• Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell

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'Tirada Divina' : 19

Las vivencias ocurridas en aquella cueva alejada de la mano del Lord habían afectado a la demonio en su travesía por el infierno.
Desde entonces se limito a acatar ordenes en silencio en el mismo momento que recupero su consciencia y cubría la puerta con Meiko para que Saeko guiara a los demás hasta la salida del lugar.
Muchas cosas habían pasado desde entonces, siguieron descendiendo hasta el tercer circulo donde habitaba el can Cerbero, supuesto guardián del averno. Aunque más bien a Lilith le parecía un caniche al que no le seria de gran dificultad diseccionarle las cabezas, si cabezas, 3 enormes cabezas para un solo cuerpo. Aunque el cuerpo visto desde cerca poseía una altura y una complexión descomunal, la azabache no dudaba de sus habilidades y de King Saw, pero ese chucho no era mayor problema y sus superiores no verían con buenos ojos tal gesto.
A medida que caminaban sin hacer mucho alboroto para no perturbar la cena del ya mencionado can, una especie de neblina comenzaba a inundar el lugar, al respirarla quemaba como si fuera algo toxico, pero no letal por lo que BlackSoul no le dio demasiada importancia y siguió moviéndose entre las sombras.

Ya en el cuarto circulo la demonio comenzó a recordar vivencias ya ocurridas, el asesinato de su familia aquella fatídica noche a manos de aquellos asesinos, ¿porque estas imágenes ahora? ¿eran realmente imágenes o estaba ocurriendo ahora mismo?.
La mesa estaba repleta de toda clase de tartas y dulces, su familia la rodeaba y Lilith era la clara protagonista. Cinco años cumplía la demonio de cabello negro, solo se ausento un momento y aquellos malnacidos entraron a la casa familiar en silencio, ¿el regalo de cumpleaños de la niña? ver a su familia morir mientras la sujetaban de los brazos y la cabeza obligada a mirar sin poder hacer nada.
-¡Papa, mama!-, grito ahogada entre sus lagrimas mientras pataleaba con todas fuerzas intentando soltarse de aquellos que la agarraban, pero fue en vano y sus padres desaparecieron otra vez dejando un vació en su interior más grande aún si cabía que la primera vez.
La arena de aquella sala aumentaba por momentos por le que sintió la necesidad imperiosa de huir de allí como pudiera, sin pensar mucho en lo que había pasado.

Al llegar al quinto circulo lo primero que sintió fue un olor nauseabundo a algo podrido y lo segundo fue a Saeko interponiéndose entre ella y un ser que allí habitaba que iba a atacarla de no haber sido por la rápida acción de la violácea. -Gra.. gracias Sae-, murmuro aun en estado de semi-shock por no haber precedido con tiempo el ataque y tratarlo de evadir.
Los dos grupos ya se encontraban juntos de nuevo y los iracundos fueron destruidos sin mucho esfuerzo por los allí presentes, así como el mago que se había alzado de la nada.

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'Tirada Divina' : 1

Los golpes de la revolución en las profundidades del infierno hicieron mella en todo el circulo, sus ataques brutales desarmo completamente todo lo que las huestes de los señores oscuros les tenían preparados a sus habitantes, sangre fuego y brutalidad no eran nada para los entrenados hombres que como un ariete interminable penetraban en el terror de todos los infantes los ríos de acero interminable que se habían propuesto detenerles huían en franca retirada y quizás ni los castigos más duros les harían volver la espada contra la letalidad que se representaba en Takumi y sus aliados.

Grommash Hellscream se sintió aliviado cuando vio que al último de los iracundos que se arrastraba de nuevo a la profunda poza que significaría su lecho de muerte, difícilmente aunque sea un demonio se recuperaría de sus grandes heridas, la Aúllavísceras beso la tierra y el gigante monstruo vil de los revolucionarios comprobó el estado de su carga, Gael parecía sumido en un profundo sueño, al ver que se encontraban ya más seguros lo sentó en el suelo y le hablo, le dio un par de bofetadas para ver si despertaba y aunque respiraba parecía que jamás despertaría, quizás la magia que circulaba en las pozas del averno le mantenían sumido en aquel cruel letargo. Aun así no le abandonaría. Fue cuando se volvió a echar el cuerpo de su compañero al hombro cuando vio la muerte de lo que parecía ser un poderoso mago, un espectro suplicante en pena que fue destruido con gran premura, la onda de choque de su final fue tan grande que alcanzo a todos los presentes, Grommash levanto su inmensa mano hacia su rostro para cubrirse de la misma pero para su sorpresa esta onda de choque solo le devolvió la fuerza, se sentía lleno de energía y sus pesares inmediatamente se disolvieron en una calidez distinta a lo que uno podría imaginar que se produciría en el infierno mismo. La marcha seguiría. Y presuroso tomando su gran arma se reunió con sus camaradas, custodiando la retaguardia.

El rumor del poder de los intrusos parecía haber corrido tan rápido como un relámpago, ya nada se oponía a los violentos visitantes, marcharon por interminables y crueles prisiones donde los herejes, adoradores de señores impíos se chamuscaban y rugían incoherencias de fatalidad frente a su dolor, Gromm se sentía inquieto, temía a los dioses como cualquier otro mortal, aunque el mismo fuera un monstruo, sabía que acunado llegase su final cabía la posibilidad de llegar a estos mismos círculos a recibir su justo pago por todo lo que había hecho en la tierra. Lo aceptaría como aceptaba lo bueno. Camino sigiloso o tan sigiloso como su inmenso cuerpo se lo permitía.

El séptimo circulo no fue distinto, nadie les impidió el paso o al menos nadie parecía hacerlo de manera correcta, el lugar estaba un inmenso rio de sangre turbulenta donde los desafortunados gritaban y sollozan en apagadas lágrimas, pues en el infierno no existe agua y ni las lágrimas podían materializarse en esos cadáveres putrefactos condenados a ser destruidos una y otra vez para volver a repetir su castigo. Quizás este sería el circulo donde Grommash caería, todo dependía de cuanta ira había ya desperdiciado en sus enemigos, no podía arrepentirse sea como sea. Un verdadero hombre sigue el camino que eligió hasta el final. Entonces llegaron ahí, a la inmensa muralla de la ciudad oscura… levanto la vista y con asombro vio como las chorreantes paredes lloraban por su visita. Sangre era lo que corría por ellas. El gigantes sea cerco a uno de sus compañeros y tocándole el hombro le pregunto toscamente.

-Mi solo esperar que ir por camino correcto, ser leal a revolución, pero ser seguro seguir adentrarse en ciudad negra?... mi escuchar que gigantes habitarla… jefe de guerra ojala no errar camino..- mascullo a la Rubia Hikari que parecía mucho más repuesta, más cuando Gromm se dio cuenta que era ella a quien había tocado quito su mano como alcanzado por una corriente eléctrica y desvió la mirada hacia otro lado.

Al avanzar aún más al octavo circulo el especulo era pavoroso, los condenados eran desmembrados y azotados por lenguas de fuego, espinas danzantes y relámpagos vivos. Las carnes se abrían en ellos y se volvían a cerrar, aun así sus miradas maliciosas se clavaban en los intrusos, los jefes de guerra parecían avanzar inmutables, dedicados y determinados, eso causo un profundo sentimiento de lealtad en ellos y quiso convertirse en un escudo para que nada les afligiese. Después de todo del éxito de la cruzada de la revolución dependía la seguridad de su pueblo. Un condenado estiro tanto la mano para alcanzar a Gael que Gromm tuvo miedo y retrocedió tanto que choco contra uno de sus compañeros, si lo hubiera hecho con más violencia, quizás hasta le hubiera aplastado.

-Disculpar yo… cadáveres querer pedazos de nuestros cuerpos, yo no permitir, yo cumplir misión. Pero nervioso, demasiado todo tranquilo. Mal augurio, mal yuyu. Si algo ir mal, yo ayudar. Vale?- Dijo algo con palabras confusas el monstruo al pequeño Lucius que casi fue aplastado, su sonrisa era tan grande y bondadosa como lo podría llegar a ser un perro con rabia.

Noveno circulo, su destino final?, el monstruo no lo sabía, el frio le hizo echar vapor por las fauces, respiraba agitado y con algunos bufidos para hacer que su inmenso corazón llevara más sangre caliente a sus extremidades, tan intenso era que sus colmillos comentaron a dolerle un poco, nada inaguantable, pero la molestia comenzó a hacer mella en él y con la cara completamente arrugada por el malestar tenía todas las pintas de que mataría a quien sea que le hablase. La traición… el más grande pecado, el circulo se cernía sobre ellos como un paraje lleno de seres congelados en sus paredes o como humanoides detenidos en el tiempo, muchos de ellos parecía que llevaban mucho tiempo y Gromm tembló de escalofrío cuando vio que incluso algunos movían los ojos estando dentro de sus tumbas heladas, el silencio era aterrador, solo un día, un día mas y la locura del silencio sería suficiente para que Grommash corriera por todos lados en la oscuridad golpeando, rugiendo y finalmente sucumbiendo necesitaba sonido, necesitaba algo de ruido. Alguien por favor diga algo, no podía soportarlo, justo cuando llegaron hasta el frio nuclear abrió los ojos con asombro, las ráfagas heladas le recorrían y causaban deterioro en todo menos el centro, el eterno frio que aprisionaba a los traicioneros. Estuvo a punto de hablarle a Saeko Akuma cuando alguien hablo.

Los señores del averno comenzaron a hablar y Gromm escuchaba con atención, su lengua era pagana, rasposa y difícil de entender para él, por lo cual tuvo que poner todas sus energías en comprenderles, el objetivo de su búsqueda no estaba en ese lugar???? Que mierda ocurría?, traición?, engaño, cosas que a Gromm le enfurecían comenzaba a hablarse, la culpable de todo esto era Luzbell?... con gusto a la primera orden del Jefe de Guerra Aúllavísceras podría cantar, solo bastaba un gesto de su rostro. El gigante bufaba cada vez más fuerte avanzando poco a poco entre el gentío reunido, en ese momento emergió lo que aprecia ser un portal, un resplandeciente portal hacia el Omnia… cualquiera que sea el destino Gromm lo seguiría, para eso eran los juramentos de lealtad para cumplirlos, sino estaría congelado en uno de esos terribles pilares que se erigían detrás del grupo.

-Jefe de Guerra, si necesitar comprobar que portal seguro ser… Gromm ofrecerse para probar.- Dijo en voz alta mirando desafiante a los demonios que dominaban los alrededores. Por dentro…. Por dentro Gromm estaba cagado de miedo, no por el destino hasta donde habían llegado, no por lo que les esperaba al otro lado ni por si ese portal le lanzaba hasta una poza ardiente de azufre, sino porque realmente temía a los demonios como estos. Pero la lealtad era fuerte en el. Más fuerte que cualquier cosa.

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Con las tripas afuera, la cabeza partida y el orgullo destrozado escapaban los iracundos, sus esbirros y toda aquella criatura medianamente pensante del círculo, habían abandonado la ira que les poseía, a tal poder llegaban los mortales? Volver dóciles y mansos a los iracundos?, eso por cierto ya no era un misterio pues Ankabeth lo acababa de ver con sus propios ojos. Ojo. Suspiro largamente y el calentamiento de su cabeza retrocedió, ya no sentía esa pesadez que le impulsaba a matar a todo el que estuviera medianamente cerca… dejo caer a Reiv al suelo y aun parecía dormido, herido, muerto o quien sabe, calvo su inmensa espada en el suelo y se arrodillo cansada, la armadura del lobo había consumido mucho de su energía, respiraba agitada y estaba vulnerable a cualquier cosa que le atacase, se sentía desfallecer. Se arrodillo sobre el ardiente suelo y comenzó a respirar agitada, miro a Reiv que se movía entre pesadillas, quizás estaba luchando en un plano diferente al que Ankabeth o cualquiera en el grupo conocía, gateo hasta él y acerco su oído a su boca, estaba susurrando?, respiraba al menos y su pecho subía y bajaba con cada exhalación forzada.

Fue en ese momento en que sintió las energías del mago acongojado, su esencia se dispersó por todo alrededor y llego hasta ella, su mente se clarifico y el suelo se volvió frio por unos segundos, o al menos ella así lo sentía. Se levantó, tomo al muchacho por el las ropas y se lo hecho al hombro junto con la Matadragones, mientras caminaba al encuentro de sus compañeros sintió como cada una de sus heridas se cerraba y se disolvía como si fueran un estúpido tatuaje de henna, habían poderes restauradores en el infierno?, la paradoja le confundió y creyó firmemente que era una especie de ilusión. Cuando vio a sus excompañeros estaba en óptima forma, nunca antes había estado así, llena de poder y determinación lista para arrasar con cualquier enemigo que se le parase en frente.

-Al final he tenido que reunirme con ustedes, los cobardes enemigos han escapado y me han dejado sola en mi miseria.- Replico a la chica que antes le había instado a atacar al mago.

Camino junto con el grupo con Reiv Black al hombro, era un dolor en el culo cargar con un hombre desmayado, pero estaba vivo, no podía abandonarle, cuando por primera vez cayo en el círculo infernal donde perdió parte de sus órganos no le abandonaron, no podía negarle ese favor a otro, pero no estaría bajo ningún motivo pagando siempre ese favor, no señor.

Prosigue el camino con sus compañeros y noto con extrañeza que ya nadie se oponía al paso de la violenta comitiva, sería una trampa? O ya se habían dado cuenta que absolutamente nada se opondría a que los señores de la revolución avanzasen, esto le dio una muy, pero muy mala espina, desde que habían llegado cada segundo habían peleado, nunca habían dejado de luchar por sus vidas, sin embargo ahora las criaturas viles y purulentas escapaban despavoridas. Tal vez por una orden superior.

Los demás círculos no merecieron el interés de Ankabeth, las ansias de llegar hasta su destino final, el círculo de los traidores, solo cuando llegaron hasta las grandes murallas de la ciudad infernal sintió algo de inquietud, era este su destino? Realmente habría en el interior huestes infernales para impedirles el paso, nada de eso paso, la decepción comenzó a embargar el corazón de la guerrera negra y nada lo sacaba de su ensimismamiento. Fue entonces que sintió el frio, el atenazador frio que le helaba los huesos, su vista se centró en cada una de las tumbas heladas con la esperanza de encontrar su objetivo, el desgraciado y maldito mercenario que le había traicionado, corrió a cada figura fantasmal que se reflejaba en el hielo. Se alejó del grupo solo un poco, los generales del ejército comenzaron a hablar y comenzaron a hilvanar planes que en este momento, planes que a ella no le importaban en lo más absoluto, solo buscaba entre los pilares helados al más grande pecador, su objetivo, como no le había encontrado en la tierra era posible que estuviera entre los congelados, pero eran millones, miles y miles de millones, traidores a sus dioses, a su patria, a sus amores, traidores por montones se apilaban en cientos de galerías. Pero algo le decía que no estaba entre ellos.

La luz intensa de un gran portal que se abrió le cegó y volvió con sus compañeros. Ahí estaban los demonios nucleares, era el momento de la venganza, se movió entre los espectadores y vio como un gigante hablaba como un simio con el gran general del ejército, Ankabeth se enfrentaría a los demonios. Nada le detendría. Este era el momento de vengarse de ellos. Dejo caer el cuerpo de Reiv al suelo y desenvaino su gigantesco espadón. Entre las filas de revolucionarios. Alguien le detendría? Tenía pocos o ningún amigo que le hiciera recapacitar

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Una combinación de ataques por parte de todos los presentes contra el mago hizo bastante sencillo acabar con el sufrimiento del mismo, aunque pudiera parecer una trampa al final resultó que estaba hablando en serio y fue capaz de sanar a todos y los presentes, o bueno por lo menos ella pudo sentir como se encontraba con energías renovadas de modo que simplemente lo daba por hecho. Los otros bichos que habían atacando a los presentes ya habían muerto o se habían marchado ante la resistencia demostrada por parte de los “invitados”, seguro que no se esperaban que iban a dar tanta guerra, aún cuando algunos habían caído por el camino el resto resistían bastante bien. Tras cinco círculos de problemas uno tras otro, Luzbell parecía tan cansada como el resto porque se puso a la cabeza del grupo y para guiarles por el camino restante, pensaba que al menos así no habría que soportar tantas tonterías de combates inútiles contra enemigos absurdos ni ilusiones, ni trampas, de ser así era un alivio. Avanzaba con algo más de tranquilidad, si bien no se terminaba de fiar del todo y era mejor estar alerta por si acaso, andar sin miedo quitaba un enorme peso de encima que hacía más fácil el viaje, además de hacerlo más llevadero aún después de lo que había tenido que pasar y menos mal.

El paso por los siguientes círculos no se parecía en nada a lo que habían pasado hasta el momento, una enorme diferencia entre lo que había sufrido solo para pasar de un círculo a otro y que sin embargo ahora los estuvieran pasando casi sin ningún altercado salvo el horror propio a cada círculo y los castigos que ahí se llevaban a cabo. No era agradable de ver, estaba casi segura de que en alguno de aquellos círculos acabaría ella en algún momento y en vista de la agonía y el sufrimiento de las almas que había estado viendo hasta el momento, agradable desde luego no era. Herejía, un lugar desagradable que no le preocupaba demasiado, salvo por el fuego de las hogueras que le desagradaba solo verlo, nunca fue muy amiga del fuego pero eso cualquiera que la conociera un mínimo lo sabría. Los siguientes círculos los pasó intentando no fijarse demasiado en lo que sucedía a su alrededor, tenía la esperanza de que si no se paraba a ver lo que traía cada círculo y todo eso sería aún más fácil llegar hasta su objetivo final, aunque eso al final casi tiene la culpa de que una de esas manos que intentaban atrapar a todo el que pasaba le cogiese, casi casi, pero no.

Y finalmente llegaron al que debía ser el último círculo, un lugar frío cubierto de hielo por completo y que albergaba las almas de los traidores, sí, parecía que esa fuera su casa, desde luego sería su hogar ideal aunque tratándose del infierno seguramente tendría alguna manera de convertir eso en un castigo. Pero lo importante era que habían llegado al fin a su destino, estaba deseando ver qué era lo que sucedería ahora, cuál sería el siguiente movimiento y todo eso. Entonces comenzó el discurso que derivó en una especie de discusión entre los demonios sobre si debían ir o no al Omnia, y en ese momento Veronika ya se perdió del todo, porque no entendía muy bien lo que estaba pasando y la verdad poco le importaba, sencillamente esperaría a ver qué era lo que hacían los demás antes de actuar, obviamente siguiendo la decisión de los Novarum.

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Pareciese que el juego infernal ya había llegado a un punto exacto de aburrición, en donde la misma diabólica tipa que se pavonea de sus infernales tierras, se había hartado de todo este juego, mucho antes que todos los presentes en aquel grupo. Saeko tomó aire de forma profunda al sentir aquella enorme sanación en su interior, eliminando el poco agotamiento que su cuerpo pudiera sentir y sobretodo, aliviando ese agobio que el calor infernal y el toxico anterior, había dejado en su interior.

El sexto círculo realmente no fue algo que mencionar. Para Saeko aquellos seres y sus pecados, eran algo por los que no perder tiempo, puesto que ni creía en nada que no pudiera comprobar y sus ojos, lo único que había comprobado, es que las ideas que tenía hacia su hermano antes aun de verlo, se habían quedado pequeñas con los hechos que había podido presenciar, por lo tanto, para ella el pecado es no darle a su hermano lo que realmente le pertenecía por ende, aquellos tenían su merecido por no venerar lo que realmente se merece ser venerado.

Mientras iban avanzando todos entre círculos que les ponían ante sus ojos y sentidos, todas las máximas aberraciones y pecados que habían en este mundo, la demonio simplemente se limitaba a mantener su mente lo suficientemente distraída o vacía dicho sea, para no distraerse ni un solo momento. Caminando cercana en todo momento a su familia y con la mayoría de los compañeros del grupo que había sufrido sus mismas calamidades en aquel juego, con Asura a su otro lado y teniendo absolutamente visible delante de sus pasos a su sobrino, alzó solo la vista a modo de distracción, cuando pudieron divisar en el siguiente circulo al minotauro.

El aire que traía ese círculo era de una fuerza sobrecogedora, algo que te instaba a destrozar cada hueso del cuerpo ajeno que era odiado, envidiado y quizás amado… según la inclinación de cada uno. Un lugar, en donde el dolor y el placer del que daña, eran uno solo, aquel círculo, solo representaba lo que cada uno de ellos tenía en su interior. Aquella ira que salía como aire respirado, cuando se nerviaba hasta la última gota de paciencia. Ese círculo era uno de los que ella misma había entrenado, pues si te pierde la ira, pierdes todo lo racional y por ende, fallar es una opción segura cuando no te centras.

Octavo círculo, pensó que incluso encontraría allí a su madre o quizás a su padre. Pero no, aun les quedaba a ambos maldades por realizar para ambos tener lo que siempre han querido, poder y si, como bien se sabe hay gente que por conseguir poder son capaces de las maldades más insospechadas. Qué diablos después de todos son seres demoniacos, no se puede esperar menos de ellos.

Y por fin aquel noveno círculo, lugar deseado de llegada que indicaba que aquello ya estaba llegando donde tenía que llegar. Y contra el calor infernal, aquel aire helado hizo que su piel se volviese comúnmente hablando “de gallina”. No es que Saeko no soportara aquellas bajas temperaturas pero dicho sea, era un ser ardiente y el hielo no es que se llevara muy bien con su calidez. Aquel lugar era tan antónimo a todo lo anterior, que realmente fue chocante, pero no era motivo para detenerse o mostrarse de ninguna de las maneras, permanecía externamente impasible, inerte en modificaciones en su rostro, aunque su interior sentía una especie de presión, angustia quizás, por el doloroso silencio que en parte entendía.

En cierto modo, aquella oscuridad le traía una paz absoluta, algo que iba serenándola cada vez más hasta que en poco tiempo su estado interno alterado, se quedó como siempre… indiferente. Pero cierto comentario hacia su familia, hizo que los ojos azules y felinos de Saeko se movieron fijándolos en aquel que osaba intentar provocarlos con un adjetivo que propiamente saco de el mismo al mirarse a diario en el espejo.

Los ojos de Saeko se movieron a un lado con rapidez al notar como aquel enorme guerrero rebosaba de nerviosismo, y al verlo moverse entre todos y acercarse a su persona al tomar camino entre ellos, alzó la mano para tocar su brazo mirándolo para indicarle que se calmara, a sabiendas de que a Gromm los demonios, al menos los desconocidos... Lo ponían literalmente de los nervios.

Pero algo apareció que hizo que Saeko modificara su postura, moviéndose un paso atrás, topando su espalda contra el dios rubio, que estaba pegado a esta. Una sola mirada bastó que hablara por ella y sin modificar posición, escuchó un momento lo que se indicaba, manteniéndose expectante a la orden de su hermano y de vez en cuando asegurándose que su cuñada estaba realmente bien.

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Al fin habían avanzado seriamente por el infierno y se encontraban todos en el Noveno Circulo, no había sido un camino de rosas pero tampoco había sido lo traumante que Meiko esperaba, sus orbes recorrían el lugar examinando cada detalle aun en la casi total oscuridad que perpetuaba la sala, Kuran veía todo al detalle gracias a sus ojos demoníacos.
-Bien, estamos todos juntos y tanto Astarot como Astartea se encuentran con nosotros sanos y salvos, es hora de volver a ceder el mando a mis superiores y esperar ordenes-, se dijo a si misma relajando todo su cuerpo.
Desde el momento que Takumi se metió en su mente y le ordeno directamente que guiara el grupo A, Meiko había estado en tensión todo el tiempo preocupada de que no hubiera bajas y de que los que estaban bajo sus ordenes estuvieran actuando correctamente. Le debía mucho a Saeko, Lilith y Cyan por ayudarla y también a Fred por cargar con la chica desmayada todo el camino.

Las almas que adornaban aquella caverna de hielo no hablaban, Meiko al menos no las oia por lo que descarto la idea de que su padre fuera alguna de ellas, pero quizá su madre si estaba ahí congelada. Se lo merecía, era una arpía, la peor persona que había conocido jamás y no iba a perder el tiempo en buscarla ni en rogar por su alma al mismísimo rey del infierno.

Ahi estaban impasibles los tres reyes del infierno, entre ellos el padre de Isela. La tensión se podía cortar con un cuchillo y todos permanecíamos en absoluto silencio.
Finalmente este hablo refiriéndose sobre todo a Astaroth en un tono con el que nadie en su sano juicio le hablaría al líder de la revolución, pero claro. El era uno de los reyes infernales y se creía en el derecho de hablarle como le pareciera oportuno a quien fuese sin importarle rango ni raza.
-¿Omnia? Han dicho que debemos ir a Omnia, ¿están locos todos?,- pensó mientras observaba las caras de sus compañeros.

Luego de esto Adramelek y Belcebu comenzaron un dialogo entre ellos, este último cuestionaba como era de esperar la idea del otro de dirigir al grupo al Omnia. Era normal, aquella idea era un tanto disparatada pero la Novarum acataría cualquier decisión de Astaroth y cruzaría sin pensárselo dos veces.
Sin más un portal apareció de la nada, supuestamente les ayudaría a llegar hasta Omnia, solo quedaba que Astaroth decidiera.

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El majestuoso e imponente líder revolucionario dejó escapar un suspiro tras ver como aquellos seres huían, aterrorizados por la inamovible capacidad del ejercito insurrecto. Tras esto, la estúpida y un tanto zafada reina del infierno pareció entrar en razón respecto a su alianza con los hombres a quienes parecía estar enfrentándose. Les acompañó con lo que parecía ser quizás un poco de fastidio, pero siendo completamente sinceros a Astaroth le importaba un pepino la diversión ajena. Tenía una causa que liderar y no se detendría a pensar en el bien de nadie más, eso estaba claro. Tras reunirse ambos grupos avanzaron al unísono hacia el ultimo circulo, allí los titanes hacían guardia cuidando las almas congeladas. El líder en aquel momento se acercó a su segunda al mando, y aunque era una persona de poca charla no pudo evitar soltar algunas palabras.

- ¿No es increíble? Estas criaturas unidas abatirían cualquier ejercito demoniaco, incluso a la misma Lucifer. Pero se han reducido a ellos mismos a una servidumbre obligada hacia seres totalmente inferiores… ¿Y a cambio de qué? Una eterna vida de servicio… Vaya chiste. -Soltó con hastío el duque a quien aquel tipo de cosas le caían en lo más bajo.

El frío era bastante más gélido de lo que Takumi podía recordar en aquel lugar, aunque claro que o nunca se acostumbraba a aquello. Se podía decir que no había lugar más helado que el que acababan de pisar, este lograba que las montañas nevadas fueran un paseo en una isla caribeña. De cualquier manera, el duque prestó su oído al segundo al mando de aquel lugar, Adrameleck. Al oír que allí no estaba la respuesta el muchacho ni se inmutó, tan solo alzó una ceja pues conociendo el infierno de pies a cabeza sabía perfectamente esto. Y también imaginaba hacia donde iba la desquiciada mente de la reina infernal. Los siguientes comentarios de aquel ser no le impactaron demasiado, no sentía aprecio alguno hacia ninguno de sus familiares por lo que poco le importaba lo que dijeran de estos. Además, si Lucius creía estar listo para sobrevivir a una insurrección debería ir acostumbrándose a ello.

Finalmente, ambos dos demonios comenzaron a discutir de forma enardecida como si aquello fuese tan solo una vieja comedia. Dios, el cansancio de aquel hombre estaba empezando a colmarle de sobre manera. Por aquel tipo de cosas sabía que era superior a cualquier otro demonio. Y en estos tres la estupidez parecía aumentar aún más cuando estaban juntos. Por fin, Astaroth decidió tomar la palabra de una vez por todas.

-Si el matrimonio ha dejado por fin de discutir, creo que es hora de zanjar las cuestiones. -Musitó Astaroth con una voz firme y decidida cual líder innato que era.

En su mente, el demonio de ojos plateados fue dejando instrucciones a cada uno de sus miembros sin que la triada infernal lo supiese. Solo debía dar una única señal al chaquear sus dedos y sus hombres obedecerían.

Tras esto, el revolucionario caminó hacia el borde de aquel portal al Omnia ignorando a la reina del lugar.

-Primero tendremos que asegurarnos de que sea seguro, habrá que enviar un grupo de investigación en quien se pueda confiar. Y ustedes tres -El libertador chasqueo sus dedos, dando la señal a sus hombres para rodear a aquellos 3 demonios y mantenerlos cercados por el inmenso ejército que había logrado sobrevivir a la travesía- No son de mi confianza, por lo que serán nuestro seguro frente a los dioses. Espósenlos, si se revelan corten todos sus miembros. No morirán, pero sí que será una buena humillación… Y no se molesten en llamar a su ejército de demonios. Nos temen demasiado como para volver a enfrentarnos. -Tras esto el duque infernal se agachó y sus dos alas se alzaron nuevamente en su espalda. Tras batir estas el joven estuvo por fin a la altura de todos los titanes que le observaban atentamente.

-Escuchen bien lo que les digo. Ustedes, ¡antiguos regidores del universo reducidos a la servidumbre! Hemos venido a liberarlos, manténganse fuera de este conflicto y les prometo un nuevo régimen mucho más justo que les del lugar que merecen en este mundo. O enfréntense a mí y caigan en el intento. Piénsenlo detenidamente y resuelvan si realmente le deben algo a estos tres demonios. A mí no deberán servirme, solo respetarme. -Finalizó el revolucionario regresando a su lugar.

-Ahora ni sus titanes se alzarán por ustedes. -Musitó el líder a sus nuevos prisioneros. -Olviden sus tronos en este lugar, se vienen con nosotros al Omnia y luego a Spirit Soul. -Tras esto se dio la vuelta y observó a la gente detrás de él.

-Gromm, Atrid, Lucius , Veronika y Saeko. Formarán parte del grupo, quiero que entren, comprueben que no hay peligro a la vista y lancen esto de nuevo hacia el portal para que nosotros sepamos que podemos ingresar. -Musitó el revolucionario lanzando una cruz de plata a Lucius bastante pesada. -Tienen 10 minutos, si no la lanzan iremos por ustedes. El resto se queda aquí, por si el trío de tontos hace alguna de las suyas. Si hay doctores o personas con habilidades curativas en el lugar traten a los heridos. Isela, Adam los quiero atentos a los titanes. Hora de esperar. -Finalizó el revolucionario descansando por fin.

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