rió, como si no le importara nada ya. —  Quiero dejar en claro que esta mujer no hablaba por mí. — Parecía estar dirigiéndose a Ren. No se sentía molesta por lo último que había dicho, al fin y al cabo, si había alguna ínfima posibilidad de salir de ese lío, sólo él podría. Después de todo, pese a que por lo testarudo que había sido anteriormente, sabía que no se podían apretar demasiado los tornillos. Astrid oyó que después se refería a ella. —Te escudas bajo justificaciones que no tienen ningún sentido. ¿Te valió que yo tuviera una para llevarme unas joyas? ¿Te valdría si estos mismos soldados que has estado viendo arrasaran con una aldea? — La morena iba a interrumpirle, pero el hombre siguió hablando. — Que le den a tus principios y a tu doble moral. Aún sigues siendo demasiado ingenua como para poder ver que estamos todos podridos por dentro y ninguna excusa es realmente válida para justificar lo que hacemos, seamos quien seamos. No todo es de color blanco o negro.

¿No pretendería acaso ablandar a la muchacha con eso que acababa de decir, verdad? Le costaba creer si realmente él era sincero, o si simplemente era una artimaña para volver a manipular a la chica, para poder salir de allí como fuese. Quizás no decía ninguna tontería, quizás Astrid se había desviado tanto del camino que seguía al principio que su moral se había retorcido completamente y no era capaz de ver las cosas desde una perspectiva justa. Pero se negaba a admitir que incluso sus propios valores no eran del todo correctos. No sería la primera vez que se decepcionase tras darse cuenta de que no todo es como lo pintan.

Se levantó de nuevo, arrastrando los pies mientras se dirigía de nuevo hacia los barrotes. —  En ese caso, haz lo que quieras con nosotros. Supongo que yo en tu lugar ni siquiera hubiera dado lugar a que nadie se disculpara. — Miró a Ren con una sonrisa cansada, como si estuviera asumiendo lo que iba a pasar. — Tan sólo espero que esto te enseñe una lección, de alguna manera u otra. Dudo mucho que en batalla te sirva ser demasiado benevolente. — Oyó a Ulrich gruñir, como si no estuviera de acuerdo con lo que acababa de decir.
Astrid Dagmar
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Mensaje por Kougyoku Ren Dom Sep 06, 2015 5:10 pm

¿A veces era necesario? ¿En serio estaba diciendo eso? A mi me dolía cada instante o cada momento en el que trataba de mala manera con mis palabras de indiferencia a alguien. Después de todo, solo quería hacer amigos y poder ayudarlos o ser también la fuerza de ellos cuando lo necesitasen. Nunca había echo amigos para poder saber que se siente el ir de un lado y hacia otro riendo a carcajadas o quedarte en la casa de otra persona y quedarse hasta tarde ya fuese jugando a los videojuegos o contando cosas de terror. Era evidente de que eso era algo que yo ansiaba, pues me preocupaba el echo de no hacer amigos y aunque metiera la pata de hablar con alguien, trataba de hacerlo de nuevo, una y otra vez, aunque siempre en cada momento me pusiese nerviosa.

¿Creía que no me vería bondadosa en otro tipo de situaciones? Vale, era cierto que quizás no iba a poder ser tan suave con todos, pero eso sería por el echo de si hubiera un soldado o alguien de rango importante alrededor, por eso no podría serlo. En cambio, si estuviese sola, seguramente seguiría siéndolo. No me parecía bien el echo de derramar sangre de unos ladrones, que vale, habían echo daño a nuestros soldados y vale, me habían mentido y se habían como burlado en mi cara, pero no derramaron ninguna sangre o eso esperaba.

Si no fuese porque sabía que el soldado que había aparecido antes, seguía ahí, ya me hubiera echo saltar del susto cuando lo escuche. Relaje un poco mis hombros, ya que se había ido y no tendría que estar pensando que cosas serias debería de decir.

Tome una gran bocanada de aire y lo solté enseguida. El olor de ese lugar me estaba molestando y mucho. Entonces pensé en irme, pero cuando escuche como el otro impostor hablaba, no hice ningún movimiento. Si no hubiera presenciado todo lo anterior, seguramente ya me hubiera reído por lo que salió de la boca de ese impostor. ¿El impostor Dagmar se llamaba Astrid? Y ¿Esa era la manera en la que hablaban los ladrones? A mi no se me permitía hablar de mala manera.

¿Había escuchado bien de que era una mujer? Vale, era un poco lenta al darme cuenta ahora, ya que antes se le había escuchado diferente a de como le había escuchado principalmente. Aunque en vez de poner más atención en eso, lo había puesto en lo que había dicho. ¿Realmente estaría diciendo la verdad? ¿Unos soldados del gobierno habrían arrasado una aldea? No podría ser, si fuese así, mi asistente ya me lo hubiera informado, aunque comenzaba a poner en duda si fuese realmente verdad pero seria imposible. Al final trate de ignorar el echo de que nombrara a los soldados. De todas formas, mi cabeza no daba para más.

Después de escuchar lo otro que dijo Astrid. Suspire profundamente.
Me pa-parecía tonto el derramar sa-sangre de unos ladrones, ya que no ha-habéis matado a nadie.Dije con fingida seriedad, manteniendo la misma pose que tenía anteriormente. Estando un poco alerta de que no apareciese el soldado.Por eso hasta me hubiera bastado con una simple disculpa para hacer la vista gorda.Trataba de explicar eso claramente y de una forma rápida, por si acababa viniendo el soldado.A-ademas, la diferencia de u-una batalla, es que en es-este caso se puede entender a razones. Por-porque no hay ninguna ar-arma presente y no hay heridos de gravedad.Me parecía una gran diferencia lo uno y lo otro. En el otro caso, quizás ni me daría tiempo a razonar con mi enemigo y se reirían de mi si tratase eso, aunque prefiriese el echo de que no hubiera derramamiento de sangre.

Tome algo de aire cerrando los ojos.Aun sigo dejando abierta la opción de disculpa, pero suponiendo que lo ignoraréis no puedo hacer nada más.Al menos me había salido esta frase sin tartamudear, lo cual agradecí.

Después de esto, les di la espalda completamente, sin ni si quiera querer abrir los ojos. No tenía esperanzas por el echo de que saliesen de ahí, lo cual me hacía sentir mal. Por otro lado quizás también era mi culpa al esperar al menos una disculpa y no perdonarlos como si nada. Definitivamente era blanda o al menos tonta.
Kougyoku Ren
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Mensaje por Astrid Dagmar Miér Sep 09, 2015 7:30 pm

Astrid no supo si Ren, de repente, se había sentido intimidada por alguna razón u otra, tras oír lo primero que había dicho. ¿Quizás seguía nerviosa por lo tensa que había sido la situación hasta hacía un momento? Tampoco tenía por qué preguntarse algo tan obvio, teniendo en cuenta que, por mucho que se hubiese tranquilizado el ambiente, ella podría seguir sin fiarse de ellos. Después de todo, habían traicionado su confianza y habían demostrado que podían ser peligrosos. Pero ella estaba ahí: justificando el por qué le valía simplemente una disculpa. Cada cual tenía su propio criterio, y aunque Astrid lo viese suave para su gusto, había entendido que tampoco podía decantarse por el extremo contrario. Principalmente porque no le convenía en absoluto.

Sin duda alguna, la reacción anterior de Astrid se le había escapado de las manos por culpa de haber malinterpretado las opiniones de la capitana. Tal vez fue la sorpresa de ver que alguien así estaba ocupando un puesto importante en el bando contrario. Puede que incluso se hubiese sentido decepcionada, pero no por el hecho de que fuese una muchacha de apariencia delicada, si no porque no podía concebir la idea de que una persona así estuviese a favor de un sistema que chocaba con su forma de pensar. Sí, claro que sabía que cada uno podía opinar como quisiese, pero, por desgracia, la morena aún no había aprendido a dejar de catalogar a la gente, aunque fuese sin pensarlo.

Parecía ser que Ren prefería utilizar la diplomacia antes que comportarse de una manera más agresiva. No era cobardía, ni tampoco exceso de benevolencia: era una manera de garantizar la tranquilidad de sus subordinados. Seguramente alguno que otro desearía ver las cabezas de ambos expuestas en la puerta, pero ella no tenía pinta de ser del tipo de líder que infunda temor. Más bien, parecía que quería que se le viera como a un superior justo. Astrid no iba a discutir lo que era justo y lo que no, ya que, a estas alturas, no merecía la pena ponerse a pensar en lo que era realmente la justicia.

Pero después de haberla escuchado y haberse parado a pensar por unos segundos, llegó a aquella conclusión. Cayó en la cuenta de que no podrían ponerse de acuerdo jamás, pero eso no impedía que Astrid pudiera aprender de ese comportamiento: que pensasen de manera distinta no quería decir que Ren sólo tuviese cualidades negativas. Estaba claro que quizás fuese demasiado ingenua y el hecho de que confiase de más en las personas, a pesar de ser algo inicialmente bueno, era algo que iba a hacerle mucho daño tarde o temprano. Pero también era esa faceta la que demostraba que podía ser una líder respetada por sus subordinados, pero no por temor.

Astrid tenía la mirada fija en el suelo desde hacía unos segundos. Había exhalado un gran suspiro sin darse cuenta, como si estuviese aliviada tras haber llegado a una conclusión positiva. – Está bien. Pero primero tendré que disculparme por mi comportamiento aquí abajo. Supongo que no he sido justa con tu manera de actuar. – Elevó la vista, dándose cuenta de que ahora Ren estaba de espaldas a ellos. – Creo que no soy quién para juzgar tu manera de… juzgar, valga la redundancia. – Se rió un poco. Sintió la tentación de traicionar a su sentido común y darle alguna pista para que fuese un poquito más dura, como sancionarles con alguna multa o algo así. Pero su conciencia logró retenerla antes de que cometiera otra gran estupidez. – Supongo que quienes hemos tenido suerte de toparnos contigo hemos sido nosotros, y no al revés. Quiero decir, no eres tú quien tienes que estar agradecida de que no hayamos hecho algo peor, si no nosotros por no recibir un castigo injusto. – Pensó que tal vez parecería que le estuviese haciendo la pelota para lograr que le soltaran, y quizás inconscientemente fuese así, pero de ser eso, no tenía manera de saberlo. Lo único que sabía era que ya reconocía que se había equivocado en cierto modo, o más bien, había visto las cosas desde un punto de vista más desconfiado y retorcido.

– Quizás lo que voy a decir no te va a gustar en absoluto, o puede que sí, no lo sé. Pero espero no tener que encontrarme contigo más. – Trató de decirlo en el tono más suave posible, para evitar que se le malinterpretase. Pero quizás esas palabras no fuesen muy adecuadas. Pensaba que si volvían a encontrarse, tal vez no lo hicieran en las mismas condiciones y tendrían que enfrentarse de verdad. Y precisamente eso era lo que ella quería evitar. – No creo que podamos encontrarnos en buenas condiciones. Es decir, es muy difícil que te topes con nosotros sin que haya habido algún percance legal. Somos ladrones, ya sabes. – No estaba dispuesta a desvelar su identidad, de ningún modo. Sabía que si se le escapaba o ella lo descubría, las cosas irían en picado.
Astrid Dagmar
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Mensaje por Kougyoku Ren Vie Sep 11, 2015 12:28 am

Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. Tenía miedo. ¿Porqué? Evidentemente era por el echo de que no quería imaginar que al final decidieran el ser ejecutados. Yo no quería derramar sangre alguna por cosas tan tontas y lo seguiría repitiendo una y otra vez en mi cabeza. Quizás era triste o doloroso para mi por todo lo que hicieron, pero eso no me daba motivos de hacerles tal daño. Ni si quiera me parecía lógico el ejecutar a alguien solo por robar. Mientras pensaba eso, trataba de calmarme, ya que soy una capitana y debería de tratar de estar calmada en este tipo de situación, aunque claro, estamos hablando de mi.

Estaba mirando a mi alrededor. Ese lugar me parecía muy lúgubre, además de que el olor no mejoraba nada. Cuando comencé a pensarlo, me daría miedo el estar en un sitio así. Acto seguido sentí como un escalofrió me recorrió el cuerpo, lo cual me hizo cerrar con fuerza los ojos, ya que imagine como yo misma podría estar metida en unas celdas como esas. Trate de pensar en otra cosa enseguida, no quería verme en una situación así.

Abrí los ojos lentamente. ¿Realmente estaba escuchando bien? Parecía ser que se estaba disculpando. ¿No era otra treta? Evidentemente por una parte escuchar lo que me estaba diciendo, me hizo sentir aliviada. Porque de ese modo se irían tranquilamente y todo ya habría pasado. Sin que nadie sufriese nada grave de forma física. En parte me pareció exagerado de que dijera que ellos habían tenido suerte con encontrarse conmigo. ¿Acaso si se hubiesen encontrado con otro seria peor? Yo no podía imaginar que pudiesen castigar de mala manera a quienes no habían derramado sangre. Mejor dicho, no quería imaginar que alguien hiciese eso.

Sentí como todo el peso se me quitaba de encima. Pensando que es lo que le podría decir ahora. ¿Los liberaría así sin más? o ¿Esperaría hasta que viniese algún que otro soldado para liberarlos? Aunque si no recordaba mal, tenía que ir a por el soldado para que olvidará lo anterior, pero también podría esperar por el. Me estaba haciendo un lió tremendo de tanto pensar. Aunque por otro lado era normal, siempre estaba pensando demasiado.

Cuando pensaba darme la vuelta para mirarles, escuche lo siguiente que dijo Astrid. Entonces no supe como sentirme. ¿Tan mal le había caído? Era una pregunta estúpida, ya que era normal que no quiera verme si era una ladrona pero cuando me dijo lo siguiente, me hizo abandonar el temor anterior, por muy tonto que fuese. Al final me confirmo la razón, por lo cual me hizo sentir por otra parte aliviada de nuevo.

Al final tome algo de aire antes de hablar y luego lo solte.
Bu-bueno, entonces mandaré a que os abran.Seguía dando la espalda a los dos. Dependiendo de si me dijeran algo, me quedaría y los escucharía, hasta les respondería.

Independientemente de lo que hagan me pondría a buscar a algún soldado para que les abriese, dándoles a entender que abrían ''pagado'' su deuda. Obviamente tendrían que ir escoltados por si acaso y de ahí me iría a informar a mi asistente o al soldado antes que este informe al anterior. En ese caso sería para avisarles de lo mismo, de que habían sido puestos en libertad ambos por ''pagar'' su deuda.
Kougyoku Ren
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Mensaje por Astrid Dagmar Mar Sep 15, 2015 8:52 pm

Ren se había quedado parada después de contestar a Astrid. ¿Iba a liberarlos entonces? ¿Por qué seguía ahí? Quizás no se fiaba aún de ellos, pues era cuestión de tener un poco de sentido común. Podría tratarse de alguna argucia para conseguir salir de allí, y más teniendo en cuenta que no habían jugado limpio anteriormente. Y de que ella misma había tratado de aprovecharse de la chica para conseguir su objetivo.

Había sobreentendido que Ulrich había logrado enterarse de los planes próximos de aquella División de Tronus. No había podido confirmarlo por su parte, y no podían hablarlo en ese momento. Pero le alegraba saber que iban a salir vivos de ahí, después de estar a punto de que lo mejor que podría pasarles fuese ser decapitados.

Volvió a suspirar, esta vez notando que las comisuras de sus labios se estiraban hacia arriba inevitablemente, dibujando una sonrisa de alivio. Relajó los hombros, que había tenido tensos de manera inconsciente, provocando así que se encorvase un poco. - Lo agradezco, entonces. – Oyó el tintineo de las esposas de su compañero, que permanecía callado por alguna razón.

Astrid trató de extender su mano derecha a través de los barrotes, pero lo tenía un poco difícil debido a su situación. Tenía intención de cerrar la situación estrechándole la mano, para darle a entender que así estaban en paz. Pese a sus diferencias, había decidido que evitaría tener cualquier tipo de conflicto con la capitana, siempre y cuando no se diese el caso contrario.

– Puedo entender que un alto cargo como tú, que se supone que tienes que aferrarte a la ley, no veas bien que nosotros sigamos haciendo de las nuestras por ahí. – Acomodó un poco la mano, pues se sentía bastante incómoda. Notó que las muñecas las tenía entumecidas. – Pero te prometo en nombre de ambos que no volveremos a acercarnos a ti siempre que nos ignores una vez que salgamos de aquí. –

Oyó otra vez el tintineo por parte de Ulrich, así como una especie de carraspeo, como si él quisiera hablar. Ella se adelantó. – No me malinterpretes, no es un chantaje, ni un soborno, ni una amenaza. Ni tampoco creo que así se te vaya a tomar como una líder corrupta. – Se dio cuenta de que había empezado a irse de la lengua y que no estaba en manos de una División de Tronus encargarse de los pequeños rateros que circulaban por la ciudad, por lo que se puso un poco nerviosa. – A-aunque tampoco sé si en el ejército os encargáis de ese tipo de infracciones. – Fingió no tener ni idea del asunto, sin querer adoptando un acento un poco extraño, como si inconscientemente quisiese imitar a algún aldeano analfabeto.

Tal vez no fuese a darse la vuelta e ignoraría su gesto, dejándola colgada, por así decirlo. Es decir, la muchacha no tenía ojos en la nuca y el lugar estaba lo suficientemente oscuro como para no darse cuenta de lo que estaba haciendo. Pensó en retirarla para evitar una situación incómoda, pero prefirió esperar a ver si al menos hacía un ademán para girarse. Ulrich no había vuelto a hacer ningún sonido más y sólo se oía el ruido metálico de sus esposas, quizás se estuviese moviendo de un lado a otro lentamente, como si estuviese impaciente.
Astrid Dagmar
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Mensaje por Kougyoku Ren Miér Sep 16, 2015 4:03 pm

No pude evitar mostrar una sonrisa suave de alegría, al escuchar que me estaba agradeciendo Astrid. Cosa que no me esperaba sinceramente. Luego de eso tome una gran bocanada de aire, haciendo que mis pulmones se llenasen de oxigeno y luego lo solté en un suave suspiro. Me sentía un poco más aliviada que antes. Entonces me quede pensando que es lo que podría responder a la chica. Mientras eso, escuche el tintineo de las cadenas de alguno de los dos.

Evidentemente como soy alguien con tal cargo, tenía que ejercer el bien y aferrarme a la ley como había dicho esto ultimo ella. Aunque seguía pensando de que era muy exagerado el echo de torturar o derramar sangre de mala manera en ladrones que no se han llevado la vida de alguien. Obvio que trataría de no reparar en ellos después de que salieran de aquí, no quería que volviera a pasar algo así, aunque por otro lado me sentía mal, ya que pensé que al fin había obtenido una pequeña conversación con un soldado.

Como estaba aun dando la espalda a ambos, no sabía porque de nuevo escuche el tintineo, aunque quizás el pensamiento más lógico seria el que se estaban moviendo. Espera ¿Ni con eso me vería como una líder corrupta? Creo que seria raro que me vean de ese modo por no querer derramar sangre de ambos y el dejarlos salir como si hubieran pagado la deuda. ¿Verdad? Esperaba que fuese así, ya que la parte más evidente era que sabía que tenías que ayudar a los demás.

Al final opte por no responder ante lo que había dicho, pero al menos le había escuchado, así que me voltee lentamente para darle un ultimo vistazo a los dos, aunque apenas se podía ver. Lo que apenas pudo alumbrar mi farolillo, era que la chica había extendido su mano derecha y me sentí un poco mal al pensar de cuanto tiempo llevaba así. Entonces me acerque a ella y con la mano que tenía libre, la use para estrechar la mano con la contraria, con algo de timidez.
I-ire a buscar a que os escolten.Le dije después de estrechar la mano.

Luego de eso, soltaría lentamente su mano y me iría a buscar algún soldado. Me costo el encontrar algún que otro soldado por ahí pero cuando di con tres, les dije.
Ne-necesito que escolten a los dos ladrones, ya han pagado su deuda.Pude llegar a ver como me miraban extraño.Yo iré a avisar de que no serán decapitados.Como no se movían, trate de afilar mi mirada para abrumarlos.¡Va-vamos! No tengo todo el día.Pareció funcionar, porque me miraron alertados y ni si quiera fueron capaces de contestar a lo que había dicho, luego de eso, seguramente fueron corriendo hacia donde los dos ladrones para abrirles quizás con mala gana o quien sabe.

Por mi parte, deje el farolillo en un lugar por si alguien lo requería y de ahí me fui a buscar al soldado que había ido a avisar a mi asistente. Esperaba encontrarme al primero para darle el aviso de los hechos y si no, tendría que dar con mi asistente para cancelar el derramamiento de sangre. Al menos me quedaría aliviada de si conseguían salir antes de que no pudiera avisar, sabiendo de que me iba a tomar tiempo el encontrar a uno de los dos.
Kougyoku Ren
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Mensaje por Astrid Dagmar Miér Sep 16, 2015 9:48 pm

Astrid asintió al escuchar que Ren iba a buscar a alguien para que Ulrich y ella fueran escoltados. Bueno, estaba demostrando que no era tan insensata como había pensado al principio – dentro de los actos bondadosos, era conveniente ser previsor. Y en este caso, desconfiar un mínimo. Se marchó tras estrechar su mano, dejándoles a la luz del farolillo. No sabía si habría algún soldado más por allí cerca, pero supuso que estarían rondando por los pasillos.

Escuchó que Ulrich hacía más ruido de lo normal, esta vez no sólo con las esposas. Después oyó una pequeña risa. – ¿Era en serio todo eso? – preguntó. No le dio tiempo a contestar a Astrid, de todos modos. – ¿Sabes qué? Me da igual si hablabas en serio o era una treta. Lo que importa es que ha salido todo redondo. – Se notaba cierta emoción en su voz, a pesar de que estaba hablando en voz baja. Ella trató de disimular una sonrisa, a pesar de que nadie le estaba viendo.

– ¿Entonces…? –

– Sí, está todo. Pero lo que buscábamos no lo tenía ella. – Bajó un poco más la voz, quizás temeroso por si venía algún soldado. Astrid asintió de nuevo, a pesar de que su compañero no podía verle. Parecía ser que no habían tenido tan mala racha después de haber tentado a la suerte hasta un punto en el que parecía que no había vuelta atrás.

En un momento, un par de soldados se encontraban en las respectivas puertas de las celdas. No tenían muy buena cara, pero parecían tener prisa, como si quisieran acabar pronto con lo cometido. A Astrid le sorprendió que llegaran tan rápidamente, quizás Ren los habría encontrado cerca de los calabozos. El guardia que le correspondía a ella le inmovilizó los brazos de tal manera había empezado a sentir dolor, sobre todo por los hombros. Quién sabía, tal vez habría tenido un día de perros.

– Oye, que te paguen mal no quiere decir que tengas derecho a fastidiarme los hombros, - espetó, mirándolo de reojo. – Si sólo vas a escoltarme, con estar detrás de mí bastará. – Supo que quizás se metería en problemas por hablarle indebidamente, pero confiaba en que no podrían tocarle ni un pelo gracias a las órdenes de su superior.

– ¿Y dejar que te escapes? – contestó el tipo, apretando un poco más. Astrid gruñó un poco, conteniendo cualquier ruido que pudiera escapar de su boca manteniendo los dientes apretados. Cuando el soldado aflojó un poco sus manos (sin reducir la fuerza con la que le inmovilizaba) volvió a hablar, tras soltar un pequeño suspiro. – ¿Escapar? ¿Y qué sentido tendría, si ya nos vais a llevar a la salida? – preguntó, extrañada. El guardia le devolvió la mirada, también extrañado, pero después soltó una carcajada, sin contestarle.

Ambos soldados les hicieron salir de los calabozos. Justo en la puerta se encontraba el guardia de antes, el mismo que había ido a avisar de que fueran decapitados. Éste mantenía esa sonrisa triunfal que había esbozado anteriormente, lo cual desconcertó aún más a los dos revolucionarios. ¿Acaso Ren no había avisado de que les soltasen? Astrid no creyó en que fuese capaz de haberlos engañado – pero quizás incluso podría ser una especie de venganza por haberla engañado a ella. Trató de descartar esa idea, pero no podía evitar tener esa pequeña duda en su mente.

– Estáis de suerte. Normalmente estas ejecuciones se tramitan con días de por medio, pero me habéis caído tan bien que sugerí a mis superiores de que se os diera una muerte rápida, para evitar que esperaseis en agonía en las celdas. – El soldado se encogió de hombros, como si mostrase una falsa indiferencia. Astrid y Ulrich, por otro lado, comenzaron a forcejear de manera automática, pero apenas podían moverse.

– ¿Qué pasa? ¿Acaso no vas a obedecer a tu capitana? ¡Ha ido a pedir que nos liberen! – exclamó Astrid, tratando de zafarse de las manos del subordinado, sin éxito. Su interlocutor frunció el ceño, como si nunca hubiese oído hablar de ello. – Ya no me vas a engañar más con tus argucias, Woolf. – Había pronunciado el nombre con mofa, dándole a entender que sabía perfectamente que era ella quien se había hecho pasar por su compañero.
Astrid Dagmar
Astrid Dagmar

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Mensaje por Kougyoku Ren Vie Sep 18, 2015 5:01 pm

Genial. Había pensado que de nuevo me estaba perdiendo por aquellos horrorosos pasillos infernales. Aunque parecía que esta vez la suerte me sonreía, porque al girar en uno de esos pasillos, a la lejanía pude divisar a mi asistente, el cual destacaba por sus vestimentas. Era Un hombre alto con marcas en su rostro, de cabello ondulado azabache y los ojos de color amarillo oscuro. Viste un sombrero y ropas amarillas tradicionales, también lleva un abanico de gran tamaño de color verde.

Parecía estar yendo hacia el otro lado, por lo cual me estaba dando la espalda y por ello aceleré mi paso.
¡Es-espera!Grite y pude observar como se quedaba quieto en su sitio, entonces se volteo lentamente para mirarme confundido.¿Señorita?Pude ver la confusión en su rostro al verme tan acelerada, así que cuando llegué hasta él, me tome una pequeña pausa para recuperar el aliento, aunque no había corrido una maratón para estar así.¿Qué ha pasado? ¿Porqué tan apurada?Al recuperar el aliento, lo mire fijamente con el ceño levemente fruncido.¿Te han avisado sobre una decapitación?Pregunte sin más, a lo cual el reaccionó con una mirada llena de orgullo.No se preocupe, ha tomado una buena decisión. No tiene porque permitir que unas ratas se burlen de usted.Ante lo que dijo ya me dio a entender de que si le habrían avisado, aunque enseguida negué varias veces con mi cabeza y esto hizo que mi asistente me mirara con duda.¡No ha-hace falta ya la decapitación! ¡Ya pagaron la deuda!Mi asistente aun mostraba en su rostro cierto deje de duda, a lo que enseguida le dije.No me parece co-correcto que decapiten a.. a unos ladrones, no han derramado sangre. A-así que les hice disculparse y ya pagaron por ello.Le dije un poco angustiada, ya que pensé que el tiempo apremiaba.

Era normal que le contara esto a él, después de todo, el me había criado desde pequeña y ya eran muchos años de confianza. Así que después de lo que dije, me quede observando su rostro, que parecía que comenzaba a debatirse mentalmente que hacer, igual pude notar cierta sonrisa extraña, aunque pensé que era imaginación mía.

Comenzaba a debatir mentalmente si debía de decirle algo más, ya que de la nada mi asistente comenzaba a ir de un lado y hacia otro, hasta comenzó a hablar en susurros para él mismo.

Entonces cuando finalmente me plantee el decirle algo, este se paro en seco y me miro directamente a los ojos.
Señorita, debemos entonces apurarnos. Puesto que en estos instantes quizás estén llevando a las ratas para decapitar.Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar lo que dijo. ¿En serio? ¿Después de que les diera mi palabra de que los dejaría libre? No quería que esto acabará así y no quería que realmente fuese así.

Sin perder más tiempo, le di la espalda a mi asistente y cuando pensaba marcharme corriendo me paro su pregunta.
¿Sabe acaso donde se encuentra el lugar donde los llevan?Evidentemente no le respondí, a lo que escuche un suspiro por su parte, sintiendo como me clavaba la mirada.Sígame entonces.Me di la vuelta para mirarle y vi que se estaba dirigiendo al lado contrario, así que le seguí en silencio un tanto nerviosa por haber tratado de ir sin saber.

Lo único que esperaba es que llegásemos a tiempo, antes de que les hicieran algo a ambos.
Kougyoku Ren
Kougyoku Ren

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Mensaje por Astrid Dagmar Sáb Sep 19, 2015 4:43 pm

Astrid maldijo una y otra vez para sí, pero sin mostrar resistencia ante la inmovilización por parte del soldado que la escoltaba. Una de dos: o a Ren no le había dado tiempo a comunicarle a sus subordinados que debían dejarles en paz, o simplemente les había mentido para que se quedasen tranquilos hasta que viniesen los soldados. Se negaba a pensar esto último, pero no podía evitar tener la duda después de los hechos acontecidos.

Ren no le había dado la impresión de ser así. Quizás fuese ingenua, pero tal vez querría hacerse respetar. Posiblemente así los soldados verían que no era tan inocente como parecía y que al más mínimo fallo, el responsable recibiría un castigo que serviría de lección a los demás.

No, definitivamente, ese no podía ser su comportamiento. No podía estar tan enfadada después de que Astrid hubiese reconocido la situación, ¿verdad? O tal vez sí. Quizás era una niña malcriada que estaba dispuesta a ir hasta el final, pero siempre manteniendo una posición digna.

Les habían llevado a una especie de pasillo que parecía conducir a un patio, pero antes de salir, les pusieron una bolsa negra alrededor de la cabeza confeccionada con vete a saber qué. Un olor nauseabundo inundó las fosas nasales de Astrid, que no pudo evitar sentir arcadas. ”Qué bien. No sólo me van a cortar la cabeza si no que además me han dejado un regalito en forma de olor aquí dentro. Estupendo.”

Volvió a forcejear una vez más, pero más violentamente. El soldado le agarró con más fuerza, lo cual provocó que ella gruñese, ahogando un pequeño grito de dolor. Trató de dar alguna patada hacia atrás, pero apenas lograba apoyarse. También, al no tener visión por culpa de la bolsa, se sentía completamente desorientada. Logró escuchar la voz del guardia de antes a través de la tela. – Esto debíamos habéroslo puesto nada más salir del calabozo, pero al hacerlo todo tan apresuradamente nos hemos organizado un poquito mal. Pero no os preocupéis, ahora todo saldrá rodado. – Se rió tras hacer el mal chiste de palabras. – Vuestras cabezas, digo. – Se justificó así, como si creyese que Astrid y Ulrich eran lo suficientemente idiotas como para no haber captado la broma. Aunque era evidente que no iban a reírse.

– Quizás deberíamos esperar al asistente. Al fin y al cabo, es él quien nos dio luz verde después de que tú los avisaras. – Otra voz, la del soldado que sujetaba a Ulrich, comenzó a hablar. A pesar de su aspecto bruto y de su fuerza, parecía ser un novicio, por la forma de hablar que tenía. A Astrid se le estaba pasando el tiempo de una manera extraña: a ratos tenía la sensación de que cada segundo era una eternidad, y otras sentía que éste iba volando. Y que, o hacía lo que fuese, o aquello se acababa.

Estaba claro que no podía ir por fuerza bruta. Pero tampoco podía ver para poder fijarse en algún punto débil o cualquier recurso que pudiera servirle para escapar. El otro soldado dudó si esperar o seguir adelante, pero parecía que no le hacía demasiada gracia esperar al ayudante de la capitana. – Iré a por él. No sé si estará de camino, pero por si acaso, vigiladles bien. Estas ratas son capaces de escaparse ante el más mínimo fallo. – Se oyeron sus pasos, veloces y firmes a la vez.

Notó que el soldado que la sujetaba se había relajado más de la cuenta, como si el hecho de que tuviera que esperar le impacentase. Aprovechó para soltar sus brazos, que, aunque seguían esposados, pudieron realizar un movimiento rápido para escapar del agarre del guardia y golpearle con todas sus fuerzas. Falló el golpe, por supuesto – pero le dio de todos modos. En la armadura, eso sí, lo cual fastidió los nudillos de una de las manos de Astrid.

Oyó un alboroto por parte de Ulrich, que parecía estar en la misma situación. El soldado hizo lo posible por sujetarla de nuevo, pero ella trataba de zafarse pese a que no veía nada. Pegó una patada a ciegas, al aire, pero por suerte logró apartar durante un segundo al tipo. En ese momento trató de arrancarse la bolsa aún con las manos esposadas, pero no logró más allá que dejarla por encima de sus cejas, haciendo que pareciese que llevaba un gorro estúpido. Y para cuando por fin pudo ver lo que tenía delante, el guardia arremetió todo su cuerpo contra ella, tirándola al suelo agarrándola para evitar que se moviera. - ¡Maldito seas! – masculló, de nuevo tratando de librarse de él a toda costa. O se daba prisa, o ya podría despedirse.
Astrid Dagmar
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Mensaje por Kougyoku Ren Dom Sep 20, 2015 3:24 pm

Teníamos que darnos prisa para poder llegar al sitio previsto en el que iban a decapitar a aquellos dos. Obviamente por ello, aceleraba a mi asistente, al cual parecía no quejarse mucho, más bien suspirar de vez en cuando por mis prisas, aunque eran comprensibles porque si no llegáramos a tiempo podrían matar a ambos y eso era algo que no quería que pasara. Por ello no nos habíamos detenido hasta que vimos a un soldado al doblar una esquina, el cual al vernos, nos miro o más bien miro a mi asistente.

Entonces cuando nos acercamos tanto el soldado a nosotros a él, nos detuvimos al escuchar lo que dijo.
Ya esta todo preparado, estamos esperando que usted hago acto de presencia.Dijo esto, mirando a mi asistente, el cual solo suspiro y le miro con seriedad.La señorita a rechazado el que los decapiten.Esto pareció sorprender al soldado, ya que la expresión que puso no fue muy agradable y antes de que respondiera, mi asistente se adelanto.Es una orden, te guste o no debes de cumplirla, por algo somos tus superiores.Mascullo algo entre dientes, sobre algo de una mujer, desviando la mirada aquel soldado, pero luego volvió a mirar directamente con quien estaba hablando, hasta a veces me miraba de soslayo a mi.Al menos. ¿Puedo saber el porque?Cerré los ojos por unos segundos.Eso no te...No llego a terminar mi asistente, ya que lo interrumpí al abrir mis ojos.N-no quiero que unos ladrones mueran por tonterías, s-si me di-dijeras que se han llevado vidas por delante se-seria otra cosa.El soldado me había clavado su mirada encima y de repente comencé a matarme mentalmente que es lo que estaría pensando, aunque no dijo nada y se dio la vuelta, dando a entender que igual iría donde nosotros.

Luego de eso, los tres reanudamos nuestro camino aprisa. Aun sentía ese agobio oprimir mi pecho, ni si quiera me había dado cuenta el que había entablado al menos con unas pequeñas palabras una conversación con ese soldado
No se preocupe, no harán nada, ya que se supone esperábamos al asistente.Escuchar eso, logró calmarme al menos un poco, pero eso no quería decir que me calmara del todo hasta que no llegásemos hasta ellos sanos y salvos o al menos con la cabeza en su sitio.

¿Tan lejos estaría el lugar? No lo creía del todo, por algo nos habíamos encontrado con ese soldado y por lo que dijo de que iban a estar esperando a mi asistente, me hizo suponer de que él venía de donde los ladrones. Entonces eso quería decir de que seguramente estábamos ya al menos algo más cerca que antes.

Al final llegamos a un pasillo, que daba a una especie de patio, espera. ¿Había un patio en todo este lugar y ahora me enteraba? Me abofetee mentalmente y me dije que no es momento para estar preguntándome ese tipo de cosas, ya que habían unas vidas que se estaban jugando.

Entonces cuando dimos con el lugar, mis ojos se abrieron de par en par, observando como tenían a ambos ladrones, los cuales parecían estar forcejeando por querer escapar. ¿Quien no haría eso? Evidentemente cualquiera si quiere salvar la vida. Nada más acercarme un par de pasos de ellos dije.
¡Basta!Les grite para llamar la atención y para que al menos pararan.  —¡La decapitación queda cancelada! ¡Se supone que los iban a escoltar para dejarlos libres!Tenía el corazón en un puño, sintiendo que en cualquier momento se me iba a salir del pecho.Ya habéis oído a la señorita.Recalco mi asistente al tapar la mitad de su rostro con su abanico verde, el cual se encontraba detrás de mi.

Mientras tanto, el soldado que nos había acompañado, parecía guardar silencio. ¿Me harían caso? ¿Los dejarían libre? Esperaba que si.
Kougyoku Ren
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Mensaje por Astrid Dagmar Lun Sep 21, 2015 1:43 pm

El soldado que estaba forcejeando con Astrid se detuvo en seco al oír la voz de la capitana, que confirmaba que la decapitación no iba a tener lugar. Ella suspiró de alivio mientras el guardia se levantaba para dejar que ella hiciera lo mismo. Se incorporó, pero se quedó sentada en el suelo, dirigiendo su vista hacia Ren. Ulrich se estaba sacudiendo la ropa como podía, ya de pie, pero pensó que era poco probable que sólo un hombre hubiera logrado tirarle al suelo.

Observó de reojo al soldado que se había mofado de ellos previamente. No parecía estar fastidiado, mantenía la cara impasible, como si, por mucho que le molestase la situación, asumiera que las órdenes de la capitana debían cumplirse y no podían dar pie a ningún tipo de objeción. Su comportamiento reflejaba el apropiado para el de un soldado obediente, pero Astrid notaba un pequeño sentimiento de rencor en sus ojos cuando él miró de soslayo por unos segundos a los dos revolucionarios.

– Gracias, - murmuró entre jadeos, dirigiéndose a la capitana. No sólo se sentía aliviada porque su cabeza iba a seguir sobre sus hombros, si no porque aquella duda que se había esforzado por eliminar de su cabeza, estaba finalmente descartada. Aquella joven le había confirmado justo lo que había dicho Ulrich hacía un rato: no todo era de color blanco o negro; a pesar de estar de parte del gobierno, la chica le había demostrado que no escondía maldad alguna. Más ahora que aquella cuestión de si les había mentido e iba a vengarse se había disipado de su mente.

No pudo evitar sentirse un poco culpable por esto último. Ren acababa de salvarles el trasero, ¿por qué tendría que haber tenido ese pensamiento cruzando su cabeza? Astrid sentía que le tendría que devolver el favor en algún momento, fuese cuando fuese. Pero por otro lado esperaba que, como habían acordado, no tuviesen que encontrarse de nuevo.

De repente, al acordarse de que Ulrich había conseguido información, se dio cuenta de que tenía sentimientos encontrados. Todo aquél lío se había propiciado por la búsqueda de esa información y si no se aplicase como tenían pensado, todo aquél lío habría sido en vano. Y había gente que confiaba en que el plan saliese bien. No sabía qué era lo que iba a hacer su compañero, si también empezaba a tener dudas o si iba a seguir con lo acordado. Era lo más sensato, sin duda, pero no podía evitar que eso chocase con la idea de que le debía un favor a la chica.

Claro que quizás no volviesen a verse. O tal vez sí, y eso complicaría las cosas. La pequeña posibilidad de que se diera el caso le hacía dudar. ¿Y si usaban esa información en su contra y acabasen encontrándose más tarde? Astrid seguiría en deuda con ella, pero con el agravante de haber fastidiado planes que quizás no tendrían nada de ofensivo, entre otras cosas. Pero si no volvían a verse y no cumplía con lo acordado, posiblemente se acabaría arrepintiendo.

”Que sea lo que tenga que ser. Ya veré cómo arreglarlo” pensó. Se acercó unos pasos a la chica, al tiempo que inclinaba la cabeza en una reverencia. – Supongo que estoy en deuda contigo. – Bien, parecía ser que el trato estaba cerrado tras decir esas palabras. Ulrich había imitado el gesto, como afirmando que él sentía lo mismo, pero Astrid no supo discernir si era verdad o no. Tampoco tenía ni idea de lo que pensaría su compañero de su actitud en sí.
Astrid Dagmar
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Golpe de suerte [Kougyoku Ren] - Página 2 Empty Re: Golpe de suerte [Kougyoku Ren]

Mensaje por Kougyoku Ren Lun Sep 21, 2015 7:11 pm

Al menos mi corazón comenzó a calmarse poco a poco, ya que había llegado a tiempo, cosa que me aliviaba de sobre manera, hasta se me había quitado el agobio que estaba sintiendo antes. Por lo menos ahora mis hombros no los sentía ya tan tensos como antes, aunque aun debía de volver a decirles que los escoltaran, obviamente sin hacerle algún daño.

Observe como el ladrón de complexión robusta se sacudía la ropa, mientras que Astrid se quedaba sentada en el suelo. Suponía que ahora se sentían más aliviados que nunca, como para no estarlo, después de todo, no los iban a decapitar. Aparte de todo lo que acababa de pasar, no me preocupaba mucho el collar, ya que suponía o esperaba que pudieran repararlo, quizás con una nueva cadena o lo que sea y se uniría como si nada hubiera pasado o eso esperaba.

Escuchar el agradecimiento de Astrid me bastaba para confirmar que lo que hacía, era realmente lo correcto. La vida de alguien era muy valiosa como para quitársela por una tontería. Tampoco me parecía lógico el echo de encerrarles de por vida por lo sucedido, hasta me parecía eso también algo duro.

Cuando me puse a pensar, me di cuenta que mis soldados me habían echo caso, cosa que me alegro bastante por dentro, ya que eso me hacía pensar de que realmente estaba haciendo bien mi cargo. Aunque esperaba que no se molestasen por lo que acababa de pasar, ya que todo fue tan repentino. Evidentemente mire de reojo al otro soldado que nos había acompañado, hasta los otros que habían forcejeado con los ladrones, para luego volver a fijar la mirada en los ladrones.

Me di cuenta de que Astrid se me había acercado unos pasos y lo siguiente que hizo me tomo por sorpresa. ¿Había echo una reverencia con la cabeza? No me esperaba tal cosa, después de todo lo que había sucedido desde que nos habíamos topado. ¿Debería de decirle algo? Pensé, mientras debatía mentalmente que hacer.
No ti-tienes porque.Si era sincera, realmente no creía que hiciese falta que me lo debiera, ya que lo hice porque realmente me parecía lo correcto, o por el simple echo de que no quería ver que derramaban sangre por tal cosa.

Esperaba que todo ya hubiera acabado y no pasara algo más, aunque en estos instantes ya no me sorprendería que ocurriera algo más, o como se trataba de mi, seguramente si, ya que todo me acababa sorprendiendo de una manera u de otra. Cerré por unos instantes los ojos y me dispuse a hablar.
Es-escoltarlos hasta la salida.Les dije a los soldados ya más tranquila, aunque tratando de aparentar seriedad.

Independientemente de lo que dijeran, les escucharía tranquilamente y luego me retiraría junto con mi asistente a no ser de que tuvieran que decir algo, si no, mi asistente me seguiría y seguramente se quedaría mirando por unos segundos a los ladrones de alguna manera extraña y luego les daría la espalda y me seguiría unos pasos detrás, desapareciendo de la vista de los ladrones. Después de que me hubiese ido de ahí, supuse que los soldados me harían caso y los escoltarían.
Kougyoku Ren
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