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SISTEMA MUNDIAL DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Territorio | 225 | 240 | 110 | 80 | |
Infraestructura | 170 | 320 | 330 | 60 | |
Vehiculos | 150 | 150 | 195 | 250 | |
Armamento | 90 | 21 | 21 | 45 | |
Soldados | 80 | 70 | 70 | 110 | |
Prestigio | 80 | 50 | 120 | 120 | |
Total: | 1435 | 3747 | 1531 | 2085 |
MEJORAS MUNDIALES DE SPIRIT SOUL
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Categorías | Chaos | Spatium | Tempus | Revolucionarios & Anti gobierno | |
Vehiculos | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | Lvl 0 | |
Infraestructura | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Armamento | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | Lvl 1 | |
Links Necesarios: | Info del sistema | Ramas de mejoras | Tierras dominadas | Contador de puntos |
MEJORAS DE CHAOS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armadura reforzada. Los soldados cubren su espalda, hombros, y brazos con armaduras mágicas. (+17 puntos al dado de defensa de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Geisers de lava.Tus murallas son cubiertas por geisers de magma que queman todo lo que se acerca. (+100 hp a cada muralla al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE SPATIUM
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Pólvora Delux. Las armas del reino sufren una mejora total. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Se refuerzan las murallas del reino en edificios gubernamentales. (+100hp a todas las murallas al defender de una invasión ) | 24/8/2016 |
MEJORAS DE TEMPUS
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Campo tecnológicamente alterado. Un campo electro-magnético rodea tus murallas protegiéndolas del daño enemigo. (+150 hp a todas las murallas al defender una invasión) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Armamento | 1 | Cañón electromagnético. Los soldados son armados con tecnología de punta. (+15 al ataque de cada soldado) | 21/8/2016 |
MEJORAS DE REVOS & ANTI-GOBIERNO
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Tipo | Nivel | Mejora | Adquirida el día | ||
Mejora de Armamento | 1 | Armas cortantes (Espadas): los forjadores y herreros abdicados a la revolución son considerados los mejores entre las regiones. (+20 al dado de ataque de cada soldado) | 26/5/2016 | ||
Mejora de Infraestructura | 1 | Diavolik Force. La manipulación con éxito de materiales para crear tus murallas, hace que la protección que esta otorga aumente considerablemente. (+120 hp a todas las murallas al defender de una invasión) | 21/8/2016 |
Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Spirit Soul :: Spatium :: Templo arábico
Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Tomo unos días para organizar todo, reunir los recursos y sobre todo, preparar las cosas que necesitarían para la expedición. Hace mucho que visito ese desierto y había visto en el horizonte una especie de criatura que no recordaba estuviera en el texto que las englobaba y sería interesante agregar alguna nueva especie a las existentes de su reino. El viaje serviría para hacer un reconocimiento de un terreno donde podrían tener ventaja al pelear, agregar alguna nueva bestia a las reconocidas en los tres reinos y claro, preparar físicamente a sus soldados porque existía la alta posibilidad que esa bestia fuera violenta sin contar claro las que ya se sabía usaban ese desierto como territorio.
Originalmente había pensado que todos viajaran juntos hacia el desierto pero el problema de las comitivas muy amplias era que las hacían blancos muy seductores para ser atacados. Sus soldados y el mismo, eran más que capaces de defenderse pero quería ver que tanto podían seguir órdenes sin que estuviera presente a su lado. Durante la mañana anuncio en la base que harían un viaje hacia el desierto que rodeaba el templo arábico, que el partiría antes y esperaba verlos en los lindes del templo cuando la noche empezara a hacerse presente. Esperaba aprovechar las bajas temperaturas nocturnas para avanzar un largo trecho antes de que el excesivo calor de la zona los frenara. Eso daría bastante tiempo para sus subordinaros se abastecieran con lo que necesitaran y llegaran en el tiempo correcto al punto de reunión.
Espero verlos allí a la hora correcta. Les recuerdo que esto es una expedición donde la presencia de todos es obligatoria, quien no cumpla esta orden…espero tenga una excusa adecuada o esté listo para entregar su puesto cuando yo este de vuelta en la base –dijo mirando a todos sus hombres desde la entrada de la base, donde él ya tenía preparado lo que iba a necesitar más unas cuantas cosas en caso de emergencia.- Nos vemos en la entrada del templo a más tardar cuando la primera estrella de la noche este en el cielo –ordeno alejándose de ellos y tomando en medio del camino su forma de dragón completo, perdiéndose en el cielo con sus cosas entre sus garras.
No le molestaba para nada el calor y le gustaba poder observar su reino desde los cielos. Le enorgullecía la variedad de sitios que poseía Spatium y el sin fin de criaturas que allí vivían además de toda la gente que siempre confiaban en ellos para protegerlos. Ese ejercicio debía ser un éxito, no podía permitir que ninguno de sus soldados fallara si una pelea estallaba, no estaba dispuesto a ver a nadie morir, todos debían trabajar como una maquina perfecta o fallarían miserablemente.
Tardo menos de lo estimado, apenas dos horas, en arribar a las puertas de ese majestuoso monumento de su reino. Frente a esa gran construcción se extendía el desierto en todas direcciones, seguramente tardarían un par de días en realizar la expedición y con suerte con ello lo que planeaba se realizaría.
-Muy bien, tienen tiempo aun para llegar. Mientras preparare el campamento –murmuro sacando de entre sus cosas un par de artilugios que había conseguido en su último viaje a Tempus. Uno de ellos al ser lanzado en la arena, se expandió en la forma de una tienda de campaña color crema, típicas para esas zonas áridas, donde había una pequeña mesa donde organizaría todo con sus capitanes generales y los generales del reino. La otra se desdoblo en otra tienda pero destinada únicamente para la preparación de la comida junto con un comedor donde podrían cenar. Sería la ultima cena de ese tipo en varios días, esperaba la disfrutaran porque de allí en más, comerían lo que lograran cazar en las arenas.- Ahora si, a esperar –murmuro ingresando en la primera tienda, comenzando a preparar los mapas y documentos para revisar con sus soldados.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Primero se tomó su debido momento al saber que contaba con tiempo disponible, si, se dio el gusto de pasear por la ciudad e incluso pasarse unos cuarenta minutos tomando una larga ducha, ya que contradictoriamente, el agua era un elemento que le gustaba bastante, que la relajaba y que independientemente de lo que pasara, la ponía de buen humor. A paso lento pero decidido fue cruzando caminos hasta dar con la entrada de la ciudad, al mismo tiempo que elevaba cuidadosamente la vista al cielo ni bien aquellas lenguas de fuego comenzaron a rodearla por completo, revelando su verdadera forma como lo que era…una dragona. Sus trece metros imponían, sí, pero a fin de cuentas no era precisamente el dragón más grande, sin embargo, solo bastaba escuchar esos bajos rugidos similares a los de una bestia enjaulada y observar tal penetrante mirada para que más de uno saliera literalmente despavorido.
Batió sus alas con fuerza o hasta rudeza una vez más para remontar el vuelo, alcanzando fácilmente las alturas en lo que se disponía a sobrevolar la zona con gracia. Las altas temperaturas del lugar eran un paraíso para la fémina, quien ya consiente del camino que debía tomar, fue apresurándose poco a poco en constante estado de alerta…¿Por qué alerta?, más allá de los peligros a los que se exponía por ser un miembro del gobierno…el desierto escondía terribles secretos de los cuales ella fue advertida desde muy pequeña. Desconocía que tipo de criaturas se escondían ahí, pero era ese instinto propio de dragón lo que la mantendría a salvo, no solo a ella, sino también a su superior y por ende a los Generales y Capitanes que se atrevieran a acompañarlos.
El miedo jamás cruzaba por su mente ni tampoco invadía su corazón, sin embargo, podía sentir cierta fuerza bajo las dunas de arena que la dejaba un poco intranquila, que en cierto modo la alteraba mínimamente, sí, pero su prioridad uno era llegar al sitio indicado. Media hora le llevo ir cruzando los páramos desolados, donde se podían observar cada cientos y cientos de kilómetros algunas pequeñas tribus nómades, algunas fuentes de agua natural que en ese entonces, era como una especie de reliquia en medio de tanto camino estéril. Solo cuando focalizó el punto, dio un suave giro a medida que se dejaba caer completamente en picada, cualquiera que la viera podía pensar que Reila estaba demente, sin embargo, solo cuando estuvo a pocos metros de impactar contra el suelo, nuevamente aquel fuego abrazador volvió a cubrirla por completo, desprendiendo algunos destellos dorados para dar aparición a la delicada figura de aquella mujer.
Cayó de pie con facilidad, esos largos cabellos rosáceos fueron presa del viento unos cuantos minutos y ahora caían delicadamente sobre el cuerpo de la muchacha en perfecto estado. Cierto era que cada vez que visitaba el templo arábico, vestía de la misma forma en que muchas mujeres, con esos típicos atuendos que mostraban tanto el vientre como parte de la espalda baja, y en la parte inferior, según el movimiento de aquellas telas que llegaban hasta los tobillos o incluso sus propias piernas, estas podían visualizarse con discreción gracias al par de cortes que la vestimenta poseía a sus costados. Estas siendo de color negro con detalles en dorado, ceñido al cuerpo en la parte superior pero sin llegar a exagerar, demostrando que la sensualidad pero elegancia siempre podían ir de la mano.
-Ministro Mireault, espero que haya tenido una travesía apacible para compensar lo que vendrá después- Murmuró en ese mismo tono de voz envolvente pero con seguridad, sonriendo delicadamente en lo que posaba la mirada sobre él unos momentos, analizándolo con extremo cuidado antes de realizar una sutil reverencia. –Lamento si me demoré un poco- Murmuró al final, dejando escapar un sutil suspiro.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Cuando entonces nos dio el aviso el ministro Arno. Enseguida me volví a mi casa para cambiarme a otras ropas que me habían hecho con buenas telas hace ya cierto tiempo después de que iniciara como Capitana. Pues no iba a ir con un vestido demasiado grande. Porque podría darme una insolación en la mitad del desierto y no quería ser un estorbo o algo parecido. Aunque realmente las nuevas ropas que me iba poniendo, también abrigaban lo suyo. Además de que las mangas de la camisa eran demasiado largas y con pocos estampados con flores rosas por el final, similar estas a la de mi vestido normal. Estas ropas trataban de un conjunto militar con tonos morados y semi rosados. Portaba unas medias del mismo color. Lógicamente en mi cabeza estaba aquel pasador y en mis manos llevaba unos guantes negros algo cortos. Una vez habiendo terminado de prepararme, me mire en el espejo con decisión y asentí para mi misma, a pesar de que en el fondo tuviera algo de miedo, dándome un golpe en la cara contra el espejo sin querer cuando asentí con la cabeza.
Una vez partí de mi casa habiéndome puesto crema solar duradera, por si hacia sol y de ese modo mi piel no resultara dañada. De igual modo llevaba conmigo una sombrilla de esas que se usaban para cuando hacia sol y este no te diera. También llevaba una bolsa semi grande importada de Tempus que dentro habían muchas botellas de agua frescas dentro y el cual los mantenía frías. Después de todo. En Tempus tenían muchas cosas de interés de este tipo. Me iba a hacer mucha falta al ser una humana, sin contar la otra mitad que era y que no quería reconocer aun. Además de que lo pasaría fatal o me sentiría avergonzada si cometiera alguna falta o estuviera dependiendo de mis compañeros, como si no me valiera de mi misma y decepcionara aun más el rango que tengo y el apellido de mi familia. Me dirigí hacia donde debía ir de forma obligatoria. Aunque realmente si no fuera obligado, también iría porque seria mi deber por el reino.
No sé cuanto tiempo me tome para llegar al Templo. Por suerte, había venido con mi asistente, el cual me trajo a caballo. Nos tomamos lógicamente mucho tiempo en llegar, ya que a veces teníamos que hacer paradas para que el caballo descansara al portar a dos personas en el, aunque este caballo era un pura sangre que compro mi familia para sus intereses. Cuando al final llegamos al templo. Lo primero que hice fue mirar a mi alrededor, observando aquel Templo con cierta curiosidad y luego de eso mi mirada se desvió hacia aquellas dos personas que habían llegado antes. Mis ojos primero se posaron sobre el ministro de Spatium. Tuve entonces un fugaz recuerdo de cuando fui a Tempus a ayudar a Valle de Chocobo, recordando a cierto individuo molesto. Luego mis ojos se posaron sobre la chica de cabellos rosados. Recordando que a esta la había visto en algún lugar, aunque quizás mi memoria estaba fallando.
Al final mi asistente Ka Koubun fue el primero en bajar del caballo y luego me ayudo a bajar. —Tenga cuidado señorita.— Asentí lentamente a este. —No te preocupes. Esta vez me he fortalecido mucho y no voy a fallar a nadie.— Dije, tratando de sonar segura, a pesar de que realmente si tenía algo de miedo y inseguridad. Luego de mis palabras. Mi asistente se quedo observándome y luego se subió al caballo, partiendo de nuevo a casa. Yo me quede mirando como se iba alejando y al final suspire profundamente, dirigiéndome casi robóticamente a ellos dos, sin dirigir realmente del todo mi mirada hacia ellos. Mirando al suelo mientras decía nerviosa. —Bu-buenas...— Solté casi en un susurro y enseguida me aclare un poco la voz nerviosa. —Ko-Kougyoku Ren. ¡Ca-capitana de División de Tronus! ¡Presente!— Dije con las mejillas encendidas y a la vez aliviada de no haberme caído o dado contra algo por una vez.
- Ropa militar de Kou:
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
El Lobo de Mibu recibía el amanecer todos los días con su katana en mano ya que entrenar era prácticamente lo único que le aliviaba un poco el alma, el perfeccionar cada día sus habilidades en combate más que obligatorio era algo bíblico, de ahí su gran preparación y forma para hacerle frente a sus enemigos y no dejar de cumplir una tarea que le fuese encomendada por muy difícil que fuera. Hasta ahora no poseía ningún tipo de resultados negativos en su corto pero impecable tiempo ejerciendo como Capitán en el Ejército de Justicia de Spatium.
Sin darle muchas vueltas en la cabeza a la situación rápidamente preparó su equipo, se acomodó el uniforme que estaba sumamente limpio, comprobó el filo de sus katanas las cuales permanecían tan mortales como siempre, preparo algunas provisiones rápidamente para dedicarse a partir hacia el Templo Arabico, ubicación en la cual esperaría el Ministro Arno por el arribo de todas las tropas citadas del Ejercito de Justicia, el lugar sin duda estaría lleno por los mejores guerreros del reino, seguro sería una buena oportunidad para combatir a sus lados. Aunque la idea de estar conviviendo durante la travesía con tanta cantidad de personas no le agradaba mucho, pues prefería la tranquilidad.
Tras comenzar a avanzar hacia el caluroso desierto iban abordando su mente las ideas del propósito de tal llamado, una movilización de tropas tan grande como esta debería tener sin duda un motivo muy fuerte, de seguro no se enfrentarían a nada común ni simple… el solo pensar en la idea un extraño regocijo abordaba al Lycan al mismo tiempo que dejaba escapar una leve sonrisa casi impalpable, el miedo era algo totalmente desconocido para él, lo único que sentía era una especie de regocijo por el saber de un gran enfrentamiento venidero.
Al cabo de unas horas pero aun temprano ya llegaba al destino, a la distancia diviso dos tiendas con los estandartes del Ejercito, sin duda era aquel el lugar donde esperaba se revelara el propósito para tal llamado. Al llegar a la carpa desplego su diestra para desplazar la lona y así poder entrar para dar solo un par de pasos quedándose prácticamente en la puerta, noto que el Ministro no se encontraba solo, estaba acompañado por dos féminas. -Ministro… Segundo Capitán de la División de Tronus… Saito Hajime – afirmo con tono seguro mientras afirmaba con la cabeza a modo de educación ante el superior.
- Uniforme de Saito:
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
A decir verdad, a Garnet le había pillado completamente por sorpresa el mensaje del ministro de Spatium. Tampoco podría quejarse de que el aburrimiento se había apoderado de su día a día (¡aún tenía muy reciente lo de aquella maldita hidra!), pero desde luego no esperaba tener nada especial que hacer más allá de lo rutinario en una semana, quizás más. Fingiendo desinterés con sus gestos, pero denotando cierta extrañeza y curiosidad con su tono de voz, preguntó acerca de los detalles del aviso. Al parecer, se requería la presencia de los soldados de Spatium en los territorios circundantes al Templo Arábico, en cuya zona se realizaría una expedición. Por supuesto, la asistencia de los guerreros que poseían un cargo mínimamente alto en el cuerpo era de carácter obligatorio, así que incluso si no hubiese estado interesada, no tendría más remedio que acudir si quería conservar su puesto.
Tras meditar durante unos segundos acerca de los requerimientos de la misión, despachó a su ayudante y dedicó los siguientes minutos a reunir lo que iba a serle de necesidad en el desierto. No tardó una eternidad, ya que se centró únicamente en aquello que fuese imprescindible, pero trató de pensar selectivamente para evitar llevarse algo que estuviese de más. El lugar no iba a ser un hotel colmado de lujos, desde luego, pero tampoco podía andarse con estupideces. Era una expedición militar, al fin y al cabo.
Nunca antes había visitado el desierto. Le parecía curioso que un lugar que en su opinión gozaba de gran exotismo estuviese en pleno Spatium, pero a pesar de ello no se había dado el capricho de acudir a visitarlo. Sabía que el calor iba a afectarle más de lo normal, teniendo en cuenta que siendo natura de Tempus ya de por sí se sofocaba con el clima típico de su nuevo hogar, que era mucho más frío que el área del Templo Arábico.
Finalmente, una vez hubo terminado con el equipaje necesario, optó por llevar un atuendo militar de color claro, ya que, a pesar de que lo veía menos formal que un traje de tonos oscuros, sabía que podía repeler las altas temperaturas de mejor manera y, por ende, resistir mejor durante la misión.
Tardó menos de lo que creía en arribar al Templo. Un par de soldados se habían ofrecido a llevarla hasta allí (bueno, más bien, ella les había obligado a ello) y habían agilizado el viaje más de lo previsto, por lo cual Garnet les prometió una propina más adelante. Eso, si no se olvidaba, pero no contaba con esto último. No le costó encontrar las dos carpas donde se situarían al menos durante unas horas. Y, por suerte, dio con la del ministro a la primera.
Además de Mireault, había otro hombre más y dos mujeres en el interior de la tienda. Hizo una reverencia antes de entrar completamente, para después anunciarse. – Disculpen la tardanza, señor ministro. – Elevó la vista, pero trató de no resultar desafiante o arrogante en su gesto. Lo peor que podía pasar era que hubiese cualquier malentendido, dada su mala costumbre de parecer desdeñosa con todo lo que le rodeaba. – Garnet Vermell. Capitana de División de Tronus, sección C. A su servicio. – Volvió a hacer otra reverencia, pero esta vez mucho menos exagerada, tan solo agachando la cabeza levemente.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Dio algunas vueltas por la árida ciudad antes de que se acercara la noche y debiera dirigirse fuera para encontrar su ministro en el desierto. Con curiosidad, el joven dio unas cuantas vueltas por la ciudad, observando y entreteniéndose con lo que encontrara allí, hasta que el sol comenzó a bajar dando la señal para que se pusiera en marcha. Mientras se acercaba a la salida de aquella ciudad, con aires despreocupados y llevando sobre su boca una paleta de fresa, un hombre de mediana edad nativo de esas ciudad alcanzó a llamar la atención del joven vampiro. El mismo tenía un puesto de venta, y junto a él, unos tres camellos atados a unas carretas se encontraban. Rápidamente el mercader convenció al General de justicia de que usar uno de sus camellos sería grandiosa idea, por lo que el general encantado por la compra, pagó por usar uno de aquellos camellos hasta encontrarse con su ministro, siendo que le habían asegurado que el bien adiestrado camello sabía encontrar el camino devuelta hacia su mercader.
En poco tiempo, el General de justicia avanzaba dentro del desierto, acomodado en la carreta que le cubría del sol gracias a un toldo blanco, sosteniendo sobre sus manos las riendas del camellos para que este se mantuviera en el camino. Finalmente, mientras la noche se iba haciendo, entre tanta arena el joven vampiro logro divisar un par de tiendas de campaña, suponiendo al instante que se trataría de donde su superior esperaría. Obligo a que el animal de carga apretara el paso, y así llegar mas pronto, aunque la desértica criatura no era muy rápida y no podía apresurarse demasiado.
Finalmente estuvo junto a las tiendas, bajando con rapidez de la carreta, dejando atrás al camello mientras se acercaba hacia los interiores de una de aquellas tiendas. Con su diestra abrió la entrada mientras en su boca se encontraba una paleta diferente, esta de sabor naranja, debido a la pasión del vampiro por los dulces. En cuanto entró alzó su voz sin previo aviso, avanzando confianzudo hacia el interior. - ¡General de Justicia Ayato Sakama! - Anunció alzando su diestra a modo de saludo, con completa confianza y orgullo en sus palabras. - ¡Jefe-sama! ¡Listo para comenzar la expedición! - Agregó aun alzando su voz bastante escandaloso en cuanto pudo ver a su ministro, prácticamente ignorando al resto de presentes, al menos por esos instantes.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
En cuanto puso un pie fuera de la base, fue llamada nuevamente adentro pues dos de los generales se encontraban muy enfermos y no podrían asistir al llamado del ministro, enviándole cartas de excusa al mismo. Asumió la tarea encomendada pero ya iba tarde entonces se apresuró para salir de la base y de la ciudad, encaminándose al deserto cuanto antes. Nunca había ido al Templo Arábico, así que se preocupó ya que buscar el camino correcto podría quitarle tiempo valioso, haciendo que la chica llegara tarde. El sol estaba comenzando a esconderse cuando encontró el camino correcto, divisando a la distancia el imponente templo y apresuró el paso, no tardaría mucho en salir la primera estrella.
Finalmente llegó y abrió la tienda una tanto nerviosa. Dentro de ella se encontraban algunas personas y pudo reconocer al ministro, los altos rangos se distinguen casi de inmediato y lo había visto a lo lejos algunas veces; también pudo reconocer a su capitana Kougyoku Ren, a quien conocía solo de vista -Buenas, lamento la tardanza-dijo con nerviosismo y haciendo una reverencia -Ministro Mireault, el general Hawk y el general Reverant están muy enfermos y le envían sus disculpas por su ausencia en esta exploración-le extendió ambas cartas de la manera más respetuosa posible y en cuanto las tomó giró su cuerpo un poco para alinearse a su capitana pero sin faltarle el respeto al ministro -Emeraude Toulbein, Brigada Dominia bajo las ordenes de la capitana Kougyoku Ren, a su servicio-hizo una reverencia y se dirigió al fondo de la tienda, parando detrás de su capitana para escuchar atentamente las ordenes e indicaciones del ministro.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Alzó su mano y le echó un ojo a su reloj plateado – De haberme quedado dormido me hubiera esperado un castigo… - Hacía horas que el Ministro les comunicó a él y varios de sus compañeros sobre una expedición al desierto. No debía retrasarse, pues lo consideraba algo no profesional e irresponsable, evidentemente. Dejando salir un suspiro, seguido de una sutil sonrisa, cayó en picado en dirección al tejado de su casa, pues se hallaba justo encima de este. Solo necesitó realizar una pequeña maniobra con sus blancas alas para posicionarse en la terraza de su hogar y entrar en ella por la ventana. - Pongámonos en marcha lo más rápido posible. – Lo primero que hizo fue tomar un baño para proseguir con la decisión de llevar o no su valiosa Katana ¿La necesitaría o se quitaría un peso de encima al no llevarla?
“Nos vemos en la entrada del templo a más tardar cuando la primera estrella de la noche esté en el cielo”; palabras de su Ministro las cuales no paraban de repetirse las mismas veces que su mirada se redireccionaba automáticamente al reloj de su mesita de noche. Por suerte iba bien de tiempo.
Con el ropaje perfecto y su Katana enrollada a la espalda con firmeza se adentraba de nuevo en el firmamento, ahora maquillada con colores sumamente bellos y deleitables; la noche se acercaba lentamente. Mientras más dudaba con su cálculo del tiempo en alcanzar el lugar acordado, el nivel de velocidad de vuelo aumentaba, al igual que su emoción. Dicha zona se trataba del desierto, amplio territorio amenazador para los delicados a las crueles temperaturas del sol, cosa que al General no le resultaba gracioso lo más mínimo, pero, por suerte, el encuentro se realizaría en la noche, cuando las temperaturas se mantenían bajas. El Ángel de cabellos rubios podía soportar el frio que muchos odiarían gracias a que su cuerpo estuvo acostumbrándose a eso desde temprana edad, sin embargo, el calor no era su punto fuerte ni por asomo. Su cuerpo estaba capacitado y entrenado duramente para soportar el calor, sin embargo, las elevadas temperaturas que inundaban el desierto podrían afectar seriamente al Ángel si no tomaba las medidas necesarias para soportar dicho infierno.
Aquel páramo se expuso ante los ojos del General, lo único que le quedaba era localizar la zona acordada, suponiendo que se trataría de un campamento. Acertó. Desde las alturas, el joven descendió para acercarse al sitio - ¿Seré el último en haber llegado? – Pensó. Sus calzas apenas rozaron la suave arena cuando el aleteo de sus alas daba por finalizado, extendiéndolas al aterrizar por completo, dejando caer alguna que otra pluma en el terreno por consecuencia. Se acercaba a paso lento hacia aquella tienda de campaña; dentro de ella podían escucharse leves voces… la abrió. Tanto el Ministro y la Capitana General como varios compañeros del ejército se encontraban allá junto a él – Siento el retraso, Ministro – Se recompuso para, a continuación, poder presentarse, pues necesitó inclinarse bastante para entrar en la tienda. – General Owen Hawk presente, mi Señor. – Nuevamente se inclinaba con caballerosidad hacia su superior – Listo para cumplir sus órdenes -.
- Ropaje:
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Coloco el último documento en la mesa cuando escucho llegar al primero de sus soldados. No le sorprendía que fuera la capitana, Reila era muy puntual y siempre era la primera en todas las reuniones que tenían en la base. No mucho después arribo una de los jefes de las brigadas, si no recordaba mal era parte de una familia noble o al menos eso recordaba de los informes de nuevos reclutas que leyó cuando buscaban a los líderes de las brigadas.
Aún faltaba casi todo su ejército y mientras los esperaba, salió hacia la otra tienda y comenzó a calentar la comida que habían preparado los cocineros de la base para el viaje. Había una gran variedad, especialmente carnes debido a su dieta carnívora, aunque igual en las bandejas no faltaba la variedad en los alimentos —Reila, capitana Ren, por favor vengan al comedor —Dijo sacando ligeramente su cabeza por la entrada de la tienda, viendo el arribo de otro de sus soldados antes de volver a meterse, empezando a colocar los platos en el comedor. Seguramente podía haber ordenado a uno de los soldados que lo hiciera pero se sentía más cómodo manteniendo sus manos ocupadas en lo que esperaba.
Cuando tuvo todo en su sitio, volvió a salir de la tienda, esta vez con las mangas de su camisa recogidas y su chaqueta amarrada a su cintura. Para ese momento había llegado otro de los capitanes y se percató entonces que fuera de los nombres, no conocía nada a sus subordinados. Posiblemente a la persona con quien más tiempo pasaba era Reila, era su consejera de guerra y últimamente su compañera cuando se escapaba a entrenar en los terrenos que rodeaba a la base. No cabía duda que ese viaje terminaría siendo de mucho provecho para el ministro, porque podría formar algún tipo de relación más profunda con sus soldados que en el futuro seguramente sería útil.
Aún faltan algunos soldados por llegar pero en lo que esperamos, pasen a comer. Para ahorrar un poco de tiempo, revisaremos los documentos al mismo tiempo que almorzamos, ya que algunos van a demorarse y no quiero que retrasemos la salida —Dijo con calma, mirando a todos mientras se dirigía a la tienda contigua para tomar los documentos. Aunque les advirtió, le sorprendía que los tres capitanes hicieran acto de presencia en la expedición.
Al salir con los papeles, se encontró con uno de sus generales, quizás al único que conocía por la extraña amistad que compartían. Sinceramente le agradaba ese joven vampiro, le recordaba un poco a si mismo cuando era joven —Ayato, por favor pasa a la tienda del comedor —Indico al tiempo que entraba y colocaba los documentos frente a cada plato. Cuando termino, finalmente escucho llegar a dos personas más y posiblemente las ultimas juzgando por el aspecto del cielo cuando salió de nuevo. Estaba trabajando más como empleado que como ministro pero le venía bien el moverse, le desagradaba estar sentado mientras todo le era servido a su alrededor.
Muy bien brigada Toulbein y general Hawk, pasen a la tienda con sus demás compañeros. Sirvan su comida y tomen asiento —Les ordeno mientras entraba y finalmente servía algo de alimento en su plato. Seguido se acomodó en la cabecera de la mesa y levanto uno de los papeles que tenía frente a su plato —Ahora que todos están aquí, les explicare en qué consistirá esta expedición. Para mejorar nuestras relaciones como compañeros y pulir nuestras capacidades combatiendo como unidad, nos internaremos en el desierto en busca de ciertas bestias que viven en lo profundo de las arenas. Estas no se encuentran registradas en los libros del reino asi que no sabemos que pueden hacer o que tan peligrosas en realidad serán —Dejo el papel y levanto otro, uno de los tantos mapas que había llevado consigo — Confió en la capacidad de todos pero este ejercicio no es para que prueben su fuerza en solitario. Yo les ayudare si los combates son demasiados arriesgados pero lo que quiero ver es que tan bien pueden pelear en grupo. Para facilitarlo los pondré en parejas. Reila vendrá conmigo. Toulbein y Ren irán juntas ya que son parte de la misma brigada, quiero ver cómo trabaja capitana Ren con sus subordinados —Estiro uno de los mapas hacia la capitana mientras levantaba otro —Ayato quiero que vayas con el capitán Hajime, lo mismo que la capitana, quiero ver cómo te desenvuelves con tu subordinado —Estiro el mapa hacia el vampiro y levanto otro — Por último, general Hawk ira con la capitana Vermell. Espero ver resultados favorables por su parte general, tomando en cuenta que arribo casi al límite que puse antes de salir de la base —Le entrego el documento, tomando luego su copa —Saldremos entrada la noche, así que aprovechen para comer y luego reúnanse con su pareja. Todos partiremos juntos pero si nos vemos obligados a combatir, solo podrán luchar junto a su compañero ¿Esta claro? Con eso dicho, disfruten y que viva Spatium —Sonriendo levanto su copa hacia sus soldados, bebiendo luego de ella. Esperaba que todo saliera bien durante ese viaje, no sería sin altos y bajos pero realmente esperaba que todos ganasen algo de con ello.
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Estaba segura de que en el peor de los casos, podrían solventar cualquier tipo de problema que surgiese a corto o largo plazo, pero claro, aun en ese estado de silencio absoluto continuó revisando las coordenadas que este entregaba, como si de alguna forma buscara guardarlas en su memoria…Claro, poseía memoria eidética, eso no era tampoco un impedimento a la hora de ponerlo a favor de su labor como Capitana General. Elevó la mirada cuando el Ministro fue dividiéndolos, asintiendo ligeramente ante aquella orden acatada, a la cual no se hacía demasiadas conjeturas, o al menos eso pensaba cuando optó por enrollar algunas hebras de su cabello en el dedo índice derecho, observando las mismas como si realmente no tuviese nada mejor que hacer…No estaba menospreciando la misión, tampoco a los demás, pero como bien ya se dijo el humor de la semidragona no era el mejor ese día…Claro que podía ser algo caprichosa en algunas ocasiones, pero tampoco era como si fuera a confesarlo así sin más.
—Entendido, Mireault, no tengo ningún tipo de problema con lo dicho hasta el momento— Murmuró en ese tono de voz algo arrogante pero melodioso, en pocas palabras encantador pero filoso. Terminó colocándose de pie con cuidado, para darles la espalda y dirigirse hacia el exterior, tranquila pero todavía con esa sensación de opresión en el pecho. —Daré una vuelta por ahí. Me siento sofocada, con permiso— Así la pelirrosada salió de la tienda, perdiéndose su figura esbelta pero bien proporcionada cuando giró hacia la derecha. Automáticamente la brisa cálida meció sus cabellos hacia atrás, despejando ese rostro que de un segundo a otro se había tornado completamente impasible…Ya pues sin más nada que hacer, terminó merodeando en cercanías en busca de sentirse un poco mejor.
- Nota:
- Lamento la demora se me pasó por completo
Y ya se que este post es una mierda pero no ando motivada con el pj e intento solucionar eso(?)
Re: Todos a por los hijos del desierto (Ministro de justicia y soldados de Spatium)
Omitiendo eso. Me puse a comer como nos dijo el ministro, claramente antes habiendo entrado al comedor. Sentándome y teniendo lógicamente timidez por el hecho de que nunca había comido con gente, sino sola en mi hogar. Comía en silencio y trataba con cuidado que ni si quiera se me escuchara masticar, hasta a veces me tapaba la cara con la manga de mi vestido para que no me vieran comer, sintiéndome nerviosa. Por eso mantenía la cabeza gacha para no ver a los demás. Escuchando lo que nos decía el ministro. Realmente me parecía interesante de que fuésemos para mejorar nuestra relación como compis, aunque eso no quería decir que me quitara los nervios que aun sentía. Lo peor de todo es cuando escuche lo que decía sobre combatir contra monstruos. ¿¡En serio!? Realmente de todo lo que llevaba como capitana, solo había luchado una vez con una especie de monstruo que fue el Duramboros. Lo que realmente si me hizo casi atragantar es cuando me dijo que quería ver como trabajaba con mis subordinados. Pues de repente temí que pasara algo similar con mi primo cuando fui de misión con él. Tome en silencio el mapa, mirando con miedo este imaginando que cosas malas podría pasar a la pobre de Emeraude por mi culpa.
Ante lo ultimo que dijo, solo pude asentir con la cabeza y decir en bajito que viva Spatium también con cierto timidez. Se me había pasado algo el hambre el imaginar como me iría. ¿Se acabarían comiendo a la pobre Emeraude por un descuido mio? No estaba diciendo que ella fuese débil, pues podía imaginar que ella podría ser fuerte, sino yo era quien se sentía la débil y temía no poder protegerla o que por mi culpa ella resultara herida. Solo sabía que tenía que esforzarme al máximo. No quería de nuevo repetir el mismo error. Por algo había entrenado tanto. Omitiendo ahora eso. Me fije que Reila dijo un par de palabras y al final salió, cosa que me hizo olvidar al menos mis problemas y preocuparme por ella por lo que había soltado, pero no me sentía capaz de moverme del lugar, pues no quería resultar entrometida o algo así queriendo ayudar a alguien que quizas quería estar solo, así que solo me quedaba sentirme con las manos atadas. Quizás seria extraño para otros, pero para mi era natural el hecho de querer ayudar a aquellos aunque no los conozca de mucho.
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