[The truth behind your eyes] - [Fingon Sindar]

Pocas veces el hado guiaba a los espíritus hacia su verdadero destino, el no creía ni por un segundo en aquella atadura invisible que obligaba a los mortales a caminar a través del pedregoso camino de sufrimiento que era la vida, más bien tenía la convicción de que el destino era un ramillete de posibilidades y las acciones o decisiones de cada uno le desviaban hacia uno u otro teniendo completo poder sobre aquello que algunos utilizan como excusa para justificar sus crueles acciones o en su defecto insignificantes vidas.

La cabeza del lobo que le acompañaba era ahora gigantesca y sus brillantes ojos esmeralda relampaguearon al darse cuenta que ya no era un simple cachorro sino un justo defensor al igual que él. Fingon estaba buscando pistas de un nuevo caso relacionado con una estafa menor, una banda de disque mercenarios que arrebataban tierras y hogares a los más desposeídos, no es tarea de un alto guardia real realizar dichos trabajos pero aun así alguien debía hacerlo y para él era fácil, saltándose mucho papeleo que el gobierno exige llegue rauda a sus oficinas ante cualquier acción legal o ilegal que pudiera reclamar alguna afectado culpable o inocente.

En un momento Hellfrost el can entrenado por Fingon, bueno más que can, un jodido lobo gigante, comenzó a comportarse de manera extraña, como si estuviera buscando algo. Deambulo de aquí a allá y el elfo pensó que se había topado con alguna pista. Más de alguna vez había ocurrido esto, el lobo le había llevado a aromas fascinantes, uno de ellos lamentablemente era la sangre. Vestido informalmente no se sentía listo para un combate si es que se producía, su camisa de ala ancha, blanca, inmaculada no le brindaba protección frente a un cuchillo de mantequilla y sus pantalones oscuros de vestir no parecían ser armadura suficiente para detener un disparo, mágico o impulsado por la pólvora. Giro una esquina y con una orden el lobo se detuvo, desde el morral que cargaba saco una pequeña espada de una mano con su funda que ajusto a su pierna y continuó. El Fenrir le guio por intrincados y estrechos pasajes y por primera vez lamento que el animal no hablase. Las sombras dictaban que era un lugar algo difícil, la ciudad de Rihm no tenía fama de ser una de las más calmas el mundo y su habilidad de encontrar problemas era reconocida ya en el reino llamándole a veces el emisario de la tormenta.

Giro una nueva esquina y vio al lobo inmóvil preparado para atacar. En una posición que pocas veces había visto Fingon, desenfundo lentamente su Gunblade, movió el martillo del arma y camino escudado por las sombras del estrecho callejón al cual le había guiado el legendario asesino de dioses nórdicos.

Veloz como un relámpago Hellfrost desapareció y Fingon arrojo una maldición frente a dicha osadía, apresuro el paso presintiendo una desgracia y las sombras que le escudaban se escurrieron, el sufrimiento que sentía al ver a su compañero herido se disiparon cuando el lobo como si fuera un cachorro saltaba y corría en círculos alrededor de una mujer alta y de un cuerpo aparentemente delicado. Sus cabellos le recordaban a las frambuesas y cuando vio sus ojos vio el destino de muchos más entrelazados. El elfo guardo movió el martillo que accionaba su revólver y lo enfundo nuevamente mientras se acercaba a la muchacha.

-buenas tardes mi señora, disculpe a mi amigo, mi nombre es Fingon Sindar, Quinto Custos y guardia real de nuestro señor, Lord de Spirit Soul, y este simpático sabueso con sobrepeso es Hellfrost un oficial acompañante y mi mejor amigo- dijo mientras se arrodillaba frente al lobo y le acariciaba el pecho con gran energía. -Tal parece que reconoce en usted un aroma particular o al menos le cae bien, ya nos conocíamos de casualidad?- Interrogó con un rostro demasiado amigable.

El lobo aulló suavemente mientras "Orejas" su compañero le acariciaba y estando en compañía de alguien que huele como el gobierno le hacía sentir feliz, la lengua se le escurría por un costado y más que un lobo de doscientos kilos parecía un cachorrito de un par de meses de vida sentado mientras miraba a la mujer que había olfateado.

La mujer ciertamente tenía una presencia feroz, poderosa y llena de un ángel de confianza absoluta, su rostro de porcelana hacía difícil imaginarla como un agente de combate, pero su arma y armadura dictaban que había experimentado batallas puesto que una Gunblade era difícil de manejar. El elfo pensó en la suya y parecía pequeña en comparación del modelo de la desconocida. Al llevarla abiertamente le hizo suponer que era del ejército, cabello rosa, rostro de porcelana y una Gunblade… podría ser… según los reportes del ejército se había producido una nueva elección en el Dei Squad, la cuarta Dei había sido elegida y respondía a la vaga descripción que el elfo había escuchado en los pasillos de las bases que visitaba.

Ella hizo mención a la inexistencia de la armadura de Fingon, a la escolta y de una especie de valentía o bravura al no ir portándola.

-No es necesaria una armadura mi señora, no busco combate ni violencia porque el deber de la guardia real es mantener la paz, además el portar grandes armaduras y armas escalofriantes deshumaniza a los soldados y atemoriza los corazones del pueblo, por ello cuando me encuentro fuera en asuntos no oficiales o de investigación no suelo portar defensa alguna, pues solo soy un hombre al servicio del gobierno, además si el lord está conmigo quien está en mi contra… nada debo temer.- Respondió el elfo mientras miraba los ojos de la mujer tratando de desentrañar el misterio de sus más profundos pensamientos, tarea fútil y llena de frustraciones pues una de las habilidades de Fingon no era el anticiparse a las acciones sino responder ante ellas.

El lobo lamio la mano derecha de su amigo “Orejas” y lanzo un aullido que se extinguió en su propia garganta, eso daba señal a que el lobo “Hellfrost” estaba deseoso de jugar con él. El elfo levanto dos dedos sobre su corazón y el Fenrir entendió la señal de quedarse quiero vigilando a su lado, por lo cual olfateo una vez más a la chica deleitándose con su aroma como una droga que penetraba en su ser y le inundaba con la vitalidad de sus primeros años. Volvió con su amigo y se sentó a su lado para vigilar los alrededores en busca de alguna amenaza.

-En realidad mi amigo y yo estamos en busca de pistas de algunos casos, existe el rumor de la desaparición de algunos soldados y es mi tarea pesquisar su paradero, sin embargo toda búsqueda de pistas me ha resultado infructuosa a pesar de intentar incluso de sobornar a taberneros y pidiendo de vuelta algunos favores a los comerciantes.- compartió El elfo con la muchacha.

Aunque eran casi la cinco de la tarde el clima era perfecto, no hacía mucho calor ni frio y las nubes pasaban por los estratos superiores atenuando la luz natural causando una embriagues melancólica en el ambiente, Fingon entonces pensó en su prima Nerdanel Sindar, la alegre muchacha que siempre le acompañaba, debería estar a punto de encontrarse con él y por fin indicarle alguna pista del paradero de los desaparecidos soldados del ejército.

-Y vos mi señora que hacéis en la peligrosa y siempre ajetreada Rihm, se ve que sois una guerrera y muy hábil si portáis como arma principal una Gunblade, dicen que es complicado usarlas, la mía aun no la manejo como quisiese pero me ha valido de mucho en episodios anteriores. Son versátiles y ahorran espacio en el inventario de los guerreros aunque no es posible aun usarse abiertamente en el grueso del ejercito la recomendaría completamente como equipo estándar- interrogo sutilmente a la mujer.

Los ojos relucientes de verde esmeralda no tenían pupila y parecían ascuas en vivas llamas pero aun así uno podía darse cuenta que el elfo miraba de pies a cabeza el escultural cuerpo de la muchacha engullendo cada detalle y cualquiera podría dar por sentado que era una libidinosa y pervertida mirada si fuese más clara, sin embargo su fin era tratar de descubrir a que rama o a que parte del ejercito perteneció la presunta Cuarto Dei. Dicen que la gente cambia y se adapta físicamente al entorno en el cual se desenvuelve dando pistas a los más grandes investigadores a tal punto que eran considerados adivinos cuando acertaban sin mediar palabras. Sin embargo hoy en día había tantas razas dispersas en Spirit Soul que era difícil determinar si era una raza específica o sencillamente era una que no se adaptaba, en estas razas superiores no crecían sus músculos de las piernas, brazos, no tenían cayos o no se bronceaban con la luz intensa del sol, su estructura física era eterna.

El clima magistral de la nación era imprevisible, Rihm era cruel con los visitantes que aman la tranquilidad pues los vuelve locos al abusar de ella, aun así robos asesinatos y grandes y clandestinas manos se cernían sobre ella día y noche sin cesar, el astro rey ya se encontraba en lo que los Elfos llamaban la hora del fénix. La hora donde bajaba tanto que el amarillo y el azul místicamente se volcaban y se tornaban en un lujurioso juego de diversos tonos rojizos compuestas por furiosas lenguas de fuego

-Quizás algo de temor si me permite decirlo, hay quienes guardan rencores contra los que se protegen de manera excesiva por ello yo no suelo portar armaduras que me protejan de mi amado pueblo, la guerra sin embargo… en la guerra es distinto.- Agrego el elfo ante la respuesta de la chica de cabellos color rosa.

Tenía un porte exquisito, una estampa que dictaba que poseía una autoridad palpable con quien hablaba, ciertamente debía ser una noble. Por ello el elfo cuidaría más sus palabras, había casos en que simples palabras hacían tambalear a los más hábiles guerreros e incluso muchos caían en desgracia al expresar sus propias opiniones, aun así su capa al viento chasqueaba y al compás de la canción del viento parecía juguetear con su hermosa figura que parecía que permanecería imperecedera a pesar del insistente padre tiempo. Una visión sublime.

Hellfrost se acercó aún más al elfo y le saco de su estado de contemplación y entonces volvió a registrar todos sus pasos en su mente, por algún motivo ajeno a él, se había perdido en un segundo, una especie de laguna mental. Sintió la mirada de ella en él, también lo estaba analizando, si se producía un combate tenía la ventaja realmente? Su compañero, su leal compañero con quien compartía absolutamente todo parecía no tener siquiera ánimos de alguna acción violenta. Más aun este se veía como si hubiera recién nacido al drogarse con el suave aroma de la mujer que ahora le inspeccionaba. Ese aroma, un aroma que le transportaba a la niñez le recordaba al cálido corazón palpitante de su madre loba y “Orejas” seguramente también lo sentía.

Distinto a Hellfrost Fingon se sentía vulnerable, desnudo bajo el escrutinio de la grácil y nívea mujer que tenía delante. Que ridículo, una armada de setenta veces siete no le amedrentaba. Pero una delicada, fibrosa y curvilínea mujer le hacía parecer un novato. Que sensación mas amarga de impotencia sentía. Trago saliva y ella hablo.

Su piel se erizo y sus verdes ojos esmeralda de refulgente calidez parecieron apagarse, algún hechizo tejido en la potente voz de ella le había hecho herizar los bellos de la piel y solo entonces descubrió que ella también estaba en la busca de los soldados desaparecidos. Era soldado, entonces vio el broche, era el símbolo del recientemente ascendido Cuarto Dei… que torpe. No la había mirado lo suficiente.

Ella se movió al borde de la fatalidad e inspecciono el horizonte ahora en ascuas y casi en decadencia. Ella lanzo una amenaza a la ciudad completa si ese era el precio para recuperar a su subordinado, Fingon entonces clavo una rodilla en la tierra y se puso a su servicio.

-Mis disculpas mi señora no os había reconocido, ahora sé que sois la cuarto dei, el cuarto poder más grande de la basta tierra que domina nuestro señor el Lord, bienaventurado nuestro encuentro. Quiero que sepa que hasta el último ápice de voluntad es vuestro, todo en pos de la cruzada de rescate que deseáis implementar, porque si un comandante espera fidelidad hay que premiarla con compromiso, yo os ayudare para desenredar esta maraña de fatalidad mi señora- Dijo finalmente mientras con una rodilla en tierra clavaba la mirada en el broche de la mujer de cabello acaramelado.

Si de algo disfrutaba Fingon era de los buenos capitaneos, y que todos los soldados cuidasen unos de otros, la camaradería era un componente primordial en todo evento militar. Entonces El gran Fenrir se movió alrededor del elfo y le acaricio de manera brusca una, dos y una tercera vez. Entonces el Quinto Custos levanto la vista hasta su compañero y se sentó a su lado como el buen lobo monstruoso entrenado que era.

Entonces sonó el teléfono móvil de Fingon, era el tono que anunciaba una llamada de su prima Nerdanel, seguramente tenía más noticias de inteligencia desde los cuarteles de Tempus, pero la inteligente bestia reconoció la tonada y salto impaciente mientras buscaba el mismo el móvil para contestar, se hecho con todo su peso sobre su amigo orejas y le casi le tiró al suelo, Fingon lejos de molestarse se rio de la actitud de su impredecible amigo y saco el móvil para intentar dejarlo fuera de su alcance pero era una tarea infructuosa, el lobo entonces mordió suavemente la mano del elfo y con una especie de llave rara que le hizo contorsionarse le arrebato el móvil para llevárselo a “Pétalo de rosa” su nueva mejor amiga.

-Eres una bola de pelos traidora- Reclamo el elfo al tiempo que se acercaba a acariciar de manera brusca el cuello de su amigo el cual jadeaba con la lengua al aire con gran energía.

El móvil ponía en el nombre de quien llamaba “Nerdanel” ciertamente un nombre de mujer.

Al lobo parecía agradarle su nueva amiga, su pelaje oscuro y sus vetas azuladas parecían refulgir por algo que en su interior se movía, quizás era algún tipo de predestinación. Fingon no creía en ese tipo de cosas, y es más, creyó que quizás la Cuarta Custos escondía entre sus ropas algún premio comestible o algo que Hellfrost pensase que era así.

Su aroma era embriagador y estaba lleno de vitalidad, olía a rosas, pétalos de rosa recién cortados, su nariz se inundaba de su suave y poderoso hechizo que le hacía erizar los pelos de la cola, rondaba alrededor de ella y sentía que era una especie de líder de la manada, una sensación extraña sintió al escuchar a su compañero “Orejas” no sabía se hacerle caso o ponerse a las órdenes de su nueva… amiga “Pétalo”

-Awwwwwawwwww- Aulló como una especie de lamento o afirmación, en realidad un aullido tenue que apenas escapo de su garganta mientras movía su inmenso pero afilado hocico de arriba abajo mientras sus orejas se levantaban y se agachaban como si estuviera a punto de hablar.

Fingon no comprendía por que se comportaba de esa manera así que le pareció un poco sospechosa la situación y dejo de lado las conjeturas, quizás era un comportamiento nuevo el cual tenía que tomar en cuenta, pues como un entrenador responsable y si se consideraba compañero del lobo entonces tenía que llegar al fondo del asunto, pero en otro momento.

Ella estaba castigándose de algún modo, no lo veía claramente pero el elfo podía sentirlo, el mismo había sentido ese mismo sentimiento en el pasado, cuando su leal compañero de armas, Alcarin Amras había sido asesinado a sangre fría por Hikari Hiroshi, una delincuente común la cual en su locura no le había dado el tiempo suficiente al anciano para que le enseñase al elfo todo lo que podía ofrecerle, su muerte le había causado un gran dolor y una impotencia enorme, incluso cuando se enfrentó a ella y la arresto con la misma violencia que había actuado. Ese episodio le hizo alejarse de la luz que potenciaba sus poderes, la luz que le brindaba firmeza en sus actos y le llevaba por el camino recto, por un segundo, solo por un segundo, cuando la asesina escapo ayudada por unos mequetrefes, Fingon perdió la fe en la justicia, más aun, en la ley y su causa. Se retiró un corto tiempo de la escena pública, gracias a ello pudo finalmente solucionar su conflicto y regresar con todo el poder que alguna vez tuvo disipando las dudas que nublaban su mente. Es difícil luchar contra la injusticia, contra el poder ilimitado del enemigo, pero nada se compara a la crueldad de luchar consigo mismo y doblegar tus propios miedos e inseguridades.

El perro traidor le había quitado el teléfono al elfo y esto le molesto un poco, era como si fuera… eso, como si fuera un jovencito enamorado de un alma gemela o algo así… pero por dios es un lobo, y no cualquiera, era un Fenrir, un asesino de dioses, momento, quizás, era posible que la afinidad que sentía el lobo era por que posiblemente ella era un dios o algún símil racial?.

Ya lo averiguaría más tarde, el tiempo podría darle respuestas de su comportamiento ahora era mejor preocuparse por los soldados que estaban desaparecidos y con riesgo de muerte, el teléfono volvió a las manos del elfo y ella menciono que podría colgar quien llamaba si respondía una mujer.

-No creo que corte la llamada, es muy insistente, es un agregado del gobierno, Nerdanel Sindar, mi prima- aclaro el elfo para evitar confusiones, no quería que se filtrara algún rumor de algún tipo como que el Custos estaba emparejado con alguien y descuidaba sus obligaciones.

El lobo intento arrebatarle nuevamente el teléfono, quería soltarse del agarre de Aldara pero esta vez los entrenamientos del lobo actuaron en su pequeña mente. Su vista se puso seria, sus ojos adquirieron el aire de quien se enfrentara a una dura noticia y un dedo sobre el corazón del Elfo hizo que automáticamente Hellfrost se sentara con el hocico cerrado y no emitiera un solo sonido mientras Fingon respondía la llamada, se escuchaba la voz tenue de una muchacha al otro lado de la línea, Hellfrost tan callado como estaba identificaba a “Petalo” la amiga de “Orejas” pero su mente simple estaba completamente concentrada hasta que su compañero cancelara la orden de espera que le había dado.

Ella se habló algo al lobo, le había llamado agresivo a Fingon… como se notaba que nunca había tratado con un superlobo con sobrepeso como este, que peleaba, pateaba y mordía como si no hubiera un mañana.

Fingon hablo discretamente con su prima y corto la llamada después de casi un minuto de conversación. Al parecer la guarida de los enemigos estaba cerca y se detectaban rondas de guardias armados en el exterior, había incluso informes del tráfico de bestias feroces y tenía pinta de que estaban montando alguna especie de coliseo ilegal donde se enfrentaban bestias y humanos para apuestas ilegales, uno de los nombres que escucho y le pareció de renombre fue Mannoroth, que se llamaba a sí mismo el señor de la fatalidad. Un demonio que dirigía antiguamente un negocio relacionado con trata de blancas, prostitución y una droga llamada “Sonrisa de oro”. La ultima ubicación conocida de Mannoroth era una gran casona abandonada en el extremo oeste de la ciudad, quedaba algo lejos por lo cual el elfo saco de entre sus ropas lo que parecía ser una especie de silbato, miro al lobo directamente a los ojos y levanto dos dedos, eso le dio la orden al lobo de moverse libremente.

Fingon soplo el silbato y a los pocos segundos se escuchó un profundo graznido que resonó por la calle desde donde apareció junto con su lobo.

-Creo que el lugar que indico el informante está un poco lejos… realmente no sé cómo hacer esto, tienes montura. Si no es así, puedes ir con Hellfrost, no suele morder si no tiene motivos, solo no toques su nariz cuando montas. O te podría tirar.- dijo mientras desde la azotea de un edificio de dos pisos apareció un gigantesco ave que salto sobre ellos y planeo suavemente hasta el suelo cerca de los dos soldados.



Fingon se acercó a él, le acaricio el cuello, revolvió suavemente sus plumas mientras murmuraba una melodía elfica en una voz extremadamente baja, tanto que casi se escuchaba como el viento, le tapo los ojos un segundo para que se tranquilizara mientras le montaba y sobre la inmensa ave el elfo tomo las riendas y se enfilo por las calles de la ciudad con destino a la casona donde podrían encontrar más información.

Mientras estaba ocupado el lobo recibía una especie de mimos de parte de la Cuarto Dei, una sonrisa cálida se asomó y el lobo sintió algo que nació en su salvaje corazón, si fuese humano él lo llamaría amor, mas era solo una bestia que se guiaba por sus instintos, una máquina de comer, pelear y dormir, pero ahora era lo que otros llamarían propiamente un ser consiente, como era posible que una sonrisa pudiera gatillar cosas tan sublimes, tan complejas y llenas de significado?, era imposible a menos que hubiera magia de por medio.

-Noticias importantes, sin embargo es mejor hablar en el camino, no se sabe quién puede esta escudado en la sombras mi señora.- Respondió algo psicótico el elfo.

El gran ave había sido una sorpresa para Sashenka y Fingon pensó que le había causado una buena impresión, pero ella de inmediato le consulto si era un domador de bestias o algo parecido, eso le cayó algo mal, pero juzgar no era su fuerte, era rápido en el olvido de las ofensas, aunque ella lo hubiera dicho con toda la buena intensión, en la mente del guardia real sonó como sarcasmo o de alguna forma denigrándole por contar con bestias en batalla -Siento decepcionarla Sashenka, no me considero domador, más que bestias, son mis amigos, compañeros de viaje como cualquier otro, tal vez un poco más salvajes que vuestros gustos quizás, pero al fin y al cabo, seres pensantes y llenos de metas y sueños.- Dijo Fingon mientras arqueaba una de sus cejas que se había caído un poco por el comentario de la mujer que tenía en frente.

La mujer aseguro que no necesitaba de monturas, y en un despliegue de su magia comenzó a elevarse por los aires, los ojos y las cejas se levantaron y se torcieron en una mueca de asombro, su raza era ángel? Un genio elemental?, no podía identificarlo, su aroma incluso era raro, como el de las rosas, seguramente Hellfrost ya habría identificado su esencia, pero lamentablemente este no hablaba con palabras humanas. Su rostro asombrado parecía algo bobalicón, pero apenas se dio cuenta que aprecia un niño viendo un truco de magia.

Sacudo su rostro y monto a Rochallor que grazno profundamente y batió las alas ligeramente para darse impulso, Hellfrost de inmediato aulló y corrió junto con “Orejas” por la calle hasta una avenida principal donde cientos de artículos eran vendidos a precios de oferta, desde huesos humanos hasta ojos que aún se movían en frascos de vidrio, en otra ocasión Fingon se habría detenido a confiscar y controlar a los comerciantes, pues lo que más odiaba era el tráfico de la vida y el más grande tráfico era primero, mujeres, hombres y niños eran forzados a trabajar de esclavos en las catacumbas produciendo horribles artículos.

-Mi señora nuestro primer objetivo es una casa de opio y una casa de placer que se encuentra en las profundas cavernas de la ciudad, una especie de segunda ciudad aún más grande y cruel que la misma Rihm, nos dirigiremos hasta uno de sus cuarteles, Nerdanel me informa que ahí encontraremos las temibles “Sonrisas de Oro”- Dijo El elfo que corría con concentración pues el ave aún no estaba completamente entrenada. Y podía tirarle en cualquier vuelta cerrada.-Ahí encontraremos un gran número de hombres, mujeres y…. niños que son usados como tráfico humano, más específicamente en el comercio sexual.- Dijo apretando los dientes en una inconfundible mueca de ira que costo que se desvaneciera.

-Ahí mismo ruego por que podamos encontrar a uno de los tenientes de Mannoroth, el demonio que buscamos, el mismo es un rumor, pero tiene lazos recientes que fueron detectados, comunicaciones con encriptación avanzada que fueron monitoreadas por la central de Tempus y la acción conjunta de Spatium,- Detallo el elfo, aunque varias de esas acciones no era capaz el mismo de realizarlas, pues como buen agente de campo, su fuerte era la acción.

Apenas llegaron al lugar, desmonto, y Rochallor le siguió de cerca, la gran ave era vistosa, pero al serlo con colores tan vivos le hacían pasar por un turista despistado. Así que lo primero sería entrar a la “Casa del Placer” Miro a su compañera, rogaba con todas sus fuerzas que el soldado que buscaban estuviera en el interior.

Hellfrost recibió de lejos una señal del elfo, un puño en el aire sobre la cabeza del elfo y un dedo girando sobre la misma, lo que le indico que debía desplegarse y buscar posición de vigilancia. El lobo gigante se perdió entre las callejuelas. El elfo miro a su compañera y asintió cuando vio sus hermosos ojos llenos de pasión. Ambos estaban por meterse en la boca del lobo, literalmente pues la casa de placer estaba adornada en la entrada con pieles de lobos gigantes, cosas que por cierto estaban consideradas como ilegales.

-Buenos días mi señor. Es un placer recibirlos, bienvenidos a los pilares del lobo, la mejor casa de placer de Rihm…- Dijo un hombre largo como una lanza y con unos dedos cadavéricos, un obvio consumidor de la “Sonrisa de Oro”, se identificaban por el amarillo intenso de sus dientes, incluso días después de consumir el spray que se consumía de manera oral. –Que es lo que buscan?, mujeres? Hombres, tenemos algunas rarezas que tienen ambos sexos… si es que disfrutan las emociones… esperen.- dijo el hombre que les acompañaba caminando de espaldas por el largo pasillo de entrada. -Me temo que no pueden entrar armados, política de la empresa- Dijo el larguirucho, con la resplandeciente sonrisa.

-Que?, esto, es una minucia, amigo mío, no estaras asustado por este mondadien…- fue interrumpido el elfo que sintió el agarre de una inmensa mano ensombrecida que venía de la oscuridad misma.

-El anfitrión ha dicho que no es posible ingresar con armas… mi señor- Dijo un gigantesco guardaespaldas que estaba oculto entre las sombras, parecían brutales y por cierto seria increíblemente difícil salir luchando de esa situación, por cierto la pareja vencería, pero a que costo, huirían sus objetivos, matarían a algunos de los presos e incluso habían veces en que los dueños quemaban sus propios burdeles acusando al gobierno de que los habían atacado injustamente.

A regañadientes Fingon entrego su arma de servicio la cual quedo tras una jaula en la primera habitación. Junto con dos gigantescos ogros de dientes amarillos, sonrientes y llenos de cicatrices. Fáciles de derrotar si se les atacaba con la suficiente sorpresa.

-Bueno y ahora que cumplimos con todas las reglas… que es lo que buscan? Ustedes son?... pareja?, buscan emociones fuertes me imagino?- consulto el anfitrión que pecaba de perspicaz por los constantes asedios de la policía en otras visitas menos fructíferas donde incluso la casa del placer había podido repeler ataques conjuntos de la policía de Spatium.