• Expedición mortal — [Trama de Spirit Soul 8.1] — Rise in Tempus •

Pocos en Spirit Soul olvidaran lo pasado en tierras de Spatium. Aquella batalla de seres tan diferentes, que se unieron momentáneamente a luchar por su supervivencia ante algo que muchos aun no comprendían y que posiblemente, jamás lograran entender. Y lo que las lenguas que cotorreaban aquella hazaña no sabían, es que todo aquello, todo esto, solo acaba de empezar.

Los hechos acaecidos, contratiempos superados, no pasaron como una aventura más para la ministra de Tempus. Su cargo simplemente la estaba devorando nunca mejor dicho, sufriendo modificaciones en su persona tanto físicas como psicológicas. Jamás Christa Hellemod había cuestionado o preguntado en su interior si era correcto lo que se hacía en nombre de su Señor el Lord y quizás lo que le ocurrió tras la batalla, fue un castigo de los dioses por cuestionar al supremo en Spirit Soul. Fuera como fuese, la ahora ángel de cabellos zafiro, dejo su dorado cabello y rosada piel en manos de aquel Coloso ser, que solo le dejó ver que era una minúscula ficha que era indiferente que se rompiese si así se cumplían los mandatos del Lord. Ahora su semblante era más frío aun, pues la palidez de su piel que aún seguía siendo suave y peligrosa al tacto por miedo a que congelara hasta los suspiros, solo era un adorno más que a conjunto del azul de su cabello, cejas y pestañas, resaltaba aún más su denominación como mujer de hielo.  Pero su corazón no estaba congelado aún.

De nada sirvió el indicar a su familia que no debían acudir a tal búsqueda por ayudarla. En el fondo estaba orgullosa como nadie de sus seres queridos, pero su preocupación era mayor al tenerlos en aquella aventura, pues su corazón moriría si le ocurriese algo a su gente más preciada. De hecho Christa nunca llevó bien que su gente sufriera penurias y problemas, por eso Tempus siempre optó por la paz, olvidando cualquier ansia de conquista y poder, era mucho más importante la unión, la felicidad, que la enorme pena que causa el ansia de poder. Pero cierto era que si ese poder podía conseguir un buen equilibrio, la balanza de los dioses estaría compensada… a saber hasta cuándo.

No fue difícil encontrarse con su hermano y su sobrina, ambos fueron a verla al conocer que regresó a su Nación algo maltrecha y necesitando asistencia médica. Su recuperación fue más rápida gracias a su sobrina, ya que Tempus en estos momentos anda en búsqueda de un nuevo Caduceus.
Tras reunir a los suyos, cada vicealmirante viajó en su navío por las costas de Tempus, de paso se aseguraban que todo quedaba en la Nación organizado mientras ellos partían a esa misión. La ministra de Tempus optó por viajar esta vez con la vicealmirante Jade, llevando consigo a su sobrina Alba. Junto con el Almirante Kishimura viajaban Master Angelus, hermano de Christa y en el último navío no menos importante, viajaban el vicealmirante Yusuke comandando el mismo junto con la teniente Doragon y el cruiser Viktor.
Fue hermoso para Hellemod el observar las costas y territorios de su Nación quizás por última vez, pero estaba acostumbrada a ello ya que la de cabellos zafiro, aprendió hace mucho a ver con sus ojos como si fuera el último de sus días.

No tardaron mucho en llegar a las costas del territorio del Bosque Goblin desembarcando en las mismas para a travesarlo hasta aquellas montañas que hacían enfundarse ropas mucho más preparadas para las bajas temperaturas de esta hermosa nación, aunque el cuerpo de la ministra y de los suyos soportaban ya aquel fío de sus tierras, siempre era bueno echar mano de las prendas que científicos de Tempus creaban para comodidad y bajas temperaturas.
Al salir del Bosque Goblin Christa dejó escapar aquella bola de cristal que contenía a Aicy, aquel malhumorado muñeco de nieve que de vez en cuando también tenía derecho a moverse un poco fuera de su encierro habitual. Una mueca ladina en sus labios detonó la ternura que le producía ver a aquella pet, gruñir y moverse hacia delante como pez en el agua, sintiendo aquella helada brisa que desprendía la zona de las montañas.
-Descansaremos cerca del pequeño manantial, ahí podemos recuperar fuerzas de la caminata por el bosque y esperaremos al resto de compañeros.

Y así se hizo. Continuaron caminando varios metros para encontrar aquel lugar, mientras que la ministra pasaba sus ojos azules por cada uno de ellos, sintiendo en su fría realidad la calidez de aquellos hombres y mujeres que estaban dispuestos a lo que sea por un mismo sino. Cuando llegaron al lugar, una pensativa Christa tomó asiento donde encontró, e intentó repasar la información de la cual disponían sin dejar en sus pensamientos algo que por primera vez en su vida, le hacía sentir un nudo que ahogaba sus palabras, pero quien la conocía, sabía que su silencio y aquella templanza que la caracterizaban, ocultaban un cúmulo de sentimientos que la desbordaban tanto como las olas del mar de Tempus en pleno temporal.

DATOS:

INTERACTUE CON:

El miembro 'Christa HelleMond' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

---

'Tirada Rango 2' : 13

Estaba irradiando completa felicidad con mi rostro. ¿Cómo no lo iban a notar los demás? Si yo no paraba de sonreír de oreja a oreja. Además de que mis ojos brillaban con cierta intensidad. ¿Por qué? Era obvio que era por el simple hecho de que iba a poder emprender una aventura de la cual jamás pensé que participaría. Pues apenas había salido de la Dominus Castle. Pasaba más los días encerrada aquí, que pudiendo visitar los demás reinos para conocer sobre sus culturas. Era como si no tuviera nada más que hacer o no estuviera motivada a salir del lugar pero era evidente que eso era culpa mía, porque yo misma podría proponerme a salir o cosas así variadas, aunque no sabía cual fue el motivo que hizo que me quedara algo ajena o al margen de todos los demás. Eso hacia que no pudiera relacionarme con mis demás compañeros para tratar de conocerlos algo más, pues sabía perfectamente que tener buena comunicación con los tuyos era primordial. La ultima vez que había salido fue cuando lo de Prodigy City y el Coloso.

Me dirigí hacia mi cama y tome una mochilita de color blanco que se encontraba descansando en la cama y la coloque alrededor de mi cintura con sumo cuidado. Esta contenía un par de objetos por si la cosa se ponía algo fea y era mejor prevenir que curar. ¿No? Realmente era demasiado optimista para pensar que podría irnos bien, pero no estaba de más el hecho de aprovisionarse con cosas. —Creo que no me hace falta nada más.— Solté de la nada para mi misma. Después de voltearme y dirigirme al espejo, el cual se reflejaba una chica de cabellos azulados y unas orejas largas un tanto peludas. La chica que se veía en el espejo me estaba sonriendo y sus ojos rojizos me miraban con cierta emoción. Fue entonces cuando cerré mi mano derecha hasta formar un puño con esta y la alce con cierta fuerza. —Esta vez no me quedare tan quieta.— Le dije a la chica que se reflejaba al espejo. La cual movía a la misma vez los labios a la par que pronunciaba esto. Después de eso. Me retire de mi cuarto.

Sabía que iba a tener como compañera a una Bellator Dei. Cosa que me emocionaba. ¿Por qué? Por el hecho de fortalecer más los lazos de compañerismo, pues como ya había dicho, apenas tenía de esto con los demás y era algo que debía de forjar con dedicación. Hasta me había informado sobre esta, al menos para saber su nombre. Pensando que si descubría más cosas sobre ella, que fuese porque lo haya escuchado de ella misma y ya. Omitiendo eso. Desconocía el lugar al que íbamos a ir. Pues apenas el único reino que había recorrido algo, era Spatium y nunca había puesto un pie encima en Tempus, así que era más motivo de emoción, aunque sabía que debía de tomarme más con seriedad el asunto. Pues que tuviera que ir allí, era por una misión demasiado importante y arriesgada. No como si fuéramos de picnic o algo parecido.

Cuando tuvimos que dejar Dominus Castle junto con mi compañera. Me sentí algo nerviosa pero la emoción de mi no decaía nada. Durante el recorrido, obviamente se me ocurrió soltar unas palabras cuando llegamos a Spatium. Pues antes de dirigirnos a Tempus, debíamos de asistir este otro por el Capitán General, ya que este nos acompañaría a las dos. Cosa que me hacia sentir algo presionada. Pues era una Custos y tenía que mostrarme como tal, aunque realmente prefería seguir siendo yo misma en todo momento y no perder mi esencia por mucho que tuviera un alto cargo. —Es un gusto poder trabajar a vuestro lado. Ya veréis que podremos con los que se nos ponga delante.— Les dije con completa confianza, además de darle más ánimos con cierto optimismo a Sasha. Realmente no tenía ni idea con lo que nos íbamos a topar, pero yo a pesar de eso, seguía siendo optimista y sentía que nos iba a salir todo bien. Era raro que yo fuese pesimista, pues era todo lo contrario a mi. De ultima. Me presentaría de forma breve al Capitán General. Pues era una manera de conocerle.

El Capitán General llevo en brazos a mi compañera. Yo opte y decidí el hecho de recorrer por mi misma todo. Después de todo. Mis piernas estaban dotadas de una gran fuerza, además de velocidad. Cosa que podía hacer que los km fuesen fácil de recorrer para alguien como yo. Además de que gracias a estas piernas, podía pegar grandes saltos. Agradecía este hecho para no molestar a los demás. Entonces. Cuando tome la decisión de recorrer todo por mi misma, sin tardarme más, enseguida cogí impulso y comencé a correr. No sabía quien iba a llegar antes, lo único importante era llegar después de todo.

Pude notar cuando comenzamos a llegar hacia el sitio indicado. Ya que se notaba como la brisa gélida comenzaba a atacar cualquier parte expuesta y te hiciera calar los huesos. Hasta había golpeado con fuerza esa brisa helada en mi rostro. Cuando pegue el último salto y iba descendiendo, pude escuchar a Sasha soltar una pregunta. Yo solo mire a mi alrededor cuando estaba ya estática en el sitio y solté suavemente. —Podrían haber Yetis.— Dije después de analizar el lugar con atención. Además de sentía algo mi respiración agitada después de recorrer sin descanso alguno. Luego de eso. Me pude percatar que había más gente ahí. Supuse mentalmente que serian los de Tempus. Ya que no me había informado de estos del todo, aunque no era excusa el haber andado algo aislada de todo. Aunque pude reconocer a la Ministra de Tempus. Esta la vi cuando paso lo de Prodigy City y era de lógica que si o si tenía que saber sobre los ministros y los revos, además de los otros custos.

Después de que Sasha se le acercara a la Ministra, yo también hice lo mismo para guardar las formas. Pues seria irrespetuoso no hacer eso. Además de que yo no era de mirar por encima del hombro a los demás por tener tal cargo. —Es un placer Ministra. Soy Kuro Usagi. La Terzo Dei. Espero poder ser una gran ayuda en vuestro cometido.— Le dije con una suave sonrisa. Tratando de no demostrar que todo la caminata que me pegué, me había cansado algo. Después de eso, me dispuse a alejarme un poco para observar más el lugar, aunque cuando me llamo Sasha. Me detuve y me voltee hacia ella confundida. Mi cara paso de sorpresa a emoción en cuestión de segundos. Así que rápidamente me aproxime hasta ella y me puse de cuclillas. —La verdad es que me vendría bien. Muchas gracias Sasha.— Le agradecí, llamándola por su nombre como si no me importara mucho las formas, aunque con la ministra no me atreví a llamarle por su nombre por si le incomodaba pero si fuera por mi, llamaría a todos por su nombre. Omitiendo eso. Moví una de mis manos para tomar algo de agua y cuando lo hice. Acerque mi mano hacia mi boca y le di un sorbo. Saciando así mi sed.

Sinceramente estaba pensando que todo iba a salir bien. A pesar de que no conocía a más de la mitad de los que se encontraban en este lugar en ese instante. Los miraba en silencio para analizarlos con detenimiento, tratando de que no me pillaran mirándolos. Pues me pondría algo nerviosa. Estaba impaciente por ver como nos iba.

Stats:

Interactue con:

Captura de Dados, HP y Inventario:

Allí descansaba el semidragón fijando su mirada en los destrozados edificios de chaos que se podían observar desde la ventana de su habitación. Estos precedían la inmensa batalla sobre el territorio del Caos. Después de todo no hacía mucho habían sido atacados por un dios que dejó tras de sí a varios heridos, pero claramente, no era digno rival para las fuerzas armadas de aquella nación… y otros. O por lo menos eso pasaba por la mente del rubio, mientras el cigarrillo entre sus dientes se consumía, la perla negra que hace rato había devorado comenzaba a hacer efecto y el humo se deslizaba dentro de sus pulmones, dejándole un asiduo ardor en la garganta por el camino. Aunque aquello claramente no era nada nuevo para él, por lo que terminó por vestirse y se dirigió hacia la recamara del ministro. Supuestamente tenían una misión para él y como todo soldado de sangre que era, vivía esperando por aquello desde que la última cruzada había terminado. Estaba ansioso, ávido y desesperado por esto. Camino por el pasillo a paso raudo y conciso, mientras iba anudándose su moño alrededor del cuello de forma elegante. Con una vestimenta pulcra y limpia se presentó ante su ministro, quien al parecer había ya elegido a su compañero de comisión. O compañera en este caso, una muchacha pelirroja con la que el semidragón tenía historia… mucha historia.

-Señor Ministro –Musitó presentando sus respetos al superior como el noble que era, para finalmente observar a la muchacha y giñarle un ojo con confianza y cariño. Con ella no hacían falta presentaciones.

Rápidamente fue informado de la misión, abandonar Chaos no era algo que le entusiasmara demasiado. Muchísimo menos asistir a un país vecino, pues, como todo dragón el muchacho era territorial y receloso de los suyos. Pero si las órdenes eran aquellas, el medrado guerrero les echaría un cable. Aunque él era más del tipo de persona que se encargaba de hacer de martillo en su grupo, llevaba a su lado a una compañera altamente capacitada para el trabajo por lo que no había de que preocuparse. Entre ellos dos incluso podrían enfrentarse a los altos cargos de los revolucionarios, eran después de todo parte de la fuerza destructiva más poderosa de todo chaos, los titánicos Guerreros Gladius.

Desde chaos despegaron en su transformación de dragón, el rubio no confiaba en las mascotas de la pelirroja y ninguna de ellas era tan veloz o resistente como su segunda forma, por lo que el medio de traslado fue decidido en cuestión de minutos. Antes de darse cuenta, ambos guerreros viajaban hacia la Isla Goblin, donde se debían encontrar con el resto de los aliados. No tardaron más de dos horas en llegar al lugar, el cual el dragón sobrevoló un par de veces antes de aterrizar, como un instinto propio de su raza que había quedado en el como un apéndice y que regresaba cuando tomaba aquella forma.

La pelirroja fue la primera en tocar suelo y el descendió justo detrás de ella, soltando un imponente rugido que hizo retumbar el silencio de la isla y huir a una pequeña bandada de pájaros que parecía habitar allí cerca. Finalmente, el semidragón se des transformó y se mostró al resto con su forma humana. Primero, agachó levemente su cabeza y saludó cortésmente a la ministra.

-Jhonatan, Gladius ,Chaos, A su servicio. –Fue todo lo que dijo para luego dirigirse hacia donde su compañera bebía. Jamás había sido un niño mimado o siquiera delicado, pero aquella agua no le convencía demasiado. Aun así se arrodilló junto a ella y colocó un dedo en la misma para luego llevárselo a la boca. –Nada mal… -Musitó para luego posar una mano sobre el hombro ajeno y finalmente ponerse de pie.

-¿Y bien? ¿A quien debemos destripar para volver a casa? –Musitó el semi-dragón observando al grupo para finalmente observar a la pequeña muchacha con orejas de conejo y luego acercarse a su compañera. –Te apuesto diez mil Soulinks a que el conejo sabe delicioso en estofado… -Musitó en voz baja, en broma… tal vez.

Datos:

Capturas:

b

Interactue con:

El viento soplaba acariciando de forma casi hiriente mis mejillas, mientras agitaba mi melena de forma violenta. La mayoría de los que estaban en el navío se encontraban en la sala de mando o haciendo las tareas pertinentes. Mi tía, Christa, parecía sumida en sus pensamientos y la Srta. Bloodmoon también andaba algo ocupada realizando todos sus quehaceres, yo en cambio, había decidido salir a proa y disfrutar de este bonito paisaje que ofrecía Tempus.
La travesía duró lo justo para hacer aguas revisiones y dejar a cierto personal de la marina en lugares del reino de Tempus. Que los principales estuvieran ausentes de sus funciones cotidianas no quería decir que la nación se viera desamparada del todo. Aún me cuesta creer que la hermosura de Spirit Soul se empañe siempre de pleitos, guerras y enfrentamientos.

Pertenecía como Caduceus a Spatium aunque los lazos familiares podían más que muchas cosas y por ende tanto mi hermano Owen como yo, hicimos los movimientos pertinentes para poder acudir a esta singular reunión. No podía fallarle a mi tía, ella me había cuidado como una madre en ausencia de la mía propia, siempre me trato con educación respeto y cariño, era hora de que su sobrina tuviera la oportunidad de darle un poco de todo ese mucho que ella me dio y me sigue hoy día dando. De nada sirvió, cosa que ella sabía, prohibirme como cuando era pequeña realizar ciertas cosas, mi respuesta fue clara… “Tía Christa, ya no soy ninguna niña y yo decido por mí misma mis actos, acciones y las consecuencias”. Esperaba un regaño, una mirada seria, fría de desaprobación, pero juraría que le brillaron los ojos al sentir la emoción por mis palabras, por mi actitud, provocando en ella una de sus bonitas y dulces sonrisas. Yo también deseo que los míos estén orgullosos de mí, lo único que me frenó unos segundos en mi cabeza fue el pensar que si la cosa no iba como debería, podía no ver más a ninguno de mis seres queridos y no pude decirle nada a Allen, quizás me hubiera amarrado él… o Jack prohibiéndome rotundamente ir a semejante locura.

Escuché los tacones de las botas de mi tía. Su caminar era inconfundible, al menos para mí. Voltee y le sonreí a ella y a la vicealmirante Jade antes de que me notificaran el desembarco en zona del Bosque Goblin. No era la primera vez que estaba en ese sitio, de hecho a veces venía a recoger ciertas plantas y material para mis estudios y experimentos.
Al desembarcar esperamos al resto de personas que nos acompañaban desde la base militar de Tempus, sonriéndole con complicidad a mi padre al verlo llegar a las costas con el Almirante. Comenzamos a adentrarnos en el bosque y mis ojos paseaban juguetones por todo el alrededor, sin perder ni un segundo detalle de aquel singular bosque.

Cuando salíamos de aquel lugar ya a punto de adentrarnos en la zona de las montañas, el clima se notó más helado, el viento amenazaba con caricias heladas que de momento aún eran agradables, pero justamente preferí abrocharme bien el chaquetón que tenía con forrado de pelitos y digo pelitos porque era algo sintético nada animal. Si todo aquello era hermoso más sorpresivo fue el pequeño manantial. Mis ojos turquesas se iluminaron y sin mucho que decir me abalancé hacia el para observarlo en su totalidad. Me puse de rodillas sin importar el frío el cual no es que me afectara de forma soberana y menos con la buena equitación y como no, abrí un bolso que llevaba de forma cruzada a mi cuerpo y saque unas botellitas y frascos para guardarme muestras de aquel lugar.

Estaba bastante distraída, hasta que me volteé de nuevo al escuchar una voz muy conocida - ¡Emano! – Le dije desde mi posición y la diestra un poco saludándole con una sonrisa. Me incorporé guardando las muestras de nuevo dentro de la bolsa y me adelanté a él como de costumbre abrazándolo, aunque solo un momento puesto que iba acompañado de una linda joven y una señorita con orejitas peculiares a la cual sonreí con mucha educación.

Poco a poco todo el mundo iba llegando al punto de encuentro. Había escuchado hablar sobre los Gladius sobre todo historias que me contaba mi tía de pequeña así que no fue difícil distinguirlos. De igual modo los salude con respeto a ambos, aunque creo que eran personas que iban a lo suyo mas bien, según me dijo mi tía eran muy leales pero también letales y no eran de andarse con formalidades ni chiquitas como se dice de forma coloquial.
Mis ojos volvieron a moverse hacía el almirante cuando realizó ese comentario y por alguna razón me provocó una pequeña risa que se escuchó de forma suave rompiendo un poco el silencio que se hizo momentáneo.

captura:

datos:

interactue con:

Un Jotun aunque habla con la lengua común, es un ser ignorante y belicoso, es hostil y está lleno de temores hacia sus deidades, sin embargo esos mismos temores les llenan de bravura y de una fe en el misticismo difícil de superar. Son adoradores del gélido viento y legendarios cazadores de tormentas, lo cual les da una resistencia demencial, sus rastreadores son pacientes a tal extremo que son capaces de esperar mil días por un solo resplandor en sus pupilas que de señal de sus presas. Cuando desean incordiar, lo hacen con el total de sus fuerzas porque no existen vientos huracanados o palabras déspotas que hagan retroceder a un Jotun con convicciones. Muchos años han sido olvidados en que los gigantes de hielo eran una raza con la cual se podía al menos comerciar, cuentan las fabulas de Spirit Soul que eran solo tretas para agarrar a todos los mortales que pudieran antes del mediodía del hombre, sin embargo ya no es posible siquiera señalarles lo obvio, como por ejemplo que si se mata a todo lo que se le cruza, pues ya no habrán más exploradores de los cuales saciar su violento espíritu.

Hace años que ningún mortal se aventuraba al hogar de los hielos interminables, al menos por voluntad propia. Algunos criminales o fugitivos muy, pero muy mal informados buscaron una tierra llena de salvoconductos, por ello se aventuraron buscando libertad cerca de la tierra congelada de los Jotun, sin embargo la única libertad que obtuvieron era si querían ser hervidos o fritos.

Ojos avellanados, pequeños y cristalinos de azul friolento se movían en medio de una cruel tormenta y a lo lejos, tan lejos como el horizonte se podía apreciar una caravana que avanzaba por la nieve, la boca del explorador se deformo y mostro sus dientes tan relucientes como los eternos estanques congelados de los Jotun. El gigantesco vigía bajó de la montaña escarpada desde la cual husmeaba el horizonte, demasiado sigilosamente para su tamaño, se adentró en una cueva oculta, larga y llena de angustiante oscuridad. Y con un paso feroz busco una gran caverna de techo abovedado que podría albergar una ciudad completa de Tempus.

-Tenemos visitantes, son muchos y se adentran en el manantial mi señor. Es la hora de nuestra cacería, quiere que mandemos un gusano de hielo para alertar a la otra partida de caza? O prefiere tener esclavos nuevos hasta la cena?- Dijo maliciosamente el vigía.

Las palabras resonaron en la cueva aparentemente vacía, el vigía se movió hasta un muro y tomo lo que parecía ser un arco hecho con un impresionantemente gigante cuerno de mamut, se volvió nuevamente y la tierra se remeció, de las sombras emergió un ser aún más grande, un Jotun en toda regla, un digno sucesor de la raza y con una voz grave, macilenta y llena de amargura ordeno. Por qué un señor cazador de los Jotun no habla, solo ordena.

-Nos encargaremos nosotros mismos. Vigía, convoca a una partida de caza con dos arietes y un hechicero de magia invernal. Iremos a por los podridos mortales. Esta noche tendremos esclavos nuevos con los que comerciar o al menos mondadientes con los cuales presumir.- Dijo el helado señor de la cueva mientras tomaba entre sus manos un verdadero pedazo de la montaña que se resquebrajo bajo sus helados dedos.

Gruño al verlo detenidamente y sacudió el trozo de mundo, era en verdad un escudo, la escarcha que le cubría resbalo y cayo aparatosamente, en la cara de este podía verse el blasón inmortal de los señores de los hielos eternos, una calavera cruzada por dos espadas cortas irregulares y una lanza que le atravesaba por el lado derecho, después tomo un gran árbol con sus inmensas manos y este no cedió, intento con más fuerza hasta que la tierra se partió, no era un árbol, era una gigantesca hacha que estaba sumergida quizás desde hace un par de cientos de años en el hielo.

Caminó por el largo sendero que había cruzado el vigía, cada vez más y más rápido, el hielo que le cubría de pies a cabeza comenzó a crujir y a caer de su anatomía, la escarcha que dejaba atrás era suficiente para dejar entumecido a un dragón y a medida que avanzaba se movía más… mas, y más rápido, cuando al final vio la luz al final de la serpenteante cueva era tan rápido como un corcel de cualquier reino, los jugos congelados del gigante se pusieron en movimiento y cuando finalmente la montaña emergió de la montaña lanzo un alarido tan potente que incluso la tormenta retrocedió por temor a ser cazada por los gigantes.

Luffier era el guerrero a cargo de la partida, señor de la cueva Este. Era el más grande de los Jotun que hubiera por los alrededores y se jactaba de ser parte de la familia real, si es que tienen jerarquía. Tenía un escudo tan grande como una montaña y su hacha era tan legendaria entre los gigantes que a Luffier se le conoce como El Hacha de Jotun. Porta una armadura de hielo eterno y aunque es lento su tamaño le hace infranqueable. Su forma de combatir es administrar el daño entre sus pares con el fin de hacer el combate lo más largo posible y que sus enemigos se congelen por el frio intenso del inhóspito lugar donde viven.

Jafir era un vigía y cazador experimentado, un gigante con plumas de rocks sobre su cabeza y ataviado solamente con un gran collar con innumerables calaveras de criaturas de hace miles de años extintas, porta un arco de huesos de mamut y flechas de árboles de abedul que consiguió cuando era joven y aventurero. Suele recuperar todas sus flechas y tiene un nombre para cada una. Es llamado la muerte blanca por sus pares y aunque se quedase sin ellas puede con su aliento lanzar dardos tan lejos como un hombre lanza una flecha.

Ellersen suele ser un elemento desequilibrante puesto que es uno de los magos más poderosos cuando se trata de combatir, sus habilidades son variadas pero se centra en la magia helada con la cual hiere y cura a sus aliados más heridos. En condiciones normales se centra en la supervivencia del aliado más débil pero también puede convocar tormentas que conjuran verdaderos meteoritos que impactan la tierra resquebrajándola haciendo que sus enemigos caigan en fosos sin fondo. Aunque es uno de los gigantes más pequeños le trae más beneficios que desventajas pues es difícil acertar un golpe en él al ser tan ágil.

Entre los gigantes de más poder nos encontramos con el segundo más fuerte de todos los tiempos. Hafthor es un nombre legendario, se dice que puede cargar una montaña con sus manos desnudas y aunque es el más temido en la tundra cuenta con una naturaleza apacible. Su arma es un gran mandoble ceremonial de los Jotun de dos manos, pero que el usa con una sola mano, lanzando ráfagas de escarcha y viento congelado cada vez que la mueve. No usa vestimentas, pero si muchas joyas que se dice contienen hechizos que potencian su bravura y poder de ataque.

La brujería helada es una de las más temidas por los arcanos señores del terror. Muchos rituales juran que pueden volver a un gigante inmortal y que incluso pueden arrebatárselo a la señora muerte. Phillip es un nombre humano pero el dueño de él no lo es en absoluto, vestido con túnicas que parecen hechas de agua congelada se esconde el silencioso Phillip, un engendro de ojos oscuros y lleno de cicatrices, pedazos de madera arcana entrelazados en su cuerpo y todo ello cubierto por el misterio. Cuando combate lo hace con un variado repertorio de hechizos entre los más potentes usa la magia plasmica, un terrible estado de la materia que va más allá de la transformación en gas. Los misterios más oscuros de los Jotun dicen que es el único con un corazón palpitante y con sangre caliente. También anima grandes estructuras de hielo similares a cascarones vacíos Jotun que le defienden y ayudan a potenciar sus hechizos.

Luffier, el gran capitán de la cueva del Este se encuentra inmóvil como tallado en piedra esperando la comitiva de los mortales, más que una guerra parece un duelo entre dos mundos. Hubiera sido fácil tender emboscadas a los exploradores de Tempus, enviar oleadas y oleadas de frio intenso con la magia de los conjuradores mientras apuestan para saber quién es el último mortal en caer. Pero no el hacha de Jotun, él quiere combatir para apaciguar su deseo de carnicería, al fin puede ver con sus propios y delicados ojos avellanados a los soldados de Tempus quienes son azotados por una tormenta producida por la brujería de Ellersen el mago de las salvajes tierras heladas.

-Señores de tierras lejanas, su camino termina aquí. Yo señor de los eternos vientos congelados, os reclamo como parte del sacrificio a nuestros ancestros y por ello os condeno a esclavitud o la muerte mediante el frígido acero de Jotun. Son libres de deponer sus armas y correr hasta que sus huesos se congelen, pero si lo hacen me encargare de que sean despellejados por sus propios compañeros!- Declaro el señor de los Jotun -Ahora… háganme sentir lo que ustedes llaman “hervir la sangre”- reclamo mientras levantaba su gran hacha sobre su estelar cabeza y veloz como un relámpago se impactó en la tierra, a su paso dejo una estela cual meteorito revestido con un millón de brillantes y relucientes escarchas multicolores de iridiscentes reflejos atravesados por el sol que desafiaba a la tormenta, el hacha cayo implacable sobre el dragon del grupo, aquel que llamaban Jonathan

En el acto Ellersen detuvo la tormenta pero de la dispersión de sus nubes emergió una esfera tan perfecta que podría confundirse con un sol congelado, en su interior bailaba el agua a medio congelar y cuando movió sus esqueléticas manos este descendió lentamente frente al hombre de cabellos dorados, un angel con gran estampa, Ellersen viendo el momento justo chasqueo de pronto sus dedos para reventar dicha esfera que lanzo un verdadero mar para congelarle vivo. -Vive el verdadero infierno imprudente mortal- Grito con su aguda voz mientras las aguas congeladas caían sobre su víctima.

Jafir el vigía observo atentamente los movimientos de todos antes de actuar, incluso los de sus compañeros y había una que le había interesado, el objetivo era la ministra. Tan rápido como pudo salto hacia atrás para modificar la trayectoria de su flecha, un gran árbol que perfectamente podría aplastarle -Besa con pasión Amarea- susurro al soltar la flecha con el nombre de una chica Jotun la cual murió el año pasado. Sus calaveras colgadas al cuello retumbaron como una campanada que daba inicio a un round de boxeo. Era el único Jotun que sonreía.

Phillip solo levanto sus manos al aire y dos columnas de Hielo tosco, lleno de punzantes y escalofriantes puntas se levantaron, un movimiento más hizo que estas se lanzaran en contra de una coneja antropomorfica, sin embargo estos tétricos muros se detuvieron metros de su objetivo. Ciertamente escaparía, nadie se queda entre dos muros móviles que pueden dejarte como queso suizo. Pero aun así no podría escapar de la magia Jotun más espeluznante, la magia de Phillip, innumerable cantidad de rayos más tangibles que la electricidad se lanzaron como lenguas de fuego desde las púas, con el fin de dejar el hueso descubierto del cráneo de su enemigo jurado. La túnica de Phillip resbalo un poco y su cabeza vislumbraba un rostro sin la mandíbula con una lengua colgante y negruzca. Phillip solo emitió un chillido que acongojaría el corazón del más cruel y desalmado enemigo.

La montaña se movía y con un gran poder lo imposible se volvía posible, Hafthor levanto una gran roca en sus manos. Tomo algo de impulso y la lanzo contra los enemigos. El estruendo de la montaña voladora presagiaba un cataclismo y lo fue en verdad porque cuando esta cayo las aguas que habían ayudado a los aliados de Tempus se evaporaron inmediatamente pues la gran roca se estrelló en este creando un boquete que se tragaba al actual almirante de Tempus -La ira de Jotun os perseguirá por siempre hasta que sus huesos queden limpios y quebradizos impíos invasores!- Grito mientras veía con atención caer a la montaña

Es un buen día para morir, pero ninguno de los dos bandos vendería su vida barata, era hora de luchar y cada corazón, cada movimiento comenzó a conjugarse, el final entre los hielos no es tan terrible pues cuando un Jotun te mata en combate mantienen intacto el cadáver como una estatua de hielo que presagia a los próximos exploradores su fatídico e inevitable recibimiento.

Spoiler:

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

---

#1 'Dado Legendario' :

#1 Resultados : 45

--------------------------------

#2 'Dado Legendario' :

#2 Resultados : 42

--------------------------------

#3 'Dado Legendario' :

#3 Resultados : 6

--------------------------------

#4 'Dado Legendario' :

#4 Resultados : 4

--------------------------------

#5 'Dado Legendario' :

#5 Resultados : 7

El miembro 'Owen Hawk' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

---

#1 'Dado Cósmico' :

#1 Resultados : 26

--------------------------------

#2 'Dado Cósmico' :

#2 Resultados : 24