Baile de mascaras en el Dominus Castle ~ Trama N° 3 [Finalizado]

La tan esperada noche para muchos había llegado, sin embargo, ella odiaba ese tipo de reuniones a las que había estado “atada” desde que tenía uso de razón, sin embargo…había quizás simplemente accedido para poder estar un poco más de tiempo junto a su padre, el ministro de Spatium. Se había presentado la noche como una típica más del molesto verano, aunque de tanto en tanto podía percibirse alguna que otra brisa mecer las hojas y flores que rodeaban junto a innumerables arbustos el castillo, siendo parte del jardín.

Allí se encontraba aquella jovencita, observando de tanto en tanto a los demás presentes sin demasiado interés tras aquella máscara que cubría parcialmente su rostro hasta más o menos la mitad, como era de costumbre manteniendo el mentón ligeramente alzado, denotando que podía ser incluso una mujercita algo orgullosa. Deslizó la mano izquierda por el barandal de una de las escaleras centrales, ya que se había tomado el tiempo de recorrer el castillo por puro ocio o hasta incluso para esquivar algún que otro muchacho soltero con ansias de pasar un buen rato.

Sin más comenzó a descender los escalones sin siquiera mirarlos ni tampoco temor a caerse, notando como los delicados pliegues del vestido rojo que llevaba puesto rozaban de tanto en tanto el suelo en cada mínimo movimiento. Este era ceñido al cuerpo en la parte superior, consiguiendo enmarcar aun más la apariencia de la joven hibrida, su espalda estaba parcialmente descubierta con un entrelazado del mismo color carmesí que simplemente dejaba al descubierto ciertas partes de la espalda hasta casi la zona lumbar. El cabello completamente suelto, a excepción de una parte, precisamente el lado derecho de su cabeza el cual estaba delicadamente guiado hacia atrás y sujetado con una hebilla pequeña de oro con forma de flor.

Al terminar de descender por la escalera se dirigió hasta una de las ventanas, observando con total atención hacia afuera en lo que dejaba escapar un pequeño suspiro de resignación, se encontraba algo aburrida y lo único que podía hacer era quedarse a la espera de que su padre se dignara a aparecer.

Aquella noche había llegado y el barco típico de Tempus abordaba en el puerto de la isla conocida como Dominous Castle. El pelinegro Almirante hubiera preferido quedarse en su oficina visando el papeleo antes que asistir a este tipo de evento. Aún que las fiestas solían agradarle mucho, reconocía que en una celebración pública como esta debía de comportarse formal y educadamente, lo que aún que no era algo difícil para el hombre le molestaba pues hubiera preferido poder divertirse un poco más. El concepto de las máscaras no le daba una sensación de seguridad, estaba consciente de que de todas formas podrían reconocerle por su forma de actuar o su voz. Su puesto en la marina prácticamente le obligaba impidiéndole faltar a un acto formal impuesto por el mismo Lord, por lo que sin otra alternativa baja del barco vestido para la ocasión. Un esmoquin negro, adornado con un cómodo moño negro enlazado sobre su cuello, unos pantalones del mismo color, unos guantes blancos y zapatos negros.

Aún no llevaba la máscara puesta, el Almirante caminó hasta un autodeslizador que le esperaba en la calle más cercana al puerto. Tras abordar el vehículo se dirigieron a le entrada del castillo, el vehículo se detuvo junto a la puerta y el hombre de Tempus descendió. Sin mucho problema sacó de dentro del bolsillo de su traje una máscara blanca, la cual colocó sobre su rostro y luego se encamino hacia el evento. La máscara no era muy compleja, sobre ella el diseño de un gato en líneas negras y unos pequeños detalles en color azul sobre los costados.

El Almirante una ves dentro de aquél lugar que había sido dispuesto para el baile no se acercaba mucho a la gente. No veía muchas personas interesantes, todos parecían importantes pero entre tantas máscaras no podía reconocer quienes en verdad lo eran. Así que prefirió mantenerse al margen, más precisamente junto a una de las grandes ventanas del salón. Parado firme como era su postura habitual el hombre del ejército se mantenía observando a las personas venir y pasar.

Habían recibido una invitación para la fiesta de máscaras que se celebraba un mes después, sin embargo en todo ese tiempo, a Akatsuki se le había olvidado. Tenía muchas cosas que atender y esa no era su prioridad. Cuando se enteraron de la fiesta, tuvieron que ir a comprarle un traje de gala para que pudiera ir, él no quiso y se molestó como un niño, odiaba ir de compras y es que además, ya le había tocado hacer las compras navideñas para su familia. Cosas que ni siquiera Catherine había visto. El íncubo fue alertado por su esposa el mismo día del baile para poder ir. Tuvo que ducharse a toda prisa y ponerse ese desagradable traje de señorito adinerado que tanto odiaba. Refunfuñó a cada segundo que ella le ajustaba las cosas que conformaban el smokin.

Cada vez que Catherine le peinaba, él se pasaba una mano para volver a dejárselo como antes, hasta que ella se enfadó y tuvo que dejar las manos quietas. Eso sí, sin dejar de gruñir en ningún momento: Ir arreglado le quitaba su personalidad de bruto e irresponsable. Él no había preparado su máscara, así que cogió la primera que encontró por ahí, que era de su hija y ni siquiera estaba terminada, pero no se había dado cuenta y se la llevó. Era una máscara de Anbu de kitsune, con sus orejas pintadas de rojo y algunos pequeños detalles en la boca, la frente y las mejillas, sin embargo, los ojos estaban sin recortar. Una vez estuvieron listos, a toda prisa, salieron de casa para que Xepher les llevara al Dominus Castle. No era lo apropiado, pero Akki no podía montar en barco: Se ponía enfermo.

Muchos de los guardias que custodiaban aquel lugar, miraron mal a la bestia que aterrizaba en el límite de la isla en la que estaba el castillo del Lord, pero no hicieron nada porque vieron que se trataba del General con su bella esposa. Akki hizo desaparecer al dragón y se aproximó con Catherine hasta la entrada, para enseñar la invitación oficial. Mientras los guardias revisaban, se puso su máscara, requisito imprescindible, además del traje para poder entrar. Se refirieron a Catherine como "Señorita de Ousawa", cosa que le extrañó a él y en cierta parte le molestó, pero ya le comentaría eso, cuando estuvieran comiendo algo a solas en alguna de las mesas. Nada más ponerse la careta, se dio cuenta de que no veía nada, pero decidió fingir y caminar como si nada, deseando que no hubieran obstáculos delante de él, aparte de las escaleras. Se tropezó una vez pero no llegó a tragarse el suelo, no le dio importancia. Si algo sabía, es que los pasillos eran lisos y brillantes, así que no habría problema.

-A ver quiénes han llegado, espero que venga alguno de nuestros amigos.- Le dijo a Catherine "mirándola". Disimulaba muy bien. -¿Tomaremos algo al llegar?- Preguntó volviendo la cara al frente.

Máscara de Akki:

La invitación había llegado por partida doble en un caluroso día de verano. Por aquellas épocas, la pequeña pelirroja estaba siempre de mal humor debido al calor de la capital de Spatium. Por una parte, como General de Orden, era invitada de honor del evento que el Lord ofrecía para quienes estuvieran dispuestos asistir a su llamado. Por otro lado, como miembro de una de las familias más distinguidas de la nobleza, era parte de su papel asistir a aquel lugar a como fuera lugar, para dejar en claro que su familia seguía siendo la excelencia de todo el reino. Ya que sus padres tenían un compromiso diferente y no asistirían, caía en su rubio hermano y en ella la responsabilidad de la representación de la familia. Pero alguien había decidido no asistir al evento, así que la desdicha caía enteramente en hombros de la pelirroja. Y según había leído en el mensaje que había recibido de sus padres, no había mucha opción en ello. En una gran caja plateada con moño dorado habían empacado para ella lo que luciría. Por supuesto, era un poquitín exagerado... tal como todo en la familia de la que provenía. Soltó un gran suspiro y esperó a que el gran día llegara para encaminarse al Dominus Castle.

La había recogido uno de aquellos autos que surcaban los cielos. No les tenía mucha confianza, pero era un suicidio montar a Lunnaris usando el vestido que llevaba. El auto se detuvo en la entrada del gran castillo, justo debajo de las escaleras que llevaban al gran salón. Se colocó la máscara antes de bajar. Una sencilla máscara de color perla con detalles en oro y plata. Por un momento temió no poder sacar su vestido del auto, pero lo hizo sin mayores inconvenientes. Mientras subía los escalones con elegancia y gracia, la cola del vestido se quedaba algunos escalones por debajo. Su hermoso vestido de color rojo vino tenía una cola de un par de metros que caía desde su cintura hasta el piso detrás de ella. El vestido la obligaba a llevar la espalda descubierta y el cabello recogido detrás de la cabeza, mientras que el pecho llevaba bordadas piedras doradas de un tono oscuro, que asemejaban escamas de dragón cuando el metal era iluminado con luz. A los lados, tenía un par de bolsillos ocultos, por lo que no le hizo falta llevar uno bolso aparte. La pálida piel de la chica era un contraste constante y hermoso de los colores carmín en el vestido y cabello de la chica.

A medida que avanzaba, la seguridad se iba haciendo más y más densa, pero la dejaban pasar sin problemas; el vestido hacía su cometido, identificar que la familia Von Freecss Sinclair estaba presente en la fiesta del Lord, uno de los viejos amigos. Llegando a la entrada del gran salón, observó a quienes en él estaban. Estaba ya casi lleno, quizás solo faltaban algunos pocos por llegar, pero se notaba la magnitud del evento y su importancia en la manera en que todos se comportaban. Entró al centro del recinto sin toparse con ninguna cara conocida. Por supuesto, las máscaras solo hacían más difícil que el reconocimiento fuera hecho. Si bien llevaba la frente en alto y caminaba con seguridad y confianza, la chica estaba de lo más nerviosa. No le gustaban ese tipo de eventos, pues temía echarlo a perder todo con alguna palabra o simplemente tropezando... Y más aquel, que era su primera vez sola, no podía decepcionar a la familia. Tomó una copa de champán que repartían algunos meseros, tomó un suave trago y respiró hondo, dirigiéndose al centro del salón con soltura.

Vestido de Juliet:

Máscara:

Tal vez para cualquiera podría llegar a ser una noche especial, sin embargo, a la hibrida sinceramente le daba igual ese tipo de reuniones, incluso podía llegar a sentir cierta molestia ya que al menos desde que tenía uso de razón había estado “obligada” a permanecer inmersa en ellas, fingiendo una y otra vez entre interminables bailes o demonios orgullosos que ostentaban cada vez más y más poder. Lord Adramelech había conseguido formar a una mujercita capaz de encantar a cualquiera sin mucho esfuerzo, alguien altiva, orgullosa para con los demás menos para con él mismo, así que…tales conductas en la chica habían sido grabadas casi a fuego en su ser. Provenía de una reconocida familia, ya sea en la tierra como el mismo infierno, por lo que la perfección estaba en mente y genes de la revolucionaria vaya donde vaya, hiciese lo que hiciese.

Como era de esperarse y porque podía hacerlo, omitió la tediosa tarea de buscar algún vestido que le gustase, así que terminó recurriendo a un reconocido diseñador radicado en Tempus que había ofrecido anteriormente algunos trabajos para la chica de largos cabellos. En eso podría decirse que aplicó más énfasis, ya que con ligeros atisbos de capricho se había asegurado que el vestido quedara como ella misma había pedido. Finalmente frente al gran espejo se delineó cuidadosamente los ojos, pasando después a colocarse aquel antifaz que enmarcaba aun más todavía la intensa mirada que la pelinegra reflejada.

El viaje transcurrió en calma, aunque Isela se mantuvo casi todo el trayecto en completo silencio, sumergida en sus pensamientos, conclusiones y cosas por el estilo por lo que realmente al llegar no supo dilucidar si el viaje había sido corto o no, aunque eso…era lo que menos le importaba. Mantuvo siempre el paso seguro pero a la vez tan delicado como era propio de ella, a cada paso que daba hasta el otro extremo del salón parecía haber sido envuelta por la misma oscuridad gracias al oscilante pero sensual movimiento constante de los pliegues de su vestido. Tanto el mecer de aquel largo cabello oscuro como de los constantes meneos naturales y provocativos que propinaba con su cadera al desplazarse era una clara tentación, si, era como si en ese momento ella misma encarnase la tentación de lo prohibido como digna demoniza que era, o al menos…en parte. Sus sentidos naturales simplemente afloraban con naturalidad dependiendo de las circunstancias en las que se encontrara.

Podía incluso percibir de manera muy tenue el perfume que se había colocado siempre con discreción, precisamente su preferido, “midnight poison”, ese mismo que solo utilizaba muy de vez en cuando si la ocasión lo ameritaba. Como únicos detalles en color dorado podían apreciarse tanto el anillo de casamiento en la mano correspondiente como aquel pequeño dije en forma triangular que pendía de su cuello.

Alzó levemente el mentón, dirigiendo su mirar por toda la extensión del mismo salón sin poder evitarse el alzar una ceja al notar allí nada más que chiquillas presumidas que se respaldaban únicamente en un apellido ligeramente conocido por los mortales. Detestaba esa clase de presunción, sin embargo, comprendía y aceptaba la de alguien como ella que podía respaldarse con una personalidad forjada, inquebrantable, altiva pero con evidentes fundamentos como para plantarse ante quien sea.

Se encontraba en calma, tranquila, confiada de que por el momento nadie sabría de su traición al reino, ya que después de todo ella simplemente dijo que dejaba el ejército para poder dedicarse a su esposo como era debido. Sin embargo, tenía en claro que esa noche traería sorpresas para más de uno de los presentes.

-¿Algo que le apetezca hacer a mi señor en brevedad?- Cuestionó en apenas un susurro, apoyando ambas manos sobre el pecho del líder revolucionario y así terminar por rodearle el cuello suavemente sin perder la sonrisa tranquila en ningún instante.

Máscara:

Vestido de Isela:

La chica estaba sin muchas prisas ese dia. Habia hecho un atraco a unos barcos mercantiles bastante productivo. Entre ellas había telas de finas hebras y muy caras sin dejar de mencionar que pagarían muy bien por ellas. Usualmente ese tipo de telas se usaban para la confeccion de finas y delicadas prendas para damas y caballeros de la nobleza.
No podía ser avariciosa, por lo cual, solo había robado unos cuantos lienzos de cada una. Tomando el botin prácticamente como una sigilosa gatita de alta mar. Su pequeño barco pirata se había atracado detrás de ese enorme barco cargero, había subido a la borda de aquel barco y entonces, cual sigilosa minina, se había metido a la bodega, robado todo lo que le diera dinero y tan rápido como había subido al barco, había vaciado una parte de la bodega tomando de todo un poco y salido de ahí cargada del botin.

Ese mismo dia, en su casa en septium, una pequeña y muy humilde casita de un solo piso, que apenas y podía llamarse casa, llego una carta que al parecer habían deslizado bajo la puerta. A la noche, cuando Memetan llego a su hogar cargando todo el botin, se percato del papel porque lo piso. Lanzo los tacones donde calleran al sacudir los pies y dejo las cosas a un lado. Cerro la puerta y miro la carta. —Que demonios es esto?— se pregunto cuando la tomo y entonces al girarla y ver el sello inconfundible del Dominus Castle, sus ojos se abrieron de par en par.

Sin parar a razonar abrió el sobre y vio una invitación….para al familia Anarchy….que pasaba? No entendia. Sabia que su madre era un angel y su padre un incubu…como era solo una chiquilla de 5 años cuando ellos murieron, no sabia mucho de ellos, solo recordaba que constantemente se movían, prácticamente habían recorrido todo septium en 5 años. Ojala lo recordara, eso le seria de tanta ayuda, pero preferia mantener frescos los recuerdos de sus padres que los lugares donde habían estado.  Su mente volvió rápido a la invitación. No sabia de que iba, pero se decía una fiesta de mascaras… —Una fiesta?! — no se paro a pensar si era una trampa o no, la simple palabra fiesta significaba festin, música…por ser el en lugar que era, era lógico que al seguridad estaria vigilando hasts el escusado donde el lord pusiera su pomposo y varonil tracero, pero que mas daba? Ella era ladrona del mar, no de tierra y un festin significaba comer y divertirse gratis y no aumentar su deuda en la taberna, que apenas pagaba, volvia a iniciar de nuevo.

—bueno…entonces…ya que comeremos gratis— sonrio de forma algo maliciosa, y tomo las telas que recién había robado y las llevo con el sastre mas cercano e hizo el encargo para su vestido.
Dos días antes del evento, ella emprendió el viaje hacia el lugar del acontecimiento cargando con su hermoso vestido y los detalles que lo acompañarían que ella misma hizo. La isla que era Dominus castle era un destino al cual se llegaría fácil en barco.  Ella había navegado hasta ahí, sola, como siempre.  Su viaje tomo un dia, pues lo hizo tranquilamente y con suministros para cuatro o cinco días de viaje. Se había paseado por el lugar al dia siguiente de haber llegado para turistear un poco y se regresaba al puerto a dormir en su barco.

En dia de la gala, llego al lugar en uno de esos autos flotantes. No era tan diferente a andar en un barco, solo que en lugar de agua, era aire en lo que navegaba. Noto que la seguridad, como lo había previsto, estaba hasta el tope, y como no, si se decía que el mismísimo Lord se dejaría ver.
Salio del auto  tomando su hermoso vestido de color negro con detalles en piedreria dorada y diamantes. Todos tesoros que había robado en el pasado.
Su cuerpo lucia hermoso en ese vestido estraples de corseé con detalles dorados. Una gargantilla negra con evilla dorada y encaje que cubria levemente los hombros. La mascara que usaba era negra, con bordes dorado, una rosa negra a un costado sobre el borde superior de esta y una pluma del mismo color. A la mano llevaba un hermoso cetro dorado con un corazón negro y cuatro cartas, ases de los naipes en color negro. Si había algo que destacaba mas que lo bien que le calzaba aquel hermoso , era su hermoso y lacio cabello azul celeste, el cual iba agarrado en un peinado de lado alto. Daba gracias por lo moldeable que era y fácil de peinar.

Paso de largo el pasillo donde estaban los primeros guardias. Por un momento  sintió las miradas posarse sobre ella. Tal vez porque era una de las que vestia un ropaje mas llamativo…pero no le dio importancia.
—oh, champagne!— dijo al ver a uno de los meseros y reconocer la espumosa bebida. —olle guapo, dame una si?— el mesero le extendió la charola y ella tomo una. No solo su esxuberante vestido resaltaba, también su falta de tacto, se notaba que no era una de esas alzadas niñas ricas que  solian asistir a ese tipo de eventos.
Tomo de otra charola algunos entremeses y los comio mientras miraba a todos lados y caminaba por el lugar. Habia figuras que llamaban su atención.  Unos de ellos fueron, un soldadito de plomo de dos piernas y smoking negro que parecía estar vigilando todo el salón de baile desde de una ventana, el otro fue hombre con mascara de Ambu que estuvo a punto plasmar su rostro enmascarado contra el piso, por lo cual ella se tapo la boca para no reir muy alto. Conforme seguía caminando veía mas y mas figuras que llamaban su atención. La mascara de una mujer de vestido rosa le parecio muy curiosa, y la miro fijamente unos segundos mientras bebia su copa.
Sus tacones dorados siguieron  sonando sutilmente en el piso brillante que parecía un espejo que reflejaba  todo.
A lo lejos una pareja de enamorados, donde ella se abrazaba al cuello de el, era lindo. Pero por caminar sin fijarse bien, casi choca contra una chica de un vestido bastante elegante ciertamente , la sorpresa hizo que su copa se soltara de su mano de negros guantes, por lo cual rápidamente  maniobro, moviéndose rápido, tomando la copa y moviéndola de varias maneras y varios angulos, haciendo una danza que ciertamente llamo la atención de varias miradas de alrrederor.

—waaaa!!!— dijo para terminar frente a la chica, con una sonrisa victoriosa pues ni una sola gota se habia derramado de aquella copa. Miro a la peliroja y sonrio —ufff, eso estuvo cerca— tomo un poco de la copa con al que había hecho tremendos malabares y le miro de nuevo. —esto es una fiesta o un entierro?— pregunto mirandola algo seria —Usualmente las fiestas…no son mas divertidas?—

Memeran estaba acostumbrada al tipo de festejos menos elegantes y con mas movimiento, como las fiestas piratas, esas que se celebraban con mucha música y bastante cerveza en las tabernas…comparado con eso, esto era algo demasiado aburrido, aunque no le dejaba de dar una pequeña oportunidad.
Se quedo ahí parada frente a la peliroja de antifas dorado y plata, no esperaba que le contestara, después de todo, la pirata era peor que una vil plebeya, era una pirata.

Atuendo de Memeran:

Aquella fiesta de la alta sociedad, no eran nada apropiadas para un falso revolucionario, ambicioso, rencoroso, y hasta con su propio bar en rihm. Pero se comentaba que el Lord, y varios altos cargos de los ejércitos se podrían ver ahí. Sería interesante, hacer “amigos” entre los militares, y al poder ver a el mismo Lord tal ves pueda conseguir un poco de buena información para los revolucionarios pues siempre estaba buscando agradar a Takumi. Envié a uno de mis soldados a que compre un traje y una máscara para aquel evento, aún que más bien había sido un mujer pues ellas tiene un mejor sentido de estas cosas. Cuando el día llegó me puse aquel traje negro, color que me encantaba y que me iba muy bien, una corbata del mismo color acompañaba la camisa blanca, mantenía mis largos cabellos en posición por una tela negro anudada que se camuflaba en el color de los mismo cabellos. Para cubrir mi rostro utilizaría un simple antifaz hecho de un fino y refinado metal, con unos detalles bien marcados. Una vez vestido tomé un barco directo hacia Dominous Castle, en pocos momentos estaba desembarcando y encaminándome hasta el magnífico castillo donde plácidamente vivía ese Lord.

La seguridad de la puerta principal pidió mi invitación a la vez que imponían que coloque la máscara en mi rostro y que no me la retire hasta no haber finalizado ese evento. Hice caso sin mucha discusión y me adentre a los pasillos ahora con el rostro cubierto. Me sentía un poco incómodo dentro de aquel lugar y entre tanta gente tan bien educada. Eché un suspiro y puse las manos en los bolsillos, caminé hasta donde un mesero sostenía una bandeja con copas de champagne. Saqué una de mis manos del bolsillo y tomé una copa para luego seguir recorriendo el lugar.

Todo estaba tranquilo, hasta que un extraño ruido detrás de mi me hizo voltear. Una mujer de cabellos celestes con un atuendo muy peculiar estaba haciendo bastante el ridículo. Mostré una pequeña sonrisa mientras susurre para mi mismo. – Parece que no será tan aburrido después de todo. – Mantuve aquella distancia entre la extraña chica que parecía hablar con una pelirroja con unos aires que me resultaban familiares. Si, sin dudas había visto aquellos cabellos rojos en algún otro lado, pero no podía recordar donde. Eché otro suspiro me mantuve mirando a aquellas mujeres por pura curiosidad.

Mascara:

Tras unos momentos en aquel evento, el almirante comenzó que notar que de la gente dentro, no todos parecían ser muy educados. Unas cuantas personas curiosas, nadie que el pareciera conocer, así que no había tomado mucha importancia en ellos. Le pareció ver a un tipo que casi se iba de cara al suelo, le resulto gracioso aún que como era de esperarse el Almirante no había mostrado un solo signo de aquello. Este tipo de cabellos azules parecía ir acompañado por una pareja que le tomaba del brazo y prácticamente le arrastraba por el camino, Roy no pudo pensar en nada más que –Que afortunado.- Fue interrumpido en su análisis del tipo interesante pues un hombre alto con una charole en donde se posaban una copas se le acerco diciendo. – Busca algo de beber.- El Almirante tomó una y agradeció al mozo que continuo con su trayectoria hacia las personas. En ese momento había perdido de vista al tipo de la máscara Ambu y a su compañera de cabellos purpuras. Por lo que empezó a agitar la cabeza hacia los lados buscándoles.

Sintiéndose un poco aburrido el Almirante de las fuerzas de Tempus comenzó a apartarse de su lugar en busca de alguien más interesante con quien encontrarse. Para nada aquellas personas le parecían interesantes, solo eran invitados del Lord y su única obligación ahí era no hacer el ridículo. Tras un poco caminar, sin darse cuenta paso junto a unas chicas, una de cabello rojo y la otra claramente con cabello azulado. En un principio casi ni las notó, pero entonces el olor a agua marina le llego hasta su nariz. No era mucho, pero aún podía sentirse entre el aroma de la chica, y el Almirante había pasado tanto tiempo entre los mares que le era fácil reconocer ese olor tan agradable al que estaba más que acostumbrado. Por su mente pasaron las ideas y la pregunta de si aquella era una Pirata, o alguna Marina de oficio fuera de sus soldados. Sabiendo que posiblemente arruinaría la fiesta si decidía atacar directamente a esta persona por el simple hecho de que prevenir es mejor que curar decidió dejar pasar aquella situación sin siquiera voltear a ver a la mujer para que esta no sospeche nada.

Tras alejarse un poco se detuvo, y a esa prudente distancia donde creía que la chica no lo notaria, volteo a verle tratando de inspeccionarla un poco más mientras tomaba un largo sorbo de su bebida. Ahora, al verla, se dio cuenta que la había notado al entrar, pues su vestido era extravagante, pero en primera instancia no le había tomado mucho interés. Aquello hacía sospechar más al Almirante, la personalidad de los Piratas no solía encajar mucho en el status quo, y la extravagancia de esta chica revelaba aquello mismo. Finalmente se decidió por mantenerla vigilada, al menos eso lo entretendría, hasta que las cosas se pusieran más tensas con la llegada del Lord.

Al estar parado cerca de la entrada, algo le llamo completamente la atención, un tipo con esmoquin violeta y una extraña máscara acababa de entrar y desprendía el mismo olor a sal marina que la chica pero a este se le podía notar con mucha más facilidad. Puse rápidamente mis ojos sobre este, sus cabellos verdes me resultaban conocidos, tenía la sensación de que no era nuestro primer encuentro. Miraba sus movimientos, aún que no quería perder de vista a la otra chica este parecía venir con menos intenciones de ocultar su identidad. Por lo que me propuse prestarle más atención a este, pero sin que la chica se me escape, en caso de que estuvieran preparando un ataque, tenía que ser el primero en saberlo para poder reaccionar rápido, en cualquier caso, sabía que tendrá el apoyo para proteger al lord por parte de los guardias y alguna que otro miembro del ejército que debería de andar por el lugar.

El aire tenía un persistente olor a flores y perfume.
El rumor de la tela contra el suelo era opacado por el repiqueteo de los zapatos sobre el mármol pulido, y el sonido de su desagrado quedaba oculto bajo la máscara que le cubría la mitad superior del rostro.

Miró a su alrededor, había bastante gente importante.
Al principio, cuando recibió la invitación para tan importante evento en el castillo del Lord, creyó que sería una buena oportunidad para conseguir algo de información con respecto a la seguridad y demás, pero ahora, ya no estaba tan segura.
Bastante seguridad, claro, sí lo que en la invitación decía era cierto, y Él iba a estar presente era natural.
Llevó su mirada a cada extremo del salón, y después hasta la falda del vestido negro que tenía puesto. Le encantaba, únicamente porque ella no había pagado un centavo por el, era un regalo más de uno de sus tantos admiradores, aunque, siendo honesta le sentaba de maravilla. Era largo, tela sobre tela, la de abajo de color magenta, y la de arriba negra, semi-transparente, logrando que se vislumbrara el color de la otra. Estaba decorado con pedrerias en el busto, de color obsidiana, tenía una cinta ancha negra a la altura del pecho, por sobre el torso. La vaporosa falda era de color oscuro al inicio, a la mitad se degradaba en rosa pálido y de ahí hacía abajo terminaba en el mismo color magenta que le cubría la parte superior.
Fueron sólo unos segundos de distracción, debido a que por el rabillo del ojo vislumbro a un par bastante peculiar, dos hombres que se miraban fijamente, uno vestido de negro y el otro con una extraña cabellera verde.
Sonrió, tal vez esto no sería tan aburrido después de todo.

Continúo caminando, observando a mí alrededor, podía entender el porque de tanta seguridad, las joyas y demás abundaban.
Ajustó de nuevo el antifaz sobre su cara, estaba atado con un par de listones por detrás del peinado que tenía, llevaba el largo cabello en suaves hondas, la mitad cayendo libre por la espalda y la otra sujeta por encima con broches de piedras color rosa en forma de flores diminutas, el mismo color que tenía sobre los labios y las joyas en los tacones negros.
El antifaz era lo que más le gustaba, no sólo porque escondía su identidad, también por el diseño que portaba. En ambos ojos era gris oscuro, en el medio, la frente y nariz, era color plata, con adornos en platino y negro para contrastar, además, el ojo derecho tenía algunos diamantes pequeños sobre el adorno con forma de ala de mariposa, también en negro.
Llegó hasta donde estaba uno de los hombres que había visto antes, vestido como sí fuese un funeral, se detuvo a una distancia prudencial, sólo lo suficiente para ver la interacción del par sin que fuese muy obvia. Tomó una de las copas que en ese momento uno de los meseros ofrecía, ellos no llevaban antifaz, por lo que pudo ver era bastante lindo, sonrió internamente, tal vez más tarde podría divertirse un poco con él.
Sería mucho más fácil, ya que en esta ocasión no iba acompañada, no lo necesitaba, sólo sería un estorbo para la diversión que quería tener esa misma noche.
El sonido de los violines flotaba suavemente en torno a su persona, las ganas de bailar jamás la abandonaban, pero no por el momento.
Volvió a mirar por la sala, pudo ver algunas figuras interesantes, como un par de jovencitas, una, claramente, no era de la realeza, por su aspecto tan extravagante y su forma de hablar le dijeron que esa muchacha era una pirata, esta vez sonrió suavemente, era un misterio el como se habría colado en un evento de este tipo, entonces se dio cuenta, el tipo de cabello verde también lo era. Había conocido bastantes hombres de mar como para distinguirlos, su sonrisa se llenó de placer, recordaba como terminaron todos y cada uno de ellos después de conocerla.
Entonces el que parecía estar de luto era un general o almirante, debido a su porte.
Para ella era fácil leer a las personas, tantos años midiendo a quienes la rodeaban la llenaban de suficiente experiencia, aunque podría equivocarse.
De cualquier modo, no se aburriria, o eso esperaba.

Mientras recorría el lugar con una misteriosa sonrisa en el rostro, trataba de adivinar quienes se encontraban en aquella fiesta. Alcanzó a ver a Akatsuki, con sus despeinados cabellos rebeldes, a pesar de que parecían un poco más sedosos en aquel momento, y a Catherine, su adorable esposa. A pesar de que no había hablado nunca con ella, no podría olvidar su cabello púrpura. Se había llevado una hermosa impresión de ella vestida de novia. Y la chica seguía sorprendiéndola, pues aquel vestido le quedaba despampanante con su hermosa figura.

Estaba por acercarse, cuando un pequeño alboroto se hizo junto a ella. Una hermosa joven de azules cabellos se había acercado y, en su intento de no resbalar, casi derrama su copa de champagne sobre la pelirroja. Trató de ayudarle a detenerse, tomándola por el codo con tal de que no cayera por aquel espectáculo. Ciertamente, y como ella había dicho, eso había estado cerca.- Creo que haz bebido suficiente...- Sugirió cuando la vio tan alegremente bebiendo. Una rápida mirada al rededor fue suficiente para darse cuenta de que había llamado bastante la atención. Por supuesto, tenía que mantener su postura de no impacientarse por nada. Era fácil, pero hubiera deseado ser un poco más cálida con la chica, pues parecía ser dulce y agradable. Por alguna razón, el vestido de la chica le parecía un poco exagerado, aunque se veía adorable en él. No pudo sino sonreírle cuando sus preguntas llegaron a sus oídos.-Es una costumbre que el anfitrión de la fiesta abra el baile. Quizás como el lord no esta casado, tengas tú el honor de bailar con él.- Dijo con un alegre tono.- No pareces muy familiarizada y pareces muy joven... ¿Es tu primera fiesta de este tipo? - Preguntó con soltura, procurando que su necesidad de respuestas no resultara poco cortés.

Un hombre de verdes cabellos se acercó a la chica con la que había cruzado palabras un momento atrás. Por supuesto, su cercanía le parecía extraña, pero al peliverde lo había visto ya alguna vez. Su figura le parecía demasiado similar, y le causaba la misma extraña sensación de pequeñez que había sentido alguna vez con cierto pirata. No sabía si aquellos dos estaban juntos, pero comenzó a sospechar que la chica de cabellos celestes no se había topado con la pelirroja por mera casualidad. Sin embargo, dejarla solo despertaría más sospechas de las que deseaba. Mantuvo la frente en alto y sonrió dulcemente, como si a una vieja amiga le hubiera llegado un admirador. Levantó su copa y bebió suavemente un trago de aquella bebida en su mano, en señal de que brindaba por ella y por su más reciente conquista. Sin embargo, en cuanto sintió al contrario sentándose en el suelo y hablando de joyas, se escandalizó un poco, ocultando bien su impresión tras su máscara.- Si necesita una silla se pueden conseguir afuera, en los balcones...- Susurró la chica al peliverde sin dejar de mirar a la peliceleste. Había visto aquello cuando entró. Eran espacios pequeños e íntimos que habían preparado para que todos pudieran disfrutar en la velada. Por supuesto, en el salón de baile no había ninguna, pues era una costumbre común. Al parecer, había algo raro con aquellos dos que no terminaba de agradar a ciertas personas que los observaban de lejos. Sobre todo un par de pelinegros, uno entre la muchedumbre y otro posicionado cerca de la puerta de entrada. Si había alguna especie de atentado, quizás sería bueno mantenerse alerta.