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• Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell

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• Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell  - Página 12 Empty Re: • Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell

Mensaje por Takumi Kurosawa Miér Sep 14, 2016 8:43 pm

Imaginaba que el infierno sería un lugar horrible y peligroso desde que supo a dónde se dirigían, era obvio que el mismísimo averno no iba a ser un lugar tranquilo y acogedor por supuesto pero incluso con esas se veía que lo había subestimado. Era muchísimo peor de lo que se había imaginado y había pasado por todo un horror para llegar hasta el tercer círculo con el resto del grupo en el que se encontraba, y tan solo habían llegado al tercero, ¿Como debían ser los demás? Si cada círculo que bajaban era un castigo mayor el último debía insoportable, ya unos cuantos habían caído por el camino incluyendo a su propio jefe, Gael, que se vio obligado a retirarse. Lo peor hasta el momento sin duda fue pasar por el segundo círculo, claro que no sería igual de malo para todos pero para ella resultó asqueroso, denigrante, grotesco y todos los sinónimos que se te pudieran ocurrir al respecto también, suerte que la lluvia no tuvo que tocarle para nada el pelo al ser capaz de replegarlo tanto como para que quedara totalmente cubierto por su sombrero, de haberlo sabido se habría llevado algo para cubrirse mejor y menos caro. No sabía que lo que veía no era real, se hacía a la idea de que nada en ese lugar era lo que parecía y cualquier cosa que pareciera inofensiva sería en realidad un peligro a tener en cuenta pero no estaba pensando con claridad, como si estuviera adormilada o algo parecido solo veía algunas personas que se acercaban a ella como también al resto, en el caso de la rubia se le acercaba lo que parecía ser un hombre bastante atractivo que le susurraba que fuera con él. Una vez junto a ella no parecía tener ninguna prisa, lentamente comenzó con acariciarle la cara para luego pasar a darle un abrazo lento acariciando su espalda, resultaba muy agradable, hacía mucho tiempo que nadie le abrazaba de esa manera... Estuvo a punto de caer, a escasos centímetros de lo que le estuviera abrazando que tenía la intención de besarla, el abrazo que le había dado le recordó que nadie le había abrazado así desde antes de haber traicionado a la armada, de hecho, fue su padre el último en hacerlo. Ese recuerdo, que para otros quizá sería incluso más agradable y cómodo, para ella fue como una puñalada que le hizo montar en cólera, se separó a tiempo y empujó con fuerza al hombre que le estaba abrazando en ese momento. -¡OS ODIO!- Gritó, justo a tiempo para ver que no era ningún hombre, era una especie de monstruo grotesco y había estado a poco menos de dos centímetros de besar esa cosa, completamente enfurecida, Veronika hizo aparecer un lobo de hielo que saltó sobre el monstruo mientras ella echó a correr, viendo que algunos compañeros hacían lo mismo. Veronika aun aguantaba como podía, le estaba costando horrores pero seguía adelante, lo cierto es que ya tenía ganas de darse la vuelta y salir de allí lo antes posible pero no podía sencillamente marcharse quedando como una débil cobarde, mientras su voluntad fuese más fuerte que su dolor seguiría avanzando, claro que tenía su límite como todo el mundo y una vez alcanzado no podría controlar su impulso de huir. Pero no era momento de pensar en lo que ocurriría, si huiría o no, el lugar en el que se encontraba no era para pensar ni en pasado ni en futuro, debía centrarse en el ahora y ese ahora requería de lucha atención. El círculo en el que se encontraba no parecía ni de lejos mas tranquilo o menos peligroso, los ladridos que se podían escuchar eran suficientes para saber que había que andar con ojo, porque no hacía falta ser un genio para darse cuenta que aun si parecía de un perro normal, estando en el infierno, podría ser cualquier cosa en realidad. No quería más sorpresas y aun así sabía que se llevaría alguna más, pero queriendo reducir al mínimo las sufridas hasta que llegara el final, pretendía estar lo más atenta posible a cada minúsculo detalle que pudiera parecer irrelevante.

Con eso claro y descartando de su mente todo lo anterior y los pensamientos sobre lo que podría ser, continuo su camino con sumo cuidado por no llamar la atención más de la cuenta y de esa forma con suerte no tener que preocuparse de alguna otra criatura o lo que sea que les estuviera esperando en ese círculo. Aunque al parecer no era ningún ser sino una especie de neblina nauseabunda que le resultaba de todo menos agradable, casi parecía que fuese dañino incluso y apostaría un brazo a que sí lo era, en cuanto tosió un par de veces se dio cuenta de que realmente lo era y aligeró un poco el paso para salir del alcance de aquella cosa, aunque tendría el mal olor y el gas nocivo ese un rato pegado y lo sabía. Dejando a un lado la nube asquerosa, todo el horror que suponía en infierno y las almas torturadas y el miedo a ser vistos por el can cerbero, cruzar el tercer círculo resultó bastante más sencillo de lo que había esperado en un principio y sin ningún contratiempo que era lo más sorprendente de todo, pero por si acaso tuvo mucho cuidado de no cantar victoria hasta que se aseguró de que estaban fuera del círculo y por tanto de peligro… bueno, del peligro de ese círculo obviamente, el siguiente también tendría los suyos.

Y finalmente llegaron al cuarto círculo y un alivio enorme recorrió a la rubia que si bien aún faltaba mucho por avanzar, había sido un círculo entero de descanso por llamarlo de alguna forma, y como se suele decir menos da una piedra, había que tenerlo en cuenta. Por otra parte eso le preocupaba, un círculo entero con escasos problemas sonaba a la calma que precede a la tempestad, el cuarto debía de ser un horror bastante grande a comparación con lo ya vivido por todos y que jamás repetiría ni por todo el oro del mundo, debían estar preparados para lo que fuese a ponerseles por delante. Obviando los lamentos y las almas torturadas por sus pecados y todo eso que ya sabían que iban a ver, el grupo se encontraba en el cuarto círculo y aunque era imposible saber qué era lo que les esperaba, se hacía demasiado obvio que algo les estaba esperando, solo podían andar con cuidado y desear la suerte de que no fuera tan grave. Y entonces sucedió, en qué momento se separó del grupo no lo sabía pero se encontraba sola, completamente sola en una nada negra que no parecía tener fin hasta que unas siluetas aparecieron de entre las sombras y la nada. Eran las supuestas de sus padres, su familia, repudiándola e insultándole por lo que había hecho, algunos soldados de la marina que recordaba, del día en que dio la espalda al gobierno y los mató, aún tenían las heridas que su cabello afilado provocó al atravesarles. Aquello que ya había perdido una vez y que le rompió por dentro, aquello que tanto daño le hizo y que ya no podía remediar lo estaba viviendo una vez más. Estuvo a punto de gritar, las lágrimas querían salir de sus ojos y apretaba los dientes con fuerza pero al final no lo hizo, tan solo respiró hondo cerrando los ojos y recordando lo que había pasado, porque ya lo había perdido todo y en ese momento no le quedaba nada. -Esto ya lo he vivido… No es nuevo para mi.- Dijo antes de abrir los ojos y ver que había vuelto al lugar en el que se encontraba anteriormente con su grupo, pero que la arena intentaba tragárselos a todos aprovechando que se encontraban en una ilusión de la que por pura suerte pudo escapar fácilmente, no puede perder lo ya perdido. -¡Joder cuidado! ¡Es una ilusión! ¡Se os traga la arena!- Trató de avisar al resto del grupo mientras buscaba una manera de escapar de la arena, algo a lo que poder sujetarse y salir con ayuda de su cabello como ya había hecho en otras ocasiones.

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Última edición por Veronika Volkov el Vie Sep 16, 2016 7:09 am, editado 2 veces
Takumi Kurosawa
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• Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell  - Página 12 Empty Re: • Décima Trama de Spirit Soul • Highway To Hell

Mensaje por Frederik L. Damgaard Miér Sep 14, 2016 10:45 pm

Si las historias que en su pasado escucho eran verdad…todavía restaba mucho camino que recorrer antes de poder encontrar un modo de volver a la dimensión de la cual habían salido. Muchas preguntas circulaban en la cabeza del pelirrojo…muchas que seguramente quedarían sin respuesta alguna. Era claro que hubiese preferido tener más información cobre lo que se estaba cociendo en ese sitio pero de momento no le quedaba más opción que avanzar con cierta “fe” ciega en los “lideres” que los guiaban. Solo esperaba que sus pasos fueran certeros…porque con todo el terreno que aún se extendía frente a ellos…aun contaban con la gran posibilidad de perder gente en esa tortuosa ruta.

Tal como había pasado cuando pasaron del bosque a la catacumba, Frederik espero ver un cambio bastante impactante sobre el aspecto del terreno pero de momento daba la impresión que se mantendría con ese composición rocosa. Claro era que los abismos presentaban algo un tanto más “infernal” pero nada que de algún modo despertara la atención curiosa en el pelirrojo. Aun así el nuevo lugar parecía menos molesto, al menos desde el punto de vista del revolucionario. Si bien los gritos agónicos no volvían ese “paseo” algo grato, eran más sencillos de ignorar que las voces sofocantes de esa cueva que dejaban atrás. A pesar de eso era sencillo ver que cada uno de esos lugares…si bien presentaban torturas “básicas” fue muy bien pensados para golpear cada aspecto de la condición mortal.

Le sorprendía lo literales que eran las descripciones de esos sitios y lo acertadas que eran ahora que podía verlas en persona. Una tierra donde castigaban a quienes gustaban de comer…nunca pensó llegar a presenciar eso pero sin duda los cuerpos famélicos no eran lo más sorprendente de ese nuevo lugar. Era difícil verlo con claridad pero sus ladridos facilitaban un poco el ubicarlo entre tanta podredumbre. Ese mítico can que las vece servía de guardián y carcelero…una criatura que según decían, era capaz de moler incluso los cuerpos de los demonios de más rango. Era muy tentador desear combatir contra ese animal pero siendo ignorante de su tamaño o del alcance real de su fuerza…Frederik presentía que podría ser un error más que un acierto. Por su parte no le animaba la idea de gastar más energía en algo tan fútil, razón por la cual activo su bien conocido magnetismo para no hacer ruido mientras caminaba —Por lo menos no tenemos más obstáculos —Murmuró por lo bajo en lo que se dirigía hacia la salida de ese círculo pero antes de llegar a la “puerta” fue atacado por sorpresa por esa toxica neblina.

No era ni parecida a los vapores que inhalaron en su llegada al infierno pero no por eso eran menos peligrosos. Podía sentir en su cuerpo una reacción similar a la sufrida cuando aspirabas alguna clase de veneno…causando una repentina tos y un fugaz escalofrió por su espalda. Cuando pasaron esas reacciones físicas…pudo notar que el daño no era del todo grande pero al intentar recuperar su fuerza con su plasma, noto con cierta sorpresa que su habilidad curativa era rechazada por su cuerpo. Al parecer no solo era un veneno lacerante para su cuerpo pero poseía alguna clase de magia que repelía sus habilidades —Justo lo que necesitábamos —Mencionó sarcástico, deslizando su mano derecha por su frente mientras elevaba su mirada hacia la luz que mostraba el próximo camino a seguir, siempre manteniendo cuidado en sus pasos mientras descendía por esa larga pendiente.

Un nuevo cambio de escenario, más vistoso que los últimos por los cuales habían ya transitado. Todo se mantenía sobre ese tema “desértico” aunque en esa ocasión no se encontró con dunas de arena o tormentas de viento. Si su mirada no lo engañaba, todo lo que rodeaba a ese grupo era…millas y millas de oro convertido en polvo. Sin escuchar nada, pudo deducir que allí castigaban a los avaros…aunque sentía algo de cliché en que fuese una tierra repleta de oro. Lejos de la percepción común, la avaricia no se centraba en las posesiones materiales…ese pecado abarcaba mucho más que objetos…básicamente era querer todo…fueran personas, sueños y lo que su mente pudiera imaginar. Quizás por eso no fue tanta su sorpresa cuando esa pregunta resonó dentro de su mente como un eco aterrador.

Realmente…no tenía mucho que podía considerar valioso. Todo lo que en su momento considero como importante…como algo necesario para vivir, ya le había sido arrebatado de las manos. Francamente no podía pensar en algo que pudiese causarle tal temor pero aun así…las fuerzas infernales eran capaces de ver más allá de lo que el dios podía admitir. Frente a sus ojos apareció una imagen semi borrosa de una mujer siendo atacada…una mujer que reconocía a la perfección pero a quien era incapaz de ayudar debido a varias ataduras que retenían su cuerpo —¡Suéltame! ¡Tengo que ayudarla! —Gritó con un débil tono de miedo en su voz mientras se retorcía para intentar liberarse aunque sin darse cuenta que esas “ligaduras” no eran más que la arena de oro que poco a poco lo arrastraba hacia el fondo del “desierto”.
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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 12:01 am


۞ Quinto Círculo ۞





Las manos cruentas del destino moldeabas las vidas de todos los presentes en una línea exenta al tiempo, el dolor, la tristeza, la furia, eran meras emociones que apenas incursionarían durante todas sus vidas…El destino que los moldeaba a veces era cruel ante sus percepciones mortales pero a decir verdad, parecía que todo se resumía a una sola cosa, probarlos en cuanto a resistencia. ¿Qué los llevaba a emprender una cruzada tan cruenta?, los motivos que cada uno pudiese tener debían ser realmente fuertes como para que a pesar de toda resistencia natural quisieran seguir avanzando, a costa de sus vidas, a costa de la cordura que flaqueaba de un momento a otro entre tanta desidia. A lo lejos…cada grupo divisó el límite del camino, una fuerza invisible ya no les permitía avanzar pero igualmente, parecía que la única “salida” del cuarto círculo era un portal que giraba lentamente imitando el movimiento de la galaxia, este en tonalidades negros. Cruzarlo era una experiencia desorbitante, primero y por más irónico que sonase, podías “oír el sonido del silencio” punzante, perforando los oídos…era como sentirse parte de la nada misma, ningún sonido ni tampoco luz…¿Qué les depararía el destino?, algo benévolo quizás, todos volvían a encontrarse aunque no siempre simbolizaba algo presuntamente bueno.

Lo curioso del sitio era los modos en que oscilaba, netamente oscuro como una noche sin luna llena, apenas iluminado por esferas de energía flotantes entre ramificaciones más retorcidas que la macabra mente de un residente de allí. El suelo era de difícil transición, la propia zona pantanosa dificultaba un poco el movimiento natural, sin mencionar que era resbaloso si no se tenía el cuidado justo, la vegetación muerta, decadente, el mismo olor repugnante de la muerte asediaba en cada rincón, en cada centímetro de quinto círculo infernal, donde moraban las almas perezosas ancladas en el fondo del gran pantano y también los iracundos, patéticas entidades que empezaron a tomar forma alrededor de los visitantes. Eran vivas representaciones de cuanto podía corromperse un cuerpo tras la muerte, cientos de ellos liderados por seis que prometían pelea firme, que ya habían elegido a sus presas, al menos las primeras y que obviamente no dudaron en lanzarse contra estos. Bestias iracundas con un gran poder físico, devastadores dentro de lo limitadas que eran sus capacidades, tanto a nivel físico como mágico.

Si lograban arrastrar a su víctima hacia lo más profundo de la zona pantanosa, sería un gran logro, ellos mismos se encargarían de despedazarlos…la ira y el inconformismo eran parte de su esencia, entidades ya carentes de toda humanidad que deseaban lo peor a sus visitantes…estúpidos mortales que nada tenían que hacer allí. Una situación delicada, un panorama desolador, un gran pantano llevo de vegetación muerta…de grandes árboles retorcidos que contenían numerosos cuerpos cercenados y obviamente sin vida, en clara demostración que no les sería tan fácil salir de ahí.
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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 12:01 am

El miembro 'Auros' ha efectuado la acción siguiente: Dados de batalla


'Dado Legendario' :
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Resultados : 8, 43, 3, 50, 37, 28
Auros
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Mensaje por Adam Benjamin Jue Sep 15, 2016 7:53 am

Todos y cada uno del grupo habían caído en los eróticos manoseos de los seres infernales que allí “coexistían”, en la oscuridad de las catacumbas. Adam no paraba de darle vueltas a lo que tuvo que enfrentarse, a como se dejó llevar de la manera más descarada posible, a como obtuvo la osadía de mostrar debilidad ante algo tan sumamente innecesario, vulgar y oscuro. Aquello era inadmisible. A pesar de todo lo ocurrido, Adam quiso afrontar los hechos tal como fueron; no iba a guardarse dichos recuerdos y menos a olvidarlos. Lo veía mejor como una experiencia del cual aprender y volverse más fuerte espiritualmente. Como era de esperar, sus amos apenas se sintieron afectado por las intenciones que aquellos mórbidos mostraban ante el grupo; pero aquella suerte no pudo alcanzar al pequeño Infante como esos ojos de color carmesí podían averiguar. Aún mantenía a la vista aquella desagradable sangre esparcida por su camisa blanca, cosa que apenas le dio importancia, pero el hecho de que tan siquiera una pequeña y misericordioso fluido rojo que, por sobre todo era totalmente diferente a lo que conocía, le molestaba; el hecho de que no pudiera limpiar la zona ensuciada era inevitable. La sangre ya se había secado y eliminarla costaría más que cualquier frote inútil sobre la misma. Sus orbes se dirigieron inconscientemente hacia una pequeña niña de cuya boca no paraban de salir más que protestas en relación a lo ocurrido en su cuerpo, dirigiéndose únicamente hacia su compañera, alguien a la que no paraba de agradecer por sus acciones de ayuda hacia el joven peliazul y servidor. –Aunque esta vez no siento gran recuperación de poder. Te lo agradezco, joven– Llevó su mano a uno de los bolsillos traseros de su pantalón con tal de agarrar un pequeño cuaderno negro, sacar el bolígrafo oculto en las anillas del mismo y tachar algo irrelevante hacia los demás.

El Tercer Círculo pudo notarse como un itinerario aparentemente tranquilo, desolador y carente de incordios con los que tratar. El paso por aquella zona era “silencioso” a mas no poder; era totalmente necesario el hecho de que el mismo grupo desbordara por si solo una afonía total ante la intimidante presencia del cancerbero, quien no cesaba en desmembrar y producir horrores ante aquellos desdichados y pecadores de la mismísima gula. Lo único que se podía hacer era seguir al grupo e invocar ante ello al rey del silencio con tal de no despertar la atención de aquel perro infernal en las pobres almas que transitaban con cuidado por la zona con tal de llegar al lugar indicado. Pero la paz pudo desvanecerse ante aquella niebla de tonalidad oscura formada a causa de la putrefacción de los cuerpos mutilados. Dicha sustancia comenzó a provocar daños internos en el propio Nigromante, cosa que no le gustó en absoluto, produciéndole pequeños ardores en la garganta. Al tener que permanecer en silencio a causa del gran perro guardián, Adam no tenía más remedio que aguantar cada tos, teniendo que escupir sangre en pequeñas cantidades –Esto va a molestar durante un largo tiempo–.

Descender por aquel camino era increíblemente complicado, lugar donde el peligro aumentaba por cada paso que dabas, por cada segundo que se perdía; simplemente agotador y estresante. El recorrido alcanzó previamente hasta llegar a un nuevo Círculo Infernal; aquel lugar, inundado por grandes cantidades de oro, se podía observar increíbles dunas doradas a relucir en su máxima riqueza, cosa que no profundizó el interés del Mayordomo. Todo parecía ir sobre ruedas… hasta que aquello la visión del azabache se volvió aparentemente nula, pues una oscuridad total invadió consiguió invadir todo el campo visual del joven. –Adam…– Una voz serpenteante y persuasiva pudo ser captada por los sentidos del Nigromante en cuestión de segundos. Una voz extremadamente tétrica y casi inexistente. –…Demasiado débil, Adam– Conocía esa voz; esa melódica y atrayente voz que pudo oír por primera vez dentro de las catacumbas del segundo círculo. De pronto, unos orbes blancos y agradablemente relucientes, cuyas pupilas mostraba una apariencia afilada, se mostraron ante la existencia del joven en aquella oscura “sala”. –No eres nadie… no tienes poder… no eres digno de entrar en el arte de la magia negra– Una y otra, y otra vez… aquellas palabras no paraban de producir un eco profundo en la mente del azabache; aquel sonido retumbaba con violencia en la propia alma del indigno. Sin fuerzas, sin interés, sin control… –Eres innecesario– Y pensarán… ¿Qué es lo que Adam más teme perder? Todas y cada una de las cosas que aprendió hasta el momento; todas sus experiencias en el oscuro arte de la Nigromancia; sus recuerdos; sus mismo ser… En ese curioso instante, Adam comprobaba por sí mismo la mayor de las torturas que posiblemente podían afectarle en su totalidad a este ser oscuro. El susodicho no apartaba la vista de aquellos ojos blancos e intrigantes, pues no podía ver otra cosa; la negrura era tan intensa, que la posibilidad de verse a sí mismo era prácticamente nula, pues aquello representaba el olvido de su existencia. Pero Adam comenzó a llegar a su límite. –Y dime…– Una nueva dicción se halló en la “noche”, un deleitable y tenue sonido originario de una presencia impura y tenebrosa. –Quién eres como para tener tal descaro de decirme qué soy… y qué no debo tener– Y así, esos ojos lechosos dejaron de ser la única existencia que prevalecía en esa estancia. Unos iris escarlatas y relucientes nacieron de la mismísima oscuridad. –Tu misma presencia es indigna y ofensiva. Fácil de sustituir y olvidar– Toda esa negrura comenzó a ser absorbida por esos diabólicos ojos, comenzándose a ver parte de lo que la sala anteriormente era para él. –No vuelvas a mostrarte ante mí– Y ese mismo hombre pudo volver a la normalidad deshaciéndose de lo que parecía ser una alucinación verdaderamente intensa.

Gotas de sudor comenzaron a deslizarse por el rostro del Nigromante; el corazon bombeaba sangre con una velocidad mayor de lo normal... mientras este observaba como su cuerpo estaba siendo tragado por la arena. Viró su cabeza en dirección a los demás, quienes, por desgracia, corrían la misma suerte. El cuerpo de Adam se volvió en partículas negras, mostrando un cuerpo incorpóreo ante los demás con tal de poder salir de aquella trampa lo más fácilmente posible. Su camisa “blanca”, mues la sangre seguía mostrándose en ella, podía notarse claramente lo desgarrada que estaba, pero Adam le restó importancia cuando se percató de algo. –Lucius– Pronunciaba su nombre al momento de observar como la arena comenzaba a tragarse parte de su torso. Adam se acercó al mismo y, agarrándolo del cuello de su camisa, en la zona de la nuca, jaló hacia sí con tal de extraer el cuerpo de la arena –Hay que seguir– Y sus pasos volvieron a estar llenos de vida para seguir el camino que les correspondería.

La entrada al Quinto Circulo no llegó a ser muy agradable. Ese extraño y oscuro lugar podía provocar un agobio inaudito para cualquiera de los presentes, cosa que no extrañaría al azabache si se percatara de aquello en alguna persona. Pronto tuvo la oportunidad de divisar en aquel pantanoso espacio al grupo restante que había sido separado anteriormente. Aquellos habían sido liderados, lógicamente, por dos los Novarums, siendo posible que varios de los integrantes pudieran sobrevivir durante la travesía infernal. Pero los problemas seguían acumulándose y, varios seres de aspecto indiferente se percataron de los presentes, de aquellas almas que habían entrado sin permiso en su territorio. –Charlotte– Si, uno de “ellos” se había abalanzado contra una de las revolucionarias, algo que no pudo tolerar lo más mínimo, aunque su manera de actuar hiciera ver lo contrario. Su velocidad era sumamente algo… normal, pues el terreno fangoso impedía que demostrar sus altas capacidades físicas en las piernas, pero aquello no impidió que consiguiera acercarse por detrás de la imperdonable entidad que osaba por atacar de la manera más hostil posible a la dama de negro. Adam logró agarrar su muñeca para llevar su brazo hacia atrás con tal de impedir su movimiento en dirección a la aliada; su mano restante acaparó todo el cráneo del mismo para, con una fuerza descomunal, llevar su rostro al terreno, golpeando su cabeza con el mismo con la mayor fuerza que pudo acumular. Adam llegó a un punto en el que no aguantaba la más mínima idiotez por parte de ninguno, ya fuese enemigo o compañero, a excepción de sus Señores, cabía destacar. –Charlotte, me encargaré de él. Mientras, aprovecha para recuperarte de tus heridas, pues no aceptaré una negación por tu parte. Si gustas, acompáñame en el enfrentamiento luego de ello– De humor no se encontraba, y eso, podía notarse en la manera de pronunciar sus palabras, en el tono de voz y acciones que esté mostraba. Dejó a ese mismo ser en el terreno, aun sin olvidar su existencia, mientras se acercaba a la contraria de la manera más firme posible, mostrando ese desastrosa vestimenta que portaba, símbolo de haber pasado por las locuras más inimaginables durante todo el largo recorrido. Se acercó levemente al oído de la fémina inclinando levemente su torso hacia ella. –Más tarde tenemos que hablar– Al claro instante de finalizar con sus palabras, enderezó nuevamente su cuerpo para voltearse hacia el ser aberrante que tenia delante.

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Última edición por Adam Benjamin el Vie Sep 16, 2016 11:35 am, editado 7 veces
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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 7:53 am

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Mensaje por Ankabeth Jue Sep 15, 2016 9:26 am

El lugar donde se encontraba el quinto círculo era una especie de noche permanente, Ankabeth algo preocupada miro al cielo y no vio nada, al menos no había una luna. Entonces vio algo resplandeciente en el horizonte, era una especie de cosa plástica que adornaba la espalda de alguien en el grupo que seguía. Con el bulto que cargaba, el muchacho, camino sin bajar la guardia, cada paso que daban era una posible trampa, no podía despistarse estando tan cercad e cumplir su misión, su ansiada venganza de aniquilación de demoniaca estaba tan cerca, sus pies comenzaron a hundirse, aunque era difícil caminar, no era un gran obstáculo, cuando estuvo más cerca, vio a alguien portando una mochila, como era posible que alguien portase una en las entrañas de la bestia?, quizás tenía en el interior algún tipo de merienda o algo parecido. Sus vivos colores en verdad le hacían parecer una especie de broma multicolor, o un blanco perfecto para los demonios quizás es una táctica más inteligente para provocar a los enemigos o algo así, enemigos que en mucho tiempo no han visto más color que el negro de la oscuridad, el marrón de las heces y el rojo de la sangre, Ankabeth aún tenía mucho que aprender de la guerra táctica.

Los gemidos de dolor y suplica llegaban en todo momento y la mente de la chica ya estaba preparada para que le suplicaran ayuda, pero ya estaba ayudando mucho al cargar con uno de ellos, no cargaría a nadie más.

-Al fin los alcanzo, corréis muy rapid… pero qué demonios le ha pasado a nuestra compañera… es que la han parido de nuevo en el segundo circulo… da igual no quiero saberlo, seguramente es una de sus cosas de súcubo que nunca entenderé.- se respondió a sí mismo la guerrera negra.

justo cuando termino de hablar junto a sus compañeras y estaba a punto de preguntarle por la procedencia de la mochila a su ex contratista, Astrid Dagmar, emergió del pantano una criatura, otra y otra, cadáveres sin descomposición, pero con un aspecto cruel, con dientes, afilados e iracundos, más iracundos que otra cosa. Parecían enemigos dignos, lo que necesitaba la mujer. Algo de acción para no oxidarse en este lánguido mundo.

-Denme un momento por favor, este círculo, me parece es mío.- Dijo sin soltar a la carga que traía pero agarrándola con aun más fuerza con su brazo mecánico, parecía que tuvo tiempos mejores, pero ahora estaba algo flacucho, famélico, sin duda tenia potencial y pensándolo mejor habría sido un desperdicio haberlo abandonado antes.

Ankabeth camino, troto y finalmente corrió hasta una de las criaturas, que ya se alzaba atacando a uno de sus aliados, uno de ellos era un gigante de grandes proporciones, si no se hubieran visto fugazmente antes seguramente lo habría confundido con un demonio más.

El salto que profirió fue descomunal, en el aire su gruesa capa se movió anormalmente y la cubrió completamente. Y junto con un destello oscuro emergió una oscura y tenuemente brillante armadura con la forma de un lobo. Ankabeth con fuerza cayó sobre el suelo cerca de su víctima y con su inmensa espada azoto el terreno que estallo en mil pedazos. Los escombros volaron hacia el enemigo y hacia sí misma, algunos peñascos le causaron dolor, emergió la sangre, pero ella se relamió la misma la cual era deliciosa. Una sangre especial capaz de curar sus heridas. Clavo la espada en el suelo y engancho el cuerpo del hombre en la misma. Y rozando el filo mellado de la misma se auto infirió un corte. Vio a su alrededor y con un brusco movimiento le lanzo esa misma sangre al mismo muchacho que tenía cara de sádico, Asura Shaytan, esa sangre le sanaría las heridas, solo esperaba que no fuera tan señorito como para no aceptar el chorro de sangre hirviente.

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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 9:26 am

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Mensaje por Grommash Hellscream Jue Sep 15, 2016 10:56 am

La bestia descendió al Quinto círculo y vio como todo se volvía más y más pesado, el ambiente le asfixiaba, y se volvía más y más lleno de voces acuciantes que le incitaban a más violencia, caminaba por lo que parecía un pantano de almas perdidas, en los hombros del gigante estaba Gael y por orden de Saeko no le soltaría ni aunque se le fuese la vida en ello.

Cuando llego hasta el quinto círculo Gromm pudo observar que la pobre muchacha que había atacado se alejaba de él y sintió verdadera vergüenza de sus actos, atacar a un aliado era impensable, pero aun así lo había hecho, vio acercarse al otro grupo que se había separado antes, vio a los generales del ejército revolucionario y su corazón sintió algo de alivio, algunos parecían debilitados igual que Gael y la camadería en el aumento muchos puntos.  

Entonces el horror, desde las pozas putrefactas emergió un enemigo, un muerto que parecía competente, un iracundo lleno de temor y violencia injustificada, Grommash endureció su rostro, vio como atacaban a sus amigos y dejando a Gael en el suelo. Rugió con todo el poder de sus pulmones tan o más iracundo que la bestia que le amenazaba. Tomo su inmensa hacha y con un movimiento le espero. La bestia infernal ataco a la otra bestia de la revolución,

Ambos monstruos chocaron sus cuerpos como dos locomotoras y Gromm bufando con aun más furia golpeo el cuerpo del enemigo que les cortaba el paso, en un momento, le empujó apenas un metro de distancia, y con ambas manos en su descomunal arma golpeo el suelo que vibro a su alrededor, la bestia rugió para acometer nuevamente contra Hellscream pero este espero con a que su poder se activara. Una explosión descomunal impacto en el enemigo y como un rayo ascendió hasta el firmamento para después desaparecer con verdadera sutileza.

Después de su ataque, su ira descendió y busco con la vista el cuerpo que le habían encargado, afortunadamente estaba bien, fallar dos veces sería impensable, y otra guerrera acudió a su ayuda, una grande y oscura como las mismas bestia que le atacaban. Su ataque fue similar al de Gromm pero devasto la tierra y lanzo al enemigo una especie de ráfaga que le hirió.


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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 10:56 am

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Mensaje por Andrew M. Hale Jue Sep 15, 2016 11:36 am

Las emociones que habían sido afectadas por las ilusiones de esa catacumba todavía continuaban hirviendo en el cuerpo del cazador. A pesar que había descargado mucha de su furia en esos enemigos multi formes, su transformación se negaba a desaparecer…posiblemente por culpa de la frustración que aun dominaba su cuerpo. Era consiente que desgastar tanta energía sobre esas criaturas que poco útiles eran, limitaría su poder si llegaban a encontrar enemigos más fuertes pero…realmente estaba enardecido. La única cosa que detestaba sobre cualquier otra…era sentirse manipulado de alguna manera. Esa emoción quemaba toda su cordura pero la imagen de su compañera aun perdida en el infierno, sirvió como catalizador para que retomara sus sentidos —Solo son puras ratas…—Murmuró en lo que su transformación desaparecía, dejándolo únicamente con los pantalones negros y sus botas…las únicas partes de su vestimenta que resistieron al fuego.

Ya que no era un revolucionario, seguir las órdenes de los líderes de ese grupo no entraba en sus opciones viables. No le gustaba que le dijeran que hacer…una de las razones por las cuales había pasado su vida siendo un cazador pero tampoco era del todo idiota. Si bien se negaba a seguir indicaciones como si fuera un soldado más, sabía que debía caminar junto a ellos sino quería perderse en la infinidad del infierno. Era molesto depender de otros pero necesitaba encontrar a Rhea en ese maldito lugar y la única forma de conseguirlo, era trabajar con esas personas.

Fue un ligero alivio cuando la comitiva empezó su avance de nuevo, dejando atrás esa desagradable cueva. Aunque en sí mismo podía percibirse la esencia infernal, el aspecto de los lugares por los cuales ahora caminaban realmente no causaban gran…”temor”. Era verdad que los gritos agónicos junto a los amplios desfiladeros…eran un poco desconcertantes pero siendo un hombre que había vivido gran parte de su vida en los peores horrores que el mundo había sido capaz de ofrecerle, aquello era más como una remembranza de lo que sucedía arriba. Sin ir muy lejos, lo que si realmente asaltaba sus sentidos eran los resonantes ladridos de ese horrible guardián. Esa bestia era mitológica por su fuerza y presencia…un reto que cualquier cazador desearía tomar pero…hacerlo le quitaría demasiado tiempo, tiempo que no tenía para gastar en esos momentos —Algún día…volveré por tu cabeza —Prometió antes de rodear su cuerpo con una suave pero consistente corriente eléctrica, usándola para duplicar su velocidad de avance. Al parecer iban a una nueva cueva pero cerca de su entrada, una neblina extraña nublo sus sentidos y trajo en menor medida el dolor que ya experimento en la entrada de ese mundo. Era alguna clase de veneno…aunque de una acción bastante débil ya que solo dejo una sutil molestia en su pecho.

Entre más avanzaba, más claro quedaba que esa dimensión no era otra cosa que un maldito laberinto. Era verdad que no había paredes como tales pero quedaba claro para quien veía cada nuevo círculo, que si tu deseo era evitarlos…estabas destinado a perderte en las áridas tierras del infierno. Los muros…las guías eran tu propio instinto de supervivencia que te señalaba la ruta más “segura” a seguir aunque en realidad ninguna ofrecía seguridad real para quienes las transitaban. Después de todo ese lugar estaba pensando para almas y demonios, posiblemente nunca esperaron que seres mortales lo transitaran y eso solo planteaba la duda de que tanto sus mentes podrían aguantar si seguían siendo bombardeadas por las voces del infierno.

Empezaba a volverse predecible los caminos que debían tomar o como iban a estar configurados. Suponiendo que su destino fuese el último circulo en ese lugar, debían continuar en una trayectoria descendente…o al menos eso dictaba la lógica. Era obvio que aquello no contaba mucho en esas tierras pero parecía que la disposición de su próximo destino era en realidad en un plano inferior…muy inferior viendo la inclinación de esa pendiente —Como les gusta jugar con nuestros sentidos —Señaló por lo bajo luego de dar una rápida mirada a la profunda oscuridad que parecía esperarlos en el fondo. Era muy obvio que eso se debía a la distancia que existía entre la parte superior y el fondo de la cueva pero no por saber eso…restaba impacto a esa sensación fugaz de vértigo que esa cueva estaba diseñada para evocar.

Fue un poco complicado bajar sin perder el equilibro, especialmente siendo que iban varios a la vez pero de algún modo lograron pisar el suelo oculto entre tanta oscuridad. Allí se podía ver una nueva entrada por la cual una tenue luz dorada se filtraba. En su interior los esperaba una clase de desierto pero en lugar de estar cubierto de arena…toda la superficie eran kilometro interminables de oro en polvo. Nunca había visto esa cantidad del mineral junto en un solo sitio…y nunca imagino que ese sería el castigo de los avaros. Ósea tenía cierta lógica pero aun así era demasiado…mundano por decirlo de alguna manera. De la misma manera no parecía tener un guardián como era el caso del anterior campo que cruzaron pero tal como sucedió en esa catacumba, una voz se forzó en su mente.

Una pregunta que quizás las almas ahí atrapadas escuchaban constantemente. Para el azabache perder algo preciado era algo natural, empezó con su familia que lo abandono…continuo cuando su brazo le fue arrebatado en esa pelea y finalmente cuando muchos de sus compañeros murieron hacia no mucho tiempo. Sinceramente no podía imaginar que más podrían arrebatarle o bueno aquello fue hasta que frente a sus ojos paso una secuencia de imágenes…casi como una película de muy mal gusto. Allí podía presenciar como su compañera cazadora…esa titanide que lo sacaba de quicio constantemente, era asesina por alguna de las bestias del infierno. Presenciar eso…que se repetía en un bucle frente a sus ojos, no evoco su furia como había pasado en la catacumba…más bien dreno mucha de su fuerza pero ver el bucle repetirse una y otra vez en su mente…sirvió al final como un segundo detonante para el azabache.

Su viaje realmente se convirtió en una tortura sin precedentes. Paso por una ciudad llena de criaturas olvidadas…una catacumba repleta de seres de pesadilla e incluso por una árida meseta protegida por un can infernal. Había recorrido demasiado desde que fue separado de su compañera y no iba a permitir que una triste ilusión lograra ser su perdición. Usando los últimos rezagos de la furia que experimento en presencia de esos seres deformes, una vez más fue capaz de entrar en su forma real — ¡Puta arena! ¡Maldito Infierno! ¡¡¡Estoy Hartoooo!!! —Su voz escapo como un estallido mientras el fuego de su cuerpo expulso en una lluvia dorada todo el polvo que intento devorarlo — ¡Voy a volver a este maldito lugar y los devorare a todos! —Exclamó amenazando no solo al líder de ese círculo pero a todos los que hasta el momento habían puesto su paciencia a prueba. Jamás se había sentido tan ofuscado y no le importaba que esa amenaza fuera suicida, estaba ya cansado de esa maldita dimensión.

Fue una molestia menor quitarse el oro líquido del cuerpo mientras se abría paso hacia la salida de ese condenado desierto. No estaba ni cerca de saber cuántos más de esos lugares deberían pasar pero cada uno echaba una chispa más a su mal humor. Estaba hasta el gorro de los demonios, de las trampas, de las ilusiones…tanto que ni siquiera emitió una mínima señal de asombro al ver el aspecto de la “puerta” que lo sacaría de ahí  — Al fin, la maldita salida —Murmuró sin siquiera pestañar antes de lanzarse dentro de ese vórtice.

Fue un poco desorientador ese paseo dentro del vórtice negro. Era imposible distinguir algo pero no importaba demasiado ya que Andrew durante todo el proceso de traslado, mantuvo sus ojos cerrados. En esos momentos su forma real ya no desapareció…y posiblemente se mantendría por un buen rato. Uno de sus instintos primarios había sido activados y ahora iba a necesitar algo o alguien a quien atacar para dirigir esa furia descarrilada —…Cuanto más…piensa durar esto —Murmuró lanzando un golpe al vacío junto con una ráfaga de fuego que nació de su puño y que golpeo un árbol putrefacto al momento que el Efreet aterrizo en el próximo escenario infernal.

Una ciudad, una catacumba, un desierto y ahora un pantano…si algo tenía el infierno, era variedad en sus zonas. Ese sitio se veía como una copia un poco más apestosa del pantano en Chaos claro que faltaba el cielo verdoso…o un cielo normal ya que la parte superior de ese lugar era como una versión extendida del vórtice por el que acababan de salir. Andrew estaba pensando esperar a que los demás de su grupo aparecieran pero en la distancia otro grupo de gente empezó a llegar al mismo tiempo que esas bestias se mostraron de entre el burbujeante lodo. Eran casi tan deformes como las que incinero en la caverna solo que estas por algún motivo encendían mas su ya de por si descontrolado humor. Era perfecto….necesitaba algo con que desquitarse y estaba por elegir una al azar cuando percibió finalmente la energía de su compañera. La titanide estaba con ese grupo que había aparecido en la distancia y según parecía, iba a ser el blanco de una de esas criaturas. Eso le trajo un destello de esa ilusión que sufrió en el desierto…la imagen causo que su cuerpo se cubriera de relámpagos negros, dejando solo un rastro de estática luego de desaparecer.

Su velocidad estaba a un nivel diferente, casi podía ver los movimientos de esa criatura en cámara lenta y antes de chocar con ella, ingirió un viejo cristal que colgaba de su cuello. Era la primera vez que usaba ese objeto pero la energía atrapada dentro le entrego un nuevo impulso a su cuerpo —…Detente…—Susurró apareciendo en una mezcla de truenos y fuego frente a la bestia, interceptando su ataque con el costado de su cuerpo, sintiendo una ligera molestia por el golpe. Al mismo tiempo que sufrió ese mínimo daño, atrajo a su mano una gran cantidad de fuego que luego envolvió con agua, creando un torbellino de vapor súper caliente en su palma — ¡Aléjate! —Exclamo golpeando con ese violento huracán a la bestia, mandándola varios metros hacia atrás —Me parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi pero…me alegra que estés otra vez a mi lado…Rhea —Dijo el cazador, girando hacia su compañera y posando sus ojos incandescentes en su rostro mientras poco a poco su forma real se desintegraba y daba paso a las facciones humanas del genio elemental.
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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 11:36 am

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Mensaje por Kiss Shot Jue Sep 15, 2016 12:44 pm

La situación realmente se volvía critica para aquella sucubo, el pánico por no conseguir lo que más le deseaba le invadió hasta un punto de desesperación, gritaba irracionalmente mientras que corría en aquella ilusión, pero entre más corría, más pequeña se hacía la espada que tanto amaba, y con ellas toda su fuerza y su poder, su coraje y su espiritu convirtiendose en una enclenque, llorona y miserable mujer sin vida u objetivos. -¡P-perdoname! ¡L-lo siento! ¡L-lo siento mucho! ¡Pero no me dejes sola aquí por favor!- Desesperada era su reacción mientras la soledad y oscuridad se hacían cada vez más proximas a la par que ella se disculpaba con la nada... y lo único audible era el eco de sus miserables peticiones que solo hacían verle más pátetica, hasta que depronto, ya no había absolutamente nada. Se dejó caer en el suelo, adoptando una posición fetal abrazando sus piernas, y poco a poco lagrimas comenzaron a caer desde sus orbes dorados que brillaban por la misma razón.. y lentamente comenzó a sollozar en soledad. Sintió entonces un pequeño dolor en su brazo... ¿Qué estaba sucediendo?.. probablemente estaba muriendo por caer directo en la trampa que habían preparado.. estaba dispuesta a morir.

Pero todo cambió de repente, cerró los ojos tras sentir un intenso dolor en el estomago, y luego su aire salir desde su boca tras toser en contra de su voluntad haciendola escupir por la rudeza de aquel golpe, abrió los ojos como platos, y lo siguiente en ver fue el antebrazo de la rubinus que se abría paso hasta su estomago, se le fue el aire, ni siquiera se pudo quejar ante la violenta manera de sacarla de su  trance personal, abrazó su estomago en ese instante mientras que la Rubinus logró sostenerla para no hacerla caer, en ese momento soltó una frase bastante particular utilizando un tono mal humorado sobre su oreja."-Siento cortarte la diversión, pequeña-" Mientras que la rubia recuperaba el aire sus ojos se tornaron mucho más brillantes por aquel momento, más pronto que nunca se transformó en un llanto bastante notorio, lagrimas comenzaron a caer de sus orbes color miel rápidamente mientras que abrazaba con más fuerza su propio viente, sollozó con su infantil voz pensando en la experiencia que vivió hace unos pocos segundos, y sus mejillas levemente ruborizadas se mancharon con su propio llanto, hasta que descendieron hasta su mentón, algunas gotas cayeron sobre el brazo de Astrid, otras tocaron el suelo sin más. Su vista se quedó en Astrid, quien ahora observaba lo patetica que se veía mientras le sostenía de la cintura, intentó cortar su llanto limpiandose el rostro y apartando su vista de los ojos marrones de la rubinus, luego de frotarselos rápidamente empujó a la rubinus para que le soltara y sin decir nada, caminó ignorandola por completo en una dirección aleatoria, al igual que a Ankabeth que probablemente también le vio, chocando su hombro con el brazo de la mujer violenta que mencionó algo sobre su cambio físico.

Corrió como nunca para perder de vista a Astrid, no quería verle más y para cuando se enteró ya habían cambiado de lugar nuevamente, no solo eso, habían muchos más miembros que antes, y entre ellos el que más resaltó fue el grandote Grommash que conoció anteriormente. Caminó hasta el para llamar su atención, tocó su enorme brazo solo para saludarlo. -¡Eh! ¡Grandote!- Gritó, pues ahora la diferencia de alturas era exageradamente enorme. -¿Qué haces aquí? Oh... esas heridas, te ayudaré con eso- Fue bastante amable, más de lo que solía ser... eso con el objetivo de alejarse de Astrid. Tocó el antebrazo musculoso de Grommash para curarlo, una pequeña aura verde rodeo la herida. -Es todo lo que puedo hacer por ti con este cuerpo- Dijo la caza recompensas.  No hubo tiempo para presentaciones amistosas, Grom acudió como la bestia que es al ataque de una horda de asquerosidades del infierno.. y con el pantano que cubría parte de su cuerpo no le apetecía quedarse a hacer nada, Antes de que grom embistiera violentamente a uno de esos seres, Hika se subió de un salto sobre la espalda ajena. -¡Puedo ayudarte grandote!
Asintió mientras se sostenía del cuello del mismo para no caer... pero pasó algo bastante tonto que no se vio venir, en cuanto Grom chocó violentamente hizo que hikari saliera  volando por la enorme fuerza que se empleo, esta cayó sobre otra persona que desconocía-...- Se sintió algo estúpida realmente ¿Sobre quién había caído?... Lo primero que vió fue cierta cabellera dorada y ojos azules... si, era Veronika.
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Última edición por Hikari Hiroshi el Jue Sep 15, 2016 2:34 pm, editado 3 veces
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Mensaje por Auros Jue Sep 15, 2016 12:44 pm

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Mensaje por Astrid Dagmar Jue Sep 15, 2016 2:32 pm

Abrió el puño y colocó la palma de su mano en el mismo lugar donde sus nudillos habían ido a parar, con intención de curar el daño provocado con el golpe. Quizás se había pasado un poco. Bastante. Bueno, no solía pegar a niños y mucho menos en el estómago. Se había controlado, pero aún así, sabía que podía haber resultado doloroso. Se apartó para ver mejor el rostro de Hikari, para descubrir que éste estaba bañado en lágrimas y contraído en una mueca de dolor. Sí, se había pasado. Viniendo de la orgullosa súcubo, esperaba cualquier cosa salvo que estallara en llanto. ¿Su comportamiento tenía que ver con aquella forma? Entreabrió los labios, siendo incapaz de pronunciar algo coherente. —…Espera, no… no llores, yo…— Apartó la diestra de su abdomen, acercándola a su mejilla para intentar limpiarle. Después de todo, estaba hecha una maldita blanda que dejaba de lado su fría actitud con tan sólo presenciar un lloriqueo. Sin embargo, cuando apenas rozó su cara con la yema de sus dedos, la rubia le dio un tremendo empujón que le tomó por sorpresa, haciendo que le soltara de inmediato. —¡Hikari, espera!—Se levantó rápidamente y corrió tras ella. Sabía que no era estúpida, pero ver aquella faceta tan vulnerable aumentaron sus intenciones de proteger a la joven. Aunque con el derechazo parecía que sus intenciones distaban mucho de querer defenderle de los peligros del averno, y no había duda de que aquel trato brusco (acompañado de aquella última frase) habían provocado esa reacción en ella.

Se alarmó al perderla de vista cuando se metió en una especie de portal extraño. La Rubinus lo atravesó sin pensar en las consecuencias de ello, haciendo que por un momento se viera envuelta en la más profunda oscuridad durante unos segundos. Cuando consiguió salir, sus pies dieron con un terreno pantanoso, rodeado del ya característico olor a descomposición que dominaba casi todos los círculos infernales por los que había pasado. Parecía que muchos de los otros revolucionarios a los que había visto con anterioridad habían ido a parar a ese mismo lugar, puesto que pudo reconocer haberse cruzado con ellos en la antesala del averno. Aún así, su prioridad en ese momento iba más allá que salir de ese sitio sin más.

Buscó con la mirada a Hikari, a la que encontró tropezándose desde a saber dónde. Cruzó el lugar con rapidez, de nuevo empleando las ondas de sonido para moverse a una presteza mayor de lo normal (y así evitar hundirse aún más en ese maldito fango). A pesar de la velocidad empleada en sus movimientos, la mujer levantó a la cazarrecompensas con una sorprendente delicadeza que no tenía nada que ver con el puñetazo que le había asestado anteriormente. Probablemente se cabrearía no sólo por su repentina aparición, si no porque ahora le tenía sujeta como si se tratase de una niña pequeña (acorde a su forma actual, para qué engañarnos). De ese modo se aseguraría de que no huiría tan fácilmente, aunque con darle un empujón o un puñetazo en la mandíbula podría escapar si quisiera. Miró de reojo a una mujer de cabellos rubios que estaba cerca, sin pararse a observar si le había salpicado parte del barro al pasar por su lado. —Lo lamento, señorita,—musitó, apenas virando el rostro para comprobar su estado, o si realmente se había manchado. Generalmente sí lo habría hecho, pero tenía que encargarse de una chiquilla llorona que tenía en brazos. —Siento lo de antes, Hikari. No controlé mi fuerza.—Hablaba de forma muy suave y tranquila, buscando calmarle un poco, a la vez que procuraba no elevar demasiado la voz para que sólo ella le escuchara. —Te compensaré por eso, ¿de acuerdo? Lo prometo.—Bueno, no había pensado en nada, pero quizás así lograría quitarle el mal humor gradualmente. —Por ahora ten cuidado. En esta forma no sé si serás tan fuerte como siempre.— Ah, seguro que se llevaba un rodillazo en toda la mandíbula por decir eso, a pesar de que seguía con el mismo tono de antes.

Se giró al oír la voz de Ankabeth, que parecía extrañada por el aspecto de la súcubo. Astrid alternó la mirada entre ambas, sin saber muy bien qué contestar para no herir la vanidad de la rubia. —…Pues…—Hizo una mueca, sin saber muy bien qué contestar a la pregunta de la mercenaria, que por suerte ya se respondió a sí misma. —Eh, sí, eso. Ni yo tampoco lo entiendo.—Hikari ya se lo había explicado, pero prefería no contar detalles. Echó la vista a sus pies y vio que la imponente mujer traía una carga consigo. A simple vista se veía que respiraba (por el movimiento de su torso y de alguna que otra burbuja que se formaba en el agua), de forma que se quedó un poco más tranquila. —…¿Es de los nue…- — Se calló al ver que la guerrera decía algo más, antes comenzar a alejarse de ellas, situación que la Rubinus pronunció las palabras de rigor para que un pequeño resplandor rodease a tres personas concretas que se encontraban en un radio de un par de metros: la propia Ankabeth, la cazarrecompensas, y la fémina de la que se había disculpado rápidamente tras pasar por su lado. —Con esto espero que estés mejor. Antes no te pude curar,—le dijo a la demonio. Decidió depositarla en el suelo de una vez, también con bastante delicadeza, por si acaso le daba por enfadarse por estar demasiado tiempo sin pisar el fango. Quizás así huía de nuevo, pero esperaba que no fuese así.

Miró de nuevo a la mujer de cabello largo, haciéndole un gesto con la cabeza. —Lamento lo de antes. No se veía muy bien, así que le he lanzado un hechizo curativo. Espero que sea suficiente.—Lo cierto era que no podía pararse mucho a estar de cháchara, ya que había una maldita bestia enfurecida… no, una bestia emputecida atacando a su alrededor como si la vida le fuera en ello. Ankabeth y un gigante de aspecto extraño parecían estar dándole su merecido, y ella no iba a ser menos. Con un chasquido de dedos materializó una gran gema que flotaba en el aire como si esperase recibir órdenes. Desvió la mirada hacia el enemigo y adelantó el brazo hacia él, haciendo que el cristal se dirigiera a toda velocidad hacia aquella criatura con el fin de que se quedara clavado.

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Última edición por Astrid Dagmar el Vie Sep 16, 2016 1:11 am, editado 4 veces
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