Exploración y conquista [Trama - Capitulo N°4]

Se mantuvo todo el transcurso del viaje en completo silencio, observando por una de las ventanillas del imponente dirigible que transportaba a los guerreros de Chaos. De tanto en tanto un pequeño suspiro parecía escapar de entre sus labios mientras las órdenes de sus superiores resonaban en la cabeza de la chica una y otra vez. Mantuvo la pierna izquierda cruzada por encima de la derecha mientras leía un poco sobre aquella isla de la cual mucho no se sabía tampoco. La espalda recta se mantenía recargada sobre el respaldar del asiento y por ende la mirada de la semidragona estuvo ligeramente entornada al encontrarse completamente sumida en sus pensamientos.

Lejos estaba de discutirse a sí misma sobre lo que estaba mal o bien, por el contrario, intentaba mantenerse enfocada en las órdenes a seguir aunque como toda joven tenía sus dudas internas las cuales prefería no compartir con nadie. Los largos cabellos rosados de la muchacha se mantenían sujetos en una cola de cabello que caía delicadamente por sobre su hombro izquierdo, otorgando un bello enmarque a la figura de la jovencita quien físicamente aparentaba un par de años más, aunque su rostro todavía conservara ciertos rasgos de adolescente de los cuales no podía reconocer sin necesidad de enojarse un poquito cuando la molestaban con eso.

Desvió la mirada hacia la ventana otra vez, pensativa y escuchando las voces de algunos que aseguraban que ya no faltaba mucho para el descenso. Ante eso, tal mirada de ligera preocupación se volvió a posar en aquellos papeles que sostenía con ambas manos para finalmente volver a doblarlos y colocarlos sobre su sitio correspondiente. Inevitablemente la diestra de la muchacha terminó apoyada sobre su vientre, por una simple acción de más comodidad. Cerró finalmente los ojos para tratar de descansar la vista, percatándose de igual modo de todo lo que ocurría a su alrededor, murmullos, acciones e incluso su propio delicado perfume que siempre usaba.

Aunque internamente se sentía por instantes algo insegura, poco duraría aquello cuando pusiera los pies en dicha isla y debiera seguir con las órdenes impuestas por el mismo Lord, dejando de lado sentimientos o aquellas mismas inseguridades que solían abordarle ante situaciones repentinas o extremas, haciendo que se replanteara sus propios valores. Internamente se encontraba algo molesta, no había pasado más de un mes que su pequeño hijo había nacido y ya sus obligaciones como miembro del gobierno la obligaban a tener que dejarlo con los sirvientes en el reino de Chaos.

Suspiró levemente molesta, puesto que no quería perderse ciertos momentos con su primer y único hijo, pero tampoco deseaba dejar solo al hombre que amaba en una tarea así, deseaba acompañarle a donde fuera como había prometido en el preciso momento en el que se había unido con él en matrimonio.

-Que pase lo que tenga que pasar...- Murmuró para si misma, volviendo a abrir los ojos tras esas palabras.

El muchacho de cabellos dorados se encontraba sentado sobre uno de aquellos asientos que el dirigible poseía, su pie golpeteaba rápidamente sobre el suelo del mismo mientras sus codos se posaban sobre sus rodillas y su frente era oculta por ambas manos cuyos dedos se entrelazaban. Incluso a pesar a de su fidelidad al Lord y sus superiores, el muchacho estaba nervioso. No quería cumplir aquellas ordenes, no deseaba volver a manchar sus manos de sangre inocente, ¿pero que mas podía hacer aquel noble cuyo único objetivo desde que nació había sido mantener el renombre de su familia? Sin embargo ahora, el muchacho tenía su propia familia y un pequeño hijo al cual cuidar. Ni siquiera podía pensar en lo que sería capaz si alguien intentara tomar la vida de estos como ahora el debía hacer con aquella gente.

-Supongo que a veces el mundo necesita un monstruo en vez de un héroe... - En aquel momento el joven hubiera dado toda su fortuna para detener aquello. Pero a veces ni todo el oro del mundo podía saciar la sed de poder de las personas.

El joven simplemente se irguió para colocar un cigarrillo sobre sus labios, encenderlo y observar el techo del dirigible. Ya no había nada que hacer, las ordenes habían sido dadas y el las cumpliría al pie de la letra por que eso significaba ser un hombre del ejercito. Mantenerse fiel, no cuestionar a tus superiores y siempre cumplir las ordenes. El solo tenía un miedo en el mundo y este era fracasar, simplemente aquella idea le aterraba. Fracasar era perder el prestigio de su familia, era ser considerado débil y frágil, su inmenso ego le hacía aborrecer aquella idea, simplemente se consideraba el guerrero mas apto y poderoso del planeta. No dejaría que sus sentimientos nublaran su vista y lo llevaran al fracaso, en unos días todo aquello acabaría y el podría volver a casa junto a su esposa y su hijo.
Su esposa, ese era un tema muy importante, había grandes posibilidades de que uno de los dos no regresara. Pero aquello para el, sería como haber fracasado. La amaba demasiado y la protegería así le costara la vida, ella era la persona mas importante para el. Si alguien osaba lastimara sufriría la inmensa ira de aquel orgulloso y altanero dragón de ojos café, estaba decidido, cuidaría su espalda y cumpliría sus ordenes, solo eso. Tras aquello simplemente observó a la joven de cabello rosado a su lado quien observaba la ventana tranquilamente y le sonrío, mas su vista luego se dirigió hacia la pelirroja que se encontraba al otro lado del dirigible. Las dos juntas en el mismo lugar, eso no podía ser bueno de ninguna manera. Aquel pensamiento le sirvió para olvidar por un momento todo el asunto de la isla, pero lejos estuvo de calmarse. Incluso comenzó a desear que el dirigible aterrizara de inmediato ¿por que diablos era tan jodidamente lento? En aquel momento oyó a uno de los pilotos avisar que estaban por fin sobre la isla. El joven guerrero se adelantó en aquel momento hasta el fondo del mismo y presionó el botón que habría a compuerta trasera, en aquel momento el aire comenzó a soplar con fuerza intentando llevarles fuera de la nave. El por su parte se mantuvo sereno observando el paisaje, luego observó a su mujer y se acercó a ella mirandole a los ojos.

-Ten cuidado... Regresa con vida, estaré ahí si me necesitas. -Aseguró mostrandole una sonrisa confiada que ocultaba las dudas en su interior. Tras aquello se giró hacia el ministro. Hablandole con sus pensamientos. //-Iré a comprobar sus fuerzas, esperaré los veré en la orilla en cuanto aterricen// -Tras aquello simplemente se dejó caer de espaldas hacia vacío, justo antes de llegar al oceanos sus pies se rodearon de llamas que le propulsaron hacia arriba lo suficientemente lejos como para estar lejos del ataque enemigo. Durante el vuelo observó las naves de Tempus acercándose, eran imponentes realmente y sabía que el asalto no duraría demasiado. Las personas de la isla no tenían oportunidad alguna, durante los momentos en que recorrió aquella isla notó que no había ni un solo aborigen en el lugar. Al parecer les habían visto llegar desde lejos y estaban o escondiéndose o preparándose para atacar por sorpresa. Sin esperar demasiado tiempo retornó a la orilla y se detuvo allí a esperar que el resto llegara mientras dejaba escapar una bocanada de humo y acomodaba sus anteojos ligeramente.

-Hubiera sido mas sencillo para ellos si simplemente se rendían ante el lord... - Tras decir aquello observó como la gran cantidad de dirigibles repleta de soldados comenzaban a llegar al lugar.

Los barcos en Tempus habían zarpado, Calypso salió como barco principal del reino, una bandera con el símbolo de Tempus se alzaba sobre el mástil principal junto a una bandera con los símbolos de Spirit Soul que indicaba la orden directa que estábamos cumpliendo. La brisa marina hacia ondear esas banderas mientras la nave avanzaba a paso moderado para no dejar atrás al resto de embarcaciones ni alejarnos mucho de los dirigibles chaoienses. Yo tenía el mando sobre la tripulación del barco como era de esperarse, pero no me permitía tomar el timón debido a mis condiciones, aún que estaba a salvo en las manos de un viejo lobo de mar. Aun me estaba recuperando de los daños que sufrí en él dominus castle, no eran tan grandes, apenas mi ojo derecho tenía el parche que me quitarían en unos días. Mi hombro aún no estaba en perfectas condiciones, aún que a mi parecer no necesitaba más cuidado, en el hospital habían insistido en que no le dé demasiado uso a ese brazo. Se me había aconsejado que probablemente aún no estuviera listo para abordarme a una misión de esas magnitudes, pero me era imposible quedarme en mi oficina mientras el resto de los guerreros estaban cumpliendo las órdenes directas del Lord.

Alejado de la cabina del capitán, di unos cuentos paseos por cada sección del barco para entretenerme durante el viaje, supervisando a cada uno de mis marinos manteniendo el orden en el navío y recordándome a mí mismo porque hacíamos esto. Los isleños no parecían querer vivir bajo las órdenes del Lord, no me parecía tan malo no era una razón para darles caza como animales o poner un precio por su cabeza. En el informe explicaba los problemas que podía sufrir mi reino y claramente era mejor prevenir que curar. No sabía la posición que tomarían los ciudadanos o si verían esto como un acto de violencia sin razón o una justificada estrategia para prevenir una guerra a gran escala. Por mi parte reconocía sabiamente que había mejores formas de arreglar estos asuntos, pero poner en peligro el reino de Tempus era claramente algo que no permitiría. Suponía que el punto de vista de Lord los marcaba de igual forma que a los revolucionarios y con el sucedido en el castillo no dejaría dar rienda suelta a estas personas. Sabia callarme y obedecer órdenes estúpidas y eso era lo que haría como lo había hecho estos años, no se me permitía opinar sobre el cómo manejar este asunto, era una orden directa del Lord por lo que decidía dejar de pensar en ello y dejar de lado mis emociones, concentrándome solo en ser digno de mi puesto.

Mis pensamientos volaban de vez en cuando, mayormente en los momentos en que estaba observando el océano, parado sobre la cabina del capitán con las manos en mis bolsillos y sintiendo la brisa sobre mi rostro que movía mis cabellos y ondeaba mis ropas mientras la luz del sol sobre mi cara reflejaba mis emociones por volver a embarcarme en misiones como estas. Como almirante pasaba más tiempo en mis papeles que de misiones, pocas veces salía a navegar con los barcos y aquella oficina cerrada me robaba el aliento en más de una ocasión, al mantenerme tan alejado del océano al cual había aprendido a tomarle un gran cariño. Me recordaba mis días como marino, donde al tener un bajo rango se me enviaba a las misiones más absurdas, en ese tiempo me sentía bien conmigo mismo pensado que ayudaba a las personas lo más que podía y anhelaba alcanzar el puesto que llevaba ahora. Sonreía un poco al notar mi inocencia en aquellos tiempos, amaba mi puesto y me reconfortaba el tenerlo, pero me sentía más útil cuando subía a los barcos en vez de manteniéndome en una oficina a rellenar los papeleos. El puesto de Almirante me daba el honor que siempre había querido brindar a mi familia, el apellido de mi padre un ex miembro de las brigadas dominia y el legado alquímico de mi abuelo era lo que quería hacer recordar a la gente en vez de que dijeran “Roy Mustang era un buen almirante” y no lo lograría firmando papeles.

Logré visar la isla al horizonte, simultáneamente se pudo oír a los marinos dar aviso a sus compañeros y cada miembro del barco comenzaba a moverse aplicando su tarea al momento de desembarcar. Para mi suerte, Calypso llevaba la tecnología más avanzada de Tempus a mi gusto y no hacía falta más que tocar unos botones en la cabina de mando para tener todo listo y estar preparados para abordar la isla. Anclamos la nave y me prepare para bajar del barco mientras un grupo de marinos lo hacían primero asegurando los primeros pasos, tanto para mí como para los otros barcos. Tome un par de guantes de repuesto que solía ponerme en los bolsillos para misiones como estas, también me asegure de tomar de sobre mi escritorio un pequeño libro de alquimia de color morado con un signo de transmutación sobre la tapa que cabía en el bolsillo de mi uniforme. Creí que tendría tiempo para leerlo si no era tan fácil dar con los Isleños o si terminábamos rápido con esto, en cualquier caso quería prevenir el aburrimiento. Tras ajustarme los guantes como era debido bajé por la plataforma holográfica que creaba el tecnológico barco y así di mi primer paso sobre la cálida arena de la playa. Mis hombres ya habían asumido las posiciones para no dejar puntos ciegos, pero sin adentrarse en la espesa vegetación de más adelante. Me mantuve firme al momento que me concentraba y tomaba un rostro más serio, completamente decidido, frunciendo el ceño y observando con cuidado todo movimiento en la naturaleza.

No tomé demasiada importancia a la gente de los otros reinos, pero recordaba con cuidado la posición de cada marino que abordaba la isla, con la mente fría y calculadora di el segundo de mis pasos haciendo que mi bota levante un poco de arena de la playa al avanzar. Nada parecía alertar los alrededores, como si la isla en verdad estuviese deshabitada o como si nuestra presencia fuera la de una mosca entrando a una casa. –Marino, esperaremos a que todos bajen de los barcos y estén en la playa.- Ordene en un tono firme, al militar de bajo rango que venía tras de mí. No podía evitar sentirme observado, pero quien sabe cuántas personas venían tras de mí y cuantos bajarían de aquellos dirigibles por lo que era normal no sentirme solo. Mis pensamientos estaban firmes, aún que guardaba las manos en los bolsillos chasquearía mis dedos a la primera señal de vida entre aquella vegetación. Comencé a caminar un poco más seguro de mis pasos mientras avanzaba sobre la playa, miré a mis alrededores, los marinos iban llegando de uno en uno y lo mismo con quienes bajaban por los dirigibles, uno que otro barco sin identificar también llegaba a la isla, tal vez se tratase de algún grupo de cazarrecompensas o cualquier tipo de persona que haya venido por el dinero. Decidí pasar de todos esos grupos y concentrarme más en mi gente, iba a esperar en mi posición, atento hasta que cada uno de mis marinos haya pisado la arena de la playa para iniciar con esta contienda.

Ordenes….ordenes estupidas. Estaba en el barco, el que iba primero despues del Barco del almirante mustang, delante de ella el grandioso Calypso se mostraba como el líder de todas las embarcaciones. Caqmnaba en su cabina de un lado a otro. Sus ropas, una chaqueta café con un logo de calavera con anteojos largos a los lados en la espalda, su bikini de flamas negro con rojo, su shor tocro, medias rosas, botas blancas de flamas, su cabello peinado y adornado con su broche y los palillos y sus lentes naranjas para cubrirla del sol, auqnue estaban equipados con la tegnologia de tempus, en su momento podrían ser infrarojos, de visión nocturna, rayos X entre otras utilidades, asi como radar de comunicación directa a cualquier soldado de su escuadron o al almirante.

—como….como quieren que obedesca esa orden absurda?....aun vinivendo del lord….—decía meintras se ponía los guantes y caminaba como león enjaulado dentro de la cabina del capitán del barco —debe haber niños….por los dioses...— apretó sus manos ya con sus guantes puestos mientras se sentaba en la cama. En su mente corrian imágenes, entre ellas la de Greed —amigo….que debería hacer?....no se si esto esta bien….demonios…—

Yokko evitaba hablar fuerte para que no la escuchasen sus soldados, todos estaban convencidos de las ordenes, y ella no debía flaquear. Saco aquella fotografía de su chaqueta y la miro acariciando el rostro del almirante en ella —Almirante…—suspiro un poco para respirar hondo —….no….no dejare que mis hombres se manchen con la sangre de inocentes…no seria justo que yo me retire…ni menos cuando las suyas seguramente se mancharan tambien… no será el único con esa carga….Deme fuerzas Almirante, las necesitare.—

Guardo aquella fotografía. Tomo un cinturón, no como el que solia usar, sino uno militar, de muchas bolsas, en dos guardo en cada una, dos mazos de naipes, en las otras tenia los cargadores de su rifle, en una traía balines y canicas.
Salio de la cabina tomando su rifle de franco tirador cuando llego a su barco el comunicado de que ya habían llegado a tierra. Los primeros en desembarcar fueron los del Calypso. Despues su buque toco tierra para ella bajar primero que todos sus hombres, seguida de ellos y caminar hacia adelante, rumbo al Almirante Mustang

—Hombres a sus posiciones! No quiero titubeos! Quien no este decidido a cumplir con su deber regrese al buque ahora y recibirá su castigo al termino de la misión! Medicos, los quiero listos para cualquier cosa! Infantería preparen sus armas! Primera línea de combate calibren su códec en la frecuencia 14.35! quiero a todas las tropas listas! Si hay hombres caidos, uno deberá apoyarlo y dos cubrir la retirada entendido! Me importa una mierda si pueden avanzar! La vida de sus compañeros es mas importante que el adentrarse mas a la isla. No sabemos que nos espera—

Despues de eso miro a sus hombres y estos se pusieron firmes. Ella camino hacia ellos, ignorando todo lo demás…Tal vez las razones eran erróneas, tal vez no, pero ella debía cumplir su deber como marina que era y debía darles uan razón justa y correcta a sus hombres para luchar.
Inalo y lebanto sus lentes mientras se ponía frente a ellos, descansando, abriendo su compas y poniendo sus manos en su espalda.

—niños descansen— nadie contesto ni se movio —Hombres descansen!—

—Si señor!!— sus hombres abrieron el compaz y descansaron mientras ella les miraba

—Estamos aquí por una razón, pero esa razón no me importa ni les importara a ustedes, escuchen esto soldados! Si en el calor de la batalla necesitan una razón para seguir luchando, una idea por la que renunciarán a todo lo que tendrán, solamente tienen que mirar al hombre que lucha a su lado. Este es el "por qué" de la batalla. Esta es la hermandad de los hombres armados. Un vínculo irrompible fortalecido por el crisol del combate. Jamás estarán más cerca de nadie que de aquellos con quienes derramen su sangre. Pues no hay ninguna causa más noble que luchar por quienes darán su vida por ustedes.—

Después de decir eso sonrió y saludo a sus soldados para darles la espalda. Ellos sabían como actuar a partir de ahora.
Yokko camino hasta quedar al lado del Almirante y le sonrio de forma dulce pero sutil sonrojándose tenuemente para mirar al frente
—Con su permiso Almirante, me gustaría entrar a su lado a la isla, cuente conmigo para protejerle la espalda y cuidar tanto de sus hombres como de los mios.—

Sin decir nada, se quedo ahí, esperando, sintiendo aquel cuchillo militar escondido en su bota, sintiéndose un poco mas segura de si misma ahora que estaba al lado de su héroe.
—Para mi es un honor pelear a su lado señor….—

No dijo mas, las palabras sobraban, ahora solo obedecería únicamente las ordenes directas de su Almirante.

La orden por parte del Lord había sido directa y él como máxima autoridad del bélico reino de Chaos debía afirmar que sus palabras poseían un peso importante. Fue así como él y sus guerreros abordaron los dirigibles del reino que los llevaría hasta el destino a cumplir, como los miembros del gobierno que eran a fin de cuentas. Todo el viaje se mantuvo en completo silencio pensando en las posibilidades o contras de aquella repentina misión comandada por el monarca, sus orbes azules se mantuvieron la mayor parte del tiempo cerrados en lo que intentaba armar una estrategia donde no quedase ningún punto ciego para provecho de los opositores.

Recién cuando captó el mensaje telepático de uno de sus guerreros entornó la mirada la cual no expresaba ninguna emoción en particular, algo que se le daba increíblemente bien esconder. //-Perfecto. No armes ningún tipo de alboroto// Apenas se limitó a responder con el mismo método mientras observaba al gladius lanzarse de aquella manera. Solo quedaba esperar a que los dirigibles aterrizaran en orillas de la susodicha isla.

En el corazón del ministro no había un atisbo de duda, sabía perfectamente que debía cumplir las órdenes al pie de la letra pero de algo estaba seguro, procuraría regresar con todos sus guerreros intactos así eso pudiese costarle más de lo esperado. Miles de sentimientos o pensamientos indagaban al incubo quien no demostraba absolutamente nada por fuera, ni en miradas, gestos o siquiera atisbos de dudas que claramente no poseía. Ante el aviso del piloto, optó por ponerse de pie y dirigirse a la salida del mismo siempre manteniendo ese porte elegante pero asertivo que tanto lo caracterizaba. Finalmente dedicó una mirada hacia una de sus guerreras, la valkiria de cabellos rojizos que siempre solía acompañarle de cerca.

Azrael se encontraba sentado de forma correcta en uno de los asientos del dirigible, con su espalda completamente recta y los brazos cruzados en cruz sobre su pecho. La expresión de su cara era completamente serena, aunque en el fondo volar en esos trastos le incomodaba, ya que para él, el hecho de volar sin sentir el viento en sus alas y en su rostro, era como arrebatarle la gracia que le dio su padre. Aun que aquello al menos le servía para acercarse más a sus compañeros y poder observar sus reacciones o comportamientos.

Desde su asiento iba observando a todos los compañeros que estuviesen situados por delante del. Se fijaba en sus expresiones, en sus movimientos, en sus comportamientos, y todo cuanto veía le fascinaba. Y mientras seguía observándolos, se preguntaba si siempre era así, si antes de cada batalla una marea de sentimientos, a menudo contrarios entre sí, llenaba las zonas donde las personas se agrupaban.
Tras a ver observado a todos los compañeros que podía ver desde su posición, miro hacia una de las ventanas, y observando el lejano horizonte, se preguntó si la gente de la isla estaría al tanto de la tempestad que estaba a punto de azotarlos. Tempestad que como sucedía una y otra vez, estaba impulsada por la codicia de las personas y en este caso dicha persona era el Lord.

Mientras seguía perdido en sus pensamientos y dudas acerca de por qué a aquellas criaturas les gustaba tanto la codicia y el poder. Fue unos instantes después, cuando la voz del piloto lo saco de sus pensamientos, y observo como uno de sus compañeros se levantaba y pasaba por su lado en dirección a la compuerta de salida. Segundos después noto como la fuerza del viento irrumpía en el habitáculo y los intentaba arrastras hacia el exterior.

Notar el agradable pero fuerte abrazo del viento en su cuerpo, le lleno de emoción, y una fuerte necesidad por extender sus alas y dejarse llevar, invadió todo su cuerpo. Pero por suerte tuvo la fuerza necesaria como para reprimir esa necesidad y seguir sentado en su sitio, desde donde vio como uno de sus jefes se levantó y se dirigió a la salida del dirigible. –Triste es este momento. Pues la muerte ha llegado a tus puertas y reclama su tributo.- Pensé mientras cerraba los ojos y dedicaba una pequeña plegaria por los inocentes que estaban a punto de vivir un infierno.

Todos, sin excepción, estarían atormentados por la duda moral y ética. Una orden era una orden, sí ¿Que la suscitaba? ¿Fidelidad o puro egoísmo? Fidelidad, por cierto, al Lord ¿Entonces que sería el puro egoísmo? Puro egoísmo. O te incita llevarte razones de lealtad, o eres tú quien te diriges por tus propias razones. Ahora, yo, me daba cuenta de que, a pesar de intentar pintar y disfrazar mis intenciones con un "es lo que hay", me transformaba en un maldito hipócrita. Y los demás ¿Que les movía? Yo tendré un minuto de vida franca; dinero.

Lo necesitaba, la revolución no me daba de comer: puro pragmatismo me movía ¿Me arrepentiré de esta decisión? Hasta mi propio conocimiento del yo, era aún demasiado joven para saber sobre responsabilidad

El cabizbajo revolucionario iba con un pesar en su haber que delataba completamente su estar. Con su capucha colocada, para ser irreconocible, y mirando hacia abajo. El dirigible era seguro, capaz de procurar toda una hueste de ocupación... ¿Hay nobleza acaso, hay gloria? ¿Cuando sólo se encontrarán muertos? Y, es que, el revolucionario, iba dañándose en su interior.

Marzalek entonces empezó a sentir movimiento, lo que le hizo espabilar sin más que mover levemente su mirada resguardada de cualquiera ajena. Él, cargó con su espadón en su hombro y empezó a moverse, levantarse de su asiento, mientras que con su otra mano libre, se sujetaba el cinturón, yendo algo jorobado por su pesar taciturno.

Una vez que dejó de caminar al sentir la brisa isleña, la desconocía. Brisa agradable ahora, quizás luego, sería bruma de sangre. Él, ahora, se atacaba de nuevo en su haber, intentando buscar razones y rebuscarlas para saber que le llevó aquí, a lo que una sed interna, canina, lobuna, hizo de sus ojos más que ojos de una bestia. El silencio, ante los que ya se iban dirigiendo al exterior, era mucho más parpable e incómodo, sólo oía sus latidos, la sangre de sus venas recorriéndose su frente y mejillas. Ahora, tenía sequedad, tanto en la boca como las encías. Sí, la licantropía acechaba para recordarle que aún estaba ahí esa solución maldita donde el raciocinio descansaba doliente y durmiente ante la tumba del perro guardian.

No era tan difícil de decidir, el dinero no era lo que importaba, por otra parte aquello del honor era tentador, pero sin dudas ese sería un campo de batalla y según los rumores los más fuertes guerreros de cada reino se encontrarían en aquella isla. Eso me llamaba la atención, para quien busca rivales fuertes ese era lugar perfecto para presenciar y participar de una batalla emocionante, toda mi sangre hervía como el fuego de solo pensar en aquello. Me emocionaba por completo cada vez que pensaba en encontrarme con aquellos isleños los cuales deberían de ser muy fuertes si el mismo Lord había enviado una recompensa para quienes le ayuden a exterminarlos. Yo nunca había tenido mucho sentido de la ética o la moral, tampoco me era difícil arrebatar una vida por bien propio o incluso cuando era enceguecido por la ira. Hice pocos planes y me decidí a llegar a aquella isla, pero no tenía muchas alternativas, no me era seguro cruzar por las aguas, aquello extinguiría mi fuego y no tenía mayor debilidad que una tormenta a mar abierto. Me encontraba en Chaos cuando me había decidido, por lo que rápidamente me movilicé sobre mi motocicleta supersónica y llegue a donde los caballeros de élite y los guerreros Gladius ingresaban en aquellos globos rojos. Pensé por unos momentos en si me encontraría a mi hermano por ahí pero cuando tuve la oportunidad de escabullirme lo hice, pase desapercibido entre unas cajas que podría ser provisiones o tal vez las famosas armas de chaos.

El interior de aquel lugar era bastante amplio, con Ocelot entre mis ropas me acomode entre aquellas cajas donde no sería encontrado y e intente quedarme quito para no llamar la atención. Sin darme cuenta termine dormido y Ocelot también, desperté para cuando sentí sacudirse aquel medio de transporte, escuche a quienes estaban a  bordo decir algo sobre haber encontrado la isla y que estábamos descendiendo. Me emocione mucho y corrí rápidamente hasta el otro lado del dirigible donde estaba la cabina para poder ver la isla. Me apoye sobre el vidrio pegando mi rostro a él como un niño en la vidriera de una tienda de dulces. Estaba muy emocionado pues veía a la marina bajar de sus barcos y otras cuantas personas que parecían fuertes, escuche a las personas murmurar detrás de mí y en aquel momento note lo que había hecho. Comencé a voltear lentamente para ver los rostros molestos de aquellas personas, comencé a rascarme la nuca sin saber que hacer mientras Ocelot ingresaba a mis ropas ocultándose. –Jejeje… Parece que tenían un polizón… Pero ya no hay problema porque yo me bajo aquí- Dije sonriente de manera amable mientras les veía el rostro y no parecía que quieran dejarme salir. Fruncí el ceño y puse un poco de fuego sobre mis manos, a ese momento los tipo retrocedieron un paso algo sorprendidos, sonreí confiado mientras mi ojos se llenaban de emoción, no iba a lastimarlos demasiado pues será problemático derribar uno de los dirigibles en mitad de la isla.

Di un poso hacia adelante al tiempo que el fuego en mis manos salía disparado como si fuesen dos pelotas que iban hacia el pecho de los contrarios. Aproche aquella distracción y los empujé para cruzar rápidamente entre medio. Corrí hasta la compuerta trasera para darle al botón que la abría, tenía poco tiempo antes de que intenten pararme, la compuerta se abrió y entonces quede casi paralizado. Aquella altura acompañada por los fuertes vientos que comenzaron a mover mis cabellos y mis ropas, temía a las alturas sentí un mareo al ver tanta distancia entre el dirigible y el suelo. No sabía cómo reaccionar, todos mi músculos se tensaban y me costaba respirar, tragar saliva era difícil y mi garganta se secaba mientras mis pupilas comenzaban a temblar a la par que mi corazón se aceleraba. Dude por un momento si quería voltear y cerrar la compuerta, pero entonces sentí un empujón por la espalda y todo mi cuerpo comenzaba a caer hacia adelante.

Comencé a caer, me di cuenta que estaba pasando, alguna bastardo del dirigible me había pateado para empujarme. Apreté los dientes, sentí aquello como un insulto a mi persona, comencé a retomar la conciencia mientras iba cayendo y sentía mi cuerpo atravesar las corrientes de aire. Fruncí el ceño y comencé a concentrarme, tenía una forma de llegar al suelo sin aterrizar de cara, pero la distancia se acortaba rápidamente y aún que yo veía todo pasar más lento sabía que besaría el suelo en unos segundos. Cerré mis ojos con fuerza y comencé a regular mi respiración intentando dejar mi cuerpo en calma, canalicé mis energías y sentí el calor de mi cuerpo centrarse en un solo punto. Rápidamente me apresure a llevar esta energía a mi espalda, hacia mis omoplatos y la centre fuera formando aquellas alas dragoneas. En una explosión de fuego sobre mi espalda que quemo un poco de mis ropas surgieron aquellas alas, como una extensión de mi cuerpo cubiertas de escamas rojas relucientes. Estas atraparon el aire frenando un poco mi caída en algún momento, aunque la velocidad se había reducido caería al suelo en el mismo lugar. No sabía alzar el vuelo, pues aun no tenía completamente dominadas las alas, pero había aprendido a dominar las caídas usándolas para planear sobre el aire. Mi corazón latía fuertemente y la adrenalina por mis venas me daba esa sensación de exaltación, a pesar de aquello debía mantener mi mente en calma y concentrarme solo en las alas, pues si me exaltaba demasiado estas se perderían y no tendría forma de evitar caer al suelo.

El aire que retenían las alas ayudo a detener la caída dándome más tiempo, frenando la velocidad y permitiéndome acomodar mi cuerpo en el aire. Finalmente pude apoyar mis pies en tierra, con gran brusquedad haciendo que la arena de la playa se levante en una nube de polvo que cubrió mis ropas hasta la cintura. Puse mis manos en los bolsillos y respire con calma mientras el fuego consumía mis alas haciéndolas desaparecer. Apreté un poco los dientes y Ocelot salió de mis ropas para posarse sobre mi hombro mirando con cuidado el lugar, el sol sobre el cielo parecía bastante abrazador en ese punto de la playa y entonces mi mirada se posó sobre las personas que ya estaban ahí y comenzaban a mirarme de forma rara. Sonreír presumido e ignore la existencia de todos ellos posando mi mirada sobre la vegetación más adelante, me deje caer sobre el suelo sentándome en la arena sin dejar de mirar aquello mientras sonreía orgulloso y dejaba descansar mi cuerpo por la tensión de la caída - Un guerrero nunca se preocupa por su miedo.- Dije por lo bajo, mientras la emoción comenzaba a inundarme haciendo hervir nuevamente mi sangre de dragón cuando mi mente revoloteaba entre aquellos pensamientos sobre la batalla que se aproximaba.

¿Nervios?, Un poco, ¿desconformidad?...demasiada. Así se encontraba la orgullosa valkiria quien prefirió guardar silencio en todo el viaje ya que consideraba que si no tenía nada bueno que decir prefería callarse a terminar siendo hiriente o acusada por desacato a la autoridad. Se mantuvo en un rincón, sentada con las piernas cruzadas en completa soledad controlándose en todo preciso momento ante una orden del Lord que le parecía increíblemente injusta o inhumana al tener que ejercer mano de hierro contra nativos que no tenían la culpa de nada más que de considerarse fieles a sí mismos, cualidad que Gissel apreciaba en demasía. Se mantuvo así, en absoluto silencio por respeto al ministro de guerra como así también por sus compañeros aunque eso no quería decir que internamente estuviera ardiendo de ira por sentirse superada por la situación.

Al descender caminó detrás de Tokiya con calma, observando incluso de reojo al mismo tiempo a uno de los caballeros de élite, Azrael, a quien terminó por sonreírle muy apenas sin ninguna intención en particular, solo con el deseo de que no se sintiera tan solo entre sus propios compañeros. Ya abajo aguardaba Jhonatan, quien como siempre había ido a meter sus narices primero donde no lo llamaban. El viento movió suavemente los cabellos de la valkiria hacia un costado, profiriendo un perfecto enmarque con su figura, la cual siempre oscilaba entre sensualidad o la misma delicadeza propia de una mujer de su raza. Sus ojos cristalinos no mostraban emoción alguna aunque por dentro se encontraba intranquila a sabiendas que en esa isla muy probablemente habría niños o ancianos indefensos. Por ligeros instantes cerró los ojos encomendándose a Odín, a quien reconocía como su única fuente de “poder” por decirlo de alguna manera leve. Se debatía constantemente, sabía casi a la perfección que ese día cambiaria significativamente su manera de ver el mundo, las leyes mismas, era el día en el que se probaría su temple como guerrera.

-¿Razón o sentir?- Cuestionó en apenas un mínimo susurro casi inaudible para los demás, esbozando una pequeña sonrisa por demás de vacía ante esos pensamientos que no dejaban de atormentarla constantemente. Aquella mujer era incapaz de dañar a las personas indefensas como niños o ancianos…sin embargo las órdenes ya habían sido impartidas, todos parecían acatarlas sin ningún problema. Bajó la cabeza tan solo un poco, quedando oculta su mirada por el movimiento suave de su flequillo al viento en lo que esperaba próximas ordenes sin moverse un solo centímetro. Como la guerrera que era siempre había sido considerada la reina roja en el tablero de ajedrez según el ministro, al menos en el ámbito bélico por su poder de decisión y precisión a la hora de accionar contra los oponentes del reino de Chaos, pero como a fin de cuentas podía esperarse…era normal que se sintiera algo insegura aunque tal sentir no lo dijese bajo ningún aspecto.

Por primera vez en siglos mis ojos se mostraban divertidos aun que mi rostro completamente inexpresivo, un extraño cambio bastante particular ya que normalmente era al revés, no por que me divirtiera el hecho de tener que masacrar a pobres personas que lo que hacen es únicamente de rechazar un mandato que otros quieren imponerles, la verdad es que no me agrada ese hecho en lo mas mínimo, lo que hace que me este divirtiendo tanto es que ya he visto esto antes, mucho antes del Lord, individualmente en cada reino mis siglos de existencia me dieron la suficiente experiencia, este reinado como muchos otros esta cayendo en decadencia, a pesar de que no tengo ninguna habilidad que me permita verlo, mi experiencia son mis ojos y con ella puedo verlo con claridad el reinado del lord estaba en plena decadencia y en cualquier momento esto se convertiría en una anarquía.

El descenso fue tan tranquilo como el viaje, fue una simple espera en la cual solo se podía ponerse a pensar el los conflictos morales que uno tenia consigo mismo y aun que ese no era mi caso en particular estaba seguro que algunos de mis compañeros lo tendrían ya que al ver sus comportamientos en el día a día era fácil saber que tenían problemas con sus propios principios pero tendrían que hacerlos a un lado para poder cumplir con su misión, la pregunta que se lleva los millones, quienes tendrían el valor para tomar la decisión en si. 

-La decadencia es demasiado simple-dije pensando en voz alta calmadamente mientras caminaba al lado contrario del ministro y mi compañera gladius, podía sentir el viento marino acariciar mi completamente mi cuerpo he iniciar un compás en el cual danzaba mi cabello, sabia que pronto la arena se teñiría de carmesí, que los bosques estarían prendidos fuego por las llamas y nuestras manos se mancharían un poco mas pero como siempre no importaba, nuestra única tarea era ser un instrumento el cual únicamente cumplía un motivo determinado

La isla seguía inundada en esa calma, aun después de las ruidosas presentaciones de unos cuantos, la brisa era lo único que movía la vegetación,  de pronto casi sin darse cuenta un silencio había abrazado el lugar callando todas las voces cuando se dio la primera señal entre la frondosa vegetación. Unas ramas se sacudieron, los pájaros volaron alto evitando aquel lugar, se les escucho a estos cantar alertando al resto de aves, unos aullidos de caninos, pasos entre las hierbas, las sacudidas de las hojas, todo indicaba que algo o alguien se acercaba a la playa. La primer muestra de vida no parecía hostil, una criatura con mirada desorientada, del tamaño de un alce macho adulto con cabellos verdes, adornados con algunas manchas naranjas rojizas en la cola, bajo el rostro, en las orejas, y las piernas. Parecía caminar tranquilo, moviendo la cola como un perro feliz, los pasos de aquellas grandes patas eran torpes, lentos y pesados. La criatura de piel oscura que nunca se había visto fuera de esta isla era conocida por los isleños como Khalkotauroi. Dio solo unos pasos sobre la arena y miro a sus alrededores, para repentinamente alzar la vista al cielo mientras soltaba un extraño aullido con ese tono de voz tan agudo. En seguida las vegetaciones de la isla comenzaron a moverse más drásticamente y de entre ellas comenzaban asomar personas, altas, de pieles morenas con cabellos largos, hombre y mujeres, portaban ropas de cuero que parecían recién sacadas de algún animal, algunos privilegiados iban armados con piezas de metal como armadura, las armas de mano variaba, algunos con espadas de hierro, escudos, arcos y flechas, otros menos civilizados portaban mazos, hachas o simplemente rocas grandes o algún objeto contundente. Se movieron rápido, mínimamente había 10 de ellos, y para concluir una criatura más salió de entre las hierbas, esta era más fácil de notar, llevaba escamas, de un rojo muy destellante su cabeza amorfa parecía tener una clase de cuernos que salían a los costados y tomaban un color más grisáceo dando la impresión de que eran rocas, sus ojos oscuros en el centro de su rostro no reflejaban nada, sus garras delanteras tenían afiladas garras pues se paraba apoyándose solo en las traseras las cuales tenían fuertes muslos y dedos, se encorvaba hacia adelante al moverse y parecía ser más astuto y rápido que Khalkotauroi, esta criatura era conocida por los isleños como Catoblepas. La criatura tomo su posición observando con cuidado a todos quienes no eran isleños, no parecía sentir temor y soltó un pequeño gruñido de aquella extraña boca en forma de pico. Los Isleños empuñaron fuertes sus armas, todos al mismo tiempo comenzaron a recitar algún extraño canto de guerra para luego avanzar empuñando sus armas contra quienes tenían en frente, a estos les siguieron estas dos bestias únicas y raras utilizando sus cuerpos y las armas que les habría brindado la selecciona natural como dignos depredadores.

Khalkotauroi (Bestia de la isla)" :

Catoblepas (Bestia de la isla):

Isleño 1 (Dado Rango1)  100hp
Ataca – Reila Von Der Schneider
Isleño 2 (Dado Rango1) 100hp
Ataca – Roy Mustang
Isleño 3 (Dado Rango1) 100hp
Ataca – Yokko Ichihara
Isleño 4 (Dado Rango1) 100hp
Ataca - Leonheart
Isleño 5 (Dado Rango1) 100hp
Ataca - Azrael
Isleño 6 (Dado Rango1) 100hp
Ataca - Marzalek
Isleño 7 (Dado Rango1) 100hp
Ataca - James Adamska
Isleño 8 (Dado Rango1) 100hp
Ataca – Koumei Ogasawara
Isleño 9 (Dado Rango1) 100hp
Ataca – Alister Winterfang
Isleño 10 (Dado Rango1) 100hp
Ataca -  Ichinose Tokiya
Khalkotauroi (Bestia de la isla)(Dado Rango2) 100hp
Ataca – Jhonatan Alexander
Catoblepas (Bestia de la isla) (Dado Rango2) 100hp
Ataca – Gissel Gremory

El miembro 'NPC' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

#1 'Tirada Rango 1' : 8

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#2 'Tirada Rango 1' : 1

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#3 'Tirada Rango 1' : 8

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#4 'Tirada Rango 1' : 4

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#5 'Tirada Rango 1' : 4

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#6 'Tirada Rango 1' : 7

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#7 'Tirada Rango 1' : 5

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#8 'Tirada Rango 1' : 9

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#9 'Tirada Rango 1' : 1

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#10 'Tirada Rango 1' : 8

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#11 'Tirada Rango 2' : 4

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#12 'Tirada Rango 2' : 15