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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Para poder esquivar las tres bolas tuve que agacharme, por lo que me quedé cerca del suelo para tenerlo como mi aliado. Lo malo eran las luces de las llamas: las había tenido tan cerca que me cegaron por un momento y casi no tuve tiempo de reaccionar cuando el semidragón casi estaba sobre mí. Solo tuve tiempo de levantarme, pisar algo fuerte para crear un círculo de hielo a mi alrededor con la esperanza de que James perdiese estabilidad al acercarse, y bloquear los golpes que quería darme con mis propias manos. No voy a negar que tenía bastante fuerza, eso era evidente, y sentía los golpes como si me estuviese golpeando una piedra, pero no pensaba achantarme solo por esa nimiedad.
Sentí un pinchazo en el brazo y fue entonces cuando recordé que tenía un corte bastante feo en él. Un poco tarde para recordar eso y no usar ese brazo. No pensaba parar y mucho menos quejarme, así que simplemente aproveché este para usarlo de arma: abrí la palma de la mano en su dirección y le lancé un rayo directamente al estómago. Me sería complicado fallar teniendo en cuenta la posición en la que estábamos, no tenía tan mala puntería como para fallar desde tan cerca, pero lo que no podía controlar era la fuerza con la que había lanzado ese rayo, y tuve la sensación de que no fue la que me hubiese gustado. Tuve que hacer acopio de toda la fuerza que pude para conseguir quitármelo de encima intentando darle una patada —¿Y era yo la que iba a molestarte a ti? Si no te callas al final voy a terminar chamuscándote, dragón de plástico.
Decidí aprovecharme de él para impulsarme hacia atrás y alejarme un segundo, intentando ver si podía usar el brazo para golpearle sin problemas o la herida se había abierto. Por suerte parecía estar bien, lo que hizo que sonriese de forma orgullosa —¿Eso es todo lo que sabes hacer? Qué decepción —. Sabía que no era bueno provocarle, pero él también me estaba provocando a mí y no podía consentirlo. Esta vez fui yo la que se abalanzó sobre él. Puede que no me transformase en nada y no pudiera lanzar hielo, pero no era tan mala como él pensaba en el combate cuerpo a cuerpo y pensaba demostrárselo, así que aprovecharía con todo, tanto con los puños como con las patadas. Después de todo igual sí que sería interesante aquello, a pesar de no saber cómo terminarían. Recibir golpes nunca me había importado y en esos momentos me importó muchísimo menos. Por mucho que me cansase o me doliese no estaba dispuesta a parar sin luchar, y sabía que él tampoco, igual ese sería uno de los principales problemas para terminar aquello.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Su sonrisa se incrementaba aún más, podían decir que era un sádico, un loco, un masoquista, o simplemente demasiado estúpido, pero el adoraba la adrenalina que recorría su sangre en batallas, sobre todo, adoraba ver que sus contrincantes tuvieran esa capacidad para demostrar más de lo esperaba. Grandes desilusiones se llevaba cuando un enemigo era incapaz de dar más de lo esperado, y terminaba siendo derrotado en pocos momentos, solo esperaba que Atenea no se cansara, y pudiera hacer durar esa batalla para llevar al pelirrojo al cansancio.
Esa patada que recibió no le agradó para nada, aunque no le hubiera dañado demasiado, y solo consiguió empujarlo. Con el espacio que obtuvo cuando Atenea se separó, aprovechó para tomar aire, e intentar recuperarse del golpe eléctrico, sabía que era demasiado pronto para que alguno tomara la ventaja, pero intentaba no descuidarse, poniendo la mirada sobre la muchacha en todo momento. – ¿Chamuscarme? Por favor… ¿En serio una rubinus me está amenazando?- Comentó riéndose un poco, le hacía gracia el pensar en aquello, aunque Atenea hubiese sido una cazarecompensas ahora era Rubinus, supuestamente una persona pacifica que piensa en ayudar, cosa que no encuadraba bastante con al menos la parte de ella que ya había conocido.
Estaba claro que buscaba hacer enojar al pelirrojo, pero este estaba sumergido en las emociones de una batalla, ya estaba bastante estimulado, y tendría que hacer mucho más fuerzo si lo que buscaba era borrarle su sonrisas orgullosa en cada momento.
Cuando Atenea se lanzó hacia el dando puñetazos y patadas, James tuvo poco tiempo para evitarlos, por lo que comenzó a retroceder, recibiendo algunos de los primeros en el rostro, pero comenzando a bloquearlos a medida que se acostumbra a divisar estos mientras se movía. Usando sus brazos cubiertos por escamas no le era difícil aguantar los golpes, aún que si sabía que no podía mantener aquello sobre su piel por mucho tiempo más sin forzar su concentración.
Había recibido buenos golpes en el rostro, podía sentir estos y como comenzaba a pesarle la cara, pero eso no borraba su sonrisa, es más, se emocionaba aún mucho más que antes al saber que a distancia corta, debía tener cuidado con los golpes de Atenea. James estaba retrocediendo bastante, y sabía que eso no era bueno, antes de darse cuenta terminaría con la espalda contra un árbol, así que mejor quitársela de encima. – ¡Oye! ¡Cuidado con las llamas!- Alzó la voz de forma imponente, para rodear sus brazos de fuego a la vez que bloqueaba el golpe, haciendo que la muchacha entrara en contacto con las llamas y como era de esperarse se apartara rápidamente de las mismas.
Seguro se había llevado una sorpresa, así que el pelirrojo aprovechó, para no esforzarse de más decidió apagar esas llamas y dejar que las escamas rojas de sus brazos desaparecieran junto con esas garras. Comenzó a tomar la ventaja, siendo esta vez quien avanzaba hacia ella con puños al rostro sin detenerse, sin importar si ella pudiera bloquearlos, seguía con aquello, como un boxeador que llevaba a su enemigo contra las cuerdas. Finalmente dio un salto para apartarse de ella de un momento a otro, tomando aire nuevamente, pero sin detenerse, pues con el movimiento ascendente de su brazo desprendió un trozo mediano de roca, que se mantuvo levitando por unos pocos segundos, para luego ser empujado hacia Atenea. – ¡Ahí te va! ¡Atrápalo! – Anunció el pelirrojo con una sonrisa y cierta malicia, con eso aprovechó para separarse aún más de la contraria buscando su aire.
James se conocía en batallas, sabía de su propio déficit en resistencia, y que no podía permitirse luchas prolongadas sin acabar exhausto, o abusar de sus habilidades por largos periodos, su estilo iba a golpes fuertes, intentar derribar a su enemigo y retroceder en busca de una nueva oportunidad, con algo de suerte, siempre lograba que sus enemigos se cansaran, o que dejaran su guardia abajo, desprevenidos, dando el momento justo para que el semidragón triunfara con uno de sus golpes descontrolados.
Con aquella distancia, James se las arregló para salir del claro alcance de la muchacha, recuperando algo de energías no dejaba de sonreír, para luego abrir su gran bocota mientras le observaba esperando una respuesta. -¿Qué pasa? ¿No puedes seguirme el paso? ¿Te quedan cortas las piernas?- Anunciaba entre risas, divertido por sus propios comentarios, sabiendo lo molesto que podría llegar a ser.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Cuanto más avanzaba yo y más retrocedía él, las esperanzas de terminar venciéndole eran cada vez más claras. Al menos hasta que el señorito decidió que sería buena idea mostrarme que, en lo que a magia se trataba, él tenía mucho más control que yo. Me sentí bien cuando conseguí alcanzarle y darle unos cuantos golpes, pero comenzó a frustrarme cuando se puso a bloquearlos de aquella forma. Era juego sucio que estuviese usando su mitad de dragón para poder encajar mejor los golpes, pero no era cuestión de ponerse quisquillosos con eso, así que tuve que aguantarme las críticas e intentar darle con más fuerza. Por un momento su comentario me distrajo y paré una fracción de segundo justo antes de que encendiese sus brazos. Di un salto hacia atrás, colocando los brazos en cruz frente a mi cara en cuanto sentí el calor.
En cuanto bajé los brazos el pelirrojo no se hizo esperar y empezó a darme golpes que intenté esquivar como pude. Cada vez que recibía uno y no podía bloquearlo no solo me hería la cara. Mi orgullo empezó a encenderse en cuanto me di cuenta de que ahora era yo la que estaba retrocediendo y no estaba dispuesta a que eso pasase. Estaba a punto de lanzarme contra él para volver a golpearle cuando, sin previo aviso, fue él el que se apartó, y no me gustó el absoluto. A pesar de eso, aproveché el momento para coger aire y limpiarme el labio con el puño, ya que había sufrido un pequeño percance con los golpes y podía sentir el sabor de la sangre en la boca. Lo cierto es que teniendo en cuenta la fuerza con la que me había dado lo raro es que solo tuviese algo así.
Miré la roca que tenía levantada y que apenas me dio tiempo para apartarme, así que lo único que pude hacer fue saltar hacia uno de los lados, cayendo al suelo y rodando un momento antes de volver a quedarme allí, con una rodilla aún el suelo. Me tomé aquello como golpes bajos, sobre todo porque él era consciente de mi poco control y a pesar de eso no parecía dejar de lado ninguna de sus habilidades. Casi pude hasta notar cómo me cambiaron los ojos de color por la ira cuando una de mis manos, la que no tenía sobre la rodilla, comenzó a crear de forma rápida un camino congelado que llegó hasta los pies del pelirrojo —No necesito estar cerca para hacerte sufrir, intento de dragón —. Estaba tan mosqueada que incluso mis palabras sonaron mucho más serias y apagadas que de costumbre. No solía permitirme ponerme así en batallas porque sabía que mi descontrol era demasiado, pero James conseguía sacar lo peor de mí.
Cuando sentí cómo el hielo llegaba hasta los pies del semidragón y envolvieron parte de sus zapatos no me lo pensé y descargué todo lo que pude en un rayo. Al tener la ayuda del agua que desprendía mi hielo como conductor esta vez me resultó mucho más fácil aumentar la potencia. Al menos este sí que le iba a picar un poco más de lo que lo había hecho el otro. Aprovechando que parecía gustarle el jugar con piedras decidí avanzar poco a poco, cogiendo todas las rocas que iba encontrando por el camino y congelándolas para usarlas en su contra. Intentaba apuntar alto, por regla general a la cabeza o al pecho, pero me permití el lujo de tirar por lo bajo unas cuantas con la esperanza de dar justo donde más le podía doler. Me adelanté lo suficiente como para poder verle con mayor claridad, pero no avancé más. Ahora mi objetivo no era otro que cansarle. Yo era buena esquivando y a él le encantaba tirarme cosas, así que si ese era su juego no tendría ningún problema en seguirlo. Además de que me costaba mucho más hacerle daño si no era cara a cara y no aguantaría demasiado si lo único que hacía era acercarme tanto como para que él también me propinase golpes como los de antes. Por ahora me contentaría con aquello. Después de todo, siempre podría mojarle como baza para que se estuviese quieto un rato.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
James frunció el ceño e intentó forcejear un poco para soltarse, con su mirada desviada a sus propios píes no estaba observando a la muchacha, fue aquello lo que permitió a la misma conducir aquella descargar por el hielo y el agua del mismo. James solo se enteró de lo que pasaba cuando se cuerpo recibió la electricidad, entumeciéndole las piernas completamente y sacudiendo su cuerpo, por un momento sintió que podría caer, pero logro mantenerse en píe. Había soltado una quejido cuando toda la electricidad llegó a su cuerpo, y su rostro reflejaba el desagrado que le produjo el sentir todo aquello recorrerle el cuerpo. Cuando finalmente alzó la vista en queja hacia la muchacha le pudo ver bastante cerca, con piedras en la mano, a lo que alzó una ceja y sin saber que era lo que ella pensaba intento zafarse del hielo que le congelaba junto al suelo.
Cuando se dio cuenta la muchacha estaba lanzando esas piedras envueltas en hielo, eran más duras que piedras normales, sin mencionar que no le agradaba nada el frio hielo cuando hacía contacto con su piel. Antes de darse cuenta, aquellas rocas estaban siendo lanzadas hacia su persona, claramente le era difícil esquivarles, la mayor parte lograba cubrirlas con sus brazos para evitar que golpearan su rostro, pero sin las escamas reforzándole se estaba llevando unos buenos moretones.
Por alguna razón, notó que algunas piedras eran dirigidas a puntos más bajos, algunas lograron darle en las piernas o puntos bajos a la cintura. James se estaba molestando, le costaba protegerse de aquello, tuvo que hacer un tanto más de fuerza y finalmente pudo separar sus pies del suelo, rompiendo el hielo a pura fuerza bruta dando unos pasos hacia atrás.
Mostró una gran sonrisa, y comenzó a moverse esquivando las rocas que eran lanzadas en su dirección, el pelirrojo había tenido problemas por un momento, si no se hubiera logrado liberarse del hielo seguro que la hubiera pasado peor, pero ahora podía moverse y continuar esquivando las rocas heladas. – ¡Deja de lanzar cosas!- Exclamó el semidragón en una queja, con bastante hipocresía de su parte, pues el ya había lanzado bolas de fuego y piedras hace rato. Cosa que si nos ponemos a pensar ahora, ninguno sabía dónde habían ido a parar esas llamas, así que posiblemente deberían de estar provocando una pequeña fogata no muy lejos de allí.
El pelirrojo llevaba sus brazos dañados, no lo había notado, pero unas pequeñas heridas se le habían abierto ante los golpes de las rocas. Sabía que si seguía bloqueando daños de esa forma terminaría con los brazos entumecidos, dolidos, y posiblemente tendría problemas para mantener la guardia en alto, así que decidió comenzar a preocuparse un poco más, sabiendo que la batalla se tornaba cada vez más seria. Viendo a la muchacha a la distancia no estaba seguro de si conservar aquel alejamiento o comenzar a acercarse a la misma. Sin embargo, estaba muy seguro de que debía encender el fuego en sus manos, y sin dudarlo eso fue lo que hizo, a pesar de encontrarse demasiado alejado e ella como par que sintiera el calor de las llamas ardientes. – Atenea, pues no está siendo tan fácil de vencer como creía, pero tampoco es algo que no pueda manejar – Comentó el pelirrojo, mostrando una sonrisa orgullosa como acostumbraba, afirmándose al suelo para comenzar a correr hacia ella de forma decidida.
Para evitar que la misma se sacara alguna sorpresa de camino, levantó un gran trozo del suelo, simulando una pared planta, y la lanzó en dirección de la contraria, con ayuda de sus habilidades geokinesicas. Con aquella distracción, tal como la última vez, solo que ahora la roca era quien le daba la oportunidad de acercarse con las llamas. Una vez cerca a atenea agachó su mirada, y estiró las manos en dirección al suelo soltando sus llamas allí mismo, evitando apuntar al cuerpo de la muchacha, pues sabía que una quemadura como esa podría ser demasiado para la batalla amistosa que estaban llevando. Habiendo encendido parte del suelo con aquellas llamas, haciendo que las llamas aumentaran el calor de la zona, además de incrementa la luz, y claramente llamar la atención de la contraria. Rápidamente sus brazos se deshicieron de las llamas, y James comenzó a intentar golpear a Atenea a corta distancia como bien le había resultado la última vez.
- Pues vaya, parece que eres mejor a distancia que estando tan cerca – Comentaba el semidragón bromeando entre los golpes que daba, sabía que debía hacer algo mejor, o pronto sus brazos se cansarían, sin mencionar que desde esa distancia corría todo el riesgo de ser congelado, o electrocutado. Sin embargo, no iba a solo apartarse esta vez. Dio un fuerte golpe en el suelo con la planta de su pie, y así la tierra del suelo se elevó golpeando a Atenea a la altura del estómago, dándola la oportunidad de retirarse en un salto hacia atrás, y antes de comenzar a tomar aire lanzar una última bola de fuego hacia la contraria.
Ya estando fuera del alcance de algún golpe, el pelirrojo mantuvo su sonrisa, recuperando el aire, sintiendo como el cuerpo se le cansaba, los brazos pesados, junto el cuerpo cargado de la electricidad recibida anteriormente. Sin embargo, el semidragón seguía disfrutando de la batalla, tanto, que incluso sentía las ganas de seguir esquivando golpes para que durara lo más posible.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Sabía que no tardaría mucho en volver a aparecer el fuego por algún sitio, y efectivamente así fue, aunque no para lo que yo pensaba que lo usaría en un principio. Que se librase del hielo simplemente tirando me enojó un poco, sobre todo porque no pensaba que hubiese usado una capa tan fina, pero también era cierto que había sido tonta con aquello: era James. Con él no podía usar lo que usaba siempre porque era probable que el daño fuese menor, y no había caído en eso hasta que le vi liberarse. Pero ese error no volvería a cometerlo, de eso estaba segura.
Al verle avanzar de nuevo respiré hondo y me preparé para recibir el impacto, sintiendo cómo la energía eléctrica me recorría el cuerpo a la espera de ser liberada. Lo malo fue que crease aquella especie de muro el cual no había visto venir —Mierda —. Intenté pensar rápido, pero lo único que se me ocurrió a esa distancia fue lanzarle un rayo que, obviamente, no hizo absolutamente nada, más que gastarme energías. Subí los brazos a la altura de la cara, con los puños cerrados, para protegerme tanto del calor como de la luz que acababa de hacer con todas aquellas llamas. Odiaba el calor. Me hacía sentir exactamente igual que un cubito de hielo que comenzaba a derretirse, aunque puede que eso fuese lo más lógico después de todo.
Al estar haciendo eso no me di cuenta siquiera de que lo tenía justo delante, así que empecé a recibir golpes sin saber exactamente de dónde venían. Conforme me acostumbré algo empecé a bloquearlos, además de que las ganas que me entraron de soltarle un puñetazo con el comentario que hizo iban aumentando por momentos. Eso era precisamente lo que estuve a punto de hacer cuando, de la nada, salió un trozo de tierra del suelo y me golpeó de lleno en el estómago. No me lo había esperado, así que no estaba preparada para recibir algo desde ahí y terminé cayendo. Me paré un segundo para poner el brazo sobre esa zona y toser un par de veces antes de apoyar la mano en el suelo para incorporarme como pude, con lo que no vi en absoluto tampoco aquella bola que me dio de lleno.
Casi había olvidado lo que se sentía cuando una bola del pelirrojo te alcanzaba, y no me resultó para nada agradable en volver a sentirla de nuevo, mucho menos en toda la parte superior del brazo que es justo donde me había dado. Estuve a punto de gritar cuando sentí el escozor, pero aguanté con todas mis fuerzas. No pensaba darle esa satisfacción en la vida. Por suerte o por desgracia para mí, decidió que era un buen momento para parar, momento que yo aproveché para levantarme e intentar recuperar el aliento. Respiraba con bastante agitación y estaba segura de que no debía tener buen aspecto después de eso, entre los golpes recibidos, los cortes que habían empezado a aparecerme y no tenía maldita la idea de por donde habían salido, y ahora el enorme ardor que sentía en el brazo debía ser todo un espectáculo.
—Sabes que tienes más poder que yo en habilidades y te estás aprovechando. Qué ruin por tu parte, dragón de plástico —. Dije sonriendo, claramente con todo el tono de burla que pude, porque de decirlo en serio jamás habría admitido algo así, pero bromeando sí que podría decirlo sin problemas. Además estaba segura de que no se iba a quedar callado. Aun estando como estaba, visto desde fuera me hacía hasta gracia, incluso no pude evitar terminar por reírme un poco por lo bajo mientras pensaba qué golpe le daría ahora, porque no iba a rendirme tan fácilmente.
Estaba al tanto de mi caída de energía, así que usar el hielo o la electricidad debería ser lo de menos; pero no estaba en condiciones en ese momento de poder tener una pelea cuerpo a cuerpo con él, así que tampoco me quedaba otra que gastar algo más de energías. Si hubiese sido algo más racional me hubiera dado cuenta de que no estaría bien hacer eso si terminaba sin una gota de energía porque podía caer inconsciente con cualquier golpe que me diese —cosa que no hubiese sido la primera vez que me pasaba—, pero teniendo en cuenta lo inconsciente y terca que podía llegar a ser eso fue lo que menos me importó en ese momento, por lo que simplemente alcé la mano y empecé a lanzarle rayos de forma intermitente, intentando acertar con alguno.
Tenía mucha ira contenida, tanto por las burlas que me había estado echando como por los golpes que me habían alcanzado, y ahora encima también tenía un calor insoportable que me quemaba las vías respiratorias cada vez que inhalaba. Respiraba con tanta agitación por el cansancio que eso era bastante a menudo. En cierta forma fue algo “bueno”, porque por sentir ese quemazón dejé de sentir el del brazo. Mientras seguía lanzándole electricidad desde una distancia prudente, decidí que era hora de deshacerse de parte de ese fuego, así que simplemente di una fuerte pisada en el suelo, haciendo que se congelase parcialmente la zona y extinguiese al menos la mitad de la fogata que el pelirrojo habría provocado.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Sin embargo, todos esos aires soberbios se le quitaron de encima cuando la contraria comenzó a expulsar más rayos en su dirección. El pelirrojo solía ser un pararrayos casi siempre, sin embargo, se las estaba arreglando para que aquello no le llegara de lleno. Se mantenía en movimiento intentando esquivar los intermitentes rayos eléctricos, sin embargo, las chispas eléctricas sobrantes terminaban llegándole cada vez más, retrasándole, y haciéndole entumecer las extremidades, evitando que pudiera esquivar con tanta precisión. Solo fue cuestión de insistir para que uno de aquellos rayos eléctricos no pudiera ser esquivado, y tras ese llegó otro, la electricidad en su cuerpo le molestaba, sin mencionar las quemaduras que estaba logrando en su piel. Sabía que la electricidad era un elemento tan peligroso como su fuego, podía provocar incendios, podía causar quemaduras, pero además de aquello, esto podía afectar a su sistema nervioso si se quedaba solo a esperar los golpes, así que James hizo lo que pudo para evitar seguir siendo el objetivo de los rayos.
Se quedó inmóvil, sabía que en movimiento le costaría más lo que tenía pensado, le dio la espalda a Atenea, como si aquello fuera una estupidez arriesgada. Se dejó dar por el último rayo eléctrico, recibiendo el mismo en la espalda, y justo tras recibirlo, se las arregló para levantar una pared tras su espalda a modo de barrera. Había sido una idea inteligente, ahora algunas descargas eléctricas estaban dando con la pared tras su espalda, pero había sido muy torpe el no intentar esquivar el último golpe. Las piernas le fallaron claramente en un momento, obligándole a sentarse sobre el suelo y dejar su espalda contra la misma pared que había levantado, y para empeorar las cosas, su espalda había recibido unas pequeñas quemaduras por esa electricidad, y le dolía el descansar la misma sobre la pared.
Así mismo, aprovechó para inspeccionarse, se encontró con los moretones y heridas de sus brazos, clara señal de que estaba recibiendo golpes duros, de igual forma, el resto de su cuerpo se sentía bastante frito por la electricidad, sabía que aquellos rayos que había recibido estaban siendo dañinos y era bastante visto aquello en que había tenido que tomarse un descanso sobre el suelo. James no se preocupó mucho más, sabía que la pared no aguantaría demasiados ataques eléctricos, tarde o temprano las descargas eléctricas terminarían por desmoronarla o algo parecido. Poniéndose de píe sin mucha dificultad, el semidragón mantuvo su sonrisa orgullosa y aún oculto estaba listo para seguir. – Disculpa por mi pequeño descanso, tenía asuntos que atender- Comentó burlón hacia el otro lado del muro, sin saber realmente si Atenea seguía ahí. – Espero que no hayas gastado energías de más, sería una lástima que te desplomes exhausta en lo que resta del combate- Agregó aún más burlón, como si de verdad buscara llamar su atención y hacerle enojar.
Cuando el pelirrojo salió de tras el muro de rocas, lo hizo con rapidez, moviéndose para evitar ser objetivo de un pronto ataque de la contraria. Con la sonrisa en su rostro, no dudo en envolver sus puños con fuego y comenzar a lanzar una andana de bolas ardientes hacia Atenea, en continuidad 5 llamas voladoras atravesaron la distancia su posición, mientras el pelirrojo seguía corriendo buscando algún mejor punto para la batalla.
- Si quieres rendirte, solo dímelo, dudo que cuando comencé a luchar enserio recuerde que debo frenar – Comentó ahora, como si aquello pudiera intimidar a la muchacha, aunque mayormente James lo hacía sabiendo que cuando un enemigo estaba indeciso en sus acciones, tardaba aún más en atacar, y no lo hacía de la misma manera, aquello era uno de los momentos en los que el semidragón aprovechaba para vencer. No pudo correr por mucho más tiempo, su cuerpo comenzaba a estar cansado, los brazos le pesaban desde hace tiempo, y su respiración comenzaba a notarse agitada. Se clavó en el alguna parte del suelo de aquel claro, y con la mirada sobre la muchacha comenzó a recuperar su aire.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Justo en ese momento volví a escuchar la voz de James a mis espaldas y me giré de golpe, esperando tenerle cerca o que estuviese preparado para atizarme teniendo en cuenta que estaba desprevenida, pero no le vi. Sonreí un poco y negué con la cabeza, aunque sabía que no me estaba viendo —Necesitas algo más para cansarme que dos llamitas de nada —. Por suerte, a mí también me había dado cierto tiempo para reponerme. Seguía cansada, pero no tanto como antes y al menos otro asalto podría aguantar, o eso esperaba. Cuando por fin le vi y salió corriendo no supe exactamente qué pretendía, aunque mis dudas empezaban a disiparse conforme sus puños se encendían, otra vez.
Resoplé cansada, como si aquello me estuviese aburriendo, y comencé a esquivar las llamas de todas las formas que se me ocurrieron —desde saltar hasta correr igual que estaba haciendo él, al lado contrario claro— justo antes de escuchar su frase. Para cuando frenó yo hice lo mismo, mirándome un momento para ver si alguna me había dado. Por suerte para mí solo me llegó a dar una y no era nada grave, así que no me preocupé. Le devolví la mirada desde la distancia a la que estaba y sonreí de forma un tanto malévola ante eso —Correré el riesgo. Prefiero morir a rendirme, aunque espero que no se dé el caso. No me gustaría tener que dejarte sin un oponente digno —. Puede que me estuviese pegando su soberbia, o simplemente que me gustase seguirle el juego, pero disfrutaba con esos piques. Lo peor es que no entendía por qué. Era de un masoquismo poco común lo que nos traíamos entre manos.
No me quedaban muchas más posibilidades. Ya sabía lo que hacía y eso de un ataque por sorpresa era poco probable, sobre todo por las limitaciones que tenía con mi elemento. El solo congelar con contacto directo me estaba jorobando un poco la existencia, sobre todo con aquella pelea. Decidí moverme rápido y aprovechar los trozos que aún quedaban incendiados del lugar para pasar por detrás de ellos y lograr cegar un poco al semidragón. No sabía si lo iba a conseguir porque tampoco estaba segura de si tendría una visión especial o algo por el estilo, pero me arriesgué. Me quedé justo detrás de las llamas. Puede que lo que iba a hacer fuese arriesgado para mí, pero no perdía nada por probar.
Tenía que concentrarme bastante, así que esperaba que me diese tiempo en el caso de que James decidiese acercarse. Me acerqué al fuego, escondiendo la mano dentro de la manga del kimono y congelando esta un poco. Me agaché y cogí lo más rápido que pude para no quemarme un montón de tierra con hierba ardiendo encima. Me concentré en ella y creé una capa de hielo justo debajo, lo suficientemente fina como para no llegar a extinguir el fuego pero sí para compactar la tierra y que esta no se desmoronase a la primera de cambio.
Con las mismas y sin pararme mucho, solté una chispa de electricidad en el hielo y la mantuve allí hasta que lancé aquella especie de “arma” improvisada hacia la posición del semidragón con toda la fuerza que pude. Al final si conseguía darle algo le heriría: o las piedras, o el helo, o su propio fuego o la chispa de electricidad (si es que llegaba con vida). Si la suerte estuviese de mi lado podría incluso herirle con todo. Decidí que esa era una buena baza, al menos por el momento, así que continué haciendo eso durante un rato sin parar de moverme de un lado a otro para no lanzarlas todas desde el mismo sitio.
El problema que no tuve en cuenta al ponerme allí es que, igual que él no me vía, yo tampoco le veía a él demasiado. Podía intuir dónde se encontraba, pero no del todo, así que solo rezaba por estar acertando. En el fondo sabía que tendría que salir tarde o temprano y que no me quedaría más remedio que ir contra él cuerpo a cuerpo, así que pensé que lo mejor era hacerlo cuanto antes. Después de tirar varias cosas de esas salí por el lado contrario al que había entrado y corrí hacia él, con la precaución de ir lanzando rayos a la vez por si acaso. Para cuando mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad de nuevo ya estaba cerca, así que en cuanto estuve lo suficiente comencé a pegarle de nuevo (o por lo menos intentarlo). No escatimé, no me importaba si era golpearle con puñetazos, con patadas, con la rodilla o con el codo, el caso era darle de alguna forma e intentar que cayese antes que yo. Lo peor es que incluso yo misma sabía que lo más probable es que yo terminase por los suelos y él regodeándose, pero prefería eso a rendirme.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Mientras sus pensamientos se perdían entre lo que podría ser su próximo movimiento, la muchacha se movió sin previo aviso, como si de sorpresa las ganas de continuar con aquello le hubieran surgido. James intentó mantenerse en su lugar y seguirle con la vista, pero Atenea fue tras una de las llamas antes creadas, y con la oscuridad de la noche al pelirrojo le molestaba un tanto mirar hacia donde el fuego ardía. El semidragón no tenía idea de lo que podría estar corriendo la mente de la muchacha, pero seguro que preguntarle qué haría no era una opción inteligente. James nunca había considerado sus llamas coma una amenaza para su propia persona, según el solo servían para herir a otros, por eso mismo, si quiera se preocupó de que estuviera intentando la muchacha, pues estaba bastante seguro de que con sus habilidades no era verdaderamente hacer nada nuevo a esa distancia.
Claro estaba atento al suelo, procurándose de que no hubiera nuevamente hielo molestando, al mismo tiempo, intentaba no quitar la mirada de encima de la muchacha, pues con esa electricidad se había llevado ya unos buenos daños, y no le agradaba la idea de volver a ser electrocutado. Quería evitar ser el quien se acercara, por ahora podía aprovechar para recobrar un poco más de energías en ese lugar, mientras a Atenea no se le ocurriera nada extraño que hacer. De pronto James dejó de entender bien las cosas ¿Se había agacho a juntar algo? Se preguntaba el pelirrojo ¿Algo se le había caído? ¿O pensaba congelar más rocas? Sin saber que se pasaba por la mente de la muchacha, James se preparó por sí tendría la necesidad de esquivar a bloquear algo, mientras no le quitaba de encima la mirada a Atenea.
Sin embargo, cuando la muchacha comenzó a lanzar lo que llevaba en las manos todo se aclaró un poco más, solo un poco, pues el pelirrojo comenzó a esquivar las que más cerca le cruzaban sin poder reconocer que era lo que le estaban lanzando. El fuego iluminaba demasiado mal para poder verlo, sin embargo, sentía el calor una brasa cada que esas cosas cruzaban muy cerca. Pero como era de esperarse, solo fue cuestión de tiempo para que no pudiera esquivar una, aquella bola de combinación logró impactar en la mejilla izquierda del pelirrojo, haciendo así que soltara un bajo quejido al recibirlo.
Ahora si había podido sentir bien el calor, pero seguía confundido, le pareció sentir una descargar eléctrica al mismo tiempo, o tal vez solo era una secuela de los golpes que ya se había llevado. Sin embargo, no tuvo más tiempo para analizarlo, pues con la mejilla quemada y algo sangrante, tuvo que comenzar a esquivar el resto de aquellas cosas que le eran lanzadas. Claramente no pudo con todas, tuvo que más de una vez re-utilizar sus brazos para cubrir más daños al rostro, además de aguantar algunas quemaduras en la ropa. Los brazos le dolían, se había recuperado bastante pero tener que volver a usarlos para cubrir no le dejaba a sus heridas dejar de perder pequeñas gotas de sangre. Sin embargo, antes de poder quejarse, la muchacha salió de detrás de las llamas como una locomotora en dirección al pelirrojo, lo que le provocó una sorpresa y levantar su guardia esperándose aquellos prontos golpes, con la complicación de apenas ver algo por perder la fuente de luz que significaba aquella llama.
Atenea lo había tenido bien pensado, y a Jame le costaba usar los brazos para protegerse de los golpes, sin mencionar que no estaba del todo listo para luchar cuerpo a cuerpo. Se estaba llevando unos buenos golpes al rostro, era extraño porque Atenea parecía bastante desesperada por hacerle daño, tanto que incluso le estaba dando codazos y patadas, los cueles le llevaban por sorpresa y claramente estaba recibiendo al menos la mitad de ellos ante no encontrar bien como cubrirles. Desgraciadamente, el semidragón nuevamente estaba retrocediendo, y eso no le gustaba, sin embargo, no quería enfrentar directamente a Atenea, pues aún tenía en mente esa idea de presumir su sangre dragonea, y si seguía gastando energías terminaría exhausto antes de poder lograrlo.
Finalmente tuvo que comenzar a contratacar, intentado conectar algunos golpes entre los descanso de Atenea, tenía que sacársela de encima y no encontraba forma sin gastar demasiada energía. Sin embargo, la muchacha frente a él no parecía querer aflojar, siguiendo así con todos los golpes que soltaba, aquello hizo que James notaba que no había otra forma para detenerle. El pelirrojo apretó los dientes, y con eso puso un rostro más decidido borrando la sonrisa de su rostro. Rápidamente hizo lo que pudo para tomar con la diestra el brazo de atenea cuando esta intentó dar un codazo. – ¡Tienes energía de sobra! Me sorprende que no estés tirada en suelo jadeando y pidiendo un descanso – Musitó el pelirrojo, como si de un alago se tratara, volviendo a poner la sonrisa sobre su rostro, un rostro que había recibido ya bastante golpes por parte de Atenea. Rápidamente James dio un salto hacia atrás para alejarse de ella y seguir retrocediendo, buscando la distancia nuevamente. – Vaya, me vas a hacer sudar, esas ráfagas de golpes no son algo que disfrute mucho – Comentó ahora el semidragón, con la respiración acelerada. Parecía que la muchacha lo estaba logrando, había cansado bastante al semidragón, además de haberle dado bastantes golpes, aunque claro ella también se había llevado algunos. James no lo había notado hasta ese momento, pero se le había roto el labio y un peculiar sabor a sangre le llego a la boca, por aquello uso su puño para limpiarse. Le sorprendía que con aquel cuerpo femenino, la muchacha pudiera darle tales golpes y seguir con energías, comenzaba a preguntarse si en verdad estaba dando todo de sí, o si se estaba conteniendo para no darle una verdadera paliza, pero de igual forma, notó que había estado subestimando quizás demasiado a la muchacha, solo por ser rubinus.
Finalmente, el pelirrojo notaba la emoción recorrerle la sangre, sus ojos comenzaron a tornarse de un color verdoso, producto del saber que posiblemente si estaba en una batalla importante, pues muchas otras veces se había encargado de enemigos que él creía más fuertes en menos tiempo. A su orgullo no le molestaba estar recibiendo aquellos golpes, estaba confiado en que no caería, sus piernas aún podían resistir rectas por mucho más, aunque sus brazos no parecían aparentar lo mismo. Quizás solo estaba alucinando por tantos golpes en la cara, pero la sonrisa que llevaba era real, y claramente le estaba gustando como se desenvolvía en el encuentro.
Aquello podía ser peligroso, si el semidragón asumía que Atenea estaba luchando sin contenerse, entonces lo haría igual y posiblemente terminaría incendiando todo aquel bosque si lo hacía, o posiblemente causando daños verdaderamente importantes en Atenea, todo sea por una victoria. James tomó aire, inflando su pecho con aquello, y dejó salir el mismo tras unos momentos en busca de relajarse, si quería hacer uso de todas sus habilidades como semidragón debía estar relajado y concentrado, pues de otra forma solo lograría crear mucho fuego. No pudo evitar mantener la sonrisa en su rostro, y susurrar un comentario mientras comenzaba a concentrarse en aquellas energías que le quedaban, para dejar salir esas extremidades de dragón. – Bien, hora de jugar en serio- Sin saber si Atenea había escuchado, procuraba mantenerse de lejos de ella todo lo que lo necesitara, no quería volverá a recibir todos esos golpes, ni mucho menos llevarse una fría sorpresa que le sacara de la concentración que necesitaba.
Finalmente unas llamas salieron de su cuerpo, rodeando sus brazos, mientras otras se extendieron por su espalda, bajando por su espina dorsal hasta salir por encima de su cintura, creando la forma de una la larga cola. Cuando aquellas llamas desaparecieron, sobre los brazos del pelirrojo había escamas y garras, nada nuevo, pero tras él, una larga cola con escamas rojas brillantes se mecía como una extensión de su cuerpo, y así mismo, su piel comenzó a ser cubierta por las escamas en algunos lugares específicos, como protección por si tenía que llevarse algunos golpes. Era arriesgado, estaba usando las energías que había juntado, sabiendo que no había llegado a la cantidad óptima, y consiente que el enfrentamiento podría durar bastante más. Ostentando aquellas esencia de dragón que comenzaba a desprender el pelirrojo mostró una amplia sonrisa, ahora sus dientes eran afilados como el hocico de una de esas bestias.
El pelirrojo no pronunció otra palabra, y es que mientras más se concentraba en su esencia de dragón para dejar ver aquellas habilidades, mas era guiado por unos instintos salvajes, lo que le hacía un tanto menos predecible en los combates. Sin dar aviso de nada, el pelirrojo comenzó a correr hacia atenea, antes de llegar a ella, tomó una gran bocanada de aire, y al expulsar la misma, lo que salió de su boca fue fuego puro, en un estado ardiente, dirigido a los pies de la muchacha y el suelo bajo los mismos. No estaba teniendo cuidado, posiblemente terminaría por quemar algo, pero eso idea no tenía gran importancia entre sus pensamientos. Con aquellas llamas sobre el suelo, James giró por un costado para esquivarles, ahora acercándose a Atenea por un costado. El semidragón parecía amenazar con sus garras, pero lo cierto es que a último momento dio un salto y se giró para querer golpear a atenea en el rostro, usando su cola claro. Aquello que había querido hacer desde hace rato. Para continuar, puso los pies en el suelo, y giró otra vez para estar de frente con Atenea, buscando conectarle algunos golpes en el cuerpo a cuerpo, esperando que las escamas ayudaran a golpear más duro, y posiblemente evitar que sus brazos se cansaran tanto, aunque no tuviera toda la seguridad de eso.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Lo cierto es que esperaba que me contraatacase, pero no que me cogiese del brazo. Eso me pilló por sorpresa y en parte puedo decir que incluso me asustó un poco, tanto que el corazón me dio un vuelco al pensar que podía haberme hecho algo peor de lo que me hizo. Respiré tranquila cuando dio aquel salto y me di cuenta que solo era para alejarse, no para atacarme. Sonreí victoriosa ante sus comentarios —Te dije que no ibas a poder conmigo tan fácilmente como tu pensabas. Lo creas o no, era buena cazarrecompensas, señor “no me vas a vencer nunca” —. Me había aficionado a llamarle de todas las cosas posibles menos por su nombre, se había convertido en una especie de juego para molestarle, aunque no todas las veces lo conseguía. La verdad es que no me había parado a pensarlo, pero conseguir que él, precisamente él, dijese algo como lo que dijo fue el mayor logro que pude conseguir en mucho tiempo. Sabía que era posible que no volviese a reconocerlo, pero ahora lo había hecho y eso me gustó.
Aproveché ese momento de descanso para hacer lo mismo. Ya me costaba respirar con normalidad, incluso para hablar tuve que coger bastante aire para intentar que no lo notase. Estaba bastante magullada y estos últimos ataques me habían hundido más aun, a pesar de haberlos disfrutado como lo hice. Las dos quemaduras me estaban molestando, sobre todo después de estar dándole que notaba con cada golpe la quemazón que tenía en ellas, y los cortes no ayudaban tampoco. Lo peor de todo es que, por mucho que yo estuviese cansada y por lo magullado que le veía a él, James seguía teniendo energías y a mí se me estaban agotando. Eso no me gustó en absoluto.
Apenas habían pasado pocos minutos cuando el semidragón dijo algo que realmente me preocupó. ¿Cómo que en serio? ¿Qué narices había estado haciendo todo el puñetero rato que llevábamos peleando? No sabía si enfadarme por eso o temer por lo que significaban esas palabras. Fue la primera vez en todo el rato que realmente mi bienestar me preocupó. Intenté tranquilizarme y esperar para ver qué es lo que estaba pensando hacer, porque estaba claro que pensaba hacer algo, sobre todo por la manera en la que se estaba comportando. Apreté los puños, los cuales había dejado caer después de que él se apartase, y bajé un poco el cuerpo en posición de defensa. No me fiaba de él en absoluto en momentos como aquel. Bueno, no me fiaba en general, pero en ese momento me fie aún menos.
Cuando mis dudas se disiparon y vi de lo que se trataba no pude hacer otra cosa que cerrar los ojos por un segundo y apretar los labios, claramente frustrada y pensando que era una enorme mierda, hablando mal y pronto, el no recordar que como semidragón que era podía transformarse. Era precisamente lo que más me preocupaba cuando le dije que combatiésemos. Sabía que si se transformaba sí que me superaría en fuerza, y contra eso no tenía nada que hacer por mucho que quisiese o me esforzase. Sabía que iba a recibir golpes, así que simplemente me preparé para ello.
En cuanto le vi correr intenté aferrarme al suelo y fruncí el ceño, bastante mosqueada por eso. Era un golpe muy bajo transformarse teniendo en cuenta las condiciones en las que estábamos, pero por mucho que yo le recriminase ahora no serviría de nada, así que me limitaría a intentar no recibir demasiado. Cuando le vi abrir la boca intuí lo que haría, así que di un salto hacia atrás para apartarme de las llamas que ahora quemaban el suelo. Estas parecían ser más fuertes que las que había lanzado antes, así que evidentemente ardían con más fuerza y daban más calor, algo que me gustó menos aun que el hecho de que se hubiese transformado. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando la cola vino hacia mí, así que lo único que pude hacer fue interponer los brazos a ella. Caí al suelo después de recibirlo. Los brazos estaban algo magullados pero por suerte no me había dado en la cara. Con esas cosas que la adornaban podría haberme sacado un ojo el muy bestia.
Intenté no tardar demasiado en levantarme, pero en ese proceso aproveché para congelar las mangas de la chaqueta con al menos tres centímetros de grosor para poder crear aunque fuese un pequeño escudo ante las zarpas del pelirrojo, que ahora intentaban darme golpes. Por suerte para mí aun me quedaba energía para que el hielo fuese lo suficientemente duro como para soportar los golpes, aunque seguía recibiéndolos de forma más fuerte que los que me había dado hasta ahora. Además estaba el daño añadido de que no era capaz de esquivarlos todos y muchos de ellos me dieron de lleno. Esos sí que me hicieron bastante daño. No estaba segura de cuanto iba a poder aguantar, así que lo único que se me ocurrió fue una táctica evasiva.
En uno de los descansos pequeños que hizo el semidragón aproveché para agacharme, quedándome fuera del alcance directo de sus puños, y me impulsé hacia él desde ahí para poder llegar a tocarle más o menos a la altura del pecho para poder llegar hasta su ropa. Ni siquiera me paré a concentrarme, simplemente dejé que saliese de mí el hielo y le congelase, aunque solo fuese un poco, parte de la ropa. Puede que le cabrease. Puede no, probablemente se cabrease, pero era la única manera que tenía de salir de ahí y que no terminase por matarme a golpes (que la verdad es que empezaba a dudar de que fuese capaz de contenerse después de ver eso). Aproveché el tirón para soltar un poco de la electricidad que aún me quedaba dentro, en un intento de que se estuviese quieto al menos un tiempo para poder recuperarme.
Por propia inercia, cuando solté la descarga reboté hacia atrás y me di de lleno contra el suelo. Empecé a respirar con demasiada rapidez como para siquiera moverme, así que me puse de lado un momento para intentar recuperarme y levantarme. Me había quedado claro que no iba a poder electrocutar nada en una temporada después de eso, sobre todo porque había sentido a mi propia electricidad rebotar contra mí y había dolido. Tardé un poco en poder hacerlo, pero terminé por incorporarme como pude, aunque tuve que apoyar las manos en las rodillas y sacudir un poco la cabeza antes de volver a mirar al semidragón, esperando haber conseguido por lo menos un poco de tiempo. Me repateaba que viese que estaba hecha polvo, pero es que lo estaba, tampoco podía fingirlo por mucho más tiempo.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Cuando el pelirrojo tuvo la necesidad de detenerse, la muchacha aprovechó para escapar de su alcance, y de un momento a otro, el semidragón termino con hielo sobre la ropa. Una sensación helada que detestaba sobre su pecho, haciendo que se detuviera y frunciese el ceño quitando la atención de la muchacha. Justo cuando estaba por intentar descongelarse aquel hielo, una descarga eléctrica le hizo retroceder un paso, dando a la muchacha más espacio. James siquiera notó a la contraria caerse, el frio en su pecho, junto con la electricidad que le recorrió tenía toda su atención y su enojo. - ¡Agg! ¡Odio este frío!- Exclamó el semidragón, clavando sus zarpas en la capa de hielo, para luego generar algunas llamas que comenzar a derretir el mismo. Mala idea, eso generó que el hielo se transformara en agua derretida, una agua que combinaba unas temperaturas tibias con algunas heladas como el mismo hielo, que empaparon las ropas del pelirrojo, y comenzaron a bajar por su torso como pequeñas gotas. El semidragón sintió un escalofrío, y tembló todo su cuerpo por lo mismo, vaya horrible sensación que se estaba llevando por un poco de agua. James no podía evitar fruncir el ceño, acompañado de un rechinar de dientes entre gruñidos, hasta que finalmente alzó la vista para buscar a Atenea, responsable de aquel hielo.
- No sabes el desprecio que siento hacia tu hielo – Musitó James poniendo una amplia sonrisa, con aires soberbios, claramente sobrante y burlón hacia la muchacha. Aunque sentía más desprecio por el agua fría, pero eso era lo que en parte se generaba cuando sus llamas entraban en contacto con el hielo.
La respiración agitada del dragón se iba calmando, la interferencia de aquel hielo le había dado un buen momento para parar y recuperar el aire, aunque le preocupaba en gran medida el no saber cuánto tiempo más podría durar con esas armas dragoneas consumiendo sus energías. Podía no mostrarse cansado, pero al final el desgaste siempre llegaba de golpe, y cuando el menos se lo imaginaba terminaba exhausto, sin aire, y con dificultad para levantarse del suelo. Por eso debía ser explosivo en todos sus ataques, no había forma de saber cuándo caería, y necesitaba derrotar a Atenea antes de que eso pasara.
James soltó un suspiro, más similar a una bocanada de aire, y ya repuesto del cansancio pulmonar, envolvió sus manos en fuego. Sus instintos le impedían hacer uso de su otro elemento, por lo que solo las ardientes llamas se verían en lo que quedaba de esa batalla. De igual forma, comenzaba a olvidar donde era que luchaba, ignorando que se encontraba dentro de un bosque, y tanto fuego terminaría incendiando más de un árbol de seguro. Pero lo más preocupante probablemente sería el hecho de que estaba ignorando sus heridas y puntos dañados. Fosaba sus brazos a dar golpes a pesar de cómo estos habían sangrado, su rostro varias parte de su piel habían terminado con leves quemaduras. Y otra gran parte había recibido múltiples rayos, por lo que se encontraba rostizado, y aunque sus escamas cubrieran aquello, el daño estaba hecho.
Con la sonrisa orgullosa sobre su rostro, James avanzó hacia la contraria, ya demasiado tiempo había tenido para descansar. – ¿Acaso estás cansada? No me digas que esos golpes de antes son lo mejor que tienes – Musitó el semidragón confiado, con sus orbes verdes brillantes clavados sobre Atenea.
Lanzó ese par de bolas de fuego en dirección a la muchacha, buscaba hacerle retroceder, dándole la necesidad de que saltase para esquivar este par. Sin esperar mucho más, volvió a lanzar otro par mientras se acercaba a ella. La zona de batalla había terminado perjudicada por las llamas, ahora la noche era bastante iluminada ante las pequeñas fogatas que habían formado quemando la hierba del suelo, dejando ver una cantidad de humo que en lo alto se iba juntando. – ¡Oye! ¡Cuidado con el fuego, dicen que está caliente!- Comentaba el pelirrojo en burla, mientras seguía lanzando de aquellas. Aunque no intentara quemar a Atenea con las mismas, solo hacerle retroceder y no dejarle quieta, era bastante peligroso la forma en que atacaba. No solo porque podría quemarle en cualquier momento, sino porque hacía un gran gasto de energías al desperdiciar sus llamas de esa forma.
Cuando finalmente notó cansado a la muchacha, dejó de lanzar esas bolas de fuego, y acercó a la misma, para como la vez anterior intentar darle con la cola sobre el rostro. Tras eso, nuevamente las zarpas del pelirrojo comenzar a lanzar golpes hacia la muchacha, debía darle con fuerza si quería terminar con aquello antes de estar exhausto, y para su suerte Atenea parecía bastante agotada con tanta lucha.
– Si dejara de cubrir mis golpes, esto sería más fácil para los dos – Musitaba el semidragón entre intentos de dañarle.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Cuando hizo aquel comentario sobre mi hielo y sonrió de esa forma no pude evitar sonreír también de forma soberbia. Al menos tenía algo que le desquiciaba tanto como me desquiciaban a mí sus habilidades. En cuanto le vi volver a encender sus manos dejé de intentar relajarme para pensar a tensarme por enésima vez esa noche. Otra de las peores cosas que estaba pasando en ese momento era el incesante calor que me producían las llamas de alrededor. Era terriblemente asfixiante y me hubiese encantado poder congelar todo el lugar de una vez.
El momento en el que se acercó y me soltó aquello como si nada, me dieron ganas de matarle allí mismo —¿Y tú no sabes estar calladito? —. Me exasperaba que hiciese eso. Sabía que lo decía para cabrearme, pero aun así no podía evitar reaccionar así. Tuve incluso que saltar para esquivar las bolas que acababa de lanzar. Procuré moverme rápido, gracias a dios mis reflejos aún seguían intactos aunque fuese un poco más lenta. Entre aquello y que no parase de hablar estaban consiguiendo cabrearme. El único problema es que ni siquiera podía lanzarle un rayo para desquitarme y me frustraba mucho más.
Justo cuando empecé a cansarme de esquivar bolas de fuego comenzaron a darme algunas. Por suerte para mí no me dieron de lleno, solamente me rozaban, pero me estaban causando ciertas quemaduras por las piernas, brazos y costados. Después de unos minutos así, por fin se decidió a atacar de frente. Me imaginé lo que iba a hacerme así que me agaché antes de que su cola me alcanzase. El problema de eso fue que al tener que levantarme el primer golpe me dio de lleno. Lo aguanté bien, que para mí en ese momento aguantarlo bien significaba aguantarlo sin caerme, sobre todo porque cada vez que me daba más fuerte de lo normal terminaba en el suelo.
Cada vez que me tiraba volvía a levantarme para poder intentar atacarle de una forma u otra. Ni siquiera era consciente de estar dándole o no, creía que sí porque muchas veces sentía las escalas cuando yo golpeaba, pero estaba claro que quien más recibía era yo. Me pasé varios minutos así, hasta que en uno de los golpes volví a caer de nuevo al suelo. La diferencia con las otras veces es que esta no pude levantarme. La otra diferencia es que llegué al límite. Lo supe porque me pasó lo que ya me había pasado un par de veces: mi congelación se descontrolaba cuando llegaba al límite. Lo que provocó fue que, en cuanto una parte de mi piel entró en contacto con el suelo, este se congeló automáticamente. No estaba segura de cuánto congelé exactamente, solo que estaba sobre suelo helado y era terriblemente agradable para mí.
Intenté levantarme pero no pude siquiera moverme hasta un poco después. Apreté los dientes haciendo todo el esfuerzo que pude para incorporarme un poco y toser un par de veces. Apoyé las manos en el suelo, pero me resbalé casi al momento y caí de nuevo, dándome un golpe en el costado que hizo que me encogiese sobre el hielo. Pensaba decir que parase, incluso iba a darle la razón y decirle que había ganado, pero si habría la boca en ese momento estaba segura de que no me saldría ni la voz. Lo único que esperaba es que no se resarciese conmigo justo por estar en el suelo.
Cuando conseguí moverme un poco volví a apoyar las manos sobre el hielo, teniendo más cuidado esta vez —Te juro… Que si pudiera… Te arrancaría la cabeza… —. Estaba realmente cabreada, sobre todo conmigo misma por no haber sido capaz de vencerle. Por una parte estaba satisfecha por haberle causado bastante daño, pero no me resultó realmente suficiente. Visto desde el lado rubinus no debería pensar eso, más bien no debería ni siquiera haber peleado con él. Pero sentí la necesidad de hacerlo, igual que en ese momento sentía la necesidad de conseguir ser lo suficientemente fuerte como para terminar por vencerle del todo.
Me dolía absolutamente todo el cuerpo, sobre todo ahora que había parado. Apenas podía moverme y ni siquiera pensaba pararme para contar los moratones que me habrían salido ya, igual que las quemaduras y los cortes. Probablemente incluso la herida del brazo se me hubiese abierto. En aquellos momentos me dio hasta miedo revisarme, así que evité hacerlo todo lo que pude, más bien volví a tumbarme solo un momento. Necesitaba sentir el hielo, era lo más agradable que me había pasado en la vida, o eso pensé en aquel momento.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Cuando finalmente la muchacha no fue capaz de pararse, congelando casi completamente el suelo donde luchaban, el pelirrojo se dio cuenta tras los insistentes intentos de estar por ponerse de píe, que ya se había quedado sin energías. No pudo evitar sentirse satisfecha ante la clara victoria que se estaba llevando, y en su rostro se plantó una sonrisa mientras se apartaba unos pasos para darle lugar a la muchacha. Guardó silencio por unos momentos, reservándose su derecho de reírse y realizar comentarios, que aunque ardiera de ganas de hacerlo, sabía que a la muchacha le molestaría demasiado, y no quería verle sobre esforzada y desmayada, porque eso le obligaría seguro a cargarle hasta el hotel, o quizás dejarla allí hasta que sea haga el día.
James lentamente se dejó sentar en el suelo, permitiéndose un pequeño descanso, aun sabiendo que ahora es cuando vendría le peor parte. Rió un poco por la bajo ante el comentario de la muchacha, sin poder guardarse aquellas junto con una soberbia sonrisa egocéntrica. – Sé que lo harías si tuvieras la oportunidad, Rubinus – Comentó bromeando, después de todo, se suponía que ella debía ir en contra de la luchas. Pero allí estaban, exhaustos tras haber dado el cien por ciento en un gran encuentro, de golpes, fuego, rocas, electricidad y hielo.
El frío del suelo congelado no le sentaba bien, pero tampoco tenía oportunidad para quejarse, por lo que mientras comenzaba a relajar su cuerpo, se permitió perder la concentración sobre aquella habilidad que le permitía dejar ver su parte de dragón. Casi toda la totalidad del cuerpo del pelirrojo se vio envuelta en llamas, llamas ardientes que elevaron la temperatura a su alrededor y descongelaron el hielo que había bajo su persona. Solo instantes después, cuando las llamas se esfumaron, el cuerpo del semidragón se dejó ver sin aquellas escamas, la cola había desaparecido, y todas las heridas en sus brazos se dejaban ver, denotando que el pelirrojo también había sufrido daños considerables en la batalla.
Finalmente, como siempre sucedía, todo el cansancio llego en James de golpe, tanto que se mareó por unos momentos, haciéndosele casi imposible el mantenerse sentado sobre el suelo. Era el precio por usar aquellas energías de reserva, su sangre dragón le permitía aumentar sus fuerzas durante la batalla, pero cuando esta terminaba, casi la totalidad de sus energías eran sustraídas, dejándole exhausto, y ahora tenía la suerte de no llegar al límite de desmayarse, como le había pasado en otras ocasiones.
Intentando respirar lentamente para recuperar los aires perdidos el semidragón conservaba su sonrisa a pesar del cansancio, y notando como sus condiciones eran quizás iguales a los de la muchacha decidió abrir la boca para soltar los comentarios que se había estado guardando. – Vaya paliza te he dado – Musitó con aires orgullosos, una sonrisa en su rostro, y las actitudes de un niño que acaba de ganarle en algún juego a otro de su edad. - ¿De verdad creías tener oportunidad? – Continuó para reír un poco, intentando animarse a sí mismo, comenzando a sentir los dolores del cuerpo, debido a que el mismo comenzaba a enfriarse por haberse detenido. – Oye, pero tal vez si no hubieras dejado de ser cazarecompensas en estos momentos no habrías perdido la práctica, y hubieras durado un poco más de pie – Agregó ahora riendo un poco más. Seguro que a Atenea todo eso le molestaba, pero se lo había guardado demasiado, y corriendo el riesgo de que alguno de los dos perdiera la conciencia no iba a quedarse sin decirlo.
Tras aquello, el semidragón intentó levantarse del suelo, sin embargo, al apoyar sus brazos en la tierra ahora húmeda tan solo logró hacer un poco de fuerza que el dolor en los mismos le impidió continuar. El resto de su cuerpo, como sus piernas, no se encontraba tan cansado, por lo que estaba seguro de poder caminar hacia el hotel, sin embargo debía descansar un poco más si quería ponerse de pie. El semidragón apartó su mirada, y se dedicó a observar los restos de fuego que quedaban a unos metros de ellos, todas evidencias de la batalla que habían tenido. – Oye, hacía tiempo que no me divertía tanto en un combate – Musitó James poniendo nuevamente su sonrisa soberbia en el rostro. – Por mí parte voy a quedarme un poco más aquí, a ver que las llamas no incendien todo – Susurró el semidragón, pues incapaz de admitir que el cansancio no le dejaba levantarse del suelo. Ante todo, siempre era su orgullo quien reinaba, y esta vez no era la excepción claramente.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Le miré mientras se envolvía en aquellas odiosas llamas y volvía a ser el pelirrojo de siempre. La verdad es que yo estaba desmejorada, pero él tampoco es que estuviese precisamente para tirar cohetes. Me levanté con cuidado, después de un tiempo de estar allí tumbada, con cierta dificultad hasta quedarme sentada mientras escuchaba sus comentarios. Desde luego no se cansaba de cabrearme, parecía que le habían entrenado para ello. Le miré mal conforme iba diciendo aquello y me acomodé para quedarme sentada frente a él —Deja de hacerte el fuerte. Sabes que has tenido que para un par de veces porque casi te hago caer. ¿No podrías siquiera reconocer que de haber estado en las mismas condiciones no lo habrías tenido tan fácil? —. No pensaba que lo hubiese tenido fácil conmigo en absoluto. Sabía que esa pelea le había costado sus energías, sobre todo al ver cómo estaba ahora. Pero teniendo en cuenta que lo más probable es que ni siquiera reconociese eso, el decirle que casi le había tumbado no era una opción viable.
Cuando me soltó aquello de haber seguido con mi vida de antes no pude evitar cambiar la expresión de la cara y bajar mi rada, posándola en mis manos y apretando los dientes. Seguir con cómo había sido antes no había sido una opción para mí. No volvería a hacer lo que hice. Maté a demasiada gente que no debía morir solo por recompensas. Recompensas que se fueron igual que vinieron y no me sirvieron para nada realmente. Intenté no pensar más en eso a sabiendas de que su comentario no había ido por ahí, aunque no podía evitar sentirme así. Después de todo por eso ahora pertenecía a otro bando.
—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo? —. Volví a levantar la vista para poder mirarle directamente —. Que, a pesar de estar como estoy ahora mismo de lesionada, me siento culpable por haberte hecho daño. Hubo un momento que perdí los papeles y sé que te lo hice, y aunque en ese momento me sintiese bien, sigo sintiéndome culpable y no puedo evitarlo —. Sonreí un poco antes de continuar —. Tú no lo haces. Te hubiese dado igual destrozarme aún más con tal de ganar. Por eso yo ahora soy Rubinus —. Apreté los labios antes de desviar la mirada y terminar por ponerme de pie, intentando no desequilibrarme demasiado.
Me quedé mirando el lugar y resoplé al ver el estropicio que habíamos liado. Me llevé la mano a la cabeza para rascarme con el dedo índice mientras pensaba cómo solucionar aquello y me movía para adelantarme un poco. Antes de seguir adelante me quedé quieta detrás del semidragón y me agaché, apoyándome en sus hombros para no caerme —Aun así, yo también hacía tiempo que no me divertía tanto pelando. Por mucho que me fastidie decirlo… Eres bueno, dragón de plástico. Pero no te acostumbres —. Me agaché un poco para quedarme a su altura y sonreír con un poco de soberbia —. Quiero la revancha en algún momento —. Lo dije completamente en serio. Llegaría un momento en el que tendría más poder y más aguante como para vencerle. Necesitaba hacerlo, ya era una meta que me había impuesto y no pensaba dejarla en el olvido.
Me acerqué hasta uno de los lugares que aún seguía en llamas, intentando pensar cómo apagar aquello. Cuando me acerqué un poco más a la zona, mi cuerpo se descargó de golpe y congeló el suelo bajo las llamas que tenía delante sin previo aviso. Yo no hice nada, simplemente salió y punto, sin siquiera necesitar que yo me concentrase. El corazón me dio un vuelco y caí de rodillas en el suelo, apoyando las manos hacia delante para no estamparme contra él —Mierda —. Genial. Aquella cosa seguía descontrolada. Ni siquiera sabía cómo no había congelado a James cuando le toqué antes, pero tampoco era algo de lo que enorgullecerse. Si no me controlaba iba a terminar por congelar todo el bosque y entonces sí que me quedaría por los suelos.
En el momento en que vi caer un par de gotas de sangre sobre el suelo me llevé la mano a la nariz para limpiarla y cerré los ojos, concentrándome en mantener el hielo dentro de mí y que dejara de salir como le diera la gana. Me senté sobre las rodillas y eché un vistazo al lugar antes de dar con el semidragón —La pregunta ahora es cómo vamos a ser capaces de subir hasta el hotel —. No sabía por qué, pero fue algo que me hizo tremenda gracia y no podía parar de reírme por lo bajo. No sabía en esos momentos quién estaba peor, si él o yo. Ambos estábamos heridos y cansados, casi sin poder movernos del sitio.
Lo cierto es que visto desde fuera debía ser hasta gracioso, y ciertamente después de haber descargado la rabia contenida hacia el pelirrojo me sentía bastante mejor. Había sido como liberarse de un enorme peso. Sabía que no podría evitar querer meterme en peleas en un futuro y que siempre querría pelear como lo acababa de hacer. Era mi naturaleza, no podía evitarlo. El problema era que no encontraba a nadie que se prestase a algo así y que fuese amistoso, no al menos hasta que di con James, en parte fue un alivio.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
James alzó la vista para conectar esta con los orbes de la contraria cuando le oyó preguntar aquello. Estuvo por responder algo como: “Yo soy más fuerte” o “Tú tocaste el suelo primero”. Pero Atenea continuó antes de que James pudiera decidirse por contestar algo ingenioso, mejor dicho, algo que para molestarle. Aquellas palabras hicieron pensar un poco al semidragón, aunque rápidamente halló la respuesta, y claramente ella tenía razón. Pero James no consideraba eso un insulto, era más parecido a un halago, su desconsideración en una batalla era algo que le hacía fuerte, y el no tener miedo a matar a sus adversarios o dejarle herido de gravedad era algo que le había permitido la victoria un par de veces. Por lo mismo, el semidragón no era capaz de replicarle eso, pues una sonrisa se ponía en su rostro, asumiendo lo que la muchacha decía, sin poder reconocer aquello como algo de lo que debiera arrepentirse.
Cuando el pelirrojo vio a Atenea levantarse, se sintió superado por unos momentos, se notaba que a la misma le había costado, pero los brazos de James se encontraban a tal estado que le dolía demasiado al apoyar si peso sobre lo mismo. Le siguió con la mirada, algo molesto, sabiendo que su orgullo no le permitía recibir ayuda para ponerse de pie, razón por lo cual iba a quedarse sentado un poco más. Se decidió a pensar un rato más aquello de si la muchacha podía ganarle en otras condiciones, James entendía que era fuerte, pero él tampoco había hecho uso de todas sus habilidades, por lo que a pesar de eso su confianza no se desmoronaba, y continuaba igual de seguro sobre su victoria que antes de medir las fuerzas de Atenea. Gracias a aquellos pensamientos el semidragón pudo mostrarse orgullos y soberbio para cuando la muchacha se paró tras de él.
Ante aquel comentario, sí que tuvo que reírse, por mucho que le doliera físicamente hacerlo, en parte la hacía gracia, por más en serio que se lo dijeran. – ¿Acaso no puedes esperar por otra paliza?- Comentaba cuando ella comenzó a retirase, alzando claramente la voz para que se le escuche. – Te daré el tiempo que quieras, yo siempre estoy buscando peleas – Agregó al final, ahora un tanto más bajo, comenzando a descansarse, pues ya no quería seguir en el suelo mientras ella seguía caminando por todo el lugar.
El semidragón frunció el caño al ver como la muchacha congelaba todo, y luego caía al suelo, seguro estaba demasiado cansado para hacer uso de tanto hielo, sin mencionar que en su opinión el frío del hielo era peor que convertir en cenizas el bosque entero. James hizo un esfuerzo, seguía sin considerar que sus brazos tuvieran las condiciones para resistir el peso de su cuerpo, sin embargo, le bastó con soltar un suspiro y concentrarse en el suelo bajo su persona, para con algo de esfuerzo lograra levantar este y así recibir la ayuda que necesitaba para impulsarse. Para su suerte, las piernas no estaban tan cansadas como para no poder mantenerle en píe, y sin mucha dificultad el semidragón comenzó a caminar en la dirección a la muchacha. Tardó bastante, no es como que tuviera las energías para apretar el paso o caminar descuidado, por lo que a paso lento pero seguro, el pelirrojo logró colocarse junto a Atenea.
Al llegar notó como la muchacha reía por lo bajo, lo cual hizo al semidragón arquear un ceja, bastante extrañado por como reaccionaba con la situación. La cierto es que su última frase no le hacía nada de gracia, mayor mente considerando el miedo que sentía por las alturas, con esas energías claramente temía el no poder sostenerse de los escalones, y terminar de cabeza en el suelo. James soltó un suspiro, ciertamente todo el hielo que había aplacado su fuego comenzaba a bajar las temperaturas del lugar, cosa que no le agradaba, y era otra razón por la que quería retirarse pronto hacia el hotel. A modo fanfarrón el pelirrojo puso su sonrisa orgullosa, y guardando las manos en los bolsillos comentó, manteniendo su mentón en alto. – Por cierto, para que no te sientas mal, admitiré que si fueras el doble de fuerte y yo estuviera enfermo, seguro que hubiera tenido que usas todas mis fuerzas para llevarme una paliza – Rápidamente tras soltar eso, el semidragón rio un poco y comenzó a caminar en la dirección donde el hotel se encontraba. Más que nada por alejarse de Atenea, sabiendo que si en el fondo algo de energía le quedaba, la usaría para congelar alguna parte de las ropas del pelirrojo, cosa que le sacaba de quicio al mismo.
James se detuvo sin llegar muy lejos, y sin voltear para ver a Atenea, alzó su mirar hacia la copa de los árboles, quizás para encontrar las palabras correctas para expresar lo próximo. – Durante los años que estuve con mi familia aprendí muy poco de ellos, pero hay algo importante que se gravó en mí… Los semidragones somos una raza de guerreros, estamos hecho para las batallas, es por eso que nos dedicamos a este tipo de cosas… Desde que me separé de ellos asumí lo que me enseñaron, al entrar a una batalla siempre hay que hacerlo listo para dejar la vida en ella, por eso debemos asumir que nuestro contrincante piensa lo mismo, por eso razón no puedo sentirme culpable por lo que sucede en una batalla, tanto tu como yo habíamos asumido que íbamos a salir heridos de ese encuentro, no hay razón para preocuparse por el otro… Al final te has nublado sola, a lo mejor si no hubieras tenido miedo a hacerme demasiado daño hubieras podido asestar más de esos golpes tan duros – Finalizó bajando la mirada, y volviendo a retomar el paso, sin voltearse a ver a Atenea.
Se había olvidado de aquello de como subir las escaleras, pero ahora con el cuerpo tan cansado, y la mente igual de agotada, solo le importaba volver al hotel, y echarse a dormir de buena manera. – Oye, no te quedes en el suelo, el blandito Ori, y Ocelot esperan en el Hotel, vaya a saber las cosas que pueden llegar a hacer solos – Agregó James, girando el rostro para ver a Atenea por encima de su hombro, mostrando una clara sonrisa soberbia y una mirada orgullosa. Cuando volvió a poner su mirada al frente, el pelirrojo continuó caminando, a un paso bastante lento, pues realmente no podía caminar a gusto por las pocas energías que le quedaban. – La próxima vez no tengas miedo de golpearme, si vamos a tener revancha no quiero que te contengas de ninguna forma – Agregó luego comenzando a reír un poco por lo bajo.
Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]
Fruncí un poco el ceño. No entendía por qué le había dado por contarme eso, pero lo cierto es que aquello explicaba muchas cosas que habían estado rondándome la cabeza y no conseguía aclarar sobre él. No le tenía pena ni mucho menos, pero ahora sabía parte de la razón de que fuese así con las peleas. Me quedé pensativa ante aquellas palabras, mirando a la nada. Es posible que tuviese razón, pero no estaba del todo de acuerdo con ello y, como era propio de mí, no iba a callármelo. Aunque me permití el lujo de perderme en mis pensamientos por unos momentos hasta que volví a escucharle hablar y desvié de nuevo mi mirada de uno de los árboles cercanos a su cara. O más bien a aquella eterna sonrisa que no parecía desaparecer de su rostro en ningún momento. A veces resultaba irritante, pero en ese momento no me lo pareció tanto.
Terminé por levantarme como pude, algo más descansada y con la posibilidad de andar sin caerme, y comencé a avanzar para poder llegar a su altura —No me responsabilizo si falta algo en la habitación. Lo único que espero es que no los haya visto nadie —. Reí por lo bajo al imaginarme a esos dos dando brincos por allí y rompiéndolo todo. De ser así tenía claro que no iba a pagar los desperfectos. Tener ese pensamiento me hizo recordar algo importante: era Rubinus a pesar de todo, así que mi deber no era ese. Aunque bueno… Realmente solo era una aprendiz aún, ¿no? Mientras intentaba justificarme mentalmente pude llegar junto al semidragón justo para escucharle decir aquello y rodar los ojos —Sí, señor —. Bromeé poniendo la mejor de mis sonrisas sarcásticas.
Estando ya cerca de la ciudad volví a pensar en todo lo que me había dicho antes. No estaba segura de si debía sacarle el tema, pero no podría callármelo tampoco y ahora parecía mucho más receptivo a hablar que otras veces. Tenía que aprovecharlo después de todo —No me contuve por miedo a hacerte demasiado daño. Claro que sabía que íbamos a terminar hechos pedazos. Lo que no quería era… Causarte algo irreversible. Puede que tengas razón, tú o tu familia, en que debes ir predispuesto a morir cuando vas a luchar. Pero cuando te dije de pelear no iba predispuesta a matarte si tenía la oportunidad. No me caes tan mal… Aún —. Sonreí un poco justo antes de poner la vista sobre aquellas enormes y largas escaleras. Respiré hondo intentando pensar en otra posibilidad para subir ahí, pero poco se me ocurría.
Cuando me acerqué hasta el primer escalón y lo agarré me quedé quieta y me giré para mirarle —Espera… ¿En serio me hubieras matado si no hubiese dicho que quería parar? —. Ni siquiera sabía por qué le preguntaba. Por lo que ya me había contado imaginaba que sí, pero supongo que en el fondo albergaba una ligera esperanza de que no fuese cierto. Miré hacia abajo un momento antes de girarme para empezar a subir. No estaba segura de querer escuchar la respuesta a eso. Estaba claro que no tenía el cuerpo para muchos trotes, y el subir esas escaleras no era precisamente buena idea, pero no podía hacer otra cosa si quería poder dormir en un colchón.
Me centré en esa idea cada vez que la piel me tiraba. Tuve que pararme unas cuantas veces intentando no quejarme ni dar algún que otro grito al sentir las heridas, sobre todo las quemaduras. Probablemente era lo que más me estaba doliendo de todo lo que tenía encima. Por propia inercia me mordía el labio cada vez que algo me dolía, y ninguna de las veces me acordé del corte del labio, lo que quiere decir que todas las veces veía las estrellas cada vez que hacía eso —Maldita mi idea… —. Desde luego no sabía quién me habría mandado ofrecerme como saco de boxeo para el pelirrojo. Probablemente mi peor idea en años. Aunque realmente sí que me lo había pasado bien. Fue ver el final de aquellas escaleras y la mirada se me iluminó. En el momento en el que conseguí llegar arriba me dejé caer en el suelo un momento antes de asomarme, tumbada desde ahí, para ver cómo iba James. Solo esperaba no tener que ir a por él —¿Sabes lo bien que te vendría haberte guardado energías para usar las alas de las que tanto presumes? —. Sonreí de forma socarrona. Probablemente se enfadase por mis burlas, pero él no se paraba para hacérmelas a mí así que yo no iba a ser menos.
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