Baile de mascaras en el Dominus Castle ~ Trama N° 3 [Finalizado]

En segundos, la joven pelinegra se encontró cara a cara con nada más que el mismo Lord e inmediatamente frunció ligeramente el ceño, incluso su respiración pareció entrecortarse por unos segundos. Alzó levemente el mentón a medida que iba notando aquella luz dorada que poco a poco iba tornándose más intensa, sabiendo que no le daba el tiempo ni siquiera para intentar escapar o al menos defenderse, no con alguien como él.

La hibrida mantuvo el mentón ligeramente alzado, aun clavando aquella mirada carmesí sobre la presencia imponente del anciano. Sonrió incluso un poco más, como restándole algo de importancia al asunto, ya que jamás admitiría si estaba o no asustada, si tenía deseos de huir o de quedarse, lo único que pidió internamente es que su amado se encontrase bien, que pudiera salir ileso de aquella masacre que posiblemente se originaria en contra de todos los opositores al Lord. –Tenga usted larga vida. Le estaré esperando en el infierno, mi señor- Respondió con notable ironía, filosa como siempre en el segundo anterior que fuese atrapada por tal intensa explosión.

En vano intentó rodearse con sus cuatro alas, puesto que estas fueron destrozadas con facilidad en cientos de plumas blancas y negras, todo se llenó de luz para la pequeña muchacha de cabellos negros que experimentó en cuestión de segundos el dolor más intenso que jamás habría pensado padecer, como si incluso su misma alma fuese desgarrada en pedazos, ¿podía alguien incluso tener ese poder?, aparentemente sí. Lo próximo que sintió fue un duro azote contra el suelo, pero ella ya había perdido la capacidad sensitiva al traspasar la barrera del dolor, no podía escuchar con claridad, solo un denso zumbido ensordecedor que paulatinamente fue convirtiéndose en nada, como la sensación misma de su propio cuerpo al ser destrozado. Dejó de sentirse en el mundo por esos momentos, como si hubiese caído en el abismo más intenso que los mismos círculos infernales.

Los ojos de la hibrida, rojizos y denotando ausencia total estaban puestos fijamente en el techo, cuando de algún modo intento por inercia ponerse de pie, lejos de eso, apenas consiguió ponerse de rodillas para después volver a caer a los pocos segundos en el mismo charco de sangre que las profundas heridas dejaban escapar a borbotones sin control alguno. Ligeramente podría captar algún aroma metálico, este siendo únicamente de su propia sangre. En esos segundos de lucidez que sentía como si le aplastaran el cuerpo sin piedad alguna, no podía pensar en otra cosa que no fuera el dolor…el intenso dolor que recorría absolutamente todo su cuerpo, aquel que incluso le impedía gritar.

Podía notar como su propio cuerpo había dejado de responder y enfáticamente aquellos pulmones luchaban con todas sus fuerzas por obtener más oxígeno, así como también el corazón que bombeaba a un ritmo completamente irregular. Era consciente que todo su organismo estaba fallado pero su estado era tan grave que ni siquiera tenía fuerzas para intentar curarse. Al querer pronunciar palabra alguna solo fue sangre lo que brotó de su boca, denotando el daño interno que podría haber sufrido con tal bestial ataque, algo que jamás hubiese imaginado experimentar siquiera en sus sueños más bizarros. Finalmente, los orbes de la chica que estaban fijos sobre un punto fueron expresando  ausencia total comenzaron a cerrarse, sumiéndola en la misma nada, a un vacío tan inmenso que consumió por completo hasta su capacidad para razonar.

Allí quedó, tendida sobre su costado derecho con múltiples heridas sangrantes por todo su cuerpo e incontables daños internos que hasta el momento se desconocían. Sus cabellos largos y negros permanecían esparcidos delicadamente, teñidos incluso por el mismo charco de sangre en donde se encontraba inerte. Podía notarse que el pecho de la muchacha apenas si subía y bajaba en un intento por obtener aire, por aferrarse a la vida, como si fuera un efímero hilo que estaba a punto de cortarse en ese final donde quedó completamente sumida en la inconsciencia.

R.I.P:

El joven demonio de cabello negro y ojos plateados apenas observó de reojo al joven tras escuchar sus palabras, estaba claro que el no gastaría las suyas en un sin sentido. Si alguna vez deseaba volvía a sentir que aquel muchacho se interponía entre el y su revolución le arrebataría la vida como el traidor que era a sus ojos. Caminó lentamente con ambas espadas en mano hacia quien sería su próxima victima, sin embargo, jamas llegó a su destino. En el momento en que dio un paso hacia adelante el castillo comenzó a temblar y las cosas a moverse por si mismas. Pero aquello no era lo único que sucedía, una extraña presencia se acercaba, era inmensamente poderosa tanto así que parecía rozar con lo infinito. A pesar de mantener un aire completamente sereno, el demonio se encontraba sorprendido realmente, el aire de repente se había vuelto pesado y comenzaba a escasear, su cuerpo apenas le respondía con dificultad... Ya había sentido aquello una vez en el pasado, sabía quien se acercaba y estaba completamente listo para hacerle frente.

En aquel momento las puertas se abrieron y una horda de guardias imperiales se adentró al castillo detrás de aquella figura a la que había deseado asesinar desde hacía casi dos siglos. Aquellos lacayos del ser dorado se lanzaron sobre el al momento, sin embargo, el se mantuvo repeliendoles con sus espadas. Los mantenía a raya en todo momento mientras sus hábiles ojos observaban a su alrededor, todos parecían tenerlo difícil, eran ampliamente superados en numero y cualquier intento por acercarse al Lord era casi nulo. Quien mas llamó la atención no solo de Takumi sino tambien de aquel anciano fuesu joven esposa que no se dedicaba solo a mantener ocupados a los guardias, ella los estaba casi masacrando. Incluso a pesar de que no parecía haber matado a ninguno a su alrededor los soldados caían como moscas, el sabía lo que sucedería, el lord no le dejaría ir sin un castigo. Rápidamente el Demonio se dirigió a toda velocidad hacia ella, sin embargo, la velocidad con la que el gobernante se movió fue demasiada. Para cuando el llegó su mujer yacía en el suelo completamente destrozada, el por su parte dejó caer sus espadas y se acercó lentamente a ella. Observándole detenidamente pero sin tocarle en ningún momento, no quería moverla ni empeorar sus heridas. Simplemente se mantuvo allí, inmóvil observando a su esposa cuyos ojos se veían vacíos. Apenas tocó su cuello para sentir el leve pulso que le joven poseía, necesitaba atención medica inmediatamente.

Astaroth apenas levanto la vista con una mirada vacía y llena de crueldad observando a aquel hombre que le había robado la vida a su primer esposa hacía ya mas de docientos años y que volvía a intentar lo mismo una segunda vez. Pero esta vez, el no se quedaría de brazos cruzados. El demonio comenzó a caminar lentamente hacia aquel hombre clavando sus ojos plateados en el contrario con una mirada desencajada. Su cuerpo pronto comenzó a emanar electricidad, imponentes descargas eléctricas alejaban a todo el que se acercaba o hacía el intento.

-Juro que algún día cortaré tu cabeza... -Aseguró el muchacho mientras alzaba una mano hacia el hombre de armadura dorada y descargaba en un potente rayo violeta todo el poder que le quedaba.

Aquel ser, aquel maldito mounstruo se mantuvo inmóvil y recibió la descarga con la punta de su baculo. El demonio incluso fue capaz de ver como este sonreía ante el, burlándose de aquella tecnica que no había logrado hacerle ni un rasguño a pesar de que el había gastado todas sus energías en ello. Ya no le quedaba poder para nada mas, tanto había sido su esfuerzo que incluso la bestia que lo acompañaba había desaparecido. Finalmente volvió a alzar su vista observando al soberano, esta vez con una sonrisa, aquella sonrísa que poseían los hombres desesperados.

-La proxima vez que regrese... Pondré tu cabeza en un lanza y se la mostraré al mundo entero... -Aseguró el muchacho.

Acto seguido, una inmensa cantidad de guardias se lanzaron sobre el y comenzaron a golpearle por las palabras que acababa de pronunciar. El simplemente se mantuvo inmóvil y con una mirada serena hasta finalmente perder la conciencia. Aquello solo era el comienzo del fin...

Durante varios segundos más sigo atentamente la batalla de Greed contra Franz, decidido a intervenir para poner más aún a nuestro favor la batalla. Unos cuantos más fuera de juego y el castillo será nuestro. Un poco más y habremos conquistado nuestra primera victoria revolucionaria, echar al Lord de su casa, joderle su fiesta, que huya lejos. Ese es al menos el iluso pensamiento que pasa por mi mente apenas un instante antes de recibir una bofetada de realidad que entra por la puerta, en forma de Lord y una ingente cantidad de tropas que irrumpen en la estancia. La primera sensación que me produce este cambio de los acontecimientos es la de rabia, la de querer revolverme más aún contra todos, no sólo por el hecho de haber entrado debemos amedrentarnos, no hemos llegado hasta aquí para eso.

La segunda sensación me hace darme cuenta de que estamos ante un poder que nos rebasa a todos, de una manera que ni siquiera acertamos a imaginar. Irradia una fuerza de la que no me había percatado antes, en cuestión de segundos parece que es capaz de volver el tiempo atrás y restaurar todos los destrozos, o lo que es lo mismo, tirar por tierra nuestro trabajo de horas como si nada. Ese hombre es mucho más de lo que parece, ¿pero qué es? ¿es realmente un hombre? ¿de dónde viene su poder y a qué nos estamos enfrentando?. Con todos estos interrogantes cruzando mi mente de manera desordenada debo reconocer que apenas sabemos nada del tirano, y sin conocer bien a tu enemigo no puedes vencerlo. Y vamos a pagar toda esa osadía y estupidez con dolor, tal vez con la muerte. Me obligo a volver a la realidad del momento, por ello cuando empiezo a verme rodeado de guardias del Lord sé que la única alternativa ahora es luchar, de la manera que sea.

Conjuro de nuevo mi energía vital para darle la forma de una espada, blandiéndola contra los soldados que vienen contra mi, luchando ahora ya sin ninguna calma, tal y como lo haría una bestia acorralada que si va a morir al menos se irá mordiendo. El acero de los guardias restalla contra el filo de mi espada como si de una caótica melodía de guerra se tratase, al igual que el caos se apodera del salón cada vez más, todos libran sus batallas, posiblemente afrontándola como si pudiera ser la última. Procuro no pensar en eso, aunque todo esté en nuestra contra ahora mismo, así que sigo luchando de manera frenética, quitándome de encima a todos los que puedo aunque el cansancio empieza  a hacer mella en mi. No, no dejan de venir, parecen infinitos, seguirán llegando, uno tras otro.

Trato de observar de reojo y de manera rápida lo que hace el Lord, aunque apenas puedo despistarme de mi pelea o me costará la vida. Justo alcanzo a ver el momento en el que el muy cabronazo ataca con su báculo a Isela, la muchacha que estaba con Takumi en aquella reunión, y que intuyo es bastante importante para él. Todo sucede demasiado deprisa como para hacer nada, en cuestión de menos de dos segundos la fuerza mágica del Lord parece haberla destrozado, no le ha dado ni opción a defenderse, probablemente la haya matado. Hasta ahora me habían contado esas cosas, pero nunca lo había visto con mis propios ojos, y esto no hace sino renovar más aún mi aversión por ese gobernante asesino. Casi de manera inmediata Takumi llega junto a Isela, haciendo lo que todos habíamos deseado hacer: fundir al Lord. Para su desgracia, y la nuestra, no consigue hacerle el más mínimo rasguño. Sí, ese malnacido se está riendo de todos nosotros. Tiene claro que puede aplastarnos como a insectos y eso somos para él. Vidas insignificantes, ¿y nos habla de valorar la vida cuando él no lo hace?. La impresión de lo que acabo de ver hace que me despiste y me lleve un par de tajos más por parte de los guardias, uno en el brazo y otro en la pierna, mi arma hecha  a base de energía empieza a fallar, hasta el punto de desaparecer, ya sólo me queda pelear con los puños, y eso no servirá de nada. La sentencia de cárcel y muerte llega a mis oídos, grabándose a fuego en mi mente. La sensación de desesperación y de tener ya poco que perder se apodera de mí, saliendo de  mi garganta un grito ronco lo suficientemente alto para que el Lord o cualquiera en la sala pueda oírlo.

- ¡ASESINO! ¡No eres más que un puto asesino que masacra a su pueblo! ¡Nunca has gobernado para todos! -alzo aún más la voz, hasta el punto de hacerme daño en la garganta, pero ya empiezan a sujetarme, con los brazos a la espalda, no queda mucho tiempo... - ¡Tú también caerás tarde o temprano! -acuden un par mas, pero esta vez me lanzan de cara contra el suelo, inmovilizándome con los brazos aún a la espalda. Pero es como si me fuese ajeno, como si no fuese yo- ¡si nos matas a nosotros vendrán otros, y después otros! y así hasta que llegue alguien que te de muerte y el pueblo te devore... - Un destello metálico. Un silbido de acero. Un golpe de algo quebrándose, tal vez soy yo. Y después, la nada. Todo se vuelve negro en lo que parece el punto y final.

Estando afuera del lugar, no sabía absolutamente nada de lo que pasaba. Los soldados comenzaban a prepararse y el mismísimo Lord daba algunas de las órdenes con las que entrarían en escasos minutos al recinto. Desde su privilegiada y forzada posición en la parte baja de las escaleras, podía ver claramente como el pequeño ejército que protegía al magnánimo rigente comenzaban a avanzar por la escalinata. A pesar de que la puerta estaba destrozada, el lord logró que aquel umbral quedara de nuevo intacto y resplandeciente. Aquello no podía ser otra cosa que alguna especie de magia, y su pensamiento giró en torno a Reiv... Pensando en que el Lord pudo ser alguna vez como aquel muchacho, joven, con grandes ambiciones y enérgico. Quizás no era así, pero a nadie le importó nada cuando su  majestad entró en la sala y el caos se organizó ahora en atacar a los miembros del ejército que acababan de entrar al recinto.

La chica vio en aquel allanamiento su oportunidad para entrar a por los niños que habían quedado protegidos por su hielo, por Roy y para averiguar lo que pudiera del destino del oponente del Almirante. Desplegó sus alas y sintió el cansancio en ellas. Un cansancio pesado que acartonaba las alas y músculos en su totalidad. Dio un par de pasos que, al estar en su forma dragón retumbaban por todo el lugar. Se acercó al borde de las escaleras, dando un pequeño salto para emprender el vuelo. Por unos segundos, cayó al no poder sostenerse, pero luego siguió aleteando hasta tomar rumbo fijo. En su vuelo anterior, había logrado ubicar la ventana por la que tenía que entrar para estar próxima del almirante. Voló con dificultad hasta esta y alcanzó a ver el momento exacto en el que la chiquilla que había ordenado a Takumi que la callase era enfrentada por el lord. Parecía bastante herida. No quería decir que se lo merecía, pero había resultado demasiado desagradable mientras se desarrollaba su lucha. Estaba tratando de frenar cuando llegó a la ventana, pero sus sentidos estaban demasiado embotados como para pensar adecuadamente. Se estrelló con la ventana, destrozando los cristales, pero rebotó fuera de la misma. Con las garras, hizo fuerza para intentar subir y no caer al precipicio. Si caía, lo más probable era que no tuviera tanta suerte como la última vez. Con un gesto extraordinario de fuerza, logró empujarse hasta entrar por el ventanal, dejando salir algunos gruñidos por el esfuerzo realizado. Se acercó a donde se encontraba aún sentado el almirante, protegiéndolo con su cuerpo draconiano. Mientras buscaba al chico que la había lanzado al precipicio, alcanzó a ver la puerta de hielo que había construido. Lo más seguro era que no pudiesen abrirla con facilidad si lo hacían desde afuera. Entre sus fauces, el dragón azul resopló un aliento helado, que hizo que los trozos de hielo que había por las paredes y las puertas cayeran en pedazos por toda la habitación. Al menos había cumplido su misión como General, y la mayoría de los asistentes al evento había salido ilesos. Por lo menos así era con quienes no habían participado en las peleas.

Quizás, en aquella forma, nadie la reconocería. Nunca había atinado a transformarse en aquel enorme dragón en público, pero tenía la sensación de que de alguna manera, Roy podía sentir su presencia. Su débil corazón parecía aún latir, con lo que exhaló un aliento cálido para mantener su temperatura un poco estable. De repente, una voz conocida y desgarrada irrumpía en la sala. No había podido localizarle por los gendarmes que le rodeaban, pero sin duda era su voz. Podía sentir su dolor y frustración a través de sus palabras. Él la había salvado de un tirano, y ella quería devolver el favor, pero su cuerpo ya no respondía ante sus intentos de levantarse. Sus patas estaban débiles a causa de las hemorragias internas y su corazón palpitaba de a poco cada vez más lento. Le hubiera gustado devolver el favor, arrancárselos a quienes lo dañaban y lastimaban su espíritu. Podía reconocer en sus palabras algunas de las que había tratado de decir a Takumi, con el que había peleado antes. Sin duda, aquel joven era mucho más valiente que ella, o al menos sentía que ya no tenía nada que perder. Trató de levantarse nuevamente. Verlo derrotado y sometido en el piso le partía el corazón de maneras que una espada jamás podría replicar. Si hubiera podido siquiera moverse, aquello no estaría pasando. Pero también era cobarde... no lo haría frente al Lord. Por un momento se sintió atada de manos, y se dio cuenta de lo que la libertad significaba: poder hacer sin necesidad de encontrarse en encrucijadas. Tras unas últimas palabras, la voz del moreno al que tanto quería, se terminó apagando. Quería comprobar que estaba bien, quería tantas cosas, pero inmóvil y casi inerte, un enorme dragón de escamas azules y blancas se encontraba echado junto al precipicio, esperando para cuando sus propias heridas fueran demasiado para soportar. Un sentimiento de desolación la abatió con la sentencia del Lord. Cinco años eran más que suficientes para lograr sacarlo de ahí, pero ¿qué clase de torturas le esperarían? Quería evitarle el sufrimiento, pero aquel era el camino que él había escogido. Solo quedaba esperar y ver cuando podrían cruzarse de nuevo y encontrarse en un futuro incierto.

Mi batalla con el ministro de Spatium parecía que iba a coronarme en cualquier momento, había notado a Reiv Black cerca tras haber acabado rápidamente con su oponente. Realmente todo parecía ir bien para los revolucionarios y no dudaba de que este castillo fuera nuestro para el final del día. Desgraciadamente olvidaba más de un factor, los destrozos en la puerta que impedían la entrada de más personas a la habitación fueron apartados y la misma entrada fue reconstruida en el momento en que todas las batallas se frenaban por aquel repentino movimiento.

A esto le siguió la entrada del Lord vestido en una gran armadura dorada y resplandeciente que emanaba más que un aura de grandeza. Aquel hombre podía reflejar tenerlo todo, mis ojos brillaban en una completa envidia y desde mis más bajos impulsos deseaba saltar a cortarle el cuello y hacerme con todas sus partencias. Sus soldados habían entrado a la sala e iban a por más de uno de los revolucionarios para capturarlos, mantuve una cantidad a raya solo con el uso de mi sable el tiempo que podía.

Como todos no quería admitir que estábamos derrotados y solo esperaba por deshacerme de estos guardias para ir a por el soberano bañado en oro que parecía estar eligiendo a su adversario. En menos de lo que mis sentidos de humano podían percibir Isela estaba siendo bañada por un rayo dorado que salía directamente de la punta del báculo del Lord que en algún momento se había puesto frente a ella. En unos momentos más solo veía a Takumi junto a Isela y le veía caer a mano de los guardias.

No podía creer verdaderamente todo lo que pasaba, era imposible que el solo hecho de que el Lord haya entrado a la habitación les hubiera asegurado la derrota a los revolucionarios. Era inaprensible la cantidad de poder que tenía una sola persona. En aquel momento solo me sentí pequeño, como una hormiga enfrentándose sin razón a un hombre, pensando que ganaría cuando a la persona le bastaba apoyar su pie sobre la hormiga para enviarla al otro mundo sin siquiera lamentarse e incluso hacerlo sin notarlo.

Los guardias arremetían contra mí y los manejaba los mejor que podía, pero tarde o temprano estos encontrarían la forma de derribarme, como lo habían hecho con Takumi, que parecía haber soltado una muestra de aprecio hacia su esposa de la única forma que sabía hacerlo, prometiendo al Lord hacerle pagar por eso. Reiv Black besaba el suelo al ser derribado por unos incontables guardas tras haberse salido completamente de eje y no poder contener más su furia al tirano.  E incluso Bartolomeo, quien intentaba utilizar sus sombras, pero el número de guardas habían puesto al capitán pirata a dormir en pocos momentos. No había alternativa para que un humano como yo pueda salir de ahí, tras haber visto caer a esos demonios solo me sentía aún más pequeño y fruncí el ceño para dar una salto hacia atrás y tomar distancia de los guardias.

-No hay rey sin su gente… Ni hay gente sin su rey… – Susurré tranquilo mientras relajaba mi tenso cuerpo, pues ya no pensaba en volver a luchar. – Es bueno saber cuándo una batalla está perdida…- Tras estas palabras cerré mis ojos y solté la espada. Me quedé en mi lugar y para cuando podía darme cuenta estaba recibiendo golpes, incontables golpes de los guardias del Lord. Me derribaron al piso dándome el rostro contra el suelo para ponerme aquellas esposas que restringían mis habilidades. No me resistía en ningún momento, sabía que no tenía forma de librarme de ellos y en el mejor de los casos era no terminar  como la pareja de Líder revolucionario.

El salón se vio invadido de personas, muchísimas. Memeran no sabía bien que hacer. Algunos guardias iban a contra de ella y ella el repelo con sus chorros de agua. —Yo no soy prioridad imbéciles! Vayan a por las mujeres y los niños!!— decía para lanzar a varios contra las puertas donde había metido también a los ancianos y a las mujeres.

Meme seguía resistiéndose, con agua por todos lados tenía suficiente para poder huir. A lo lejos vio como uno de los que peleaba se rendía y empezaban a golpearle. Después como hacían abuso de la fuerza con los demás. Su mirada se estremeció cuando sus ojos presenciaron el ataque a aquella hermosa chica que les había salvado los barcos, esto le hizo mirar por una de las ventanas, moviéndose ágilmente saltando entre mesas y por los pilares. Vio que ambos barcos ya estaban algo lejos, pero no podía dejar que los atraparan.

Volvió a girar su rostro y encontró que habían hecho caer a Bartolomeo por lo cual sus ojos se abrieron casi tanto como cuando el Lord había atacado a aquella chica. —Maldita sea! Bartotan!!!— empuño las manos y de un chorro que hizo explotar una ventana pudo quitarle de encima a todos esos guardias para acercarse a el. — No…no creo que podamos salir de esa Bartotan…pero me encargare de los barcos, no dejare que atrapen a tus nakamas…al menos eso podría compensar un poco tu ayuda. —

Meme se resistió tanto cuanto pudo, la voz de un castaño que el gritaba al lord asesino la hizo mirar, pero no podía solo distraerse, que debía hacer? No sabía bien…pero no permitiría que nadie muriera. Estaba tan absorta que ni se percató del enorme dragón del salón, realmente estaba algo asustada, no por ella, sino por las personas dentro del salón.
Ya cerca de esa ventana alzo ambas manos y levanto una ola, la lanzo con todas sus fuerzas hacia los barcos pero en lugar de hundirlos, esta ola gigantesca hizo que lso barcos la remontaran y los alejo todo lo que pudo, ambos barcos iban atados, asi que seria mas fácil, tal vez su pequeño nakama no sobreviviera, pero al menos el barco de Bartolomeo se salvaría.
Un grito desgarrador se escucho, había usado demasiado control sobre las aguas, por lo que sus brazos y piernas sufrieron heridas serias, como si fuesen de filosas dagas que le habían cortado la piel, haciéndola caer en una rodilla.

Guardias se amotinaron contra ella pero su látigo de agua le ayudo a sacárselos de encima mientras cómo podía seguía luchando. Pese a poder simplemente asesinar a las personas que iban a por ella solo las dejaba fuera de su camino. No iban a curar a esa chica era seguro, la iban a dejar morir, ella no podía permitir eso.
—Al menos hare que tus heridas sean más leves…. lindo ángel — su agua cubrió el cuerpo de la pelinegra y sus heridas se minimizaron un tanto, no pudo curarla, no sabía como curar a las personas con su agua, pero al menos ya estaría fuera de peligro por lo menos, por ahora.

Se puso de pie como pudo y con sus ultimas fuerzas miro al Lord —No se porque mi madre confiaba en ti, pero yo no puedo hacerlo no me disculpo por lo que hice, pero no permitas que nadie se entere del nombre de mi madre…ella fue fiel a ti hasta la muerte.—
Con sus ultimas fuerzas meme dio un pisotón al suelo, su sombra se extendió como una estrella de innumerables picos y estas se mesclaron con las sombras de los guardias, aprisionándolos, dándoles un realentizamiento en sus movimientos mientras ella le miraba altiva. —Si voy a caer….que sea tu mano la que me tire!—

Por desgracia ya todos, a exepcion de ella, tenian puestas aquellas esposas de sumision, por lo que su cadena de las sombras solo pudo parar la golpiza que les estaban atinando a todos. El esfuerzo que hacia era muchísimo, aun para una hibrida como ella. —Ya no los golpees mas! Dejalos tranquilos! Sere tu jugete! Pero no los mates!— meme cayo de rodillas y empezaba a sufrir hemorragias por las heridas mientras sus lagrimas se mesclavban con su sangre —solo….solo diles que se detengan, no quiero matar a nadie!—

Meme sentía la vista borrosa por las lagrimas y estaba perdiendo demaciada sangre, su cuerpo se sentía débil, sus cadenas poco a poco se iban adelgazando, de nueva cuenta fue el centro de atención se mordio el labio tan fuerte que lo hizo sangrar, pero ya no le dolia, comparado con el dolor del resto de su cuerpo —por favor….no quiero que nadie muera….no soy una asesina…—

El Lord extendió su baculo hacia ella y memeran solo levanto el rostro, sus ojos se estaban apagando, un rayo salio de este y le atravezo el pecho, por alguna razón el supremo soberano no la mato, pues evito tocar órganos vitales, a saber que pensaba…que mas que quedar bien con su pueblo tal vez.
Al momento que ese rayo la atravesó su cuerpo fue elevado de su lugar, el impulso había sido tan fuerte que la impulso hacia atrás, hasta quedar contra una de las paredes del salón, de su boca salio una bocarada de sangre. Sus cadenas de sombras se desvanecieron y al menos había logrado confundir a los guardias los suficiente para que detuvieran su brutal ataque contra los caidos. —un…hombre….de….verdad…no….abusa….del….caido…..asi sea….en…batalla…..— dijo para mirarle y entonces su cuerpo cayo como peso muerto. Para ella la escena fue en cámara lenta, sus ojos se cerraban y sus labios sin fuerza solo se movieron diciendo algo pero sin palabras. Sus cabellos ondeaban en el aire durante la caída como majestuosa olas del mar, aun con esas heridas, su cuerpo seguía pareciendo una obra de arte trágico, maldita herencia seguramente….lo mejor de dos razas, lo peor de ellas, eso era Memeran Anarchy.

Su cuerpo quedo al fin en el piso, sus heridas dejaron de sangrar, al perder la conciencia ya no estaba sobre exigiendo a su cuerpo a nada, por lo que aunque sus heridas no se cerrarían, el sangrado había parado.
Sus azules cabellos quedaron regados en el piso, empezando a teñirse de rojo, a causa del agua rojiza, teñida con su misma sangre, que había en el. Sus dedos sintieron la consistencia del agua y solo pido sonreir…era lo único en lo que confiaba, el agua del mal, su único hogar, aun en ese momento, se sentía mas libre que nunca, entonces su subconsciente su consiente y el resto de ella se apagaron.

Como lo había hecho antes, el Lord reparo todo con un movimiento de mano prácticamente. Los guardias ya no golpeaban a nadie, solo se encargaron de recoger los cuerpos maltrechos de los prisioneros. Algunos fueron donde la pirata y le pusieron los grilletes, por alguna razón, uno de ellos, le cargo, no por los brazos, sino como si de una dama inconsiente se tratara, en brazos. Su rostro reflejo algo de sorpresa, pues era realmente lijera. Su rostro cayo hacia atrás, dejando su cabellera caer cual castacada. Medias rotas ropa maltrecha, la hermosa y exótica dama con el vestido mas llamativo ahora era una mujer que aun en su inconciencia parecía estar dormida, con una sonrisa calmada en su rostro, como de quien tiene un placido sueño. Sus manos con las esposas descansaban en su abdomen. Y a causa del vestido, aquellos brasaletes supresores parecían dos hermosos brazaletes a juego con sus escasas ropas. Una escena digna de un retrato. Cualquiera que los mirase pensaría que era la princesa llevada en brazos por un caballero…La bella durmiente tal vez…que al ser pinchada por una aguja que relucia, cayo en el profundo sueño del cual despertaría solo con el beso de su amado príncipe…Solo que había algunas diferencias, esta era una pirata, su ajuga había sido un rayo del lord, su bello príncipe…su bello príncipe era un hermoso y tierno angel que tal vez ni siquiera al recordara, que seguramente la repudiaba por lo que le había hecho cuando le conocio, el hombre de su caballero alado era el que ella había dicho mientras caia, ya sin voz… “Abaddon” esas fueron sus ultimas palabras. No dejaba de ser una mujer después de todo, pues en sus últimos momentos, solo podía nombrar a aquel angel que se habia vuelto algo importante para ella, aunque la hibrida ni siquiera lo sabia.

El aviso de la interrupción violenta de la fiesta de máscaras en Dominus Castle fue dado rápidamente por uno de los guardias al instante que el lord ordenaba que entraran para arrestar a los alborotadores. Rápidamente el muelle se vio invadido de un buque de la marina y un submarino médico de la misma fuerza militar, del cual salían más y más oficiales.

Los marinos, vistiendo sus impecables uniformes, invadieron el salón a paso rápido. Médicos venían con ellos, fueron directamente a donde el Almirante Mustang y se sorprendieron cuando vieron ese dragón volverse una chica pelirroja, la cual reconocieron como la señorita Juliet, hermana de uno de los Caballero Gladuis. Rápidamente empezaron a atender al almirante y a la señorita Juliet para llevarlos al submarino y empezar con los procedimientos hasta su ingreso en el hospital de Tempus.
Como era de esperarse, los médicos solo se ocuparon de los miembros simpatizantes y defensores del Lord, mientras que los Revolucionarios quedaron sin revisión alguna.
Médicos se dirigieron también a revisar al General de Justicia Akatsuki y su esposa, al ministro Franz y su hija, para atender sus heridas de ser necesario.

Los arrestados fueron llevados entre la guardia del Lord y la marina hacia el buque. Como si de bultos se tratara, se les arrastro, tomándoles de los brazos y alzándolos para llevarlos todo el camino. Mientras los marinos y la guardia hacían su trabajo, el resto de médicos revisaba a los invitados. Uno de los oficiales les informo de los atrapados en los cuartos, por lo que rápidamente los marinos se movilizaron. Rompieron la barrera de hielo y abrieron las puertas sacando a los niños y empezando a revisar su estado de salud y si habían sufrido alguna lesión, haciendo lo mismo con el otro cuarto.

El Lord se mantenía inmutable ante todo aquello, entre el movimiento de las ropas de un lado a otro, solo miraba a los que se llevaban preso, dejando que sus pensamientos se quedaran solo para él. Su rostro giro y cerró los ojos suspirando, como lamentando aquel altercado. Su armadura de batalla desapareció, volviendo a aquellas prendas de Gala, para caminar hacia su trono. Uno de sus siervos bajo rápidamente hacia donde él y se postro ante su presencia. Cuando el hombre se ergio de nuevo, el Lord se inclinó hacia este y el solo asintió.

-Damas y caballeros, honorables invitados, El Lord se disculpa con ustedes por no poder quedarse más tiempo. Hago de su información que la fiesta se cancela. Por favor, en cuanto el personal médico les atienda, por favor retírense.

El Lord miro aquella escena de nuevo, por algún motivo solo hizo una cordial y educada pero leve reverencia con el rostro y se retiró a sus aposentos. Los presentes se inclinaron para corresponder con aquella muestra de respeto del supremo soberano.
Mientras los invitados eran atendidos por los médicos tanto del palacio como por los Marinos, los arrestados, aquellos que habían provocado el caos en la fiesta eran confinados en las celdas del buque. No era de esperarse que los flashes se vieran inundando el salón, pues reporteros de Tempus habían ido a cubrir el evento y habían terminado con una noticia bastante grande y fotografías del momento del arresto, y seguramente, habían aprovechado para tomar algunas del enfrentamiento.

Así, esta gran fiesta de gala, termino al fin. No como muchos habían querido, pero si como algunos pensaban que terminaría, después de todo, una fiesta de esa magnitud era un lugar perfecto para que algo así pasara, aun con todo y eso, muchas personas en todo el mundo se quedarían impresionadas, para bien o para mal, lo ocurrido seguramente se esparciría rápidamente por todo Spirit Soul