Baile de mascaras en el Dominus Castle ~ Trama N° 3 [Finalizado]

El miembro 'Isela Adramelech' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

'Tirada Divina' : 29, 18

Esta vez Roy no ofrece la más mínima resistencia o intento de defensa a mi acción ofensiva, lo que me indica el mal estado en el que se encuentra. Efectivamente, no encuentro oposición alguna en el momento en que atravieso su hombro con aquella espada formada con energía, ésta atraviesa su hombro de lado a lado, chocando contra la pared contra la que él se había apoyado. Mantengo el arma así durante un par de segundos, sin tratar de ahondar más ni de moverla hacia ningún lado para no desgarrar más músculo o tejidos. Evito girarme al escuchar la voz de Juliet gritando el nombre de Roy con horror, cerrando los ojos un instante con el ceño levemente fruncido. ¿Acaso se extraña? ¿no esperaba ya que esto pudiese pasar?. Murmuro mentalmente un ingenua, volviendo después a abrir los ojos para ver de nuevo el rostro de Roy. Después de que él quede finalmente inconsciente desvanezco la espada de energía, que se pierde como una especie de halo difuso que no tarda en desaparecer, donde antes estuvo la espada ahora sólo queda aire, y un agujero en la zona en la que lo he herido.

Sujeto a Roy antes de que caiga al suelo, dejando que quede sentado y apoyado contra la pared. Por su aspecto no tiene muy buena pinta y sangra por varias zonas, pero creo que sobrevivirá. Compruebo que sigue vivo poniendo un par de dedos en su yugular, notando que hay latido.

Me aparto de él, tomando algunos segundos para respirar hondo y reponerme un poco. Por ahora las heridas me permiten seguir un poco más, así que miro alrededor para ver lo que puedo hacer a continuación, estudiando la escena. Todos tenían sus rivales, algunos luchaban en parejas, otros en solitario, como Greed. Él por ahora no parece necesitar ayuda, aunque si más tarde la necesita iré. Tampoco parece necesitarla Isela, que cuenta con una de esas curiosas mascotas que algunos han sacado, al igual que los piratas. Sin embargo encuentro que hay alguien que sí necesita ayuda. Y no es precisamente de mi bando. Pero es algo mío, de algún extraño modo lo es, aunque no debería ser así. Y no me gusta que destrocen lo mío, sea lo que sea. Es lo que yo llamo un maldito e irónico choque de intereses, si no me hubiese enredado más de la cuenta no tendría ahora mismo estos dilemas. Por un lado no quiero que los del gobierno ganen esta batalla, pero por otro no voy a quedarme de brazos cruzados mientras la revientan y la hacen sangrar como lo están haciendo ahora mismo. Así que en mi mente un probablemente absurdo y extraño plan toma forma, un plan con el que puede que consiga ambas cosas. Quiero cumplir mis objetivos, y los quiero todos.

Acallo mi voz pesimista que me dice que es una idiotez, que no va a servir de nada y que va a salir el tiro por la culata. Hago callar todo eso y corro hacia la zona en la que pelean Takumi y Juliet. Por lo menos tengo que intentar hacer algo. Los relativamente pocos metros que nos separan se me hacen eternos, pero para cuando he llegado hasta ella la agarro por el brazo con fuerza, arrastrándola conmigo quiera o no. Tampoco pregunto a Takumi si la puedo arrastrar conmigo, simplemente me la llevo.  Probablemente por la sorpresa o porque tenga menos fuerza ella en este momento no cueste demasiado. En cuestión de segundos la he llevado hasta uno de los ventanales del salón, cuyos cristales se han hecho añicos en la contienda. Sitúo a Juliet de espaldas a la ventana, quedando yo frente a ella. El viento que entra por el hueco del ventanal me golpea en la cara, haciendo también que oscilen las llamas de las velas que alumbraban ahora el interior. Sujeto a la pelirroja por ambos brazos, pudiendo ver claramente que está bastante herida, un par de golpes más podrían haber acabado con ella. Durante escasos segundos mantengo mi mirada en la suya, de manera críptica pero esperando que pueda entenderme a pesar de no hablar prácticamente, esperando que sepa leer más allá de mis simples palabras.

"perdóname por esto..."

- Confío en que sepas elevarte por encima de esta situación. O eres fuerte...o pereces.

Todo ocurre muy deprisa en ese momento, acto seguido la estoy empujando por la ventana, esperando que no se resista a ello, esperando que esa chispa se haya encendido en su mente y sepa reaccionar. No me he parado a pensar en la atura que hay de la ventana al suelo, pero creo que mi cabeza no funciona muy bien en estos momentos. Sin querer ver lo que sucede me giro de manera inexpresiva hacia Takumi, que piense lo que quiera, para bien o para mal. Lo más práctico es ahora que se centre en otros objetivos.

- Isela está luchando sola contra aquella pareja. Y uno de ellos al menos sé que es muy fuerte. ¿La vas a dejar sola? agilicemos esto y hagamos una buena estrategia, vayamos a lo que sea más jodidamente práctico. No hay que dar respiro, si damos la más mínima tregua nos devoran. Vamos a fuego y sangre.- Para completar esa frase lanzo unas cuantas llamaradas a los ventanales, los que tengo más próximos al menos, haciendo que una barrera de fuego controlada bloquee las ventanas.

stats:

Comenzaba a sentir calambres en las manos que había dedicado para cuidar de la espada que se encontraba en su pecho. A pesar de que empujaba con todas sus fuerzas, no lograba desenterrarla de su pecho, y con la sangre mojando la hoja de la espada, sentía como iba clavándose más y más entre sus manos, ganando terreno dentro de su pecho. Por un instante, había decidido que era mejor saber la verdadera naturaleza del moreno a vivir engañada por él. Había matado a uno de sus colaboradores, al que solo había atinado a intercambiar un par de palabras. Cuando sentía que sus brazos se entumían y no podía más con aquella situación, solo la fuerza de voluntad de la chica lograba que siguiera en la batalla.

Sintió una mano sobre su hombro. Una mano brusca, que la jalaba en dirección contraria a su oponente. Alcanzó a ver se reojo al moreno que la tenía ahora prisionera. Sus manos se resbalaron y la espada no se clavó más solo porque el revolucionario ahora la tenía para él. Se preguntaba si ahora lo que buscaba era clavarla para tener una vida más en su colección. Estaban sus pensamientos posados en él totalmente, cuando sintió como se resbalaba por la debilidad de sus piernas. Su fuerza había flaqueado mucho ya que la sangre no circulaba exactamente igual. El moreno la llevó arrastrando por un tramo, hasta que por fin la tuvo de espaldas al precipicio. Cuando pudo pararse con dignidad, observó a los ojos del contrario, profundos y azules como siempre. Ese par nunca debió haberse encontrado en aquella fiesta.- Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal... - Susurró tan bajo que incluso ella misma dudaba de si lo había dicho. Desvariaba tanto a ratos que ni siquiera sabía por qué lo había dicho. Su mirada se posó un momento en Roy, cuyo único pecado, a vista de la pelirroja, había sido aceptar un baile con una desconocida. Los ojos de la chica se conectaron de nuevo con el moreno, escuchando sus palabras un segundo, antes de que, sin sorpresa alguna, la chica comenzara a caer del precipicio hacia el mar. Mientras caía y veía como el chico se alejaba de ella, pensaba en sus palabras, y en las tantas veces que ella misma había decidido saltar de altos lugares para conseguir sus alas. Ahora que las tenía, no tenía ganas de volar. Si caía y moría podría expiar sus pecados, pero si abría las alas... Sería una cobardía de su parte huir. Para una vez que había decidido salir de su papel de General de Orden y pelear, le había salido terriblemente mal. Siempre le tocaba estar protegiendo en la retaguardia a los indefensos, y nunca pelear. Ahora sabía por que las cosas eran como eran.

Tras miles de imágenes que pasaron por su cabeza en esos instantes, se dio cuenta de que la mitad de ellas habían sido de él.-Ya no quiero volar... - Susurró antes de sumergirse en una negra ventizca que mancillaba sus memorias. Todo era borrado de su cabeza, incluso los recuerdos de buenos tiempos a los que se aferraba. Todos ardían en fuego en su cabeza, cuando sintió de pronto que el aire la elevaba. En su forma dragón se encontraba ya surcando los cielos por encima del lugar. Sangraba internamente, pues su piel de dragón no podía ser penetrada. Ni siquiera se dio cuenta de su transformación, todo había salido desde el fondo de su ser, de su naturaleza. Dio un par de vueltas al castillo hasta encontrar la ventana que mantenía a los pequeños niños cautivos. Sin miramientos, la reventó con fuerza y tomó a dos de los pequeños entre las patas, volviendo a salir del lugar para llevárselos afuera, donde se encontraban los refuerzos del Lord. Por un momento, casi se estrelló con algunos, pero logró recuperarse para aterrizar y salvar a los pequeños... Pero tenía que volver por algunos más.

El miembro 'Bartolomeo' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

#1 'Tirada Divina' : 14

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#2 'Tirada Divina' : 6

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#3 'Dado de Mascota' : 5

Incontables se volvieron los días hasta la llegada de la esperada fecha. El gran baile de mascaras que daba el Lord esta hermosa noche, para la cual me había mandado a hacer un traje muy especial y una máscara que ansiaba estrenar y que nadie más tuviese en la reunión, puesto que la originalidad era algo que de por si me agradaba, la sensación indescriptible de sentirse único y especial. Lamentablemente había tenido que encargarme de unos asuntos antes de partir hacia el castillo donde se llevaría a cabo el evento, por lo que para cuando me dispuse a ducharme y prepararme ya era mucho más tarde de lo que esperaba.

Salí del baño envuelto en toalla, y tome las prendas de vestir del armario para dejarlas sobre una silla cercana mientras acababa de secarme por completo. Deje a un lado la toalla, y comencé, primero por la ropa interior, blanca, luego unos pantalones de vestir casi al cuerpo, color negros, completamente lisos, dentro de los que metí la parte baja de mi camisa carmesí con finas líneas negras en vertical arremangada en las muñecas hasta los codos. Sobre esta, un chaleco de vestir del mismo color que el pantalón y una corbata simple del mismo color oscuro, que romperían con el rojo de mi camisa. Unos guanteletes de cuero negro con los dedos cortados y zapatos oscuros que hacían juego con mi atuendo y contrastaban con mi tez blanca casi pálida, ligeramente grisácea, similar a las ropas que siempre vestía, una elegancia que de por si llevaba conmigo a todas partes, con la diferencia de los colores.

Me limpie con cuidado los dientes, prestando atención particular a mis colmillos tras lo que me puse algo de perfume y para conseguir una opinión ya que no podía verme al espejo, deje pasar a un sirviente que me dio la aprobación inmediata. Tome mis cosas… mi reloj de bolsillo, mi rapier, mi mascara completamente blanca, que ocultaban la mayor parte de mi rostro, que solo dejaban ver el lado izquierdo de mi cara desde debajo de mis ojos, cubriéndome la parte superior, la nariz y completamente el lado derecho, para finalmente guardar en uno de mis bolsillos secretos del chaleco la carta de invitación y ponerme la capa negra por fuera y roja por dentro, que me daría algo más de clase.

Partí sin más tiempo que perder, llevando en mi viaje mi moto, puesto que nunca sabes cuándo te puede ser útil y llegue al lugar aproximadamente una hora después de lo que se esperaba a los invitados… imagine no sería tan grave. Al avanzar hasta el castillo, conduciendo a toda velocidad, pude ver una especie de alboroto. Mucha gente que parecían ser los invitados, saliendo despavoridos, algo que me incitaba aun mas a adentrarme para saber de qué se trataba, esquivando como podía a las personas que a un lado se hacían para no ser atropelladas, deteniéndome cerca del edificio, hermoso e imponente por cierto, bajándome, dejándola bien oculta entre unos arbustos cercanos suficientemente crecidos para disipar su atención de ella.

Las puertas estaban cerradas… mas no trabadas, por lo que basto con empujar un poco para entrar al castillo, cruzando el umbral de la puerta, desde donde vi en la sala criaturas y seres de apariencia humana que lejos estaban de serlo muchos… peleando entre sí, generando un gran alboroto, algo que no comprendía como ocurrió y porque, pero me no pudo evitar llamar mi atención ni que se dibujase en mis labios una ladina sonrisa.

-Y yo que creí seria una fiesta extremadamente aburrida… Hahahaha- Dije para mis adentros, observando los destellos de luces que eran despliegues de poder, volando por la sala, intercambiándose unos con los otros entre los protagonistas de esta épica batalla que presenciaba desde la seguridad de mi posición alejada, mostrándome ajeno completamente a esta pelea.

El corazón de la capitana latía con un tanto de fuerza, puesto que desgraciadamente no podía centrarse en otra cosa que no fuera únicamente aquella señorita de cabellos celestes. No dudó en retroceder unos pasos hacia atrás ante aquel inminente látigo que se aproximaba a ella, por lo que a último momento solo consiguió formar una cúpula de luz con la intención de salir demasiado herida del ataque perpetrado por la pirata. Efectivamente, el escudo parecía protegerla un poco, sin embargo, al tratarse de agua, una de sus grandes debilidad, consiguió traspasarlo lo suficiente como para alcanzar a rozar con algo de fuerza la mejilla izquierda de la jovencita quien no dudó en hacerse a un costado.

Tal protección desapareció y automáticamente colocó la diestra sobre aquella pequeña herida que ardía un poco, más no algo que le impidiese concretamente el buen razonamiento o la continuación de la batalla. Sonrió apenas, quizás un tanto orgullosa o altanera a medida que iba cerrado el puño izquierdo repentinamente y daba un certero golpe contra el suelo. Inmediatamente rayos de luz ligeramente condensados iban rompiendo el suelo en dirección a la pirata, con la clara intención de apuñalarla las veces que fueran necesarias.

-Cállate la boca y concéntrate en mí, que no tengo intenciones de dejarte ir en lo más mínimo!!- Exclamó bastante molesta al respecto por su clara aversión a los opositores del gobierno, los cuales consideraba potentes amenazas para la seguridad de los reinos. El semblante de la joven se mostraba ligeramente serio, y un potente brillo asertivo persistía en tales hermosos orbes azules como el mismo océano.

stat:

El miembro 'Arya Schneider' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

'Tirada Rango 2' : 13, 9

Ella solo estaba ahí para hacer alboroto y robar algo. El agua que estaba regada en el suelo fue algo que aprovecho, movió sus dedos para despojar a las personas de la fiesta de sus joyas con gran agilidad y las lanzo al mar con facilidad, ya las recuperaría después. Para ella eso era pan comido.
Mientras escuchaba las palabras de la chica le miro y le reprendió un momento —De que maldito lado estas?!!!! Aquí hay niños y mujeres algunos ancianos! Si bien soy lo suficientemente rastrera para robarles a los ricos independientemente de la edad que tengan no voy a lastimar a esa gente! Tengo ética pirata una que al parecer a ti no te inculcaron princesita!—

Memeran vio aquel ataque que iba por el suelo y pudo definir la trayectoria de este saltando sobre una de las mesas y después otra, al parecer la luz le seguía. El suelo se sombro bajo ella y dio una mortal hacia atrás, sonriendo divertida mientras caía elegante y majestuosa sin un solo rasguño.
Logro divisar como Kato caía al suelo y después una pelirroja volando por una ventana. Esa era Irina, lo supo por sus ropas. En parte se alegraba que la sacaran de esto.
Todo parecía estar yéndose a la mierda, literalmente. No podía permitirse el lujo de que los civiles salieran lastimados. Asi que no se abriría mucho.

—Me encanta como se preocupan por la gente que dicen protejer sabes princesa?! Tu y tu gente solo siguen partiéndose la cara cuando deberían hacer lo que yo estoy haciendo— dijo mientras, que al igual que los niños, como pudo, hizo entrar una gran cantidad de agua marina por una de las ventanas para arrastrar a los ancianos y las mujeres a a otro cuarto. Necesitaba urgentemente aprender a manejar el hielo para situaciones como esa, pero será después.

Una vez bloqueo la entrada de aquella nueva habitación, ya dejando solo hombres en el salón pudo sentirse mas agusto. Miro a la chica y respiro. —Todos ustedes me tienen arta con su maldita doble moral!— Se aremetio contra la mujercita haciendo que detrás de ella flotaran una buena cantidad de gotas del tamaño de una pelota de golf y movio sus manos en un brusco movimiento hacia adelante, lanzando aquellos proyectiles acuaticoslos cuales se dirijian a la muchacha, los que siguieron su trayectoria recta, perforaron la piedra del muro. Esperaba el ataque fuera eficaz contra la princesita mimada.
—Que sabran ustedes del sufrimiento de las personas si nacieron en cuna de plata y de oro! Ustedes no saben del dolor ni del hambre! Quieren salvar un pueblo pero jamas se han dignado a vivir entre su gente y ver lo que hacen para sobrevivir!—

Si, se habai enfurecido, aquella falta de atención de todos, tanto revolucionarios como los del gobierno se olvidaban del pueblo, entendia que sin sacrificio no hay victoria, para contruir se debe destruir y sabia lo que conllevaba, pero deseaba que fuera, de forma estúpida, de la manera en la que menos gente muriera, ya había visto demaciada muerte frente a sus ojos y no quería ver mas —Dan pan a los hombres para que coman! Idiotas! Denle un pez a un hombre y comera un dia, enséñenlo a pescar y comera toda la vida! Esa es la ley del mar! Aprender a vivir como se debe!—

Status:

El miembro 'Memeran Anarchy' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

#1 'Tirada Rango 3' : 14

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#2 'Tirada Rango 3' : 15

El demonio disfrutaba de gran manera atacando a aquella joven, se estaba divirtiendo bastante cortando su piel pues sus más bajas necesidades de demonio se habían apoderado de él. No había cosa que el muchacho de ojos plateados disfrutara más que el sufrimiento ajeno y aquella joven se lo estaba haciendo demasiado fácil. Por un segundo y solo un segundo pensó que quizás podrían derrotar a aquel monarca ese mismo día y en esa primera batalla que parecía estar resultando tanto a su favor. Sin embargo, aquella idea rápidamente se desvaneció de su mente. No, no sería tan sencillo derrocar a una persona que había oprimido al pueblo por más de 100 años, la revolución no se llevaría a cabo en un día, pero este sería un golpe inmensamente duro contra el gobierno. Incluso si eran asesinados en aquel lugar el resto del mundo podría ver que el lord no era inderrocable que podía ser atacado incluso en su propio castillo.  Y la gente, por fin podría darse cuenta de que aquel ser no era más que un hombre, un mortal.
Todo aquello vagaba por la mente del revolucionario mientras luchaba contra la joven hasta que finalmente sus pensamientos fueron interrumpidos por la batalla que se libraba junto a el, al parecer uno de los jóvenes del gobierno había caído.
-Esa es la idea pequeña humana… -Musitó el demonio de forma orgullosa.

Sin embargo, bajó la guardia unos segundos y antes de darse cuenta la joven había arrojado una daga hacia el intentando herirle aunque de nada le sirvió pues el solo tuvo que tirar de su espada y moverse hacia un lado. En aquel momento estaba preparado para asestarle el golpe final a la joven cuando de la nada Reiv a quien creía su aliado se interpuso tomando a la joven para arrastrarle hasta la ventana. Aquello fue tomado como un acto de traición por su parte y eso era algo que el no pensaba aceptar. Caminó lentamente hacia el y cuando estuvo suficientemente cerca alzó su espada y posó la punta sobre el cuello del muchacho.

-Nunca me robes mi oponente… Es mejor un hombre muerto en el gobierno que uno herido… Los soldados de la revolución que mueran bajo su espada cargarán en tu conciencia… Luego saldaré cuentas contigo -Finalizó para luego comenzar a caminar en sentido contrario. Si bien aquello le molestó, la revolución era mas importante y debía buscar un nuevo enemigo para si mismo.

Stats:

El miembro 'Ichinose Takumi' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

'Tirada Divina' : 19

Evito mirar hacia la ventana por la que tiré a Juliet, con el corazón todavía desbocado por lo que acabo  de hacer hace apenas un instante. Mantengo la mirada fija en Takumi tras decirle que lo mejor era que fuese a luchar contra los rivales de Isela, tengo claro que no le va a gustar ni un pelo lo de haber interferido en la pelea. Pero no es eso lo que más me preocupa ahora, sino el hecho de que no tengo certeza de que ella haya conseguido remontar el vuelo. Hay tantas posibilidades de que sí lo haya hecho como de que no. Evito darle más vueltas por ahora, tratando de mantener la cabeza fría en la medida de lo posible para evitar sentir que he podido cometer un error.

Me mantengo en el sitio mientras veo a Takumi venir hacia mi, evidentemente he acertado y por su cara juraría que no le ha hecho ni la menor gracia. Le sostengo la mirada con gesto serio mientras pone la espada en mi cuello, después de haberle visto lo que ha hecho antes no me cabe ninguna duda de que él tampoco dudaría en quitarme del medio, en realidad cualquier cosa o persona que se interponga en su camino. En este momento me alegro de no haber entrado de manera formal a ninguna de las organizaciones de revolucionarios, llevo muy mal el hecho de tener que estar atado bajo las órdenes de alguien o ser un subordinado. Si realmente algún día decidiese entrar a formar parte de un grupo así sería por convicciones claras en aquella persona que aspira a liderar, y sobre todo daría mi lealtad a un amigo, sin amistad y camaradería dudo que quisiese aceptar los términos del contrato. Pero la realidad ahora es que para bien o para mal estoy solo, con los riesgos que ello conlleva.

- Suerte entonces que yo no esté bajo tus órdenes y no tenga que darte explicaciones de lo que hago o dejo de hacer en una batalla campal sin orden. En la guerra todo vale, cualquier estrategia que lleve a la superioridad numérica. Y esa sirve como tal, ninguno aquí somos caballeros de honor ni mierdas de esas. No sé tú, pero yo no he venido aquí a rebanar cabezas sin más. La única cabeza que de verdad sería interesante tener no está en la sala ahora mismo. -comento en una clara alusión al Lord, el resto son objetivos a vencer pero si no me ponen en aprietos no tengo intención de darles muerte, a no ser que sea en defensa propia.

Lo que realmente consigue joderme, y debe de notarse en que mi gesto se endurece, es que me diga que aquellos que mate la que he salvado caerán en mi conciencia, no me había parado a pensarlo. Por otra parte pienso que no es probable que ella se ponga a matar y en ese sentido no habrá que lamentar nada. - Como quieras. Ahora hay otras cosas que hacer. - miro de reojo a Takumi mientras se aleja, tomándome unos segundos para reponerme un poco de lo último. Hago una mueca al llevar una mano a la herida del costado que seguía sangrando, no de manera exagerada pero si constante. Después miro a mi alrededor, buscando qué puedo hacer para colaborar con la toma del castillo. En este momento la balanza se inclina a nuestro favor, estamos en superioridad númerica. Localizo de nuevo la pelea entre Greed y Franz, acercándome de manera calculadora mientras valoro la estrategia a seguir, no porque crea que Greed necesite ayuda, sino por terminar de decantar las cosas a nuestro favor y robarles el castillo en sus narices, al menos una victoria muy simbólica.
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HP: 90

El imponente, poderoso y magnánimo soberano observaba todo lo que sucedía dentro del castillo desde las afueras de este, si bien no era capaz de ver a través de las paredes sus habilidades de percepción eran tan grandes que fácilmente podía saber que era lo que ocurría en aquella isla. Pudo notar como aquel plan de destruir el barco de los piratas fallaba y como estos regresaban al interior del castillo que poco a poco comenzaba a destruirse y hacerse pedazos, sin embargo, aquello no cambiaba en lo mas minimo el rostro sereno y tranquilo que el gobernante llevaba. Uno de sus guardias mencionó la idea de intervenir y llamar a los Custos Dei para encargarse de aquellas personas, pero el avejentado y musculoso hombre le miró apaciblemente mientras acariciaba su larga barba.

-No será necesario... Allí dentro parecen haber personas dispuestas a defender al pueblo de Spirit Soul... Por ahora lo dejaremos en sus manos, pero deseo que prepare las tropas para ingresar en el momento en que lo ordene. -Aseguro el mandatario con cierto aire de paternidad tan perfectamente trabajado que cualquiera hubiera sentido que quien le hablaba le conocía de toda la vida, como si lo hubiera criado. Rápidamente aquel hombre que lideraba su pequeño ejercito alistó a los guardias y se mantuvo a espera de las ordenes.

Aquel hombre de armadura dorada finalmente se mantuvo de pie con sus ojos cerrados concentrándose en lo que sucedía en el interior de aquel lugar, podía notar como las presencias luchaban unas con otras, logrando reconocer entre ellas a las figuras principales de los ejércitos como lo era el Almirante Roy Mustang o El mismo ministro Franz junto a algunos de sus generales, ya que incluso aunque no pareciera cierto el conocía el nombre de todas las personas en su ejercito. Todos parecían luchar arduamente, sin embargo, el poder del enemigo era demasiado grande y la batalla se veía desigual. Aún así el soberano de aquella tierra no quería entrometerse en aquellas batallas donde cada uno se jugaba su honor. Podía también, sentir el miedo de aquellos niños que habían sido encerrados en una habitación aparte al igual que el de sus padres. Personas ricas que estaban siendo saqueadas, sin embargo, poco le interesaba a aquel hombre que había vivido mas de un siglo la vida de personas que no fueran lo suficientemente fuertes como para pelear por su propia supervivencia. Había aprendido en sus tantos años, que el hombre mata al hombre debido a un sin fin de motivos y que la supervivencia era la ley mas importante en aquel mundo que el ahora gobernaba. Realmente aquel monarca gobernaba a un pueblo que no podía comprender del todo, para el que poseía un poder muchísimo mas grande del que cualquiera de ellos podría llegar a imaginar, observar aquellas batallas era como observar dos colonias de hormigas masacrarse unas a otras. La única diferencia entre estas era que algunas eran de su agrado y otras no, eso era lo que definía si vivirían un día mas o visitarían el averno de las almas perdidas. Al fin y al cabo ¿quien era el?¿que era el? ¿Era una buena persona haciendo cosas malas... o una mala persona haciendo cosas buenas? Lo único de lo que estaba completamente seguro era de que se sentía completamente ajeno a aquellos seres, si bien había sido alguna vez como ellos, había perdido un poco de su humanidad al obtener el poder que lo llevó a reinar en el mundo. Quizás lo hizo por el bien de la gente, quizás no... Ya no era capaz de recordar como era el en aquel entonces. Solo veía el dolor ajeno. En cierto modo podía hasta entenderlo. Lo que no podía, lo que le era imposible... era sentirlo.

La casi desaparición de la presencia de uno de los integrantes de la fiesta, interrumpió bruscamente los pensamientos del monarca. Entre todas aquellas personas que había en el lugar, el guerrero que apenas mostraba una tenue luz en su interior era el Almirante Mustang, al parecer uno de los opositores había logrado acabar con el, sin embargo, por mas que aquel ser esperó por una estocada final que consumiera y apagara la vida del guerrero esta nunca llegó. A diferencia de aquello el opositor se dirigió a donde otras presencias se encontraban. Mas precisamente quien parecía liderar aquel encuentro y una de las contendientes del gobierno, el soberano creyó firmemente que aquel hombre ayudaría a su líder a acabar con la joven pelirroja. Grande fue sus sorpresa cuando este alejó a la joven del peligro ¿o acaso intentaba disminuir el numero de victimas de ambos bandos debilitando el numero de personas del ejercito en el lugar? Como fuera, aquello no le convenía en nada, ahora la balanza se había movido hacia el lado opuesto.

-Prepara las tropas, es momento de entrar... -Ordeno el monarca a su lacayo mientras comenzaba a caminar lentamente hacia el lugar, seguido por su ciervo que con las tropas ya listas para combatir comenzó a caminar detrás de este.

Una vez frente a las puertas destruidas del castillo, el hombre de armadura dorada alzó su mano abierta y esta comenzó a repararse por si sola terminando por volver a su estado original. Tras aquello subió algunos escalones y abrió nuevamente la entrada mientras sus guardias ingresaban comenzando a batirse a duelo contra aquellos insurgentes. La estructura del lugar comenzaba a volver a su forma original, aquel inmenso candelabro que había caído y se había hecho pedazos regresó al techo recuperando su forma original. Las luces volvieron a iluminar el lugar y las grietas del suelo se cerraron ante su presencia. El magnánimo soberano se hizo a un lado de la puerta mientras los guardias intentaban retener a aquellos revolucionarios para que no interfirieran con la evacuación. Finalmente, este los escrutó a cada uno de ellos con la mirada mas severa que pudiera existir y apoyó su lanza sobre el suelo. Entre aquella multitud, el anciano notó a una joven mujer que continuaba resistiéndose a ser atrapada por sus súbditos, aquel ser de imponente figuro observó aquello acariciando suavemente su barba mientras le observaba con cuidado.

-Algunas personas no valoran su vida lo suficiente... -Aseguró el avejentado soberano mientras en un movimiento casi imposible de ver se colocó frente a la muchacha. Su cetro ahora había tomado la forma de un báculo y estaba apenas a centímetros del rostro de la muchacha cuando una inmensa luz dorada comenzó a formarse frente a esta, haciéndose mas y mas grande hasta finalmente terminar por ser expulsada hacia la muchacha que terminó gravemente herido. El anciano finalmente terminó por mirar a sus guardias y ordenó que les colocaran los collares supresores, estos poseían la capacidad de evitar que aquellas personas utilizaran sus habilidades especiales.

-Los condeno a todos a 5 años de torturas en Arcadia, para finalmente ser ejecutados públicamente bajo la guillotina. -Aseguró aquel hombre cuya palabra es la ley en el mundo y que no puede ser cuestionada por nada ni por nadie.

Stats:

El miembro 'Lord' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla

'Dado Sagrado' : 176