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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea] - Página 3 Empty Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

Mensaje por James Adamska Sáb Oct 17, 2015 12:44 am

Claramente, una sonrisa se ostentaba sobre el rostro del pelirrojo, la primer respuesta de la muchacha, aunque fuera en broma, sentía que tenía un oír muy dulce, nada mejor que le obedecieran sin rechistar. Ciertamente, eso le ayudaba para tener uno poco más de ánimos, mientras usaba sus pocas energías para caminar hacia la ciudad colgante. Ciertamente no se esperaba que Atenea siguiera la conversación en ese punto, creí que quizás por el cansancio iban a terminar caminando en un silencio aturdidor, pues las mentes de ambos estarían centradas en tener un buen descanso. Sin embargo, no le costó mucho prestarle atención y comenzar a escuchar lo que decía. James no podía evitar reír ante lo que ella comentaba, sin embargo, esas risas se detenían debido al dolor que le causaban esos espasmos internamente, seguramente por algún hueso dañado que no tardaría en curarse cuando se echara a dormir. Sin embargo, todas aquellas risas se detuvieron en cuanto vio las escaleras, rápidamente su rostro mostró una expresión de desagrado, y con dificultad tragó algo de saliva. La irrumpía la idea de tener que subir a esas alturas con sus pocas energías, y claramente, no lo haría de buena gana.

James dejó a Atenea ir primero, si alguna de las maderas estaba floja mejor que ella lo averiguara primero, obviamente, se esperó a que esta subiera bastante para comenzar a subir él, y así evitarse inconvenientes indeseados. Habiendo avanzado solo un poco, Atenea soltó un comentario, bajando su mirada, lo que posiblemente le permitió ver al semidragón tomado de las tablas como si de un gato asustado ante al agua se tratase. James ponía todo su empeño para tomar las tablas con fuerza y no resbalar, dando cada movimiento con completa concentración, junto a una total paciencia para que nada saliera mal. El comentario de la muchacha no le hizo gracia alguna, seguramente nada le podía hacer gracia en esa situación, aunque se encontrara a poco espacio del suelo, ya le entraba el temor por tener que seguir subiendo. – Tendría que haber ganado de alguna forma – Musitó James un tanto audible, mejor dicho, como quien no quiere decirlo. Realmente no estaba seguro si le hubiera matado, pues después de todo era una batalla amistosa, pero seguro que la hubiera llevado al límite hasta que se rindiera, y si ella no se rendía, estaba claro que hubiera continuado hasta que uno de los dos ya no pudiera continuar.

Ciertamente, para el semidragón, el subir esas escaleras era un infierno en vida. El cuerpo le dolía, sus músculos tirantes en brazos y piernas le hacían pensar en que podría sostenerse hasta llegar arriba, pero la idea de caer desde este tipo de altura le atemorizaba, obligándole a exponer su cuerpo hasta los límites, pues ni de broma iba a aflojar con las fuerzas que estaba aplicando. Hacía lo posible para no bajar la mirada, tenía asumido que eso era lo mejor que podía hacer, así que mantenía su vista en alto, mirando el próximo escalón y de momento mirando a Atenea, solo para no tener que pensar en la altura a la que se encontraba.

Cuando la muchacha terminó de subir, al semidragón aun le quedaba algo de recorrido, pero el irritante comentario de la contraria no le ayudo en nada. Frunció el ceño, incapaz de mostrar una sonrisa por lo atemorizado que estaba ante sus carentes energías que podía aplicar para subir, así que con un muy mal tono le contestó. – ¡Si! ¡A lo mejor si me hacías caso y te dejabas golpear como te dije, ahora no hubiera gastado tantas energías! – Alzaba su voz para ser oído, un tanto frustrado si se ponía a pensar en cuanto le había costado derribar a Atenea, pero después de todo, la victoria había sido suya.

Tras bastante esfuerzo, el semidragón pudo terminar de escalar, y a diferencia de Atenea, este no se echó al suelo por riesgo a luego no poder levantarse otra vez. En la mente del pelirrojo, reinaba más la idea de echarse en su habitación del hotel, la cual hasta ahora no había visto, pues solo habían ingresado a la pieza de Atenea. El orgulloso exnoble soltó un suspiro, algo prolongado, pues de encima se estaba quitando todo el temor al encontrarse sobre las escaleras, ahora se sentía más seguro, al menos mientras caminara por el medio del sendero y no se acercara a los bordes, a no ser que nuevamente una de esas estúpidas ramas quebrara. – Vamos, no quiero esperar más para poder dormir – Aseguró James, tomando la delantera, sin mucho trabajo poniéndose a caminar, aunque obviamente sus piernas rogaban por un descanso, aunque el pelirrojo tuviera las energías para poder caminar sin caerse, al menos por ahora.

Como la última vez, no costaba mucho llegar, James recordaba algo del recorrido y no le costó ir primero sin perderse, y al cabo de un tiempo llegar hasta el hotel. Donde al verle, no pudo evitar mostrar una gran sonrisa complacido al saber que por fin podría descansar tras esa emocionante batalla. – Oye, por la mañana tenemos que hacer algo igual de divertido que esa batalla – Musitó el semidragón, volteando su mirada por sobre su hombro solo unos momentos para poder ver a Atenea, y tras eso continuar caminando hacia los interiores del hotel, cada vez más cerca de poder tomarse ese glorioso descanso.
James Adamska
James Adamska

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Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea] - Página 3 Empty Re: Con la cabeza sobre los arboles [Priv Atenea]

Mensaje por Invitado Dom Oct 18, 2015 9:25 am

Sonreí satisfecha al ver que le había cabreado. Acababa de soltarme que era posible que me hubiese matado y en el fondo eso me dolió, y como no podía usar mis habilidades pues decidí que esa era una buena forma de vengarme. Lo más gracioso es que sabía que estaba diciendo en serio lo de que debí dejarme golpear por él sin poner resistencia, lo que me provocaba una tremenda risa a pesar de no poder reírme por el dolor. Cuando llegó arriba soltó aquello me levanté con cuidado y empecé a andar detrás de él —Sí abuelo —. No pude evitar reírme por lo bajo. Tampoco quería seguir tentando mi suerte así que sería mejor dejar de cabrearle… Por ahora.

Le seguí de cerca hasta la puerta del extraño hotel para dejarle la satisfacción de ir el primero. Alcé la vista desde donde estaba cuando dijo aquello y sonreí de forma sincera. La verdad es que realmente lo de la batalla había sido algo que se me ocurrió porque sabía que le gustaría, y no me había equivocado. En parte sentaba bien dejar de hacerlo todo mal y dar en el clavo con el semidragón por una vez en todo lo que llevábamos de viaje y que lo reconociese. Al menos en parte. Cuando por fin entramos y di con el pasillo donde sabía que estaba la habitación fue como si mi cuerpo supiese lo que le esperaba y se relajara casi sin poder evitarlo. Rebusqué en los bolsillos hasta dar con la llave y la saqué para poder abrir la puerta.

Justo antes de abrirla me recorrió un escalofrío. Supuse que fue por el no saber si aquel par de dos la habrían liado mucho en nuestra ausencia, pero cuando la abrí no parecía haber ningún estropicio —Vaya… Igual les hemos subestimado —. Dije volviendo la cabeza un momento hacia James después de ver desde allí que todo estaba bien, aunque mi vista no alcanzaba a ver la cama por lo que no sabía dónde estaban Ocelot y el Ori exactamente —. Oye, si están durmiendo no les despiertes anda. No me importa que se queden como inquilinos, la cama es grande —. Comenté mientras entraba al baño sin siquiera llegar a seguir hacia delante. Necesitaba evaluar un poco mi estado antes de poder dormir. Si necesitaba curas, era el momento de hacerlas.

Puede que no fuera una gran idea después de todo. Ni siquiera me reconocía cuando me miré al espejo. Resoplé claramente frustrada por la cantidad de moratones y sangre que tenía encima por los cortes y las quemaduras. Apoyé las manos en el lavabo y me eché hacia delante para apoyar la frente en el espejo —Lo que hay que hacer… —. Había cerrado los ojos por un momento. Cuando los abrí vi algo que me sobresaltó y que no me gustó en absoluto: no estaba sola. Apenas pude llegar a girarme cuando aquel tipo me empujó contra el cristal y pude escuchar un crujido a la vez que un intenso dolor en la frente. Ni siquiera tuve tiempo para caer al suelo cuando me agarró del cuello y me lanzó hacia la puerta del baño. Por suerte para mí, estaba abierta. Por desgracia, había un mueble justo en frente y me di de lleno contra él haciendo que se rompiera.

Quería levantarme de ahí, pero teniendo en cuenta cómo venía ya de antes y el pedazo de golpe que me acababa de meter me resultaba imposible casi moverme. Lo único que pude hacer fue encogerme un poco cuando le vi avanzar hacia mí con algo entre las manos. Ni siquiera sé qué llevaba, estaba mareada, lo único que me quedaba era esperar el golpe. A pesar de todo el barullo mi cabeza intentaba localizar de qué me sonaba la cara de aquel individuo hasta que di con ella: era el tipo de antes, el que no paraba de mirarme cuando salí la primera vez de la habitación y con el que me choqué cuando salimos. Pero aún con eso seguía sin saber quién era. ¿Alguien de la guardia de Spatium? Pensaba que los tiempos en los que me andaban buscando ya habían parado. Igual me equivocaba. Aunque puede que no fuese de eso de lo que le conocía, igual ni siquiera era conocido mío si no del pelirrojo. Fuera lo que fuera acababa de dejarme por los suelos y casi me temía lo peor.
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Mensaje por James Adamska Mar Oct 20, 2015 4:52 pm

Con todo el cansancio sobre el cuerpo, el semidragón lograba poner una sonrisa en el rostro, alegre de por fin poder tomar un descanso. James fue tras Atenea cuando esta abrió la puerta, con las intenciones de buscar a Ocelot para poder llevárselo a la habitación de ambos, y poder descansar finalmente. El comentario de Atenea no le molestó, después de todo, si él se quedaba allí seguro el pelirrojo tendría más espacio en la cama. Sin embargo, no había dado con el felino como para poder saber cómo se encontraba, ciertamente no habían destrozado la habitación ni nada parecido, pero tampoco se les veía por ahí. En un momento le pareció extraño, no había sonido alguno, normalmente los maullidos del felino llegan nada más abría la puerta tras haberse separado un tiempo. Claro que podía estar durmiendo ¿Pero dónde? Uno pensaría que escogería la cama por comodidad, pero allí no estaba ninguno de los dos.

– Ocelot… ¿Dónde andas maldito vago?- Susurraba James, mientras se adentraba en la habitación. Atenea se dirigía al baño, pero por su parte, el semidragón se acercó hacia la ventana del balcón, dirigiendo su mirada a tanto lugar pudieran en busca del felino. No iba a asomarse fuera de la ventana ni bromeando, solo era el camino que más ángulos de visión le daba, o al menos eso pensaba.

Antes de poder dar con su mascota, el sonido de un cristal romperse llamó la atención del semidragón. Se giró rápidamente en esa dirección para notar que era proveniente del baño. – ¿Estás bien?- Llego a musitar el pelirrojo, aunque no demasiado audible. Aunque antes de poder realizar otra acción vio como Atenea era arrojada fuera del baño. El semidragón frunció el ceño rápidamente, y apretó los puños un tanto preocupado por lo que sucedía. No del todo consiente de su cansancio intentó apurar el paso para dirigirse hacia donde ella, pero a los pocos pasos que dio, sus piernas dieron el aviso de dolor, junto a un calambre, y otras horribles sensaciones en el cuerpo que le obligaron a flexionar sus piernas, incapaz de caminar con gran velocidad.

Le tomó un poco de tiempo poder levantarse nuevamente, aún preocupado por lo que estaba pasando. Frente a sus ojos pudo ver a aquel extraño tipo saliendo del baño, caminando hacia donde Atenea. James hizo lo posible para pararse, quería llamar la atención del posible enemigo, y pocas cosas se le venían a la cabeza. Su fuego terminaría por quemar todo el lugar, y solo en el caso hipotético de que tuviera las energías para lanzar una llamarada en esas condiciones. No había ninguna roca sólida en las cercanías, y de todas formas no tenía el tiempo para ponerse a buscar una. Con suerte si podía caminar, imposible le sería hacer uso de su sangre de dragón. Y con las pocas energías que contenía no tenía la velocidad para acercarse hacia el tipo. James estiró su brazo hacia un mueble cercano, y tomó lo primero que pudo sin saber que era. Con fuerza lo lanzó hacia el tipo sin dudarlo, pero obviamente no le dio, aquel objeto frágil aparentemente de cristal se rompió sobre el marco de la puerta del baño. Al estallar contra las maderas, aquel objeto se convirtió en miles de fragmentos de cristal, que comenzaron a caer sobre el extraño tipo, al menos distrayéndole de Atenea.

James intentó aprovechar la situación, y con una sonrisa orgullosa en su rostro uso las energías que tenía para moverse hacia donde el tipo. Confiado el pelirrojo, creía que podría vencerle fácilmente, pero en sus condiciones no sería capaz de vencer fácilmente ni a un niño. Intentó dar un puñetazo al rostro del tipo, pero rápidamente este pudo detenerlo, aprisionando así el puño del exnoble. Seguramente aquel golpe había sido lento, muy lento, aunque James no lo hubiera notado debido a cuan cansado estaba. Sin mucha dificultar, el tipo realizó una serie de maniobras, que finalizó con barrer el píe de apoyo del pelirrojo, provocando así que este cayera al suelo sin oportunidad oponerse en lo más mínimo.

James no pudo evitar soltar un quejido, su espalda calló con fuerza sobre el suelo de madera del lugar, provocando un sonido ensordecedor. Junto a ello, la cabeza del semidragón se sacudió bastante, y aunque no se había golpeado, si parecía haber recibido una sacudida peligrosa, pues comenzó a marearse, todo le daba vueltas, y se sentía incapaz de reconocer lo que sucedía. Igualmente, adolorido y cansado, incapaz de levantarse, intentaba buscar con su mirada al tipo, aquel extraño hombre que parecía haber tenido bastante suerte para escoger el momento perfecto en que enfrentarse al semidragón. Con el orgullo un tanto dañado, James ponía su mejor esfuerzo para encontrarse mejor, pero no podía, todo era demasiado, su cuerpo no estaba listo para recibir tales daños, pues solo esperaba poder llegar y llevarse un merecido descanso.

Gruñía el semidragón, luchando por no caer inconsciente, pero parecía incapaz de recuperarse. – Maldición – Musitaba apenas audible, haciendo uso de sus ultimas fuerzas. - ¿Quién es este tipo? – Continuaba, completamente humillado, con rabia que le llenaba debido a lo fácil que le habían derribado. En parte,  James no podía dejarse vencer porque estaba preocupado por Ocelot, no le había visto, y aunque confiara en la inteligencia del felino, muchas veces mayor a la propia, temía que le hubiera pasado algo. De igual manera, era incapaz de ver como se encontraba Atenea en aquellos momentos, pues con su nublada visión solo podía ver como el tipo se movía de un lugar a otro en la habitación.
James Adamska
James Adamska

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Mensaje por Invitado Lun Oct 26, 2015 6:56 pm

No era demasiado consciente de lo que estaba pasando, solo notaba un intenso zumbido en la cabeza y otro en los oídos. La sangre me bombeaba con tanta rapidez que pude notar el ardor de la misma en las orejas y la sien, así que apreté los ojos con la esperanza de que parase lo antes posible. Me apoyé sobre los codos y sacudí la cabeza varias veces. Justo en ese momento escuché varios golpes que me hicieron mirar en la dirección de la que provenían, viendo una escena un tanto borrosa de forcejeo y lucha entre dos personas. Tardé un poco en ser claramente consciente de que estaba en la habitación del hotel y que la pelea era contra un desconocido que se había colado allí. Cuando por fin pude centrarme del todo vi a James caer al suelo por el golpe de ese tío. Me había parecido escuchar algo romperse y comprobé que había sido algo que ahora yacía en el suelo hecho añicos, cerca de mí.

Volví de nuevo la vista hacia el espectáculo y la extraña sensación de que nadie hubiese venido al escuchar tanto ruido, lo que me hizo pensar que era probable que aquel tipo tuviera algún poder especial para insonorizar la habitación o algo por el estilo. Aproveché la distracción que le causaba el pelirrojo para alargar el brazo y coger uno de los cristales rotos de aquella cosa. Me costaba horrores moverme, pero tenía que hacerlo si no quería que aquello fuese peor de lo que ya estaba siendo. Casi dando un pequeño salto me abalancé sobre las piernas de aquel tiempo para derribarlo del todo. Escuché el golpe sordo que hizo su cuerpo al caer y me moví lo más rápido que pude hasta ponerme encima de él y colocarle el trozo de cristal sobre la garganta —¿Quién eres y qué narices quieres?

Era un chico rubio, el mismo de antes, al final no habían sido suposiciones mías. Intentó forcejear como pudo moviendo las piernas, lo que hizo que perdiese el equilibrio y me fuese hacia delante, propinándole un corte en la mandíbula un poco profundo y me llenase con su sangre y la mía, ya que del golpe me corté la palma de la mano con el cristal. Justo cuando conseguí volver a mi posición para volver a preguntarle el tipo me miró de una forma que me dieron escalofríos. Fue como si me estuviese evaluando, como si hubiera descubierto algo de mí que quería averiguar desde hacía tiempo. Nada más percatarme de eso y sin previo aviso el chico desapareció. Me quedé un momento quieta y cerré los ojos volviendo a mover la cabeza. No podía haberse desvanecido así como así. ¿O sí? No estaba segura, pero lo que sabía es que ya no estaba debajo de mí.

Cuando alcé la cabeza para ver si seguía por allí no pude ver a nadie. Se había ido, o eso parecía. ¿Qué cojones acababa de pasar? Me quedé por unos minutos en aquella posición, sentada sobre mis rodillas y con las manos a la altura del vientre, una de ellas aun sujetando con fuerza el cristal lleno de sangre. En cuanto pude reaccionar pestañeé un par de veces y solté el cristal como si fuese algo realmente asqueroso. Sabía que había sido en defensa propia, pero por alguna razón me sentía extrañamente culpable y no me gustaba. Fruncí el ceño mientras me dejaba caer hacia atrás, sentándome y mirando a la nada. De nuevo reaccioné y me di la vuelta para levantarme y llegar hasta James que aún estaba en el suelo.

Fue una mala decisión teniendo en cuenta mi estado. Suerte que cuando llegué me senté de nuevo o habría caído redonda en el suelo del propio cansancio. Le puse las manos sobre los hombros y le miré un tanto preocupada. El golpe no es que hubiese sonado demasiado alentador —¿Estás bien? —. En uno de esos movimientos vi caer una gota de sangre sobre la frente del semidragón y mi instinto me hizo mirar hacia arriba pero no había nada, así que me llevé la mano a la cabeza. Había sentido la punzada durante bastante rato pero no sabía lo que había sido hasta que mis dedos tocaron el trozo de espejo que tenía clavado en la frente. Por suerte para mi no era demasiado profundo, solo tremendamente escandaloso por la sangre. Así que simplemente lo saqué haciendo una pequeña mueca y me puse la manga sobre la herida presionando un poco.

Me dejé caer para sentarme del todo junto al pelirrojo y le pasé un dedo por la frente para quitarle la sangre —Lo siento. No sabía que la tenía. ¿Sabes quién era ese tipo? —. Sabía que no era una buena pregunta para el momento, sobre todo porque un semidragón como James cansado no era precisamente una fuente de respuestas agradables, así que deseché la idea de seguir hablándole para pasar a ayudarle. Estaba segura de que no iba a pedirme ayuda pero no iba a dejarle ahí tirado toda la noche y claramente yo estaba un poco mejor que él. O eso pensaba cuando le agarré para ayudarle a levantarse. Obviamente apenas pude dar un par de pasos, pero pude llegar por lo menos hasta la cama para sentarle allí —. Quédate tu aquí, yo me iré a la otra —. Justo entonces escuché un golpe sordo desde uno de los cajones que salió disparado fuera de su lugar, dejando salir a Ocelot y al pequeño Ori, ahora despierto.

Al menos en eso pude respirar tranquila, estaban bien. El pequeño gato apenas tardó dos segundos en llegar hasta donde estábamos y acercarse hasta el pelirrojo. La verdad es que muchas veces no entendía por qué seguían juntos, pero en otras como esa hasta lo llegaba a comprender. Le hice una pequeña caricia al gato que me miró y maulló antes de ir hasta la cabeza de James y lamerle de forma insistente. El Ori por su parte también se acercó y me rodeó varias veces. Al parecer sí que se acordaba de mí. Una vez se quedó quieto le acaricié la cabeza y respiré hondo sin saber muy bien qué hacer, aunque igual lo mejor era curarme las heridas y descansar, aunque no quería irme del todo hasta ver cómo estaba el semidragón.

Me levanté para acercarme hasta el baño de nuevo pero apenas pude dar dos pasos cuando casi caigo de bruces contra el suelo. Para mi bendita suerte tenía una especie de silla mullida, como un sillón de una sola plaza, y me senté en él —Creo… Que voy a esperar un rato mejor… —. Aun me costaba entender que fuese capaz casi de hablar. En cuanto estuve sobre el sillón encogí las piernas y me hice como un pequeño ovillo sobre este, ladeada para poder apoyar la cabeza sin dejar de presionar la herida de la frente con la manga. Estaba increíblemente cansada y tenía muchísimo sueño, pero no podía dormirme sin curarme eso primero o sería peor. Ahora sí que realmente me arrepentía de haberle pedido luchar. De no haberlo hecho aquello no habría pasado.
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Mensaje por James Adamska Mar Oct 27, 2015 5:03 pm

A James lo costó comprender las cosas que estaban sucediendo, solo escuchaba algún que otro golpe, cosas rotas, y giraba su mirar hacia donde provenían, intentando hacer un esfuerzo para reconocer que sucedía, pero el cansancio le impedía completamente poder poner su total atención a eso, ya que su cuerpo, no dejaba de dolerle en cada pequeño movimiento que hacía. Pudo escuchar la voz de atenea, y rápidamente hizo un esfuerzo y pudo ver a la fémina sobre el tipo de antes, amenazándole con alguna cosa afilada. Sin embargo no mucho más pudo notar, pues la vista se la nublaba rápidamente, y para cuando pudo volver a comprender la situación tenía a Atenea cerca. Lo único que el semidragón pudo notar, fue la vos de la contraria, y como una pequeña gota de algo le caía sobre la frente. James apretó los dientes, aun un tanto molesto por toda la situación. – Si, supongo que aún sigo en una pieza… o eso creo – Musitó el pelirrojo, con las pocas energías que le quedaban, haciendo un esfuerzo para aguantar el dolor que sentía aun cuando intentaba hablar.

El pelirrojo notaba lo igual de cansado que se encontraba la muchacha, aunque parecía estar un poco mejor que él. James no tenía idea de que había pasado con el tipo que estaba en la habitación, pero aprovechaba sus pocas energías para intentar acomodarse, no quería hacer grandes esfuerzos, prefería pasarse horas en el piso a tener que andar caminando entre quejidos por lo abatido que estaba. La siguiente pregunta le hizo fruncir el ceño y soltar un suspiro por lo bajo. ¿Qué pregunta era esa? James creía que ella le conocía, pues le nunca le había visto, o al menos no le recordaba de nada. El mal humor del semidragón estaba completamente presente, había recibido una paliza, y ahora siquiera podía pararse, además no sabía aun donde Ocelot se encontraba. – Claro que no… Al menos creo que no… No lo sé, no llegue a verlo bien, pero tampoco me sonaba de ningún lado… Pero si vuelvo a verlo no será más que cenizas – Contestaba el semidragón, sin esforzarse mucho en sus palabras, usando un tono molesto y algo bajo, debido a lo cansado que se encontraba.  No quería dejarse ayudar, pero tampoco es que pudiera poner mucha resistencia, se limitaba a no colaborar y desviar su mirada hasta que finalmente llegaron a la cama.

Una vez sentado allí, James comenzó a intentar respirar hondo, para ver si podía recuperarse mejor, aun con el ceño fruncido, y con su mente preocupada por el felino. Sin embargo, poco más duró, pues con prisas el felino apareció para dirigirse directo al semidragón, logrando que una sonrisa se posara el rostro del mismo, mientras el pequeño felino le lamía la cara con su áspera lengua. – Supiste esconderte bien… Ya no te quedarás solo en los cuartos – Musitó James, realizando una leve caricia sobre la espalda del felino con algo de esfuerzo. Allí sonriendo, el semidragón sentía encontrarse mejor, al menos no tan preocupado, y podía dejar de concentrarse en tonterías para que su cuerpo se relajara, buscando recuperar energías.

Ya su respiración estaba calmada, y su vista no se nublaba, se encontraba mejor, al menos un poco, y la cama era un mucho mejor lugar de descanso que el duro suelo. James no prestó mucha atención a cuando Atenea se levantó, ciertamente recién comenzaba a recuperar sus ánimos, y seguro tardaría algo de tiempo en poder sentirse completo nuevamente. Sin embargo, cuando escuchó las palabras de ella, llevó su mirar hacia ese sillón donde se había acomodado. – Bah… Creo que tengo energías como para poder llegar hasta mi habitación, no hace falta – Mustió el pelirrojo, frunciendo un poco el ceño, pues realmente no estaba seguro de si podría hacerlo. Pero mientras más vueltas le daba, más indignación sentía por estar tan derrotado, tanto que siquiera podía caminar hacia si habitación.

Sin esperar mucho, el pelirrojo hizo un esfuerzo, y logró pararse de la cama, tambaleaba un poco, pero estaba allí de pie, con los pies en el suelo, la cabeza en alto, y bastante orgullo. En su rostro su soberbia sonrisa se hizo ver sin problemas, y echó una mirada de superioridad hacia Atenea. – Lo ves, puedo llegar sin problemas – Afirmó el pelirrojo, ahora ya más animado, orgullos y soberbio como acostumbraba. Sin embargo, cuando intentó dar un paso para avanzar, sus piernas reaccionaron, dándole fuertes dolores que le obligaron a flagelar para caer arrodillado. – ¡Rayos!- Exclamó el pelirrojo furioso, con el ceño fruncido, tomándose de las sabanas con fuerza. – ¡Juro que mañana buscaré a ese tipo y voy a hacerlo trizas!- Anunció el semidragón completamente acondicionado por el enojo, usando las sabanas y la cama para volver a ponerse de píe, y aunque fuese para rápidamente acostarse sobre el cómodo colchón de la misma.

Hizo un esfuerzo para acomodarse mientras el cuerpo le dolía, Ocelto no tardó en acomodarse también cerca de él buscando un cómodo lugar donde dormirse. El semidragón por su parte había vuelto nuevamente ese mal humor, y cerró un poco los ojos descansando la vista, mientras en su mente se hacían los pensamientos como planeaba dar una paliza al tipo si volvía a verle.
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Mensaje por Invitado Miér Oct 28, 2015 11:53 am

Giré un poco la cabeza cuando James comenzó a hablar de nuevo, encontrándose con su mirada en cuanto se levantó. ¿Qué tenía energías? Para mí que ni siquiera se había parado a mirarse bien. Estaba claro que iba a caer y yo lo sabía, pero no pude evitar moverme cuando lo hizo. No iba a ayudarle porque bastante mosqueado estaba como para acercarme y ser el blanco de su ira, pero no quitaba que me preocupase de todas maneras —Haz el favor de dejar de ser tan terco y quedarte ahí. Todas las camas son iguales, ¿qué más te da esta que aquella? Eres peor que un crío a veces… —. Respiré hondo y volví a apoyar la cabeza en el sillón mientras me quitaba la manga de la herida para ver que estaba empapada. No podía tardar mucho más en curarme.

En ese momento aquel pequeño animal blanco y peludo se posó encima del respaldo del sillón, mirándome fijamente con la cabeza apoyada sobre sus patas delanteras. Sonreí un poco antes de llevar la mano hasta la misma y rascarle un poco, a lo que el animal respondió entrecerrando los ojos —Parece que eres más activo de noche, ¿verdad? —. Me quedé pensando mientras le miraba y entrecerré los ojos ligeramente —… Noche… —. Balbuceé justo antes de notar que el bichito empezó a lamerme la herida de la frente. Me dolió un poco al principio, pero pronto ese dolor se fue yendo. Al poco tiempo ya no sentía nada ahí, ni siquiera el pinchazo constante ni el ardor que llevaba tiempo sintiendo. Tampoco pude darme cuenta de nada más cuando mi cuerpo se terminó rindiendo y me quedé dormida allí encima.

Desperté con un fuerte movimiento hacia delante y la respiración agitada. Malditas y asquerosas pesadillas. Volví a echarme hacia atrás cuando comprobé que seguía en la habitación y llevé una de las manos hasta mi frente, ahora curada del todo. Puede que ese fuera el agradecimiento del Ori por haberle salvado, quién sabe, aunque me vino realmente bien. Aún era de noche y la luz que entraba por el balcón indicaba que quedaban todavía al menos dos o tres horas para que el sol saliera. Ni siquiera recordaba haberme quedado dormida. Me sentía un poco mejor aunque aún estaba bastante dolorida y atontada por haberme despertado de esa forma. Eché un vistazo rápido a la habitación para comprobar que todo estuviera bien y me paré al ver al pelirrojo durmiendo. O al menos creía que estaba durmiendo porque es lo que parecía.

Se me hacía un poco extraño verle tan tranquilo. Acostumbrada a que no parase quieto eso era una novedad desde luego. Ocelot también parecía estar más tranquilo que cuando lo vi salir de la cajonera. La verdad es que se parecían bastante cuando dormían. No pude evitar reírme un poco ante esa imagen antes de volver la vista hacia el Ori —Ey, pequeño. ¿Me harías un favor? —. Sabía a ciencia cierta que jamás en la vida James aceptaría eso estando despierto, pero si estaba dormido no se enteraría y probablemente lo primero que pensara es que había sido su propio organismo. No dudaba de que pudiera curarse él solito, lo había visto antes, pero sentía la necesidad de ayudarle aunque fuese en eso y aunque ni siquiera se diera cuenta.

No tardé en darle las indicaciones al pequeño Ori para que curase algunas de las heridas del semidragón. Obviamente no haría al bicho curárselas todas porque terminaría exhausto, pero sí al menos ayudar con las más graves dentro de sus posibilidades. Me acerqué a la cama para acariciar a Ocelot y darle un beso entre las orejas —Fuiste muy valiente bola de pelo —. Esa cosa no hizo más que enroscarse en sí mismo y seguir durmiendo. Vago hasta la muerte. No podía volver a dormir así que me salí al balcón por un tiempo. No me había gustado que nos atacasen así. Ese tipo aprovechó las pocas energías que teníamos y nos había estado vigilando. Eso me ponía enferma y me daban unas ganas enormes de hacérselo pagar, pero no sabía si buscar problemas era lo mejor ahora.

Me acerqué hasta la barandilla, apoyé las palmas de las manos en ellas y me subí encima para sentarme allí. Puede que pareciera peligroso, pero yo no lo veía así y era algo cómodo para estar. Además, así estaba un poco más alta y podía ver mejor. Me gustaba esa ciudad, a pesar de que nada más llegar intentasen matarnos y por poco incendiásemos la mitad del bosque. Aún con todo era un sitio agradable, pero en lo único en lo que podía concentrarme ahora era en ese tipo y en sus intenciones. Supuse que era un robo, pero empezaba a no estar tan segura. Tampoco entendía esa racha de mala suerte, esperaba que acabase pronto antes de que ella acabase conmigo del todo. De todas formas poco podía hacer a esas horas más que esperar a que amaneciese y pensar en algo. Aunque estando con el semidragón estaba segura que lo que querría era ir a por ese tipo. Para él perder no era una opción, pero no estaba tan segura de que estuviese tan recuperado como para poder enfrentarse a alguien que hasta podía tele transportase. Me agarré con fuerza a la barandilla y simplemente me quedé sentada mirando a la nada y esperando.
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Mensaje por James Adamska Miér Oct 28, 2015 11:36 pm

No le costó mucho al semidragón quedarse dormido ante tanto cansancio, aunque la voz de la muchacha sonara en la habitación, James cerró los ojos y le hizo caso omiso mientras se dejaba relajarse, para finalmente dormirse entre pensamientos. Cuando el semidragón volvió a abrir sus ojos, sí que había pasado tiempo, cuando de dormir cansado se trataba, el no escatimaba, mientras más podía hacerlo mejor. La luz entraba radiante por el ventanal que al balcón daba, quizás había sido esta lo que le había obligado al despertarse. El pelirrojo soltó un bostezo, y se frotó los ojos sin cuidado, mientras comenzaba a desperezarse en aquella cama. No lo había notado en aquellos momentos, pero gran parte de su cuerpo estaba bien recuperado. A penas si sentía algunos dolores cuando movía algunos músculos en concreto, como por ejemplo sus brazos, que se habían llevado una muy mala parte en la batalla de la noche anterior. Jame se sentó en la cama, aún sin estar completamente despierto, pues sus movimientos eran lentos, y sus ojos amagaban con cerrarse nuevamente. Aun no lograba reaccionar donde estaba, y que había pasado la noche anterior. Hasta que abrió los ojos, y las condiciones del cuarto le hicieron recordar la mayor parte de la que había pasado, razón por la cual el pelirrojo frunció el ceño y gruño mientras apretaba los dientes, recordando la visita de anoche.

Ya un tanto malhumorado por recordar la importante derrota de la noche anterior, el semidragón se levantó de la cama, estirándose hacia el techo buscando quitarse la paresa que le invadía. De igual forma, se frotó la nuca mientras comenzaba a caminar por la habitación, mirando con atención en busca de sus compañeros. Ocelot fue el primero en presentarse, su maullido se hizo oír que delicadeza desde un rincón del cuarto, provocando que James se girara en esa dirección para caminar sin prisa hacia el mismo. – Buen día amigo, ¿Tienes idea de la hora que es? – Musitó el pelirrojo con calma y tranquilidad observando al felino. Ocelot soltó un maullido, y rápidamente escaló las ropas de James para ponerse sobre su hombro. – Si es lo más probable- Afirmó el semidragón, sin tener ni idea de lo que ese maullido significaba. Pues no muchas veces entendía a Ocelot, pero le gustaba responderle de aquella forma, pensando que eso hacía sentirse al felino menos incomprendido.

Ya con su amigo sobre el hombro, lo siguiente que hizo, fue poner la vista alrededor del cuarto en busca de Atenea y el Ori, pero al no ver rastro de ninguno, lo primero que hizo fue dirigirse hacia el balcón, esperando que allí estuviera. Y si no, seguiría buscando, al menos por un rato más. Cuando finalmente dio con la fémina, el semidragón volvió a bostezar, por fin estaba cerca de estar espabilado completamente. – He dormido de maravilla ¿Y ustedes? – Fue lo primero que preguntó el pelirrojo, al verle con el pequeño animalito peludo en brazos. James comenzaba a recordar más de lo que había pasado la noche anterior, asegurándose de que no había sido solo un mal sueño, pues Atenea aun mostraba también algunas marcas por los problemas que se habían ocasionado. Para aquellos momentos, James comenzaba a notar la buena recuperación que había tenido su cuerpo, pues recordaba estar exhausto la noche anterior. Al notar esto, comenzó a revisarse con el tacto, notando que algunas de sus heridas se habían cerrado en gran medida, y otras que recordaba parecían no haber estado nunca allí. – Wow… ¿Cuánto tiempo he dormido? Estoy casi como nuevo… Desde cuándo soy tan bueno recuperándome – Musitó el semidragón, mientras seguía comprobando heridas en su cuerpo. Hasta que finalmente, una sonrisa soberbia acompañada por un buen humor se hizo en el pelirrojo. – Bueno, no debería esperar menos, una batalla contigo no puede causarme tanto daño después de todo – Afirmaba el semidragón, bromeando para luego soltar una pequeña risa. Era agradable poder reír sin sentir que el cuerpo se te caía a pedazos.

No mucho le duró aquello, pues rápidamente recordó que el desconocido le había dado una paliza, y por lo mismo frunció el ceño para soltar otro gruñido. Con un poco de mal humor perdido, James cruzó de brazos y se dejó apoyar la espalda en la pared mientras echaba su mirada hacia todo lo que se podía ver desde ese balcón. Ni loco pensaba en acercarse a los barandales, se iba a mantener allí donde más seguro se sentía, y lejos de donde pudiera comprobar la altura. – ¿Que haremos ahora? ¿Crees que nos digan algo por cómo ha quedado el cuarto? ¿O podríamos escabullirnos sin que lo noten?- Preguntaba el semidragón, pues él no tenía mucha idea. Seguramente no tenía el humor para que le hicieran ordenar eso, y seguro si le ponían algún pero terminaría incendiando todo, así que mejor irse sin decir nada, pero quizás Atenea tenía otra idea. Además, era una buena forma de evitar el silencio, sin la necesidad de hablar sobre el tipo de la noche anterior.
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Mensaje por Invitado Jue Oct 29, 2015 10:54 am

Después de que el Ori volviese de hacer lo que le había pedido se quedó conmigo fuera. Al cabo de varios minutos me cansé de estar allí subida y me senté en el suelo, apoyada en una de las esquinas. No me había dado cuenta de que me había quedado totalmente frita hasta que escuché a James cerca. Me restregué los ojos sin mirar demasiado y bostecé antes de mirar a mi espalda con los ojos entrecerrados y ver que ya era completamente de día. ¿Cuánto había estado allí? La verdad es que me sentía bastante mejor y menos dolorida. Me miré vagamente los brazos y las piernas para comprobar que probablemente mi pequeño amigo había decidido que era buena idea curarme parte de las heridas a mí también y por eso ahora dormía todo tranquilo en mi regazo. Sonreí un poco y lo apretujé con cuidado —Gracias Nox. Me parece que vuelvo a deberte una pequeño —. Igual puede que no fuese tan mala idea quedarme con aquella bola de pelo a la que acababa de bautizar.

Me estiré un poco desde el suelo antes de levantarme y volver a restregarme uno de los ojos, intentando despertarme del todo —Me alegra que hayas dormido bien usurpando mi cama —. Comenté sonriendo un poco el tono de burla. Estaba claro que se había levantado graciosito el señor, eso era buena señal. Me acerqué para darle varias palmaditas en el pecho sonriendo con cierta superioridad —. No te confíes tanto, dragoncito. Todavía no me has visto enfadada —. Acto seguido entré de nuevo en la habitación riendo un poco. En el fondo me alegraba que estuviera así, al menos era señal de que la cosa no fue tan mala como había pensado la noche anterior.

Me quedé mirando el estropicio de cuarto que se había quedado y fruncí el ceño, pensando en lo que acababa de preguntarme. Me llevé una mano hasta la barbilla mientras pensaba justo antes de dirigirme hasta la puerta y abrirla ligeramente para mirar fuera. Sonreí al darme cuenta de que tenía razón en lo que había pensado y que puede que mi plan funcionase. Cuando volví a cerrarla fui de nuevo junto a la cama, al sitio donde había dejado desarmado a aquel tipo y me agaché para recoger el trozo de cristal aun manchada con la sangre de ambos —Hemos pagado por dos habitaciones y solo hemos usado una. Les dimos dinero suficiente para poder arreglar eso, no creo que tengamos por qué pagar más. Pero como la gente tiende a no pensar como pienso yo, lo mejor será escabullirnos. Y sé exactamente como. Vamos —. Guardé eso dentro de uno de los bolsillos del kimono para después meter también al Ori dentro de la chaqueta y dejarle descansar.

Volví hasta la puerta y la abrí de nuevo ligeramente para comprobar que el carrito de la limpieza seguía allí. Esperé unos minutos hasta que vi a alguien salir de una de las habitaciones cercanas y salí de golpe para chocarme a posta con esa persona. Era una mujer mayor de esas ricachonas. Le pedí perdón por el golpe pero obviamente ni siquiera me dirigió la palabra. Tampoco era algo que me importase, ya tenía lo que quería. Volví a acercarme a donde estaba James para darle indicaciones —Ve por ese carro sin que te vean y tráelo aquí. Si lo escondemos en la habitación de esa “señora” se tirarán un tiempo buscándolo y ese tiempo nos vendrá genial para poder irnos sin que nadie se de cuenta —. Le enseñé la llave que acababa de coger de aquella mujer y me di la vuelta para abrir la puerta del lugar y esperarle.

Era algo simple: robas el carro, lo guardas en ese lugar, sacas del carro la llave de la habitación, vas a recepción, dejas tus llaves y te vas como si nada. Tardarán un rato en buscar el carro y la llave de repuesto y, para cuando abran con la que nosotros les dimos, nos ha dado tiempo de salir de allí de sobra. De haber sido un hotel más grande igual no funcionaba, pero siendo uno pequeño como ese estaba claro que no derrocharían el dinero en hacer más de dos copias, aparte de la llave maestra. O eso era lo que esperaba. Además, era simple, rápido y efectivo. Al menos a mí me había funcionado otras veces… Aunque nunca lo había hecho acompañada. De todas maneras dudaba que cambiase algo eso, al contrario, iríamos más rápido.

La otra opción que se me había ocurrido era hacer una cuerda con las sábanas y cortinas y haber salido por la ventana, pero teniendo en cuenta que James ni siquiera salía al balcón dudaba que esa idea le hiciese mucha ilusión que dijésemos. A parte de eso, y de que no debía hacerlo y sabía que tenía que empezar a ser una buena persona, en el fondo me gustaba hacer ese tipo de cosas. Era divertido y no hacía daño a nadie. ¿Por qué no hacerlo entonces? Incluso habíamos pagado ya y el destrozo no fue culpa nuestra, así que realmente no veía nada de malo en aquello. Precisamente por eso no dejaba de sonreír. Hacía tiempo que no podía hacer esas cosas y me divertía bastante con ello.
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Mensaje por James Adamska Vie Oct 30, 2015 1:24 pm

James echó una mirada a Atenea cuando notó la falta de respuesta de esta, ante los orbes azules del pelirrojo se encontró a la fémina observando los adentros de la habitación, razón por la cual el semidragón se acercó a ella para pararse cercano a su posición y así tener el mismo punto de vista que ella. Siguiente a eso, el pelirrojo guardó el silencio, y se quedó en aquel lugar mientras con su mirada seguía a Atenea y le escuchaba su idea. Normalmente el pelirrojo no aceptaba sugerencias, o ideas que no salieran de su persona, pero con Atenea era diferente, aquella fémina se había ganado un cierto respeto por parte del semidragón, razón por la cual el pelirrojo consideraba que algunas ideas de ella podían ser útiles. A diferencia de con el resto de personas, que sin importar que tan buen idea sea, el semidragón iba a llevarles la contraría, solo para mantenerse firme y dar su imagen de orgulloso guerrero. Pero a fin de cuentas, la idea de Atenea no le parecía tan mala. Aunque el pelirrojo no tuviera idea de cómo hacer aquello de “sin que te vean”, pero tampoco estaba en la mente del semidragón admitir algo como eso.

- Si, tú tranquila, yo lo hago… Pan comido – Musitaba el semidragón con una soberbia sonrisa, mientras comenzaba caminar hacia la puerta de la habitación. Con calma y bastante confianza el pelirrojo abrió la puerta y salió fuera para con su mirada buscar a la señora de la limpieza. No tardó mucho en encontrarle frente a una puerta a dos habitaciones de ahí, a aparentemente preparándose para limpiar esa, de igual forma, no había un alma en aquel pasillo, por lo que tenía la libertad para actuar como quiera. James sonrió triunfal, e intentando evitar parecer sospechoso comenzó a caminar en dirección a la señora de la limpieza, con calma y tranquilidad típica para no llamar la atención en lo más mínimo.

El pelirrojo no se había parado a pensar como llevarse el carro sin que la mujer lo notara, por lo que al estar cerca de ella tuvo que actuar rápido sin medirse primero. Solo pensaba en una forma de hacerlo, y lo hizo sin dudar demasiado. El pelirrojo se acercó a la mujer por la espalda, y sin titubeo le empujó dentro de la habitación, para rápidamente cerrar la puerta mientras la mujer caía dentro. Sin pensarlo, volteó a toda velocidad y comenzó a empujar el carrito de la limpieza hacia la habitación donde habían pasado la noche. Solo tenía una oportunidad, pero gracias a la recuperación que había tenido, no le costó acelerar su paso lo suficiente para que la mujer no pudiera tener idea a cual habitación se había metido. De igual forma, la mujer no le había echado la mirada en ningún momento, razón por la cual le sería imposible identificar quien le había empujado por detrás.

James cerró la puerta rápidamente tras de sí cuando entró allí con el carrito. Una sonrisa soberbia y una mirada de superioridad se plantó en su rostro mientras comenzó a caminar por la habitación, como si desfilara su logro. – Te dije que sería pan comida, esa mujer no tiene ni idea de quien le ha empujado – Musitó el semidragón, con orgullo, como si ese fuera un logro digno de kilos de honor. Ciertamente el pelirrojo no había terminado de entender el plan, solo se había concentrado en hacer lo que Atenea le encargó y por eso mismo, echó una mirada al carrito algo confundido. - ¿Y ahora qué? ¿Lo usamos para golpear gente mientras salimos corriendo? – Preguntó el semidragón, bromeando un poco, o quizás esa idea le parecía factible en serio, pues después de todo, tampoco era tan mala idea.
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Mensaje por Invitado Dom Nov 01, 2015 2:14 pm

Me quedé quieta en la puerta viendo lo que iba a hacer. Eso de «tú tranquila» no me dio demasiadas confianzas que digamos. Parecía que no había pillado el concepto. Se ve que verme de pie frente a otra puerta no había sido suficiente incentivo, así que tuve que volver corriendo de nuevo hacia lo que había sido mi supuesta habitación en cuanto le vi dirigirse allí. Me crucé de brazos y le miré frunciendo el ceño justo antes de escuchar gritar desde fuera a la mujer, lo que me hizo bajar la voz considerablemente —Adamska, ¿qué no has entendido exactamente de qué metieses esto en la otra habitación? —. Pensaba que había sido suficientemente clara, pero igual no me había explicado del todo bien. Respiré hondo intentando recalcular de nuevo el plan y ver cómo salir de ahí sin que pensaran que habíamos sido nosotros.

Miré por la mirilla hasta que vi a la mujer, por suerte sin ningún rasguño, y no pude evitar volver a echarle una mirada de reproche al semidragón bestia que tenía detrás. Cuando pude percibir que salía de allí, posiblemente para ir en busca de alguien de seguridad, sabía que no tendríamos mucho tiempo de pensar otra cosa. Si salíamos ahora era probable que nos los cruzásemos y nos exigiesen abrir la habitación para ver qué pasaba, pero por otra parte… Sí. Eso podía funcionar —Anda, vamos… —. Me aseguré de tener al Ori en buen recaudo y salí de allí sin demasiados miramientos, andando a paso rápido e intentando ser lo más natural posible. Esperé un poco para poder ir a la altura de James y vi que venía la mujer de antes con un hombre alto, moreno y bastante corpulento que llevaba uniforme.

Pasamos por su lado y no pasó nada, así que sonreí ante mi triunfo de forma instintiva. Mal hecho. Al escuchar la voz de aquel tipo llamándonos me tensé un poco. No entendía por qué, estaba segura que de querer podría irme de allí y él no me lo impediría, pero había decidido cambiar de vida y no era mi intención herir a alguien así en el camino. Puede que por eso la adrenalina me hiciese efecto en momentos así cuando antes solo me daba flojera. Me giré ligeramente para intentar contestar de forma amable al tipo cuando nos mandó que abriésemos la habitación —Mire… Tenemos prisa. Tome si quiere la llave, nosotros nos vamos o llegaremos tarde —. Lancé la llave hacia él sin pensarlo y volví a darme la vuelta.

Por un momento pensé que nos llamaría para que fuésemos con él, pero no lo hizo. Ni siquiera me interesó el por qué, simplemente seguí caminando hasta recepción para entregar mi llave y esperar que James hiciera lo mismo con la que le habían dado —Espero que todo vaya bien hoy. El karma nos lo debe, ¿no crees? —. Bromeé un poco mientras miraba insistente la salida. Quería salir de allí ya. Me gustaba la ciudad, pero pensaba que ya había sido demasiado tiempo estando allí y sentía la necesidad de moverme. Por alguna extraña razón mi euforia estaba bastante subida y tenía que desquitarme de alguna forma. Mientras esperaba me acerqué hasta la puerta y salí del hotel para ver el revuelo que había. Fruncí el ceño y me acerqué hasta una de las barandillas.

Me quedé un poco congelada cuando me di cuenta de lo que se trataba. No reaccioné hasta que escuché a James llegar allí —Me parece… Que liamos una buena anoche —. Ni siquiera recordaba la mitad de las cosas que habíamos hecho, pero sí que sabía que el pelirrojo había intentado quemarme lanzándome fuego varias veces y que yo intenté congelarle otras tantas. Mi hielo no se propagaba, pero su fuego sí. Entre el humo que salía del bosque y la gente corriendo con cubos, pude suponer de qué se trataba. Me quedé quieta un momento y no pude aguantar demasiado las ganas de reírme, así que simplemente lo hice y me reí —Sé que igual es algo cruel, pero la verdad es que es bastante gracioso. ¿Crees que deberíamos ir a ayudar o que se las apañarán solos? —. Comenté mientras me giraba para ver al semidragón de frente antes de decidir hacia dónde ir.
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Mensaje por James Adamska Lun Nov 02, 2015 3:16 pm

Los brazos cruzados y el ceño fruncido de la fémina hicieron al pelirrojo alzar una ceja algo extrañado. No entendía que había hecho mal, hasta que ella dijo lo otro. -¿En la otra habitación? – Sususrró James algo pensativo, con el ceño fruncido, intentando deducir como eso podría ayudarlos. Había notado como le habían llamado por su segundo nombre, y no es como no le agradara, solo que sus oídos no estaban acostumbrados a tal. Tras pensarlo un poco más, el semidragón supuso cual era la idea, pero igualmente creía que aún tenían el plan de salir dando golpes con el carro, por lo que no se preocupó demasiado. Sin embargo, estaba claro que no era un plan que fuese bien con las ideas de la muchacha, y James no tenía mucho problema en seguir nuevas indicaciones de esta.

Obviamente salió tras ella, con Ocelot bien oculto entre sus ropas, para que no sea visto. El pelirrojo iba bastante más calmado que la muchacha, quizás porque él no terminaba de comprender su error, y pensaba que estaban completamente seguros. James mantuvo su aire despreocupado aun cuando vio a la mujer del carro junto con otro tipo. No tenía nervios ni preocupación, después de todo, no consideraba haber hecho nada malo, y tampoco temía a lo que pudiera hacerle aquel tipo si le encontraba sospechoso. Cuando la voz masculina resonó tras ellos, el pelirrojo mostró rápidamente una sonrisa soberbia sobre su rostro y se giró con bastante paciencia para mirar al tipo. Su sangre de dragón hirvió por unos momentos, sentía que tendría la necesidad de pelear, y nada mejor para despertar los músculos que tener un buen combate. Sin embargo, Atenea se le adelantó, y se las arregló para que podamos irnos rápidamente. James no se negó y le siguió cuando la misma se apuraba por alejarse, aunque por dentro se había quedado algo insatisfecho por haber tenido que evitar la batalla.

Sin problema alguno, James dejó su llave en el mostrador mientras escuchaba las palabras de Atenea. – Después de la paliza que nos dieron, yo diría que si nos merecemos algo bueno – Musitó James, bromeando de igual manera hacia Atenea, alejándose del mostrador para caminar en dirección a la salida. La ciudad colgante le encantaba, pero por alguna razón, parecía que cada vez que la visitara terminaba armando un desastre. Cuando salió y notó lo que sucedía, no pudo evitar reír un poco, por muy cruel que sonara. – Bah, no es la primera vez que les pasa créeme – Musitó el pelirrojo bromeando, después de todo era verdad. – Seguro que puede apañárselas bien – Agregó un tanto despreocupado, mientras el felino se asomaba fuera de sus ropas para tomar algo de aire y posteriormente acomodarse en su hombro. James no iba a ayudar, sin pensarlo demasiado tomó la delantera para avanzare entre aquellos caminos colgantes que reinaban en la ciudad. – Además, yo no sirvo para apagar el fuego, mira como corren con agua, no me acercare a esa situación – Dijo el pelirrojo aun bromeando, mientras reía un poco y avanzaba sin problemas por el camino colgante.
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Mensaje por Invitado Miér Nov 04, 2015 3:48 pm

Asentí ante lo que dijo James y me quedé un momento para volver a mirar de nuevo al lugar del que salía todo aquel humo. Realmente me sentía algo mal por haber ocasionado eso, aunque después recordaba la pelea y se me pasaba. Al menos hasta que el haber perdido volvía a venir a mi cabeza y me molestaba de nuevo. Chisté con la lengua y puse una mueca antes de desviar la mirada y darme cuenta de que el semidragón ya había comenzado a andar para salir de allí. Apreté el paso para alcanzarle y aproveché para dejar al Ori salir fuera. Por un momento pensaba que iría sobre mí como solía hacer Ocelot cuando íbamos andando, pero en lugar de eso el pequeño bicho blanco decidió que era buena idea ir levitando a una distancia corta de mi hombro.

Llevé las manos hacia atrás para cogerlas mientras andaba con tranquilidad y miraba para todos lados, viendo mejor la ciudad y fijándome en cosas que no había visto el día anterior. La verdad es que habían hecho muy buen trabajo con todo aquello y nadie diría que aquella ciudad había sido una construcción. Más bien en algunos edificios parecía que hubiesen salido directamente del tronco del árbol, como si formasen parte de él. En uno de esos vistazos me fijé en que había cuerdas colgantes en uno de los puentes paralelos al que estábamos a punto de cruzar. Fruncí un poco el ceño para poder ver mejor y me di cuenta de que los usaban para bajar. Ahora entendía por qué no había más escaleras.

Lo cierto es que quería probar a bajar por ahí, pero dudaba que a James le pareciese buena idea. De todas formas no iba a quedarme con las ganas —Estoy cansada de bajar por esas escaleras cochambrosas. Yo voy a probar eso —. Comenté justo antes de señalar las largas cuerdas que bajaban hasta casi tocar el suelo. Suponía que sería fácil: te agarras y bajas. No me lo pensé mucho y me encaminé hacia ellas sin mirar si él quería o no ir por ese sitio. Si no quería siempre podía coger las escaleras, después de todo yo no le estaba obligando a hacer nada que no le apeteciera. Sonreí ampliamente al ver cómo un chico se ataba la cuerda con fuerza y se tiraba —Vaya… Yo pensaba que solo era bajando por ella, pero eso es mejor —. Por poco di palmas de entusiasmo, pero sí que los ojos me brillaban ante aquello.

Siempre me había gustado hacer cosas así y no pensaba perder esta oportunidad. Además, lo peor que me podía pasar era qué, ¿qué me matase? Bueno, al menos habría terminado haciendo algo que me gustaba. Con miedo nunca se llegaba a ninguna parte y yo no era precisamente alguien que temía a cosas por el estilo. Solo había una cosa en este mundo que me horrorizaba y no iba a encontrármela en esa cuerda. En cuanto llegué me hice con una y medí a ojo para atarla en el sitio correcto y no terminar estampada contra el suelo por una tontería como no ponerla bien. Mientras la ataba eché un vistazo a Nox que no paraba de seguirme y le hice una señal para que se volviese a poner seguro dentro de mi chaqueta-kimono si quería. Por lo visto esa bola de pelo tenía cosas en común conmigo después de todo.

Eché un vistazo a James cuando terminé de asegurarla y me agarraba a ella —Nos vemos abajo, mini dragón —. Sonreí de forma soberbia a sabiendas de que la idea de tirarse desde esa altura no era santo de su devoción, así que por primera vez yo podía superarle en algo y no podía rebatírmelo. No esperé mucho más y me lancé al vacío, agarrando con fuerza un trozo del que sobraba de cuerda para poder frenar en caso de emergencia. La adrenalina me subió a cotas insospechadas cuando sentí el vacío debajo de mí, pero me sentía tan enormemente bien que incluso se me escapó un grito de júbilo cuando iba a mitad de camino. La verdad es que era bastante divertido.

Calculé más o menos cuando debía frenar y empecé a frenarme con las manos, congelando la cuerda parcialmente para no quemarme demasiado las palmas. Aun así, cuando mis pies tocaron el suelo flexioné las rodillas para no causarme ningún daño. Volví a erguirme y comencé a desatarme de allí sin poder parar entre sonreír y reírme un poco. Hacía mucho tiempo que no lo pasaba tan bien con algo así y la verdad es que revitalizaba después de todo lo que había pasado durante esa semana. Estaba lo suficientemente contenta como para que ni siquiera el semidragón pudiese sacarme de quicio, o eso esperaba al menos.
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