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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea] Empty Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

Mensaje por James Adamska Jue Sep 03, 2015 11:28 pm

Otro viaje había emprendido el pelirrojo junto a la muchacha, después de haber vuelto a Mills y entregar sus minerales al inútil empleador, recibieron el dinero, y de muy buena gana acordaron largarse de esa ciudad, que nada tenía para ofrecerles. Claramente, se habían tomado algo de tiempo para recuperarse del ataque del troll, ya si bien no eran heridas graves, Atenea se había llevado un corte además de varios golpes de la criatura, por su parte James a pensar sufrió unas sacudidas, y no había desaprovechado ese dato para bromear de manera orgullosa frente a su actual compañera de viaje.  En aquellos momentos se dirigían hacia la ciudad colgante, el joven semidragón había tenido la idea, el ex-noble había estado allí una vez, y era un lugar agradable rodeado por naturaleza, además de estar cerca, por lo que si luego querían dirigirse a otro punto, era una buena parada.

Sobre su hombro derecho, el pelirrojo cargaba al felino, avanzando por aquellas llanuras ya habiendo cruzado las montañas que separaban a Mills de aquella ciudad entre las ramas de los árboles. Teniendo aquel bosque cercano a ellos, el semidragón alzó el mentón y sonrío orgulloso para comentar a la muchacha. - Sábes, la última vez que estuve en la ciudad colgante incendié casi media ciudad luchando contra otro semidragón - Comentó orgulloso y altivo, pues para el semidragón eso era una proeza, aunque muchas casas terminaron reduciéndose a cenizas por su batalla. - La paliza que le di a ese criminal es de mis favoritas, aunque escapó, pero bueno, si tenemos suerte a lo mejor hasta nos lo cruzamos y puedo volver a quemar algunos arboles - Agregó con una sonrisa y de manera despreocupada, dejando claro que poco le importaba los desastres que podría haber echo, o que podría volver a causar un incendio como el de aquella vez si era necesario.

Próximos a ingresar a ese bosque, cuyo interior estaba repleto de cazas colgadas de los árboles, James pudo recordar lo que les había pasado en el último bosque, aquellas alucinaciones cercanas al lago, que esperaba no se repitieran. La brisa soplaba con tranquilidad, moviendo las ojas entre los árboles, haciendo que el aroma de la naturaleza tan poblada llegara a la posición de aquellos dos que aún caminaban por la llanura. De igual forma, se podía sentir el barullo en el interior del bosque,  tanto de los animales, como de los ciudadanos, que eran tan activos como los de cualquier otra ciudad, a pesar de vivir en los puntos de altos de los alargados troncos de esos árboles.
James Adamska
James Adamska

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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea] Empty Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

Mensaje por Invitado Vie Sep 04, 2015 7:00 am

Después del encontronazo con el troll lo que menos necesitaba eran más aventuras fuertes, ya había tenido suficiente por un día. Con el dinero en los bolsillos volvimos a emprender el camino hacia un nuevo lugar para alejarnos de aquella ciudad que nos había traído más malos que buenos momentos, aunque no creía poder olvidarme de la carrera contra el león; eso sí fue un buen momento. Antes de salir de la ciudad paramos para poder descansar y aproveché para ir a vendarme aquella molesta herida que lo único que hacía era estorbarme. Durante todo el camino me había pasado enfocando mi atención en ese punto para mantener la venda congelada y que no se le hinchase el corte, así que mi defensa contra las burlas del semidragón fueron bastante bajas y tuve que optar solamente por miradas de desdén hacia él. Ya me vengaría en su momento.

Giré la cabeza cuando comenzó a contarme aquella historia y no pude evitar fruncir el ceño al pensarlo fríamente —Si, como tú dices, tenemos “suerte” y nos lo cruzamos más te vale tener más cuidado. No me importa que chamusques árboles, pero deja las casas tranquilas. ¿Qué tal te sentaría a ti que quemaran tu habitación mientras estás descansando en ella, señor pirómano? —. Cierto tono de burla salió en esa frase casi sin buscarlo. No quería empezar una discusión con él, a pesar de lo fructíferas que me resultaban muchas veces, pero tampoco iba a callarme ante su posición de quemarlo todo si encontraba a cualquier criminal de los que estaba buscando. Pensaba que el semidragón tenía que ir aprendiendo a pelear sin destrozar todo a su paso como si de un huracán se tratase. Tampoco era necesario a mi parecer, es más, yo misma no lo hice en su momento (aunque a veces ganas no me faltasen).

Un escalofrío me recorrió por completo cuando pude ver la linde de aquella enorme arboleda. El último recuerdo que tenía de un bosque no era precisamente agradable y no me gustaba la idea de volver a pasar por eso otra vez. Solo con recordar esos gritos casi temblaba. Intenté no pensar mucho en ello conforme nos acercábamos, pero no pude evitar el quedarme cerca de James, solo por si acaso. Él poco me iba a solucionar, pero al menos la compañía era mejor que sentir que estaba sola si eso pasaba otra vez. Cuanto más nos adentrábamos más me relajaba. No había rastro ni de voces ni de animales extraños. Ni de oscuridad.

Respiré hondo un par de veces y me concentré en toda la gente que se iba cruzando a nuestro paso. En ese sentido aquel lugar no se diferenciaba demasiado de Mills: mucha gente y mucho movimiento, aunque en menor cantidad. Alcé la vista un par de veces, intentando no quedarme demasiado atontada viendo las casas para no tropezarme con nada al andar, pero aun así seguía asombrándome por aquello. Era la primera vez que iba a ese lugar y se me hacía raro ver que las casas no estaban a pie de calle si no en las copas de los árboles —Vaya… —. Miles de preguntas se me pasaron por la cabeza, pero supuse que no serían de fácil respuesta para James, sobre todo porque no vivía allí, así que preferí no arriesgarme —. No sabía que unas casas sobre algunos árboles podían ser tan… No sé cómo decirlo. ¿Elaboradas? Cuando me hablaban de este sitio lo que me venía a la cabeza eran algo como cabañas con techos de hojas o algo por el estilo —. Sonreí un poco por lo estúpido de mi propio pensamiento sin dejar de mirar a todos los rincones que me fuesen posibles. Quería recordar la vista durante un tiempo.

Me encontraba bastante más animada ahora que hacía unas pocas horas. El encuentro con el troll y con aquel tipo me habían cabreado bastante, pero se sentía tanta paz y tranquilidad allí que supongo que, de alguna forma, me lo transmitió. Lo único que sabía con seguridad es que estaba más contenta y eso era bueno. Me cogí las manos por la espalda mientras seguía andando cuando un pensamiento del día anterior me vino a la mente —Ahora que tenemos más pasta igual podríamos descansar esta noche en una habitación de verdad. Una que no haya sido la escena de un crimen a poder ser —. No me gustaba gastarme el dinero en esas cosas, pero lo cierto es que hacía muchísimo tiempo que no había estado en una habitación en condiciones. Casi ni recordaba la última vez que había visto uno de esos cartoncitos de “No molestar” colgados de la puerta.
Invitado
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Mensaje por James Adamska Vie Sep 04, 2015 5:18 pm

El pelirrojo no pudo evitar fruncir el ceño ante la respuesta de la muchacha, ciertamente ella tenía mucha más moral que el joven ex-noble, y aun que no le molestaba que ella hiciera cosas buenas, le enojaba un poco el que le remarcaban cualquier error. Claramente el no había ni pensado en los inocentes heridos que pudo haber provocado, ni tampoco había considerado como se sentiría en esa situación, pues era normal que no hubiera notado el incendio hasta terminar la batalla, pues el semidragón no era capaz de darse cuenta lo que sucedía a su alrededor mientras luchaba emocionado. James gruñó un poco, apartando su mirar mientras consideraba las palabras de la contraria. No era normal que hiciera aquello, normalmente contestaría enojado y con agilidad, pero tanto viajar con aquella muchacha le había enseñado un par de cosas, y sabía que las discusiones entre ellos nunca llevaban a ninguna parte, pues él no admitía sus errores, y ella tampoco se cansaba de discutirle. Quizás el tono de broma en que ella lo había dicho también ayudo a que el semidragon no se enojara, y pudiera tomárselo como un comentario sin importancia, sin mencionar que ya era normal que ella no secundara las opiniones del pelirrojo. - Bah, si les hubiera molestado hubieran venido a quejarse, o mínimamente a enfrentarme, pero cuando las llamas se apagaron yo no vi a nadie por allí que quisiera enfrentarme  - Comentó el semidragón, respondiendo tras hacer un descarte de ideas, era cierto, se había encontrado con algunos conocidos ese día, pero nada más que eso, ni un solo ciudadano de la ciudad había presentado quejas ante él, aun que claro, pocos ciudadanos tenían el valor para hacer cara a alguien que acaba de incendiar media ciudad sin intensión de aquello, y aunque lo hubieran echo posiblemente James consideraran que fue un error de ellos haber construido sus casas de maderas entre los árboles.

Cuando lograr ingresar al bosque y observar el conjunto de casas James pudo notar el asombro en su compañera, y no puedo evitar sonreí un poco algo divertido, pues le recordaba un poco a como se puso el la primera vez que fue a aquella ciudad. Llegar a allí no había sido su intensión, pero tras perseguir el rastro de un criminal había terminado entre aquellos árboles, dando con el conjunto casas, quedando asombrado de que aquella fuese una ciudad, pues si bien había oído hablar de ella antes nunca le había visto más que en fotos o ilustraciones viejas. Había quedado unos momentos fascinado ante la naturaleza del lugar, y el como esta estaba en completo contacto con los ciudadanos del lugar. Durante su infancia nunca le había gustado permanecer en la mansión de la familia, siempre tomaba las medidas necesarias para escapar y dirigirse a las praderas o al mismo río para perfeccionar su uso del fuego, o buscar alguna batalla, por lo que ver aquel lugar causo algo de nostalgia y admiración por parte del joven pelirrojo. - Esta ciudad es asombrosa, mi segundo lugar predilecto en Spatium, tiene el aire fresco de la naturaleza, sin el molesto silencio que se encuentra en los bosques, además que basta con mostrar un poco de fuego y nadie te molestará - Terminó su comentario burlándose un poco, y riendo por lo bajo. Estaba claro que al semidragón le costaba ser serio, o hacía una broma o presumía al terminar sus frases. Era casi imposible hacer que el formara o expresar algo con profundidad.

La próxima idea le agradó, si bien no era de gustos delicados, habían echo un buen trabajo en la cueva y un descanso merecido no les vendría mal. - Sabes, no tengo idea de donde encontrar un hospedaje por aquí, pero dicen que las personas de por aquí son caritativas, así que no creo que les moleste una pregunta - Comentó el semidragón, pues no había recorrido en su totalidad aquellas cazas colgantes de los árboles, solo unos pocos lugares había visitado para dar con criminales y hacer algunos trabajos, todo fuera de aquello escapaba de su conocimiento, por lo que en estos momentos daba igual cual de los dos guiara.

Con el felino sobre su hombro, el pelirrojo se acercó a uno de esos troncos, viendo como el mismo llevaba una escalera formada por unas precarias cuerdas y maderas, nada segura a primera vista, pero ese era el método para subir hasta donde las casas, y poder recorrer los caminos colgantes por donde la gente se movía. - Por aquí Atenea, subamos ahora - Comentó mientras se dirigía a las escaleras, seguro había mejores formas de subir allá arriba, alguna escalera que no colgara tan insegura, tal vez un camino bien construido hasta la copa de un árbol, pero el impaciente semidragón no quería recorrer demasiado camino, en estos momentos. Por aquella misma razón se adelanto para comenzar a subir primero, agarrándose de los tablones de madera para ir escalando hasta aquella envidiable altura en la que se encontraban las construcciones. Llevando ya casi toda la escalera recorrida, con el felino refugiado dentro de sus ropas, James echó una mirada hacia abajo para ver que estuviera todo bien, mala idea, el semidragón sufría vértigo, razón por la que no pudo evitar ponerse nervioso y sacudirse un poco para rápidamente volver a poner la vista hacia arriba al notar que estaban y a buena altura. - Rayos - Musitó por lo bajo para seguir subiendo, hasta finalmente estar sobre las seguras maderas que componían los caminos colgantes de aquella ciudad.

Una vez allí, se dedicó a observar en varias direcciones mientras Atenea también llegaba por aquellas escaleras. Varias personas recorrían el lugar, moviéndose con total calma a pesar de la altura a la que estaban, de igual forma, era fácil ver animales cerca de las casas, subidos en los árboles, nidos de aves, e incluso algún que otro roedor recorrer las ramas a pesar de la altura del lugar. Una sonrisa se plantó en el rostro del semidragón, y su gato salió de las ropas para posarse sobre su hombro, si querían busca un lugar donde pasar la noche tenían tiempo, no era muy tarde y seguro las calles se iluminarían por la noche, así que no había prisa y podrían recorrer el lugar a gusto.
James Adamska
James Adamska

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Mensaje por Invitado Sáb Sep 05, 2015 7:42 am

Estaba mirando con atención una de las construcciones cuando escuché el comentario del semidragón y no pude evitar sonreír un poco cuando vi lo tranquilo que estaba y la manera que tenía de hablar del sitio. Se me hacía raro verle así pero lo cierto es que era agradable verle contento por algo que no fuese que yo o cualquier otra persona perdiera y ganase él. Supuse que era una parte de su persona que no dejaba ver mucho a los demás. Lo cierto es que no me extrañaba que le gustase el lugar, desde luego era bastante impresionante y tenía un aire bastante tranquilo el ambiente. Justo por empezar a hacerse tarde posiblemente pillamos el final de la jornada de trabajo y por eso había más gente rondando por allí. Era agradable sentir aquella paz sin tener que pensar en que algo atacaría o tener que estar alerta. Después del episodio de la cueva y de los matones de esa mañana era todo un consuelo y casi pude notar como el cuerpo se me relajaba. De todas maneras procuraría no relajarme demasiado, solo por si acaso.

Entonces puedo suponer que nunca has pasado la noche aquí. Pues mira, otra anécdota para contar —. Comenté ante lo que acababa de decir mientras mi vista paseaba de un árbol a otro —. Además, algo me dice que si ahora es bonito de noche seguro que lo será más. O eso supongo —. Avancé tras él hasta el tronco de aquel árbol y miré hacia arriba con algo de desconfianza. No es que pareciese para nada seguro, pero es cierto que tampoco veía otra manera de subir desde allí y James no parecía muy dispuesto a cooperar si le decía de buscar otro lado. Por lo visto le dieron las prisas. Esperé unos minutos prudenciales para empezar a subir yo también, más que nada porque no me fiaba de esas escaleras y, si el pelirrojo rompía algo, era mejor no estar justo detrás. Solo por si acaso.

Ya casi a la mitad de recorrido tuve que frenar al encontrarme con los pies del pelirrojo en el siguiente tablón. Fruncí un poco el ceño y miré hacia arriba para ver una cara un tanto cómica del mismo de la que no pude evitar reírme. Eso sí, sin que me viera, no tenía ganas de que me echase una de sus bolas rojizas. Sería mejor no preguntarle por qué había hecho eso, no al menos en un tiempo. Volví a esperar mientras él retomaba el ritmo para continuar subiendo y llegar arriba unos segundos detrás de él. Había juzgado mal la escalera, eso estaba claro. Pasé la vista por el lugar en cuanto llegué arriba. Si antes me había gustado, ahora me gustaba incluso más. Las casas eran diferentes entre sí y aquello era igual que cualquier otra ciudad, sin contar la altura y que todo era de madera claro.

Sonreí bastante contenta por el sitio que había elegido el chico para hacer la siguiente parada mientras me acercaba hasta la barandilla que daba al borde de aquella plataforma colgante para mirar el bosque desde allí. Acto seguido miré hacia arriba con curiosidad —¿Se podrá subir hasta la cima de los árboles? —. Comenté sin dejar de mirar hacia arriba mientras volvía de nuevo a donde estaba el semidragón. Sería interesante poder observar hasta dónde se podía ver desde allí arriba. Sin contar con lo tranquila y a gusto que me encontraba en lugares como las copas de los árboles precisamente por la ausencia de gente. De todas formas ahora me interesaba más recorrer aquel lugar y buscar un buen sitio donde quedarnos esa noche, así que me encogí un poco de hombros y empecé a recorrer las calles.

Era curiosa la forma en la que estaban construidos los edificios, formando una especie de coraza alrededor de los troncos. Casi todos tenían forma redondeada y tenía mucha curiosidad de ver cómo eran por dentro, pero no era plan de entrar a una casa cualquiera solo para ver. Esperaría a ver cómo era el lugar donde nos quedaríamos. Teniendo en cuenta el poco conocimiento que ambos teníamos del lugar la idea de preguntar no me pareció tan mala, así que me dirigí a una persona cualquiera de las que allí estaban para preguntarle. No tardaron en responderme que había uno no demasiado lejos de allí, a un par de árboles de distancia. Cuando esta persona se fue y seguimos avanzando no pude aguantar más y me reí un poco por lo bajo —Se me hace rarísimo que me indiquen una dirección poniéndome árboles como referencia. ¿Cómo se llamaran las calles de la ciudad? ¿Árbol número 15? —. Igual era algo tonto, pero no tenía ni puñetera idea de cómo hacían allí las cosas por lo que no me parecía una pregunta demasiado descabellada.

Un maullido de Ocelot me hizo mirar al hombro del semidragón y acercar la mano al pequeño para acariciarle bajo la barbilla. Lo cierto es que casi ni me percataba de que estaba allí —Es un gato muy listo. Sigo sin entender por qué sigue detrás de ti —. Hacía tiempo que no me metía con el pelirrojo y vi una muy buena ocasión para volver a las raíces teniendo en cuenta lo tranquilos que estábamos en ese momento. En lo que no me había parado a pensar era que todo estaba hecho de madera y, por lo poco que le conocía, la madera y James no me parecían demasiado buena combinación. Cuando llegamos al primer puente que unía un árbol con otro no pude evitar asombrarme al ver aquello. Parecía un puente mucho más elaborado y estable que muchos otros por los que había pasado y eso era de agradecer teniendo en cuenta la altura a la que nos encontrábamos, por lo que no titubeé cuando comencé a cruzarlo.
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Mensaje por James Adamska Sáb Sep 05, 2015 5:06 pm

Una vez ambos estuvieron sobre el colgante suelo de aquella ciudad, el semidragón también se dispuso a observar las casa de maderas, más no con el mismo asombro o curiosidad con la que les miraba Atenea, pues James estaba mas interesado en saber si podía recordar algo de aquello, saber donde estaba ubicado, o si alguna rama le sonaba familiar. Pero no, el semidragón no solía prestar atención a este tipo de cosas, lo poco que podía recordar de aquella ciudad era el fuego que consumía los árboles más secos y el rostro de aquel semidragón con el que había logrado tener una pelea emocionante. Dejó a la muchacha tomar la delantera, sabiendo que ninguno de los dos era más útil en aquello, pero con algo de suerte la muchacha tendría mas orientación que él. Guardó silencio desviando su mirada hacia los arboles y ramas del lugar, dejando a la muchacha consultar a las personas cercanas. Con calma y tranquilidad las ramas y hojas de los árboles eran mecidas por la placentera brisa que se podía sentir en aquellas alturas, las mismas que con un tanto de delicadeza movían un tanto los cabellos del pelirrojo al tiempo que su mirada se perdía entre toda esa naturaleza. Se estaba dando u tiempo para disfrutar del paisaje, cosa que no había echo antes, pues siempre que llegaba a la ciudad colgante era en busca de algún criminal, y siempre terminaba retirándose de manera rápida tras terminar sus batallas, a pesar de lo mucho que le agradaba aquella ciudad.

Luego el intento de chiste llamó la atención del semidragón, que quizás por andar distraído no había terminado de entender que era lo que le hacía tanta gracia a la muchacha. El semidragón simplemente arqueó una ceja y continuó caminando un tanto confundido, aún sin poder entender el comentario, extrañado sin saber que era lo que se había perdido por tener la cabeza en otro sitio. Un maullido del felino interrumpió, haciendo que el semidragón girara su rostro para mirarle molesto intentando adivinar que es lo que este reclamaba. Sin embargo, la muchacha se adelantó y con suma confianza le realizó unos cariños al felino, que se mostró a gusto y complacido. A James le extraño por unos momentos que la mujer hubiese sabido de manera tan fácil como reaccionar ante el pedido del peludo, quizás el no siempre le prestaba total a atención a su mascota, pero se las había arreglado hasta ahora, y quizás la contraria tenía algún cierto encanto con el animal, que siempre parecía responde de manera adecuada a lo que el mismo pedía.

El siguiente comentario rompió completamente la idea que el pelirrojo se estaba haciendo, obligando a James a fruncir el ceño y apretar los dientes un tanto enojado. Hacía ya tiempo que no había discusión entre ellos, el pelirrojo intentaba evadirlas, pero debía admitir que extrañaba hacer enojar a la muchacha, aun que despreciaba igualmente la forma en que ella lograba enfurecerle. - Porque es un gato muy listo, y sabe reconocer a alguien fuerte, por lo mismo es que no se aleja de mi, sabe que puedo vencer a cualquiera venga a molestarnos - Respondió el semidragon creyéndose ingenioso, y con orgullo poniendo una sonrisa en su rostro, al igual que mostraba esas actitudes de fanfarrón, reflejaban nada más que soberbia desde sus orbes azules.

De pronto, antes de que aquellos pudieran responderse más cosas, un crujido llamó la atención del semidragón, y al alzar la vista pudo ver como frente a ellos la gruesa rama de árbol parecía no resistiría en su lugar, el pelirrojo no pudo ver nada sobre la misma, solo veía a la ya debilitada rama pronta a quebrarse en cada suave sacudida que las brisas le daban. Se calló por unos momentos, sin saber bien que tan cerca de ellos podría caer esa madera, pero antes de que pudiera averiguarlo por si mismo, la rama terminó de quebrarse y cayó con velocidad hacia el puente que ellos mismo recorrían, cayendo un poco más adelante de lo que ellos estaban. Los ciudadanos que recorrían el lugar se apartaron al momento que caía, como si estuvieran acostumbrados a lo mismo, y una vez la rama golpeó con la madera del camino que unía los árboles y el estruendo cesó, los lugareños continuaron con su caminar, como si nada importante hubiera pasado. Sin embargo, para el semidragón no era así, las maderas y el mismo punte se habían sacudido cuando aquella rama cayó, obligandole a tomarse del barandal, apretando con fuerza, sin intenciones de soltarse, como un gato asustado que esta por ser echado hacia una bañera llena de agua fría.

El miedo del pelirrojo por las altura actuaba sobre él, haciéndole comportar de ese modo, si bien el mismo poseía alas y la habilidad de volar, nunca lo hacía demasiado alto, sin mencionar que en su vuelo el tenia todo el control, y allí no tenía la misma seguridad sobre la vieja construcción de esos puentes que la que tenía en sus propias habilidades. Era una suerte que el pelirrojo se controlara y no soltara una sola llama de su cuerpo aún ante el miedo de caer con la sacudida, quizás solo una pequeña llamita bastaba para que esas maderas comiencen a quemarse sin control, y sabiendo que eso ya había pasado una vez tenia en mente el tener cuidado.

Cuando el pelirrojo notó la situación la que estaba, se desprendió rápidamente de el barandal, para sacudirse las ropas como si esa escena nunca hubiera pasado. - Estúpidos árboles, creen que pueden asustarme, podría volverlos leña en poco tiempo - Musitaba el pelirrojo en tono bajo mientras al tiempo que sacudía sus ropas inspeccionaba no haberse echo algún daño. Al sentirse completamente bien, volvió a alzar su mentón orgulloso, mirando una expresión afilada a los lugareños que pasaban junto a él, pocos le habían dado importancia, aún que otros cruzaban mirándole extrañado por sus actitudes, aunque ninguno se paraba a preguntar. - Si, si, sigan caminando, no hay espectáculo por aquí - Comentaba un tanto amargado, casi amenazando a quienes el miraban desde sus orbes azules. James soltó un suspiro y volvió su mirada hacia la muchacha, intentando evitar que se hicieran comentarios sobre lo que había pasado fue el primero en sacar tema de conversación mientras no se esperaba para caminar intentando recorrer el puente antes de otra rama se desprenda. - ¿Haz conseguido alguna indicación de donde podemos pasar la noche o no?- Preguntó, en un tono no muy agradable, no de forma intencional claro, más bien provocado por el mal humor que de pronto le había agarrado al notar la escena de ridículo que pudo haber echo.
James Adamska
James Adamska

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Mensaje por Invitado Sáb Sep 05, 2015 8:33 pm

Casi me echo a reír con su comentario, pero no tuve tiempo casi de reaccionar cuando vi cómo miraba hacia arriba. Yo por mi parte fruncí un poco el ceño y le imité. Era una rama, una no muy estable a simple vista. Era grande y, de caernos encima, podía llegar a hacer mucho daño. Fui a decirle a James que deberíamos quitarnos de ahí, pero no tuve tiempo ni siquiera de eso, ya que la rama comenzó a caer a toda velocidad. Por el sitio donde estaba lo más cerca que tenía para agarrarme era él, ya que se interponía entre la barandilla y yo, así que le cogí el brazo como acto reflejo y por si aquello se rompía. Por suerte aquel puente parecía estar destinado a resistir todos los posibles accidentes como aquel que pasasen, cosa que quedó totalmente clara cuando me fijé en que la gente continuaba su paseo como si nada —Madre mía… —. Aquello era terriblemente peligroso y nadie se había inmutado. Nadie excepto nosotros, sobre todo James.

Noté lo tenso que estaba cuando giré la cara para mirarle y tenía un semblante bastante pálido. En un principio pensaba que realmente le había dado algo, pero no le veía ninguna herida —James… ¿Estás bien? —. Al parecer ni siquiera se había percatado de que le estaba hablando. Estaba como ido, al menos hasta que soltó la barandilla de golpe y yo le solté a él. Por un momento realmente me preocupó, fue como si se hubiese quedado en shock completamente. En cuanto hizo aquel comentario hacia la gente pasé la vista por algunas personas que ciertamente se quedaban mirando y fruncí el ceño —¿Qué? —. Yo tampoco es que sonase demasiado amistosa. ¿Por qué tenían que mirar de esa forma? Eso sí que me molestó. No tenían derecho a hacer eso cuando ni siquiera se preocuparon de si era algo grave. Al parecer gente impertinente había en todas partes, aunque no era la más indicada para decirlo cuando yo misma también lo era a veces.

Volví de nuevo la vista hacia él cuando me preguntó de aquella forma —Oye, tranquilito. No hace falta que me hables así —. Vale que se hubiera asustado o lo que fuese, pero yo no tenía la culpa de que la estúpida rama hubiese caído justo allí. Me quedé callada durante un momento mientras seguía caminando —. Sí. Hay una especie de hotel después del siguiente puente —. Tuve la precaución de callarme por varios minutos. El problema es que no iba a poder quedarme callada para siempre y mucho menos después de lo que acababa de pasar, así que no pude evitar abrir la boca intentando no sonar demasiado a la defensiva —. ¿Se puede saber qué te ha pasado? Me has asustado. ¿Es lo mismo que cuando subías las escaleras? —. No pensaba darle opción a que no me lo contase. Me negaba a ir por allí con él sin saber por qué de vez en cuando se quedaba como si le hubiese dado una especie de ataque.

Cuando llegamos al final del puente un extraño sonido me distrajo de lo que estábamos hablando. Fue como una especie de gruñido agudo, parecido al de un gato pero no igual. No sabría explicarlo exactamente, pero no sonaba a algo alegre. Me giré un poco y vi algo centellear cerca de allí. No pude quedarme quieta y avancé algo deprisa hacia allí. Algo me dijo que pasaba algo, que algo no iba bien, y la última vez que no hice caso a eso casi me matan. Cuando por fin vi lo que era no me lo podía creer: había varias jaulas, al menos una docena de distintos tamaños con criaturas dentro de ellas, también de diferentes clases y tamaños. Por lo general eran mapaches, grupos de ardillas, oseznos… Pero hubo uno que me llamó especialmente la atención. Era un animal pequeño, completamente blanco y un pequeño destello casi apagado. No me creía lo que estaba viendo. Sí que había escuchado hablar de cazadores furtivos, pero nunca me había topado con ninguno. Al parecer esta vez era diferente.

Levanté la vista cuando alguien me gritó por estar cerca de las jaulas. Era un tipo más alto que yo pero de complexión delgada —Aléjate de ahí, niña —. Fruncí el ceño. Si ya de por si estaba algo molesta por el tono que James había usado conmigo el que aquel tipo me saliese con eso fue el colmo. No me moví ni un centímetro de allí, al igual que tampoco dejé de mirarle. No parecía rival para mí así que simplemente tenía que esperar. Nos encontrábamos justo a la entrada de un pequeño hueco entre una de esas construcciones y el tronco, un vacío en el que solo había plataforma y tronco, así que igual hasta tenía suerte y nadie decía nada. Aunque era lo que menos me importaba en ese momento. El tipo parecía furioso cuando empezó a acercarse a mí. En cuanto estuvo a un par de metros de mi persona accioné el botón de la pulsera negra y la tabla aerodeslizadora se desplegó. Tardé apenas dos segundos en cogerla por la parte trasera, la más gruesa, y darle al tipo en la cabeza con ella, poniendo toda la fuerza que tuve. Solo por si acaso volví a darle otro golpe, aprovechando su torpeza. Como aún seguía sin caer volví a darle de nuevo en la nuca y terminó por caer de bruces —Tú eres el que debiste alejarte, pedazo de imbécil.

Igual me había sobrepasado, pero así le di a dos pájaros de un tiro: pagué mi frustración por lo que había pasado unos minutos antes y le di un pequeño merecido por traficar con animales indefensos. Volví a apretar el botón de la tabla para que volviese a su lugar y me agaché para quitarle las llaves de las jaulas a ese tipo. No iba a dejar a aquellos bichitos ahí, no tenía tan poca compasión, además estaba segura de que no habían hecho daño a nadie. Cada vez que abría una jaula un animal salía despavorido en cualquier dirección. Eran pequeños, crías en su mayoría, así que no causarían ningún estrago. Cuando llegué a la jaula de aquel animal y la abrí me aparté para dejarle espacio, pero el pequeño casi no se movió, solo levantó ligeramente la cabeza para mirarme y volvió a bajarla. Ni siquiera levantó las orejas.

Sabía lo que era, lo había visto otras veces en el bosque del Cosmos. Era un Ori, posiblemente una cría, pero era diferente. Los que yo había visto muchas veces me habían iluminado el camino, pero este apenas sí se le veía cualquier tipo de luz, lo que no era buena señal. Volví a acercarme a la jaula y metí las manos con cuidado. Esperaba que me gruñese o me arañase, pero más bien al contrario, dejó que lo cogiera sin problemas. Cuando lo tuve en brazos lo apoyé en ellos de tal manera que siguiese tumbado y le acaricié con cuidado, a lo que el animal respondió enroscándose —Qué te han hecho… —. Quería ayudarle, pero no tenía ni idea de cómo se cuidaba un Ori. Ni siquiera estaba segura de qué comían, pero no iba a dejarle morir allí. Tendría que pensar algo y no tardar mucho en pensarlo.
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Mensaje por James Adamska Dom Sep 06, 2015 6:31 pm

El semidragón no había notado el tono o forma en la que había dicho sus palabras, por lo mismo se alertó cuando la muchacha le respondió en aquella forma tan tensa. James soltó un suspiro al notar como se había puesto, un tanto molesto consigo mismo por no notar sus propias reacciones. Se estaba poniendo ciertamente de un mal humor, no podía evitarlo, aunque tampoco pudiera saber a ciencia cierta porqué se ponía así, si aquella ciudad le gustaba tanto. Logró poner una sonrisa en su rostro al oír aquello de que no estaban tan desorientados para encontrar donde pasar la noche. Un poco alegre, el semidragon continuó caminando ya más relajado. Lo siguiente igual logró picarle un poco, no es como que le molestara que se lo preguntaran, es más que le dolía en el orgullo admitir algo como aquello, y le costaba que las palabras salieran. James apartó la mirada tan rápido como pudo, manteniendo su mentón en alto con un rostro desanimado, frunciendo un poco el ceño. - Bah, no es nada, es que las alturas a veces me dan poco vértigo, y me suelen entrar mareos, pero nada importante - Musitó a penas audible, intentando que no se le diera mucha importancia a lo que él decía. Esperaba que la contraria no aprovechara aquello para burlarse, para asusatarle, o demás cosas. Pero por otro lado, sabía que el ya le había molestado bastante, y que seguro ella no dejaría pasar esa oportunidad para devolverle lo sufrido.

Sin embargo, para esos momentos llegaban al otro lado del puente, y algo llamó la atención de la muchacha, evitando que en el momento diera mucha importancia a que el semidragón había respondido. James se mantuvo a distancia de aquellas jaulas, las criaturas dentro no le llamaba la atención para nada, eran unos animales bastante pequeños y ninguno parecía tener un rostro muy amigable, sabía que aquella no era la forma mas honesta para ganarse la vida, pero James no solía juzgar la moral del resto, lo único que el podía diferenciar en las personas era si estas eran fuertes o débiles, y eso era lo único que le importaba la mayor parte del tiempo. La advertencia de un tipo cercano alertó al semidragón, que no dudo en mirarle con el ceño fruncido, aunque sin mucho interés, al notar lo delgado que era el mismo y que aparentemente no era muy fuerte. James no estaba cerca de las jaulas, estaba claro que iba para Atenea, pero la muchacha no parecía tener intenciones de apartarse, el semidragón alzó una ceja algo extrañado al ver como el tipo furioso parecía ir a por ella, sabía bien que Atenía podía defenderse de una forma u otra, así que mientras solo fuera el tipo ese no habría razones para interferir.

Cuando el pelirrojo vio como el tipo recibió los golpes de la patineta no puedo evitar reírse en carcajadas, recobrando el animo en un segundo, tomándose el estomago con una mano mientras continuaba riéndose descaradamente del tipo que ahora se encontraba tirado en el suelo. Pocas veces había visto a Atenea enojada con otros, uno de esos era el empleador que les envió por los minerales, pero nunca se había pasado lo suficiente para dejar a un tipo en el suelo de esa forma tan repentina. James sabía que no era momento para decir algo a la muchacha, así que cuando pudo recobrar la compostura se acercó a ella con una gran sonrisa en el rostro, con bastante animo tras haber visto aquel encuentro. - No le haz dado ni tiempo a saber quien lo golpeaba, bien echo, es en estos momentos en los que si puedo creerme que fuiste una cazarecompensas antes de ser Rubinus  - Comentó el pelirrojo terminando entre risas, ya casi estaba por empezar de nuevo con las carcajadas cuando vio aquella criatura extraña que la muchacha había sacado de la jaula.

Extrañado James se calló y comenzó a mirar la criatura, esa cosa que parecía blanda como una babosa, y desprendía una débil luz de su cuerpo, con extrañas orejas y cola, que a pesar de todo parecía estar a gusto entre los brazos de la muchacha. - ¿Pero que es esta cosa?- Susurró el pelirrojo algo confuso, mas para si mismo que para que le respondieran. Nunca había visto uno, había visto cosas parecidas, pero nunca uno como ese, tenía algunos conceptos de la criaturas que se encontraban en estado salvaje, pero aquel era el primero encuentro cercano que el semidragón tenía con una de esas cosas. Tenía algo de duda sobre si pudiera acercar su mano para tomar a aquella cosa, pero ciertamente desistió y se sacó ese pensamiento de la cabeza cuando notó como el tipo en el suelo parecía tener intenciones de ponerse de pie. - Sabes, es mejor si lo tienes tu por un tiempo, no se le ve bien, no creo que en entorno salvaje dure mucho de esa forma, además no se asusta de ti, como si estuviera domesticado - Comentó el pelirojo a la muchacha, dejando un poco de espacio, apartándoce de ella y la criatura.

El felino sobre su hombro soltó un maullido, sin quitarle la vista de encima a la criatura aquella que desprendía esa luz. El hombre en el suelo a penas se movía, había recibido un par de golpes buenos, y aunque quisiera ponerse de pie, seguro tardaría un rato en poder lograrlo. - ¿Quieres mas problemas con este tipo o quieres hacer algo por esta cosa? - Consultó el semidragon hacia la contraria, cruzándose de brazos, esperando una respuesta, pues a el no le molestaba para nada esperar a que el hombre se levantara para que ella vuelva a golpearle, quizás en busca de soltar algo de estrés. En cuanto al Ori, James no sabía mucho de esas cosas, bien había cuidado del felino todo este tiempo, pero se podía decir que Ocelot se cuidaba solo, e incluso a veces conseguí comida para James, así que el semidragón poco y  nada sabía sobre los problemas que podría estar cruzando aquella criatura.
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Mensaje por Invitado Lun Sep 07, 2015 4:59 pm

Aquella pequeña bola peluda no paraba de temblar en mis brazos. No entendía cómo algo tan pequeño, ya que estaba segura de que de poner las manos juntas cabría entre mis dos palmas, podía temblar tanto. Parecía tranquilizarle de alguna forma que le acariciase con el dedo índice desde la cabeza hasta la cola, la cual tenía enroscada a un lado del cuerpo, pero aun así seguía temblando. Levanté la vista cuando escuché a James reírse de esa manera y me giré para poder tenerle de frente. Fruncí un poco el ceño, pero no por enfado, más bien a modo de sarcasmo y gracia —Me alegra divertirte. Además, te lo dije, igual hasta te puedo de llegar a pelear sin poderes —. Sonreí con cierta superioridad, intentando picarle de alguna forma. Ni yo estaba segura de poder ganarle, pero no diría lo contrario, a poder ser, nunca.

Al momento en el que hizo aquel comentario sobre la cría de Ori volví a mirar de nuevo al peludo que llevaba encima y no pude evitar preocuparme por él. Era tan pequeño que me daba pena verle así. Asentí ante la idea de quedármelo durante un tiempo, después de todo el pelirrojo tenía razón, no creía que pudiese sobrevivir él solo por ahí, sobre todo estando tan lejos de su hogar. Lo poco que sabía de los Ori es que cuidaban del bosque donde vivían y podían serte incluso de ayuda si te perdías, además de sus poderes curativos. Pero nunca había visto una cría, ni tampoco uno que estuviese así, aunque podía imaginarme el por qué lo estaba. Miré con algo de desprecio al tipo que seguía en el suelo cuando el semidragón comentó lo de tener más problemas con él —No. Mejor sigamos. Quiero llegar ya a ese sitio para descansar —. Acto seguido volví a caminar en la dirección que habíamos llevado anteriormente, sin prestar atención a ese tío. Esperaba no volver a encontrármelo más la verdad.

Me pasé el resto del camino intentando examinar al Ori para ver si tenía alguna herida, pero no parecía tener nada similar. Lo que si le encontré fue una especie de cadena alrededor del cuello que no le había visto por estar tan enroscado en sí mismo —Me apuesto lo que sea a que ese cabrón lo explotaba para curar las heridas de los animales que cogía, o igual comercializaba con ello. No entiendo cómo puede haber gente que haga eso y encima sean unos cobardes. Todo eran crías —. Estaba bastante cabreada y tenía que distraerme con algo, sobre todo si pretendía que no nos tomasen por gente peligrosa en el sitio donde nos hospedaríamos. Mi cara de cabreo era más bien de hacer pocos amigos. Respiré hondo e intenté pensar en otra cosa. Pocos minutos después ya estábamos a las puertas del lugar que me habían indicado.

Las puertas parecían como los demás edificios, pero esta estaba quizás algo más decorada que las demás y había varios carteles que indicaban que allí había habitaciones disponibles para quien las necesitase. No pude evitar reírme un poco ante aquello. Para quien las necesite, claro, siempre y cuando tenga dinero para pagarlas. No me paré demasiado antes de entrar, aunque sí que tuve que pararme una vez dentro. Era bastante sorprendente. Desde fuera no parecía en absoluto lo que era por dentro: toda la decoración era en madera tallada y pintada de diferentes colores, había flores por casi todas partes y en cierta manera era un lugar agradable. Aunque tantas flores no eran precisamente de mi agrado, pero no podía pedirse todo en la vida. Metí al Ori con sumo cuidado dentro del kimono para taparlo y que no lo viesen (suerte para mí que su luz ahora mismo era mínima) mientras me acercaba al mostrador para pedir las habitaciones.

La mujer que había atendiendo tuvo que ausentarse y yo aproveché para girarme, apoyando uno de los brazos en el mostrador y poniéndome delante de James para que no pudiese esquivar la pregunta —Así que, vértigo. Es algo raro teniendo en cuenta que eres un semidragón —. No pude evitar sonreír de lado algo divertida —. No. No se me ha olvidado. Pero tranquilo que solo quiero saber si es desde que naciste o por algo que te pasase. Lo de las cuevas y las arañas lo entiendo, pero ¿vértigo? ¿Te caíste de algún sitio alto alguna vez o algo así? —. La verdad es que era muy curioso. Se supone que volaba, ¿cómo podía hacerlo si tenía vértigo? Cuando ya pensaba que empezaba a entender a aquel pelirrojo volvía a sorprenderme con otra cosa más. En cierta manera igual por eso seguía viajando con él. Eso de aburrirnos no parecía entrar en nuestro vocabulario últimamente.
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Mensaje por James Adamska Vie Sep 18, 2015 1:55 pm

El pelirrojo semidragón caminaba a un lado de la muchacha, de re ojo echaba una mirada a la criatura entre los brazos de la misma, un tanto curioso por saber lo que era. Guardando silencio, el joven dejaba al felino posarse sobre su hombro, caminando sin problemas ignorando completamente la altura, pues ahora su mente estaba en otra cosa. James oyó el comentario de Atenea, decidió solo cerrar la boca, sabiendo que no coincidía del todo, pues el semidragón no del todo moral, y no le interesaba para nada el que las personas fueran buenas o malas con sus acciones. - Si, todo un cobarde y debilucho - Musitó por lo bajo, rápidamente, intentando evitar hablar de más. Con la misma calma se mantuvo el resto del camino hasta llegar a aquel lugar, que al igual que el resto, estaba compuesto mayormente de madera.

James se mantuvo quieto poco después de pasar por la puerta, Ocelot rápidamente se oculto entre las ropas de su dueño, el semidragón continuó observando el interior, demasiados colores para se gusto, un verdadero decorado en el lugar, que para el simplemente sobraba en su totalidad. Se distrajo por un momento y vio a Atenea caminar hacia la mujer que atendía para pedir las habitaciones, así que el pelirrojo no tardó en seguirla. La siguiente pregunta le hizo fruncir un poco el ceño, el pelirrojo apartó un poco la mirada y se cruzó de brazos mientras suspiraba un tanto resignado. Nada de gracia le hacía al semidragón tener que mostrar alguna de sus debilidades, que si bien estaba consiente de las mismas nunca las admitía, le era duro desde su orgullo el hablar sobre esas cosas, pero no era la primera vez que lo hacía con Atenea, así que fue de alguna forma más fácil. - Si, Vértigo, lo tengo desde que puedo recordar, nunca me han agradado completamente las alturas - Musitó el orgulloso semidragón un tanto gruñon, como quien no quiere hablar sobre ello, peor poco a poco comenzó a aflojar. - Claro que puedo volar con mis alas, pero tengo la confianza de que se como hacerlo, el resto de puentes y cosas se ven tan inseguras que me dan la sensación de que no podrán resistirme - Agregó para volver a suspirar y finalmente poder volver a poner su mirada sobre Atenea.

Rápidamente el humor del pelirrojo había cambiado, estaba intranquilo y algo inseguro por la criatura que habían recogido, sin saber con exactitud lo que la misma era. James estaba por preguntar a Atenea por aquello, pero entonces la mujer volvió con un par de llaves, entregando una cada uno para que pudiéramos entrar a las habitaciones. - Perfecto, un descanso - Susurró apenas el pelirrojo, pues prefería no ser oído, no me estaba realmente cansado, pero un buen descanso nunca era una mala idea. Guardando su llave en su bolsillo comenzó a caminar hacia aquel lugar que conducía hacia las habitaciones, quizás no era demasiado tarde, pero James tampoco tenía mucha intención de dar vueltas por la ciudad colgante, al menos no ahora.

Ya alejados del mostrador, y de la mujer que atendía, James miró a Atenea y se dispuso a consultar sobre aquella criatura. El semidragón rara vez estaba curioso, y pocas veces se dignaba a preguntar, pero ahora ni siquiera lo pensó demasiado y habló. - Y esa cosa, tiene alguna magia curativa o algo de eso ¿No? - Consultó, pues poco sabía de aquel ser que la muchacha ocultaba en sus ropas.
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Mensaje por Invitado Miér Sep 30, 2015 5:08 pm

Le escuché, quedándome pensativa durante unos pocos segundos mientras le miraba —Igual es algo tonto y que ya te han dicho antes, pero me arriesgaré —. Tuve que dejar un momento la pregunta para después al escuchar cómo la mujer volvía dentro del mostrador y me giré al tiempo que ella alargó sus blancos brazos para darnos una llave a cada uno. Le sonreí un poco cuando la cogí y empecé a caminar junto al semidragón mientras jugueteaba con el llavero, dándole vueltas y tirándolo hacia arriba para cogerlo en el aire —. Si tienes confianza en tus alas no creo que debas temer de más a las alturas o a lugares altos. Lo digo porque puedes sacarlas cuando quieras en caso de caer. Sé que es un gasto de energía, pero después de ver lo bien que te las apañaste en el bosque dudo que te cueste enseñar tus alas en caso de un peligro como ese.

Sonreí conforme nos acercábamos al pasillo de las habitaciones y negué con la cabeza —Es gracioso. Me da la sensación de que, a pesar de intentar parecer la persona más fuerte del planeta, muchas veces te infravaloras demasiado. O simplemente sean imaginaciones mías por el cansancio —. Bromeé un poco antes de mirar las puertas que comenzaban a aparecer a los lados, esperando que alguna coincidiese con el símbolo que tenía mi llavero. La bola de pelo que tenía dentro de la ropa se movió y no pude evitar frenar un momento y encogerme. Puede que uno de mis mayores puntos débiles fuera precisamente lo que acababa de descubrir esa cosa blanca: tener cosquillas. Intenté no reírme ni hacer ningún movimiento delatador mientras tosía un poco y seguía hacia delante.

Volví la vista al pelirrojo cuando me preguntó por el bichito y asentí mientras lo sacaba con cuidado, una vez comprobé que no había nadie a la vista que me dijese que no se aceptaban animales allí. Lo levanté, cogiéndolo bajo las patas delanteras, para colocarlo a la altura de mi cara y mirarlo. Esa cosa pequeña y peluda entreabrió sus enormes ojos azul oscuros para mirarme justo antes de volver a cerrarlos y seguir roncando —Sí. Los Ori son bastante activos por lo general. Se supone que son muy sociables y ayudan a los viajeros que van por los lugares donde ellos viven. Mucha gente cuenta que si tienes alguna herida van en tu busca sin pensarlo demasiado. Por eso es raro que este esté tan cansado y no haga más que dormir. De ahí que piense que ese hombre explotó su magia hasta dejarle así —. Negué con la cabeza al tiempo que suspiraba y volvía a ponerlo sobre uno de mis brazos para poder seguir buscando la puerta.

Cuando di con ella paré justo en frente e introduje la llave —Espero que huela mejor que la del otro día —. Reí un poco por lo bajo justo antes de entrar y encender el interruptor de la luz, dejando al descubierto una habitación bastante diferente a la anterior en la que había estado durmiendo. Esta no tenía el suelo pegajoso ni había signos de bichos malolientes por ninguna parte. Más bien era justo como estar dentro de un enorme tronco (posiblemente porque así era): en el centro había una cama grande y redonda con una colcha marrón, dos mesitas de noche a cada lado y un escritorio en frente, todo de madera. El baño era más de lo mismo, no demasiado a destacar, pero olía bien. Al fondo del todo había una enorme ventana que indicaba tener un balcón, así que no me lo pensé mucho y fui hacia ella, dejando antes al Ori sobre la cama.

Fue abrir la ventana y una enorme bocanada de aire entró, haciendo que mi pelo fuese hacia atrás por la ráfaga para volver a su lugar pocos segundos después —Vaya… Creo que mejor no salgas aquí si tu habitación tiene balcón, mini dragón —. Bromeé mientras entraba del todo y me asomaba por la barandilla. Lo cierto es que yo, no teniendo vértigo, me daba respeto mirar por ahí a él ni lo imaginaba. Volví a entrar al poco tiempo y me acerqué hasta la cama para arrodillarme en el suelo y quedar a la altura del Ori y mirarlo, justo antes de empezar a darle con el dedo —Deja de dormir… Vago… Quiero ver si estás bien —. Lo moví un poco para revisar si tenía heridas pero no vi nada fuera de lo normal, así que no me quedó otra que respirar hondo y levantarme —. Creo que hoy merecemos una buena cena. ¿Te apuntas? —. Pregunté al pelirrojo mientras me acercaba hasta una de las mesas para coger el teléfono. Tenía hambre, pero no ganas de ver a nadie, así que me aprovecharía del servicio de habitaciones ya que había.
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Mensaje por James Adamska Vie Oct 02, 2015 5:16 pm

El semidragón guardaba silencio para poder oír todo lo que la muchacha decía, no abría la boca pues el pelirrojo en verdad tenía curiosidad por esa criatura peluda,  y con bastante entusiasmo escuchaba lo que Atenea contaba. Esto no le duró demasiado, pues al oír lo que la criatura podía hacer comenzó a perder el interese en ella. James se esperaba que la misma fuese capaz de expulsar rayos por los ojos, crecer 30 metros, o invocar una energía celestial que destruyera todo lo que alcanzara. Pero no, la adorable bola de pelos solo era eso, una adorable bola de pelos sin utilidad, la única gracia que tenía era poder brillar, y aquel justamente parecía incapaz de hacerlo como Atenea describía.

El pelirrojo había perdido todo interés en aquel ser, tanto así que desvió su mirada y dejó de prestar atención incluso cuando la muchacha seguí hablando, ahora su mente se concentraba un tanto en aquello que le habían dicho. Tenía claro que su vértigo era una debilidad, y que admitirle lo dolía a su orgullo, tanto así que prefería ignorar la existencia del mismo. Tal vez debería entrenar más, pero se negaba a considerarse débil a sí mismo, aun siendo orgullo y obstinado, James conocía todas sus debilidades, y tenía claro que aquellas lo eran, pero estaba seguro de que cualquier otra persona tendría miedos, o alguna debilidad mayor a las de él, pues él era el más fuerte de este mundo y se esforzaba en demostrarlo.

Por momentos dudaba de si contarle a Atenea la verdad sobre porque temía, el que no podía hacer uso de sus alas todo el tiempo, pero aquello era otra debilidad, y no confiaba en que podría contarle a la muchacha aquello sin que ella se burlara, o le volviera a tomar como un engreído egocéntrico, incapaz de sustentar sus propias palabras.
Finalmente su atención fue llamada por el abrir de la puerta de la muchacha, se detuvo y claramente le dio el espacio para que ella ingresara primero, y algo curioso entrar el tras ella, para echar un vistazo a qué clase de lugar se trataba. Como era de esperarse, solo era madera, o al menos eso era para la vista de pelirrojo, solo madera de árbol viejo que intentaba adornar una amplia habitación, que para su interés, solo ganaba puntos por tener una cama aparentemente cómoda. Mientras él se detenía en la entrada para observar, su felino escapó de las ropas y se adentró en el lugar curioso. James se dio la vuelta para cerrar la puerta tras de sí, y soltó un suspiro sin que se le viera, estaba aliviado de lo limpio del lugar, pues posiblemente esta vez no encontraría una araña por la mañana.

Vio cómo Atenea salía hacia el balcón, y aprovechó para caminar hacia adentro y mirar un poco más de la habitación, hasta que la corriente de aire y el comentario de la muchacha le hicieron reír. – Gracias por el consejo, mejor me quedo en este extremo – Musitó con gracia y buen humor, pues estaba un poco contento al saber que podría tomar un descanso en una cama cómoda, lejos de la cuevas, arañas, y tormentas.

Por su parte se dejó apoyar en la pared de madera, cruzándose los brazos y manteniendo la mirada sobre Ocelot, que parecía inspeccionar el lugar saltando sobre cada lugar de altura que encontraba, hasta que finalmente dio a parar sobre la cama al igual que la bola de pelos blancos. El siguiente comentario si le gustó, el semidragón mostró una amplia sonrisa en poco tiempo y con emoción se acercó a la muchacha. – ¡Eso sí que sería bueno! Algo de carne asada… - Comentó James, a lo que el felino se paró a su lado y comenzó con su maullido, a lo que el semidragón le dedicó una mirada y se cruzó de brazos. – Si, si, te compartiré de mi parte – Musitó James como si aquello fuera una molestia, aunque en verdad nunca le había molestado tener que alimentarle.

Ante aquello, Ocelot saltó hasta el hombro del pelirrojo, colocándose allí y soltando un bostezo en el que dejó ver todos sus dientes. James usó su mano contraria para hacer al felino unas caricias bajo la barbilla mientras reía un poco. – Pero si tú no has hecho nada, no sé cómo te cansas tanto – Musitó de buen humor entre unas risas, pues el solo hecho de pensar que iban a comer algo rico después de tanto viaje la alegraba el alma al semidragón.
James Adamska
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 03, 2015 7:14 am


En cuanto me respondió sonreí al ver la emoción con la que se había tomado el comer algo bueno después de un tiempo. Era gracioso en cierto modo, aunque la verdad es que yo también estaba algo emocionada por eso. Después de la semana que llevábamos sería une muy buena recompensa. Cuando terminé de ordenar la cena colgué el teléfono y me quedé un momento mirándolo, pensativa, justo antes de moverme de nuevo para sentarme en una esquina de la cama para acariciar a la bola de pelo vaga que seguía durmiendo sobre el mullido colchón —Aún no entiendo por qué hemos tenido tanta mala suerte estos días. Realmente hacía tiempo que no me pasaban tantas cosas seguidas, ha sido… Raro… Divertido, pero raro —. Sonreí un poco al recordar un par de cosas que sí que habían estado bien.

No tardaron casi ni quince minutos en tocar a la puerta —Vaya, eso sí fue rapidez —. Me levanté para ir a abrir la puerta y dejar pasar al empleado que traía las cosas. Aproveché para quedarme en el dintel de la puerta y mirar el amplio pasillo, que realmente era una enorme curva interminable llena de puertas. Pude ver a varias personas andar por allí, saliendo y entrando en diferentes lugares. Obviamente extranjeros del lugar. Se notaba sobre todo en las ropas que llevaban y en los diferentes físicos: en su mayoría gente que parecía tener dinero, con buenos trajes ellos y buenos vestidos ellas. Era un poco deprimente la verdad. No pude evitar mirarme un momento y ver qué destacaría bastante de ponerme junto a alguno de ellos. Eso me hizo bastante gracia y sonreí justo antes de que el empleado saliese justo por delante de mí, haciéndome volver a la actualidad de golpe. Cuando me giré para cerrar la puerta me detuve al ver cómo alguien me estaba mirando fijamente. Fruncí el ceño, intentando que desviase la vista y dándole a entender que me había dado cuenta, pero al parecer el chico no tenía la misma intención. No sabía por qué pero un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Más aun cuando apareció junto a él una chica de, supuse, su misma edad. No tardé mucho más en cerrar la puerta.

Me mantuve por un momento con la mano sobre el pomo y mirando al suelo. ¿Qué narices había sido eso? Ni siquiera recordaba conocerles de nada, además no parecía que fuesen precisamente de un estatus social bajo y yo no me había juntado nunca con gente así. Decidí intentar no darle mayor importancia y volví al lugar donde estaba la comida, una mesa en medio de la estancia de madera, cómo no. No vi ninguna silla por allí aparte de aquel sillón, así que cogí un trozo de carne y me senté de nuevo en la cama —Por fin algo que no es caldo… —. Solo con el olor mis tripas ya rugían pidiendo más. Desde luego aquello sí que podía llamarlo cena, no como las otras veces. En cuanto pude probarlo me convencí aún más de que habíamos hecho lo correcto en meternos en aquel sitio. Estaba de muerte.

Cogí un trozo pequeño de aquello y lo puse junto al pequeño Ori para ver si comía o se despertaba con el olor. Lo cierto es que no tenía ni puñetera idea de qué es lo que comían los Ori, pero supongo que terminaría por averiguarlo tarde o temprano. Decidí dejar que esa bola despertase cuando le viniese en gana y seguí comiendo, saciando el apetito poco a poco. No me encontraba cansada y el brazo ya apenas me dolía así que tendría que buscar algo que hacer. No sabía cómo era el estado de James, pero lo cierto es que no le veía demasiado cansado —Ey. Llevas desde que nos conocimos diciendo que si eres el hombre más fuerte del mundo y que si nadie te puede vencer… Pero realmente no sé si creérmelo del todo o no —. No pude evitar sonreír ante el claro ataque que sabía que le estaba lanzando. No se lo dije para enfadarle, pero era cierto que mucho alardeaba pero poco demostraba —. ¿Crees que “el hombre más fuerte del mundo” podría conmigo? Porque yo empecé a dudarlo en el momento en el que vi tu cara en aquella cueva —. Vale sí, eso había sido un golpe bajo, lo reconozco, pero estaba a huevo y bien sabe el cielo que no desaprovecharía una oportunidad como aquella para poder picar al pelirrojo. Después de todo ya hacía tiempo que no habíamos tenido algo de diversión y eso no pintaba mal del todo. Total, tampoco teníamos nada mejor que hacer.
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Mensaje por James Adamska Sáb Oct 03, 2015 1:08 pm

El pelirrojo se había quedado callado y de buen humor, esperando la comida bastante emocionado, una plácida sonrisa se colocaba en su rostro mientras se dedicaba a mantener la mirada sobre el suelo imaginándose a todo detalle aquella carne que le encantaría saborear. En llegar la comida se tardó menos de lo que el semidragón esperaba, y rápidamente se puso contento al ver aquella carne ingresar a la habitación. James se sentó sobre la cama y tomó un trozo de la comida para acercárselo al felino sobre su hombro, una vez echo eso, tomó algo para él y se lo llevó a la boca para saborearlo de buena manera.

Estaba tan concentrado en la rica comida, que no había siquiera notado como la muchacha se había pasado tanto tiempo en la puerta. No era que le ignorara, si no que su cerebro no podía pensar en tantas cosas al mismo tiempo, sin mencionar que el rico aroma de la comida le impedía volver su atención a otro lado.

Pero algo le sacó de su perfecto ritual de alimentación, las palabras de la muchacha llegaron a sus oídos y provocaron un ceño fruncido mientras tragaba aquello que llevaba en su boca. De pronto todo sabor se le hizo amargo, y se llenó de enojo ante los comentarios bromistas de la mujer. Una vena en su frente se hizo ver, junto un gruñido por lo bajo que soltaba mientras le escuchaba terminar de hablar.

El semidragón, con el ceño fruncido, se levantó bruscamente, haciendo que el felino sobre su oro bajara de un salto algo asustado, apretando los puños y amenazando con una mirada enojada a la muchacha musitó. – ¿Acaso estás insistiendo para que te de una paliza? – James no tardó en rodear sus puños con fuego algo descontrolado, claramente por el enojo que comenzaba a recorrerle el cuerpo. – ¿Quieres terminar como un criminal cualquiera?- Alzó la voz ahora dejándose llevar un tanto más por sus emociones mientras apretaba los dientes. – Te lo advierto, esta vez no me dignaré a curarte si sales lastimada de verdad – Agregó ahora, un tanto más tranquilo, dejando ver una sonrisa soberbia en su rostro.

Comenzaba a agradarle la idea, tener un combate contra la muchacha, por fin podría demostrarle lo fuerte que era y evitar que vuelva a burlarse otra vez de su persona. El fuego en las manos del semidragón calmó su descontrol, volviéndose unas llamas mansas que se movían con tranquilidad aun siendo bastante ardientes. James no pudo evitar reír un poco, quizás tomando el punto de vista de la muchacha, viéndole la gracia a sus comentarios.

El semidragón alzó la mirada con una sonrisa, apagando las llamas de sus manos, comenzó a sentirse ansioso por una batalla con aquella muchacha, pues últimamente había demostrado no ser tan inútil, seguro lograba divertirse enseñándole como luchar. – Oye, no me haré cargo si la ciudad vuelve a salir incendiada, después de todo eres tu quien me está  invitando a una pelea – Musitó con ciertos aires orgullosos y despreocupados, comenzando a caminar por el lugar.
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Mensaje por Invitado Sáb Oct 03, 2015 7:56 pm

Seguí comiendo hasta que de pronto se le cambió la cara y no pude hacer otra cosa que parar para mirarle. Me quedé completamente quieta y abrí los ojos ligeramente cuando le vi encenderse las manos. ¿Lo estaba diciendo en serio? Por un momento se me aceleró el corazón y casi estuve a punto de congelar la colcha de la cama, hasta que el muy imbécil decidió volver a ser bipolar y estar bien de nuevo. Fruncí el ceño bastante cabreada y le di un manotazo en el hombro con bastante fuerza —No vuelvas a hacer eso. Me has asustado. Y claro que te estoy insistiendo para pelear, pero no para que nos matemos. Simplemente quiero ver de qué eres capaz, a poder ser sin que nos rompamos nada mutuamente —. Volví a coger otro trozo de carne para darle un mordisco y respirar hondo, intentando tranquilizarme.

Por un momento había pensado que le había cabreado y que me quemaría allí mismo y terminaría ardiendo todo. A veces no tenía medida. Con el tiempo que llevábamos hablando pensé que sería capaz de reaccionar mejor ante cosas así, no como lo había hecho, aunque después se relajase. Me levanté para ir hasta el balcón y salir fuera, buscando desde las alturas por si había algún lugar seguro donde el pelirrojo no terminase por derribar la mitad de las casas que había allí y nos dejase sin un lugar donde poder dormir tranquilos esa noche. Cuando vi un pequeño claro no muy lejos de allí pero lo suficiente como para que su fuego no la liase demasiado volví a entrar en la habitación. Me acerqué a la cama para echar un vistazo al pequeño Ori justo antes de pasar por el lado del semidragón y llegar hasta la puerta.

Te ha encantado la idea, reconócelo. Llevas deseando darme una paliza desde que te eché del templo —. Volvía a estar lo suficientemente tranquila y animada como para volver a bromear con él, al menos hasta que le volviese esa estúpida bipolaridad que tenía y volviese a asustarme de nuevo haciéndome pensar que le había molestado de más con algún comentario. Abrí la puerta y salí sin siquiera mirar, dándome de lleno contra alguien, rebotando y dándome de nuevo contra James —Joder. Perdón —. Miré hacia arriba para comprobar lo que me temía: era el mismo chaval de antes. Me puse seria de pronto, puede que hasta un poco pálida, y desvié la mirada en cuanto pude para empezar a andar en dirección contraria, hacia la salida. Seguía sin saber quién era ese tipo pero no me gustaba. No me gustaba en absoluto.

Cuando por fin estuvimos fuera intenté concentrarme en la labor que teníamos entre manos en ese momento, así que busqué un lugar por el que se pudiese bajar de aquellos árboles. Me acerqué hasta una de aquellas escaleras y comencé a bajarlas, a sabiendas de que James probablemente tardaría más que yo en hacerlo, o eso pensaba al menos. Después de unos minutos, y a un metro más o menos del suelo, simplemente me cansé de bajar y me dejé caer de un salto. Esperé apenas un poco justo antes de comenzar a caminar hacia aquel enorme claro que había visto a un lado del bosque. Era simplemente eso: una especie de mini llanura en medio de aquellos enormes árboles con alguna que otra roca de por medio. La única luz que había en ese momento era la que nos echaba la luna, pero era suficiente como para poder vernos el uno al otro más o menos bien aunque nos alejásemos unos metros. Me adentré en el claro y me di la vuelta para quedarme de frente al pelirrojo —De acuerdo. Vamos allá. A ver de lo que eres capaz, dragón de plástico.
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Mensaje por James Adamska Sáb Oct 03, 2015 11:05 pm

Lo primero que hizo James al oír a Atenea fue cruzarse de brazos y alzar una ceja, con aires sobradores mostró una sonrisa, bastante divertido al saber que la muchacha podía temer a sus llamas. Por error de Atenea había logrado subirle el ego al pelirrojo por unos momentos, aunque entendió que debía ponerse límites, estaba emocionado por poder luchar con ella. De repente, se le había cerrado el estómago, no podía pensar en comer al saber que tendría una batalla tan pronto, y aún menos sabiendo que se mediría contra Atenea. Ya había demostrado muchas veces ser capaz de sacarle de sus casillas, y ella capaz de hacérselo a él, pero por ahora no había encontrado una potente amenaza en las fuerzas de la muchacha, y aunque pudiera sentirse confiado para el encuentro, sabía que no podría usar todas sus fuerzas si la muchacha no quería en verdad salir lastimada. – Bien, si tanto miedo tienes lucharé con cuidado de no dañarte entera – Musitó James bromeando, con una sonrisa orgullosa, mientras le veía asomarse en el balcón.

Cuando la muchacha volvió hacia él no puedo evitar volver a reír con ese comentario, en verdad se estaba divirtiendo, era entretenido volver a tener ese tipo de peleas,  y por razones que no podría explicar su orgullo no se estaba sintiendo herido, quizás por tener la confianza para ganarle en aquel encuentro, y no solo eso, quizás divertirse con burlas y humillarle un poco. – Ya claro, como si a ti no se te hubiera pasado la idea por la cabeza – Comentó para luego seguirle hacia afuera, dejando al felino dentro, pues seguro el mismo estaría mejor allí que siguiéndole a una batalla.

Cuando al intentar salir por la puerta vio a aquel tipo, no pudo evitar echarle una mirada molesta frunciendo el ceño como haría con cualquiera, sin embargo, sin saber por qué algo en aquel tipo resultó escalofriante para el pelirrojo a tal punto que desvió la mirada y siguió caminando tras la muchacha sin siquiera soltando una palabra, solo chasqueando la lengua.

El pelirrojo decidió no pensar mucho más en eso e ignorarle por las ganas que tenía de combatir con Atenea, y le siguió fuera donde la luz de la noche iluminaba la ciudad colgante. Al llegar donde la escalera para bajar, tuvo que detenerse y mirar la altura, gran error, se estremeció un escalofrió recorrió su espalda, dudando por unos momento si bajar. Pero al ver como Atenea bajaba sin descanso, se sintió algo humillado, y frunció el ceño para tragar saliva y comenzar a bajar aún algo asustado.

Cuando finalmente sintió el alivio de tener los pies sobre la tierra, el pelirrojo volteó para buscar a Atenea y poder seguirle el paso, como era de esperarse, esta le había sacado gran ventaja y James tuvo que apretar el paso para poder seguir hasta donde ella marcaría la batalla.

Una vez en aquel claro, el pelirrojo incapaz de borrar su sonrisa, alzó la vista para ver al brillante cielo de la noche, emocionado y listo para la batalla sacudió un poco sus ropas, para luego dedicarle una mirada a la muchacha. – Comenzaré leve Atenea, pero si me haces enojar, te prometo que no voy a esforzarme en contenerme – Musitó bastante tranquilo, apretando los puños para que aquellas llamas tan naturales le rodearan las manos.

Con el fuego sobre sus manos, el semidragón no hizo a la contraria esperar, rápidamente se afirmó al suelo y se giró en su dirección lanzando unas bolas de fuego en su dirección, tres para ser exactos, las cuales ardían mientras atravesaban el aire desplazándose hacia la muchacha. ¿Había dicho que iba a ser leve? Pues mentía, no era capaz de medir sus fuerzas menos cuando no quería perder, había comenzado rápido lanzando aquellas llamas. Y si eso no bastaba, sus puños volvieron a envolverse en llamas, pero esta vez esas llamas se consumieron a sí mismas, dejando ver escamas sobre la piel del muchacho y unas garras afiladas donde sus manos.

Con sus dragoneas extremidades fuera, el pelirrojo comenzó a avanzar tras sus bolas de fuego, en dirección a la muchacha. Con la sonrisa sobre su rostro, y la emoción de una batalla recorriéndole las venas, creí que Atenea sería lo suficiente ágil para esquivar o bloquear el fuego, claro farol, para luego llegar con sus garras. Y en caso de que no lo hiciera, por qué no atacarle dos veces seguidas, quemando su cuerpo y luego causando leves heridas con el filo de aquellas garras.

- ¡Atenea! ¡Si te quemas no me eches la culpa!- Volvió a advertir sin detenerse, quizás buscando distraer a la muchacha, o intimidarle antes de comenzar completamente la batalla, o lo más propale de todo, su personalidad no le permitía quedarse callado durante una batalla, necesitaba presumir y poner su ego por sobre las nubes, de lo contrario no tendría emoción alguna.
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